Ana Moon's Blog, page 17
June 22, 2018
Auto entrevista literaria
En Wattpad hay un apartado para escritores titulado "Hazme una pregunta". Tengo allí respondidas varias preguntas de las que vienen como plantilla y he pensado que era buena idea traerlas por aquí y de paso extenderme con otras preguntas que se me ocurran. Así que aquí está mi auto-entrevista a Ana Moon.
¿Cual es tu proceso de escritura?
Primero organizo en mi cabeza la historia, en líneas muy generales. Después busco un comienzo que enganche al lector y voy enlazando escenas durante las cuales surge de verdad la historia. Es como si yo también la fuese descubriendo hasta cierto punto. Para mí el bloqueo no existe porque no me siento delante de la pantalla en blanco esperando a ver lo que se me ocurre. No suelo hacer muchos borradores, cuando me lanzo, lo hago con una versión parecida a la final. Luego vendrá el pulido posterior y la reescritura, pero la fluidez de escribir más en firme la da la práctica y el oficio. A veces dejo huecos por rellenar y he llegado a quitar capítulos y subtramas completas, pero cuando el esqueleto del libro está claro, es más fácil ir en una línea casi recta.
Sobre la tarea en sí, no me impongo un horario y lo mismo escribo una página al día que veinte. Tengo un equilibrio entre esperar a que llegue el muso y forzar a que venga. Cuando me pongo a escribir con ganas no puedo parar, así que mis libros avanzan en esos períodos. No me dedico solo a escribir (y creo que no me gustaría tal cosa, necesito nutrirme de otras actividades...) así que tengo que tener la tranquilidad exterior y la paz interna para lanzarme a escribir sin interrupciones.
Cuando estoy en plena producción me ocurre que no paran de venirme hasta párrafos enteros del libro, así que tomo muchas notas. A veces estoy a punto de dormirme y justo ahí me vienen las palabras, así que tomo notas de voz o escritas, en el móvil ahora, y antes en papel.
¿De dónde te vienen las ideas para tus libros?
Una idea puede surgir en cualquier momento, por algo que vivo o algo de lo que me entero, o por la necesidad de poner por escrito un tema que me interese mucho. Es raro que una idea surja de la nada, posiblemente se ha estado gestando en mi cabeza sin que sea muy consciente. Cada libro tiene un origen distinto, claro. Por ejemplo, Retorno a Cumbres Borrascosas no tiene nada que ver con Memorias de Virtual, no solo porque sean de géneros distintos. Aunque en ambos casos hay detrás una gran admiración por las autoras que los inspiraron, me refiero a Emily Brönte en el caso obvio de Cumbres, ya que es una precuela y secuela del original, y detrás del empuje definitivo de ponerme a escribir el de Virtual estuvo la inspiración de ver lo que JK Rowling fue capaz de lograr con un libro de fantasía. En ambos casos se trata de mujeres también y eso resultó también una motivación importante.
Al hilo de esto último, ¿crees que tu literatura está dirigida al público femenino?
La verdad es que si fuera así, no ha sido algo premeditado. Creo que es lógico hablar de lo que sabemos de primera mano y me sale natural ponerme en la piel de una mujer, claro, pero no creo que haya literatura femenina o masculina. Sí que ocurre, por desgracia, que a veces te paras a analizar y te das cuenta de que en un libro escrito por un hombre apenas aparecen mujeres o tienen un papel muy secundario, pero vamos, opino que hay de todo.
Tampoco me parece mal que se escriban más libros con mujeres protagonistas, porque no abundan en la historia de la literatura. En el caso de Virtual sí que tenía claro que iba a ser una especie de versión femenina del típico héroe que busca su destino y, digamos, salva al mundo. En Cumbres los protagonistas son en principio ellos, pero lo cierto es que las mujeres son las que tienen la última palabra. Y en la actualidad estoy escribiendo un libro con otra protagonista femenina, o sea que en realidad sí que escribo más sobre mujeres, lo cual no significa que me dirija únicamente a ellas. Ya es cuestión de los lectores el abrirse a historias de mujeres por el simple hecho de disfrutar o por saber más del universo femenino, sin ponerle la etiqueta un tanto despectiva de "eso son cosas de chicas".
¿Un consejo para escritores principiantes? Que lean muchísimo y que escriban hasta que lo hagan de manera perfecta. Es imperdonable que un escritor no sepa escribir, parece de perogrullo, pero a veces se deja el tema a los correctores, y aun así se llegan a publicar cosas con erratas tremendas. Así que, a escribir mucho y a corregir el doble.
Puede ayudar una opinión externa sobre el borrador, aunque ya depende de lo tiquismiquis que seas con tu historia, porque pueden sugerirte cambios que no te convenzan. Es un tema delicado, porque por una parte quieres que la historia tenga aceptación, y si tu primer lector te dice que cambiando cosas le gustaría más, puedes tener la tentación de hacerle caso en todo lo que te diga.
Es buena idea dejar reposar el texto y volver a él cuando casi no te suene, así serás tú ese lector externo que podrá ver los fallos.
Un método que uso para corregir mis textos es leerlos en alto o grabarlos en un programa de lectura automática, y así veo si me he comido letras, escrito mal palabras o metido frases que pueden mejorarse.
¿Desde cuando escribes y por qué?
Escribo desde pequeña. Tengo relatos de algún concurso escolar y siempre se me dio bien. Tanto entonces como ahora, escribo las historias que no encuentro por ahí y que me gusta leer a mí. De manera más profesional, escribo desde hace una década y publico (auto-publico) desde hace unos 5 años.
¿Por qué utilizas seudónimo? ¿Lo recomiendas?
