Edilberto Aldán's Blog, page 82
July 27, 2013
guardagujas ochenta y dos
 
Textos de Dalila Mata / Norberto de la Torre / Agustín Fest / Alejandro Espinoza
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        Published on July 27, 2013 23:17
    
July 26, 2013
Envoltorio de papaya / Casa
 
Envoltorio de papayaCasa
LejosEscribo estas líneas lejos de lo que llamo Casa, ese sitio donde está mi familia, donde comparto todas las horas posibles con la mujer que amo y el niño que quiero se sienta orgulloso de mí, el sitio que se construye en la diaria convivencia y crece hasta formar un hogar; Casa también es mi sitio de trabajo, un lugar que se levanta sobre la mutua confianza y donde todos los días intento eliminar la relación de empleados y privilegiar la de colaboradores; Casa incluye cada una de las mesas o esquinas donde me he detenido con mis amigos para conversar sin que importe que caiga la noche o nos atrape el amanecer.No son las paredes o las construcciones lo que hacen una Casa, es la oportunidad de imaginar al otro, el intercambio de estados anímicos, el interés mutuo, la voluntad de compartir, elementos con los que en cualquier parte se puede fundar un lugar digno para vivir, más allá de cualquier condición material.Redacto que escribo lejos de Casa porque desde que bajé del autobús no he dejado de sentir cuánto pesa en la mirada de los desconocidos la desconfianza; esos pequeños gestos con que uno cambia la billetera del lugar habitual a otro en el que cree que el dinero estará más seguro; la respuesta inmediata a cualquier ruido que hace apretar la bolsa contra el cuerpo; la decisión de caminar sin mirar a los ojos del otro, cuidando que a donde vaya la mirada no se provoque un encuentro desagradable. Al estar lejos de Casa, uno se despoja de la confianza como si fuera una prenda, se siguen los consejos con que te despiden los que amas: ten cuidado, mantente alerta, con precaución… o cualquiera de esas formas amables con que te inoculan el miedo, la sensación permanente que mantiene alerta todos los sentidos porque, lejos, cualquier cosa puede suceder, y nunca será algo bueno.A pesar de la desconfianza compartida, quizá por eso mismo, es evidente quiénes pertenecen a esta ciudad y quiénes somos ajenos, a los extranjeros nos delata el exceso de cuidado, el gesto de más con que nos alejamos de los otros; a quienes son de aquí los distingue que sus precauciones son ya un hábito, es parte de su rutina; a los extranjeros se nos reconoce porque exageramos toda medida, de nuevo, esos gestos que no logramos pasen inadvertidos porque los repetimos una y otra vez: la maleta cerca, la mirada huidiza, evitar todo contacto con los extraños…
ExtranjerosEn la mesa de al lado, una muchacha, extranjera como yo, no puede evitar la sorpresa de verme escribir, que no es de aquí la delata el asombro con que me mira cómo tecleo y me animo a sacar en público el pequeño equipo portátil, seguro piensa que no estoy siendo suficientemente precavido porque no me he atado mi equipaje a la pierna; en una de esas, igual me confunde y cree que soy de esta ciudad, que aquí es mi Casa.A pesar de lo que ella pueda pensar, a pesar de que yo nací en esta ciudad, ya no la puedo llamar mía, incluso cuando por debajo de las nuevas estructuras logro reconocer el paisaje que alguna vez transité, soy un extranjero porque he decidido construir mi Casa en otro lugar, y aunque no lo quiera, eso se nota en mi forma de desplazarme. Es posible que recupere la pertenencia cuando me encuentre a las personas que forman parte de mi círculo social, a los amigos o familiares con quienes me voy a encontrar; por unas horas, lo sé, podrá parece que nunca me he ido, la conversación, las risas, me dotarán por unos momentos de la seguridad necesaria para sentir que soy de aquí. Esos son los cimientos de una Casa, no sentirse extraño. Los elementos con que conformamos la imagen del otro.No ser ajeno, así lo creo, más que con un lugar tiene que ver con quienes nos rodeamos, la forma en que construimos una relación con los otros, con los lazos de confianza que tendemos hacia el otro para que deje de ser extraño, la convivencia pues, pero también tengo claro que es un trabajo que requiere de colaboración de las partes, no basta la decisión unipersonal de levantar un lugar habitable para formar algo, no sirve el esfuerzo si se realiza desde un solo lado; uno puede decir lo que quiera de uno mismo, pero son nuestros gestos los que nos delatan, nos caracterizan.En días recientes, se han sucedido una serie de hechos violentos en la ciudad en la que vivo, magnificados (creo) por el páramo de novedades en que nos dejó el fin de las campañas electorales; no trato de disminuir un asalto o una muerte, pero sí considero que la atención con que los medios difunden se relaciona con la incapacidad de los comunicadores de encontrar noticias tras la comodidad de mes y medio en que la clase política se convirtió en fuente inacabable de declaraciones; no había necesidad de reportear, de investigar, bastaba extender la grabadora para encontrar la frase de un candidato. Ahora que esa llave se cerró, pareciera que no queda otro remedio que volver la mirada a los problemas que nos tocan más de cerca, la inseguridad es uno de ellos, el regodeo exagerado en ese tipo de notas, un exceso.Si grave es nuestra incapacidad como comunicadores para hallar novedades suficientes como para generar noticias, transformar nuestro entorno en información pertinente, peor ha sido la respuesta de las autoridades, quienes presionadas por los medios a declarar sobre el asunto, han caído en el facilismo de culpar a los extranjeros. Otra vez, quienes vivimos en esta ciudad no tenemos la culpa, somos “gente buena” y la violencia proviene de otros lados, más allá de nuestras fronteras… ¿de veras?¿Qué gana la autoridad tratándonos así?, ¿de qué le sirve culpar a otros?, ¿para qué perpetuar el cliché de los malos ajenos y los buenos propios? Lo triste también, es la conformidad con que aceptamos que el mal viene de afuera, la paz en que nos acomodamos cuando nos dicen que nosotros no estamos mal. ¿Para qué estigmatizar al extranjero?, ¿acaso no lo hemos sido todos alguna vez?En unas horas volveré a Casa, lamentablemente me recibirá esa sensación de que soy de otra parte, podré ser señalado porque no pertenezco y, de acuerdo a las autoridades, llevaré el mal conmigo, por el simple hecho de no haber nacido en esta ciudad. Con esas características nos imaginan a quienes somos de fuera.
Coda“Imaginar al otro no es sólo una herramienta estética. Es, desde mi punto de vista, también un imperativo moral mayor. Y finalmente, imaginar al otro -si me prometen no citar este pequeño secreto profesional-; imaginar al otro es también un profundo y muy sutil placer humano”. Discurso de Amos Oz al recibir el Premio Goethe en 2005
@aldan
        Published on July 26, 2013 23:01
    
July 13, 2013
guardagujas ochenta y uno
 guardagujas ochenta y unoCecilia EudaveAlejandra Eme VázquezJavier AcostaSara Mandarinahttp://issuu.com/jornadags/docs/guard...
guardagujas ochenta y unoCecilia EudaveAlejandra Eme VázquezJavier AcostaSara Mandarinahttp://issuu.com/jornadags/docs/guard...
  
