Ruy Xoconostle W.'s Blog, page 35
September 9, 2007
Domeldix, in memoriam

Sería exagerado decir que durante los últimos cinco años mi perro, Domel, vivió una agonía. Pero sí peleó. En 2002 sufrió un accidente que casi le costó la vida. Un día se metió en una pelea con un perro teniendo las de perder: él estaba adentro de la casa y sólo podía sacar la cabeza, el otro animal estaba en la calle. El problema radicó en que Domel se quedó atorado en una malla ciclónica que, por el tiempo y el uso y la neurosis de mi propio perro, se había despedazado de tal modo que había quedado casi como una sierra dentada. Así es que el pobre se hizo una rajada con una circunferencia de 10 cm de longitud y 3 cm de profundidad, alrededor del cuello, al tratar de zafarse de la malla. En aquella época, yo vivía en un estado de imbecilidad permanente: me acaba de divorciar y estaba con la mujer equivocada, me la pasaba de workaholic o alcoholizado. Esa noche, llegué ebrio a mi casa, como a las 3 de la mañana. Encontré a Domel, mi perro boxer, en estado de shock, parado sobre las cuatro patas junto a la puerta. Se había convertido en un perro zombi de Resident Evil. Se me bajó la peda y, totalmente confundido y asustado, no le llamé a la mujer equivocada (porque sabía que de todos modos no me iba a ayudar) sino a mi ex esposa, y ella me acompañó al veterinario. Me ayudó a subir a Domel al coche, empapado en sangre, y salimos corriendo a la clínica. Operaron de emergencia a Domel y yo la hice de enfermero. Nos amaneció. Me metí a mi auto, afuera del consultorio, y me eché a dormir. Domel se había salvado. Perdió una oreja y el oído derechos. Pasó 30 días hospitalizado.
En la foto de arriba está mi lugar de trabajo de la casa donde vivía. Estaba escribiendo mi tercer libro, La vida sin Pixie. Domel me acompañó en cada cuartilla. De hecho, fue el único amigo que me acompañó en esos dos años y medio tan oscuros y tan inútiles y tan estúpidos que pasé, de principios del 2002 a mediados del 2004. Ahora pienso que soy un pendejo. No le dediqué a nadie ese libro. Debí habérselo dedicado a él.
Ayer, domingo, decidí que era suficiente sufriminto para Domel. Sí, luego de su recuperación tras el accidente vinieron mejores tiempos para él. Tenía un tumor benigno que nunca le molestó gran cosa. Volvió a ganar fuerza y andaba de desmadroso todo el día. Del 2006 a la fecha, sin embargo, comenzó a perder el oído y le aparecieron cataratas. Domel nació a fines de 1994, así es que, si hacen cuentas, verán que ya era un viejillo canoso. Además, los Boxer no viven tanto, dicen. Este año perdió peso, le dio artritis y durante los últimos meses apenas y podía caminar. Perdió control de sus evacuaciones. No es justo vivir así, ¿no creen? Así es que, como suele decirse, “lo pusimos a dormir”. Un par de inyecciones y listo. No sufrió nada. No me separé de él un segundo.
He pasado un domingo azul. Me acordé de tantas cosas. Mi perro fue el cabrón más fiel y leal. Durante los años más oscuros, cuando vivía solo con él, podía llegar de la oficina a la una de la mañana y él me estaba esperando con la mejor actitud, siempre lindo, siempre amable, nunca respondón. Como suelen ser los perros. Yo procedía a llenarle su plato de croquetas y él se lo devoraba. Luego me acompañaba a escribir, echado bajo el escritorio, hasta las tres o cuatro de la mañana. Cuando yo me metía a la cama, él se metía al clóset. Y al otro día nos levantábamos, sincronizados, a orinar. Esa era nuestra rutina.
Lo voy a extrañar, claro, pero también me siento feliz porque sé que ya no sufre. Yo soy de esos que piensan que el alma no muere. Y estoy convencido de que los perros tienen alma, claro.
Este es el momento en el post en que entra la canción final de Dr. Strangelove de Kubrick.
Nos veremos luego, amigo.
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July 9, 2007
Terror