Antes de responder, tengo que admitir que una parte de mí piensa "casi nadie sabrá que yo escribí todo eso". Pero vamos, se me pasa pronto, la verdad. Para mí no hay mucho atractivo en que me reconozcan más allá de mis páginas y todo el mundillo de la promoción cara a cara se me hace muy cuesta arriba. Valoro mucho la tranquilidad y tomarme las cosas a mi ritmo. Lo recomiendo para quien no sueñe con la fama y sea introvertido.
Otro motivo para usar seudónimo es que me permite, digamos, desdoblarme y abarcar varias aventuras literarias. No es el único nick que uso y prefiero separarlos por completo, sobre todo porque con otro nick escribo género erótico y considero que es un nicho aparte. Es un poco duro empezar de cero con cada "personalidad literaria", pero no quiero aprovecharme del tirón que tengo en una línea para aupar a otros libros que además no tienen nada que ver. Y tengo que aclarar que en erótica tengo un éxito considerable (lo de que el sexo vende... es así), así que, razón de más para no mezclar libros.
¿Qué es lo mejor y lo peor de escribir?
Escribir para mí es un placer. Lo hago cuando me apetece y porque quiero hacerlo. Y es maravilloso crear mundos nuevos y expandir tu vida más allá de la realidad. Es lo mismo que ocurre cuando lees, pero con el plus de que tú diriges la historia a tu gusto.
Lo peor de escribir es que requiere un esfuerzo, claro, y luego el hecho de que abrirse camino no es fácil, porque la lectura no es una afición mayoritaria y si además publicas por tu cuenta, la difusión es muy complicada. Por suerte, con internet y las plataformas de auto-publicación esto va cambiando, pero la competencia es tan alta que sigue siendo difícil destacar, por mucha calidad que tenga tu trabajo.
Si tienes alguna otra pregunta, déjala en los comentarios ;)
¿Cual es tu proceso de escritura?
Primero organizo en mi cabeza la historia, en líneas muy generales. Después busco un comienzo que enganche al lector y voy enlazando escenas durante las cuales surge de verdad la historia. Es como si yo también la fuese descubriendo hasta cierto punto. Para mí el bloqueo no existe porque no me siento delante de la pantalla en blanco esperando a ver lo que se me ocurre. No suelo hacer muchos borradores, cuando me lanzo, lo hago con una versión parecida a la final. Luego vendrá el pulido posterior y la reescritura, pero la fluidez de escribir más en firme la da la práctica y el oficio. A veces dejo huecos por rellenar y he llegado a quitar capítulos y subtramas completas, pero cuando el esqueleto del libro está claro, es más fácil ir en una línea casi recta.
Sobre la tarea en sí, no me impongo un horario y lo mismo escribo una página al día que veinte. Tengo un equilibrio entre esperar a que llegue el muso y forzar a que venga. Cuando me pongo a escribir con ganas no puedo parar, así que mis libros avanzan en esos períodos. No me dedico solo a escribir (y creo que no me gustaría tal cosa, necesito nutrirme de otras actividades...) así que tengo que tener la tranquilidad exterior y la paz interna para lanzarme a escribir sin interrupciones.
Cuando estoy en plena producción me ocurre que no paran de venirme hasta párrafos enteros del libro, así que tomo muchas notas. A veces estoy a punto de dormirme y justo ahí me vienen las palabras, así que tomo notas de voz o escritas, en el móvil ahora, y antes en papel.
¿De dónde te vienen las ideas para tus libros?
Una idea puede surgir en cualquier momento, por algo que vivo o algo de lo que me entero, o por la necesidad de poner por escrito un tema que me interese mucho. Es raro que una idea surja de la nada, posiblemente se ha estado gestando en mi cabeza sin que sea muy consciente. Cada libro tiene un origen distinto, claro. Por ejemplo, Retorno a Cumbres Borrascosas no tiene nada que ver con Memorias de Virtual, no solo porque sean de géneros distintos. Aunque en ambos casos hay detrás una gran admiración por las autoras que los inspiraron, me refiero a Emily Brönte en el caso obvio de Cumbres, ya que es una precuela y secuela del original, y detrás del empuje definitivo de ponerme a escribir el de Virtual estuvo la inspiración de ver lo que JK Rowling fue capaz de lograr con un libro de fantasía. En ambos casos se trata de mujeres también y eso resultó también una motivación importante.
Al hilo de esto último, ¿crees que tu literatura está dirigida al público femenino?
La verdad es que si fuera así, no ha sido algo premeditado. Creo que es lógico hablar de lo que sabemos de primera mano y me sale natural ponerme en la piel de una mujer, claro, pero no creo que haya literatura femenina o masculina. Sí que ocurre, por desgracia, que a veces te paras a analizar y te das cuenta de que en un libro escrito por un hombre apenas aparecen mujeres o tienen un papel muy secundario, pero vamos, opino que hay de todo.
Tampoco me parece mal que se escriban más libros con mujeres protagonistas, porque no abundan en la historia de la literatura. En el caso de Virtual sí que tenía claro que iba a ser una especie de versión femenina del típico héroe que busca su destino y, digamos, salva al mundo. En Cumbres los protagonistas son en principio ellos, pero lo cierto es que las mujeres son las que tienen la última palabra. Y en la actualidad estoy escribiendo un libro con otra protagonista femenina, o sea que en realidad sí que escribo más sobre mujeres, lo cual no significa que me dirija únicamente a ellas. Ya es cuestión de los lectores el abrirse a historias de mujeres por el simple hecho de disfrutar o por saber más del universo femenino, sin ponerle la etiqueta un tanto despectiva de "eso son cosas de chicas".
¿Un consejo para escritores principiantes? Que lean muchísimo y que escriban hasta que lo hagan de manera perfecta. Es imperdonable que un escritor no sepa escribir, parece de perogrullo, pero a veces se deja el tema a los correctores, y aun así se llegan a publicar cosas con erratas tremendas. Así que, a escribir mucho y a corregir el doble.