        Published on July 13, 2013 23:12
    
July 12, 2013
Envoltorio de papaya / Chiquiados
 
Envoltorio de papayaChiquiados
La naturaleza de las promesasNada como personajes tridimensionales para hacer atractivo un relato, sin importar el medio a través del que se cuenta, para conmover, emocionar, interesar al público se requiere la habilidad suficiente para dotar a los protagonistas de las características suficientes como para que el espectador sea capaz de imaginarlos fuera del mundo cerrado de la obra.Cuando un personaje es construido de esa forma, resulta inevitable querer saber qué es lo que el destino le depara, va más allá de si somos empáticos con él o lo detestamos. Ricardo III puede ser un villano aborrecible, un ser humano despreciable, pero nos importa saber si será capaz de llevar a cabo todas sus felonías, lo mismo que Emma Bovary, por quien se puede sentir la mayor ternura del mundo, incluso la intención de extender la mano para que no caiga en las trampas que ella misma se inventa... son nuestros, sabemos a qué huelen, incluso somos capaces de adjudicarles gestos que no fueron puestos por Shakespeare o Flaubert, se los agregamos como la consecuencia natural de que creemos conocerlos.Decía que no importa el medio, lo escribí pensando en el éxito de series como Los Soprano o House of cards, Tony Soprano y Francis Underwood importan porque son de carne y hueso, porque reflejan en sus acciones y palabras la complejidad de cualquier ser humano al que conozcamos. Y si a ésas vamos, esa condición de tridimensionalidad explicaría la razón por lo que la mayoría de las telenovelas, sobre todo las recientes, se pierden fácilmente de la memoria, importa la anécdota, la vuelta de tuerca, la tensión, no el desarrollo de los personajes, condenados al blanco y negro, fugados de los matices, siempre serán personajes de cartón, de escasa dimensión, sin profundidad.El electorado, nosotros los que vamos a votar, somos para los partidos, para quienes diseñan las campañas, personajes de telenovela, sin matices, así nos clasifican y así nos dirigen sus mensajes. The nature of promises, apunta en algún momento Francis Underwood, is that they remain immune to changing circumstances, y si los que votan quedan atados a, simplemente, estar a favor o en contra, es más simple elaborar promesas eficaces para atraer su atención.Al disminuir la capacidad de acuerdo a un sí o un no, se elimina la necesidad de concentrarse en las ideas, son innecesarias, lo que importa es que brille, no que sea oro.
La parcelitaOtra de las grandes frases que suelta el personaje que interpreta Kevin Spacey en House of cards es: Power is a lot like real estate. It's all about location, location, location. The closer you are to the source the higher your property value.Los partidos han entendido muy bien esta condición, por eso no les interesa la capacitación ni despertar a los ciudadanos a la toma de conciencia política, de lo que se trata es de estar cerca de ellos, una y otra vez, satisfaciendo sus necesidades más básicas, llamando su atención. Todo lo que complique esa cercanía se evita, por eso funciona venderse como de izquierda o centro o derecha, por eso se puede vilipendiar sin decoro alguno la palabra ciudadano... no se requieren explicaciones, se trata de posicionarse.¿Y qué mejor forma de posicionarse que estando a la mano, a cualquier hora, en cualquier parte?, de ahí que el souvenir haya, hasta cierto punto, desplazado a la entrega directa de dinero. Como la consigna es que atender al electorado no se trata de ideas sino de cercanía, no hay empacho alguno en transformar al candidato en una marca, en una imagen, eso es lo que se puede poner en un delantal, una bolsa, como parte de la chaqueta deportiva o en la cubierta de un cuaderno escolar. Estámpalo, imprímelo, no importa qué signifique, el chiste es que lo lleve consigo el ciudadano. Por como somos tratados, al final somos vallas publicitarias.
Somos noblesDe nuevo Francis Underwood: What you have to understand about my people is that they are a noble people. Humility is their form of pride. It is their strength; it is their weakness. And if you can humble yourself before them they will do anything you ask. Y sí, haremos lo que nos digan, porque lo cierto es que nos hemos creído el papel que nos asignan los hechiceros de campaña, quienes envuelven la basurita en un jingle pegador o en una imagen que intenta despertar la ternura.Saben quienes diseñan los mensajes, que nada como consentirnos, proclamar a los cuatro vientos nuestras característica más benévolas. Somos gente buena, nos dicen y nos lo creemos. Pertenecemos a una tierra generosa, nos indican y nos tiramos en blandito. Nos dejamos querer, porque si así es como nos ven, eso justifica que releguemos nuestra participación a sólo votar, porque así se justifica que estiremos la mano a la hora de recibir el tortillero o la pluma o la playera con el rostro del candidato.En el fondo suspiramos satisfechos por estar en el sitio donde nos colocan las campañas porque eso nos hace inocentes. Como en cada periodo electoral, tenemos la libertad (y la ejercemos) de gritar todo el tiempo que estamos hartos de los comerciales por radio y televisión, que queremos campañas inteligentes, que requerimos más de los partidos... ejercemos ese derecho de quejarnos para cubrir nuestra apatía.Cualquier conversación post electoral tiene como principio la justificación. Para justificar el abstencionismo, señalamos a los partidos; para fundamentar la pobreza de las campañas, estamos prontos a extender el dedo flamígero: ellos tienen la culpa; para documentar nuestro desaliento, invariablemente recurrimos al chivo expiatorio: los otros.Los ciudadanos somos chiquiados por los partidos, los consentidos de la maquinaria electoral. Todo está construido para darnos la razón, no se nos cuestiona, no se nos exige, por el contrario, entre más simples seamos, mejor. Porque de otra manera, tendríamos que realizar un ejercicio de autocrítica.Tenemos los gobernantes que nos merecemos, indudablemente. Los candidatos, ganadores y perdedores, son de una mediocridad apabullantes, sí; no es culpa de ellos, es culpa de nosotros, son nuestro reflejo. Sólo que no lo queremos aceptar, siempre es mejor responsabilizar al otro.
CodaPara el final, otra cita de House of cards, otra vez Francis Underwood: There's no better way to over power a trickle of doubt then with a flood of naked truth. Y sí, nada que agregar.
        Published on July 12, 2013 22:58
    