Nunca le tuve miedo a la paternidad. Cuando sucedió (es decir, ser padre) le entré con ganas a la onda del pañal, preparar leche, bañar a la morrita todo bien, menos el renglón del sueño. A la Cobra la duermen dos personas: su madre o su nana. Yo soy un idiota para eso. Cuando se despierta en la noche y yo la he tratado de regresar a los brazos de Morfeo me manda al carajo. En el horario diurno, Cobrita y yo nos llevamos muy bien, jugamos, platicamos, bailamos, cantamos. Todo el gag. El problema es que somos incompatibles para el tema del sueño. Ella y yo tenemos, al parecer, el carácter y la personalidad muy similares (hasta hacemos el mismo gesto de encabronados es un amor la lepa chingada). Para rematar, yo tengo problemas para dormir y ella también. Cuando me pasa eso, yo me pongo a escribir. Ella espera que su mamá la duerma. ¿Y cuando no está?
Mientras escribo esto, me encuentro solo en casa con la Cobra dormida en su cuna. Pero puede despertar en cualquier momento. Charlotte llegará tarde, tiene trabajo. Así es que me tocó. Nada me da más terror. Puedo manejar muchas cosas, pero no puedo ayudar a mi hija a que concilie el sueño. Ergo, me da terror que despierte dazed and confused (como suele hacerlo) a la mitad de la noche.
En la foto, el muñeco de Ratatouille. “Tatúi” en cobrés.
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March 8, 2007
Estampas de Miami

Ah, y le pedí a Cabrío que no hiciera chistes de Tony Montana frente a los locales. Es de mal gusto

2. Ayer fuimos a la mubis. Y antier. Pero ayer (no antier) nos topamos con este cartel de Grindhouse. Y de nacos nos tomamos fotos con él. La instantánea del Cabrío, aquí.
Abandonamos la loca idea de robarlo. Imaginé que, como en Vice City, nos perseguiría la policía y la gente exclamaría “”I can’t believe this is happening!”
El lunes vimos Zodiac. Está pocamadre. A ver si luego la reseño. Ayer, Black Snake Moan. Muy buena. Se cogen tres veces a Christina Ricci.
Las palomitas no estaban buenas.



3. Si me compro unos Asics (ya vi unos que me prendieron), el puto de Cabrío me va a chingar de aquí al 2014 con su “por qué me imitas”.
Igual le compré cosas cute a la Cobra. Será la Cobra, pero también es una chica. Linda la condenadita. Por ejemplo, le compré una gabardina rosa. Esto porque pensé que cuando llegue la temporada de chubascos, nada hará más feliz a la Cobra que descubrir que es pocamadre caminar bajo la lluvia y brincar encima de los charcos.

4. Fui por unos Asics, pero salí con unos Adidas modelo Chile ’62. Son una reedición de los originales que sacó Adidas para la Copa del Mundo de 1962. No soy pambolero, pero están de goebísimos.



5. El miércoles pasado fuimos a un pub. Inglés. Se llamaba Churchill”s. El dueño, efectivamente, parecía hincha del Arsenal. Pero el lugar era un maldito hoyo fonqui: sucio y depravadito. Y en el corazón del Little Haiti. Así es que ahí estábamos, tres mexicanos (su servidor, Cabraio y Juanjo Durán, nuestro anfitrión) en un páb inglés-haitiano de mala muerte con escusados y meaderos percudidos, escuchando hard rock biker (en la cuarta foto, el vocalista) con Guinness en mano.

Al salir, un teporochito con guitarra nos abordó. Quería cantarnos una canción y vendernos su CD. Cabraio le pidió la guitarra y tocó 10 segundos de una rola de los Smáshan Pámpkins, el muy idiota. Luego cantamos el coro de la canción del teporochito loco (“What’s my neeeeeeeim? Michael Jacksoooon”). Nos cobró 5 dolarito por el CD (quemado en Office Max). En la primera foto, estamos con él. Olía a madres el cabrón.
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