Álvaro Bisama's Blog, page 149
June 20, 2017
Devuélvanme mi chiquero
Supongo que hay un momento en que la historia se quiebra. Que algunos deciden ir para un lado y otros toman el camino contrario. El VAR, ya sabemos todos de qué se trata, significa el mayor quiebre en la historia del fútbol, acaso desde que el mismo fútbol se separó del rugby en 1823 porque unos querían seguir jugando con las manos, como en el medioevo, y otros usar sólo los pies.
El fútbol, pese a todo lo mercantilizado hasta sacarle agua a las piedras, manipulado por las mafias de las apuestas y utilizado para lavar fortunas de millonarios con los papeles quemados, tiene un aspecto que lo hace único. Y ese aspecto esencial, además, es un contransentido y de la misma manera, como una paradoja en el contransentido, no puede ser modificado: su imperfección.
El fútbol es popular porque se ha transformado en una metáfora de la vida. Y la vida está llena de errores, de miserias, de trampas, sufrimientos y mentiras. De la misma manera, está llena de actos grandiosos, jornadas inolvidables, momentos sublimes y alegrías infinitas. Y ambas cosas se equilibran, coexisten y permiten seguir adelante.
Necesitamos ser un poco sucios, pícaros y tramposos. También generosos, honrados y limpios. Nos gusta el balazo en el ángulo, la pared precisa, la mecanización perfecta, pero también apreciamos la provocación, el manotazo desesperado, la chuleta bien puesta.
En el fútbol hay héroes y villanos, habilidosos y troncos, débiles y violentos. Todo buen equipo necesita un burro, un vivo, un inteligente, un artista, un arrojado y un cobarde. No se puede jugar pensando que nadie va a errar, que nadie te va a robar el pan en la puerta del horno o te va sacar la billetera del abrigo. Parte de la gracia del fútbol está en esa posibilidad de que el absurdo y la injusticia se imponga.
Si le quitamos lo espontáneo, la falla, el guiño y lo sucio, sería como obligar a los artistas a pintar sólo cosas bellas y a los cantantes a ser siempre melódicos y afinados. La fealdad es parte de la vida, de la creación y no puede ser borrada por decreto. Lo imprevisto es parte del fútbol. La dinámica de lo impensado. Sin incertidumbre, sin margen de error, no hay posibilidad.
Qué es esto de tener que esperar 30 segundos para gritar el gol. Esperen, esperen… ya pueden celebrar. Es sacarle todo el sabor.
Señores de la FIFA: devuélvanme mi sabroso chiquero y no exterminen los árbitros siga, siga, por favor.
La cancha es una sola, el pabellón quirúrgico no sirve para esto. Supongo que el paso siguiente será el arbitraje con drones. Pero yo voy a estar felizmente muerto y, gracias a Dios, sin posibilidad de verlo.
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TTM transporte del tercer milenio
La propuesta del expresidente y actual candidato Sebastián Piñera para el nuevo sistema de transporte de Santiago propone la construcción de 4 nuevas líneas de metro, la extensión de las existentes, junto con teleféricos y tranvías, además de trenes de cercanía. Propone reemplazar el Transantiago por un nuevo proyecto, basado en el metro y los rieles. ¿Quién podría oponerse a la idea de ampliar las redes de metro en esta ciudad? Con estos proyectos cerca del 50% de los santiaguinos vivirán a menos de 5 cuadras de una estación de metro, esto sin duda es positivo para la calidad de vida en nuestra ciudad.
Sin embargo es importante considerar que un anuncio de este tipo tiene un gran componente electoral. Si bien todo candidato tiene el pleno derecho de hacer propuestas (incluso utópicas), el uso de la evaluación negativa del Transantiago para anunciar su reemplazo, es de alta rentabilidad electoral. Pero en realidad el sistema de transporte de Santiago siempre será un sistema integrado, donde los buses actuaran de alimentadores en algunos casos, y de troncales en otros, especialmente en áreas en donde la alta inversión de una red de de metro no sea, ni social, ni económicamente rentable.
