Andrea Tomé's Blog, page 16
November 13, 2017
Mi experiencia como becaria en una editorial | día 1
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¡Hola! ¿Cómo estáis sobreviviendo al terrible noviembre (también conocido por estos lares como NaNoWriMo), camaradas escritores? Yo, de improvisto, estoy embarcada en una experiencia muy especial… ¡Trabajar como becaria en una editorial!
Antes de contaros más quiero empezar disculpándome por no haber actualizado antes. En las últimas semanas he tenido el grandísimo honor de participar como ponente en la Andalucía Reader Con, he asistido al YA Weekender (parte del London literature festival) y a la convención de la Society of Young Publishers, he viajado (y he encontrado inspiración) a Budapest… ¡Y voy a contároslo todo! Pero, primero, esta fabulosa semana de prácticas laborales que empieza hoy…
O, bueno, para ser más precisos empieza el viernes, cuando conseguí la plaza en primer lugar. ¿Cómo? Pues, como no podía ser de otra manera en esta sociedad millennial, a través de Twitter. ¡En serio! John Blake (uno de los sellos de una de mis editoriales favoritas, Bonnier) tuiteó que acababan de abrir una plaza para una semana de experiencia laboral en sus oficinas… y esta chica, que se autodefine en su CV como social media savvy, fue corriendo a escribirles un email y a enviarles su currículo. Y, de entre los siete candidatos que se presentaron en menos de una hora, el puesto fue para mí. ¡Casi me da un ataque al corazón! Una de las primeras cosas que aprendes cuando empiezas a pedir trabajo (y especialmente si es un trabajo en una industria tan competitiva como es el mercado editorial) es a encajar las numerosas cartas de rechazo… ¡Así que no me esperaba que llegase ya el tan deseado sí!
Hoy…
Me desperté obscenamente temprano porque soy un desastre incapaz de leer un mapa, mucho menos entender la aplicación Maps de mi iPhone, y tengo que estar preparada para perderme o coger la línea incorrecta de metro o, bueno, para cualquier de los imprevistos que pueden surgir cuando padeces una enfermedad crónica cuyos episodios pueden ser desencadenados por el estrés. Solo que, naturalmente, cuanto más previsor eres más te quiere hacer tu vida la puñeta y todo acabó saliendo perfecto (mi sentido de la orientación, por una vez, decidió no darme la puñalada trapera) y acabé llegando a Londres una hora antes de lo necesario… tiempo justo para tomarme un flat white de soja, comprobar mis redes sociales, repasar mis notas y respirar hoooooooonnnndo.
En la oficina…
¡No hay un minuto de calma! Ni siquiera para una becaria como yo. Voy a cumplir con el estereotipo a la perfección: sí, soy encargada de ocuparme de preparar el café (en la taza roja, de filtro, con leche y un terrón de azúcar para el editor jefe) y el té (en una taza de porcelana, fuerte, con un chorrito de leche para la editora). Pero también de atender la puerta y el teléfono, preparar y franquear el correo, contestar emails, comprobar que el almacén esté provisto y bien provisto, organizar la librería (¡Y qué maravillosa librería!) y, mi parte favorita, claro, ayudar a los editores. ¿Cómo? En primer lugar, y puesto que somos una editorial de no ficción, con tareas de documentación (¿Podría haber algo más perfecto para una rara avis como yo, para quien la documentación es una de las partes más divertidas de escribir una novela); es decir, contactar con archivos, museos, universidades e historiadores para comprobar que los datos de nuestras novelas sean los correctos. También, y esta es una parte muy emocionante, buscar fotografías que podamos utilizar en los bancos de imágenes y preparar el layout que luego acabará llevándose a impresión. Una parte más tediosa son las tareas de corrección ortográfica y gramatical de los manuscritos… ¡Especialmente cuando te toca alguno con más comas que bolas en un árbol de Navidad! Aunque, sin duda, mi parte favorita de trabajo es la de leer las propuestas editoriales y realizar el informe que ayudará a la asistente editorial a decidir qué manuscritos vale la pena leer y cuáles no. ¡No os imagináis la de joyas que acaban cayendo por la oficina! Incluso, saltándose todas las normas, manuscritos impresos y con notas posteriores a escritas a mano…
Ahora…
Se me cierran los ojos y tengo que disculparme si la entrada de hoy es ilegible, pero tengo muchas, muchas ganas de que llegue mañana para volver a mi despacho. Si tenía alguna duda acerca de querer convertirme en editora (y, tras el número exacto de cartas de rechazo, siempre las hay), hoy se ha disipado.
¡Por cierto! Entre toda la locura no puede olvidárseme que hoy ha salido a la venta El valle oscuro. ¿Todavía no te has hecho con él? No problemo! Siempre puedes comprarlo online en la web de Plataforma Neo y, además, recibirás de regalo un par de monerías… ¿A qué estás esperando?


October 16, 2017
#Spookathon | Lunes de lecturas
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Halloween es mi fiesta favorita por muchos motivos, primordialmente porque a los seis años vi Scream por primera vez y fue un flechazo; me enamoré al instante del género de terror y desde entonces no he vuelto a ser la misma. Incluso tuve una época gótica que duró básicamente un año (cuando tenía 13), lo cual es un dato que sorprende a mucha gente por alguna razón.
Así que cuando la booktuber Books and Lala anunció el reto Spookathon, supe enseguida que participaría. ¿Qué es Spookathon? Una maratón de lectura que empieza hoy mismo y termina el domingo 22


October 11, 2017
Mi consejo de escritura más inesperado | Writing Wednesday
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Muchas veces me preguntan qué hacer para combatir el temible bloqueo del escritor y muchas veces respondo que, además de sentarse frente al teclado y trabajar, la fórmula mágica reside en leer más poesía. Ahí es donde muchos dejan de escucharme (¡Herejes!). Si encajáis dentro de esa categoría, respirad hondo y relajaos; hoy, por lo menos, no voy a hablar de poesía sino de algo incluso más valioso para mi aprendizaje literario: los guiones cinematográficos.
Sí, lo sé, lo sé, ya estoy escuchándoos gritar «¿¡Qué!?» y lanzándoos a mi yugular, pero escuchadme un momento: los guiones cinematográficos van a salvaros la vida.
¿Por qué? Muy sencillo: si puedes contar algo en 100 páginas en lugar de en 300, por amor de Dios, cuéntalo en 100 páginas.
¿Y qué pintan aquí los guiones? Bueno, es una cuestión de economía. Los guiones van al grano; no contemplan descripciones absurdas o fluíres de conciencia interminables. Lo que lees es lo que necesitas, nada más.
¿Por qué no finiquitar la novela y saltar todos a la piscina de los guiones cinematográficos? Me decepciona la poca fe que depositas en la vieja y fiel ficción. Además de por el simple placer de adorar los libros, no vamos a saltar colectivamente a la piscina de los guiones cinematográficos porque los guiones cinematográficos no tienen que ser buenos, literariamente hablando. Las películas y los libros son dos idiomas distintos con distintas gramáticas; la clave está en coger las lecciones que necesites e irte a hacer lo tuyo.
