Miguel Ángel Hernández's Blog, page 5
August 4, 2019
Tiempo por venir 14
Lunes 22 de julioTe despiertas con la noticia terrible. Ha muerto el hijo de un amigo escritor. Lo ha vuelto a azotar la tragedia. Por un momento tratas de ponerte en su cabeza y te das cuenta de que es imposible hacerlo. Ningún dolor es comparable al de la pérdida de un hijo. Tú, afortunadamente, no lo has vivido. Pero intuyes que nada debe de doler más que ver morir a quien has dado la vida. Durante todo el día no puedes dejar de pensar en eso. En el sinsentido, en que la vida se hace trizas en un instante y entonces de nada sirve todo lo demás.Aunque no logras concentrarte, lees por la tarde a Georges Didi-Huberman para el texto sobre Hamilton. 'Remontajes del tiempo padecido'. ¿Cómo hacer que las imágenes vuelvan a significar algo para nosotros, las imágenes, como las del Holocausto, que tantas veces se han mostrado y ya han perdido su fuerza? Según el historiador francés, la clave está en el contexto, en volverlas a montar y hacer emerger su detalle, su singularidad. Las abstracciones eliminan la potencia de la imagen. Solo empatizamos con el dolor de los demás cuando lo que vemos es concreto. No millones de muertos. Sino uno detrás de otro, con nombres y apellidos, con historias que podrían haber sido también la nuestra. [Seguir leyendo]
Published on August 04, 2019 10:42
Tiempo por venir 13
Lunes 15 de julio Aunque sigues de baja, te acercas a la universidad. Tutorías sobre tesis que acaban y tesis por venir. Después, elección de horarios. Te queda relativamente bien el cuatrimestre. No puedes evitar ya comenzar a pensar en el curso próximo y establecer rutinas para todo el año. Días de trabajo en la universidad, días de trabajo en casa, investigación, docencia, lectura, escritura... Sabes que todo se desmoronará en cuanto empieces y que no cumplirás nada de lo propuesto. Pero aun así lo necesitas. Listas de tareas y horarios pautados. Puntos de apoyo a los que regresar cuando todo se descontrole.Te acercas a Diego Marín y compras varias novelas de ciencia ficción. Nada más llegar, comienzas a leer 'El velo del sol', de Johanna Sinsalo. Lo venden como un cruce entre Margaret Atwood y Kurt Vonnegut. Un futuro distópico, un Estado totalitario, una sociedad en la que ciertas mujeres solo son objetos sexuales. Tomas rápidamente la idea. Pero lo aguantas menos de una hora. Te interesa el planteamiento, pero todo lo demás se cae. No es Atwood, ni mucho menos. A veces compras libros solo para hojearlos. Más te valdría sacarlos de la biblioteca.Por la noche, te encierras en el despacho. No cesan de llegar ideas. El argumento de la novela va evolucionando, cambiando conforme escribes. Escribir es una forma de pensamiento. Y también lo es soñar. Porque por la noche sigues escribiendo. Cuando cierras los ojos, la historia se recompone. En segundo plano. Como si echara raíces. Pequeñas e invisibles, pero fuertes y duraderas. [Sigue leyendo]
Published on August 04, 2019 10:40
Tiempo por venir 12
Lunes 8 de julio Dentista y barbero por la mañana. Están cerca y últimamente sueles combinar la visita. En uno callas, en el otro no paras de hablar. Por la tarde, el traumatólogo te quita los puntos de la rodilla. En unas semanas estarás como nuevo. Pasas por la universidad, corriges los exámenes de julio y haces tiempo para la presentación de la novela de Francisco Díaz Klaassen. Lo conociste en Ithaca y rápidamente congeniasteis. Aún recuerdas las tardes convertidas en noches, las conversaciones sobre literatura y vicios inconfesables y las cantidades industriales de cervezas ingeridas. Y también los regresos etílicos a casa, subiendo la colina entre la nieve desde el Downtown. 