Miguel Ángel Moreno's Blog, page 14

May 3, 2012

Confesiones literarias V. Cuando toca opinar sobre el trabajo de otros

Hace unas semanas cayó en mis manos la novela El espíritu del lince , de Javier Pellicer. Es su primera obra. En estos casos, sucede que no me gusta hacer de crítico, porque, por desgracia, suelen pedirme opinión sobre trabajos que podrían engrosar una antología sobre la mediocridad, algunos incluso ya publicados. Por fortuna, cuando me inicié en las primeras páginas de la novela de Javier pude resoplar con tranquilidad. La obra es buena y está muy bien trabajada. Se disfruta de la primera a la última página. Javier domina la narrativa, y lo demuestra con algunos párrafos que destilan auténtica poesía. Ya dije en otra de mis confesiones que el escritor traslada algo de lo que siente al escribir a los lectores (a no todos les sale esta técnica, ojo). Y que el lector terminará recibiendo en forma de idéntica sensación. No sé cómo se explica este proceso, pero sucede. El espíritu del lince tiene momentos así; instantes en los que vibras junto al protagonista. Recomiendo esta novela. Se nota que hay un trabajo detrás, y que es fruto de un autor que es un escritor de pies a cabeza.

Sin embargo, no todas las novelas son tan buenas como ésta, ni todos los autores están dispuestos a acoger una crítica negativa sobre su trabajo. Es el problema de enamorarnos de lo que escribimos. Pensamos que hemos producido una obra perfecta, exenta de fallos. ¡Ay!, cuán perdidos se encuentran algunos. La crítica, compañeros que os dedicáis a las letras, es sana y ayuda a mejorar sobre lo que falla, pero hasta los escritores consagrados -e incluso me atrevería a decir que especialmente muchos de ellos, precisamente por encontrarse en el estatus en el que se encuentran-, creen que ya no tienen nada que mejorar. Pero la vida de escritor es un constante aprendizaje... y la del crítico, también.

Por eso, a continuación describo una serie de conceptos que deberían almacenar en su memoria tanto los lanzadores de críticas como los receptores, fruto de años de mi propia experiencia como analista literario y como escritor:

PARA LOS CRÍTICOS


No os conforméis con decir "esta novela es una basura". Eso no aporta nada a su autor. Decid qué es lo que no os ha gustado, y por qué.Comenzad hablando de las cosas buenas que tiene la novela, que alguna tendrá.Escapad de la pedantería. Se huele a kilómetros. Pensad, antes de dar vuestra opinión, que probablemente estáis hablando del trabajo de meses, o incluso años. Es muy posible que el escritor contemple su obra como a un hijo. A nadie le gusta que le hablen mal de su hijo.Puede suceder que, aun realizando una crítica con tacto, recibáis una respuesta airada. Estad preparados.PARA LOS ESCRITORES
No, vuestra novela no es perfecta. Si en su tiempo han sacado errores al Quijote, vuestra obra también puede permitirse algún que otro fallo.Entre los críticos hay mucho resabido y mucho escritor frustrado. A veces encontraréis críticas feroces, pero no tienen por qué ser acertadas.Si dos personas o más os señalan el mismo error, es probable que, en efecto, éste exista.Acoged las críticas desde un punto lo más objetivo posible. Analizadlas, aunque sean crueles, y ved si están en lo cierto. Es posible que gracias a ello podáis mejorar algo para vuestro próximo trabajo.Rectificar es de sabios, aunque haya que cambiar toda la novela. Tened en cuenta que, de no hacerlo, es posible que terminéis aborreciendo vuestra obra en el futuro. 







 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on May 03, 2012 07:37

April 19, 2012

Praemortis II. Llegada de los primeros ejemplares

Ayer llegó a mi cada un paquete. Se trataba de una caja enorme, con el sello de Grupo Nelson en un costado, lo cual vaticinaba su contenido. Casi me da un síncope, pero me resistí a abrirla hasta la tarde, cuando tuviera tiempo libre para examinar su interior sin tener otras ocupaciones de por medio. De este modo, comí, respondí correos y actualicé mi facebook sin perderla de vista. Pero apenas hube finalizado, me lancé a ella como un energúmeno y comencé a arrancar el precinto. Dentro había justo lo que anhelaba: mis ejemplares de autor de Praemortis II. Descenso. La portada, con Marcus Haggar en primer plano, me dejó sobrecogido. Toda la presentación está cuidadísima. Me encanta, además, el detalle del libro sin la sobrecubierta: con las letras en plateado (las de la primera parte están en dorado), es sencillamente perfecto.