¿Todavía escéptico? Deja que te cuente mi experiencia como una persona a la que los guiones no le interesaban ni mucho ni poco, primordialmente porque nunca los había considerado.
Entré de lleno en el mundo de los guiones cinematográficos a los diecinueve años, en mi segundo año de carrera, cuando me inscribí a una clase de cine y literatura (por error, he de admitir, ya que mi idea hasta entonces había sido hacer el minor en francés, así que esto se lo debo al dios de las casualidades afortunadas). Gran parte de mi amor por los guiones se lo debo a mi profesor, Darío Villanueva, ahora un miembro de la Real Academia genuinamente bueno (aunque suene a oxímoron, son como las meigas, habelos hainos). Debido a la naturaleza de la clase, acabamos leyendo más novelas (dos: Macbeth y Muerte en Venecia) que guiones (uno: Some like it hot). Es decir, que al final del curso tuvimos que arrojarnos a lo salvaje al curioso arte no ya de escribir un guión de cero, sino de adaptar una obra literaria con todo lo que esto implica (ahorrarse algunas escenas y explayarse en otras, eliminar todo lo que no pueda explicarse de manera natural en el diálogo, mejorar ese diálogo de ser preciso). ¿Mi víctima? Un día perfecto para el pez plátano de J.D. Salinger (consejo: si vais a adaptar una obra literaria al cine, aseguraos de escoger a un autor con un diálogo tan brillante como el de Salinger, pero no a Salinger si queréis hacer una película de verdad, porque Salinger detestó el cine desde que le fastidiaron Para Esme con amor y sordidez y se aseguró de que nadie adaptase nunca algo escrito por él).
¿Lo que aprendí?
Kill your darlings al extremo. Elimina toda frase y toda conversación que no sea total, inequívoca y absolutamente necesaria para la trama o la caracterización (de hecho, si quieres ser realmente bueno, asegúrate de que toda frase y conversación sea necesaria para ambas).
Conoce la voz de tus personajes. Cada persona habla de una manera distinta; descubre cómo hablan tus personajes y aplícalo al diálogo. Considera el lugar de nacimiento de tus personajes (aunque no escribas el acento porque es molesto y, en ocasiones, potencialmente racista), su edad, su educación, sus hobbies y su, bueno, su personalidad también. Pero, por favor, no recurras a atribuirle a cada personaje una frase graciosa o tic verbal; cansa enseguida.
Lee tu diálogo en voz alta. Sí, eso. Como escritor probablemente ya hagas muchas cosas que harían que otra persona cuestionase su estabilidad mental (como el tipo de historiales de Google que no querrías tener que explicarle a la policía), así que adelante. Lee tu diálogo en voz alta y te darás cuenta con mayor facilidad de lo que suena natural y lo que es mejor desechar.
Procura que tus descripciones tengan un propósito. En un buen guión no especificas que tu personaje es rubio o atractivo a no ser que estos calificativos tengan su peso en la trama. Tampoco pierdes el tiempo detallando los entresijos de los muebles originales del XIX a no ser que se traten de pistolas chekhovianas. En la prosa deberías hacer lo mismo.
Mantén la atención del lector. O, en otras palabras, aprende a controlar el ritmo. Esta es una de las lecciones más difíciles de aprender y, me temo, el único modo de cogerle el tranquillo es la práctica (y darles mucho el coñazo a tus betas). En general, si sigues los otros cuatro pasos deberías estar bien. Si aún no, elimina más párrafos innecesarios.
¿Algo más? Sí, lee un guión. Hay muchos disponibles en IMDB. Entra al club de los raritos de los guiones. Nos tomamos los diálogos en serio.


October 10, 2017
Libros sobre salud mental | #WorldMentalHealthDay | Top 5
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El 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental. Como muchos sabréis, la salud mental es una de las problemáticas actuales que más me preocupa (y sobre la que más activismo hago en las redes sociales). A lo largo de mi carrera he tenido el inmenso honor de dar conferencias sobre trastornos de la alimentacióntrastornos de la alimentación y de ver mis artículos de salud mental publicados en The Mighty, Sick Not Weak y The Outsiderz.
Muchos me habéis preguntado qué libros sobre salud mental recomiendo. Aquí tenéis unos cuantos, por tema. Intento evitar libros que puedan ser deliberadamente triggering para personas que sufran o hayan sufrido una enfermedad mental (estoy pensando en obras que romantizan las enfermedades mentales, como Buscando a Alaska de John Green, o aquellas que pueden ser potencialmente dañinas por el tratamiento que hacen de la salud mental, como Por trece razones de Jay Asher). Sin embargo, cada persona conoce sus triggers mejor que nadie, e incluso material inofensivo puede desencadenar una respuesta traumática. Por favor, sed sensatos a la hora de abordar estas lecturas y no os pongáis en riesgo. Vuestra salud mental es lo más importante.
Dicho esto, aquí tenéis las lecturas que tratan la salud mental (ya sea como tema principal o secundario) que me han gustado, que considero que son honestas y todo lo crudas que el tema requiere:
Sobre trastornos de la alimentación.
Como algunos sabréis, los TCA son un tema que me toca muy cerca y que me tomo muy en serio. He leído muchos, muchísimos libros que los tratan, pero muy pocos que sean sinceros y que arrojen luz sobre la anorexia, la bulimia y el resto de TCAs para concienciar y no como factor shock.
[image error]El primer libro que tengo que recomendar, porque fue el primero que leí con el que pude sentirme identificada, es Frío de Laurie Halse Anderson. En él, la protagonista, Lia, una chica en su último año de instituto, lidia con su recaída en la anorexia y con la muerte de la que había sido su mejor amiga, Cassie, que sufría bulimia.
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¿Por qué lo recomiendo? De nuevo, por la imagen sin filtros y absolutamente desgarradora que nos ofrece Laurie, ella misma una superviviente de los trastornos de alimentación, además de por la prosa tan impactante, repleta de imágenes que ponen los pelos de punta y te arrojan de lleno a la realidad de Lia. Advertencia: este es un libro extremadamente gráfico; se discuten calorías, pesos y comportamientos desordenados. Si sufres o has sufrido un TCA te recomendaría proceder con precaución y no continuar con la lectura de esta novela si hacerlo provoca una regresión a antiguas conductas.
[image error]El siguiente libro que me veo en la obligación de recomendar lo leí el año pasado y me impresionó tanto por la altísima calidad de la prosa (¡Especialmente teniendo en cuenta la juventud de su autora!) como por la representación conmovedora y absolutamente real de la anorexia. Estoy hablando, como no podía ser de otra manera, de Seré frágil, de Beatriz Esteban. Este es, sencillamente, el libro que me gustaría haber leído cuando tenía dieciséis años y empecé a caer en la espiral de la anorexia. Seré frágil narra la historia de Sara Soler, una chica aparentemente corriente cuyos problemas de autoestima, unidos al shock por la muerte de Sofía, una compañera de clase que sufría anorexia, acaban arrastrándola al infierno de los trastornos de la alimentación.
