Andrés Accorsi's Blog, page 91

February 18, 2017

¡LOS SUPERHEROES DESENMASCARADOS!

¿Por qué, cómo y de dónde surgieron los superhéroes? ¿Cómo llegaron a imponerse como íconos centrales de la cultura globalizada? ¿Cuáles fueron los autores y las obras más importantes de sus 80 años de historia? ¿De qué hablamos cuando hablamos de ”Golden Age” y ”Silver Age”?
Todos esos secretos y muchos más, revelados en un seminario de cuatro clases, a lo largo de los cuatro lunes de Marzo.
Inscribite ya, que los cupos son limitados.
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Published on February 18, 2017 19:04

February 17, 2017

ACA VAMOS DE NUEVO

Bueno, me devoré ese libro gordísimo en tiempo record. Era el Vol.5 de Lucifer, con el tramo final de la serie de Mike Carey y Peter Gross que empezó como un tímido spin-off de Sandman y terminó como una serie realmente grossa, con un lugar sobradamente ganado entre las grandes historietas que publicó Vertigo en sus primeros 20 años de existencia.
En este último libro, Carey resuelve todas las tramas pendientes sin descuidar en lo más mínimo lo más importante que tiene Lucifer, que es el constante desarrollo de personajes. Más allá de los giros argumentales imprevistos (que siguen apareciendo, incluso cuando faltan uno o dos episodios para el final), Carey conserva hasta último momento esa capacidad asombrosa para hacer que el lector se identifique con los personajes y los entienda y los quiera, aunque se trate de dioses, demonios, ángeles o inmortales de cualquier grupo o factor. Por si alguno no lo entendió, el guionista reitera de modo aún más explícito el concepto central de la serie (por supuesto tributario de ideas que ya esbozara Neil Gaiman en Sandman): ser Dios no está tan bueno, porque no tenés la libertad de hacer lo que se te canten las pelotas. Lucifer Morningstar sube la apuesta todo el tiempo en ese sentido: el no se siente el más poronga si gobierna al resto. Se siente el más poronga si nadie le rompe las pelotas. Y hacia ahí va el arco final, a un ritmo muy tranqui, con muchas secuencias intimistas y -lógicamente- con mucha exploración de las consecuencias de la movida más… drástica de Carey, que es la de unificar todos los mundos conocidos, más el Cielo y el Infierno, bajo la conducción de una sóla deidad, un personaje (no lo nombro para no cagar a nadie que no haya leído la serie) al que a lo largo de estos cinco tomos vimos evolucionar muchísimo hasta merecerse ampliamente el rol que el guionista le reservaba para el final.
El dibujo de Peter Gross se me hizo muy llevadero y por momentos hasta me gustó. Y de los tres “fill-ineros” invitados (Michael Kaluta, Zander Cannon y Dean Ormston) me quedo –adivinaste- con este último. El siempre alucinante Ormston la destroza en uno de esos unitarios que Carey dedica a darles chapa a los personajes secundarios y que son parte fundamental de la magia de esta gran serie, que termino de leer 11 años después de que dejó de salir, y que no me cansaré nunca de recomendar.
Me vengo a Argentina, al 2016, para hablar un poquito de Hounds, una antología con seis historias de misterio sobrenatural escritas por Rodolfo Santullo. No me enganché mucho, la verdad… Me gustó la idea de tomar investigadores que ya existían en cuentos y novelas de grandes escritores y vincularlos al estilo League of Extraordinary Gentlemen, pero las historias en sí no me llegaron demasiado. Les falta sorpresa, desarrollo de personajes, esos diálogos filosos tan típicos de Santullo… En una historia, el villano pierde porque se tropieza, otras se resuelven de modo muy sencillo, muy lineal, a veces con un par de trompadas. Creo que el argumento que más me intrigó fue el de la última historia (la de Jules De Grandin), pero el interés se fue desvanesciendo a medida que mis ojos chocaban con globos y bloques de texto cada vez más grandes, más profusos, más superpoblados de palabras.
Lo que eleva a este libro muy por encima de la media es la labor de los dibujantes. Santullo reunió a un verdadero All-Star Squadron y los seis dejaron la vida, cada uno en su estilo. Matías Bergara abre la lista con un trabajo en el que mezcla influencias de Alberto Breccia y Alfonso Font con una elegancia descomunal. Lisandro Estherren te pone los pelos de punta con unas páginas en las que parece invocar al espíritu de Oswal, pero en clave dark. Sebastián Cabrol me conmovió con su manejo de los grises para acentuar los climas, fundamentales en una historia donde en el 80% de las viñetas sólo vemos gente quieta. Facundo Percio remó contra el guión más flojo de la antología y logró lucirse con su dibujo rico en dinamismo y en técnicas de iluminación. Oscar Capristo también hace magia con el blanco, el negro y las tramas de gris, y logra que su trazo sintético y potente le gane la pulseada a dos o tres páginas en las que los globos de diálogo parecen devorarse a la narrativa. Y el maestro Horacio Lalia, claramente el más jaqueado por la cantidad de texto que tiene que incluir en cada viñeta, responde con un trabajo sobrio, sin estridencias, y con algunos hallazgos técnicos en el manejo de la témpera blanca sobre tinta negra, texturas, cepillados y demás yeites heredados del inmortal Viejo Breccia.
Esto leyendo otro libro de Facundo Percio y en cualquier momento me meto en otro de Rodolfo Santullo, así que volveremos a visitar pronto a varios de estos autores. ¡Buen finde y hasta luego!
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Published on February 17, 2017 09:30

