Andrés Accorsi's Blog, page 41

August 31, 2021

SHANG-CHI AND THE LEGEND OF THE TEN RINGS

Como fanático talibán del Shang-Chi de los ´70 y ´80, y feliz propietario de la colección completa de Master of Kung-Fu, entré al cine cagado de miedo. Temblaba como una piba de 18 años flaquita y petisa que sale a la cancha a dirigir una final de futbol americano. No había visto trailers, ni sabía nada del argumento, ni de los actores, ni del director, pero por los afiches, y por comentarios de conocidos que siguen la previa de las pelis de Marvel, llegué a la función convencido de que iba a ver una especie de Dragon Ball Z del Universo Marvel: una comedia con chistes y luchas de artes marciales imposibles, combates a muerte con hiper-poderes entre personajes cada vez más zarpados. Y sí, hay muchos más elementos fantásticos de los que yo quería ver, y hasta un personajes meciona que otro tiró un kame-hame-ha, pero por suerte no es el Dragon Ball Z del Universo Marvel. No es una película del Shang-Chi clásico, ni está apuntada al geronte que se bajó los 125 números de Master of Kung-Fu, pero funciona. De aquella majestuosa revista escrita por Doug Moench solo queda una idea: el protagonista es un pibe chino entrenado para ser el perfecto asesino, y se le da vuelta a su padre, que es el capo cuasi-inmortal de una mega-organización criminal. El resto va totalmente para otro lado. A lo largo de 132 minutos, Destin Daniel Cretton ofrece una buena aventura repleta de acción, con una cantidad bastante aceptable de chistes, muchas peleas al límite, momentos épicos que aspiran a emocionar a los fans de Lord of the Rings y –como ya dije- un exceso en materia de elementos fantásticos, que no desentonan con el Universo Marvel en su conjunto, pero que se llevan a Shang-Chi muy lejos de la versión que a mí más me gusta. Es como si me contaran en los flashbacks la vida de Shang-Chi y en el presente una aventura de Iron Fist. Y ya que menciono a los flashbacks, estos son muy emotivos y le dan muchas oportunidades para brillar a varios de los miembros del elenco (especialmente a Tony Leung, al pibito Jayden Zhang y a la diosa Fala Chen), pero hay un par más de los que hacían falta. Llega un punto, sobre todo en el último tercio de la cinta, que ya no quería ver más flashbacks a la infancia de Shang-Chi, que además están narrados a un ritmo mucho más pachorro, además de hablados en chino. Esto último no me molesta, eh? Está bueno que la película grite todo el tiempo “¡puta que vale la pena ser chino!”, así como Black Panther agitaba todo el tiempo las banderas de los nativos africanos. Pero por ahí con un par de flashbacks menos, se podía contar lo mismo sin caer en esos pozos de alta densidad. El flaco que hace del Shang-Chi adulto es el clásico héroe de acción de Hollywood: a nivel actoral no descolla demasiado, pero la tiene atada a la hora de revolear patadas de kung-fu. La sorpresa más grata me la dio Awkwafina, una chica a la que no conocía y (me entero googleando) es actriz y rapera. Le tocó un personajón, que evoluciona muchísimo a lo largo de la película y al que Awkwafina dota de un carisma arrollador, como para que aplaudamos fuerte la próxima vez que la hagan aparecer en alguna otra película o serie del MCU. Obviamente no reemplaza a Black Jack Tarr ni a Clive Reston ni a Leiko Wu, pero funciona muy bien en la dupla “bromántica” con Shang-Chi porque es la que mantiene los pies sobre la tierra cuando el argumento adquiere niveles de fantasía rayanos en el delirio psicotrópico. El resto muy bien, bien la música, los trajes, los efectos especiales, las criaturas fantásticas, y sobre todo la coreografía de las peleas, que es electrizante. La escena en los andamios del edificio de Macao, excedida en duración y todo, es una cátedra de cómo se filma cine de acción. Y la lucha en el bondi con Razorfist (único villano de la gloriosa cosecha de Doug Moench que llegó al celuloide) también es increíble. Lo único que me pareció muy choto es que en las peleas practicamente no se ve sangre. Tenés hiper-ninjas que se tiran con todo, armas ultra-letales, violencia para tirar al techo… y una sequía de sangre comparable a la que atraviesa hoy la zona del Paraná. Finalmente, el hecho de que esta aventura transcurre en el Universo Marvel es durante casi toda la cinta entre menor e irrelevante. Pero los epílogos abren varias puntas para que Shang-Chi y sus personajes secundarios puedan integrarse fácilmente a este maravilloso tapiz que Kevin Feige y sus huestes están hilvanando entre películas y series. Si Jonathan Hickman pudo sumar al capo del kung-fu a las filas de los Avengers, los dementes de Hollywood no van a ser menos.
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Published on August 31, 2021 21:09

August 28, 2021

23 al 29 de AGOSTO

Semana complicada, por muchísimos motivos, pero igual pude leer un par de cosas. Gracias a la nueva y magnífica edición de Ivrea, me volví a sumergir en 20th Century Boys, una serie que había empezado hace muchos años, en inglés y de prestado, y que en algún momento dejé de leer. Me acordaba muy poquito de la trama, por suerte, y eso ayudó a que me volviera a atrapar por completo. En este manga hay una cantidad brutal de elementos gancheros, y es casi imposible de enumerarlos a todos. Para sintetizar, creo que acá Naoki Urasawa termina de dominar lo que ya había ensayado en Monster, que es el manejo molecular del suspenso. Esa capacidad asombrosa para dosificar la información, dejarte siempre con ganas de saber más, cortar cada escena en el momento justo, en el que el impacto dramático de lo que se cuenta está en su cénit. Además de todo eso, Urasawa complementa una trama muy espesa de misterio y conspiraciones con secuencias ambientadas en la infancia de los protagonistas, en las que el humor y la ingenuidad rompen un ratito con el clima ominoso del resto de la historia. También hay pasos de comedia muy logrados en las escenas que transcurren en el presente, que supongo que desaparecerán gradualmente, a medida que se tense cada vez más el conflicto principal. No quiero contar nada de la trama, pero sí señalar que estamos en manos de un maestro absoluto de la narrativa. Urasawa se da todos los lujos, todos. Hasta construir perfectamente, como si fueran los protagonistas de toda la obra, a personajes a los que va a utilizar menos de 20 páginas. Quiero que esto dure para siempre, que 20th Century Boys sea hasta el final un gran manga de misterio, narrado en clave muy realista, con personajes muy humanos, con situaciones cotidianas, perfectamente reconocibles, que eventualmente se van a enroscar en torno a esto que está sucediendo. Ojalá no aparezcan elementos fantásticos ni sobrenaturales, ojalá Urasawa no amplíe demasiado el elenco protagónico, ojalá haya más secuencias ambientadas en la infancia de Kenji y sus amigos, más pinceladas que nos permitan vislumbrar cómo se vivió en Japón el estallido del rock anglófono a fines de los ´60 y principios de los ´70… Así como está, esto es mágico e insuperable. Y encima está dibujado como los dioses por un autor que brilla sobre todo en las expresiones faciales, pero al que le sobra solidez en todos los rubros. Tengo un par de tomos más de 20th Century Boys y haré fuerza para no devorármelos esta semana que arranca el lunes. Me vengo a Argentina, año 2021, para hablar un poquito de Lo Que Ya Pasó, un recopilatorio de cuatro historias cortas, escritas por Brian Janchez y dibujadas por Pablo D´Alio. Son historias tan fieles a la impronta de Janchez, tan imbricadas (con perdón de la palabra) en el estilo de este autor, que resulta extraño verlas dibujadas por alguien que no sea él mismo. No es que D´Alio dibuje mal. Para nada, el dibujo es muy bueno, se complementa bien con los climas que evocan los guiones y tiene momentos de gran belleza plástica. Pero las historias son tan Brian que me pasó algo similar a lo que viví cuando Darwyn Cooke dibujó Twilight Children (ver reseña del 16/03/18). En cuanto a las historias, creo que la que más me gustó fue la primera, pero las cuatro están muy bien. Creo que a “La ametralladora” le faltó una vueltita de tuerca más en el final, como para bancar un poco el clima tenso que se genera a la mitad del relato, y no más que eso. Son historias atractivas, distintas entre sí y con muy buen nivel en los diálogos y los bloques de texto. Si sos fan de Brian Janchez, seguro te van a encantar, y además vas a conocer a Pablo D´Alio, un dibujante que todavía no explotó, pero que tiene varias historietas publicadas y en todas sorprende con su manejo del pincel y las aguadas. Nada más, por hoy. Gracias y hasta el finde que viene.
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Published on August 28, 2021 08:46

