Testo Junkie Quotes
Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
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Paul B. Preciado2,830 ratings, 4.20 average rating, 342 reviews
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Testo Junkie Quotes
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“Let us dare, then, to make the following hypothesis: the raw materials of today’s production process are excitation, erection, ejaculation, and pleasure and feelings of self-satisfaction, omnipotent control, and total destruction.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“All the girls, the most beautiful, the most heterosexual, the ones waiting for Prince Charming full of natural testosterone, are actually destined without knowing it to become bitches that my dildos penetrate.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“Vacunarse de testosterona puede ser una técnica de resistencia para los cuerpos que hemos sido asignados como bio-mujeres. Adquirir una cierta inmunidad política de género: como coger un pedo de masculinidad, estar borracha de masculinidad. Saber que es posible devenir la especie dominante.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“Primera falacia desenmascarada: tomar testosterona no nos cambia de sexo; cambia (o puede cambiar, dependiendo de la dosis) el modo en el que el género es descodificado socialmente. Segunda falacia desenmascarada: la testosterona no tiene por qué ser utilizada para cambiar de género, sino simplemente como cualquier otra droga, para modificar el cuerpo y sus afectos.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“No hay dos sexos, sino una multiplicidad de configuraciones genéticas, hormonales, cromosómicas, genitales, sexuales y sensuales. No hay verdad del género, de lo masculino y de lo femenino, fuera de un conjunto de ficciones culturales normativas.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“La feminidad se devalúa tres veces más rápido que la masculinidad. Dicho de otro modo, una mujer (bio- o tecno-) de cuarenta y cinco años está fuera del mercado heterosexual, mientras que un hombre debe esperar a los sesenta y cinco para quedar obsoleto. Podríamos calcular la edad real en la economía heterocapitalista de una mujer sumándole quince años para acercarle a su equivalente masculino, restándole dos por cada suplemento de belleza (talla de pecho, delgadez, largura y espesor del pelo, etc.) y sumándole dos años por cada detrimento político y social (divorcio, número de hijos —cada hijo suma dos años—, desempleo, etc.). Tomemos un ejemplo: Héléne tiene treinta y dos años, es una bio-mujer divorciada con un hijo, se conserva en buena forma, hace yoga, es guapa, aunque no tiene un cuerpo perfecto, está delgada y trabaja en una compañía de seguros: 32 + 15 + 2 + 2- 2- 2- 2= 45. Esta es la dura realidad.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“Judith Butler ha definido agudamente el género como un sistema de reglas, convenciones, normas sociales y prácticas institucionales que producen performativamente el sujeto que pretenden describir. A través de una lectura cruzada de Austin, Derrida y Foucault, Butler ha identificado el género no como una esencia o una verdad psicológica, sino como una práctica discursiva y corporal performativa a través de la cual el sujeto adquiere inteligibilidad social y reconocimiento político.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“Queremos apoderarnos del género, redefinir nuestros cuerpos y crear redes libres y abiertas donde poder desarrollarnos, donde cualquiera pueda construir sus mecanismos de seguridad contra las presiones de género. No somos víctimas, nuestras heridas de guerra nos sirven como escudo... Nos presentamos no como terroristas, sino como piratas, trapecistas, guerrilleros, RESISTENTES del género… Defendemos la duda, creemos en el «volver atrás» médico como un seguir hacia delante, pensamos que ningún proceso de construcción debe tacharse de IRREVERSIBLE. Queremos visibilizar la belleza de la androginia. Creemos en el derecho a quitarse las vendas para respirar y el de no quitárselas nunca, en el derecho a operarse con buenos cirujanos y no con CARNICEROS, en el libre acceso a los tratamientos hormonales sin necesidad de certificados psiquiátricos, en el derecho a auto-hormonarse.
