Pablo Poveda's Blog, page 22
January 6, 2020
Facebook Ads para escritores: encontrar lectores de forma fácil
Mucho se habla de marketing digital, de teorías y fórmulas mágicas a la hora de hacer campañas, pero poco se comentan los fracasos y el dinero que se tiró al retrete y esa conversación que no se volvió a tener.
Existe una cantidad ingente de contenido gratuito y de pago para aprender a manejar plataformas de publicidad como Facebook, Google o Amazon. También existe otra gente que se encarga de poner tu presupuesto en marcha. Como autónomo y habiendo puesto bastante dinero en el terreno de juego, diré por qué debes poner el tuyo a experimentar, estés a cargo de tus campañas o sean otros quienes lo hagan:
– Debes tener claro por qué lo haces y cuál será el retorno.
– Tienes que saber a dónde va tu dinero y por qué. Conocer lo que cuesta un click, el tráfico que genera y por qué no funciona.
– Necesitas datos.
– Tienes que sentir la frustración de que no funciona como esperas. Porque te va a ocurrir, porque estarás perdiendo dinero y porque así será el único modo de mejorar. Nadie mejor que tú se va a preocupar por tu dinero.
Si vas a meterte en esto de manera profesional, plantéate invertir de 200-500 euros al mes en publicidad para empezar.
En 2017 escribí una guía basada en los principios que estaba poniendo en acción por entonces. Han pasado dos años y caigo en la cuenta de que algunas cosas han cambiado (he triplicado todas las cifras que aparecen ahí).
En 2020, si tuviera que destacar algunas de las claves que funcionan para un autor (ficción y no ficción), una de ellas sería el uso apropiado de Facebook, la red que todos dicen que está muerta, pero que no es así.
Hoy, la red de Zuckerberg sigue siendo un pilar en mi presupuesto de publicidad. Uno de los mayores problemas al empezar de cero, era la ausencia de audiencia. Tenía historias, pero no lectores.
Tener contacto directo con mis lectores ha marcado una diferencia abismal en el crecimiento. El problema es que muchas veces no sabemos como armarlo todo para que funcione.
– Si publicas en Amazon, necesitas lectores nuevos fuera de Amazon que impulsen tus ventas y generen tráfico desde fuera, por tanto: crea una lista de correo (ya sea en Mailchimp o Mailerlite), una landing page (estos servicios ofrecen las suyas) y un libro o adelanto que regalar a cambio de la suscripción.
Probablemente, esto lo habrás leído ya en otras partes. El crecimiento es lento de forma natural y alcanzar los primeros 1000 suscriptores puede ser complicado.
Así que lo aceleramos.
a) Crea una campaña de Facebook (de clicks en el anuncio), con una audiencia que tenga como gustos los autores que se parecen a ti y que sean de España y México (países en los que Amazon tiene tienda y, por tanto, usuarios de Kindle o Amazon Prime).
b) Usa una imagen libre de derechos (donde no salga tu portada). Puedes usar Unsplash o Pexels y asegúrate que tu anuncio dice bien claro que es gratis.
c) Usa una pregunta en el copy. Tienes apenas segundos para despertar interés.
d) Crea dos campañas, observa cuál funciona mejor e invierte 5 euros en cada una de ellas. Una semana después, acota la audiencia en función de cuál te da mejores resultados.
e) Asegúrate de tener un producto/libro para vender más tarde.
Uno de los mayores problemas que otros autores me han planteado, es el de conseguir lectores que, una vez descargado el libro, sigan comprando otras obras.
Si partimos de cero y no tenemos claro el perfil potencial de nuestro lector, es importante probar durante un mes y recoger información para ver qué franja de edad se interesa por hacer click. Después podemos enviar un formulario para que lo rellenen y así saber más de ellos.
Esto será determinante para evitar lo que me sucedió a mí: 3000 lectores de 18-21 años que leían mucho pero no tenían acceso a una tarjeta bancaria o a una cuenta de Amazon.
Huelga decir lo importante que es tener una buena portada, una página web decente y presentar un aspecto profesional. Sí, la historia importa, pero el envoltorio también.
