Miguel Ángel Moreno's Blog, page 11
January 31, 2013
Praemortis III
Ayer, a eso de las ocho de la tarde, coloqué el punto y final a Praemortis III, la trilogía de ciencia ficción ambientada en un universo en el que todo el mundo ha visto qué sucederá cuando muera.
Comencé a idear este mundo hace casi diez años, pero comencé a escribirlo más o menos en 2009, después de que publicaran La vidriera carmesí.
Escribir cada una de las partes ha resultado todo un desafío, y me ha aportado cosas distintas. Cuatro años después, con este punto y final a la tercera parte, puedo decir que he finalizado una etapa en mi carrera, y que inicio otra, que ya se vislumbraba con la novela La zarza de tres espinas.
Esta mañana quiero regalaros un extracto de Praemortis III. La novela comienza con la primera parte de una carta escrita por el profesor Alfred Jabari, el alma intelectual de los Cuervos. No obstante, si os falta por leer alguna de las dos partes anteriores (o las dos), recomiendo que no le echéis un vistazo, porque habla sobre detalles explicados en las otras novelas.
Si os interesa el mundo de Praemortis, podéis echar un vistazo a la sección dedicada en mi página web o en el enlace a la trilogía que hay desde el blog. Ambas pestañas podéis encontrarlas en la parte superior.También podéis leer algo de la primera y segunda parte pinchando en este enlace.
Que lo disfrutéis. Nos vemos en Pináculo.
***
Vivimos los últimos días de nuestro mundo. La luz fue la primera en marcharse, anunciando el final. Con ella desapareció el calor. Ahora nieva casi todos los días. Pináculo se ha transformado en el oscuro reflejo de un recuerdo que me parece demasiado lejano para reproducirlo con claridad. Es curioso cómo olvidamos imágenes del pasado que nos resultan triviales. Me resulta complicado encontrar las sensaciones que me invadían al contemplar un amanecer. Descubrir el cielo pintado de lapislázuli, y en el horizonte el perfil del sol clareando el Apsus. Parece que hace tanto de todo aquello…
Sé que es imposible regresar. No podemos desandar el sendero por el que toda vida transita. Estamos aquí, dispuestos a presenciar el fin de los tiempos; y aunque en ocasiones pierda el aliento vencido por el terror, también disfruto instantes de orgullo, pues seré yo, entre millones de conciencias, quien tenga el placer de observar cómo nuestro mundo se deshace en el infinito. Las expectativas de un acontecimiento tan excelente me llenan con un orgullo que se antepone a cualquier temor.El praemortis nos descubrió una existencia más allá de este mundo. La realidad de una conciencia eterna, proyectada al otro lado de la frontera de lo carnal. Nos dio un destino con dos rumbos posibles: una condena y una salvación. No sabemos por qué el universo está configurado de este modo, pero no importa. Los torbellinos esperan al otro lado, ansiosos por que todo acabe para conducirnos a una orilla u otra. Nos encontramos involucrados en una pelea por alcanzar la mejor de ambas metas. Queremos obtener la salvación, vernos transportados sobre los vientos del buen torbellino y descender a una tierra de sosiego. En ella olvidaremos el pasado de terror que hoy nos castiga. Quedarán atrás el Bríaro y el Mar de Almas. Y cuando al fin estemos a salvo no volveremos a acordarnos de lo mucho que peleamos, de lo mucho que sacrificamos para lograr el triunfo, porque al fin habremos alcanzado la paz.Me siento desconcertado. Sé que sufrimos por evitar el tormento, pero desconozco cómo vamos a lograr un objetivo que parece tan lejos de nuestro alcance. Lo único de lo que estoy seguro es que debemos continuar sin perder la esperanza, confiando en nuestros propios ánimos, en las escasas fuerzas que nos restan. Queda muy poco para que el futuro quede decidido. Redacto estos pensamientos en una carta que nadie leerá, que volará sobre las olas de un olvido perpetuo. Lo hago para desahogarme, para tomar conciencia de lo que nos aguarda. Marchamos a una batalla, la última que presenciarán estos tiempos, guiados por el empuje de una esperanza: Leandra Veldecker
Carta del profesor Alfred JabariHoja 3 de 4
***
Comencé a idear este mundo hace casi diez años, pero comencé a escribirlo más o menos en 2009, después de que publicaran La vidriera carmesí.

Esta mañana quiero regalaros un extracto de Praemortis III. La novela comienza con la primera parte de una carta escrita por el profesor Alfred Jabari, el alma intelectual de los Cuervos. No obstante, si os falta por leer alguna de las dos partes anteriores (o las dos), recomiendo que no le echéis un vistazo, porque habla sobre detalles explicados en las otras novelas.
Si os interesa el mundo de Praemortis, podéis echar un vistazo a la sección dedicada en mi página web o en el enlace a la trilogía que hay desde el blog. Ambas pestañas podéis encontrarlas en la parte superior.También podéis leer algo de la primera y segunda parte pinchando en este enlace.
Que lo disfrutéis. Nos vemos en Pináculo.
***
Vivimos los últimos días de nuestro mundo. La luz fue la primera en marcharse, anunciando el final. Con ella desapareció el calor. Ahora nieva casi todos los días. Pináculo se ha transformado en el oscuro reflejo de un recuerdo que me parece demasiado lejano para reproducirlo con claridad. Es curioso cómo olvidamos imágenes del pasado que nos resultan triviales. Me resulta complicado encontrar las sensaciones que me invadían al contemplar un amanecer. Descubrir el cielo pintado de lapislázuli, y en el horizonte el perfil del sol clareando el Apsus. Parece que hace tanto de todo aquello…

Carta del profesor Alfred JabariHoja 3 de 4
***
Published on January 31, 2013 03:39
January 24, 2013
Filantromanía. Plataforma de ayuda al artista
¿Qué es Filantromanía?

Filantromanía, pone en contacto a los artistas de todas las disciplinas (actores, escritores, pintores etc.) entre sí y con personas que libremente deciden dedicarse a la filantropía, a sustentar el arte y la cultura. De este modo, todo aquel que lo desee puede entrar en esta red, informarse sobre el trabajo del artista que desee y, si cree en su trabajo, ayudarle económicamente.
Filantromanía no es un sistema de crowdfunding, aunque se parece. En Filantromanía, sin embargo, no se apoya económicamente el lanzamiento de un proyecto, sino al artista que se encuentra detrás. Todo ello garantizando el anonimato del mecenas (si lo desea), quien puede dar por finalizado su apoyo cuando lo considere oportuno.
El artista es el responsable de ofrecer sus trabajos (publicados o no) a los posibles mecenas. En Filantromanía creemos en el talento y la creatividad de los futuros artistas, y sabemos que hay mucha gente que también cree en ellos.
***
Qué, ¿os ha gustado el anuncio? Pues por desgracia es algo que me he inventado. De hecho, si uno busca por google filantromanía sólo obtiene resultados de fieltromanía. Así están las cosas.
Es algo que no existe (al menos, por lo que sé), pero en lo que creo firmemente. ¿Funcionaría algo así? Creo que, en esencia, sí. No puedo creerme que no haya gente dispuesta a confiar en el trabajo de un artista al que asfixia la crisis.
Desde aquí ofrezco la idea, la envío al mundo. Quedo a la espera
Published on January 24, 2013 02:15
January 17, 2013
ZW. Agencia literaria
A partir de ahora, me complace poder anunciar que camino mi andadura de escritor acompañado por la agencia literaria ZW. Para mí es un placer contar con una agencia como ésta, porque conozco de primera mano el esfuerzo que ponen en la representación de autores.
