Álvaro Bisama's Blog, page 155

June 12, 2017

Trump y París: oportunidad para cambiar el enfoque

HORAS ANTES  de que Donald Trump anunciara que Estados Unidos abandonaría el tratado de reducción de emisiones de carbono firmado en París, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se sumó a Twitter para declarar que la acción climática es “imparable”. El mensaje claro, reforzado por los líderes de la UE y China, es que el resto del mundo continuará con el Tratado de París sin la participación de los Estados Unidos. Su resolución rápidamente se topará con tres verdades incontrovertibles.


Primero, el Tratado de París será el acuerdo mundial más caro de la historia. Reducir las emisiones sin tener sustitutos accesibles y eficaces para el combustible fósil significa una energía más costosa y un menor crecimiento económico. Los cálculos estimados utilizando los mejores modelos económicos revisados por pares muestran que el precio global de todas las promesas del Tratado llegaría a US$1- US$2 billones al año, a partir de 2030. Sin la participación de EE.UU., el resto del mundo debe desembolsar entre US$800.000 millones y US$1.6 billones anuales. El tratado también depende de la entrega de 100 mil millones de dólares al año en “ayuda climática” a los países en desarrollo a partir de 2020, una promesa que vino originalmente de los EE.UU.


Estos enormes costos han puesto en peligro el Tratado desde su firma. No es difícil imaginar a otros líderes que se resistan al crecimiento más lento, o a naciones ricas que renuncien a la ayuda prometida.


En segundo lugar, el acuerdo siempre iba a tener un pequeño impacto en las temperaturas, pero sin los EE.UU. se logrará aún menos.


Lo poco que cualquiera de nosotros recuerda del Tratado de París es la enérgica retórica de los líderes que dijeron que estaban comprometidos a mantener los aumentos de la temperatura en menos de 1,5 grados Celsius. Era un compromiso sorprendente.


En otras palabras, el Tratado de París deja al 99% del problema inalterable.


Lo que es más problemático, la energía verde está lejos de estar lista para suplantar a los combustibles fósiles.


La energía verde es tan ineficiente que su implementación depende casi totalmente de los subsidios. El subsidio a la implementación de energía renovable para reducir nuestras emisiones de CO2 ha sido un callejón sin salida. Si el Tratado se hubiera mantenido en vigor, después de gastar tres billones de dólares en subsidios directos, la AIE espera que el viento y la energía solar proporcionen sólo entre 1,9 y 1% de la energía mundial.


Todo esto significa que es absurdo que los líderes mundiales sigan obsesionados con el Tratado porque no solo va a fallar, sino que será enormemente costoso y no hará casi nada para solucionar el cambio climático.


La decisión de Trump ofrece una oportunidad para repensar el enfoque. Lo que se necesita desesperadamente es una inversión significativamente mayor en investigación y desarrollo de energías verdes, de modo tal que la tecnología renovable pueda competir con los combustibles fósiles. Un panel de ganadores del Premio Nobel convocados para el Copenhagen Consensus sobre el proyecto climático encontró que no debemos solo duplicar la financiación de la investigación, sino aumentarla más de seis veces, a 100.000 millones de dólares al año.


Un compromiso con el desarrollo de la energía verde es lo que necesita el planeta ahora de los líderes mundiales, mucho más que una bravuconada.


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Published on June 12, 2017 00:21

Protección de datos

EL VERTIGINOSO avance de las tecnologías de la información ha revolucionado los mercados, en particular, aquellos relacionados con el tratamiento de datos personales. Y, aunque nuestro país cuenta hace más de dos décadas con una normativa pionera en esta materia, ésta no contempla mecanismos para hacer exigible sus disposiciones a las empresas y organismos públicos.


Los perfeccionamientos en este ámbito, debieran tener como principio orientador el concepto desarrollado por la destacada académica española Ana Garriga: cualquier regulación en materia de datos personales no debe buscar abstraer del conocimiento público la información de una persona, sino dotarla de los medios necesarios para controlar quién, cómo, dónde y con qué motivo conoce cualquier información acerca de su persona, sea ésta calificable como íntima o no, pública o secreta.


El ejecutivo recientemente envió un proyecto de ley que actualiza el marco regulatorio actual. Éste establece cuatro derechos denominados “ARCO”: Acceso, Rectificación, Cancelación y Oposición al uso. Estos serán personales, intransferibles, irrenunciables y no podrán ser restringidos o limitados.


Celebramos el espíritu e interés genuino con el que la Comisión de Constitución del Senado ha tratado esta iniciativa, permitiendo a diversos actores de la sociedad civil levantar inquietudes, buscar alternativas de perfeccionamientos del texto y plantear propuestas constructivas.


