Álvaro Bisama's Blog, page 216
March 21, 2017
Sesgos del currículum
EL CURRICULUM para tercero y cuarto medio que el gobierno ha puesto en discusión contiene cambios radicales que no debieran pasar desapercibidos, especialmente en las áreas de aprendizaje y en la asignatura de educación ciudadana.
La definición de las “áreas de aprendizaje” no es nada inocente. Tres son las áreas: “Lengua y humanidades” (con artes y filosofía); “ciencias: naturaleza y sociedad” (ciencias naturales y matemáticas junto a historia, geografía, ciencias sociales, y educación ciudadana); y “desarrollo personal” (educación física, salud, orientación). Cada área contendría una experiencia formativa común y una visión integrada de sus disciplinas. ¿Por qué entonces historia comparte una misma área junto a química, física y biología? Más de alguien podrá pensar que se deslizó un error. Pero no es así. La construcción de esta área de aprendizaje devela la visión del ser humano que recorre la propuesta, y hay que detenerse en ella.
En efecto, la asignatura de ciencias naturales, con sus tres disciplinas, domina el área e impone una visión determinista de lo humano. Entre sus propósitos formativos propone abordar “la relación persona-sociedad-medio ambiente” como “sistemas socioecológicos” cuyo “comportamiento colectivo” está determinado. Específicamente, se propone un cambio de paradigma para abordar “la complejidad de los problemas de la sociedad”, que consiste en que cualquier problema social puede representarse como un “modelo de sistema”, así con el uso de modelos es posible comprender el mundo y solucionar los problemas contemporáneos. Podríamos continuar. El punto es que en esta propuesta curricular la persona, inteligente y libre, heredera de una tradición cultural y constructora de su presente y futuro, es fagocitada por sistemas deterministas, inteligibles únicamente a través de modelos. Esa la visión que en el nuevo currículum las ciencias imponen al conocimiento histórico y social.
En cuanto a la educación ciudadana, esta propuesta constituye un retroceso. La nueva asignatura empobrece y sesga la formación ciudadana. En ella, los objetivos definidos no parecieran dar oportunidades de aprendizaje, por ejemplo, sobre los poderes públicos, Congreso, Tribunales, ministerios, ni sobre representación política, y estado de derecho, ni tampoco para el aprendizaje de la economía, sus conceptos y problemas, ausentes del currículum excepto por un guiño en el área de matemáticas; en ciencias sociales no se enseña economía sino que se trata que los estudiantes se comprometan “respecto de las principales consecuencias de los procesos económicos en los sectores más pobres y marginales”. Por lo demás, la debilidad de la dimensión cognitiva cruza toda la propuesta, ya que no se definen habilidades cognitivas ni contenidos a enseñar. Más aún, ante la indefinición de contenidos, la educación ciudadana promueve la participación estudiantil, no como se la ha entendido hasta ahora sino llegando “hasta la toma de decisiones con respecto al qué se aprende y cómo se aprende”. Es decir, serán los estudiantes en cada sala de clase quienes definirán los contenidos de su educación ciudadana. ¡Vaya participación!
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Crítica a un liberalismo versión Walt-Disney
La discusión en nuestro medio sobre el liberalismo, en no pocos defensores y detractores, posee una particularidad: se hace desde la sátira. Análogamente se puede indicar que alguien como Henry Boys es una versión de “villano” de Walt-Disney tanto de un intelectual como de un conservador, por eso nadie medianamente serio va criticar al conservadurismo asumiendo al niño-Boys como paradigma de sus supuestos y significado histórico; es una caricatura de poca monta. En el caso el caso del liberalismo, aunque nunca en extremos tan patéticos, tanto en muchos de sus apologetas como de sus críticos , ocurre un fenómeno similar, no pocas veces se confunde (sin más) con “neo-liberalismo”, se ataca su alcance histórico recurriendo a versiones academicistas del mismo e inclusive, no rara vez, con análisis de los mismos autores que se citan como fuentes, equivocadas, desfiguradas por el desconocimiento o pobretonas. En algunos casos es muy entendibles (y excusable): Son errores propios de excesiva juventud o simple falta de experiencia investigativa y poca madurez en el análisis, propio de individuos que aún se encuentran doctorándose, vale decir, están en plena formación.
Pero ha sido sorpresivo el que ese error provenga de alguien como Hugo Herrera. No solo es un meritorio intelectual público sino que además un reconocido académico, sin lugar a duda. El problema no es criticar el liberalismo (como lo ha demostrado el republicanismo) sino los argumentos que se entregan.
Herrera en una columna reciente (La Segunda, La Aporía del Liberalismo, 14-03-17) indica que “el liberalismo estricto, en cambio, con su énfasis en la libertad individual, si ha de ser consistente con él, debe, en definitiva, renunciar a esa dimensión humana colectiva y su plenitud específica”. Rematará indicando que la “intensidad política” sería incompatible con un verdadero liberalismo (el aumento de uno implicaría la disminución del otro). Por eso, a juicio de Herrera, una política liberal consecuente debería ser “algo así como la limitación de lo político”. Eso explicaría la incapacidad liberal de organizarse políticamente.