Reivindicamos el vivir sin pedir permiso... Ponemos en duda el protocolo médico español que desde hace años establece unas pautas absurdas y tránsfobas para cualquier ciudadano que desea tomar hormonas de su «sexo» contrario. No creemos en las disforias de género, ni en los trastornos de identidad, no creemos en la locura de la gente, sino en la locura del sistema. No nos clasificamos por sexos, nosotros somos todos diferentes independientemente de nuestros genitales, nuestras hormonas, nuestros labios, ojos, manos... No creemos en los papeles, en el sexo legal, no necesitamos papeles, ni menciones de sexo en el DNI, creemos en la libre circulación de hormonas (que, de hecho, ya existe..). No queremos más psiquiatras, ni libro de psiquiatras/ psicólogos, no queremos más «Test de la Vida Real»... No queremos que nos traten como enfermos mentales..., porque no lo somos... ¡y así es cómo nos llevan tratando desde hace mucho tiempo! Creemos en el activismo, en la constancia, en la visibilidad, en la libertad, en la resistencia...
GUERRILLA TRAVOLAKA”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
Reivindicamos el vivir sin pedir permiso... Ponemos en duda el protocolo médico español que desde hace años establece unas pautas absurdas y tránsfobas para cualquier ciudadano que desea tomar hormonas de su «sexo» contrario. No creemos en las disforias de género, ni en los trastornos de identidad, no creemos en la locura de la gente, sino en la locura del sistema. No nos clasificamos por sexos, nosotros somos todos diferentes independientemente de nuestros genitales, nuestras hormonas, nuestros labios, ojos, manos... No creemos en los papeles, en el sexo legal, no necesitamos papeles, ni menciones de sexo en el DNI, creemos en la libre circulación de hormonas (que, de hecho, ya existe..). No queremos más psiquiatras, ni libro de psiquiatras/ psicólogos, no queremos más «Test de la Vida Real»... No queremos que nos traten como enfermos mentales..., porque no lo somos... ¡y así es cómo nos llevan tratando desde hace mucho tiempo! Creemos en el activismo, en la constancia, en la visibilidad, en la libertad, en la resistencia...
GUERRILLA TRAVOLAKA”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“Un día, yo tengo diez años, alguien llama a mi casa y le dice a mi madre: «Su hija es un marimacho», y cuelga. Desde entonces mi madre lee todos mis cuadernos, escruta todos mis bolsillos, me hace todos los días la cartera para asegurarse de que no llevo o traigo nada raro. Mi madre se convierte en un detective privado contratado por el régimen heteropatriarcal para desactivar mi incipiente terrorismo de género: vigilancia e inspección doméstica, interrogatorio, prohibición, reclusión, censura..., estos son los sofisticados métodos que el sistema pone a disposición de una simple ama de casa del período español inmediatamente postfranquista para extirpar el deseo masculino que habita mi cuerpo de niña.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“No hay ninguna droga tan pura como la testosterona en gel. No tiene olor alguno. Sin embargo, un día después de la administración, mi sudor se hace más ácido y más dulzón. Emana de mí un olor a muñeco de plástico calentado al sol o de licor de manzana olvidado en el fondo de un vaso. Es mi cuerpo el que reacciona a la molécula. La testosterona no tiene sabor. No tiene color. No deja huella. La molécula de testosterona se disuelve, en la piel como un fantasma atraviesa un muro. Entra sin llamar. Penetra sin marcar. No es necesario ni fumarla, ni esnifarla, ni inyectarla, ni tan siquiera tragarla. Basta con acercarla a la piel y así, por simple vecindad con el cuerpo, desaparece para diluirse en mi sangre.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“La testosterona es una de las pocas drogas que se difunde a través del sudor, de piel a piel, de cuerpo a cuerpo.