Puede ayudar una opinión externa sobre el borrador, aunque ya depende de lo tiquismiquis que seas con tu historia, porque pueden sugerirte cambios que no te convenzan. Es un tema delicado, porque por una parte quieres que la historia tenga aceptación, y si tu primer lector te dice que cambiando cosas le gustaría más, puedes tener la tentación de hacerle caso en todo lo que te diga.
Es buena idea dejar reposar el texto y volver a él cuando casi no te suene, así serás tú ese lector externo que podrá ver los fallos.
Un método que uso para corregir mis textos es leerlos en alto o grabarlos en un programa de lectura automática, y así veo si me he comido letras, escrito mal palabras o metido frases que pueden mejorarse.
¿Desde cuando escribes y por qué?
Escribo desde pequeña. Tengo relatos de algún concurso escolar y siempre se me dio bien. Tanto entonces como ahora, escribo las historias que no encuentro por ahí y que me gusta leer a mí. De manera más profesional, escribo desde hace una década y publico (auto-publico) desde hace unos 5 años.
¿Por qué utilizas seudónimo? ¿Lo recomiendas?
Antes de responder, tengo que admitir que una parte de mí piensa "casi nadie sabrá que yo escribí todo eso". Pero vamos, se me pasa pronto, la verdad. Para mí no hay mucho atractivo en que me reconozcan más allá de mis páginas y todo el mundillo de la promoción cara a cara se me hace muy cuesta arriba. Valoro mucho la tranquilidad y tomarme las cosas a mi ritmo. Lo recomiendo para quien no sueñe con la fama y sea introvertido.
Otro motivo para usar seudónimo es que me permite, digamos, desdoblarme y abarcar varias aventuras literarias. No es el único nick que uso y prefiero separarlos por completo, sobre todo porque con otro nick escribo género erótico y considero que es un nicho aparte. Es un poco duro empezar de cero con cada "personalidad literaria", pero no quiero aprovecharme del tirón que tengo en una línea para aupar a otros libros que además no tienen nada que ver. Y tengo que aclarar que en erótica tengo un éxito considerable (lo de que el sexo vende... es así), así que, razón de más para no mezclar libros.
¿Qué es lo mejor y lo peor de escribir?
Escribir para mí es un placer. Lo hago cuando me apetece y porque quiero hacerlo. Y es maravilloso crear mundos nuevos y expandir tu vida más allá de la realidad. Es lo mismo que ocurre cuando lees, pero con el plus de que tú diriges la historia a tu gusto.
Lo peor de escribir es que requiere un esfuerzo, claro, y luego el hecho de que abrirse camino no es fácil, porque la lectura no es una afición mayoritaria y si además publicas por tu cuenta, la difusión es muy complicada. Por suerte, con internet y las plataformas de auto-publicación esto va cambiando, pero la competencia es tan alta que sigue siendo difícil destacar, por mucha calidad que tenga tu trabajo.
Si tienes alguna otra pregunta, déjala en los comentarios ;)
Published on June 22, 2018 03:59
May 10, 2018
Reseña de Memorias de Virtual en limeñaintrovertida
Aquí dejo link a la nueva reseña de mi libro Memorias de Virtual en el blog de limeñaintrovertida.
https://limenaintrovertida.blogspot.com.es/2018/05/memorias-de-virtual-ciencia-ficcion.html
Es una reseña meticulosa y bastante detallada, lo cual es de agradecer. Respecto a lo caótico que apunta, y que también apareció en otra reseña, es una forma por mi parte de reflejar el propio caos de la protagonista cuando su vida se vuelve un tanto del revés. No pretendo justificar lo que puede ser un detalle un poco fallido, y además en la escritura siempre hay que evolucionar y mejorar :), pero simplemente esa era mi intención, contar esos momentos desde el desconcierto que los vive Virtual.
https://limenaintrovertida.blogspot.com.es/2018/05/memorias-de-virtual-ciencia-ficcion.html

Es una reseña meticulosa y bastante detallada, lo cual es de agradecer. Respecto a lo caótico que apunta, y que también apareció en otra reseña, es una forma por mi parte de reflejar el propio caos de la protagonista cuando su vida se vuelve un tanto del revés. No pretendo justificar lo que puede ser un detalle un poco fallido, y además en la escritura siempre hay que evolucionar y mejorar :), pero simplemente esa era mi intención, contar esos momentos desde el desconcierto que los vive Virtual.
Published on May 10, 2018 02:16
April 23, 2018
Reseña de Memorias de Virtual en cazadoradehistorias
Hoy traigo la reseña que me han hecho en el blog cazadora de historias. Agradezco a la autora el tiempo que dedica a dar visibilidad a autores independientes y poco conocidos. El texto original lo puedes leer aquí:http://lacazadoradehistorias.blogspot.com.es/2018/04/resena-de-memorias-de-virtual-de-ana.html
Siempre hace ilusión que se reconozca la labor en solitario de los que somos autores indies, y en este caso se trata de un libro al que dediqué mucho tiempo y esfuerzo, que se fue gestando a través de años, que pulí y volví a pulir para que quedase impecable para un concurso que finalmente resultó estar amañado, como tantos otros.
Me parece especialmente positivo que alguien que en principio no siente atracción por el género de la obra, acabe disfrutando con su lectura. También me agrada que destaque su tono irónico y humorístico, pues coincido con la opinión sobre la solemnidad exagerada que suele predominar en la ciencia-ficción, aunque también haya excepciones, claro. Recuerdo por ejemplo a cierto personaje de Los propios dioses, de Isaac Asimov, y algunos pasajes de la obra de Stanislaw Lem. Por cierto que a ambos autores les hago un pequeño homenaje en mi libro, pero no puedo ser más específica sin hacer spoiler.
