Hugo García Michel's Blog, page 162

January 15, 2017

¡Aguas con las cucarachas!

Con obvias influencias de los Red Hot Chili Peppers (en ocasiones demasiado obvias), el cuarteto tapatío Cuca acaba de publicar su primera grabación, una obra irreverente y divertida que sorprende desde la primera impresión por su frescura y antisolemnidad rampantes.
  Con un sonido compacto y más que aceptable, Jorge Fors (excelente vocalista; sobre todo en un medio donde los buenos cantantes brillan por su ausencia), Galileo Ochoa (guitarra), Carlos Avilez (bajo) y Nacho González (batería) presentan un disco con pocos altibajos, con un nivel musical que combina ritmos desaforados en una mezcla de funk, punk y rock pesado con algunos ligeros elementos mexicanistas (esto resulta particularmente claro en piezas como “El son del dolor” y “Qué chingaos”). Si bien sus melodías son elementales y sus armonías poco cambiantes, la fuerza del grupo estriba en su manera de interpretar y en sus letras jocosamente léperas e ingeniosamente provocadoras.
  Lejos de pretender dar "mensajes", los integrantes de la Cuca se burlan de todo y de todos, incluso de ellos mismos, en una actitud antisolemne altamente saludable y agradecible.
  Sus letras sin duda pondrían de punta los cabellos de la senadora Gore, esposa del vicepresidente electo de los Estados Unidos, y quien se ha distinguido por su persecución implacable de los rocanroleros gringos a los que ha tratado de censurar y callar sin demasiado éxito. Tan sólo los títulos son más que explícitos: “El mamón de la pistola”, “Me vale madre”, “Hijo del lechero”, la sensacional “La pucha asesina” ("se te ve divina / pero quién adivina / si tú tienes la pucha asesina") y otras.
  Entre las canciones más destacables se encuentran  “Don Goyo", la ya mencionada “El mamón de la pistola” (ambas muy redhotchilipepperas o como se diga), la demencial “Necesito cirugía”, la muy chistosa “Hijo del lechero” ("Ay mamá, ¿qué es lo que pasa? / ¿Por qué me siento como un invitado en esta casa / Ay mamá, papá me maltrata / Dime por qué me trata como rata / Ay mamá, no siento el parentesco / en esta casa a nadie me parezco / Ay mamá, soy el único güero / ¿Por qué es tan bueno conmigo el lechero?”) y la divertidísima “Cara de pizza”. Quizá la pieza menos afortunada sea “El moralizador”, con una letra demasiado plana y superficialmente crítica y una música que desmerece al lado de otras mucho mejores.
  La Cuca tiene una mega ventaja frente a otros grupos nacionales: gracias a sus letras y su actitud, jamás va a ser invitada de Raúl Velasco, Paco Stanley y la Vero. Eso ya habla muy bien de la agrupación y la honra sobremanera.
  Descendientes indirectos de Frank Zappa, estos guadalajareños suenan como hubiera sonado La Maldita Vecindad si se hubiese dedicado a tocar rock en lugar de música  tropical y con eso queda dicho todo.

Cuca, La invasión de los blátidos. Discos Culebra, BMG, 1992.


(Reseña que publiqué en mi columna "Bajo presupuesto" de la sección cultural del diario El Financiero, el 10 de diciembre de 1992)
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 15, 2017 18:19

