Zoé Valdés's Blog, page 3106
April 15, 2011
Foto de encabezado: Portada de la revista Destino.
Esta foto fue tomada para la portada de una revista, en Nueva York: Destino.
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"Me moriré en París con aguacero".
"ME MORIRÉ EN PARÍS CON AGUACERO".
A Lourdes Lecuona de Morzán.
Tomé prestado el célebre verso de César Vallejo (Santiago de Chuco, 1892-París, 1938) porque es uno de los que me ha acompañado durante toda mi vida, desde mi primera juventud, hasta mi exilio, como en una suerte de mantra que me libera de la perturbación y la sonsera de ansiar parecer escritora en una cierta época, la de mis primeros escarceos literarios, y de la desgracia de ser exiliada cubana.
Hace muy poco, mientras abría la puerta de mi casa, en el Boulevard Bourdon, en París, frente al banco donde se sentaron en aquella primera línea de la novela de Gustave Flaubert, Bouvard et Pécuchet, escuché a mis espaldas mi nombre en la voz de alguien, quien, a juzgar por el chillido, no cabía duda de que era cubana.
-¡Ñataaaaaaa! –Me viré y tuve frente a mí a Ñequita, una amiga de la escuela primaria, a la que había frecuentado hasta el preuniversitario como miembros ambas de un grupo formado por la gente más rara y la vez en apariencia insignificante de la Primaria Las Esperanzas del Mañana, a la que muy pronto le cambiamos el nombre por Los Suicidas del Mañana, y de la Secundaria Forjadores del Futuro, a la que rebautizamos como Comedores de Pan Duro. Dentro del grupo estábamos aquellos cuyos nombretes o seudónimos empezaban con EÑE: A mí me decían Ñata o La Ñata, por la forma aplastada de ni nariz debido a mis orígenes asiáticos, a Ñeca, cuyo nombre era Enriqueta, le endilgaron el diminutivo de Ñequita debido a su frágil constitución física, y al Fañoso le pusieron El Ñoco (Coño al revés), una variante de El Ñeque, ya usado por otro muchacho que no pertenecía a nuestro grupo. Como habrán podido constatar la EÑE no sólo nos denominaba, además nos describía, a mí en referencia a mi nariz, a Ñequita por su diminuto tamaño de muñequita avispada, además de tetoncita y canillúa, al Ñoco debido a su insoportable fañosería que hacía de él uno de los seres más tiernamente cómicos que he conocido.
He aquí, entonces, que ahora tenía a Ñequita delante, en plena calle parisina, gritándome a todo trapo el nombrete que más he odiado en mi vida: "¡Ñataaaaaaa!". Después de abrazarnos sorprendidas, decidimos quedarnos dos minutos en el banco de Bouvard y Pécuchet, mirándonos, reconociéndonos:
-Ñata, ¿te acuerdas cuando jugabas con los machos a las Cuatro Esquinas, y bateabas el taco, y corrías por los pasillos de la escuela y terminabas con tremendo ataque de asma? ¿Recuerdas lo marimacha que eras, que hasta jugabas al Quimbi y Cuarta con los varones?
Asentí. Invité a Ñequita a subir al apartamento, no sin antes desembarazarme de la sospecha que se apodera de cualquier cubano exiliado ante otro, que reaparece de manera tan extrañamente casual justo frente a la puerta del inmueble donde uno habita. Lo hice disimuladamente, averiguando sobre su vida, aunque a causa del apuro de manera poco sutil, pues no tenía demasiado tiempo para serlo.
-¿Sabes algo de El Ñoco? –Pregunté mientras se quitaba el abultado abrigo.
-Claro…
-¿Se quedó en Cuba o pudo largarse? –Pregunté todavía más curiosa.
-Vivió un tiempo en Perú, y ahora vive en Chile. Es diseñador, también caricaturista, exitoso, por cierto.
-Me alegro por él –afirmé-. Merece eso y mucho más, talento no le faltó nunca.
-Era un personaje. Parecía que todo le dolía, cualquier frase dicha al azar, era sumamente susceptible. Claro, que su forma de hablar estaba del carajo… Y por eso era tan, como dije antes, susceptible.