Acerca de la pega acerca del comienzo un tanto caótico del libro, tengo que comentar que fue lo último que cambié, días antes de aquel concurso. Le di a leer parte del borrador a un amigo, y me recomendó que metiese más acción directa ahí para enganchar al lector. De manera que los primeros párrafos, que estaban dedicados a explicar los primeros años de la vida de la protagonista, los trasladé a otro punto para añadir dinamismo al comienzo del libro. Creo que fue una buena decisión, y el efecto no deja indiferente, pero es cierto que es complicado el punto de equilibrio entre arrancar en plena acción y divagar con datos que en ese momento no son tan relevantes.

Siempre hace ilusión que se reconozca la labor en solitario de los que somos autores indies, y en este caso se trata de un libro al que dediqué mucho tiempo y esfuerzo, que se fue gestando a través de años, que pulí y volví a pulir para que quedase impecable para un concurso que finalmente resultó estar amañado, como tantos otros.
Me parece especialmente positivo que alguien que en principio no siente atracción por el género de la obra, acabe disfrutando con su lectura. También me agrada que destaque su tono irónico y humorístico, pues coincido con la opinión sobre la solemnidad exagerada que suele predominar en la ciencia-ficción, aunque también haya excepciones, claro. Recuerdo por ejemplo a cierto personaje de Los propios dioses, de Isaac Asimov, y algunos pasajes de la obra de Stanislaw Lem. Por cierto que a ambos autores les hago un pequeño homenaje en mi libro, pero no puedo ser más específica sin hacer spoiler.
Acerca de la pega acerca del comienzo un tanto caótico del libro, tengo que comentar que fue lo último que cambié, días antes de aquel concurso. Le di a leer parte del borrador a un amigo, y me recomendó que metiese más acción directa ahí para enganchar al lector. De manera que los primeros párrafos, que estaban dedicados a explicar los primeros años de la vida de la protagonista, los trasladé a otro punto para añadir dinamismo al comienzo del libro. Creo que fue una buena decisión, y el efecto no deja indiferente, pero es cierto que es complicado el punto de equilibrio entre arrancar en plena acción y divagar con datos que en ese momento no son tan relevantes.
Published on April 23, 2018 09:56
Reseña de mi libro Memorias de Virtual en cazadoradehistorias
Published on April 23, 2018 04:22
•
Tags:
cienciaficcion, reseña
April 9, 2017
Memorias de Virtual- Primer capítulo
PREFACIO
El anuncio parpadeaba en el monitor.
Buscamos una persona para residir en nuestra mansión y realizar las siguientes tareas: inventario de la colección de arte existente en la casa, crítica artística de la misma, preparación de la defensa jurídica en caso de su posible falsificación, y proyecto de reforma arquitectónica del edificio, así como otras tareas que pudiesen surgir.
Sonaba perfecto. El trabajo era pan comido y me daría nuevas posibilidades, dinero, libertad, una vida lejos de mis padres adoptivos... Pocos minutos atrás habían salido por la puerta, pero la idea de una mansión resultaba más atractiva que la de estrenar aquel minúsculo apartamento que me acababan de regalar por mi mayoría de edad. Me inscribí en medio minuto. Sólo había un par de problemas. El primero, que yo estaba indocumentada, al menos hasta que el despistado de Max trajese el documento de identidad, caducado, que nunca tuve que utilizar y que tenía en su poder desde que yo era un bebé. El segundo, que no podría cruzar el país con la pequeña cantidad que Estela había dejado sobre la mesa aprovechando un despiste momentáneo del otro. Cerré los ojos desanimada. Perdería una buena oportunidad por culpa, como no, de esos dos.
La débil vibración bajo mis pies hizo que los abriera de nuevo a tiempo... por suerte. El coche -¡en el que me había materializado!- se dirigía directo hacia un acantilado. Mi única lección de conducir en cierto simulador iba a venir bien. Agarré el volante, puse los pies en el lugar correcto y obedecí como una autómata al cartel de carretera que contenía la dirección del anuncio.
CAPITULO UNO
Masas de nubarrones negros flotaban sobre la serpenteante y solitaria carretera de un solo carril, y la distancia hasta el borde del acantilado se podía adivinar gracias a los relámpagos que cruzaban el cielo. Por suerte se trataba de un modelo con cambio automático.“¡Por todos los demonios! ¿Cómo llegué hasta este coche en marcha? ¿Magia... o locura?” Solté una carcajada nerviosa a la que siguieron un par de lagrimones que empañaron mi visión. “Oh, venga, no es el momento de ponerse a llorar; mueve tus temblorosas manos y sécate esas lágrimas”, ordenó mi instinto de supervivencia.Cada nueva curva constituía una prueba para mi recién estrenada habilidad conductora, hasta que tras un abrupto giro pude ver aparecer la casa, como salida de una película de misterio o de uno de mis mejores videojuegos, con su impresionante fachada de piedra recortándose contra el oscuro horizonte, bajo los danzarines rayos.Detuve el coche a pocos metros de la entrada y sentí un estremecimiento, más por miedo a lo desconocido que por efecto del clima, pues aunque el viaje había sido demasiado inesperado como para agarrar un abrigo, no sentía ni pizca de frío, a pesar de la baja temperatura que mostraba el panel del salpicadero. Ya tenía demasiado en lo que ocupar mi mente como para detenerme a averiguar por qué había dejado de ser de repente una friolera crónica. Tal vez de la impresión me había subido la fiebre, o quizá estaba muerta y por eso no sentía algo tan banal y mundano.Pero no quiero que me malinterpretéis, estimados