February 14, 2017

DOS JOYITAS

Sigo avanzando en las lecturas del material que se publicó en Argentina durante el segundo semestre de 2016, aquel período mágico e idílico que pasó a la historia porque fue cuando vimos la luz al final del túnel y se terminaron la inflación, la recesión, los despidos, los tarifazos, la fuga de capitales, la inseguridad y el impuesto a las ganancias.
Y así llegué a Los Visitantes del Agujero del Comedor, otra excelente colaboración entre Federico Reggiani y Angel Mosquito, una de las grandes duplas que tiene hoy el comic, me animo a decir a nivel mundial. Esta historia arranca medio X-Files y termina medio Men in Black, pero de punta a punta tiene el irresistible sabor de la berretada argentina, ese aroma inconfundible del sainete de Alberto Vacarezza, del grotesco de Esperando la Carroza. Reggiani ya demostró que sabe condimentar con esas especias historias de zombies, de astronautas, road movies, lo que venga. Y esta vez se supera a sí mismo con un equlibrio impecable entre el suspenso, la acción y la comedia. Todo esto sustentado en un magnífico trabajo en la construcción de los personajes que, a pesar de su torpeza, su mala leche o su codicia, resultan uno más querible que el otro.
El dibujo de Mosquito contribuye muchísimo a ese equilibrio entre estos elementos no tan fáciles de incorporar a un mismo relato. Acá lo vemos trabajar en un estilo limpito, sintético, complementado con un manejo alucinante de los grises aplicados en el photoshop. Sin dudas, ese registro tan Mosquito (siempre a mitad de camino entre el costumbrismo y la bizarreada) resulta ideal para esta gran anti-epopeya, esta especie de “Eternauta puertas adentro” en la que la aventura viene a buscar a tipos y minas comunes del conurbano bonaerense ya no a su barrio, sino al interior mismo de su living. Recomiendo a full Los Visitantes del Agujero del Comedor y felicito a la editorial Maten al Mensajero por apostar fuerte a la dupla Reggiani-Mosquito, que hasta ahora jamás me falló.
Y salto a 2017, porque con Bakuman no me puedo aguantar y salió el Vol.16, después de una larga abstinencia. Tsugumi Ohba y Takeshi Obata (hablando de duplas grossas…) avanzan hacia el tramo final de su obra maestra a paso firme, sin tirarse a chantas y sin guardarse absolutamente nada. Esta vez, el foco está puesto en el genio, el virtuoso, el asombroso Eiji Niizuma, el rival al que todos le quieren ganar y al que todos admiran profundamente. La trama es brillante, el suspenso, la tensión, todo funciona a la perfección. Y sobre todo, el gran logro de Ohba, que es que amemos a estos personajes, con sus virtudes y defectos. Te juro que en un momento me dieron ganas de meterme en la historieta (como la minita del videoclip de A-ha) a darle un abrazo a Niizuma y decirle cuánto lo admiro.
El resto del elenco no se queda atrás aunque, claro, al ser tantos personajes, hay varios que en este tomo están pintados al óleo, con menos protagonismo que Independiente en los torneos de verano. Lo bueno de esto es que esta vez zafamos de Azuki, el personaje más choto de Bakuman, que no aparece ni una viñeta y ni siquiera la nombran. Mejor así. Mientras tanto, Ohba y Obata nos regalan un montón de escenas memorables, como cuando Niizuma le pela a Yujiro Hattori el pilón de originales de sus obras inéditas, o cuando Iwase sale de su reclusión y reacciona como nadie se imaginó que iba a reaccionar. Por si faltara algo, en las últimas… 40 páginas, se empieza a desarrollar un plot nuevo muy interesante, que si no me equivoco anuncia el inminente regreso de uno de los “villanos” más atractivos que tuvo este manga.
Como siempre digo, Bakuman es lo mejor que le pasó al shonen en su historia. Un manga de amor al manga cuyo único defecto es que termina en el Vol.20 y ya leí hasta el Vol.16. Quisiera que esto dure para siempre, decía una canción de una banda mediocre…
Y bueno, ya volveremos con más reseñas. Estoy empezando a leer un mega-broli de muchas páginas, así que capaz que me tomo más días que de costumbre para volver a postear…
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Published on February 14, 2017 07:09

