Andrés Accorsi's Blog, page 70
December 11, 2018
AQUAMAN

Published on December 11, 2018 16:14
December 10, 2018
UN LUNES MAS


Mañana sí, lo prometido es deuda. Se viene la reseña de la peli de Aquaman, acá en el blog. Gracias por el aguante.
Published on December 10, 2018 17:35
December 7, 2018
VIERNES DE VIGILIA


Nos reencontramos pronto con la reseña de la peli de Aquaman, acá en el blog.
Published on December 07, 2018 17:58
December 4, 2018
EL MARTES, SEGUNDAS PARTES


Volvemos pronto con nuevas reseñas y nos vemos este jueves en Sector 2814, donde voy a estar charlando con mi amigo e ídolo Agustín Graham Nakamura. Sayonara.
Published on December 04, 2018 17:18
December 1, 2018
SABADO TREMENDO


Gracias por el aguante y la seguimos pronto.
Published on December 01, 2018 15:25
November 28, 2018
MIERCOLES MAGISTRAL

Empiezo con Pánico en el Atlántico, un álbum de Spirou de la serie en la que autores famosos aportan su versión (no necesariamente canónica) del popular personaje creado hace 80 años por Rob-Vel. Esta entrega data de 2010 y lleva las firmas del inmenso Lewis Trondheim y de un dibujante al que no conocía y del que me hice fan en el acto: Fabrice Parme. Firmemente enrolado enla línea clara, Parme combina la influencia de la clásica historieta franco-belga con la de los dibujos animados norteamericanos de vanguardia, desde los famosos cartoons de la UPA hasta hitazos más recientes como Los Padrinos Mágicos. Imaginate una mezcla entre el Sáenz Valiente de Norton Gutiérrez y el Nahuel Sagárnaga de Wachín, con la aparición esporádica de expresiones o detalles más sacados, tipo Gustavo Sala. Lo que nos ofrece Parme en este álbum es una verdadera fiesta para los ojos, perfectamente apuntalada por la labor de la colorista Véronique Dreher.
El guión, por su parte, es totalmente adictivo. No es frecuente leer 62 páginas en las que pasen tantas cosas. Es como si Trondheim tomara el clásico álbum infanto-juvenil de Spirou o Tintin (o cualquiera que se plantee combinar aventuras con comedia) y lo acelerara con un enema de merca y speed, para que vaya a 400 km por hora por la banquina del lado contrario. Pánico en el Atlántico no para un segundo, no da respiro. Termina una escena trepidante con Spirou y arranca una desopilante con Fantasio, Spip o el Conde de Champignac. Trondheim rebota como la bolita de un pinball enloquecido entre las peleas, las persecuciones y los chistes, a veces más físicos y a veces más típicos de las comedias de enredos onda Juan Carlos Mesa.
Ves todos esos personajes en la portada y decís “no hay forma de que haya espacio en 62 páginas para que todos intervengan y tengan escenas en las que se lucen”. Hay forma. El guión de Trondheim tiene un acelere tan vertiginoso y aprovecha tan al mango cada viñeta, que todos esos personajes tienen su peso en la trama. Incluso algunos son tan copados que querés verlos en todos los álbumes de Spirou. Si querés vivir un rato largo de emociones, humor y aventura enla que el verosímil no importa en lo más mínimo, no dudes en embarcarte en este álbum de la mano de Trondheim y Parme. En los próximos meses habrá bastante más Spirou acá en el blog, así que atentos.

