Lola Ancira's Blog, page 41

February 28, 2018

El océano tiene onda - Luis Javier Plata Rosas (presentación)




Hoy, en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, Luis Javier Plata Rosas y yo presentaremos El océano tiene onda. Una obra de ciencia en ficción. ¡Nos vemos a las 19:00 horas en la sala Manuel Tolsá!
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Published on February 28, 2018 09:52

February 26, 2018

Presentación de CDMX TXT en la FIL Palacio de Minería




Mañana, en el marco de la 39 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería de la Ciudad de México (que inició el pasado 22 de febrero), presentaremos la plataforma web CDMX TXT, "Lugares que se leen, palabras que se habitan", a las 18:00 horas en la Galería de Rectores.
La UAM Cuajimalpa forma parte de este increíble proyecto.
El programa completo de la FIL Palacio de Minería esta disponible en su página digital.



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Published on February 26, 2018 10:35

February 21, 2018

6° Encuentro Regional de Narrativa Centro Occidente - Zacatecas




Hoy, a las 17:00 horas, inicia el 6° Encuentro Regional de Narrativa Centro Occidente en Zacatecas con la presentación de la novela  Perro de ataque de Darío Zalapa.
Tendré el gusto de participar en la mesa «Mujeres cuentistas en México», el jueves 22 a las 16:00 horas, junto con Gabriela Torres Olivares y Claudina Domingo.
El programa completo del encuentro está disponible en la página de Facebook del Instituto Zacatecano de Cultura.










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Published on February 21, 2018 13:19

February 16, 2018

Animal verdadero - Rafael Villegas (presentación)





El próximo martes 20 de febrero a las 20:00 horas presentaremos la novela Animal Verdadero de Rafael Villegas en la pulquería Los Insurgentes (Insurgentes Sur 226, Colonia Roma). Tendré el honor de acompañar al autor, a Bernardo Esquinca, Bernardo Fernández Bef e Iván Farías.
¡Ahí nos vemos!




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Published on February 16, 2018 11:18

February 11, 2018

Ofrenda en el asfalto - Orlando Ortiz (presentación)




El jueves 15 de febrero a las 19:00 horas presentaremos Ofrenda en el asfalto, la novela más reciente de Orlando Ortiz. Tendré el honor de compartir mesa con el autor y con Bibiana Camacho.
La cita es en la Librería Jorge Cuesta (Liverpool 12, colonia Juárez).

¡Hasta entonces!


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Published on February 11, 2018 12:41

January 31, 2018

Animal verdadero - Rafael Villegas




(Entrada pendiente)
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Published on January 31, 2018 10:11

January 30, 2018

Carta a una aprendiz de cuentos - Guadalupe Dueñas (cuento)

Foto: cortesía de familia Dueñas


«Carta a una aprendiz de cuentos» es un cuento de Guadalupe Dueñas publicado en su libro No moriré del todo (Joaquín Mortiz, 1976).



