Sergio Gutiérrez Negrón's Blog, page 11

December 16, 2017

una crónica en clarín, a la que yo le hubiera llamado "el expolio"

Hoy en el diario argentino Clarín salió una crónica/relato de no-ficción en la que expando sobre un tema que exploré en mi última novelita, aún inédita--el trabajo como captura, como narrativa que deshumaniza. Si yo hubiera podido ponerle el título, le habría llamado "El expolio", pero las leyes del clickbait funcionan de otra manera. 










El hombre me dice que su único familiar, su
nieto ha muerto. Lo han atropellado, me aclara. Tartamudea: “Han atropellado a
mi nietito”.
Cierro los ojos y me acomodo los espejuelos y
el auricular a través del cual conversamos. Le doy mi pésame como por instinto
y le pregunto que cómo se llamaba el nene. Lo escucho sorber. Primero pienso
que bebe café, porque aún no son las ocho y media de la mañana. Muy pronto se
me ocurre que llora.
Miro sobre mi hombro, veo a la jefa de nuestro
grupo de ventas, e inmediatamente recurro a La Biblia, el manual gigante
encuadernado con argollas que nos da la Compañía. Durante el entrenamiento de nuevos
vendedores nos dijeron que allí se hallarían casi todas las situaciones en que
podría encontrarse un “telemarketer”. Los encabezamientos están en mayúsculas y
en negrillas e indican la situación. Están clasificadas por palabras claves,
como un diccionario. Al identificarse la que se busca, se encuentra un pequeño
guión que ayuda a los vendedores a manejar la situación. Busco LUTO pero no la
encuentro. Cierro el cartapacio.
El hombre me dice el nombre del niño y que tenía
nueve años. Vuelve a repetir que lo han atropellado. Que fue un vécino. Que fue
un accidente. Se le rompe la voz y escucho una arcada como la que precede un vómito,
pero lo que sigue no es el sonido de un estómago esplayándose, sino el gemido
más triste del mundo.


[sigue leyendo acá] 























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Published on December 16, 2017 15:11

December 13, 2017

literatura y horizonte, una entrevista

Sergio Gutiérrez Negrón: Me gusta pensar la literatura puertorriqueña como un horizonte




Para Sergio Gutiérrez Negrón la literatura puertorriqueña es una tradición y un horizonte que implican una búsqueda constante. Eso nos dice el joven escritor puertorriqueño, en esta conversación en la que nos cuenta algunos detalles de las novelas que le han valido varios reconocimientos, entre ellos, formar parte de la lista de los 39 escritores del Hay Festival, Bogotá 39, una distinción que toma como invitación a la lectura de las obras de los escritores seleccionados [continúa leyendo en Dominicana en Miami].














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Published on December 13, 2017 16:26

November 5, 2017

el futuro es inimaginable, el presente inmanejable, dixit jennifer silva







Es decir, el dicho "lo personal es político" tenía la intención de revelar la naturaleza profundamente histórica y colectiva de la experiencia, y no la creación de un sin fin de narrativas individuales. Sin embargo, sin un sentido colectivo de las desigualdades estructurales, el sufrimiento y la traición que surgen de la des-industrialización, la desigualdad y el riesgo son interpretados como fracasos individuales: sus parientes son vistos como individuos indignos y sus adicciones y enfermedades como vicios privados. Al fin y al cabo, el predominio del pasado familiar, inestable e imperfecto, termina ocultando el poder determinante de presente mercantil, inestable e imperfecto. Al descartar las fuerzas sociales que minan sus intentos de crear futuros seguros y al asignarse la responsabilidad del éxito a sí mismos, esta generación de jóvenes de clase trabajadora experimentan la llegada a la adultez como un perenne quedarse cortos.


--dixit Jennifer Silva en Coming up Short, una etnografía de jóvenes de clase trabajadora en la que la socióloga analiza los usos y límites del discurso terapéutico del yo en el presente estadounidense. 
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Published on November 05, 2017 12:22

October 31, 2017

los cómplices, una columna

Esta columna de publicó en El Nuevo Día el miércoles, 25 de octubre del 2017.


Photo: Joe Raedle, Getty Images)




Los cómplices




He dejado de hablar de María. He comenzado a responder las preguntas de algunos vecinos y colegas acá en el midwest estadounidense con generalizaciones, muecas, o tirando de los hombros.

Mi diminuta moratoria se debe a que, con la visita de Trump a la isla y su cobertura, y tras un primer empujón de solidaridad y neta curiosidad, noté un cambio en el interés de muchos de mis interlocutores.