Tengo que admitir que me he decidido a contactar con una agencia algo tarde. En su día ya me advirtieron algunos compañeros de letras que era aconsejable que lo hiciera, pero me demoré en hacerlo. Craso error. Creo que en España estas costumbres todavía se sienten extrañas, pero en Estados Unidos habría contado con agente desde la primera novela.
Sin embargo puedo decir que cuando al fin me he decidido lo he hecho presentando el que es sin lugar a dudas mi mejor trabajo, que espero tenga pronto una editorial.
¿Cómo llevé el proceso de contactar con una agencia? Lo resumiré en dos sencillos pasos.
Descarté las agencias más conocidas. Conozco a compañeros que las han abandonado, o que llevan en ellas mucho tiempo sin que les hagan caso, en una especie de estado latente. No deseaba eso.Me dejé llevar por las recomendaciones de amigos y por los hechos: ¿se esforzaba la agencia en su representación? ¿Cuánto trabajaban por ellos? Al formularme estas preguntas, ZW se convirtió en una prioridad. Así pues, espero que mi andadura con ZW sea larga, y provechosa para ambas partes.
Podéis encontrar un enlace directo a la página de la agencia en la pestaña superior de mi blog.

Sin embargo puedo decir que cuando al fin me he decidido lo he hecho presentando el que es sin lugar a dudas mi mejor trabajo, que espero tenga pronto una editorial.
¿Cómo llevé el proceso de contactar con una agencia? Lo resumiré en dos sencillos pasos.
Descarté las agencias más conocidas. Conozco a compañeros que las han abandonado, o que llevan en ellas mucho tiempo sin que les hagan caso, en una especie de estado latente. No deseaba eso.Me dejé llevar por las recomendaciones de amigos y por los hechos: ¿se esforzaba la agencia en su representación? ¿Cuánto trabajaban por ellos? Al formularme estas preguntas, ZW se convirtió en una prioridad. Así pues, espero que mi andadura con ZW sea larga, y provechosa para ambas partes.
Podéis encontrar un enlace directo a la página de la agencia en la pestaña superior de mi blog.
Published on January 17, 2013 03:28
January 11, 2013
La interpretadora de sueños. Por Rafael R. Costa
El mundo que nos ha tocado vivir es injusto con la literatura. Hoy se valora más la estrategia de mercado, el morbo o la más simplona de las modas que cualquier auténtico valor con el que medir a los escritores, con el que llamarlos utilizando todo el peso de esa palabra: Escritor. Sí, con mayúscula.

Tal vez no tendría que haber comenzado una reseña con semejantes aires de indignación, pero encontrarme con que La interpretadora de sueños ocupa el puesto cincuenta y tantos en novela histórica, por debajo de auténticos bodrios, me ha enervado. Tenía que soltarlo. El mundo es injusto.
Y es que, desde las primeras páginas, La interpretadora de sueños se presenta como una novela escrita con una brillantez exquisita. El autor domina las letras con una veteranía que en ocasiones llega a sobrecoger por su lirismo y su musicalidad. No resulta extraño, si se tiene en cuenta que Rafael R. Costa se dedica a la poesía, el género más literario de todos. Como resultado de esta herencia el lector encuentra párrafos a los que no les sobra nada e intervenciones de los personajes que en ocasiones rozan la máxima filosófica.
Es ésta una novela profunda, pero no densa; cadenciosa, pero en absoluto lenta. El relato de los personajes, sus opiniones, sus anhelos, sus miedos y, sobre todo, sus sueños, priman sobre la acción, pero ésta, cuando se sucede, coloca al lector en unos escenarios de una riqueza descriptiva que sorprende. Es fácil pasear por las calles de Praga, Nueva York o Viena, y ver con los ojos de la imaginación personajes como Hemingway, Kafka, Houdini o Hitler. Pero no es que el autor los describa, sino que los resucita mediante las letras, de modo que no llegan a sobrar, ni parece que hayan sido incluidos para darle algo de vidilla a la historia. Están porque tienen que estar; porque, en el territorio de infinitas posibilidades que es una página en blanco, debían encontrarse con Sarah Georginas Parker, la interpretadora de sueños.
Georginas, enigmática, bellísima, busca el reconocimiento de su hijo, fruto de un matrimonio cuya legitimidad parece haberse hundido con el Titanic. Su lucha la conducirá a viajar de Praga a Nueva York para dedicarse a interpretar los sueños de todo tipo de personajes. Pero en la misma Georginas destaca algo de onírico: el detalle de una mujer que enamora a la urdimbre de la Historia, de tal modo que no sólo personajes famosos llegarán a entregarle su corazón, sino que el mismo universo gira para mostrarle los grandes acontecimientos que azotan la primera mitad del siglo veinte: desde el final de la Gran Guerra hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Todo será vivido por una Georginas que parece no dar importancia a su tremendo magnetismo. ¡
Pero quizás soy yo quien está dándole demasiada importancia a su personalidad. Quizás le atribuyo poderes más elevados de los que realmente posee, y no es más que una pobre mujer que busca redimir el apellido de su hijo y que sobrevive gracias a los conocimientos que posee sobre teoría freudiana. Sí, quizás así sea, y lo que sucede es también yo he caído en la trampa hipnótica de Sarah Georginas Parker.
Lo mejorReiterando: el estilo. El autor nos conduce por donde desea hacerlo, nos transporta con sus palabras a uno u otro estado de ánimo, al amor y a la guerra, al bullicio de las ciudades y a la soledad del gabinete de interpretación de sueños. Todo se conjura entre las líneas como un hechizo, como un sueño. No hay forma de abandonar la lectura.
Lo peorLo peor de esta novela es que es literatura, literatura de verdad. Y como no pertenece a ninguna moda comercial ni recurre al morbo o al éxito fácil, y dado que muchos de nuestros editores se hallan poseídos por el espíritu de la calculadora, temo que acabe enterrada bajo la estulticia de nuestro tiempo. Le deseo al autor que no sea así, y que el merecido éxito que debe cubrir a La interpretadora de sueños le llegue cuanto antes.
Published on January 11, 2013 01:47
December 20, 2012
Antes de que llegue el fin del mundo
Mañana llegará el fin del mundo, según una versión del calendario maya. Digo una versión, porque no hace mucho fue publicada una noticia -con muy poca trascendencia por lo poco morboso de su mensaje- en la que se había descubierto "otro" calendario que aportaba una fecha distinta. Si mañana no se acaba todo, quizás se publique a lo grande. A los seres humanos nos gusta pensar en un final para todo.
Por otro lado, hay quienes defienden que el mundo terminará mañana, pero otros son menos apocalípticos, y se limitan a señalar que las profecías señalan en inicio de una nueva era, un cambio a nivel mundial.
Sea como fuere, ¿sucederá algo a partir de mañana? Un servidor piensa que no. Los cambios a nivel mundial no suelen aparecer de un día para otro, sino a partir de progresivos acontecimientos. En este sentido sí me gustaría que viéramos un cambio, al menos en nuestra sociedad.
Hace dos días vi un documental basado en el experimento de Stanley Milgram, que demostraba cómo una persona es capaz de obedecer órdenes de una autoridad, incluso si dichas órdenes desafían sus principios. Creo que el experimento, si bien puede tener algunas objeciones, demuestra que estamos acostumbrados a obedecer a quienes nos gobiernan.
Incluso aunque su mandato resulte inapropiado o perjudicial, lo acostumbrado es obedecer o, al menos, dejarnos llevar. Estamos hechos así. Desde niños aprendemos que debemos acatar lo que nos ordenan nuestros padres, o incluso cualquier adulto. Ese concepto permanece junto a nosotros cuando maduramos.