Desde el sector privado valoramos, en particular, la creación de una Agencia de Protección de Datos Personales. Pensamos, sin embargo, que es necesario mejorar su grado de autonomía para evitar comportamientos discrecionales de una autoridad unipersonal, sobre todo por las amplias atribuciones que la iniciativa le otorga. Una alternativa que permitiría dotarla del enorme listado de facultades que le asigna el proyecto es mejorar su gobierno corporativo por la vía de delegar las decisiones en un cuerpo colegiado. Esto permitiría garantizar un sano equilibrio en las decisiones que tome y, por otro, asegurar un trato simétrico para el sector público y el sector privado.


Más allá de las facultades que el proyecto le otorgue a la Agencia, estimamos que una de sus principales tareas, sobre todo en una primera etapa, será la de promover una cultura de autorregulación bidireccional. Esto implica no sólo la necesaria regulación al interior de las empresas, sino más importante aún la promoción de la autorregulación de los propios titulares de los datos. Es indispensable promover la autorregulación de todos los que tratan datos personales y la educación a los ciudadanos para que sean conscientes de la relevancia de sus datos ya que, sin autocontrol, no existirá una protección efectiva a los ciudadanos en sus relaciones con todo tipo de organizaciones, públicas o privadas, nacionales o internacionales, empresariales o no.


La correcta protección de los datos es un imperativo en las sociedades modernas. Una institucionalidad autónoma y colegiada, con un sano equilibrio de sus funciones, todo esto acompañado de un proceso de educación masivo de la ciudadanía permitirán a nuestro país ponerse a la vanguardia de los avances en esta materia y responder a las demandas que el desarrollo tecnológico exige.


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Published on June 12, 2017 00:08

June 11, 2017

2018: ¿Responderá la economía a los fundamentos?

Sin grandes novedades nos presentó su último IPoM el Banco Central, con un escenario externo que mejora en forma marginal respecto a lo estimado hace tres meses, mientras que empeoran las estimaciones para la economía chilena en 2017, mostrando, sin duda, que son los factores internos los que explican el deterioro. Es cierto que en parte esto se explica por el fenómeno puntual de la huelga de Escondida, pero también lo es el que los incentivos implícitos en la nueva legislación laboral contribuyeron al resultado que tuvo este conflicto, siendo este un factor netamente interno, y que podría generar situaciones similares hacia adelante.


Correspondía en esta oportunidad reducir el rango de estimación para el PIB, lo que se hizo cortando el extremo superior, es decir, de una estimación entre 1% y 2% en marzo, se baja a un rango entre 1% y 1,75%. Empeora también la estimación para la inversión, de un crecimiento de 0,2% proyectado en marzo a una caída de 0,9%, con lo que se lograría el récord de cuatro años seguidos de contracción en la inversión. Me pregunto con esto si el ex ministro Arenas seguirá pensando que la reforma tributaria no tendría efecto en la inversión.


La buena noticia del IPoM fue que mejoraron las estimaciones de crecimiento para 2018, a pesar de que se mantuvieron los supuestos para el escenario internacional, los que en todo caso apuntan a un mundo más dinámico el próximo año que este. De una estimación para el PIB en marzo entre 2,25% y 3,25%, se sube ahora a 2,5% – 3,5%. No es mucho, pero al menos apuntando a recuperar niveles más cerca de 3%. Surge entonces la pregunta ¿es ese un escenario factible? Mirando los fundamentos, por supuesto que lo es; un mundo en crecimiento, mejoría de términos de intercambio durante este año, tasas de interés externas que se mantienen muy bajas, y una política monetaria interna muy expansiva, con una reducción de la TPM de un punto porcentual en lo que va del año. De hecho, con estos mismos fundamentos hace algunos años el problema sería el sobrecalentamiento de los motores, mientras ahora sólo intentamos que se enciendan. Esta vez entonces sí podemos decir con algún grado de seguridad que en adelante el crecimiento mostrará una tendencia al alza, a no ser que la política interna o la geopolítica mundial nos traigan malas noticias inesperadas.


Chile podría crecer un 3% o más en 2018, siempre y cuando el escenario político interno nos acompañe. Eso significa recuperar un entorno en que las decisiones políticas se toman con un sustento técnico serio y buscando los consensos más amplios posibles. No es posible revertir en el corto plazo los errores de política económica de los últimos años, pero sí podría ser factible ir haciendo las correcciones que parezcan más evidentes. Probablemente, la sola expectativa de que se retomará la senda de los consensos y de la seriedad técnica, sería suficiente para revertir el negativo cuadro de la inversión. Sin embargo, este escenario no está exento de riesgos, sobre todo cuando algunos sectores políticos, aun reconociendo en su discurso la importancia de crecimiento, señalan la necesidad de profundizar el camino de estos cuatro años, no obstante que la evidencia muestre que ambas cosas son incompatibles.