Los plazos propuestos corresponden a dos y medio periodos de gobierno, por lo tanto es importante que estemos conscientes que el efecto de este anuncio no podrá ser percibido por los usuarios del Transantiago dentro de un plazo próximo, y probablemente seguirán usando los mismos buses por un par de años más. Y en este aspecto, hay aún un déficit en la inversión estatal para lograr un correcto funcionamiento de los buses de superficie, que debieron hacerse desde un inicio para asegurar que el sistema funcionara bien: vías exclusivas, de las que hasta ahora hay unos 80 km y deberían haber 300; Y sistemas de gestión de flota eficientes y orientados a mejorar la gestión de la movilidad de los usuarios y no solo la fiscalización de buses.
Sin embargo, uno de los puntos más importantes de considerar en la propuesta de Piñera, es el financiamiento de estos proyectos. Cuando se quiere construir una importante obra de infraestructura rápidamente, surge la idea de la concesión. Ésta es probablemente el mayor riesgo, ya que la concesión de una red de metro implica entregar en manos de privados un servicio crítico para la ciudad. Tener entre el estado y los ciudadanos, un contrato de concesión, puede ser muy complejo si las bases de esta concesión no se definen con claridad y sobre todo si los periodos de esta concesión son muy largos y se debe esperar muchos años para revisar los contratos.
Una opción para evitar esto es la “captura de plusvalía” por parte del estado para financiar estos proyectos. La inversión en infraestructura de Metro, genera automáticamente una valorización en del sector de la ciudad en que se instala. Así, el valor UF/m2 de una propiedad, se incrementa automáticamente por estar en la proximidad de una futura línea de metro. Este aumento de valor es capturado por la especulación inmobiliaria, que compra barato antes de que se hagan públicos los anuncios, y luego construye y vende a valores mucha más altos. De esta forma la inversión realizada con el dinero estatal de todos los chilenos, es traspasado al mercado inmobiliario, para ser pagado nuevamente por los habitantes de esta ciudad. Se deben discutir y generar mecanismos para que el estado pueda capturar esta valorización del suelo que el mismo genera, y permitir la reinversión en los proyectos de infraestructura que nos sirven a todos.
Los solos anuncios de estos grandes proyectos ya han detonado la especulación inmobiliaria en las comunas involucradas. Ante las propuestas del “Transporte del Tercer Milenio”, sería deseable discutir el financiamiento de forma que se ponga primero el interés publico y así poder efectivamente financiar estos ambiciosos proyectos sin amarrar un servicio urbano esencial a un contrato de concesión privado.
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June 19, 2017
¿Eliminar el TC?
EL SENADOR Guillier ha propuesto en su programa eliminar el Tribunal Constitucional (TC); un “enclave antidemocrático” lo llamó. Esto no es nuevo en él. Antes, el 2009 en ADN lo motejó como el “gran censor de los cambios en Chile” y el 2015 en el Senado afirmó que era una “casamata” y una “institucionalidad nefasta” aprobada en dictadura. ¿Es sensato proponer ahora su eliminación? Claro que no; de hecho creo que con su propuesta Guillier se equivoca en perspectiva histórica, jurídica y política.
El primer error de Guillier es suponer que el Tribunal Constitucional es una herencia de Pinochet. Olvida el senador que el TC chileno nace con la reforma constitucional de Frei Montalva en 1970. Ese año la DC y la centroderecha aprobaron su creación. Se opusieron entonces lo partidos de la Unidad Popular pues, al decir del senador Teitelboim (PC), debía rechazarse “la fabricación de un organismo represivo que será una verdadera tumba para los derechos del pueblo, como es el TC”. Pero luego, con la llegada de Allende, la institución se validó pues los que antes la criticaron, una vez en el gobierno, acudieron a ella en reiteradas ocasiones para impedir que vieran la luz cambios aprobados en el Congreso. Tal vez por eso la Constitución de 1980 no le introdujo cambios profundos.
