Miguel Ángel Hernández's Blog, page 8

March 7, 2018

7 de marzo

Diez años ya. Parece mentira. Aún lo parece. Parece imposible. Y sigue siendo verdad. Hoy has vuelto a soñar con ella. Como tantas y tantas noches. Porque una madre sigue siendo una madre. En la ausencia. En la memoria. Es la herida que jamás sana. La cicatriz húmeda con la que aprendes a convivir. El dolor que se incorpora en alma, en los órganos, en la piel, el dolor que también a veces se posa en la sonrisa. En todos los gestos, en todo lo que eres, has sido y serás. Porque una madre sigue siendo una madre. Siempre. Desde el principio, antes de saber nada, antes de estar ahí. Hasta el final, hasta el final del final, hasta que puedas decirte humano. Una madre. Tu madre. La que se fue hace diez años. Diez años que nunca creíste que llegarían a pasar. El futuro del duelo. El futuro de la pérdida. Lo inimaginable. Lo que, a pesar de todo, con suerte, acaba llegando. 7 de marzo. Isabel Navarro. La mamá. Diez años ya. La flecha del tiempo tiene mil puntas.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 07, 2018 14:00

February 28, 2018

Entrevista en "Contrapunto"

A partir de ahora, en este blog también iré dejando rastros de algunas de las entrevistas que me vayan haciendo. Me he dado cuenta de que en Facebook todo se pierde y luego es muy difícil volver a ellas. Así que aquí va la que me hicieron Fernando Larraz y Gema Cuesta en el número 45 de la revista Contrapunto. Podéis descargar el pdf de la revista entera aquí. Pero también os la dejo como entrada del blog:

Arte y Literatura. Entrevista a Miguel Ángel Hernández
Por Fernando Larraz y Gema Cuesta
Miguel Ángel Hernández Navarro (Murcia, 1977) es escritor y profesor de Historia del Arte en la Universidad de Murcia. Junto a una sobresaliente actividad como crítico de arte contemporáneo, ensayista y comisario de exposiciones, es autor de una interesante obra literaria de ficción narrativa que incluye diarios, microcuentos, cuentos y dos novelas, ambas publicadas en Anagrama y reseñadas en Contrapunto (números 3 y 26): Intento de escapada (2011) y El instante de peligro (2013), que fue finalista del Premio Herralde. En esta entrevista anuncia la próxima publicación, en primavera, de su tercera novela: El dolor de los demás


¿De qué manera se produjo el tránsito desde tu trabajo como crítico e historiador del arte a la creación literaria? ¿Qué ofrece la ficción narrativa en la articulación de tu discurso  teórico y crítico sobre la expresión artística?