Me gustaría que esto cambiara a partir del 21.
Tengamos el valor de desobedecer, de forma unificada y pacífica, cuando es evidente que quienes gobiernan conducen nuestro país a la pobreza y la ignorancia, y entregan nuestros derechos al poder de la banca. Cuando nuestros amigos y familiares están en paro, cuando nuestros vecinos -o también amigos, o también familiares- han sido despojados de sus viviendas y no tienen donde dormir, cuando se reducen los gastos para I+D+I (uno de los pilares fundamentales del progreso de un país), educación y sanidad, pero se siguen aportando cifras mareantes para el rescate de la banca. Cuando sucede algo así es que las cosas, definitivamente, tienen que cambiar. Olajá los mayas lleven razón, pero para bien.
Me despido con este deseo hasta el 2013. Si el mundo sigue en su sitio, daré la bienvenida al nuevo año con nuevos anuncios (continúo empeñado en publicar 3 novelas el año que viene), críticas de novelas autopublicadas en Amazon y alguna que otra reflexión literaria. Hasta entonces, feliz fin 2012 (o fin del mundo, por si acaso).
Si os interesa ver un interesante documental basado en el experimento de Milgram, pinchad en este enlce . No tiene desperdicio.

Sea como fuere, ¿sucederá algo a partir de mañana? Un servidor piensa que no. Los cambios a nivel mundial no suelen aparecer de un día para otro, sino a partir de progresivos acontecimientos. En este sentido sí me gustaría que viéramos un cambio, al menos en nuestra sociedad.
Hace dos días vi un documental basado en el experimento de Stanley Milgram, que demostraba cómo una persona es capaz de obedecer órdenes de una autoridad, incluso si dichas órdenes desafían sus principios. Creo que el experimento, si bien puede tener algunas objeciones, demuestra que estamos acostumbrados a obedecer a quienes nos gobiernan.
Incluso aunque su mandato resulte inapropiado o perjudicial, lo acostumbrado es obedecer o, al menos, dejarnos llevar. Estamos hechos así. Desde niños aprendemos que debemos acatar lo que nos ordenan nuestros padres, o incluso cualquier adulto. Ese concepto permanece junto a nosotros cuando maduramos.
Me gustaría que esto cambiara a partir del 21.
Tengamos el valor de desobedecer, de forma unificada y pacífica, cuando es evidente que quienes gobiernan conducen nuestro país a la pobreza y la ignorancia, y entregan nuestros derechos al poder de la banca. Cuando nuestros amigos y familiares están en paro, cuando nuestros vecinos -o también amigos, o también familiares- han sido despojados de sus viviendas y no tienen donde dormir, cuando se reducen los gastos para I+D+I (uno de los pilares fundamentales del progreso de un país), educación y sanidad, pero se siguen aportando cifras mareantes para el rescate de la banca. Cuando sucede algo así es que las cosas, definitivamente, tienen que cambiar. Olajá los mayas lleven razón, pero para bien.
Me despido con este deseo hasta el 2013. Si el mundo sigue en su sitio, daré la bienvenida al nuevo año con nuevos anuncios (continúo empeñado en publicar 3 novelas el año que viene), críticas de novelas autopublicadas en Amazon y alguna que otra reflexión literaria. Hasta entonces, feliz fin 2012 (o fin del mundo, por si acaso).
Si os interesa ver un interesante documental basado en el experimento de Milgram, pinchad en este enlce . No tiene desperdicio.
Published on December 20, 2012 03:32
December 13, 2012
Confesiones literarias IX. Prohibido corregir mientras se escribe
En todo el proceso de escritura, puede que ésta sea una de las lecciones más difíciles de cumplir por el autor y, sin embargo, es también una de las más recomendadas no sólo por escritores de novela; lo he oído decir a profesionales en otras disciplinas. La norma es sencilla:
Mientras se crea NO se corrige.
Vale, un poquito sí se permite. Si tus dedos se traban y escribes mal una palabra, está permitido ponerla bien. Por otro lado, sucede que a veces se nos ocurre una forma mejor de decir una frase que acabamos de expresar. Bueno, esto es lógico. Tampoco hay que ponerse quisquillosos, y ante todo hay que obedecer los impulsos de nuestra creatividad; de modo que adelante, se permite borrar y reescribir.
Sin embargo, está demostrado que prestar atención a los fallos de, pongamos, el párrafo anterior en lugar de concentraros en los que escribimos resulta dañino para el mismo proceso creativo. Se pierde el hilo de lo que contábamos, el escritor escapa de su historia y ésta pierde la fuerza de la inspiración con la que se estaba desarrollando.
Todo esto puede sonar muy poético, pero resulta que tiene una justificación neurológica, y es que el proceso creativo y el dedicado a la corrección se encuentran en lados distintos del cerebro, de forma que, en efecto, desconectamos uno para conectar el otro.
Por tanto, debemos evitar sentarnos a corregir nuestra novela cuando tocaba seguir escribiendo, o dejar de escribir para comprobar que el párrafos que hemos terminado posee un estilo pulido. Nada de eso. Excluyendo algunos días afortunados, en los que las musas ya están ahí antes de que apriete la primera tecla, la mayoría de las veces éstas vienen en busca del escritor cuando éste lleva un rato contando mi historia. Si se pone a revisar desaparecerán, y quizás luego no tengan ganas de regresar.

Vale, un poquito sí se permite. Si tus dedos se traban y escribes mal una palabra, está permitido ponerla bien. Por otro lado, sucede que a veces se nos ocurre una forma mejor de decir una frase que acabamos de expresar. Bueno, esto es lógico. Tampoco hay que ponerse quisquillosos, y ante todo hay que obedecer los impulsos de nuestra creatividad; de modo que adelante, se permite borrar y reescribir.
Sin embargo, está demostrado que prestar atención a los fallos de, pongamos, el párrafo anterior en lugar de concentraros en los que escribimos resulta dañino para el mismo proceso creativo. Se pierde el hilo de lo que contábamos, el escritor escapa de su historia y ésta pierde la fuerza de la inspiración con la que se estaba desarrollando.
Todo esto puede sonar muy poético, pero resulta que tiene una justificación neurológica, y es que el proceso creativo y el dedicado a la corrección se encuentran en lados distintos del cerebro, de forma que, en efecto, desconectamos uno para conectar el otro.
Por tanto, debemos evitar sentarnos a corregir nuestra novela cuando tocaba seguir escribiendo, o dejar de escribir para comprobar que el párrafos que hemos terminado posee un estilo pulido. Nada de eso. Excluyendo algunos días afortunados, en los que las musas ya están ahí antes de que apriete la primera tecla, la mayoría de las veces éstas vienen en busca del escritor cuando éste lleva un rato contando mi historia. Si se pone a revisar desaparecerán, y quizás luego no tengan ganas de regresar.
Published on December 13, 2012 03:46
December 7, 2012
Reseña. El camino de las luciérnagas, por Mónica Rouanet
Inauguro esta sección pidiendo disculpas por no haber publicado ayer, que era cuando tocaba. Es malo no saber cuándo caen los días de fiesta; pero aquí estoy el viernes, dispuesto a hablaros de El camino de las luciérnagas, la que -parece- es la primera novela de Mónica Rouanet (podéis pinchar en el nombre para ir directos a su página web).
Si hay una palabra con la que, en términos generales, pueda definirse esta novela, es sorpresa. Cuando comencé a leerla no imaginaba ni por asomo que la trama iba a decantarse por una historia como la que relata.