January 14, 2017

El mundo antes de Trump

Hoy es el último sábado antes de que el inefable Donald Trump se convierta en nuevo presidente de los Estados Unidos de América. La mayor parte del mundo, con excepción de quienes votaron por él y del gobierno ruso, espera lo peor para los días, los meses, los años venideros. No parece haber razón para un mínimo optimismo ante la arrogancia, la prepotencia y la burda estupidez rampante de quien todavía parece increíble que pueda estar a la cabeza de la mayor potencia económica y militar del planeta. Es como un mal sueño del que todos querríamos despertar sin poder hacerlo. Como una serie televisiva de política ficción en la que malamente se entremezclaran elementos de House of Cards, Breaking Bad, The Walking Dead, 24, Los Soprano y El aprendiz, con un toque del humor negro de Saturday Night Live. Sin embargo, estamos ante algo real, frente a un hecho consumado, y es así como debemos asumirlo.
  ¿Cómo serán los próximos cuatro años (bendito sea que allá no son sexenios)? ¿Permitirán los distintos poderes estadounidenses –los fácticos y los institucionales– que el hombre anaranjado maneje las cosas a su antojo o serán capaces de oponerle trabas a sus delirios? ¿Logrará llevar a cabo sus planes contra viento y marea o la fuerza de la realidad terminará por contenerlo? Pronto lo iremos sabiendo.
  En cuanto a México, parece haber consenso en cuanto a que con él nos irá –para decirlo sin tapujos– de la chingada y que ni con Luis Videgaray en Relaciones Exteriores se podrá evitar que el ciclón nos arrase. ¿Será? Tal vez sí, tal vez no... o quizá no tanto como tememos.
  No quiero pecar de ingenuidad, pero guardo una pequeña reserva de esperanza acerca de que la situación termine por resultar menos dañina para nuestro país. Una nación inestable y en ruinas al sur de la frontera es algo que no le conviene a los gringos y son precisamente los republicanos quienes mejor lo han entendido siempre. Así, puede que al final Trump no logré decirnos: You’re fired!

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 14, 2017 20:03

January 13, 2017

Jon Spencer Blues Explosion / Now I Got Worry (1996)

Uno de los discos más salvajes de este peculiarísmo trío que, a pesar de su nombre, toca todo menos blues, cuando menos en su formato clásico. Con una postura más bien neopunk (aunque musicalmente nada tenga que ver con dicha corriente), el grupo encabezado por Jon Spencer es intenso, ruidoso, vertiginoso y divertido, como podemos atestiguar en este plato.

Mejor tema: “Wail”


 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 13, 2017 11:59

January 12, 2017

Bande à part

Nunca había visto completa esta divertida cinta de Jean-Luc Godard. Sólo conocía sus tres escenas más famosas y difundidas: la de la carrera en el Louvre, la del baile en el café y la del minuto de silencio.
  Aunque se supone que es un thriller (la historia de tres estudiantes de una academia de inglés -dos hombres jóvenes y una muchacha- que planean robar en la casa de la tía de la chica), Godard lo maneja más como una comedia negra y aunque el filme está basado en la novela pulp Fools Gold de Dolores Hitchens, lo que menos parece importarle aquí al director es la narración en sí. Por eso el ritmo es cambiante (de pronto lento, de pronto vertiginoso) y por eso la cinta se va tanto por los momentos de acción pura como por los de reflexión acerca de tópicos como la atracción sexual, el aburrimiento juvenil, la creciente influencia de la cultura gringa en la cultura cotidiana francesa y el decaimiento de los valores tradicionales en aras de una liberalización que por ese entonces (el año 1964) crecía en el mundo y que se convertiría en la gran revolución cultural de los años sesenta (aún faltaban cuatro años, por ejemplo, para el estallido del movimiento estudiantil francés).
  Entretenida y sórdida, con las actuaciones principales de Anna Karina (Odile), Claude Brasseur (Arthur) y Sami Frey (Franz), más la música de Michel Legrand, Bande à part es un clásico no sólo de la nouvelle vague sino del cine de todos los tiempos. En ella se manifiestan muchas si no es que todas las características cinematográficas de Godard.
  Fascinante.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 12, 2017 19:49

January 11, 2017

Dos cumpleaños

Ayer, el No. 95 de mi mamá; hoy, el No. 60 de mi amiga (y antiguo amor platónico de adolescencia) Irma. Dos personas muy importantes en mi vida (bueno, eso es obvio en el caso de mi madre). A ma mere la celebraremos pronto mis hermanas y yo, Irma imagino que festejó con los suyos allá en Alemania, donde vive actualmente.
  Felicidades a ambas.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 11, 2017 19:18