-Más bien sensible, -aclaré-. ¿Te acuerdas que nos sentábamos en el quicio de su casa a leer poesía?
-¡Qué si me acuerdo, era terrible oírlo leer a Vallejo, con aquella fañosería! "Ñe ñoñiré en Ñarís ñon añuacero…" ¡Qué risa, tú!
Ñequita y yo estuvimos toda la tarde hablando de esas boberías que vivimos juntas y que comienzan a ser sumamente importantes cuando ya empezamos a hacernos mayores, para los que, para colmo, hemos decidido correr el riesgo de envejecer en el exilio. Todo eso se llama memoria, más que recuerdos. Los recuerdos devienen neblinosos, húmedos, frágiles la mayoría de las veces. La memoria es toda esa permanencia íntegra, plena, grosera o refinada, en dependencia de los contextos, pesada casi siempre.
-Ñata –suspiró-, a cada rato me acuerdo de tu tía, de tu madre, de tu abuela, ¡qué tres mujeres!
Sonreí. Sí. ¡Qué tres arrebatadas habrá querido decir!
Mi abuela leía a Charles Baudelaire, mi madre era fan de Agatha Christie y de Cervantes, se empeñaba en parecerse a Dulcinea del Toboso, y vivía enamorada del Quijote, o de la idea que el Quijote tenía de Dulcinea, ¡ya ni sé! Mi tía, que trabajaba en la fábrica de talco Brisa, y redondeaba el salario mensual haciendo la manicure a las mujeres del barrio, leía a Corín… Tellado, añado yo. Pero ya cuando ella pronunciaba el nombre de Corín todas sabíamos de quién se trataba, de la Tellado. En realidad mi tía no leía ella misma a Corín Tellado, sino que me pedía que me acomodara debajo de la mesa donde hacía la manicura y leyera en voz alta a Corín, para sus clientas.
Así crecí yo, entre piernas regordetas y el inaguantable olor a acetona, mientras leía a Corín para las adúlteras clientas de tía Nélida. El olor a acetona acentuó mi asma y entonces mi abuela desalojaba el cuarto mandándonos a mi primo y a mí al parque Habana, allí mataperreábamos hasta que oscurecía. Yo llegaba tan excitada que no podía dormirme. Entonces mi abuela le pedía prestado a Ruma, la vecina, reconocida declamadora de versos del vecindario, algún libro para que lo leyéramos juntas. De este modo llegó César Vallejo a mi vida, la obra completa publicada en un volumen de tapas verdes.
Abuela se hallaba muy cansada debido a sus tandas espiritistas y a sus ensayos en el teatro –ambas actividades las asumía con el mismo nivel de responsabilidad y de élan vital, y en algunas ocasiones en lugar de hablarle a las mujeres que venían a consultarse, como el Taíta haitiano, espíritu que montaba al suyo, se equivocaba y montaba a Nerón, o a Otelo, el moro de Venecia, en dependencia de la obra que estuviera programada en la marquesina del teatro.
Abuela me dejó leer sola aquella noche toda la poesía de Vallejo. No paré de hacerlo hasta que caí rendida, casi al amanecer. Dos días después volví a encontrarme yo debajo de la mesa de mi tía, leyéndole a sus clientas, aquello de:
"Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos…"
Al inicio algunas me reprocharon haberles cambiado a Corín por César (las clientas de mi tía y mi tía misma acostumbraban a familiarizarse de inmediato con los escritores llamándolos confianzudamente por sus nombres de pila)… sin embargo, en muy breve tiempo me pidieron más y más poemas de César Vallejo. Hasta que les leí todo el libro, y al acabárseme entonces, empecé a escribir versos a la manera –eso creía yo- de Vallejo, con una presuntuosidad de la que hoy me avergüenzo. Lo hacía, claro está, con el único objetivo de no defraudarlas.
Con el paso de los años, puedo confesarles, que César Vallejo nunca me ha abandonado, y tal vez él sea uno de los culpables de que hoy me encuentre sentada en esta silla, creyéndome escritora delante de ustedes, reafirmándome como una adolescente frente a su memoria.