July 6, 2013
Envoltorio de papaya / Lo que ves es lo que hay
 
Lo que ves es lo que hay
Levántate, no tengas miedoAntes de que este año finalice, Karol Wojtyla será canonizado, Jorge Mario Bergoglio anunció que ha firmado el decreto que permitirá reconocerlo como santo. De acuerdo a un cable de la agencia DPA:“Hace días, la Congregación para las Causas de los Santos, respaldada por hallazgos previos de teólogos, atribuyó a Juan Pablo II el segundo de dos milagros necesarios para convertirse en santo. El Vaticano certificó que una mujer costarricense se recuperó de un daño cerebral gracias a su intercesión el 1 de mayo de 2011, día en que fue beatificado. El milagro se añade a la cura de una monja de Parkinson, que se produjo dos meses después de su muerte”.Con ese motivo, durante los días recientes, algunos medios de comunicación han dedicado largos minutos de sus espacios informativos a difundir los pormenores del segundo milagro, la historia de la costarricense Floribeth Mora, quien afirma que fue curada por Dios (previa intercesión de Juan Pablo II) de un aneurisma cerebral en 2011. La historia es simple y está bien estructurada.Con el nombre de “reportaje” me tocó ver una nota larguísima en televisión en el que se narraba la historia de esta ama de casa que atribuye a Juan Pablo II la recuperación de su salud. En la parte central del relato, la cámara la enfocaba mientras describía emocionada el día en que se despertó recuperada. Cuenta la señora Mora que vio por televisión la ceremonia de beatificación de Wojtyla y que después del programa escuchó una voz que le decía; “Levántate, no tengas miedo”, enseguida sus ojos se encontraron con la portada de una publicación desde la que Juan Pablo II le extendía las manos y volvió a escuchar la voz: “Levántate, no tengas miedo”.Previo a ese momento, la nota se regodeó entrevistando al esposo, a la familia, presentando diferentes aspectos de las demostraciones de fe de estos costarricenses, pero el momento central era el de Karol Wojtyla extendiendo las manos desde la revista y cómo Floribeth anunciaba a su marido que ya se sentía bien, que estaba curada. En algún momento, la señora Mora declaró: “No vean a esta mujer, vean la realidad. Las explicaciones médicas no existen. Yo soy el testimonio de que Dios existe y que él es muy grande. Dios está presente y no me bendijo a mí, bendijo a Costa Rica y al mundo entero”
Vean la realidad¿Por qué creerle a Floribeth Mora?, porque ella lo dice, eso basta. Al menos a los “reportajes” que he leído y visto les alcanza con la palabra de la costarricense. Sí, se menciona el parte médico, se presenta el rostro del médico que trató el caso (Alejandro Vargas), el esposo (Edwin Arce) llora conmovido ante la cámara relatando su versión de los hechos, el relato se adereza con imágenes de la fervorosa familia completa tomada de la mano, padre, madre y los cuatro hijos (Mónika, Gabriela, Edwin y Keynner), por supuesto, hay tomas de la conferencia de prensa en que el arzobispo de San José, Hugo Barrantes, y el médico presentaron el caso; pero digamos que son de relleno, lo relevante es el testimonio de Floribeth.Ryszard Kapuściński escribió que no hay periodismo posible si no se considera la relación del reportero con otros seres humanos, que una cualidad sobresaliente del reportero tiene que ser la empatía pues la fuente principal del conocimiento periodístico son los otros. En su libro Los cínicos no sirven para este oficio(Anagrama, 2002) caracterizó: “Nuestra profesión no puede ser ejercida correctamente por nadie que sea un cínico. Una cosa es ser escépticos, realistas, prudentes. Esto es absolutamente necesario, de otro modo no se podría hacer periodismo. Algo muy distinto es ser cínicos, una actitud incompatible con la profesión de periodista. El cinismo es una actitud inhumana, que nos aleja automáticamente de nuestro oficio, al menos si uno lo concibe de una forma seria. En mi vida me he encontrado con centenares de grandes, maravillosos periodistas, y en épocas distintas. Ninguno de ellos era un cínico. Al contrario, eran personas que valoraban mucho lo que estaban haciendo, muy serias, en general, personas muy humanas”.Lo traigo a colación, porque yo no le creo a Floribeth, quienes firman los “reportajes” que he leído o visto sobre el caso, confunden empatía y no ser cínico, con credulidad y flojera. No están disponibles los partes médicos, no hay enlaces a documentación que sustente uno solo de los dichos de la mujer… nada. Sí, la historia, ya lo dije, es simple y está bien estructurada, pero no tiene profundidad, es un amplio lienzo de testimonios que exigen entrar en la convención de creerle de antemano. Exactamente igual a las notas que durante el proceso electoral han informado de las diversas denuncias de un partido contra otro, todas ellas demandan contar de antemano con nuestra simpatía, no están preocupados los declarantes por probar nada, les basta esgrimir por lo alto unos papeles, señalar una carpeta voluminosa y mencionar que ahí están las pruebas, así como prometer que se levantarán las denuncias ante las instancias necesarias para que nosotros, los (e)lectores les creamos.
Rendidos al mercadoLo más lamentable es el papel que desempeñan los reporteros. Sí se da por sentado que la clase política aprovechará los tiempos de campaña para lanzarse de lleno al fango de la guerra sucia, lo menos que puede hacer el informador es prepararse para cuestionar la declaración, solicitar las pruebas, pedir la documentación… pero no. Hemos aceptado el papel al que los relegan, meros repetidores.Lo mismo se puede decir del seguimiento al caso de Luis Armando Reynoso Femat, en un afán de satisfacer el morbo de los lectores, nos revolcamos en la declaración, la manipulamos, con tal de sacarle unas gotitas de “noticia” y presentarla como revelación. Apurados porque el público demanda conocer más de la desgracia del ex gobernador, acudimos a cualquier fuente para interpretarla, sazonarla y así brindar una nueva más, una como tantas que de noticia no tiene nada.Otra muestra de ese periodismo que sólo puede ser calificado de vergonzante, son las interpretaciones que la prensa ha realizado de las declaraciones del procurador Felipe Muñoz Vázquez, de las primeras planas que de la nada sustentan acusaciones y señalan culpables; resulta inevitable preguntarse ¿dónde dejaron la dignidad los periodistas?, ¿dónde los editores?, porque todos hemos caído en la trampa, a los que les pagan por obvia conveniencia, pero a los que no… ¿ellos qué justificación tienen?Si una de las pretensiones del periodismo es ser el espejo fiel del mundo y por eso los maestros se empeñan en demandar “objetividad” a los alumnos de las carreras de comunicación y periodismo, lo que los medios hemos logrado en Aguascalientes durante estos días recientes, es rendirnos a un mercado ávido de chismes y escándalos. No sólo abdicamos a ser “contrapeso del poder” como señaló Otto Granados en Aguascalientes, el escándalo como hábito (La Jornada Aguascalientes, julio 1, 2013), además justificamos nuestra complicidad bajo la máscara de la empatía. Rendidos al mercado, hacemos lo posible por justificar la comodidad de no verificar las fuentes, de no ir más allá de la declaración, ni de cotejar los documentos, la prisa y los intereses nos ganan. Siempre es más fácil vestirse de oveja y declararse inocente, sólo somos un reflejo de lo que pasa, nos consolamos.
CodaOmisión o complicidad. Falsos inocentes o astutos chayoteros. Cada vez son menos las etiquetas con que nos pueden clasificar a los medios.
        Published on July 06, 2013 00:44
    