Lo primero, es que asaltan, a simple vista, dudas sobre la aseveración histórica como un absoluto “los liberales son incapaces de organizarse políticamente”: Si no se distinguen períodos históricos (Gran Bretaña siglo XIX, la Francia de Giscard, etc) y distintas realidades (Canadá, Australia, Japón, Dinamarca, Holanda, Bélgica, todos ejemplos de los contrario) sin matices, es una aseveración temeraria.Sobre el razonamiento, pasa algo similar, por ejemplo: ¿De dónde deduce Herrera que lo “estructuralmente común” implica la imposibilidad de la “individualidad” (o viceversa)? De ser así, significaría que en lo “estructuralmente común” no existe autonomía de quienes participan. Es la autonomía ( no el “el fragor de las inclinaciones”) la base de la individualidad; por tanto, de estar en lo correcto Herrera, en lo “estructuralmente común” no podría existir deliberación, esta última, supone individuos autónomos que se reconocen como iguales. Suponer la posibilidad de deliberación sin individualidad (autonomía) es sostener una extravagancia lógica del tipo “toda deliberación es posible, si y sólo si, los agentes no son autónomos”.
Sigamos. Hay aseveraciones que no es posible determinar su derivación. Unos botones de muestra: Cuál sería la exigencia lógica para que solo en lo “estructuralmente común” sean posibles vivencias como “solidaridad en momentos de catástrofe” o “emoción en momentos cruciales de nuestro destino” (sic): ¿Acaso la simpatía por la tragedia de otros o la alegría por el éxito ajeno, no son experiencias personales e individuales? Se puede suponer que el argumento de Herrera, para hacerse sostenible, asume que la idea de “individualidad del liberalismo” excluye toda experiencia común con y de los otros. Esto último es falso teórica e históricamente. Por eso, inclusive, se equivoca sobre la aporía del liberalismo, la cual es: no ha sido un movimiento de masas pero es hegemónico.
El origen del error es doble: reducir la idea liberal de individualidad a una suerte de “individuos hobbesianos en estado de naturaleza”. Si fuera así, autores como Judith Shklar, George Kateb o el mismo J.S. Mill, no serían liberales, entonces: ¿Qué serían? Si hasta un liberal hobbesiano como Richard Flathman no acepta como válidas las consecuencias que Herrera obtiene de una antropología de ese tipo. Luego, y muy relevante, desatender la naturaleza ideológica (que no necesariamente corresponde a la del academicismo) del liberalismo. En su beneficio, se puede señalar que es una confusión no extraña, que afecta también a defensores del liberalismo: Creer que leyendo a alguien como Rawls se podría tener un debido acercamiento a la forma que tomó el liberalismo histórico en movimientos, partidos y prensa de batalla. Eso lleva a desconocer en el análisis la acción política del liberalismo.
Efectivamente, la versión rawlsiana de liberalismo puede ser acusada de utopismo (Skinner) o de defender una normatividad abstracta desanclada de la praxis política (Freeden), por eso mismo, no es de extrañar que no sea la base de programa político alguno y su éxito se concentre en conferencias, publicaciones académicas y tesis de grados. Es parte de la industria de las universidades de la Ivy League y de las que buscan similar aceptación.
Ese análisis sin consideración del liberalismo y su acción histórica lleva a la equivocada conclusión que es ‘apolítico’. Si la naturaleza de lo político es como indica Maquiavelo, el conflicto, en ese caso, el liberalismo ha sido fuertemente político por ser agonal. En principio, lo que la historia no has mostrado, son ‘liberalismOS’ que han pugnado en distintas etapas entre sí y contra otros. Desde el liberalismo clásico con fuerte énfasis en las libertades y derechos individuales como fuentes emancipadoras contra sociedades organicistas y jerárquicas, posteriormente el social-liberalismo (por ejemplo el New liberalism británico de fines del siglo XIX) donde alguien como Hobhouse defenderá que todo liberal se relaciona con otros entendiéndolos como compañeros, de donde se seguiría que la injusticia social, incluida la pobreza, no son problemas del “mercado” sino tareas de la política; por eso el estado no debería desentenderse de ellos. Es muy clarificador al respecto su panfleto “Liberalism” (Hobhouse, 1911). ¿No es la crítica al imperialismo de autores como Hobson informada por este tipo de liberalismo? ¿Son Hobhouse y Hobson defensores de la apoliticidad o de un individualismo que ‘niega al otro’? De igual forma, la historia de un medio de comunicación liberal norteamericano, central en la historia del liberalismo de ese país, como The Nation, justamente, es una muestra de negación de la indiferencia “por los otros” que indica Herrera como característico del liberalismo. Por el contrario, una marca registrada de él ha sido la lucha de los derechos civiles, la igualdad de género y la defensa de minorías sexuales y étnicas. Por cierto, si se considera al ‘neoliberalismo’ como una forma de ‘liberalismo’ y no de conservadurismo-reaccionario, en ese caso, pertenecería a una familia distinta a las anteriores (con las cuales se relacionaría como ‘un enemigo’) donde el resguardo y expansión de la lógica del mercado sería lo central.
La idea de que el ‘I am free’ de los liberales es un grito en favor de individuos atomizados y hedonistas, no resiste la prueba de la historia de los activistas, prensa, movimientos y partidos, que han defendido justamente ese ‘I am free’ como el levantamiento para visibilizar intereses de otros, para transformarlos en igual derecho para todos.
