Andrés Accorsi's Blog, page 134

December 31, 2014

31/12: LOS MAS VENDIDOS DE DICIEMBRE

Bueno, tal como uno sospechaba, Diciembre fue un mes de muy buenas ventas, muy impulsado por las comiquerías de Capital Federal, que es donde pareciera que se nota más el efecto de las Fiestas, el aguinaldo y demás.
Finalmente el libro nuevo de Gustavo Sala no se llegó a distribuir por problemas de la editorial, con lo cual la pelea por el primer puesto rápidamente se redujo a dos contendientes: el nuevo tomo de Macanudo y la reedición de Acero Líquido, el clásico insumergible de Alcatena y Mazzitelli. Y ganó Acero Líquido, por amplio margen. Así quedó el ranking:
1) Acero Líquido (Loco Rabia + Belerofonte)
2) Macanudo Vol.11 (Común)
3) Los Autómatas del Desierto (Historieteca)
4) Colder (Llanto de Mudo)
5) Términus Vol.7 (Términus)
6) Zero Point (Agua Negra)
7) La Reina del Río (Comiks Debris)
8) El Número (Loco Rabia + 2D)
9) Teatro en Viñetas Vol.3 (Loco Rabia)
10) Taxidermista Vol.1 (Dead Pop)

De un mes de Noviembre con cuatro títulos entre los diez más vendidos, a Llanto de Mudo le quedó uno sólo (Colder) y si un equipo tiene que dar la vuelta olímpica en Diciembre es Loco Rabia que, además de quedarse con el primer puesto, logró que un lanzamiento de Octubre (El Número) se mantenga un mes más en el ranking y que su otra novedad de este mes (el Vol.3 de Teatro en Viñetas) entre al puesto n°9.
Además de Colder, bancó los trapos otra novedad de Noviembre (el Vol.7 de Términus) y se coló Taxidermista, que salió muy sobre fines de Noviembre por eso obtuvo casi todas sus ventas este mes.
Muy notable, una vez más, el aguante de Zero Point (a esta altura, uno de los lanzamientos fundamentales de 2014) y muy bueno también lo de las otras dos novedades de Diciembre que lograron entrar al ranking (La Reina del Río y Los Autómatas del Desierto), testimonios de la fidelidad del público para con dos guionistas de primera línea como son Diego Agrimbau y Carlos Trillo.
Para Enero quedó pendiente lo nuevo de Gustavo Sala, y por lógica va a ser el título más vendido del mes que arranca mañana. Pero habrá que ver qué sucede, nada es tan predecible, y menos en Enero, que es un mes en el que habitualmente se vende muy bien. Y hay algunos lanzamientos más, eh? Entre ellos uno de un sello 100% nuevo que emprende por primera vez la aventura de editar.
Mañana, entonces, la presentación de la sexta temporada (!) del blog y el viernes, la primera reseña de 2015. ¡Gracias por haber estado ahí a lo largo del año que se termina!
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Published on December 31, 2014 13:26

December 30, 2014

30/12: DIARIO DE UN ALBUM

Allá por el 15/10 de este año, yo cerraba la reseña de Petit Peintre con el anhelo de leer antes de que se acabara el 2014 una obra más de Philippe Dupuy y Charles Berberian, que estaba en lista de espera desde la Feria del Libro, y que además el propio Berberian me la había dedicado en su paso por Buenos Aires. Y bueno, acá estoy, tachando ese compromiso de la lista de los pendientes.
La verdad es que los autores se cagan bastante en la consigna. Supuestamente, el Diario iba a ser una especie de backstage, de crónica desde adentro de cómo se escribió y dibujó allá por 1993 el tercer álbum de Monsieur Jean. Y es cierto, hay fragmentos en los que vemos a la dupla autoral discutir temas que tienen que ver con los guiones y los dibujos, y unas páginas muy interesantes (hipnóticas, diría yo) cerca del final, cuando explotan los kilombos en la editorial que va a publicar el álbum. Ese tramo, donde a los autores les pasa por encima un tsunami de marchas y contramarchas con los coloristas, los imprenteros, los editores, los distribuidores… sin dudas es lo más interesante del Diario. Y creo yo que es así porque Dupuy y Berberian nos muestran (con algo de humor pero mucho de sufrimiento) que en el mercado francés también explotan bombas, también hay chantas, improvisados, supuestos capos que venden humo, incumplidores crónicos y demás fauna de la que alimenta el imparable tráfico de rumores malintencionados. Yo la pasé genial leyendo esas páginas, pero me los imagino a los autores en ese momento, en esa situación, y me dan pena.
¿Y de qué habla Diario de un Album cuando no habla del álbum? Un poco de sí mismo: hay muchas secuencias en las que Dupuy y Berberian no están concentrados en el tomo 3 de Monsieur Jean, sino en la realización de Diario de un Album. De hecho recién en la última página se resuelve el misterio (en la edición española, obviamente) de qué editorial lo va a publicar en Francia. O sea que también hay bastante backstage de este mismo libro, es un libro que habla de sí mismo, de su propia génesis y de su propia ejecución, sin red y en tiempo real.
El resto es todavía más autorreferencial: Berberian revela detalles de su infancia en Medio Oriente y blanquea su fanatismo desemedido por los comics (especialmente los de Batman) y por los discos, mientras Dupuy nos narra un suceso trágico que ocurrió en su familia y una crisis matrimonial que tuvo con su mujer. Y por supuesto hay comedia costumbrista, una mirada satírica, puertas adentro, a vidas que (ahora que nos las muestran nos queda claro) no son tan distintas a la de Monsieur Jean. Con todo esto y mucha introspección, muchos cuestionamientos que tienen que ver (o no) con el proceso creativo de un comic, Diario de un Album redondea una propuesta muy atractiva, muy honesta, que nos llega de modo muy directo y nos hace sentir no fans sino amigos de estos dos grandes artistas.
En cuanto al dibujo, creo que esta es la primera y quizás la única historieta de Dupuy y Berberian pensada para ser publicada en blanco y negro. La consigna era dibujarla rápido, sin tanta sofisticación, sin romperse mucho el culo en los fondos, y en eso también se cagaron bastante. Hay mucho, mucho trabajo, escenas complicadísimas, con muchos personajes, muchos fondos, mezcladas con escenas un poco más despojadas, con más juego entre la mancha negra y el espacio blanco (poco protagónicos en los álbumes pensados para color). El mamarracho, el “sale con fritas porque total es un backstage” se nota poco, en pocas secuencias. En general, se ve todo muy cuidado. Y se ve otra cosa que no notamos nunca en los otros trabajos de la dupla: por cómo está estructurado Diario de un Album, es fácil darse cuenta qué páginas dibuja Dupuy y cuáles dibuja Berberian. ¿Hay un único estilo compartido por ambos? ¿Hay uno que se esfuerza por parecerse al otro? ¿Se notan inconsistencias que nunca antes habíamos visto? No lo voy a responder acá. Prefiero que lo leas y saques tus propias conculsiones, sólo si realmente te interesa la labor de la dupla como para querer sumergirte en ese nivel de detalle.
Como data final, simplemente agregar que el Vol.3 de Monsieur Jean (cuyo “secreto origin” nos narra este Diario) se llama “Las Mujeres y los Niños Primero” y está incluído en el segundo tomo de Monsieur Jean recientemente publicado en nuestro país por la editorial Común. Ahora sí, no más reseñas por este año.
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Published on December 30, 2014 15:23

