Guillermo Martínez's Blog, page 18
August 4, 2015
Entrevista La República, Perú, julio 2015
Entrevista publicada en La República, con el título: Guillermo Martínez: "No me asombra tanto que un matemático pueda ser escritor"
Por Luis Condori
El reconocido escritor argentino estuvo en la Feria Internacional del Libro para presentar su libro de cuentos.
El escritor argentino presentó su último libro.
Leer entrevista aquíVolver a Entrevistas
Por Luis Condori
El reconocido escritor argentino estuvo en la Feria Internacional del Libro para presentar su libro de cuentos.
El escritor argentino presentó su último libro.Leer entrevista aquíVolver a Entrevistas
Published on August 04, 2015 06:36
August 3, 2015
7/8: Presentación de El cerebro mágico, de Federico Ludueña
Presentación a cargo del humorista Rudy y de Guillermo MartínezViernes 7 de Agosto / 18:30 hs.Auditorio Abuelas Plaza de MayoCentro Cultural Ricardo RojasCorrientes 2038Entrada gratuita
Published on August 03, 2015 08:28
Entrevista Feria Internacional de Lima, julio 2015
Published on August 03, 2015 07:57
July 15, 2015
Entrevista Revista Exactamente, junio 2015
Publicada con el título Un escritor de dos mundo, Revista Exactamente, página 21, junio 2015.
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Published on July 15, 2015 06:17
July 13, 2015
Entrevista en De cerca nadie es normal, Al Aire Radio Bar, julio 2015
Published on July 13, 2015 06:02
Un cadáver exigente (terminado), El País, España
Publicado en El País, junio, 2015.
El pasado lunes, el autor argentino Guillermo Martínez iniciaba este relato.
En los días sucesivos seis lectores lo completaron.
Estaba recién mudado y pronto había advertido que la alfombra raída de la sala ocultaba un piso todavía más difícil de mostrar. Por eso no me sorprendí tanto cuando dos hombres bajaron de un camión a mi puerta una alfombra enrollada, fuertemente atada en los extremos: supuse que había sido una cortesía o un remordimiento del propietario. Cuando los hombres se fueron corté el hilo de los bordes y al desplegar la alfombra rodó, o debería decir, se reveló a mis pies, el cuerpo de una mujer joven, desnuda, indudablemente muerta. Aún así, pensé con tristeza, era un cadáver exquisito.
Me dirigí de impulso a la habitación y busqué entre las cajas aún sin desocupar una sábana que puse sobre su cuerpo. Desde el sillón me detuve a observar su cara y de repente algo que no había visto al principio se tornó familiar. Un inconfundible lunar en la mejilla me hizo recordar a quien por varios años fuera mi compañera de clase. Miles de minutos desde un pupitre lateral estuve dedicado a estudiar el perfil de quien hoy me veía forzado a reconocer en la forma idéntica de un lóbulo, un pómulo redondo, una firmeza en la nariz y ese mismo lunar que fueron desde siempre más que un deseo de adolescencia.Sin embargo, no era del todo ella. Cada rasgo por separado coincidía con mi recuerdo pero el conjunto no poseía la armonía que recordaba en su rostro. Extendí entonces la sábana de tal forma que la cubriese por completo. Abrí el mueble bar y me serví una copa de ginebra. El alcohol, pese a lo que mi médico se empeñaba en afirmar, mitigaba la ansiedad a la que propendía mi ánimo. Al segundo sorbo mi mente se aclaró. Mojé una esquina del embozo en el líquido y froté el lunar. Desapareció.
Apenas pude advertir lo sucedido; sonó el timbre, una, dos veces. Tras mi sobresalto, miré de un lado a otro buscando dónde esconderla a ella, dónde esconderme yo. Puse, luego, sin ruido mi copa en una mesa, y me paralicé, se paralizó todo a mi alrededor. Imponente, sonó otra vez el timbre y, en el acto, escuché que alguien habló: ―Disculpe, señor, ¿puede oírme? Hubo un error, me reclaman la alfombra en otra dirección.