Schmitt, con la brillantez que lo caracterizaba, presentó una imagen del liberalismo como una fuerza apolítica. Lo anterior, no por no ver lo evidentemente ‘político y agonal’ de los movimientos liberales históricos, sino para defender una idea de comunidad identitaria, donde la vida política plena era inseparable del rol activo de sus miembros, para así lograr su propia comprensión como ‘amigos’ respecto de otros que serían sus ‘enemigos’. Sí, esa forma de entender lo ‘político’ no es liberal (tampoco republicana), es la negación de todo cosmopolitismo posible y debe ser combatida por quienes defienden alguna suerte de liberalismo entroncado con un individualismo democrático.
Eso mismo, ser un defensor de la libertad de otros y sus derechos, es lo que ha transformado al liberalismo en una fuerza hegemónica, a un nivel tal, que ‘valores democráticos’, ‘mundo moderno’ y ‘estado de derecho’ son inseparables de su propio desarrollo. Si hasta los conservadores han tenido que mimetizarse con sus valores, a veces arrodillándose con serena humildad, para tener aceptabilidad.
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Reforma Curricular 3º y 4º medios: avance en calidad
La reciente reforma curricular de 3º y 4º medio propuesta por Mineduc tiene el potencial de ofrecer a los jóvenes una formación de calidad que los habilita mejor para la sociedad global, tecnológica y multicultural en la que les tocará desenvolverse en su vida adulta.
La propuesta del gobierno incluye un apretado itinerario de validación institucional que si bien imperativo, requiere esfuerzos mayores de coordinación por parte del Ejecutivo que eviten que la propuesta quede estancada como otros de sus proyectos educacionales. La propuesta curricular acierta en asuntos que requerían abordarse con urgencia para mejorar la calidad educacional. Propone una base formativa común en las tres modalidades de enseñanza, añadiendo equidad curricular para los estudiantes técnico-profesionales que accederán a contenidos que estaban ausentes de su formación general, al tiempo que propone un plan común mediante objetivos de aprendizaje nucleares descomprimiendo el abultado currículum actual.
Incluye dos propuestas inéditas y de alta relevancia: asignaturas elegibles y un curso de proyectos. La primera consiste en la incorporación de flexibilidad en el plan de estudios para que los estudiantes elijan tres asignaturas de profundización contando con alrededor de una veintena de opciones como programación computacional, estética, argumentación, probabilidades o ciencias de la salud. Hasta ahora los estudiantes podían elegir en el caso de la modalidad Humanista-Científica tracks diferenciados entre una u otra, pero no podían explorar áreas específicas de su interés.
Ello otorgará protagonismo a los estudiantes, posibilidades de gestionar sus trayectorias formativas y ensayar su futuro, siendo una actividad formativa en sí misma. Al respecto, CEPPE-UC desarrolló durante 2016 estudios sobre el significado de la Calidad de la Educación en estudiantes de enseñanza media de diferentes estratos socioeconómicos y tipos de establecimientos. Un hallazgo llamativo fue la crítica existente entre los estudiantes sobre la inflexibilidad del currículum para explorar sus intereses. Se encontró que los estudiantes secundarios experimentan un currículum rígido que limita el despliegue de su autonomía progresiva, que en el nivel de educación media en particular, se expresaría en la oportunidad para que tomen decisiones sobre su formación, tal como deberán hacerlo en su vida académica post-secundaria, en tiempos de acceso masivo a la educación superior. Hasta hoy, en términos de flexibilidad para que los estudiantes incidan en su formación, la educación media es casi equivalente a la educación básica, donde el plan de estudios está predeterminado desconociendo el momento etario de los estudiantes secundarios.
También identificamos críticas de los estudiantes a prácticas de enseñanza centradas en el control, prescripción y escasas oportunidades para que los estudiantes produzcan, exploren, investiguen por sí mismos en base a objetivos de aprendizaje definidos y guiados por sus profesores. Al respecto, la propuesta de una asignatura de ‘proyectos’ responde a las demandas que la sociedad hace hoy a la educación, en un mundo que requiere respuestas, creatividad e innovación frente a problemas cotidianos y globales cada vez más impredecibles como los conflictos culturales o desastres ecológicos. Ante ese escenario futuro, una educación estandarizada y basada en la transmisión de contenidos testeables como la actual contribuye poco a la formación de las nuevas generaciones.
La propuesta comienza ahora un ciclo de validación que incluye una consulta on-line a las comunidades escolares y expertos, mesas de discusión con especialistas, todo lo cual será insumo para fortalecer la propuesta que enseguida será discutida por el CNED. Este itinerario es fundamental y responde al estándar contemporáneo del diseño de políticas públicas que sugiere co-construir las iniciativas a nivel local, pero una gestión técnico-política deficiente del proceso podría diluir la aprobación de una reforma urgente para nuestra educación. La capacidad de gobierno para materializar esta iniciativa está en juego. Colaborar con el perfeccionamiento y aprobación de esta propuesta es una tarea de todos los sectores.
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El aporte de la tecnología en el sector minero
Educación, transporte, agricultura, retail, comunicaciones, son algunas de las áreas donde vemos la irrupción de la tecnología de forma más común. Sin embargo, hay industrias que se han visto totalmente beneficiadas por las TI. Es el caso de la minería.