Se produjo de un modo muy progresivo, y quiero creer que natural. Comencé al mismo tiempo a escribir narrativa y crítica de arte. Mi primer libro de relatos (Infraleve) es, de hecho, anterior a mi primer ensayo. Sin embargo, en un principio, casi que lo llevaba en secreto. Me parecían mundos desconectados que sólo se unían en mi cabeza. Poco a poco fui dándome cuenta de que formaban parte del mismo impulso y que, en realidad, era el mismo sujeto el que escribía narrativa e historia del arte. Así que digamos que los mundos comenzaron a juntarse. Y posiblemente fuera con Intento de escapada cuando esa fusión tuvo lugar. Precisamente en esa novela pude comprobar el potencial de la ficción narrativa para hablar sobre el arte. Sobre todo, me todo me interesó el modo en que el conocimiento podía modularse y presentarse de un modo menos autoritario que en el ensayo, y también de una manera más afectiva. Tengo la sensación que lo que cuenta una novela lo aprendemos de un modo más profundo que lo que transmite el ensayo. De algún modo, esa relación con lo afectivo y la experiencia personal –esencial en la narrativa– también ha acabado contaminando mi aproximación al arte.
Hay una serie de preocupaciones comunes entre tu obra ensayística y de ficción narrativa: la capitalización de la intimidad, la hipervisualidad y el hiperrecuerdo, la sociedad escaparate en la que vivimos, los usos de la memoria y la temporalidad… ¿Cómo llevas esa preocupación a la experiencia de los personajes de tus novelas?
Es cierto que los personajes de mis novelas encarnan algunas ideas teóricas que manejo, pero intento que no sean ilustraciones o ejemplos de esas ideas, sino sujetos complejos y contradictorios. El riesgo de trabajar con algo que podríamos llamar “novela filosófica” es reconocer claramente el modo en que cada personaje representa una posición del discurso. Por supuesto, la novela no es la vida, y para que funcione una narración uno siempre está obligado a subrayar ciertos rasgos característicos. Yo intento que las ideas atraviesen a los personajes, pero que sean mucho más que eso.
A menudo trata temas que están fuera de la normatividad y que llaman la atención de muchos de sus lectores, el poliamor es uno de ellos. ¿Crees que existe escapatoria real ante las normas culturales que se nos imponen?
El problema de las normas culturales que se imponen es que se imponen de modos que no siempre sabemos reconocer. No creo que haya escapatoria completa porque no hay un afuera puro. En el caso del poliamor, por ejemplo, lo que puede llegar a considerarse una alternativa a modos establecidos de relación, ha acabado convirtiéndose ya en una marca de diferencia, en una tendencia y, claro está, en un “nicho de mercado”. Esta es una de las tragedias del sistema en el que vivimos, que enseguida fagocita todo intento de resistencia y acaba integrándolo dentro de su lógica perversa. Quizá sólo los queden las pequeñas resistencias, las tácticas más que las estrategias.
¿Crees que puede encuadrarse algunas de tus preocupaciones de narrador con las de otros escritores españoles o europeos de tu generación?
Estoy convencido de que nadie escribe –nadie piensa, en verdad– fuera de su época. Y por supuesto, hay una serie de preocupaciones comunes entre quienes escribimos en el presente. Lo que no sé es hasta qué punto esas preocupaciones se encuentran localizadas en ámbitos geográficos. Por supuesto, hay un sistema de relaciones, una estructura editorial e institucional que está ligada a los espacios. Pero hoy las influencias y tendencias llegan de contextos que desbordan la proximidad geográfica. Por ejemplo, yo me siento más cercano a lo que escribe un autor norteamericano de mi generación como Ben Lerner que a lo que pueda escribir un autor murciano nacido en mi mismo año para quien su interlocutor pueda ser, qué sé yo, Cartarescu. Y en ese mundo global hay una serie de preocupaciones en las que creo se puede contextualizar lo que escribo: el trabajo sobre el yo (Knausgard, De Vigan, Del Molino…), la puesta en cuestión de los límites entre los géneros (Vila-Matas, Teju Cole…), la carga filosófica de la escritura (Menéndez Salmón, Javier Moreno, Sergio Chejfec…) o la atención al mundo del arte visual (Hustvedt, Lerner, Kopf, Fonseca…).
¿A qué narradores contemporáneos lees?Soy un lector compulsivo y leo todo lo cae en mi mano. La lista de lo que me gusta sería interminable. Por mencionar referencias internacionales irrenunciables que disfruto con vicio: Don DeLillo, Paul Auster, Michel Houellebecq, Emmanuel Carrère, Delphine de Vigan y la grandísima Siri Hustvedt. Me interesa también mucho lo que escribe narradores de mi generación en otros contextos. Teju Cole y Ben Lerner son los autores de referencia. Entre los narradores en español, me siento en deuda con todo lo que ha escrito Enrique Vila-Matas. Javier Cercas también es una de las referencias centrales. Y, al otro lado del Atlántico, leo con atención a Sergio Chejfec y Mario Bellatin. A mis “contemporáneos” los leo con especial devoción. Creo que hay una generación de narradores excepcionales. Me dejaré muchísimos, pero ahí va una lista de imprescindibles: Javier Gutiérrez, Carlos Fonseca, Patricio Pron, Ricardo Menéndez Salmón, Isaac Rosa, Mario Cuenca, Aixa de la Cruz, Javier Moreno, Sergio del Molino, Nere Basabe, Elvira Navarro, Juan Gómez Bárcena, Iván Repila, Leonardo Cano, Sara Mesa, Lara Moreno o Miguel Serrano, Vicente Luis Mora, Agustín Fernández Mallo… Y muchos más. Una de las mejores cosas que me ha dado la literatura ha sido el privilegio de poder conocerlos.