'En la colina', la novela que ha publicado Candaya, te conduce a ese tiempo que aún guardas como un sueño. Para el protagonista del libro, sin embargo, esa ciudad universitaria norteamericana es una pesadilla. Y la novela se despliega como una carta de desamor y reproche, una caída al fango, un viaje al fin de la noche. Es Céline, lo abyecto, la materialidad tangible de lo obsceno, pero también es Thomas Bernhard, el resentimiento, el odio indolente y crepuscular. Y también un extrañamiento y una desincronización con el presente -la universidad, ese pequeño pueblo perdido, Estados Unidos- y con el pasado -el origen, la familia, Chile-. Un ya no saber a donde ir cuando todo se viene abajo. Te gusta cómo escribe Francisco, como si nada, como si fuera fácil. Y eso, lo sabes, es lo más difícil de hacer. Puedes escuchar la letanía de las palabras dichas al oído, el largo poema lleno de imágenes que se quedan para siempre, como la mirada profunda y oscura de un ciervo en mitad de la noche. Porque también es David Lynch. Llegas a la presentación con una muleta y habláis de todo esto que acabas de escribir. Después, tomáis unas cervezas en el café del Arco. Está toda la tribu Candaya. Disfrutas de la compañía, pero la rodilla no deja tranquilo. Aun así, Francisco no puede irse de Murcia sin tomar unas copas. Y continuáis un poco más la noche en el Revólver. No hay nadie en las calles y os divertís evocando los días en que Leo visitó Ithaca. Aquella pequeña ciudad sigue siendo un paraíso en tu memoria. Cada vez que lo piensas, viene a tu mente la frase de Jack en el final de la tercera temporada de 'Perdidos': «We have to go back, Kate! We have to go back!». [Seguir leyendo]
Published on August 04, 2019 10:36
Tiempo por venir 11
Lunes 1 de julioTe levantas temprano y comienzas la novela. Por fin. Durante toda la mañana, ensayas tonos y puntos de vista. Es, sin duda, lo más difícil. Tienes la historia. Esquemas y mapas. Una fotógrafa en crisis que recibe el extraño encargo de realizar el retrato de un difunto. Hoy, en pleno siglo XXI. A partir de esa premisa has esbozado los personajes, los escenarios, los conflictos y el posible desarrollo del relato. El esqueleto de la historia. Tienes en la cabeza el principio, los puntos de giro e incluso el final. Sobre todo, el final. Un final aproximado. Pero te falta lo más importante. Quién cuenta, desde dónde y cómo lo cuenta. La voz, el tono, la perspectiva. El narrador. Pruebas una tercera persona, pero no acaba de funcionar. Tampoco una primera. No sabes entrar en la mente de la fotógrafa. Prefieres que sea un personaje cerrado. Pasas horas y horas dándole vueltas y al final acabas llegando a una conclusión: necesitas un narrador testigo. Es el que mejor sabes manejar. Alguien que cuenta la historia que presencia o la historia que le han contado. Quizá el director del archivo fotográfico. O, mejor, un estudiante de prácticas. Regresas a los esquemas y comienzas a reestructurar. Con ese narrador, sin embargo, la historia tal y como la tienes planteada se colapsa en varios puntos. Es un problema matemático. Hoy no lo podrás resolver.Con la inquietud de lo irresuelto, acudes al ambulatorio y el médico te renueva el vendaje. La rodilla está bien. Intenta no andar y descansa, dice. Le haces caso. Si por descansar se entiende leer y escribir como un poseso. Regresas a casa y te vuelves a encerrar. Intentas leer buscando una solución. Tras más de cien páginas de la última novela de Muñoz Molina, decides dejarla para otro momento. Sacas, no obstante, varias ideas para el tono de lo que quieres escribir. La voz bien construida, el punto de vista reflexivo y nostálgico... Ahí ves al gran escritor, aunque la novela no te llegue a entusiasmar.Cuando estás escribiendo, lees de un modo diferente. Un carpintero que se fija en las juntas de la madera y en el modo de ocultar los tornillos, más que en la belleza del mueble. Lecturas de inspección. [Sigue leyendo]
Published on August 04, 2019 10:34
Tiempo por venir 10
Lunes 24 de junio Rodaje por la mañana. La semana se va a hacer larga. Salís con la cámara y la pértiga de sonido a la calle a grabar varias escenas del Don Quijote de Mieke Bal. Isabel y tú tratáis de convencer a los viandantes para que aparezcan en la película. Una mujer deja que cojan su perro, un hombre simula hablar por teléfono mientras el actor intenta quitarle el carricoche con su hijo, una chica -Julia, esta sí, amiga- pelea con Don Quijote mientras su hijo llora, un camarero deja que le tiren la bandeja al suelo, otra chica permite que le desordenen la tienda de ropa a la hora del café... Os sorprende la generosidad de la gente. Recuerdas la película de Manuel Summers, 'Todo el mundo es bueno'. Mieke