February 10, 2017

DOS DE VIERNES

Bueno, acá estamos de nuevo…
De alguna manera, se me había traspapelado un librito editado en 2015, que finalmente apareció: Pueblo Chico es un recopilatorio de historias cortas autobiográficas de Juani Navarro, un dibujante cuyo nombre veía sonando fuerte en el under para cuando salió el librito. El maestro Diego Parés te canta todas las postas juntas en el prólogo: Navarro es un virtuoso, un excelente dibujante, pero lo que tiene para contar no resulta demasiado interesante. A mí (a diferencia de Parés) me atrapó la parte en la que se le inunda la casa. El resto, me pareció más de lo mismo: la vida puertas adentro de un dibujante casado, con un perro y un gato, al que le pasan cosas ordinarias, para nada relevantes.
De todos modos, Pueblo Chico me sirvió para convencerme de que no me estaban vendiendo humo los que me decían “guarda con este pibe, que dibuja una barbaridad”. Navarro es un notable continuador de la estética de Robert Crumb, combinada con aquella versión argentina de la “línea chunga” que allá por principios de los ´90 tenía en Esteban Podetti a su principal referente. Navarro maneja muy bien el blanco y negro, no pifia cuando incorpora grises, no pifia en la narrativa, te pone los pelos de punta con los crosshatchings, acierta cuando incorpora fotos en algunas viñetas… y necesita un editor que le corrija las faltas de ortografía. Ojalá en su próximo trabajo Juani Navarro se anime a contar una historia más jugada en términos de ficción, sin bajar el nivel del dibujo ni perder esa onda desenfrenada cuasi-salvaje que muestra en Pueblo Chico.
Soy un pelotudo. Tenía pendiente el tomo final de Locke & Key desde el 08/08/14, cuando leí el Vol.5. Y los turros de Joe Hill y Gabriel Rodríguez me lo cobraron caro, porque me costó varias páginas volver a engancharme, recordar quiénes eran todos esos personajes, para dónde iban las tramas, y sobre todo recuperar ese pacto de verosimilitud que uno firma con las obras a medida que se interna en el universo que cada una de ellas nos propone. Así que durante un tramo de este sexto y último TPB de Locke & Key, jugué de visitante y vi de afuera un mundo en el que alguna vez recordaba haberme sentido como en casa.
Por suerte eso no me impidió dejarme llevar por la historia, por esta impactante conclusión a la saga de los hermanos Locke, las llaves, la cueva, la casa… Una historia que llega a su fin con la necesidad de cerrar un montón de plots, pero con aplomo, tomándose el tiempo para regalarnos maravillosos momentos intimistas, en los que la personalidad de los personajes son el centro del relato. Joe Hill no escatima muertes escabrosas ni giros impredecibles y el precio que les cobra a los personajes que aspiran a algo así como un final feliz, no es barato ni mucho menos.
Se podrían escribir extensos artículos (libros enteros, incluso) acerca de Locke & Key, de cómo Hill combina elementos fantásticos limadísimos con un clima de terror hiper-dark, con comedia de estudiantes de escuela secundaria y con un montón de apuntes que tienen que ver con el entramado social en el que se desarrolla la saga, tanto en el presente como en los flashbacks al pasado. Y eso es producto de los huevos que peló el hijo de Stephen King para animarse a urdir una trama compleja, arriesgada, original, profunda, muy atípica para el comic yanki más o menos mainstream.
Y por supuesto, la ambiciosa meta de Hill se pudo cumplir en parte porque Locke & Key contó con un dibujante de lujo como es Gabriel Rodríguez, un tipo con un nivel gráfico y narrativo descomunal y una pasión por los detalles realmente conmovedora. No leí los trabajos posteriores de Rodríguez como para saber si de acá en más bajó un cambio o si subió la apuesta aún más. Si se diera lo segundo, te juro que hasta me asustaría un toque, Ah, y excelente también el color de Jay Fotos, milimétricamente pensado para sumarle magia y emoción a los dibujazos de Rodríguez y a los climas que propone Hill desde el guión. No tengo dudas de que Locke & Key tiene méritos de sobra para estar entre las obras más importantes de esta segunda década del Siglo XXI, no sólo a nivel del comic, sino de la ficción en general.
Ni bien tenga un rato, volvemos con más reseñas.
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Published on February 10, 2017 16:50