Dinos algo sobre el origen de Presente Continuo. Diario de una novela. Volviste al género del diario en Diario de Ithaca ¿A qué responde ese proyecto? ¿Qué implica el pacto de referencialidad autobiográfica con los lectores?
Presente Continuo fue un encargo del diario La Opinión. Al principio me costó exponer mi intimidad, pero luego me volví adicto y casi llegó a transformar mi vida. A veces me sorprendía llevando al límite ciertas situaciones para poder contarlas en el diario. También, conforme escribía, fui cayendo en la cuenta de que en el fondo estaba el diario era una especie de cara B de las novelas y de los ensayos. Una especie de making of de lo que después se publicaba. Me gusta esa inmediatez que luego se pierde en la elaboración de textos más complejos. Diario de Ithaca es también parte de un encargo. Un diario narrado para el programa literario de Aragón Radio Preferiría no hacerlo. Allí narré la experiencia americana, mi curso académico en la Universidad de Cornell, en Ithaca. También está lleno de referencias a procesos de escritura y a lecturas que después aparecen en las novelas. El lector que siga los diarios y lea las novelas observará conexiones, pasadizos y también contradicciones. En realidad, se trata todo de un texto continuo. Lo entiendo casi como una banda de Moebius. Forma parte de la misma “obra”.También has transitado por el género breve e hiperbreve. ¿Qué necesidad expresiva te llevó a él?
Los microrrelatos llegaron en un momento concreto de la escritura, justo cuando comenzaba mi blog en internet. Surgieron casi de la necesidad de encontrar ficciones específicas para ese medio. Después, igual que al diario, le tomé el gusto y estuve escribiendo cuentos breves casi durante un año. De alguna manera, mi cabeza estaba configurada de ese modo. Todo lo que me ocurría era narrable como microcuento. Creo que se trata de una especie de disposición. Hay que ponerse en “modo hiperbreve” para lograr algo en el género. Confieso que ahora estoy en las antípodas de esa brevedad, pero me sigue gustando leer microrrelatos. Un género tremendamente difícil, porque siempre está en el límite del chiste fácil, el chascarrillo y la tontería.
Eres docente universitario. ¿Cómo ves la situación de la Universidad española y el grado de inquietud intelectual de profesores y alumnado?
Me temo que aquí tengo que ser pesimista. Al menos en parte. Creo que la universidad es uno de los últimos refugios del saber y la cultura. O debería ser. Porque la capitalización absoluta del mundo también ha entrado aquí. La universidad se ha burocratizado y se ha convertido en una fábrica de producción de graduados. El conocimiento se ha cuantificado y los profesores ya no investigan por una pasión de saber y una obsesión, sino para lograr ítems y puntos para ser evaluados. Profesores y alumnados comparten la misma desidia y desgana. Sólo se hace lo que cuenta; el resto no sirve. Y lo peor es que no es algo propio de la universidad, sino del momento en el que vivimos. La combinación es explosiva, y poco a poco la universidad se va a convertir en una institución zombi, un muerto viviente en el que apenas queden ecos de lo que un día fue. 
¿Hay en tu diario actual la referencia a una nueva novela? ¿En qué proyectos literarios estás trabajando?
En efecto, es la novela en la que he estado trabajando durante los últimos años. Se trata de un reto en el que he estado barajando embarcarme desde que comencé a escribir. Y ahora por fin me atrevido. Un trauma de mi adolescencia que he tardado veinte años en poder afrontar. Es, sin duda, lo más personal que he escrito. Incluso más que los diarios. Una novela donde autor y narrador son la misma persona. Y un mundo sobre el que hasta ahora no había escrito: la huerta de Murcia y el mundo más allá de las élites culturales. Ha sido todo un desafío salir del terreno del arte contemporáneo y la novela intelectual. A priori puede parecer un viraje hacia otro lugar, pero en el fondo forma un tríptico literario con Intento de escapada y El instante de peligro. Un acercamiento paulatino al yo real. Y un desvelamiento de lo que se encuentra debajo de todo. Ahora estoy terminando de corregir y, si todo va bien, saldrá en mayo. El dolor de los demás, se titula. He acabado desfondado y, después de esto, no tengo nada claro si podré escribir otra cosa.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 28, 2018 03:00