El IPoM no lo puede decir en forma explícita, pero los escenarios de riesgo que suele presentar para sus proyecciones están fuertemente determinados por la política, no por la economía, ya que ciertamente los fundamentos macro no son el problema.


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Published on June 11, 2017 22:31

Una novela llamada Chile

Si los candidatos a la presidencia de Chile fuesen escritores, qué novela escribirían, cuál sería el imaginario de sus mundos creados, cuáles los finales felices y cuál el peor desenlace que podrían enfrentar los personajes. Si cada uno se planteara escribir una novela llamada Chile, con qué creaciones llegarían a los anaqueles de las librerías.


La retórica de los candidatos en programas de entrevistas y conversación, nos ha revelado a autores de escasa ambición por escribir la gran novela chilena. El relato de un país, nacido de la urgencia auténtica del autor por contar su versión de la historia con una voz propia, que a la vez representa a quienes lo apoyan, está más cercana a encargos editoriales retroactivos, donde importa más la foto de la contratapa y sumar una publicación a la bibliografía personal. Lo revelan así sus respuestas asimilables a las de un gasfíter que compite por presentar la mejor solución para reparar una cañería, antes que una narración inspiradora donde los chilenos encontremos la historia que nos merecemos.


Si nos concentráramos en los que ya están en la lista de los más vendidos, tendríamos obras variadas. Sebastián Piñera y Alejandro Guillier lucharían por encabezar el ranking, el primero con una autobiografía disfrazada de novela, que en apariencia trata sobre nosotros, pero cuyo protagonista es él, plagada de flash backs y raccontos, y calculadas omisiones por consejo y complicidad del editor.


El segundo, en cambio, escribiría una novela de suspenso, publicada en el formato de los folletines del siglo XIX. Una historia por entregas que por momentos pareciera clarificar el devenir de la trama, para luego dar un giro que nuevamente nos envuelve en la incertidumbre.


Ellos, claramente, publicarían con conglomerados editoriales de envergadura, aunque el segundo autor insistiría en que es un escritor sin esas presiones, sus libros se ofrecerían en supermercados y hasta llegarían a la cuneta en versiones pirata.


Más abajo en el ranking literario, estaría Beatriz Sánchez, autora de una novela por encargo, tras ser convocada por un equipo de editores jóvenes con ansias de publicar, pero sin un escritor con la trayectoria suficiente en su catálogo. Sería una novela de trama social, un drama naturalista, cuya estructura estaría predefinida, y que habría requerido una voz autoral más potente, tras encargarle la primera versión a Alberto Mayol, un escritor que no habría logrado acercarse a la lista de los best sellers con similar argumento y personajes.


Con apariciones en la prensa, pero menos impacto en librerías, Carolina Goic, Manuel José Ossandón y Felipe Kast tratarían de sumar algunos lectores. Goic con un libro que, si bien intentaría seguir los lineamientos de la novela, se acercaría más al ensayo, a una meta-novela sobre escribir, propia de una autora que afuera de su conglomerado editorial de siempre, habría encontrado nuevas libertades creativas, pero que aún estaría recalibrando su voz con ejercicios de estilo.


Ossandón habría anunciado una novela ambiciosa, pero en cambio el resultado sería un libro con errores gramaticales y de ortografía, de argumentos sonsos, personajes gruesos, abundantes escenas de acción (un capítulo se titularía: “Si hay que meter bala, hay que meter bala”), y sin espacio para adentrarse en complejidades como los fenómenos mundiales que podrían permear la trama.


Mientras que Kast, más cuidado en su estilo, privilegiaría una estructura con lógica interna, con algunos protagonistas más delineados, pero desapegada de la realidad de todos los personajes que busca retratar, con capítulos escritos con el objetivo de responder a las obras de los otros autores.


En todas estas versiones, ese libro llamado Chile, dudo por ahora que tendría el potencial de convertirse en un clásico, para después de la elección, trascender del canasto de los descuentos y continuar editándose en tapa dura para compartir repisa con otras novelas de autores como Winston Churchill o Barack Obama.


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Published on June 11, 2017 22:25

La selección al servicio de la calidad de la educación: la experiencia de los CFT

Acerca de la educación técnico profesional y sus desafíos de cobertura y calidad, escasamente se ha discutido en el último tiempo. Esto, sin desconocer los programas e iniciativas que se han implementado en los últimos años, como por ejemplo: inversión en infraestructura y equipamiento, adecuaciones curriculares,  reconocimiento y apoyo para las prácticas profesionales y financiamiento para la continuidad de estudios técnicos, entre muchos otros.


Sin embargo, lo  mencionado por la Presidenta de la República en su reciente discurso del 1° de junio, sobre la creación de los primeros Centros de Formación Técnica de carácter público, es -desde mi punto de vista- el avance más significativo del último tiempo en materia de una política pública para el mundo técnico profesional.


