Hugo García Michel's Blog, page 198
January 18, 2016
Con Irma y Adolfo
Después de cinco años, volví a reunirme con Irma Larios y Adolfo Cantú en el Vips cercano a mi casa, lugar donde nos habíamos visto los tres en enero de 2011 (bueno, a Adolfo sí lo veo más seguido). Mucho ha cambiado y mucho no desde entonces. Irma me cuenta que en la SRE la cambiaron de Nueva York a Berlín, donde lleva trabajando cuatro meses para la embajada mexicana en Alemania. Le regalé un ejemplar de mi novela y a Bo le obsequié una biografía de Richard Wagner. Muy rica plática de dos horas y pico y la promesa de vernos pronto, ojalá que en Berlín (por ahí surgieron algunas buenas ideas). Un gusto ver a estos dos entrañabilísimos y antiguos amigos (¡nos conocemos desde 1970!).
Published on January 18, 2016 18:00
January 17, 2016
Los locos Suárez
Pues resulta que el actor Héctor Suárez Gomiz es lector de mi columna "Cámara húngara" de los sábados, en Milenio, y muchas veces la comenta o me manda saludos por Twitter. Hace unos días, me invitó para ir a verlo en el acto de stand up comedy que hace al lado de su papá, el gran Héctor Suárez, en el teatro NT de la Zona Rosa. Finalmente hoy fui, acompañado de mi mejor amiga, y la pasamos de maravilla. Está muy divertido. La obra (que no es exactamente una obra, sino un par de monólogos estandoperos) se llama Los locos Suárez y consiste en ver primero y durante casi una hora a Suárez Gomiz, muy divertido, mientras habla de sí mismo y de su familia, con fuertes alusiones a su papá, y luego casi otra hora con éste, es decir, Héctor Suárez, quien muestra unas tablas sensacionales y hace reír muchísimo también, al referir muchas anécdotas familiares y profesionales... y desquitarse de todo lo que dijo su hijo sobre él.El teatro estaba lleno y valió mucho la pena. La recomiendo en verdad.
Al final, pasamos a los camerinos para saludar a Héctor chico y nos topamos con Héctor grande (quien es muy bajito y flaquito y nos saludó muy afectuoso y simpático). Luego intercambié libros con el primero (le regalé un ejemplar de Matar por Ángela y el a su vez me dio uno de El pelón de los anillos). Todo muy bien y muy cordial.
Al salir, mi mejor amiga y yo cenamos en un café Sanborns cercano y regresé hace apenas un rato. Valió mucho la pena la salida.
Published on January 17, 2016 20:18
January 16, 2016
Tommy
A más de cuatro décadas y media de haber sido grabada (1969), la ópera rock Tommy mantiene su importancia y su frescura sin par. Uno de los cuatro álbumes fundamentales de The Who (al lado de Sell Out, Who’s Next y Quadrophenia), la historia de Tommy Parker, el muchacho sordomudo y ciego que se convierte en un as del pinball, ha seducido a varias generaciones no tanto por lo que relata como por la calidad de su música.Aunque en su momento se le pudo acusar de pretenciosa y fatua, el paso de los años ha demostrado que Tommy vale por sí misma y que aparte de haber servido para llevar a Townshend y compañía al superestrellato del rock, los consagró como una de las bandas fundamentales de todos los tiempos.
Si bien no todas las canciones de la obra tienen el mismo nivel de calidad, hay aquí temas tan extraordinarios como “I’m Free”, “Amazing Journey”, “Sparks”, “The Acid Queen”, “Underture”, “Tommy, Can You Hear Me?”, “Sensation”, “Sally Simpson” y obviamente “Pinball Wizard” y ese himno que es “We’re Not Gonna Take It”. Sorprende que a pesar de la grandiosidad de la obra en sí, las instrumentaciones sean más bien austeras, con una presencia constante de la guitarra acústica, algo muy diferente a lo que The Who presentaba en sus actuaciones en concierto.
Tommy marcó un parteaguas no sólo para la historia de los Who sino del rock todo, al abrir al género nuevas posibilidades expresivas y artísticas.
(Texto que publiqué originalmente en el Especial de La Mosca No. 18, dedicado a The Who, en marzo de 2004)
Published on January 16, 2016 23:56
Noroña y el humor ¿involuntario?