Al principio la historia comienza con el relato alrededor de Atanasio, "Tano" para los amigos: la vida de este muchacho, que parece condenada al destierro de toda amistad por culpa de un nombre tan desafortunado (todos sabemos lo crueles que pueden llegar a ser los compañeros de colegio), se relata con cierto toque de humor que por unos instantes me recordó a Las cenizas de Ángela, sin que en nada fuera epigónica de esta, por supuesto. El camino de las luciérnagas destacaba por tener personalidad, estilo propio y la capacidad de lograr un interés por lo que cuenta. ¿Cómo no seguir leyendo?
La vida de Tano, tan poco dada a lo social, cambia de la noche a la mañana gracias a la llegada de un nuevo alumno, Anselmo, a quien su nombre no ha deparado ninguna penuria ni autismo forzado gracias a un carisma excepcional. Tano y Hans, como todos le llaman, se hacen amigos desde el primer día, y gracias a ello el protagonista consigue integrarse al fin dentro del grupo de clase. No obstante, el lector pronto descubre que Hans no es tan buen compañero como parece. Bajo una personalidad atrayente se esconde otra, manipuladora y oscura, que conducirá poco a poco la historia hacia instantes cada vez más escabrosos.
Pero El camino de las luciérnagas posee una atmósfera de nostalgia que inevitablemente atrae a quienes nacimos en la década de los 70 y vivimos nuestra juventud en los 80. La autora alterna capítulos en dos instantes temporales: unos en 2011 y otros que discurren entre finales de 1985 y mediados de 1986. En este pasado es fácil que identifiquemos como propias algunas de las primeras experiencias del protagonista: el primer sorbo de alcohol, la primera calada a un cigarro, la primera salida un sábado por la noche, el primer beso... todo queda plasmado de una forma tan natural, que el lector vuelve a la infancia y la adolescencia, y de forma automática se transforma en uno más de los miembros del grupo.
Lo mejor: los personajes. Mónica Rouanet logra describirlos con claridad y sencillez, de modo que es fácil imaginárselos; pero además consigue que éstos sean fieles a su forma de ser durante toda la historia, y que algunos incluso evolucionen, como es el caso de Atanasio, el protagonista. Por otro lado, el personaje de Hans está especialmente bien logrado, de tal forma que uno llega a sentirse víctima de sus manipulaciones.
Lo peor: Mónica todavía renquea en la técnica. Si bien su estilo es sencillo y fluido la mayor parte del tempo, hay lapsus de puntuación, alguna que otra falta de ortografía (menores en su mayor parte) y unas cuantas frases que podían haberse escrito con algo más de gracia. Cuestiones todas que probablemente veremos mejoradas en su próximo trabajo.
En definitiva, encontramos en esta novela una historia que entretiene, dividida en 66 capítulos breves que permiten una buena progresión. El camino de las luciérnagas nunca se hace pesado de transitar, y pese a que poco a poco va oscureciéndose, siempre queda algo del toque de humor con el que comienza.
¿Os apetece volver a los 80? Ésta es vuestra novela.

Al principio la historia comienza con el relato alrededor de Atanasio, "Tano" para los amigos: la vida de este muchacho, que parece condenada al destierro de toda amistad por culpa de un nombre tan desafortunado (todos sabemos lo crueles que pueden llegar a ser los compañeros de colegio), se relata con cierto toque de humor que por unos instantes me recordó a Las cenizas de Ángela, sin que en nada fuera epigónica de esta, por supuesto. El camino de las luciérnagas destacaba por tener personalidad, estilo propio y la capacidad de lograr un interés por lo que cuenta. ¿Cómo no seguir leyendo?
La vida de Tano, tan poco dada a lo social, cambia de la noche a la mañana gracias a la llegada de un nuevo alumno, Anselmo, a quien su nombre no ha deparado ninguna penuria ni autismo forzado gracias a un carisma excepcional. Tano y Hans, como todos le llaman, se hacen amigos desde el primer día, y gracias a ello el protagonista consigue integrarse al fin dentro del grupo de clase. No obstante, el lector pronto descubre que Hans no es tan buen compañero como parece. Bajo una personalidad atrayente se esconde otra, manipuladora y oscura, que conducirá poco a poco la historia hacia instantes cada vez más escabrosos.
Pero El camino de las luciérnagas posee una atmósfera de nostalgia que inevitablemente atrae a quienes nacimos en la década de los 70 y vivimos nuestra juventud en los 80. La autora alterna capítulos en dos instantes temporales: unos en 2011 y otros que discurren entre finales de 1985 y mediados de 1986. En este pasado es fácil que identifiquemos como propias algunas de las primeras experiencias del protagonista: el primer sorbo de alcohol, la primera calada a un cigarro, la primera salida un sábado por la noche, el primer beso... todo queda plasmado de una forma tan natural, que el lector vuelve a la infancia y la adolescencia, y de forma automática se transforma en uno más de los miembros del grupo.
Lo mejor: los personajes. Mónica Rouanet logra describirlos con claridad y sencillez, de modo que es fácil imaginárselos; pero además consigue que éstos sean fieles a su forma de ser durante toda la historia, y que algunos incluso evolucionen, como es el caso de Atanasio, el protagonista. Por otro lado, el personaje de Hans está especialmente bien logrado, de tal forma que uno llega a sentirse víctima de sus manipulaciones.
Lo peor: Mónica todavía renquea en la técnica. Si bien su estilo es sencillo y fluido la mayor parte del tempo, hay lapsus de puntuación, alguna que otra falta de ortografía (menores en su mayor parte) y unas cuantas frases que podían haberse escrito con algo más de gracia. Cuestiones todas que probablemente veremos mejoradas en su próximo trabajo.
En definitiva, encontramos en esta novela una historia que entretiene, dividida en 66 capítulos breves que permiten una buena progresión. El camino de las luciérnagas nunca se hace pesado de transitar, y pese a que poco a poco va oscureciéndose, siempre queda algo del toque de humor con el que comienza.
¿Os apetece volver a los 80? Ésta es vuestra novela.
Published on December 07, 2012 02:31
November 29, 2012
Inauguro sección. Reseña de autores autopublicados
Un poeta de esos que se perciben auténticos, con la personalidad de un artista de principios del XX, parece haber adivinado mis intenciones.
No nos conocemos en persona, y es probable que nunca lleguemos a conocernos. Ésta es la magia de las redes sociales. Sin embargo se me antoja con algunos rasgos de filósofo, otros de loco y muchos de bohemio. Que el aludido me disculpe si en algo no acierto, o si le he ofendido. A los verdaderos poetas, a los que parecen haberse entrevistado con los centauros de Rubén Darío, me los imagino así.
Como digo, creo que este poeta me ha visto venir. Amazon me ha encandilado de una forma especial. A pesar del chasco que me llevé al leer muchos de los autopublicados, el universo, la maraña de historias de quienes se autopublican y la pelea constante que mantienen por abrirse paso en ese universo de novelas virtuales no ha dejado de llamar mi atención. He entrado en el mundo y no he salido. Me ha atrapado, quizás para bien, o tal vez para mal... quién sabe.
He continuado leyendo autopublicados. En mi trayectoria he vuelto a encontrarme con una mayoría de historias que no me han gustado, pero he visto otras con las que me he llevado una agradable sorpresa. Me encantaría poder hablar de ellas.
Por esta razón me he decidido a abrir una etiqueta (que inauguro con esta entrada) para reseñar las novelas de autopublicados que vaya encontrando y me gusten. Eso sí, la sección estará sujeta a tres reglas muy básicas:
Sólo haré reseñas positivas. No habrán reseñas para las novelas que no me hayan gustado.Sólo reseñaré obras autopublicadas, o bajo sellos como B de books. No aceptaré reseñar obras de amigos personalesPues bien. Si nada lo impide, el próximo jueves comenzaré con la reseña de El camino de las luciérnagas de Mónica Rouanet. Una novela muy entretenida, que va desgranando una historia absolutamente inesperada.
