Roberto Wong's Blog: El Anaquel, page 6

July 16, 2020

¿Cuántos de los tuyos han muerto? – Eduardo Ruiz Sosa

¿Cuántos de los tuyos han muerto? es el cuarto libro de Eduardo Ruiz Sosa, un volumen de cuentos que continúa con ciertas obsesiones de su novela anterior: la memoria, la muerte, el testimonio, la ausencia.


En el primer cuento, “Desaparición de los jardínes”, Eduardo escribe:



Fuimos felices desde que la vimos asomar la cabeza, y su muerte, cuando no parecía aún tan vieja, nos rompió el corazón porque en la infancia uno nunca piensa que lo que ama ha de desaparecer un día.



El cuento narra la progresiva pérdida de la memoria de la abuela del narrador, al tiempo que el jardín de la casa se va extinguiendo. Si bien estas imágenes funcionan como metáforas alrededor de la muerte (la decadencia, el desorden y la ausencia), Ruiz Sosa nos la revela también como constructora de relatos, mismos que muchas veces contravienen el aparente orden de los hechos: “Álvaro tal vez lo escuchó, dijo alguien; pero a él ya le crecen selvas de recuerdos inventados, y nadie estaba seguro de su propia memoria”.


Los personajes del libro parecen querer salvar algo de entre la pérdida y, para hacerlo, recurren muchas veces a la mezcla entre mentira y memoria:



Existe una forma de la experiencia que implica la posibilidad de que uno perciba como suyas algunas recordaciones ajenas.



En el último texto, “La desesperación de los siervos”, sucede algo similar, aunque aquí la memoria se mezcla con la ficción como una forma de invocar una respuesta.


Decía Bataille que la muerte es inalcanzable, apenas es posible acercarnos a sus límites en tanto está fuera de la experiencia humana. Los cuentos de Ruiz Sosa ejemplifican esta idea: arañan los contornos de la muerte y nos acercan, así, a su abismo inefable. Les recomiendo, además, escuchar el podcast con su autor.



 














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“¿Cuántos de los tuyos han muerto?” es el cuarto libro de Eduardo Ruiz Sosa, un volumen de cuentos que continúa con ciertas obsesiones de su novela anterior: la memoria, la muerte, el testimonio, la ausencia. En el primer cuento, “Desaparición de los jardínes”, Eduardo escribe: “Fuimos felices desde que la vimos asomar la cabeza, y su muerte, cuando no parecía aún tan vieja, nos rompió el corazón porque en la infancia uno nunca piensa que lo que ama ha de desaparecer un día”. El cuento narra la progresiva pérdida de la memoria de la abuela del narrador, al tiempo que el jardín de la casa se va extinguiendo. Si bien estas imágenes funcionan como metáforas alrededor de la muerte (la decadencia, el desorden y la ausencia), Ruiz Sosa nos la revela también como constructora de relatos, mismos que muchas veces contravienen el aparente orden de los hechos: “Álvaro tal vez lo escuchó, dijo alguien; pero a él ya le crecen selvas de recuerdos inventados, y nadie estaba seguro de su propia memoria”. Los personajes del libro parecen querer salvar algo de entre la pérdida y, para hacerlo, recurren muchas veces a la mezcla entre mentira y memoria —“Existe una forma de la experiencia que implica la posibilidad de que uno perciba como suyas algunas recordaciones ajenas”, escribe Eduardo en mi cuento favorito del libro. En el último texto, “La desesperación de los siervos”, sucede algo similar, aunque aquí la memoria se mezcla con la ficción como una forma de invocar una respuesta. Decía Bataille que la muerte es inalcanzable, apenas es posible acercarnos a sus límites en tanto está fuera de la experiencia humana. Los cuentos de Ruiz Sosa ejemplifican esta idea: arañan los contornos de la muerte y nos acercan, así, a su abismo inefable. Recomendadísimo. . . . . #libros #bookstagram #librosrecomendados #book #libro #books #librosymas #leer #librosenespañol #libros

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Published on July 16, 2020 07:27

July 14, 2020

Los Años – Annie Ernaux

Otra novela sobre la memoria en la que ahora el recuerdo se construye como una voz colectiva que cifra no solo la vida (¿qué intenta descubrir el que recuerda? ¿Un vestigio de felicidad? ¿O el momento exacto en el que todo se torció?), sino la historia y devenir de una nación:



Lo que querría es salvarlo todo, lo que ha existido alrededor suyo, continuamente, salvar su circunstancia.



Los años, así, cuenta la vida y el tiempo de una mujer que mira diversas fotografías: “No existe ninguna relación entre su vida y la Historia cuyas huellas perduran, no obstante, fijadas por la sensación de frío y el tiempo gris de un mes de marzo, la humedad del fin de semana de Pentecostés, la frase de un amigo, la crisis de misiles en Cuba”, etcétera.


El relato avanza entre diversas estampas y recuerdos y, con ellos, las décadas y las preocupaciones de la época. Los años, de esta manera, funciona como una forma de la autobiografía, al mismo tiempo impersonal y colectiva —en pocas palabras, una joya. Para finalizar, Annie Arnaux ganó el Premio Formentor en 2019.