¿Por qué lo recomiendo? Por su planteamiento innovador; al ofrecernos el punto de vista de Sara, que está empezando a caer en la anorexia, unido, mediante el diario que le legó a Sara, al de Sofía, que lleva años luchando contra la enfermedad, obtenemos una visión panorámica de lo que supone sufrir anorexia y del largo proceso de recuperación que conlleva. Esto, unido a la maravillosa prosa de Bea, ha convertido a Seré frágil en una de mis novelas juveniles favoritas. En general, este es un libro mucho más seguro que Frío; Bea optó por no ser excesivamente gráfica, y esto hace la lectura mucho menos dura para una persona que sufra o haya sufrido TCA. Sin embargo, mi mensaje es el mismo: si durante algún punto de la lectura crees que te está haciendo daño, para.
[image error] Mi próxima recomendación no es ficción, sino la autobiografía Wasted, de Marya Hornbacher. Este libro, escrito por una mujer que sufrió anorexia y bulimia durante más de una década, fue rompedor al tratarse del primero que hablaba de los TCA sin tapujos y en primerísima persona.
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¿Por qué lo recomiendo? Por la honestidad, aunque a veces duela, y por el modo en el que Marya te sumerge en todo lo que la llevó a desarrollar anorexia primero y bulimia después. Como Frío, este es un contenido muy gráfico que ahonda en los detalles y las cifras, por lo que puede resultar peligroso para un paciente de TCA. Lo recomiendo especialmente para personas que no hayan pasado por esto y que quieran saber más de los trastornos de alimentación, por qué pueden producirse, cómo es la recuperación y cómo son las secuelas (físicas y mentales) que dejan en la persona que los sufre.
Libros sobre suicidio.
El suicidio sigue siendo uno de los grandes trabajos pendientes que tenemos como sociedad. Muchas veces se lo ha explotado (como hizo la película de 2016 The forest, que transformó la tragedia de la oleada de suicidios en el bosque de Aokigahara en una historia de terror) y otras tantas se lo ha romantizado, pero muy pocas se ha intentado ahondar en los dos grandes porqués: por qué sigue sucediendo y por qué no estamos haciendo más para prevenirlo.
[image error] El efecto del aleteo de una mariposa en Japón, de Ruth Ozeki, es uno de mis libros favoritos por muchos motivos, y uno de los elementos que más me cautivó de él es precisamente el tratamiento que hace del suicidio. En él, tanto la protagonista, Nao, como su padre lidian con pensamientos suicidas a diario. Nao, debido al bullying que sufre tras mudarse a Japón desde California y a la tensa situación en su casa; su padre, Haruki, debido a la pérdida de su empleo. Lo más interesante de esta doble visión es el hecho de que gran parte de la novela la constituyen los diarios de Nao. Por lo tanto, somos tan testigos de sus propios pensamientos suicidas (y de cómo ella trata de racionalizarlos) como de la vergüenza que, pese a todo, siente hacia su padre.
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¿Por qué lo recomiendo? Porque Ruth es increíblemente valiente al poner frente al paredón los mayores problemas sociales de Japón: el suicidio, el acoso escolar y los altos niveles de ansiedad que sufren los trabajadores de las empresas. También porque habría sido sencillo que Nao no verbalizase el estigma que todavía hay alrededor de las enfermedades mentales, pero, al no hacerlo, Ruth despierta al lector y lo obliga a contradecir a Nao.
[image error]Cuando Emma Watson se propuso que Las ventajas de ser un marginado, de Stephen Chbosky llegase a la gran pantalla, lo hizo motivada por su firme convicción de que esta historia puede salvar vidas y que necesitamos, con urgencia, que llegue al mayor número de personas posible. A Las ventajas de ser un marginado es mejor llegar a ciegas, de modo que solo os diré que en este libro acompañaréis a Charlie, un chico de quince años que está aprendiendo a lidiar con sus problemas de salud mental.
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¿Por qué lo recomiendo? Porque hay demasiados Charlies en el mundo y, como Emma, creo que esta historia puede salvar muchas vidas.
Libros sobre la depresión.
[image error] Autobiography of a face, de Lucy Grealy, es otra de mis novelas favoritas. En esta autobiografía, Lucy nos cuenta cómo el cáncer infantil que sufrió (un raro cáncer de mandíbula con altas tasas de mortalidad) acabó dejándole una cicatriz que duraría de por vida. Debido a la operación que la salvaría, la mayor parte de la mandíbula de Lucy fue extraída. A lo largo de los años, Lucy tuvo que convivir con el acoso, la depresión, la dismorfia corporal, las cirugías reconstructivas y la adicción que acabaría acabando con su vida.
¿Por qué lo recomiendo? Porque con Lucy perdimos una de las voces más importantes del siglo, y porque las descripciones de la depresión son tan vívidas y cercanas que duelen físicamente.
[image error] Lo que no todo el mundo extrae de la primera lectura de El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger, es el elemento de la salud mental. Yo, personalmente, considero que sin tenérselo en cuenta no es posible explicar ni a Holden ni el porqué de su comportamiento y sus pensamientos. Como la mayoría ya sabréis, El guardián entre el centeno es el flashback que su protagonista, Holden Caulfield, escribe desde la institución en la que está ingresado (aparentemente debido a la fragilidad de su salud mental; en él nos cuenta esa “cosa de locos” que le pasó el curso pasado, cuando lo expulsaron del prestigioso instituto Pencey y acabó pasando tres días en Nueva York.
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¿Por qué lo recomiendo? Porque es 2017 y Holden sigue siendo tan relevante como en los años 40. Porque Salinger, que sufrió trastorno de estrés postraumático y depresión tras combatir en la Segunda Guerra Mundial, sabía de lo que hablaba y cómo escribirlo.
Libros que tratan el trastorno bipolar.
[image error] La campana de cristal, de Sylvia Plath, es uno de esos libros clásicos que todo el mundo debería leer al menos una vez en su vida. En él seremos conscientes de la caída de su protagonista, una joven periodista, al trastorno bipolar, una enfermedad más malentendida en los años 60 que en la actualidad.
¿Por qué lo recomiendo? Porque Sylvia (que trágicamente acabaría quitándose la vida) es una autora que nadie debería perderse y porque el trastorno bipolar sigue siendo una de las enfermedades mentales más estigmatizadas hoy.
[image error] Violet y Finch, de Jennifer Niven, se ha convertido poco a poco en otra de mis novelas juveniles predilectas. En ella nos encontramos a dos protagonistas muy diferentes que luchan contra sus propios demonios. Por un lado tenemos a Violet, que está aprendiendo a superar el día a día tras la muerte de su hermana. Por otro lado tenemos a Finch, un chico excepcional que sufre trastorno bipolar.