Los diálogos son breves, muy eficaces, y hay un sólo personaje al que Connelly desarrolla a lo largo de estas 60 páginas: el farmacéutico Alan Rimbauer, el tipo que conoce la fórmula química de la felicidad y sin embargo nunca será feliz. El resto del elenco acompaña, pero el que motoriza la trama y al que el guionista más le interesa explorar es a Alan. ¿Se podía contar esta misma historia de un modo más simple, menos afectado? Obviamente que sí, pero en una de esas era un embole. Así como está, Felicidad ofrece una dosis muy bien equilibrada entre introspección, misterio, acción y momentos más oníricos, más bizarros, más davidlyncheanos.
Este aspecto más surreal encaja perfecto con la propuesta estética que suelen tener las historietas en las que Pedro Mancini dibuja sus propios guiones. Y se nota que el dibujante se sintió cómodo en su incursión por este mundo imaginado por Connelly. Lo único a lo que me costó mucho acostumbrarme es a ver a Mancini dibujando expresiones faciales. El estilo de Pedro se basa mucho en la síntesis, y en esa búsqueda, suele prescindir de los rasgos faciales para mostrarnos rostros básicamente inexpresivos, que tienen mucho sentido en la mayoría de sus historias. El guión de Felicidad, en cambio, le otorga mucho protagonismo a las expresiones faciales y al principio esos primeros planos que dibuja Pedro me hicieron un poco de ruido. Después me acostumbré. El resto de la faz gráfica es impecable, con personajes y fondos muy bien diseñados, con muchos logros en la composición de las viñetas y el armado de las secuencias. Una obra muy recomendable, seas fan de Connelly, de Mancini, de ambos, o incluso de ninguno de los dos.
Y hasta acá llegamos por hoy. Parece que se cancela el viaje a Santiago del Estero que tenía previsto para este finde, así que es probable que en los próximos días tenga tiempo de sobra para leer material y escribir reseñas. La seguimos pronto.
Published on November 28, 2018 18:24
November 26, 2018
LUNES DE SUPERHEROES EXTRAÑOS

Enigma es un comic para el que Grant Morrison escribió el prólogo, pero estoy seguro de que le hubiese gustado escribir el guión. El autor real es Peter Milligan, y sí, es un guión re-morrisonesco. Hoy poca gente registra a Enigma, porque es algo que hace mucho que no se hace: un comic de superhéroes 100% para adultos, generado en el sello Vertigo. Ya hace varias décadas que nadie relaciona a Vertigo con los superhéroes, pero hace 25 años, cuando el sello era joven, habia espacio para proyectos como este, que aún hoy rankea entre las obras más interesantes del gran Peter Milligan.
Enigma tiene todo: gran argumento, grandes diálogos, escenas de tremenda fuerza dramática, una intriga que no para de crecer, personajes construidos de manera magistral, giros impredecibles, juegos metacomiqueros y muchísima emoción. Ah, y como es un comic para adultos, tiene mucha violencia, puteadas y sexo, en este caso entre varones. Milligan conduce este freakshow con mano maestra, y rápidamente te mete adentro, te hace partícipe y logra que te olvides de algunos saltos medio brutales en la lógica de la historia. De a poco se impone (en un marco a priori realista) una lógica de comic de superhéroes raro, quizás con más puntos en común con un experimento limado de Steve Ditko que el Shade the Changing Man del propio Milligan. Y lo mejor es que funciona perfecto, incluso leído aún hoy.
No nombré todavía al dibujante, que es otro monstruo sagrado: Duncan Fegredo, que acá se zarpa como nunca. Olvidate de ese Fegredo más prolijo, más careta, de series como Millennium Fever, o de ese Fegredo más mignolesco que vimos durante su paso por Hellboy. Este es un animal salvaje, una bestia desbocada que te impacta con su dinamismo y su visceralidad, con esas manchas negrastremendas, con esos coqueteos con el grotesco, con esas rayitas excesivas tipo Nicolás Brondo… Un trabajo tan demoledor que es como descubrir a un nuevo Duncan Fegredo, con todo lo que eso significa. Lamentablemente, esto fue coloreado por Sherilyn Van Valkenburgh de un modo definitivamente criminal. Necesito urgente una edición de Enigma recoloreada, o en majestuoso blanco y negro.