Carta a una aprendiz de cuentos

Querida amiga:
Me pregunta usted qué es un cuento y tengo la mejor voluntad de contestarle; es más, creo que ha dado con el cuerno de la abundancia, con la fuente, con el Wall Street, de esa riqueza. Mucho se habla del cuento y todos identificamos el género. Mire usted, en el diccionario leemos “Relato de un suceso”. ¡Nada más hilarante!, y añade “Fábula o conseja” ¡qué despropósito! Bueno, ¡parece que la Real Academia no sabe qué es un cuento! Y, amiga, si no lo sabe la Academia… Pero veamos: un cuento… por ejemplo:
Había una vez en una ciudad (si usted prefiere algún epíteto jamás lo use, de seguro es inadecuado) de las llamadas cosmopolitas, casi en los suburbios (atienda usted al nivel social que connota la ubicación). Tache usted ahora había una vez y empiece en: En una ciudad…, vivía una viejecilla nerviosa, mínima, empolvada, seca y repugnante, que por defenderse del tiempo ofendía a Dios y al diablo.
La situación está planteada y el personaje ha empezado a rasgar su crisálida. Algo de debe ocurrir a esa vieja; nosotros, de lo que debe ocurrirle decidiremos qué ha de pasarle. Una vez que hemos escogido la anécdota, termina nuestra intimidad con la actora. Es bueno que ahora corra su propia suerte. Nuestra potestad termina en los obstáculos puestos para estimular, detener o impedir su acción. El camino que escoja no nos pertenece. Aclaremos:
Una vieja no pensará tan rápidamente como una muchacha; será, también, más obstinada y más rebelde.; tendrá manías e inconsecuencias abrumantes; pero sus motivaciones serán también más evidentes. Hemos escogido un personaje anclado en una edad y en una condición social francamente molesta. Además, todo lo que llevo dicho, sobra. No se sorprenda. Mi lección, más bien, la segunda parte de mi lección, tiene este enunciado: no existen situaciones generales; y nada que sea común entre las personas, conviene a los personajes.
Para que a la vieja le pase algo es necesario que desee algo. Que vaya a alguna parte, que trate a otras personas. Una vieja va por su leche, por su pan, saluda a los vecinos y, ya encerrada en su casa, teje, reza, aliña o maldice. Desde luego que no es indispensable que nuestra vieja haga esto. Bien podría, por ejemplo, y a cambio, estar dedicada a la música, a la mecánica o a la astronomía. Para el caso todo es inútil. Nuestra vieja no está dedicada a la astronomía, ni a la mecánica, ni a la música, y sí va por su pan y por su leche y saluda a los vecinos. Nada más que cuando está sola en sus cuatro paredes, murmura canciones y se mira y remira en el espejo fantaseando sobre composturas y afeites.
Comprenderá ahora al personaje. Lo llamaremos… Es muy importante el nombre… Al lector debe decirle algo, o nada. Atienda usted: si la llamamos Friné, denunciamos una aspiración a la extravagancia, por menos si la vieja es de Tabasco; por más si es de paciente tribu burocrática. ¿Lucrecia? No, despierta ideas de lascivia y nuestra vieja no abriga ni rescoldos. Si la nombramos Gumersinda, Domitila o Pancha, incurriremos en lesivo folklorismo más extravagante todavía, con lo cual no situaremos a la actora, sino a nosotros los autores como dados a la chacota y a la tontería.
Es de gran malicia comprometer a personas vivas dejando sólo una inicial sustitutiva. Lo mismo pasa con los nombres de lugar, pues cuando están escondidos en cábalas, denotan malignidad y falta de temperamento. Bien, la vieja Friné (¡fuera complicaciones!) vive sola. Ella hace sus servicios. Nadie la ampara. (Aquí se atraviesa un inconveniente, que el tumefacto crítico nos reprochará inclemente: ¿De qué vive Friné?) Para pisar a la española le contestaremos que no nos interesa y, para salir del paso, advertiremos que un sobrino de la señora le envía una pensión desde ciudad extranjera ¿le parece Jalisco? Pues allí… Le recomiendo, primeriza, que tenga mucho tacto con estos incidentales, porque deben caer, según dicen, como guante. Reanudemos:
Friné vive sola (aquí debe usted empezar). Interviene ahora un segundo personaje que suele ser persona, animal, fantasma o emoción. En nuestro cuento entra como un leve rasguño en la ventana, como una humedad en el vidrio. Friné vuelve la cabeza y, en la noche, una decoración medieval apronta las apariciones (¡demasiado solemne!). Suavicemos: Friné vive sola (mejor). Friné recargada en la mecedora, sueña… (también) Friné sueña y un temblor de vidrios la despierta… Allí está el maligno en vela, sus fanales inmóviles y potentes, sus orejas tensas: sabe que ha hecho ruido y espera… Friné suda y siente las ataduras del miedo movilizándole las piernas; se sobrepone y lanza un zapato, quedo, para no romper los cristales. El otro, ya no está ahí, lo oye maldecir aunque ya no está ahí. Esto la tranquiliza y trata con la postura de meterse en el sueño. Al cabo duerme y, el otro, con su cara triste, con sus ojos verdes como velitas de pastel de pobres, la contempla, y su respiración nos deja creer que llora.
Comenzó esta desgracia porque, comedida, una tarde le tiró una galleta. El gato arqueó el lomo y vino a saludarla. Ella lo dejó hacer y no recuerda si correspondió con una caricia. El gato supuso que había encontrado pensión y ama y trató de instalarse. Es decir, empujaba suavemente su cuerpo contra Friné, sin que ésta maliciara otras intenciones que las de caricias. Cuando las atenciones fueron estimadas suficientes, Friné quiso cerrar la ventana; pero el gato se aferraba a la parte de adentro con mañas y ejercicio de virtuoso. Si conseguía cerrar un batiente, la garra quedaba prisionera en el otro; si no, brincaba a la cortina o se le subía al cuello, o se atravesaba en la ventana para que, únicamente a costa de su vida, pudiera cerrarla. Arañó la mano que lo expulsaba y luego lamió la herida con ostentosa alma de perro. Nada conmovió a Friné, que pudo, merced al artilugio de una escoba, echar fuera al bicho. El gato se sentó en la ventana y sintió a la involuntaria Genoveva. Hacía tres días que rasgaba la puerta, que cantaba, que estremecía la vidriera con saltos y empujos, que maullaba con ferocidad dialéctica. El acoso verbal cedía cuando en servicio de patrullas, probaba los agujeros, huecos y rendijas.
Perdóneme, me había olvidado de usted, señorita. Es que la inspiración nos pone frente a paisajes repentinos. La menor distracción puede aniquilar la mejor imagen y, consiguientemente, su enunciación precisa. Una vez que enfrentamos a los actores ocurre el precipitado (el fracaso, por supuesto) que relampagueante va iluminando los lados de un poliedro infinito. Piense usted, intríguese por este gato y esta vieja. ¿Qué motivo tiene el gato para que, como un tirador, sólo apunten sus ojos verticales al entrecejo de Friné? ¿Qué motivos tendrá Friné para no aceptar al gato? Una mujer vieja, no tanto como para ausentarse del espejo, tiene algunas manías, ya lo dijimos, el arreglo excesivo, la preferencia por modas juveniles, etc. Pues de nada de esto haga usted caso: nuestro personaje, aunque repita lo de otros, es singular y su conducta intransferible. ¿Me comprende? No se trata de un esquema de psicología, sino de una persona viva, y usted sabe, una persona viva jamás se porta conforme a las reglas; si prefiere, no haga mérito del canon; si más le place y si puede invente sus propios preceptos. Yo tengo uno muy bueno: un hombre es la criatura que muerde hasta la mano que le da el perro. Basta de divagaciones; quedamos en que hemos trabado relación con un incidente susceptible de variados intereses.
Si usted es comunista, pues muestre la lucha de clases, es decir las uñas de la vieja contra las del gato: claro que tiene que ganar el gato. Si es católica, pues a darle a la misericordia, y después de múltiples trabajos que casi rindan la resistencia del animal, éste debe entrar en la casa. Ahora, que si usted es liberal, pues que la vieja acondicione un rinconcito a cambio de algunas ratas diarias. Amiga, yo sólo soy una convicción romántica y prefiero que el gato se enamore de Friné (observo que el nombre de Friné convendría más al gato); comprenda, un gato hambriento, que va de techo en techo escurriendo vergüenza y rasgando su mejor traje de feroz, en chimeneas, pretiles y desagües, siempre en su cápsula de llanto, siempre con el sabor de vanas ilusiones raspándole la lengua, siempre sobre ascuas y sin que nadie saque con su mano la consabida castaña; es decir, que debe imaginarlo cayendo en el abismo del desempleo y del desamparo. Pero conmuévase, mírelo rascando una puerta y otra y otra y véale la sangre en las patas y el desaliento en el hociquillo rosa. Mírelo en una mancha del sol, lustrar la sucia y pegajosa zalea; y, véalo asustado huir cuando un perro o un gato fuerte lo echan nada más con su presencia. Contémplelo recargado contra la luna sin tener a quién maullarle, y, luego, sígalo a los basureros y busque con él incómodas piltrafas, y cómalas, y sienta la picazón de la roña y lama una y otra vez sus apremiantes heridas.