El próximo jueves, la reseña completa.
No nos conocemos en persona, y es probable que nunca lleguemos a conocernos. Ésta es la magia de las redes sociales. Sin embargo se me antoja con algunos rasgos de filósofo, otros de loco y muchos de bohemio. Que el aludido me disculpe si en algo no acierto, o si le he ofendido. A los verdaderos poetas, a los que parecen haberse entrevistado con los centauros de Rubén Darío, me los imagino así.

He continuado leyendo autopublicados. En mi trayectoria he vuelto a encontrarme con una mayoría de historias que no me han gustado, pero he visto otras con las que me he llevado una agradable sorpresa. Me encantaría poder hablar de ellas.
Por esta razón me he decidido a abrir una etiqueta (que inauguro con esta entrada) para reseñar las novelas de autopublicados que vaya encontrando y me gusten. Eso sí, la sección estará sujeta a tres reglas muy básicas:
Sólo haré reseñas positivas. No habrán reseñas para las novelas que no me hayan gustado.Sólo reseñaré obras autopublicadas, o bajo sellos como B de books. No aceptaré reseñar obras de amigos personalesPues bien. Si nada lo impide, el próximo jueves comenzaré con la reseña de El camino de las luciérnagas de Mónica Rouanet. Una novela muy entretenida, que va desgranando una historia absolutamente inesperada.
El próximo jueves, la reseña completa.
Published on November 29, 2012 08:48
November 22, 2012
Un trozo de novela
Hace unas semanas me propuse un reto: publicar tres novelas en 2013. Por el momento, y a menos que el mundo se acabe según las profecías mayas, parece que todo apunta a que lo conseguiré.
Hoy deseaba regalaros un pedazo de una de esas historias. Todavía la estoy escribiendo, y aún no tiene título definitivo (aunque si algunos provisionales), pero la trama ya está perfilada y llevo una tercera parte escrita. Lo que hoy os dejo es el prólogo. Probablemente al leerlo os hagáis una idea. Bien, desechadla. Os puedo garantizar que no se trata de una novela histórica. Es un thriller.
Os dejo con la historia:
***
Fortaleza de Vela, situada entre Jaca y Saraqusta.Territorios cristianos al norte de Al-Ándalus.Año 778 d.C.
-¡Mi señor ha despertado!¡Mi señor Nuño ha despertado! ¡Loado sea Dios! Juan corría a trompicones por los pasillos de la fortaleza, gritando la noticia a voz en cuello. Los amplios portones que daban al patio de armas estaban abiertos. Juan casi se cayó al bajar los escalones. En el patio formaban ciento cuarenta hombres armados. Era noche cerrada y llovía con fuerza. Había muy poca visibilidad; a pesar de todo, el joven escudero reconoció a Oveco, la mano derecha de Nuño; grande y velludo como un oso pardo. Montaba a lomos de un caballo negro protegido con barda plateada. Juan se aproximó corriendo y, rodilla en tierra, besó el blasón pintado en las grebas del caballero. -Mi señor Nuño ha despertado al fin. Oveco emitió un leve gruñido y se acarició su barba espesa y rizada. -¡Está despierto! –repitió Juan. -¿Cómo de despierto? -Ha preguntado por sus armas. Oveco distendió sus gruesos labios en una sonrisa de medio lado.-También ha querido saber si aún custodiamos a la Serp… -¡No menciones su nombre! El caballero alzó el brazo, y a punto estuvo de golpear a Juan, pero se arrepintió al ver cómo éste se escurría bajo las patas del caballo. -Disculpas –continuó el escudero, aún cubriéndose el rostro-, pero ¿no demuestra eso que el espíritu ha regresado al cuerpo de mi señor? Ha despertado y se halla entero. Está en la capilla, dando gracias a Dios y a Nuestra Señora. Quiere defender la fortaleza como los demás. Oveco alzó el rostro a la noche y volvió a acariciar su hirsuta barba. Sus ojos repasaron la fachada de la fortaleza, bien definida sobre la negrura gracias a la iluminación de varios hachones, colocados en lugares estratégicos y a buen resguardo de la tormenta. Haber dejado las luces encendidas durante la noche constituía toda una provocación hacia el enemigo. Bajo cualquier otra circunstancia habría sido mejor apagarlas, para así dejar que los muros se fundieran con la oscuridad. No obstante, era necesario que la fortaleza fuera visible desde la lejanía en todo momento. Esperaban a alguien de importancia. Un sonoro griterío lo sacó de sus pensamientos. Procedía del exterior, al otro lado de los muros. Era la voz del enemigo, que se preparaba para el asedio; dentro, en el patio de armas, los caballos relincharon y patearon, y los hombres de a pie levantaron instintivamente sus escudos. Se respiraba el aroma a batalla.
-De acuerdo –dijo Oveco, descabalgando-. Juan, enjaeza la montura de nuestro señor, por si de verdad encuentra fuerzas para acompañarnos. Luego ven a la capilla; tal vez Nuño requiera algo de ti. El escudero asintió y salió disparado hacia los establos. Oveco se adentró en la fortaleza y llegó hasta la capilla. Allí, tal y como le había asegurado el escudero, se encontraba Nuño. Llevaba bien ceñida la coraza y las grebas. Arrodillado, con la espada desenvainada y la frente apoyada sobre los gavilanes de ésta, rezaba a una gran cruz de madera. Oveco se arrodilló a su lado. -Dios ha tenido misericordia de vos. -Me quiere despierto para hacerme cumplir mis promesas –sentenció Nuño, permitiéndose apartar su rostro de la meditación y dirigiéndolo a Oveco. Al hacerlo, el otro pudo ver que en su señor destacaba el surco de una brecha espantosa, aún en carne viva, que le cruzaba la cabeza desde la base del cráneo hasta el pómulo derecho. -¡Dios del cielo! –musitó Oveco –No estáis curado del todo. Os falta todavía mucho descanso para reparar una herida como la que… -Imposible. Necesito quedarme en pie. -Pero os desangraréis. ¿Cómo habéis logrado vestiros la armadura? -Dios me quiere despierto, ya os lo he dicho. En un momento como éste debo velar por cumplir nuestro objetivo. Nuño se puso en pie, caminó hasta la cruz y la besó con delicadeza. -¿Cuántos? –preguntó al instante, sin volverse. -Cuatro, tal vez cinco mil sarracenos. -Demasiados para nosotros. -Nos asediarán de un momento a otro. -Así harán, pero debemos esperar y enfrentarlos, aunque nos vaya la vida en ello. Oveco agachó el rostro. -Así lo hemos jurado hacer, mi señor Nuño. -No podemos olvidar que custodiamos un prisionero de gran importancia. El Papa desea que se le conduzca a Roma con vida. Él mismo, guiado por la ira de Dios, será quien le excomulgue y presencie su muerte. Nadie más. -Pero es posible que no aguantemos hasta el atardecer de mañana. -Tal vez sea suficiente. ¿Siguen encendidas las antorchas? -Así siguen, mi señor. Nuño se volvió al fin. Caminó hasta Oveco, quien todavía permanecía arrodillado en actitud sumisa, y tomándolo por los hombros le ayudó a levantar. -Con nuestra espada contendremos a los sarracenos, amigo mío, y con la fe rezaremos para que Carlomagno nos encuentre. Regresa ya desde Saraqusta, y sin duda habrá recibido la misiva que le conmina a pasar por esta fortaleza para recoger al prisionero del Papa. Si Dios quiere, nos hallará al amanecer. Oveco asintió. La mirada de Nuño se desvió por encima del hombro de su amigo. Juan permanecía de pie en la entrada. -Juan… El aludido corrió hasta su