August 21, 2021

16 al 22 de AGOSTO

Bueno, esta semana leí bastante, no sé si mucha cantidad, pero seguro bastante variado. Empecé con Yugurta, una serie de aventura histórica realizada por Jean-Luc Vernal y el maestro Hermann para la revista Tintin, allá por 1967. Es una historieta clásica, con mucho sustento en la historia real de los pequeños reinos del norte de África en los tiempos del Imperio Romano y las Guerras Púnicas. Una historia de honor, lealtad y coraje, contada de manera muy tradicional, con páginas que nunca bajan de las 10 u 11 viñetas, mucho rigor en la documentación histórica, sin chistes, sin tramas románticas, sin personajes femeninos, con bastante acción pero poco énfasis en la sangre. No me aburrió principalmente porque me encontré con unas cuantas secuencias mudas, en las que estos príncipes, caudillos y dignatarios imperiales se callan un poco la boca y dejan que el dibujo conduzca el hilo de la narración. Y el dibujo es muy bueno. Hermann está todavía muy verde, le falta muchísima sopa para ser el Hermann de Comanche, o sea que está a años luz del Hermann de los ´80 en adelante, que es el que a mí más me gusta. Pero la jerarquía se le nota más que la inexperiencia. El belga sabía que estaba haciendo sus primeros palotes, y para asegurarse de no pifiar, optaba por el camino más seguro: chorearle al maestro Jijé, al capo indiscutido de aquella época al que copiaban todos los muchachos que se volcaban a los estilos vinculados a la aventura realista. El resultado es ese: un Hermann embrionario que se disfraza de Jijé y le da a Yugurta una impronta para nada personal, pero sí muy efectiva. Tengo el segundo álbum, también pendiente de lectura, y creo que Hermann solo dibujó esos dos. Cualquier garrón que haya que comerse en materia de guiones, está ampliamente justificado por el atractivo de ver en primera fila los inicios de este monstruo sagrado del dibujo y la narrativa, que hoy sigue vigente con sus 81 enormes años. Me voy a Italia, al año 1996, cuando se publica el 30º tomito de 96 páginas de Cybersix, con una nueva novela gráfica completa de la superheroína-androide-vampiro-transexual. Esta entrega tiene la particularidad de que en los créditos solo figuran Carlos Trillo y Carlos Meglia, con lo cual se puede suponer que esta vez la dupla produjo estas 96 páginas sin asistentes, ni en el guion ni en el dibujo. Eso hace a “Bella Senz´Anima” una historieta 100% atractiva… hasta que la leés. Ojo, no es chota. Comparada con muchas de las que vimos hasta ahora, es una buena novelita de Cybersix. Pero sigue sin acercarse al nivel que tenía la serie cuando Trillo y meglia producían solo historias cortas de 12 páginas. Acá el principal problema es que el argumento daba para… una historia corta de 12 páginas, 16 con la mejor voluntad. Y la decisión de estirarla a 96 hace que Trillo le agregue un sinnúmero de escenas muy predecibles, que están narradas con onda y oficio, pero que podrían tranquilamente no estar. ¿Qué logra con esta estirada brutal? Que los verdaderos protagonistas de la aventura, que son el ángel Azrael y el demonio Shaitan (ambos de infinito poder), no se ajusten al clásico estereotipo y ganen en complejidad y profundidad. Y nada más que eso. El conflicto central, en el que ambos se disputan la afiliación de Cybersix a un bando o al otro, se resuelve en menos de 10 páginas, que ni siquiera son las más divertidas. O sea que, de verdad, la estirada del argumento daño seriamente al guion. Por suerte el dibujo es espectacular como pocas veces, con Meglia desencadenado, prendido fuego, dispuesto a demostrar quién es el dueño de la magia visual que tantos otros dibujantes trataban de reproducir en los episodios que el quilmeño “tercerizaba”. En algún momento, el tedio le gana a Meglia y el nivel de descontrol baja un poquito. Pero las primeras 30-35 páginas son un despliegue de talento e imaginación al filo de la maravilla. Solo por eso, “Bella Senz´Anima” entra entre los mejores libritos de esta colección, eternamente inédita en castellano. Y termino en España, donde entre 1996 y 1997 el gigantesco Carlos Giménez se relaja un toque y produce las siete historietas contenidas en Sexo y Chapuza Vol.6: Talla Especial. Estas son comedias costumbristas, sin elementos fantásticos, sin política, sin pathos. Es simplemente Giménez en plan de joda, dedicado a narrar con su línea versátil y preciosa breves anécdotas que le cuentan sus amigos, ya sea Enrique Ventura, Miguel Fuster, o algún otro. Las anécdotas de Fuster las cuenta a través de un personaje llamado Miguel, un loser al que su mujer lo abandonó y desde entonces se dedica al escabio y al sexo con prostitutas. Y para las otras, crea a los amigos Edu, Pablo y Leo, tres jóvenes alzados dispuestos a casi todo con tal de ponerla. Obviamente no todos los guiones son igual de buenos. Hay un par MUY buenos y un par meh. Y el título no es humo: en todas es importante el sexo y la joda. Hay diálogos muy graciosos, personajes bien delineados, situaciones al límite, y en general se hace todo muy llevadero porque las historias son cortas, como deben ser las anécdotas para que funcionen. Y –ni hace falta decirlo- está todo tan pero tan bien dibujado, que las historias podrían ser infinitamente más pedorras, y aun así estaríamos hablando de un libro que vale la pena tener. El dibujo de Giménez y su intuición para armar las escenas, elegir los encuadres y ponerle un tempo narrativo a cada uno de estos relatos son sencillamente perfectos. No hay fisuras, no hay “peros”, no hay improvisación. Hay un maestro totalmente afianzado en un oficio que domina como nadie, y que no tiene problema en dar el 100% de su talento incluso para contar historias “menores” de borrachos patéticos y borregos alzados. Genio absoluto. Y nada más, por hoy. Sigo laburando con tutti para que pronto puedan descargar el nº3 de Comiqueando Digital en https://comiqueandoshop.blogspot.com/. Gracias y hasta el finde que viene.
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Published on August 21, 2021 19:07