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¿Por qué lo recomiendo? Por el wake up call que supone. Porque Jennifer Niven lo escribió inspirada por el suicidio de su novio y su mensaje es absolutamente relevante y absolutamente conmovedor. Por la fuerza de las voces de Violet y de Finch. Por la esperanza.
Novelas que tratan el trastorno límite de la personalidad.
[image error] La última novela que vengo a recomendaros es un clásico absoluto de la literatura sobre la salud mental. Se trata de Girl, interrupted, un liro semiautobiográfico en el que su autora, Susanna Kaysen, ofrece una poderosa crítica social al tratamiento de las enfermedades mentales (especialmente aquellas con mayor número de pacientes femeninas) en los Estados Unidos de los años 60.
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¿Por qué lo recomiendo? Por la crítica aguda de Susanna y por la pluralidad de realidades que refleja. Aunque el foco está en el trastorno límite de la personalidad (la enfermedad que sufre la propia Susanna), a través de las distintas pacientes de la institución observaremos también otras enfermedades tan incomprendidas como la esquizofrenia o los TCA.
Esto es todo por hoy. Recordad, por favor, que sois mucho, mucho más fuertes que todo lo que os hace sentir débiles. Sois válidos. Sois necesarios. Sois queridos. Tenéis derecho a estar aquí tal y como sois ahora.
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October 9, 2017
The opposite of loneliness, Miranda Keegan | #LeoAutorasOct | Lunes de lecturas
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Tengo una nueva expresión que aborrezco con todas mis energías y es “la voz de una generación”. ¿Por qué? Leed esta reseña y, espero, entenderéis a lo que me refiero.
Oí por primera vez de The opposite of loneliness en segundo de carrera, cuando tenía 19 años, y enseguida supe que necesitaba leerlo antes o después. Y tal vez debí haberlo hecho entonces. Había algo muy romántico, sencillamente, en el hecho de que esta brillante chica de veintiún años había existido y había escrito, una chica con un talento bruto tan maravilloso que le habían ofrecido un puesto de trabajo en The New York Times. Pero esa chica, con ese futuro tan cargado de promesas, nunca llegó a las oficinas neoyorkinas; el 26 de mayo de 2012, apenas un par de días antes de su graduación, murió en un accidente de tráfico. Os dije que había cierto elemento romántico (y, desde luego, trágico y desgarrador) en todo esto. ¿Cómo no sentir, al menos, curiosidad por escuchar la voz de Marina? Especialmente cuando todas las críticas literarias y las notas de prensa cantaban sus alabanzas, cuando parecía tan obvio que el duelo no era solo por la pérdida de una vida sino también por la pérdida de un cerebro creativo tan importante?
Odio la expresión “voz de una generación”. Es vaga, en ambos sentidos de la palabra. Es aburrida. Es desquiciante, es kitsch y, ante todo, es falsa. Es una etiqueta que se le ha atribuido, una y otra vez, a Marina Keegan, una etiqueta que, lo admito, ha influido en mi recepción de la obra.
Creo que deberían dejar de vender los libros como estas obras maestras que dividirán la historia y harán que los lectores, abrumados de tanta genialidad, caigan de rodillas y lloren. Cuando leí a Marina no tuve la sensación de estar leyendo una prosa excepcionalmente cuidada o excepcionalmente innovadora o excepcionalmente nada; simplemente tuve la sensación de estar leyendo a una chica de veintiún años, e incluso para personas como Marina y como yo, que hemos escrito prácticamente desde que teníamos la habilidad física de hacerlo, los veintiún son todavía una época de aprendizaje. Eso lo primero.
Este libro está introducido por el ensayo homónimo, coincidentemente, el discurso de graduación de Marina. Puedes sentirte identificado con él del mismo modo que puedes sentirte identificado con la season finale de una serie de culto que sabes que no vería más temporadas. Es ese elemento de nostalgia tanto por el concepto de lo opuesto a la soledad (un concepto que me intriga mucho, he de admitir) como por el hecho de que, bueno, el discurso de Marina no es exactamente lo que diríamos rompedor. Si habéis asistido a un par de graduaciones lo más probable es que hayáis escuchado un par de versiones distintas del mismo discurso, y el de Marina no es diferente. Los universitarios son los mejores años de tu vida. Los amigos que haces a los veintitantos te acompañarán siempre. Aunque encontrar un trabajo enseguida parezca lo más sensato, recuerda que todavía eres una tabula rasa con un abanico de oportunidades a tu alcance. Como he dicho, el mismo discurso que hemos oído, una y otra vez, tanto en la vida real como en la pequeña y la gran pantalla.
Tras el ensayo homónimo, The opposite of loneliness está dividido en dos partes: relatos cortos y no ficción.
Supongo que lo que más me hizo poner los ojos en blanco de las historias de Marina Keegan es el hecho de que intentaba impresionarme una y otra vez y una y otra vez no lo conseguía. El esfuerzo del escritor debería ser un asunto invisible. La prosa debería ser bonita y sorprendente y la técnica debería poseer cierto grado de originalidad, pero nunca deberías notar que el escritor ha puesto demasiado esfuerzo en ello, y eso es exactamente lo que sentí al leer a Marina. No me malinterpretéis, hay mucho potencial en las historias cortas (Cold pastoral, por ejemplo, partía de una premisa BRUTAL que Marina, por desgracia, no supo ejecutar convincentemente), pero eso es todo. Con excepción de Reading Aloud, que me pareció obsesionante, conmovedora e inteligente, las historias de Marina Keegan no me parecieron brillantes; de hecho, no me habría extrañado nada leerlas en mi clase de escritura creativa. Y, seamos sinceros, estarían muy bien para una clase de escritura creativa, pero se quedan cortas para una colección publicada que, además, promete una calidad obscenamente alta.
De la no ficción destacaría Why we care about whales, un auténtico grito por el humanitarismo y los derechos de los animales, y Even artichokes have doubts, un análisis (y crítica) al hecho de que, aunque la mayoría de los estudiantes de Yale tienen inclinaciones artísticas, un tercio de ellos acabará trabajando en contabilidad. ¿El resto? Al igual que los relatos cortos, están muy bien para una clase pero realmente no tienen la calidad, o relevancia, para, de nuevo, formar parte de una colección publicada.
Y ahora dejadme volver a la etiqueta “la voz de una generación” porque creo que es muy importante.
Lo que me esperaba: una expresión de esa soledad (¡Estaba en el título!), ese vacío existencial y ese enfado que tenemos los millennials.
Lo que encontré: una chica que me hablaba de estudiar en Yale y de sus vacaciones en Cape Cod, una chica para la que ser más delgada que otras significa una victoria personal (y, a la inversa, una chica para la que no ser la más delgada significa que las demás son automáticamente sus competidoras), una chica que sale de la universidad con un trabajo bajo el brazo.
The opposite of loneliness será la voz de tu generación si consideras que Girls es un retrato honesto y universal (énfasis en universal) de los veintitantos. Es una versión reduccionista de la historia. Es la versión que puede dar una persona blanca, sana y de clase media-alta. Es la versión del PRIVILEGIO con mayúsculas, y solo de pensar que varias personas influyentes creyeron que esta sería la versión de toda una generación hace que sienta como que respiro con más agitación.
