Álvaro Bisama's Blog, page 15
December 20, 2017
¿Qué defender en educación?
Los programas de gobierno, en general, se destacan por sus propuestas. Lo que se busca en estos son ideas nuevas, innovaciones, miradas diferentes, cambios. Terminada la campaña, una administración nueva debe preocuparse de implementar su agenda, pero también de resguardar y potenciar lo que ya existe y es valioso para su proyecto. ¿Qué debe proteger el Presidente electo en educación?
Primero, se debe defender la idea general de que el Estado financia y apoya preferentemente a las personas para que se eduquen, o dicho de otra manera, el financiamiento a la demanda. Esto se materializa, de manera muy concreta, en la subvención escolar. La lógica de la subvención es simple: consiste en que para asegurar que todos los ciudadanos elijan dónde y cómo educar a sus hijos, el Estado entrega un monto de dinero determinado al establecimiento educacional que ellos determinen. Los establecimientos que sean preferidos, y logren retener a los estudiantes, reciben financiamiento. Los que no, lo pierden. Desde algunos sectores políticos ha surgido la idea de financiar directamente a las escuelas, en base a variables como metros cuadrados, si son públicas o privadas, o su ubicación. Argumentan que esto aseguraría mejor el derecho a la educación. Pero la verdad es que todas esas variables pueden incorporarse a la lógica de la subvención: en efecto, la subvención escolar preferencial entrega más recursos a los estudiantes que por su origen socioeconómico requieren mayores recursos para lograr los aprendizajes. Asimismo, la deserción es aún un problema muy grave en la educación media, y la subvención por asistencia es una forma de mantenerla a raya. El financiamiento a la oferta no es solo más ineficiente, si no que tiende a crear grupos de interés, agrupados alrededor de esta fuente segura de recursos, más preocupados de asegurarse una tajada antes que de lograr que los estudiantes asistan y aprendan.
Vale decir que esto también es aplicable a la educación superior: becas y créditos, que tienen las virtudes del financiamiento a la demanda, deben protegerse frente a la presión creciente del CRUCH y las universidades estatales por mayores fondos basales. Aquí aplica la máxima de “no hay mejor defensa que un buen ataque”: deben reforzarse activamente los programas de becas, asegurándose la eliminación de toda discriminación arbitraria entre estudiantes de igual vulnerabilidad, y mejorando sustantivamente el sistema de créditos. Esto último fue una propuesta de ambas candidaturas.
Segundo, se debe defender el principio de pesos y contrapesos que había sido central en las políticas públicas de los gobiernos anteriores. Dada la dimensión política y polémica de la educación, y la importancia de proteger la libertad de enseñanza y la autonomía de los establecimientos, las instituciones públicas dedicadas a implementar políticas educativas (Ministerio de Educación, Agencia de Calidad, Superintendencia, Consejo Nacional de Educación, Comisión Nacional de Acreditación, entre otros) se controlan mutuamente mediante un sistema de “chequeos” administrativos considerados en la ley, de manera que ninguna autoridad ni institución tiene el control total y centralizado sobre el sistema educacional. Para dar un ejemplo corto: el número y frecuencia de las pruebas Simce la propone el Ministerio de Educación, en base a un informe de la Agencia de Calidad de la Educación, pero debe ser aprobada por el Consejo Nacional. Esto aumenta la burocracia pero permite que las decisiones de política educativa no se concentren en una sola autoridad política, ni se tomen arbitrariamente o de manera poco transparente. Particularmente en Educación Superior, esta lógica fue abandonada por el gobierno saliente, proponiendo siempre la concentración total e indisputada de atribuciones en la Subsecretaría de Educación, incluso quitándole atribuciones que les son propias a las universidades. Este tipo de propuestas disminuyen la autonomía de las instituciones y consolidan un poder omnímodo del Estado, cuyas consecuencias son frecuentemente la homogenización, la arbitrariedad y la captura política.
El nuevo gobierno enfrentará importantes desafíos en educación. Sin embargo, con la misma fuerza con que buscará implementar sus propuestas, debe proteger los principios que sustentan los éxitos y virtudes del sistema educativo chileno.
