Hugo García Michel's Blog, page 166
December 6, 2016
Blues con los Rolling Stones
El lugar común diría que se trata de un regreso al origen. Yo diría que hay mucho más que eso. En definitiva es una declaración de principios. Es decir que el blues es y sigue siendo la base y la semilla. Es confirmar el dicho de Willie Dixon de que el blues tuvo un hijo y lo llamó rock n’ roll. Es tomar la sustancia y renovarla, pero sin alterarla, sin pasteurizarla, sin adulterarla.Blue & Lonesome (Interscope, 2016), el nuevo disco de los Rolling Stones, grabado once años después de su anterior A Bigger Bang (2005), no tiene una sola composición de la mancuerna Jagger y Richards. Se trata de una colección de doce blueses, al mejor estilo Chicago, de músicos tan legendarios como el ya mencionado Dixon, Howlin’ Wolf, Lightnin’ Smith, Bukka White, Eddie Taylor, Magic Sam, Jimmy Reed o Little Walter. Los Rolling Stones los han hecho suyos con el mayor respeto y con la mayor lucidez, en una grabación que les llevó apenas tres días y que por ello mismo suena tan auténtica. Un sonido a la vez grasoso e impecable, sin fisuras, sin inventos, negro hasta la médula, con un Mick Jagger sorprendentemente destacado en la voz y la armónica, un Jagger intenso y seductoramente bluesero.
Uno habría pensado que en un disco como este quien más brillara sería un bluesman declarado como Keith Richards (y por supuesto que lo hace, como lo hacen Ron Wood y el siempre preciso Charlie Watts), pero esta vez es Jagger el que domina el panorama a lo largo de los 42 minutos que dura el álbum.
Otro mérito del disco es que no se buscó incluir un solo clásico del blues (salvo tal vez el concluyente “I Can’t Quit You Baby” de Willy Dixon), sino que se recurrió a piezas oscuras y poco conocidas como “Everybody Knows About My Good Thing” de Little Johnny Taylor (con solo de Eric Clapton incluido), “Just Your Fool” de Little Walter, “All of Your Love” de Magic Sam o esa delicada joya que es “Little Rain” de Jimmy Reed.
Un disco extraordinario.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
Published on December 06, 2016 20:30
December 5, 2016
Dos obras magnas de Twain
Uno de los primeros libros que leí en mi vida fue el de Las aventuras de Tom Sawyer de Mark Twain (otros fueron, no necesariamente en ese orden, Corazón (diario de un niño) de Edmundo D'Amicis, El Bismarck de Will Berthold, El maravilloso viaje de Nils Holgersson de Selma Lagerlöf, Mujercitas de Louisa M. Alcott, Ben Hur de Lewis Wallace y Los cazadores de microbios de Paul De Kruiff).Debo haber tenido once o doce años cuando lo leí (al igual que a los otros). Se trataba de una versión condensada, de Editorial Novaro, que aún conservo, pero que me introdujo al mundo exótico y fascinante del sur profundo estadounidense (aunque en esa época yo desconocía prácticamente el blues, surgido precisamente en esas zonas del delta del río Mississippi).
Gracias a la amabilidad de Lluisa Matarrodona, jefa de prensa de la editorial Sexto Piso, hace algunos meses llegó a mis manos una preciosa edición ilustrada y perfectamente encuadernada (es una preciosidad de libro) de la novela de Twain (completa, ya no condensada) y esta semana me mandó una edición igualmente hermosa de Las aventuras de Huckleberry Finn, del mismo autor y que nunca he leído (a pesar de que trengo una antigua edición de Bruguera).
Quiero releer la primera y leer la segunda. Será una de mis tareas en el 2017. Tarea más que grata. Leer me hace feliz.
