Andrés Accorsi's Blog, page 71
November 13, 2018
ESSENTIAL MOON KNIGHT Vol.3

Pero volvamos a 1983, cuando Doug Moench nos regala sus últimas historias de este personaje con el que tanto se identificó. La verdad, son guiones muy flojitos comparados con lo que veníamos viendo en los Essentials anteriores (nunca los reseñé porque los leí antes de empezar con el blog). Pero tienen un ancho de espadas imbatible que son los dibujos de Kevin Nowlan, que en blanco y negro mejoran muchisimo y adquieren sublime majestad. Como el ritmo de producción de Nowlan ya era lento, la revista traía back-ups, a cargo de otros autores. Uno de ellos, “Cancer” (a cargo de Alan Zelenetz y un primerizo Marc Silvestri) está realmente muy bien.
Cuando se va Moench lo reemplaza Tony Isabella, pero sólo por un par de numeritos donde escasean bastante las buenas ideas. Lo mejor es un back-up medio en joda, homenajeando a los comics de la E.C., con dibujos de Richard Howell. Y para los tres últimos números de esta primera serie de Moon Knight, se convierte en guionista Alan Zelenetz, quien tratará de cambiar la onda del personaje: en vez de un justiciero urbano tipo Batman o Daredevil, nuestro héroe ahora se vinculará en asuntos sobrenaturales, siempre repletos de elementos místicos… con resultados sobrenaturalmente espantosos. Su primer número es casi aceptable porque lo dibuja y entinta el gran Bo Hampton, pero ni bien llega un entintador que tapa un poco el trazo de Hampton, Moon Knight se torna ilegible.
Llega entonces el relanzamiento, con un nuevo nº1 y un nuevo rumbo más para el lado del ocultismo. Zelenetz se da el lujo de no darle bola al vínculo entre el protagonista y sus amigos (Marlene y Frenchie) y ningunear por completo uno de los elementos más interesantes, que es el las múliples identidades secretas del héroe. Eso dura cuatro números muy aburridos, dibujados por el correcto Chris Warner y entintados como los dioses por el exquisito filipino Eufronio Reyes Cruz (E.R. Cruz, para los amigos). Y después vienen un unitario escrito por Jo Duffy y otro por Jim Owsley (hoy Christopher Priest), uno más intrascendente que el otro. Y así, en Diciembre de 1985, el Fist of Khonshu se lo meten donde vos te estás imaginando y Moon Knight se queda sin serie propia por varios años.
Pero todavía falta para llegar a aquel unitario de 1990. Primero tenemos una historia de Ann Nocenti y Brent Anderson (a priori, un equipazo) donde Moon Knight y Marlene de nuevo están juntos, para enfrentar a otra amenaza sobrenatural bastante pelotuda. Después, en otra historia corta, Jo Duffy plantea otra aventura con elementos místicos, pero con algo de humor y palos despiadados contra las boy bands chotas tipo New Kids on the Block. Mike Carlin, en poquitas páginas, narra una historia ambientada en New York en la que el héroe reaparece con todas sus personalidades secretas, como si de nuevo estuviéramos en 1983 y Moench fuera el guionista titular. En la siguiente historia corta, en cambio, Moon Knight opera en el área de Los Angeles, sin sus personajes secundarios de siempre, y de nuevo se vincula con la temática sobrenatural. Los textos del maestro Roger Stern son abultadísimos, el dibujo del veterano Bob Hall está bastante bien y la historia se hace cargo (un poquito) del accidentado paso del personaje por la revista West Coast Avengers.
Y después sí, la breve “Old Business”, en la que el cuasi-ignoto Robert M. Ingersoll se anima a ponerle un moñito a toda esta etapa de Moon Knight, barre un poco abajo de la alfombra la faceta mística del personaje para reconciliarlo con la impronta más “batmanesca” y hasta tiene tiempo de presentar a un villano, que nunca más volvió a aparecer. El dibujo de esas 11 páginas es pesadillesco, abisal, un auténtico cáncer de retinas. La gracia está (como ya señalé) en la sensación de clausura, de “fin de una era” que transmite el guión. Si la idea era dejarle la cancha limpita a Chuck Dixon para que jugara tranquilo en la serie que lanzó en 1989, esta historia llegó tarde, pero cumplió su cometido.
Y bueno, faltarán muchos años para que Moon Knight vuelva a protagonizar una serie cuyo atractivo se acerque al de los primeros 30 números de Doug Moench, con lo cual no me duele tanto que no exista un Vol.4 de esta colección. Con los tres tomos que hay, te armás perfectamente la etapa clásica y te quedan sobrando unas cuantas de las historias que componen este Vol.3, claramente el menos imprescindible de los tres Essentials.
Gracias a todos los que se acercaron a saludarme en la San Luis Comic Con y volvemos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
Published on November 13, 2018 17:39
November 8, 2018
DOS CORTITAS Y A SAN LUIS