¿Cómo controlar el tráfico, como vigilar la microdifusión de finísimas gotas de sudor, la exportación y la importación de vapores, el contrabando de exhalaciones, cómo prevenir el contacto entre vahos cristalinos, cómo controlar al diablo transparente que se desliza desde otra piel a mi piel?”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
¿Cómo controlar el tráfico, como vigilar la microdifusión de finísimas gotas de sudor, la exportación y la importación de vapores, el contrabando de exhalaciones, cómo prevenir el contacto entre vahos cristalinos, cómo controlar al diablo transparente que se desliza desde otra piel a mi piel?”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“Leo este prospecto de Testogel consciente de enfrentarme a un manual de microfascismo y, al mismo tiempo, inquieta por los efectos directos o secundarios de la molécula sobre mi cuerpo. El laboratorio presupone que el usuario de testosterona es un «hombre» que no produce naturalmente una cantidad suficiente de andrógenos y, por supuesto, que es heterosexual (las advertencias de la transferencia de la testosterona a través de la piel se dirigen a su supuesta pareja femenina). Pero ¿esta noción de hombre hace referencia a una definición cromosómica (XY), genital (que posee pene y testículos bien diferenciados) o legal (que la mención «hombre» figura sobre su carné de identidad)? Si la administración de testosterona sintética está indicada en casos de deficiencia de testosterona, ¿cuándo y bajo qué criterios es posible afirmar que un cuerpo es deficitario? ¿Son mis signos clínicos concluyentes de una falta de testosterona?, ¿acaso no es verdad que mi barba no se ha desarrollado, que mi clítoris no depasa el centímetro y medio? ¿Y cuál sería la talla ideal de un clítoris y su grado de erectibilidad? ¿Y los signos políticos?, ¿cómo medir los signos políticos?”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“La industria del sexo no es únicamente el mercado más rentable de Internet, sino que es el modelo de rentabñidad máxima del mercado cibernético en su conjunto (solo comparable a la especulación financiera): inversión mínima, venta directa del producto en tiempo real, de forma única, produciendo la satisfacción inmediata del consumidor en y a través de la visita al portal. Cualquier otro portal de Internet se modela y se organiza de acuerdo con esta lógica masturbatoria de consumo pornográfico.
Si los analistas comerciales que dirigen Google o Ebay siguen con atención las fluctuaciones del mercado ciberporno, es porque saben que la industria de la pornografía provee un modelo económico de la evolución del mercado cibernético en su conjunto.
Si tenemos en consideración que las industrias líderes del capitalismo postfordista, junto con la empresa global de la guerra, son la industria farmacéutica (bien como extensión farmacológica legal del aparato científico médico y cosmético, bien como tráfico de drogas consideradas ilegales) y la industria pornográfica, entonces habría que darle un nombre más crudo a esta «materia prima». Osemos la hipótesis: las verdaderas materias primas del proceso productivo actual son la excitación, la erección, la eyaculación, el placer y el sentimiento de autocomplacencia y de control omnipotente. El verdadero motor del capitalismo actual es el control farmacopornográfico de la subjetividad, cuyos productos son la seratonina, la testosterona, los antiácidos, la cortisona, los antibióticos, el estradiol, el alcohol y el tabaco, la morfina, la insulina, la cocaína, el citrato de sidenofil (Viagra) y todo aquel complejo material-virtual que puede atildar a la producción de estados mentales y psicosomáticos de excitación, relajación y descarga, de omnipotencia y de total control. Aquí, incluso el dinero se vuelve un significante abstracto psicotrópico. El cuerpo adicto
y sexual, el sexo y todos sus derivados semiótico-técnicos son hoy el principal recurso del capitalismo postfordista.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
Si los analistas comerciales que dirigen Google o Ebay siguen con atención las fluctuaciones del mercado ciberporno, es porque saben que la industria de la pornografía provee un modelo económico de la evolución del mercado cibernético en su conjunto.
