Álvaro Bisama's Blog, page 220

March 15, 2017

El valor de las ideas

DIVERSOS PARTIDOS políticos se encuentran desarrollando encuentros programáticos con el objeto de delinear sus principales ideas y propuestas de cara a las elecciones de este año. Esta tendencia no es exclusiva de los partidos, pues algunos precandidatos presidenciales han anunciado que convocarán a profesionales y técnicos para elaborar sus propuestas. Incluso un grupo de senadores y cientistas políticos de centroderecha dieron a conocer un documento con ideas programáticas. En suma, pareciera que el valor de las ideas y del debate estaría resucitando y abriéndose paso en el intoxicado ambiente político, lo que es una excelente noticia.


El fantasma de la ausencia de debate de la última elección presidencial sigue presente entre los chilenos. Fuimos testigos de la escasa participación y discusión en la elaboración de las propuestas de los principales candidatos presidenciales. Sabido es, incluso, que la hoja de ruta de la actual administración fue redactada por un grupo minoritario de políticos denominado “G90”, bajo la conducción de los exministros Peñailillo y Arenas. No hace falta recordar el daño que este grupo, incluyendo ambas exautoridades, le hicieron al país. Los efectos negativos de “el programa”, realizado entre cuatro paredes y avalado incondicional e irresponsablemente por los partidos de la Nueva Mayoría, los sufrimos hasta hoy.


Pero el valor de las ideas no se agota en los programas de gobierno. El valor del diálogo e intercambio de opiniones transciende los períodos electorales. Es una necesidad permanente. Es de la esencia de la democracia. A partir del gobierno de Aylwin fueron frecuentes las iniciativas público-privadas que procuraban el diálogo entre representantes del quehacer nacional con el objetivo de crear puentes de acercamiento y canales de comunicación y confianza que dieron vida a la “democracia de los acuerdos”. Sin embargo, el actual gobierno, dándole la espalda a más de 30 años de entendimiento entre los chilenos, no solo sepultó este estilo de ejercer la democracia, sino que además abandonó el diálogo como forma básica de construcción de acuerdos políticos.


No debemos olvidar cómo se gestaron y aprobaron las reformas tributaria, laboral y educacional. La ausencia de diálogo y acuerdos, sumado a diagnósticos errados, se tradujo en la aprobación de reformas que hoy concitan amplio rechazo entre los chilenos. El proceso constituyente es otro buen ejemplo. El Ejecutivo está obsesionado con llevar adelante un proceso donde lo que domina la discusión es la forma de modificar la Constitución, sin existir claridad, ni menos acuerdos, sobre las propuestas de fondo. Churchill nos recuerda que “la democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás”. Bienvenidos sean, pues, estos encuentros, el intercambio de ideas y la formulación de propuestas serias y responsables, donde los centros de estudios tienen mucho que aportar. El debate sano y con altura de miras, en especial durante este año electoral, nos permitirá desarrollar nuestra democracia, protegiéndola de ideas y candidatos populistas y demagógicos.


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Published on March 15, 2017 05:25

Héroes a la altura

Hace tres años estuvo a no mucha distancia de aquí, el teatro La Cúpula del parque O’Higgins, debutando en uno de los escenarios alternativos de Lollapalooza. En esos días, con apenas dos álbumes, el británico Jake Bugg representaba el rostro y el sonido de lo que se suponía era una especie de renovación del rock inglés, dispuesto a bucear en referentes prácticamente ignotos para el público, como el caso de los pioneros The Everly brothers, y guiños a los primeros días de Bob Dylan antes de caer poseso de una guitarra eléctrica. De voz nasal notoria y cara de niño con mirada severa, Jake Bugg se llevaba premios, elogios y la atención de figuras del negocio musical a escala global como Rick Rubin, a cargo de la producción de su segundo título Shangri-La (2013). Jake Bugg tiene ahora 23 años, un nuevo y vapuleado disco -One my one (2016)-, y su actitud denota un prematuro envejecimiento artístico. 