Empiezo con Mitos, del maestro holandés Dick Matena, un álbum ochentoso que reúne cuatro relatos de 10 páginas cada uno. Los mitos que elige Matena para explorar en estas historias son John Lennon, Marilyn Monroe, Alfred Hitchcock y James Dean, pero lejos de la biografía obvia, el holandés toma a los personajes como disparadores de ideas muy locas.
El mejor guión es, lejos, el de la historia de Hitchcock. Un verdadero mecanismo de relojería, ajustado al milímetro. Pero el de Lennon, sin ser un prodigio técnico, también me resultó muy atrapante. El de James Dean es un poquito predecible (dentro del clima cuasi-onírico que tienen los cuatro relatos) y el de Marilyn está bien, sin ser una genialidad. Subrayo lo del clima: Matena sitúa estas historias en un mundo irreal, un plano dimensional donde todo es icónico, estridente, cacofónico. Los fondos son formas, colores y gente: celebridades, deportistas, figuras vinculadas a la religión o la política, soldados, payasos, tipos y minas que garchan con desenfreno, dibujantes frente a sus tableros… Por ese espacio en constante estado de flujo o de ebullición, transitan los personajes centrales de estas extrañas historias, que eran claramente vanguardistas cuando Matena las creó allá por 1981-82.
Matena plantea las páginas con pocos cuadros, con muchas páginas de tres cuadros y ninguna de más de seis. Eso le permite jugarse la vida en las composiciones, para que todo ese despliegue fascinante de los fondos no le reste claridad a lo que sucede en primer plano con los personajes centrales. Y ahí es donde Mitos tiene todo para ganar: en cómo están compuestas las viñetas, y obviamente ene l trazo claro y potente de Matena. El holandés trabaja sin sombras, con una línea clara (no muy distinta a lo que vimos hace poco en aquel álbum dibujado por Atilio Micheluzzi), que gana peso con el color plano, como le pasaba al trazo ochentoso de Moebius.
No es un libro para pagar caro, porque tiene sólo 40 páginas de historieta. Pero si la idea es conocer a un autor atípico de un mercado atípico (porque convengamos que aún hoy nos cuesta situar a Holanda en el mapa de la historieta mundial), Mitos es una gran incorporación para cualquier biblioteca. Y además tiene la magia de haber sido editado por Toutain.

Buena parte de la gracia reside en los diálogos, que están ajustadísimos, y el resto en el dibujo, que mejora mucho y muy rápido. Cuando van… 10-12 entregas Camarda pega un salto cualitativo en el dibujo que lo pone muy arriba y ahí se mantiene hasta hoy. Lo cual es especialmente meritorio al tratarse de una historieta que no está apoyada en el talento gráfico de su autor sino (como ya dije) en los diálogos, el timing y la construcción de este carismático personaje que seguramente tiene mucho en común con el propio Juampa Camarda.
Si te querés reir un rato y –en una de esas- sentirte identificado con este loser, o si querés sentir ese alivio que produce ver que hay pibes más hechos mierda que uno, asomate a espiar la vida del Gordo Sin Remera, que seguro vas a pasar un buen rato.
Esta noche viajo a San Luis y sí, me llevo un Essential bien power para leer en el viaje. Casi seguro el martes que viene tenemos la reseña por acá. Buen finde para todos y espero encontrarme con todos los que asistan a la San Luis Comic Con.
Published on November 08, 2018 06:29
November 6, 2018
MARTES DE CHICAS

Pero también tiene varios puntos en contra, a saber: a) está bastante estirada. Esa misma historia se podría haber contado en 90 ó 96 páginas. b) la novela empieza y termina con dos segmentos que no son historieta sino prosa, complementada con ilustraciones de Chrissie Zullo. Nada, no está mal escrita, pero cuando uno compra novelas gráficas es porque prefiere leer historietas, no literatura. c) Para que la novela gráfica conectara mejor con la consigna de Fairest (historias centradas en los personajes femeninos de Fables), Willingham fuerza bastante la trama para que aparezcan muchísimas de estas chicas del universo de Fables, algunas en roles muy poco relevantes.
Entre los dibujantes no hay ninguno demasiado desastroso. Tony Akins lidera, como de costumbre, el ranking de los más crotos. Y entre los que realmente se lucen, entre los que engalanan con su talento las pocas páginas que dibuja cada uno, están bestias sagradas como Gene Ha, Kevin Maguire, Adam Hughes, Chris Sprouse (al que le tocó un segmento magnífico, casi una historieta unitaria independiente metida de prepo en la novela), Phil Noto, Shawn McManus, Dean Ormston, Renae de Liz y por supuesto el glorioso Mark Buckingham, el dibujante titular de Fables. También están Al Davison, Iñaki Miranda y Tula Lotay (por debajo de su nivel habitual), Russ Braun, Ming Doyle (con solo dos paginitas, a mi pesar) y algunos chicos y chicas más a los que no conocía.
En síntesis, In All the Land es una historia entretenida, pensada para darle mucha chapa a Cinderella, que hubiese sido mucho mejor si fueran 96 páginas, todas en forma de comic y todas dibujadas por un mismo artista.

El Ángel Negro es una historieta acerca del amor por las mascotas, pero no hace falta ser fan de los gatos y los perros para disfrutarla. Torre Notari tiene varios anchos de espadas: por un lado, el truco de ambientar las historias en su casa, con su propia familia y su amigos como personajes principales y secundarios. Para bancar esta decisión hay que ponerle a los relatos una dosis de honestidad muy importante y eso también se agradece. Otro punto que me cautivó por completo es el de los diálogos: acá están –lejos- los díalogos más realistas, mejor sintonizados con el habla argenta del 2018, que leí en mucho tiempo. Increíble el oído de Camila para pescar y reproducir los giros idiomáticos que usamos todos los días. Hay algo más, muy interesante, y es que no se nota un esfuerzo por parte de la autora por resaltar que todo lo que cuenta es verdad. Creo que para la cuarta o quinta página ya no me quedaba ninguna duda de que El Ángel Negro tiene cero ficción, mucha menos que cualquier diario de los que se publican en Argentina. Pero no es un comic documental ni enfantiza todo el tiempo el hecho de no tener ficción.
De la faz gráfica me gustaron mucho la narrativa, el armado de las páginas y el uso de las distintas tonalidades de amarillo. Y el dibujo en sí, un poquito menos. Es funcional al relato, es expresivo, contribuye también a establecer este verosímil tan sólido, pero no es lo que más me llamó la atención. De todos modos, cuando las historias son interesantes y el flujo narrativo está cuidado, el virtuosismo gráfico no es lo más importante.
Recomiendo mucho El Ángel Negro a los amantes del buen slice of life, de los animalitos y de las historietas que no requieren de elementos ficticios para atraparnos.
En una de esas tenemos nuevo post el día jueves… y si no será el martes 13, cuando esté de regreso en Buenos Aires tras un fin de semana en San Luis que promete ser demoledor. Gracias y hasta pronto.
Published on November 06, 2018 17:37
November 4, 2018
DOS DE DOMINGO