 














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Otra novela sobre la memoria en la que ahora el recuerdo se construye como una voz colectiva que cifra no solo la vida (¿qué intenta descubrir el que recuerda? ¿Un vestigio de felicidad? ¿O el momento exacto en el que todo se torció?), sino la historia y devenir de una nación (“lo que querría es salvarlo todo, lo que ha existido alrededor suyo, continuamente, salvar su circunstancia”). “Los años”, así, cuenta la vida y el tiempo de una mujer que mira diversas fotografías: “No existe ninguna relación entre su vida y la Historia cuyas huellas perduran, no obstante, fijadas por la sensación de frío y el tiempo gris de un mes de marzo, la humedad del fin de semana de Pentecostés, la frase de un amigo, la crisis de misiles en Cuba”, etcétera. El relato avanza entre diversas estampas y recuerdos y, con ellos, las décadas y las preocupaciones de la época. “Los años”, de esta manera, funciona como una forma de la autobiografía, al mismo tiempo impersonal y colectiva —en pocas palabras, una joya. Para finalizar, Annie Arnaux ganó el Premio Formentor en 2019. . . . . #libros

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Published on July 14, 2020 07:19

July 9, 2020

Recuerdos durmientes – Patrick Modiano

Recuerdos durmientes cuenta la historia de un chico y sus encuentros con distintas mujeres en París durante los años 70. Entre estas historias, Modiano construye una ciudad entre el sueño y la memoria en la que el espacio se mezcla con los recuerdos —aparecen calles (“durante mucho tiempo estuve convencido de que los encuentros de verdad solo podían tener lugar en la calle”), cafés (“en uno de esos cafés del alba, donde estaban permitidas todas las esperanzas mientras fuera todavía de noche, veía a una tal Geneviève Dalame”) y hoteles (“ha transcurrido casi medio siglo y ya no vive nadie en París en una habitación de hotel, como tantas veces sucedía después de la guerra”) como una forma de cifrar una poética alrededor de la memoria, esto es, la ruina, la desaparición, la intersección; imágenes que tal vez transmiten el desconcierto ante el misterio que nunca se revela: ¿qué hubiera sido si…?



Si pudiéramos volver a vivir, a las mismas horas, en los mismos sitios y en las mismas circunstancias lo que ya habíamos vivido, pero vivirlo mucho mejor que la primera vez, sin las equivocaciones, los tropiezos y los tiempos muertos… sería como pasar a limpio un manuscrito lleno de tachaduras.



Podemos leer la novela, entonces, como el ensayo de dicho manuscrito.


 














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“Recuerdos durmientes” cuenta la historia de un chico y sus encuentros con distintas mujeres en París durante los años 70. Entre estas historias, Modiano construye una ciudad entre el sueño y la memoria en la que el espacio se mezcla con los recuerdos —aparecen calles (“durante mucho tiempo estuve convencido de que los encuentros de verdad solo podían tener lugar en la calle”), cafés (“en uno de esos cafés del alba, donde estaban permitidas todas las esperanzas mientras fuera todavía de noche, veía a una tal Geneviève Dalame”) y hoteles (“ha transcurrido casi medio siglo y ya no vive nadie en París en una habitación de hotel, como tantas veces sucedía después de la guerra”) como una forma de cifrar una poética alrededor de la memoria, esto es, la ruina, la desaparición, la intersección; imágenes que tal vez transmiten el desconcierto ante el misterio que nunca se revela: ¿qué hubiera sido si…?: “Si pudiéramos volver a vivir, a las mismas horas, en los mismos sitios y en las mismas circunstancias lo que ya habíamos vivido, pero vivirlo mucho mejor que la primera vez, sin las equivocaciones, los tropiezos y los tiempos muertos… sería como pasar a limpio un manuscrito lleno de tachaduras”. Podemos leer la novela, entonces, como el ensayo de dicho manuscrito. . . . . #libros #bookstagram #librosrecomendados #book #libro #books #leer #librosenespañol #libros

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Published on July 09, 2020 07:16

July 7, 2020

Adulterio – Andre Dubus

Andre Dubus fue discípulo de Vonnegut y formó parte del Iowa Writers’ Workshop en los años 60 (su biografía está plagada de tragedias: la violación de su hija mayor, un accidente que le hizo perder la pierna y una depresión mayúscula por la que su tercera esposa lo dejó).


Se le conoce sobre todo por sus relatos cortos, entre los que destacan este volumen intitulado en inglés “Adultery and Other Choices” (1977). Los ocho cuentos del libro nos presentan a personajes a punto de cruzar el Rubicón —una chica que engaña a su novio después de abortar, un hombre que intenta reconectar con sus hijos después de divorciarse y un padre que busca venganza tras el asesinato de su hijo son ejemplos que Dubus nos presenta en toda su confusión y miseria.


La literatura de Dubus es solvente, apretada pese a su único defecto: cierta tendencia a querer narrar la totalidad de la vida de sus personajes a pesar del poco peso que esto pueda tener en la trama. Mi cuento favorito, “Reparto”, narra una mañana en la vida de dos adolescentes que descubren que sus padres se van a separar —los simbolismos que recorren la trama son entrañables.


Ann Beattie, en un artículo para The Paris Review, elogia el ritmo y la devoción que sus personajes transmiten. A esto añade: “The uneasy tension between stasis and a person’s resolve to act, whether or not such action ultimately comes to pass in a Dubus story, carries an implied question of what one should or might do, versus the accommodations inherent in what one does”. Sí, ésta es una manera de abordarlo.


Para finalizar, su historia “Adulterio” fue llevada al cine en 2004 bajo el título “We don’t live here anymore”.















