Jenn Díaz's Blog, page 33
December 5, 2013
Lo que se espera de Mónica

Mónica está delante de la tumba intentando contener las lágrimas: las piedras y las conchas que trajo la última vez como regalo han desaparecido. Cuando hace algunos días oyó el silbido del aire filtrándose por debajo de la puerta, fue lo primero que pensó, que se habrían caído de la repisa en la que los familiares dejan de todo, desde flores hasta dibujos de niños. Ella solo le lleva lo que encuentra en la playa, por la arena, o entre las rocas; pero la tumba lleva varios días sin nada, vacía, y no puede evitar la emoción —está en el cementerio, es lo que se espera de ella. Como sospechaba que se la encontraría así, ha cogido algo de la última recolecta: una caracola de mar, una lapa hermosa que todavía estaba viva cuando la sacó del agua y una piedra grande, blanca, que probablemente es un azulejo desgastado. Cuando lo coloca todo en orden, casi una decoración, piensa, está convencida de que si su marido la viera, le diría que está loca. El problema es que, después de oírlo tantas veces, ya no le afecta como al principio. Lo único que permanece intacto en el tiempo, a lo que no se acostumbra, es la muerte. Móoonica, Móoonica, Móoonica. Después de hacer algo que nadie aprueba, el marido dice su nombre tres veces, como haría con un niño pequeño, alargando las vocales, y Mónica agacha la mirada y se deja acariciar mansamente.
MUJER SIN HIJO, página 117
Published on December 05, 2013 03:39
December 4, 2013
Marguerite está sola

Julia compartía habitación con Marguerite, una mujer que había dado a luz un niño muerto. Marga, como la llamaban las monjas, tenía los ojos cerrados pero parpadeaba con ellos muy rápido al encender la luz: estaba despierta. Julia seguía sedada mientras la señora Albero lloraba colocándole los cojines del cuello para que estuviera bien. Había dos sillas a los pies de las camas, en total cuatro, y como Marguerite estaba sola cogieron una cada uno para sentarse frente a Julia. —Han tenido mucha suerte. El siguiente centro está lejísimos, no lo habría aguantado. La señora Albero hipaba con el llanto. —Y como comprenderán, no podíamos tener la cama vacía tanto tiempo, hay cola para tener sitio... hemos hecho una excepción por la gravedad de la enferma, pero no puede salir de aquí. Si necesitan algo, siempre hay una hermana despierta en la sala de la entrada. Esta noche me toca a mí. Bienvenidos. La monja que los había recibido era muy bajita, andaba arrastrando los pies y hablaba en susurros. La señora Albero le había cogido las manos emocionada cuando trajo las almohadas para Julia. —Que Dios la bendiga, que Dios la bendiga… Eso le había gustado a la hermana, que estaba harta de desagradecidas como Marguerite, que ni siquiera creía en Dios y, de haber tenido el hijo con vida, quién sabe qué educación le habría dado.
MUJER SIN HIJO, página 103
Published on December 04, 2013 02:25
December 3, 2013
El señor y la señora Albero

Su madre siempre era la que rompía el hielo, aunque a menudo sus maneras no fueran las más delicadas. Rita entró y se dirigió directamente hacia el cuarto de baño. Mientras se iba desnudando y observando en el espejo el aspecto que tenía en cada uno de sus movimientos, la interrumpió su madre. —Te traigo una toalla, cariño. La señora Albero siempre aprovechaba, cuando le llevaba la toalla, para meterse dentro del cuartito y quedarse allí durante el rato que Rita permaneciera dándose una ducha. —¿Has tenido buen viaje? —Vestida así cualquiera lo tiene, mamá. —Tu padre creía que te habías muerto. Lo dijo el otro día. Siempre hacía aquel tipo de comentarios quejándose de que nunca iba a verlos. Rita se acababa de desnudar y entraba en la bañera mientras su madre le hablaba mirándose en el espejo, tensándose las arrugas de la cara. Le contó detalladamente lo que había para cenar y que ahora tenía unas amigas con las que salía todas las tardes a pasear. Le preguntó si ella hacía algún tipo de ejercicio y Rita dijo que tenía cosas mejores en las que pensar y a las que dedicar su tiempo. —Bueno, está bien, cariño. Lo único que le pedía era que tuvieran la fiesta en paz, y con eso se refería a que discutiera lo menos posible con su padre. Desde que Julia, la hermana mayor de Rita, murió, el trato con su padre era áspero y desagradable, siempre había tensión cuando les visitaba, que era, ciertamente, poquísimas veces.
MUJER SIN HIJO, página 29
Published on December 03, 2013 02:25
December 1, 2013
La derrota d'uns quants