Desde Grupo Nelson han puesto un cuidado excepcional en esta publicación y se nota en todos los sentidos. En cuanto a la publicación, inicialmente me comunicaron que México y Estados Unidos dispondrían de ella a principios de abril. Finalmente será en mayo. Esto coincidirá con una sorpresa que espero poder daros hacia finales de abril, de la cual no puedo adelantar absolutamente nada, bajo amenazas de su organizador de hacerme cosas malignas y tremendamente dolorosas.

Paciencia, hijos de Pináculo. El momento está cercano.

P.S. Pensaba que era yo el único que tenía la novela en su poder, pero acabo de recibir por facebook una foto de Juan Triviño, editor de Ediciones Noufront, en la que aparece con mi novela (coloco la foto al lado). Al pie, me comenta: "me tienes que firmar esta maravilla. Felicidades!!" Toda una buena noticia.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 19, 2012 06:58

April 12, 2012

Praemortis II. Un avance en vídeo.

Mirad que no se me da bien eso de hacer de mí mismo, pero ahora que Praemortis II ya anda distribuyéndose por México y USA, y que para el mes de mayo saldrá publicada en el resto de países de América, me he decido a sacar la cara por Internet, para adelantar algunas de las sorpresas que aguardan en esta segunda entrega de la trilogía.
Dejo, pues, el vídeo en vuestras manos. Disculpad el aspecto de mi pelo; tiene vida propia.

Aviso: el contenido del vídeo revela ciertos asuntos de la trama. Si no deseas saber nada sobre ella o si no has leído Praemortis I, recomiendo que lo lo veas.


 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 12, 2012 06:28

March 29, 2012

La zarza de tres espinas. Visto desde J.A. Monroy

El pasado domingo salió a la luz la última reseña sobre mi última novela, La zarza de tres espinas , que ya va por su segunda edición. En este caso se trata de una crítica del escritor y conferenciante internacional Juan Antonio Monroy, que ha llenado de halagos un relato sobre el que ya le hablé hace algunos años, cuando la trama aún tomaba forma en mi cabeza.

En aquella ocasión, recuerdo que le comenté que andaba pensando en una historia con influencias de la vida de Cervantes y de las novelas de Alejandro Dumas, pero cuyos personajes se habían forjado gracias al tratamiento aprendido de maestros como Miguel de Unamuno, o Delibes.

Con una presentanción como aquella, Monroy se interesó por la historia. Tiempo después, su crítica en Protestante digital me deja ver que no ha quedado defraudado. Podéis leerla pinchando aquí.

Ahora sólo me queda agradecer a Monroy una reseña tan favorable. Leer halagos de alguien de su talla me saca los colores, pero también consigue que me aflore la sonrisa por un trabajo bien hecho.

¿Queréis leer el primer capítulo de esta aventura? No tenéis más que pinchar aquí.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 29, 2012 07:17

March 15, 2012

Praemortis. El universo lejos de Dios.

Praemortis II. Descenso  cada vez está más cerca de su publicación. A partir de abril ya podrá adquirirse en México y Estados Unidos, y en mayo estará disponible para el resto de Hispanoamérica y España. Pronto, los seguidores de esta trilogía tendrán la oportunidad de regresar a la ciudad de Pináculo, a sus calles superpobladas, oscuras y húmedas por la lluvia. Podrán pasearse junto a los miembros de la corporación Praemortis y volverán a sentir el tenebroso recuerdo del Bríaro.

Sobre el universo de Praemortis he recibido muchas impresiones, la mayoría, afortunadamente, buenas. Los lectores han comprendido qué tipo de mundo narran sus páginas, pero he comprobado que este universo no es recomendable para almas sensibles. He recibido testimonios de personas para quienes la oscuridad de Pináculo y la constante sensación de claustrofobia es superior a ellos. "¿Por qué has escrito una novela así?" Me han preguntado en alguna que otra ocasión. Bien, la respuesta es sencilla: no había otro modo.

Y es que Praemortis no es sólo una novela de acción. Toda la trama está cargada de una fuerte trascendencia, porque muestra un mundo alejado de la moralidad, de la humanidad. Sus personajes son ambiciosos, corruptos y violentos; están a punto de sucumbir a la locura, o directamente se han entregado en brazos de la maldad más visceral. Todo lo que albergan las páginas de Praemortis se halla podrido, es la Sodoma y Gomorra de un futuro distante.