y desconocidos lectores, puedo bromear acerca de aquello... ahora. Por supuesto que estaba muerta, pero de miedo. Si estuviera en vuestro lugar —y da igual lo acostumbrados que podáis estar a leer novelas de fantasía—, probablemente pensaría que si una cosa así me ocurriese, tendría un infarto o perdería el juicio en el acto. Pero, lo cierto es, y yo no lo supe hasta entonces, claro, que una vez que pasas por una experiencia semejante, de alguna manera, de algún modo, sigues viviendo. Supuse que era el instinto, y al mismo tiempo me observaba como desde fuera de mi cuerpo, maravillada por sentir algo que despertaba en mi interior: una capacidad de autocontrol que nunca había tenido ocasión de poner a prueba. “Bien, ¿y ahora qué? No puedo llamar a la puerta sin una cita previa... ¡Genial! Ahora empieza a diluviar. Pues no queda otra, inventaré alguna excusa y buscaré refugio ahí”.Subí corriendo los escalones que llevaban a la puerta principal y toqué el timbre. Me llevó un par de segundos conectar el hecho de que no se viesen luces encendidas con la posibilidad de que no hubiera habitantes. A punto de dar la vuelta para regresar al coche, advertí que la puerta se empezaba a abrir. Un hombre mayor y enjuto emergió de la semi penumbra interior. Su pálida piel, cabeza calva y ojos hundidos bajo espesas cejas fueron el recibimiento que tuve. Parecía mudo, o se había quedado demasiado sorprendido o molesto como para decir nada.—Yo... perdone pero creo que el coche tiene una avería y ... mi móvil no tiene cobertura así que no puedo llamar a mi seguro —inventé sobre la marcha—. ¿Podría usar su teléfono, por favor? Es decir, si tiene uno.El lejano sonido de un timbre telefónico, con el típico tono antiguo de película en blanco y negro, despejó mi duda. Al fin escuché la voz de aquel desconocido.—Puedes usarlo... cuando deje de sonar y sepa quién llama. Tan pronto como se perdió en las sombras volví a oír sus sigilosos pasos.—La llamada es para ti.Aquello resultaba casi más extraño que mi viaje mágico.—¿Disculpe? Debe de ser un error.Me miró de arriba abajo y frunció el ceño.—Estás aquí por la oferta de trabajo, ¿no? Haber empezado por ahí. Lo de tu coche puede esperar. Acompáñame.Lo seguí en estado de aturdimiento hasta un gran salón. Alguien estaba sentado junto a la chimenea, en el otro extremo de la mesa del teléfono, iluminado por el tenue reflejo de las llamas. No me apetecía saludar a un segundo desconocido, y él tampoco se giró para averiguar quién atendía la llamada.—¿Diga? —le dije al auricular en un susurro.Una voz enérgica sonó en mi oído.—Buenas tardes. Me llamo Alejo Estefan, soy el dueño de la casa, encantado. Verás, le dije a mi secretario que estoy demasiado mayor para agotadoras entrevistas, así que lo mejor sería poner un anuncio junto con la dirección, y el primero que llegase, se llevaría el trabajo. Siempre tendremos ocasión de tomar las medidas oportunas si no nos satisface, ¿verdad? —dijo, terminando con una carcajada—. De manera que llamé a ver qué tal, y voilâ, así que enhorabuena, el trabajo es tuyo, querida. Estamos en contacto, que descanses.No me dio opción a responder, de haber estado en condiciones de reaccionar: la señal de comunicando se mezclaba con el ruido de los ventanales aporreados por la lluvia. Lentamente alejé el auricular de mi oreja y colgué mientras repasaba lo que acababa de escuchar. El hombre mayor no se veía por ninguna parte y el ocupante del sillón junto a la chimenea parecía tan absorto en su lectura que mi presencia le había pasado inadvertida, o indiferente por completo.La cálida luz que emanaba del fuego actuó como un imán sobre mis embotados sentidos. Me detuve cuando mi sombra se posó sobre su cabeza. El lector pareció despertar de repente; se levantó de golpe, dio la vuelta con la misma rapidez y dejó caer el libro entre sus manos al toparse con mi presencia.—Por todos los... ¿Se puede saber de dónde sales, como un maldito fantasma?—Estoy aquí por la oferta de trabajo.—La... ¿oferta de trabajo?—Alejo Estefan me acaba de decir——Ah, vale, ahora lo entiendo. No, no quiero saber nada acerca de ese loc... acerca de mi queridísimo tío.Recogió el libro del suelo y me miró fijamente mientras sacudía la cabeza.—Mira, no sé qué trama ni me interesa tampoco, pero lo mínimo que merezco es un poco de tranquilidad después de todo, así que recuerda, hagas lo que hagas, la última planta está prohibida para ti, es mía por completo, ¿entendido?No me gustaban su tono ni sus miradas, pero decidí hacer una broma para romper el hielo. Parecía la mejor idea, a falta de práctica real en el mundo de las interacciones sociales.—¿Y eso por qué? ¿Está la loca de tu mujer escondida ahí arriba?Levantó tanto las cejas que desaparecieron detrás de su rubio flequillo.—¿Cómo dices?—Sí, como en Jane Eyre, ya sabes, la novela de Charlotte Brönte.—Sé qué novela es. ¿Eres siempre así de ingeniosa, como te llames?Si era aficionado a la lectura ya teníamos algo en común. Decidí ser civilizada, me vendría bien ampliar mi nulo círculo de amistades.—Ay, sí, no me he presentado. Todos me llaman Virtu —dije, esperando que no notase el intento de fingir que tenía cien amigos. Hizo una pausa y me miró como si hubiese contado un chiste al que no pillaba la gracia.—¿Quieres decir que tu nombre es Virtudes?—No, no, viene de Virtual —respondí, sintiendo vergüenza ajena por los dos raritos que me habían tocado como padres.Reprimiendo a duras penas una sonrisa burlona, se dirigió hacia la puerta y desde allí se giró un momento.