Se trata de la creación de una nueva institucionalidad, esperada y valorada por quienes han estado cerca de la formación técnica. Ello considerando que favorecerá la cobertura en territorios que lo necesitan, asegurando continuidad de trayectorias laborales y de estudios, para un número significativo de estudiantes que no contaban con estas oportunidades. Es además, una señal clara de “valorización social” hacia aquellos jóvenes que hacen una opción por la educación técnica, contando con más oportunidades para una educación de calidad.


Tal como lo mencionó la Presidenta en su discurso, los Rectores nombrados en los primeros CFT creados en las regiones de la Araucanía y el Maule, fueron seleccionados a través del Sistema de Alta Dirección Pública, garantizando un proceso abierto, amplio, transparente y por sobre todo, pertinente al objetivo de esta Política Pública.


Llevar a cabo este proceso de selección, implicó al Servicio Civil comprender el desafío mayor que tiene la creación de esta nueva institucionalidad para la educación técnica a nivel nacional, y muy particularmente, para cada una de las regiones en las cuales se instalarían los primeros Centros. El trabajo coordinado con el Ministerio de Educación, permitió preparar con tiempo los perfiles de los cargos, abordando los desafíos técnicos y políticos que los Rectores tendrían una vez asumida su función; además de preparar las condiciones para implementar de modo impecable el proceso de concurso y asegurar una propuesta de nóminas, con los profesionales más idóneos para cada región en particular.


Desde el Servicio Civil, valoramos este profundo avance, al menos por tres cuestiones fundamentales:



Garantizar un proceso de selección amplio y transparente, recogiendo las particularidades de las regiones, y los desafíos técnicos y políticos de esta Política Pública.
Levantar, en conjunto con el MINEDUC, los perfiles de los cargos a concursar, considerando los desafíos de la nueva institucionalidad y lo que implica su puesta en marcha.
Generar condiciones adecuadas para el impecable desarrollo de cada uno de los procesos de selección.

Todo lo anterior, no solo significa implementar bien el Sistema de Alta Dirección Pública, sino evidenciar la capacidad que tiene el propio sistema de adaptarse a particularidades de una política, y garantizar un proceso de selección de calidad, en un contexto que es complejo por las expectativas e intereses de diversos actores.  Algo similar ocurrió con el proceso de selección de los Facilitadores para el proceso de cabildos ciudadanos, inédito hasta ahora.


El Sistema de Alta Dirección Pública, contribuye así, al fortalecimiento de la Educación, seleccionando mejores directivos para la Educación Pública; en este caso, realizando un aporte crucial para la puesta en marcha de una política pública clave para la Educación Técnica Profesional.


En esta misma línea el Servicio Civil trabajará una vez aprobado el proyecto que crea los Servicios Locales de Educación, cuyos directivos serán seleccionados también a través del Sistema de Alta Dirección Pública. Esta es la contribución del sistema de selección a mejorar la calidad de la educación, cuestión que es una convicción que día a día avanza y ponemos a prueba con una muy buena recepción de la ciudadanía.


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Published on June 11, 2017 22:25

Ossandón, el temerario

Manuel José Ossandón se está convirtiendo, quizá sin proponérselo, en el Trump chileno. Su estrategia de demolición es parecida a la que el magnate y ahora Presidente de EE.UU. tuvo en la primaria republicana. Hay que recordar que en sus inicios se dedicó con mucha pasión a atacar a los niños mimados del Grand Old Party, dejándolos como representantes de Washington y las elites, mientras él hablaba por el pueblo. Las propias contradicciones del discurso de Trump, millonario siempre muy cercano al poder, hizo creer a muchos que lo hundirían y que su intención de postular a la presidencia no pasaba de ser la anécdota necesaria para hacer entretenidas las elecciones.


Ossandón tiene el mismo sello y también sobre él se cree lo mismo. Parece a muchos folclórico que diga que el problema de La Araucanía se resuelva a balazos, y que no tenga idea sobre el Acuerdo de París. Como están todos convencidos de que Piñera va a ganar la primaria de la derecha, no hay mayor preocupación por sus excentricidades, ni por sus contradicciones.


Pero no es así, como tampoco lo fue Trump en el Partido Republicano. Ossandón es un temerario con una intuición única sobre lo que piensa la persona a pie y cómo construir polémica para marcar en los medios. Fue alcalde de Puente Alto contra todo pronóstico, se dio el lujo de instalar a su principal heredero político con una alta votación y compitió exitosamente para ser senador contra una de las figuras más populares del gobierno de Piñera, el ex ministro Laurence Golborne. Su victoria contra quien había rescatado a los mineros tuvo como daño colateral la no reelección de Soledad Alvear, a quien también Ossandón le arrebató votos.