June 29, 2013
Envoltorio de papaya / Nunca he leído Rayuela
 
Nunca he leído Rayuela
El viernes se cumplieron 50 años de la primera edición de Rayuela, de Julio Cortázar, del cajón de los recuerdos, me atrevo a recuperar algunas notas escritas con motivo de los 25 años del fallecimiento del gran cronopio y que me parecen vigentes.
Los tamaños de la felicidadEn ese entonces la felicidad venía en tamaño águila, aunque en las revistas usadas todavía era posible encontrar los comic tamaño colibrí que en su portada tenían impreso el costo de dos pesos, lo que facilitaba el regateo, más difícil conseguir precios bajos en la serie avestruz, el tamaño ameritaba un intercambio más largo con el dueño del local que hoy todavía está en la calle de Antonio Caso, un cuarto pequeño que se desborda hacia la calle, una lengua de libros y revistas que lame la banqueta y ofrecía en ese entonces la maravilla de cinco o siete ejemplares de The Spirit, sobre los que me abalanzaba como si fueran el arca de la alianza.Así de simple era la felicidad, entre dibujos de Will Eisner y revistas con un sello ovalado que encerraba el ave que distinguía las series de Bat Man el Hombre Murciélago, El Asombroso Hombre Araña y Diabólico ¡El hombre que no teme a nada!, y sí, a veces los libros, entre ellos uno en especial, que desde la vitrina de una librería, como galleta en Alicia me exigió: ¡cómprame!
Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnosTodavía tengo el maltratado ejemplar, como la mayoría de mis libros tiene anotaciones, mi apellido en la primera hoja (esa sensación de que algo te pertenece), le ha caído líquido (supongo café), el sol se ha comido los colores de la portada, se han desprendido bloques enteros de hojas, al tomar el ejemplar éste se empeña en ofrecer el nombre de Berthe Trépat en el capítulo 23, o bien invita a comenzar la lectura a partir de los capítulos prescindibles… y a pesar de lo que indican mis subrayados y notas, sé que no lo he leído.Sí, hubo una fiebre por acomodarse en el sillón verde de la sala y comenzar a leer, sé que tuve el lápiz en la mano, sé que se me cortó el aliento ante el Tablero de dirección y sé que leí y leí y leí… No entendí nada, todo era pura emoción, similar a la de subirse a la montaña rusa la primera vez que, al menos en mi caso, fue un miedo razonado que se desvaneció súbito ante el deseo de recordar las sensaciones, el vértigo.A partir de ese momento se transformó en guía de lo que tenía que conocer. Sé todavía que nunca quise ser Oliveira y prometí jamás enamorarme de ninguna Maga, en un código que he roto estaba inscrito que jamás me comportaría como Ossip Gregorovius para que nadie me tuviera esa lástima que le dispensan… yo lo que quería era ser Morelli, entender, escribir.Entonces a buscar quiénes eran todos esos nombres, qué era el cuarteto de Durrell sobre el que Pola se echaba arropada en un poncho mexicano, qué pintaba el tal Clorindo Testa o escribía Bioy Casares que tanto le gustaban a Talita, qué significaba una postal de Klee y quedar prendado para siempre de pinturas que ni siquiera se mencionan en Rayuela, por supuesto, al llegar a los capítulos prescindibles engrosar la lista de lo que estaba obligado a conocer, leer, por qué citaba Morelli a Gombrowicz, Octavio Paz, Hofmannsthal, Kafka, Bataille, Rimbaud, Ferlingheti, Lowry o T.S. Eliot. Con esos nombres apuntados en una lista volví a la librería. La otra lista, la de la música, me llevó un poco más lejos de casa, a la tienda de discos donde me atendían con asombro cuando consultaba mi lista y preguntaba: ¿tiene discos de Ella Fitzgerald, Oscar Peterson, Louis Armstrong, Thelonius Monk, Art Tatum, Billie Holliday…?Cambié todo lo que en ese entonces me hacía feliz y era simple en sus tamaños colibrí-águila-avestruz por el suplicio satisfactorio de tratar de entender.
Nunca he leído RayuelaNo puedo presumir esa lectura, por más que cada una de las ediciones que tengo, las marcas que dejo en los libros, intenten desmentirme, porque soy incapaz de entender que ya es una obra superada, que la acusen de jueguito o experimento mediocre.Nunca he leído Rayuela porque no veo en esas páginas un libro y entonces me aburro al tener que formular una defensa (que no necesita) ante quienes sólo pueden hacer crítica a partir del borrón y cuenta nueva o la necedad de la novedad y la experimentación que es agua tibia.No he leído Rayuela porque me asumí lector hembra y fui de la página uno hasta el final; porque intenté ser lector macho y puse palomita en cada uno de los capítulos del Tablero de dirección hasta quedar atrapado en el loop final; quise ser nomás yo ante el libro y no pude evitar el deseo de viajar, el suspiro: ah París, ah Buenos Aires; porque a veces me da por pensar que es posible tender un tablón entre la ventana del otro y la propia, con una invitación a que lo cruce antes de que llegue Gekrepten a cambiar el ciclo del mate por el sector café con leche; porque irremediable sé que aunque nunca haya querido ser Oliveira, lo mío será también reventar de una oclusión intestinal, la gripe asiática o un Peugeot 403; porque ante la maravilla de las Gymnopedies he pensado en qué sucedería si fuera Madame Trépat la que pusiera las manos sobre el piano; o en los años de pobreza, cuando la bolsa de plástico se abrió paso por el hoyo inmenso del tenis y llovía y la vergüenza y la tristeza de no tener un clavo se consolaba ante la perspectiva que sí podría ser peor, podría estar con Emanuèle rumbo al kibbutz del deseo; o bien he sido tentado por la idea de entregar una hoja para ver si esa ella le quita la pulpa y deja sólo las nervaduras, para así proponerle que hagamos el amor, sí, como dos músicos que se juntan para tocar sonatas…No he leído Rayuela porque no la sé de memoria, porque en la conversación con los amigos, con los otros fanáticos, me he escuchado pedir que me cuenten, como quien tiende la mano e invita a bailar porque es fácil, con tal de recordar a través de ellos al Club o que Traveler nunca se ha movido de la Argentina o quién peinaba al gato calculista; sí, porque mis dos primeros gatos se llamaban Horacio y Manú, qué se le va a hacer, abundo en incongruencias.No, no he leído Rayuela, quizá es tiempo de regresar a ese entonces cuando la felicidad venía en tamaño águila y el mundo todo cabía entre cuatro calles. Quizá es tiempo ya de sacarme de encima todos estos hilos que traigo en el bolsillo, arrollar un piolín negro al picaporte, parapetarme tras las palanganas acuosas y darle una oportunidad a ese libro, quizá.@aldan
        Published on June 29, 2013 00:38
    
June 28, 2013
guardagujas ochenta
 
La triste historia de amor del joven que se enamoró de la luz Federico Bouvi, cinéfilo
http://issuu.com/jornadags/docs/guardagujas_80
junio 16
        Published on June 28, 2013 10:45
    
June 22, 2013
Envoltorio de papaya / ¿Algo que declarar?
 