Published on December 05, 2016 16:49
December 4, 2016
Zappa para principiantes
La reciente aparición de los primeros 24 discos de Frank Zappa, grabados entre 1966 y 1979 y debidamente remasterizados, resulta todo un acontecimiento. Del Freak Out al Sheik Yerbouti, la familia de Zappa firmó un acuerdo con Universal Music para que estos grandes platos sean reeditados a lo largo de 2012 (los primeros doce salieron a finales de julio y los otros serán puestos a la venta de aquí a diciembre). Se espera que en 2013 aparezcan más, hasta llegar a un total de 60 álbumes.A casi 19 años de la muerte de este enorme genio de la música del siglo veinte (falleció el 4 de diciembre de 1993), el legado de su obra sigue siendo tan impresionante como adelantado a su tiempo. Era un vanguardista, un hombre que trastocó diferentes géneros, desde el rock y el jazz, hasta el avant-garde y la música sinfónica. Si dicho legado permanece vigente a estas alturas de la nueva centuria es gracias a la inventiva, la complejidad, la creatividad, el sentido de la ironía, la versatilidad, el virtuosismo y la frescura de una obra siempre propositiva, siempre antisolemne, siempre deliciosamente provocadora.
Como creo que no hay mejor manera de homenajear al buen Frank que mediante la escucha de su música, presentó aquí algunos comentarios sucintos sobre los que considero sus 15 trabajos básicos e imprescindibles.
Zappa dinamitó al mundo del rock en particular y de la música en general con la grabación de su disco debut y segundo álbum doble en la historia del género: el inigualable Freak Out de julio de 1966 (el primer LP doble fue Blonde on Blonde de Bob Dylan, aparecido apenas dos meses antes). Al lado de su banda The Mothers of Invention, el músico nacido en Baltimore, en 1940, puso de cabeza a la reinante música pop de los sesenta, incluida la de los Beatles, gracias a su propuesta de canciones que se construían y deconstruían de manera osada y satírica, con un nivel artístico que hacía ver la superlativa preparación musical de un autor más que sui generis.
Absolutely Free, de 1967, vino a continuar, conformar y solidificar el estilo que Frank Zappa y sus Madres de la Invención habían sembrado en la obra anterior. Se trata de un trabajo igualmente asombroso e incluso más rico en elementos musicales que Freak Out.
Los dos discos mencionados hubiesen bastado para dar a Zappa un lugar en la historia de la música, pero aquello era sólo el principio de una larguísima y fructífera carrera que se traduciría en más de 60 álbumes aparecidos en vida del músico y una treintena editada luego de su muerte.
Otros platos tanto o más suculentos que los dos primeros fueron el antihippie We’re Only in It for the Money (1968); el instrumental Uncle Meat (1969); el impactante –y primer disco de Zappa sin The Mothers, además de su primera incursión en el jazz rock y su primera colaboración con Captain Beefheart– Hot Rats (1969); el complejísimo y último disco con Las Madres originales Weasels Ripped My Flesh (1970); el enloquecido –y soundtrack del filme homónimo, dirigido por el propio Zappa– 200 Motels (1971); el cuasi jazzístico Waka/Jawaka (1972); el sensacionalmente zappopero (es decir, Zappa entra al rock pop… a su manera) Over-Nite Sensation (1973); el estupendo Apostrophe (1974); el al mismo tiempo oscuro y luminoso One Size Fits All (1975); el archirreconocido (y que no sólo vale por “Watermelon in Eastern Hay”, por favor) Joe’s Garage: Acts I, II & III (1979); el desmadroso (hay que oír esa burla al modo de cantar de Bob Dylan en “Flakes”) pero impecable Sheik Yerbouti (1979); el divertidísimo y multifacético You Are What You Is (1981) y el subvalorado y a mi modo de ver excelente y delirante The Man from Utopia (1983), incomprendido por la crítica pero amado por muchos de sus más fieles seguidores.
He hablado de 15 discos en estudio de Frank Zappa, pero también hay algunas obras en concierto francamente grandiosas. Mencionaré sólo cinco: Just Another Band from L.A. (1972), Roxy and Elsewhere (1974), Zappa in New York (1978), Shut Up ‘n Play Your Guitar (1981) y el fuera de serie The Best Band You Never Heard in Your Life (1991). Por supuesto que existen otras muchas maravillas zappianas, mas resultaría imposible mencionarlas todas en este espacio. Valga conocer o reconocer, descubrir o redescubrir, la vena creativa de uno de los grandes genios de la música del siglo pasado. Casi 20 años han pasado desde su muerte. Se le extraña. Escuchémoslo.