El senador ha elegido esta vez ir sobre Piñera por el lado que más le incomoda contestar: su patrimonio y la estrategia con que lo administró mientras era Presidente. Al igual que Trump, le dan lo mismo los riesgos evidentes de su estrategia y quedar atrapado en contradicciones. Como él mismo ha reconocido, su campaña la financia su familia, la que estuvo involucrada en lo que el director del SII calificó como el mayor fraude tributario de la historia.

La complejidad del caso tributario que afectó a la familia Ossandón Larraín hace que sea lejano a la opinión pública, y si le preguntaran sería creíble que dijera que no tenía idea. Si no tiene conocimiento sobre el más importante acuerdo para luchar contra el calentamiento global, que afecta en especial a agricultores como él mismo, ¿por qué tendría que saber sobre temas impositivos tan complejos? Sabe que lo que necesita es enganchar con la gente común, que siente a las autoridades lejos del living de su casa y a los que las palabras de balas para resolver los conflictos violentos y la honestidad de la política suenan a música en sus oídos.


El exceso de triunfalismo de Piñera y la instalación que Ossandón en realidad está peleando por un segundo lugar va a jugar a favor suyo. El ex presidente tiene un voto blando de derecha que podría ese día quedarse en casa viendo la final de la Copa Confederaciones, pues presume que la primaria está ganada. Y como paradoja, si le fuera bien a Felipe Kast en sus intentos por remontar el bajo porcentaje que tiene, también le favorecería, pues el diputado se convertiría en el Cura de Catapilco, que le quita votos a Piñera y no a él.


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Published on June 11, 2017 22:07

Rompe paga

LA PROPUESTA del alcalde Felipe Alessandri, en orden a transferir la responsabilidad civil a los padres por los daños que cometan sus hijos en los colegios donde estudian, ha generado una interesante discusión. Si entiendo bien lo dicho por el edil de Santiago, la medida se justificaría a partir de la responsabilidad contractual que deriva del proceso de matrícula, donde los apoderados suscriben una serie de compromisos, los que también incluyen la responsabilidad por el comportamiento de sus pupilos.


Contrario a lo que uno pudo haber intuido, la reacción de los progenitores o personas a cargo de dichos estudiantes ha sido más bien positiva, aunque no estoy seguro si siempre por las razones correctas. Así por ejemplo, si lo que buscan en crear conciencia en sus hijos de que junto a los derechos que éstos reclaman, también deben hacerse cargo las obligaciones que les son correlativas, respetando y cuidando el patrimonio común y colectivo, me parece de que se trata de una justificación valiosa. Si por el contrario, se pensara que ésta es una forma de contener o reprimir el que los menores expresen sus ideas, evitando que se manifiesten o pierdan tantas clases, creo estamos en presencia de una defensa débil, cuando no confusa.


Lo que debe equilibrarse, me parece, es aquella ecuación que alienta y prepara a dichos adolescentes para el ejercicio de sus derechos civiles y políticos, lo que no debe confundirse con la laxitud o tolerancia hacia la violencia sobre las cosas o las personas. Habremos fracasado si presumimos que la única manera de evitar los desmanes es terminar con las manifestaciones; como también sería una derrota el pensar que una toma es sinónimo de destrucción de la propiedad ajena o común. El suponer intrínsecamente problemático el activismo estudiantil, es tan absurdo como felicitarse por el buen comportamiento de quienes manifiestan ningún interés por los problemas de su comunidad; sea ésta el país, un colegio o la familia.


Dicho lo anterior, lo deseable sería que los estudiantes mostraran mayores niveles de coherencia y consistencia con las propias causas que defienden, al nacer de ellos mismos -y no como consecuencia del costo que podría significar para sus padres- la responsabilidad para con ese espacio común que constituye la plataforma para el ejercicio de los derechos que tanto reivindican.


Y dicho desdén por lo colectivo, en jóvenes y otros no tanto, se manifiesta a través de acciones pero sobretodo en las omisiones. El viejo cuento de los infiltrados o de la prevalencia de una minoría violenta, es posible, en principal medida, porque no existen ningún reproche o control social por parte de la gran mayoría de los otros manifestantes. Expresan coraje para levantar su voz frente a sus profesores, la autoridad e incluso la policía -cuestión que aliento y celebro- pero sucumben al temor de enfrentar a los principales enemigos de sus causas: me refiero a aquellos que estigmatizan su movimiento y denigran sus propósitos.


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Published on June 11, 2017 00:42

No ha cambiado

LOS CANDIDATOS a la primaria Chile Vamos estuvieron en los set televisivos y dos de ellos terminaron siendo “trendig topic” noticioso, y no por las mejores razones. Hay que ser justos y decir que no fue el caso de Felipe Kast, a cuya participación se le reconoció solvencia y articulación, tanto en las respuestas como en las ideas y propuestas, pero no hizo noticia porque es lo que se le pide a un candidato. No dar la talla es lo que hace noticia y eso pasó con Manuel José Ossandón y Sebastián Piñera.