La noche del martes no repletó la sala con capacidad para un millar de espectadores en el céntrico parque capitalino, y evidenció por qué su nombre dejó de ser interesante con tan poco recorrido. Bugg arrancó la noche solo en el escenario con cuatro temas acústicos incluyendo el corte que da título al nuevo trabajo y otra de las nuevas, The love we’re hoping for, con tibieza abrumadora. A pesar de uno que otro grito destemplado de sus seguidores millenials con ligera predominancia femenina, la partida no pudo ser más soporífera. Luego se sumó una banda discreta en extremo para agregar algo de voltios en las restantes canciones donde Bugg se pasó de la guitarra acústica a la eléctrica. El músico no se despegó de su sitio frente al micrófono y el arsenal de pedales, e interpretó su material con las ganas de quien timbra un alto de formularios. No se despeinó al momento de ejecutar solos en las seis cuerdas, y tampoco buscó reacciones en el público, limitado a aplaudir con cortesía sus piezas y demostrar algo parecido al entusiasmo en escasos cortes como Trouble town. 


Para ser una figura tan joven y promisoria, Jake Bugg actúa en directo como si fuera un veterano que viene de vuelta, cuando no cuenta con historial ni canciones capaces de sostener esa posición por lo demás curiosa dada la breve biografía, y el notorio desencanto frente a su último material de dispersas intenciones, que en directo jamás adquiere nuevos contornos. El cantante y guitarrista finalmente resulta paradigmático de una generación melómana aún esperanzada en el viejo rock y que está en serios problemas para encontrar héroes a la altura.  


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Published on March 15, 2017 04:49

El principio republicano y el nacional-republicanismo de Hugo Herrera

Cuando los plebeyos romanos, en el primer acto de desobediencia civil registrado en la historia,  decidieron retractar su participación en el ejercito del rey compuesto por los patricios, a menos que se les ofreciera igual trato ante la ley, los patricios entraron en pánico y mandaron a uno de ellos, Menenio Agrippa, para tratar de pacificarlos. Menenio les contó la fábula del estómago: las diferentes partes del cuerpo se quejaban que ellas hacían todo el trabajo de producir los bienes, pero el estómago se lo tragaba todo sin devolver nada. Entonces un día decidieron dejar de trabajar para que no le llegara nada al estómago. Pero pronto se dieron cuenta que si lastimaban al estómago, se lastimaban a ellos mismos, y así volvieron a trabajar.  Leyendo los recientes artículos de Hugo Herrera sobre nación y república, me recordé de Menenio, porque el llamado que hace Herrera a integrar la nueva plebe bajo la idea de nación no es sino otra versión de tal fábula biopolítica. No hay lugar a duda que tal imagen orgánica del cuerpo político ha nutrido desde muchos siglos un ideal de república aristocrática, donde cada parte del cuerpo tiene su función bien definida, y los “mejores” (que casi siempre coinciden con los ricos) mandan al resto. Pero esa no es la tradición republicana moderna, que es revolucionaria. En los Discursos sobre la primera década de Tito Livio Maquiavelo sacó una conclusión opuesta a la de Menenio: según el Florentino, la corrupción de un cuerpo político siempre comienza por la cabeza (es decir, por los patricios), y para mantener una  república libre entre iguales, a veces hay que cortar la cabeza: esto no le va hacer daño al cuerpo político, todo lo contrario.