Si tenemos en consideración que las industrias líderes del capitalismo postfordista, junto con la empresa global de la guerra, son la industria farmacéutica (bien como extensión farmacológica legal del aparato científico médico y cosmético, bien como tráfico de drogas consideradas ilegales) y la industria pornográfica, entonces habría que darle un nombre más crudo a esta «materia prima». Osemos la hipótesis: las verdaderas materias primas del proceso productivo actual son la excitación, la erección, la eyaculación, el placer y el sentimiento de autocomplacencia y de control omnipotente. El verdadero motor del capitalismo actual es el control farmacopornográfico de la subjetividad, cuyos productos son la seratonina, la testosterona, los antiácidos, la cortisona, los antibióticos, el estradiol, el alcohol y el tabaco, la morfina, la insulina, la cocaína, el citrato de sidenofil (Viagra) y todo aquel complejo material-virtual que puede atildar a la producción de estados mentales y psicosomáticos de excitación, relajación y descarga, de omnipotencia y de total control. Aquí, incluso el dinero se vuelve un significante abstracto psicotrópico. El cuerpo adicto
y sexual, el sexo y todos sus derivados semiótico-técnicos son hoy el principal recurso del capitalismo postfordista.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“En 1946 se inventa la primera píldora antibaby a base de estrógenos sintéticos —el estrógeno se convertirá pronto en la molécula farmacéutica más utilizada de toda la historia de la humanidad—. En 1947, los laboratorios Eli Lilly (Indiana, Estados Unidos) comercializan la molécula de metadona (el más simple de los opiáceos) como analgésico, convirtiéndose en los años setenta en el tratamiento básico de sustitución en la adicción a la heroína; ese mismo año, el pseudopsiquiatra norteamericano John Money inventa el término «género», diferenciándolo del tradicional «sexo» para nombrar la pertenencia de un individuo a un grupo culturalmente reconocido como «masculino» o «femenino» y afirma que es posible «modificar el género de cualquier bebé hasta los dieciocho meses».”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“Tú eres el único que podría leer este libro, Delante de esa cámara más que visible, «siento por primer vez la tentación de hacerme un autorretrato para ti». Dibujar una imagen de mí mismo como si fuera tú. Drag you. Travestirme en ti. Hacerte volver a la vida a través de la imagen.
Ahora ya estáis todos muertos: Amelia, Hervé, Michel, Karen, Jackie, Teo y Tú. ¿Pertenezco yo más a vuestro mundo que al mundo de los vivos? ¿Acaso mi política no es la vuestra, mi casa no es la vuestra, mi cuerpo no es el vuestro? Reencarnaos en mí, tomad mi cuerpo como los extraterrestres tomaban a los americanos para convertirlos en vainas vivientes. Reencárnate en mí, posee mi lengua, mis brazos, mis sexos, mis dildos, mi sangre, mis moléculas, posee a mi chica, mi perra, habítame, vive en mí. Ven. Ven. Please don't leave. Vuelve a la vida. Hold on to my sex. Low, down, dirty. Stay with me.
Este libro no tiene razón de ser fuera del margen de incertidumbre que existe entre yo y mis sexos, todos imaginarios, entre tres lenguas que no me pertenecen, entre tú-vivo y tú-muerto, entre mi deseo de portar tu estirpe y la imposibilidad de resucitar tu esperma, entre tus libros eternos y silenciosos y el flujo de palabras que se agolpa para salir a través de mis dedos, entre la testosterona y mi cuerpo, entre V. y mi amor por V.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
Ahora ya estáis todos muertos: Amelia, Hervé, Michel, Karen, Jackie, Teo y Tú. ¿Pertenezco yo más a vuestro mundo que al mundo de los vivos? ¿Acaso mi política no es la vuestra, mi casa no es la vuestra, mi cuerpo no es el vuestro? Reencarnaos en mí, tomad mi cuerpo como los extraterrestres tomaban a los americanos para convertirlos en vainas vivientes. Reencárnate en mí, posee mi lengua, mis brazos, mis sexos, mis dildos, mi sangre, mis moléculas, posee a mi chica, mi perra, habítame, vive en mí. Ven. Ven. Please don't leave. Vuelve a la vida. Hold on to my sex. Low, down, dirty. Stay with me.