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Mujeres al banco
Me molesta. Me deprime. Me enfurece. Me hace retroceder. Me lleva a la prehistoria. En Chile aún se cuestiona que una mujer pueda dirigir un equipo de fútbol profesional. Ni siquiera se habla de capacidad, sólo se cuestiona la incomodidad de los jugadores con una mujer en el vestuario. No se evalúa idoneidad, talento, suficiencia, experiencia, sabiduría… Se cuestiona el género.
En un país que tiene una Presidenta mujer, ministras mujeres, gerentes mujeres, afloran algunos trogloditas con huesos en las manos que cuestionan que una pueda ser técnico de fútbol. Entrenadores, por supuesto hombres, dijeron: “Chile no está preparado”, “todo lo que le gritarían desde la tribuna será terrible”, “no podrán entrar al camarín”, “los jugadores no la respetarán”… Puras estupideces,declaraciones añejas, sin base y anacrónicas. La aptitud no se determina por el género. La tasación no se decreta por ser hombre o mujer. La medición es por la competencia y no por el sexo predominante.
No sé si será la entrenadora oficial o será parte del cuerpo técnico de Morning, pero Paula Navarro tiene todas las cualidades para asumir un rol clave. ¿Por ser mujer no podrá dirigir un plantel? ¿Por ser mujer no sabrá de fútbol? ¿Por ser mujer no podrá comandar un grupo de futbolistas? Tantas tonteras que hay que oír y tanto técnico que cuida su parcela por miedo de la invasión a su puesto de trabajo.
El espacio hay que entregarlo y Nasur lo entendió como corresponde, apegado a los tiempos y a la justicia. Paula Navarro estudió educación física, hizo el curso de técnico deportivo, en 2011 se graduó como entrenadora del INAF, realizó cursos de sicología deportiva, posee certificaciones avaladas por la FIFA, es técnico de futsal, suma 13 años ligada a Santiago Morning, siempre involucrada con las divisiones del fútbol joven y femenino, además de desarrollar pasantías en el Madrid y el Barcelona. No por todos los libros leídos y las horas de cancha será brillante, pero la puerta se le debe abrir. Sólo espera el anuncio final para verbalizar sus ideas como jefa o como subalterna.
Que el problema sea verlos desnudos en el camarín y que lpierdan su intimidad es no comprender nada. Hace años que los técnicos tienen su camarín separado. Argumentar que su presencia restringirá la libertad del jugador es una torpeza. Que se llame Hernán o Paula no define nada. No nacer con una pelota bajo el brazo no te hace incapaz. Mídanlas con la misma vara que al hombre, pero las oportunidades deben ser iguales. Mujeres, bienvenidas al banco.
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¿Qué podemos esperar en materia tributaria del nuevo presidente electo?
Con un 54,57% de los votos escrutados, el candidato líder de la nueva coalición de centroderecha, Sebastián Piñera, logró imponerse en la segunda vuelta presidencial frente al candidato de la agrupación oficialista de centroizquierda de la Fuerza de la Mayoría, Alejandro Guillier. De esta forma, el triunfo del ex Presidente de la República y ex Senador de RN, marca su retorno a la Moneda por el periodo 2018 – 2022.
Habiendo finalizado las celebraciones en el comando del presidente electo, y siendo asumida la derrota por quienes apoyaban a Alejandro Guillier, urge desde ya que el nuevo gobernante de nuestro país por los próximos cuatro años comience a trabajar en el cumplimiento de las ambiciosas propuestas planteadas en su programa de gobierno.
Siendo el lineamiento general de su programa presidencial buscar en el corto y largo plazo la forma de revertir el panorama actual en materia económica en nuestro país, – la tasa de ahorro en Chile ha llegado al nivel más bajo de los últimos 25 años y el crecimiento económico se desaceleró promedio 2% en 4 años –, se vuelve necesario conocer cuáles serán las principales propuestas en materia tributaria que serán impulsadas en el próximo gobierno, y que pretenden revertir esta situación.
Como primera medida, se espera hacer converger gradualmente la tasa del Impuesto de Primera Categoría a los niveles promedio de la OCDE, esto es, rebajar dicho impuesto desde un 27%, que dejó la reforma tributaria, a un 25%.
Con respecto a la reforma tributaria, impulsada en el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, y siendo el presidente electo uno de sus principales detractores, pretende que se reintegre de manera gradual el impuesto a nivel de empresas con los impuestos pagados por las personas. Asimismo, podremos esperar que se reduzca y simplifique la carga administrativa asociada a la misma, especialmente para las Pymes, otorgando de esta forma mayor seguridad jurídica tanto para las empresas como para las personas.