August 14, 2021

9 al 15 de AGOSTO

Sepan disculpar si la sreseñas de hoy no están muy inspiradas, pero la verdad es que tengo la cabeza 100% en otra cosa. Bah, en realidad 85% en llegar con las fechas a la salida del nº3 de Comiqueando Digital, y el 15% en otras cosas. Allá por 2010, en los albores de este blog, me tocó comentar el primer tomo de la antología Flight, publicado en su momento por Image. Después de ese enorme éxito, Kazuo Kibuishi siguió al frente de la antología, pero se la llevó a la editorial Villard, que publicó varios tomos más. Hace poco conseguí muy barato el Vol.6, también compuesto de historias cortas de autores poco conocidos, y ahí me quiero meter hoy. La primera historia, a cargo de Michel Gagné tiene dos problemas: es muda y es muy larga. Pero lo que cuenta está bueno y el dibujo es hermosísimo, así que no jode que ocupe muchas páginas, ni tampoco hacía falta el texto para entender y disfrutar la trama. Por ahí era más lindo contarlo con movimiento y sonido, en un dibujo animado. Pero así como está, está muy bien. La segunda historieta, a cargo de JP Ahonen, tiene un dibujo correcto, un color excelente y diálogos y situaciones muy graciosas. Es una comedia costumbrista, con pinceladas de delirio y mala leche, muy lograda. La historieta que aporta Kazuo Kibuishi está mejor dibujada que muchas de las páginas que nos ofreció en la saga de Amuleto, y con el color al mismo y espectacular nivel. El guion es una aventurita menor, no exenta de una cierta onda pulp. Después tenemos otra comedia disparatada y con un humor original y eficaz, a cargo de Graham Annable, un muchacho que curte la misma estética que Ernán Cirianni, pero un poco más prolijo. Dead at Noon es otra historieta 100% muda, esta vez un western narrado y dibujado como los dioses por Rodolphe Guenoden, seguramente el más grosso de los autores cuya existencia descubrí gracias a este tomo. La de Phil Craven está buena, pero es muy cortita, no llega a sacarle provecho al clima que trata de crear. Después tenemos ooootra historia muda y muy jugada a los climas, a cargo de Cory Godbey. Se me hizo larga, pero el dibujo es realmente maravilloso. Andrea Offerman también aporta una historia muda muy bien dibujada, y lo mismo se aplica a Rad Sechrist, con la diferencia de que este es MUY capo en el armado de las secuencias y el manejo del timing. La de Bannister y Grimaldi es otra comedia con buen ritmo y no mucha sorpresa, bastante bien dibujada. Justin Ridge propone una comedia bizarra con elementos de terror y romance, protagonizada por animalitos, que no está mal. Me gustó mucho también la de Richard Pose, una historieta 100% apuntada al público infantil, pero con un dibujo y un guion impecables. La más flojita del tomo es la historieta de Kean Soo, que procedo a saltearme, y me voy a las dos últimas: una de superhéroes mitad en serio/ mitad en joda a cargo de Steve Hamaker, bastante digna aunque poco novedosa. Y una última historieta para chicos, donde el guion y el color están bastante por encima de los dibujos, todo obra de Mike Dutton. Bastante buen promedio, por suerte. Si encuentro más tomos a buen precio, seguiré acumulando más Flight en la biblioteca. Y me queda poco espacio para hablar de otra antología, en este caso de un único autor: El Hombre Tótem y otros héroes extraordinarios recopila varias historietas cortas escritas, dibujadas y coloreadas por Quique Alcatena, originalmente aparecidas en la web en Tótem Comics (aunque hay una que creo haber visto en Fierro). En estas aventuras, Alcatena se queda con un pedacito de la estructura de los comics de superhéroes: la forma en que se plantea el conflicto entre buenos y malos. Y todo lo demás lo recrea a su imagen y semenjanza: los personajes, los poderes, las ambientaciones y hasta la forma que se resuelven estos conflictos, no tienen nada que ver con las fórmula tradicionales de DC, Marvel, etc.. Acá hay referencias literarias, musicales, pictóricas… claramente lo que menos le interesa a Alcatena son las peleas entre héroes y villanos. La emoción pasa por otro lado: por la imaginación sin límites, el homenaje a los maestros del género (muy emotivo el que Quique le hace a Steve Ditko) y por la magia desenfrenada del dibujo y el color, que lo muestran al prolífico maestro argentino en un nivel apabullante. No solo la imaginación de Alcatena no tiene límites, sino que tampoco los encuentra cuando tiene que llevar al papel estos desbordes, porque la mano logra plasmar a la perfección todas y cada una de sus ocurrencias, con una exhuberancia y una belleza difíciles de describir y de comprender. Seguramente los guiones no tienen la profundidad ni la gravedad de las sagas más extensas que Quique crea junto a Eduardo Mazzitelli, pero la idea también es esa: ir para otro lado, descontracturar, largar la piña en otra dirección, como cantaba Virus. En este libro, Alcatena demuestra que también con historias más simples se puede inspirar para crear universos complejos, tanto en lo visual como en el menú de símbolos, guiños y referencias para el lector más culto. Lo único que no me gusta es que las letras y los globos son enormes y tienen mucho peso gráfico en cada página. No llegan a eclipsar ni el impacto ni el placer que causan los dibujos, pero un poquito más chicos, quedarían mejor. Y nada más, por hoy. Gracias por tanto, perdón por tan poco, y será hasta el finde que viene.
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Published on August 14, 2021 14:25