December 29, 2014

29/12: A.D.D. (Adolescent Demo Division)

Supongo que esta novela gráfica debe haber sido un estrepitoso fracaso, porque jamás la había visto ni oído nombrar hasta que me la crucé a un precio ridículamente bajo en la batea de ofertas de una comiquería yanki. Pero tenía el loguito de Vertigo y más de 100 páginas dibujadas por Goran Sudzuka, así que rápidamente encontró dueño.
El guionista es Douglas Rushkoff, a quien ya nos cruzamos en los tomos finales de Testament, y la verdad es que la historia que tiene para contarnos no nos va a cambiar la vida ni a convertirse en un pilar fundamental de la historia del comic, pero seguramente no se merecía el ninguneo masivo de los lectores. A.D.D. nos propone un futuro cercano en el que los videojuegos se masifican a tal punto que los mejores jugadores del mundo son celebridades famosas, que tienen su propio programa de TV, hacen shows en vivo y venden todo tipo de merchandising con su imagen. Por supuesto, están bajo el férreo control de una corporación maligna, que factura fantastillones y hace con estos chicos básicamente lo que se le da la gana.
Con el correr de las páginas, la trama se va haciendo más espesa. ¿Quiénes son estos chicos? ¿Cómo hacen para ganar siempre? ¿Por qué no conocen a sus familias? ¿Qué sucede con ellos una vez que “suben de nivel”? El clima festivo, las peleas boludas entre adolescentes pajeros, se van enrareciendo a medida que crecen estos misterios. Y ya para la mitad de la novela, estamos inmersos en una historia densa, compleja, por momentos cercana a The Matrix, con una conspiración a nivel mundial, diferentes niveles de realidad a los que no todos tienen acceso, poderes bizarros, manipulación genética y tecnológica y, por supuesto, excusas para que nunca falte la acción. La diferencia con The Matrix es que acá no hay una pelea metafísica, o filosófica, sino que lo que está en juego es la tarasca, el vil metal. Los malos no son nihilistas, son capitalistas a muerte a los que sólo les interesa facturar, caiga quien caiga.
Compleja y llena de lecturas entre líneas, la trama además deja espacio para indagar a fondo en algunos personajes, especialmente en Lionel, el crack del joystick con el poder de ver “más allá de lo evidente”. Si bien mucho de lo que pasa le pasa a Karl, no es un personaje en el que a Rushkoff le interese profundizar. Y ya en el tercio final de la obra, crecen bastante los roles de Kasinda y sobre todo de la Dra. Wasserman, que es la que maneja buena parte de la información secreta, la que nos falta a nosotros y a Lionel para terminar de armar el rompecabezas. Para darle onda a los diálogos, a Rushkoff se le ocurre que los chicos manejen una jerga propia, llena de neologismos y palabras raras (al estilo The Clockwork Orange, apunta acertadamente un tal Grant Morrison en un textito que aparece en la contratapa), pero el guionista abusa un poquito de este recurso y eso hace que al principio, en vez de engancharte con la historia, los diálogos te mareen un poco.
Fuera de eso, no tengo mucho para criticarle al guión. Es dinámico, tiene escenas muy fuertes, muy impactantes, no se guarda nada, es complejo sin ser críptico, baja línea a full, los personajes tienen profundidad, el conflicto va cobrando intensidad de a poco hasta hacerse realmente heavy, no está estirado ni comprimido, los elementos de ciencia-ficción se sienten sumamente verosímiles… No se me ocurre por qué algún fan de la historieta para adultos puede percibir que esto es choto, o que no le va a llegar. Quizás porque los protagonistas son adolescentes con poderes alguno se crea que es el enésimo choreo a los X-Men, pero nada que ver. El tema de los poderes de los chicos no es para nada decisivo en A.D.D.
Y además -no jodamos- dibuja todo Goran Sudzuka, el prócer croata que ya nos acostumbró a un nivel altísimo y que acá se supera a sí mismo. Con las tintas de José Marzán, que es quien mejor lo complementa, Sudzuka le pone un poco de luz, de travesura, de espíritu adolescente al relato de Rushkoff para que no se haga tan tremendo, tan desolador. En los primeros planos tenemos los mejores aportes de Sudzuka, con excelentes expresiones faciales y con cositas de Eduardo Barreto, Ty Templeton y Rick Burchett. Y en los fondos y en las maquinarias futuristas, un laburo inmenso de un dibujante que deja la vida en todas las páginas. Aunque el guión no te interese para nada, vale la pena leer A.D.D. por los dibujos (¿qué digo “dibujos”? ¡Recontra-dibujazos!) del maestro croata.
En suma, una distopía muy interesante, magníficamente dibujada, para leerla más de una vez y para prestársela a ese gamer pasado de rosca que te quema la cabeza contándote cómo le ganó a Doomsday usando a Huntress en el Injustice y al Barcelona usando a Platense en el FIFA.
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Published on December 29, 2014 17:18