Por otro lado, dentro de las propuestas en materia de franquicia tributaria de capacitación -Sence- que compartía con su contendiente Alejandro Guillier, podemos esperar que se mejore la oferta de estos programas y que se modifique la misma, haciendo que el descuento del gasto en formación deje de ser un derecho de las empresas para ser un beneficio condicionado por los resultados de las capacitaciones.
Con respecto a la industria de la información, se comprometió a apoyar su desarrollo eliminando distorsiones tributarias que frenan el desarrollo de la misma, como lo son el Impuesto a las Ventas y Servicios a la exportación de servicios y el impuesto a la importación de software, mientras que en inversión turística estableció, de manera generalizada en su programa presidencial, que pretenderá activar incentivos tributarios que tiendan a la inversión turística en las zonas aisladas de nuestro país.
Otra de las medidas que se prometió cumplir tiene que ver a propósito de los órganos de la administración tributaria, comprometiéndose a definir niveles de autonomía para el SII, y a aumentar los recursos de libre disposición de los municipios mediante la mejora de normas legales y reglamentarias que faciliten la recaudación de impuestos y derechos municipales, creando además una franquicia tributaria para donaciones a municipios y regiones destinadas a inversión o programas en beneficio de la comunidad.
Como vemos, si bien el panorama parece prometedor en términos generales, convenciéndonos de que tendremos un sistema tributario más justo y simple, que estimule el crecimiento, el empleo, el emprendimiento y la inversión, tendremos que esperar a ver cómo estas buenas intenciones logran implementarse en la práctica.
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December 19, 2017
Aprender
Es posible que algunas elecciones se puedan definir por algún hecho particular de alto impacto mediático. Es lo que ocurrió, probablemente, con las elecciones españolas de 2004 en las que la precipitación irresponsable con que el gobierno conservador de Aznar culpó a la ETA del atentado terrorista de Atocha -ocurrido a escasas 72 horas de las elecciones-, le pudo haber costado al PP las decenas de miles de votos madrileños que le dieron el triunfo definitivo al PSOE. Concedo, además, que en la sociedad de las comunicaciones globales instantáneas un hecho espectacular (verdadero o fake news) puede, en cosa de minutos, influir muy fuertemente sobre la voluntad de cientos de miles. Mi impresión, sin embargo, es que normalmente los resultados de las votaciones populares responden a un conjunto múltiple de factores, donde los más relevantes han venido desarrollándose, para bien o para mal, por meses o incluso años.
Entiendo que existen los que piensan que el eficaz desempeño de Piñera en el debate del lunes puede explicar parte del resultado. Son los mismos que creen que el triunfo del No el 5 de Octubre se debe, principalmente, al talento de los artífices de la franja de la “Alegría ya viene” (esa tesis tiene hasta una película). En lo que a mí respecta, sin embargo, siempre será más productivo examinar los fenómenos sociales y políticos más profundos.
Puestas así las cosas, las dificultades de fondo de la centroizquierda no se explican por las supuestas, o reales, debilidades del candidato Guillier. Tampoco derivan de la incapacidad de haber articulado, en su momento, una primaria y unas listas parlamentarias comunes. Ni menos, aún, pueden ser imputadas a la astucia con que una parte de la derecha ensayó una posmoderna minicampaña del terror (“Chilezuela”). Las anotadas pueden ser circunstancias a considerar, pero ni siquiera todas juntas alcanzan a capturar el corazón del problema.
Si Piñera ganó fue, principalmente, porque los sectores que le apoyan llevan casi tres años seguidos trabajando seriamente por ofrecer una alternativa creíble al país. “Chile Vamos”, de cuyo nombre enigmático tantos nos reímos (¿Pa´donde vamos?), se las ha arreglado para enfrentar de manera cohesionada las tareas de la oposición, la denuncia, la campaña municipal del año 2016 y luego la selección de un abanderado. Ahora bien, si pudieron trabajar unidos fue porque, antes, coincidieron en un diagnóstico básico: ¿A quién le hablan? (a la clase media) y ¿qué le ofrecen? (crecimiento). Muy difícilmente, en el Chile de hoy, podía competir con esa simple propuesta un campo progresista donde los refundacionalistas, los revolucionarios y los confundidos terminaron por arrinconar a los reformistas moderados.