Sin embargo, Praemortis es mucho más que eso. La sociedad que se describe se ha condenado a sí misma, se halla al borde del olvido, de la extinción, pero todavía puede dar marcha atrás, enmendar sus errores, saltar hacia una salvación, antes de que todo termine desmoronándose bajo sus pies. En mitad de tanta oscuridad, Praemortis deja ver una luz, un hálito de esperanza. Todavía hay una oportunidad de recuperar un ápice de bondad, aunque, tal vez, aquellos que lo intenten terminen perdiendo la vida.

Si supierais que vuestro destino está marcado, que, al morir, vuestra conciencia despertará en un mar en el que hallaréis un tormento que jamás será sofocado. Si estuvierais completamente seguros de que eso es lo que os va a suceder, porque, de hecho, lo habéis visto con vuestros propios ojos, ¿cómo viviríais vuestra vida? ¿Y si una corporación os asegurara que puede cambiar vuestro destino eterno, pidiéndoos únicamente que trabajaseis para comprar vuestra salvación? ¿Qué haríais? Más aún, ¿y si, además, hubierais escuchado que la salvación que promete la corporación es una falacia?, ¿que no hay salvación posible... o que sí la hay, pero que exige un sacrificio que se aleja de todo lo que habíais escuchado hasta el momento?

Si habéis pensado cuál sería vuestra postura, bienvenidos, ya os encontráis dentro de Praemortis.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 15, 2012 08:06

March 8, 2012

Praemortis II. Lee el primer capítulo.

Si el hombre se empeña en olvidad su inmortalidad,ésta, tarde o temprano, vendrá a buscarlo.
Ésta es la máxima que aparece escrita en la portada de Praemortis II. Descenso, la segunda parte de la trilogía de ciencia ficción Praemortis, cuyo primer capítulo ya puede leerse en Scribd
La novela comienza justo donde terminó la anterior. En la introducción al capítulo se explica cómo Raquildis ha subido al poder, y, acto seguido, se introduce la historia de Vienna, una muchacha enigmática que sabe más de lo que aparenta, y su sorprendente viaje al mundo de la Vorágine. 
El momento de la publicación de Praemortis II. Descenso está cada vez más cerca. Para quienes todavía no conozcáis de qué trata esta trilogía de ciencia ficción, haceos la siguiente pregunta: ¿que sucedería si los hombres supieran qué les aguardará al morir? ¿Cómo sería el mundo si el se conociera destino de nuestras almas? ¿Y si ese destino fuera un mundo de terror y caos? 
Éste es el universo de Praemortis. Una tierra devastada por un cataclismo que ya ha quedado olvidado, y en el que un poderoso suero es capaz de matar literalmente al individuo, para hacerle ver qué le espera tras la barrera de la mortalidad. Un mundo dominado por una monstruosa corporación que se jacta de poseer la llave de la eternidad.
Por cierto, la primera parte también está disponible en Scribd. Si no la habéis leído, podéis echar un vistazo a los primeros capítulos pinchando aquí.
Nos vemos en la ciudad de Pináculo.



 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 08, 2012 06:36

March 1, 2012

Arranca el blog sobre el juego de rol "Behemot. La tierra de los tres pilares".

El pasado martes se hizo publica la dirección de Behemot. La tierra de los tres pilares, un blog dedicado al juego de rol que construimos entre Javier Santamaría y yo.

Ver cómo nuestro juego de rol avanza y comienza a tomar una forma que podríamos describir como "profesional" es algo que me llena de ilusiones. Hace un par de años, más o menos, Javier y yo, que ya teníamos experiencia uniendo nuestras mentes perturbadas en otros proyectos con muy buenos resultados, nos propusimos la elaboración de un juego de rol para su publicación.

Al comenzar ese proyecto, nos marcamos una meta importante: conseguir un juego épico. Valoramos y disfrutamos mucho con los juegos de rol que tiran más por lo narrativo, pero nos apetecía jugar un personaje capaz de conseguir proezas inimaginables. A partir de entonces, surgió la idea del mundo de Aleiea.