February 6, 2017

DEME DOS

Vamos con otra tandita de dos reseñas…
Arranco en EEUU, en 2014, cuando Vertigo publica The Wake, la saga escrita por Scott Snyder y dibujada por Sean Murphy, una delantera poderosísima (una onda Licha López-Gustavo Bou) que garantizaba un nivel de ventas que hace mucho que no se veía en los títulos del sello adulto de DC.
La primera mitad de The Wake es una especie de Aliens bajo el agua. Un grupito de humanos trata de sobrevivir a un embate de unos bichos con cola de pez, pero brazos parecidos a los nuestros, con pulgares reversibles y con un orden táctico y un instinto predatorio bastane superior al nuestro. La presencia de estos primos acuáticos de los xenomorfos genera una buena dosis de tensión y garantiza un estallido sangriento de violencia. Y Snyder le agregar espesor a este clima ominoso mediante el recurso más interesante que tiene The Wake, que es el magnífico trabajo de construcción de personajes. ¿Quién es tu personaje preferido de la saga de Aliens? ¿Ripley? ¿Newt? No importa. Todos son cuatro de copas, muñequitos de cartón sin ninguna trascendencia al lado de lo que hace Snyder con la Dra. Lee Archer.
Pero a la mitad del libro, la trama pega un giro insospechado y nos vamos 200 años al futuro, a otro mundo, con otra protagonista (también muy bien delineada), a vivir otra aventura, también vinculada a los “mers” (así les dicen a esta raza de peces cuasi-antropomórficos), pero en un contexto totalmente distinto. Acá, en vez de estar viendo una peli de Aliens creí que estaba leyendo un comic de Carlos Trillo. Una especie de remake de Borderland, con machaca, corrupción política, una sociedad materialmente precaria y moralmente decadente al borde del abismo… muy interesante todo. Obviamente el final entrelaza la historia de Lee Archer con la de la chica del futuro… no del modo que cualquier lector medianamente astuto podía intuir.
Entre los giros inesperados y los volantazos limados, Snyder se las ingenia para sorprendernos más que el dibujo de un Sean Murphy prendido fuego (aunque casi toda la obra transcurra en el agua). La verdad que si el guión fuera irrelevante, o incluso choto, igual me hubiese vuelto loco con el laburo de Murphy. Para crear climas potentes, cuenta con un aliado de lujo que es el colorista Matt Hollingsworth. Pero para todo lo demás, pela su propio talento, que es apabullante. Si sos fan de Murphy, no te lo podés perder.
Y me voy a 2009, cuando se edita en la Europa francófona el primer álbum de Spirou a cargo de la dupla integrada por Yann y Olivier Schwartz. Desde ya, pido perdón por dedicarle un par de miles de caracteres a una obra que merece libros enteros para analizarla y ponderarla en la justa medida. Es muy loco, porque El Botones de Verde Caqui no existiría si antes no hubiese existido el Spirou de Emile Bravo (Diario de un Ingenuo, reseñado el 09/10/10). Sin embargo, me animo a decir que esta secuela supera ampliamente a la original.
-Pará, pará, pará… ¿vos me estás diciendo que hay un álbum del Spirou contemporáneo mejor que Diario de un Ingenuo?
Sí. Bueno, capaz que a nivel dibujo prefiero a Bravo antes que a Schwartz, porque este último no inventa nada: se copia todo de Yves Chaland. Obviamente si te copiás todo de uno de mis dibujantes favoritos de todos los tiempos, te voy a amar, pero quizás lo ponga a Bravo un escaloncito más arriba que este clon impecable de Chaland.
El guión de Yann es glorioso. Tiene acción, tiene humor, tiene momentos trágicos, dilemas morales, escenas de sexo (no explícitas, porque esto es casi apto para todo público), explosiones, piñas, torturas, y villanos nazis sumamente hijos de puta que se relamen capturando judíos para mandarlos a los campos de concentración. Si Bravo acertó al mostrarnos una Bruselas en la que los pibes (Spirou incluído) leían las historietas de Tintin, Yann sube la apuesta y dedica viñetas enteras a un debate acerca del rol de Hergé en aquel entonces, su vínculo con el ejército de ocupación, el efecto de sus historietas en el pueblo… una exquisitez. Pero además hay varias conexiones sutiles con las aventuras de Tintin, aparecen otros personajes de Hergé, hay homenajes a André Franquin, a Blake & Mortimer, a Astérix… Creo que Yann (al mejor estilo Roy Thomas) metió en estas 62 páginas referencias a todas las historietas franco-belgas vinculadas a la Segunda Guerra Mundial, ya sea por ambientación o por la fecha en que fueron creadas. Lo mejor es que lo hace sin entorpecer el ritmo alucinante que logra darle a esta aventura, cautivante por donde se la mire.
Si nunca habías leído Spirou y te enganchaste con Diario de un Ingenuo, te tenés que tirar de cabeza sobre El Botones de Verde Caqui, que se editó en España en 2015 y (lógicamente) ganó en 2016 el Premio al Mejor Album Extranjero en el Saló de Barcelona. Gracias, Dib-Buks, por editar esta gema en nuestro idioma, gracias Yann por la magia, gracias Schwartz por hacernos sentir aunque sea un ratito que Yves no se murió… Yves no se murió… que se muera Rob Liefeld, la puta madre que lo parió.
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Published on February 06, 2017 20:16