La derrota del domingo debe ser el detonante para un proceso de reflexión autocrítica (no para la pasada de cuentas). Y así podrá ser verdad para la centroizquierda la enseñanza del sabio Maestro Yoda en la última Star Wars: “El mejor maestro …el fracaso es”.
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El desafío
Piñera y la centroderecha han obtenido una contundente victoria en el balotaje presidencial. La ciudadanía se ha manifestado rechazando la extremada ideologización izquierdista y a su concreción práctica a través de la “retroexcavadora”. Parece, al mismo tiempo, haber valorado las propuestas de cambios graduales que pueden conducir a que Chile sea una patria mejor y más justa para todos. Y ha confiado la tarea correspondiente a un líder experimentado y capaz. Concluida con éxito la etapa de campaña, a contar del 11 de marzo próximo recién se iniciará en plenitud el verdadero desafío para el nuevo gobierno. Éste se prevé mayor.
En primer lugar, será preciso generar las condiciones para fortalecer la unidad nacional. Ella se ha ido deteriorando progresivamente en los últimos años, en gran medida por la radicalización de posiciones al interior del actual gobierno y de la Nueva Mayoría, por el crecimiento a expensas de esta última del Frente Amplio y por los efectos del mal ambiente que predominó en la disputa electoral. Este noble propósito se avizora además altamente práctico, teniendo en consideración que para avanzar en sus metas el gobierno entrante se verá forzado a recurrir a amplios consensos y acuerdos parlamentarios. Para ello, requerirá previamente mantener aunadas sus propias fuerzas. Existen entre ellas importantes coincidencias, pero también notorias divergencias (la denominada “agenda valórica” constituye un ejemplo claro -no único- al respecto). En este sentido, la conformación del gabinete y la posterior instalación en el Poder Ejecutivo representarán hitos iniciales que habrá que estudiar e implantar cuidadosamente, acudiendo a las lecciones aprendidas en 2010.
Paralelamente, tendrán que ser adoptadas las medidas necesarias para generar confianza y reactivar la actividad económica. Aumentar las tasas de crecimiento de la alicaída economía nacional es un imperativo ineludible ante cualquier escenario razonable de desarrollo futuro del país. Seguidamente, será inevitable dar, impedir o modificar -según sea el caso- el curso a las reformas estructurales recientemente promulgadas, en trámite legislativo, o anunciadas. Las dificultades políticas, éticas, sociales y técnicas que ello comportará serán de alta complejidad, pues dicen relación directa y coetáneamente con peticiones de principios para la acción, posibilidades de financiamiento y anhelos populares, más o menos insatisfechos y posibles de ser subsanados en el corto plazo. La resolución de este intríngulis será central y atravesará todo el periodo de la segunda presidencia de Piñera. Reto que guarda estrecha conexión con las profundas transformaciones sociales que se encuentra experimentando Chile como fruto de su propia modernización y con la consecuente necesidad de conectar los resultados macroeconómicos con el impacto de los mismos en la calidad de vida de las personas, de hacer compatibles del mejor modo posible el crecimiento económico y el desarrollo humano integral, de fomentar el valor del trabajo esforzado y el mérito con una vida en comunidad que sea más equitativa y solidaria con los más débiles y desfavorecidos.
Resta mencionar una tarea crucial. Junto con la realización de un buen gobierno, preparar un legado político fundamental: la renovación de liderazgos y su proyección en sucesivos mandatos que le aseguren continuidad.
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Los ríos de lágrimas de la centroizquierda
Ayer lunes, la Juventud Socialista, después de una larga reunión donde discutieron las razones porque el pueblo chileno se equivocó eligiendo al representante del capitalismo, decidió que era hora de ir a la calle. Convocaron a un acto frente a La Moneda para dejar claro que las reformas se defienden. Un acierto fotográfico de la periodista Karina Zúñiga muestra una foto con 11 personas con cara de hastiados, un cartel artesanal que dice “Por el pueblo de Chile, defenderemos lo avanzado” y, de fondo, La Moneda solitaria. A la misma hora, bajo un halo solar, la gente llenaba las calles en busca de un regalo navideño.