No es una ciencia exacta, sobre todo, si es tu primer anuncio, pero sí es el esquema a seguir para (a) Captar la atención de una persona anónima, (b) pasar a ser alguien familiar y (c) dar a conocer nuestra obra.
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Prestar atención
Todo se acaba, hasta aquello que pensamos que no conoce un final. Tenía ganas de regresar a la rutina, a mis días fríos de mucho café, muchas palabras escritas y largos paseos en silencio. Tenía ganas de encontrar un orden entre tanto acontecimiento. Y es que, nos guste o no, nos tomamos tan en serio las vacaciones de diciembre, que el cuerpo termina pidiendo una tregua.
Regreso a Madrid con unos kilos de más, tomando notas mentales mientras cruzo, por enésima vez, La Mancha y sus parajes antes de que los reyes de Oriente colapsen el paseo de La Castellana. Me detengo en una gasolinera para estirar las piernas y también para que el perro haga sus cosas. Hay varios coches, personas que almuerzan, familias que se hacen fotos y algunos que, como yo, viajan con la soledad del silencio y las niebla de pensamientos que los acompañan. A primeros de año, no es nada fácil pensar con claridad.
Compro una lata de Espresso Doble de Starbucks y me la bebo apoyado en la parte trasera del vehículo. Fue mi hermano quien me dijo que eso existía y ahora se ha convertido en una excusa para parar y cargar las pilas.
La ciudad respira con normalidad. Madrid es una capital bonita que tiene de todo, a la hora que quieras pero, como todas las capitales, puede absorberte en su espiral de alta velocidad y hacer de tu vida un infierno, hasta que termines odiándola. También puedes empacharte de ella hasta darte cuenta de que te has quedado sin nada. Ninguno de los dos es mi caso y por eso estoy feliz, pero no descuido mis pasos para evitar el desastre.
He vuelto a madrugar y, aunque no lo parezca, lo echaba de menos. Auguro un buen año (como todos) y sé lo que tengo que hacer. Después, el tiempo dirá.
La cafetera avisa y es hora de apagar el fuego. En las acciones pequeñas comienza todo. Se empieza haciendo café y se termina escribiendo una novela. Y así, nuestras carreras. Quizá sea el año de presentar más atención.
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January 3, 2020
Nuevas oportunidades
La chica que se sienta a mi lado se dirige hacia Murcia. No sé cuántas horas lleva metida en el vagón, pero parece estar harta de jugar al Candy Crush. Una fila atrás, una mujer mayor comparte con el resto vídeos de bandas de pueblo. Suenan cornetas y tambores, nadie dice nada. Es como si nos dirigiéramos a una guerra ausente de alegría. Un perro llora en el interior del transportín y el sol se oculta por la ventana. Recuerdo cuando era pequeño y viajar en Talgo era un hecho extraordinario. El tiempo no perdona ni a los trenes, y ahora éste parece un símbolo decadente del pasado, a pesar de haber subido en trenes peores.
Leo Una familia normal de Alejandra Parejo y caigo en la cuenta de que la normalidad, en sí, carece de sentido. Sólo la buscamos a ratos, cuando nos sentimos perdidos, pero nadie quiere vivir en una constante mundana y predecible. Nadie quiere vivir en el cardiograma de un corazón muerto.
He pasado unos días en Valencia, una ciudad que me trata bien, aunque no siempre haya tenido buenos recuerdos de ella. Me traigo momentos, ideas, historias que plasmaré a lo largo del año. He vuelto a visitar los sitios que recorrí con mis personajes, a hacerlos más reales, si es que se puede. El ayer se queda en las décadas pasadas, las heridas hace tiempo que cicatrizaron y regreso acotando las horas hasta que llegue el momento de volver a Madrid. Amanecí el primero de enero sin resaca y eso es una buena señal.