Tras las primeras pruebas de juego, hemos confirmado que nuestro objetivo se ha cumplo. El mundo de Behemot. La tierra de los tres pilares  comenzó a crecer en nuestras manos de forma exponencial. Actualmente, hemos logrado que un jugador pueda elegir entre seis nacionalidades distintas y hasta treinta arquetipos diferentes para dar forma a su personaje. Pero ahí no acaba todo. Una vez formado, y durante las partidas, el personaje podrá ser personalizado a gusto del jugador, mediante la elección de más de doscientas técnicas diferentes, que le ayudarán en cualquier situación durante una partida. Hasta el equipo del personaje puede ser "tuneado", si se me permite el término. La espada de un jugador es completamente distinta a la de otro.

Para todos los que disfrutáis con una buena partida de rol a la antigua usanza, para los que tenéis ganas de probar algo completamente nuevo, me complace presentaros el blog de Behemot. La tierra de los tres pilares. Allí iremos publicando, poco a poco, novedades y claves del juego. En cuanto a su publicación en papel, todavía falta un poquito, pero vamos por buen camino.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 01, 2012 06:32

February 16, 2012

La zarza de tres espinas. Lee el primer capítulo completo

En los últimos días voy viendo las primeras muestras de cómo La zarza de tres espinas cruza el Atlántico hacia el continente americano. De momento, ya la he visto anunciada en Amazon , pero muy pronto será distribuída por Grupo Nelson.

Para celebrar un acontecimiento como éste, he querido hacer algo que en su día me propuse hacer, pero que por culpa de mi desastrosa cabeza nunca recordé hacerlo. En entradas anteriores os copié el primer capítulo de la novela; sin embargo, lo que colgué sólo era una parte del primer capítulo. Hoy, reordenando mis pensamientos, he recordado que os debo un primer capítulo completo. De modo que, sin más dilación, os dejo que disfrutéis con el inicio, ahora sin cortes, de mi última novela (justo donde están los asteriscos es donde lo dejé la última vez):