El contraste entre 11 personas mostrando consignas que quedaron derrotadas pocas horas antes y la ciudad que anda frenética y pacífica en los días previos de la Navidad es símbolo gráfico de la incapacidad de la izquierda para entender la contundente derrota del pasado domingo. La manía de hablarse a sí misma muestra que la noche será más larga de lo que parece.
Ejemplo de ello es la columna del ex ministro Vidal, donde inventa el concepto del triunfo estratégico, metáfora sacada de la novela La Granja de los Animales o las largas peleas entre el Frente Amplio y la Nueva Mayoría sobre quién es el culpable de la victoria de Piñera. También se suman las teorías que los chilenos son “fachos pobres” o masas atemorizadas, entre tantas otras donde la izquierda ningunea a la ciudadanía que dice representar.
Las razones porque se gana o pierde una elección son más sencillas y empiezan desde la propia candidatura. Las malas decisiones partieron desde su origen, donde se eligió no ir a primarias y apostar por una figura sin conexión alguna con la tradición de la centroizquierda chilena de buscar avanzar construyendo acuerdos y con responsabilidad.
La sociedad chilena no ha girado ni a la izquierda, como creen varios cientistas políticos y sociólogos oficialistas, ni tampoco lo ha hecho hacia la derecha, como lloran ahora todos los que les compraron a los gurús. Simplemente, dejó de pensar en dichos ejes y elige a aquel candidato que lea mejor las necesidades de las personas.
Creyó en Bachelet en el año 2013, no porque hubiera malestar, sino porque era una persona honesta y esforzada que iba a ser capaz de hacer una gran reforma educacional, dialogando y sin descuidar el crecimiento económico. En contraste, la derecha tenía una profunda desunión, que la llevó a hacer caer varios candidatos, un serio riesgo por vinculaciones de su principal figura con cobros indebidos en el retail; con el escándalo de La Polar fresco, y la falta de un relato sobre cómo hacerse cargo de los abusos.
Ahora, Piñera tuvo en la primera vuelta y en la primera semana de la segunda una línea clara para capturar el voto de derecha y después morigeró su discurso para convencer al resto de los ciudadanos. Los errores que cometió impactaron en la élite, pero no en los electores. En contraste, el senador Guillier, frente a 44 puntos de rating, no era capaz de contestar cuánto valía su programa o qué iba a hacer con el CAE, asuntos imperdonables en Lagos o Bachelet.
A la socialdemocracia en Chile le llegó la misma enfermedad mundial. Su modelo de justicia social con crecimiento económico quedó ahogado entre la corrupción, por un lado, y el populismo de izquierda, por el otro. Quizá debieron haber aprovechado mejor la visita de Pepe Mujica y escuchar su visión de que la izquierda tenía que olvidarse del todo o nada, porque generalmente terminaba en nada.
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Conservadores y liberales
La elección del domingo, que da cuenta de un triunfo tan contundente como histórico del Presidente Piñera, también permite visualizar las contiendas que vienen al interior de “las derechas” que se preparan para ser gobierno. Una es la que enfrentará a jóvenes y “viejos”. Otra es la pelea por el liderazgo político de la coalición. Pero es la última la que, a mi juicio, requiere mayor atención: es la antigua lucha entre liberales y conservadores.
Las dos primeras son de más fácil despacho. La generacional se resuelve, como ya lo ha dicho el Presidente, con una sana mezcla de juventud y experiencia donde los jóvenes que lleguen al gabinete deben ser aquellos que, como Felipe Kast en su momento, estén interesados en permanecer en la política electoral y no simplemente volver luego a sus labores profesionales. La pugna política, a su vez, se resuelve con reglas del juego claras y parejas: que todos los competidores sepan que el gobierno no elegirá un sucesor sino que lo harán las primarias y que, en el intertanto, todos tendrán una leal influencia en las decisiones del gobierno.
Pero es la pugna entre liberales y conservadores la más compleja. Ello no solo porque la prensa goza con resaltarlas; también por razones de contenido y de liderazgo.
Respecto al contenido, la derecha liberal tiene un discurso con cierta articulación y profundidad, pero poco de eso se encuentra en la derecha conservadora. Los conservadores, desafortunadamente, se confunden con el pinochetismo o con un estatismo anticuado. Ambos son discursos que no dialogan bien con la modernidad y que debieran reemplazarse si es que el pensamiento conservador aspira a ser competitivo en el siglo XXI. Y en relación a los liderazgos, la derecha liberal aparece con figuras más influyentes ante la opinión pública y con alguna institucionalidad (partidos y centros de estudio). La derecha conservadora en cambio carece de líderes políticos influyentes en el marco ideológico y quienes han apostado a ello interpelan más bien a un nicho.