¿Es este republicanismo “populista”? ¿Fueron las revoluciones inglesa, norteamericana, francesa,  y las de todos los pueblos que siguieron sus ideales igualitarios, revoluciones “populistas”? La respuesta depende de cómo se entienda la idea de pueblo en el republicanismo.  Al contrario de lo que afirma Herrera, el “principio” republicano no es la dispersión o “división del poder social”, sino, como dice Hannah Arendt en Sobre la revolución, es el principio de que el poder reside en el pueblo. Esto significa que un pueblo republicano no acepta la distinción entre algunos que mandan y otros que obedecen cuando se trata de legislar. La división del poder es algo necesario pero que se sigue del principio republicano. Como explicaba Thomas Paine, la idea fundamental del republicanismo es que son los pueblos quienes hacen (y deshacen) los gobiernos, y no los gobiernos a los pueblos. Por ende hay que asegurar que el poder del gobierno se mantenga siempre al servicio del poder del pueblo, y para lograr esto se dividen y se oponen  los poderes del mismo gobierno, pero nunca el poder del pueblo (pues, ¿contra quién  habría que dividir y oponer al pueblo?) Que la división principal del poder sea aquella entre el Estado y el mercado, como argumenta Herrera, no se encuentra en ningún texto republicano, pero sí  en la interpretación neoliberal que Hayek hace del republicanismo. Por lo menos Hayek explicita las razones que motivan tal división: el afán de otorgar prioridad al “orden espontáneo” del mercado (que funciona sobre la base de las desigualdades entre los actores) por sobre la legislación democrática (que se basa sobre la igualdad de trato de los actores). 


Llegamos así al segundo principio propuesto por Herrera, “el principio nacional,” que debe equilibrar al principio de “dispersión” del poder aportando la tan ansiada “integración” de los plebeyos. Herrera propone lo que se podría llamar un “nacional-republicanismo” según el cual la política debe apuntar hacia “una integración de todos los grupos en una cierta forma de existir común.” (Nación y república I, La Segunda, 17/01/2017) Pero la historia moderna nos enseña que el nacionalismo es un falso amigo de la política plebeya. El principio nacional rompe con la igualdad que define a los ciudadanos de una república porque necesariamente debe determinar quienes representan esa “cierta forma de existir común” y quienes no. Estos últimos son vistos como una amenaza a la integridad de la nación y pierden la protección que la ley debiera otorgar de igual manera a todo ciudadano, sea patricio o  plebeyo. Hoy en día Trump es un excelente ejemplo de esa lógica, que en nombre de la “integración” de los “perdedores” de la globalización erige murallas entre los ciudadanos, debilitándolos aún más frente al gobierno.  Trump es la ilustración de que el nacional-republicanismo es un oxímoron tanto como el nacional-socialismo.


Es por eso que el republicanismo revolucionario rechaza el principio nacional y le opone el principio federal  según el cual comunidades políticas previamente constituidas pueden combinarse entre ellas y formar alianzas sin perder sus identidades. La diferencia entre nacionalismo y republicanismo se puede simbolizar a través de un ejercicio de aritmética política: si para la democracia formal,  basada en el principio de una persona, un voto, 1+1 es siempre igual a 2, para el federalismo la alianza entre las partes resulta en más que la suma de ellas: 1+1>2. En vez, para el nacionalismo, la integración es siempre una reducción de la diferencia: 1+1


 


 


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Published on March 15, 2017 04:48

Ahora sí Valdivia

Aparece el Mago y emerge el conflicto. Que su liga es pésima, que no lo exigen, que lo llaman y se lesiona, que está mal físicamente, que ya pasó su momento, que no se necesita, que desordena al equipo, etc. ¿Le es familiar? A mí no me importa ninguno de esos cuestionamientos, lo quiero sí o sí en la selección. Esos argumentos son debatibles, yo prefiero tenerlo acá en vez de que se quede viendo el partido con el jeque. Su talento y su rapidez mental no la tiene nadie en esta generación y no aprovecharlo sería un desatino.


No me agota escribir sobre él, la tinta que se ha gastado redactando sobre su personaje es incalculable. A favor y en contra. Eso genera el 10. Es curiosa mi ilusión porque a veces la historia termina con un final amargo, sentado en la tribuna, mirando desde el banco o tomando el avión de regreso antes del partido. Sin embargo, nadie me quita de la cabeza que su espacio está en Juan Pinto Durán.