no da crédito. Tal vez sea el poder de la cámara. O que esto es Murcia y no Ámsterdam.Coméis juntos, grabáis otra escena y sales corriendo hacia el taller de escritura. Hoy reflexionas sobre el microrrelato. La teoría del iceberg. Lo que se ve es apenas un momento de una acción. La historia es todo lo que está debajo. La clave es, comentas, poner la mente en modo 'microficción'. Una actitud. Una disposición. Hubo un tiempo en que la tuviste. Hace varios años que desapareció. Al terminar la clase, te quedas unos minutos hablando con María. Conoció en un viaje a Cati, uno de los personajes de tu novela. Su historia también está llena de encuentros fortuitos. El sincrodestino, una vez más. Algún día tendrás que comenzar a creer. [Sigue leyendo]
Published on August 04, 2019 10:31
Tiempo por venir 9
Lunes 17 de junio
A las siete de la mañana, en ayunas, análisis de sangre para la operación de menisco. Después, electrocardiograma. Y justo desde allí, al dentista para tomar las medidas de una férula que vas a tener que ponerte a partir de ahora. Llevas un año completo. Reforma integral y repinte de paredes. Tal vez sea la edad. En el Cendeac, reunión del comité editorial. Coincides allí con Sergio Porlán y le propones que ilustre este diario. Te interesa su serie de cabezas veladas. Hay algo sensual y, al mismo tiempo, mistérico en esos rostros ocultos. Como lo que escribes aquí. También a medio camino entre el exhibicionismo y el camuflaje. Un modo de mostrarse que incluye también sus rincones y puntos ciegos. Porque en estas páginas está expuesta tu intimidad, pero también hay mucho fuera de campo, enmascarado. En ocasiones, a la vista de todos. Lo intuyó Edgar Allan Poe en 'La carta robada': la mejor manera de ocultar algo es mostrarlo, hacerlo evidente. El secreto mejor guardado es el que nadie sabe que es un secreto. [Sigue leyendo]
A las siete de la mañana, en ayunas, análisis de sangre para la operación de menisco. Después, electrocardiograma. Y justo desde allí, al dentista para tomar las medidas de una férula que vas a tener que ponerte a partir de ahora. Llevas un año completo. Reforma integral y repinte de paredes. Tal vez sea la edad. En el Cendeac, reunión del comité editorial. Coincides allí con Sergio Porlán y le propones que ilustre este diario. Te interesa su serie de cabezas veladas. Hay algo sensual y, al mismo tiempo, mistérico en esos rostros ocultos. Como lo que escribes aquí. También a medio camino entre el exhibicionismo y el camuflaje. Un modo de mostrarse que incluye también sus rincones y puntos ciegos. Porque en estas páginas está expuesta tu intimidad, pero también hay mucho fuera de campo, enmascarado. En ocasiones, a la vista de todos. Lo intuyó Edgar Allan Poe en 'La carta robada': la mejor manera de ocultar algo es mostrarlo, hacerlo evidente. El secreto mejor guardado es el que nadie sabe que es un secreto. [Sigue leyendo]
Published on August 04, 2019 10:28
Tiempo por venir 8
Lunes 10 de junio Hace cuarenta y dos años que naciste y tu madre ya no está para felicitarte. Es lo primero que piensas cada cumpleaños desde su muerte. La llamada que no llega. La que siempre esperas. Por mucho tiempo que pase.Dedicas la mañana a escribir un texto para el nuevo disco de Viva Suecia. Lo has escuchado tantas veces que se te ha metido en la cabeza y no cesas de tararear las canciones. Es incluso mejor que el anterior. Te alegras de su éxito. Y te ilusiona que un texto tuyo acompañe su disco. A pesar de no saber muy bien qué escribir. Al final, inventas algo a medio camino entre lo lírico y lo filosófico. Una manera de compartir la admiración ante lo inesperado y el asombro por lo extraordinario. Eso es 'El milagro' -así se titula el disco-.Comes con Raquel en Los Cazadores. El pan con aceite y el tocino que se deshace en la boca os sirve como celebración. La siesta de cumpleaños posterior, también.Visitas a Julia y le llevas unas rodilleras que has comprado por internet. ¿Por qué no vienes a verme, hijico? Es su reproche constante. Y tu excusa siempre es la misma: porque tengo muchas cosas que hacer, Julia. También se lo decías a tu madre. Y lo dices a tu familia y a tus amigos. Te cuesta sacar tiempo para los que están más cerca. Ves el primer episodio de la última temporada de 'Black Mirror'. Flojito. Después, te encierras en la habitación y, ya de madrugada, intentas terminar el cuento sobre el Real Murcia que esbozaste la semana pasada. El último párrafo se te atraganta. [Seguir leyendo]