December 28, 2014

28/12: TERMINUS Vol.6

Y bueno, antes de que se termine el 2014 llegué a leer UNA publicación argentina aparecida en la segunda mitad del año. No está tan mal. Ni hace falta aclarar que todo lo que se publicó de Julio a Diciembre (que es mucho) va a tener su espacio en el blog durante el primer semestre de 2015.
Vamos con una nueva entrega de Términus, la antología gestada en Rosario que logró imponerse en todo el país como una gran opción en materia de historietas centradas en los géneros clásicos. Esta edición arranca con una historieta de Gonzalo Duarte y Damián Couceiro que llama la atención por sus excelentes dibujos. Couceiro realmente la rompe con su manejo del blanco y negro, muy bien complementado con aguadas para incorporar los grises. El guión… nada que no hayamos leído 750 veces. Correcto, pero para nada original.
Algo parecido tengo para decir de la historieta que escribe Iñaki Aragón y dibuja Patricio Delpeche. El dibujo es espectacular, con un magnífico tratamiento del claroscuro, muchos hallazgos en la elección de los ángulos y muy buenas expresiones faciales. Y el guión no está mal, es correcto, pero también muy trillado, muy similar a muchos otros.
La siguiente historieta tiene un guión muy atractivo, escrito por Gastón Flores, que daba para seguirlo mucho más allá de la sexta página. Para terminarlo ahí, el guionista apresura un poco el desenlace y se pierde un poquito de la fuerza que tenía la idea en el arranque. El dibujo de Sergio Tarquini es muy clásico, tranqui, cumplidor. Le falta un toque más de identidad propia.
Fernando Baldó vuelve a la fantasía épica con una historia de apenas cuatro páginas que también daba para mucho más. Es una gigantesca presentación de (muy buenos) personajes que casi no deja espacio para el conflicto. El dibujo, impecable, como siempre.
La historieta de Federico Sartori y Germán Peralta llega a presentar bien a los personajes y a esbozar un conflicto interesante, pero lo tiene que resolver muy rápido. Otra que necesitaba más páginas, entre otras cosas para disfrutar más del excelente dibujo de Peralta, como siempre con muchos tics heredados de Eduardo Risso, pero con un gran manejo de la iluminación, la narrativa y el diseño de vestuario, decorados y armas.
Como ya es costumbre, Barreiro, Ferrúa y Santana aportan una nueva aventura de Rip Van Helsing, con siete páginas mudas en las que sólo vemos acción y una página final con diálogos que –no sin dificultad- le dan sentido a todo lo anterior. Rip Van Helsing es la contracara de las demás historietas de Términus: acá en vez de faltar espacio para desarrollar las tramas, sobra. Y hay que estirar con la machaca, que es algo que Alejandro Santana dibuja cada vez mejor.
La historieta de Alex Ogalla y Ernest Sala está bien equilibrada, no está hiper-apretada, no se precipita hacia el final, es una buena historia de ocho páginas con dos vueltas de tuerca impredecibles en el guión y muy buenos dibujos. El grosso de Facundo Percio aporta una historieta de una sóla página, muy rara, con unos dibujos de la mega-San Puta. Quiero más.
Y para cerrar, ocho páginas escritas y dibujadas por Bruno Chiroleu, también con muy buenos dibujos y con un guión muy circunspecto, que se pasa un poquito de denso y puede resultar aburrido. Está claro que Chiroleu está construyendo una saga ambiciosa a largo plazo, pero al leerla en episodios, uno como lector quiere que pasen cosas grossas en todas las entregas.
En este número no hay ninguna gema al nivel de Promesas de Eternidad, esa delicia de Franco Stagni que degustamos en el Vol.5, pero hay un nivel muy parejo, sin trabajos que estén ostensiblemente por debajo de la media. Que es una media bastante alta, porque la verdad es que, sin ser las figuras más conocidas de la historieta argentina, entre los autores de Términus hay un nivel de talento realmente importante. Falta que se acomoden un poco más al formato de historias cortas, sobre todo los guionistas. O que ensayen con menos historietas por tomito, pero con más páginas para cada una. Todo es posible cuando la base está. Y en Términus, la base está.
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Published on December 28, 2014 12:21

