Ariel Zorion's Blog, page 19

February 5, 2021

El Ocaso De Los Días – Capítulo 2 parte 2

No pasó nada extraordinario. 

No le dio motivos. 

No hubo un detonante. 

No hubo ni la más mínima provocación. 

No hubo absolutamente nada que justificara aquella furia simiesca.

Lo de aquel hombre era una violencia gratuita, era un deseo insano de pisotear a su esposa por cualquier nimiedad. No había motivos ni reales ni ficticios que provocaran que se desatara la furia de aquel hombre que, en aquellas situaciones, parecía un animal salvaje. 

Se desataba, sin más. 

Podía ser el más mínimo e insignificante detalle, algo imperceptible para cualquiera. Pero Mathew Hamilton no era cualquiera, sino un psicópata de manual que volcaba en su mujer la ira reprimida en su trabajo durante la jornada. Así que no necesitaba motivos. Él los buscaba. Y entonces comenzaba la lluvia de golpes, como un nubarrón negro que contiene una tormenta eléctrica que se descarga con rabia. 

No obstante, sabía demasiado bien lo que hacía. Nunca jamás cometía el fallo de golpear a su mujer en la cara, un lugar en el que fácilmente cualquier vecino cotilla pudiera darse cuenta de lo que pasaba en aquella casa o llamase la atención de la cajera en el supermercado. Él le propinaba los golpes en lugares del cuerpo que siempre estaban escondidos  bajo la ropa. 

Aquella noche, Katerina no lo vio venir. No fue siquiera capaz de adivinar qué había desencadenado tal violencia en su marido. Si se llegaba a enterar de lo que le había dicho la tutora en la escuela, estaba segura de que no viviría para contarlo. Por eso le había insistido tanto a su hijo en que debía permanecer callado si le preguntaba su profesora. Sin embargo, era consciente de que era un niño muy pequeño aún, pues sólo tenía seis años, y le estaba pidiendo demasiado. 

Aquella noche, además, se inició un nuevo capítulo de violencia en aquella casa porque aquella noche Matt, el padre de Arthur, decidió que ya era hora de que su hijo aprendiera como un hombre debía tratar a las mujeres para que le respetaran. Ante el horror de aquella pobre mujer, presenció y sintió en sus propias carnes como aquel sádico obligaba a su hijo a pegar a su propia madre. Debía elegir: o la pegaba a ella o sería él quien recibiera la paliza. 

Arthur ya arrastraba cicatrices internas por la violencia que presenciaba casi a diario en su casa. Su infancia nunca había sido normal. Su día a día estaba poblado de agresiones físicas y verbales, de represión, de miedo y de emociones tóxicas que le habían ido envenenando su mente infantil. Pero aquella noche, se desgarró algo en su interior y se abrió una brecha que le separó para siempre de la realidad. 

Aquella noche, además, volvió a empezar a hacerse pis en la cama.

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Published on February 05, 2021 10:46

February 3, 2021

Sombras

Photo by BERK OZDEMIR on Pexels.com

SOMBRAS – Ariel Zorion

¿Qué es la oscuridad sino la ausencia de luz? Es un no ver, es un agujero negro que se traga la existencia, es un paréntesis que habita en el día a día, es un callejón sin salida. Puede que no te guste, pero es real, tanto como el aire que respiras. Y, lo creas o no, es necesaria. ¿Dónde si no ocultaríamos lo que nos avergüenza?

  ¿Y yo? ¿Sabes quién soy? Lo sabes, aunque no quieres reconocerme. Te repugna mi presencia porque conozco tus secretos, los más oscuros, los ignominiosos, por tanto, los inconfesables. Me oyes pero no me escuchas. Da igual. Te lo susurraré. Soy una sombra. Un espejismo de lo que fui. Una ilusión de lo que pude haber sido. Soy un no nacido y, al mismo tiempo, un no muerto. Huyo de la luz porque en ella soy visible, mientras que la negrura me oculta y me da libertad. En ella vivo al acecho, buscando respuestas a preguntas inconexas, trabajando a destajo para resolver puzles irresolubles. Me necesitas, aunque no quieras. Soy un ente, porque no estoy hecho de materia. Sin embargo, tampoco soy un espíritu. Los sueños conforman el tejido que me da vida, aunque es una vida efímera, para que nos vamos a engañar. Soy su morada y su habitante. Soy el limbo. Y tú siempre notas mi presencia, aunque no siempre te das cuenta. Me temes. Y lo sabes.

Ayer estuviste a punto de descubrirme. ¿A qué viene esto ahora? Hace mucho que llegamos a un acuerdo, aunque fuera tácito por ser innombrable. El caso es que aún no encuentro explicación. No sé cómo pudo pasar, pero casi me sacaste de mi escondrijo. Me pillaste desprevenido y no volverá a pasar, porque me has puesto en alerta. Por suerte, soy un maestro agazapándome y soy capaz de habitar la más mínima rendija, el más insignificante recoveco. Soy un escapista profesional. No entiendo por qué, de pronto, te sientes tan valiente y ansías descubrir aquello que guardaste bajo llave hace tanto tiempo. Tenías tus motivos, ¿acaso no lo recuerdas? No indagues demasiado. Es peligroso. Y oscuro. Y siniestro. Es casi diabólico, pérfido y perverso. Puede poner tu mundo patas arriba.