February 2, 2017

NUEVO MES, NUEVAS LECTURAS

Bueno, tardé un poquito en volver a postear porque estaba a full con un libro bastante voluminoso y con mucho para leer.
Me refiero al tomo de MAD´s Original Idiots dedicado al genial Will Elder, quizás el más virtuoso, el más salvaje, el más rupturista de los dibujantes de la legendaria revista que empezó como comic-book. Elder es una bestia con más superpoderes que Amazo. Es el que más loco te vuelve con la sobrecarga de efectos de iluminación, crosshatchings y detalels microscópicos. El que te llenaba cada viñeta de información y de gags visuales chiquititos, casi imperceptibles (muchos de los cuales no estaban en los guiones), mucho antes de que lo hiciera Francisco Ibáñez. El que más limaba con eso tan típico de MAD de dibujar las cosas distintas de una viñeta a otra. Y además el tipo que dominaba 1.574.892 estilos: acá lo vemos desarrollar el propio y además parodiar la estética de los comics de terror de la E.C., la de Elzie Segar, la de Harold Foster, Al Capp, Rudolph Dirks, Walt Disney, George McManus, Harold Gray, Frank King, Phil Davis, Chic Young, los primeros dibujantes de Archie y un montón de artistas plásticos. Son 200 páginas repletas de magia, vértigo y descontrol, donde vemos pelar a un tipo tan adelantado a su época que cuesta creer que son historietas de principios de los años ´50.
Por supuesto, estas historietas también impactan por los guiones, todos obra de un Harvey Kurtzman afiladísimo, que sale con los tapones de punta a faltarle el respeto a todo lo que huela a convencional, tradicional, a cosa bien vista por el establishment o la autoridad. Kurtzman se zarpa con la cantidad de texto por viñeta, es cierto, pero tira unas frases y unos chistes maravillosos. Me imagino lo que se habrán reído los pibes de aquella época con estas historietas y me dan ganas de profanar su tumba para darle un abrazo.
Salto bestial a Argentina, año 2016, para hablar un poquito de Mute, una historieta escrita por Damián Connelly y dibujada por Gabriel Luque. Del dibujo esperaba muy poco porque uno, que es fan de Verdad, Memoria y Justicia, jamás le perdonará a Luque esa abominación hedionda llamada Operación Towertank (editada por Ivrea). Y claro, en los muchos años que pasaron desde aquel aborto, Luque mejoró bastante, especialmente en el dibujo propiamente dicho. En la aplicación de los grises, por ejemplo, alcanzó un nivel realmente formidable. Y en la narrativa, en cambio, sigue teniendo más problemas que la AFA. Cada vez que una secuencia parece cobrar ritmo y fluir con cierta elegancia, choca de frente contra una splash page totalmente innecesaria, o con elecciones muy bizarras en materia de planos. Hay 10 páginas seguidas narradas de forma muy interesante, que son las que desembocan en la orgía de sexo y canibalismo. El resto, parece confuso a propósito, como si eso sumara algo.
El guión tampoco ayuda a la claridad del relato. Connelly abusa del recurso de narrar la historia “en desorden”, intercalando escenas del pasado con otras del futuro. No está mal, no te llega a marear, pero te distrae del argumento en sí. Connelly juega también a narrar con muy pocas palabras, lo cual hace que Mute tenga esa impronta efectista, de alto impacto visual, pero nos deje gusto a poco en materia no sólo de diálogos atractivos, sino de profundidad en el desarrollo de personajes. Las causas y consecuencias de las cosas que pasan no están del todo explicadas, y quizás se deba a que estas 70 páginas de historieta son algo así como un primer arco argumental dentro de una saga más extensa. La verdad que no lo sé, pero no sería descabellado que hubieran secuelas o precuelas de Mute en las que se explore un poco más el mundo en el que transcurre la acción y sobre todo en las que haya un equilibrio más logrado entre la machaca (que acá copa la parada como pocas veces en la historieta argentina reciente) y la indagación en los personajes y las situaciones que animan la trama.
Y hasta acá llegamos. Espero juntar varias lecturas más en los próximos días, así clavamos otra entrada en breve. ¡Hasta entonces!
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Published on February 02, 2017 20:51

January 29, 2017

DOS DE DOMINGO

Che, venimos muy bien en cantidad de entradas en el blog. Estamos cerrando Enero con 9 entradas, es decir, al mismo nivel que Diciembre de 2016, que fue el mes de ese año con mayor cantidad de entradas. No sé si podré mantener el ritmo de 9 entradas por mes los 11 meses que nos quedan por delante, pero de ser así, estaríamos arrimando a las 108 entradas a lo largo de 2017, que serían un montón comparadas con las 67 de 2016. Pero por ahora eso es ciencia-ficción, como las paritarias del 18% con las que deliran los gorilas. Vamos a la realidad, que son dos nuevas reseñas.
¿Lo tenías a Junji Ito en la comedia costumbrista? Uno de los grandes mangakas de la actualidad, muy identificado con el género del terror, se tomó un respiro de tanta oscuridad y en 2009 se mandó una historieta autobiográfica en la que nos cuenta cómo cambió su vida cuando se mudó con su actual pareja a una casa grande en la que se vio obligado a convivir con dos gatos, Yon y Mu. Y no, El Diario Gatuno de Junji Ito no se parece mucho a las otras obras del autor, pero tampoco se parece mucho a otras historietas autobiográficas, y eso es lo que la hace fresca, novedosa y sorprendente, más allá de que te interese o no el tema de “historietista forzado por su mujer a convivir con dos gatos”.
Ito está tan pasado de rosca y es un narrador tan formidable, que se las ingenia para contarnos anécdotas cotidianas de una pareja y sus gatos sin renunciar a la intensidad, la tensión, la acción, el delirio y la bizarreada que uno asocia con sus historietas de terror. Cambia la temática, cambia la estética (acá las escenas son más luminosas, no hay tanta presencia de las masas negras) pero se mantiene la esencia, la impronta de un autor que supo evolucionar para distinguirse fácilmente del resto. Si sos fan de las historias más atroces de Junji Ito, dale una posibilidad a El Diario Gatuno. Y si sos fan de las comedias costumbristas, la autobiografía o los gatos, acá tenés la oportunidad perfecta de descubrir a un mangaka sencillamente brillante.
Me vengo a Argentina, a 2016, a sumergirme en Guro, el primer relato extenso de Diego Simone, un autor con el que ya nos cruzamos en varias antologías. Estéticamente, esto es irresistible. Tenemos tipos y minas con antifaces como los que usaban los Green Lanterns en los ´60 y ´70, interactuando con seres deformes con fístulas y pústulas, en un mundo entre putrefacto y surrealista con mucha reminiscencia al Black Hole de Charles Burns, y con una notoria proliferación de pijas y conchas. Creo que antes de empezar a leer el libro lo recorrí página a página no menos de tres veces, para dejarme llevar por el influjo visual de Simone, que me sorprendió totalmente, no sólo porque yo lo asociaba con otras estéticas (recuerdo trabajos suyos más en la línea de Tony Sandoval) sino también por la calidad de los dibujos, la complejidad de los montajes y la originalidad de la propuesta en su conjunto.
La historia en sí, sin embargo, una vez leída me pareció bastante menos original. Se trata de un argumento hiper-remanido (unos pocos elegidos luchan para salvar a la Humanidad de una raza de seres superiores y malignos que la controlan y la quieren llevar a la destrucción total) pero contado de un modo novedoso, con personajes muy atractivos y con una idea para evitar la clásica confrontación entre Malos y Buenos por vía de la violencia que le hubiese gustado imaginar al mismísimo Grant Morrison para The Invisibles.
Si le sacamos el ornamento, Guro es una aventura tradicional, no obvia, pero para nada revolucionaria. El tema es que el ornamento funciona tan bien, está tan bien puesto, suma tanto para posicionar a esta historia en un lugar distinto al de la típica aventura, que para cuando empezás a sospechar de que esto que te está contando Simone ya lo leíste antes (no menos de 50 veces), estás totalmente perdido en esa vorágine, esa belleza crepuscular, transgresora, sexy y revulsiva a la vez, que es el mundo en el que está ambientada la trama. Mundo al que Simone haría muy bien en revisitar en alguna próxima obra, porque la verdad que personajes como Espectra o el Señor Narciso resultan tan fascinantes que te dejan pidiendo a gritos sus respectivos spin-offs.
Gracias por el aguante y retomamos pronto.