Sé que técnicamente esto no es culpa de Marina (y creo necesario remarcar que, sí, su muerte fue una tragedia, no vayan a echarme a los leones y culparme de falta de empatía), pero esto me lleva al segundo punto de toda la campaña de marketing alrededor de The opposite of loneliness que me desespera profundamente: la fijación enfermiza que, como sociedad, tenemos de las mujeres (jóvenes y guapas) muertas. Pienso en Diana de Gales, en Sylvia Plath, en Jacqueline DuPré y, ahora, también en Marina Keegan. Pienso en cómo, al final, disminuimos la tragedia de sus muertes al mitificarlas, al convertirlas en mártires y al ensalzarlas como, voy a decirlo, las voces de su generación y el culmen del talento y la elegancia. Y, al transformarlas en estas figuras perfectas y celestiales, les robamos su humanidad.
Marina no era un genio de la literatura moderna. ¡Cielos, no tenía que serlo! Tenía veintiún años. La verdadera tragedia es la pérdida de todos esos años de vida en los que, desde luego, podía haber llegado a ser verdaderamente genial.
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October 8, 2017
Cómo enviar tu novela a una editorial | Edición desde dentro
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Vale, a lo mejor ya has terminado tu novela. A lo mejor ya la has corregido, reescrito y corregido OTRA VEZ. A lo mejor ya lo has consultado con tu almohada, con tus lectores beta y con cualquier pobre alma que esté dispuesta a escucharte. Estás preparado, y has decidido que ni los concursos literarios ni la autoedición son para ti; quieres tirarte a la piscina y publicar con una editorial convencional, quizá incluso con una editorial convencional razonablemente grande, pero eres novel y/o desconocido. ¿Difícil? Desde luego. ¿Imposible? En absoluto.
No temáis. Aquí os resumiré qué quieren (y qué NO quieren) las editoriales de los autores que buscan publicar con ellas.
Documéntate. Por el amor de Dios, haz tu trabajo y estudia las distintas editoriales que hay en el mercado (y, créeme, son muchas… si no me crees, échale un vistazo a esta base de datos). Párate un momento a pensar el género al que mejor se adapta tu novela (y, de verdad, no quieres pretender que pertenece a un género que no es el suyo; solo frustrarás a los editores que, por muy buena que sea tu obra, te rechazarán por no seguir su línea editorial). Piensa, además en la audiencia. ¿Infantil? ¿Juvenil? ¿Adulta? Asegúrate de mandar tu novela solo a aquellas editoriales que realmente podrían estar interesadas en ellas. Por ejemplo, si escribes juvenil romántica Plataforma Neo podrían ser perfecta para ti, mientras que si escribes fantasía tal vez deberías enviar tu novela a Nocturna. No cometas el error de pensar que tu novela es universal y gustará a todo el mundo porque, lo siento, no es así y los editores no van a estar impresionados.
De verdad, échale un buen vistazo a las webs y las redes sociales de las editoriales. Normalmente las editoriales convencionales no aceptan manuscritos no solicitados a lo largo del año. Lo sé, esperar levanta dolor de cabeza a veces, pero si envías tu propuesta antes de tiempo lo único que pasará es que borrarán tu mail sin haberlo leído siquiera. Esto no es capricho; una editorial vive en un clima de trabajo constante y leer manuscritos de noveles es solo una pequeñísima parte que, además, está muy calculada. ¿Por qué? Porque una editorial es una empresa. Para sobrevivir, debe publicar cierto número (pongamos cinco) de potenciales bestsellers (en otras palabras, novelas de autores consagrados que ya son súperventas o, alternativamente, novelas de personajes públicos que venderán muchos libros, como celebrities o youtubers). Una vez ya se han firmado esos potenciales bestsellers, es el momento de cubrir los huecos con novelas más pequeñas que no se espera que vendan tan bien (aunque el sector editorial está lleno de sorpresas y cualquier día puede aparecer una J.K. Rowling de la nada… o puede acabársele la buena racha a un autor súperventas). Recordad que las editoriales trabajan con plannings de uno a dos años y saben muy bien cuándo quieren recibir manuscritos no solicitados para suplir esos huecos. Estad atentos. Si no anuncian en su web cuándo se abrirá el plazo de recepción de manuscritos, enviadles un mail (suele haber una dirección en la sección de Contacto y, solo por si acaso, este NO es el email del editor así que ni intentéis enviar vuestro manuscrito ahí por si acaso) o preguntadles en sus redes sociales.
Nunca enviéis un manuscrito completo. A no ser, claro, que lo soliciten explícitamente. Aquí os remito de nuevo al punto número dos: revisar las webs y redes sociales; allí lo más normal es que las editoriales clarifiquen cómo desean recibir sus propuestas editoriales. Si no lo hacen, lo más seguro siempre es preguntar. ¿Por norma general? Estaréis bien mandando uno o dos capítulos de vuestra novela, la sinopsis (pensad en lo que escribiríais en la contraportada), un resumen largo del argumento (aquí es donde les destripáis todo lo que va a pasar en la novela) y una carta de presentación (idealmente de una hoja de Word, como muchísimo dos) en la que habláis de vosotros como autores (lo que escribís/habéis escrito, si sois activos en redes sociales o foros, si habéis publicado o autopublicado ya, si tenéis blogs o cuenta de Wattpad, si ya tenéis lectores…). Algunos autores, además, preparan un pequeño dossier con imágenes que evocan el ambiente de la novela (pensad en un muro de Pinterest o en el concept art de Disney), fichas de personajes e información sobre el mundo en el que se desarrolla la novela (esto último es especialmente útil en fantasía y ciencia ficción). Este dossier es opcional y no todas las editoriales querrán echarle un vistazo, así que aseguraos de que sea un documento aparte.[image error][image error]
No acoséis a las editoriales. Habéis esperado hasta que han abierto el plazo de recepción. Habéis seguido todas las pautas y les habéis mandado vuestra propuesta editorial tal y como ellos pedían. ¿Y… ahora? Ahora, lo siento mucho, toca esperar más. Contad en que, como mínimo, las editoriales os contestarán en un mes y, como máximo, en seis. Si después de seis meses no habéis recibido noticias (y queréis comprobar el correo basura también… experiencia personal), asumid que la respuesta es negativa. Algunas editoriales, Dios las bendiga, se toman el tiempo de responder a absolutamente todas las propuestas editoriales. Pero, seamos justos, estas suelen ser editoriales pequeñas. Editoriales grandes que reciben centenares (¡O incluso más!) de manuscritos durante el plazo de recepción (que suele ser de un par de meses o menos), sencillamente, no tienen el tiempo de responder a todo el mundo explicando por qué la respuesta es negativa. Esta es una de las partes más desquiciantes de la vida del escritor, pero es una parte a la que hay que acostumbrarse. [image error]
Sé realista y no te rindas. En la película Sin destino, uno de los personajes, medio en broma y medio en serio, dice lo siguiente:
“Mantén baja la moral y nunca pierdas la desesperanza.”