Empiezo con Bajo el Cielo de Atacama, un álbum editado en Chile que tiene apenas 32 páginas. Es una historieta de una extensión rara (30 páginas) escrita nada menos que por el maestro Pierre Christin y dibujada por el grossísimo Olivier Balez, un francés que vivió muchos años en Chile. Me juego la chota a que esto en Francia nunca se editó en álbum, sino que apareció en una revista y nunca salió de ahí.
Bajo el Cielo de Atacama es una historieta 100% documental. Pierre Christin, genio de la ficción, se enamora un rato de la realidad y logra que el demiurgo se convierta en cronista. Así, nos toma de la mano para recorrer un lugar muy especial de la puna de Atacama, donde se unen el pueblo de San Pedro, dos volcanes (uno de ellos en actividad), uno de los desiertos más secos del mundo y un gigantesco e hiper-tecnificado observatorio astronómico que desafía la imaginación de los grandes escritores de ciencia-ficción. Christin nos cuenta cómo funciona el observatorio, cómo vive la gente que trabaja dentro y alrededor del mismo, a qué se dedica la población local y qué carajo van a hacer a esa zona los miles y miles de turistas que llegan cada año. También repasa los puntos más salientes de la historia del desierto de Atacama, sin aburrir ni pasarse de didáctico.
La historieta tiene mucha información y pese a su brevedad no se lee en dos minutos. Y aunque no te interese mucho el tema, se hace absolutamente hipnótica gracias a los magníficos dibujos de Balez, un artista extraordinario, una mezcla entre Paco Roca y Tommy Lee Edwards. A mí me atrapó el relato, aunque no hay conflictos, ni aventuras, ni ficción.

Ghosts es una mezcla perfecta entre slice of life y aventura con elementos sobrenaturales, en la que Telgemeier se enfoca en la relación entre dos hermanas. Como su nombre lo indica, es una historia de fantasmas, pero básicamente alegre, con un mensaje sumamente positivo que ensalza los valores de la amistad, de la buena onda entre los vivos y los muertos. También hay una trama romántica, y un notable esfuerzo por parte de la autora por difundir la problemática de la fibrosis quística, la enfermedad que afecta a una de las hermanas Allende-Del Mar. Felizmente, Raina combina armónicamente todos estos componentes, y cuenta una historia con mucho ritmo, que podría ser tranquilamente un hermoso largometraje animado. A priori parece un disparate pasar de una secuencia en una sala de terapia intensiva de un hospital a otra en la que los chicos vuelan por sobre la playa de la mano de los fantasmas, pero en Ghosts esos dos registros conviven sin mayor dificultad.
Raina Telgemeier tiene el oído perfectamente sintonizado en el habla de los y las adolescentes de los EEUU de hoy, y eso hace que los diálogos también sean un punto altísimo en esta novela. Incluso los (no pocos) personajes que hablan en castellano lo hacen correctamente, aunque –lógicamente- Raina no logra embocar nunca los momentos en los que se tutean o se tratan de usted, una complicación que el idioma inglés no ofrece. Y finalmente me toca hablar del dibujo, donde veo como principal referencia gráfica al glorioso Bill Watterson. No, pará: no digo que Telgemeier dibuje igual que Watterson. Nadie va a llegar nunca a ese nivel. Digo que en la base del estilo de Telgemeier veo la influencia de Watterson. También algo de autores franceses tipo Dupuy y Berberian. Y lo que Raina hace muy bien (y Watterson, Dupuy y Berberian no hicieron nunca) es dejar la vida en esas splash pages donde nos ofrece tomas panorámicas, para mostrarnos grandes planos de la ciudad, de la playa, o esas escenas de la fiesta del Día de los Muertos en las que aparecen decenas (o quizás cientos) de tipitos, minitas y fantasmas. Visualmente esto transmite la misma buena onda y la misma accesibilidad que el guión, y eso es sin duda un gran logro por parte de la autora.
Y bueno, ni bien vea otra novela de Telgemeier a buen precio, voy por ella, porque esta me encantó. Vuelvo pronto con nuevas reseñas y les recuerdo a los amigos de Cuyo que el viernes 9, sábado 10 y domingo 11 voy a estar participando (como todos los años) de la San Luis Comic Con. ¡Gracias y hasta pronto!
Published on November 04, 2018 07:30
October 31, 2018
MIERCOLES RETRO