El filo curvo de la luna horadaba las nubes como un alfanje amarillo. Su luz pálida llegaba hasta los edificios de Madrid; casas pequeñas, pegadas unas a otras como si pudieran sentir el frío invernal; separadas de cuando en cuando por unas callejuelas estrechas, retorcidas y plagadas de charcos. El ladrido de un perro se atrevió a romper el silencio, otro respondió de lejos; y luego dos más. Ladraban al paso de los corchetes: seis hombres que corrían  frenéticos, espada en mano.             -¡En los soportales! -gritó uno de ellos, al tiempo que señalaba una sombra que pretendía ocultarse tras una de las columnas.            -¡A él! -ordenó otro.            Al saberse descubierto, el fugitivo dio un brinco hacia la oscuridad del interior, como si pretendiera entrar por la puerta de alguna vivienda. Pero luego, dubitativo, se volvió, dando la espalda a sus perseguidores.             -¡Quieto, Lucas! -llamó un tercero. No pertenecía a los corchetes.            Sin embargo, el aludido ignoró esta orden igual que las demás  y se adentró por un estrecho callejón.             -Está perdido -afirmó uno-. Por ahí no hay salida.            Los corchetes enfilaron el callejón. Era tan estrecho que difícilmente cabían de dos en dos. Al fondo, pegado a un muro que cortaba el paso, Lucas Belmonte buscaba algún asidero por el que trepar.             -Lucas, no sigas -dijo el hombre que lo perseguía junto a los corchetes, adelantándose-. No nos obligues a atacarte. Entrégate.            Lucas observó las paredes de los lados. A su izquierda, a unos seis pasos, descubrió una puerta de aspecto desvencijado, pero si quería alcanzarla era necesario que corriera en dirección a sus atacantes.                 -Ya me has entregado, Alonso -gruñó Lucas, desviando la mirada hacia el hombre que se interponía entre él y los guardias-. ¿Cómo has sido capaz de traicionarme así?            -He hecho lo que debía hacer -respondió Alonso, tajante-. Es lo que ordena Dios.             -Te creía mi amigo. ¡Mi hermano!             De repente, Lucas notó que perdía fuerza en las rodillas. Trastabilló, aunque fue capaz de mantenerse en pie. Supuso que la carrera debía haberlo debilitado. Recobró la compostura y gritó a su amigo:              -Juntos hemos escapado de la muerte, y ahora eres tú quien me envía a ella.             -Por favor, Lucas -Alonso relajó el tono de voz. Su rostro dejó ver un leve gesto de súplica-. Todavía no está todo perdido. Entrégate y probablemente recibas misericordia. Tu mujer también la recibirá.            -¡No necesito misericordia! -gritó Lucas, lleno de rabia.             Los corchetes se adelantaron, espadas en mano.            -¡Esperad! -pidió Alonso a los guardias.             Pero no lo consiguió. Éstos se lanzaron contra Lucas, que reaccionó echando a correr en dirección a la puerta. Logró saltar el cerrojo de una patada y la abrió. El interior se encontraba completamente a oscuras, pero con la poca luz que entraba desde el exterior logró distinguir algunos barriles apilados, por lo que dedujo que debía tratarse de algún tipo de almacén. Al fondo podía distinguirse una luz. Un candil en el interior de un nicho iluminaba unas escaleras al primer piso. Corrió a ellas tropezándose con los barriles, seguido de cerca por los corchetes, y ascendió a toda prisa. La planta superior constaba de una pieza diminuta de techo bajo, donde dormía hacinada una familia de seis miembros. Todos se habían despertado con el alboroto. El padre, que debía pesar el doble que Lucas, le salió al encuentro armado con una estaca cuando lo vio aparecer por las escaleras. Se lanzó como un ariete, pero Lucas logró esquivarlo echándose a un lado con un veloz movimiento, luego puso rumbo hacia el otro extremo de la habitación, saltó por encima de dos chiquillos, que todavía se frotaban las legañas en un camastro destartalado, abrió una ventana estrecha, y escurriéndose a través de ella saltó hasta un tejado vecino. Alonso y uno de los corchetes lo siguieron; los demás dieron media vuelta y regresaron a la calle. Desde fuera, detectaron al fugitivo corriendo sobre línea desigual de los edificios. Con gran habilidad, Lucas logró distanciarse de Alonso, pero no tardó en alcanzar el final del camino. La línea de tejados ya no continuaba en ninguna dirección, sino que daba a una plaza cuadrada, no muy espaciosa, pero lo suficiente como para impedirle continuar su huida. Calculó la distancia que debía separarlo del suelo; también era demasiada.             -¡Lucas! -el grito de Alonso lo sorprendió demasiado cerca de su espalda.             Se giró con velocidad en el momento justo en que uno de los guardias le lanzaba una estocada directa.  