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Andre Dubus fue discípulo de Vonnegut y formó parte del Iowa Writers' Workshop en los años 60 (su biografía está plagada de tragedias: la violación de su hija mayor, un accidente que le hizo perder la pierna y una depresión mayúscula por la que su tercera esposa lo dejó). Se le conoce sobre todo por sus relatos cortos, entre los que destacan este volumen intitulado en inglés “Adultery and Other Choices” (1977). Los ocho cuentos del libro nos presentan a personajes a punto de cruzar el Rubicón —una chica que engaña a su novio después de abortar, un hombre que intenta reconectar con sus hijos después de divorciarse y un padre que busca venganza tras el asesinato de su hijo son ejemplos que Dubus nos presenta en toda su confusión y miseria. Su literatura es solvente, apretada pese a su único defecto: cierta tendencia a querer narrar la totalidad de la vida de sus personajes a pesar del peso que genera en la trama. Mi cuento favorito, “Reparto”, narra una mañana en la vida de dos adolescentes que descubren que sus padres se van a separar —los simbolismos que recorren la trama son entrañables. Ann Beattie, en un artículo para The Paris Review, elogia el ritmo y la devoción que sus personajes transmiten. A esto añade: “The uneasy tension between stasis and a person’s resolve to act, whether or not such action ultimately comes to pass in a Dubus story, carries an implied question of what one should or might do, versus the accommodations inherent in what one does”. Sí, ésta es una manera de abordarlo. Para finalizar, su historia “Adulterio” fue llevada al cine en 2004 bajo el título “We don’t live here anymore”. . . . #libros

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Published on July 07, 2020 07:07

July 2, 2020

July 1, 2020

Vivir en Dubai: apuntes para un futuro diario (actualizado)

Feb 2019


En Dubai, lo nuevo y lo inacabado coexisten todo el tiempo (la grúa es tan común como el rascacielos).


(sobre los retratos de los jeques) ¿Quiénes son estos hombres, que nos miran como padres severos o bondadosos?


¿Cuántos años llevas en Dubai?, le pregunto al conductor del taxi.

10 años, contesta.

¿Te gusta?

Dubai life is good, me responde.


Los primeros rascacielos aparecieron en el siglo XIX en ciudades ya habitadas. Aquí pareciera que primero llegó el edificio y luego la gente.


Hay algo vintage en el horizonte de Dubai. Acaso es el uso de los vidrios polarizados en sus edificios, o la arquitectura que se yergue como uno de los sueños futuristas del pasado.


El brunch, en Dubai, tiene las mismas connotaciones que ir a Xochimilco el fin de semana.


¿Qué opinaría Le Corbusier de Dubai? Creo que, a grandes rasgos, le gustaría: es el triunfo del automóvil y del concreto contra un enemigo impensable: el desierto.


Marzo, 2019


Hay cierto tipo de restaurantes en Dubai que no visita nadie salvo los repartidores en motocicleta –su atmósfera, por alguna razón, me hace pensar en el cyberpunk: todo es velocidad, poco importa la interacción social.


Si Dubai es un pueblo Potemkin, los que vivimos aquí somos entonces sus fantasmas.


Fui a ver una charla de Douglas Coupland. Dubai is brash, dijo en algún momento. Una de las acepciones de dicha palabra es «sin gusto», pero la otra es «arrogante» –en el foro, Coupland calzaba unas sandalias birkenstock.


Siempre me fascinará la manera en que ciertos lugares se superponen a otros. Pienso, por ejemplo, en la obra «Las alas de México», una escultura de Jorgé Marín que vi por primera vez en Reforma, justo frente al museo de Arte Moderno. Su presencia en  Dubai me regresa a aquella calle y sus fantasmas: el tráfico palpitante, el olor de los puestos de comida callejera y ¿los mismos? transeúntes tomándose fotos para sus redes sociales frente a la misma escultura. Es una sensación vaga, irreal, casi incomunicable, que me recuerda este texto de Juan Villoro –»no sé si me di a entender, mi jefe».


A la luz del cambio climático, los Emiratos Árabes parecen haber construido aquí una de las formas del futuro: universos contenidos, Alephs autosuficientes. No es raro encontrar, entonces, un mall con una pista de nieve o un conjunto de islas que intentan recrear el mundo. Tal esfuerzo, me parece, es casi borgeano.


Abril 2019


Miro Google Maps: me toma una hora y cuarenta minutos recorrer a pie una distancia que, en coche, toma diez minutos. En esta ciudad el flâneur queda cancelado automáticamente.


El museo más importante de los Emiratos Árabes Unidos se llama Louvre. ¿A qué necesidad responde nombrar lo local como algo no-local? Tal vez es un vestigio de la colonización –necesitamos que nos miren aquellos que primero nos masacraron.


Se equivocan los que comparan a Dubai con el futuro a partir de sus construcciones –no es esto, en realidad, lo que nos hace prever lo que viene. Dubai es el futuro porque ha conquistado el vacío –¿no es el espacio tan solo otro tipo de desierto? Así, Dubai es el anticipo a Marte.


Pese a las restricciones sociales, la gente aquí parece vivir un tipo edénico de libertad. Les preguntó por qué. No hay ninguna sociedad a la que adaptarse. No hay que encajar, me responden.


Mayo 2019


Ramadán acaba de comenzar. Tiene algo de hermoso escuchar la oración de maghrib que rompe el ayuno de los musulmanes –Bismilláh ir-Rahmán ir-Raheem, que significa «en el nombre de Dios, el más amable, el más misericordioso».


Para los árabes, el nombre de Dios es un misterio. «Bismilláh», entonces, es tan solo una de sus 99 acepciones –en otras palabras, uno de sus tantos atributos (en este caso, «el compasivo»).


El ifthar es la comida que rompe el ayuno durante el Ramadán. Es, en pocas palabras, un buffet que nos recuerda la época en que los árabes vivían todavía en el desierto. Para el individuo, es el trayecto desde la penitencia hacia la comunidad, desde la penuria hasta la misericordia.