Chile se ha destacado desde principios de S.XX hasta hoy, por su capacidad de exportación de materias primas, como el cobre y ahora último el litio. Pero, ¿qué sería de este boom de comercialización de minerales sin un apoyo continuo de las tecnologías?
La tecnología, desde siempre, ha dado importantes innovaciones y avances en soluciones para el sector de la minería, ayudando a optimizar procesos productivos en pro de la eficiencia, competitividad y agilización en las faenas de extracción de materiales, por ejemplo, mediante camiones automatizados que pueden desplazarse sin la necesidad de tener un conductor al volante.
De hecho, según estimaciones de la Comisión Chilena del Cobre y el Ministerio de Minería, durante los próximos 20 años en nuestro país se invertirán aproximadamente US100.000 millones en la compra de nuevas maquinarias y sistemas que reduzcan tiempo y agilicen procesos y es aquí cuando las TI tienen un desafío importante ya que ésta debe alinearse con el negocio para generar mejoras productivas, recopilar datos y aumentar la rentabilidad de las inversiones. Últimamente una de las tecnologías adoptadas por esta industria es la del Big Data.
La minería es una de las áreas de la economía chilena donde más se pueden recoger datos, puesto que la cantidad de sensores interconectados pueden entregar cientos de infinitas posibilidades de información, la que se puede aprovechar para la disminución de costos, potenciar los procesos y otras labores, ya que contar con una gran cantidad de información, analizada y procesada en tiempo real, puede marcar importantes diferencias en las faenas.
No cabe duda que las TI son las que proporcionan, dentro de esta área de producción, una perspectiva general de la gestión del conocimiento, facilitando la comunicación entre sistemas y subsistemas, mejorando el control y automatización de procesos que son cada vez más complejos. En base a esto, la tecnología puede aportar con las operaciones mismas de la faena, haciendo que el proceso minero se haga más continuo y fluido.
Sabemos que los principales desafíos en la industria minera son el potencial la competitividad, aumentar la seguridad y tener una mayor automatización de procesos. Para ello, las TI en la minería son importantes. El futuro depende de un mayor conocimiento de las diversas áreas de negocio, ya sea producción, transporte, finanzas, etcétera y, por medio de la tecnología, las diversas industrias, sobre todo la minera, podrán aumentar de forma progresiva su productividad.
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March 20, 2017
Voltereta
ES COMÚN que la política acepte sus fracasos solo después de la derrota. Entonces, si es seria, emprende el análisis descarnado de su actuar. Sin embargo, algunos con más sentido de oportunidad que ánimo analítico, prefieran intentar el camino de salvarse a sí mismos tomando rápida distancia de la obra que es también propia, sin esperar concluir cuáles fueron las causas del fracaso y cuáles los caminos para superarlo. Así las cosas, esta segunda opción inevitablemente contendrá en su seno el mismo sello del fracaso del que se prefiere huir, antes que enfrentar.
Es lo hecho por el senador Guillier los últimos días. Él, senador incondicional a los proyectos de gobierno, de quien se desconocen indicaciones relevantes para corregir los proyectos de reformas o declaraciones críticas durante su trámite, hizo un descubrimiento -no muy novedoso, a decir verdad – en su proceso de “escuchar a la gente”: existe un abrumador rechazo al gobierno, a la Nueva Mayoría y a su obra, por más que se trate de una ciudadanía con predominio cultural de centroizquierda.
Entonces trocó su incondicionalidad en huida precipitada. Con abundancia de invocaciones vagas a sentires ciudadanos y escasez en propuestas correctoras, criticó la reforma educacional por no haber cambiado nada, afirmó que cundía la parálisis en el gobierno, acusó a la Presidenta de haber impuesto cambios “desde arriba” sin escuchar a la gente, planteó que la marca Nueva Mayoría había que cambiarla porque no se vendía bien. No es poco decir para un senador oficialista; el más involucrado de todos los precandidatos presidenciales en la obra de este gobierno. Por si faltara algo, hizo guiños a los del Frente Amplio mostrando que comparte muchas de sus críticas a la coalición gobernante y argumentando que el enemigo era “la derecha”. Su mente estaba absorta en la segunda vuelta e indiferente al hecho que dicho Frente es el principal rival electoral de la izquierda de su coalición.
Pero no paró allí. Se puso respondón con el ministro del Interior que salió a contradecirlo. Reflejó así que su toma de distancia del gobierno, de la Nueva Mayoría y de su obra, es una decisión, no un traspiés.
No puedo descalificar a los críticos del gobierno. Lo he sido. Pero desde el inicio, a diferencia del senador, coautor responsable, desde las más altas investiduras políticas, de lo que ahora critica, denuncia y toma distancia. Y tampoco me postulo como candidato presidencial de la Nueva Mayoría.
Recién en diciembre pasado el senador se había declarado candidato de “continuidad” con el gobierno de Michelle Bachelet. Ahora dejó a sus competidores ese sello que se le hizo incómodo. Quizás la costumbre de renegar de su pasado, como ocurrió con la Concertación, queda así inaugurada entre figuras de la Nueva Mayoría.
Cuando los candidatos mejor posicionados de la coalición gobernante deben hacerse opositores para mejorar sus expectativas, quiere decir que llegó el tiempo de pensar no solo en un abanderado, sino en una nueva centroizquierda capaz de dar buena gobernabilidad a Chile.