Envoltorio de papaya
¿Algo que declarar?Edilberto Aldán
EfeméridesUn día como hoy, pero de 1965, falleció David O. Selznick, el productor del magnífico culebrón Lo que el viento se llevó; en esa misma fecha pero de 1969, murió Judy Garland, de quien, para iniciar una conversación, debería bastar que fue Dorothy en El Mago de Oz e interpretó de manera maravillosa Over the rainbow; también el 22 de junio, pero de 1987, dejó de bailar para siempre Fred Astaire... Si cualquiera de esas muertes no bastaran para soltar el hilo de un diálogo con posibilidades de ser ameno y aleccionador pues mucho hay que decir sobre cualquiera de los tres, una búsqueda rapidísima en la inefable Wikipedia regala otra serie de datos, ahora sobre nacimientos: en 1964, Dan Brown, el autor del best seller El código Da Vinci; en 1953, Cyndi Lauper, tanto qué decir sobre música pop; en 1952, Graham Greene, la influencia más notoria de Gabriel García Márquez; en 1945, el enormísimo Pere Gimferrer; ah, y en 1738 el poeta Jacques Delille, para hacerlo interesante, cuando comparta ese dato, la del bardo, anteponga: una joya de la poesía, poco conocido más indispensable.Si esas “efemérides” no bastaran, ya que está en Wikipedia, podría compartir con todos sus amigos en las redes sociales que en El Salvador hoy se celebra el Día del Maestro, y que en Colombia se festeja a los abogados; si lo suyo es el santoral católico, la tríada correspondiente al 22 de junio, da para horas y horas de conversación: San Acacio, San Paulino de Nola y Santo Tomás Moro.Listo, ahí están los temas para una conversación en redes sociales, ya tenemos el material suficiente para una decena de tuits, la brújula para buscar en Google y hallarnos con notas sobre los poetas, actores, cineastas o intelectuales que creamos pueden interesar al otro y, por supuesto, atraernos el premio de su asentimiento, la manita de me gusta y, ¿por qué no?, hasta un retuit.
Cartelitos de superación personalCuando busque a Santo Tomás Moro, seguro dará con la siguiente frase: “Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor”, ¿qué mejor que citar esa frase para desearle un buen día a la comunidad virtual a la que pertenece?, sin mucho esfuerzo ha dado con la frase motivacional para explicar, incluso haciendo a un lado su creencia religiosa, que por algo suceden las cosas. Póngalo en el muro de un amigo que sepa en problemas... Mejor aún, coloque esa frase en alguien a quien no conozca y dote así a su día (y al de su amigo virtual) de una oportunidad inmejorable para hundirse en el misterio.Claro, todas estas instrucciones son inútiles si usted es ya un avezado usuario de las redes sociales. Sabe que no tiene que ir a buscar las efemérides, que siempre hay alguien que despertó más temprano, o un servicio en la red, que se ocupó de hacerlo por usted, así que sólo hay que compartir, compartir y compartir.La red está llena de oportunidades de comunicar esas inútiles joyas del conocimiento, si las efemérides no son lo suyo, las noticias lo pueden ser, aparte de lo que se celebra hoy, cómo murió alguien, el ridículo de la semana, el gatito tierno del día o la especie en extinción de moda; para eso están hechos los contenidos de la red, ¿no?, para ser distribuidos entre la mayor cantidad de personas, generar una conversación y, en una de ésas, hasta conocimiento. Pero sobre todo, así lo indica la cantidad de frases memorables de superación personal con fotos del paraíso, para hacer sentir mejor al otro, para que los amigos vean qué buena onda somos, cuántos nos preocupamos por el bienestar del mundo.
Eco y HeraLa belleza de la ninfa Eco consistía en que las palabras que pronunciaba, por simples que fueran, siempre se escuchaban de la manera más placentera, cosa que envidiaba Hera; como la mitología está construida a base de reflejar nuestras más bajas pasiones, cuando Hera descubre que Zeus anda cortejando a Eco, castiga a la ninfa arrebatándole la voz y condenando todas sus conversaciones a sólo repetir la última palabra de lo que dijera el otro. El defecto impuesto a Eco la ridiculizó ante Narciso, de quien se enamoró pero no fue correspondida, por el contrario, Narciso se burló de su “defecto”. Eco muere, escondida en una cueva, lejos de todo contacto humano.Terrible castigo eligió Hera para Eco: transformarla en una repetidora. Incapaz de generar una conversación coherente, una réplica ingeniosa, algo de interés que compartir con el otro.
Narciso moodAlgunas versiones del mito, señalan que Eco pidió que Narciso fuera castigado por burlarse de su amor, la condena fue que el joven pastor sólo fuera capaz de enamorarse de su reflejo... lo demás es historia, ningún buen final puede tener quien sólo tiene como propósito mirarse.En las redes, ¿no es un poco lo que estamos haciendo al compartir, sólo por compartir, las efemérides, los cartelitos de superación personal?, ¿al convertirnos en repetidores de una imagen chistosa, de la frase ingeniosa?Sí, la red es el sitio que nadie fue capaz de imaginar (está bien: acaso Borges) en donde se contiene el conocimiento infinito, basta estirar la mano, dar un clic y hallar la respuesta a cualquier pregunta; pero esa facilidad con que se accede al conocimiento trae consigo el castigo de olvidar comprobar las fuentes, está tan a la mano y por algo debe estar ahí, así que debe ser cierto; cada vez tenemos menos tiempo (y ganas) de verificar nada; ¿eso dijo Santo Tomás Moro?, debe ser, está en la Wikiquote... ¿importa?, realmente no, lo que interesa es el efecto, es decir (sí, soy monotemático), la aprobación del otro, lograr la mayor cantidad de veces el reflejo inmejorable de un “Me gusta”, es con esa sanción del otro con la que nos quedamos, ya no dijo que estamos bien, que le caemos bien, que le parecemos buena persona, que si somos capaces de compartir esa perla de conocimiento es porque debemos tener buen corazón.
Coda (más allá del arcoiris)Transformados en fanáticos de las efemérides, compartiendo por compartir, ningún mejor fondo musical: The colors of the rainbow so pretty in the skyAre also on the faces of people passing byI see friends shaking hands saying how do you doThey're really saying I... I love you.Oh sí, todos nos aman cuando somos tan compartidos. Tiempos en que todos queremos ser el hombre de hojalata, encaminados sobre los ladrillos amarillos, sendero que al final nos premiará con un enorme corazón. Tiempos en que se extraña la búsqueda del espantapájaros, quería y necesitaba algo más interesante que una válvula.
        Published on June 22, 2013 10:40
    
