Hugo García Michel's Blog, page 195
February 18, 2016
Desayuno con Eusebio Ruvalcaba
Hacía ya literalmente años que no nos veíamos, pero al fin logramos concertar un desayuno esta mañana en el Sanborns de la imponente Plaza Cuicuilco (hoy Plaza Inbursa), en Peña Pobre, Tlalpan. Ahí desayunamos Eusebio Ruvalcaba y yo esta mañana y pudimos ponernos al día en muchos aspectos: personales, profesionales, existenciales. Muchas cosas han cambiado en estos tres o cuatro años que teníamos sin vernos, cosas que por supuesto no mencionaré aquí.Lo importante es que la pasamos muy bien y hasta intercambiamos dedicatorias. Él llevaba un ejemplar de Matar por Ángela que le dediqué con gran gusto (nunca olvidaré lo mucho que le debo a Eusebio para que mi novela fuera publicada originalmente, en 1998) y yo llevaba un ejemplar de su libro de 2008 Una mosca devastada y deprimida sobreviviendo en un hilito de sangre que de hecho está dedicado a mí en una página impresa, la 7 ("Para Hugo García Michel, por su paciencia como amigo y como editor") y ahora agregó una dedicatoria escrita ("Con un fuerte abrazo para mi querido Hugo García Michel, con quien comparto el amor por la belleza. Suyo, Eusebio Ruvalcaba"). Además me obsequió un libro muy hermoso, también de su autoría y editado el año pasado: Pensemos en Beethoven. Con su dedicatoria a pluma, también: "Bajo el relámpago Beethoven, para Hugo García Michel que sabe de relámpagos".
Fue un rato muy afectuoso y enriquecedor.
El gran Eusebio.
Published on February 18, 2016 21:21
February 17, 2016
Cincuenta años de un rapidín
Aun cuando no logra los niveles de explosividad y crudeza de su antecesor, A Quick One (1966), el segundo opus de The Who es un buen trabajo, con temas que con el tiempo alcanzarían el estatus de clásicos.Curiosamente, hay aquí composiciones de los cuatro miembros del grupo –una idea quizá no del todo afortunada de sus manejadores en ese tiempo, Kit Lambert y Chris Stamp- y eso lo hace un tanto irregular.
Lo mejor de A Quick One corre a cargo de un mórbido John Entwistle, con su híper célebre “Boris the Spider” y la estupenda “Whisky Man”, mientras que Pete Townshend contribuye con cuatro temas, destacando la popera “Run Run Run” y la pretenciosa mini ópera (que yo preferiría llamar suite) “A Quick One, While He’s Away” (un rapidín mientras él está lejos). De Roger Daltrey está la intrascendente “See My Way” (en la cual lo más destacado es el arreglo de Entwistle, corno incluido) y Keith Moon presenta una locura instrumental por demás divertida llamada “ Cobwebs and Strange”, cuyo curioso clip aparece en la cinta The Kids Are Alright.
Este segundo álbum de The Who perdió un poco de la fuerza de My Generation en aras de una mayor búsqueda “artística”, algo muy comprensible en aquel 1966 en el que los Beatles sacaron Revolver e hicieron que todo el mundo quisiera revolucionar la música.
(Reseña que escribí originalmente para el Especial de La Mosca en la Pared No, 18, dedicado a The Who y publicado en marzo de 2004)
Published on February 17, 2016 10:20
February 16, 2016
Los Grammy, un espejo
Nunca he sido simpatizante de los premios musicales que otorga la industria (tampoco de los cinematográficos, pero eso es harina de otro costal). Soy un convencido de que la música debe ser ante todo un acto de creación que busque convertirse en arte y no en material para competir contra otros. Esa es mi posición, quizá demasiado ingenua, irreal, romántica y, por supuesto, antipopular.Porque al contrario de mí, a la mayoría de la gente le encanta eso de los premios y disfruta ver por televisión las premiaciones anuales de la industria musical, aunque sean casi siempre monótonas, repetitivas y predecibles.
La más prestigiada de dichas premiaciones sigue siendo, con todo lo creíble o poco creíble que resulte, la entrega de los Grammy, de los cuales me interesa asomarme a su papel como termómetro y espejo de los gustos de las masas consumidoras de música.