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Guillier sin brújula
EN LOS últimos cuatro meses el candidato presidencial del PR, Alejandro Guillier, ha sufrido una verdadera metamorfosis. Cuando se adentraba en la carrera presidencial, en diciembre, planteaba que el próximo programa de gobierno -pensando ya en el suyo- debía ser “una continuidad del actual” programa y planteaba profundizar las reformas de Bachelet. Ello, coherente con su trayectoria como senador, en que ha aprobado todos los proyectos de la actual administración. Cuando fue proclamado, volvió a apoyar con decisión al gobierno cuando señaló: “El camino de reformas que abrió la Presidenta no solo marcará su gobierno sino que cambió la agenda del debate público. Ese será su legado”.
Hoy vemos en el senador un giro copernicano… Aunque luego intente retractarse. Con una dura y lapidaria crítica al gobierno y al propio programa de la Presidenta, el mismo que hace tan solo cuatro meses quería continuar y profundizar, afirma que Bachelet miró el país “desde arriba”, que las reformas “no le llegan” a la gente, que la educacional no ha cambiado en nada la vida de los colegios, que el país “se está quedando atrás” y está “paralizado”.
Todo lo anterior es verdad, pero la pregunta es ¿qué le pasó a Guillier? Lo peor que le puede ocurrir a alguien que aspira a conducir, y nada menos que a un país entero, es no tener brújula o perderla. Si el conductor no tiene brújula, es imposible llegar a cualquier puerto, da lo mismo si el país se mira desde “arriba” o desde “abajo”, así no se llega a ningún destino.
Este es un tema crucial para un país como Chile, que necesita con urgencia un buen gobierno, con un norte claro y un timón firme. Nuestro país necesita recuperar la senda del crecimiento y enfrentar los temas de fondo que urgen a la ciudadanía: salud, educación, seguridad, pensiones, tercera edad, infancia. De eso, hasta ahora no hemos visto nada y es el propio oficialismo el que comienza a incomodarse con el abanderado radical. No solo le enrostran falta de lealtad por sus críticas, también lo apremian para que diga hacia dónde conduciría el país que él encuentra paralizado. Y miran con preocupación sus silencios y ausencias y las dilaciones de su programa y equipo de gobierno.
Es claro lo que está detrás de la arremetida de Guillier contra el gobierno: su evidente preocupación por el estancamiento que está teniendo en las encuestas, donde va topando techo y pierde su capacidad de crecer. Él sabe que en los sondeos está su único capital político frente a la NM y siente que éste se deteriora inevitablemente. Parece que ha optado por el peor de los caminos, ir cambiando permanentemente de lugar buscando donde puede calentar algo más el sol. Ya se dará cuenta que ello no solo confunde a la gente sino que el problema real es que en toda la NM está nublado y empezando a llover. ¿Qué hará en ese momento?
Hoy la ciudadanía es cada vez más exigente. Para ganarse su confianza hay que tener una sola línea y propuestas sólidas para que el país pueda cambiar el rumbo. Se requiere de un capitán que mantenga el timón firme, que conozca la ruta y sepa llegar a un buen puerto… ¡Y que no pierda la brújula!
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El mes de la ciudad
TUVE LA suerte de tomar un café con un amigo que regresaba luego de hacer un master en Arquitectura del Paisaje en Harvard y trabajar en una empresa de estudios territoriales estratégicos en Estados Unidos. Entre las muchas cosas que conversamos, lo más destacado fue su visión de los cambios vividos por Santiago en estos cuatro años.
Oriundo de Iquique y buen conocedor de la realidad de nuestras ciudades, mi amigo comentó cómo pese a todos los problemas de transporte, seguridad, segregación y riesgo, se advertía un nuevo aire en la capital. Que se manifestaba en la cantidad de gente movilizándose en bicicleta -y la cultura cívica que ello conlleva-, el uso masivo de nuevos parques como Juan Pablo II en Bajos de Mena o Renato Poblete en Quinta Normal, las nuevas plazas de bolsillo, así como una mayor conciencia del valor del espacio colectivo, la buena arquitectura y calidad de nuestra infraestructura.
No es casual que su diagnóstico optimista de la vida urbana de Santiago haya coincidido justo en marzo, cuando la ciudad retoma su fulgor e intensidad gozando aún del clima veraniego, y donde la Intendencia Metropolitana ha organizado una serie de actividades en el marco del denominado “mes de la ciudad” para poner en relevancia y reconocer los valores presentes en nuestra capital.
Dentro de las actividades del mes de la ciudad, destacan hoy la entrega al Premio Ciudad en el Museo Benjamín Vicuña Mackenna, el Foro de Agua y Cambio Climático a efectuarse en el GAM este miércoles 22, el proyecto piloto de caminabilidad y urbanismo Táctico en Portugal con Alameda el jueves 23, y muy especialmente la celebración este fin de semana recién pasado del primer “Oh! Santiago”, versión local del Festival Open House, donde más de 70 edificios y espacios de valor arquitectónico, urbano, social y medioambiental abren sus puertas para que los ciudadanos puedan conocerlos por dentro, guiados por sus autores, habitantes o gestores. La belleza de “Oh! Santiago” radica en la diversidad y distribución espacial de los destinos, muchos de ellos de difícil acceso para el público en general, y que van desde el condominio Antumalal en Renca -obra del premiado arquitecto Alejandro Aravena y Elemental-, la Planta de Tratamiento de Aguas de la Farfana en Maipú, las obras de la nueva línea 6 de Metro, pasando por el edifico Transoceánica en Vitacura o la Dirección de Gestión Ambiental de la Pintana, por destacar algunos.