Published on August 04, 2019 10:25
Tiempo por venir 7
Lunes 3 de junioDespiertas con dolor de cabeza y el resfriado sigue ahí. Mañana de correcciones. Exámenes y prácticas. Varios trabajos vienen con varios tipos de letras. Algunos ni siquiera disimulan el copia y pega. A veces piensas que es mejor que entreguen las cosas escritas a mano. Así al menos tendrían que tomarse la molestia de transcribirlas. Por la tarde, el traumatólogo te da la fecha definitiva para la operación de menisco -28 de junio- y ya deseas que llegue el día. No sólo por el dolor, sino sobre todo por la posibilidad de pasar un mes entero recluido en casa, leyendo y escribiendo. El cuerpo es lo único que ha aprendido a decir que no. [Sigue leyendo]
Published on August 04, 2019 10:23
Tiempo por venir 6
Lunes 22 de julioTe despiertas con la noticia terrible. Ha muerto el hijo de un amigo escritor. Lo ha vuelto a azotar la tragedia. Por un momento tratas de ponerte en su cabeza y te das cuenta de que es imposible hacerlo. Ningún dolor es comparable al de la pérdida de un hijo. Tú, afortunadamente, no lo has vivido. Pero intuyes que nada debe de doler más que ver morir a quien has dado la vida. Durante todo el día no puedes dejar de pensar en eso. En el sinsentido, en que la vida se hace trizas en un instante y entonces de nada sirve todo lo demás.Aunque no logras concentrarte, lees por la tarde a Georges Didi-Huberman para el texto sobre Hamilton. 'Remontajes del tiempo padecido'. ¿Cómo hacer que las imágenes vuelvan a significar algo para nosotros, las imágenes, como las del Holocausto, que tantas veces se han mostrado y ya han perdido su fuerza? Según el historiador francés, la clave está en el contexto, en volverlas a montar y hacer emerger su detalle, su singularidad. Las abstracciones eliminan la potencia de la imagen. Solo empatizamos con el dolor de los demás cuando lo que vemos es concreto. No millones de muertos. Sino uno detrás de otro, con nombres y apellidos, con historias que podrían haber sido también la nuestra.
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Published on August 04, 2019 10:20
May 12, 2019
Un mitómano inconstante
Soy un mitómano inconstante. No colecciono los discos de mis músicos favoritos, no guardo los DVD de las películas que me fascinan ni vuelvo a verlas si no es por casualidad, no tengo todos los libros de mis autores fetiche, no visito todas las exposiciones de los artistas que admiro, ni siquiera me he llegado a interesar demasiado por la vida y milagros de los actores y actrices que me han cautivado. Soy infiel por naturaleza. Mis pasiones duran poco y rápidamente son sustituidas por otras diferentes. Aunque también es cierto que nunca desaparecen del todo. Se acumulan, conviven y se confunden. Lo que he amado permanece latente para siempre. Y en cada nueva pasión reverbera algo de ese pasado nunca explorado del todo. Aunque nunca fui demasiado aficionado a los cómics, de pequeño me obsesioné con los superhéroes. Pasaba los días subido a los árboles con una capa hecha de bolsas de plástico intentando volar como Superman -mi preferido, sin duda, por encima de cualquier otro-. Estaba convencido de que algún día mi súper poder oculto sería al fin revelado y podría surcar los cielos. O que tarde o temprano los extraterrestres me regalarían un traje mágico, como al protagonista de 'El gran héroe americano', y el mundo sabría de lo que soy capaz. Esa fascinación por lo extraordinario sigue aún presente. Y, todavía hoy, continúo consumiendo sin criterio alguno películas y series de superhéroes. Y también de extraterrestres. Sobre todo, de extraterrestres. Y es que cualquier cosa que implique la presencia alienígenas me embelesa. Quizá porque creo en su existencia. O tal vez porque con cinco años vi 'E.T.' -la primera vez que fui al cine- y aún sigo traumatizado. Después, llegó 'V' y, más tarde, 'Expediente X'. Y yo comencé a tener un sueño recurrente del que nunca he