Decía José Emilio Pacheco en 1999, en uno de sus espléndidos textos para la columna “Inventario” (y parece que lo hubiese escrito hoy): “No es falta de respeto a los muertos ni indiferencia al dolor de las víctimas. No se trata de evasión ni de insensibilidad irresponsable. Ante circunstancias tan trágicas como las nuestras, opera el mismo impulso que lleva a contar chistes en los velorios. Una precaria defensa contra el horror, un minuto de pausa ante el sufrimiento.“Así, hay que darle las gracias al senador Lisandro Lezama, porque nos permitió un respiro en medio de la tragedia, y felicitarlo porque pasó a la historia el día 7 de este aciago octubre. Durante le ceremonia en que el Senado de la República impuso la medalla Belisario Domínguez a Carlos Fuentes, Lezama dijo, ‘con el aplomo del que ignora la duda’, que el senador por Chiapas en 1913 ¡había sido víctima del chacal Venustiano Huerta! (¿O habrá dicho Victoriano Carranza?)”.
Valga la simpática cita de JEP para refrendar la importancia del humor y la ironía, aún en los momentos históricos más trágicos, y valga también para agradecer que ese humor aparezca de nuevo en estos inicios del 2016, con el tan sorpresivo como delicioso autodestape de Gerardo Fernández Noroña, como precandidato a la presidencia de la república de todas las izquierdas (menos del PT, según aclaró con Néstor Ojeda en Milenio Televisión, porque los petistas –dijo– ya se vendieron al PRI).
La candidez de don Gera resulta maravillosa, al imaginar que si logra reunir más apoyo que Andrés Manuel López Obrador, éste hará mutis para dejarlo ser el candidato de Morena, el PRD y Convergencia. Da ternura presenciar tal muestra de ingenuidad…, a menos que Fernández Noroña esté jugando a otra cosa, a sabiendas de que el Peje no se hará a un lado ni con el empujón de cien bulldozers.
Como sea, ya hay un ingrediente más para la diversión de aquí a dos años. GFN contra su hermanito (sic) AMLO será un espectáculo imperdible de humorismo involuntario. ¡Ya quiero conocer la respuesta de Andrés Manuel, al acusar a Gerardo de haberse unido a la mafia en el poder! ¡Será de antología!
Guerra de chistes.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
Published on January 16, 2016 15:30
January 15, 2016
Lowell George / Thanks I’ll Eat It Here (1979)
El único disco de Lowell George como solista retoma el estilo original de su antigua banda, Little Feat, y recrea ese sonido lleno de humor, finura y raíces que tan bien lo caracterizó. Poco después de grabar el plato, el buen Lowell murió de un ataque al corazón mientras realizaba una gira.Mejor tema: “20 Million Things”
Published on January 15, 2016 20:00
January 14, 2016
"Survival" de Bob Marley
Si para los seguidores más ortodoxos de Bob Marley, Exodus o incluso Catch a Fire son las obras cumbres del jamaiquino, hay quienes piensan que Survival (1980) las supera con mucho. Cuestión de criterios, claro, de preferencias y subjetividades. El hecho es que este álbum, inicialmente intitulado Black Survival, fue el primero de una trilogía planeada por Marley y que ya no alcanzó a ver terminada.Musicalmente cercano al pop y al rock (aunque la esencia del reggae está siempre ahí, presente y constante), Survival es un manifiesto ideológico a favor de la unidad de la raza negra y de la reivindicación del continente africano como lugar de origen y tierra prometida. En ese sentido, se trata de un disco conceptual y también de un manifiesto político y racial (“Rise yeh mighty people!”, canta Bob en “Wake Up and Live”).
Anticolonialista, independentista y favorecedor de las luchas de emancipación de las naciones del Tercer Mundo, el disco es una obra maestra de principio a fin, con una fuerza artística que supera lo meramente político y lo trasciende con gran fortuna. No existe entre los diez temas que conforman el plato, uno que destaque o que pueda considerarse como potencial “sencillo”. Todos son magníficos y mantienen una uniformidad que lejos de resultar monótona, es variada y asombrosa. A lo largo del álbum, hay un fuerte énfasis en el ritmo marcado por el bajo y las percusiones, lo que da una mayor presencia a canciones tan extraordinarias como “So Much Trouble in the World”, “Zimbabwe”, “Babylon System”, “Survival”, “Ride Natty Ride”, “Africa Unite”, “Ambush in the Night” y la singular “One Drop”.
Un trabajo fuera de serie.