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December 28, 2019
Diario de a bordo: cinco años de enseñanzas
Como cada año, a medida que nos acercamos a San Silvestre, comienzo a cuestionármelo todo de nuevo. He mencionado en otros textos que sólo me realizo dos auditorías durante los doce meses: la primera, en mi cumpleaños. La segunda, a finales de año. El año pasado escribí sobre esto. Las comidas copiosas, el trasnocho, las bebidas espirituosas y las resacas pesadas no ayudan a pensar con claridad durante estos días. Perdemos el hábito de nuestro día a día, pero recurrimos a esa válvula de escape, en ocasiones, tan necesaria. No obstante, una vez recuperado, hago el esfuerzo por volver a mi reino interior, a esa paz (ahora inexistente) que habita cuando me concentro lo suficiente. Siento las chispas en mi interior, percibo que todo se derrumba a mi alrededor y que volvemos a empezar de cero. A la vez, echo la vista atrás y me pregunto qué he logrado este año y qué no, a la vez que me pregunto si he cubierto las tres áreas que reinan nuestra vida: salud, dinero y amor.
El año pasado, mi propósito fue la responsabilidad y creo que no me he portado del todo mal. He sabido manejarme hasta subir al siguiente nivel, aunque haya tenido que navegar contra viento y marea. Pero he sido un irresponsable con otros ámbitos de la vida. El año 2019 era todo un desafío para mí. Luego no ha sido para tanto. Pero sé que 2020 será otra fase de cuartos de final y mi propósito es mantenerme más saludable para abarcar todo lo que tengo en mente. Soy una persona que funciona cuando me siento bien mental y físicamente, pero también un animal nocturno que necesita escapar de cuando en cuando. Las subidas y bajadas, cada año que pasan, son más jodidas de aguantar.
Por otro lado, mi desintoxicación digital durante treinta días ha tenido un efecto extraño, quizá positivo, tal vez indiferente. Decidí alejarme un poco del ruido virtual para encauzar lo que quedaba de año y me ha ayudado a eliminar ciertos hábitos y a dejar de prestar atención a ciertas cosas. Me ha venido bien y ahora no sé si retomaré la actividad de antes. Veremos.
Recapitulando:
Año 2015: primeros pasos serios con la publicación digital y primeras ganancias
Año 2016: despegue literario desde Varsovia (primeras victorias en Amazon)
Año 2017: regreso a España, estabilización y Memento Mori (reflexiones del primer año a tiempo completo y sin descanso)
Año 2018: responsabilidad, intensidad y automejora (finalista del Premio Literario Amazon 2018 y me mudo a Madrid, uno de mis sueños).
Año 2019: el mejor año de mi vida, sin duda. Control absoluto de mi producción literaria, derechos vendidos para convertirlos en audiolibros y unas cuantas sorpresas cerradas que nos traerá el siguiente año. Lo mejor: toda la gente que ha formado parte de él.
Finalmente, esto no deja de ser un diario de a bordo para poder revisar las promesas que no cumplí en el futuro, pero también para entender que las victorias requieren tiempo, paciencia, trabajo duro y dejar tu ego a un lado, pero no olvides de vivir cada momento al límite. No te arrepentirás de nada.
Y, ahora, vamos a reventar los próximos doce meses.
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December 27, 2019
El embudo de la vida
Quedan apenas unos días para entrar en la nueva década y las palabras salen más apelmazadas de lo habitual. Los excesos de estas fiestas tienen parte de culpa y la mente es incapaz de centrarse en su tarea. No obstante, he decidido dejar algo por escrito para la posteridad. Útil para mí (por si me desvío de mi propósito en el futuro) y para aquella persona que lo encuentre interesante.
Muchos han sido los cambios en estos últimos años. Con echar un vistazo a las viejas entradas del blog, se puede apreciar el cambio de paradigma. Sin embargo, hay un concepto que sigue intacto. Todavía recuerdo aquella fría noche de 2015, leyendo en la parte trasera de un autobús varsoviano, con un palmo de nieve en las aceras y quince grados bajo cero de temperatura. Sólo recuerdo que era viernes, había terminado la jornada laboral y estaba harto de la vida que llevaba. Me había marchado de España tres años antes, dejándolo todo para averiguar cómo convertirme en escritor (vivir de ello, básicamente). Tres años después, seguía en la casilla de salida, sin saber muy bien qué ruta tomar. Aquel día estaba leyendo El Arte de Pedir de Amanda Palmer (he hablado anteriormente de este libro y de la charla que dio en su día en Ted). Aunque no sabía cómo se llamaba por entonces, esa tarde comprendí lo que era el famoso embudo de ventas, un concepto del que se habla mucho, pero que no todos dominan. Aquello cambió mi vida y el resto de la historia la conoce todo el mundo.