Con Ñeca también recordamos aquella tarde, en plena clase de Literatura, cuando estudiábamos el poema Piedra negra sobre una piedra blanca, a mí se me salían las lágrimas y no sabía explicar por qué, y el Ñoco aseguraba que no entendía "Ñi c'oñones", del bendito poema, porque cómo era posible que el poeta vaticinara que moriría en París, con aguacero, y que sería un jueves… ¿Y por qué se refería a él en tercera persona? ¿Y quiénes lo golpeaban? Entonces yo le rayé tremendo yiti en el güiro al Ñoco, y salí huyendo fuera del aula, y me senté en la escalinata a llorar, y todavía hoy no sé por qué lloraba…
O sí, lloraba porque ya yo sabía que, tal como van las cosas en Aquella Isla, yo también me moriré en París, inevitablemente con aguacero, ya me da igual, con tal de que sea un jueves… o un viernes… Porque ya entonces yo tenía el recuerdo de mi exilio, y el recuerdo de Vallejo, vívido en mí, y de este mismo día de hoy, predestinado, presentido, en su poema.
-¿Recuerdas que la maestra cuestionó que Vallejo fuera marxista? –Ñeca me sacó de mi ensimismamiento.
-Bueno, sí, creo que dijo algo parecido a ver… Vaya, como que Vallejo sólo pensaba en el dolor del ser poético, y no del ser político, y que no había escrito un solo poema dedicado al colectivo, a la masa, al pueblo… No había leído su novela El tungsteno, seguro que no…
Nos echamos a reír, terminamos riéndonos a todo pulmón por culpa de Vallejo, lo que resulta casi imposible, porque es poco probable que coincida la carcajada sonora, escandalosa, con la insondable y callada tristeza de César Vallejo, con los sutiles silencios de su melancolía, que fue su filosofía o ars poética.
La verdad, lo subrayo, es que nadie me ha acompañado mejor y de manera más durable en este exilio que César Vallejo, le susurro a Ñeca, ahora seriamente. Y cuando me han echado en cara lo de exiliada cubana, lo de anticastrista, con ánimos de humillarme, de aplastarme, de arrinconarme y acorralarme, me he aferrado a sus versos como a una balsa, que es el equivalente de una tabla de salvación. Es como si Vallejo cada vez que eso ocurriese me hablara directo al corazón, y palpara mi herida, no en una caricia, no, en un murmullo refrescante, y estuviese ahí, cada noche, para impedir que deje de escribir, para evitar que me derrumbe. No me explico su poesía de otra manera que a través de mis estados de ánimo, como si sus palabras reubicaran mi alma en un mapa cada vez más extenso, y me mostrara esa verdad que encierra toda su poesía: la del hallazgo apasionado del lenguaje en la originalidad de la verdad humana, que es la vida, la libertad, la soledad, la muerte, y la letanía de esos golpes telúricos en la intensidad del otro, la otredad amiga y amante que iluminó su existencia, el inseparable latido del tormento, como origen, como nacimiento…
"Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo…"
-¿Por qué no telefoneamos a Ñoco? –Inquirió Ñequita súbitamente, un poco desdibujada ahora- Anda, Ñata, no te me destiñas.
Lo llamamos a Santiago de Chile. Ñoco se acordaba, claro, de todo; es difícil hablar con un fañoso por teléfono, pero por fin, al rato, volvimos a acostumbrarnos. E incluso hasta nos comentó de cuando evocábamos aquellas lecturas de Vallejo durante aquellos largos mediodías calurosos, o lluviosos, y que una de las preguntas que él mismo se hacía era por qué esos versos lo reclamaban tanto, lo atraían de manera misteriosamente inexplicable, como una especie de imán, y que ya no podía dejar de leerlos, que ya no pudo nunca dejar de hacerlo.
-¿Y se añuerdan de ñuando ños imaginábamos Perú y París solamente porque Vallejo había nacido, vivido y muerto en esas dos ciudades?