Sí en cambio lo hizo la reforma del 2005 cuando, con el voto y el entusiasmo de todos (PR, PS y PPD incluidos) el TC asumió nuevas atribuciones. Pero hoy el candidato de la izquierda vuelve a la posición que tuvo ésta a fines de los sesenta: oponerse a la existencia del TC. Si eso no es retroceso y un error histórico, ¿cuál lo sería?
La propuesta del senador también falla si se mira el asunto desde la perspectiva del derecho. Suponer que el TC es un “enclave antidemocrático” es un profundo error. La historia del siglo XX muestra justamente lo contrario, esto es, que la existencia de estas instituciones fortalece la democracia y protege los derechos. No por nada 90 constituciones del mundo consagran cortes constitucionales. Y es que la democracia no es simplemente el gobierno de la mayoría. Dado que la sociedad moderna considera que hay reglas y derechos que ni siquiera las mayorías pueden alterar es que se ha extendido el control judicial sobre las decisiones de los congresos. Y este control recae regularmente en tribunales que toman la forma de cortes constitucionales (como en Alemania, España y Chile).
Pero el senador también se equivoca en lo político. Y no solamente porque el programa proponga “eliminar” de plano el TC y páginas después el mismo programa se contradiga al plantear que hay que revisar sus funciones para eventualmente sustituirlo. Más trascendente que ese nuevo error “colado” es preguntarse por qué suscribir una propuesta tan extrema. Ni siquiera el programa de Bachelet el 2014 -que no era precisamente socialdemócrata- planteaba aquello. Y la respuesta es política: ganarse el esquivo afecto de un sector que sueña con deshacer lo andado. Pero ello, junto con sacrificar el TC, también sacrifica cualquier posibilidad de diálogo para perfeccionarlo pues termina atrincherando las posiciones. Y eso en política es siempre lamentable.
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Pasión y mesura
LOS DEVOTOS de la encuestología amenazan con secuestrar nuestro proceso político. Para esa extraña religión, que no tiene nada que ver con la idea democrática de que son las mayorías las que deben gobernar, las minorías son, por definición, puros y simples fracasos. Tendrían que renunciar o bajarse. Al tiro.
Jacques Maritain hablaba de “minorías proféticas de choque”. Con ese concepto, el maestro socialcristiano quería referirse a la disposición de ánimo con que un grupo más o menos pequeño de humanistas y cristianos se propone interpelar al resto de la comunidad. Las minorías a que se refiere Maritain en la “Carta Democrática” no se sienten poseedoras de alguna verdad absoluta ni aspiran a imponer a rajatabla su ideario. No son mesiánicas ni totalitarias. Lo importante, sin embargo, es que esas minorías proféticas de choque no confunden el hecho de ser demócrata, que significa aceptar la voluntad de la mayoría, con el plegarse a toda y cualquier idea, liderazgo o programa que, en un momento determinado, concite aplauso general. En términos actuales, diríamos que Maritain pediría una acción que se explique más por un proyecto y menos por la última Cadem.
Maritain no estaba haciendo un elogio masoquista al minoritarismo.
Toda acción política democrática encierra el propósito de captar, ojalá más temprano que tarde, el apoyo de las mayorías. Nadie que esté en política puede sentirse victorioso con el 1%. La acción política no es pura profecía. Ella supone una cierta vocación de poder y la disposición a asumir responsabilidades de gobierno. La cuestión crucial, en todo caso, es que la política de la que habla Maritain, la política del humanismo integral, no hace del éxito rápido o inmediato la única medida de valor. En términos que cualquier viejo falangista entenderá, la política de la que habla Maritain sabe que el camino a un triunfo en 1964 tuvo mucho que ver con lo que se sembró en lo que los inmediatistas consideran la derrota de 1958.