Cuatro años después, echo la vista atrás y puedo decir que el embudo de ventas era algo más que un sistema para encontrar a mi audiencia. El embudo se aplica en toda las áreas de nuestra vida, desde la profesional hasta la más íntima. Tener buena presencia, fidelizar relaciones, abrirte sentimentalmente a alguien.
Todos quieren vender, pero nadie quiere sentirse un vendedor. La venta está demonizada como si fuera un engaño, pero nadie compra algo que no quiere (y a todos nos gusta sentirnos queridos, ¿verdad?).
Por eso, hagas lo que hagas, estés en el punto en el que te encuentres, dedica tiempo a tu embudo personal, infórmate, aprende lo que es si todavía no lo conoces y recuerda cuál es tu propósito.
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December 23, 2019
Para llevar
Recta final del año. Me doy cuenta estos días de que hay mucho sobre lo que reflexionar. Por estas fechas, suelo pensar que vuelvo a la casilla de inicio, a empezar de nuevo, a pesar de todo el camino que lleve hecho. Es una buena sensación, para ser honesto. Te mantiene en el juego, hambriento y con ganas de seguir avanzando.
Mis propósitos son claros. Llevo muchos años proponiéndome cosas que luego no he hecho. ¿El problema? Falta de prioridades. No se trata de ir al gimnasio, ser mejor persona, leer más… Más bien, es cuestión de concentrarnos en las áreas que queremos mejorar, marcándonos un objetivo desglosado en pequeñas victorias y un calendario con fecha final. Cambiar un aspecto de nuestra vida para no convertirnos en un pedazo de mierda. No hay más. Hay que poner la barra en el límite.
Por eso en 2020 (a pesar de lo que ocurra alrededor) voy a regresar a los básicos (una vez más), poner el teléfono en modo avión y desentenderme de los gastos innecesarios de tiempo. Hace unos días dejaba por escrito mis premisas a lo largo de estos años. Hoy pongo fecha de inicio y final a lo que está por llegar.
En 2020, la velocidad, la concentración y el conocimiento van a ser tres elementos clave en estos lares. La producción de contenido, la regla número uno.
Felices fiestas.
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December 19, 2019
Últimas horas
Escribo estas líneas poco antes de salir de casa, dispuesto a enfrentarme al último cocido madrileño del año, no sin antes hacer una visita a la Taberna Real. La razón es simple: tengo la certeza de que voy a perder el ritmo de mis palabras diarias. Mañana me meto en la carretera y Dios dirá lo que vendrá después. Vienen días duros de contacto humano, conversaciones y poco silencio. Así que no me quería marchar sin anunciar que estas navidades he sacado un pack con la segunda trilogía de Don, ya disponible en Amazon y en Kindle Unlimited.
Pero eso no es todo. Pronto escribiré mis impresiones tras haber estado alejado de las redes por un mes. No ha sido una desconexión total, aunque sí merecida en un periodo en el que me sentía falto de inspiración, algo alienado y harto del ruido digital. Pues bien, ha sido bastante positivo, he reactivado algunas áreas de mi vida y he tenido tiempo para aburrirme (y pensar en nuevos proyectos).
Hoy me he enterado de que Amazon ya permite poner publicidad de libros en sus plataformas. Así que en 2020 ocurrirán dos cosas: venderá quien apueste por ello y dejará de vender quien no quiera meterse al barro. No hay más, y eso lo hace todo más divertido.
Nos leemos desde la tierra de Caballero.
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December 18, 2019
Escritores, juntaletras y la industria cultural
Ayer encontré un par de artículos que me llamaron la atención. En estos días de comprar regalos (de los cuales, algunos serán devueltos más tarde y otros serán libros), termino lecturas que tenía pendientes y hago una breve lista de lo que me gustaría leer estas navidades (porque todos sabemos lo que sucede después). Soy un lector abierto, sin prejuicios y sin dogmas a la hora de enfrentarme a una lectura. Eso no significa que después la termine. Me he dejado a medias más libros que conversaciones, y ya es decir.