Eso lo supo Nelson Acosta, Juvenal Olmos, Marcelo Bielsa, Claudio Borghi, Jorge Sampaoli y ahora Juan Antonio Pizzi: algo tendrá Valdivia. Hay episodios donde lo citan, se lastima y no juega. Hay otros donde lo llaman, es titular y termina como figura. Imposible olvidar su altísimo nivel en la final de la Copa América con Argentina, donde calló a cientos de detractores.


Te sorprende, te atrapa, te conmueve, en un segundo te modifica todo. Así es él, sorpresa permanente. Que juegue un tiempo o 30 minutos, en ese lapso te regala tres o cuatro pases de gol.


Me lo imagino en la espalda de Mascherano, de frente a los centrales y habilitando a Alexis Sánchez y a Eduardo Vargas en el Monumental de River. Pase profundo al espacio para que entren mirando al arco y definan. Déjenme soñar. Esa esperanza la tengo siempre con Valdivia, convivo habitualmente con esa quimera en cada fecha clasificatoria.


No es el reemplazante de Arturo Vidal, no es otro volante mixto, no es un nueve y medio; es un creador, un conductor, si llega a jugar será el 10 de la selección. Este grupo ha ganado con y sin él. Tal vez no sea de las piezas angulares de este armatoste que forman Bravo, Medel, Díaz, Aránguiz, Vidal, Sánchez y Vargas. Pero lo que tengo claro es que dentro de esta nómina Jorge Valdivia es único. No hay ninguno que se le asemeje y hoy Chile no lo puede desperdiciar. No nos falles, Mago.


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Published on March 15, 2017 03:54

March 14, 2017

Un libreto ya conocido

Y una vez más caemos en cuenta que existe un conflicto no resuelto en la zona sur. Y que pésimos abordajes lo han agudizado hasta quizás un punto de no retorno. Habrá indignación colectiva. Los parlamentarios de derecha –dando cuenta de un “timing” sorprendente- desfilarán por los medios anunciando las siete plagas y el fin de los tiempos. Los de gobierno, compungidos, llamarán a trabajar más unidos que nunca, “ahora si en serio” porque la ciudadanía, a quienes ellos se deben, lo demanda.


El intendente, como siempre en estos casos, anunciará sendas querellas contra los responsables. Y hablará del terror terrorífico del terrorismo (sic). No faltará el general de Carabineros que –parafraseando al difunto Bernales- les advertirá cual Sheriff que no se duerman, que irán tras ellos, que ya sospechan quiénes son. La Moneda dirá que prepara un paquete de medidas, lo usual. Y los gremios -una vez más- amenazarán con marchar rumbo Santiago y clamarán por mano dura y militares en los campos.


¿Y luego saben qué sucederá? Absolutamente nada.


Porque si algo hemos aprendido en las últimas dos décadas de conflicto en Wallmapu es que poco y nada importa el tema en los alfombrados salones del poder capitalino. Es la Araucanía, esa región incógnita, salvaje, incorporada tarde y a la mala a la soberanía del Estado y que esconde demasiados cadáveres, dolores y enojos bajo la alfombra. Un cacho por donde se le mire. Y no sucederá nada porque además el gobierno está en retirada y, si somos honestos, nunca el tema le interesó lo suficiente.


Vean promesas de Bachelet; reconocimiento constitucional, nueva institucionalidad y abordaje político al conflicto. A la fecha cero cumplimiento. No es propaganda mía. A casi tres décadas del retorno de la democracia, el pueblo mapuche sigue negado en la Constitución. En el principal pacto social, no existe. Ser mapuche en Chile es ser un holograma. O un virus informático. De la nueva institucionalidad ni hablar. No verá la luz en este mandato, me confidencia una fuente de Palacio.


La tercera promesa la encarnó Huenchumilla, aquel Veranito de San Juan que vivimos en 2014 como región. Abordar el conflicto requiere visión de Estado, diálogo político y una hoja de ruta a largo plazo, señaló fuerte y claro desde la Intendencia Regional. Rápidamente puso manos a la obra. Se reunió con cuantos quisieron hablar con él, visitó zonas de conflicto, llamó “despojo” al despojo y pidió perdón a los mapuche en nombre del Estado. Su atrevimiento le costó el puesto.