Si por ejemplo revisamos quiénes se llevaron los premios Grammy hace veinte años, vemos nombres como los de Alanis Morisette, John Lee Hooker, Buddy Guy, Alison Krauss, Tom Petty, Nirvana, Pearl Jam y Nine Inch Nails. Nada mal. Dos décadas más atrás, en 1976, entre los ganadores estaban Linda Ronstadt, Muddy Waters, Dizzy Gillespie, Chick Corea, Paul Simon, The Eagles, Natalie Cole, Ray Charles, Earth, Wind & Fire y, bueno, Captain and Tenille. Grandes músicos en su mayoría.
Tristemente, si vemos la lista de nominados para este 2016, uno se topa con que los “artistas” que más venden en su mayoría dejan mucho que desear. Por eso la favorita para “arrasar” en esta edición de los Grammy es la insípida Taylor Swift, acompañada por los sobrevalorados Kendrick Lamar, The Weeknd y esa mala caricatura de Michael Jackson que es Bruno Mars. Por ahí, en la semioculta categoría de “alternativo” aparecen Death Cab for Cutie, Muse y Björk, pero sin demasiados oropeles (para cuando usted lea esto, ya se sabrá quiénes ganaron).
Parece claro que con el paso de los años, las preferencias masivas son cada vez más pobres y menos exigentes, lo cual deriva en una menor calidad artística de músicos, cantantes, compositores, productores, etcétera.
Y eso que no hablé del famoso (es un decir) Grammy Latino, porque ahí sí la cosa está para llorar.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).
Published on February 16, 2016 20:00
February 14, 2016
Al interior de tus muslos
Me seduce el interior de tus muslos.
Me seduce imaginarlos.
Me seduce contemplarlos.
Me seduce acariciarlos.
Me seduce hundirme en ellos
y percibir el aroma de miel que emana
desde las vertiginosas alturas de tu pubis.
Sentir contra mi cara el calor que los incendia
cuando sienten contra sí mismos
lo rasposo de mi barba, lo agudo de mis dientes y lo húmedo de mi lengua.
Me seduce el interior de tus muslos.
Porque los puedo morder.
Porque los puedo olfatear.
Porque los puedo lamer.
Porque puedo escalar sus paredes resbaladizas.
Incurrir en sus superficies tersas, cálidas, mullidas, perfectas
y quedarme ahí anclado, varado, intoxicado.
Porque me puedo deslizar hacia arriba y hacia abajo
sin que la fuerza de la gravedad gravite,
sin que la gravedad de la fuerza me esfuerce.
Me seduce el interior de tus muslos.
Cuando se abren en flor y cuando se cierran herméticos.
Cuando se expanden y lo entregan todo al deseo.
Cuando se contraen y lo dejan todo al anhelo
de lo prohibido, de lo oculto y de lo inaccessible.
Quiero sumirme en el abismo de tus muslos.
Explorar sus profundidades y sus arrecifes.
Entrar en esa costa tan férreamente defendida,
hasta invadir sus playas de arena fina y rocas afiladas,
hasta atacarla y hacerla ceder, vencida por la persistencia de mis labios,
de mis dientes, de mi saliva y otra vez, sí, de mi lengua.
¿Por qué escribirte esto, por qué no guardarlo y callarlo?
Porque quiero que todo el mundo lo sepa,
que quede constancia,
inequívoco y eterno testimonio,
de que me seduce,
me atrapa,
me cautiva,
me emborracha cual exceso de vino tinto,
el embriagante y supremo interior de tus muslos.
(Escrito en la madrugada del 15 de febrero de 2016)
Published on February 14, 2016 23:46
Es un desastre
Una película extraña, peculiar, inquietante. Una cinta que en un principio parece tratar de un tema tan intrascendente como una reunión de parejas y que de pronto da un giro inesperado cuyo fondo es altamente dramático, fatal. Un filme que es una comedia, pero una comedia negrísima, cuyo humor no arranca la carcajada o la sonrisa, sino más bien risitas nerviosas.Estoy hablando de It's a Disaster de Todd Berger (2014), obra inusual y con cierta fascinación mórbida que de simple relato frívolo y clasemediero, pasa a formar parte del cine de desastre o de epidemias. Sabemos que afuera de esa confortable casa de un bello suburbio de Los Angeles un grupo terrorista inidentificado ha soltado algunas bombas de gas venenoso y que este llegará en algún momento a la casa donde conviven aquellos ocho amigos. Las reacciones que suceden a continuación es lo que hace más interesante la trama.