A Ossandón le acusaron varias debilidades (discutible que todas fueran tales), pero la que marcó la pauta fue su total desconocimiento en cuanto al Acuerdo de París, sobre el cambio climático. Un tema que no solo había sido noticia del momento porque Estados Unidos, por decisión del Presidente Trump, se retiró de dicho convenio, sino porque hace pocos meses éste fue aprobado por el Senado en Chile, con el voto favorable del mismo Ossandón, lo que ni siquiera recordaba. Este bochorno viene a poner de manifiesto que se trata de un candidato que se mueve en un “ancho de banda” limitado, que él mismo proclama como su gran activo: el contacto con la calle. Aunque conocer directamente los problemas de la gente puede ser un activo, plantearse exclusivamente en ese nivel no basta y aspirar a la presidencia exige una proyección, conocimientos y habilidades más amplias, las que exigen ir más allá de lo que pide la calle e incluso, con no poca frecuencia, contrariar su simplismo.


Por otra parte, está el riesgo de los candidatos de caer en un autismo, en que no oyen a nadie ni se preparan debidamente porque ellos “se la pueden”. Y esto puede pasar la cuenta, porque -como precisamente Ossandón argumentó luego- no se las saben ni pueden saber todas. La reacción humilde de su parte y el reconocimiento de su responsabilidad, sin endosarla a nadie, es un punto positivo para un traspié superable, en un contendor nuevo en estas lides, si aprende la lección.


No se puede decir lo mismo de Sebastián Piñera, quien ha sido ya presidente. Su declaración sobre el micrófono de la Sofofa resultó francamente lamentable y grave, porque -como él mismo dijo días después- lo único prudente era esperar el resultado de la investigación. Partió señalando que tenía una impresión, que era lesiva para los espiados y sus familias, pero luego se entusiasmó y habló de “vuelco total”, de “fuentes confiables” e insinuó saber hacia dónde iba la investigación del Ministerio Público, lo que implica influencias de suyo cuestionables. Más aún, cuando hay otras investigaciones en curso en las fiscalías que de una u otra forma se vinculan a él. Fue su conocido ánimo de figurar y mostrar que se las sabe todas que lo llevó a hablar más de la cuenta. Es que no puede dejar el “payaseo”, como le han pedido.


En suma, Sebastián Piñera no ha cambiado en nada, contrariamente a lo que algunos suelen repetir en la actualidad. Que sostengan que no queda otra cosa que votar por él, lo puedo entender (no compartir). Pero que digan hoy es otro, queda demostrado que no es efectivo. Si gana, tendremos un gobierno igual al anterior y esa es la realidad.


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Published on June 11, 2017 00:40

Qué es ser progresista de verdad

SIMPLE PERO no trivial: los progresistas son aquellos que están consagrados al progreso tanto personal como social. Sin embargo, al menos en Chile, la izquierda se considera a sí misma como los únicos guardianes del progresismo. Lo curioso es que los países capitalistas y liberales son normalmente las sociedades más progresistas del planeta, por ejemplo en ideas, bienestar, ciencia, etc. Indaguemos un poco en el progreso. Progresar en los términos más simples es lograr estar mejor que el punto de partida y esto puede ocurrir en diversos planos. Por ejemplo progresar en términos materiales, espirituales, intelectuales, sociales, éticos, libertades etc. Pero el ser humano es muy diverso, y lo que es progreso para unos puede ser retroceso para otros. Por ejemplo el aborto para algunos es claro síntoma de progreso, pero para otros es simplemente salvajismo. ¿Quién tiene la razón? La respuesta es simple: ambos. Por ello la libertad pasa a ser un valor fundamental. Los regímenes socialistas en el fondo no creen en la autodeterminación, les atraen los sistema de ingeniería social controlados por un Estado poderoso que regula en el máximo de detalle la vida de los ciudadanos. Consideran la igualdad como progreso. Para los liberales es justo al contrario, cada ser humano es único y debe elegir su propia forma de progreso, lo que requiere es sólo la oportunidad.


Normalmente no es posible progresar en todas esas direcciones al mismo tiempo, y ese es el punto crucial del debate. Por cierto los jóvenes idealistas con poco rodaje de vida y muy poco conocimiento creen que todo es posible al mismo tiempo. El error fundamental es su creencia acerca del ser humano. No parten del ser humano real, de carne y hueso, sino de un ser humano ideal, que solo existe en sus mentes y por eso sus revoluciones nunca funcionan. La Unión Soviética por más de 60 años trató de organizar una sociedad sin religiones, sin propiedad, y totalmente igualitaria. Cayó el muro y se dieron cuenta que todo volvía literalmente a fojas cero: hoy es una sociedad abiertamente capitalista con McDonalds y todo. Lo mismo ocurrió en China y está ocurriendo en Cuba.