August 7, 2021

2 AL 8 DE AGOSTO

Una semana bastante productiva, por lo menos en materia de lecturas para comentar en este espacio. Por motivos insondables, nunca había leído Western Circus, un álbum de Lucky Luke de 1970, o sea, del período clásico en el que René Goscinny escribía y Morris dibujaba las aventuras del icónico cowboy franco-belga. Lo único que puedo decir en contra de Western Circus es que no es un álbum definitivo. No es parte de esa peuqeña elite, de esos álbumes que si no los tenés en tu Top Tres es porque no entendiste de qué se trata Lucky Luke. Fuera de eso, estamos ante una aventura exquisita, con un argumento atrevido, pensado para disparar situaciones atípicas para esta serie, y explotarles la veta cómica hasta los límites más insospechados. Western Circus te descoloca con su trama, mantiene la intriga hasta el final (repleto de situaciones disparatadas, pero resuelto con una lógica inapelable) y nos presenta a unos cuantos personajes secundarios de impecable factura, a los que estaría bueno retomar en algún punto, auqnue sea más de 50 años después. Goscinny acierta una y otra vez en la construcción de estos excéntricos personajes, al punto de que Lucky Luke casi se convierte en una figura de segundo orden dentro de la trama. Pero sin dudas lo mejor llega al final. Esas últimas cinco páginas en las que los autores te embocan una sorpresa atrás de otra, y llevan el delirio a un nivel tan genial como consecuente con lo que venían narrando a lo largo de toda la aventura. El dibujo de Morris (escueto, sobrio, atento a los detalles, siempre funcional sobre todo al timing que necesita el relato para ser aún más cómico) potencia desde el contraste el disparate. Ese recurso de algunos actores cómicos que te hacen reir porque dicen unas animaladas atroces con su mejor cara de piedra, Morris lo lleva al plano de la historieta, con un resultado magnífico. Un comic realmente brillante, para leer y releer de grande o de chico, da lo mismo. Me leí otra novelita de 96 páginas de Cybersix, en este caso “Un pezzo di notte”, de 1996. El guion de Trillo cuenta con la colaboración de un muy joven Fernando Calvi, que se asomaba a la historieta como asistente del mítico autor. Y en el dibujo, quien se encarga de llevar adelante la estética creada por Carlos Meglia es Alejandro Sanatna, uno de los asistentes que mejor entendía al maestro quilmeño. Visualmente esto está muy logrado, y si no sabés que Meglia para esta altura era más supervisor del laburo de sus colegas que quien realmente dibujaba las historietas, acá no vas a encontrar demasiadas pistas. Como ya vimos en otras entregas de esta colección, esta vez hay un segmento de ocho páginas en las que en vez de ver la historia de Cybersix vemos un manga que estaba leyendo un alumno de Adrián Seidelman, y acá sí, el trazo es 0% Meglia y (supongo) 100% Santana. ¿Engancha bien con la trama? Y, la verdad que no, que parece más relleno que otra cosa. El guion en general me pareció flojito, menor, bastante predecible. Está la sana intención de sumar al elenco una nueva villana importante, pero la verdad es que la liquidan 26 páginas antes del final, y de ahí en más es todo un epílogo largo, innecesario y aburrido. Sigo sin encontrar en las novelas de 96 páginas la magia que me cautivó en las primeras historias cortas de Cybersix. Pero no me doy por vencido. Y termino en Japón, en 2012, cuando Jiro Taniguchi se decide a adaptar una segunda novela de Itsura Inami protagonizada por Taku Ryumon, el taciturno “detective” especializado en encontrar perros de caza perdidos. Otra vez la trama lo va a obligar a buscar otro tipo de cuadrúpedos (en este caso un caballo de carreras) y a eso se dedicará junto a su inseparable Joe. Así como la vez pasada se ahondaba en el vínculo entre un perro lazarillo y una chica ciega, esta vez todo pasa por la relación entre este caballo de carreras y su cuidador (me enteré que la palabra exacta es “palafrenero”). Pero además, en este tomo de El Sabueso el misterio y la investigación estarán condimentados con una aventura más jugada, más intensa, que por momentos nos llevará a la confrontación violenta y a todo o nada entre buenos y malos. Las sesudas deducciones y los dilemas morales (que están, y funcionan muy bien) le cederán el protagonismo un ratito a la acción, y eso le permitirá a Taniguchi impactarnos con unas escenas vertiginosas y alucinantes, con cuerpos humanos y animales en un despliegue formidable de violencia. Esta también es una historia totalmente autoconclusiva, que retoma en roles muy secundarios a personajes que ya habían aparecido en la anterior, y me atrapó aún más que la primera, así que la recomiendo a pleno. No sé si poner a El Sabueso entre las obras fundamentales del glorioso Jiro Taniguchi. Me parece que no califica para el podio. Pero sin dudas es un manga de una belleza gráfica aplastante, y con una trama muy interesante, un desarrollo atípico y un final muy satisfactorio. No es poco. Nada más, por esta semana. Veremos cuánto puedo leer la próxima. Gracias y hasta pronto.
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Published on August 07, 2021 12:11