señor, se arrodilló y le besó los pies. -Mi señor natural, os halláis con vida. Cristo misericordioso… -Has velado por mi salud todo este tiempo, amado escudero. Incluso cuando no estaba en mí te notaba cerca del lecho. Serás recompensado, si me demuestras tu fidelidad en esta noche. ¿Has enjaezado mi caballo? -Así me lo ha ordenado Oveco. De repente, un poderoso estruendo detuvo la conversación. Venía de fuera, desde las puertas. -¡Ya ha comenzado! –gruñó Oveco-. Los infieles lanzan el ariete contra nuestras puertas. -Prepara a los hombres –indicó Nuño-. Que estén listos para el asedio y la muerte. Oveco se puso de rodillas, se persignó y salió corriendo en dirección al patio de armas. Nuño y Juan quedaron solos. -Ven –indicó el caballero –de rodillas, Juan. El otro obedeció. Quedó arrodillado junto a su señor, quien le colocó una mano sobre la cabeza. -Se nos ha concedido un alto privilegio. Hemos capturado al mayor criminal de nuestro tiempo, odiado y perseguido tanto por cristianos como por sarracenos. Esta persona, si es que merece tal nombre, ha matado, robado y engañado tanto como ha podido. Ha violado las leyes humanas y divinas hasta límites blasfemos. Es un demonio con piel de hombre, que ha burlado a jueces durante décadas, huyendo de las mejores cárceles y de los más atentos centinelas para continuar sin descanso cometiendo sus maldades. Sabes cómo le llaman, ¿verdad? -No se me permite invocar su nombre –dijo el otro, von voz temblorosa. -Ahora, aquí, arrodillado ante mí y la bendita Cruz, se te está permitido que lo hagas. Sólo para que tomes conciencia de quién es tu objetivo, tu misión. -La Serpiente Gris. -La Serpiente Gris –repitió Nuño-. No hallarás a nadie tan astuto y peligroso como ese criminal en toda tu vida, Juan. Ninguna otra época ha recibido la maldición de un hombre semejante, y posiblemente jamás volverá a verse nadie igual de aquí al fin de los tiempos. Ambos quedaron en silencio. La capilla, a la luz anaranjada de los cirios, parecía estar siendo devorada lentamente por la oscuridad. La llama de éstos se agitó al tiempo que un nuevo estruendo hizo temblar las paredes. Los sarracenos continuaban lanzándose contra las puertas. Nuño cerró los ojos para percibir con mayor claridad el sonido del exterior. Le llegó un griterío amortiguado por los muros, procedente de un millar de gargantas. Era la misma voz de la batalla. Los sarracenos debían haber entrado en el patio de armas. -La Serpiente Gris es el mal –continuó, todavía con los ojos cerrados-. Es el mal en persona. Sólo el Papa puede purificar tal aberración. Por eso, Juan, debemos guardarlo en su celda hasta que llegue el ejército de Carlomagno. -Los sarracenos lo quieren, por eso nos asedian. -En efecto, porque lo detestan tanto como nosotros, pero no olvides que actuamos en nombre del Dios único y verdadero. A Él lo entregaremos. ¿Estás dispuesto a cumplir este cometido, aun perdiendo tu vida si fuera necesario? -Sí. -En ese caso termina aquí tu vida como escudero. Yo te nombro caballero, protector de la fe de Nuestro Señor Jesucristo y de su Santa Iglesia. -No he tenido tiempo de velar las armas. -Lo tendrás. Pero deseo que actúes esta noche como caballero. Defiende tu honor y a tu prisionero como uno de nosotros. Mañana ya tendrás tiempo de ser nombrado en una ceremonia oficial. -Así lo haré, mi señor. De pronto, Oveco abrió de golpe las puertas de la capilla. -¡Mi señor, nos asaltan desde varios frentes! ¡No podremos contenerlos mucho más!
Nuño, Juan y Oveco regresaron corriendo al patio de armas. El lugar se había transformado en un escenario de batalla. Los sarracenos entraban por las puertas, que habían sido derribadas con el ariete, e inundaban el interior en una oleada de hombres armados. A izquierda y derecha más enemigos saltaban el muro, sin que nada pudieran hacer los hombres apostados en el adarve; eran demasiados. Flechas incendiadas volaban procedentes del exterior, llenando el cielo en haces de fuego, para caer sobre cualquier edificio con techo de madera. -¡Contenedlos! –gritó Nuño -¡Qué no pasen! Lo asaltó un mareo repentino. La herida en su cabeza, no curada del todo, le recordaba su precario estado de salud. Volvía a sangrar por la brecha que le había causado su prisionero, la Serpiente Gris, en el instante que fue capturado. Le había abierto la cabeza con un hacha, antes de que consiguiera desarmarlo y reducirlo. Probablemente la herida era mortal, pero Nuño no estaba dispuesto a marcharse de este mundo sin cumplir su misión. Parpadeó para centrarse. Caminó hasta su caballo, bajó la celada de su yelmo y montó de un salto; luego desenfundó la espada y se lanzó contra la masa de enemigos. A su izquierda, el poderoso Oveco corría agitando una maza sobre su cabeza. -¡Por Dios, y por el Papa! –gritó Nuño. Cargó contra dos sarracenos, lanzó un golpe vertical descendente, primero a uno, luego a otro, y derribó a ambos. A su lado, Oveco pasó de un salto por encima de las primeras filas de enemigos. Rodeado por un sinfín de sarracenos, lanzaba mazazos en todas direcciones. La batalla se encontraba en su momento álgido. Y los hombres de la fortaleza, viendo que Nuño los guiaba, recuperaron la moral y lograron contener el primer embate enemigo. Pero entonces algo paralizó a Nuño: un grito desgarrador a su espalda; un grito familiar. Juan. Se volvió. Su escudero, arrodillado sobre la tierra del patio, le devolvió una mirada aterrorizada. De su estómago asomaba la punta de una espada. Tras él había un hombre. Tenía el pelo largo y alborotado como el de un salvaje, y mirada intensa. Iba vestido con andrajos, a través de los cuales se adivinaba un cuerpo nervudo, atlético. Aquel hombre miró a Nuño durante unos segundos y sonrió, dejando ver una hilera de dientes blanquísimos e inquietantemente afilados. Recuperó su espada extrayéndola del cuerpo moribundo de Juan y echó a correr. Nuño, aún desconcertado, vio cómo le pasaba de largo, directo a las puertas, donde se apretaba una maraña de sarracenos y caballeros de la Cristiandad. La Serpiente Gris escapaba. De alguna forma, había conseguido liberarse de los cinco grilletes que lo retenían, abrir la puerta de su celda y burlar a la media docena de guardias que no le quitaban ojo. -¡Es… imposible! –musitó Nuño, levantándose la celada para cerciorarse de que, en efecto, era su prisionero quien huía. Pero no tardó en reaccionar. -¡A él! Sin embargo, el fragor del combate impidió que alguien viera a quién se refería… salvo Oveco.Su hermano caballero también había advertido la muerte de Juan, y seguido a la Serpiente Gris hasta ver cómo se introducía de lleno en el centro de la batalla. -¡Mi lanza! –gritó Nuño. Oveco retrocedió hasta alcanzar la posición de Juan. El fallecido guardaba la lanza de su señor. El caballero la tomó y se la acercó a Nuño. -No podréis pasar, hay demasiados enemigos –le advirtió. -Él ha pasado. -Porque no viste nuestras ropas, pero los sarracenos no tardarán en reconocerle. Es a él a quien buscan. Permita que lo maten ellos. -Antes muerto que presenciar tal cosa. Si voy a negar una petición a nuestro señor el Papa, y la Serpiente ha de