Todo aquel que se trata de apropiar del progresismo es un fundamentalista que se cree dueño de las verdades. Es decir, cree que solo se puede progresar a su manera, negando la libertad esencial del ser humano a definir su propia manera de progresar en su vida. Todos los partidos políticos son en esencia progresistas, pero difieren en los énfasis. Por ejemplo, es fácil prometer igualdad, imposible lograrla porque el ser humano en esencia quiere diferenciarse, lograr ser lo máximo de si mismo.


Sin duda la sociedad democrática tradicional progresa cuando separa la iglesia del estado. Pero hay estados religiosos, y estos definen el progreso a su propia manera. Una sociedad con extrema pobreza claramente ha limitado el progreso de esos ciudadanos. Para los socialistas la educación es una manera de endoctrinar para lograr ese hombre nuevo, y es la base del progreso. Para los liberales la diversidad en educación es la clave de su calidad, y del progreso en diversas direcciones de la población. Entonces ¿cuál es progresista de verdad?


En mi opinión cuando hay verdades oficiales manejadas desde el Estado, jamás habrá progreso real. El progreso es finalmente el camino al encuentro del sentido propio, a la autodeterminación, a la libertad, como anhelo muy profundo del ser humano.


En el mundo actual, las principales avenidas de progreso están marcadas por la revolución científica y tecnológica que literalmente está cambiando el concepto mismo de lo real. El cuarto paradigma de la ciencia trae consigo una nueva mirada ontológica (que es lo que es realmente) y por cierto epistemológica (como sabemos lo que sabemos, que es lo que realmente sabemos). La izquierda es “progresista” en lo moral, principalmente luchando contra las religiones. Pero es enormemente retrógrada en lo económico. La derecha es “progresista” en lo económico, pero muy conservadora en lo moral. La izquierda es profundamente dogmática en lo intelectual y ahí claramente no hay progreso. Entonces ¿quién se puede atribuir a sí mismo el atributo completo del progresismo?


En este siglo veremos participar en plenitud a la computación cognitiva, a la web 3.0, veremos la aparición de una nueva mente tecnológica colectiva, y una forma de globalización muy profunda con nuevas formas de gobierno mundial. Trabajar en ese camino es tremendamente progresista ¿o no?


Terminemos entonces el matonaje intelectual de aquellos que quieren apoderarse del concepto progresista y colaboremos en las distintas avenidas del progreso. La condición fundamental para ello es la libertad.


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Published on June 11, 2017 00:30

June 10, 2017

La ronda boba

Las sospechas desatadas -principal, pero no únicamente, por la noche en blanco del senador Manuel José Ossandón en Tolerancia Cero- acerca de la calidad de los candidatos presidenciales guarda cierta relación con el torneo de populismo en que varios de ellos han convertido la competencia para llegar a noviembre.


No todas las personas poco informadas son populistas, pero los populistas suelen ser ignorantes, aunque el grado sea variable. La razón es sencilla: un populista es alguien que propone visiones maniqueas sobre problemas complejos. La visión maniquea, simplista, es la cara insolente de la ignorancia; se atreve a hablar, a calificar y a proponer aun sin saber mucho acerca de las cosas difíciles. Por eso, el populismo florece con la misma facilidad en la izquierda que en la derecha, aunque sólo en la izquierda se han presentado intelectuales con la voluntad de ponerle marco teórico. La mayor parte de ese esfuerzo se apoya en la larga tradición de impostura intelectual (principalmente francesa) del llamado “posmarxismo”. Pero ese es otro cuento.


Por ahora, completemos el identikit. Un populista siempre habla del “pueblo”, al que dice representar, en sus demandas, en sus necesidades, en las cosas que le convienen, incluso si el mismo pueblo no cree que sean esas cosas. Dado que tiene esta capacidad particular de entender al pueblo y sus necesidades, el populista no usa el lenguaje de la política, sino el del liderazgo. Se describe a sí mismo según algún tipo de liderazgo (a menudo único, si no singularísimo), porque al final del día confía en los líderes tanto como desconfía de las instituciones.


Los populistas desprecian a los partidos políticos y al Parlamento y son los campeones de las acusaciones de corrupción al bulto o en masa. Esto es coherente con su tipo de pensamiento: las instituciones políticas son el símbolo de todo lo que está mal hecho, todo lo que debe ser refundado. Donald Trump utilizó para Washington una imagen más expresiva que las ocurrencias santiaguinas de las retroexcavadoras y los patines: “Dragar el pantano”, dijo, para sacar toda la basura de Washington.