Vivimos tiempos rápidos. Pareciera que muchos de nuestros políticos, y la gran mayoría de los comentaristas, ya no están dispuestos a esperar cinco años para ver los frutos de un proyecto o la implantación de un liderazgo nuevo. Para esa óptica, todo lo que no se consigue en un mes, no existe. Es la encuestitis aguditis, una de las más serias enfermedades de nuestras democracias.
Es bueno conocer cuáles son los estados de ánimo de nuestra opinión pública. Siempre habrá algo que aprender de la forma en que, en un momento dado, la ciudadanía responde a distintas disyuntivas o problemas. Lo que resulta empobrecedor es que la política renuncie a su dimensión de liderazgo y educación y se resigne a ser un simple repetir pasivamente los ecos que recogen los estudios de mercadotecnia.
Pocas personas han entendido el corazón de la actividad política tan bien como Weber. Cuando, hace casi cien años, quiso explicar su naturaleza a los jóvenes alemanes les dijo: “La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. Es completamente cierto, y así lo prueba la historia, que en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez”. Así es. Pasión y mesura. Para volver a ser mayoría.
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Anhelos insatisfechos
EN LA política chilena hay un importante sector de la población no representada actualmente. Falta un movimiento que enarbole y defienda sólidamente un puñado de principios fundamentales, tales como: la vida en toda sus manifestaciones; la familia nuclear conformada a partir del matrimonio entre un hombre y una mujer; la amistad cívica; la existencia de justicia efectiva; la primacía de la iniciativa personal, el esfuerzo, el trabajo y el mérito por sobre el privilegio inequitativo; el equilibrio entre los legítimos derechos y los insoslayables deberes; la preeminencia del orden social ante la violencia delictiva o terrorista; una educación de calidad al alcance de todos; etc.
Sin embargo, las “agendas ideológicas” impulsadas por determinadas élites copan el espacio de la comunicación pública, al tiempo que la mayoría de los políticos las siguen sin gran discernimiento, las más de las veces buscando con ello alcanzar éxito electoral. Contrariamente, el sentido común, confirmado habitualmente en el trato con personas provenientes de diversos orígenes sociales y de distintas edades, muestra que los anhelos reales de los chilenos están muy lejanos de las discusiones de género, del “matrimonio gay”, del aborto indiscriminado, de los reclamos por derechos individuales desbordados, y otras cuestiones de similar laya. Tampoco se hallan cercanos a una visión economicista de la vida que pone todo su acento en la tasa de crecimiento del PIB, en mediciones de eficiencia y en la competitividad exacerbada. No comulgan, puesto en el lenguaje al uso, ni con “progresistas”, ni con “individualistas liberales”. Y no pueden hacerlo, precisamente porque son personas que, consciente o inconscientemente, se niegan a ser deshumanizadas.
Ellas quieren contar con la posibilidad de formar una familia, poder darles a sus hijos una educación que los prepare medianamente para la vida y los desafíos laborales, aquilatan disponer de viviendas más confortables y espacios urbanos que hagan la vida más amable, desean tener a su alcance servicios de salud donde sean acogidas dignamente y tratadas oportunamente, sueñan con barrios tranquilos y una comunidad solidaria, donde no campee por sus fueros la inseguridad, la droga y el crimen. Y, en su mayoría, buscan obtener todo esto como fruto de su trabajo honrado. Por lo mismo, aprecian tener acceso a un empleo estable y justamente retribuido. Son hombres y mujeres de familia, comunidad, orden y trabajo. Por lo mismo, las diatribas ideológicas no los movilizan. No lo hace tampoco el culto al resultado, aunque aspiren a un bienestar material más alto y consideren relevante la correcta conducción macroeconómica. Parecen, además cansados de tanta división -muchas veces ficticia- con que alimenta su propia supervivencia más de algún personero público. La unidad nacional, en cambio, es para ellos un bien altamente preciado.