Todas estas iniciativas y foros dan cuenta de que la riqueza urbana de ciudades como Santiago no coincide con su distribución socioeconómica, de la importancia de conocer y reconocer sus virtudes, así como enfrentar sus carencias. El cierre de este mes de la ciudad será el martes 28 con el seminario internacional “Por un Santiago Humano y Resiliente”, en que se presentará la Estrategia de Resiliencia Metropolitana, y se discutirán los desafíos para tener un Santiago más conectado, verde y sostenible, más preparado y seguro. Es de esperar que iniciativas como éstas permitan no solo conocer más las virtudes y desafíos de nuestra capital, sino también -al igual que mi amigo-, nos muevan a celebrar e involucrarnos para mejorar nuestra calidad de vida y compartir la ciudad que merecemos.
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La expectativa de privacidad en Facebook
La semana pasada la Corte Suprema sorprendió y aceptó como pruebas lícitas las fotos publicadas en la red social Facebook de tres personas que fueron condenadas a penas de 13 y 15 años de cárcel, por una serie de robos con intimidación en locales de Santiago, sin dar cabida a la petición de sus abogados que según alegaron, se usaron ‘pruebas ilícitas’ en el juicio.
Estas pruebas comprendían las fotografías de las caras y vestimentas de los inculpados extraídas desde sus perfiles públicos de Facebook, las cuales se usaron para compararlas con las grabaciones de las cámaras de seguridad y las declaraciones de las víctimas.
En este contexto, es que resulta relevante indagar y conocer la normativa vigente con respecto al uso de la tecnología y en este caso las redes sociales, en cuanto a investigaciones y procesos judiciales. ¿Hasta qué punto se considera que una red social es privada? ¿Hasta dónde llega la intimidad de un ciudadano?
La expectativa de privacidad e intimidad de cualquier ciudadano se fundamenta principalmente en la importancia de controlar ciertas esferas de su vida ajenas a la intromisión de terceros, de tal manera que éste pueda desarrollar libre y dignamente su personalidad.
Dentro de nuestro ordenamiento, el derecho a la vida privada está reconocido en nuestra Constitución en su artículo 19 Nsº 4 y 5, en la Ley sobre protección de la vida privada y en diversos pactos internacionales suscritos y ratificados por Chile.
Sin perjuicio de lo anterior, tal y como ocurrió en el reciente fallo emitido por la Corte Suprema (Rol N° 3-17 de fecha 27/02/2017), en donde se aceptan como medios probatorios fotos de “Facebook” obtenidas por la policía para incriminar a imputados, daría cuenta que la vida privada tiene limitaciones vinculadas a los avances de la tecnología y globalización, los cuales traen aparejados nuevos riesgos asociados a la interconectividad y simultaneidad que toman las personas con el objeto de acceder y participar con otros individuos.
En dicho sentido, la sentencia aludida establece a grandes rasgos que la red social de comunicación “Facebook” es una plataforma donde los usuarios plasman voluntariamente datos personales e información que por regla general debiesen tener el carácter de privadas, mas su publicación sin restricciones “equivale a aquel puesto en un blog o en un aviso de venta efectuado a través de un sitio web, donde el usuario acepta que lo publicado pueda ser conocido por cualquiera que tenga acceso a internet” (considerando 4°).
De esta forma, nuestro máximo tribunal estaría señalando que la expectativa de privacidad del usuario será mayor en aquellos casos donde opte por configurar un perfil que obstaculice al máximo la intromisión pública, pues se trata de una acción de resguardo exigible a toda persona que desee perseverar en su intimidad a “ser dejado solo”.
Fue así que nuestros jueces, aplicando los usos y costumbres de la denominada “Sociedad de la Información”, han entendido en palabras simples que las personas no pueden pretender legalmente proteger su intimidad sobre los datos que ofrecen voluntariamente a terceros, siendo todo lo publicado un símil a una carta abierta que creemos que viene cerrada, mas no existe un sobre que proteja la información contenida dicha misiva.
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March 19, 2017
Voces de poetas, filósofos, ministros, candidatos, etc….
Vivimos tiempos similares a cuando Dios dijo “Fiat Lux”. Hoy, casi como entonces, todo empieza con las palabras. Declaraciones, anuncios, programas, proclamas, epítetos y necedades están a la orden del día. No todas provienen de bocas políticamente ilustres y/o conocidas. Un caballero de nombre Miguel Vicuña a quien alguna prensa identifica como poeta y filósofo ha decretado que Chile está en condición “miserable y desintegrada”. Eso, dice, le provoca “cólera”. El ministro Fernández, por su parte, anuncia que “no trabaja bajo presión” refiriéndose a las injustas e inapropiadas quejas de camioneros a los que sólo acaban de quemarles 19 vehículos. Eyzaguirre, por su lado, nos advierte cuánto coraje es preciso tener para empujar las reformas. Guillier, siempre afable y cazurro, habla de humorismo refiriéndose no al contador de chistes que se inscribió en las filas del PC, sino a la relación entre dinero y política, situación en la que él jamás ha caído. Quien jamás haya sido parte de una consultoría que arroje la primera piedra.