Por eso, a estos dirigentes les encantan las nuevas constituciones: el pacotillero Nicolás Maduro quiere hacerse una nueva, incluso destruyendo la de su padrino “eterno” Hugo Chávez, que, como ha recordado Ibsen Martínez, ya era la derivación de una “extravagante cacharrería ideológica” llamada El árbol de las tres raíces.


El populista clásico anda siempre con un látigo moral con el cual atiza a los pecadores, pero, sobre todo, a sus contradictores. Ese látigo trabaja con suposiciones, ideas conspirativas, sombras, fantasmas y mucha autoindulgencia: es la mejor expresión de su maniqueísmo. El populista clásico no se equivoca (esa palabra tiene algo pecaminoso); simplemente no es experto en algunas cosas, porque no es su obligación, no tiene los datos o necesita estudiarlo. Es la aparición relampagueante de la incompetencia.


El líder populista no siempre es elocuente (aunque lo intente), pero ama a los medios de comunicación con tanta pasión como los puede odiar. Los periodistas franceses llaman bon client a un político de esta laya, porque siempre está dispuesto a dar un espectáculo resonante. Los periodistas franceses, después de todo, son iguales a los periodistas de todo el mundo, que olfateamos antes el ridículo que la sangre. El máximo dirigente de Podemos, Pablo Iglesias, se considera a sí mismo un carisma televisivo. De lo cual desprende una robusta teoría: que la política moderna debe tener una “lógica televisiva”, por la muy sencilla razón de que en eso no le compite ninguno de sus compañeros del partido que inventó.


Los populistas dependen del desprestigio del sistema institucional, cualquiera que sea. Florecen en el desánimo ciudadano, en la decepción de los votantes, en el rechazo de las personas hacia la política, no importa si éste nace del asco moral o de la molicie intelectual. Su ambiente ideal es el llamado “síndrome de fatiga democrática”.


En un libro reciente, con el provocativo título Contra las elecciones, el estudioso belga David van Reybrouck formula la pregunta crucial: ¿Cuánto desprecio es capaz de soportar un sistema? Y enseguida nota una paradoja de fondo en las democracias occidentales de estos días: “Despreciamos a los elegidos, pero idolatramos las elecciones”. Las elecciones abundantes, el continuo estado de campaña, cansa a los ciudadanos, pero entusiasma a los populistas, que culpan a la democracia representativa, a este sistema que elige a odiosos diputados y senadores (y ojo, que Van Reybrouck propone retomar la olvidada tradición ateniense del sorteo, que Aristóteles consideraba más democrático que las elecciones, aristocráticas por definición).


Entre las dos formas más frecuentes de la democracia -la representativa y la asamblearia-, los populistas de cualquier signo siempre prefieren la segunda, lo que también quiere decir que no todos son antidemocráticos, aunque muchos de ellos derivan hacia formas autocráticas una vez que consiguen el poder. La democracia de asamblea les resulta más directa, participativa, “transparente”, aunque no existe evidencia empírica que muestre que ella cumple con los buscados estándares de rotación y renovación.


En un excelente estudio titulado The populist explosion, el periodista John Judis, después de revisar decenas de casos, ha llegado a una conclusión curiosa. El populismo de izquierda, dice, tiende a ser diádico: defiende al pueblo o a las masas, en contra de las elites plutócratas. El populismo de derecha, en cambio, tiende a ser triádico: defiende a un pueblo (muchas veces lo sustituye por “clase media”) abusado por dos grupos, por ejemplo los gobiernos izquierdistas y los inmigrantes.


El populismo diádico identifica (o confunde) al pueblo con el Estado, y por lo tanto propone quitarles cosas a los ricos y pasárselas a este ente central, cuyo sentido de la equidad da por garantizado; el populismo de derecha también propone quitarles cosas a otros -inmigrantes, inversionistas, exportadores- y entregárselas al mismo Estado, convertido ahora en representante del pueblo (o de la “clase media”). En el medio de ambas mazamorras, todos los asuntos complejos parecen tener soluciones simples.


La relación entre populismo e ignorancia no es un fenómeno local. Por el contrario, forma parte de una ola mundial en la que las elites intelectuales se han visto tan depreciadas como las políticas. Prácticamente todas las inteligencias del Reino Unido, incluyendo varios premios Nobel, rechazaron con vehemencia la idea del Brexit, pero un solo y fugaz partido populista bastó para convencer a los británicos. Posiblemente en ese caso, el simplismo ofrecía un alivio al malestar cultural y al pesimismo dominante en la sociedad. No una solución, sino una especie de remedio psicológico, la liberación de un cabreo. Para las consecuencias habrá que esperar más. Una cosa es segura: los populistas no las vislumbran.


La entrada La ronda boba aparece primero en La Tercera.

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Published on June 10, 2017 23:46

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Álvaro Bisama
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