February 19, 2018

Rendirse

Y, entonces, te rindes. Últimamente parece que es lo único que sabes hacer. Desistir, soltar, antes de que todo estalle. Es lo que también has hecho con el texto en el que has estado trabajando estas semanas. Después de varias moratorias, después de la insistencia, de la planificación, después de todo. No has podido llegar. Sientes que necesitarías un año entero para poder hacerlo. Por alguna razón, ahora todo se te atraganta. Estás lento. Difuso. Has perdido la destreza para escribir artículos académicos. 
Escribes un mail y dices que no. Que lo has intentado pero que no has podido. Te quedas fuera del reader sobre arte y migración en el que están todos los expertos. Un libro importante.
Has estado escribiendo textos por compromiso durante los últimos meses. Entregando uno y comenzando el siguiente. Cubriendo todas aquellas cosas a las que no supiste decir que no. Y posponiendo este texto, quizá el más importante, para más adelante. Porque lo otro era inmediato. Y había que acabarlo. Hacerlo como fuera. Y esto ya llegaría. Pero luego llega y no puedes hacerlo. Porque a veces escribes textos como churros. Pero hay otros que no. Otros que o los haces bien o mejor no los hagas. Otros para los que necesitas tiempo. Tiempo y fuerza. Y ahora no tienes ninguna de las dos cosas. Quizá aún menos la segunda. Estás desfondado. La novela que has terminado te ha dejado exhausto. Aunque la novela no tiene la culpa. O, al menos, no toda. Son sobre todo los demás compromisos. Los textículos que apartan de lo importante. 
Y ahora no puedes llegar a nada. Necesitas finalizar con la sensación de ser un Sísifo de la escritura. Cerrar una cosa para ponerte con la otra. Y así constantemente. Por eso has renunciado a cinco textos esta semana. Algunos más importantes que otros. A todos te habías comprometido. Pero no tienes fuerzas para afrontar ninguno. 
Estás vacío. Y para recuperar las fuerzas quizá la única solución sea rendirse. Parar. Frenar. Dejar de hacer. Lo escribes para recordarlo. Lo escribes para intentar grabarlo en tu cabeza. Como un mensaje. Un mantra. Dejar de hacer, dejar de hacer. Decir no, decir no, decir no. 
Y también saber rendirse. Y asumir las consecuencias. Saber perder. A eso es a lo que estás aprendiendo. Aunque duela. Aunque nunca se pueda entender del todo. 
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 19, 2018 15:45

February 18, 2018

Nada

Y, de repente, te preguntas por qué escribes. De repente, te preguntas todo. Pero escribes. Y sigues hacia delante. Aguantas la respiración y continúas. Porque ahora has aprendido a mantener el aire en tus pulmones. O al menos eso crees. La cabeza debajo del agua. El cuerpo sumergido. En el límite del hundimiento. Pero aún flotando. Porque mientras aguantas la respiración consigues mantenerte a flote. Es extraño. Paradójico. Dejar de respirar para poder seguir viviendo. Es extraño. Paradójico. Como el mundo. Como todo aquello que ahora no puedes ver ni entender. Porque tienes la cabeza debajo del agua. Porque aguantas la respiración. Porque intentas moverte hacia delante con aire en tus pulmones. Porque estás aprendiendo a nadar. Porque hay tantas cosas que no sabes hacer... A tus cuarenta años. Tan viejo, tan niño.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 18, 2018 08:17

February 12, 2018

Decíamos ayer...

Decíamos ayer... Sí, lo decíamos. Y ayer era hace mucho tiempo. Tanto, que ya casi lo hemos olvidado. Más de tres meses alejados del blog. Y ha pasado media vida. Tan en voz baja queríamos hablar que al final hemos acabado hablando en silencio. Callados. No (ha) lugar a la palabra. Pero las palabras piden ser dichas y escritas. Y también la memoria. Porque fuera de este blog está el olvido. Y aquí no se conoce esa razón. Así que volvemos a empezar. De nuevo. Otra vez. Hasta volver a naufragar. Hasta volver a callar.