Parece, entonces, existir un amplio espacio político descubierto e insatisfecho, esperando a ser llenado por dirigentes y agrupaciones que hagan suyos los valores patrios y cristianos que han dado forma a la nación y pueden proyectarla a un futuro mejor. Líderes y movimientos que defiendan este ideario podrían cambiar decisivamente el escenario político chileno presente, incluso de cara a las próximas elecciones presidenciales que hay quienes aventuradamente ya dan por decididas.
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El otro tema que se le “coló” a Guillier
Para amainar el vendaval de críticas por la estrambótica medida de control cambiario que proponen las bases programáticas del candidato Alejandro Guillier, su coordinador hizo ver que se le había colado tal concepto, y que el senador tiene una opinión clara sobre los temas cambiarios, más ad hoc con un país que cuida sus equilibrios macroeconómicos.
Pero no es el único asunto que al parecer se les coló. Una lectura detallada del capítulo sobre medios de comunicación de su programa arroja dos puntos que llaman la atención.
En primer lugar, propone la existencia de un “defensor de las audiencias” que controlaría los abusos que cometen los medios contra las audiencias. Una especie de Gran Hermano que por el bien de los que consumen medios de comunicación, podría decidir qué está bien y qué está mal.
Además de ello, respecto a la televisión, plantea que la asignación de frecuencias vaya más allá del rol técnico que tiene hoy y que el CNTV pueda decidir por otros criterios a quien le otorga y a quien no. Y propone un cambio profundo en TVN que incluye un aporte estatal permanente, terminando entonces con la independencia de hoy, y por supuesto, como nada es gratis, el Congreso y el Ejecutivo podrían influir en los contenidos.
El peligro es evidente para la libertad de expresión, en especial en tiempos que surgen nuevos medios digitales y que el periodismo se ha vuelto más extremo con los poderosos. Con la capacidad de controlar a quien se le otorga frecuencia o no, o el defensor de las audiencias actuando sobre los medios y reporteros cuando considere que un reportaje no es bueno, o mediante el poder de los políticos al tener un canal cautivo, es un retroceso enorme en la tradición de la centroizquierda de respeto profundo a la libertad de prensa.
Estos conceptos son muy parecidos a los que repite la presidenta del Colegio de Periodistas, para la cual la libertad de expresión es un valor secundario ante el abuso del duopolio. Cabe recordar que cuando un abogado intentó encarcelar periodistas por un artículo que había molestado en La Moneda, no solo no defendió a sus colegas sino que criticó al medio que publicó el artículo. No solo en el entorno de Guillier la libertad de expresión se ha vuelto un valor relativo, pues el abogado en cuestión es ahora vocero e integrante del comando de la candidata de la DC, Carolina Goic.
Es un hecho innegable que en Chile hay concentración de la propiedad en los medios de comunicación y que por sí es un riesgo para la libertad de prensa, pero la solución no es en modo alguno la censura sino el fomento de que surjan y se desarrollen nuevos medios. Algunas medidas son fáciles de implementar, como la acreditación de medios que no sean de las grandes cadenas en La Moneda, el Congreso, los tribunales y las organizaciones empresariales, con el rol de equiparar el acceso a las fuentes, incluyendo, por cierto, las entrevistas de todas las autoridades. También puede ser revisar la Ley de Prensa para simplificar las barreras de entrada o actuar, vía FNE, para evitar dumping en las agencias de medios, entre muchas otras que no implican tocar la libertad de expresión.
La buena noticia es que, como ha declarado el candidato, y dice su página web, es un documento inicial para la discusión. Es de esperar que, en el programa definitivo, el senador Alejandro Guillier mantenga el tradicional respeto por la libertad de prensa que ha caracterizado a la coalición que pretende representar y que este sea simplemente otro tema que se le “coló”.