Photo by Andrea Piacquadio on Pexels.com

Debo decir que no me gustó que intentaras desenmascararme. Me heriste. Me sentí traicionado. Me demostraste que no puedo confiar en ti. Presta atención, pues te estoy avisando: no va a ser fácil, porque soy fuerte y, además, me conozco todos los trucos. Ese charlatán al que acudiste no es más que un mercachifle de la salud mental. No es rival para mí. No lo será nunca. Sólo saldré a la luz si yo quiero.

Sé que tienes problemas. Sé que lo estás pasando mal. Y lo siento. Pero no me culpes a mí. La vida puede ser dura. Acostúmbrate. ¿De qué sirve mirar al pasado? Yo sólo soy responsable de ayudarte a reprimir aquellas cosas desagradables con las que no quieres enfrentarte. Soy el colchón en el que entierras tu cobardía, soy la almohada que ahoga tu llanto. Deberías darme las gracias. Pero cuidado, si sigues insistiendo, tendré que dar la cara y eso no te va a gustar porque conmigo saldrán del sarcófago horrendos secretos. Hay cosas que es mejor dejarlas como están, en su orden natural. 

Ahora que duermes, aprovecho para revelarte lo que soy. Es el mejor momento, aunque el sueño se esté tornando en pesadilla. Sabías que podía pasar. No es más que la consecuencia de tus actos irresponsables. Prepárate para la verdad. Voy a desnudarme ante ti. Soy sombras aquí y allá. Soy tinieblas. Soy tus preocupaciones y tus desvelos. Soy el dueño y señor de la negrura. Soy tu cara B. Soy un yo reprimido, aunque no por ello pudoroso o cohibido. Soy el Ello. Soy tus pulsiones e instintos más primitivos. Pero, en particular, soy tu sombra, la única hecha a tu medida porque habita en tu subconsciente. Y ahora me desvanezco porque la consciencia empieza a pedir paso.

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Published on February 03, 2021 23:25

MAPA INTERACTIVO

Conoce los lugares en los que sucede la Trilogía del Ocaso AQUÍ. Podrás ver fotos sobre las distintas localizaciones y alguna información adicional que seguro que te gustará. Además, el mapa se irá actualizando según avance la saga para que estés al día y puedas entender dónde ocurre cada cosa y conocer sus singularidades.

Carmel By The SeaMontereyThe Lone Cypress

Espero que disfrutes mucho

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Published on February 03, 2021 08:52

February 2, 2021

El Ocaso de los Días – Capítulo 2 Parte 1

APARIENCIA

Veinticinco años antes…

Arthur nunca había sido un niño demasiado alegre. Si cierras los ojos y piensas en un niño entre los tres y los doce años, por ejemplo, seguro que se te viene a la cabeza la imagen de un crío riendo y jugando. Excepto si has conocido a un chaval como él. La sonrisa de Arthur se caracterizaba precisamente por su ausencia. A los profesores siempre les había llamado la atención, puesto que, desde bien pequeño, había sido un crío muy serio. No obstante, era responsable y trabajador. Su comportamiento en el aula era ejemplar. No podían tener quejas al respecto. 

La madre solía ser la que se encargaba de acudir a las citas en el colegio. A nadie le sorprendía, puesto que era muy habitual que, en aquella época, fueran especialmente las madres las que se encargaran de acudir a las reuniones de seguimiento con los maestros. Katerina era una mujer encantadora y muy colaboradora. Era muy sencillo hablar con ella y justificaba el hecho de que su marido no acudiera, no porque no le interesase la educación de su hijo, sino porque trabajaba muchas horas al día y le era imposible asistir. 

Lo comprendo perfectamente -le dijo en una reunión la tutora de Arthur-. El trabajo es lo primero porque alguien tiene que llevar el pan a casa. Pero me gustaría que hablásemos en algún momento los tres porque veo al niño apagado y serio. Bueno, mis compañeros dicen que siempre ha sido así, pero me preocupa un poco, la verdad.

Katerina retorcía un pañuelo entre sus manos tratando de contener sus nerviosismo. No podía permitirse aquello. Tenía que mostrarse absolutamente convincente. No quería ni imaginar las consecuencias si llamaban a casa o llegaba una carta del colegio.

No debe preocuparse, señorita Miller. Le agradecemos su interés, pero Arthur siempre ha sido así en el colegio. Es muy tímido y no le gusta llamar la atención. En casa es mucho más alegre, debería verlo -señaló procurando lucir una amplia sonrisa que, en su caso, se caracterizaba por ser un intento vano de poner en su sitio los músculos faciales que componen ese gesto de felicidad y complacencia.No sé, me gustaría verle disfrutar. Hacemos muchas cosas divertidas, pero él parece no saber sacarles el máximo partido. Claro que sí, pero lo hace a su manera. Luego en casa me lo cuenta todo. Tiene que entender que cada uno somos diferente y yo conozco bien a mi Arthur. Soy su madre y soy la primera interesada en que mi hijo sea feliz. Le agradezco su preocupación, pero el niño está bien, de verdad.De acuerdo. Bueno, seguiré pendiente de él e intentaré hablar con Arthur de vez en cuando a ver si me cuenta algo.