Por entonces, cuando me preguntaban acerca de la situación, les contaba de la familia y, luego, me daba a una diatriba sobre el colapso del gobierno local, su irresponsable falta de preparación, las asfixiantes leyes de cabotaje, el terrible y pre-existente estado de la infraestructura eléctrica isleña, los cuestionables contratos millonarios que ya se anunciaban para su habilitación, etcétera.

Sin embargo, tras la llegada del presidente, las conversaciones sobre la isla se dirigían a las brevísimas horas que pasó el individuo en el Caribe, a su actuación allí, a su más reciente twit, comentario, opinión, o perreta. De golpe, la situación de la isla se reducía a lo que ya es una obsesiva fijación: era Trump el principio y final de la crisis económica, social, y política que fue y sigue siendo María en Puerto Rico. Era Trump el único que podría traer una solución. Y era Trump el mayor obstáculo a la reconstrucción del país.

Confieso que si al principio intenté matizar la situación un poco, trayendo a colación los grupos de la sociedad civil que han hecho el país vivible, o las ineptitudes del gobierno local, muy pronto me rendí ante lo que se hizo evidente. Me harté de que la crítica al ejecutivo estadounidense, que si lograba implicar al gobierno federal y su deficiente respuesta al huracán, borrara por completo la complicidad, ya centenaria, de un gobierno local defectuoso y corrupto. Intenté interrumpir, aclarar. “Sí, pero no”, me decían; “Trump, Trump, Trump”.

Fue entonces cuando decidí dejar de hablar de María, hacer una mueca, tirar de los hombros. Por lo menos donan dinero, me dije.
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Published on October 31, 2017 03:37

September 5, 2017

un poema algo esperanzador ante la catástrofe, del poeta muerto john ashbery






AMID MOUNTING
EVIDENCE





I was reading about
dinosaurs:

Once the scratching
phase is over, and the mirage

Or menage has begun,
and the world lies open

To the radiation
theory (tons of radiation, think of it,

Reversing all normal
procedures

So that the
pessimistic ball of wax begins

To slide down the
inclined plane again

Bringing further
concepts to their doom while encouraging

The infinity of
loose ends that

Is taking over our
government and threatening to become life

  as we know it!)

It is time to slink
off to one’s post in some cold desert

(Not the Sahara,
more like the Gobi actually)

And wait amidst that
sadness known as banishment

For the point to
reappear, though it may never do so,

And what was that
strange uniform?




Only that we lived
happily in ever-after land

And the fire of my
mind was still with us then

Prevented the object
of these negotiations from becoming a

   toy

Farther down the
keyboard (and of course this did happen

Later on, every
potential is realized if one waits long enough

Only by that time
the context may have faded, fragile

As summersweet or
the light on a windowsill, and then,

And then, why the
text will be seen as regular

Only no one wants to
play anymore; games

Have their fashions
much as truth does) and our lives from

Being turned into a
shambles too large to deal with,

  unreasonable;

And as masonry
weathers, as moths are silently at work in

  blankets

Even as you read
this, I saw no reason for complaint

Or murmur and the
entourage liked me, agreeing

With me that this
wasn’t the right time nor place,

That arguments would
be foreshortened if initiated now.

























































































Yet this toothache
that never seems to go away.
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Published on September 05, 2017 08:10

August 23, 2017

el juego de gallitos, una columna

Esta columna se publicó en El nuevo día  el miércoles, 23 de agosto del 2017. 









El juego de gallito



La imagen está detenida y tú en plena acción, tu brazo estirado, tu mano apretando un gabete del que has tirado y, en el aire, a punto de azotar el de tu contrincante, está tu gallito, un poco escascarado porque accidentalmente lo raspaste al sacarlo de la vaina de algarroba. Míralo cómo vuela.

Eres el menor de la calle. O, por lo menos, de ese grupo de vecinos. Te encantaría ganar. Casi nunca ganas. Hasta ese momento. En ese instante, lo crees posible. Pones, por un segundo, todas tus esperanzas en esa semilla dura. Imaginas que si ganas te tomarán un poquito más en serio.

Entonces la imagen se activa; se lanza hacia delante, como si pasara de Pausa a Fast Forward, echando a un lado el Play. Tu gallito le pega, con fuerza, al del otro. Una nube de polvo se levanta. Vuelan pedazos de cáscara. No sueltas el gabete. Tu vecino tampoco. No quieres mirar, pero miras. Tu gallito está clavado en el de él.

Parpadeas y el minuto insiste en pasar y te sorprendes al ver que tu gallito, en cuestión de nada, se deshace, se desmorona. El de tu contrincante permanece intacto. Perdiste otra vez.