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Imperdonable transición
HAY PARTIDOS e individuos que nunca han podido perdonar que la transición fuera como fue. Son los que se entregaron a un camino y a un futuro que no era el de la mayoría de los chilenos. Que se alzaron en armas pensándose vanguardia de masas listas para la rebelión, que no existían. Que se veían artífices de un país socialista cuando los socialismos agonizaban. Que se nutrían de Marx, Fidel, Che, Ortega, poetas iconoclastas, juglares que inflamaban épicas. Mientras, ese pueblo que los inspiraba, a su vez se inspiraba en Juan Pablo II, en el ansia de dejar atrás tiempos donde nada les era privado porque todo dependía de un Estado omnipotente y arbitrario; en la esperanza de, quizás, salir de su presente gracias a elecciones libres porque había aprendido que las armas siempre ganaban en contra suya. Más tarde, iniciada la reconstrucción democrática, los movía la inquietud de no volver atrás, de que quienes gobernaban lo hicieran bien, de valorar como éxito propio los avances que todo Chile vivía, del anhelo de superar desigualdades solo perceptibles al abandonar la pobreza.
Cuando se constató que la población no quería revoluciones sino vivir más seguros, en paz y con esperanzas reales de un futuro mejor, entonces, esa transición, se les hizo insoportable. Y mientras más exitosa, más profundo el rencor.
Ahora bien, si se tratara de cuitas del pasado, no importaría mucho. Pero se proyectan en el presente y el futuro del país, así como en la recomposición en curso del cuadro político; y cabe ocuparse de ello.
En los espacios que la transición había abierto, comenzó a cocinarse la hostilidad a la transición. Todo había sido transacción. Un continuo iba desde el Chile de 1973 a aquel del 2014 o hasta hoy. Nada había cambiado. La mágica palabra “neoliberalismo” bastaba para unificar, explicar y condenarlo todo.
Parte de los que se sentían traicionados por la transición comenzaron a gobernar, junto a quienes comenzaron a vacilar en la consecuencia con su propia obra. Fue su hora. Y ya tenemos el balance. Rechazo a sus reformas. Debilitamiento de la economía, la inversión y el empleo. Exaltación de derechos imposibles de satisfacer, que en solo 4 años creó otra izquierda capaz de desafiar una representación secular de la izquierda concertacionista y neomayorista. Ineptitud y falta de probidad en gestión pública. Crisis de la centroizquierda que había dado gobernabilidad exitosa a Chile.
Para peor, a pesar de los fracasos acumulados, sigue vigente la fantasía de ser sujetos de cambio, aunque poco digno de destacar han cambiado y mucho han fallado. Sigue también el rencor hacia una transición que por popular y exitosa se les compara día tras día por el solo hecho de haber existido. Así las cosas, si no recapacitan y la historia les da oportunidad, construirán, una vez más, otro fracaso en nombre del pueblo y del futuro; pero a poco andar, sin ninguno de los dos. Y para peor, en su negación a la transición, jamás dilucidarán las virtudes, limitaciones y fallas de ésta, para aprender a hacer a futuro mejor las cosas.
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¿Daño colateral?
LA TARDE del 1 de abril de 1991, a la salida del Campus Oriente de la UC, fue acribillado el senador Jaime Guzmán. Era mi amigo, el fundador de la UDI y un indiscutido líder de la oposición. Sin duda, su asesinato fue un crimen político, de carácter terrorista, que tuvo como propósito obstaculizar y entorpecer el proceso de reinstalación de la democracia en Chile. Tras su muerte no hemos tenido otras víctimas de la violencia política extremista.
Después de 26 años, fueron detenidos dos miembros del FPMR que estaban en el Campus Oriente ese 1 de abril. En México cayó Raúl Escobar Poblete, uno de los autores de los 12 disparos que le quitaron la vida a Jaime. Nunca había estado preso y en su vida acumula un largo historial de crímenes y secuestros. En Chile, fue aprehendida su expareja, Marcela Mardones, quien hizo el seguimiento previo de las rutinas de Jaime para planificar el crimen y facilitó el escape de los frentistas ratificando, desde un paradero, que estaba dispuesto el vehículo para la huida. Por ello, fue sometida a proceso por el ministro Carroza por delito de atentado terrorista con resultado de muerte. Fueron más de 25 años de lucha y perseverancia, en que nunca nos dimos por vencidos, pese a las increíbles dificultades que enfrentó el caso y al paso del tiempo. Finalmente se ven frutos relevantes, gracias al trabajo de nuestra Justicia y la Policía.