Arranco en 1986, cuando DC publica Legends, con la difícil misión de mantener alta la vara impuesta un año antes por Crisis on Infinite Earths. Así se juntan un argumentista de lujo como John Ostrander, un dialoguista con mucha experiencia en materia de Universo DC como Len Wein, un dibujante hiper-poderoso que atravesaba su mejor momento como John Byrne, y un entintador exquisito como Karl Kesel. Y me acuerdo que cuando la leí en mi adolescencia Legends me re-gustó, pero esta vez me dejó gusto a poco.
La mejor idea que se le ocurre a Ostrander (un decreto presidencial prohíbe las actividades de los superhéroes pero unos cuantos siguen actuando en la clandestinidad) está muy desaprovechada. En ese mismo momento, la misma idea le iba a dar frutos mucho mejores a Alan Moore en Watchmen, y ni hablar de lo que hizo Mark Millar cuando la recicló varios años después para Civil War. El resto, o son ideas flojitas, o se plasman en conflictos que se resuelven de modo demasiado simplista. De todos modos, eso no es lo peor: lo peor son los conflictos que se resuelven en otras colecciones (crossovers y spin-offs) que este tomito no incluye.
¿Qué se puede rescatar? Ese primer cruce picantísimo entre Amanda Waller y Rick Flag, algunos diálogos copados, la aparición épica de Wonder Woman y ese gaste inmisericorde al fracasado New Universe de Marvel, con garrotazo a Jim Shooter incluído. Y el trabajo de Byrne y Kesel, obviamente, que es impecable. En esta época, no era tan infrecuente que los comics de DC tuvieran implicancias políticas, ni que Ronald Reagan apareciera como personaje secundario (casi siempre como un viejito boludo bastante desorientado), pero me parece que el propio Ostrander utilizará este recurso mucho mejor en otros trabajos. Acá me resultó todo muy lavadito, muy falto de huevos. Y además me irritó verlo a Superman casi como un amanuense de Reagan, casi dándole letra a Frank Miller para que se mofara mal de ese aspecto del personaje en su (también contemporáneo a Legends) Dark Knight.
Me guardo el librito porque funciona bien como prólogo al Suicide Squad, a la Justice League de Giffen y DeMatteis y al Flash de Mike Baron, que ojalá algún día salga en libro. Y porque soy hardcore fan del Dios Byrne.

El episodio mejor dibujado es el tercero (el último de País Caníbal), donde Fayó alcanza la síntesis perfecta entre los clásicos norteamericanos de los años ´20 y ´30 (George Herriman, Cliff Sterret, Elzie Segar, su ruta), Robert Crumb y la movida argentina de “línea chunga” (en algún punto heredera también de lo que hacían Miguel Gallardo y Juan Mediavilla en El Víbora) que cobraba fuerza en aquellos inicios de los ´90, para apagarse poco después. En las entregas siguientes, Fayó simplifica un poco el dibujo, renuncia a ese tratamiento más extremo de las masas negras que tan buen resultado le dio en el arranque de Pamela… y dibuja menos cuadros por página, si bien recurre bastante a la grilla de nueve viñetas.
El guión es una verdadera delicia, una mezcla infalible entre aventura de ciencia-ficción Clase Z y comedia costumbrista desopilante, en la línea de lo que hacía el glorioso Mique Beltrán en las aventuras ochentosas de Cleopatra. El ritmo es impredecible, los diálogos están afiladísimos y los volantazos y situaciones bizarras te mantienen siempre enganchado. Pero claro, son pocas páginas. Y eso abre la puerta a otro acierto de este libro: las 30 páginas finales, en las que tenemos un montón de historietas muy breves que no conectan en lo más mínimo con la saga de Pamela y Maxi, y que Fayó realizó para otras publicaciones. Recuerdo haber leído algunas en El Tajo… y hay un par que creo no haber leído nunca. Una de ellas, la que cierra el libro (Coleccionistas), me pareció una joya, una auténtica maravilla, seguramente una de las mejores historias cortas del hoy reputado cantante de tangos.
La verdad que ese tramito final, el de las historias cortas, me dejó tan cebado que ahora quiero un libro con 100 ó 120 páginas de eso: historietas cortas de Fayó, con todos los personajes que no son ni Pamela ni Agapito, o sin personajes, sólo con esas ideas brillantes y desaforadas que el crack “quemaba” en tres páginas repletas de diálogos y piruetas argumentales alucinantes.
Y nada más, por hoy. Terminamos un mes de mucha actividad en el blog, y vamos a ver hasta dónde llegamos en Noviembre. Tengo en carpeta un montón de eventos en los que voy a estar, y arranco este sábado (si no llueve) en la Feria del Libro de Vicente López. Ojalá nos crucemos por ahí.
Published on October 31, 2018 14:16
October 29, 2018
LUNES DE POSGUERRAS

Visto desde hoy, el conflicto en el que le tocó participar a Pepe Martín no tiene la espectacularidad de la Guerra Civil Española, ni de la Segunda Guerra Mundial, ni de la más cercana Guerra de Malvinas. Pero el relato del hoy anciano está muy bien potenciado por el talento de su hijo para contar buenas historias en este medio llamado historieta. Como Fuchi Bayúgar en Tortas Fritas de Polenta, Jaime rescata también el aspecto casi de comedia costumbrista de la vida en los cuarteles, donde su papá y sus amigos sufrían el hambre, el calor extremo y el innecesario rigor (rayano en los delitos de lesa humanidad), fruto de la mala leche de esos milicos ignorantes y perversos, empoderados por el hecho de que España estaba gobernada por el fascismo. Jaime también nos obsequia mucha data acerca de la sociedad española de la época en la que sus padres fueron adolescentes y jóvenes, como para que no nos aburramos de ver todo el tiempo a los soldaditos chivando y preparándose para una batalla épica contra “el enemigo” que no va a llegar nunca.
El resultado es una obra que habla de amistad, de amor, de sacrificio, de sueños de juventud, de aguante frente a la injusticia y la adversidad. Por supuesto, el panorama más oscuro se vuelve luminoso cuando lo dibuja Jaime Martín, con ese estilo engañosamente limpito, que transmite la sensación errónea de que es muy fácil dibujar así. El trazo, el color, el laburo en la documentación, en los fondos, en el lenguaje corporal de los personajes, todo es hermoso en esta obra de Jaime. Una vez más, me encontré con un autor definitivamente dotado para estas historias de base 100% real y de contenido fuerte, a menudo desgarrador y siempre muy humano.