June 8, 2013
Envoltorio de papaya / Karma instantáneo
      Envoltorio de papaya
Karma instantáneo Terrorífico (spoiler)Tengo la impresión de que Wes Craven es un hombre con un desarrolladísimo sentido del humor, que si algo le gusta al director de Pesadilla en Elm Street y La cosa del pantano es divertirse, incluso arriesgándose a no complacer a sus seguidores, creo que por eso decidió filmar la cuarta entrega de Screamsin preocuparse por enseñar las costuras del género al salpicar el film de autoreferencias e hipertextualidad, todo con tal de burlarse de sí mismo. Basta presenciar el loop de los primeros minutos de Scream 4 para saber que hay que descartar que se está ante una “película de miedo” y, sin embargo, pocos momentos tan terroríficos (aquí viene el spoiler) como cuando Jill Roberts, a punto de asesinar a Sidney Prescott, detiene la acción y en el típico monólogo justificatorio del malvado, revela el porqué de sus acciones:“¿Mis amigos?, ¿en qué mundo vives? No necesito amigos, yo necesito fans, ¿no lo entiendes? Nunca se ha tratado de matarte, se trata de convertirme en ti. Quiero decir, carajo, mi propia madre tuvo que morir -tampoco fue gran perdida, ¿verdad?- para poder ser como el original. ¿Es enfermo?, bueno, pues lo enfermo es la nueva normalidad. Tú tuviste tus 15 minutos, ahora yo quiero los míos. Y, ¿qué se supone que haga?, ¿que vaya al colegio, graduarme, trabajar? Echa un vistazo alrededor, vivimos públicamente, todos estamos en la Internet. ¿Cómo crees que la gente se hace famosa ahora? No tienes que lograr nada. Solamente te tiene que pasar algo jodido. Por eso tienes que morir Sid, esas son las reglas. Nueva película, nueva franquicia. Sólo queda espacio para una, enfréntalo, tus días de la buena se acabaron”.Con la piel de gallina no resta más que asentir, y al mismo tiempo que se está de acuerdo con las premisas del párrafo anterior (vivimos expuestos en la red y el único mérito para ser famoso no es hacer algo sino que te pase algo), las escenas que pasan ante los ojos, como si fueran el recuento de un moribundo, son las propuestas de un canal de YouTube que ofrece uno tras otro, los grandes momentos de los más famosos de los últimos tiempos, una cadena de imágenes que van desde el niño gordo que maldice con acento norteño hasta la sex tape de Paris Hilton, sin omitir, por supuesto, los miles y millones de chistes sobre la ignorancia de Enrique Peña Nieto, la ignorante confusión de Ninel Conde, el rostro de los memes con la frase adecuada para festejar el viernes, los que tienen animalitos que enternecen o preguntan “Ola K Ase?”… Es decir, el éxito (el reconocimiento) ya no se trata de los logros, ni tiene que ver con una proeza o la realización de una hazaña, lo de menos es hacer, basta estar.
Terrorífico (spoiler)Tengo la impresión de que Wes Craven es un hombre con un desarrolladísimo sentido del humor, que si algo le gusta al director de Pesadilla en Elm Street y La cosa del pantano es divertirse, incluso arriesgándose a no complacer a sus seguidores, creo que por eso decidió filmar la cuarta entrega de Screamsin preocuparse por enseñar las costuras del género al salpicar el film de autoreferencias e hipertextualidad, todo con tal de burlarse de sí mismo. Basta presenciar el loop de los primeros minutos de Scream 4 para saber que hay que descartar que se está ante una “película de miedo” y, sin embargo, pocos momentos tan terroríficos (aquí viene el spoiler) como cuando Jill Roberts, a punto de asesinar a Sidney Prescott, detiene la acción y en el típico monólogo justificatorio del malvado, revela el porqué de sus acciones:“¿Mis amigos?, ¿en qué mundo vives? No necesito amigos, yo necesito fans, ¿no lo entiendes? Nunca se ha tratado de matarte, se trata de convertirme en ti. Quiero decir, carajo, mi propia madre tuvo que morir -tampoco fue gran perdida, ¿verdad?- para poder ser como el original. ¿Es enfermo?, bueno, pues lo enfermo es la nueva normalidad. Tú tuviste tus 15 minutos, ahora yo quiero los míos. Y, ¿qué se supone que haga?, ¿que vaya al colegio, graduarme, trabajar? Echa un vistazo alrededor, vivimos públicamente, todos estamos en la Internet. ¿Cómo crees que la gente se hace famosa ahora? No tienes que lograr nada. Solamente te tiene que pasar algo jodido. Por eso tienes que morir Sid, esas son las reglas. Nueva película, nueva franquicia. Sólo queda espacio para una, enfréntalo, tus días de la buena se acabaron”.Con la piel de gallina no resta más que asentir, y al mismo tiempo que se está de acuerdo con las premisas del párrafo anterior (vivimos expuestos en la red y el único mérito para ser famoso no es hacer algo sino que te pase algo), las escenas que pasan ante los ojos, como si fueran el recuento de un moribundo, son las propuestas de un canal de YouTube que ofrece uno tras otro, los grandes momentos de los más famosos de los últimos tiempos, una cadena de imágenes que van desde el niño gordo que maldice con acento norteño hasta la sex tape de Paris Hilton, sin omitir, por supuesto, los miles y millones de chistes sobre la ignorancia de Enrique Peña Nieto, la ignorante confusión de Ninel Conde, el rostro de los memes con la frase adecuada para festejar el viernes, los que tienen animalitos que enternecen o preguntan “Ola K Ase?”… Es decir, el éxito (el reconocimiento) ya no se trata de los logros, ni tiene que ver con una proeza o la realización de una hazaña, lo de menos es hacer, basta estar.
La civilización del espectáculoCito en extenso a Mario Vargas Llosa: “¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y en donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Sólo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias inesperadas: la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo”.Así explica el autor de La ciudad y los perros su contrariedad por la preminencia del espectáculo banal en el mundo, señala también Vargas Llosa la derrota de la “alta cultura” y cómo ha sido desplazado el placer por lo difícil por la simplicidad de lo estúpido; difícil no coincidir con él, aunque después de las más de 200 páginas de ese grupo de ensayos (La civilización del espectáculo) me queda la sensación de que faltó hacer énfasis en una palabra clave para comprender las razones por las que la defensa de la inteligencia y el diálogo suelen fallar, por la facilidad con que se puede mal interpretar el término, no se alude al placer. Eso nomás: placer.
Obsesiones modernasCuando términos como progreso y evolución se aplican a la cultura, suelen teñirse de moral, se comienza a ver, por ejemplo, a las artes, no como un camino para el desarrollo del espíritu, sino como herramientas para ascender en la escala social; se sobaja acciones como escuchar música, leer, asistir a espectáculos, exposiciones, establecer un diálogo con múltiples conexiones entre lo que apreciamos y lo que vivimos a utensilios que permitan en la vida diaria ganar más dinero, ser más atractivo, tener más aceptación… todo se reduce a que sea útil de la manera más práctica. Ser “mejores” ya no tiene nada que ver con la formación de una personalidad, se trata de pulir el espejo para que los otros se reflejen como ellos prefieran en nosotros, y así, ser incluidos, con todos los beneficios materiales que eso conlleva.
Ser o no ser¿Qué debe más dignamente optar el alma noble entre sufrir de la fortuna impía, el porfiador rigor, o rebelarse contra un mar de desdichas, y afrontándolo desaparecer con ellas?, se pregunta el joven Hamlet, ahora inútilmente, porque ya no se trata de ser, se trata de hacer, imponiendo entre estas dos acciones un abismo brutal, como si en el placer de la reflexión solitaria o en la contemplación de la belleza (sí, la bolsa de supermercado flotando en el aire o la perfección del postulado de Euclides: Todos los ángulos rectos son iguales entre sí) no hubiera ningún valor, porque el compartirlo (el diálogo, siempre el diálogo) requiere de un esfuerzo de traducción del placer para el que ya no se tiene tiempo, ¿qué caso tiene –nos dictan los tiempos actuales- desperdiciar minutos y minutos tratando de justificar la sensación de lo hermoso, cuando puedes mostrar un chiste, cuando puedes compartir la imagen de alguien cayendo o cometiendo un error?Sí, todos queremos nuestros 15 minutos de fama. Para obtenerlos, ya no funciona “hacer”, requiere demasiado esfuerzo, para qué pensar, cuando es más sencillo pasar por debajo de una escalera, aventarse desde un techo, exponerse al ridículo… ¿para qué?, si pensar no te asegura la risa pronta del otro, esa aceptación en la que hemos transformado los 15 minutos de fama.
CodaY de fondo musical, se escucha el sencillo de The Plastic Ono Band: Instant Karma's gonna get you/ Gonna knock you right on the head/ You better get yourself together/ Pretty soon you're gonna be dead/ What in the world you thinking of/ Laughing in the face of love/ What on earth you tryin' to do/ It's up to you, yeah you… O lo que es lo mismo, John Lennon advirtiendo que cuando te atrape, el karma instantáneo te golpeará duro y a la cabeza por las cosas que sobre la tierra tratas de hacer.@aldanPublicado en La Jornada Aguascalientes (08/06/2013)
    