Katerina tragó saliva. ¿Por qué tenía que estar tan pendiente del niño? Hasta aquel momento, ningún profesor había ido más allá del típico comentario acerca del carácter taciturno de su hijo, pero nada relevante. Una idiosincrasia como otra cualquiera. “Ya sabe, es su forma de ser”. Y fin de la historia hasta la siguiente entrevista. Eso si volvía a salir el tema, que no solía ser así.

No podía permitirse que el niño dijera nada en la escuela. Si lo hacía, su padre la mataría, de eso no tenía ni la menor duda. Debía hablar con su hijo y debía hacerlo muy seriamente, recordándole todos los peligros que suponía llamar la atención de cualquier manera en el colegio. Muchas veces se lo había dicho: “Hijo, tienes que pasar desapercibido. Que parezca que no estás. Haz tus tareas y cumple con tu obligación, nada más. Ya conoces las consecuencias si no lo haces”. 

Aquella maestra tenía muy buenas intenciones, estaba claro, pero podría arruinarles la vida. Ya era bastante complicado su día a día. 

Aquella tarde llegaron a casa como cada día. Le preparó la merienda a su hijo y se dispusieron a hacer los deberes, como era habitual. Todo transcurrió con la anodina normalidad de cada día al volver de la escuela. Hasta que llegó la bestia y se desató la tormenta.

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Published on February 02, 2021 11:31

February 1, 2021

Conoce a… Stephen

Photo by cottonbro on Pexels.com

Stephen Meyer tiene cuarenta y ocho años. Es un hombre de mente totalmente analítica y enamorado de la ciencia desde que era un crío. Estudió medicina por ese afán desmedido que siente de ayudar a la gente. Le costó decidirse por la especialidad a la que dedicarse, puesto que le atraía mucho todo lo relacionado con el cerebro, por lo que estuvo fuertemente tentado de hacerse neurocirujano. No obstante, pensaba que aquella especialidad no encajaba totalmente con quién era él, pues buscaba un trato más estrecho y cercano con los pacientes.

Después de mucho reflexionar sobre ello, se especializó en psiquiatría. Siendo muy joven, mientras realizaba la residencia, estuvo también trabajando en el servicio de urgencias como paramédico de una ambulancia. Aquello lo combinaba, además, con una colaboración de unas cuantas horas a la semana en el Instituto de Investigación Mental de Palo Alto, una institución de renombre en su campo, por lo que no podía desaprovechar la oportunidad de trabajar con ellos completando así su formación en un centro pionero en el campo de la Salud Mental. Allí llevaría a cabo una investigación con chicos que había presentado conductas violentas y pre delictivas en la infancia. Dicha investigación le valdría más de un premio y le abriría las puertas a nivel profesional. Diez años después, se convertiría en el Jefe de Psiquiatría más joven del Hospital de Standford.

En cuanto a su vida personal, estudiando la carrera conoció al amor de su vida, una mujer enamorada de la medicina y de la ciencia como él, aunque de un campo muy diferente. Durante la etapa universitaria pasarían mucho tiempo juntos. No obstante, el trabajo les separó durante unos años, ya que ella estuvo dando clases en la UCLA en Santa Bárbara hasta que, unos años después, lograse el puesto de forense en el condado de Monterey. A partir de ese momento, pudieron conciliar su vida personal y profesional.

En cuanto a su carácter, podría decirse que Stephen es un hombre afable, de trato fácil y amigable. Es trabajador y obstinado, con cierta tendencia a un perfeccionismo a veces un tanto obsesivo. Muy perspicaz y brillante psiquiatra, ha logrado que su sección en el hospital haya obtenido importante financiación en los últimos años, lo que le ha permitido convertirse en un lugar de referencia en América del Norte.

Recién licenciado conocerá a alguien que trastocará su vida. Al menos, durante algún tiempo…

Conoce al resto de los personajes aquí.

Empieza a leer El Ocaso de los Días, la segunda novela de la Saga Oaso, de forma totalmente gratuita aquí. Puedes empezar a leer La Hora del Ocaso, el libro que abre la trilogía, aquí y adquirirlo a golpe de clic.

GRACIAS POR TUS MINUTOS DE LECTURA.

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ESTOY DESEANDO LEERTE…

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Published on February 01, 2021 10:47

January 31, 2021

Radiografía de un trauma

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¿Qué estoy haciendo aquí? No recuerdo cómo he llegado ni qué ha pasado. Tengo la mente en blanco. Lo último que recuerdo es que iba por la calle Mayor buscando una tienda que me había recomendado una amiga y… Nada más. Un apagón. 

  Sin lugar a dudas, me encuentro en un hospital. ¿Qué me habrá pasado? Me miro de arriba abajo intentando encontrar magulladuras pero no hay nada. No siento dolor alguno en el cuerpo. Me toco la cabeza y tampoco hay sensaciones extrañas. Todo esto es desconcertante. Veo un timbre al lado de la cama y lo pulso, anhelando que venga pronto alguien que pueda explicarme qué sucede. El miedo, el desconcierto, la inquietud por lo que me pueda haber pasado, lo llenan todo en este momento. La incertidumbre es una poderosa agitadora del alma.