Volvemos con la cara limpia. Nuevo formato. También hasta que dure. Volvemos para seguir hablando en voz baja. Y también en esta nueva esquizofrenia. Sin tono. Sin persona. Nosotros, yo, tú y ellos. También nosotras. Y vosotras. Incluso ellas.

Volvemos aquí porque es el lugar en el que todo puede ser dicho. Volvemos aquí porque nos dejan fracasar. Volvemos aquí porque, en el fondo, este vacío es el único lugar para regresar.

Por hoy nos basta con volver. Con haber comenzado a hacerlo. Mañana quizá alguien quiera contar. Pero mañana aún no es mañana. Y hoy nos basta con volver.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 12, 2018 14:56

November 7, 2017

Un lunes

Ha pasado una semana y aún no te has recuperado del todo. Demasiadas emociones al mismo tiempo. Y también una detrás de otra. Ni siquiera sabrías por dónde empezar. Simplemente las anotas ahora para volver a pensarlas, para escribir de ellas más adelante. Sin tiempo de nuevo, más que un diario en voz baja, esto empieza a convertirse en un diario pospuesto.

Lunes. Comes con Enrique Vila-Matas, Marta López y los hermanos Castro (Fernando y Javier). Atiendes a las historias. Prefieres escuchar. A Enrique y a Fernando. Apenas dices nada. Hay momentos en los que es mejor callar. No por aparentar, sino por aprender. Callar para saber. El placer de escuchar, de no tener que decir por decir. Ya hablarás en tu conferencia.

Vila-Matas y el arte contemporáneo. La tesis: sus libros activan el arte, lo hacen funcionar más allá de los museos, lo llevan a la vida. Repites esa idea demasiadas veces y al final acabas liado dándole vueltas a la misma cuestión.

Mientras hablas, no puedes evitar mirar de reojo los más de setenta folios de Fernando Castro. Comprendes entonces que también es mejor callar. De lo contrario, no saldréis de allí en toda la noche. Fernando es excesivo. Brillante y maravilloso. Su conferencia es un libro. Y también una performance. Dos horas y doscientas quince imágenes. No perdona ninguna. Conecta ideas una detrás de otra. De pequeño se cayó en la marmita.

Al terminar, Enrique se sienta un segundo entre vosotros. Con dos frases le da sentido a ambas intervenciones. Parece que todo ha tenido sentido. Lo sientes. Incluso más allá de las palabras.


Por la noche te encuentras con Sergio del Molino. Ha presentado su libro a la misma hora a la que dabas tu conferencia. Es lo único malo del día, que las dos cosas se hayan solapado. Leíste La mirada de los peces este verano en un vuelo a Guayaquil. De un tirón y sin levantarte del asiento. Es un libro que te toca por muchísimas razones. Como todo lo que escribe Sergio. Su literatura la sientes muy cercana. Y este libro aún más. Hablarás de él más adelante, en otra entrada de este nuevo diario, en otro post de este blog que ahora pretende resucitar. Pero la noche del lunes no habláis de su libro, sino del tuyo. Le enviaste el manuscrito de tu novela y llevas unos días inquieto esperando su lectura. Cuando os encontráis, te abraza y te da la enhorabuena. Lo que te dice te alegra aún más la noche. Y sobre todo te hace creer con fuerza en lo que has escrito.

Tras un gin-tonic en el Albero, despides a Sergio en el hotel. Regresas a casa y, de camino ,se te eriza la nuca y los ojos se te humedecen. No es el frío –aún no ha llegado del todo–. Es la emoción. Es ese intervalo infraleve entre la vida y la literatura. Es la suerte de haber vivido un día como este lunes que acaba. Es también todo lo demás. Lo que no dices pero sientes. Lo que no escribes pero aún respiras. Los momentos fugaces en los que el tiempo –ese que no cesa de desaparecer– parece querer detenerse.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on November 07, 2017 11:27

October 31, 2017

Ayer

Mientras todo se desmorona, unos cuantos raros nos reunimos estos días en el CENDEAC en torno a la literatura de un grande. Como el propio Enrique Vila-Matas escribe hoy, "después de todo, hay una gran literatura que está pensada, no para leerla con una lámpara cayendo sobre la cama, sino con el resplandor mismo de la pólvora." La literatura como intento de poner cordura en medio del gran disparate.