¿Se acostumbra? ¿Está usted ya en cuatro patas trepando por la escalera de servicio rumbo a la azotea? El ambiente de tendederos y tinacos es ahora la selva o el desierto. ¿A dónde va a saltar usted?; ¿en persecución de quién o de qué?, ¡que palpite, sí, que no deje de latir su acongojado corazón de gato! Sienta un consolador pts, pts, que le hace volver la cara a todas partes y, al fin, en una ventana, una mano como si fuera la del mismísimo arcángel, que tiende un mendrugo y frota el pulgar en el índice. Se acerca usted con recelo, tiende la pata hacia los ojos que lo recorren con piadoso asco y, como desprendidas de una rama caen las migajas en leche hasta la humillación más estridente. Oye usted: “Un panecillo para el gato” y desea usted acercarse y agradecer; pero la mano se retira con sobresalto y cierra la ventana… y nunca más… Usted se aproxima y mira adentro y ve a Friné y al espejo donde está Friné y a los ojos donde está el espejo y Friné mirándose en el espejo.
Señorita escritora, le ruego que abrace el tema como abrazaría a su novio. Fíjese en los accidentes y en las repeticiones; juegan papel importante en la mecánica de la creación literaria. Pero no se entusiasme con los adjetivos, no los utilice sin necesidad. Si tiene la suerte de encontrar el adecuado, éste tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo. Adelante pues.
También están ahí la cama y el sueño y el ronrón y el agradecimiento y el despertar en amoroso regazo. Y después de todo el destino cumplido: ser el guía, el caballero de una vieja soltera, de una vieja a la que sólo miel le corre por los huesos. (Ahora entramos en calor. Se siente la ternura ¿no?) Un vidrio la separa del mundo de la gracia, un vidrio acorazado, un vidrio más duro que la muralla entre dos que viven juntos y, en ese vidrio, en el vaho que lo empaña, hay que dejar morir la ambición, el interés, la duda, el cuerpo. (Sospecho que hay demasiado vidrio; el arte es una cima inaccesible, no cabe duda.) En un cuento bien logrado estos tropiezos son inevitables. Cuando uno es dueño de las palabras, no necesita vigilar si son consonantes o asonantes. Pero ahora llegamos al momento en que hay que tomar a los personajes de la mano, y llevarlos firmemente hasta el final. No se distraiga, no abuse del lector, y sobre todo, no escriba bajo el imperio de la emoción; déjela enfriar y evóquela después. Si es capaz de revivirla, ha llegado a la mitad del camino.
Friné no quiere un gato, su edad es pregatal, aún joven para cocer sus filtros en las chispas de un gato. Por esta vez, nada… En verdad, Friné pensó que las imprudencias del gato venían de las impiedades del motor pro-soviético, y para extirparlas olvidó un pan o un plato con leche afuera de la ventana. Cuando se convenció de que al animal no le interesaban sus limosnas, aunque a veces las aceptase, cayó en la cuenta, de súbito, que un galán emergía. Al principio le pareció soportable; pero cuando los lamentos crecieron hasta no dejarla dormir y cuando por las mañanas recogía los alimentos intactos, comenzó a alarmarse y a extrañar la guardia del gato en la ventana. (No piense en sus amigos al escribir el final, no le importe la impresión que hará su historia. Cuente, como si en su relato sólo importaran los personajes, pues solamente así conseguirá que tengan vida.)
Friné lloró cuando de un cable tuvieron que descolgar al minino, ahorcado por imprudencia o por deliberado deseo de morir.
Amiga, si se han humedecido sus ojos, si hay arritmia en su pulso… créame, hemos capturado la liebre, y es hora ya de empezar el trabajo. Si no, olvídese del cuento y de la literatura. Afuera hay demasiado sol y puede ser que alguien, que ni usted sabe quién es, la esté esperando.
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Published on January 30, 2018 08:44