Lo complejo de todo esto es que en la medida que la derecha conservadora no se renueve, la derecha liberal aparecerá siempre con un relato político mucho más “hegemónico”. Y eso es un problema para la sostenibilidad de la alianza política que fundamenta a la centroderecha chilena: la alianza liberal conservadora.
Es evidente que esto es un desafío de largo plazo para los conservadores. Por ahora, la pregunta es qué hacer en los próximos cuatro años con una coalición integrada por conservadores y liberales que tienen muchos puntos en común y solo algunas diferencias. El camino es construir agenda de gobierno sobre los consensos del sector y no sobre los disensos. ¿Y cómo enfrentar los disensos? Es aquí donde el liderazgo de una figura como la del Presidente Piñera debe desplegarse para encontrar fórmulas de acuerdo razonable y, en última instancia, actuar como un árbitro de la deliberación legislativa.
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La advertencia de Alexis
Irónicamente, se suele despreciar la opinión de aquellos ciudadanos que parecieran ser ajenos a la praxis del mundo político. Así ocurrió semanas atrás, por ejemplo, con el ex número uno del tenis mundial, Marcelo Ríos, cuando expresó abiertamente, a través de su cuenta de twitter, su preferencia política a favor de uno de los candidatos. Los policías del pensamiento y lo políticamente correcto de las redes sociales, que se presumen moral e intelectualmente superiores, le dijeron de todo al ex jugador.
Ayer, nuevamente fue visible ese desprecio en redes sociales. El diputado Hugo Gutierrez no dudó en calificar de estúpidas a las mayorías que decidieron, soberanamente, que Piñera debía ser el futuro presidente. De seguro, al legislador comunista lo tenía estresado el constatar que no era parte de la mayoría triunfante sino de la minoría derrotada en términos electorales. Un chiste cruel sin duda para quien es parte de una coalición que se hace llamar, a estas alturas irónicamente, “Nueva Fuerza de Mayoría”.
El desprecio de Gutierrez con respecto a la mayoría de los electores no fue aislado sino generalizado de parte de quienes apoyaban la opción de Alejandro Guillier. En las redes sociales abundaban las quejas despectivas de gente con “sensibilidad social” que no duda en repudiar con desdén a aquellos votantes que no se ajustan a los cánones socioeconómicos elitistas de la izquierda. Ha sido tal la verborrea clasista contra los “fachos pobres” que no votaron como suponen las élites izquierdistas, que incluso Gabriel Boric y Jorge Sharp salieron a cuestionar tales discursos emitidos por gente bien, culta y sofisticada “con consciencia social”. Lección para la derecha en ese sentido, pues los pueblos son más razonables de lo que se presume generalmente.
Detrás de ese desprecio a los electores hay un claro sesgo antidemocrático e intolerante. Los malos perdedores, ante su “tragedia”, comienzan a prometer que romperán la pelota y tirarán piedras a la cancha y a los jugadores para impedir que siga el juego. Obviamente, si hubiera ganado Guillier estarían alabando el amplio respaldo democrático y soberano de las mayorías a sus ideas, a sus reformas y su proyecto político para Chile. Pero, como perdieron, acusan al votante de estar engañado, de ser incapaz de elegir bien o se quejan del número de rubios en Recoleta y otras boberías.
En relación a lo anterior, el gobierno de Piñera será complejo porque tendrá como contraparte a una masa de ciudadanos cuya disposición democrática es más bien precaria, utilitaria y facciosa. Hablan de democracia pero no creen en ella en ningún sentido. Por eso, ante la derrota en las urnas, se disponen a impedir el normal curso del gobierno a como dé lugar. En ese contexto, de seguro surgirán nuevos promotores de marchas y tomas por doquier, cuyo único sentido será entorpecer el proceso político bajo la excusa de la justicia social, pero cuyo fin no es otro que hacer ingobernable el entorno. La ética detrás de aquellos no es otra que la del Guasón, que lo único que quiere es ver arder la ciudad para saciar su sed de caos. Nada más. De ahí, lamentablemente, surgirán algunos que luego lograrán su cupo para ser diputados o asesores, mientras los tontos útiles que los apoyaron dañando sus propias escuelas o universidades, terminarán siendo la futura clientela que clama derechos a los privilegiados luchadores sociales en el poder.