Razón tenía en su diagnóstico. Y en aquella propuesta que tras dejar el gobierno nadie leyó. Resolver el conflicto tomará una década, no hay atajos, advirtió. Eso, créanme, resulta demasiado poco sexy para gobiernos de cuatro años y políticos oportunistas a la caza de likes, selfies y titulares. Dicho en simple, nadie tiene asegurado los aplausos o la foto en primera plana la mañana siguiente. Ni pensar en el corte de cinta o en poner la primera piedra. Mal en cualquier escenario. Fatal para un político en año de elecciones.


De ello vive hoy la clase política; del show pirotécnico, de la teatralidad del poder y no de cargar sobre sus hombros la responsabilidad de un conflicto que, día tras día, allanamiento tras allanamiento, atentado tras atentado, hipoteca nuestra convivencia social. Es lo que está en juego hace décadas en Wallmapu. No hablo del libre tránsito de camiones. Tampoco de la seguridad jurídica que amenaza con pinos nuestros campos y centrales de paso nuestros ríos. Hablo de la posibilidad de construir un futuro juntos.


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Published on March 14, 2017 06:10

Estrategias comunicacionales de Bolivia y Chile

Bolivia reinició la suya obteniendo que los países del ALBA (Alianza Boliviariana para los Pueblos de Nuestra América) apoyen su demanda ante La Haya, luego que el Ex Canciller Choquehuanca fuera elegido su Secretario General. Era de esperar, pues agudizarán su campaña ante la presentación de la Réplica a la Contramemoria chilena, al 21 de marzo. Los “Bolivarianos” (Antigua y Barbuda; Bolivia; Cuba; Dominica; Ecuador; Nicaragua; San Vicente y Granadinas), inspirados ideológicamente, financiados y reunidos por Venezuela, adoptaron una Declaración Especial para el acceso al mar boliviano, que calificaron de “derecho justo”, a obtenerse con “soberanía” y mediante el “diálogo pacífico”. Términos que parecerían inocentes, salvo que constituyen las bases y propósitos de la demanda contra Chile en La Haya. No sólo se procura orientar políticamente la sentencia, sino que presionar su resultado. Una intromisión inaceptable en el pleito y contra Chile.


Reaccionamos calificando acertadamente la declaración como “irrelevante” y de un “organismo intrascendente”.  Sin embargo, es demostrativa de que algunos países Latinoamericanos y Caribeños, continúan apoyando claramente a Bolivia y no a Chile, por razones principalmente políticas, a pesar de los decisivos cambios ocurridos en la región, y el cansancio de mandatarios eternos. Faltan a las prácticas y al principio de no injerencia y debida prescindencia en las controversias internacionales, sobre todo si éstas se encuentran sometidas al principal Tribunal Mundial para aquellas de carácter jurídico. Chile no ha podido contrarrestarlas. Se suman a distintas acciones que se han acumulado, obligándonos a sólo reaccionar; salvo el caso de nuestra demanda por el Silala en que tomamos esa iniciativa.


Con motivo de la renuncia del Asesor de Comunicaciones de muestra defensa, se aseguró de que existe una completa estrategia, anticipativa y efectiva. Sin embargo, permanece en reserva, junto a sus posibles logros. Natural prudencia para las gestiones de política exterior o diplomáticas, pero inapropiada y restrictiva para una campaña que debería buscar la más amplia difusión nacional e internacional, como objetivos naturales. Bolivia utiliza la suya profusamente,  sobredimensiona resultados y aprovecha cualquier buen deseo lógico de que el conflicto se resuelva pacíficamente, como un apoyo concreto a su aspiración y al pleito en La Haya. La Corte  no fallará basada en las comunicaciones, sino en derecho. No inciden. Pero constituyen un aspecto adicional de gran utilidad en el mundo de hoy, para difundir las razones de ambos juicios y precaver desnaturalizarlos, o servir de pretexto a eventuales incumplimientos, si nos favorecen.