De pronto advertimos que el Ñoco había dejado de fañosear. Eh, Ñoco, qué te pasó que de pronto acabas de hablar normalmente.
-Contra, se me había olvidado decirles que yo no era fañoso de nacimiento, que lo que tenía era una especie de dislexia, y la he podido corregir; pero, claro, cuando me tropiezo con amigos que estudiaron conmigo, sin darme cuenta, vuelvo a la ñoñería de mi fañosería.
-¡Cuántas eñes! –exclama burlona Ñequita.
Y otro silencio.
Caímos entonces en la pregunta inevitable. ¿Cómo ves la cosa últimamente en Aquella Isla? Mala, malísima. Cada vez peor. ¿Retornarías? No.
"Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo"
Y sigo murmurando el poema, Ñequita lo continúa, y lo termina Ñoco, del otro lado de la línea.
"Me moriré en París –y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño…"
Hacemos el tercer silencio aún más grave. Preguntamos por nuestras madres, por la de otros amigos, todas viven menos la mía. La mía está enterrada en Père Lachaise, desde el 2001. Mi abuela y mi tía enterradas en Cuba. El exilio es una ristra de entierros. Mi padre descansa en una cripta, en New Jersey. Todos son tumbas.
En mi última novela, El Todo Cotidiano, continuación de La Nada Cotidiana, dedico varios capítulos a esas pérdidas, sobre todo a la de mamá, que ya no pudo regresar a Aquella Isla…
"Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama París. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande…
Llora de mí, se entristece de mí. ¿Qué falta hará mi mocedad, si siempre seré su hijo?…"
¿Ven?, cuando releo estos versos, vuelvo a ser aquella jovencita que se arremangaba la falda del uniforme, y lanzaba un beso a su madre, antes de marcharse al Instituto José Martí, allá, donde vivía, en la calle Empedrado, y que a través del filo de la puerta que iba entrecerrando suavemente observaba a mamá empinarse un buchito de café humeante…
…"Jueves será porque hoy jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos…"
—-
Gracias.
Zoé Valdés.
Conferencia en forma de ficción, en homenaje a la letra EÑE y a César Vallejo, para el Festival EÑE, en la Casa de la Cultura Peruana, Lima, 14 de abril del 2011. Presentador: Doménico Chiappe.
Un día como hoy, 15 de abril, murió en París César Vallejo, era viernes.
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Mysora. Rostrums. En Ars Atelier.
Un recordatorio sobre la Exposición Rostrums de Mysora en Ars Atelier, vernissage el próximo 19 de abril, a partir de las 18 y 30 h.
84, rue Quincampoix
75003. París.
Mº Rambuteau.
En presencia de la artista.
Cliquear sobre la imagen para agrandar.
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Cuba: hijos no, abortos sí. Por Iván García.
Cuba: hijos no, abortos sí.
Por Iván García
Para Ricardo, 32 años, el peor negocio que se puede hacer en Cuba es tener hijos. "Tengo dos y sé de lo que hablo. Si mi jeva (mujer) no los tiró para afuera (se hizo un aborto) es porque el ginecólogo nos dijo que si se hacía un nuevo legrado quedaría estéril. Luego de halarnos los pelos decidimos tenerlo. Y Dios nos castigó. Tuvimos jimaguas".
Muchas parejas piensan como Ricardo. El aborto en Cuba se ha convertido en otro método anticonceptivo. Se practica irresponsablemente.
Heidi, 27 años, va por la quinta interrupción. "El doctor no quería hacérmelo, pero más fuerte que la ética médica resultaron los 20 chavitos (25 dólares) que le introduje en el bolsillo de su bata. Es una locura tener un hijo en estos momentos. Vivo en el cuarto de un solar (cuartería) con una familia tan numerosa que varios duermen en el piso. Trabajo en una farmacia y gano 290 pesos (12 dólares). Mi novio no trabaja. Cada vez que salgo embarazada, me hago un aborto".