Bien, oigo pasos junto a la puerta. Llaman y, a continuación, alguien abre. Este suspense me va a matar. Es una doctora muy joven, al parecer. Me saluda con una sonrisa compasiva, lo que me hace preguntarme con temor qué habrá pasado.

Buenos días, Lorena. Soy la doctora García. ¿Sabes por qué estás aquí?No, la verdad. No tengo la menor idea -respondo con cierto temblor en la voz. Te han traído en una ambulancia porque, al parecer, sufriste lo que creemos que fue un ataque de pánico de tal magnitud que hasta perdiste la consciencia. 

Me mira fijamente con sus grandes ojos del color de un mar en calma. Me transmiten tranquilidad. Tiene una mirada limpia, como si fuera una persona de esas en las que es fácil abandonarse y confiar. Aún así, como es lógico, me quedo absolutamente consternada por lo que está diciendo. Un ataque de pánico. Una pérdida de consciencia. Es imposible. Nunca me ha sucedido algo semejante. 

No hay contusiones ni nada por el estilo en la cabeza, por eso hemos determinado, junto con lo que contaron algunos testigos, que debía ser un ataque de pánico, tal y como te acabo de comentar. Tal vez te sucediera algo y tu cerebro simplemente lo ha bloqueado. Y vamos a intentar adivinarlo, ¿de acuerdo?

Asiento con un leve movimiento de cabeza. La tensión que siento no me permite hacer mucho más. Trato de recordar pero no viene nada a mi mente.

¿Te suena que ocurriera algo fuera de lo común? No, nada. Iba buscando una tienda que me habían recomendado porque quería comprar un regalo original para un familiar. Recuerdo que iba por la calle Mayor, a la altura del café Ciudadela. Y ya no recuerdo nada más.Muy bien, tranquila. Vamos a intentar desentrañar juntas qué puede haberlo desencadenado, ¿de acuerdo? Pueden ser recuerdos reprimidos de algo que te sucediera hace mucho tiempo y que tu cerebro haya enterrado en tu subsconsciente para protegerte del dolor que suponen para ti. Por eso, voy a necesitar tu total colaboración. Juntas vamos a intentar recordar cosas que te hayan sucedido en esa calle. Tenemos que empezar desde el principio, desde que te levantaste esta mañana. Te ruego que seas muy minuciosa con los detalles, porque todo puede ser importante. Sonidos, olores, cosas que captaron tu atención o cosas a las que no se la prestaste en ese momento pero ahora te parezcan relevantes por cualquier motivo.

Me agarra la mano, supongo que para transmitirme que está conmigo, que cuente con ella. Su tono de voz también es reparador, con el volumen perfecto, con un timbre ideal que te mece y te invita a relajarte y confiar. Creo que presiente que me ha pasado algo gordo porque si no, ¿a qué viene tanta atención?

¿Estás preparada?Sí.Muy bien. Ponte en una posición cómoda. Cierra los ojos para evitar que nada te distraiga. Respira de forma profunda, se consciente de cada inhalación y cada exhalación. Fíjate en el efecto purificador que la respiración ejerce en tu cuerpo y tu mente, vaciándolos de distracciones. Y ahora, respira a un ritmo normal, sin forzar.

Sigo sus instrucciones al pie de la letra. Me concentro y siento el efecto. Las tensiones se disuelven poco a poco. Me entrego a lo que me dice su voz.

Cuéntame todo lo que has hecho desde que te levantaste, paso a paso, sin dejarte absolutamente nada. Mantén tus ojos cerrados.Ha sonado el despertador a las 8.15h.¿La melodía o el sonido de siempre?Sí, suena la canción de Explorers de Muse, porque es una canción preciosa y muy tranquila que me ayuda a despertarme sin agitación. He parado el despertador, aunque no inmediatamente. He tardado un poco en levantarme porque me daba  mucha pereza. He puesto música en el móvil, el penúltimo disco de Bruce Springsteen. Sonaba Western Stars cuando lo he conectado. He ido al baño, me he duchado. Lo de siempre.Lo estás haciendo muy bien. Recuerdas el olor del gel, del champú, de la crema. Sí, huelen a coco, porque no me gusta mezclar fragancias. Me quedo un poco debajo de la ducha porque me hace sentir bien. Me pongo la ropa interior y el albornoz y voy a desayunar. Preparo café y unas tostadas. ¿Te notabas descansada o, por el contrario, sentías que habías dormido mal?No, descansada. ¿Estás nerviosa o preocupada por algo?Creo que sí, un poco. Pero no sé el motivo. Es sólo una sensación, supongo. Es sábado, no tengo trabajo ni nada. No había quedado con ninguna amiga porque quería ir temprano a comprar el regalo y terminar cuanto antes.Vale. Cuéntame más. ¿Has ido en coche, andando…?No, he cogido el autobús. El centro me queda un poco lejos da casa pero allí se aparca mal, así que he preferido el transporte público.¿Algo problemático ahí? Alguna presencia incómoda, alguna sensación.No. Todo bien. He bajado en la plaza de Los Caídos y me he dirigido directamente a la Calle Mayor. Muy despacio aquí. ¿Hacía frío? ¿Había mucha gente?Me he abrochado el abrigo y me he ajustado al cuerpo porque corría un viento que hacía bajar la sensación térmica varios grados. No había demasiada gente.¿Qué ves?Hay un mimo que se está preparando. Va vestido de hombre de hojalata y está en medio de la plaza. Las cafeterías ya están abiertas y hay puestas terrazas con estufas. Me dirijo directamente hacia la calle Mayor. Ahora que lo pienso, nunca me ha gustado ir allí, ¿sabes?¿Alguna razón?No sé, es una calle un tanto oscura y triste. Estrecha, casi angosta, con las fachadas deslucidas. No me siento cómoda allí. Nunca me he sentido a gusto ahí.Sí, tienes razón. No es una calle luminosa precisamente. ¿Qué sientes al entrar en la calle? ¿Hay algo que te preocupe, ves algo que te alarme?No, las tiendas están abriendo. Estoy cerca de la mitad de la calle y ya veo el callejón donde me han dicho que está la tienda. Hay poca gente y…