El dibujo me gustó bastante. Me pareció muy flojo el diseño de esas bestias a las que llaman “perros” y el resto me fue convenciendo a lo largo de la novela. Para el final, M&M están muy sólidos, en una estética en la que conviven los trazos Scott McCloud y Jeff Smith con un tratamiento de la masa negra más cercana a Eduardo Risso. La narrativa es prolija, con alguna viñeta en la que la información es excesiva y complica un poco la composición, pero sin mayores tropiezos. Para ser autores nuevos, toda la faz gráfica de El Desierto de Nemo es sumamente cumplidora.
Sin embargo, lo mejor que tiene El Desierto de Nemo, para mi gusto es el clima. Un clima crepuscular, de melancolía, tipo película de Hayao Miyazaki, que en algún momento va a permitir que se filtre una sonrisa, un poquito de esperanza, algún mimo para el alma. Como en las pelis de Miyazaki, acá se habla muy poco, los silencios tienen bastante peso y uno se imagina una música casi siempre bajonera, con algunos momentos más épicos, más dramáticos.
Y el guión… no es horrible, pero la verdad que me cerró bastante menos que el dibujo y el clima. El conflicto principal es atractivo. El problema es que M&M lo desactivan en la página 27 y dedican las siguientes 58 páginas a contar otras cosas que nada tienen que ver con lo que parecía ser el núcleo dramático de la historia. Cuando faltan unas 30 páginas para el final, llega el volantazo que re-acomoda la trama en su cauce original (la búsqueda de la mamá de Nemo), esto se resuelve de un modo predecible pero sumamente emotivo y satisfactorio, y ahí, a modo de epílogo, los autores le ponen un muy lindo moñito a la otra historia, la que desarrollaron en las 58 páginas del medio. En el mundo de El Desierto de Nemo pasan cosas que no se parecen en nada a las de ningún otro mundo en el que nos hayamos internado de la mano de otros comics... pero M&M no nos explican absolutamente nada acerca de él. No hay casi indicios acerca de cómo se llegó a este staus quo, y no precisamente porque la obra tenga pocas páginas y resulte imperioso sintetizar. Hay pistas de una guerra bacteriológica (o algo así) y no mucho más.
Estoy atento a futuros trabajos de Maiarú y Marugo, porque esta ópera prima tiene unos cuantos puntos a favor. Y mientras tanto, sigo leyendo y reseñando otras cosas, acá en el blog. Gracias y hasta la próxima.
Published on October 29, 2018 12:10
October 26, 2018
ALACK SINNER