Por eso, resultan incomprensibles y aberrantes los dichos del presidente del PC, Guillermo Teillier, quien calificó como “daño colateral” el asesinato de Jaime. Muestra una total falta de respeto por la vida humana y es legítimo preguntarse si considera legítimo usar balas en democracia para asesinar a un parlamentario que fue elegido por votación popular. De hecho, debió salir a corregirlo un diputado de su propio partido, Lautaro Carmona, para asegurar que este crimen “no tiene ninguna justificación”. Lamentablemente, la posición zigzagueante y contradictoria del PC no es novedad, como quedó demostrado con el rechazo del Hugo Gutiérrez al proyecto de acuerdo de la Cámara de Diputados que solicitaba la extradición de Escobar Poblete, aunque en el caso de este diputado PC ya nada nos asombra. Postura en la que fue acompañado, sorprendentemente, por Gabriel Boric.
La violencia política y los crímenes terroristas deben ser condenados siempre y con firmeza, sin medias tintas ni dubitaciones. Por eso, hay silencios que no se pueden dejar pasar, como el del abanderado PS-PPD-PR-PC, Alejandro Guillier, quien ha brillado por su ausencia, nuevamente, en un tema fundamental. Quizás sigue pensando erróneamente -como él mismo señaló hace semanas- que los actos terroristas solo pueden ser cometidos por agentes del Estado.
Chile tiene hoy una paz y una democracia consolidadas y entre todos debemos cuidarla. Por ello son tan importantes los gestos y las actitudes, y en eso, ninguno de los que estamos en política podemos fallar.
Capítulo aparte -probablemente para otra columna- es el rol de Cuba como país que protegió a los miembros del FPMR que cometieron deleznables crímenes en Chile. Una prueba más de ello la dio Marcela Mardones, al admitir que vivió en la isla antes de radicarse en México.
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Reinvención urbana
ESTE SERÁ un año de definiciones para nuestras ciudades. Por un lado vemos cómo la Nueva Política y Agenda Urbana toman forma de manos del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, el MINVU y los distintos actores sectoriales; a ello se suma la discusión sobre descentralización y elección de autoridades regionales, la pronta puesta en marcha de la Ley de Aportes al Espacio Público y el Decreto Supremo 50 de Accesibilidad Universal; se hacen esfuerzos por dotar de bienes públicos a los guetos de vivienda social periféricos, como la nueva comisaría en Bajos de Mena, y se aviva el debate en torno a los guetos de híperdensificación en comunas centrales.
Si todos estos cambios, debates y normativas se dan en año electoral, sin duda vale la pena preguntarse qué lecciones, ejemplos y recomendaciones podemos aprender de otras ciudades. Esta es precisamente la oportunidad que tendremos mañana martes en la 6ª Conferencia Internacional de Ciudad: Re-invención Urbana. Evento gratuito y organizado por la Cámara Chilena de la Construcción, que en esta oportunidad tiene como invitados a dos de las voces más respetadas del urbanismo mundial.
Una de ellas, Jeanette Sadik-Khan, ex comisionada de transporte de la ciudad de Nueva York – entre el 2007 y 2013-, y quien lideró el proceso de recuperación de los espacios públicos de Manhattan, priorizando a los peatones, ciclistas y transporte público por sobre los automóviles. La visión de Sadik-Khan permitió reclamar más de 60 plazas públicas reorganizando el tráfico, implementó los primeros 6 corredores exclusivos de buses, “Uberizó” a los Taxis y agregó más de 600 kilómetros de ciclovías en una de las ciudades más congestionadas y complejas del mundo. A ella se sumará la experiencia de Brent Toderian, ex Planificador Jefe de la ciudad de Vancouver – entre el 2006 y 2012-, quien además de articular la planificación de los Juegos Olímpicos del 2010, lideró iniciativas como EcoDensity y Greenest City, posicionando a la ciudad canadiense entre las de mejor calidad de vida en el mundo. Toderian articuló la colaboración virtuosa entre desarrolladores inmobiliarios y la comunidad por medio de un programa de incentivos urbanos, para que en lugar de mitigaciones los desarrolladores comprometieran aportes como sedes sociales, plazas y equipamiento comunitario a partir del diálogo directo con los vecinos, en un esquema denominado “City by Design”.