No sé que me pasa. Casi no puedo respirar. No puedo controlarlo. Ese olor. Ese olor que me anega los sentidos. Se me va a salir el corazón…

¿Qué ocurre? – pregunta alarmada la doctora.¡No lo sé! Ese olor, ese maldito olor…¿A qué huele? Descríbelo.No puedo, no quiero – mis lágrimas empiezan a derramarse sin que pueda controlarlo y ni siquiera quiera llorar. Es más fuerte que yo y controla mi voluntad.Haz un último esfuerzo. Cuéntamelo todo. Describe el olor.Es un olor dulzón, como de una pastelería o una tienda de caramelosHay una antigua tienda de caramelos en el callejón de San Lucas. ¿Es esa?Sí es allí. ¡¡Dios mío!! ¡¡Noooooo!!¿Qué ocurre?Hay unos tipos ahí. Vienen hacia nosotros.¿Hacia quiénes? ¿Quiénes sois vosotros? Has dicho que ibas sola.Mi padre y yo. No lo entiendo. Me lleva  de la mano a comprar chucherías porque de pequeño él venía aquí  y… ¡No por favor! ¡Déjennos en paz! ¡Suelten a mi papi! ¡Ayuda, por favor! ¡Está sangrando! ¡Papá despierta! ¡Papá despierta!

Vuelvo a despertarme otra vez aquí. Parece un bucle en el que todo se repite. El día de la marmota. No lo entiendo. Sigo en el hospital. Estaba hablando con la doctora. Y ahora no hay nadie. Estoy sola. No sé ni qué hora es. Vuelvo a pulsar el botón y espero con suma impaciencia que aparezca la doctora otra vez. Esto es una pesadilla. No entiendo nada. No sé muy bien qué ha pasado. 

¡Hola Lorena! Me alegro que hayas despertado. Tuvimos que volverte a sedar.¿Qué ha pasado?Muchas cosas, creo. ¿Has oído hablar alguna vez del TEPT?No, ¿qué  es eso? ¿Qué significa?Trastorno por Estrés Postraumático. Creo que puede que sea la respuesta a lo que te sucede. 

A.Z.

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Published on January 31, 2021 06:51

January 30, 2021

El Ocaso De Los Días – Capítulo 1 Parte 2

Estaba deseando que llegasen los compañeros. Nunca se le habían dado bien las situaciones emocionales y se sentía torpe intentando consolar a su amiga o dándole algún tipo de recomendación que no se creía ni ella. “Kisha Jennings consejera profesional”. Eso sí que no se lo creería nadie. 

No podía dejarla sola, de eso era consciente, por mucho que lo que le pidiese el cuerpo fuera salir huyendo de allí.  Habría dado lo que fuera porque cualquiera la sustituyera en ese trance. No era falta de sensibilidad o empatía, sino una torpeza emocional inherente a su forma de ser. 

Por otro lado, aunque obviamente no podía dejar sin vigilancia los objetos personales del médico que habían encontrado en la arena bajo el muelle, la realidad es que no paraba de pensar en que cada minuto que estaban allí podían estar perdiendo posibles testigos que hubiesen visto algo que les hubiese llamado la atención o que les hubiera resultado sospechoso en algún sentido. Cada minuto que pasaba, desperdiciaban un tiempo valioso en el que aquellos posibles testigos directos estuviesen abandonando el lugar y, tal vez, ya nunca pudiesen volver a localizarlos.

La impaciencia la comía por dentro. 

Iba a ser un caso de esos, lo intuía. Uno de esos en los que la investigación requeriría lo mejor de ella. Uno de esos en los que las jornadas de trabajo traspasarían por mucho el horario establecido. Uno de esos en los que la vida personal quedaba en un segundo plano. 

Y eso podría pasarle factura. 

Podía estar ante la desaparición del marido de la forense del condado, su amiga, una de las pocas que tenía en Carmel, por no decir, una de las pocas que había tenido en su vida. Así que, si sus sospechas se confirmaban, lo que  tenía delante era un caso doblemente cercano, tanto a nivel profesional como personal. No podía escatimar ningún esfuerzo porque hacerlo podía implicar dilatar su sufrimiento y que la vida de él, tal vez, estuviese en peligro. 