¡Ahora voy!, dije. Tras un corto momento de alivio, me aterrorizó la idea de tener que empaquetar el cadáver. Igual no debería haber contestado. Cuando empecé a enrollar a la chica, descubrí un mensaje pintado en su espalda: un número de teléfono. Lo anoté. Amarré bien la alfombra y la arrastré hasta la puerta. Los repartidores la cargaron y se la llevaron. Me senté en el sillón con el teléfono en una mano y la copa en la otra. Me la bebí de un solo trago, marqué el número y esperé respuesta.
Con cada tono se me aceleraba más el pulso. Después de muchos, la llamada se cortó. Memoricé el número en mi móvil y busqué el contacto recién creado en el listado de Whatssap. Ahí estaba. Respiré hondo antes de enfrentarme a la foto de perfil que veía borrosa por la ginebra. Amplié la imagen. Dejé de sentir el mundo a mi alrededor, sólo los latidos de mi corazón retumbando en mis sienes, cuando vi, sonriendo, a la chica muerta que llegó a mí en una alfombra. Estaba en línea. Escribiendo...
"Ten cuidado con lo que deseas porque lo puedes conseguir", decía su primer mensaje. Pocos segundos después, el emoticono de un corazón roto. Sentí una opresión en el mío, un dolor en el brazo izquierdo y un latigazo en el estómago. Alguien había envenenado mi copa de ginebra, me mareaba y no podía leer las letras, cada vez más borrosas, de su último mensaje: "El amor no correspondido se convierte en un cadáver muy exigente".
Los lectores coautores de este relato han sido: Alejandra Svarstad, Rubén Rey, Nora Arango, Jaime Comella, Esther Gómez y Eduardo Cruz.
El pasado lunes, el autor argentino Guillermo Martínez iniciaba este relato.
En los días sucesivos seis lectores lo completaron.
Estaba recién mudado y pronto había advertido que la alfombra raída de la sala ocultaba un piso todavía más difícil de mostrar. Por eso no me sorprendí tanto cuando dos hombres bajaron de un camión a mi puerta una alfombra enrollada, fuertemente atada en los extremos: supuse que había sido una cortesía o un remordimiento del propietario. Cuando los hombres se fueron corté el hilo de los bordes y al desplegar la alfombra rodó, o debería decir, se reveló a mis pies, el cuerpo de una mujer joven, desnuda, indudablemente muerta. Aún así, pensé con tristeza, era un cadáver exquisito.Me dirigí de impulso a la habitación y busqué entre las cajas aún sin desocupar una sábana que puse sobre su cuerpo. Desde el sillón me detuve a observar su cara y de repente algo que no había visto al principio se tornó familiar. Un inconfundible lunar en la mejilla me hizo recordar a quien por varios años fuera mi compañera de clase. Miles de minutos desde un pupitre lateral estuve dedicado a estudiar el perfil de quien hoy me veía forzado a reconocer en la forma idéntica de un lóbulo, un pómulo redondo, una firmeza en la nariz y ese mismo lunar que fueron desde siempre más que un deseo de adolescencia.Sin embargo, no era del todo ella. Cada rasgo por separado coincidía con mi recuerdo pero el conjunto no poseía la armonía que recordaba en su rostro. Extendí entonces la sábana de tal forma que la cubriese por completo. Abrí el mueble bar y me serví una copa de ginebra. El alcohol, pese a lo que mi médico se empeñaba en afirmar, mitigaba la ansiedad a la que propendía mi ánimo. Al segundo sorbo mi mente se aclaró. Mojé una esquina del embozo en el líquido y froté el lunar. Desapareció.
Apenas pude advertir lo sucedido; sonó el timbre, una, dos veces. Tras mi sobresalto, miré de un lado a otro buscando dónde esconderla a ella, dónde esconderme yo. Puse, luego, sin ruido mi copa en una mesa, y me paralicé, se paralizó todo a mi alrededor. Imponente, sonó otra vez el timbre y, en el acto, escuché que alguien habló: ―Disculpe, señor, ¿puede oírme? Hubo un error, me reclaman la alfombra en otra dirección.
¡Ahora voy!, dije. Tras un corto momento de alivio, me aterrorizó la idea de tener que empaquetar el cadáver. Igual no debería haber contestado. Cuando empecé a enrollar a la chica, descubrí un mensaje pintado en su espalda: un número de teléfono. Lo anoté. Amarré bien la alfombra y la arrastré hasta la puerta. Los repartidores la cargaron y se la llevaron. Me senté en el sillón con el teléfono en una mano y la copa en la otra. Me la bebí de un solo trago, marqué el número y esperé respuesta.