Este primer tramo es atrapante, en parte por la decisión (arriesgada y sabia por igual) de contar la historia de atrás para adelante. O sea, recién en el último tercio de Manta te enterás cómo catzo encaja esta historia con lo que habíamos visto en Iceberg. Y por supuesto, si leiste Iceberg la respuesta te sorprende muy gratamente. Además los diálogos (punto altísimo de Iceberg) mantienen el excelente nivel de la “precuela”.
Donde Manta no llega ni cerca del nivel de Iceberg es en la faz gráfica. En vez de un dibujante hay tres, y ninguno arrima a la calidad de Alessio Rossino. El más flojito es el primero (Cristian Cassani) y los otros dos son dibujantes a los que ya vimos en el blog: Daniel Mendoza y Nacho Lázaro, artistas correctos, sin tropiezos en la narrativa, a los que quizás les falta un poco más de identidad visual, de diferenciarse un poco más de la estética hegemónica del mainstream yanki. De todos modos, ninguno de los tres es un croto, ni mucho menos.
Realmente no me imaginé que Manta me iba a gustar tanto, pero por suerte así fue. Espero ansioso el Vol.2.
Y ya fue, me voy a dormir, que mañana tengo un día bravísimo. Gracias a todos los que se acercaron a saludar en La Costa Comics y vuelvo pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
Published on November 26, 2018 18:51
November 22, 2018
TRASNOCHE DE JUEVES
Tarde pero seguro, encontré un ratito para sentarme a escribir las reseñas de los últimos dos libros que me devoré.
Empiezo con Gilgamesh: El Origen, la reedición de los primeros 14 episodios de esta serie creada por el gran Lucho Olivera en 1970 para la revista D´Artagnan. Esto arranca con esas ocho famosas páginas a las que Robin Wood convertiría en un montón de episodios alucinantes, cuando la serie se rebootea en 1980. Pero en rigor de verdad, no son muchos más los puntos de contacto con la versión de Gilgamesh que vimos en las reseñas del 20 y 28 de Octubre de 2017. En esta primera versión, el dibujo de Olivera está mucho menos inspirado, repleto de páginas de 12 ó 13 viñetas microscópicas en las que dibujo y texto se disputan un espacio muy escaso. La acción está desenfatizada… cuando está, porque en unos cuantos episodios no hay acción.
Las aventuras de Gilgamesh no son exactamente aventuras: son las crónicas de un tipo que simplemente no puede morir, entonces en vez de vivir, dura. Esto era algo muy atípico en la historieta argentina de principios de los ´70: aventuras casi sin conflictos, donde el protagonista recorre distancias colosales y subsiste a lo largo de siglos y milenios, prácticamente sin sobresaltos. ¿Qué nos quería contar Olivera con esta serie? Imposible determinarlo con certeza, pero mi sensación es que quería hablar sobre el destino de la Humanidad, sobre cómo ciertas decisiones pueden modificar el devenir de la especie humana en este y otros planetas. Así es como en Gilgamesh vemos más ajedrez que machaca, más reflexión metafísica que acción física, más encrucijadas éticas que luchas con enemigos.
Una vez que te acostumbrás a lo extraño que es todo esto (dentro y fuera de una revista de Columba de 1972-73), la saga te empieza a atrapar. Los últimos cuatro episodios del tomo ya no los escribe Lucho, sino que están a cargo de Sergio Mulko (como el tomo de Gilgamesh que vimos el 27/09/12). El primero de los cuatro de Mulko, “Jornada de Guerra en Ammeru”, es el que menos me gustó de todo el libro. El mejor dibujado me parece que es “El Cerebro” (el único publicado a color) y el mejor escrito es –acá no tengo dudas- “La Ballesta del Cazador”, que es donde Olivera logra el equilibrio más fino entre introspección, construcción de personajes y sucesos que hagan avanzar a la trama. Tengo sin leer el tomo que le sigue a este, así que pronto habrá más Gilgamesh, acá en el blog.
Me voy ahora a 1999, cuando DC publica los tres libritos prestige de Doctor Mid-Nite, que leí en su momento y ahora redescubrí gracias a que conseguí el TPB. Esta es otra obra rara, que originalmente iba a estar protagonizada por el Dr. Mid-Nite de los ´40, después iba a ser un Elseworlds y al final terminó por presentar a una nueva iteración del personaje, en principio demasiado parecido a Charles McNider, pero que después (en buena medida gracias a que Geoff Johns y James Robinson lo suman a la JSA) tendrá una impronta más personal, más original.
Los manoseos editoriales de los que fue víctima nos dan margen para perdonarle a esta obra de Matt Wagner y John K. Snyder III algo que sería imperdonable en cualquier saga donde se presenta a un “legacy hero”: Pieter Cross, el nuevo Dr. Mid-Nite, no tiene NINGUN punto de contacto con el original. Nunca se encuentran, viven en distintas ciudades, no comparten personajes secundarios ni villanos, de hecho a Charles McNider no se lo nombra nunca, en casi 150 páginas de historieta. Es cierto que el Dr- Mid-Nite original siempre tuvo pocos fans y ponerlo en un rol importante en el origen de un sucesor no era garantía de vender más ejemplares, pero hubiese estado bueno algo (una mención, un guiño) que conectara al lector con la versión clásica del personaje.
El argumento, en general, es bastante decepcionante. Lo único atractivo es cómo Wagner baja línea socio-política, como se anima a indagar en las desigualdades sociales que genera el capitalismo salvaje, con una mega-corporación en el (ya muy obvio) rol del villano y varios personajes secundarios importantes tomados de esta subcultura de las márgenes donde se hacinan los excluídos. El resto, el conflicto en sí, la ordalía que debe atravesar Pieter Cross para derrotar a los villanos, es más de lo mismo al punto de que por momentos me aburrió.
Por suerte el debut de este nuevo Dr. Mid-Nite tiene un as imbatible que es el dibujo de John K. Snyder III. Responsable absoluto de que esta miniserie anunciada para 1994 viera la luz recién en 1999, Snyder dejó la vida en cada una de estas páginas y creo que después no volvió a publicar historietas hasta mediados de este año. En la faz gráfica de Doctor Mid-Nite tenemos lo mejor de ambos mundos: Snyder combina la narrativa típica de un comic de Matt Wagner (ajustada, sólida, con yeites vanguardistas) y el despliegue visual, el vuelo (más pictórico que gráfico) de un Bill Sienkiewicz. Y lo mejor es que funciona. Todo lo que no me cautivó el guión de Wagner, me volvió loco el dibujo de Snyder, con esos climas, esos planos detalle, esos encuadres raros, esos fondos devastadores y ese lápiz desbordante de virtuosismo, a distancias siderales de lo que vimos hace poquito (24/08/18) en un TPB del Suicide Squad. Ni hace falta decir que el trabajo del dibujante justifica por sí solo la compra de este TPB. Y si descubriste a Pieter Cross en la mejor época de la JSA, no está mal conocer su origen de la mano de sus creadores.
Dudo que vuelva a postear antes del lunes, así que buen finde para todos y nos cruzamos con los que se acerquen a saludar en La Costa Comics (Santa Teresita), donde voy a estar sábado y domingo. Ci vediamo.