 


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Published on March 14, 2017 06:00

Honorables querellantes

¿ES RAZONABLE que un parlamentario pueda presentar querellas en los tribunales? La respuesta es, como siempre en derecho, hay que distinguir. El emblema de los parlamentarios querellantes es Hugo Gutiérrez. Activo abogado e inconfundible rostro por esa frondosa (y envidiable) barba, su carrera ha girado en torno a los tribunales. En los noventa recuerdo haberlo visto en TV presentando querellas en defensa de los familiares de las víctimas de violaciones a los DD.HH. Hoy pareciera seguir en lo mismo… Pero en causas menos nobles. Por ejemplo, se querelló contra el senador Rossi a quien posiblemente intentará desbancar en la próxima elección; y también lo hizo contra el expresidente Piñera sobre la base de antecedentes que desecharía un estudiante de derecho penal.


Pero el diputado Gutiérrez solo ha llevado esto al extremo. Antes otros diputados también actuaron como querellantes. La pregunta es si deben seguir haciéndolo.


Desde el principio de nuestra república se ha intentado aislar el ejercicio del cargo de parlamentario con otras funciones públicas. Se busca así evitar la influencia indebida y el conflicto de interés. La principal preocupación ha sido la relación del parlamentario con la administración. Así, la Constitución de 1833 impedía que un diputado ejerciera otra función pública y les prohibía celebrar ciertos contratos con el Estado; la del 25 les prohibió intervenir en gestiones particulares de carácter administrativo; y la del 80, ser directores de banco o de sociedades anónimas y ejercer influencias en conflictos laborales o estudiantiles.


Pero en 1925 las prohibiciones se extendieron también al ámbito judicial. Ese año se estableció que cesaría el parlamentario que actuare como abogado en juicios contra el Fisco. Y luego el 2010 se amplió la prohibición impidiendo que los parlamentarios actúen como abogados en cualquier clase de juicios. Esta última reforma se fundaba, decía la primera Presidenta Bachelet, en “el poder que tiene un congresista respecto de los jueces”.


Es ese mismo poder el que hace aconsejable evitar que los parlamentarios puedan presentar querellas en el futuro, como lo ha planteado recientemente el senador Moreira. ¿Por qué? Para alejar a jueces y fiscales del poder político; evitar usar un mecanismo institucional cargado de consecuencias con fines eminentemente electorales; reducir conflictos de interés y riesgos de llevar a instituciones con una vocación jurídica a la refriega electoral; en fin, evitar esa peligrosa alianza entre políticos y fiscales que (¿es necesario repetirlo?) tanto daño ha hecho ahora último.


Es cierto que nada impide que se use un “palo blanco”. Pero ello nunca le generará al congresista los mismos beneficios que la figuración por actuar a nombre propio. También es cierto que esta regla requiere excepciones (ej. defensa de sus propios intereses).


En definitiva, aprobar una regla como ésta no censurará a Gutiérrez; solo lo llevará a usar las armas que le son propias (las de la política y del legislador) sin degenerar herramientas institucionales que abren espacio a una mayor judicialización de la política y a una más evidente politización de la justicia.


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Published on March 14, 2017 05:25

La contienda

EL SENADO se encuentra estudiando una importante contienda de competencia. El Contralor ha solicitado a la Cámara Alta que resuelva que la Corte Suprema no tiene facultades para conocer y fallar de un recurso de casación en que se discute el reclamo (“acción de mera certeza”) de 1.300 funcionarios de la DGAC que sostienen que deben ser traspasados desde el régimen de AFP al sistema previsional de las FF.AA.


Hay razones para simpatizar, en principio, con la solicitud del Contralor.

En primer lugar, debe señalarse que la interpretación legal sobre el tema de fondo que la Contraloría ha venido sosteniendo, en numerosos dictámenes, parece ser correcta. En efecto, y en lo que concierne a la situación de los interesados, su pretensión supone extender injustificadamente el concepto de “personal” de las FF.AA. Es perfectamente explicable también, y merece consideración, por supuesto, que la Contraloría haya querido defender su facultad legal de interpretar de manera general las leyes administrativas.