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Published on January 29, 2017 18:06

January 26, 2017

TRES DE TRASNOCHE

Debía desde principios de Diciembre la reseña del Vol.2 de Terra Obscura, y acá está.
No hay mucho para agregar a lo ya dicho cuando comentamos el Vol.1 (02/12/16), pero bueno… Alan Moore y Peter Hogan nos cuentan en más de 130 páginas una historia que daba para ser condensada en… 64 páginas como mucho, y sin embargo se hace llevadera porque la estiran con algo que les sale bárbaro, que es el desarrollo de personajes. Tom Strange, Pantha y Diana se llevan los roles protagónicos y eclipsan bastante al resto del elenco, mientras reciben un trato excelente por parte de los guionistas, que nos logran convencer de que son seres tridimensionales. Los flashbacks al pasado de los personajes están perfectamente intercalados, los diálogos son redonditos… todo muy lindo. No al nivel de las obras fundamentales del Mago de Northampton, pero muy bien.
El dibujo de Yanick Paquette está mejor que en el Vol.1, pero todavía le falta un poco más de impronta personal. Este es un Paquette todavía muy pegado a esa estética tipo Terry Dodson, con las mujeres excesivamente tetonas, complementado con unas tintas de Karl Story que hacen que algunos rostros parezcan dibujados por Kevin Nowlan y otros por Chris Sprouse. Obviamente estamos hablando de influencias que provienen de muy buenos dibujantes, con lo cual está claro que todo se ve muy bien, y además el canadiense no falla en la narrativa ni se tira a chanta con los fondos. Si alguna vez te imaginaste cómo sería la Justice Society escrita por Alan Moore, en Terra Obscura vas a encontrar las respuestas.
Relatos de Guerra del Teniente Koinsky complia dos historietas de 22 páginas escritas y dibujadas por el maestro Hugo Pratt… probablemente en la segunda mitad de los ´70, aunque en la edición española no hay ningún dato al respecto. El título, además, es medio un engaña-pichanga porque Koinsky (protagonista de Los Escorpiones del Desierto) no aparece ni a saludar.
Estas historias se parecen más a las de Ernie Pike, en el sentido de que narran acciones bélicas de la Segunda Guerra Mundial, sin indagar mucho en los personajes que las protagonizan. Sin embargo, el Tano Pratt se las ingenia para meter pinceladas de caracterización y hasta un cierto humor, incluso en el contexto adverso en el que suceden los hechos. La primera historia transcurre en la selva, entre Birmania y Siam, y los protagonistas son un comando aliado que combate con los japoneses. En la segunda, australianos y neozelandeses se enfrentan a los alemanes en el desierto del norte de África.
Los argumentos están tomados de hechos reales, siempre con la guerra como verdadero villano, siempre con los muchachos del Eje haciendo gala de una puntería sólo comparable con la de Pato Bullrich después de una damajuana de tinto. En la primera historia, además, Pratt ensaya un jueguito de “hechos alternativos”, de una realidad que resulta no ser la realidad. Y le sale muy bien. En la segunda historia, mientras tanto, brilla el talento para dibujar vehículos y maquinaria bélica de los asistentes del Tano, que la tenían clarísima. El dibujo del maestro, impecable de punta a punta, en el equilibrio justo entre el realismo aventurero y la síntesis.
Cierro con The Coverman, una novela gráfica de 2016, escrita por Ariel Grichener y dibujada por Sebastián Sala, la dupla con la que nos cruzáramos el 13/02/15. La trama gira en torno al clásico pacto faustiano y además incorpora varios elementos metafísicos y religiosos que ya son un clásico en el comic: ángeles, demonios, purgatorio, infierno, etc. También el tema del rock´n roll, aunque (como la historieta no tiene sonido) no se llega a explotar todo su potencial, y un elemento que sí rinde mucho que es la ambientación tipo road movie que tiene el guión.
Entre eso, la acción y la atención por los climas, Grichener nos mantiene bastante involucrados hasta el final, aunque nos hagan ruido esos diálogos escritos en “imitación del castellano neutro de las películas yankis mal dobladas en Centroamérica”. El dibujo de Sala es dinámico, está apoyado en el claroscuro como principal recurso expresivo, y complementado con una correcta aplicación de grises en el Photoshop. Ni el guión ni el dibujo son recontra-originales, pero –si no lo agarrás convencido de que vas a leer una obra maestra- The Coverman no decepciona en lo más mínimo.
Gracias por el aguante y nos reencontramos ni bien tenga más libros leídos.
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Published on January 26, 2017 20:12