Al parecer,  muchas cosas se han relajado en Dubai durante el Ramadán: los hoteles siguen vendiendo alcohol, las tiendas siguen sirviendo comida tras unas cortinas. A los no practicantes se les recomienda no comer, beber o fumar en público, pero en algunas zonas llegué a ver algunas personas hacerlo. Me pregunto, entonces, si este lugar es el punto de inflexión para el mundo árabe, un modelo multicultural que el resto del Golfo Pérsico puede emular.


Junio 2019


Todo en Dubai parece transitar entre el intento de una vida saludable –el fitness, el vegetarianismo, la comida baja en calorías– y la decadencia –los brunchs con sus mimosas interminables, la arena que se cuela en todas partes, las tarjetas con teléfonos de prostitutas tiradas en las aceras. Entre ambos extremos no hay puntos intermedios.


Ha comenzado el calor. Si piensa que no debe ser tan distinto a alguna situación que haya experimentado antes, se equivoca –salvo que tenga en mente esos segundos de bochorno al abrir el horno de la cocina.


Resulta curioso cómo las áreas verdes son un signo de riqueza en el desierto –el agua es igual o más importante que el petróleo.


Dubai y la paciencia. Exhibit A: me subo a un taxi y le pido al chofer que me lleve al lugar X. Dice que no sabe cómo llegar. Le respondo que yo lo puedo guiar con el GPS, pero revira diciendo que él no confía en los GPS. Exhibit B: somos cuatro personas en una mesa con tres sillas. Pido una silla adicional. El hombre me contesta que esa mesa solo tiene tres sillas, pero no explica 1) por qué no puede traer otra o 2) las razones por las que esta mesa está destinada a tener tres asientos y nada más. El hombre se va y me deja con mis dudas en la boca. Minutos después le pido a alguien más –sorpresa, es latina– una silla. Llega a los pocos minutos.


A los egipcios no les importa ni un ápice el Egipto faraónico. Para ellos, sus vestigios empatan perfecto con la idea de ruina: ha concluido su derrumbamiento y, en algún momento, su presencia física. Mientras esto sucede, cobran la cuota respectiva.


Julio 2019


El Burj Khalifa. Las islas del mundo. La feria mundial 2020. La falta de historia gesta proyectos titánicos –de lo contrario, ¿por qué se parecen tanto los proyectos de Dubai a aquellos citados en los anales de la historia?


El museo del Burj Khalifa es, en cierta manera, un memorial de la Torre de Babel.


(las siguientes dos notas provienen de mis exploraciones alrededor del concepto de staycation)


He visitado un bar llamado Gold on 27 en el último piso del Burj Al Arab –el mito cuenta que es el único hotel 7-estrellas, lo cual es falso. El lugar está decorado con motivos dorados (por supuesto) y los que lo visitan pueden beber diversos cócteles, entre ellos, uno con tequila llamado Sabkha (nombre en árabe de la corteza salina que se forma tanto en las costas como en el desierto) y otro con  vodka y oro (por supuesto) llamado Djin Genie (los djin son demonios dentro de la mitología musulmana). No sé qué pensar al ver ambos tragos uno frente al otro.


A las afueras de Sharjah hay una villa abandonada –según el guía que nos ha llevado hasta ahí, la aldea estaba habitada por la tribu Al Kutbi, pero nadie sabe por qué se fueron. Se rumora, sin embargo, que el lugar está embrujado. Apenas hay un puñado de casas situadas en dos hileras y, al final de lo que antes fue la única calle del pueblo, hay una pequeña mezquita . El sitio, poco a poco, ha sido devorado por la arena. La sensación de abandono se mezcla con la certeza de que allí hubo alguien en algún momento. El desierto, sin embargo, no perdona: avanza y avanzará y seguirá avanzando hasta sitiar cada rincón de este lugar.


Agosto 2019


He escapado del calor y me he ido a México. Dubai es tan solo un (mal) recuerdo.


(Tres semanas después) He regresado al calor. Dubai es ahora (una mala) realidad.


Septiembre 2019


La vida se ha convertido en un bucle infernal: trabajar, quejarse del calor, beber el jueves por la noche, brunch, repetir.


Mi trabajo tiene la dicha de llevarme a sitios que, de otra forma, no visitaría. El último ha sido Sudáfrica, en específico, Sanbona, una reserva a tres horas de Ciudad del Cabo. Entre las actividades laborales nos hemos dado tiempo para hacer un Safari, que no es otra cosa que un viaje en Jeep por los caminos de la reserva –el sitio es del tamaño de Manhattan, pero el nuestro no ha sido un viaje extenso. «Cuando hablo sobre los rinocerontes me dan ganas de llorar», ha dicho el guía en algún momento. La confirmación del cambio climático y la destrucción del mundo por el hombre me ha dejado devastado –por citar un ejemplo, quedan alrededor de 30 mil rinocerontes en su hábitat natural en todo el mundo. ¿Qué hacer? ¿Cómo vivir en un mundo que se encamina hacia el acantilado? Estas preguntas no me han abandonado.


Hay un mito urbano en Dubai: los bares en los que se divierten las azafatas. Todo mundo sabe que existen, pero nadie sabe a ciencia cierta cuáles son. Tienen mucho de oasis y, con esto, de promesa –en el fondo, tal idea no es sino otra versión de las huríes, esto es, la imaginación musulmana de un paraíso lleno de mujeres.


Octubre 2019


El clima ha comenzado a cambiar y esto (se nota) tiene un impacto en el humor de las personas –se les nota más alegres, vivarachas. Por lo que sé, algo similar sucede en Escandinavia tras el invierno. ¿Qué tan elementales somos que dependemos, para ser felices, de los cambios meteorológicos?