January 10, 2017

Bowie: de Ziggy a Lazarus

David Bowie fue ante todo un creador de ficciones, de realidades paralelas. Para los jóvenes que empezaron a seguirlo desde principios de los años setenta de la centuria pasada, sobre todo en la Gran Bretaña, significó una alternativa a la triste y gris existencia que llevaban y por ello lo convirtieron en una especie de semi dios, tal como lo refiere el escritor y pensador Simon Critchley en su libro Bowie (Sexto Piso, 2016).
  Para crear esa realidad paralela, en la primera parte de su carrera el músico se valió de la invención de variados personajes, empezando por el propio David Bowie, ya que su nombre original, en la década de los sesenta, era David Jones, el cual tuvo que cambiar para diferenciarse de uno de los integrantes del entonces muy famoso (aunque falsísimo) grupo estadounidense The Monkees.
  El apellido Bowie fue en sí mismo una identidad que le permitió moverse a sus anchas y crear otras identidades, como la del Major Tom de Space Oddity (1969) o el Ziggy Stardust del álbum homónimo de 1972. Luego vendrían personajes como Aladdin Sane, el Duque Blanco, Nathan Adler y los finales Button Eyes y Lazarus, ambos de su disco póstumo Blackstar (2016).
  Me interesa recalcar a este último, porque se trata de una clara referencia a Lázaro, el personaje del Nuevo Testamento a quien Jesucristo logra resucitar (por cierto, sin que el propio Lázaro así lo pidiera).
  Lázaro significa resurrección y quizá lo que Bowie nos quiso decir por medio de él y a sabiendas de que padecía un cáncer terminal es que a pesar de que moriría físicamente, tal como sucedió hoy hace justamente un año: el 10 de enero de 2016, a pesar de ello reviviría con su música que es inmortal y que continúa viviendo gracias a quienes la seguimos escuchando.
  Quiero pensar que ese es el mensaje final de David Bowie: que el creador muere, mas su obra perdura. Y vaya que en su caso es cierto.
  David Lazarus.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 10, 2017 18:45

January 9, 2017

Los libros que leí en 2016 y sus reseñas*

“La celda de cristal” de Patricia Highsmith
“Sumisión” de Michel Houllebecq
“Tragicomedia mexicana 2” de José Agustín
“Memorias” de Daniel Cosío Villegas
“Lázaro Cárdenas y la revolución mexicana” (1) de Fernando Benítez
“Lázaro Cárdenas y la revolución mexicana” (2) de Fernando Benítez
“Russell” de Ronald Clark
“Cinco esquinas” de Mario Vargas Llosa
“De animales a Dioses” de Yuval Noah Harari
“Lluvia de verano” de Ahmet Hamdi Tanpinar
“Empezar de cero” de Jimi Hendrix
“La doble vida de Jesús” de Enrique Serna
“Patria o muerte” de Alberto Barrera Tyszka
“Viva” de Patrick Deville
“Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño
“Memorias de un comunista” de René Avilés Fabila

*Dar clic en cada título para leer mi respectiva reseñita.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 09, 2017 19:19

January 8, 2017

Bowie desde la filosofía


A un año de la muerte física de David Bowie, he aquí la visión de uno de los filósofos más eclécticos y singulares de hoy, además de fan fatal del inolvidable músico.