Con cada tono se me aceleraba más el pulso. Después de muchos, la llamada se cortó. Memoricé el número en mi móvil y busqué el contacto recién creado en el listado de Whatssap. Ahí estaba. Respiré hondo antes de enfrentarme a la foto de perfil que veía borrosa por la ginebra. Amplié la imagen. Dejé de sentir el mundo a mi alrededor, sólo los latidos de mi corazón retumbando en mis sienes, cuando vi, sonriendo, a la chica muerta que llegó a mí en una alfombra. Estaba en línea. Escribiendo...
"Ten cuidado con lo que deseas porque lo puedes conseguir", decía su primer mensaje. Pocos segundos después, el emoticono de un corazón roto. Sentí una opresión en el mío, un dolor en el brazo izquierdo y un latigazo en el estómago. Alguien había envenenado mi copa de ginebra, me mareaba y no podía leer las letras, cada vez más borrosas, de su último mensaje: "El amor no correspondido se convierte en un cadáver muy exigente".
Los lectores coautores de este relato han sido: Alejandra Svarstad, Rubén Rey, Nora Arango, Jaime Comella, Esther Gómez y Eduardo Cruz.
Published on July 13, 2015 05:31
July 7, 2015
Julia Martínez Alonso en el bar Virasoro
Don´t worry, be happy
Cry me a river
Cry me a river
Published on July 07, 2015 05:34
July 6, 2015
Cadáver exquisito en El País, España
Guillermo Martínez, ganador del I Premio de Cuento García Márquez, comienza esta serie de relatos de verano e invita a los lectores a continuar esta inquietante historia.
Un cadáver exigente Estaba recién mudado y pronto había advertido que la alfombra raída de la sala ocultaba un piso todavía más difícil de mostrar. Por eso no me sorprendí tanto cuando dos hombres bajaron de un camión a mi puerta una alfombra enrollada, fuertemente atada en los extremos: supuse que había sido una cortesía o un remordimiento del propietario. Cuando los hombres se fueron corté el hilo de los bordes y al desplegar la alfombra rodó, o debería decir, se reveló a mis pies, el cuerpo de una mujer joven, desnuda, indudablemente muerta. Aún así, pensé con tristeza, era un cadáver exquisito.Participar en"encadenados"
Un cadáver exigente Estaba recién mudado y pronto había advertido que la alfombra raída de la sala ocultaba un piso todavía más difícil de mostrar. Por eso no me sorprendí tanto cuando dos hombres bajaron de un camión a mi puerta una alfombra enrollada, fuertemente atada en los extremos: supuse que había sido una cortesía o un remordimiento del propietario. Cuando los hombres se fueron corté el hilo de los bordes y al desplegar la alfombra rodó, o debería decir, se reveló a mis pies, el cuerpo de una mujer joven, desnuda, indudablemente muerta. Aún así, pensé con tristeza, era un cadáver exquisito.Participar en"encadenados"
Published on July 06, 2015 05:27
June 17, 2015
Entrevista Arcadia, junio 2015
Entrevista de Victoria Hoyos, publicada en la revista Arcadia (Colombia), con el título “Un escritor y sus registros”, junio 2015.
Me tomo un café con Guillermo Martínez en un lindo bar del barrio porteño de Belgrano. La tarde está nublada pero él está muy tranquilo y conversamos fluidamente. Escritor y matemático, ha ganado diversos premios literarios como el Premio Hispanoamericano de Cuento García Márquez en Colombia con el libro de relatos Una felicidad repulsiva.