El aborto es casi un deporte para algunas cubanas. La doctora Raisa lo achaca al descuido en las parejas a la hora del sexo. "A los jóvenes no les gusta protegerse con condón. Y las muchachas no suelen tener ningún tratamiento anticonceptivo. La salud pública cubana debiera ser más rigurosa con los abortos. Ya la situación pasa de castaño a oscuro".
Las interrupciones del embarazo son gratuitas en la isla, igual que el resto de la atención sanitaria. Aunque hay médicos que por debajo de la mesa hacen dinero practicando abortos. Según un ginecólogo habanero, al mes se embolsa unos cien dólares. "Además, recibo buenos regalos, hasta una pierna de jamón me han regalado".
Pero la danza de los billetes ocurre cuándo los médicos cumplen misiones de ayuda en el extranjero. Un reportaje del Wall Street Journal publicado el 16 de enero de 2011 por Joel Millman, daba una pista sobre el negocio entre bambalinas que resulta para los galenos cubanos practicar el aborto en naciones africanas y del Medio Oriente. José, un médico que estuvo 3 años en Sudáfrica, afirmaba que hacer legrados en esos países es una manera de regresar con bastante dinero de a la isla. "Si las cosas van bien, incluso pues desertar".
Instituciones como la iglesia católica han abordado con preocupación el tema del aborto a granel. El médico disidente Oscar Elías Biscet, recientemente liberado bajo licencia extrapenal, ha sido una voz líder contra la interrupción indiscriminada del embarazo. La doctora Hilda Molina, en la actualidad viviendo en Argentina, durante años realizó una cruzada contra el uso de fetos en la producción de medicamentos por parte de instituciones científicas nacionales.
A no dudar, Cuba es el país del continente americano que más facilidades brinda para la práctica del aborto. Una de las modas nocivas generadas por la revolución. Las precarias condiciones de vida y la falta de viviendas, han sido causantes de que un alto número de mujeres decidan abortar, en ocasiones con más de doce semanas de gestación. Los medios oficiales no tocan públicamente el asunto. Como si no existiera.
La práctica masiva del aborto y los pocos deseos de tener hijos por las parejas, están contribuyendo al envejecimiento acelerado de la población. Si es difícil la vida para los jóvenes, imagínense los ancianos. Cuba no es un buen país para viejos. Para el 2020, habrá más personas de la tercera edad que niños en edades comprendidas entre 0 y 14 años. A esto súmele que anualmente 20 mil personas emigran por vía legal hacia Estados Unidos, cientos de ellas aún en edades de procrear.
El ginecólogo habanero opina que esa gran cantidad de abortos también es una respuesta de inconformidad con el estado de cosas. "No les apetece tener un hijo en un país cargado de carencias. Hay mujeres que se los sacan porque están esperando irse y quieren parir fuera, con más recursos. Es lamentable, pero eso viene sucediendo".
La revolución de Fidel Castro ha sido una fábrica eficiente a la hora de producir escasez. Todo lo contrario en el caso del aborto. Se pueden colgar una medalla de oro.
Iván García.
(Amabilidad del autor y de Tania Quintero).
Blog Desde La Habana y El Blog de Tania Quintero.
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Chabuca Granda entrevistada por Joaquín Soler Serrano.
Chabuca Granda entrevistada por Joaquín Soler Serrano:
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April 14, 2011
Tania Quintero: Toda una vida dedicada al periodismo. Por Liú Santiesteban.
Inauguración del Festival EÑE América – Lima 2011.
En la Alcaldía de Lima. Hablaron la Alcaldesa, Señora Susana Villarán, el Ministro de Cultura, Señor Juan Ossio Acuña, el Embajador de España, Señor Javier Sandomingo, el Director del Festival EÑE, escritor y editor, Alberto Anaut, y leyó el escritor chileno Antonio Skármeta.

Con los escritores Antonio Skármeta (a mi izquierda) y Enrique Planas






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La flor de la canela. Bola de Nieve.
Homenaje a miembros de la Brigada 2506 en el Congreso.
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Girón: Las conclusiones de la Comisión Taylor. Por Enrique Ros.