Las aventuras de Gilgamesh no son exactamente aventuras: son las crónicas de un tipo que simplemente no puede morir, entonces en vez de vivir, dura. Esto era algo muy atípico en la historieta argentina de principios de los ´70: aventuras casi sin conflictos, donde el protagonista recorre distancias colosales y subsiste a lo largo de siglos y milenios, prácticamente sin sobresaltos. ¿Qué nos quería contar Olivera con esta serie? Imposible determinarlo con certeza, pero mi sensación es que quería hablar sobre el destino de la Humanidad, sobre cómo ciertas decisiones pueden modificar el devenir de la especie humana en este y otros planetas. Así es como en Gilgamesh vemos más ajedrez que machaca, más reflexión metafísica que acción física, más encrucijadas éticas que luchas con enemigos.
Una vez que te acostumbrás a lo extraño que es todo esto (dentro y fuera de una revista de Columba de 1972-73), la saga te empieza a atrapar. Los últimos cuatro episodios del tomo ya no los escribe Lucho, sino que están a cargo de Sergio Mulko (como el tomo de Gilgamesh que vimos el 27/09/12). El primero de los cuatro de Mulko, “Jornada de Guerra en Ammeru”, es el que menos me gustó de todo el libro. El mejor dibujado me parece que es “El Cerebro” (el único publicado a color) y el mejor escrito es –acá no tengo dudas- “La Ballesta del Cazador”, que es donde Olivera logra el equilibrio más fino entre introspección, construcción de personajes y sucesos que hagan avanzar a la trama. Tengo sin leer el tomo que le sigue a este, así que pronto habrá más Gilgamesh, acá en el blog.