Como escritores llenos de sueños o os estoy pidiendo exactamente que os lo apliquéis pero, bueno, aplicáoslo igualmente. Aprended a vivir con el rechazo. Aprended a tomároslo como una lección. A lo mejor no supiste discernir bien cuál era la editorial adecuada para tu novela. A lo mejor apuntaste demasiado alto y solo te propusiste publicar con las grandes, donde la competencia es mucho más grande y mucho más descarnada (y aquí puedes decidir bajar el listón o esperar a ser incluso mejor antes de volver a intentarlo). A lo mejor tu novela podía mejorar (y este es un buen momento para, si sigues creyendo en ella, plantearte otra corrección y otra reescritura… mantén a tus betas cerca). A lo mejor, simple y llanamente, tu novela no era lo suficientemente comercial (y esta palabra da mucha tirria a muchos escritores, así que este es vuestro recordatorio de que “comercial” significa “tener en cuenta el mercado y los lectores” y no está reñido, de ningún modo, con la calidad).
Si has sido rechazado este es el momento de, o seguir trabajando en mejorar tu novela o, si has decidido que no era una buena idea (espera para hacer esta decisión al menos tres meses; tras recibir una respuesta negativa, tu instinto será odiar tu manuscrito y todo lo que hayas escrito jamás, pero este instinto no es honesto), empezar de cero con otro proyecto. Ante todo este no es momento para rendirse. Muchos autores han sido rechazados muchas veces (de hecho, muchas de las novelas más influyentes a lo largo de la historia llegaron a nosotros tras una auténtica odisea) y por diversos motivos. Las editoriales, creo necesario recalcar, no dejan de ser empresas, y los editores se equivocan en su juicio. Intenta extraer una lección de cada rechazo (no creas que, porque los editores se equivoquen a veces, la culpa sea únicamente suya) y sigue adelante. Lo más importante es la historia. Lo más importante es tu talento. Escribir no es una carrera y no tienes que publicar a los dieciocho o a los treinta y tres. Publicarás cuando llegue el momento y, mientras tanto, procura disfrutar del viaje.


October 6, 2017
Chica bi entra en Gay’s the word
[image error]Oh, me encantan las librerías que te hacen sentir como en casa. En mi caso son muchas (y, si no me hacen sentir como en casa el primer día, me apropio de ellas a base de entrar recurrentemente y llevarme a casa un par de libros).
Los espacios LGBT son algo especial. En los espacios LGBT lo natural es sentirse bienvenido. Conocemos muy bien, a fin de cuentas, la sensación de no ser bienvenidos en absoluto, de tener que vetar y esconder partes de nosotros para que no nos cuelguen el cartel de cerrado.
A las librerías LGBT se va un 20 o un 30% de las veces por los libros y un 80 o un 70% de las veces por el ambiente, por la compañía, por el respirar hondo al saber que estás entre iguales. La comunidad LGBT, en sitios así, es sin lugar a dudas una familia.
La librería Gay’s the word, a unos cinco minutos de King’s Cross, la regenta un señor mayor, de unos sesenta o sesenta y cinco años, con una de las miradas más amables que he visto jamás. Una mirada que ha presenciado la crisis del sida, la hipocresía de que la edad de consentimiento fuese mayor en parejas del mismo sexo, las décadas interminables en las que la lgbtfobia era incluso más rampante que ahora (y digo incluso más porque solo esta semana un hombre causó disturbios en el metro de Londres por gritar versos homófobos de la Biblia).
Este tipo de personas, que en algún momento se acostumbraron a convivir íntimamente con el miedo, poseen la particularidad mágica de saber identificar quién se siente perdido en medio de la multitud. Y, seamos sinceros, a estas alturas de la vida soy yo. Acabo de cumplir 23 años y estoy estudiando un posgrado para entrar en uno de los mercados más competitivos. Llevo un mes en Londres y, aunque estoy total e inequívocamente enamorada de la ciudad, echo de menos a mi familia y a mis amigos y a mi gente y a mi ciudad (¡Y a mis gatos y a mi perro!). Estoy tan perdida como se puede estar, pero en Gay’s the word me hacen sentir como en casa.
Quizá sea la manera de caminar, la mirada somnolienta, la mochila Kanken de exploradora, el acento o el hecho de que una librería LGBT es en cierto modo como un pueblo pequeño en el sentido de que todos conocen a todos y es fácil identificar a un forastero.
Pero te hacen sentir como en casa. Lo repito porque creo que es importante.
—Tenemos un club de lectura los miércoles —me dice el dependiente.
—Los miércoles, ¿eh? —repito mientras repaso mentalmente el horario de mi máster—. Pues creo que el miércoles puedo.
Y me explica todo lo que una chica bi en Gay’s the word debe saber: que hay gente de distintas edades; que no es necesario ir todas las semanas, sino simplemente a discutir los temas que más te interesen; que, naturalmente, no es todo hablar de libros y que hay café y pastas gratis para ir picando mientras conoces a gente nueva.
Y ya está. Magia. Ese es el lenguaje secreto de las librerías LGBt. Aquí estarás a salvo. Aquí estarás con los tuyos. Este, si quieres, podría ser tu sitio.
Oh, adoro Gay’s the word.


October 4, 2017
10 cosas que os delatan como noveles | Writing Wednesdays
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Todos hemos estado ahí. El Momento con mayúsculas en el que empiezas a tomarte la escritura en serio. Y lo digo siempre, el único secreto (y si hay otros todavía no me los han contado) es la paciencia y el trabajo, el nunca rendirse. ¿Algo más? Bueno, aquí os dejo trucos para sonar como un autor profesional (¡Apuntadlas para las fases de corrección y reescritura!).
Perderle el miedo a “dijo”. En serio. Cada vez que veo diálogos saturados de “inquirió”, “musitó”, “exclamó”, “replicó”, “farfulló”, el chirriante “ironizó” y otras variantes siento como que respiro más rápido. “Dijo” está bien. “Dijo” mantiene la concentración del lector en el diálogo en sí y no en la actitud de los personajes (que debería estar implícita en el diálogo). Pensad en vuestra novela como en una película. Ahora imaginad que, en una conversación normal de esa película, los actores estuviesen cambiando de tono cada dos segundos. Ahora uno se pone a chillar. Ahora otro baja la voz. A otro más le tiembla. El primero vuelve a hablar normal y, cuando te despistas, ya está gritando otra vez. Menudo dolor de cabeza, ¿no? Lo mismo pasa cuando escribes. Ahórrate las acotaciones de diálogo específicas para cuando sean necesarias (cuando haya un cambio significativo en la acción o la actitud del personaje que queráis recalcar) y aseguraos de no distraer al lector del diálogo en sí. Recordad: un buen diálogo os hace olvidar que estáis leyendo. Y, por el amor de Dios, desterrad a “preguntó” y “exclamó” de una vez por todas. Los signos de interrogación y exclamación ya confieren ese significado.