Logró esquivarla con una finta. Luego tomó al guardia del brazo que empuñaba el hierro, lo atrajo hacia sí con un fuerte tirón, y con el brazo libre le propinó un codazo directo al rostro. El golpe resultó tan efectivo que su atacante soltó el arma y perdió el equilibrio, cayó sobre las tejas, rodó hasta el borde y se precipitó al vacío. Desde la calle ascendió una salva de maldiciones. Los corchetes que lo perseguían desde abajo pedían su sangre por lo que le había hecho al compañero; pero Lucas apenas los escuchó, estaba concentrado en el oponente que quedaba ante sí. Tomó la espada del guardia caído y adoptó una postura de guardia.             -Eres un necio -increpó Alonso-. Ahora no descansarán hasta matarte.            -¡Me conduces a la muerte de todas formas! Si he de morir, prefiero luchar antes que entregarme.            De nuevo, y repentinamente, las fuerzas lo abandonaron por unos instantes. Lucas dejó escapar un gemido. Frente a él, la figura de Alonso se perfiló borrosa contra la noche.             -Sabes que soy mucho más diestro que tú con la espada, Lucas. No me obligues a defenderme.            Pero éste no respondió. En su lugar corrió hacia Alonso, presa de una ira ciega, y lo atacó con varias y furiosas estocadas que su amigo detuvo sin gran dificultad. En la primera respuesta, Alonso apuntó directo al pecho. Su filo cruzó el viento a una velocidad pasmosa. Lucas reaccionó con un movimiento reflejo para frenar el lance, pero sólo logró desviarlo. La punta alcanzó su estómago y se introdujo medio palmo.             El combate había terminado.             Alonso soltó el mango, de forma que la espada se sostuvo clavada en su amigo. Éste ahogó el primer quejido de dolor; observó la hoja que pendía de su cuerpo y luego a su oponente. Alonso parecía aguardar que sus miradas se encontraran.            -Perdóname -dijo completamente serio; sin embargo, sus gestos no dejaron adivinar un ápice de arrepentimiento.            -Alonso...- respondió Lucas con voz ahogada.            Le flojearon las piernas. Retrocedió unos pasos, buscando recuperar el equilibrio, pero sus talones rozaron el borde del tejado. Resbaló.             Justo cuando su cuerpo se inclinaba para caer, Alonso se acercó de un salto y lo tomó del brazo.            -Vas a morir sin confesión -dijo, acercando el rostro al de su amigo-. Al menos concédeme tu perdón. No añadas este último pecado a todos los que ya cargas sobre tu alma.            -Este pecado... lo cargarás tu. Este pecado...             Lo interrumpió un violento acceso de tos. Se concedió unos instantes, tomó varias bocanadas de aire, y agarrándose al brazo que aún evitaba que cayera al vacío, dijo:            -Cuida de mi esposa.             -Lo haré. Tienes mi palabra.             Lucas afirmó con la cabeza y silenció otro ataque de tos, el cual terminó reproduciéndose en forma de un rumor áspero.             -Sé que lo harás. Siempre has anhelado vivir mi vida.            Con una enérgica sacudida, Alonso se deshizo del brazo que sujetaba. Lucas permaneció un momento suspendido en el aire, con la mirada desorbitada por la sorpresa. Sus dedos se crisparon como si buscaran aferrarse al aire, pero no encontrando nada a lo que asirse, cayó a la plaza. El golpe de su cuerpo contra el suelo reprodujo un eco macabro. Los perros volvieron a ladrar.            Alonso se tomó su tiempo para recorrer el camino de vuelta hasta la calle. Cuando alcanzó a los corchetes vio que estaban reunidos en torno al cuerpo de su amigo. No demasiado lejos yacía su espada, desprendida del estómago de Lucas por la violencia con la que había impactado contra el suelo. La tomó, se acercó hasta el grupo de hombres y se hizo un hueco entre ellos.            -Eres tú el que me robó mis sueños, Lucas. Por eso debías morir. Que Dios se apiade de ti.             -¿Qué hacemos ahora?– preguntó uno de los hombres.             -Vosotros -dijo, señalando a dos y luego al corchete que también había caído del tejado-. Llevaos a vuestro compañero. Los demás conduciremos el cuerpo de Lucas hasta Jacobo, y que él decida. Nos encontraremos en el convento de los mercedarios.            Los corchetes levantaron a Lucas en andas y lo sacaron de la plaza. Los perros dejaron salir un aullido quejumbroso cuando la comitiva ascendió por la calle de los soportales. En el cielo, el resplandor lechoso de la luna se abrió paso a través de un claro en las nubes, y como si tuviera el poder de acallar todo sonido, devolvió a la ciudad una absoluta quietud.            ***