El tiempo transcurre con demasiada prisa, con una premura digna de mejores causas, y es así como este 10 de enero se cumple ya el primer aniversario del fallecimiento de David Bowie.
  A fin de no caer en el lugar común de los recordatorios que habrán de abundar en estos días, revisemos lo que nos cuenta el filósofo británico Simon Critchley en su libro Bowie, editado en español por Sexto Piso pocos meses después de la muerte del creador de Ziggy Stardust.
  En sus poco más de cien páginas, adornadas por las estupendas ilustraciones de Eric Hanson, Critchley se confiesa desde un principio como un seguidor incondicional de Bowie, a quien oyó por primera vez cuando tenía tan sólo 12 años y desde entonces lo siguió con la mayor fidelidad. “Ninguna persona me ha proporcionado tanto placer como David Bowie a lo largo de mi vida”, confiesa en el preámbulo de su texto.
  El idilio comenzó cuando el autor escuchó la interpretación de “Starman” en el programa de la BBC Top of the Tops, el 6 de julio de 1972, “y que fue seguido por una cuarta parte de la población británica”. Poco después, la madre de Simon adquirió el EP con la canción que en el lado B llevaba el tema “Suffragette City” y ello bastó para que aquel niño quedara enganchado para siempre a la música, las letras y la existencia de Bowie.
  No se crea sin embargo que estamos ante un volumen escrito por un fan fatal del artista. Simon Critchley es una eminencia en filosofía y ha sido profesor en diversas universidades de Francia, Australia, Noruega, Suiza, los Estados Unidos y, por supuesto, la Gran Bretaña. Hoy día, ocupa la cátedra Hans Jonas en la New School for Social Research de Nueva York, donde reside. Además de sus muchos libros publicados sobre diversas temáticas, es colaborador habitual de The Guardian y The New York Times.
  Así pues, el libro es un recorrido filosófico-existencial por la carrera de Bowie, basado en la discografía del mismo y la evolución de ésta, pero siempre relacionada con la propia vida del autor. Esto lo convierte en un texto original y diferente que analiza las distintas etapas por las que pasó el creador de álbumes fundamentales como Diamond Dogs, Scary Monsters o Heroes.
  “Bowie nos mostró otra manera de ser chico o chica o algo completamente distinto”, comenta Critchley en el capítulo “Aferrarse a la nada”. Y continúa: “Bowie/Ziggy recalibró la sexualidad de un modo disoluto pero destilado, decididamente atrevido, pero lleno de refinamiento. Era una especie de ascetismo degenerado”.
  A lo largo de Bowie, el autor refiere cómo el músico siempre trató de mostrar que lo que consideramos como la realidad es más bien una gran ilusión y por ello recurrió tanto a la creación de personajes (Major Tom, Ziggy, El Duque Blanco, etcétera), como a letras que específicamente se referían al tema. Era una manera de evadir la gris y aburrida existencia de los jóvenes de esos días, no muy diferentes por cierto a los de hoy.
  “La vida era rutina; gris, constreñida e insulsa. Nuestros padres estaban sumidos en una profunda confusión moral en los sesenta, tenían aventuras, se divorciaban, llevaban pantalones de campana. Nosotros estábamos sencillamente aburridos”, escribe Critchley, para anotar más adelante: “Bowie nada tenía que ver con cualquier clase de realismo. Su éxito conectaba con una exuberancia latente, de ciencia ficción de bajo presupuesto”.
  Aparte de esa ficción que tanto obsesionada al buen David, otras dos constantes en su obra fueron el anhelo y el amor. O el anhelo de amor. También está presente la nostalgia: “Lo más cerca que llegamos a estar de la nostalgia pura es en las evocaciones que Bowie hace de Inglaterra y, en especial, del Londres de su infancia y su juventud en los años cincuenta”, comenta el autor y pone como ejemplo la muy poca conocida canción “Absolute Beginners” que apareció como sencillo en 1986 y jamás perteneció a un álbum. Una canción de amor, por cierto. “Pero si mi amor es tu amor / seguro que lo logramos”, canta David en ella.
  El libro habla también de los dos últimos álbumes de Bowie: The Next Day (2013) y Blackstar (2016). Cuando se publicó el primero, habían transcurrido diez años desde la aparición de su último disco en estudio, el estupendo Reality de 2003. En ese decenio, muchos habían sido los rumores sobre la mala salud de David y su ausencia de la vida pública. Incluso se llegó a hablar de que había sufrido un infarto. Por eso causó tanta alegría la salida de The Next Day, por lo demás un gran disco. En cuanto a Blackstar, el video del primer sencillo homónimo había sido dado a conocer en noviembre de 2015 y a pesar de su ominoso contenido, nadie previó lo que habría de suceder apenas dos meses después. El viernes 8 de enero de 2016, fecha del cumpleaños 69 de Bowie, el álbum se puso a la venta. Fueron sólo dos días de dicha para los seguidores del músico, ya que el domingo 10 se anunció que había muerto de cáncer de hígado en su residencia de Nueva York. El estupor fue absoluto.
  Sobre el deceso de David Bowie, escribe Simon Critchley casi al final de su libro:
  “A pesar de su grandiosa y evidente tristeza, la de Bowie fue la mejor de las muertes. Si hubo alguna vez una ‘buena’ muerte de una figura cultural de primer orden, una muerte digna, fue la suya. Si una muerte puede ser una obra de arte, un acto de afirmación en completa concordancia con la estética del artista, entonces eso es lo que sucedió el 10 de enero de 2016. Bowie transformó la muerte en un arte y el arte en muerte. No tuvo la estúpida muerte de una estrella de rock a los veintisiete. Y tampoco se desvaneció en una neblina de adicción, decadencia y deshonra o dejó que fuesen sus seguidores los que recompusieran los fragmentos de una vida arruinada. La suya fue una muerte noble que contó con el don de la privacidad y con todos sus fans escuchando su nuevo disco”.