January 29, 2018

Al pie de la letra - conversatorio




Hace unos meses me invitaron a participar en la serie 'Al pie de la letra' de la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación, un proyecto muy interesante en el que escritores jóvenes mexicanos hablamos sobre literatura. El video ya está disponible en YouTube. 

Nueva entrega del ciclo Al pie de la letra con Lola Ancira. Entérese cómo se volvió lectora, qué lee actualmente, cómo empezó a escribir y un poco más. Pasen y compartan este trabajo en equipo de Edgar Omar AvilésLuis A HurtadoLeticia Carrera LzAlexis Caire De LioncourtIliana Vargas y Vi Val. Muchas gracias a los autores que nos acompañaron. Adrián ChávezAlejandro PaniaguaIvonne Reyes ChiqueteAve BarreraMónica PereaIván Cruz OsorioBrenda RíosJimena Eme VázquezRicardo YáñezCésar GándaraArmando SalgadoPaulette JonguitudÚrsula FuentesberainLucio Fulci (alias Pedro J. Acuña), Gabriel Rodriguez Liceaga y los que vienen.
 Ovidio Ríos


DGESPETV

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La presente serie es un conversatorio con jóvenes autores de la literatura moderna mexicana, los cuales nos narran su paso como lectores a generadores de letras.






Gabriel Rodríguez Liceaga


Pedro J. Acuña


Adrián Chávez

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Published on January 29, 2018 12:46

January 25, 2018

Mimus Polyglottos (presentación del segundo número de la revista)




Hoy, a las 19:30 horas, se presentará en Galería Libertad (Andador Libertad 56, Centro Histórico de Querétaro) el segundo número de la revista Mimus Polyglottos, que incluye «Retoños», un cuento que escribí en el taller de Orlando Ortiz en 2017. 
Es una lástima no poder asistir, pero me alegra saber que la revista ya estará en circulación.


El Consejo Editorial de Mimus Polyglottos se complace en invitarte a la presentación del segundo número de su revista.

Mimus Polyglottos, una revista impresa que tiene como fin ser una plataforma cultural de difusión del trabajo creativo e investigativo en áreas de Literatura, Artes y Humanidades.

“Al principio el hombre existió frente al misterio, frente a la duda del mundo que se le abría como horizonte sin límites discernibles. Ante el desafío y la necesidad el hombre desarrolló respuestas a las interrogantes sobre la realidad y su propio lugar dentro de ella; respuestas amplias y concretas, engarzadas las unas con las otras, que le dieron sentido y orden a su existencia. Al conjunto de esas respuestas se le llama cultura: las bases del espíritu humano cuyos resultados más destacados son el arte, la ciencia, la filosofía y la mística.” Carlos Andoni Silva Cocom

Colaboran en el segundo número:

Portada
María Gámez Uribe

Cuento
Adán Echeverría
Cristian González Ramírez
Lola Ancira

Ensayo 
Alam Yael Bernal Avedaño
Ramsés Jabín Oviedo Pérez
Saúl Magaña
Roberto Rosano Lara

Portafolio
Rodolfo “Wox” Rincones
Alejandro Ramírez Ramos “Calexico”

Entrevista
Julian Herbert

Nómadas
Servando Mendoza

Poesía
Carlos Vicente Castro
Daniel Bencomo
Verónica G. Arredondo

Taller de creación literaria
Felipe Bohórquez


Al finalizar
Música de: Lidia Moretti
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Published on January 25, 2018 14:20

December 20, 2017

El idioma analítico de John Wilkins - Jorge Luis Borges (ensayo)