Algunos críticos han dicho que los escritores siempre navegan sobre los mismos temas u obsesiones ¿cree que eso es verdad? Y si es así ¿Qué elementos recurrentes están en usted a la hora de crear?No creo que sea así, los escritores se pueden dividir en dos maneras. Están los que siempre tocan la misma tecla, manejando el mismo estilo y navegando en la misma zona y los escritores que intentan registros muy diferentes, como por ejemplo Thomas Mann, por dar un caso. Yo me siento identificado con la variedad de registros. En mis cuentos está el registro familiar, también el político, erótico, el género de terror. Mis novelas también son diferentes en ese sentido. La novela de iniciación fáustica llamada Acerca de Roderer, después una novela de escritores que es La mujer del maestro, una novela policial, cuasi inglesa Crímenes imperceptibles, luego una especie de policial psicológico abstracto que es La muerte lenta de Luciana B, y después una novela erótica que es Yo también tuve una novia bisexual. Si reconozco una recurrencia en el sentido de que en todas mis novelas sigo lo que yo llamo una “línea teórica del conocimiento”, y hago pesar ese tema dentro de la trama dramática. Por ejemplo, en Acerca de Roderer cómo se podría recrear el mito fáustico en el mundo contemporáneo a través de las matemáticas.¿Cuál tema disfrutas más, en dónde te sientes más cómodo?Me gustan las novelas donde hay escritores, porque me permiten naturalmente explicar algunas cosas sobre la literatura, pero a la vez pienso que allí hay algo de un perro que se muerde la cola, entonces a veces es mejor jugar con otros personajes. Me divertí mucho con Crímenes imperceptibles, pero con La muerte lenta de Luciana b pude finalmente aunar en diferentes mundos que había en mis novelas anteriores.
Me llamó la atención en el cuento “Help me” del libro Una felicidad repulsiva, la vejez expuesta allí no solo como un elemento fantástico sino como aquella instancia triste de abandono y a la vez repulsión. ¿Era esa la intensión en ese cuento?Si, acá juego con algo que está en el borde de lo fantástico, algo cuasi vampírico. Esa mujer que de alguna forma en su aspecto exterior lograba disimular esa vejez, aunque algo se filtraba. En el momento crucial donde está en la cama y él ve su pubis blanco, algo que es de una vejez milenaria y que le da al protagonista terror y repulsión. Entonces, sin salir de lo real, es algo que le puede dar al lector diversas fuertes sensaciones, quizá la mujer haya querido transmitir una regeneración de su juventud a través de una manera vampírica, pero en general la pretensión es ese contraste entre la belleza y el elemento de horror.
La composición de una novela comprende la búsqueda de un punto imaginario desde el que uno pueda divisar el todo. Es curioso, porque has dicho que imaginas tus novelas siempre desde el final ¿Tiene esto relación con las matemáticas o a qué crees que se deba esto?No, se debe a mi formación como cuentista, es claro eso. La gran mayoría de mis novelas se me aparecieron primero bajo la forma de un cuento. Después en el momento de escribir se fueron ampliando, aparecieron esos costados teóricos, dimensiones. Y cuando uno escribe un cuento, siempre imagina el final, o por lo menos en mí caso. Por eso están estructuradas de atrás hacia adelante. En los cuentos hay algo del arte del ilusionismo, algo falseado que el lector recibe en un primer plano, es un elemento ilusorio. Entonces lo que yo veo inicialmente es como los elementos van a distorsionarse. Justo en Help me, sabía que el protagonista iba a sorprenderse en esa habitación viendo ese pubis canoso y que ese sería el elemento final del desenlace.
Hablaste alguna vez sobre referentes literarios muy fuertes a la hora de escribir como Henry James, Mann, Capote ¿De los latinoamericanos, aparte de Borges quienes te han inspirado o a quienes admiras?Me gusta el cuentista uruguayo Heriberto Hernández, por supuesto Cortázar. Casi todos los escritores tenemos como un ADN de los rasgos de Cortázar, muy presentes Vargas Llosa, fue quien más me intereso del boom. Carpentier y García Márquez, sobretodo sus novelas cortas, muy cercanas al policial norteamericano como La Mala hora, o La Hojarasca.
¿A qué atribuye el éxito de sus obras?No sé si éxito, pero me sorprendió Crímenes imperceptibles, porque en ella quería mostrar el mundo de los matemáticos, como hablan, las clases de ideas que tienen y pensé que no sería una novela fácil de entender. Ahora la leen chicos que están en el secundario y los grandes. Pienso que allí el éxito está en poderla leer en diferentes niveles, un policial llano, como una reflexión epistemológica y a un nivel matemático, entonces le llega a diversos públicos. Después fue llevada al cine. Y Acerca de Roderer sigue reeditándose desde el 92, porque también le llega a chicos y a grandes, entonces ambas generaciones se identifican.