January 23, 2017

TRASNOCHE DE LUNES

Hace un calor espantoso a las 12 y media de la noche, pero estoy contento porque la Academia otra vez le dio murra a nuestros amarguísimos rivales de siempre. Vamos con las reseñas de dos libros que leí hace poco y me gustaron mucho.
Pablo De Santis me volvió a sorprender con Cobalto, una “serie” en la que recrea la magia de El Hipnotizador… o por lo menos repite el truco que tan bien le salió aquella vez: amagar con que nos va a contar una seguidilla de relatos autonclusivos y, ni bien nos engancha, pegar el volantazo y jugarse a fondo por una novela gráfica, en este caso mucho más breve que El Hipnotizador (apenas 46 páginas) pero no por eso menos contundente. Cobalto es un thriller con elementos fantásticos que te atrapa en tiempo record y te lleva, sin perder un minuto, rumbo a una resolución brillante, categórica, de esas que sólo se le ocurren a los grandes narradores. Todo eso sin mezquinar diálogos memorables y giros argumentales asombrosos.
La comparación con El Hipnotizador es medio inevitable, porque esta vez De Santis también cuenta con la complicidad de Juan Sáenz Valiente al frente de la faz gráfica. Pero acá Juan no busca reproducir las maravillas que nos regaló en su colaboración anterior con Pablo, sino que agarra totalmente para otro lado, se lanza en otra búsqueda, de otro grafismo. Este es un estilo raro de Sáenz Valiente, en el que las figuras se vinculan con los fondos y ambos elementos se vinculan con el color de un modo arriesgado, inesperado, muy original… y que me gusta un poco menos que el estilo más clásico de Juan. Como complemento (porque tratar de vendernos un libro con sólo 46 páginas de historietas es más difícil que convencernos de que Calcaterra, Arribas y Macri nunca pagaron ni recibieron coimas) tenemos tres historias cortas de la dupla, que en su momento aparecieron en Fierro, y donde vemos a Sáenz Valiente incursionar en otros estilos que domina a la perfección. Las tres están buenas, pero creo que La Pluma de las Historias Tristes es la que más me enganchó.
Vamos con otro tomo de la colección MAD´s Original Idiots, esta vez al dedicado a reunir los trabajos del malogrado maestro Wally Wood para los primeros 23 números de la famosa revista de humor satírico de la E.C.. No hace falta que lo diga yo (obviamente) pero Wood era un dibujante prodigioso, una especie de Will Eisner con poderes camaleónicos, capaz de reproducir fácilmente los rasgos distintivos de otros dibujantes. Un talento ideal cuando tenés que parodiar historietas de Superman, Batman, Flash Gordon, Prince Valiant, Pogo, Little Orphan Annie, Terry and the Pirates, los Blackhawks… y películas, y poemas, y afiches publicitarios… Wood no deja títere con cabeza y en cada viñeta pone una cantidad impresionante de detalles, en dibujos de enorme plasticidad, impactante belleza, perfectamente funcionales a la narrativa, y con unos minones infernales (especialidad de un tipo que durante muchos años paró la olla con historietas eróticas).
Como en el tomo anterior, acá tenemos un sólo guionista: el imparable Harvey Kurtzman, un auténtico subversivo, quien pone en juego una amplísima gama de recursos a la hora de satirizar (que es la mejor forma de cuestionar) a un montón de instituciones de la cultura, el entretenimiento, las costumbres y la propia estructura social de los EEUU de los años ´50. Incluso llega a escribir una historieta que satiriza las convenciones de… las historietas satíricas. Y además, ya en aquel entonces, se animaba con historietas que jugaban con la gramática misma del lenguaje del comic (la apabullante “3-Dimensions!”) o que giraban en torno al uso y abuso de las onomatopeyas (“Sound Effects!”). Un genio total. Ah, y en este tomo seguimos sufriendo un poco el color, que quedó realmente muy antiguo, pero no tanto el tema de la sobrecarga de textos en cada viñeta. Hay mucho, pero no tanto como en las historietas que dibujaba Jack Davis. Me queda un tomo más, prometo entrarle pronto.
Y prometo también volver con nuevas reseñas, ni bien tenga algunos libros más en pilón de los leídos.
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Published on January 23, 2017 20:07