Ayer, por cierto, fue un día mágico, a pesar de mis titubeos ante la responsabilidad de hablar sobre Vila-Matas ante Vila-Matas y, también, de dar una conferencia junto a Fernando Castro, que llevaba 72 páginas escritas y 215 diapositivas en su power point. Excesivo y maravilloso, como todo lo que ocurrió ayer. Antes, durante y después. A veces el tiempo se frena. Y todo parece tener sentido.


 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 31, 2017 01:01

October 26, 2017

No-Time

No tener tiempo ni siquiera para poder escribir que no tienes tiempo. Sacar unos segundos. Abrir la página de este blog y dejar constancia de eso. De la locura de estos días, de estas semanas, de estos meses, de esta vida. Escribirlo, sin tiempo, para ser consciente de ello. Prometerse buscarlo. El tiempo. Hacerle sitio. Darle espacio. Darle tiempo. Saber que fracasarás por mucho que lo intentes. Pero aun así hacer la promesa. Cambiar de tiempo. Buscar el tiempo. El tiempo perdido. El tiempo robado. El tiempo de vida que ya nadie devolverá.

Decir no. Regresar a Bartleby. Ganar tiempo. Decirlo frente al espejo. Prefería que no. Preferiría que no. Preferiría que no. Repetirlo tres veces. Diez. Cien. Mil. Infinitas. Hasta poder pronunciarlo frente a los otros. Hasta que el propio cuerpo lo diga. El cuerpo entero, gritando: Preferiría que no. En voz baja, pero atronador, contundente, denso, como una muralla inexpugnable. Preferiría que no. Prefería que no. Preferiría que no.

Y, al séptimo día, descansar.


 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 26, 2017 14:47

October 21, 2017

Múltiple

Y ahora vuelvo a escribir yo. Vivo sin lograr encontrar el tono, la voz, ni el punto de vista. Regresas a la segunda persona y, por un momento, parece que funciona. Pero enseguida deja de hacerlo. Entonces vuelvo a utilizar el yo porque creo que está más cerca de las cosas. Y las cosas te repelen. Y llevan a tú. Es un espejo extraño, que me refleja y me refracta, que me expulsa y sin embargo me atrae. Pierdes tu lugar. Estás fuera de ti. Por eso no logras habitar el yo. Por eso no puedo acercarme a mí. Y, sin embargo, tampoco logro irme del todo, convertirme en la voz incorpórea del tú. Supongo que es la esquizofrenia, el sentirme cada vez más escindido, más partido entre el lugar en el que estoy y el lugar desde el que pienso. Y esto te lleva a perder la voz, a confundirla, a vivir desorientado, fuera-dentro de ti, fuera-dentro de mí. 
Así que decides que este diario en voz no tendrá una sola persona, sino que serás múltiple. Seré yo, serás tú y será él. Él o ella, o incluso ello. También seremos nosotros y quizá seáis vosotros. Y también ellos y ellas. Y todos los demás. 
Seré todo lo demás porque no encuentro el modo de ser yo. O quizá en el fondo no seas nada. Y lo mejor sea callar. 
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 21, 2017 12:29

October 12, 2017

Palma

No cesas de recordar los días mágicos en Palma. Has vuelto de allí transformado. Algo en esa isla te ha conmovido. Apenas han sido tres días y, sin embargo, lo echas todo de menos. Las conversaciones, los descubrimientos, las noches largas, las caminatas de madrugada y las confesiones en la oscuridad.

Necesitabas esos momentos de desconexión. Anhelabas literalmente "aislarte", ser isla por unos instantes. Y al regresar a la península algo de eso ha vuelto contigo. El aire compartido, la felicidad respirada. Como la que sigue reverberando, la que aún no se ha ido del todo, la que a veces reclama su presencia, la que late incluso cuando dejas de pensar en ella, la que, también como la tristeza, emerge cuando uno menos lo espera.


 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on October 12, 2017 14:12

Miguel Ángel Hernández's Blog

Miguel Ángel Hernández
Miguel Ángel Hernández isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow Miguel Ángel Hernández's blog with rss.