podido desprenderme: unos platillos volantes aparecen sobre los limoneros de la huerta de Murcia y comienza la invasión. Es la guerra de los mundos. Y nunca ganan los humanos.Lo más parecido a ese universo mágico y sobrenatural de la infancia lo encontré en el mundo del fútbol. Recuerdo perfectamente el día que, en la televisión en color recién comprada, vi volar a Hugo Sánchez sobre el césped del Bernabéu. A partir de ese momento, el delantero mexicano se convirtió en mi superhéroe real. Después, llegaron otros marcianos -Laudrup, Guti, Zidane, Pirlo, Iniesta, Ibrahimovic-, pero ninguno ha logrado borrar el recuerdo de Hugo Sánchez. Ni tampoco nadie ha conseguido hechizarme como los jugadores de aquel tiempo: Van Basten, Gullit, Francescoli, Matthäus y, claro, el más grande, Dios, Diego Armando Maradona. Aún conservo varios álbumes Panini que nunca llegué a completar.El final de la infancia coincidió con el despertar del deseo. Mientras mis compañeros del colegio forraban sus carpetas con imágenes de Kim Basinger, Sabrina y Samantha Fox, yo me enamoraba perdidamente de personajes de serie de televisión. Los domingos por la noche, quería ser el detective David Addison para poder respirar la melena rubia de la ex modelo Maddie Hayes en 'Luz de luna'; de lunes a viernes, a la hora de la siesta, envidiaba a Michael Knight por conducir el coche fantástico, pero sobre todo por tener la oportunidad de flirtear con la mecánica Bonnie Barstow; y los sábados por la tarde, lo habría dado todo por convertirme en lagarto para subir a una nave nodriza y presentar mis respetos a la maléfica Diana de 'V'. Más tarde, llegó la agente Dana Scully y acabó de robarme el corazón. Cuando, hace unos años, regresó 'Expediente X', comprobé que a veces el deseo permanece y se readapta. Y que suspiraré por Dana Scully hasta el fin de los días. En mi adolescencia, amé la música por encima de todas las cosas. Sin embargo, no tuve mitos musicales propios de mi edad. Me cautivaron Bach, Beethoven y Mozart. También el organista César Franck. Y la vida amorosa de Mahler. Después, me interesé por los contratenores. Y más tarde me sedujo la figura de Glenn Gould, el genio inadaptado en el borde de la locura. Sólo al final, ya bien crecido, me abrí a la música actual. Fue entonces cuando descubrí a Joy Division y me obsesioné con Ian Curtis y su danza epiléptica. Me hice moderno a contratiempo.Todo lo anterior constituye un mapa difuso de mis mitomanías del pasado. Aunque muchas de ellas perviven, mi presente mitómano se construye sobre el arte y la literatura. Marcel Duchamp, Robert Morris, Eva Hesse o Marina Abramovic son mis ídolos del arte. Supongo que gana Duchamp, que siempre aparece, antes o después, en todo lo que hago y pienso. Como también lo hace, desde la Filosofía, Walter Benjamin, tal vez el mito intelectual más constante de todos los que he tenido. Me fascinan sus ideas, pero también su vida trágica. No pude parar de llorar el día que visité su tumba en Portbou. Y pagaría todo el dinero que no tengo por poseer alguna de las notas manuscritas de sus archivos. En los últimos años, la escritura se ha convertido en el centro de mi vida. Borges, Bernhard, Cioran y Beckett fueron los primeros que me hicieron perder la cabeza. Después llegaron Paul Auster y Enrique Vila-Matas. Más tarde, Bolaño, DeLillo, Coetzee, Carrère, Delphine de Vigan y Annie Ernaux. Desde hace unos años, vivo embrujado por Siri Hustvedt. Me gustan todos sus libros. Me gusta todo de ella. Incluso su marido. A veces sueño que me invitan a tomar un café a su casa y hablamos de arte y de literatura. Me cuentan sus proyectos, la conversación fluye y me dicen que me quede a cenar. Auster prepara una pizza. Les caigo bien y me ofrecen dormir en el sofá. A media noche, me levanto, me acerco a su cama y los miro dormir durante un momento. Salgo de allí tras dejar una nota: "Gracias por vuestros libros. Me han hecho inmensamente feliz. La pizza, por cierto, estaba deliciosa."
[Texto publicado originalmente en La esfera de Papel , del diario El mundo]
[Texto publicado originalmente en La esfera de Papel , del diario El mundo]
Published on May 12, 2019 03:22
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