Fue mi cumpleaños e hice una fiesta. Uno se da cuenta que ha envejecido cuando le preocupan que las cenizas de cigarro caigan en las terrazas de sus vecinos.


Después de casi medio año de duelo he comenzado a salir de nuevo. Salgo con una chica de Kazajstán que me habla de inviernos de -40 grados (el frío, me dice, se encaja como agujas en la piel); me habla de su niñez en Mongolia tras la migración de sus padres debido a la invasión soviética (ella, a diferencia de sus connacionales, no habla ruso); me cuenta de sus juegos de la niñez (en los que ponía a pelear en una caja a un par de insectos); en síntesis, de su vida, una ventana en Dubai hacia un infinito número de cosas y recuerdos apuntando siempre hacia otra parte.


Noviembre 2019


Me han dado una oferta de trabajo en Barcelona. La he aceptado. No llevo ni un año en Dubai, pero siento que he tenido suficiente. No extrañaré el calor del desierto, ni las luces brillantes de sus antros, ni los edificios a medio construir. Tampoco echaré de menos sus inmensos centros comerciales, sus hoteles como ciudades ni sus noches de frenesí interminable. O, tal vez, solo esto: sus noches solitarias, frenéticas, sí, pero llenas de posibilidades.


Conocí a una chica de Rusia que se acaba de separar.


Diciembre 2019


He hecho un viaje a Tailandia de una semana.


Salgo ahora con una chica de Rusia, otra de la India (cuyo olor me fascina) y otra más de Eslovenia. No conozco mucho de sus países pero siento, sobre todo, que me hacen falta preguntas (En 1990 nació la chica de la India –yo tenía ocho años e intentaba aprenderme de memoria un poema para un concurso de oratoria. En su departamento tiene una copia del Bhagavad Gita, del que no conozco nada.  Eslovenia, según me entero, se convirtió en un país independiente hasta 1991. ¿Qué estaba haciendo yo en ese momento? Tenía nueve años ). Resulta curioso cómo la vida de los otros siempre se teje, de una forma o de otra, con la nuestra.


Enero 2020


Leo, por primera vez, sobre el Covid-19. Semanas antes se habían detectado diversos casos en la provincia de Wuhan, la más poblada en el centro de China, pero fueron ignorados por negligencia del Comité Central. Cuando la crisis estalló a comienzos del año, la ciudad cerró el aeropuerto y canceló las celebraciones del Nuevo Año Lunar, en un intento por limitar el contagio. Ahora sabemos que ya era demasiado tarde.


Celebro mi último día de trabajo en dubizzle, la empresa que me ha contratado por poco menos de un año. Un grupo de personas de la empresa hemos ido a un bar llamado «Garden on 8», pero no es un jardín, tan solo tiene una alfombra verde, como las que se estilan en los parques de mini-golf (en su defensa, sí está en el piso 8 de un hotel en la Marina). Alguien habla del virus en China y yo comento que todo irá bien. «Recordemos el H1N1 hace unos años», digo, con una certeza que no sé de dónde viene.


Días después viajo a Barcelona a unas reuniones con mi nuevo trabajo –la visa no ha sido aprobada aún, pero es una buena idea utilizar este viaje como una especie de onboarding. Fuera de la presencia de varias personas con cubrebocas en los pasillos del aeropuerto, todo luce normal. 


Febrero 2020


Ya en el taxi, le pregunto al conductor si está preocupado por el virus y su impacto en el turismo, pero no me contesta –tan solo en 2019, Dubai recibió cerca de un millón de turistas provenientes del gigante asiático, y se espera que el número crezca en los próximos años. Miro la ciudad desplegarse en esa mezcla entre lo nuevo y lo inacabado (¿no es ésta una definición de la esperanza?): decenas de grúas y edificios a medio terminar esperan su conclusión de cara a la Expo 2020. En mi celular, sin embargo, aparece la nota de un hombre fallecido en Filipinas debido al coronavirus. Es el primer deceso fuera de China.


 


Se ha confirmado el primer caso de coronavirus en Dubai: una familia china que se encontraba de vacaciones en la ciudad.


En El Decamerón, de Giovanni Boccaccio, los personajes inventan un juego para entretenerse: cada uno de ellos elegirá un tema diario (el amor, la inteligencia y la fortuna, principalmente) sobre el cual el resto contará una historia. “Hemos de vivir festivamente, pues no otra cosa que las tristezas nos han hecho huir”, dice uno de ellos. Pienso en esta frase mientras miro a mi alrededor: es fin de semana y hemos venido a un brunch, que en Dubai no es otra cosa que un buffet con alcohol ilimitado en alguno de los tantos hoteles de la ciudad. La mayoría en la mesa se encuentran borrachos. Frente a nosotros, en la pista de baile, un hombre cae al suelo riendo. Vivir festivamente es un tipo de optimismo, pienso. O, acaso, una variante del cinismo.