            -¿Está vivo? -escuchó que decían.            -Creo que no.            -¿Qué clase de respuesta es esa? ¿Acaso no le has cerrado la herida? ¿Está vivo o no?            Lucas intentó gritar, moverse para que todos supieran que aún vivía. Buscó las fuerzas, pero su cuerpo no le respondió. Quiso descubrir a quienes hablaban, pero sólo había oscuridad a su alrededor. Por un momento pensó que debía tratarse de algún sueño, una pesadilla espantosa de la que le costaba despertar.             -Señor-pensó- ¿Acaso estoy soñando? ¿Dónde me encuentro?            La búsqueda de contacto con la Providencia mitigó el pánico que sentía durante un breve lapso entre la pregunta y la esperanza por obtener respuesta; pero entonces un dolor punzante creció en la base de su estómago, intenso y agudo como el mordisco de un animal, y reptó desde allí para  reproducirse en sus miembros. El combate en los tejados apareció en su memoria como si hubiera sucedido hacía mucho tiempo, pero con viveza; y con él la herida hecha por Alonso, que poco a poco debía estar sangrándole. No, no estaba soñando. Era aún peor. Estaba herido de muerte; pero aún vivo. En un estado entre los dos mundos quizás, en el que el espíritu inconfeso luchaba por aferrarse a la carne.            A su derecha notó cierta calidez, probablemente causada por algún fuego. Bajo la espalda percibió una superficie rígida pero templada, y dedujo que debía estar echado sobre algún objeto de madera; una mesa, probablemente.             -Ha muerto -volvió a escuchar-. Sí, está muerto. La herida ha sido más grave de lo que pensaba.             Hablaba una voz áspera, como el crujido de la grava al paso de un carro.            -Una pena -afirmó una tercera voz.            ¡Alonso! Eran suyas las últimas palabras, no había duda, y debía hallarse muy cerca. Una vez más, Lucas intentó luchar, revolverse, ya no para demostrar que seguía con vida, sino para levantarse, sorprender a su amigo y reanudar el combate. Su cuerpo, sin embargo, continuó completamente rígido.            -Lamento que no haya tenido tiempo de confesarse a Vuestra Merced -continuó Alonso.            La primera voz, la que al principio había preguntado si se encontraba vivo, respondió:            -Ciertamente. Es una pena. Estoy convencido de que habría vuelto a encontrar el camino de la salvación eterna. Lucas Belmonte siempre fue un creyente probado.             Era una voz meliflua, delicada. Lucas la había escuchado antes, en algún momento del pasado; pero se encontraba demasiado confuso y asustado para reconocerla.            -Disponed las exequias -dijo, y añadió-. Gracias por su ayuda, doctor. Creo que ha hecho cuanto ha podido aquí. Puede retirarse.             Nadie respondió, pero Lucas escuchó pasos a su alrededor. Luego aquella voz suave habló por tercera vez.            -¿Qué es esto?            Se hizo una pausa.            -Lo ignoro -respondió Alonso.            Notó que tanteaban su cuerpo. Nuevamente, Lucas se esforzó en un intento por luchar; por huir, pues creyó que ya pretendían enterrarlo; pero todos sus esfuerzos resultaron inútiles. Una mano se introdujo en sus ropas.            -¡Vaya! Es un libro... Proverbia Senecae.            -Sin duda algún tipo de condenable publicación -afirmó Alonso.            Lucas escuchó un rápido pasar de páginas.            -No, espera. Parece algún tipo de relación. O un diario íntimo, tal vez.            De nuevo, Lucas oyó cómo las páginas siseaban, esta vez más despacio.            -Me lo quedaré, de momento.             -Como quiera -respondió Alonso-. Ahora, si me disculpa, me gustaría ser el primero en dar la trágica noticia a la esposa de Lucas Belmonte.              -Buena idea. Tal vez, al escuchar una noticia tan importante de una voz amiga, vuelva a recuperar algo de la cordura que ha perdido. Al menos lo suficiente como para despedirse de su esposo. Ve, Alonso. Yo me encargaré de todo aquí.             Lucas escuchó cómo Alonso se alejaba. El sonido de sus pisadas, algo más fuerte que si caminara, seco y acompasado, le llevó a imaginar que ascendía por unas escaleras. Después, el silencio se hizo a su alrededor. Justo en aquel momento, la condición en que se hallaba atenazó nuevamente su espíritu, provocándole un miedo desesperado. Allí se encontraba, ni vivo ni muerto del todo. Resolvió, aterrado, que su alma escapaba lentamente a través de la herida que Alonso le había abierto en el estómago, y que su estado debía ser, sin duda, transitorio. Al comprender que pronto moriría, lo invadió la duda.             -Señor- llamó en sus pensamientos -¿Merezco esto?            Nadie respondió.             El sonido de las páginas lo sacó de sus pensamientos. La voz suave de quien se había apoderado de su diario rompió el silencio desde el lado opuesto al calor del fuego.            -”Pese a todo, aún sé lo qué me enamoró de ella” -dijo.            Pero no eran sus palabras. Leía en voz alta las confesiones de Lucas, sus pensamientos vertidos en el papel sobre lo que había sido su vida, más de cinco años atrás.             -”Recuerdo la primera vez que la vi -continuó la voz-, asomada al balcón. Extrañamente,  no viene a mi memoria como cualquier otra persona. A ella la conservo de forma distinta. No es una imagen vaga, sino fija; estable a través del tiempo, como si se tratara de una pintura.”            Y mientras avanzaba la lectura, Lucas notó que aquellas blandas palabras tenían el poder de transportarlo lejos, libre de la prisión de su cuerpo. Sintió que la realidad se desvanecía, mientras el sonido de aquella voz y sus mismos recuerdos se fundían en una evocación del pasado. 