¿Ha sentido el terror de la página en blanco?No, he tenido más bien largos bloqueos, son momentos en que uno escribió algo y está a la espera de la buena continuación, quizás uno siente que la novela ya avanzó por un camino que quizás no sea el mejor, entonces no saber si retroceder, cambiar algo o arreglarlo más adelante. Sentís que fallan las transiciones, entonces está el cómo resolver esos momentos. Las dificultades a veces te dan soluciones más ingeniosas. Es decir, uno cree que las cosas van a ser de cierto modo, pero no y a la vez surge un giro que las hace mucho más interesantes.Yo ahí coincido con las matemáticas, con un teorema por ejemplo. Crees tener en la cabeza una demostración rápida y elegante, pero hay casos que no consideraste y no puedes resolverlo de inmediato, entonces debes ver como desmembrarlo, como encontrarle la solución. Hago como los guionistas, una especie de escaleta, a veces un capítulo se transforma en otra cosa. Y así no solo acelero los acontecimientos con este tipo de formato, los ordeno.
¿Estas ahora en algún proyecto?Ahora estoy con una novela larga, trata sobre los experimentos con los niños, para ver como aprenden. Es la historia de un chico que nace en una secta, hay un psicólogo que diseña algunos experimentos para ver cómo se forman algunos conceptos en la mente de los niños y el chico es el conejillo de indias de ese médico. Hará un recorrido sobre el tema de la inteligencia artificial y será entre los años sesentas y setentas.
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Me tomo un café con Guillermo Martínez en un lindo bar del barrio porteño de Belgrano. La tarde está nublada pero él está muy tranquilo y conversamos fluidamente. Escritor y matemático, ha ganado diversos premios literarios como el Premio Hispanoamericano de Cuento García Márquez en Colombia con el libro de relatos Una felicidad repulsiva.
Algunos críticos han dicho que los escritores siempre navegan sobre los mismos temas u obsesiones ¿cree que eso es verdad? Y si es así ¿Qué elementos recurrentes están en usted a la hora de crear?No creo que sea así, los escritores se pueden dividir en dos maneras. Están los que siempre tocan la misma tecla, manejando el mismo estilo y navegando en la misma zona y los escritores que intentan registros muy diferentes, como por ejemplo Thomas Mann, por dar un caso. Yo me siento identificado con la variedad de registros. En mis cuentos está el registro familiar, también el político, erótico, el género de terror. Mis novelas también son diferentes en ese sentido. La novela de iniciación fáustica llamada Acerca de Roderer, después una novela de escritores que es La mujer del maestro, una novela policial, cuasi inglesa Crímenes imperceptibles, luego una especie de policial psicológico abstracto que es La muerte lenta de Luciana B, y después una novela erótica que es Yo también tuve una novia bisexual. Si reconozco una recurrencia en el sentido de que en todas mis novelas sigo lo que yo llamo una “línea teórica del conocimiento”, y hago pesar ese tema dentro de la trama dramática. Por ejemplo, en Acerca de Roderer cómo se podría recrear el mito fáustico en el mundo contemporáneo a través de las matemáticas.¿Cuál tema disfrutas más, en dónde te sientes más cómodo?Me gustan las novelas donde hay escritores, porque me permiten naturalmente explicar algunas cosas sobre la literatura, pero a la vez pienso que allí hay algo de un perro que se muerde la cola, entonces a veces es mejor jugar con otros personajes. Me divertí mucho con Crímenes imperceptibles, pero con La muerte lenta de Luciana b pude finalmente aunar en diferentes mundos que había en mis novelas anteriores.