Jorge Luis Borges. Foto: Museo Nacional de Bellas Artes
«El idioma analítico de John Wilkins» forma parte de Otras inquisiciones, libro de ensayos de Jorge Luis Borges publicado en 1952.
El idioma analítico de John Wilkins

He comprobado que la decimocuarta edición de la Encyclopaedia Britannica suprime el artículo sobre John Wilkins. Esa omisión es justa, si recordamos la trivialidad del artículo (veinte renglones de meras circunstancias biográficas: Wilkins nació en 1614, Wilkins murió en 1672, Wilkins fue capellán de Carlos Luis, príncipe italiano; Wilkins fue nombrado rector de uno de los colegios Oxford, Wilkins fue el primer secretario de la Real Sociedad de Londres, etc.); es culpable, si consideramos la obra especulativa de Wilkins. Éste abundó en felices curiosidades: le interesaron la teología, la criptografía, la música, la fabricación de colmenas transparentes, el curso de un planeta invisible, la posibilidad de un viaje a la luna, la posibilidad y los principios de un lenguaje mundial. A este último problema dedicó el libro An Essay Towards a Real Character and a Philosophical Language (600 páginas en cuarto mayor, 1668). No hay ejemplares de ese libro en nuestra Biblioteca Nacional; he interrogado, para redactar esta nota, The life and Times of John Wilkins (1910), de P. A. Wrigh Henderson; el Woertebuch der Philosophie (1924), de Fritz Mathner; Delphos (1935), de E. Sylvia Pankhurst; Dangerous Thoughts (1939), de Lancelot Hogben.     Todos, alguna vez, hemos padecido esos debates inapelables que una dama, con acopio de interjecciones y de anacolutos jura que la palabra luna es más (o menos) expresiva que la palabra moon. Fuera de la evidente observación de que el monosílabo moon es tal vez más apto para representar un objeto muy simple que la palabra bisilábica luna, nada es posible contribuir a tales debates; descontadas las palabras descompuestas y las derivaciones, todos los idiomas del mundo (sin excluir el volapük Johann Martin Schleyer y la romántica interlingua de Peano) son igualmente inexpresivos. No hay edición de la Gramática de la Real Academia que no pondere “el envidiado tesoro de voces pintorescas, felices y expresivas de la riquísima lengua española”, pero se trata de una mera jactancia, sin corroboración. Por lo pronto, esa misma Real Academia elabora cada tantos años un diccionario, que define las voces del español… En el idioma universal que ideó Wilkins al promediar el siglo XVII, cada palabra se define a sí misma. Descartes, en una epístola fechada en noviembre de 1629, ya había anotado que mediante el sistema decimal de numeración, podemos aprender en un solo día a nombrar todas las cantidades hasta el infinito y a escribirlas en un idioma nuevo que es el de los guarismos; también había propuesto la formación de un idioma análogo, general, que organizara y abarcara todos los pensamientos humanos. John Wilkins, hacia 1664, acometió esa empresa.     Dividió el universo en cuarenta categorías o géneros, subdivisibles luego en diferencias, subdivisibles a su vez en especies. Asignó a cada género sin monosílabo de dos letras; a cada diferencia, una consonante; a cada especie, una vocal. Por ejemplo: de, quiere decir elemento; deb, el primero de los elementos, el fuego; deba, una porción del elemento del fuego, una llama. En el idioma análogo de Letellier (1850) a, quiere decir animal; ab, mamífero; abo, carnívoro; aboj, felino; aboje, gato; abi, herbívoro; abiv, equino; etc. En el Bonifacio Sotos Ochando (1854), imaba, quiere decir edificio; imaca, serrallo; image, hospital; imafo, lazareto; imarri, casa; imaru, quinta; imedo, poste; imede, pilar; imego, suelo; imela, techo; imogo, ventana; bire, encuadernador; birer, encuadernar. (Debo este último censo a un libro impreso en Buenos Aires en 1886: el Curso de lengua universal, del doctor Pedro Mata).     