July 31, 2021

ESSENTIAL X-MEN Vol.8

Esta semana pude leer un solo libro, pero es un masacote de casi 550 páginas, así que está muy bien. Y sí, llegué a ese momento que yo siempre señalo como el punto ideal para bajarse de X-Men y X-Factor, por lo menos hasta que llegue Grant Morrison a New X-Men. Si sos muy fan de los X-Men clásicos (tanto los de Stan Lee y Jack Kirby como los de Chris Claremont, Len Wein, Dave Cockrum, John Byrne y familia), acá está ese punto clave (la saga de Inferno) en la que Claremont y Louise Simonson cierran un montón de puntas argumentales, atan cabos y le ponen un moñito precioso a los primeros 25 años de este concepto segundón de los ´60 ascendido a franquicia en los ´80. Lo que viene después es ostensiblemente inferior a lo que nos ofreció Claremont hasta este punto, y si bien en su momento lo seguí leyendo, no es algo que me interese tener o releer. Post-Inferno banco a Louise Simonson en New Mutants, alguna saguita de Claremont en Excalibur, y por ahí alguna aventura de la revista solista de Wolverine. Pero sin dudas con Inferno se cierra la Era de Oro de los mutantes, y cuanto más nos acercamos a 1990, más avanzamos hacia una caída muy marcada en la calidad de Uncanny X-Men y X-Factor, y al viraje bestial de New Mutants hacia la ilegible X-Force. Ojo, este tomo tampoco está al nivel demoledor del anterior. Hasta que llegamos a Inferno, Claremont nos inflige un par de sagas que sin ser chotas, ya muestran signos de estiramiento al pedo y de un cierto desgaste por parte del veterano guionista. Sobre todo en esa trilogía contra los Brood, que no tiene pies ni cabeza. El arco contra los Reavers dentro de todo zafa, excepto por ese final absurdo en el que los X-Men se proponen devolver TODO lo que habían robado estos criminales a sus dueños originales, en un operativo al estilo Papá Noel, en la noche del 24 de Diciembre. Un argumento pueril, e insostenible. Pero como siempre, Claremont te entretiene con el buen manejo de los vínculos entre los personajes, diálogos copados y un gran nivel en los bloques de texto. También antes de Inferno tenemos un Annual con dos historias, una en la Savage Land con el High Evolutionary (también con los diálogos y los vínculos como principal atractivo) y una muy graciosa contra Mojo, totalmente en joda, que no es genial, pero casi. Y también la saga de Genosha, oscura, intensa y un toque estirada. El final es apoteótico. Cinco números de Uncanny y cuatro de X-Factor contra los demonios del limbo, los Marauders, N´astyrh, el enigmático Mr. Sinister y la mismísima Madelyne Pryor, ahora transformada en Goblyn Queen. Son muchas páginas y la verdad es que los malos desaprovechan demasiadas oportunidades de hacer boleta a los buenos. Pero es una narración atrapante, todo el tiempo pasan cosas fuertes, y los guionistas te convencen de que lo que está en juego es realmente grosso. Al pobre hijito de Scott y Madelyne lo revolean como al guantelete del infinito en Avengers: Endgame, los buenos se pelean entre ellos y hasta hay cosas que no se entienden si no leés los episodios de New Mutants que este libro no incluye (por suerte tengo las revistitas). Pero lo realmente importante es que acá se pasan en limpio un montón de temas pendientes, acerca de Madelyne, Jean Grey, el Phoenix, los hermanos Summers… y además tenemos machaca a gran escala contra villanos de inconmensurable poder, algún que otro giro imprevisto y un final bien orquestado, donde no te sentís estafado sino satisfecho a tal punto que –repito- podés decir “chau, hasta acá llego”, sin sentir que quedan cuentas por saldar. En el primer número de este Essential (Uncanny nº 229) la diosa Roma les propone a los X-Men atravesar el portal Siege Perilous y empezar una nueva vida. Le dicen que no, y se quedan a protagonizar estos 15 episodios (y el Annual) que acabamos de comentar. Un par de meses después de Inferno le van a decir “bueno, dale” y el resultado va a ser muy negativo. Pero no vamos a entrar en esa etapa. En cuanto a los dibujantes, hasta el momento de Inferno tenemos una alternancia entre Marc Silvestri (que me resultó bastante más limitado que cuando leí este material en los ´80) y Rick Leonardi, mejor que Silvestri, más suelto, más plástico, pero todavía lejos de su mejor nivel. En el Annual tenemos un montón de páginas dibujadas como los dioses por el siempre brillante, sutil y exquisito Arthur Adams. Y en la saga de Inferno vemos a Silvestri esforzarse un poco más en las páginas de Uncanny (de hecho, hay un número en el que el dibujo realmente me gustó, quizás porque en vez de Dan Green lo entinta Hilary Barta), y perder por goleada en la comparación con el dibujante de X-Factor, que no es otro que el maestro Walt Simonson. Con la posibilidad de dibujar poquísimos fondos, Simonson nos brinda un trabajo sublime en los cuerpos y los rostros, al nivel de trabajos monumentales onda X-Men/ Teen Titans. Las tintas de Al Milgrom complementan a la perfección el trazo dinámico del maestro, que le impone emoción a la acción y una profundidad genuina a las escenas más introspectivas. Por supuesto, la posibilidad de disfrutarlo en blanco y negro también potencia el impacto del dibujo de Simonson. Si no tenés la menor idea de quiénes son los X-Men, o de por qué personajes como Wolverine, Storm, Colossus, Nightcrawler, Cyclops o Jean Grey se ganaron un lugar en la cultura de masas a nivel planetario, los primeros ocho Essentials de X-Men te explican todo de un modo magnífico. A lo largo 14 años, Chris Claremont y sus dibujantes pusieron la vara tan alta que ni ellos la volvieron a alcanzar. Y en el medio redefinieron el concepto de qué es y cómo funciona un grupo de superhéroes. Una gloria. Nada más, por esta semana. Nos reencontramos el finde que viene, acá en el blog.
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Published on July 31, 2021 11:59

July 24, 2021

19 al 25 de JULIO

Esta semana pude leer un poco más, por suerte. Se me ocurrió releer Charlie Moon, la gema de Carlos Trillo y Horacio Altuna de principios de los ´80. Nada, se escribió mucho sobre esa obra, no es mucho lo que yo pueda aportar. Me quedo con lo que más me sorprendió. Primero, no puedo creer que Charlie Moon no sea una obra mucho más conocida de lo que es, por lo menos en Argentina. Segundo, el dibujo de Altuna es sublime. De verdad, está más allá de toda exégesis. Esto es una cátedra de historieta como pocas veces se vio. Los climas, los silencios, los enfoques… visualmente esto es insuperable. Tercero, me parece loquísimo que no haya más episodios de esta serie. Cinco son muy pocos, 49 páginas es muy poco. Obvio que si Trillo y Altuna hubiesen continuado con Charlie Moon, en una de esas no tendríamos obras como Merdichesky o El Último Recreo, y sería un garrón. Pero es lo que hay, y en parte eso es lo que la hace mítica. Cuarto, la calidad de los guiones. El más flojo de los cinco (el de la cita con las dos chicas) es muy, pero muy bueno. Y los otros cuatro, son perfectos. Quinto y último, ¿me podés creer que esta obra en nuestro país solo se editó en la revista SuperHum® en 1980-81? ¿Cómo puede ser que no haya una edición argentina de Charlie Moon en libro? La verdad que no me alcanzan las palabras para recomendar esta historieta. Es una emoción atrás de otra, casi siempre para el lado de la tristeza, pero con una sensibilidad, una profundidad y un talento muy poco frecuentes. También me leí el Koyoharu Gotouge Short Stories que (como su nombre lo indica) es un compilado de cuatro historias cortas realizadas por la autora de Kimetsu no Yaiba antes de iniciar el manga que la consagraría a nivel global. Ella misma se da cuenta de que estos trabajos son muy primerizos, precarios en muchos aspectos, y agrega textos en los que pide disculpas y ofrece excusas por algunas de estas falencias, muchas de las cuales osn muy, muy evidentes. Desde ideas que fueron pensadas para una serie de infinitos tomos y luego condensadas en 40 ó 50 páginas, hasta dibujos a los que les falta solvencia y secuencias que directamente no se entienden. El tomo tiene todas las demostraciones posibles de que Gotouge no nació sabiendo y que hizo camino al andar. Recién en la cuarta y última historia de la antología (Haeniwa no Zigzag) se ve un nivel que nos permite imaginar que esta chica podía llegar a hacerse un nombre en la hiper-competitiva industria del manga. Ahí es donde el dibujo adquiere mayor plasticidad, el argumento es más claro, las secuencias de acción más impactantes y los personajes más creíbles. No es una gloria, pero por lo menos se ve que la historia tiene una dirección y va para donde Gotouge quiere que vaya. El resto, muy por debajo de la expectativa que me había generado descubrir el “secret origin” de la autora que rompió todo con Kimetsu no Yaiba. Una pena. Y cierro con El Golpe de la Cucaracha una novela gráfica realmente excelente, ópera prima de la autora argentina Gato Fernández. Tengo una sola cosa para criticarle, y es lo mismo que le marqué a Gato el día que me mostró los originales, antes de darles el color: el dibujo de la protagonista no es consistente. Por momentos parece tener 8 o 9 10 años, por momentos 11 o 12, como si su cuerpo fuera cambiando de manera aleatoria, y nunca parece tener los 5 o 6 años que los textos dicen que tiene. Es un detalle bastante menor, eclipsado por lo mucho que mejora el dibujo de Gato entre las primeras páginas y las últimas. Pero lo que realmente hace intrascendente cualquier “pero” respecto del dibujo es la historia que narra la autora en El Golpe de la Cucaracha. Una historia tremenda, descarnada, dolorsamente real, de abusos y violencia, de un hogar que se convierte en infierno y de vínculos que se tensionan hasta explotar, dejando heridas por todas partes. En ese contexto se mueven Lucía, su hermano y su mamá, y el gran hallazgo de Gato Fernández es no morigerar ni edulcorar lo trágico de los sucesos que narra, pero además combinarlos con esa ingenuidad, esa fantasía, esa magia, esa hermosa nube de pedos en la que viven l@s niñ@s a los 5 años. La autora abre una puertita a la ternura, al humor y a la ilusión de que su vida no va a ser solo sufrimiento, y lo hace con mucha agudeza, con mucho talento, sin restarle dramatismo a la trama y sin que esas secuencias más alegres, o más lúdicas parezcan un injerto fuera de lugar. Víctima de abusos intrafamiliares en la vida real, a Gato Fernández le llevó varios años poder contar esta historia, sacar afuera y compartir con los lectores vivencias y situaciones que aún duelen. El resultado es una obra valiente, intensa, cautivante, por momentos shockeante y sumamente emotiva. Sin dudas, una de las grandes historietas que nos trajo el 2021. Nada más por hoy. Sigo escribiendo y corrigiendo artículos para el nº3 de Comiqueando Digital, que sale a principios de Septiembre. Gracias y hasta el finde que viene.
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Published on July 24, 2021 12:54