Te acuerdas de esto tras un sueño, tantos años después. Ese encuentro lo recuerdas claramente. ¿Fue esa la última vez que jugaste? Es posible. ¿Cómo se jugaban los gallitos exactamente? Se te hace difícil precisarlo. Estás casi seguro de que ni tan siquiera los habías pensado en una década. Lo buscas en YouTube. Hay un video. Lo ves. Te ríes. Sientes la necesidad de ponerlo en Facebook. Otros se ríen y comentan.

Decides escribir de ello. No es nostalgia, lo sabes. Es, en todo caso, un intento, en estos días en los que todo está en juego, en venta, de registrarlo, de incluirlo en un inventario que fije la antigua forma de tus días. ¿De nuestros días?
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Published on August 23, 2017 03:33

August 19, 2017

sobre el tic toc diario, barnes dixit



We live in time--it holds us and molds us--but I never felt I understood it very well. And I'm not referring to theories about how it bends and doubles back, or may exist elsewhere in parallel versions. No, I mean ordinary, everyday time, which clocks and watches assure us passes regularly: ticktock, clickclock. Is there anything more plausible than a second hand? And yet it takes only the smallest pleasure or pain to teach us time's malleability. Some emotions speed it up, others slow it down; occasionally, it seems to go missing - until the eventual point when it really does go missing, never to return; dice Julian Barnes en Sense of an Ending y con esta termino las tres citas que encontré en un e-mail que me envié hace unos añitos. 
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Published on August 19, 2017 01:27

August 18, 2017

la golpiza cotidiana, sigue barnes

I certainly believe we all suffer damage, one way or another. How could we not, except in a world of perfect parents, siblings, neighbors, companions? And then there is the question on which so much depends, of how we react to the damage: whether we admit it or repress it, and how this affects our dealings with others.Some admit the damage, and try to mitigate it; some spend their lives trying to help others who are damaged; and there are those whose main concern is to avoid further damage to themselves, at whatever cost. And those are the ones who are ruthless, and the ones to be careful of; dice Julian Barnes en Sense of an Ending según un e-mail viejo con el que me tropecé y que parece que me envié a mí mismo cuando leí la novela hace unos años, y del que he estado poniendo citas los pasados días. 
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Published on August 18, 2017 01:23

August 17, 2017

vida≠literatura, dixit julian barnes





This was another of our fears: that life wouldn't turn out to be like literature; dice Julian Barnes en Sense of an Ending según un e-mail viejo con el que me tropecé y que parece que me envié a mí mismo cuando leí la novela hace unos años. 
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Published on August 17, 2017 01:18

July 25, 2017

sobrevivir la porquería, una columna









Esta columna apareció hoy 26 de julio del 2017 en El Nuevo Día. En la versión impresa, su título es "Porquería". 





Sobrevivir la porquería











Llevo como un año pensando que la situación del país tocó fondo y mañana tras mañana descubro que me equivoqué nuevamente y me digo, con una seguridad inocente, “ahora sí es que es”. Pero vuelvo a errar y repito toda la rutina otra vez el día siguiente.

Ya ni lo digo por la existencia de la Junta.

 Si no lees los periódicos y borras a todos tus conocidos que hablan de política por Facebook, puede llegar a parecer que la Junta no existiera. La Junta, después de todo, sigue estando compuesta por las mismas gentes, por los mismos apellidos. Y, para bien o para mal, los golpes de sus medidas tienen más de tortura china que de operación militar gringa y aunque ambas tácticas matan, la primera toma más tiempo en registrar.

Lo que me hace pensar que la cosa tocó fondo es, más que nada, lo demás. Por ejemplo, las cenizas en Peñuelas. O la retrógrada perseverancia del discurso homofóbico. O el sádico individualismo de muchos a quienes cualquier reclamo de justicia (educativa, social, económica) les parece changuería, disturbio, vagancia. Etcétera. 

Después de todo, la situación del país no es sólo la porquería de clase política. La situación política es, también, la gente. Y, caramba, mañana tras mañana intento negármelo con todas las herramientas críticas e imaginativas que tengo: contextualizo, historizo, narrativizo y todo eso, pero como quiera me asedia la conclusión de que hay mucha gente porquería. Supongo que la hay en todos lados, pero qué chavienda.

Así que, esta mañana, desperté y acepté que no hay fondo que tocar. Que se trata de una caída libre. Que ya. Que quizás sólo queda darle la espalda al asunto y comenzar a vivir como si estuviéramos en una de esas películas posapocalípticas que tanto pegan últimamente y en las que, ante la debacle, la justicia y la política vuelven a desplegarse en lo cotidiano, en el entablar una forma de vida un poco menos puerca que la anterior.
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Published on July 25, 2017 23:50