Los manoseos editoriales de los que fue víctima nos dan margen para perdonarle a esta obra de Matt Wagner y John K. Snyder III algo que sería imperdonable en cualquier saga donde se presenta a un “legacy hero”: Pieter Cross, el nuevo Dr. Mid-Nite, no tiene NINGUN punto de contacto con el original. Nunca se encuentran, viven en distintas ciudades, no comparten personajes secundarios ni villanos, de hecho a Charles McNider no se lo nombra nunca, en casi 150 páginas de historieta. Es cierto que el Dr- Mid-Nite original siempre tuvo pocos fans y ponerlo en un rol importante en el origen de un sucesor no era garantía de vender más ejemplares, pero hubiese estado bueno algo (una mención, un guiño) que conectara al lector con la versión clásica del personaje.
El argumento, en general, es bastante decepcionante. Lo único atractivo es cómo Wagner baja línea socio-política, como se anima a indagar en las desigualdades sociales que genera el capitalismo salvaje, con una mega-corporación en el (ya muy obvio) rol del villano y varios personajes secundarios importantes tomados de esta subcultura de las márgenes donde se hacinan los excluídos. El resto, el conflicto en sí, la ordalía que debe atravesar Pieter Cross para derrotar a los villanos, es más de lo mismo al punto de que por momentos me aburrió.
Por suerte el debut de este nuevo Dr. Mid-Nite tiene un as imbatible que es el dibujo de John K. Snyder III. Responsable absoluto de que esta miniserie anunciada para 1994 viera la luz recién en 1999, Snyder dejó la vida en cada una de estas páginas y creo que después no volvió a publicar historietas hasta mediados de este año. En la faz gráfica de Doctor Mid-Nite tenemos lo mejor de ambos mundos: Snyder combina la narrativa típica de un comic de Matt Wagner (ajustada, sólida, con yeites vanguardistas) y el despliegue visual, el vuelo (más pictórico que gráfico) de un Bill Sienkiewicz. Y lo mejor es que funciona. Todo lo que no me cautivó el guión de Wagner, me volvió loco el dibujo de Snyder, con esos climas, esos planos detalle, esos encuadres raros, esos fondos devastadores y ese lápiz desbordante de virtuosismo, a distancias siderales de lo que vimos hace poquito (24/08/18) en un TPB del Suicide Squad. Ni hace falta decir que el trabajo del dibujante justifica por sí solo la compra de este TPB. Y si descubriste a Pieter Cross en la mejor época de la JSA, no está mal conocer su origen de la mano de sus creadores.
Dudo que vuelva a postear antes del lunes, así que buen finde para todos y nos cruzamos con los que se acerquen a saludar en La Costa Comics (Santa Teresita), donde voy a estar sábado y domingo. Ci vediamo.
Published on November 22, 2018 20:46
November 19, 2018
LUNES DE MAGIA Y CALOR