—Yo me llamo Esteban, pero no me puedes llamar Este... Por cierto, curioso calzado.Iba en calcetines, puesto que me había descalzado en cuanto llegué al apartamento. Regresé de golpe a la realidad: toda mi ropa estaba a muchos kilómetros de allí y tardaría en recibir la primera paga. El hombre mayor apareció con una hoja de papel y un bolígrafo.—El señor Estefan me acaba de enviar el contrato. Tu habitación es la de invitados aquí en la planta baja, la que está justo enfrente de esta puerta. Mañana podrás ver el resto de la casa. Aquí tienes una copia de la llave de la puerta principal, para que entres y salgas libremente.Leí el breve contrato enseguida y se lo devolví firmado.—Por cierto, me llamo Amancio. Buenas noches.Mi nueva habitación superaba en superficie a mi apartamento por estrenar. Era la primera estancia de la casa una vez traspasado el hall y su gran ventanal daba al exterior: el coche seguía en el mismo sitio. La decoración era sobria pero acogedora. Mis pies semi desnudos agradecieron el detalle del suelo de madera. Había poco mobiliario, con lo que el espacio parecía aún mayor. Sobre una mesa de nogal se veía un portátil de última generación y una pila de cuadernos, bolígrafos y lápices. El fuego estaba encendido en la chimenea del rincón. En el gran armario, por suerte, encontré ropa femenina de mi misma talla, incluso zapatos. Las prendas no casaban con mi estilo pero ya hubiese sido mucho pedir. Un pequeño pero completo aseo estaba en una sala anexa. Me tumbé en la mullida cama y sentí al fin plena relajación. Si aquella iba a ser mi nueva residencia durante una temporada, suponía un gran cambio con respecto a lo que me había ofrecido el destino hasta el momento.Hasta ese día en que alcancé la mayoría de edad, mi vida había sufrido poca variación en su rutina diaria: horas y horas frente a la pantalla del ordenador o delante de algún libro, con pausas para resolver rompecabezas. Recordé la oleada de emoción y la pizca de miedo que me habían subido por el pecho en el momento en que Max y Estela cerraron la puerta para dejarme sola. Mi nuevo hogar no era un espacio mucho mayor que el habitual, pero sin ellos parecía enorme. No se me ocurría mejor regalo que un apartamento, por pequeño que fuese. Era la primera vez que adivinaban mis deseos, y el consejo de Max acerca de la oferta de trabajo también me sorprendió de manera grata. Aunque podía ser su manera de darme a entender que tenía que devolver a un tacaño crónico como él hasta el último céntimo invertido en aquel piso. Esos dos habían llevado demasiado lejos sus teorías acerca de la educación en casa, con la excusa de sacar el máximo partido de mi cociente intelectual, que superaba los 250 puntos. El de Einstein era 180, y el de cierta camarera de Las Vegas, 238; el caso es que yo los superaba a ambos.Seguí mirando al techo y rememoré una de las numerosas ocasiones en que, sin éxito, había tratado de obtener información del porqué de semejante existencia. —Pero mamá, ¿por qué no puedo ir al cole como los demás niños? He leído que el contacto social es esencial en nuestro desarrollo.—Necesitas educación especial. Y no me llames mamá, no somos tus verdaderos padres, no lo olvides nunca.Cómo o por qué me adoptaron era un gran misterio. No mostraban instinto paternal ni se parecían a esos padres sacrificados y encantadores que salían en muchas películas; su único interés era convertir mi cerebro en una inmensa y orgánica enciclopedia. La utilidad de todo aquello estaba por ver, y yo me moría de ganas por cambiar de aires. El pequeño adosado del que apenas salía era ya una prisión insoportable.—No está mal, para ser un regalo, claro. A caballo regalado no le mires el diente ¿Pero en serio es para mí? ¿No hay truco? —les había dicho al entrar en el apartamento.
Por toda respuesta obtuve breves y frías sonrisas y una apresurada despedida. Yo también deseaba perderlos de vista y quedarme a mis anchas de una vez. Pero el destino me había llevado hasta aquella casa, habitada por desconocidos, a partir de un accidente paranormal. Tal vez el cambio sería demasiado radical como para salir airosa.
El anuncio parpadeaba en el monitor.
Buscamos una persona para residir en nuestra mansión y realizar las siguientes tareas: inventario de la colección de arte existente en la casa, crítica artística de la misma, preparación de la defensa jurídica en caso de su posible falsificación, y proyecto de reforma arquitectónica del edificio, así como otras tareas que pudiesen surgir.
Sonaba perfecto. El trabajo era pan comido y me daría nuevas posibilidades, dinero, libertad, una vida lejos de mis padres adoptivos... Pocos minutos atrás habían salido por la puerta, pero la idea de una mansión resultaba más atractiva que la de estrenar aquel minúsculo apartamento que me acababan de regalar por mi mayoría de edad. Me inscribí en medio minuto. Sólo había un par de problemas. El primero, que yo estaba indocumentada, al menos hasta que el despistado de Max trajese el documento de identidad, caducado, que nunca tuve que utilizar y que tenía en su poder desde que yo era un bebé. El segundo, que no podría cruzar el país con la pequeña cantidad que Estela había dejado sobre la mesa aprovechando un despiste momentáneo del otro. Cerré los ojos desanimada. Perdería una buena oportunidad por culpa, como no, de esos dos.
La débil vibración bajo mis pies hizo que los abriera de nuevo a tiempo... por suerte. El coche -¡en el que me había materializado!- se dirigía directo hacia un acantilado. Mi única lección de conducir en cierto simulador iba a venir bien. Agarré el volante, puse los pies en el lugar correcto y obedecí como una autómata al cartel de carretera que contenía la dirección del anuncio.