Muy bien actuada y llevada, It's a Disaster cuenta con las actuaciones de gente más o menos conocida, caso de Julia Stiles, David Cross y America Ferrara, y su tono es el de una película de esas que se conocen como independientes en el cine gringo.
La vi en Netflix y vale la pena. Es muy interesante sobre todo por el estudio de caracteres y porque, a pesar de su terrible premisa, es, insisto (aunque no lo parezca), una comedia.
Published on February 14, 2016 20:30
February 13, 2016
Vox peritus argentinus, vox Dei
Cuando hace unos días el grupo de peritos argentinos que investiga el caso Ayotzinapa determinó que no existen pruebas suficientes de que los normalistas desaparecidos hayan sido incinerados en el basurero de Cocula, en redes sociales y en los medios impresos y virtuales que antagonizan con el gobierno se desató una euforia equivalente a la que se habría producido en el país si la selección mexicana hubiese ganado un Mundial.“¡Gol contra el mal gobierno!”, parecían gritar los habitantes de la patria progre, como si la labor de los mencionados peritos no fuese tratar de esclarecer el caso, sino sonarle duro y con fe a la PGR y al gobierno federal.
“Palabra de perito (argentino), palabra de Dios”, parecería ser la consigna de protoprocesosos, filojornaderos y qué tipos tan Sin Embargo, sobre todo en estos tiempos en que otro argentino nos visita. Quizá se confundió la infalibilidad papal del buen Francisco con la supuesta calidad de infalibles de los peritos rioplatenses, quienes, sí, dieron una opinión contraria a la de la Procuraduría, pero no la Verdad Revelada.
Sin embargo (valga la redundancia), el sector seudoizquierdoso inundó las redes de tuits y opiniones en las que daba como irrebatible la conclusión de que los 43 normalistas no fueron cremados en Cocula. “¡Las pruebas son contundentes!”, “¡El gobierno nos mintió!”, “¡Se les cayó su ‘verdad histórica’!”, etcétera, eran las frases de franco festejo histérico, lo que viene a demostrar que en realidad lo que les interesa es el golpeteo continuo contra “El Estado”y no la suerte de los infortunados muchachos, de quienes se ha hecho un jugoso e inmoral botín político.
Si estuviéramos en los tiempos en que José López Portillo era presidente, los peritos argentinos (y de paso los miembros del GIEI) ya se hubieran quedado sin la lana que les paga el mismo gobierno al que cuestionan (remember la frase inmortal de JLP: “Yo no pago para que me peguen”). Pero son otros tiempos y pueden pegar y armar tangos sin temor a perder la buena guita que perciben, ¡che!
Porque, vox peritus argentinus, vox Dei (¡vaya milonga!).
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
Published on February 13, 2016 14:47
February 12, 2016
The Guess Who / Canned Wheat (1969)
Muchos creen que esta banda canadiense es una de esas agrupaciones efímeras de las llamadas one hit wonder, todo por culpa de su conocidísima y extraordinaria “American Woman”. No obstante, la agrupación tuvo una muy larga y fructífera carrera y la mejor muestra de ello es este álbum espléndido.Mejor tema: “No Time”
Published on February 12, 2016 20:56
February 11, 2016
La fidelidad y las mujeres de hoy
Reza el lugar común que los hombres son más infieles que las mujeres. Se dice que tenemos esa vocación incluso dentro del ADN y que es parte de nuestra naturaleza y que quienes son completamente fieles, constituyen nada más la excepción que confirma a la regla. En cambio, se asegura que las mujeres se encuentran justo del otro lado: que la fidelidad les queda como anillo al dedo, que engañar a sus parejas va contra su esencia y que eso de buscar la satisfacción sexual lejos de los márgenes del noviazgo o del matrimonio es cosa de varones y no de damas.Lo anterior me parece una tontería, pero hay mucha gente que lo sostiene. Tal vez antes, por diversos condicionamientos históricos y sociales así haya sido, pero hoy día, me consta que las cosas han cambiado radicalmente. Cada vez me encuentro a más amigas y conocidas que no sólo me confiesan que les cuesta trabajo ser fieles, sino que de la manera más tranquila y sin culpas se acuestan con otros hombres y/o otras mujeres. Esto se da sobre todo en las más jóvenes generaciones y por mis observaciones en el medio mexicano, muy especialmente el del Distrito Federal, donde vivo, lo situaría entre las féminas que están entre los catorce y los veinticinco años. Claro que también hay muchas que en sus treinta, sus cuarenta y sus cincuenta tienen relaciones clandestinas, pero las que más lo practican e incluso se ufanan de ello son las más jovencitas.