    
    Karma instantáneo
 Terrorífico (spoiler)Tengo la impresión de que Wes Craven es un hombre con un desarrolladísimo sentido del humor, que si algo le gusta al director de Pesadilla en Elm Street y La cosa del pantano es divertirse, incluso arriesgándose a no complacer a sus seguidores, creo que por eso decidió filmar la cuarta entrega de Screamsin preocuparse por enseñar las costuras del género al salpicar el film de autoreferencias e hipertextualidad, todo con tal de burlarse de sí mismo. Basta presenciar el loop de los primeros minutos de Scream 4 para saber que hay que descartar que se está ante una “película de miedo” y, sin embargo, pocos momentos tan terroríficos (aquí viene el spoiler) como cuando Jill Roberts, a punto de asesinar a Sidney Prescott, detiene la acción y en el típico monólogo justificatorio del malvado, revela el porqué de sus acciones:“¿Mis amigos?, ¿en qué mundo vives? No necesito amigos, yo necesito fans, ¿no lo entiendes? Nunca se ha tratado de matarte, se trata de convertirme en ti. Quiero decir, carajo, mi propia madre tuvo que morir -tampoco fue gran perdida, ¿verdad?- para poder ser como el original. ¿Es enfermo?, bueno, pues lo enfermo es la nueva normalidad. Tú tuviste tus 15 minutos, ahora yo quiero los míos. Y, ¿qué se supone que haga?, ¿que vaya al colegio, graduarme, trabajar? Echa un vistazo alrededor, vivimos públicamente, todos estamos en la Internet. ¿Cómo crees que la gente se hace famosa ahora? No tienes que lograr nada. Solamente te tiene que pasar algo jodido. Por eso tienes que morir Sid, esas son las reglas. Nueva película, nueva franquicia. Sólo queda espacio para una, enfréntalo, tus días de la buena se acabaron”.Con la piel de gallina no resta más que asentir, y al mismo tiempo que se está de acuerdo con las premisas del párrafo anterior (vivimos expuestos en la red y el único mérito para ser famoso no es hacer algo sino que te pase algo), las escenas que pasan ante los ojos, como si fueran el recuento de un moribundo, son las propuestas de un canal de YouTube que ofrece uno tras otro, los grandes momentos de los más famosos de los últimos tiempos, una cadena de imágenes que van desde el niño gordo que maldice con acento norteño hasta la sex tape de Paris Hilton, sin omitir, por supuesto, los miles y millones de chistes sobre la ignorancia de Enrique Peña Nieto, la ignorante confusión de Ninel Conde, el rostro de los memes con la frase adecuada para festejar el viernes, los que tienen animalitos que enternecen o preguntan “Ola K Ase?”… Es decir, el éxito (el reconocimiento) ya no se trata de los logros, ni tiene que ver con una proeza o la realización de una hazaña, lo de menos es hacer, basta estar.
Terrorífico (spoiler)Tengo la impresión de que Wes Craven es un hombre con un desarrolladísimo sentido del humor, que si algo le gusta al director de Pesadilla en Elm Street y La cosa del pantano es divertirse, incluso arriesgándose a no complacer a sus seguidores, creo que por eso decidió filmar la cuarta entrega de Screamsin preocuparse por enseñar las costuras del género al salpicar el film de autoreferencias e hipertextualidad, todo con tal de burlarse de sí mismo. Basta presenciar el loop de los primeros minutos de Scream 4 para saber que hay que descartar que se está ante una “película de miedo” y, sin embargo, pocos momentos tan terroríficos (aquí viene el spoiler) como cuando Jill Roberts, a punto de asesinar a Sidney Prescott, detiene la acción y en el típico monólogo justificatorio del malvado, revela el porqué de sus acciones:“¿Mis amigos?, ¿en qué mundo vives? No necesito amigos, yo necesito fans, ¿no lo entiendes? Nunca se ha tratado de matarte, se trata de convertirme en ti. Quiero decir, carajo, mi propia madre tuvo que morir -tampoco fue gran perdida, ¿verdad?- para poder ser como el original. ¿Es enfermo?, bueno, pues lo enfermo es la nueva normalidad. Tú tuviste tus 15 minutos, ahora yo quiero los míos. Y, ¿qué se supone que haga?, ¿que vaya al colegio, graduarme, trabajar? Echa un vistazo alrededor, vivimos públicamente, todos estamos en la Internet. ¿Cómo crees que la gente se hace famosa ahora? No tienes que lograr nada. Solamente te tiene que pasar algo jodido. Por eso tienes que morir Sid, esas son las reglas. Nueva película, nueva franquicia. Sólo queda espacio para una, enfréntalo, tus días de la buena se acabaron”.Con la piel de gallina no resta más que asentir, y al mismo tiempo que se está de acuerdo con las premisas del párrafo anterior (vivimos expuestos en la red y el único mérito para ser famoso no es hacer algo sino que te pase algo), las escenas que pasan ante los ojos, como si fueran el recuento de un moribundo, son las propuestas de un canal de YouTube que ofrece uno tras otro, los grandes momentos de los más famosos de los últimos tiempos, una cadena de imágenes que van desde el niño gordo que maldice con acento norteño hasta la sex tape de Paris Hilton, sin omitir, por supuesto, los miles y millones de chistes sobre la ignorancia de Enrique Peña Nieto, la ignorante confusión de Ninel Conde, el rostro de los memes con la frase adecuada para festejar el viernes, los que tienen animalitos que enternecen o preguntan “Ola K Ase?”… Es decir, el éxito (el reconocimiento) ya no se trata de los logros, ni tiene que ver con una proeza o la realización de una hazaña, lo de menos es hacer, basta estar.La civilización del espectáculoCito en extenso a Mario Vargas Llosa: “¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y en donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Sólo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias inesperadas: la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo”.Así explica el autor de La ciudad y los perros su contrariedad por la preminencia del espectáculo banal en el mundo, señala también Vargas Llosa la derrota de la “alta cultura” y cómo ha sido desplazado el placer por lo difícil por la simplicidad de lo estúpido; difícil no coincidir con él, aunque después de las más de 200 páginas de ese grupo de ensayos (La civilización del espectáculo) me queda la sensación de que faltó hacer énfasis en una palabra clave para comprender las razones por las que la defensa de la inteligencia y el diálogo suelen fallar, por la facilidad con que se puede mal interpretar el término, no se alude al placer. Eso nomás: placer.
Obsesiones modernasCuando términos como progreso y evolución se aplican a la cultura, suelen teñirse de moral, se comienza a ver, por ejemplo, a las artes, no como un camino para el desarrollo del espíritu, sino como herramientas para ascender en la escala social; se sobaja acciones como escuchar música, leer, asistir a espectáculos, exposiciones, establecer un diálogo con múltiples conexiones entre lo que apreciamos y lo que vivimos a utensilios que permitan en la vida diaria ganar más dinero, ser más atractivo, tener más aceptación… todo se reduce a que sea útil de la manera más práctica. Ser “mejores” ya no tiene nada que ver con la formación de una personalidad, se trata de pulir el espejo para que los otros se reflejen como ellos prefieran en nosotros, y así, ser incluidos, con todos los beneficios materiales que eso conlleva.
Ser o no ser¿Qué debe más dignamente optar el alma noble entre sufrir de la fortuna impía, el porfiador rigor, o rebelarse contra un mar de desdichas, y afrontándolo desaparecer con ellas?, se pregunta el joven Hamlet, ahora inútilmente, porque ya no se trata de ser, se trata de hacer, imponiendo entre estas dos acciones un abismo brutal, como si en el placer de la reflexión solitaria o en la contemplación de la belleza (sí, la bolsa de supermercado flotando en el aire o la perfección del postulado de Euclides: Todos los ángulos rectos son iguales entre sí) no hubiera ningún valor, porque el compartirlo (el diálogo, siempre el diálogo) requiere de un esfuerzo de traducción del placer para el que ya no se tiene tiempo, ¿qué caso tiene –nos dictan los tiempos actuales- desperdiciar minutos y minutos tratando de justificar la sensación de lo hermoso, cuando puedes mostrar un chiste, cuando puedes compartir la imagen de alguien cayendo o cometiendo un error?Sí, todos queremos nuestros 15 minutos de fama. Para obtenerlos, ya no funciona “hacer”, requiere demasiado esfuerzo, para qué pensar, cuando es más sencillo pasar por debajo de una escalera, aventarse desde un techo, exponerse al ridículo… ¿para qué?, si pensar no te asegura la risa pronta del otro, esa aceptación en la que hemos transformado los 15 minutos de fama.
CodaY de fondo musical, se escucha el sencillo de The Plastic Ono Band: Instant Karma's gonna get you/ Gonna knock you right on the head/ You better get yourself together/ Pretty soon you're gonna be dead/ What in the world you thinking of/ Laughing in the face of love/ What on earth you tryin' to do/ It's up to you, yeah you… O lo que es lo mismo, John Lennon advirtiendo que cuando te atrape, el karma instantáneo te golpeará duro y a la cabeza por las cosas que sobre la tierra tratas de hacer.@aldanPublicado en La Jornada Aguascalientes (08/06/2013)
        Published on June 08, 2013 01:22
    