December 27, 2014

27/12: STEWART THE RAT

Otro trip a los ´70, esta vez a 1979, cuando estalla el conflicto entre Marvel y Steve Gerber por los derechos sobre Howard the Duck. Ahí nomás el guionista se va de la editorial donde se consagró y se pone a trabajar para estudios de animación de la Costa Oeste, donde le va bastante bien. Pero le queda ese sabor amargo, por eso busca revancha.
Stewart the Rat es el primer comic que realiza Gerber por afuera de Marvel y además una de las primeras publicaciones de la editorial Eclipse, que desde el primer día experimentaba con el formato de novelas gráficas y la distribución por fuera del circuito de kioscos, lo cual garantizaba poder gambetear un montón de restricciones gráficas y temáticas. Sin ser la octava maravilla del mundo, Stewart the Rat se beneficia mucho de todo esto: de no tener un coordinador de Marvel supervisando a Gerber, de no tener la restricción del comic-book de 22 páginas a color, y sobre todo de no tener el sellito del Comics Code Authority.
Lo que más me llamó la atención es que, si bien los parecidos con Howard the Duck son notorios, Stewart the Rat no parece tener como único objetivo contar una historia de Howard que Gerber no pudo contar en Marvel. El tono es bastante distinto, el personaje es mucho menos gracioso, la interacción con los humanos es menos estridente, el origen es menos limado… pareciera ser una versión de Howard mucho más pensada para lectores adultos, para gente que en aquella época no habría agarrado un comic de Marvel ni con un chumbo en la cabeza.
El guión, como todo lo que escribía Gerber con total libertad, está lleno de bizarreadas: hay una especie de zombie vestido como John Travolta en Saturday Night Fever, muchos palos a la música disco (tan en boga en el tramo final de los ´70), minas descerebradas en pelotas, un superhéroe que no para de hacer referencias mínimamente veladas a las drogas, un negro vestido como un típico caf¡shio que dispara una sustancia parecida al semen con un arma parecida a una poronga, criaturas raras que se persiguen, se pelean… y otra constante en las obras “adultas”de Gerber: la presencia de personajes que se dedican a lo mismo que él, en este caso a escribir guiones para productoras de Hollywood. Uno se imagina que, con todos esos elementos extraños (sumado al hecho de que los personajes putean casi sin restricciones), el resultado sería una catarata de carcajadas y delirios. Y no. Hay un tono… no reflexivo, pero por lo menos no tan fiestero. El núcleo, lo central, siguen siendo las relaciones, los vínculos que se gestan entre Stewart y los dos personajes secundarios más relevantes, Rose y su hija Sonja.
Parte de lo que ayuda a que todo esto sea más verosímil, menos estridente y en un punto más “para adultos” que los comics de Howard, es que acá se vuelven a reunir los artífices de los mejores episodios del pato, el maestro Gene Colan y su ilustre entintador Tom Palmer, pero ahora pueden trabajar en blanco y negro. Lo dije ya algunas veces y lo repito: Colan en blanco y negro es una exquisitez, un lujo, una maravilla. Y además Palmer agrega tramas mecánicas para realzar con grisados algunas viñetas y sumarle profundidad al dibujo de Colan, que a veces puede parecer muy plano. Además, el entintador pone bastante de su estilo en las caras de las mujeres, pero sin opacar para nada el clásico grafismo de Colan. Fiel a su estilo, el maestro juega con la puesta en página, con la elección de los ángulos y sobre todo con el manejo de los climas y la acción. El resultado es una faceta visual llena de potencia y de belleza, al mejor estilo Colan+Palmer, quizás la mejor dupla de dibujante-entintador que tuvo el comic yanki en los ´70.
Y bueno, si sos fan del indomable, del idiosincrático, del siempre impredecible Steve Gerber, esto lo tenés que tener. Si bien se editó en 1980, no es imposible de conseguir en parte porque vendió por debajo de lo esperado. Además tiene como incentivo un trabajo formidable de Gene Colan y Tom Palmer y todas esas cosas zarpadas y subidas de tono que jamás podrían haber aparecido en una aventura de Howard the Duck (por lo menos en los ´70, porque en la mini de Howard que vimos el 11/05/13 Gerber no deja títere con cabeza). En el peor de los casos, Stewart the Rat se puede leer como un comic de transición entre el mainstream puro y duro y lo que en los ´80 se llamó “las independientes”. Y lo más importante es que –estoy seguro- lo vas a disfrutar.
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Published on December 27, 2014 17:42