Pero era pronto para saberlo. Su cerebro ya empezaba a elucubrar sin parar, a gestar en su mente distintas situaciones e hipótesis. Sin duda, le preocupaba lo que veía. ¿Quién abandona sus cosas en la arena y le manda su localización a un ser querido para que las encuentre? Si estás decidido a desaparecer y empezar una nueva vida, no dejas ese rastro doloroso de incertidumbre e incógnitas. Si, por el contrario, estaban ante un caso de suicidio, era inaudito que no hubiera una carta de despedida. No convocas a alguien a quien amas en un lugar para dejar constancia de que te has quitado la vida sin dejarle al menos unas palabras para decir adiós. 

Así que la tercera opción parecía que era la que iba tomando más fuerza en su cabeza. Stephen no había desaparecido por voluntad propia. 

Alguien se lo había llevado.

CONTINUARÁ…

¿Cuál es tu teoría? ¿Cuál de las opciones crees que es la que va a acontecer en el libro?:

Stephen se ha ido voluntariamenteSe ha suicidadoLo han secuestradoLe han obligado a irse por algún tema relacionado con el pasado.Se trata de un asesinato pero aún no han encontrado el cuerpo.

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Published on January 30, 2021 08:50

Capilano Suspension Bridge

Situado a pocos kilómetros al Norte de Vancouver, los puentes suspendidos del Capilano son una atracción que puede considerarse imprescindible por su belleza y por la sensación de inmersión en la naturaleza. La entrada no es demasiado cara, en torno a los 55 dólares canadienses, pero puedes conseguir descuentos si eres estudiante, por ejemplo, y te das de alta en ISIC, lo cual es bastante interesantes porque puedes obtener descuentos en distintas atracciones por todo el globo.

Imagen de Google Maps

Eso sí, si eres fan de las guías turísticas como yo solía ser, debo advertirte que en algunas no viene, como es el caso de la Guía Azul. Después del viaje a Canadá, he terminado de convencerme que internet es una herramienta clave para organizarte antes de conocer un país. Y, sin lugar a dudas, el foro de Los Viajeros es un must para no perderte nada.

Creo que ya he comentado en otro post que Canadá, según dicen, cuenta con el diez por ciento de árboles del planeta. En este lugar tan exuberante no te cabe la menor duda de que sea así. Es una atracción que es fácil de visitar, por lo que puede ser accesible para la mayoría de las personas a pesar de esos puentes en suspensión, porque tiene otras zonas, además, por las que puedes pasear sin tener la sensación de estar suspendido en el vacío.

Cuenta con varias estaciones o paradas en las que encuentras información interesante y relevante sobre la zona, los tipos de árboles o las medidas de los mismos. Otro atractivo es que cuenta con alguna cafetería en medio de los árboles, lo que hace que disfrutes doblemente de tu taza de café con esas vistas esplendorosas y un restaurante precioso.

Como “chascarrillo” final, te diré que si llueve te dan unos ponchos verdes de lo más graciosos. En una de las fotos, si miras con atención, puedes verlo 😅.

Sigue mi blog y no te pierdas mis próximas entradas. Si te apetece, puedes contactar conmigo a través de Instagram o de mi correo electrónico (cuentametuopinion@arielzorion.com). En la página de contacto, arriba en el menú de la web, tienes todos los enlaces.

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Published on January 30, 2021 06:22

January 28, 2021

EL OCASO DE LOS DÍAS CAPÍTULO 1

Sin rastroParte 1

La noche era bastante oscura. En el cielo había una luna pesada y sin fuerza que no parecía dispuesta a contribuir  con su luz a aclarar lo que fuera que hubiese pasado. Kisha se dirigía lo más rápido que podía hacia la localización que le había enviado Hilka por teléfono. Era otoño y a aquellas horas de la noche había poco tráfico. Aún así, el trayecto se le antojaba eterno. Es lo que tienen las urgencias, te envuelven en un vórtice irreal que hace que la distancia nunca parezca acortarse, sino todo lo contrario. Confiaba en que la linterna que tenía en el coche funcionase perfectamente, si no, no le quedaría otro remedio que utilizar la del móvil. 

Su amiga no le había dado demasiada información, sólo le había dicho que algo pasaba con Stephen y que necesitaba su ayuda. 

Nada más. 

Y nada menos.

Proviniendo de una persona como la forense, estoica como pocas y tan poco dada a pedir ayuda, tan renuente a mostrarse emocional o denotar la más mínima inseguridad, aquello equivalía a un auténtico grito de socorro. 

Algo pasa con Stephen”.

Podría ser cualquier cosa.

Estuvo tentada de pedirle a Julius que la acompañara. Al fin y al cabo, se había convertido en su inseparable compañero de patrulla. Si había sucedido algo preocupante en realidad, no le vendría mal tenerle a su lado. En los pocos meses que llevaban trabajando juntos después de que su antiguo compañero, Peter Smith, se convirtiera en el nuevo Jefe de Policía de Carmel, había podido darse cuenta del potencial que tenía como investigador. 

Sin embargo, tal vez se tratase de una falsa alarma o incluso fuera algún tema personal entre Hilka y su marido que no quisiera que supiera nadie más. Convenía ser prudentes hasta saber más. No obstante, habría que esperar hasta llegar al lugar para tomar una decisión en consecuencia. Su cabeza no podía parar de anticipar distintos escenarios, a pesar de que sabía que era una energía desperdiciada inútilmente.