T.S. Eliot lee THE AD-DRESSING OF CATS
 
 THE AD-DRESSING OF CATS
You’ve read of several kinds of Cat,
And my opinion now is that
You should need no interpreter
To understand their character.
You now have learned enough to see
That Cats are much like you and me
And other people whom we find
Possessed of various types of mind.
For some are sane and some are mad
And some are good and some are bad
And some are better, some are worse –
But all may be described in verse.
You’ve seen them both at work and games,
And learnt about their proper names,
Their habits and their habitat:
But
How would you ad-dress a Cat?
So first, your memory I’ll jog,
And say: A CAT IS NOT A DOG.
Now Dogs pretend they like to fight;
They often bark, more seldom bite;
But yet a Dog is, on the whole,
What you would call a simple soul.
Of course I’m not including Pekes,
And such fantastic canine freaks.
The usual Dog about the Town
Is much inclined to play the clown,
And far from showing too much pride
Is frequently undignified.
He’s very easily taken in –
Just chuck him underneath the chin
Or slap his back or shake his paw,
And he will gambol and guffaw.
He’s such an easy-going lout,
He’ll answer any hail or shout.
Again I must remind you that
A Dog’s a Dog — A CAT’S A CAT.
With Cats, some say, one rule is true:
Don’t speak till you are spoken to.
Myself, I do not hold with that -
I say, you should ad-dress a Cat.
But always keep in mind that he
Resents familiarity.
I bow, and taking off my hat,
Ad-dress him in this form: O CAT!
But if he is the Cat next door,
Whom I have often met before
(He comes to see me in my flat)
I greet him with an OOPSA CAT!
I’ve heard them call him James Buz-James –
But we’ve not got so far as names.
Before a Cat will condescend
To treat you as a trusted friend,
Some little token of esteem
Is needed, like a dish of cream;
And you might now and then supply
Some caviare, or Strassburg Pie,
Some potted grouse, or salmon paste –
He’s sure to have his personal taste.
(I know a Cat, who makes a habit
Of eating nothing else but rabbit,
And when he’s finished, licks his paws
So’s not to waste the onion sauce.)
A Cat’s entitled to expect
These evidences of respect.
And so in time you reach your aim,
And finally call him by his NAME.
So this is this, and that is that:
And there’s how you AD-DRESS A CAT.
Vía: http://www.brainpickings.org
.
        Published on June 08, 2013 01:15
    