El aserto más novedoso de todos es el de Vicuña. Su tono apocalíptico ofrece una señal en verso de lo que normalmente sólo se entrega en mala prosa, a saber, el tremendismo pesimista de algunos y el gigantismo mesiánico de otros, sentimientos extravagantes que por igual han hecho presa de la nación. Los mesiánicos creen vislumbrar un glorioso fin de los tiempos a la vuelta de la esquina, el siempre anunciado y postergado advenimiento del Mesías que anhelan las izquierdas más jóvenes, mientras los pesimistas son simplemente personas muy escépticas. Es el caso de Vicuña y ciertamente de Vuestro Servidor, quienes ni profetizan ni anuncian ni promueven nada, sino sólo dan salida a una repulsa visceral por el modo como se está viviendo en esta sociedad de masas cuyo nivel de chantería intelectual habría asombrado incluso a Ortega y Gasset.
Vicuña, cuya afiliación política ignoramos, tal vez rechaza el actual modo de vida por ser capitalista o por ser consumista o por ser “heteropatriarcal capitalista” como descubrieron algunas damas o porque en los tibios años de la Concertación se tramó y ejecutó, nos informan, una horrible traición, pero encaje o no en cualquiera de esos casos al menos entregó una versión crítica de la realidad muy superior en vuelo lírico o siquiera en brevedad al monumento a la lata perpetrado en la forma del programa de gobierno y al cual hacen compañía, a guisa de anexos, una inmensidad de ensayos y libros evacuados desde la comunidad de los académicos e intelectuales del sector ansiosos de acceder a cargos de prosapia y/o tickets de ida para nuevos posgrados, cosa imprescindible porque en estos tiempos competitivos y pretenciosos se vive una carrera armamentista de títulos. Sin un doctorado, hoy en las universidades no se puede trabajar ni sirviendo café en el casino.
La edad, primera parte
El malestar de Vicuña no está lejos del de este columnista, quien comparte su rechazo aunque no su explicación y menos solución. Lo que de seguro nos acerca a tantos igualmente a disgusto con el presente es el pasado. Quienes sobrepasamos la “barrera psicológica” de los 50 y hasta de los 60 -ni hablar de los de 70 para arriba- no tenemos mucho apego a la clase de mundo que se erige a nuestro alrededor, pero no tanto porque sea picante y vulgar, lo cual es en grado extremo, como porque difiere radicalmente de aquel cuándo y dónde nos criamos. Asumo que Vicuña tuvo la misma experiencia nuestra de un Chile inocente, diáfano, sencillo y mucho menos declamatorio, inauténtico y agresivo aunque también mucho más pobre, sucio e injusto, cosa que los niños de entonces ni veían ni les importaba un comino. Odioso es decirlo, pero para los ciudadanos que militamos en la tercera edad gran parte de lo que se desploma NO ES Chile, sino NUESTRO Chile.
La edad, segunda parte
A otros ciudadanos el paso de los años los ha afectado de distinto y hasta opuesto modo. Les sobrevino una conmovedora segunda infancia política. Uno de los casos más notorios es el del ministro del Interior, señor Fernández, hombre irritable, cascarrabias, inclinado a ofuscarse y amigo de peregrinas salidas verbales; aun así y dentro de su crepúsculo político y biológico parece haber descubierto una nueva Revelación encarnada en su jefa, epifanía que en su resplandor lo ha cegado al punto de creer que su ministerio sólo puede manejarse, declaró, si no hay presiones. Fernández cree entonces que el país no requiere un Ministerio del Interior después de todo. En medio de la humareda que consumió 19 camiones para ira y exasperación del gremio y de toda la población de la zona a Fernández hubo que amenazarlo con una acción más decisiva -el viejo fantasma de 1972- para que se decidiera NO a poner remedio, ¿cómo podría?, sino a darse una vuelta por la comarca. Tal vez si va -ahora le dicen que no se moleste- tenga suerte y atrape a los ladrones de madera que según la Presidenta causan estos desafueros. Ni en esto ni en nada Fernández parece percatarse de cómo se desploma el mínimo de orden público que es el basamento de toda sociedad. Como los demás, sólo abre la boca, pero no hay que molestarlo con presiones.
La edad, tercera parte…
Hay casos menos extremos en años aunque igualmente excesivos en ilusiones, distorsiones, fantasías políticas y en soltar frases al voleo. Nicolás Eyzaguirre es uno de ellos. Representa un segmento de la NM más joven que Fernández y quizás más ilustrado o siquiera más empapelado con títulos y posgrados. Eyzaguirre, como muchos otros con su perfil, cree fervientemente, según lo ha dicho en reciente entrevista, que los estropicios acompañan necesariamente las revoluciones o transformaciones “profundas”, de lo cual parece inducir, a lomos de una lamentable falacia, de que puesto que hay abundantes estropicios hay también importantes transformaciones, a lo cual se agrega una segunda falacia, a saber, la de que son estupendas transformaciones. “Es el precio que debe pagarse”, dice, como suelen decir todos los feligreses. Nicolás habló además del “coraje” necesario para emprender tan magna tarea. También como otros ha espetado que “por ningún motivo hay que entregarle el gobierno a la derecha”. Para eso se juramentan y están dispuestos a primarias o primeras vueltas o arreglos entre cuatro paredes o la coronación del más popular en las encuestas; todo vale cuando hay una convicción inamovible. Es la fe del carbonero en el Gran Principio de continuar en el poder.