En cuanto se dio cuenta de que ya no podía ir más allá con el coche, aparcó lo más cerca que pudo del punto que señalaba el GPS. Cuando se bajó, se dirigió a pie a localización que le había enviado por el móvil, la cual la llevaba hacia un lugar muy concreto en el Old Fisherman Wharf, es decir, en el embarcadero de Monterey, la típica zona de ocio de la localidad y los alrededores. No obstante, no era un lugar de paso habitual, sino que se encontraba bajo el muelle, a la altura de la conocida The General Wharf’s Store. Ahí abajo apenas podía ver nada, hasta que divisó a su amiga junto al agua. Esa era sin duda una señal de alarma.

No parecía haber ni rastro de su marido. Segunda señal.

“Algo ha pasado con Stephen”.

Tragó saliva y trató de detener un tren de pensamientos  que la llevaba a los peores escenarios que poco antes ya se había encargado de imaginar su cerebro, un tren que podía descarrilar en cualquier instante. Gajes del oficio.

Hilka estaba allí, de pie, tiritando tal vez por el frío o, tal vez, por algo más. Se abrazaba tratando de proporcionarse un consuelo que sin duda le era esquivo. En cuanto la inspectora estuvo lo suficientemente cerca, se percató de que su amiga tenía la mirada perdida.

Hilka, ya estoy aquí -dijo según iba acercándose para que la forense tuviera constancia de su llegada. Trataba de sacarla del trance en el que se hallaba.Kisha, menos mal que has llegado. No he querido tocar nada. Te he llamado en cuanto lo he visto.

Junto a ella había amontonados cuidadosamente distintos objetos, entre los que le pareció distinguir un móvil, una cartera y un juego de llaves, aparte de un jersey cuidadosamente doblado y un par de zapatos de caballero.

Para, para. Explícame qué ha pasado. Desde el principio. ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Y por qué?He recibido un mensaje de Stephen esta tarde. Me decía que le fuera a buscar al hospital a última hora porque el coche no le arrancaba. Le he llamado para que me contase algo más, pero no ha cogido el teléfono. Entonces he ido al hospital a buscarle a la hora que más o menos imaginaba que saldría, pero me han dicho que allí no le habían visto en todo el día. Sin embargo, su coche estaba en el aparcamiento. Poco después he recibido un mensaje desde su móvil con esta localización. Cuando he llegado, he visto sus cosas en la arena. No he tocado nada pero me he quedado aquí custodiándolas. No me he movido para asegurarme de que no se las llevase el agua. Luego te he llamado y ya está. No sé nada más. No entiendo nada. 

Para una mente brillante y analítica como aquella, reconocer que no entendía nada ya era demasiado.

Vale, tranquila. Voy a pedir una patrulla. Tenemos que recoger las pruebas, ¿vale? Iremos poco a poco.Kisha, ¿crees que le ha sucedido algo?

La inspectora no sabía contestar. Su intuición le decía que obviamente la situación era grave y tenía mala pinta. Pero no sabía si ser totalmente sincera ayudaría en aquel momento. 

No tardaremos en averiguarlo. Seguro que hay una explicación sencilla. Trata de tranquilizarte.

Se sintió fatal hablando de una manera tan ambigua, como un político tratando de ocultar la verdad en un discurso vacío y monocorde. Recordaba como se había sentido ella cuando unos meses antes temió que le hubiera pasado algo a Derek. Al rememorar aquello, podía volver a sentir el miedo recorriendo cada átomo de su cuerpo e instalándose en su interior, llenándola de zozobra hasta que había llegado a la casa y había comprobado que él estaba bien. Aunque lo que vino días después fue un auténtico calvario, la sensación de alivio en aquel preciso momento había sido indescriptible. Imaginar que has perdido a la persona que quieres, visualizar los horrores que pueden habérsele infligido a manos de un asesino en serie que había aterrorizado a todo el estado, había sido  algo de lo que había tardado en recuperarse.

Llamó por teléfono a Julius para que se acercara a Monterey y para que pidiese a una patrulla que llevase lo necesario para recoger muestras. 

Y le pidió algo más.

Mientras llegan, tengo que hacerte unas preguntas, ¿vale?

Otra vez la sensación de ese vórtice que da vueltas y vueltas sin avanzar. Sabía que hasta que llegasen los compañeros, la espera parecería eterna.

Claro. Ya lo sé.¿Has notado algún cambio últimamente en Stephen?No, nada.Cambios de humor, estaba más irascible de lo normal…No, nada -repitió.¿Sabes si ha tenido algún problema en el hospital?No que yo sepa.Algún paciente con el que las cosas no hubieran ido bien, alguna queja…No lo creo. Estoy segura de que si fuera así, me lo habría contado.Vale, pero aún así quiero que pienses en ello con detenimiento. No justo ahora, que probablemente la preocupación no te deja pensar con total claridad. Pero necesito que hagas memoria, por si acaso. Puede que hiciera algún comentario en un momento que parecía irrelevante y, sin embargo, puede ser una pista. No tiene que haber sido necesariamente en los últimos días. Remóntate el tiempo que haga falta.Vale. Lo haré, aunque espero que no sea necesario.Y yo.

