Sebastian Uribe Díaz > Recent Status Updates

«A los veinte años, lo único que sabes es que tienes veinte años. Todo lo demás es una bruma que se enrosca en torno a este hecho».

«El que se observa a sí mismo, el que vive en un espacio azaroso. Si el mundo es el lugar donde nos ocultamos de nosotros mismos, ¿qué hacemos cuando el mundo deja de ser accesible? Inventamos un nombre falso, inventamos un destino, compramos un arma de fuego por correspondencia».

«Siento miedo. Pero no de lo que viene, sino de lo que ya fue. Siento miedo de un abismo anterior a mí. Es mi memoria lo que me aterroriza. Su afán de devorarlo todo».

«Miopía y timidez van siempre juntas; están divididas las opiniones sobre cuál es la causa y cuál el efecto. La timidez me ha hecho un soli-tario, y de solitario a excéntrico no hay más que un matiz de significado. Por la miopía me he perdido todos los detalles, pérdida que seguramente causó el desarrollo excesivo, un poco monstruoso, de mi imaginación».

«LaLa creación secreta, individual, ascética, realizada con el fin de paliar de algún modo la inadaptación o la dificultad de vivir, fue una especialidad de la literatura, que no compartieron las artes plásticas, al menos como característica general».

«El Artista Contemporáneo sigue adelantándose, sigue un paso adelante, y pone su ingenio e inventiva en conseguir que su obra contenga un aspecto, un costado, una punta, que siga oculta aun a la más novedosa y exhaustiva técnica de reproducción».

«(…) pero contarles la historia que sugieren esos bisontes y cazadores pintados en la pared... eso bien podría ser un anticipo de literatura. La mediación de las imágenes impone una distancia, y la distancia crea un espacio, en el que las palabras pueden resonar y multiplicar su expresión más allá de lo utilitario».

«De hecho, me hago ahora una pregunta ociosa: ¿qué es preferible: una felicidad ramplona o un sufrimiento elevado? A ver,¿qué es preferible?».

«Los sueños eran especialmente dulces e intensos después de mis excesos, venían acompañados de remordimiento y lágrimas, de maldiciones y raptos de entusiasmo. Había momentos de tal embriaguez, de tanta felicidad, que no quedaba en mí el menor rastro de ironía, de verdad lo digo. Lo que había era fe, esperanza y amor».

«No hace falta decir que odiaba a todos nuestros oficinistas, del primero al último, y los despreciaba a todos ellos, pero al mismo tiempo era como si les tuviera miedo».

«Mis sentimientos eran encontrados. Ahora lo entiendo mejor, pero hace algunos años me avergonzaba confesarlo. De un lado, toda esa barbarie me enfurecía: hacía patente el atraso, la injusticia y la incultura de mi país. De otro, me fascinaba: qué formidable material para contar».

«Es muy difícil pensar en "ser un escritor" si uno ha nacido en un país donde casi nadie lee: los pobres porque no saben o porque no tienen los me dios de hacerlo y los ricos porque no les da la gana. En una sociedad así, querer ser un escritor no es optar por una profesión sino un acto de locura».

«(…) pero en ese tiempo la Gallinacera se había disuelto ya en lo que podríamos llamar, con algo de ironía, la civilización - era un barrio anodino de empleados, comerciantes y artesanos —y sólo la Mangachería representaba aún la antigua, colorida y rechinante vida bárbara de la ciudad».

"El mundo está lleno de ausencias y de ahí los vicios".

"Atravesando esa pradera, le llegaba ya el arrullo de los vagones, el olor a tren: olor robusto y ancho".

«Se encogió de hombros. La gente pobre, la clase media baja o la obrera alta, tiene una extraordinaria predisposición a meterse en dificultades».

«Demonios, si la ciudad quiere crecer, que crezca, pero hacia otro lado. ¿Por qué precisamente por el lugar en que estamos nosotros? Es el progreso, dicen ellos. Quieren hacer progresar al Perú a costa de que noostros nos hundamos. ¡Progreso, progreso, pero ellos son los únicos que progresan!».

«Entonces, izas!, abajo San Cosme, abajo el Agustino, abajo las demás poblaciones, abajo nuestros hogares, nuestros hijos, nuestras ilusiones;¡abajo la vida misma!... ¿Vamos a permitir que suceda eso? ¿No somos de la categoría humana, no somos peruanos, también?».

Le perdí el hilo a la novela (¿había?) así que leyendo solo por la prosa.

«Dentro está oscuro: hueles los libros antes de poder verlos; un olor de lo más agradable. No soy capaz de describírtelo, pero es una combinación de moho, polvo y vejez, de paredes revestidas de madera y suelo entarimado».

Relectura

Poemas que suenan a canciones de Los Prisioneros.

«Frío, un abismo, hermoso. Una deja de ser niña y se agrian las cosas que no cambian, porque crece un hervor por dentro, un amor que es hambre de limón, amor que sale de las entrañas, desnudo y alto, y se caen las manzanas de los árboles»

«Si el aire pudiera oler a rojo, a eso olía el aire: a ese rojo espeso de las rosas que parece olerse con las tripas».

Muy buenos cuentos de este penúltimo tramo: paródicos, emotivos, radiografías del desamor, la separación y la extrañeza.

«(…) él era lo que los especialistas llaman inactivo; la gente común e insensible, un vago; y los seres sensibles, un poeta».

‘La mujer del arquitecto’: indiferencia para una perversa manipulación.

Ligero traspié en el cuarto relato, el quinto y el sexto retoman la viada. Sobre todo el quinto con su final lleno de humor negro y catártico.