(Reseña que escribí para el Especial No. 15 de La Mosca en la Pared, publicado en octubre de 2004)
Published on January 14, 2016 12:00
January 13, 2016
Bowie a la medianoche
El rumor empezó a correr en las redes sociales a la medianoche del domingo, hora de México. Un comunicado que según algunos provenía del sitio oficial de David Bowie anunciaba la “tranquila y pacífica muerte” del músico y pedía comprensión y respeto para su familia y su círculo cercano. De inmediato entré a la página www.davidbowie.com y no encontré información alguna al respecto, por lo que pensé que se trataba de una de esas noticias falsas que suelen aparecer en la red y preferí tener prudencia. Por desgracia no fue así. Poco a poco, medios como la BBC, The New York Times, The Guardian, El País y otros empezaron a difundir la mala nueva, la cual fue finalmente confirmada en Twitter por Duncan Jones, hijo del autor de “Space Oddity” y “Ashes to Ashes”: David Bowie había muerto de cáncer, a los 69 años de edad (los cumplió apenas este 8 de enero, pues nació en Brixton, Inglaterra, en 1947).Todo muerte es inoportuna, pero hay unas más inoportunas que otras y esta es una de ellas. Apenas la semana pasada había aparecido Blackstar, el nuevo álbum de Bowie, después de que en 2013 publicara The Next Day, luego de una década exacta de ausencia discográfica (su anterior plato, Reality, se editó en 2003). Nadie imaginó, fuera de sus familiares y de sus amistades más próximas, que Blackstar sería el opus final del multifacético británico. Por el contrario, se trataba de un motivo de celebración. Posiblemente él también lo celebró, con levedad, debilitado por la enfermedad y a sabiendas de que sería su trabajo postrero.
Blackstar es una obra fina, de escasos 41 minutos de duración, con apenas siete cortes en los que el rock y el jazz se dan la mano para ofrecer un manjar exquisito y diferente, con canciones tan buenas como “’Tis a Pity She Was a Whore”, “Sue (Or in a Season of Crime)”, “Girl Loves Me”, “I Can’t Give Everything Away”, “·Dollar Days”, la homónima “Blackstar” y la intensísima y densa “Lazarus”. Es un disco plenamente boweyano y por tanto plenamente experimental, con un uso primordial y fantástico de los metales, en especial del saxofón, el primer instrumento que David Jones (su verdadero nombre) aprendió a tocar. Un álbum digno de servir como colofón a una carrera impresionante, en la que la música y la imagen fueron siempre primordiales.
Como es más que sabido, las transformaciones musicales de este singular artista (y digo artista en la exacta acepción de la palabra) estuvieron siempre aparejadas con sus cambios de apariencia, los cuales muchas veces adquirieron el grado de personajes perfectamente definidos y diferenciados de su propio creador. Algunos de ellos fueron tan fuertes, no sólo en su estética sino incluso en sus rasgos interiores, que Bowie llegó a estar literalmente poseído por ellos (el caso del extraterrestre Ziggy Stardust es muy revelador y sintomático al respecto). Esta especie de esquizofrenia artística definió buena parte de su carrera y le permitió desarrollarse como uno de los compositores e intérpretes más originales e importantes en la historia del rock.
Desde sus inicios musicales, a mediados de los años sesenta, hasta la aparición del ya referido Blackstar, Bowie supo reinventarse de manera constante; tal vez no siempre de la mejor manera, pero cada vez con una intención propositiva y revolucionaria, incluso cuando revisaba su pasado.
Álbumes como Hunky Dory (1971), The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972, para muchos su obra magna), Aladdin Sane (1973), su trilogía berlinesa de 1976-77 (compuesta por Lodger, Low y Heroes), Scary Monsters (1980), Let’s Dance (1983) y Heathen (2002) o canciones como “Changes”, “Life on Mars?”, “Rebel Rebel”, “Starman”, “The Jean Genie”, “Rock ‘n’ Roll Suicide”, “Sound and Vision” y “The Man Who Sold the World”, entre muchas otras, dejan constancia de su genio y son una herencia inmortal para las generaciones actuales y futuras.
Retador y desafiante, convulsivo y compulsivo, enemigo de los convencionalismos pero al mismo tiempo elegante y sibarita, el eclecticismo de Bowie le permitió trabajar dentro de los más diversos géneros y mantenerse todo el tiempo no sólo dentro de la vanguardia sino marcando, en infinidad de ocasiones, la dirección a seguir de dicha vanguardia.