December 26, 2014

26/12: DR. MORTIS Vol.10

Tercer y último tomito de esta colección dedicada a recopilar historietas clásicas del Siniestro Dr. Mortis, originalmente publicadas en los ´70. Este libro reúne tres historias escritas por Eva Martinic, dos de ellas dibujadas por Manuel Cárdenas y una dibujada por Manuel Ahumada.
Esta última (la extensa El Testigo de la Tormenta) es la única en la que aparece el Dr. Mortis, por supuesto haciéndose pasar por otro, en este caso, un famoso ilusionista. Lo más raro es que Mortis no actúa en el rol del villano, sino que su función en la trama es impartir justicia y vengar el asesinato de una amiga suya a manos de su marido y una putita advenediza, rápidamente casada con el viudo. El clásico argumento de “avechuchos que cagan a alguien para quedarse con algo reciben un castigo por medios poco ortodoxos” acá funciona una vez más, con Mortis como ejecutor de la venganza contra los villanos. Son 32 páginas y podrían ser 20 o 22, pero el argumento mal que mal se sostiene. Lo que es realmente infumable es el dibujo de Ahumada, que trabaja más o menos bien los fondos pero hace desastres en la anatomía y en las expresiones faciales. Sin ganas, sin onda, sin un estilo bien definido, sin manejar de manera sobresaliente ninguna de las técnicas, con planificaciones torpes que lo obligan a recurrir a la flechita para que sepamos qué viñeta leer en cada momento, la verdad es que hay poco para rescatar en la labor gráfica de Ahumada.
El que me sorprendió fue Manuel Cárdenas, mucho mejor en este tomo que en los anteriores. En sus dos historietas se ve un dibujante muy sólido, que maneja muy bien la estética realista y la sabe combinar con la técnica del claroscuro para crear imágenes y climas poderosos. En estos trabajos de Cárdenas se ven cosas de Alberto Breccia, Leopoldo Durañona, Berni Wrightson, Jim Aparo… todos autores que a mediados de los ´70 estaban en plena vigencia, que no olían a naftalina sino que marcaban el pulso de la historieta de misterio, oscura, ominosa. Cárdenas se fuma mansito páginas con bastante texto y acierta con la puesta, con el armado de las viñetas en cada página y la elección de los planos, como para garantizar un buen flujo narrativo.
En cuanto a los guiones, en Kraken tenemos la típica historia de un monstruo marino que hunde barcos, y una tripulación que junta huevos para enfrentarlo. No está mal, pero tampoco es glorioso. En 20 páginas, se podría haber contado algo mucho más trascendental, e incluso más impactante. Y en la breve La Daga, tenemos la enésima historia del heredero codicioso que se quiere quedar con la fortuna de su familia y termina muerto en circunstancias poco convencionales. Es un guión que habremos leído unas… 15 o 16 veces en los Showcase dedicados a House of Secrets, House of Mystery y aledaños, con ínfimas variaciones.
Y no hay más Dr. Mortis, por ahora. Quizás en 2015, cuando regrese a Chile, consiga más tomitos de estos, como para armar la colección. O quizás no, porque la verdad es que no me resultó fácil encontrar entre estos “clásicos” material que se la banque en el contexto actual de la historieta. En general, o los guiones o los dibujos atrasan mucho, o se les nota mucho que estaban hechos “por kilo” para un público con un nivel de exigencia bastante más bajo que el actual. Aún así no puedo menos que envidiar a los amigos chilenos, que de pronto se encontraron con una colección que llevó a todos los kioscos del país y a buen precio un montón de historietas de los ´70, que de otro modo eran muy difíciles de conseguir. ¿Mirá si acá pasara eso con –por decir una obviedad- todo el material aventurero que escribió Oesterheld para Columba, Record y Billiken? Me lo compro todo, de una, sin preguntar si dibuja Solano López, Altuna, Trigo, Lalia, García López, Vitacca, Lito Fernández, Haupt o mi vieja.
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Published on December 26, 2014 10:54