January 19, 2017

UNA LARGA Y DOS CORTAS

¿Qué hacés, Batman, tanto tiempo…? Volví a leer algo de Batman, en este caso un TPB que reúne tres arcos argumentales originalmente aparecidos en la revista Legends of the Dark Knight, uno del ´95, uno del ´96 y uno del ´97.
Para respetar el orden en el que salieron en la revista, el TPB arranca con Werewolf, un arco escrito por James Robinson, sumamente estirado. Son 75 páginas dedicadas a una trama que se podría haber desarrollado tranquilamente en 48 y que ni siquiera es muy interesante. Por ahí hay climas logrados, algún diálogo, pero en general está MUY por debajo de Blades, aquella memorable participación de Robinson en LOTDK. El dibujo es de John Watkiss, artista al que uno habitualmente asocia con el aburrimiento, y los más flojitos de estómago, a la náusea. Acá se nota la intención de Watkiss de dibujar y narrar bien, pero no lo logra. Intuyo que el dibujo se vería mejor en blanco y negro, pero no lo puedo afirmar categóricamente.
El segundo arco tiene un equipazo: guión de Warren Ellis, dibujos de John McCrea. Pero es de 1996, acá Ellis todavía no había explotado ni en StormWatch ni en Transmetropolitan y la saguita, si bien tiene un par de ideas buenas, no entra ni en pedo a un Top Ten de obras del inglés, ni de arcos de LOTDK. Lo mejor es el final, las últimas tres páginas, donde Ellis pone arriba de la mesa el dilema ético que subyace en toda la historia. El dibujo de McCrea es adusto, intenso y está siempre agazapado, a la espera del momento justo para impactar.
Y el tercer y último arco está a cargo de una dupla que ya jugaba de memoria: Alan Grant y Quique Alcatena, creo que en su primera visita conjunta a Gotham. El guión de la Bruja no es gran cosa: lo salvan algunos diálogos exquisitos de Alfred (¿quién si no?) y el buen aprovechamiento del hecho de que esta aventura transcurre durante el primer mes de Bruce Wayne como Batman, cuando todavía estaba muy verde. El resto, muy de manual, muy predecible. El dibujo de Alcatena, glorioso como siempre, con el atractivo extra de verlo dibujar lo que rara vez dibuja en sus historietas de corte más fantástico: callejones, tugurios, cloacas y una versión todavía muy primitiva de la Batcave. Todo esto con un ritmo y una puesta en página que no tienen nada que ver con los de sus trabajos para Italia. Como era de esperar, la magia de Quique le levanta el puntaje general al libro, que dentro de todo, aprueba dignamente.
Me voy a Inglaterra, donde en 1989 a algún transtornado se le ocurre editar como un álbum de tapa dura, a todo culo y en formato pequeño (24.5 x 16.5) dos historietas muy cortas del maestro francés Serge Clerc. Sam Bronx and the Robots y Murder in Megaville son relatos breves, en el mismo mundo y con los mismos personajes, y tuve que buscar páginas de las historietas en francés para convencerme de que Clerc las dibujó así, de a dos viñetas por página, porque pareciera un remontaje bizarro de una historieta planteada de modo más tradicional. Pero no, la bizarreada se la mandó Clerc, que decidió narrar historias en 32 y 18 viñetas, respectivamente, en las que la puesta en página está supeditada a la elección del formato (una viñeta arriba y otra abajo) y donde el dibujo se luce muchísimo. Pasan muy poquitas cosas, el desarrollo argumental es mínimo… pero ves esa línea, esos trazos, esas masas de negro, esas tramas mecánicas, esos fondos, esas líneas cinéticas… y nada te importa una chota. Es Clerc dibujando con todas las pilas y eso recontra-alcanza y recontra-sobra.
Y termino con la edición argentina de Del Otro Lado, del español Linhart, alq ue alguna vez nos cruzamos en alguna antología. Los tres episodios de Del Otro Lado son formidables: es una serie que narra las no-aventuras de Pablo Picasso, John Lennon, Albert Einstein, Lenin y Elvis Presley en una especie de limbo, un purgatorio extraño y sombrío. Linhart no sólo descolla en la gráfica, sino que tira muchísimas ideas y reflexiones geniales. Pero la serie llegó sólo hasta el tercer episodio (lejos el mejor) y el resto del tomo se completa con historias cortas, sin personajes recurrentes. Acá hay climas que remiten a Franz Kafka (también homenajes explícitos), conceptos dignos de Sigmund Freud y algunos achacos medio alevosos a Charles Burns. El nivel de los guiones, en estas historias autocionclusivas es muy desparejo. Algunas, de hecho, parecen estar hechas sin guión, así, al voleo. Pero bueno, de última siempre garpa el dibujo, que es inquietante, sugestivo y se apoya en una destreza técnica poco frecuente.
No me queda un choto sin leer, así que vuelvo cuando se me acumulen algunas lecturas. Será hasta entonces…
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Published on January 19, 2017 20:06

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Andrés Accorsi
Andrés Accorsi isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
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