En lo personal, me parece perfectamente sano que las mujeres hagan a un lado hipocresías y convencionalismos sociales impuestos y que sean fieles a sí mismas, a sus sentimientos e incluso a sus instintos. No que lo hagan como una venganza por tantos siglos de infidelidades masculinas, sino simple y sencillamente por placer, por darse gusto, por ser libres y ser soberanas de sus cuerpos, sus corazones, sus vidas. Es hora de desmanchar conceptos que la moral imperante se ha encargado de ensuciar a lo largo del tiempo. La fidelidad como sinónimo de sometimiento debe desaparecer y sólo debe existir por voluntad de cada una de las partes de la pareja. De igual manera, la asociación del sexo con lo malo y lo pecaminoso, cuando es realizado fuera de los márgenes de la pareja establecida, tendría que ser reexaminada en una época en la cual el propio concepto de pareja sufre tantos cambios y no puede seguirse viendo como se hacía en los siglos anteriores.
Muchas mujeres jóvenes están poniendo el ejemplo, aquí y ahora, y se adueñan de sus propios cuerpos en un acto de liberación que quita la propiedad de los mismos a sus novios o esposos, quienes de ese modo pierden su condición de señores feudales.
Es una revolución sexual menos escandalosa y visible que la que se dio en los años sesenta del siglo veinte, pero quizá sea más profunda por silenciosa, lenta y decidida.
Es el fin de la fidelidad como la conocíamos y eso tiene que hacernos sentir bien.
Published on February 11, 2016 20:00
February 10, 2016
César Alejandre y la era de los dinosaurios
Así como hay una historia del rock en México, existe otra historia igualmente interesante y en la que se ha ahondado poco. Me refiero a la historia de los medios de comunicación relacionados con el género, en la cual la radio juega un papel muy importante, para bien y para mal.Con la noticia del fallecimiento de César Alejandre, el pasado lunes 8 de febrero, se dio también, de manera implícita, el anuncio sobre la muerte de toda una época de hacer radio “rockera”. A quienes nacimos entre 1940 y 1960 (en mi caso, en 1955), nos tocó convivir con ese estilo radiofónico que nada tiene que ver con el actual y ni siquiera con el que se dio a fines de los ochenta y parte de los noventa, con estaciones como WFM, Rock 101, Radioactivo y Órbita.
Estoy hablando de la radio que se produjo paralelamente al surgimiento de lo que hoy se conoce como “Los Grandes Años del Rocanrol” (es decir, la época de los Teen Tops, Los Locos del Ritmo, Los Hooligans, Los Rebeldes del Rock et al y de los “solistas” fresísimas tipo Enrique Guzmán, Angélica María, César Costa y Julissa, entre otros). Estaciones como Radio Mil y Radio Variedades difundían aquellos primeros e ingenuos rocanroles y de ese momento no hay locutores radiales para recordar.
Fue desde mediados de la década de los sesenta, cuando el rocanrol se convirtió en rock y aparecieron los Beatles y la Ola Inglesa, así como todo lo que fue el sonido de la Costa Oeste estadounidense, que emisoras como Radio 590 (“La pantera de la juventud”), Radio Éxitos y Radio Capital se especializaron en difundir rock en inglés y algunas voces se empezaron a hacer familiares para quienes las escuchábamos con cándido fervor. No eran sin embargo voces “con nombre” las de aquellos locutores. No había en México el equivalente a un Alan Freed y mucho menos a un John Peel que difundiera el rock de una manera contextualizada, informada, más –digamos– cultural. La radio de aquellos días se limitaba a poner las canciones que tenían éxito en el hit parade norteamericano y lo más que llegaba a haber eran algunos programas como La hora de los Beatles o La hora de los Monkees y algunas perversas derivaciones posteriores tipo Beatles contra Monkees o Beatles contra Creedence. Ese era el nivel que padecíamos en el cuadrante de Amplitud Modulada (AM).
Fue en aquellos años que César Alejandre ingresó a la radio, para hacer sus pininos en Radio Voz. En 1970 llegó a Radio Capital que, para ese entonces, ya tenía un programa señero que la gente de mi generación recuerda con emoción. Hablo de Vibraciones, una extraña revoltura de estupenda música subterránea que sólo podía escucharse ahí y la locución de una voz cavernosa que solía lanzar una palabrería alucinada y supuestamente mística, hermética y poética para presentar a los grupos y solistas que desfilaban cada noche, de lunes a viernes, de nueve y media a once.