En segundo término, cabe advertir que cualquiera que sea alérgico al activismo judicial desatado no puede sino preocuparse por la forma abstracta en que está construida la demanda de los funcionarios de DGAC. El que se acoja una acción como ésta podría, en efecto, abrir la puerta para que mañana otro grupo de ciudadanos busque, y encuentre, un tribunal que, aun a falta de agravio concreto y sin ley habilitante, le cambie, y mejore, sin embargo, su régimen legal de salud, vivienda o educación.

La existencia de una sentencia del TC del 18 de enero recién pasado, recaída en contienda similar, aunque predicada de un juzgado civil y no de la Corte Suprema, y que acogió la tesis de la Contraloría, aparece, en fin, como otra razón para que, en aras de la igualdad y la seguridad jurídica, el Senado siga un criterio análogo.


No obstante lo anterior, creo que es altamente problemático que, en base a consideraciones prácticas y a temores como los anotados, el Senado decida sustraer este asunto del conocimiento de la Corte Suprema.


En mi opinión, las contiendas deben acogerse cuando se pretende que un órgano del Estado conozca de una materia que claramente ha sido encomendada -por la Constitución- a otro poder público (como si alguien quisiera que la Corte Suprema destituyera a un ministro o fiscalizara los actos del gobierno). La contienda de competencia no es para evitar que una demanda temeraria o mal hecha sea acogida. El buen funcionamiento del Estado de Derecho, y el equilibrio entre los poderes, supone confiar en que los propios jueces actuarán razonablemente y rechazarán las demandas a las que falte algún presupuesto procesal básico. Siempre existe, por supuesto, el riesgo que un tribunal se equivoque. Hay remedios sensatos para eso. Lo que no me parece conveniente, sin embargo, es que el Senado recorte ad hoc la jurisdicción en base a ese temor o por razones de responsabilidad fiscal. Estaríamos levantando un precedente para que mañana otra mayoría política cualquiera decida, desde el Senado, que algún otro reclamo opinable es pura y simplemente no justiciable. No se nos puede olvidar que el acceso a un juez independiente e imparcial es un derecho humano inalienable.


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Published on March 14, 2017 05:23

Una reunión muy oportuna

EL MUNDO atraviesa un periodo turbulento. El malestar con la globalización es evidente en los países industrializados (paradojalmente, sus principales impulsores). El Brexit y las recientes elecciones en Estados Unidos son las manifestaciones más obvias. Aumenta la oposición a la migración y al comercio, al que se le culpa del desempleo, el estancamiento salarial, la creciente desigualdad y la desindustrialización. En esta nueva era de la posverdad, poco importa que la evidencia indique lo contrario. Gran parte de la pérdida de empleos industriales en el mundo desarrollado se debe a la creciente automatización, y el aumento de la desigualdad obedece principalmente a factores como la inequidad en el acceso a la educación y estructuras tributarias insuficientemente progresivas. Peor aún, se prefiere ignorar que el comercio ha sido un ingrediente fundamental de la impresionante reducción de la pobreza mundial en las últimas décadas: según el Banco Mundial, la pobreza extrema se redujo del 42% de la población mundial en 1981 al 11% en 2013.


China, India y tantos otros países asiáticos son el mejor ejemplo de cómo la participación en el comercio mundial ha sacado a cientos de millones de personas de la miseria. En América Latina, Chile también es un buen ejemplo. El fuerte desarrollo que hemos tenido en las últimas tres décadas -con todas sus limitaciones- resulta inconcebible en una economía cerrada. Si hoy somos una sociedad de clase media, con derecho a plantearnos nuevas aspiraciones, es porque no le hemos dado la espalda al mundo sino que hemos buscado integrarnos en él. Obviamente, debemos y podemos hacerlo mejor. En particular, el desafío de la diversificación exportadora resulta ya ineludible.