Básicamente, Alack Sinner se trata de la corrupción enquistada en todos los niveles de la sociedad estadounidense, sobre todo en los ricos y poderosos. A lo largo de 30 años, Muñoz y Sampayo se encargaron de denunciar (con distintos grados de sutileza) las miserias y las atrocidades que sostienen al “American way of life”, tomado además como metonimia del capitalismo moderno. La ciudad como ámbito del crimen, la desigualdad social como caldo de cultivo de la violencia y la abyección, son tópicos clásicos del policial negro norteamericano y sobre esas bases Muñoz y Sampayo construyen un discurso que rápidamente trasciende lo urbano para, por un lado, hablar de la violencia política a un nivel más global, y por el otro para meterse de modo casi voyeurístico en las idas y vueltas de los vínculos sentimentales entre las personas.
Sinner es un personaje bastante cínico, porque algunos hechos de su juventud lo hicieron despertar temprano del Sueño Americano. Por eso lo vemos desconfiado, desafiante, siempre del lado contrario al de la autoridad, desde aquellas primeras aventuras de los ´70 hasta la última (a la que ya le dedicamos una reseña allá por el 19/01/12). Por supuesto que con los años, el personaje va cambiando y lo mejor que tiene este libro es eso: poder ver de modo muy claro, muy directo, como Muñoz y Sampayo hacen evolucionar tanto al protagonista como a la serie en sí, mientras encuentran y afianzan una identidad autoral propia que los pone en la cima de la historieta para adultos a nivel mundial.
Lo que menos cambia (creo yo) es la prosa de Sampayo. Arranca muy arriba, con un gran manejo de las convenciones de la literatura policial clásica, y termina también muy arriba. La diferencia está en que sobre el final encara relatos más extensos, que le permiten combinar el hard boiled con el aspecto más humano de la serie, es decir, los vínculos que Sinner entabla con los personajes –sobre todo femeninos- que se incorporan a su historia/ historieta. Para los dos últimos álbumes, Sampayo maneja los dos registros: el de un thriller con crímenes, investigaciones y suspenso, y el del drama familiar con novias, hijas, amantes, etc.
De todo el material que ofrece el libro, el único arco que nunca había leído es Historias Privadas, editado originalmente en 2000. Casualmente es el que menos me gustó. Y si me tengo que quedar con un sólo arco, creo que elijo al que es mi favorito desde siempre: Encuentros y Reencuentros. Me parece que ahí es donde Muñoz y Sampayo patearon el tablero y redefinieron totalmente qué carajo es hacer historietas de autor. Se animaron a sacarlo a Sinner de New York, a abandonar la estructura típica de la investigación policial… Es un auténtico cruce del Rubicón que no pierde para nada la magia y el impacto leído por tercera o cuarta vez (no recuerdo exactamente cuántas veces la leí). Y sí, a nivel dibujo Muñoz se zarpa un poquito más en el arco siguiente, Nicaragua. Pero el guión de Nicaragua tiene problemitas y la conjunción entre texto y dibujo no está tan lograda como en Encuentros y Reencuentros, donde ambos autores parecen uno solo.
Los saltos gráficos que pega Muñoz entre un arco y el siguiente son otro de los grandes atractivos que tiene el mega-broli. De acompañar a la prosa de Sampayo, pasa a agregarle varias capas de profundidad. En algún punto, el dibujo de Muñoz logra incluso graficar esa ironía, ese tinte farsesco que tienen las historias de Sampayo. Muñoz le sube el volumen a ese humor extraño, a la cacofonía de las grandes urbes, a los climas sórdidos, a la sensación de agobio que muchas veces pesa sobre los personajes. A veces le añade una dimensión más grotesca, granguiñolesca, que es muy linda de mirar pero que no sé si contribuye mucho al relato. Y a veces ese claroscuro hiper-expresionista logra imágenes tan bellas, tan potentes, que relegan al relato a un tercer plano y uno se queda ahí, babeando como un subnormal, mirando esas composiciones como si estuviera no frente a un comic, sino frente a un cuadro en un museo. El trazo de MunDios muta mucho más y más rápido que la prosa de Sampayo y –repito- ambos alcanzan la cumbre en la estremecedora Encuentros y Reencuentros. Cumbre de la que nunca van a bajar, por otra parte, porque a partir de ese trabajo (serializado entre 1981 y 1982 en la revista italiana alteralter) vendrán muchos más, dentro y fuera de la saga de Sinner, en los que los veremos arrasar con todo sin achancharse jamás.
A caballo entre el Siglo XX y el XXI, entre el comic de género y el comic de autor, entre la publicación episódica en revistas y la novela gráfica, entre Europa y Argentina, Muñoz y Sampayo (virtualmente desconocidos en 1975, cuando se publica El Caso Webster) construyeron una obra devastadora, con un mensaje potente y un corazón enorme. Una obra que no puede faltar en la biblioteca de ningún lector al que le interese mínimamente la historieta moderna de impronta autoral. Gloria eterna para ambos.
Published on October 26, 2018 10:11
October 25, 2018
JUEVES EN BLANCO Y NEGRO

Empiezo con el TPB que recopila la primera miniserie de Batman: Black & White, la de 1996, la que inició todo. Debajo de esa portada espantosa de Jim Lee nos esperan 20 historietas firmadas por un elenco de autores que sencillamente te hiela la sangre. Esto no significa que las 20 historietas sean magistrales, en absoluto, pero te predispone a leer papa fina, incluso cuando no te interese en lo más mínimo la figura de Batman.
El tomo arranca muy arriba, con cuatro historias que están sin dudas entre las mejores de la recopilación: Ted McKeever, Howard Chaykin, Joe Kubert y especialmente Bruce Timm ofrecen sendas cátedras memorables de narración gráfica, con estilos muy distintos pero con un talento y unos huevos gigantescos. La quinta historia ya tiene un poquito de trampa: para que el genial José Muñoz se sintiera más a gusto, Archie Goodwin le escribe un guión “sampayesco” en el que Batman prácticamente no figura. El dibujo (ni hace falta decirlo) es glorioso. El inmenso Walt Simonson la rompe con los dibujos, no tanto con el guión. Otro prócer, Richard Corben, forma equipo (una vez más) con Jan Strnad para una muy buena historia, dura, sin concesiones.
El primer faux pas llega con la historia de Kent Williams, bien dibujada pero con un guión medio pavote. Chuck Dixon y el inolvidable Jorge Zaffino proponen un muy buen relato policial, mientras que los británicos Neil Gaiman y Simon Bisley se juntan para reirse un rato, en un metacomic que juega a imaginar el backstage de un comic de Batman. Y después viene el maestro Klaus Janson, a ponerle onda y emoción a sus ocho paginitas.
Andrew Helfer forma equipo nada menos que con Liberatore, para una historia correcta, muy bien dibujada. Después llega el gran Matt Wagner, que la rompe toda, no deja nada en pie.
El siguiente tropezón le toca lamentablemente al ídolo máximo, Bill Sienkiewicz, que se zarpa con la cantidad de viñetas y la cantidad de texto que mete en cada página, obviamente en detrimento del dibujo, que es su fuerte. Teddy Kristiansen se luce como pocas veces, a pesar de que el guión de Denny O´Neil no lo ayuda mucho. El siempre impresionante Brian Bolland te detona el ojete con sus dibujos, y el guión… es más original que bueno. Jan Strnad vuelve a la carga, con un guión bastante más flojo que el anterior, que por suerte cae en las manos mágicas del indescriptible Kevin Nowlan. Con Goodwin pasa lo contrario: se inspira mucho más en este segundo guión más que en el anterior, pero este lo dibuja Gary Gianni, que a mí mucho no me copa. Y el otro reincidente, Denny O´Neil, propone un guión que juega a la emoción, pero no le sale. El dibujo de Brian Stelfreeze es brillante. El libro cierra con el sensei Katsuhiro Otomo, que la rompe en el dibujo pero a nivel guión hace bastante agua. De todos modos, hay que aplaudir el laburo monumental de los coordinadores que lograron juntar a todas estas bestias en un sólo proyecto. Me falta reseñar sólo el Vol.4, el de las historias de 2013-14, que está ahí, pidiendo pista. Muy pronto lo leo y lo comentamos.