En la literatura, la quintaesencia de una pandemia es una ciudad deshabitada (Procopio termina su relato como Matheson comienza el suyo). Barcelona, en este sentido, no llega a transmitirme ese dejo apocalíptico, pero luce vacía para esta época del año en la que normalmente se realiza el Mobile World Congress (MWC), evento de tecnología que reúne a operadores de telecomunicaciones, empresas de tecnología y fabricantes de dispositivos móviles a nivel mundial. En esta ocasión, sin embargo, el evento ha sido cancelado debido a la amenaza del virus –se estima que la derrama económica por el MWC es de aproximadamente 500 millones de euros, por lo que su cancelación deja un boquete importante en las finanzas de Barcelona. Esto no solo afecta a la Ciudad Condal: el coste global podría ser de casi 3 billones de dólares debido, principalmente, al decremento en las exportaciones, la caída en las principales bolsas financieras, la interrupción de distintas cadenas de producción y, finalmente, la contracción del turismo a nivel mundial. Más aterradora, sin embargo, es la desigualdad evidenciada por el coronavirus: falta de flexibilidad para trabajadores en sectores de servicios o con contratos temporales que los obligan a trabajar en condiciones que para otros son de riesgo. Los trabajadores autónomos y negocios pequeños son otro segmento que será severamente afectado: una amiga que trabaja como diseñadora independiente y maestra de baile en Alemania me cuenta que todas sus clases y presentaciones han sido canceladas por los próximos meses. “No sé qué vamos a hacer”, remata con obvia desesperanza.


Marzo 2020


Llego a la Ciudad de México un miércoles en la noche. En el taxi, hago las preguntas de rigor: “¿cómo está el país? ¿Cómo va la cosa con López Obrador?”. La conversación nos lleva, invariablemente, hacia el coronavirus.

“Está muy sospechoso, joven”, me dice el conductor mientras saca el celular de su bolsillo y busca un mensaje entre sus chats. “Yo creo que los gringos le quieren dar en la madre a los pinches chinos. Mire, a ver qué le parece”.

Me pasa su teléfono con un video que narra (con una voz parecida a la de un robot) una teoría conspirativa sobre el diseño del virus en un laboratorio británico. Me llama la atención un detalle: la baja tasa de mortalidad (TM) del COVID-19 como supuesta prueba de que fue diseñado –la TM del coronavirus es baja: entre el 2 y el 3% , en comparación contra el 10% y 35% del SARS y el MERS respectivamente.

De ser así, ¿por qué nos asusta tanto lo que está sucediendo alrededor del COVID-19? Giorgio Agamben, filósofo conocido por sus escritos sobre el “estado de excepción” como mecanismo para limitar garantías y libertades, ha criticado la respuesta ante el coronavirus como un montaje más de esta maquinaria estatal. Otras voces apuntan a teorías igual de inadmisibles: la guerra comercial entre China y Estados Unidos o el episodio de una guerra biológica, como si la mutación de un virus conocido fuera una idea demasiado descabellada como para ser cierta.

Lo que la mayoría ignora es que el riesgo de una epidemia no reside únicamente en su tasa de mortalidad, sino también en la rapidez del contagio, el desconocimiento de la enfermedad (una fracción de las personas contagiadas por el virus no presentan síntomas) y el impacto en los sistemas productivos y de salud de un país (en Wuhan, muchas personas que murieron por el Covid-19 podrían haber sobrevivido si hubieran tenido acceso a una infraestructura de salud pública más robusta).

Albert Camus, en su novela La peste (que, por cierto, ha tenido un repunte de ventas en estas fechas), explica nuestra incapacidad de encontrar respuestas adecuadas de la siguiente manera:


Las plagas, en efecto, son una cosa común, pero es difícil creer en las plagas cuando las ve uno caer sobre su cabeza. Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y, sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas. El doctor Rieux estaba desprevenido como lo estaban nuestros ciudadanos y por esto hay que comprender sus dudas. (…) Cuando estalla una guerra, las gentes se dicen: “Esto no puede durar, es demasiado estúpido”. Y sin duda una guerra es evidentemente demasiado estúpida, pero eso no impide que dure. La estupidez insiste siempre, uno se daría cuenta de ello si dejara de pensar siempre en sí mismo. (La peste, primera parte)


He regresado a Dubai después de más de dos semanas fuera. Al aterrizar, una estación itinerante nos espera para tomarnos la temperatura a todos los pasajeros. Aquellos con fiebre serán enviados a una estación secundaria, donde les tomarán distintas muestras y los harán firmar una carta que los compromete a una semi cuarentena voluntaria. Las escuelas, por su parte, han decidido suspender clases por las próximas cuatro semanas y los lugares de trabajo han activado diversas políticas de labor a distancia.


Por mi parte, regreso a la lectura de Procopio de Cesárea: su texto no solo relata los síntomas de la peste (“repentinamente les daba fiebre”), sino también el desconcierto (“no había ninguna causa de esta enfermedad que pudiera ser comprendida por el razonamiento humano”) y la histeria social (“hacían por no oír ni siquiera la llamada de sus amigos y los dejaban encerrados en sus habitaciones”) que aquejó a Bizancio en esa época. Por alguna razón, dichos párrafos no suenan demasiado distinto a lo que estamos viviendo ahora: en Birmingham, por ejemplo, un hombre golpeó a una mujer tras acusar a su amiga de ser portadora del virus, mientras que en Londres un joven de Singapur fue atacado en un incidente relacionado al coronavirus.


Al escribir estas líneas no hay desenlace visible para el Covid-19 (hay más de 125 mil casos registrados a nivel mundial y el número sigue creciendo). Pese a esto, la literatura nos enseña, en múltiples instancias, que la enfermedad del cuerpo puede ser una metáfora sobre la enfermedad del espíritu. De ser así, tal vez haya que prestar igual atención a esos síntomas que suceden entre las líneas de los encabezados diarios, aquellos que señalan no la fiebre, sino la histeria; no el resfriado, sino lo peor: la maldad, la ignorancia y el cinismo.