Pocos como él para sobrevivir a las tormentas que suele desatar el súper estrellato del rock y llegar al final de sus días en medio de una plenitud creativa admirable y una visión de las cosas tan serena como lo reflejan las obras discográficas que produjo en los primeros años del presente siglo.
La historia de David Bowie fue y sigue siendo la historia no de un alienígena, sino de un ser humano excepcional en sus virtudes y sus defectos. De un genio, pues.
(Publicado en el sitio Acordes y desacordes que coordino para la página de la revista Nexos)
Published on January 13, 2016 18:30
January 12, 2016
La negra estrella de David Bowie
Cuando el pasado 8 de enero apareció el álbum Blackstar de David Bowie, casi nadie pudo imaginar que se trataba de la obra discográfica con la que el autor de “The Man Who Sold the World” y “Space Oddity” se despediría del planeta.Sólo dos días pasaron antes de que nos despertáramos con la tristísima y golpeante noticia de la muerte física de Bowie, debido a un cáncer terminal. Con Blackstar, el gran músico, compositor, cantante y actor (entre varias otras cosas) celebró su cumpleaños 69 (había nacido justo el 8 de enero de 1947, en Brixton, Inglaterra) y anticipó su muerte, acaecida apenas este domingo 10.
Dado que no hay mucho que agregar que no se sepa ya sobre la vida y obra de quien se inició con el nombre de David Jones (debió cambiar a Bowie por causa del David Jones de los Monkees), centrémonos así sea de manera somera en este que resultó ser su álbum postrero.
Siete son tan sólo los cortes que conforman a Blackstar, con una escasa duración de 41 minutos. Casi podría ser un EP. Sin embargo, la grandeza y hermosura de esas siete finas piezas hacen que el plato se vuelva suculento, lleno de riqueza artística. Desde la inicial y homónima “Blackstar”, que ya se había dado a conocer semanas atrás, sabemos que esta vez el músico quería ofrecer algo distinto. Siempre experimental, Bowie presentó aquí una fusión de rock, jazz y pop de espléndida manufactura, lo cual se vuelve más evidente conforme el disco va avanzando.
Así, las siguientes canciones van adentrándose en un sonido a la vez misterioso y fascinante, pulcro y provocador, nostálgico y sensual, en el que la colaboración del saxofonista Donny McCaslin proporciona el debido mood jazzístico, con sus espléndidas intervenciones, ello para no hablar de la impecable producción del eterno colaborador de Bowie, Toni Visconti.
Piezas como “Lazarus”, “Dollar Days”, “Girl Loves Me” o “I Can’t Give Everything Away” hacen de Blackstar un trabajo entrañable y no hay mejor manera de agradecer a David Bowie por todo lo que nos dio que escuchar el disco con deleite y, sí, también, con una dulce nostalgia.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
Published on January 12, 2016 20:37
January 11, 2016
Boulez Vs. Zappa: dos perfectos extraños
Ilustración de Waldo Matus.
La muerte de Pierre Boulez, el último de los vanguardistas que quedaba en vida,
t
ermina con toda una época de la música del siglo pasado. Pese a su enorme figura,
pocos saben de su curioso desencuentro con otro grande: Frank Zappa.
Pierre Boulez ha muerto y con él se va toda una época de la música culta avant-garde del siglo XX. Miembro de la llamada generación de Darmstadt, al lado de nombre tan grandes como los de Karlheinz Stockhausen, Luigi Nono, Luciano Berio y György Ligeti, Boulez falleció este martes 5 de enero, a los 90 años de edad, en la ciudad alemana de Baden-Baden, donde residía desde hace cinco décadas.
Enorme compositor y gran director de orquesta, había nacido el 26 de marzo de 1925 en Montbrison, Francia, y se le recordará también por la construcción de grandes instituciones musicales, además de por su vocación de ácido polemista y prolífico escritor.
La controversia lo alcanzó muchas veces. Sin embargo, quizás una de las menos conocidas sea la que lo involucró con Frank Zappa y sus composiciones, hecho que derivó en la grabación, en 1984, del disco zappiano The Perfect Stranger, editado originalmente nada menos que por el prestigiado sello de música clásica de la disquera EMI: Angel.