Usad los nombres de vuestros personajes. Si tenéis un reparto de personajes que el narrador ya conoce, referiros a ellos por su nombre y no mediante expresiones como “el rubio”, “la cocinera” o “el alto”. ¿Por qué? Al igual que las acotaciones específicas, distraen al lector del texto. Primero tiene que recordar quién es el rubio, y después preguntarse a qué viene llamarlo así cuando el lector ya lo conoce de sobra. En casos de narradores en primera persona que conocen al personaje (aunque el lector todavía no), también es preferible utilizar el nombre propio. ¿O acaso vosotros cuando os encontráis con vuestro mejor amigo por la calle pensáis “ahí viene el chico moreno”?
Dejad de tenerle miedo a las repeticiones (también conocido como “ese par de sinónimos no significan lo que tú crees que significan”). He estado ahí, ¿vale? La frustración de volver a usar una palabra a la que ya había recurrido un par de líneas antes y la urgencia por encontrar en Internet un sinónimo para reemplazarla. STOP. El propósito de los sinónimos en la escritura no es reemplazar una palabra por otra, sino encontrar la palabra exacta que confiera todo el significado que queréis transmitirle al lector. Gritar no es lo mismo que chillar (implica un tono agudo), bramar (implica mayor potencia en la voz) o aullar (indica sorpresa). Huid, además, de palabras oscuras que dicen mucho más en vuestra contra que a vuestro favor. O, en palabras de Borges en una entrevista con Soler Serrano…
Es un error suponer que todas las palabras que tiene el diccionario pueden usarse. Como por ejemplo en el diccionario usted ve como sinónimas las palabras azulado, azulino, azuloso y creo que azulenco también. la verdad es que no son sinónimas. Azulado es una palabra común que lector acepta. En cambio si yo pongo azuloso o si pongo azulino, no. Es una palabra que mira en dirección contraria a como se debe usarse. Así que realmente la única palabra que puede usarse es azulado. porque es una palabra común que se desliza correctamente con las otras. Si yo pongo azulino por ejemplo es una palabra decorativa. Uno debe de escribir con el idioma de la conversación. Con el idioma de la intimidad. Pero eso ya se llega con el tiempo porque es muy difícil que un escritor se resigne a escribir con palabras comunes.
4.Olvidaos del párrafo introductorio. ¿Y cuál es el párrafo introductorio? Esas tres o cuatro frases (a veces incluso más) molestas que os describen a cada personaje que entra en escena. ¿Por qué debéis olvidaros de él? En primer lugar, porque ralentizan el ritmo, y en segundo lugar por la Regla Dorada de la escritura: show, don’t tell. Sí, esto también se aplica a las descripciones. Ahorraos descripciones genéricas (pelirrojo, ojos azules, pálido) y, desde luego, no le contéis al lector cómo es el personaje antes de que lo conozca. ¿La alternativa? Aseguraos de que vuestra descripción ayude a la caracterización. Mostradle al lector cómo vuestra protagonista lleva el maquillaje emborronado (¿Ha estado llorando? ¿Está de resaca? ¿Es fan de Marilyn Manson?), lo arrugada que está la ropa de su mejor amigo (¿Acaban de acostarse? ¿Es universitario y no tiene plancha? ¿Simplemente es así de vago?) o lo obscenamente grandes que son las ojeras de su novia (¿Es época de exámenes? ¿Tiene insomnio? ¿Han ido los tres de fiesta?). ¿Un buen ejemplo de cómo introducir a un personaje? Esta descripción de Henna Faunway. [image error]
5. SHOW, DON’T TELL. No me cuentes lo que está pasando porque es vago. Aburre. Muéstrame lo que está pasando y no dudes de mi capacidad lectora para comprender lo que está pasando. Así que no me digas que Joyce está enfadada; muéstrame a Joyce dando portazos o tirando papeles al suelo para que yo tema su ira y me pregunte qué ha podido hacerle perder la compostura de esa manera. Es mucho, mucho más poderoso que dejes que el lector sea un espectador de lo que está ocurriendo a que le des todo hecho y le cuentes lo que ha pasado.
6. Ahórrate expresiones del tipo “de repente”, “de pronto” y “súbitamente”. Si quieres coger al lector por sorpresa, no gastes su tiempo con esas palabras y muéstrale la acción enseguida. Deja que lo coja de improvisto al igual que al personaje.
7. Aniquila el 80% de tus adverbios. ¿Por qué? Porque es vago. Porque distrae al lector. ¿Te das cuenta de por dónde van los tiros? La magia de la escritura es hacer que el lector olvide que está leyendo mientras se maravilla de la calidad de tu prosa. Idealmente, el significado que intentas conferir con tus adverbios debería extraerse de las palabras exactas que usas (para esto y solo para esto es necesario un diccionario), de la actitud de los personajes, del diálogo y de la acción en sí. Usa los adverbios solo cuando sea necesario.
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8. Asegúrate de que tus metáforas cumplen su función. Mirad, soy una gran fan de las metáforas, y defenderé hasta quedarme sin voz el uso que Markus Zusak y Jandy Nelson hacen de ellas. Son coloridas. Son bonitas. Y cumplen su función: que la atención del lector recaiga sobe una acción o emoción en particular. No me importa que las metáforas sean creativas (nunca rebuscadas; la calidad de la prosa reside en la naturalidad), pero asegúrate de que están ahí para algo más que demostrar lo innovador y experimental que eres (spoiler: no lo hacen). En palabras de Kurt Vonnegut…
Every sentence must do one of two things—reveal character of advance the action.
Y un buen ejemplo de cómo utilizar una metáfora creativa que no distraiga a tu lector del texto, sacado de I’ll give you the sun de Jandy Nelson.
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9. Juega con la longitud de tus frases. Si son cortas. Repetidamente. Como un telegrama. Cansa. Y, en cambio, si son excesivamente largas, hasta el punto de que el lector se ahoga entre las subordinadas, las comas y los puntos y comas, si no sabes cuándo dar fin a tu fluir de conciencia de una maldita vez… es abrumador. Basta. La escritura es un arte y debes tratarla como tal; debes entrenar a tu oído para poder decidir cuándo utilizar una frase corta, larga o mediana y por qué. Y es difícil, claro, pero vale la pena. De verdad.
10. Aprende a romper las reglas. No las rompas porque sí, porque te lo digo yo y eso te convertirá en un escritor mucho más interesante. Rómpelas porque haciéndolo ayudas a la comprensión de la novela, porque de esa manera consigues que el lector reaccione de la manera en la que tú te habías propuesto cuando concebiste tu relato o tu novela. Piensa en el efecto que quieres conseguir y recurre a tus betareaders (idealmente al menos dos, para contrastar puntos de vista) para averiguar si has hecho un buen trabajo.
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Referencias:
Entrevista a Jorge Luis Borges. (1980). [entrevista]. A fondo: Soler Serrano.
Faunway, Henna. (2017). Vergessenheit. [online]. Wattpad.