CAPITULO UNO
Masas de nubarrones negros flotaban sobre la serpenteante y solitaria carretera de un solo carril, y la distancia hasta el borde del acantilado se podía adivinar gracias a los relámpagos que cruzaban el cielo. Por suerte se trataba de un modelo con cambio automático.“¡Por todos los demonios! ¿Cómo llegué hasta este coche en marcha? ¿Magia... o locura?” Solté una carcajada nerviosa a la que siguieron un par de lagrimones que empañaron mi visión. “Oh, venga, no es el momento de ponerse a llorar; mueve tus temblorosas manos y sécate esas lágrimas”, ordenó mi instinto de supervivencia.Cada nueva curva constituía una prueba para mi recién estrenada habilidad conductora, hasta que tras un abrupto giro pude ver aparecer la casa, como salida de una película de misterio o de uno de mis mejores videojuegos, con su impresionante fachada de piedra recortándose contra el oscuro horizonte, bajo los danzarines rayos.Detuve el coche a pocos metros de la entrada y sentí un estremecimiento, más por miedo a lo desconocido que por efecto del clima, pues aunque el viaje había sido demasiado inesperado como para agarrar un abrigo, no sentía ni pizca de frío, a pesar de la baja temperatura que mostraba el panel del salpicadero. Ya tenía demasiado en lo que ocupar mi mente como para detenerme a averiguar por qué había dejado de ser de repente una friolera crónica. Tal vez de la impresión me había subido la fiebre, o quizá estaba muerta y por eso no sentía algo tan banal y mundano.Pero no quiero que me malinterpretéis, estimados y desconocidos lectores, puedo bromear acerca de aquello... ahora. Por supuesto que estaba muerta, pero de miedo. Si estuviera en vuestro lugar —y da igual lo acostumbrados que podáis estar a leer novelas de fantasía—, probablemente pensaría que si una cosa así me ocurriese, tendría un infarto o perdería el juicio en el acto. Pero, lo cierto es, y yo no lo supe hasta entonces, claro, que una vez que pasas por una experiencia semejante, de alguna manera, de algún modo, sigues viviendo. Supuse que era el instinto, y al mismo tiempo me observaba como desde fuera de mi cuerpo, maravillada por sentir algo que despertaba en mi interior: una capacidad de autocontrol que nunca había tenido ocasión de poner a prueba. “Bien, ¿y ahora qué? No puedo llamar a la puerta sin una cita previa... ¡Genial! Ahora empieza a diluviar. Pues no queda otra, inventaré alguna excusa y buscaré refugio ahí”.Subí corriendo los escalones que llevaban a la puerta principal y toqué el timbre. Me llevó un par de segundos conectar el hecho de que no se viesen luces encendidas con la posibilidad de que no hubiera habitantes. A punto de dar la vuelta para regresar al coche, advertí que la puerta se empezaba a abrir. Un hombre mayor y enjuto emergió de la semi penumbra interior. Su pálida piel, cabeza calva y ojos hundidos bajo espesas cejas fueron el recibimiento que tuve. Parecía mudo, o se había quedado demasiado sorprendido o molesto como para decir nada.—Yo... perdone pero creo que el coche tiene una avería y ... mi móvil no tiene cobertura así que no puedo llamar a mi seguro —inventé sobre la marcha—. ¿Podría usar su teléfono, por favor? Es decir, si tiene uno.El lejano sonido de un timbre telefónico, con el típico tono antiguo de película en blanco y negro, despejó mi duda. Al fin escuché la voz de aquel desconocido.—Puedes usarlo... cuando deje de sonar y sepa quién llama. Tan pronto como se perdió en las sombras volví a oír sus sigilosos pasos.—La llamada es para ti.Aquello resultaba casi más extraño que mi viaje mágico.—¿Disculpe? Debe de ser un error.Me miró de arriba abajo y frunció el ceño.—Estás aquí por la oferta de trabajo, ¿no? Haber empezado por ahí. Lo de tu coche puede esperar. Acompáñame.Lo seguí en estado de aturdimiento hasta un gran salón. Alguien estaba sentado junto a la chimenea, en el otro extremo de la mesa del teléfono, iluminado por el tenue reflejo de las llamas. No me apetecía saludar a un segundo desconocido, y él tampoco se giró para averiguar quién atendía la llamada.—¿Diga? —le dije al auricular en un susurro.Una voz enérgica sonó en mi oído.—Buenas tardes. Me llamo Alejo Estefan, soy el dueño de la casa, encantado. Verás, le dije a mi secretario que estoy demasiado mayor para agotadoras entrevistas, así que lo mejor sería poner un anuncio junto con la dirección, y el primero que llegase, se llevaría el trabajo. Siempre tendremos ocasión de tomar las medidas oportunas si no nos satisface, ¿verdad? —dijo, terminando con una carcajada—. De manera que llamé a ver qué tal, y voilâ, así que enhorabuena, el trabajo es tuyo, querida. Estamos en contacto, que descanses.No me dio opción a responder, de haber estado en condiciones de reaccionar: la señal de comunicando se mezclaba con el ruido de los ventanales aporreados por la lluvia. Lentamente alejé el auricular de mi oreja y colgué mientras repasaba lo que acababa de escuchar. El hombre mayor no se veía por ninguna parte y el ocupante del sillón junto a la chimenea parecía tan absorto en su lectura que mi presencia le había pasado inadvertida, o indiferente por completo.La cálida luz que emanaba del fuego actuó como un imán sobre mis embotados sentidos. Me detuve cuando mi sombra se posó sobre su cabeza. El lector pareció despertar de repente; se levantó de golpe, dio la vuelta con la misma rapidez y dejó caer el libro entre sus manos al toparse con mi presencia.—Por todos los... ¿Se puede saber de dónde sales, como un maldito fantasma?—Estoy aquí por la oferta de trabajo.—La... ¿oferta de trabajo?—Alejo Estefan me acaba de decir——Ah, vale, ahora lo entiendo. No, no quiero saber nada acerca de ese loc... acerca de mi queridísimo tío.Recogió el libro del suelo y me miró fijamente mientras sacudía la cabeza.