(Publicado originalmente en la revista Nexos en noviembre de 2012)
Published on December 04, 2016 12:48
December 3, 2016
Sobre Fidel (carta a mí mismo)
Me escribo esta carta desde mi edad actual, me la escribo al que fui hace más de cuatro décadas, cuando tenía 18 o 19 años de edad y estaba convencido de que el socialismo era algo históricamente inevitable y que el fin del imperialismo resultaba ineludible. Al que despertó a la conciencia política leyendo las historietas y los libros de Rius (Cuba para principiantes, entre ellos), para pasar de ahí a los textos de Marx, Engels, Lenin, Maurice Cornforth, C. Wright Mills, y hasta Marta Harnecker. También El diario del che en Bolivia y los Discursos de Fidel Castro. Al que abominó de los Estados Unidos por la Guerra de Vietnam y admiró solemne y dogmáticamente a la Unión Soviética y todo el bloque a su alrededor, incluida la China de Mao Tse-Tung. Lógicamente ese yo joven, rebelde, utopista, idealista, apasionado, abrazó la causa de la revolución cubana que para entonces cumplía sus primeros diez o doce años y era un ejemplo para quienes queríamos liberar a México y a Iberoamérica del yugo del capitalismo yanqui. ¿Te acuerdas, yo joven, de la manera como discutías con tus amigos, tus primos, tus tíos y tus padres, quienes no comprendían que fueras un rojo, un subversivo, un socialista? Los considerabas unos reaccionarios ignorantes cuyas cortas ideas las abrevaban de la televisión y de revistas como Life y Selecciones del Readers Digest o diarios de derecha como Novedades o El Heraldo de México. Ellos no entendían la justa causa de Fidel Castro y los suyos, esos héroes libertarios que salvarían no sólo a su isla sino, con su ejemplo, al continente y al mundo todo.
Nunca hubieras pensado en aquel entonces que con el tiempo te desengañarías y descubrirías los horrores de Stalin, de Brézhnev, de Ceaușescu, de Pol Pot, de los chinos, de los norcoreanos y, finalmente, de Fidel, el barbudo a quien tanta admirabas, al que tanto idolatrabas y quien resultó un implacable tirano represor de toda disidencia.
Hubieras lamentado su muerte en aquel entonces. Yo no la lamento hoy.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
Published on December 03, 2016 16:48
December 2, 2016
Chris Cornell / Euphoria Morning (1999)
El primer disco solista del vocalista de Soundgarden y Audioslave es un gran trabajo, una obra que poco tiene que ver con el rock duro y que incursiona en cambio en un rock psicodélico de amplias posibilidades expresivas y melódicas. Un álbum de finura excepcional.Mejor tema: “When I’m Down”
Published on December 02, 2016 15:49
December 1, 2016
JJ Cale después de medianoche
La aparición en 2014 del disco The Breeze (An Appreciation of JJ Cale) de Eric Clapton & Friends fue un más que merecido homenaje a uno de los guitarristas y compositores más influyentes en la historia del rock. JJ Cale (1938-2013) se significó, desde una posición relativamente discreta, como el creador de una manera muy característica de escribir canciones y ejecutar la guitarra.Nacido en Oklahoma City, John Weldon Cale fue un músicos de enorme finura. Su originalidad lo llevó a crear el llamado sonido Tulsa, basado en lo que se conoce como música de raíces (folk, country, blues, rockabilly), pero aderezado con un toque personalísimo y sutil en la forma de ejecutar su instrumento. Se trata de un estilo inconfundible que influyó a muchísimos guitarristas posteriores, muy en especial al propio Clapton y, sobre todo, al líder de los Dire Straits, Mark Knopfler.
Ignorado por el mainstream, Cale permaneció muchos años en un relativo ostracismo. Por eso, cuando a finales de los años ochenta del siglo pasado surgieron los Dire Straits, muchos se sorprendieron de la “originalidad” de su música, sin saber que era prácticamente una calca de lo que JJ Cale llevaba haciendo desde diez años atrás. No quiere decir que Knopfler haya sido un plagiario, aunque es verdad que tampoco fue muy expresivo a la hora de revelar cuál era su principal influencia.