Me llamó la atención en el cuento “Help me” del libro Una felicidad repulsiva, la vejez expuesta allí no solo como un elemento fantástico sino como aquella instancia triste de abandono y a la vez repulsión. ¿Era esa la intensión en ese cuento?Si, acá juego con algo que está en el borde de lo fantástico, algo cuasi vampírico. Esa mujer que de alguna forma en su aspecto exterior lograba disimular esa vejez, aunque algo se filtraba. En el momento crucial donde está en la cama y él ve su pubis blanco, algo que es de una vejez milenaria y que le da al protagonista terror y repulsión. Entonces, sin salir de lo real, es algo que le puede dar al lector diversas fuertes sensaciones, quizá la mujer haya querido transmitir una regeneración de su juventud a través de una manera vampírica, pero en general la pretensión es ese contraste entre la belleza y el elemento de horror.
La composición de una novela comprende la búsqueda de un punto imaginario desde el que uno pueda divisar el todo. Es curioso, porque has dicho que imaginas tus novelas siempre desde el final ¿Tiene esto relación con las matemáticas o a qué crees que se deba esto?No, se debe a mi formación como cuentista, es claro eso. La gran mayoría de mis novelas se me aparecieron primero bajo la forma de un cuento. Después en el momento de escribir se fueron ampliando, aparecieron esos costados teóricos, dimensiones. Y cuando uno escribe un cuento, siempre imagina el final, o por lo menos en mí caso. Por eso están estructuradas de atrás hacia adelante. En los cuentos hay algo del arte del ilusionismo, algo falseado que el lector recibe en un primer plano, es un elemento ilusorio. Entonces lo que yo veo inicialmente es como los elementos van a distorsionarse. Justo en Help me, sabía que el protagonista iba a sorprenderse en esa habitación viendo ese pubis canoso y que ese sería el elemento final del desenlace.
Hablaste alguna vez sobre referentes literarios muy fuertes a la hora de escribir como Henry James, Mann, Capote ¿De los latinoamericanos, aparte de Borges quienes te han inspirado o a quienes admiras?Me gusta el cuentista uruguayo Heriberto Hernández, por supuesto Cortázar. Casi todos los escritores tenemos como un ADN de los rasgos de Cortázar, muy presentes Vargas Llosa, fue quien más me intereso del boom. Carpentier y García Márquez, sobretodo sus novelas cortas, muy cercanas al policial norteamericano como La Mala hora, o La Hojarasca.
¿A qué atribuye el éxito de sus obras?No sé si éxito, pero me sorprendió Crímenes imperceptibles, porque en ella quería mostrar el mundo de los matemáticos, como hablan, las clases de ideas que tienen y pensé que no sería una novela fácil de entender. Ahora la leen chicos que están en el secundario y los grandes. Pienso que allí el éxito está en poderla leer en diferentes niveles, un policial llano, como una reflexión epistemológica y a un nivel matemático, entonces le llega a diversos públicos. Después fue llevada al cine. Y Acerca de Roderer sigue reeditándose desde el 92, porque también le llega a chicos y a grandes, entonces ambas generaciones se identifican.
¿Ha sentido el terror de la página en blanco?No, he tenido más bien largos bloqueos, son momentos en que uno escribió algo y está a la espera de la buena continuación, quizás uno siente que la novela ya avanzó por un camino que quizás no sea el mejor, entonces no saber si retroceder, cambiar algo o arreglarlo más adelante. Sentís que fallan las transiciones, entonces está el cómo resolver esos momentos. Las dificultades a veces te dan soluciones más ingeniosas. Es decir, uno cree que las cosas van a ser de cierto modo, pero no y a la vez surge un giro que las hace mucho más interesantes.Yo ahí coincido con las matemáticas, con un teorema por ejemplo. Crees tener en la cabeza una demostración rápida y elegante, pero hay casos que no consideraste y no puedes resolverlo de inmediato, entonces debes ver como desmembrarlo, como encontrarle la solución. Hago como los guionistas, una especie de escaleta, a veces un capítulo se transforma en otra cosa. Y así no solo acelero los acontecimientos con este tipo de formato, los ordeno.
¿Estas ahora en algún proyecto?Ahora estoy con una novela larga, trata sobre los experimentos con los niños, para ver como aprenden. Es la historia de un chico que nace en una secta, hay un psicólogo que diseña algunos experimentos para ver cómo se forman algunos conceptos en la mente de los niños y el chico es el conejillo de indias de ese médico. Hará un recorrido sobre el tema de la inteligencia artificial y será entre los años sesentas y setentas.
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Published on June 17, 2015 05:13
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