Igual que va dir el Leonard Cohen ahirnomés vull expressar la derrota d'uns quantsamb un pèl, si és que en sé, de bellesa i dignitat
JULES
Llegué y estabas tú, ya sabía que estarías tú pero igualmente me sorprendió, y me recibiste, como se dice, como Dios manda, y te pusiste a llorar y a mí, que no me salía llorar, a mí no me salía, no podía llorar porque estaba contenta, y tú llorabas y yo te abrazaba y te decía no llores, no llores, si hay que estar contentos, y tú ya lo sabías que había que estar contentos, pero fue como cuando nació Víctor, que nosotras llorábamos y mamá decía pero si no hay que llorar, hay que estar contentos, como si nosotras lloráramos de tristeza cuando se sabía que no, que se lloraba de alegría por el nacimiento, porque un nacimiento siempre es motivo de alegría aunque haya excepciones, y nos daba rabia que no nos dejaran llorar tranquilas y lo decíamos, queremos llorar tranquilas porque estamos contentas, porque era injusto que no pudiéramos llorar en el hospital, sobre todo porque yo estaba a punto de irme y al menos me llevaba eso, me llevaba conmigo que Víctor había nacido y tenía unos calcetines pequeños en las manos a modo de guantes, y me quedaba con que dormía bocabajo mirando hacia la derecha, y ponía la boca así, haciendo una o, pero tú llorabas y aunque yo sabía que era bueno que lloraras, y hasta habría sido bueno que llorara yo, si me permites que lo reconozca ahora, igualmente te decía lo mismo que mamá, que no lloraras, con la rabia que me da a mí que me pidan que no llore, como si se pudiera evitar, y, de verdad, ojalá hubiera llorado yo también, pero cuando alguien está fuera de casa mucho tiempo, si és que hi ha cases d'algú, cuando vuelve se siente a salvo, y cuando uno está a salvo no llora, o a lo mejor también llora, que me imagino que también los habrá que lloren como nosotras cuando nació Víctor, pero en principio no se llora, se ríe uno, se mea de risa si se me permite la expresión, a carcajadas, pero tampoco podía reírme, sólo podía lo que estaba haciendo, pedirte que por favor no lloraras, que ya se había acabado todo, anda no llores por favor, y tú seguías y yo, te lo prometo, habría llorado de alegría, pero acababa de llegar a casa, y uno cuando llega a casa por fin, después de mucha añoranza, es incapaz de derramar una lágrima, ni una pequeña pequeña pequeña pequeña.
Published on December 01, 2013 01:40
November 28, 2013
Mujer sin hijo (Jot Down Books)

Uno no puede traer hijos a un mundo como este. Así, con esta cita de Virginia Woolf, empieza Mujer sin hijo. Tengo la necesidad de explicar por qué, por qué este libro, de dónde, hacia delante, desde qué, dentro, el título, todas las veces que he escrito sobre esta mujer —Rita Albero— pero tenían otro nombre, el mío quizá. Desde que empecé a escribir esta historia, que, a diferencia de otras, siempre ha tenido este título, he ido indagando en la mujer desde un lado u otro. Ya hacia el final, cuando todo estaba decidido y sólo quedaba la escritura intuitiva y los últimos arreglos, caí en los brazos de Maternidad y creación , un libro maravilloso que no hizo otra cosa que confirmar que ésta, la novela de Rita Albero, me era absolutamente imprescindible. Aunque en un principio iban a ser tres historias —tres mujeres sin hijos— independientes con un mismo nexo, el nexo común de la maternidad o ausencia de ésta, a medida que avanzaba se fueron cruzando las tres, hasta dar con una historia única y fuerte, con la que he disfrutado tantísimo. Probablemente sea una novela tan especial para mí, que no quiere decir que lo deba ser para los demás, porque no hay ruralidad, no hay pueblo, no hay esos mundos belfondinos que siempre me acompañan (y que en Es un decir volverán a acompañarme): la historia de Rita Albero empieza en una oficina y se desarrolla en una ciudad, y hay gobierno y hay coches y hay radios y hay televisión y hay prensa. Hay de todo eso de lo que he venido prescindiendo siempre en la narrativa. Y sin embargo, Rita, Julia y Mónica siguen viviendo en ausencia, al margen, en un mundo apartado, un mundo interior.Decía que durante todo este tiempo he ido indagando en la mujer, porque Mujer sin hijo me tiraba y me tiraba, y yo tenía la necesidad de escribir fuera de ella sobre lo mismo, sobre mis propios descubrimientos, ir enlazando y buscando los puntos de unión entre la mujer y la mujer, y de ahí nacieron los artículos de Jot Down Mujeres sin hijo y Mujeres con hijo, y Carta a un niño que nunca nació, y el último poema. También he leído para relacionar, como un libro sobre la esclavitud de la lactancia, por ejemplo, y he aprovechado para recordar a Pablo ( La hora violeta , de Sergio del Molino) y a Ariel (acompañada por su nombre, que elegí, y la cita de Estefanía González). Y también he buscado en mí y en las demás, y el resultado es éste, una novela diferente que sigo sintiendo muy cercana y muy íntima y muy mía, a pesar de que los ingredientes sean tan distintos.Éstas son mis explicaciones sobre Mujer sin hijo, necesarias o no, y aquí se puede comprar el libro en preventa con firma incluida, necesaria o no.
Published on November 28, 2013 04:00
November 24, 2013
Mujer sin hijo

imagínate que hay una farolay que es de día y está apagaday viene una niña yte pregunta¿qué es?y tú le dices que una farola yte pregunta¿qué es una farola?y tú le explicas que una farolaes como una lámpara grandeuna lámpara de ciudadpara que podamos ver por la calley entonces la niña te preguntaqué es una farola cuando está apagadaporque es de díay tú le dices que una farola apagadasigue siendo una farolay así es una madre con un hijo muertosigue siendo una madreaunque ya no esté el hijoaunque el hijo se haya apagadosin luzaunque sea de díaaunque los días siganuno tras otroy la madre sea inútil en su maternidadlo sigue siendoa su pesar
Published on November 24, 2013 11:20
November 7, 2013
Quotidians
Published on November 07, 2013 04:55
October 30, 2013
Al menos eso

Me cuelgo de este hilo de esperanza y prometo alejarme de lo oscuro, de las junturas, de las grietas y simas de la noche. De escuchar el horror que late bajo.
ESTEFANÍA GONZÁLEZ
equilibrios sobre la luzsobre el hilo de luzque se filtra por entre las nubesiluminando las torres eléctricaslas farolas de díalos tejados de solde un sol decididocon decisión —al menos eso
Published on October 30, 2013 04:06
October 19, 2013
Contra el cáncer de mama

aquí tienes tu bocado en el pecho
como el que da el niño al nacer
pero sin el niño
y sin el pecho
Published on October 19, 2013 02:45