King, Stephen (2000). On writing. New York: Simon & Schuster.
Nelson, Jandy. (2014). I’ll give you the sun. New York: Walter Books.
Summer, D. and Miler, H. (2013). Feature and magazine writing: action, angle and anecdotes. Chichester: Wiley-Blackwell.


October 3, 2017
What’s new pussycat?
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La semana pasada hice una encuesta en Twitter (he de admitir que me he aficionado a esto de las encuestas en Twitter) en la que os preguntaba qué clase de contenido queréis leer aquí. En base al tipo de preguntas que recibo en mi curiouscat más o menos me imaginaba por dónde iban los tiros y había empezado a preparar un par de cosas… ¡Y di en el clavo! Como me esperaba, lo que más os interesa leer son consejos de escritura, aunque muchos de vosotros también queréis leer reseñas y recomendaciones y artículos sobre el mundo editorial.
Así que, ¿cuál es el plan? Pues…
Lunes: Lunes de lecturas. Reseñas de libros que creo que deberías conocer (ya sea por lo maravillosos o lo terribles que son) y recapitulación de los retos y maratones de lectura en los que participe (por ejemplo, ¡este mes estoy haciendo el #LeoAutorasOct y el #Spookathon!).
Miércoles: Writing Wednesday. Consejos de escritura desde el punto de vista de una estudiante universitaria a tiempo completo que empezó en el mundillo literario sabiendo muy poco, de hecho, del mundillo literario. Cubriré el tipo de preguntas que más me hacéis, pero también todo lo que me ha enseñado la experiencia y consejos sobre lo que NO debéis hacer (aka las cosas que, como betareader, hacen que me tire de los pelos). Quiero ofreceros el mejor contenido posible y condensar todo lo que he aprendido no solo manos a la obra (que no deja de ser algo más bien intangible), sino también lo que he aprendido en áreas formales como clases universitarias o writing workshops, así que echadle un vistazo a las referencias al final por si queréis leer aún más sobre el tema.
Domingos: Edición desde dentro, una serie de artículos en la que os doy información sobre el mundo editorial, os cuento mis experiencias como estudiante (participando en programas de experiencia profesional o asistiendo a festivales y eventos como futura editora) y os doy un par de consejos tanto a los que queráis trabajar en editoriales tanto a los que queráis escribir para ellas.
¿Eso es todo? ¡No! El segundo martes de cada mes subiré un top five de recomendaciones por temas. Muchas veces me preguntáis por libros LGBT o libros que traten enfermedades mentales, y aquí os traeré unos cuantos que he leído y que puedo recomendar.
Además, el tercer viernes de cada mes tendréis el Virginia Woolf’s book club. Análisis de libros conocidos (y algunos menos conocidos que quiero enseñar por su representación o por la falta de ella/la mala ejecución) desde el punto de vista del feminismo. Nuevamente quiero ofreceros el mejor contenido posible y utilizaré muchos conceptos y técnicas que he aprendido, especialmente, en clases de women’s fiction, literatura poscolonial, literatura comparada y teoría literaria. Así que, nuevamente, ¡esperad referencias!
¿Más? Tengo preparados un par de viajes a lo largo del año y, como soy así de friki, son a destinos literarios y tengo muchas ganas de escribir sobre ellos.
Y… ahora sí… ¡Esto es todo!
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September 28, 2017
Por qué escribo juvenil
De vez en cuando, alguien (generalmente un alguien que bebe tanto del canon que podríamos decir que se emborracha con él) me arroja la Famosa Pregunta. No con demasiada amabilidad (a lo mejor está un poco nervioso, quizá preguntándose si, a mis casi 23 años, no habré tenido el sentido común de admitir que ya no soy una adolescente, muchas gracias). Y no me importa, realmente. Hablemos de ello. Empujemos a la literatura juvenil al ring. Prometo no ser sobreprotectora. Dejaré que sea vulnerable, que la ataquéis hasta el hueso. Tengo ese tipo de confianza en ella.
Podría escribir ensayos enteros sobre por qué es necesario escribir juvenil y por qué esa vergüenza casposa de algunos lectores es, bueno, casposa e irritante, pero no voy a hacerlo, en primer lugar porque no quiero acabar con síndrome del túnel carpiano (puede que esté o puede que no esté escribiendo esto en mi móvil, en Starbucks, porque al parecer ahora soy una de Esas Personas) y en segundo lugar porque, honestamente, la longitud de un ensayo no se traslada bien a un blog. Además, tampoco hace falta. Puedo resumir por qué escribo juvenil con una simple frase: los libros que leí con diecisiete años dejaron en mí una cicatriz mucho más profunda que todos los libros que he leído después.
Con esto, naturalmente, no pretendo implicar que fuesen mejores. Han pasado casi seis años de lecturas muy diversas desde mis diecisiete años. He estudiado literatura en la universidad (que no es un requisito para descubrir obras magníficas, pero que, después de todo, ayuda). He leído novelas que me han inspirado con una urgencia que me ha hecho correr a por un lápiz y un papel (o la aplicación Evernote en mi iPhone), no vaya a ser que las musas tengan prisa. He descubierto, en definitiva, voces tan poderosas que me han hecho temblar y cuestionarme quién soy como persona y replantearme todo lo que escribo y por qué. He leído obras maestras de las que no me quiero desprender jamás, pero no me han dejado una herida espiritual tan ineludible como los libros que leí en el instituto.
Tokio Blues.
Rebeldes.
Autobiography of a face.
Sin destino.
El mundo amarillo.
El guardiánentre el centeno.
La niña que iba en hipopótamoa la escuela.
Muchos de ellos, lo admito, no son literatura juvenil (o no, al menos, lo que muchos estarían dispuestos a aceptar como literatura juvenil), pero todos hablan, de una manera u otra, de esos años.
Y los adolescentes tienen una voz muy poderosa. A menudo silenciada, tratada como un aparte, pero una voz poderosa e inestimable de todos modos. El análisis que hacía a los diecisiete de los libros que leía no es el mismo que hago a los veintidós, pero poseía el mismo valor, la misma introspección y el mismo ojo crítico. Claro que ahora tengo el privilegio de que me escuchen. La mayor parte del tiempo, al menos.
Escribo juvenil porque tengo la fe inquebrantable de que los libros que leemos en nuestra adolescencia y que nos marcan nos dan forma como personas. Escribo juvenil porque tengo la fe inquebrantable de que los adolescentes serán los primeros en empezar a mover y a cambiar el mundo, y de que cada año encuentro más motivos para cederles el testigo. Escribo juvenil, simple y llanamente, porque tengo la fe inquebrantable de que los adolescentes son seres inteligentes, creativos, sensibles y mucho más dispuestos a escuchar que los adultos. Tenemos mucho que aprender de ellos, y de nosotros mismos a los diecisiete. Dejémonos de snobismo generacional. Ahora, más que nunca, es el momento de impulsar el diálogo entre los adolescentes y nosotros.[image error]