Al final del libro aparecen 13 textos en los que Arandojo nos regala un montón de información extra acerca de estos protagonistas de la noche bohemia que supo tener Buenos Aires en los ´60. Son datos jugosos, que revelan que el autor se comprometió a fondo con el tema, y a mí me hubiera gustado enterarme de todo eso leyendo las historietas. Varios de estos personajes daban (no tengo dudas) para protagonizar ellos solos una novelita gráfica de 64 páginas.
De las varias emociones y revelaciones copadas que pude rescatar entre estos pedacitos de historias, me quedo con la breve aparición del inolvidable Gustavo Trigo, gran historietista de los ´70, ´80 y ´90 al que tuve la suerte de conocer y que (me parece) tuvo más repercusión en Italia (donde vivió muchos años) que en su propio país.
Pero lo que me dejó totalmente boquiabierto, atónito, patidifuso, fue el dibujo de Facundo Percio. Olvidate de los trabajos que vimos antes. Este es otro Percio, un Percio mágico, que maneja el blanco y negro con una perfección, una profundidad y un vuelo que hacía mucho que no se veía en la historieta. La técnica de Percio (a caballo entre lo gráfico y lo pictórico) es imposible de describir, esto hay que verlo para creerlo. Y lo mejor es cómo este prodigio visual está puesto al servicio de la narrativa, al punto de que Facundo se fuma páginas de 9 cuadros, algunos con mucho texto, simplemente porque entiende que eso es lo que necesita el guión de Arandojo para lograr el efecto narrativo que busca. Ni hablar de lo que hace Percio con los fondos, los vehículos, la ropa… Un trabajo absolutamente consagratorio de este artista que pudo convertirse en un obrero más del mainstream yanki pero tuvo el coraje y la lucidez de elegir un camino alternativo.
¡Uh, se hizo largo! Gracias por el aguante y hasta la próxima.
Published on October 25, 2018 09:24
October 22, 2018
LUNES CON PAPA FINA

Empiezo en Japón, en la primera mitad de los ´70, aquel período de mágica fertilidad en la que el Dios del Manga, el maestro Osamu Tezuka, se sumerge en las profundidades del gekiga para regalarnos una cuasi-inagotable sucesión de obras de contenido adulto, a veces muy brutales, descarnadas, desbordadas de una mala leche que no aparecía ni siquiera insinuada en las historietas creadas por este genio en los ´50 y ´60.
Bárbara es una obra atípica dentro de esta etapa oscura y extraña del Manga no Kamisama, porque (creo que por primera vez) el autor juega a abrir interrogantes que no se resuelven nunca. La trama cobra visos de realismo mágico, con elementos que no tienen una explicación racional, o que tienen más de una, y Tezuka nunca nos dice cuál es la posta. La propia Bárbara (protagonista de la obra junto al escritor Yosuke Mikura) encarna el misterio, la ambigüedad, la ilógica. En un momento, Tezuka parece decidirse por una explicación muy copada: Debajo de su aspecto mugriento, su temperamento incontrolable y su desmedida afición por el escabio, la bella Bárbara es en realidad una de las musas que desde la época de los griegos inspira a los artistas. Después aparece una segunda explicación, que contradice a la primera y a la que Tezuka se aferra a lo largo de buena parte de la segunda mitad de la obra: Bárbara en realidad es una bruja, parte de un culto ancestral que adora a dioses oscuros y maneja fuerzas sobrenaturales.
De todos modos, esto es secundario, no es lo que hace atractiva a la obra. El gran gancho que tiene este manga es la dinámica entre Bárbara y Mikura, y cómo la obsesión de este último lo lleva a cometer un disparate tras otro, a veces poniendo en riesgo su vida y otras veces llevando violencia y muerte a las de los demás. La espiral descendente de este consagrado escritor hacia el oprobio es, sin dudas, el hilo conductor de la obra. Tezuka nos pavimenta esta senda con sexo, violencia, traiciones, mentiras, política, romance, misticismo y mucha data acerca de cómo funciona la industria de los best-sellers literarios.
Y claro, también hay que sumar a la ecuación el formidable trabajo del Manga no Kamisama en la faz gráfica. Por raro que sea el argumento, el dibujo del ídolo te mete en la historia, te hace sentir partícipe. Imbatible como siempre en el armado de las secuencias y la elección de los ángulos, Tezuka la rompe además en texturas, iluminaciones y en esos momentos más expresionistas, donde deforma intencionalmente cuerpos y perspectivas para enfatizar ciertos climas y ciertas emociones, sobre todo las violentas. Al que nunca leyó a Tezuka, no le recomiendo empezar por acá. Y al que viene siguiendo la gloriosa (e inagotable) producción del Dios del Manga, le recomiendo que no deje pasar por nada del mundo esta historia retorcida, jodida, en la que la intriga y la obsesión le ganan la pulseada a la aventura.