No obstante, cuando termino una historia larga o estoy en uno de esos días en los que busco algo ligero, suelo echar mano de las viejas novelas policíacas que heredé de mis antepasados. En otra época las llamaban pulp, en España bolsilibros. Al fin y al cabo, no eran más que novelas populares escritas para entretener, con humor, crítica social y situaciones que poco se ven ya hoy en las novelas actuales. Del pulp habla muy bien Kiko Amat en este artículo de La Vanguardia. También lo hizo Miqui Otero en este otro. Existía un mundo más allá de las típicas historias del Oeste. Pero no sólo eso. Conocer la historia, desde las entrañas, supuso un punto de inflexión en mi carrera como juntaletras. Y todo surgió en el momento en el que decidí indagar sobre la vida de personajes como Raymond Chandler, Patricia Highsmith, Dashiel Hammett, George Simenon o Agatha Christie. Y hay más figuras que dejaron un legado, como la de Peter Cheney. Otra época en la que se pagaba por línea y se escribía por supervivencia. Una liga de escritores segundones de entonces que vivieron mejor que imaginaron, pero que quedaron a la sombra de los grandes grupos editoriales. Había de todo, como en todas partes, pero representaban el rocanrol contra la ópera. Un ejemplo no muy diferente de lo que sucede hoy con Amazon, al que muchos llaman el nuevo pulp, término que no discuto y que tampoco me molesta. Lo que más he admirado en todo este tiempo ha sido la capacidad para contar historias sin freno. Escribir para entretener, porque así se ponía el plato en la mesa. En algunos casos como el de Simenon, quedaron más de 300 obras para la posteridad.
Hay quien las detesta, como también hay quien no ve películas de Bogart porque están en blanco y negro. Cada cual que haga lo que la vida le permita. En mi experiencia, además de aprender la filosofía que hay detrás de este movimiento, también he tomado notas sobre cómo escribir escenas con eficacia (o eso creo). Vivimos en un momento en el que las obras maestras son tantas, que nos olvidamos de ellas con facilidad. El tiempo, al final, las pone en su sitio y son las mejores aquellas que perduran con el paso del tiempo (gran juez de todo).
Quizá, algún día, todo este elenco de plumillas tenga el reconocimiento que merece, o tal vez no. Quienes lo apreciamos, ya se lo hemos dado, aunque no esté bien visto decirlo en voz alta.
Hace unos días, las redes se indignaban por el libro de alguien que se hizo famoso en un programa de televisión y yo sigo sin entender el porqué. La publicación es un negocio, como el periodismo, la industria musical o cualquier otra profesión en la que haya que poner un montón de billetes. A veces salen cosas que nos gustan y otras no. Si hay audiencia, habrá posibilidades de venderlo, y esto se ha hecho toda la vida. El problema no es que se publique o que se cuestione a la persona que lo ha escrito. Tampoco lo es la industria en sí, que lucha a diario por seguir manteniendo una plantilla con nómina, cometiendo victorias y errores e intentando que los libreros no devuelvan los cientos de ejemplares de ese premio literario que no consigue vender. Esto va más de echar migas en diferentes charcas para ver dónde pican, y repartir el resto. El problema es que seguimos creyendo que la industria cultural no es una industria.
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La ciudad al mediodía
En mis últimos días de este año por Madrid, antes de cruzar la vieja estepa castellana para alcanzar el Levante español, siento el frío capitalino más de lo normal. Será por las borrascas, por esas nubes que apenas dejan ver el sol o porque, simplemente, es diciembre y es lo que toca. Tras el paseo matutino del perro y después de haber divisado una vez más (nunca me cansaré de hacerlo) el ala sur de la ciudad desde el mirador del Debod, subo acompañado hasta la glorieta de Santa Bárbara, dejándome caer por el laberinto de calles viejas del centro y buscando un bar en el que buscar un poco de cobijo. Me gustan los bares en general, pero lo de este país son de una categoría superior. Los disfruto tanto de día como de noche. Me gustan los lugares por los que pasan los rostros, surgen las risas, los silencios y las discusiones. Algunos se quedan, otros se van y unos pocos habitan en ellos. Tras callejear por Génova y cruzarnos con una conocida modelo que salía en televisión y la ex pareja de un famoso futbolista, terminamos en uno de esos escondites de sobra conocidos, que poco llaman la atención. A las doce del mediodía el cuerpo no pide café, sino otra cosa. Se sirven dos cañas junto a dos pinchos de tortilla de patata que son de grandes como la mitad de un queso manchego. Hoy me saltaré la comida. Escucho conversaciones ajenas, a varios metros de mi posición en la barra. La tortilla entra en mi sangre como un suplemento vitamínico y la cerveza me ayuda a aclararme la voz. Mi amigo, que es músico, dice que, entre semana, a esas horas es fácil encontrarse con los famosos por la ciudad, ya que son los únicos que no dan un palo al agua. Reímos, pedimos la cuenta y no le quito la razón. Me detengo un segundo, echo la vista atrás al pasado y recuerdo los días grises. Hace tiempo que ya no lo son y eso lo convierte, para mí, en un privilegio del que estoy agradecido. Podría haber sido diferente, podría haberme quedado en esos recuerdos ahora borrosos.