Abril 2020


He pasado más de diez días sin salir de casa. Por la ventana veo el paseo de la Marina vacío: la vista me recuerda las imágenes de Chernobyl años después de la catástrofe. Algo tienen las ciudades abandonadas:


Comienzo a sentirme nostálgico sobre la idea de partir.



 


(diario inconcluso)


La entrada Vivir en Dubai: apuntes para un futuro diario (actualizado) se publicó primero en El Anaquel | Blog Literario.

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Published on July 01, 2020 12:26

June 30, 2020

Esa visible oscuridad – William Styron

En 1985 William Styron comenzó a verse afectado por el insomnio y una inquietante sensación de malestar, síntomas que se convertirían después en una depresión profunda. Esa visible oscuridad es el retrato de esos años, un ensayo en el que Styron habla no solo del padecimiento, sino también del terrible desamparo en sus esfuerzos por superarlo.



No es fortuito el obligado recurso al término ‘indescriptible’, pues conviene recalcar que si el dolor fuera fácilmente descriptible la mayoría de los incontables pacientes habrían sido capaces de especificar fidedignamente las auténticas dimensiones de su tormento (…) En cuanto a mí se refiere, es algo muy afín al ahogamiento o la asfixia, pero incluso esas imágenes distan mucho de dar una idea.



Styron avanza de la oscuridad a la luz, de la insondable sombra del suicidio hacia la recuperación. No es un libro de “superación”, acaso un testimonio cuyo objetivo es combatir el desconocimiento en torno a dicha enfermedad —el libro comenzó como una conferencia en 1989 sobre desórdebes afectivos.



Para los que han morado en la selva oscura de la depresión y conocido su indescriptible agonía, su retorno del abismo no es diferente al ascenso del poeta, subiendo penosamente más y más arriba hasta salir de las begras profundidades del infierno y emerger por fin a lo que él percibió como ‘el claro mundo’.



 


 














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En 1985 William Styron comenzó a verse afectado por el insomnio y una inquietante sensación de malestar, síntomas que se convertirían después en una depresión profunda. “Esa visible oscuridad” es el retrato de esos años, un ensayo en el que Styron habla no solo del padecimiento, sino también del terrible desamparo en sus esfuerzos por superarlo. «No es fortuito el obligado recurso al término ‘indescriptible’, pues conviene recalcar que si el dolor fuera fácilmente descriptible la mayoría de los incontables pacientes habrían sido capaces de especificar fidedignamente las auténticas dimensiones de su tormento (…) En cuanto a mí se refiere, es algo muy afín al ahogamiento o la asfixia, pero incluso esas imágenes distan mucho de dar una idea». Styron avanza de la oscuridad a la luz, de la insondable sombra del suicidio hacia la recuperación. No es un libro de “superación”, acaso un testimonio cuyo objetivo es combatir el desconocimiento en torno a dicha enfermedad —el libro comenzó como una conferencia en 1989 sobre desórdebes afectivos. «Para los que han morado en la selva oscura de la depresión y conocido su indescriptible agonía, su retorno del abismo no es diferente al ascenso del poeta, subiendo penosamente más y más arriba hasta salir de las begras profundidades del infierno y emerger por fin a lo que él percibió como ‘el claro mundo’». . . . . . #libros #bookstagram #librosrecomendados #book #libro #books #librosymas #leer #literatura


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Published on June 30, 2020 06:57

June 25, 2020

Otra vida por vivir – Theodor Kallifatides

¿Se necesita candor para vivir? ¿Se puede, de viejo, volver a encontrar cierta pureza?


Theodor Kallifatides (Grecia, 1938) emigró a Suecia en 1964 y escribió toda su obra en sueco. Años después, en medio de un bloqueo creativo:



Como artista tienes el deber, tú más que cualquier otra persona, de dar hoy lo que diste ayer. Cualquier intento de renovación es considerado una provocación, casi una insolencia.



El autor decide hacer un viaje a Grecia para asistir a un homenaje en su pueblo natal. En este trayecto, en el que se mezcla la evocación con el viaje, Kallifatides redescubre la energía para escribir, una energía que proviene de la belleza y el hogar, de la memoria y de las personas que nos rodean.


Pese a su sentimentalismo, Otra vida por vivir es una novela hermosa, simple, en la que un hombre, de cara al último episodio de su vida, se planta y dice: «el hombre necesita un sentido, no para vivir, sino para morir».


 














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¿Se necesita candor para vivir? ¿Se puede, de viejo, volver a encontrar cierta pureza? Theodor Kallifatides (Grecia, 1938) emigró a Suecia en 1964 y escribió toda su obra en sueco. Años después, en medio de un bloqueo creativo («Como artista tienes el deber, tú más que cualquier otra persona, de dar hoy lo que diste ayer. Cualquier intento de renovación es considerado una provocación, casi una insolencia»), el autor decide hacer un viaje a Grecia para asistir a un homenaje en su pueblo natal. En este trayecto, en el que se mezcla la evocación con el viaje, Kallifatides redescubre la energía para escribir, una energía que proviene de la belleza y el hogar, de la memoria y de las personas que nos rodean. Pese a su sentimentalismo, “Otra vida por vivir” es una novela hermosa, simple, en la que un hombre, de cara al último episodio de su vida, se planta y dice: «el hombre necesita un sentido, no para vivir, sino para morir». . . . . #libros #bookstagram #librosrecomendados #book #libro #books #librosymas #leer #libros

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Published on June 25, 2020 02:44

June 23, 2020

Teófilo y el Diablo – Variaciones Medievales

La idea de un pacto con el diablo se popularizó en el Romanticismo a partir de escritos como el “Fausto”, de Goethe, o “La insólita historia de Peter Schlemihl”, de Adalbert von Chamisso, pero lo cierto es que su origen se remonta a la tradición medieval, en particular, a la leyenda de Teófilo de Adana, vicario de una iglesia en Cilicia que, por haber perdido su cargo y haberse quedado en la pobreza, decide hacer un pacto con el diablo para recuperar lo que ha perdido.