December 25, 2014

25/12: GREAT PACIFIC Vol.2

Segundo tomo de esta serie que empecé a leer el 02/07/14, y la verdad es que no hay mucho para agregar a la reseña del Vol.1.
Básicamente, lo que nos dice Joe Harris es que los que tienen a su cargo la conducción de un país no se pueden dar el lujo de ser héroes ni villanos: tienen que ser pragmáticos. Así es como lo vemos a Chas Worthington III, el joven heredero de la mega-corpo petrolera convertido en fundador y gobernante de New Texas, hacer las mil y una para caer bien parado, para defender los intereses de su incipiente nación. Esto es atractivo, impredecible, se hace dinámico aunque hay mucho diálogo… hasta un punto. Ya para el final, este pibe de 19 años (que obviamente está escrito para caernos bien) pela tantos recursos, tanta cintura para rosquear, para venderle humo a los grossos, para zafar de cosas tremendas, que ya parece John Constantine. Y John Constantine hay uno solo.
El resto, está muy bien. Harris se ve en la obligación de sumarle a la trama político-empresarial elementos fantásticos, que están bien llevados, que no se roban el protagonismo ni trivializan excesivamente todo lo otro. Great Pacific no se las da de comic importante, no es solemne, no es circunspecto, pero tampoco es pochoclo ni mucho menos. Hay aventura, peligros, misterios, conspiraciones, pero lo central va por otro lado. Veremos si sigue así hasta el final, que creo que ya está cerca.
Por el lado del dibujo, nuestro Martín Morazzo se ve bastante más sólido que en el tomo anterior, más canchero. Con su línea finita que recuerda a Frank Quitely, y esa base narrativa y de composición de las viñetas más europea, que recuerda a Eduardo Risso o a Milo Manara, Morazzo nos regala páginas y viñetas muy trabajadas, con muchísimos detalles, y con personajes muy expresivos, que se sueltan más y “actúan mejor” que en el Vol.1. El propio Morazzo comparte la tarea de colorear la historieta con los chicos del Estudio Tiza (Javi Suppa y Andrés Lozano) y entre los tres logran efectos y climas muy lindos, muy atractivos, y no pensados para reemplazar a los fondos (que están, y Morazzo los trabaja con muchísimas pilas) sino para realzar toda la faceta gráfica de la obra.
Si querés leer algo distinto, una historieta con una locación exótica, rosca política, bajada de línea ecologista, aventuras, dilemas morales espesos y personajes poco obvios, llenos de matices originales, Great Pacific te va a enganchar, de una. Si en el último tramo Joe Harris no derrapa con los malabares que le hace hacer a Chas, va a lograr redondear una serie muy interesante, que no se parece a nada y que se mete con temas que está muy bueno explorar en historietas de este tipo, de las que cualquier pibe fan de los superhéroes, los zombies o los jedis puede llegar a ojear y decir “Bueno, dale, la leo a ver qué onda”.

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Published on December 25, 2014 16:17

December 24, 2014

24/12: TORTAS FRITAS DE POLENTA

Hacer historietas sobre la Guerra de Malvinas después de Tortas Fritas de Polenta es como hacer historietas de judíos en los campos de concentración después de Maus: totalmente al pedo.
Esta novela gráfica, originalmente publicada de un saque en un número de Fierro, está co-escrita por Ariel Martinelli (ex-combatiente de Malvinas) y el historietista Adolfo “Fuchi” Bayúgar, que además se encargó de dibujarla. Entre los dos consensuaron cuáles de los recuerdos de Martinelli podrían trasladarse a la historieta, y las propias idas y vueltas entre ambos se ven plasmadas en la novela. Varias secuencias están protagonizadas por los propios Bayúgar y Martinelli, que tratan de pasar en limpio las vivencias de este último en aquel lejano otoño de 1982.
Pero en definitiva el protagonista es Ariel, el joven soldado marplatense a quien veremos sobrevivir milagrosamente a una ordalía que le costó la vida a muchos chicos argentinos. Tortas Fritas de Polenta tiene muchas virtudes, pero quizás la más notable sea la ambición: en apenas 80 páginas, los autores nos cuentan algo de la vida de Ariel antes de la guerra, toda su estadía en las islas, su regreso al continente, su trabajo -30 años después- en conjunto con Bayúgar y un epílogo en el que vemos qué le pasa cuando finalmente lee la historieta. O sea que, además de la crónica desgarradora del conflicto bélico, Tortas Fritas cuenta también otras cosas: retrata a la sociedad en la que vivían estos soldaditos en 1982, nos cuenta cómo se divertían esos pibes antes de darse cuenta de que estaban en una guerra de la que muchos no iban a volver, cómo los trató el gobierno militar cuando volvieron, cómo la dictadura manipuló (con la complicidad de los medios) la información que nos llegaba al resto de los argentinos, cómo sufrían los padres la ausencia de sus hijos… Esto es mucho más que “una de guerra” en la que al final pierden los buenos.
Dentro de todo este amplio abanico de emociones que nos propone Tortas Fritas de Polenta, a mí la que más gustó fue la de la joda. Uno, que en la época de la guerra era muy chico, se imaginaba a los soldados argentinos como superhéroes, como esos comandos re-grossos de las películas yankis. Y no, eran pibes de 19, 20 años, que hacían las boludeces que hace un pibe normal a esa edad: ir a la cancha, jugar al truco, cargar a los compañeros, tratar de “pasar” a los superiores, hacerse la paja, dar la vida por un pucho… Eso está muy bien plasmado en la historieta. Es como un oasis, como un descanso (y también como un espejismo) entre la desolación y la bronca que te genera que uno de ellos te cuente cómo se cagaban de hambre y de frío mientras trataban de hacerle el aguante a una fuerza militar infinitamente más poderosa. Sin comida, con armas chotas, sin instrucción, sin la guía ni el apoyo de los militares de mayor rango, sin tener la más puta idea de nada, de pronto estos pibes que tendrían que estar bailando en una disco estaban bailando en una tierra extraña, donde jugaban MUY de visitante, gambeteando bombas que llovían en la gélida noche de Malvinas. Bayúgar y Martinelli nos lo cuentan con una honestidad brutal, atravesada por la sensibilidad a flor de piel de un pibe que estuvo ahí y sobrevivió para contarlo, y la verdad es que es un relato conmovedor, por lo impactante, por lo vital, por lo descarnado.
Para que eso funcione y pegue como tiene que pegar, es importantísimo el dibujo, y ahí cobra otro relieve la figura de Fuchi Bayúgar, el crack de Tres Arroyos, que tradujo los testimonios de su amigo en imágenes que no sólo captan sino que además potencian todos esos aspectos que subrayamos del guión. La estética de Bayúgar es muy rara, muy personal, una especie de Angel Mosquito entintado con el pincel bien cargado, con la tinta que hace esas lagunas a lo José Muñoz. Caricaturesco y expresionista en los primeros planos y minucioso en la documentación, Bayúgar maneja muy bien el tempo de la narración. Se hace fuerte en la grilla de tres viñetas widescreen, pero sabe romperla, alterarla o simplemente ignorarla cuando el ritmo del guión así lo indica. Dosifica bien los textos para que no se conviertan en masacotes ilegibles y sabe pasar del horror a la comedia, de la ternura a la picardía, del bajón a la esperanza sin que su trazo resigne polenta ni identidad.
Tortas Fritas de Polenta es un clásico instantáneo de la historieta argentina, que además ya tiene edición en España. Es un testimonio valiosísimo sobre un tema que todavía duele y cuesta explorar, pero sobre todo es una historieta magistral, repleta de pasión y talento. Quiero leer muy pronto otras novelas gráficas de Fuchi Bayúgar.