Este libro no tiene razón de ser fuera del margen de incertidumbre que existe entre yo y mis sexos, todos imaginarios, entre tres lenguas que no me pertenecen, entre tú-vivo y tú-muerto, entre mi deseo de portar tu estirpe y la imposibilidad de resucitar tu esperma, entre tus libros eternos y silenciosos y el flujo de palabras que se agolpa para salir a través de mis dedos, entre la testosterona y mi cuerpo, entre V. y mi amor por V.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“The Pill, Prozac, and Viagra are to the pharmaceutical industry what pornography, with its grammar of blowjobs, penetrations, and cum shots, is to the industry of culture: the jackpot of postindustrial biocapitalism.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“How can I explain what is happening to me What can I do about my desire for transformation? What can I do about all the years I defined myself as a feminist? What kind of feminist am I today: a feminist hooked on testosterone, or a transgender body hooked on feminism?”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“They are living codes. Like information, they defy ownership because my possession of a fragment (of information, desire, sex, gender) doesn’t take it away from you. My desire, my plastic cock, my prosthetic masculinity can circulate and be shared without the pleasure becoming any less powerful. It’s the opposite, in fact: sharing multiplies desire, sex, and gender. The problem is that, until now, desire, pleasure, sex, and gender were thought of as nontransferable essences of private property. At first, they were conceived to be fixed substances in nature; then, as the property of God: then, as that of the state; and later, as private properties; and finally, today, as the property of pharmacopornographic multinationals.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“My gender does not belong to my family or the state or to the pharmaceutical industry. My gender does not belong to feminism or to the lesbian community or to queer theory. Gender must be torn from the macrodiscourse and diluted with a good dose of micropolitical hedonist psychedelics.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“Here is a possible pharmacopornographic definition of sexuality: a techno-organic activity corresponding to the type of work praxis in which—to follow Marx’s formulation—
“production is inseparable from the act of producing” and is thus “an activity that has no end product,” because it is “a practice that finds its own achievement in itself, without becoming objectified in any outcome that exceeds it.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“production is inseparable from the act of producing” and is thus “an activity that has no end product,” because it is “a practice that finds its own achievement in itself, without becoming objectified in any outcome that exceeds it.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“Love is always a cybernetics of addiction. Ending up with an addiction to someone, for someone, making someone the object of the addiction, or becoming addicted to a third substance for someone. To her, to me, to testosterone. Testosterone and I. She and I. She or the testosterone. She = the testosterone. Producing or consuming testosterone. Stopping testosterone for her. Absorbing her testosterone.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“La masculinité dépend d'une cybernétique du pouvoir, d'un système dans lequel le pouvoir circule à travers des fictions performatives partagées qui se transmettent de corps à corps comme des charges électriques. [...] dans la configuration de genre actuelle, n'importe quel homme hétérosexuel établit avec n'importe quel autre, dans une éthique de la masculinité, un rapport de solidarité et d'appui plus fort qu'il n'en établira jamais avec aucune femme.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“At the height of his career, the architect Adolf Loos burned all his drawings, letters, diaries, fetish objects. He burned everything. With fire, he built an archive made of smoke, a dense mass of forgetfulness from which it would be possible to begin to live again. If there were a precise psychosomatic memory of the previous breakup, no one would fall in love again; nor would we if we knew in advance the exact circumstances of the end of the love we were about to begin having.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“El secreto de la recepción pornográfica, afirma la Teoría King Kong, es la identificación entre el espectador y la actriz porno. Detrás de una coreografía heterosexual, el sujeto farmacopornográfico atiende por igual al imperativo de erección masculina y de sumisión femenina a la penetración: controlar y ser controlado, presentarse como el universal follador cuando en realidad su deseo último es ser universalmente follado. Detrás de cada machito social se esconde un cuerpo cibernético que desea ser penetrado como una furcia, violado y humillado por una rubia fascista, por una amazona de cabeza rapada y dildo de veinte centímetros o por la metralleta de una joven saudí que exhibe su cuerpo y oculta su rostro bajo un velo. Esa es la verdad de la economía farmacopornográfica: a dick is a hole, una polla es un agujero.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“Así están las cosas, habrá que hacerles frente: si no acepto definirme como transexual, como «disfórico de género», entonces deberé admitir que estoy enganchado a la testosterona. Cuando un cuerpo abandona las prácticas que la sociedad en la que vive le autoriza como masculino o femenino, se desliza progresivamente hacia la patología. Esas son las opciones biopolíticas que se me ofrecen: o me declaro transexual, o me declaro drogadicta y psicótica. En el estado actual de cosas parece más prudente declararse transexual y dejar que la medicina crea que puede proponerme una cura satisfactoria a mí «trastorno de identidad de género». En ese caso deberé aceptar que he nacido en un cuerpo con el que no me identifico, declarar aborrecer mi bio-cuerpo, mi sexo, mi forma de acceder al orgasmo. Va a ser
necesario reescribir mi historia, modificar cualquier elemento que pertenezca a una narración femenina. Tendría que desplegar una buena serie de mentiras bien calculadas: no me gustan las Barbies, nunca he jugado con muñecas, aborrezco mis pechos y mi vagina, siento horror frente a la penetración vaginal, mi único modo posible de tener un orgasmo es con un dildo. De lo que se trata en definitiva es de declararme enfermo mental, confirmando así los criterios fijados por la DMS-IV, el Manual de Diagnóstico de Enfermedades Mentales de la Organización Mundial de la Salud, en el que la transexualidad aparece como enfermedad mental junto con el exhibicionismo, el fetichismo, el frotteurismo, el masoquismo, el sadismo, el travestismo y el voyerismo.