Algunos se preguntan por qué seguir invitando a gurúes extranjeros a exponer los éxitos de ciudades tan lejanas como Nueva York o Vancouver. Lo cierto es que no estamos tan lejos. El Plan Integral de Movilidad de la Municipalidad de Santiago, impulsado por la administración Tohá y sabiamente continuado por el alcalde Alessandri, no solo ha implementado medidas similares a las de Sadik-Khan, sino además lo ha hecho en un contexto metropolitano, en algunos aspectos más desafiantes que Manhattan. En cuanto a Toderian, bien vale decir que ciudades como Antofagasta tienen el mismo PIB que Vancouver, por lo que más que recursos, lo que necesitamos es contar con innovadoras herramientas de gestión y gobernanza como las desarrolladas en Canadá. Ambos urbanistas no solo vienen a contar sus experiencias, sino también a aprender de nuestros aciertos y errores. Sin duda, es una oportunidad única, en un momento donde la ciudad requiere nuevas miradas para su re-invención.
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Cuatro apuntes del debut
La tecnología. Creo firmemente en su utilización. Sirve para disminuir las injusticias, de las cuales -a través de la historia- Chile ha sufrido más que disfrutado. No mata la gracia de este deporte ni lo desnaturaliza. El que ha sido víctima de un desacierto arbitral, de seguro daría lo que fuera por revertir ese resultado que lo amarga, si fuera posible. Se entiende que se encuentra en fase de adaptación, pero la primera lección que tiene que sacar la FIFA es que el sistema debe apuntar a la inmediatez, para evitar confusión del espectador. En el segundo gol de la Roja, a primera instancia, parecía que el movimiento en cuestión era el de Eduardo Vargas, pues el asistente acompañó el carrerón de Alexis Sánchez sin dudar, lo que era incomprensible; recién al rato se supo que el arranque del delantero del Arsenal era lo que generaba dudas.
Los goles. Chile anotó dos, pero debieron ser más. Que ambos llegaran sobre el cierre, además, le dan un aire de ajustado al triunfo que pudo evitarse. La Selección fue ampliadamente superior a Camerún y solo su ineficacia frente al arco rival en el primer tiempo permitió que los africanos crecieran y hasta controlaran el duelo mientras la Roja no se sacudía la frustración de la conquista anulada a Edu. Es el aspecto más trascendente a solucionar por Juan Antonio Pizzi.
Vargas y la camiseta roja. Afianzarse en un club es algo que el delantero no ha conseguido desde que en 2011 fuera la gran figura de la U campeón de la Sudamericana. Con la camiseta nacional es otra cosa. Y en los torneos importantes, a partir de la Copa América 2015, siempre ratifica sus pergaminos y justifica su titularidad. Resulta inexplicable, es cierto, pero mientras funcione la queja se vuelve una discusión bizantina.
Alexis y Vidal. Son los dos jugadores más importantes del fútbol chileno en la actualidad y entre los más grandes de la historia. Y lo demuestran. Sin hacer demasiado, el delantero entró para aclarar el panorama y participó de los dos goles de la Roja, mientras que la movilidad y polifuncionalidad del volante le permitieron ser creador (suyo es el pase al tanto anulado de Vargas) y también goleador, además del barómetro anímico de la escuadra. Con matices, las dos estrellas respondieron a su estatus y eso es siempre una notable señal.
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