Se miraron por unos segundos. Unos instantes incómodos en los que nadie sabe qué más añadir porque no existen las palabras exactas para esa situación. Hilka desvió la mirada casi de forma inmediata y se abrazó otra vez su propio cuerpo mirando hacia el horizonte, un gesto que indicaba su desvalimiento. 

Kisha estudiaba la reacción de su amiga, cada uno de sus gestos, su lenguaje corporal que podía delatar algo que estuviera escondiendo, deliberadamente o no. A veces, tratamos de ocultar algunas cosas que nos avergüenzan o creemos que pueden dañar nuestra reputación. Nos parapetamos tras barreras invisibles que levantamos mirando hacia otro lado, colocándonos un mechón detrás de la oreja, frotando nuestras manos una contra la otra o escondiéndolas en los bolsillos. Confiamos en que eso bastará, eso que hacemos con plena consciencia, pero nuestro cuerpo tiende inconscientemente a delatarnos, con todas esas microexpresiones faciales, con un lenguaje que va mucho más allá de las palabras. A veces, incluso en esos gestos no gobernados por la voluntad, es donde reside la verdad.

Sé que esto es delicado, pero tengo que preguntártelo -continuó la inspectora-. ¿Entre vosotros las cosas estaban bien?Claro que sí. ¿A dónde quieres llegar, Kisha?Ya sabes como es esto. Tengo que hacerte preguntas rutinarias para cubrir todas las opciones.No es eso, no me mientas. Ya tienes una teoría pero te la estás callando.No tengo ninguna teoría, es pronto para eso. Sólo intento conocer toda la información.No me mientas, te lo pido por favor. No me mientas como hiciste con Pete cuando le ocultaste que creías que  detrás de los asesinatos de la primavera estaba el asesino del ocaso. Si hay alguna idea rondándote en la cabeza, quiero que seas sincera. Podré soportarlo.Hilka, en serio. No tengo ni idea de qué… ¿Por qué has pedido que vengan los buzos? -la interrumpió la forense.¿Qué?Ya me has oído, ¿o es que pensabas que no te había escuchado? – señaló con voz y expresión duras.Hilka, tienes que dejarme hacer mi trabajo.Contesta a la pregunta.Tenemos que cubrir todas las posibilidades.¿Crees que se ha suicidado? ¿Es eso? -preguntó la forense con un ligero temblor en la voz, denotando cierta incredulidad y miedo.No lo sé, no tengo ni idea de qué puede haber pasado, pero hay que manejar todas las opciones. Como ya te he dicho, probablemente hay una explicación sencilla. Mientras la encontramos, tengo que asegurarme  de que tocamos todas las líneas de investigación.

CONTINUARÁ…

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Gracias por tus minutos de lectura.

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Published on January 28, 2021 21:42

Conoce a… Kisha Jennings

Photo by Aleksandar Pasaric on Pexels.com

Kisha Jennings nació en la tranquila Carmel-by-the-Sea. Es la menor de dos hermanas. Creció en una familia de clase social media y siempre destacó la diferencia entre las dos hermanas. Helen, la mayor, era responsable y correcta en todo lo que hacía. Kisha, por su parte, era rebelde, con un carácter fuerte e indomable, tendente a la falta de emocionalidad. Hasta en la forma de vestir eran totalmente opuestas.

En la época del instituto, el expediente de Helen no hacía más que engordar, mientras que Kisha atravesaba su peor momento de rebeldía. Se saltaba clases y sólo pensaba en estar con sus amigos, entre los que estaba Erik, su novio en aquella época y con el que se fue a vivir a Los Ángeles con apenas viente años. Derek también formaría parte de su pandilla de amigos en aquella época, pero para ella era alguien casi invisible al que no le prestaba la menor atención. Sólo era un chico tímido al que le gustaba dibujar y hacer caricaturas.

Cuando se fue con Erik a Los Ángeles donde éste soñaba con triunfar en el mundo de la música, pasaron épocas muy difíciles casi sin un dólar en el bolsillo. Ella se dio cuenta de que no quería esa vida y empezó a trabajar y estudiar. Se preparó para entrar en la Policía de Los Ángeles y, una vez dentro, descubrió que le encantaba aquel trabajo. Así que se licenció en criminalística con mucho esfuerzo y haciendo muchas horas extra.

Kisha era una policía brillante con un don para seguir pistas y atrapar delincuentes. Rápidamente fue escalando en el escalafón del Departamento de Policía hasta convertirse en la Jefa de Homicidios, donde conoció a Bill Zucherinni, un agente del FBI que trabajaba como enlace con la Policía de Los Ángeles. Bill se convertiría en una persona muy relevante en su vida. De hecho, fue él quien le comentó la posibilidad de unirse a la Unidad de Análisis de Conducta, puesto que ella era muy buena leyendo la mente de los asesinos. La idea le entusiasmó y trabajo duro para lograrlo.

Pero el destino a veces es cruel y caprichoso. A Kisha le puso en el camino a un temible asesino en serie que la hizo replantearse toda su vida después de torturarla durante días.

Conoce al resto de los personajes aquí.

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Published on January 28, 2021 11:03