Arranco en España a mediados de los ´80, cuando el maestro Josep María Beá realiza la extraña historieta conocida como La Muralla. A priori, parecía una obra muy atractiva, y como la vi barata no dudé un segundo en comprarla. Pero a medida que la iba leyendo, se me deshizo en las manos, se me escurrió como un puñado de arena, hasta que cuando llegué a la última página me quedaba sólo la nada misma. Hasta el dibujo es inconsistente: hay páginas donde Beá te masacra con unos dibujos al nivel de sus mejores trabajos, y otras donde aparecen choreos hiper-obvios a Hugo Pratt, viñetas dibujadas así nomás porque están cubiertas en un 70% por texto… y cuando aparece de la nada esa mujer (una buscona cuya única función en la trama es abrirse de gambas) Beá cambia de estilo y ensaya una mezcla entre realismo y línea clara, algo que le salía muy bien a Milo Manara, pero no al autor español. Todo esto sin llegar a lo peor que tiene la faz gráfica, que es el color. En este rubro, Beá acierta las pocas veces que trata de reproducir esas tonalidades sutiles que usaba Moebius, pero después te tira esas páginas todas engamadas en violetas, verdes o rosas, que son un horror cuasi-columbístico.
El guión también es flojo, errático, caprichoso, a años luz de esos hermosos mecanismos de relojería que construyera Beá en Historias de Taberna Galáctica. Lo único divertido es cuando los diálogos se tornan repentinamente groseros. Ahí el autor me sorprendió y me sacó varias sonrisas. El resto es una aventura con estructura clásica, interrumpida con flashbacks al pasado del protagonista que no revisten ningún interés, escenas oníricas que no responden a ninguna necesidad del argumento, y un par de volantazos demasiado bizarros. Me quedo con las historias cortitas que vienen al final, a modo de complemento, donde los guiones no tienen ni la más mínima pretensión, pero el dibujo de Beá explota con una fuerza expresiva y una destreza técnica que no se ve ni a palos en las páginas de La Muralla.

Lógicamente hay un muy buen manejo de la narrativa, para que todas esas secuencias mudas impacten y emocionen al lector, y para eso es fundamental el trabajo del dibujante. Con una línea sencilla, limpita, y un manejo del color alucinante, Alessio se pone al hombro casi todas las secuencias de Iceberg y despliega planificaciones muy logradas, con mucho énfasis en el timing, en ese tiempo que corre y que pone nervioso al lector a medida que se complica más la situación de Bruno, este “Mister Miracle subacuático” al que le toca pasarla bastante mal.
Y si bien Iceberg llega a un final contundente (y muy satisfactorio), algo pasa como para que otra historieta de Mazzeo y Crenovich retome a Manta, el enmascarado acuático que protagoniza esta historia. Prometo leer y reseñar muy pronto el primer librito de Manta, donde tengo entendido que los autores ensayan un relato episódico, bastante más extenso que este promisorio debut que vimos en Iceberg.
Nada más, por ahora. Muchas gracias a todos los que se acercaron a saludar en Dibujados (a felicitar por el blog, el canal de YouTube o los podcasts) y nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas.
Published on November 19, 2018 18:45
November 16, 2018
DOS DE VIERNES