morir antes de ser entregado, que sea a manos de un cristiano. Oveco, apretando los labios, afirmó con la cabeza y alargó la lanza a Nuño. -Mi señor, le cubriré las espaldas. Que Dios guíe su mano. Nuño tiró de las riendas de su caballo y lo condujo al lado opuesto del patio para tomar carrerilla. Allí se permitió observar unos instantes el muro de sarracenos que tenía delante. No había ni rastro de la Serpiente Gris; se había confundido con el enemigo. Era necesario darse prisa. Dejó escapar un bramido y espoleó su caballo con fuerza. El animal lanzó un relincho, se encabritó y se lanzó a la carrera. Nuño no tardó en llegar hasta la maraña del combate; allí saltó por encima de la primera fila de enemigos. Atacó y su lanza se partió tras derribar a dos hombres de sus monturas. Entonces desenfundó la espada y comenzó a lanzar tajos a un lado y al otro, pero los sarracenos respondieron. Comenzaron a atacarle, a cortarle las piernas a espadazos y a herir a su montura. El caballero notó la mordedura del acero, pero no se rindió. Espoleó el caballo y consiguió avanzar unos metros hasta colocarse cerca de las puertas. Pero entonces escuchó un zumbido; al momento dos flechas lo alcanzaron en el torso; su cuerpo se agitó con una tensión difícil de soportar; y luego, como si su alma escapara a través de las heridas, Nuño sintió que desfallecía. Sin embargo, su voluntad se negó a rendirse ante aquel destino. Gruñó, y abriéndose paso con la espada, continuó adelante. Logró cruzar las puertas y salió al exterior. Allí descubrió a su objetivo: la Serpiente Gris. Se encontraba a sólo unos metros de su posición, corriendo por una zona algo liberada de enemigos. Nuño agarró con fuerzas las riendas de su caballo y con ellas lo fustigó a ambos lados del lomo. El animal, herido y cansado, gritó por el esfuerzo, pero obedeció a su amo. El caballero consiguió pasar por delante de los sarracenos y alcanzó la zona despejada, donde adquirió algo de velocidad. Ahora Nuño escuchaba el clamor de la batalla a sus espaldas. Ganaba terreno a la Serpiente Gris, pero las flechas de su torso le punzaban las entrañas, y la herida en la cabeza le palpitaba con fuerza. Su vista se nubló durante unos segundos; en ese lapso de tiempo, sintió que sus manos dejaban de gobernar la montura. No obstante se hallaba demasiado cerca para rendirse; tan sólo a unos pocos pasos. Un último esfuerzo, un último aliento, y conseguiría atrapar a aquel deleznable criminal. Pero en ese momento otra flecha le alcanzó en la espalda. Nuño dejó escapar un quejido de dolor, junto al cual huyeron de golpe todas sus energías. Se tambaleó a lomos de su caballo, que bufó totalmente extasiado. La Serpiente volvía a confundirse con los sarracenos, quienes, concentrados en la figura del caballero, parecían no ver al misterioso hombre que corría entre sus filas. -¡En el nombre de…! –gritó Nuño.Apretó los dientes, buscando retener sus últimas fuerzas. Aun tenía la espada en su diestra. Observó la empuñadura; los gavilanes donde hacía unos instantes había apoyado su frente en oración. En aquel momento su caballo detuvo la carrera con un grito desgarrador. Sus patas delanteras se doblaron, pero mientras caía, Nuño tuvo tiempo de tomar impulso y lanzar su arma. La espada rasgó el aire y se clavó en la espalda de la Serpiente Gris. Nuño cayó junto a su caballo, rodó por el suelo en un par de vueltas y quedó tendido boca arriba en la hierba. El sentido lo abandonó durante unos instantes, pero cuando volvió en sí estudió su alrededor con avidez. A unos metros encontró a su prisionero; se retorcía de dolor, agitado por violentas convulsiones; luego se detuvo en seco. Estaba muerto, no había duda. Nuño se permitió una sonrisa. Finalmente, él tampoco había llegado a ser un centinela adecuado para el criminal más peligroso de la Cristiandad. El deseo del Papa se había esfumado, pero al menos aquel hombre no volvería a extender el mal. Acabar con la vida de la Serpiente Gris antes de que huyera era una buena acción, Nuño lo sabía, una por la que cualquier hombre recibiría la salvación y el perdón de pecados. Por eso bajó su celada y dejó que sus labios musitaran una última oración, antes dejar que su alma ascendiera a los cielos.
Hoy deseaba regalaros un pedazo de una de esas historias. Todavía la estoy escribiendo, y aún no tiene título definitivo (aunque si algunos provisionales), pero la trama ya está perfilada y llevo una tercera parte escrita. Lo que hoy os dejo es el prólogo. Probablemente al leerlo os hagáis una idea. Bien, desechadla. Os puedo garantizar que no se trata de una novela histórica. Es un thriller.
Os dejo con la historia:
***
Fortaleza de Vela, situada entre Jaca y Saraqusta.Territorios cristianos al norte de Al-Ándalus.Año 778 d.C.
-¡Mi señor ha despertado!¡Mi señor Nuño ha despertado! ¡Loado sea Dios! Juan corría a trompicones por los pasillos de la fortaleza, gritando la noticia a voz en cuello. Los amplios portones que daban al patio de armas estaban abiertos. Juan casi se cayó al bajar los escalones. En el patio formaban ciento cuarenta hombres armados. Era noche cerrada y llovía con fuerza. Había muy poca visibilidad; a pesar de todo, el joven escudero reconoció a Oveco, la mano derecha de Nuño; grande y velludo como un oso pardo. Montaba a lomos de un caballo negro protegido con barda plateada. Juan se aproximó corriendo y, rodilla en tierra, besó el blasón pintado en las grebas del caballero. -Mi señor Nuño ha despertado al fin. Oveco emitió un leve gruñido y se acarició su barba espesa y rizada. -¡Está despierto! –repitió Juan. -¿Cómo de despierto? -Ha preguntado por sus armas. Oveco distendió sus gruesos labios en una sonrisa de medio lado.-También ha querido saber si aún custodiamos a la Serp… -¡No menciones su nombre! El caballero alzó el brazo, y a punto estuvo de golpear a Juan, pero se arrepintió al ver cómo éste se escurría bajo las patas del caballo. -Disculpas –continuó el escudero, aún cubriéndose el rostro-, pero ¿no demuestra eso que el espíritu ha regresado al cuerpo de mi señor? Ha despertado y se halla entero. Está en la capilla, dando gracias a Dios y a Nuestra Señora. Quiere defender la fortaleza como los demás. Oveco alzó el rostro a la noche y volvió a acariciar su hirsuta barba. Sus ojos repasaron la fachada de la fortaleza, bien definida sobre la negrura gracias a la iluminación de varios hachones, colocados en lugares estratégicos y a buen resguardo de la tormenta. Haber dejado las luces encendidas durante la noche constituía toda una provocación hacia el enemigo. Bajo cualquier otra circunstancia habría sido mejor apagarlas, para así dejar que los muros se fundieran con la oscuridad. No obstante, era necesario que la fortaleza fuera visible desde la lejanía en todo momento. Esperaban a alguien de importancia. Un sonoro griterío lo sacó de sus pensamientos. Procedía del exterior, al otro lado de los muros. Era la voz del enemigo, que se preparaba para el asedio; dentro, en el patio de armas, los caballos relincharon y patearon, y los hombres de a pie levantaron instintivamente sus escudos. Se respiraba el aroma a batalla.