July 17, 2021

12 al 18 de JULIO

Esta semana sostuve la marca de los tres libros, pero dos son de esos que se leen a los santos pedos. Una grata sorpresa fue descubrir que en 1977 las librerías Fausto publicaron en Argentina tres libritos de humor gráfico del maestro francés Sempé, que yo jamás había visto. Conocía a Sempé por sus ilustraciones para la maravillosa novela infanto-juvenil (en realidad, apta para todo público) Le Petit Nicolás, escrita por un tal René Goscinny ;), y había visto páginas de humor de las que publicaba en distintas revistas de Francia. Pero nunca un libro que recopilara unos cuantos de estos chistes. Todo se Complica se parece bastante a un libro de Quino: hay chistes resueltos en una sola imagen y otros desarrollados a lo largo de varias viñetas, los chistes están agrupados por temáticas y el uso de la palabra es muy esporádico. No hay globos de diálogo, pero sí muchísimo juego con los otros recursos gráficos típicos de la historieta. El dibujo se apoya en un trazo sencillo, despojado y muy expresivo, pero cuando quiere, Sempé deja la vida en unos fondos hiper-trabajados, pletóricos de detalles, de una sofisticación barroca. Hasta ahí, todo bastante similar a cualquier libro de Quino, o incluso de Sergio Aragonés, Caloi, Viuti o algún otro clásico del humor gráfico muy dotado para contar casi sin textos. La diferencia es que con Sempé me reí mucho menos. Algunos chistes me causaron gracia, pero la verdad que fueron muy pocos. Por ahí alguno donde asoma la puntita de un humor más negro. Pero la mayoría me dejó bastante frío. Me encantaron los dibujos, la forma de componer las viñetas y esos fondos deslumbrantes a los que ya hice mención. Lo que no me llegó con la fuerza que esperaba es el humor de Sempé. Que en su concepción “filosófica” no es muy distinto al de Quino, pero que –claramente- no tuvo en mí el mismo efecto. Me lo guardo como curiosidad, porque lo conseguí regalado y porque Sempé es una bestia del lápiz, que sabe esconder detrás de esa línea ágil y sintética un conocimiento del dibujo que te hiela la sangre. Me voy 25 años al pasado, a 1996, cuando en Italia se publica el Vol.28 de la colección de novelas gráficas de 96 páginas de Cybersix. Estamos en la etapa de pleno auge del personaje creado por Carlos Trillo y Carlos Meglia, quienes ya derivaban buena parte del trabajo a otros autores. El guion de esta novela, por ejemplo, está firmado por Trillo “con la collaborazione di Viviana Centol”, lo cual significa que probablemente Trillo haya tirado una idea muy básica y que el desarrollo posta del guion haya sido responsabilidad de Centol. Y el dibujo se le atribuye a Meglia “con la collaborazione di Ricardo Vispo”, que es la forma elegante de decir “Meglia supervisó cómo Vispo dibujaba a todos los personajes y los pegaba sobre las fotocopias de los fondos que diseñó Meglia para las aventuras anteriores”. La verdad que si todo está dibujado por Vispo imitando a Meglia, estamos frente a una imitación muy bien lograda, por ahí sin la magia desbocada del genio de Quilmes, pero más que ajustada a los requerimientos de la historia. El guion es totalmente autoconclusivo, no tiene ni la menor referencia a las aventuras anteriores, y presenta a Cybersix y a la ciudad de Meridiana casi como si fuera la primera aparición de ambas. Los bloques de texto están narrados por la propia ciudad, con una prosa de gran lirismo, y sirven para que el argumento (bastante menor, con un asesino serial que se viste parecido a nuestra heroína y merodea una iglesia en busca de víctimas) ocupe las 96 páginas que tiene la novela. Lo más loco es que acá llegan a Meridiana tres turistas, que tendrán roles menores (subtítulos: “ayudan a estirar”) en la trama, y todos provienen de otras historietas creadas por Trillo, como si Meridiana se convirtiera en el epicentro, en el nexo de un hipotético TrilloVerso: uno es Francesco “Frank” Centobucchi (que aparece siempre dibujado por Mandrafina), otra es Clara de Noche (que aparece siempre dibujado por Bernet) y el otro es Roberto “el Negro” Blanco (que aparece siempre dibujado por García Seijas). Un delirio que hace que esta historia no caiga en el pilón de la intrascendencia y que uno, que es fan a muerte de Trillo, la quiera conservar para siempre. Y lo más actual que leí esta semana es un álbum de 2002, escrito y dibujado por el glorioso Matthieu Bonhomme: L´age de raison. Es una serie de historias cortas, todas con un mismo protagonista, que es uno de los primeros homo erectus, es decir, de los primeros hombres que caminan en dos patas, obviamente en la prehistoria. Los únicos textos que aparecen en toda la obra son sonidos guturales y gritos que profieren estios homínidos y los animales con los que comparten el territorio, con lo cual si no sabés francés, no importa. Se entiende todo igual, simplemente mirando los dibujos. ¡Y qué dibujos, ma-mita! Hace 20 años, Bonhomme ya era un capo absoluto, con un dominio descomunal del trazo, una expresividad tremenda en rostros y cuerpos, y un timing para la narrativa demoledor. Como en toda historieta sin textos, en L´age de raison vemos cómo el autor descompone la secuencia en muchas viñetas chiquitas, para regular el tempo del relato y para darle más relevancia a la acción, que es la que nos va a contar las historias. Y si bien los argumentos son bastante sencillos (por momentos me hicieron acordar a los de Gon, de Masashi Tanaka), los recursos que despliega Bonhomme para que nos compenetremos con las peripecias de este homo erectus sin nombre (ni ropa, ni armas, ni cultura, ni buena suerte) son complejos y fascinantes. Lo único que tengo para criticarle es que se lee muy rápido, como cualquier historieta de 55 páginas donde solo hay dibujos, y que sobra el color, que no está bueno y no aporta nada. Tengo otro libro de Bonhomme sin leer, así que prometo volver a visitarlo pronto. Y nada más, por hoy. Será hasta la próxima, y como siempre, recomiendo darse una vuelta por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ para aprovechar las descargas gratuitas, o contribuir con unos manguitos y llevarse la devastadora Comiqueando Digital, que explota de artículos y contenidos audiovisuales exclusivos.
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Published on July 17, 2021 13:16