Esto no pareció preocupar demasiado al maestro. A final de cuentas ahí estaba su obra, manifestada en una serie de álbumes espléndidos, como Naturally (1971), Troubadour (1976), Grasshopper (1982), To Tulsa and Back (2004), The Road to Escondido (2006, al lado de Eric Clapton) y Roll On (su último trabajo, de 2009).
Al contrario de Knopfler, Clapton siempre reconoció la importancia de la música de JJ Cale en su propia formación guitarrística. Pero esto sería retribuido, ya que fue gracias al británico que el nombre del de Tulsa se conoció mundialmente, cuando en 1970, en su homónimo disco debut, incluyó la composición “After Midnight” de Cale. Más tarde, en otro álbum de Clapton, el Slowhand de 1977, otro tema del mismo JJ, “Cocaine”, no hizo sino afirmar su calidad como gran hacedor de canciones, entre las que cabría destacar también joyas como “Call Me The Breeze”, “I Got the Same Old Blues”, “Don’t Wait”, “Someday” y la bellísima “Magnolia”, más un larguísimo etcétera. Cale y Clapton tenían una magnífica relación y su amistad duró más de 40 años.
JJ Cale falleció en julio de 2013 y The Breeze es un justo tributo a su obra y a su memoria. Para grabar los 16 cortes que lo conforman, Eric Clapton logró reunir a una pléyade de grandes músicos, como Tom Petty, Willie Nelson, John Mayer, Don White, Christine Lakeland y, por supuesto, Mark Knopfler. El ex Cream y ex Derek and the Dominos no trató de robar cámara y dio el suficiente espacio para que cada uno de sus colegas se luciera en una o más canciones, entre las cuales, por cierto, no estuvieron incluidas “After Midnight” y “Cocaine”.
(Mi columna "Gato encerrado" de este mes en el periódico El Vigía, de Ensenada, Baja California).
Published on December 01, 2016 21:20
November 30, 2016
Décima sesión
Cinco fotos de la sesión para grabar mi canción "Oye, Oye", con mis queridos y admirados amigos, la cantante Liliana Buneder y el guitarrista Alejandro Martínez Gil, en el estudio de Iris Bringas y Jehóva Villa Monroy, el pasado martes 15. Las fotos son de Iris.
Published on November 30, 2016 20:00
November 29, 2016
Fidel y la música cubana
Hubo una época de mi vida en la que fui un fanático empedernido de Fidel Castro. Hablo sobre todo de la década de los setenta y parte de la de los ochenta del siglo pasado. Era yo un joven izquierdista, socialista y antiimperialista que admiraba de la manera más dogmática a la revolución cubana y a su Gran Líder, el Comandante, a quien sus fans llamábamos cariñosamente Fidel.Aunque no hice a un lado al rock, sí abrí un gran espacio para escuchar música latinoamericana en general y música cubana en particular. Claro: música militante que apoyara al régimen de Castro y vilipendiara a quienes los izquierdosos denominábamos como “gusanos” (es decir, los opositores al gobierno de La Habana).
Me volví seguidor, claro está, de la nueva trova cubana, en especial de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola. Pero también de las canciones de Carlos Puebla y los poemas de Nicolás Guillén.
Ahí estaban esas tonadas que nos sabíamos de memoria como “Playa Girón” y “Canción del elegido” de Silvio, “Canción por la unidad latinoamericana” de Pablo, “Comienza el día” de Noel o “Y en eso llegó Fidel” y “Hasta siempre, comandante” de Carlos Puebla (aunque esta última era para el Che Guevara).
En México florecían las peñas folclóricas, en las que se cantaban esas canciones, y había festivales, en el entonces viejo, feo y frío Auditorio Nacional, donde se presentaban Óscar Chávez y Los Folcloristas o grupos y solistas sudamericanos como Quilapayún, Mercedes Sosa o Los Chalchaleros. Todos admirábamos a Fidel y le rendíamos pleitesía (yo mismo compuse una canción de título “Oda al pueblo cubano” que interpretaba con mi grupo de folk Octubre).