Decidimos dar un paseo bajando los carbohidratos, hablando de música, de victorias y fracasos y de lo poco que queda para que termine el año. En un taxi hay un destacado guionista que sale en televisión. Lo que yo te diga, me comenta.
Y me río, porque no es para menos. La vida esta hecha para sonreír y son los días como éste los que uno guarda para el futuro, no por lo ocurrido, que no es nada fuera de lo común, sino por lo que nos llevan a reflexionar cuando no valoramos lo que tenemos.
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December 17, 2019
Imposibles: algunas reglas para mi yo del pasado

En 2012 me dijeron que estaba cometiendo un error dejando el trabajo para vivir lo que yo sentía en ese momento, que la crisis me iba a golpear bien fuerte y que me arrepentiría de ello.
En 2016 me dijeron que estaba siendo un insensato, que vivir de la escritura era una utopía y que dejar una vida estable sería una metedura de pata. Ambos momentos son historia. En ambos casos estaban equivocados, pero eso lo sabemos ahora.
En 2020 voy a ir un paso más allá, sólo que esta vez llevo la lección aprendida.
Si pudiera destacar algo de los últimos años y contárselo al joven veinteañero de 2012, quizá sería lo siguiente:
Termina lo que escribas y vuelve a empezar.
No recuerdo la de historias que dejé a medias. Si hubiese sido consistente desde un primer momento, habría mejorado exponencialmente. Escribir cobró sentido en el momento en el que se convirtió en una disciplina diaria.
No te molestes en impresionar a otras personas.
Durante mucho tiempo sentí que merecía un reconocimiento por algo. El ego es vanidoso y yo lo era. Por suerte, no es necesario impresionar a nadie para ser feliz. En el momento que empecé a hacer lo que me llenaba, sin esperar nada a cambio, sin escuchar a mi entorno, comencé a ser feliz. Si quieres demostrar algo, demuéstraselo a quien te presta atención. El resto va a lo suyo.
No necesitas aprobación para llevar un proyecto a cabo.
Que no te tomen el pelo. Publícalo y aprende de los errores (que no lograbas ver).
Tu opinión común no le interesa a nadie.
Por eso ya no opino, ni en redes, ni en círculos cerrados. La gente se indigna en las redes, como si tuviera un altavoz desde el sofá. ¿Qué mérito es ese? A no ser que tenga algo que aportar, prefiero callarme. Al mismo tiempo, he dejado de escuchar opiniones gratuitas y de perder el tiempo con ellas. Escucha a quien te interese y si no dice nada, cambia de canal. Las opiniones no valen nada.
Si tienes un problema, lidia con él.
Quejarse no sirve de mucho, por no decir de nada. Si lo haces, mejor en silencio. Tienes un problema, busca una solución. No vendes libros, aprende a hacerlo y no le eches la culpa a otros factores. No tienes trabajo, destaca, toma riesgos. Nadie nace enseñado. Yo también comencé con cero seguidores, sin lectores y creyendo que no iba a ninguna parte. Usa el coco, edúcate y ponte a prueba. Las personas que se quejan no hacen nada por cambiar su situación. En muchas ocasiones, no quieren escuchar.
Nadie te debe nada.
Tú tampoco debes nada a nadie en principio.