Si no acepto esta clasificación médica, entonces entro clara y definitivamente en el territorio irrecuperable de la psicosis.
O más bien habría que decir que debo elegir entre dos psicosis: en una (transexualidad) la testosterona aparece como fármaco; en la otra (adicción), la testosterona resulta ser la sustancia cuya dependencia debe ser curada por otros medios. He caído en una trampa política) el problema es que esa trampa tiene la forma de mi subjetividad, es mi propio cuerpo. Pero ¿cómo hemos podido dejarle al Estado la gestión del deseo, de la fantasía sexual, del sentido de habitar o no el cuerpo propio? ¿O habrá que decir el cuerpo del Estado? Si me autoadministro ciertas dosis de testosterona, corriendo el riesgo de desarrollar vello facial, de ver mi voz volverse cada vez más ronca, o de aumentar la talla de mi clítoris sin pensar en vivir 'social y políticamente identificándome como hombre, necesariamente estoy loca.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
necesario reescribir mi historia, modificar cualquier elemento que pertenezca a una narración femenina. Tendría que desplegar una buena serie de mentiras bien calculadas: no me gustan las Barbies, nunca he jugado con muñecas, aborrezco mis pechos y mi vagina, siento horror frente a la penetración vaginal, mi único modo posible de tener un orgasmo es con un dildo. De lo que se trata en definitiva es de declararme enfermo mental, confirmando así los criterios fijados por la DMS-IV, el Manual de Diagnóstico de Enfermedades Mentales de la Organización Mundial de la Salud, en el que la transexualidad aparece como enfermedad mental junto con el exhibicionismo, el fetichismo, el frotteurismo, el masoquismo, el sadismo, el travestismo y el voyerismo.
Si no acepto esta clasificación médica, entonces entro clara y definitivamente en el territorio irrecuperable de la psicosis.
O más bien habría que decir que debo elegir entre dos psicosis: en una (transexualidad) la testosterona aparece como fármaco; en la otra (adicción), la testosterona resulta ser la sustancia cuya dependencia debe ser curada por otros medios. He caído en una trampa política) el problema es que esa trampa tiene la forma de mi subjetividad, es mi propio cuerpo. Pero ¿cómo hemos podido dejarle al Estado la gestión del deseo, de la fantasía sexual, del sentido de habitar o no el cuerpo propio? ¿O habrá que decir el cuerpo del Estado? Si me autoadministro ciertas dosis de testosterona, corriendo el riesgo de desarrollar vello facial, de ver mi voz volverse cada vez más ronca, o de aumentar la talla de mi clítoris sin pensar en vivir 'social y políticamente identificándome como hombre, necesariamente estoy loca.”