 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 16, 2012 07:08

February 9, 2012

Confesiones literarias IV. Me enamoré de mi novela.

Desde finales de 2011 (desde el 26 de diciembre, para ser exactos), me he lanzado a la escritura de una novela que llevaba mucho tiempo en mi cabeza, y que surgía de cuando en cuando para exigirme que la escribiera. Se trata de una idea que hace años que quería desarrollar. ¿Por qué no lo he hecho antes? Bueno, resulta que cada novela tiene su tiempo. En ocasiones hay otros proyectos más apremiantes, o no tenemos la madurez literaria que la historia exige. A veces, simplemente, tenemos pleno convencimiento de que no debemos escribirla aún... hasta que una mañana, uno se despierta con el pálpito de que al fin ha llegado el día señalado. Entonces abre el ordenador y escribe el primer capítulo. Ya está, ya está hecho. Una nueva aventura ha comenzado.

Así ha ocurrido con esta novela. Claro está, cuando un acontecimiento tan esperado se produce al fin, las energías, ilusiones y ánimos con los que emprende dicha aventura literaria son desbordantes. Tanto, de hecho, que podemos caer en la trampa de enamorarnos de lo que escribimos.

He conocido a escritores que han sucumbido a tales engaños. Yo mismo sufrí a causa de un amor veraniego por algo que estaba escribiendo. En estos casos, sucede exactamente igual que en el enamoramiento mundano: no nos damos cuenta de los defectos de nuestra pareja, hasta que alguien nos los muestra, o hasta que tenemos el valor de distanciarnos emocionalmente, aunque sólo sea un poquito, para ver todo desde otra perspectiva.

Colegas escritores, cuidado. El enamoramiento literario sucede, y hace falta mucha sangre fría para eliminar lo que tanto nos gustaba de nuestra novela, pero que no encaja ni a patadas dentro del argumento. Es en esos momentos en los que hay que apretar los dientes y darle a la tecla de borrar. Eliminemos esa frasecita lapidaria que tanto nos gustaba, pero que, por muchas vueltas que le demos, no encaja en nuestra novela. Desechemos al personaje que nos recordaba a nuestro amigo de la infancia, pero que debería estar muerto hace dos capítulos. ¡Borremos sin piedad líneas, párrafos y capítulos enteros! Al final, los lectores lo agradecerán.

Estoy orgulloso de reconocer -sí, voy a tirarme algunas rosas- que he avanzado mucho en un terreno tan accidentado como éste. El pasado verano me puse con la escritura de un thriller de acción. Una novela que tenía bien estructurada, con sus personajes, capítulos, giros dramáticos y demás. Sin embargo, a medida que la escribía advertí que algo no funcionaba. Sencillamente, no era el momento de escribirla.  

Cuando llevaba escritas algo más de veinticinco mil palabras lo dejé. La historia no me convencía, y tras verla desde un prisma más objetivo, vi que no estaba logrando mis objetivos. Probablemente, la reescribiré completamente el año que viene, quizás en primavera de 2013 (si no se ha terminado antes el mundo). Ése será, sin ningún género de dudas, el momento en el que deba ser escrita.

Y ahora, tras escribir el blog, me pongo de vuelta con mi querida novela. ¿Estaré sintiendo amor ciego por ella? No, no lo creo. Es sólo un romance de invierno.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 09, 2012 07:09

January 26, 2012

Behemot. La tierra de los tres pilares.

Como ya comenté hace algunos meses, no sólo me dedico a la creación literaria. Desde hace más de un año, y cuando consigo encontrar algo de tiempo libre entre la escritura de novelas, mi labor como corrector, las obras de teatro en las que ando involucrado y demás cuestiones, quedo con mi buen amigo Javier Santamaría, con el que estamos trabajando en la construcción de un juego de rol.

Los juegos de rol han formado parte de mis aficiones desde que tenía trece años. Gracias a ellos he conservado buena parte del potencial imaginativo que tenía entonces. De no ser por las partidas con los amigos, recreando mundos fantásticos y un sinfín de aventuras, creo que mi vida habría sido muy diferente.

Con el mundo de Behemot. La tierra de los tres pilares nos propusimos crear un juego que persiguiera un objetivo fundamental: queríamos fomentar la posibilidad de que los jugadores pudieran llevar verdaderos héroes. Para lograr hemos creado un sistema nuevo y completamente diferente a lo que se ha visto hasta el momento, gracias al cual pueden lograrse partidas verdaderamente épicas.

El juego todavía está en fase de creación. Javier y yo andamos ocupados en pulir las cosas que todavía rechinan un poco, y queremos realizar otra campaña de prueba (que estará compuesta por unas 20 partidas aproximadamente); no obstante, muy pronto publicaremos un blog sobre la épica Tierra de los Tres Pilares, donde iremos dando algunas pistas del mundo que hemos creado, para todos aquellos que disfrutéis con una buena partida de rol.

Por el momento, sólo puedo dejaros con la miel en los labios.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 26, 2012 06:30