Arranco en 2014, con El Sabueso y Otras Historias, un librito editado por Ivrea (España) que reúne tres adaptaciones al comic de cuentos de H.P. Lovecraft realizadas por el mangaka Gou Tanabe. A esta altura, es difícil que un historietista nos sorprenda con una versión gráfica de un cuento de Lovecraft, porque es algo que ya se hizo demasiadas veces. De hecho, me sumergí en el libro de Tanabe con imágenes muy potentes en la cabeza, que provenían de la versión de El Sabueso que hizo hace como 20 años el maestro Horacio Lalia. Pero acá hay dos elementos muy atractivos: 1) nunca había visto a un mangaka adaptar a Lovecraft, y 2) Gou Tanabe es un dibujante prodigioso, algo así como el Salvador Sanz japonés, un grosso absoluto en el manejo de los climas oscuros, los detalles demenciales en los fondos, el trabajo con los grises… Visualmente estas versiones son realmente alucinantes, sin nada que envidiarle a las mejores adaptaciones del gran H.P. a la historieta.
Tan bien dibuja Tanabe que no me irritó en lo más mínimo que estirara El Sabueso a lo largo de 60 páginas (Lalia la despachó en 14), ni que moviera la ambientación de El Templo de la Primera Guerra Mundial (la que recién había terminado cuando Lovecraft inicia su etapa más prolífica en materia de relatos de terror) a la Segunda Guerra Mundial. El Templo, contada en 62 páginas con poquísimo texto, sí se me hizo un poco pesada, aunque lo interesante es dejarse subyugar, o incluso asfixiar, por el clima que Tanabe va conjurando a través de todas esas secuencias mudas.
El tercer relato, La Ciudad sin Nombre, se desarrolla en sólo 32 páginas y acá Tanabe no tiene mucho margen para tirar magia y probar cosas raras. Es una historia casi sin conflicto, donde el atractivo es cómo exploramos (a través de los ojos del protagonista) un lugar que se va tornando cada vez más imposible, más extraño, más ominoso. Y Tanabe no escatima absolutamente nada a la hora de dibujar decorados complejísimos, paisajes surreales y criaturas asombrosas, siempre a tono con la oscuridad del cuento de Lovecraft. Creo que es la adaptación que más me cerró de las tres.
Recomiendo mucho El Sabueso y Otras Historias a los fans de Lovecraft, y anoto a Gou Tanabe en la lista de los mangakas a seguir hasta el fondo la cripta más nauseabunda.

Minaverry nos cuenta que (al igual que los genocidas del Proceso) los nazis robaron bebés polacos de las familias judías a las que mandaron a los campos de concentración y los “germanizaron”. Los entregaron a familias alemanas que los criaron como si fueran sus propios hijos, por supuesto ocultándoles su verdadera identidad. Dora descubre que su amiga Lotte es una de estas hijas “germanizadas”, decide contarle la verdad, y le ofrece encontrarse con su verdadera familia (o lo que quedó de ella tras el holocausto). El conflicto es ese, el que conocemos los que seguimos el trabajo de las Abuelas: devolverle la identidad a una chica después de más de 20 años no es algo sencillo, hay un vínculo con sus apropiadores que no se puede soslayar y además insertar a una chica de veintipico en una familia que no la conoce tampoco es una boludez. Pero en Malenki Sukole todo esto se da de modo muy armónico, muy natural, sin que vuele una sola cachetada, sin tiros, ni persecuciones ni escenas más cercanas a una película de espías. Si no fuera porque está todo narrado de un modo muy efectivo, con Minaverry apostando fuerte a emocionar al lector (que puede o no captar la analogía con lo que pasó y pasa en nuestro país), la trama se puede hacer un poco aburrida, sobre todo porque el disparador de la misma aparece recién en la página 27.
Por suerte a Minaverry no se le escapa el hecho de que escribió una novela de 120 páginas de gente hablando (o viajando, o pensando) y se esmera como nunca en el dibujo, que alcanza un nivel realmente extraordinario. Excepto por Lotte (que parece Pepe Sánchez disfrazado de mujer) el resto de los personajes tienen un trabajo exquisito en las expresiones faciales y en el lenguaje corporal. Minaverry va hacia una línea más gruesa, con más presencia de la mancha negra (en parte, me imagino, para suplir la falta de color) y logra una estética que me remitió de inmediato a la de Jacques Tardi. Y claro, a Dora la dibuja mucho más linda que una “chica Tardi promedio”, como si los lápices del maestro francés fueran entintados por dibujantes yankis “de chicas lindas” tipo Terry Dodson, Adam Hughes o Frank Cho. Por supuesto los paisajes, vehículos, peinados y ropa que vemos en Malenki Sukole están milimétricamente tomados de la realidad de 1964, en un laburo de reconstrucción de época tan titánico como el que había mostrado Minaverry en los tomos anteriores. A un comic dibujado a este nivel, ya ni me caliento en pedirle conflictos más explosivos o escenas más impactantes.
¡Volvemos pronto con nuevas reseñas, y nos vemos el domingo y el lunes en Dibujados!
Published on November 16, 2018 18:52
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