En relación a lo anterior, la “enigmática” frase compartida por Alexis Sánchez el mismo día de la elección, que para muchos podría parecer un cliché, refleja el contraste entre una ética política responsable, de un ciudadano común, versus la retórica peyorativa de ciertos sectores de la izquierda. Claramente, a diferencia de los malos perdedores, el jugador del Arsenal apela a la ética de la responsabilidad en cuanto a la democracia y sus eventuales resultados. La idea de volar con las dos alas es una apelación a los equilibrios razonables y pluralistas que en una sociedad democrática deben existir y primar por sobre los antagonismos. Alexis, en ese sentido, da una lección de responsabilidad política a aquellos que, incluso altamente instruidos y presumiendo de animales políticos, ven la política como un juego de suma cero que se debe polarizar al extremo y en el cual es válido voltear el tablero.
Probablemente Alexis entiende mucho mejor que varios autoproclamados paladines de la justicia social, la democracia y la política, que para favorecer el desarrollo de oportunidades para las personas en una sociedad, es necesaria una política equilibrada que favorezca la gobernabilidad y la divergencia democrática, no para propiciar una especie de gatopardismo sino para propiciar cambios estables y beneficiosos para la mayor parte de los ciudadanos. Ningún ave puede volar sin una de sus alas. El problema es que algunos creen que es preferible volar en círculos que alzar el vuelo.
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Hacer grande al planeta nuevamente
“Make our planet great again” es el eslogan con el que el presidente francés Emmanuel Macron reafirmó su liderazgo en el Acuerdo de Paris sobre el cambio climático. Más allá de la alusión directa a la oposición del presidente estadunidense sobre el acuerdo, este 12 de diciembre Macron lideró el encuentro de líderes “One Planet Summit” principalmente para acelerar los pasos de implementación del acuerdo del cambio climático.
Son tres objetivos en los que el encuentro hace hincapié: La adaptación, la mitigación y la movilización de recursos para financiar las políticas publicas tanto del sector público como privado de esta manera evitar el incremento de la temperatura promedio del mundo por encima de los 2ºC.
El mundo emergente es el llamado a ser el protagonista en la realización de estos objetivos. Si hablamos de adaptación al cambio climático, la carencia en infraestructura es el principal argumento por el cual partir para generar una adaptación a fenómenos que se mostraban extremos en el pasado, y que dado el cambio climático, se ven incrementados en la frecuencia de ocurrencia. Un ejemplo por demás actual es el de Puerto Rico, una nación afectada severamente por un huracán que según el profesor Amir Jina de la Universidad de Chicago tardará en promedio 20 años en recuperar el nivel de bienestar en base a la experiencia empírica.
De igual manera, si enfocamos los esfuerzos de las políticas públicas en la mitigación el desafío se encuentra en la heterogeneidad de los diversos sistemas de tarificación del carbono. Un reciente estudio de los profesores Mehling (MIT), Metcalf (Tufts) y Stavins (Harvard) señala que en el proceso de mitigación el acuerdo de Paris logró uno de los dos requisitos importantes para su implementación que es la base de participación y ahora el desafío es lograr una ambición colectiva que permita la mitigación necesaria para lograr la meta. En este aspecto, la complementariedad de políticas ya sea de tipo fiscal como un impuesto al carbono o de manera regulatoria como un esquema de cuotas a las emisiones deben ser entendidas en una misma escala para poder ser agregadas en torno a la misma meta de reducción. Según las diversas realidades y contextos el desafío de la complementariedad permitirá una mitigación efectiva para evitar el incremento de la temperatura en el planeta.
Finalmente, la movilización de recursos financieros y humanos es el motor que permitirá la materialización de los dos objetivos anteriores. En particular, una de las señales más importantes realizadas también en esta semana, el la emitida por el Banco Mundial al parar de financiar actividades de extracción de gas y petróleo desde 2019. Además, un actor multilateral tan importante, se propone a ser el catalizador del financiamiento de obras de mitigación y adaptación siendo el puente del sector privado y los gobiernos.