Aún me recuerdo tirado en mi cama, con las luces apagadas, dispuesto a oír las maravillas de agrupaciones como The Corporation, Quicksilver Messenger Service, Spooky Tooth, Big Brother and the Holding Company (con su entonces poco conocida vocalista, una joven blanca que cantaba como negra de nombre Janis Joplin) e incluso Creedence Clearwater Revival, antes de que se convirtiera en un grupo popularísimo en nuestro país.
Por esos tiempos, Alejandre tenía en la misma emisora un programa más o menos convencional llamado El hit parade, en el que presentaba la tradicional lista de éxitos en los Estados Unidos e Inglaterra y con el que había pasado de mero locutor a conductor y comentarista (un gran paso de calidad para aquellos días). Suya era también la voz de la frase institucional que sonaba entre cada corte con el lema “Radio Capital, la discoteca de la gente joven”, cualquier cosa que eso significara.
La radio roqueril no cambió durante años, hasta que a finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando ya existía la Frecuencia Modulada (FM), algunos jóvenes empezaron a innovar, inspirados en las radios de otros países y así surgieron WFM y Rock 101. César Alejandre supo adaptarse de algún modo a los nuevos tiempos, aunque su nombre no sonaba como el de otros (ahora los conductores radiales ya tenían nombre propio: Martín Hernández, Luis Gerardo Salas, Jaime Pontones, Alejandro González Iñárritu, Jordi Soler, Dominique Peralta, etcétera). Sin embargo, logro sobrevivir y con el tiempo tener incluso programas propios, caso de El dinosaurio, en Radioactivo, y a últimas fechas La era del dinosaurio, en Reactor.
Con su muerte, termina una época de la radio de rock en México: precisamente –y dicho con el mayor respeto paleontológico– la de los dinosaurios.
(Publicado hoy en "El ángel exterminador" de Milenio Diario)
Published on February 10, 2016 18:46
February 9, 2016
César Alejandre y el Superbowl
Falleció César Alejandre y con él desapareció toda una manera de hacer radiodifusión musical, específicamente la relacionada con el rock.Cuando en mis épocas de adolescencia escuchaba estaciones de rock “en inglés” en la frecuencia de amplitud modulada (AM), como Radio Éxitos y Radio Capital, el estilo de los locutores se basaba mucho en el exitismo, es decir, en privilegiar las canciones “de éxito”, aquellas que llegaban a los primeros lugares de popularidad, sobre todo en el hit parade estadounidense. César Alejandre pertenecía a esa estirpe de comunicadores radiofónicos y su voz podía escucharse (aunque en ese entonces yo no tenía idea de que era él) en el cintillo que decía “Radio Capital, la discoteca de la gente joven” y en la conducción de algunos programas.
Lo que más me gustaba de aquella estación, en la que había programas como Creedence contra Beatles, era la diaria emisión nocturna llamada Vibraciones, en la que se tocaba música que no era comercial y gracias a la cual los radioescuchas jóvenes de fines de los sesenta y principios de los setenta pudimos conocer a multitud de grupos “subterráneos”, como Quicksilver Messenger Service, The Corporation, Spooky Tooth y Big Brother & the Holding Company, con su vocalista, Janis Joplin. Sin embargo, el conductor de voz cavernosa y supuestamente mística de Vibraciones al parecer era Manuel Camacho y no César Alejandre.
Ya algunos años después vendrían otras maneras de hacer radio de rock, primero en algunos segmentos de Radio Universidad y Radio Educación y, más tarde, con el advenimiento de la frecuencia modulada (FM), en estaciones como WFM y Rock 101.
Una pena la muerte de Alejandre, quien seguía activo en Reactor 105.7 del IMER. Descanse en paz.
* * * * *
Sólo un breve apunte sobre la música que se escuchó en el medio tiempo del Superbowl del domingo pasado. Qué manera tan poco fina de celebrar los 50 años del famoso Súper Tazón. Esa combinación de Coldplay, Beyonce y Bruno Mars resultó más vulgar que la loción Siete Machos. En cambio, Lady Gaga sorprendió con su voz, al interpretar el himno de los Estados Unidos. Nada mal.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
Published on February 09, 2016 14:00
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