—Mira, no sé qué trama ni me interesa tampoco, pero lo mínimo que merezco es un poco de tranquilidad después de todo, así que recuerda, hagas lo que hagas, la última planta está prohibida para ti, es mía por completo, ¿entendido?No me gustaban su tono ni sus miradas, pero decidí hacer una broma para romper el hielo. Parecía la mejor idea, a falta de práctica real en el mundo de las interacciones sociales.—¿Y eso por qué? ¿Está la loca de tu mujer escondida ahí arriba?Levantó tanto las cejas que desaparecieron detrás de su rubio flequillo.—¿Cómo dices?—Sí, como en Jane Eyre, ya sabes, la novela de Charlotte Brönte.—Sé qué novela es. ¿Eres siempre así de ingeniosa, como te llames?Si era aficionado a la lectura ya teníamos algo en común. Decidí ser civilizada, me vendría bien ampliar mi nulo círculo de amistades.—Ay, sí, no me he presentado. Todos me llaman Virtu —dije, esperando que no notase el intento de fingir que tenía cien amigos. Hizo una pausa y me miró como si hubiese contado un chiste al que no pillaba la gracia.—¿Quieres decir que tu nombre es Virtudes?—No, no, viene de Virtual —respondí, sintiendo vergüenza ajena por los dos raritos que me habían tocado como padres.Reprimiendo a duras penas una sonrisa burlona, se dirigió hacia la puerta y desde allí se giró un momento.—Yo me llamo Esteban, pero no me puedes llamar Este... Por cierto, curioso calzado.Iba en calcetines, puesto que me había descalzado en cuanto llegué al apartamento. Regresé de golpe a la realidad: toda mi ropa estaba a muchos kilómetros de allí y tardaría en recibir la primera paga. El hombre mayor apareció con una hoja de papel y un bolígrafo.—El señor Estefan me acaba de enviar el contrato. Tu habitación es la de invitados aquí en la planta baja, la que está justo enfrente de esta puerta. Mañana podrás ver el resto de la casa. Aquí tienes una copia de la llave de la puerta principal, para que entres y salgas libremente.Leí el breve contrato enseguida y se lo devolví firmado.—Por cierto, me llamo Amancio. Buenas noches.Mi nueva habitación superaba en superficie a mi apartamento por estrenar. Era la primera estancia de la casa una vez traspasado el hall y su gran ventanal daba al exterior: el coche seguía en el mismo sitio. La decoración era sobria pero acogedora. Mis pies semi desnudos agradecieron el detalle del suelo de madera. Había poco mobiliario, con lo que el espacio parecía aún mayor. Sobre una mesa de nogal se veía un portátil de última generación y una pila de cuadernos, bolígrafos y lápices. El fuego estaba encendido en la chimenea del rincón. En el gran armario, por suerte, encontré ropa femenina de mi misma talla, incluso zapatos. Las prendas no casaban con mi estilo pero ya hubiese sido mucho pedir. Un pequeño pero completo aseo estaba en una sala anexa. Me tumbé en la mullida cama y sentí al fin plena relajación. Si aquella iba a ser mi nueva residencia durante una temporada, suponía un gran cambio con respecto a lo que me había ofrecido el destino hasta el momento.Hasta ese día en que alcancé la mayoría de edad, mi vida había sufrido poca variación en su rutina diaria: horas y horas frente a la pantalla del ordenador o delante de algún libro, con pausas para resolver rompecabezas. Recordé la oleada de emoción y la pizca de miedo que me habían subido por el pecho en el momento en que Max y Estela cerraron la puerta para dejarme sola. Mi nuevo hogar no era un espacio mucho mayor que el habitual, pero sin ellos parecía enorme. No se me ocurría mejor regalo que un apartamento, por pequeño que fuese. Era la primera vez que adivinaban mis deseos, y el consejo de Max acerca de la oferta de trabajo también me sorprendió de manera grata. Aunque podía ser su manera de darme a entender que tenía que devolver a un tacaño crónico como él hasta el último céntimo invertido en aquel piso. Esos dos habían llevado demasiado lejos sus teorías acerca de la educación en casa, con la excusa de sacar el máximo partido de mi cociente intelectual, que superaba los 250 puntos. El de Einstein era 180, y el de cierta camarera de Las Vegas, 238; el caso es que yo los superaba a ambos.Seguí mirando al techo y rememoré una de las numerosas ocasiones en que, sin éxito, había tratado de obtener información del porqué de semejante existencia. —Pero mamá, ¿por qué no puedo ir al cole como los demás niños? He leído que el contacto social es esencial en nuestro desarrollo.—Necesitas educación especial. Y no me llames mamá, no somos tus verdaderos padres, no lo olvides nunca.Cómo o por qué me adoptaron era un gran misterio. No mostraban instinto paternal ni se parecían a esos padres sacrificados y encantadores que salían en muchas películas; su único interés era convertir mi cerebro en una inmensa y orgánica enciclopedia. La utilidad de todo aquello estaba por ver, y yo me moría de ganas por cambiar de aires. El pequeño adosado del que apenas salía era ya una prisión insoportable.—No está mal, para ser un regalo, claro. A caballo regalado no le mires el diente ¿Pero en serio es para mí? ¿No hay truco? —les había dicho al entrar en el apartamento.
Por toda respuesta obtuve breves y frías sonrisas y una apresurada despedida. Yo también deseaba perderlos de vista y quedarme a mis anchas de una vez. Pero el destino me había llevado hasta aquella casa, habitada por desconocidos, a partir de un accidente paranormal. Tal vez el cambio sería demasiado radical como para salir airosa.
Published on April 09, 2017 13:39
April 8, 2017
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Published on April 08, 2017 13:35