Hoy son otros tiempos y la realidad nos develó desde hace mucho la naturaleza dictatorial de Fidel Castro. Algunos nos volvimos críticos de su régimen, aunque otros jamás dejaron de idolatrarlo, como ha quedado claro a raíz de su reciente desaparición física. Allá cada quién y su conciencia.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orifico" de la sección ¡hey! de Milenio)
Published on November 29, 2016 17:01
November 28, 2016
El segundo disco de Jimi Hendrix
Con un disco debut tan perfecto como Are You Experienced?, era de temer que The Jimi Hendrix Experience no lograra lo mismo con el siguiente y cayera en lo que muchos otros grupos: el síndrome del segundo álbum. No fue así, al contrario. Si bien no es posible afirmar que Axis: Bold as Love sea superior a su antecesor, en nada desmerece y de hecho constituye un paso adelante desde la óptica del desarrollo musical del guitarrista y sus habilidades como compositor e instrumentista.Grabado el mismo año de 1967, este opus No. 2 es otra obra maestra en la cual Hendrix profundiza más en sus antecedentes como músico de soul y hace menor incapié en la psicodelia (de hecho, puede decirse que sólo la visita en las magníficas “Castles Made of Sand”, “You Got Me Floatin’”, “If 6 Was 9” y “She's So Fine”, esta última compuesta y cantada por el bajista Noel Redding).
Axis… es una obra tal vez más compacta, más un concepto en sí que una mera colección de canciones, por extraordinarias que éstas sean. Aquí, el estudio de grabación con todos sus recursos técnicos jugó un papel muy importante, como si se tratara de otra instrumento más al cual Hendrix supo sacar un gran provecho. El álbum abre con una especie de broma, una entrevista que un supuesto locutor radial (Mitch Mitchell) le hace a un extraterrestre (Jimi Hendrix). La música inicia en el segundo corte con esa maravilla que es “Up from the Skies”, con su compás jazzeado y la guitarra instalada en un wah wah más que seductor. La sigue el devastador estruendo inicial de “Spanish Castle Magic”, una de las grandes composiciones hendrixianas, con su riff y su solo como precursores del heavy metal. “Wait Until Tomorrow” es una espléndida pieza de bases souleras, hoy poco recordada mas no por ello menos buena. Algo similar puede decirse de “Ain’t No Telling”, otra joyita escondida por su aparente bajo perfil, pero en realidad un tema que prefigura brillantemente el funk de los setenta. Es el turno entonces para una de las más hermosas y sensibles melodías del de Seattle. “Little Wing” es una belleza absoluta, una delicada tonada de muy breve duración que en su momento pasó prácticamente inadvertida y sólo fue valorada cuando Eric Clapton la retomó en su álbum Layla and Other Assorted Love Songs con Derek & the Dominos. El lado A del vinil original de Axis… culmina con “If 6 Was 5”, una composición armónicamente compleja y llena de cambios y matices, con un arreglo que va de lo austero a lo fastuoso a lo largo de todo un tour de force de absoluta psicodelia.
“You Got Me Floating” recuerda a The Who en su parte instrumental, aunque su orientación es más bien funky, en tanto que “Castles Made of Sand” es otro de los puntos altos del álbum, un soul lento con nuevos ecos de Curtis Mayfield. “She’s So Fine”, la única pieza que no escribió Hendrix, es sin duda la más apegada al rock psicodélico inglés de mediados de los sesenta, un tema también muy Who. En cambio, “One Rainy Wish” es claramente hendrixiana, otra canción tranquila y sublime que da paso a la agresiva y seca “Little Miss Lover”, de obvia dedicatoria a las groupies que pululaban alrededor de Jimi. El disco culmina con otra de las mejores y menos apreciadas composiciones de Jimi Hendrix: “Bold as Love”. Intensa, profunda y conmovedora, con un juego guitarrístico en constante crescendo, representa un digno final para este trabajo discográfico cuya magnitud ha crecido con el paso del tiempo.