Estas reflexiones cobran especial relevancia en la actual coyuntura internacional. El periodo 1945-2015 fue quizás el de mayor progreso económico y social en la historia de la humanidad. Contar con un sistema comercial abierto fue central, y EE.UU. tuvo un rol clave en su creación y desarrollo. Sin embargo, hoy sus nuevas autoridades anuncian que el multilateralismo pasará a segundo plano, y que el nuevo énfasis estará en el bilateralismo y -más preocupante- el unilateralismo. Es la “America First Trade Policy”. El retiro del TPP y la anunciada renegociación del Nafta se enmarcan en este nuevo enfoque, caracterizado por el nacionalismo económico (el mismo que critican a otros países) y la primacía absoluta del “interés nacional” por sobre el bienestar global.


Es necesario recordar las lecciones de la historia, y la tragedia en que culminó la espiral proteccionista en que entró el mundo tras la Gran Depresión de los años treinta. Estamos aún lejos de ello, pero en una economía mundial que ha entrado en una “nueva normalidad” de bajo crecimiento tras la crisis de 2008-2009, las señales que llegan del norte son muy preocupantes.


En este contexto, resulta muy oportuno el liderazgo asumido por el gobierno de Chile al convocar esta semana a Viña del Mar a los miembros del TPP más China, Colombia y Corea. El objetivo es discutir opciones para fortalecer los vínculos entre la Alianza del Pacífico y Asia Pacífico en esta nueva y desafiante coyuntura. Pero quizás más importante es el mensaje político de la reunión: en estos tiempos inciertos, somos muchos los países que no vemos el comercio como un juego de suma cero y que seguiremos privilegiando la cooperación por sobre la confrontación.


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Published on March 14, 2017 05:15

Precio de la electricidad en la Encuesta Nacional de Energía

Hace unos días se hizo pública la Segunda Encuesta Nacional de Energía, la cual fue encargada por el Ministerio de Energía a la empresa Feedback, y que tiene como objetivo obtener una apreciación ciudadana del sector eléctrico. Los resultados parecen haber descolocado al gobierno, que ve con preocupación la negativa percepción de la ciudadana hacia su sector estrella. Un dato decisivo: el 90,6% de los consultados señaló que la electricidad en el país es cara. Y es que el precio de la energía no es un indicador más. El sector puede avanzar en sustentabilidad, seguridad, transparencia, pero si el precio se mantiene o sube, la ciudadanía no valorará dichos avances y tenderá a rechazar la política energética como un todo.


Pero,  ¿a qué se debe esta percepción? Durante el 2015, el exministro Máximo Pacheco insistió en cada oportunidad posible que Chile tenía una de las energías más caras de la región y esos precios no han bajado.  De acuerdo a reportes de Empresas Eléctricas AG, un consumidor representativo en Santiago paga hoy mensualmente 65 pesos más que hace un año atrás.  Ciertamente las tarifas son altas y seguirán entre las más caras de la región.  El propio ministerio, así como la CNE,  han insistido que la baja de tarifas a clientes finales sólo se hará efectiva en la década del 2020.  Es más, esto solo pasaría si la tendencia de precios que se observaron en la última licitación se consolida en las próximas subastas.


Es importarte considerar que el trabajo realizado por el Ministerio en iniciativas como los cambios a las licitaciones de suministro, la nueva la ley de transmisión y la creación del coordinador eléctrico, entre otras, tendrán  frutos a mediano y largo plazo y no de un día para otro.


En política, la implementación de políticas públicas de largo aliento suelen ser incomprendidas y eventualmente mal evaluadas por la ciudadanía. En sectores claves para el país como el energético, la solución es combinar el trabajo de largo plazo con políticas visibles que generen ganancias a corto plazo. Ello permitirá a las autoridades obtener el apoyo político y ciudadano necesario para su implementación y avanzar de manera adecuada.


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Published on March 14, 2017 04:32

Álvaro Bisama's Blog

Álvaro Bisama
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