Es, aquel, un discurso que forma parte de una sociología más cercana a un libreto de Hollywood que a una teoría científica. Basados en ella y con esa pegajosa porfía de los clichés y las malas ideas todos estos locuaces abogados defensores de la calamidad reciclan la teoría de la “explosión social”. Simplificándola y traduciéndola para uso de grandes y chicos, lo que la teoría nos advierte es que de no haber continuidad del gran proceso de transformaciones profundas los actuales incumbentes van a perder sus pegas. Eso sería al menos una enorme implosión.
Otra cohorte, otra voz…
Activa en política y entre los extremos de la primera y tercera edad se encuentra gente en su cuarentena, sector en el cual a veces surgen voces más sensatas. Los miembros de esa cohorte demográfica se han librado ya de las fantasías adolescentes y aún no sufren la patética bobería, propia de los ancianos, con sus nietos ideológicos. Uno es Felipe Harboe, quien hace unos días se lamentó de cómo arrastraron al PPD por el tobogán del izquierdismo a la Quintana y a las eufemísticamente llamadas “malas prácticas”. En su afán porque impere la razón se obstina en apoyar a Lagos y para esos efectos se reinscribió en el PPD. Es de dudarse que su conducta sea mucho más que un gesto de buena crianza porque hace rato la razón desapareció del escenario. Es la primera víctima de estos lapsos históricos. Si acaso hubo una vez que se gritaba “¡el que no salta es momio!”, ahora la frase es “¡somos hijos del Che y de Chávez!”. Cuidado, Felipe, que lo van a funar.
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Un príncipe nuevo
“La Presidenta miró a Chile desde arriba”. La frase, pronunciada por Alejandro Guillier en Valparaíso, es llamativa por varias razones. Por de pronto, sorprende el modo en que el candidato radical se desmarca del que ha sido su propio gobierno, y cuyos proyectos ha apoyado. Aunque sus motivos electorales son evidentes -después de todo, esta administración bate records de impopularidad-, hay algo que los políticos no deberían perder de vista (y Guillier, por más que le pese, es uno de ellos). Uno de los motivos que explican el bajísimo prestigio de los partidos y de la clase dirigente es precisamente su falta de coherencia. Un futbolista podía decir que no estaba de acuerdo consigo mismo, pero la cuestión es más delicada para quien aspira a presidir Chile. El largo camino para reconstruir la credibilidad de los hombres públicos -indispensable para gobernar un país cada vez más complejo- pasa por asumir las responsabilidades.
De más está decir que la acusación debe haber sido especialmente dolorosa para la Mandataria, pues ataca el núcleo más íntimo de su legitimidad: su perfil cercano y horizontal que, hasta muy poco tiempo atrás, ni sus más enconados críticos se atrevían a cuestionar. Que un candidato oficialista esté dispuesto a poner en duda ese núcleo, al sugerir que su cercanía es mera apariencia, prueba bien que la Mandataria ha perdido todo control sobre lo que se avecina. Y es también un muy buen síntoma de la prodigiosa desorientación que reina al interior de la Nueva Mayoría.
Con todo, la frase tiene otro aspecto relevante. Si Guillier acusa a la Mandataria de verticalidad, es porque busca abrir su camino: él quiere encarnar aquella horizontalidad que en Michelle Bachelet se reveló falsa. Guillier, el hombre de hablar cansino, que conoce como nadie a las audiencias y cuyas frases suelen ser tan vacías como meticulosamente construidas, sería el elegido para entregarnos aquello que la Mandataria, a fin de cuentas, no pudo ni supo ofrecer. Resulta curioso cómo los políticos llevan años persiguiendo esa quimera -basta pensar que ya el primer gobierno de Bachelet se nos vendió como “ciudadano”-, sin percatarse cuán profundamente los afecta en su legitimidad y capacidad política. ¿Para qué diablos querríamos políticos horizontales, que no creen en su propia misión?
En la dedicatoria del Príncipe, Maquiavelo intenta convencer a Lorenzo de Medicis que la lectura de su libro es útil para un gobernante. Para lograrlo, ocupa la siguiente figura: yo, dice sutilmente el secretario florentino, poseo una perspectiva que usted no tiene ni puede tener, pues miro desde abajo aquello que usted solo puede mirar desde arriba. Se trata de un momento inaugural en la política moderna: de allí en adelante, muchos gobernantes vivirán obsesionados por deshacerse de la condena implícita en la dedicatoria del Príncipe. Maquiavelo era consciente de que dicha aspiración es un espejismo, pues el poder político siempre implica alguna jerarquía; pero también sabía cuán útil resulta un espejismo bien manipulado. La pregunta es, desde luego, cuán consciente es Alejandro Guillier de esta dimensión: si acaso es víctima de la ilusión, o si -cual prestidigitador maquiavélico- nos quiere hacer caer en ella.
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