Published on November 22, 2012 03:55
November 15, 2012
14N Crónica de una manifestación violenta
Son aproximadamente las 20:15 cuando llego a la estación. Muchos de los manifestantes ya se están marchando, pero desde la glorieta de Carlos V a la calle Alcalá no cabe un alma.
Como buenamente puedo, me abro paso por el Paseo del Prado hasta Neptuno. Allí me resulta imposible avanzar más; tal es la aglomeración de gente. Se gritan consignas y se enarbolaban carteles que, en definitiva, piden un cambio, un cese de las políticas actuales.
A eso de las 21:30 comienzan las pitadas a la policía. Buena parte de los manifestantes se han marchado, pero todavía queda mucha, mucha gente. Como quince minutos después, aumentan los insultos y pitidos, y comienzan a lanzarse objetos a la fila de agentes.
Los antidisturbios avanzan. Caminan desde las marquesinas de los autobuses hasta el centro de la plaza. Los manifestantes corren. Comienzan a lanzarse petardos. Llega un refuerzo policial por la espalda, por la calle Felipe IV. Cuatro o cinco furgonetas. Los antidisturbios cercan a los manifestantes, que se aprietan en el Paseo del Prado. Allí no cabe nadie. Muchos gritan que no se corra, porque hay demasiada gente, y si se corre, puede ocurrir el desastre.
Llega un representación del cuerpo de bomberos. Se pasea entre los manifestantes, que les aplauden por sumarse a la protesta. Se escuchan gritos dirigidos a la policía. Les piden que sigan el ejemplo.
La policía avanza por el Paseo del Prado, dividendo a la gente, que sigue lanzando objetos y gritando consignas. Comienzan a escucharse las descargas de los fusiles de pelotas, se confunden con las explosiones de los petardos.
Cargan. La gente se apretuja contra la fachada del Museo del Prado y se refugia en las escaleras de la puerta de Goya. Allí son perseguidos y empujados hacia la iglesia de los Gerónimos.
El Paseo del Prado parece un campo de batalla. En el ambiente flota un humo blanquecino. Se escuchan gritos, sirenas y descargas. Pequeños incendios salpican la zona. Los manifestantes han pegado fuego a cubos de basura, papeleras y contenedores. Barricadas de llamas perlan la carretera.
Llego a la glorieta de Carlos V. Algunos intentan destrozar el escaparte del Mc. Donalds con una valla. En la plaza todos se echan las manos a la cabeza y sacan fotos. Frente a ellos, en la calle Atocha, se levanta una barrera de fuego de más de diez metros. No hay policía aquí. Los manifestantes destrozan todo lo que encuentran a su paso.
Contenedores ardiendo en la calle Atocha.
Las llamas todavía no han alcanzado toda su virulenciaCuando al fin llegan los antidisturbios todos corren; unos en dirección a la estación de Atocha; otros hacia Delicias. El tráfico está cortado, pero se reanuda al poco rato. Ya no hay manifestación, sólo grupos dispersos. Llegan los bomberos.
Regreso a casa. En ningún momento he atacado a los policías, ni les he increpado. Sólo he observado lo que sucedía a cierta distancia. Ahora sólo me queda meditar sobre lo vivido.
Hoy despierto con una idea. Estoy en contra de los recortes de este gobierno. Tampoco me pongo del lado de los radicales y los violentos. Pero deseaba hablar sobre lo que vi ayer: la crónica de una manifestación violenta, de una sociedad que parece cada vez más cansada de que no se le haga ni caso, aunque ocupen las calles con un clamor unánime hacia unos políticos que han incumplido todas y cada una de las promesas con las que se ganaron el voto de muchos.
El Gobierno ha dicho que va a continuar con su política. Más recortes, más familias en la extrema pobreza, más paro... y por otro lado, más indignación y mayor sensación de que la queja del ciudadano no es escuchada por quienes mandan.
Y yo presiento, con pena, que el aumento de la violencia es la última escapatoria de personas que se sintieron ignoradas cuando las cosas se hicieron por las buenas. No sé si se llegará a algo con ello, pero a ello hemos llegado, por desgracia.
Veremos qué nos depara el futuro.
Como buenamente puedo, me abro paso por el Paseo del Prado hasta Neptuno. Allí me resulta imposible avanzar más; tal es la aglomeración de gente. Se gritan consignas y se enarbolaban carteles que, en definitiva, piden un cambio, un cese de las políticas actuales.
A eso de las 21:30 comienzan las pitadas a la policía. Buena parte de los manifestantes se han marchado, pero todavía queda mucha, mucha gente. Como quince minutos después, aumentan los insultos y pitidos, y comienzan a lanzarse objetos a la fila de agentes.

Llega un representación del cuerpo de bomberos. Se pasea entre los manifestantes, que les aplauden por sumarse a la protesta. Se escuchan gritos dirigidos a la policía. Les piden que sigan el ejemplo.
La policía avanza por el Paseo del Prado, dividendo a la gente, que sigue lanzando objetos y gritando consignas. Comienzan a escucharse las descargas de los fusiles de pelotas, se confunden con las explosiones de los petardos.
Cargan. La gente se apretuja contra la fachada del Museo del Prado y se refugia en las escaleras de la puerta de Goya. Allí son perseguidos y empujados hacia la iglesia de los Gerónimos.
El Paseo del Prado parece un campo de batalla. En el ambiente flota un humo blanquecino. Se escuchan gritos, sirenas y descargas. Pequeños incendios salpican la zona. Los manifestantes han pegado fuego a cubos de basura, papeleras y contenedores. Barricadas de llamas perlan la carretera.
Llego a la glorieta de Carlos V. Algunos intentan destrozar el escaparte del Mc. Donalds con una valla. En la plaza todos se echan las manos a la cabeza y sacan fotos. Frente a ellos, en la calle Atocha, se levanta una barrera de fuego de más de diez metros. No hay policía aquí. Los manifestantes destrozan todo lo que encuentran a su paso.

Las llamas todavía no han alcanzado toda su virulenciaCuando al fin llegan los antidisturbios todos corren; unos en dirección a la estación de Atocha; otros hacia Delicias. El tráfico está cortado, pero se reanuda al poco rato. Ya no hay manifestación, sólo grupos dispersos. Llegan los bomberos.
Regreso a casa. En ningún momento he atacado a los policías, ni les he increpado. Sólo he observado lo que sucedía a cierta distancia. Ahora sólo me queda meditar sobre lo vivido.
Hoy despierto con una idea. Estoy en contra de los recortes de este gobierno. Tampoco me pongo del lado de los radicales y los violentos. Pero deseaba hablar sobre lo que vi ayer: la crónica de una manifestación violenta, de una sociedad que parece cada vez más cansada de que no se le haga ni caso, aunque ocupen las calles con un clamor unánime hacia unos políticos que han incumplido todas y cada una de las promesas con las que se ganaron el voto de muchos.
El Gobierno ha dicho que va a continuar con su política. Más recortes, más familias en la extrema pobreza, más paro... y por otro lado, más indignación y mayor sensación de que la queja del ciudadano no es escuchada por quienes mandan.
Y yo presiento, con pena, que el aumento de la violencia es la última escapatoria de personas que se sintieron ignoradas cuando las cosas se hicieron por las buenas. No sé si se llegará a algo con ello, pero a ello hemos llegado, por desgracia.
Veremos qué nos depara el futuro.
Published on November 15, 2012 07:30