En 1983, Zappa había grabado el álbum London Symphony Orchestra Vol 1 y a partir de ese momento, muchos grupos orquestales de los Estados Unidos y Europa empezaron a pedirle composiciones originales para incluirlas en su repertorio. Lejos de complacerlo, esto le causó cierto malestar, ya que como cuenta en su biografía The Real Frank Zappa Book (Poseidon Press, 1989), “recibí solicitudes de al menos quince conjuntos de música de cámara de varias partes del mundo, los cuales me ofrecían dinero con tal de que les escribiera alguna pieza. Si yo hubiera sido un compositor principiante, aquello me habría parecido grandioso, pero no tenía tiempo para ello y además me aterraba pensar qué pasaría con mi música si ellos la interpretaran sin mi presencia durante sus ensayos”. Añade el buen Frank que además casi todas esas comisiones requerían que él estuviese el día del estreno, “durante el cual, esperaban que me sentara en primera fila y pretendiera que aquello era fantástico”.
Algo semejante sucedió cuando a fines de 1983 le pidieron algunas obras para que las interpretara el Ensamble Intercontemporáneo de Pierre Boulez, un grupo orquestal de dieciséis integrantes… y Zappa accedió, debido a la importancia del director. Aquello habría de ser un desastre.
El autor de “Hot Rats” les hizo llegar tres composiciones suyas: “Dupree’s Paradise”, “Naval Aviation in Art?” y “The Perfect Stranger” y, por supuesto, fue invitado a la función de estreno en París.
“Todo fue improvisado”, narra. “Boulez prácticamente tuvo que arrastrarme al escenario para que lo reverenciara. Me pusieron en una silla, a un lado del escenario, y desde donde estaba, podía ver el sudor que escurría de las frentes de los músicos… y todavía tendrían que ir al día siguiente a un estudio para grabar mis piezas”.
Era claro que los miembros del ensamble y el propio Boulez no entendían el sentido de las obras de Zappa y no les agradaba tener que ejecutarlas. Todo iba mal: “había una mala actitud de los instrumentistas, se notaba que casi no habían ensayado y al público no le gustó porque no sonaba ‘bonito’. Eso aparte de la pésima acústica y la débil ejecución”.
En su libro Viva Zappa! (Omnibus Press, 1985), el periodista francés Dominique Chevalier confirma lo sucedido: “A pesar de que el encuentro entre Pierre Boulez y Frank Zappa debió ser todo un acontecimiento, el concierto del 9 de enero de 1984 en París resultó totalmente anticlimático, tal vez porque Zappa, en la cumbre del mundo del rock, y Boulez, en la cumbre del mundo clásico de vanguardia, tenían muy poco en común, aparte de su gran profesionalismo, lo que llevó a un choque cultural entre ellos. Los integrantes del Ensamble Intercontemporáneo quizás estaban poco familiarizados con las influencias jazzeras y roqueras de Zappa y por eso su interpretación fue rígida e inflexible. Hubo también una falta de contacto entre los dos equipos encargados de la sonorización: cuando los técnicos de sonido franceses vieron a la gente de Zappa y su estudio portátil Sony PCM 3324, fue como si contemplaran algo que provenía de otro planeta. Los dos compositores nunca congeniaron en realidad y cuando Boulez fue entrevistado poco después por el diario Liberation, se negó a hablar de su colega. ‘Me reservo mi opinión acerca de las cualidades de la música de Zappa’, fue todo lo que dijo”.
Así fue el encuentro-desencuentro entre Frank Zappa, fallecido en 1993, a los 53 años, y Pierre Boulez, quien murió apenas este 5 de enero, a poco más de dos meses de cumplir 91. En ambos casos y a pesar de sus diferencias, el mundo de la música perdió a dos genios de la centuria pasada, dos mentes altamente creativas, críticas, innovadoras y avanzadas, aunque hayan transitado por senderos tan disímbolos y contrapuestos.
(Publicado hoy en le sección El ángel exterminador de Milenio Diario)
Published on January 11, 2016 15:07
January 10, 2016
Los 94 de mi mamá
Pues mi mamá llegó a su cumpleaños No. 94 y se lo festejamos, en trés petit comité mis hermanas y yo. Un pastel que hizo Ivette, algunas botanas y refrescos. Todo muy sencillo y calmado. Doña Rebeca sigue físicamente muy sana (algo que achaca a sus 40 años sin comer carne), aunque ya casi nada oye y la memoria le sigue jugando malas pasadas. Pero ahí la lleva y, como ella misma dice, "yo creo que sí llego a los 100". Que así sea.
Published on January 10, 2016 21:03
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