Las palabras del idioma analítico de John Wilkins no son torpes símbolos arbitrarios; cada una de las letras que las integran es significativa, como lo fueron las de la Sagrada Escritura para los cabalistas. Mauthner observa que los niños podrían aprender ese idioma sin saber que es artificioso; después en el colegio, descubrirán que es también una clave universal y una enciclopedia secreta.     Ya definido el procedimiento de Wilkins, falta examinar un problema de imposible o difícil postergación: el valor de la tabla cuadragesimal que es base del idioma. Consideremos la octava categoría, la de las piedras. Wilkins las divide en comunes (pedernal, cascajo, pizarra), módicas (mármol, ámbar, coral), preciosas (perla, ópalo), transparente (amatista, zafiro) e insolubles (hulla, greda y arsénico). Casi tan alarmante como la octava, es la novena categoría. Esta nos revela que los metales pueden ser imperfectos (bermellón, azogue), artificiales (bronce, latón), recrementicios (limaduras, herrumbre) y naturales (oro, estaño, cobre). La belleza figura en la categoría decimosexta; es un pez vivíparo, oblongo. Esas ambigüedades, redundancias y deficiencias recuerdan las que el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (1) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas. El Instituto Bibliográfico de Bruselas también ejerce el caos: ha parcelado el universo en 1000 subdivisiones, de las cuales la 262 corresponde al Papa; la 282, a la Iglesia Católica Romana; la 263, al Día del Señor; la 268, a las escuelas dominicales; la 298, al mormonismo, y la 294, al brahmanismo, budismo, shintoísmo y taoísmo. No rehúsa las subdivisiones heterogéneas, verbigracia, la 179: “Crueldad con los animales. Protección de los animales. El duelo y el suicidio desde el punto de vista de la moral. Vicios y defectos varios. Virtudes y cualidades varias.”     He registrado las arbitrariedades de Wilkins, del desconocido (o apócrifo) enciclopedista chino y del Instituto Bibliográfico de Bruselas; notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo. “El mundo -escribe David Hume- es tal vez el bosquejo rudimentario de algún dios infantil, que lo abandonó a medio hacer, avergonzado de su ejecución deficiente; es obra de un dios subalterno, de quien los dioses superiores se burlan; es la confusa producción de una divinidad decrépita y jubilada, que ya se ha muerto” (Dialogues Concerning Natural Religion, V. 1779). Cabe ir más lejos; cabe sospechar que no hay universo en el sentido orgánico, unificador, que tiene esa ambiciosa palabra. Si lo hay, falta conjeturar su propósito; falta conjeturar las palabras, las definiciones, las etimologías, las sinonimias, del secreto diccionario de Dios.     La imposibilidad de penetrar el esquema divino del universo, no puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos, aunque nos conste que estos son provisorios. El idioma analítico de Wilkins no es el menos admirable de ésos esquemas. Los géneros y especies que lo componen son contradictorios y vagos; el artificio de que las letras de las palabras indiquen subdivisiones y divisiones es, sin duda, ingenioso. La palabra salmón no nos dice nada; Zana, la voz correspondiente; delfine (para el hombre versado en las cuarenta categorías y en los géneros de esas categorías) un pez escamoso, fluvial, de carne rojiza. Teóricamente, no es inconcebible un idioma donde el hombre de cada ser indicara todos los pormenores de su destino, pasado y venidero.)     Esperanzas y utopías aparte, acaso lo más lúcido que sobre el lenguaje se ha escrito son estas palabras de Chesterton: “El hombre sabe que hay en el alma tintes más desconcertantes, más innumerables y más anónimos que los colores de una selva otoñal… cree, sin embargo, que esos tintes, en todas sus fusiones y conversiones, son representables con precisión por un mecanismo arbitrario de gruñidos y de chillidos. Cree que del interior de un bolsista salen realmente ruidos que significan todos los misterios de la memoria y todas las agonías del anhelo” (G.F.Watts, pág.88, 1904).
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Published on December 20, 2017 13:16