Marca tus líneas.
Deshazte de las personas tóxicas.
Te quitan tiempo, energía y se nutren de ti. Al carajo.
No prestes demasiada atención a las críticas.
Toma las constructivas, entiende la visión general, qué es lo que falla, pero no permitas que te ofendan.
No entres al trapo en las opiniones subjetivas.
Sólo traen problemas.
La mayoría de la gente no sabe bien de lo que habla.
Busca informes, datos exactos sobre tu tema de interés. Infórmate para ti, para tu propio beneficio y no para llevar la razón. Pregunta a quien lo está haciendo bien y no te dejes llevar por las suposiciones.
Quien desprecia tu idea, merece quedarse fuera del plan hasta que cambie de opinión.
No vas a convencer a quien ya tiene una idea preconcebida sobre algo. Tú a lo tuyo y olvídate de esa persona.
No comentes tus planes.
Te ahorrarás discusiones.
Invierte en ti.
En cuanto puedas, pon dinero en tu marca, experimenta, gana exposición. Si no sabes, aprende con algún libro. Me di cuenta de que gastaba más en un fin de semana de copas que en un mes de publicidad.
Exprime la vida.
Mis mejores aventuras están en la calle, en los viajes, en las noches interminables. Las mejores experiencias me las han dado otras personas. Leer, escribir pero también vivir todo lo que puedas al límite. No seas un pollo de corral.
No tengas miedo.
A nada ni a nadie. Es importante no tener miedo al principio aunque, en ocasiones, es inevitable. Con el tiempo se te pasa, te vuelves ácrata y acabas desmontando el castillo de naipes que te parecía algo grandioso y respetable.
No te tomes muy en serio.
Es algo que me diría a mi yo de hoy en día, también. Pero hay que aprender que esto es una partida. No vale rendirse, pero tampoco fustigarse.
No pierdas el tiempo en reuniones innecesarias.
Mejor ni pensar la de visitas y encuentros que no me han llevado a nada y que podrían haberse solucionado en cuestión de minutos. Por algún motivo, existe gente a la que le gusta perder el tiempo para concretar algo. Sinceramente, prefiero pasarlo con mi perro.
Tus expectativas son tuyas.
Fíjate en los otros para saber que puedes llegar, pero tu camino es personal. Cada persona viene de un lugar y un contexto diferentes. Las comparaciones son odiosas. Hoy sé que son absurdas, pero no siempre fue así. Intenta mejorar por ti. Asume que siempre habrá alguien en una posición mejor. SIEMPRE.
Escucha a la gente y habla menos de ti.
Es normal estar ilusionado con lo que se hace, pero es fácil caer en el monólogo y creerse el centro del universo. Respeta, pon atención, sé una persona humana y disfruta de ello. Deja la pasión en casa por unas horas.
Juega para ganar.
En todo lo que hagas, si no, ni lo intentes. Eso no significa que no puedas perder ni que lo hagas con deportividad. Las derrotas ayudan a mejorar. Suena a autoayuda barata pero cuando eres el número dos en algo tienes que seguir adelante, si no quieres que te coman los celos.
Sé paciente.
Sobre todo cuando no veas resultados. La curva de crecimiento fue lenta hasta que estalló. Sigue remando.
Mantente en la ola.
Una vez llegas, es fácil caerte. Lo complicado es permanecer en el tiempo. La gente tiende a olvidarte rápido, así que mueve el culo a diario y actualízate.
Trabaja cuando nadie te vea, pero nunca hables de lo mucho que te esfuerzas.
Todas las personas se esfuerzan en sus tareas. Tú no eres más que ellas.
Celebra las pequeñas victorias.
Para no quemarte, date un homenaje cuando alcances un pequeño objetivo que te haga feliz. Sal, bebe, folla, pero no pierdas el norte (ni la salud) que luego cuesta mucho volver al ruedo. En el equilibrio está el secreto.
Diviértete.
En todo lo que hagas y con quien lo hagas. Un día te vas a morir y ya no podrás hacerlo. Deja los dramas para las películas del domingo por la tarde.
Haz lo que debas y deja de hacerlo cuando te canses.
Nadie está predestinado a ser nada en esta vida.
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