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“¿Quién querría cambiar de estado mental cuando es posible cambiar de sexo? ¿Quién querría cambiar de humor cuando es posible cambiar de identidad? He aquí la superioridad sexopolítica de los esteroides.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
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“Mientras espero en la cola del cine para ver King Kong con V. D., me divierto tomando cada una de las figuras humanas que están en mi campo visual, aumentando o disminuyendo de forma mental su nivel de testosterona. Los bio-hombres parecen simplemente mujeres más o menos testosteronadas a las que se les ha añadido una plusvalía política, a las que se les ha dicho desde pequeñas: «Tú vales más que ellas, el mundo es tuyo, ellas son tuyas, tu polla es dueña de todo». Las bio-mujeres resultan hombres quirúrgica y endocrinológicamente tratados; más o menos sofisticados entramados de colágeno sintético, silicona implantada, estrógeno activo y falta de reconocimiento político.”
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“Lo que no resulta explicable hoy, en una situación en una inferioridad política de las mujeres se oculta tras una aparente igualdad legal, es por qué no hay una masa de bio-mujeres que trafican y consumen testosterona para acceder a la posición hegemónica. Quizá, simplemente, las bio-mujeres no quieren el poder, prefieren seguir teniendo excusas para no triunfar, para no ganar dinero, para no tomar decisiones por sí mismas, para no dirigir los países en los que habitan, para no ser las únicas responsables de su placer sexual, de su mediocridad o de su éxito.”
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“Por el momento, ninguno de los estados occidentales ha aceptado la legalización de la administración libre de la testosterona a las bio-mujeres, puesto que correría el riesgo de enfrentarse social y políticamente a una virilización semiotécnica de la población femenina. Dos pequeños problemas somatopolíticos que modificarían la descodificación visual y auditiva del género: el vello fácil y el cambio de la voz. Resulta asombroso que en Occidente, a principios del siglo XXI, en una sociedad extremadamente high-tech en la gestión de la reproducción, la descodificación del género se reduzca al vello facial y al timbre de la voz. Dejemos entonces que el vello facial y la voz, y no el pene o la vagina,
no los cromosomas X o Y, son los significantes culturales de género dominantes de nuestra sociedad. Dejemos entonces de hablar de hombres y mujeres y digamos simplemente: cuerpos con vello facial o sin vello facial, cuerpos con voz aguda o grave. Esto no son detalles, son importantes significantes sexopolíticos que podrían poner en cuestión la pertenencia natural de la virilidad a los bio-hombres. El problema último: desvelar el carácter técnicamente construido de los géneros, tanto de la masculinidad como de la feminidad.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
no los cromosomas X o Y, son los significantes culturales de género dominantes de nuestra sociedad. Dejemos entonces de hablar de hombres y mujeres y digamos simplemente: cuerpos con vello facial o sin vello facial, cuerpos con voz aguda o grave. Esto no son detalles, son importantes significantes sexopolíticos que podrían poner en cuestión la pertenencia natural de la virilidad a los bio-hombres. El problema último: desvelar el carácter técnicamente construido de los géneros, tanto de la masculinidad como de la feminidad.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
“Hombres y mujeres son hoy bio-productos de un sistema sexual esquizoide abocado a la autodestrucción. Los hombres y las mujeres son criaturas «deficientes, emocionalmente limitadas», «deficientes emocionales», criaturas «egocéntricas, encerradas en sí mismas, incapaces de empatía, identificación, amor, amistad, afección o ternura», son «unidades aisladas», criaturas a las que el rígido sistema clase-sexo-género-raza obliga a una autovigilancia y un autocontrol constantes, dedicando a este agenciamiento brutal de sus subjetividades un tiempo comparable a la extensión total de sus vidas; criaturas físicamente débiles una vez que toda su potencia vital ha sido utilizada en la contención de su propia multiplicidad corporal, incapaces de encontrar satisfacción en la vida, políticamente muertas antes de haber dejado de respirar. No quiero el género femenino que me fue asignado en el nacimiento. No quiero tampoco el género masculino
que la medicina transexual me promete y que el Estado me acabará otorgando si me porto bien. No quiero.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
que la medicina transexual me promete y que el Estado me acabará otorgando si me porto bien. No quiero.”
― Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era