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Published on December 24, 2014 17:19

December 23, 2014

23/12: DOOMSDAY.1

Esta es la historia de siete hombres y mujeres que trabajan en una estación espacial. Desde ahí, ven cómo una erupción solar se dirige hacia la Tierra y casi literalmente la prende fuego. Es el fin del mundo para la gran mayoría de los terrestres. Los océanos se evaporan, las capas polares se derriten, las ciudades y los bosques se incendian y queda un pequeño sector del planeta, un circulito con centro en el mar Caribe, pongámosle en Jamaica, donde tal vez las consecuencias no hayan sido tan catastróficas. Los siete astronautas saben que sus familias no sobrevivieron, que sus ciudades son escombros, pero aún así deciden volver a la Tierra, a ver con qué se encuentran. Doomsday.1 es triste, como toda historia de post-holocausto, pero también es una historia de esperanza, un canto a la vida y a la voluntad de reconstruir lo que se pueda, como se pueda, de volver a empezar.
El episodio ciencia-ficcionesco de la erupción solar y la destrucción de buena parte del planeta es apenas la excusa para hablar de otra cosa: de las vidas al límite de los que sobrevivieron, de los profundos replanteos que viven las comunidades que siguen en pie, y sobre todo de lo que les pasa en su fuero íntimo a los astronautas antes, durante y después de la tragedia. Sobre todo después, cuando tienen que volver a la Tierra y ser testigos de la devastación. Algunos se conformarán con eso, otros morirán en el camino y otros querrán subir la apuesta y convertirse también en artífices de la resurrección del planeta incendiado. El trabajo en la caracterización de Greg Boyd, Hikari Ariyama, Richard Benning, Yulia Kunov, Pascal Brussard, Gordie West y Yuri Kunov es, sin dudas, lo más notable de esta obra. Y el giro del final, que reinterpreta por completo a un personaje que pintaba para tercerón (nada menos que el Papa) también suma para el lado del excelente desarrollo de estos hombres y mujeres de papel y tinta, a los que uno siente irremediablemente cercanos.
Lo único que tengo para criticarle al argumento son esas páginas de la excursión hasta las ruinas de Nueva York. ¿Hacía falta? Todos los estudios decían que esa zona estaba completamente devastada. ¿No era más lógico enfilar para el otro lado, para donde pudiera haber sobrevivientes? Ojo, el episodio de Nueva York está bueno: tiene escenas conmovedoras y escenas aterradoras, sobre todo si te dan asco las ratas o las cucarachas. Pero capaz que no hacía falta, que se podían evitar la obviedad de ver a la estatua de la Libertad calcinada y los subtes convertidos en tumbas masivas. El resto, la verdad que es impecable, repleto de sorpresas, de momentos fuertes, memorables, donde los personajes pelan humanidad a pleno, sin guardarse nada.
A todo esto, no te dije quién es el autor: Doomsday.1 entra cómodamente a la lista de las grandes historietas escritas y dibujadas por el maestro John Byrne. Sin superpoderes, casi sin luchas entre buenos y malos, esta es una saga genuinamente adulta, pensada para emocionarnos y hacernos reflexionar. Y por supuesto, para gozar con el dibujo de Byrne, que acá alcanza el nivel de sus mejores trabajos de los ´80 y ´90. Esto no tiene nada que envidiarle, por ejemplo, a Next Men. O a Aliens: Earth Angel, o a Darkseid vs. Galactus. El dibujo y la tinta están sólidos, compactos, bien cargados de expresividad, pero sin derrapar hacia la caricatura ni el grotesco. Los fondos están cuando tienen que estar y tienen un laburo increíble. La narrativa funciona perfecto a pesar de algunos riesgos que asume Byrne en el armado de la página. La variedad de planos, los distintos climas por los que atraviesa la historia, los cambios de ritmo… son todas cosas en las que se ve la mano de un grande, de un tipo que ya las hizo todas y ya todo le sale de taquito, aunque improvise o experimente cosas raras. El color de Leonard O´Grady también aporta muchísimo a que la faz gráfica no desentone para nada con la gran calidad del guión.
¿Por qué esta no es una historieta perfecta? Porque termina amagando con una secuela, que sinceramente no sé si salió. Es obvio que desarollar tanto y tan bien a tantos personajes hacen que uno tenga ganas de volverlos a ver. Pero por otro lado, cerrar TODO en estas 88 páginas le hubiese dado a Doomsday.1 una contundencia todavía mayor, más difícil de ignorar.
Hoy, que una generación entera de pibes que arden en llamas con Marvel y DC no tienen la más puta idea de quién es John Byrne, nos toca a nosotros, los más veteranos, volver al planeta devastado para acompañar al maestro en sus aventuras más personales, más jugadas, más lejos de los géneros en los que la descosió durante décadas. Ojalá IDW siga habilitando ese espacio para que Byrne cuente lo que tiene ganas de contar, como para seguir demostrando que (a pesar del olvido o el ninguneo de unos cuantos) su talento sigue intacto.
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Published on December 23, 2014 17:18