[image error]San Agustín y el Diablo, de Michael Pacher.

El relato más antiguo al respecto data de 611, pero no sería hasta la traducción al latín de Paulo Diácono en el siglo XIII que la obra se convertiría en leyenda —es, en síntesis, un relato sobre el arrepentimiento y la intercesión de la Virgen o, en otras palabras, el milagro.


Así, el libro ofrece un recorrido por varias versiones de dicho relato, algunas con detalles inusuales como la de Rutebeuf, donde el vicario y el diablo comienzan a besarse en la boca para cerrar el pacto. En el siglo IX, la historia aparece en un texto cristiano llamado Miraculum Sancte Marie de Theophilo penitente; en el que se introduce la figura de un judío como mediador entre el pacto de Teófilo con el diablo –señalando, así, el supuesto carácter diábolico de los judíos tras la crucifixión de Jesús.​


De acuerdo a los antologadores, el relato puede leerse bajo el interés de la Iglesia Católica por promover el culto a la Virgen en el imaginario católico de la Edad Media. En todo caso, el libro es un documento interesante para entender la transformación y las estructuras de una leyenda a lo largo del tiempo, así como la complejidad de su difusión. Vale la pena si andan clavados en el tema.


 














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La idea de un pacto con el diablo se popularizó en el Romanticismo a partir de escritos como el “Fausto”, de Goethe, o “La insólita historia de Peter Schlemihl”, de Adalbert von Chamisso, pero lo cierto es que su origen se remonta a la tradición medieval, en particular, a la leyenda de Teófilo de Adana, vicario de una iglesia en Cilicia que, por haber perdido su cargo y haberse quedado en la pobreza, decide hacer un pacto con el diablo para recuperar lo que ha perdido. El relato más antiguo al respecto data de 611, pero no sería hasta la traducción al latín de Paulo Diácono en el siglo XIII que la obra se convertiría en leyenda —es, en síntesis, un relato sobre el arrepentimiento y la intercesión de la Virgen o, en otras palabras, el milagro. Así, el libro ofrece un recorrido por varias versiones de dicho relato, algunas con detalles inusuales como la de Rutebeuf, donde el vicario y el diablo comienzan a besarse en la boca para cerrar el pacto. De acuerdo a los antologadores, el relato puede leerse bajo el interés de la Iglesia Católica por promover el culto a la Virgen en el imaginario católico de la Edad Media. En todo caso, el libro es un documento interesante para entender la transformación y las estructuras de una leyenda a lo largo del tiempo, así como la complejidad de su difusión. Vale la pena si andan clavados en el tema. . . . . #libros #bookstagram #librosrecomendados #book #libro #books #leer #librosenespañol #libros

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Published on June 23, 2020 07:38

June 18, 2020

Diagrammatic Writing – Johanna Drucker

«Western tradition has a preference for closed conditions and resolutions. The Tao of the page requires space for entrance and exit, for motion, as on the page opposite. Continuities are based on expectations as well as formal properties. No properties are absolute, no properties are essential. All is relational»


Este breve libro de Johanna Drucker puede ser leído como un tratado sobre las relaciones y posibilidades del texto en la página en blanco —el libro comienza con una noción poderosa: «la primera línea define el espacio». Así, Drucker recorre diversas posibilidades entre distintos elementos —para el escritor, recursos que pueden entenderse mejor si se examina obras tan antiguas como Tristram Shandy o tan recientes como La casa de mil hojas.


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Diagrammatic Writing es una demostración poética de la capacidad del formato para producir significado. La articulación del códice, como un espacio de relaciones semánticas, rara vez (si alguna vez) ha sido objeto de un estudio tan altamente centrado y detallado. El texto y la presentación gráfica están totalmente integrados, son co-dependientes y se cuestionan mutuamente, escribe la editorial al respecto.



En el fondo, la idea que se nos propone es cómo el formato es capaz de producir sentido. La exploración de Ducker es tanto formal como poética: el texto y su representación gráfica pueden danzar (si se me permite la imagen) para lograr nuevas percepciones.














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«Western tradition has a preference for closed conditions and resolutions. The Tao of the page requires space for entrance and exit, for motion, as on the page opposite. Continuities are based on expectations as well as formal properties. No properties are absolute, no properties are essential. All is relational» . Este breve libro de Johanna Drucker puede ser leído como un tratado sobre las relaciones y posibilidades del texto en la página en blanco —el libro comienza con una noción poderosa: «la primera línea define el espacio». Así, Drucker recorre diversas posibilidades entre distintos elementos —para el escritor, recursos que pueden entenderse mejor si se examina obras tan antiguas como Tristram Shandy o tan recientes como La casa de mil hojas. En el fondo, la idea que se nos propone es cómo el formato es capaz de producir sentido. La exploración de Ducker es tanto formal como poética: el texto y su representación gráfica pueden danzar (si se me permite la imagen) para lograr nuevas percepciones. . . . . #libros #bookstagram #librosrecomendados #book #libro #books #leer #librosenespañol #libros

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Published on June 18, 2020 07:23

El Anaquel

Roberto Wong
El Anaquel es un blog y podcast sobre Literatura y Libros, realizado por Roberto Wong, escritor mexicano ("París D.F." es su primera novela. "Los recuerdos son pistas, el resto es una ficción", es un ...more
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