Lo que tenemos para agregar en este tomito son las historias más extensas, la variante que explora Rovella al dejar de lado (un ratito) el formato de la tira, e incluso del chiste desarrollado en una página, para aventurarse en relatos un poco más extensos, siempre sin palabras. De los que trae este libro, el que menos me sedujo fue el primero, una historieta de dos páginas que funciona como homenaje a Los Tres Chiflados. Pero después vienen esas cuatro páginas en las que Dante es un preso que se fuga de la cárcel, en una historia sencillamente perfecta. Las cuatro páginas de la casa embrujada reeditan muchos chistes que uno ya vio en miles de dibujos animados clásicos, pero el dibujo, el color y la narrativa son excelentes, así que también se destaca.
Y el tomo termina con una aventura de ¡20 páginas! en las que Rovella desarrolla ese homenaje a He-Man and the Masters of the Universe que se puede intuir en la portada. Nunca hubo una historia tan extensa de Dante Elefante y esta realmente es una sorpresa muy, pero muy grata, que engrosa el repertorio humorístico de la serie y que además nos muestra al autor volcado a una puesta en página y un ritmo narrativo más cercano al del comic de superhéroes, donde también obtiene magníficos resultados. Si nunca habias entrado en el fascinante mundo de Dante Elefante, este es el tomo indicado para darle una oportunidad y disfrutar de un J.J. Rovella afiladísimo.
Nada más por hoy. Ni bien tenga más libritos leídos, vuelvo a postear acá en el blog. ¡Gracias y hasta pronto!
Published on October 22, 2018 09:16
October 18, 2018
JUEVES TRANQUI

Empiezo con un clásico semi-oculto de aquel glorioso 1986: Roy Mann, una colaboración entre el guionista Tiziano Sclavi (quien ese mismo año crearía nada menos que a Dylan Dog) y el dibujante Atilio Micheluzzi, dos íconos del comic italiano.
Roy Mann es una aventura con muchísimo ritmo, que coquetea entre homenajear a la ciencia-ficción clásica de Flash Gordon y Brick Bradford y deconstruirla desde una mirada irónica o paródica. Sclavi no se define por una u otra postura (en parte porque la obra tiene sólo 46 páginas) y juega un poquito a cada cosa. Y además le da mucha preponderancia a un tercer eje, el más atractivo por lo menos para mi gusto: Roy Mann es –además- un metacomic. El protagonista es un guionista de historietas que un día despierta en una realidad que no es la que él habita normalmente, sino la que él imagina para escribir sus guiones de fantasía y ciencia-ficción. Sclavi mezcla, entonces, dos niveles de realidad, y de ese “sube-y-baja” salen los mejores momentos de un álbum sumamente disfrutable.
Por supuesto hay también un enorme mérito por parte del maestro Micheluzzi, que acá brilla con una línea clara de asombrosa elegancia, con un tratamiento del color, los fondos y los vehículos muy cercano al de Moebius, una chica preciosa que parece dibujada por Vittorio Giardino y una puesta en página 100% de Micheluzzi, con esas viñetas finitas widescreen que aparecen en casi todas las páginas y que nadie más metía en sus comics en 1986. Visualmente, estamos ante una historieta fantástica, con un vuelo y una sutileza dignos de Winsor McCay. y mucho gancho para el lector que entre en busca de acción, escenarios grandilocuentes y mujeres hermosas con escasa vestimenta. La edición de Toutain es rara, porque soslaya la participación de Tiziano Sclavi hasta hacerla casi invisible. Se ve que cuando salió esto en España (1990), al creador de Dylan Dog todavía no se lo consideraba uno de los “Grandes Autores Europeos”. En fin…

Pero hete aquí que Tátum volvió, bastante cambiado desde el apartado gráfico, y decidido a convertir en historietas unos cuantos relatos del inimitable Ambrose Bierce. Como ya es costumbre, me tengo que quejar del libro, que nos ofrece 96 páginas, de las cuales sólo 77 son de historieta, y el resto es la nada misma. La edición es hermosa, pero realmente no hacían falta esas 19 páginas de relleno.
Dos de los relatos que adapta Tátum son tan breves que ni siquiera entendí cuál era el conflicto, o la gracia. Y tampoco cuál fue el criterio para incluirlos. Pero en los relatos más extensos, Tátum logra hacernos creer que estas historias nacieron en forma de historieta, pensadas desde el minuto cero para ser narradas con secuencias de imágenes, no en prosa. Una Noche de Verano, Parker Adderson Filósofo y Una Confabulación Imperfecta no sólo funcionan muy bien como historietas, sino que además son historietas con guiones, climas y personajes de la San Puta. Y a otras se le nota más la raíz literaria, o no, pero las tramas me resultaron menos satisfactorias, por eso destaco principalmente a esas tres.
El dibujo del rosarino, que antes era más etéreo, más volado, ahora se volvió más terrenal y más apegado a una estética feísta, como si Miguel Gallardo empezara a dibujar con su mano menos hábil, o si Philippe Vuillemin tratara de dibujar respetando las proporciones anatómicas y usando documentación posta para recrear decorados y vehículos del Siglo XIX. Es un dibujo raro, un tanto grotesco pero sumamente efectivo, muy potenciado por el color y por los aciertos de Tátum en materia de armado de las secuencias y elección de los planos.
Recomiendo a full Una Noche de Verano a cualquier fan de Ambrose Bierce, de las adaptaciones literarias al comic o a quien quiera descubrir (tarde pero seguro) al maestro Tátum, de quien espero que se publiquen varios libros más.
Gracias a todos y vuelvo pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
Published on October 18, 2018 18:28
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