December 22, 2014

22/12: SEGMENTOS Vol.1

Esta es una serie que en Francia ya va por el tercer tomo. No sé qué onda en España, porque la empezó a editar Glénat, que ya no existe. En una de esas la serie quedó trunca y para completarla me voy a tener que conseguir los tomos restantes en francés. Lo cierto es que Segmentos marca la primera colaboración entre el guionista francés Richard Malka y el maestro mendocino Juan Giménez, que en su momento colgó Yo, Dragón para dedicarse a esta serie. Que además marcó su regreso a la ciencia-ficción, el género con el que más lo identifica la hinchada, después de haber coqueteado con la fantasía épica.
Segmentos tiene un planteo interesante, ideal para dar pie a múltiples aventuras, para sacarle buen jugo al formato de serie de álbumes de 46 páginas que –aún hoy- manda en el mercado francés. Los dos personajes protagónicos están bien construídos, el universo en el que van a vivir las distintas peripecias es atractivo, los diálogos están muy bien, los personajes secundarios no tienen mayor desarrollo (en 46 páginas no se puede hacer milagros) pero sí se vislumbra una puntita para darle más motivación y más tridimensionalidad a uno de los villanos. No me quiero extender en el análisis del argumento porque está bueno ir descubriendo qué corno pasa durante la lectura. De hecho, leí el texto de la contratapa antes de empezar el álbum y me spoileó un montón de cosas que prefería descubrir por mí mismo, a medida que Malka iba hacendo avanzar la trama.
Lo cierto es que el guionista hizo bien su trabajo. Las explicaciones cuasi-científicas no se hacen densas, las escenas con mucho diálogo tampoco, las peripecias resultan entretenidas, hay chistes, chispazos de humor, hay una bajada de línea muy clara, que le da a la historieta una cierta lectura “sociológica” si se quiere… Con lo cual si uno suspende el descreímiento un rato y se deja llevar por esta aventura, la pasa bien seguro. Falta (por ahora) una impronta más ambiciosa, más épica. En este primer tomo, los conflictos todavía son chiquitos, a una escala casi barrial. Está el potencial para que exploten, no te digo a niveles de La Casta de los Metabarones, pero a un nivel Star Wars, ponele. Ah, y otro potencial que el Vol.1 no explota es la vertiente erótica: Jezréel, la chica protagonista, está buenísima y son varios los personajes que lo señalan. De hecho, el chico protagonista, Loth, no para un minuto de tirarle los galgos. Y por ahora, no hay indicios de que se pueda producir lo que el lector quiere ver desde la página 14, que es una revolcada hiper-porno entre los dos protagonistas. Veremos si se da más adelante.
¿Y qué onda el dibujo? Muy grosso. Pasan los años, las décadas y el maestro Juan Giménez no hace más que acrecentar su leyenda. Acá nos ofrece una narrativa parecida a la de sus trabajos con guión propio, tipo Leo Roa o El Cuarto Poder. Esto es, muchos planos cortos, y no tanta abundancia de esas tomas panorámicas tan típicas del comic franco-belga. Sin embargo, cuando aparecen estas tomas, Giménez nos deslumbra con su talento e imaginación infinitas a la hora de crear edificios, naves y maquinaria futurista. Sólido en la acción, infalible en los primeros planos, dúctil a la hora de matarse en los fondos u omitirlos por completo (según lo que pida el ritmo de la secuencia), Giménez vuelve a sorprender a propios y extraños. Y claro, como ya es costumbre, lo que más fuerte pega es el tratamiento del color, a esta altura un sello de fábrica del mendocino: esas páginas engamadas en azules, la irrupción cada tanto de los rojos y naranjas, la inexistencia casi absoluta del amarillo y el verde, las texturas metálicas en fondos y armas… todas esas maravillas brotan del pincel de Giménez cuando colorea sus historietas y terminan de redondear una faceta gráfica realmente impactante.
La verdad, no te puedo decir que Segmentos sea una joya, ni una obra imprescindible. Es un entretenimiento muy ganchero, muy logrado, con un potencial enorme para desarrollar en los futuros tomos y que, como además está dibujado de puta madre por un ídolo al que le compro cualquier cosa que publique, la quiero seguir hasta donde llegue.
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Published on December 22, 2014 17:31

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Andrés Accorsi
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