Claramente, estos tres objetivos junto a los antecedentes de las agendas de desarrollo en las regiones del mundo presentan este desafío como uno de los más complejos en la historia de la humanidad. El “Hacer grande al planeta nuevamente” implica un gran esfuerzo social pero principalmente económico, donde la administración de los recursos escasos debe ser administrados lejos del populismo y en base a la evidencia y rigurosidad de los datos.
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El triunfo y el desafío
El triunfo de Sebastián Piñera fue macizo. Con más de nueve puntos de diferencia sobre Alejandro Guillier y una alta participación, dejó a la centroderecha en una posición tan elocuentemente victoriosa que la amargura clasista y descalificadora de los diputados comunistas Cariola y Gutiérrez quedó, sin el esfuerzo de nadie, expuesta al ridículo.
El punto de partida del nuevo gobierno es comparativamente mejor que la vez pasada. El desafío, sin embargo, es mayor. Ahora se sabe de antemano: que cuatro años alcanzan para poco, que la gestión no basta para dar cauce al anhelo popular, que la izquierda tiene una especial capacidad discursiva y de movilización estudiantil y social, que la opinión pública es altamente irritable, que la prensa ha asumido un protagónico papel inquisitivo.
Dentro de ese contexto, el triunfo de anteayer es histórico, relevante y necesario, pero es un primer paso en la consolidación de un proyecto político.
Hasta donde se alcanza a ver, el desafío del gobierno de Piñera presenta tres aspectos imprescindibles, que se dejan discernir, pero están intrínsecamente relacionados.
Primero, la continuidad: Piñera tiene la tarea de entregarle el gobierno a alguien de su sector. Es consenso general que esta será una medida clara de su éxito o fracaso político.
Segundo, la conducción presidencial: Piñera debe posicionarse en el cargo ejerciéndolo con plena conciencia de su impacto republicano y su capacidad de impulsión, determinando él -y no la oposición de izquierda- la agenda del país.
Tercero, el pensamiento: Piñera debe asumir, cada vez más, un modo de comprensión nítidamente político. El debate nacional está operando en el nivel de las ideas políticas, en la hondura más tectónica de la justificación de modelos de vida, y es allí donde la centroderecha debe poner el acento.
Los tres aspectos del desafío que enfrenta el gobierno de Piñera están internamente relacionados.
El primero de ellos, la continuidad, no puede entenderse de modo simplista, como si se tratara de perfilar “delfines”. Mucho antes que eso, es necesario impregnar el gobierno de un estilo directivo, de un ethos de Estado y de una idea del país que guíen las grandes reformas que han de realizarse. Recién entonces se vuelven relevantes eventuales “nombres” que de otra forma se parecerán más a “rostros”, meras caras huecas e incapaces de garantizar seriamente la continuidad de un proyecto nacional. Conducción y discurso son, entonces, condición de la continuidad.
La conducción del gobierno necesita, a su vez, asentarse en un pensamiento político justificado. Sebastián Piñera puede basar un liderazgo eficaz en la formidable institución de la Presidencia de la República. Para eso debe llenar su acción de contenido. Vale decir, ha de impulsar una agenda de grandes reformas, que le imprima el paso a la política del país. Esa agenda de reformas requiere estar apoyada en un pensamiento político que la oriente y justifique. El gobierno ha de ser capaz de dibujar claramente ante la opinión pública un país de contornos a la vez republicanos e integradores, y mostrar cómo las reformas que impulsará se dirigen hacia su construcción.
Ya hay un avance incipiente, pero significativo, en este sentido, que se nota con mayor claridad después del triunfo. Durante la segunda vuelta, Sebastián Piñera hizo un reconocimiento expreso de la pluralidad ideológica del sector. Lo hizo incorporando no sólo liderazgos -de Ossandón y los Kast-, sino también conceptos de las diversas tradiciones que nutren a la centroderecha: liberal, conservadora, nacional y socialcristiana. Los partidarios de las distintas tradiciones se vieron reconocidos en una candidatura que las acogió y allí está, probablemente, el factor decisivo de la movilización y la victoria de la centroderecha. Es en esa riqueza ideológica, que trasciende con mucho los estrechos límites de la moral sexual y la administración, que se hallan las fuentes sobre las que se ha de fundar un pensamiento y una acción que conduzcan al futuro gobierno a alcanzar el éxito político.
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