July 10, 2021

5 al 11 de JULIO

Tres libritos esta semana, no está mal… Una de las obras menores de Carlos Trillo fue Grogro, una seie breve, dibujada por Horacio Domingues. De hecho, ni siquiera se publicó en Italia, en la época en la que Trillo colocaba toneladas de material en las antologías de la editorial Eura (veáse la mega-nota del nº2 de Comiqueando Digital). Pará… ¿estamos seguros que no se publicó en Italia? Acá está el Vol.10 de las novelas de 96 páginas de Cybersix que viene a darnos su testimonio. Y sí, de estas 96 páginas, 45 son… la serie completa de Grogro. A Trillo se le ocurrió la forma de integrar todas esas páginas a una aventura de Cybersix (bastante menor, por cierto) y la historia de Grogro quedó incorporada al universo de la serie más popular de todas las que creó el guionista para el mercado italiano. Solo por esta vez, porque nunca más volvieron a aparecer en Meridiana ni el gorila inteligente ni la doctora Chantal Steinberg. Pero como para zafar durante un mes y armar una novela de 96 páginas donde solo hizo falta dibujar la mitad, el artilugio funcionó. La aventura original de Grogro no era gran cosa, el argumento con el que se articula esta historia con la que sucede en “el presente” en Meridiana tampoco es brillante ni mucho menos, y todo se queda en la anécdota bizarra de cómo una obra que por sí sola no había concitado el interés de los editores italianos, termina por publicarse dentro de una serie de muy buenas ventas gracias a una hábil maniobra de packaging. En las páginas agregadas para esta novelita se nota muchísimo que el dibujante es Horacio Domingues (lo cual está bueno, porque le da más consistencia con las páginas de Grogro), y que la mano mágica de Carlos Meglia aparece solo en esos fondos que se repiten miles de veces a lo largo de esta extensa serie. El estilo de Domingues está muy emparentado con el de Meglia, así que cuando Horacio trata de parecerse mucho a Carlos (sobre todo en algunos primeros planos), lo logra sin ninguna dificultad. Visualmente es un lindo tomo, pero sin dudas no está entre los imprescindibles para el que quiera armarse una colección con lo mejor de Cybersix. Salto a EEUU, año 2018, cuando la editorial AfterShock publica The Lollipop Kids, un comic escrito por Adam Glass (junto a su hijo de 13 años), al que nunca me hubiera acercado de no ser por el hecho de que el dibujante es Diego Yapur, esa bestia salvaje del lápiz oriunda de Catamarca. A lo largo de 100 páginas, el dibujo de Yapur me impactó un montón de veces, me cagó a cachetazos con su exhuberancia, su solidez, su fluidez, sus recursos narrativos, la forma alucinante en la que integra la referencia fotográfica a su trazo, los hallazgos en la iluminación… Creo que en el único rubro en el que esperaba algo más de lo que encontré es en el de las expresiones faciales. El colorista DC Alonso lo complementa muy bien, de modo que a nivel visual, este primer tomo de Lollipop Kids juega con varios anchos de espada en el mazo. El guion si bien es entretenido, no es nada que no hayamos leído ya muchas veces. Lo interesante es, por un lado, como Glass juega a construir una mitología y una mística en torno al embelmático Central Park de New York, y por el otro cómo subraya el mensaje de que los chicos con dislexia (como su hijo Aidan) tienen muy desarrollado el intelecto y la sensibilidad, y merecen el mayor de los respetos. En la historieta, Glass no explica en ningún momento qué es la dislexia, ni cómo se trata, ni en qué difiere la vida de un chico disléxico de la de cualquier otro. Algo de esa información nos la ofrece en el prólogo, y el resto la buscará por la suya el lector al que le interese indagar más a fondo en el tema. Lo cual está bien, me parece, para que The Lollipop Kids no se lea como “un comic sobre la dislexia”, sino como lo que es: una aventura repleta de elementos fantásticos, acción y magia, protagonizada por adolescentes, uno de los cuales tiene dislexia. No es una mala aventura, y supongo que si tenés 14 ó 15 años y vivís en New York te debe parecer alucinante y genial. A mí me divirtió un ratito, pero siempre, de punta a punta, lo que me mantuvo fascinado fue el dibujo de Diego Yapur. Y termino en Argentina, ya con un título publicado en 2021 (tarde o temprano iba a suceder). Zomvikingos, el nuevo trabajo de la dupla integrada por Rodolfo Santullo y Jok, tiene una premisa hiper-ganchera, de esas que si se le ocurriera a algún guionista de Hollywood generaría una mega-franquicia con infinitas películas de altísimo presupuesto. Sin duda, combinar zombies con vikingos es una idea de enorme fertilidad, sobre todo para aventuras extremas, con estallidos de violencia y machaca al límite. Sin embargo, a la hora de plasmar esta idea en un guion, Santullo no se entrega al descontrol y el frenesí de la machaca, sino que plantea un relato donde obviamente hay peleas, sangre, decapitaciones y muertes, pero donde prima una mirada más fría, más cerebral, tanto a los vikingos como a los zombies. De alguna manera, los elementos que Santullo pone en juego para enriquecer la trama (cuestiones de honor, de amor, de creencias religiosas, etc.) le agregan profundidad a los personajes pero al mismo tiempo le restan dramatismo al conflicto. Las últimas seis páginas, además, le agregan un cierto lirismo a algo que podría haber sido absolutamente rústico y cabeza y aún así funcionado lo más bien. Y ahí creo que está el quid de la cuestión: con una idea perfecta para un comic prácticamente descerebrado, al estilo Cazador, Lobo, Conan y familia, Santullo y Jok eligieron contar una historia de Santullo y Jok: menos dramática, más reflexiva, con sutiles pinceladas de un humor muy fino, con una reconstrucción de la época más estudiada… todos ingredientes que el fan de los zombies y de los guerreros que se cagan a hachazos difícilmente vaya a valorar. El dibujo de Jok es excelente y muy parejo a lo largo de todo el libro, el color acompaña muy bien cada uno de los climas, hay una enorme variedad de planos y enfoques para que no te aburras nunca, un gran trabajo de documentación histórica y muy buenas escenas de acción. Por ahí esto mismo se podía contar de manera más grandilocuente, más shockeante, con viñetas más grandes, con más vikingos, más zombies y más sangre, tripas y cabezas volando por el aire. Jok y Santullo eligieron ser fieles a sí mismos, incluso a costa de (ojalá me equivoque) piantar a algún comprador de los que se acercarán al libro buscando otra cosa. Y esa apuesta les permitió darnos una muy buena historieta de aventura histórica a los que somos más fans de esta gran dupla que de las atroces masacres protagonizadas por muertos vivientes. Nada más por hoy. Gracias a tod@s y hasta el finde que viene.
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Published on July 10, 2021 11:58