(Publicado el día de hoy en "El ángel exterminador" de Milenio Diario)
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 08, 2017 14:17

January 7, 2017

De revoluciones y gasolinazos

Hace poco más de cuatro años, cuando el #Yosoy132 estaba en pleno apogeo, los entusiastas de la revuelta chairo-hipsteriana daban por hecho que, como rezaban los viejos manuales marxistas a la Marta Harnecker, en México estaban dadas “las condiciones objetivas para la revolución”. Todos ellos apostaban por la pronta caída del sistema y al final aquello fue como un cohete cebado. Mucho ruido y pocas nueces (de hecho, los principales líderes del “movimiento” se retiraron en cuanto Televisa les dio un programita de debate, de esos que nadie ve, y colorín colorado).
  Hace poco más de dos años, luego de los trágicos acontecimientos en Iguala, Guerrero, en los que 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa fueron asesinados por esbirros del crimen organizado, los mismos entusiastas de la revuelta chairo-hipsteriana dieron otra vez por hecho que, esa vez sí, en México las condiciones objetivas para la revolución estaban más que dadas. Desde sus cuentas de internet, sus laptops y sus esmartófonos (Román Revueltas dixit), apostaron de nuevo por la inminente caída del régimen y hasta ahora, como diría Chava Flores, puras habas.
  Desde hace unos días, luego del alza en el precio de las gasolinas, el famoso gasolinazo, otra vez los mismísimos entusiastas de la revuelta chairo-hipster, han vuelto a proclamar que ahora sí y sin la menor duda, en México están dadas las condiciones objetivas para esa tan anhelada revolución que albergan en sus cabecitas locas de atar. Por supuesto que al final y pasados unos días de histeria combativa, de cierre de carreteras y de saqueo de comercios, la tan ansiada caída del gobierno no tendrá lugar y volverán a refugiarse en sus cuentas de Twitter y Facebook para desde ahí aguardar con impaciencia otro momento “objetivo”.
  Lo cierto es que en cualquier instante habremos de escuchar de nueva cuenta su simpático y estruendoso grito de guerra, como tomado de una novela española de capa y espada: “¡A por ellos!”.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 07, 2017 15:38

January 6, 2017

The Olivia Tremor Control / Black Foliage: Animation Music (1999)

¿Qué saldría si mezcláramos al Pink Floyd de The Piper at the Gates of Dawn, los Beatles de Revolver y los Beach Boys de Pet Sounds con las composiciones de Frank Zappa y Karlheinz Stockhausen? Sin duda algo como The Olivia Tremor Control, el singularísimo grupo de Athens, Georgia, que en este álbum muestra su asombrosa manera de hacer música. Todo un viaje delirante.

Mejor tema: “I Have Been Floated”


 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 06, 2017 20:41

Hugo García Michel's Blog

Hugo García Michel
Hugo García Michel isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow Hugo García Michel's blog with rss.