(Reseña que escribí para el Especial de La Mosca No. 19, dedicado a Jimi Hendrix y publicado en abril de 2005)
Published on November 28, 2016 17:11
November 27, 2016
De Londres a Duluth
Las ciudades del rock –o de la música– es el tema que trata este número de la revista Marvin. Del rock hay muchas. Tan sólo en los Estados Unidos: Memphis, Chicago, Nashville, Austin, Los Ángeles, San Francisco, Detroit, Filadelfia, Nueva York, Seattle, Portland. En Inglaterra están Liverpool, Londres, Manchester, Bristol. En Escocia, Glasgow y en Irlanda, Dublin. Ciudades roqueras mexicanas podemos mencionar a Tijuana, Monterrey, Guadalajara y la Ciudad de México, principalmente (aunque en Aguascalientes se hace buen blues). En España, Madrid. En Argentina, Buenos Aires. En Chile, Santiago. En Brasil hay varias ciudades muy musicales, aunque no sean roqueras, y en Jamaica está Kingston, la capital del reggae. Para no hablar de las ciudades caribeñas en donde surgieron los ritmos afroantillanos.
Por supuesto, si nos vamos a otros ámbitos más altos de la música, hay que señalar la Salzburgo de Mozart, la Leipzig de Bach, la Bonn de Beethoven, el París de Debussy. En fin.
Escribo esta columna un día después del gran concierto de The Who en el Palacio de los Deportes del antiguo Distrito Federal y el día en que, por la mañana, se anunció que Bob Dylan había sido premiado con el Nobel de Literatura. Ni más ni menos.
The Who y Bob Dylan. Londres y Duluth. Londres, la gran capital británica, como lugar de origen de Pete Townshend, Roger Daltrey, John Entwistle y Keith Moon. Duluth, Minnesota, la pequeña ciudad del norte estadounidense donde nació, en 1941, quien recibió el nombre original de Robert Allen Zimmerman y que se haría famoso al revolucionar la manera de escribir letras para canciones, primero en el ámbito del folk y más tarde en el del rock.
¿Qué tanto marcaron sus ciudades a los Who y a Dylan? ¿Qué tanto puede una ciudad influir a sus músicos?
En el primer caso, Townshend y compañía crecieron en un ámbito urbano altamente musical y formaron parte de una escena extraordinaria, a la que también pertenecieron los Rolling Stones, los Kinks, los Animals, los Yardbirds, Cream y hasta los Beatles, cuando se mudaron de su natal Liverpool a Londres. Jimi Hendrix, aun siendo norteamericano (de Seattle), se volvió estrella en el Swinging London.
Muy distinto fue el caso de Bob Dylan. Duluth no era precisamente la ciudad más propicia para desarrollarse como músico o como poeta. Gris, desolada, fría, con escasos habitantes y ninguna escena artística notable, para lo que sirvió fue para que el gran compositor huyera a la primera oportunidad y emigrara a la mucho más acogedora y estimulante Nueva York de principios de los años sesenta, específicamente en la zona de Greenwich Village.
Ciudades. Música. Música. Ciudades. ¿De veras la relación entre una y otra resulta tan trascendente? La Ruta 61 que va del sur profundo estadounidense, es decir el delta del río Mississippi, hasta el norte de los Estados Unidos, pasa por dos ciudades clave para el desarrollo histórico del blues, las ya mencionadas Memphis y Chicago. Ambas más que trascendentes para el género, como lo fue San Francisco para el desarrollo de la llamada música de la Costa Oeste de los sesenta, al tiempo que Detroit y la propia Memphis fueron esenciales para el soul. Nashville es la gran capital de la música country, Seattle del grunge y Austin de buena parte del llamado movimiento indie de nuestro continente, mientras que el indie europeo parecería tener como su mayor sede a Glasgow, Escocia.
Mención especial merece Berlín, como la más significativa meca de la electrónica en todas sus variantes.
¿Ciudad es destino? Al parecer, para la gran mayoría de los músicos sí.
(Publicado en mi columna "Bajo presupuesto" de la revista Marvin 146, noviembre de 2016)
Published on November 27, 2016 16:59
Hugo García Michel's Blog
- Hugo García Michel's profile
- 3 followers
Hugo García Michel isn't a Goodreads Author
(yet),
but they
do have a blog,
so here are some recent posts imported from
their feed.