July 4, 2021

BLACK WIDOW

No me acuerdo cuál fue la última película que había visto en un cine de verdad. Me acuerdo que en 2020, antes de la pandemia, había visto la de Harley Quinn y las Birds of Prey en el microcine de Warner, que es del tamaño de mi living, o más chico. En un cine posta… la verdad no me acuerdo. También me acuerdo que el año pasado vi acá en la compu dos bofes lamentables como New Mutants y Wonder Woman 1984. Esta última, sobre todo, es tan mala que ni siquiera la quisimos comentar en el podcast de Comiqueando. Pero este viernes volví a ir a un cine de verdad: sala grande, muchos asientos, pantalla inmensa, sonido de la San Puta, oscuridad total. Como siempre, llegué a la función de prensa de Black Widow sin saber absolutamente nada acerca de la película. Bueno, sabía que la protagonista es Scarlett Johansson y que supuestamente esta era la última vez que la veríamos en la piel de Natasha Romanoff, la heroína del Universo Cinematográfico de Marvel que interpreta hace ya más de 10 años. Me encontré con 133 minutos atractivos, más que llevaderos, y con una película que –sin ser el Antes y el Después de nada- se disfruta y se puede recomendar sin miedo a perder amigos. La directora Cate Shortland juega a hacer equilibrio entre una película de espionaje, una película de machaca superheroica y una película de vínculos familiares, sin dejar de lado la bajada de línea de la sororidad y de “las mujeres todas juntas somos imbatibles”. En algunos pasajes el equilibrio se le va un poquito a la mierda, pero en general está bastante logrado. Lo más importante para señalar (dentro de lo que puedo contar sin spoilear la trama) es que el grueso de la historia transcurre en 2016, en paralelo con la segunda mitad de Captain America: Civil War. Hay algunos flashbacks que van más atrás (el primer tramo, que me pareció excelente, está ambientado en 1995, cuando Natasha tiene 12 años), y una sola escena en el presente (o sea, después de la muerte de Natasha en Avengers: Endgame), que es la que está entre los créditos. Es una escena muy interesante, que engancha de manera muy ingeniosa con lo que vimos en Falcon and the Winter Soldier, así que quedate a verla. Y lo más loco es el desfasaje histórico. Black Widow es un personaje creado por Stan Lee para hablar de la Guerra Fría… pero que resulta difícil de sacar de ese contexto para traerla al Siglo XXI. Entonces esta película nos estira la Guerra Fría hasta 1995, como para contaminar ese tránsito de Natasha de la infancia a la adolescencia con una trama de espías rusos que se infiltran en EEUU, rosquean con los cubanos y demás tópicos de los que tienen mucho más sentido en las ficciones ambientadas antes de 1985. Pero si Natasha tuviera 12 años en 1985 ahora tendría casi 50 y no dan los números. Por eso el desfasaje y la puñalada trapera al verosímil ya desde el arranque de la película. Después, el resto está bien. Mucha acción al límite, buena integración con el resto de la mitología del MCU, una excelente vuelta de tuerca para presentarnos a Yelena Belova (la segunda Black Widow de los comics), un villano con bastante tridimensionalidad… y por ahí cierto exceso en el mensaje pro-familia, que te puede llegar a romper un poquito las pelotas. Pero se sobrelleva, porque la película conserva su tensión y su espesor dramático (por momentos incluso trágico) hasta el final. Si tengo algo para criticarle es que –ACÁ VA UN SPOILER- me resultó poco creíble que los cuatro personajes principales llegaran enteros al final de la historia. Al estar ambientada años antes de la aventura final de Natasha, era obvio que ella sobrevivía. El resto, la verdad que me sorprendió verlos a todos vivos hasta la última secuencia, sobre todo por lo extremo de los peligros a los que se enfrentan. La música muy bien, los efectos especiales muy bien y las actuaciones bastante bien. Me sorprendió Florence Pugh, a quien no conocía y la descose toda. Rachel Weisz brillante, con una actuación sobria y finas pinceladas de caricatura. Y muy capo David Harbour (a quien tampoco conocía) y hace una transición de personaje serio/ dramático a un bufón pomposo y grandilocuente, parecido al Thor de Endgame pero un poquito más grotesco. Scarlett está tan hermosa como siempre, muy sólida en un papel que ya tiene perfectamente incorporado. El resto del elenco aparece poco y quizás la labor más destacable sea la de O. T. Fagbenle, que compone un personaje al que estaría bueno volver a ver en alguna otra serie o película del MCU. Ah, y Ever Anderson Jovovic (la hija de Milla) también la rompe en el rol de la Natasha de 12 años. Si sos un consumidor ocasional del MCU, y no te pusiste como meta en la vida ver TODOS los productos vinculados a este universo fímico, quizás podés NO ver Black Widow y aún así ser feliz y realizarte como persona. Para los que estamos re-adictos a este complejo y fascinante artefacto narrativo, la película es simply irresistible (diría Robert Palmer) y, a grandes rasgos, más que satisfactoria. Y es para ver en cine, porque tiene momentos en los que te lleva puesto con esa dimensión épica y grandiosa que Hollywood sabe vendernos con tanta cancha y que se luce mucho más en una pantalla gigante que en la de tu tele, computadora, tablet o celular. Ahora sí, nada más por este finde. Será hasta el próximo. Y si te querés ir cebando con el próximo personaje de Marvel que explota en los cines, no te pierdas la nota sobre Shang-Chi que escribí para el nº2 de Comiqueando Digital, por supuesto disponible para descargar por muy poquita plata en nuestra tienda virtual https://comiqueandoshop.blogspot.com/
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Published on July 04, 2021 12:39

Andrés Accorsi's Blog

Andrés Accorsi
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