Girón: Las conclusiones de la Comisión Taylor
Por Enrique Ros
En abril 21, a los dos días del colapso del desembarco en Bahía de Cochinos, el General Maxwell Taylor, que había sido Jefe del Ejército de los Estados Unidos de 1955 a 1959 y ya estaba retirado, recibió la encomienda del Presidente Kennedy de realizar una investigación sobre la causa de ese fracaso.
De acuerdo a su testimonio, el General Taylor iba a conducir la investigación por sí mismo. No pudo hacerlo. En el transcurso de la conversación con el presidente éste sugirió una comisión presidida por Taylor y compuesta por Bob Kennedy, Alex Dulles y el Almirante Arleigh Burke. Bob Kennedy representando los intereses del presidente, Burke los del Estado Mayor Conjunto y Dulles representando a la Agencia Central de Inteligencia. Las tres instituciones más íntimamente envueltas en la operación.
La integridad del General Taylor nadie la ha puesto, jamás, en duda pues todos coincidían en su honorabilidad como militar y funcionario público.
La designación de una comisión investigadora compuesta por personas que representaban las instituciones más íntimamente comprometidas con las trágicas decisiones que condujeron a la derrota de Girón obedecía a dos propósitos:
a) Calmar a la prensa y a la opinión pública con la investigación que se iniciaba.
b) Ocultar luego por muchos años –como secreto militar- el resultado de la investigación. Tan es así que Bob Kennedy suprimió un informe secreto preparado por Roger Hilsman, del Departamento de Estado.
En la comisión era el General Taylor el único miembro que no tenía responsabilidades que apañar. Fue siempre interés de la Casa Blanca ocultar las torpes decisiones que condujeron al mayor desastre sufrido por los Estados Unidos en lo que iba de siglo.
El primer paso de la Comisión Taylor fue recoger el testimonio de cerca de 50 testigos o participantes que fueron entrevistados en el transcurso de 21 reuniones. Este grupo de testificantes incluyó los entrenadores norteamericanos en Centroamérica, funcionarios de todos los niveles en la Secretaría de Estado, la Secretaría de Defensa, el Estado Mayor Conjunto y la CIA. Comprendió a varios cubanos que participaron en la preparación de la acción, pero, por supuesto, no incluyó –por el momento en que se realizaba la investigación-, a los brigadistas que se encontraban en ese tiempo en las cárceles de Castro.
El equipo investigador presentó un estudio preliminar al Presidente Kennedy en mayo 15 y el informe definitivo le fue entregado el 13 de junio considerándosele en aquel momento como "estrictamente secreto" que vino a ser parcialmente desclasificado en mayo de 1977.
A cuatro conclusiones llegó la Comisión Taylor:
1) La inadecuada cobertura aérea del desembarco.
2) El fallo de la brigada, al ser derrotada en las playas, en convertirse en fuerza guerrillera.
3) La responsabilidad del Estado Mayor Conjunto por las deficiencias militares.
4) La falta de comprensión e incorrecta actitud de los altos funcionarios envueltos en la operación.
Algunos distinguidos historiadores manifestaban que "Bahía de Cochinos falló porque Kennedy y Bissell fallaron", pero la más precisa conclusión la expresó un distinguido combatiente, el Comandante José P. San Román: "Playa Girón no hubiese fracasado si el presidente hubiera cumplido".
Todos los militares que testificaron ante la Comisión Taylor coincidieron en calificar de grave error los incompletos ataques aéreos realizados dos días antes del desembarco y el General David W. Gray, del EMC, condenó enérgicamente el que se modificase el plan aprobado originalmente de continuos e ininterrumpidos ataques del día de la invasión. Lo afirmaba también el General Lemnitzer: "Los bombardeos de dos días antes se agregaron por razones no militares. Los aprobaron para darle credibilidad a la historia que los ataques del día de la invasión se realizaban desde Cuba"; esto lo afirmaba el General Lemnitzer en la reunión Número Doce de la Comisión Taylor.
La decisión del Presidente Kennedy de suspender los ataques aéreos programados para el mismo día 17 de abril fue condenada por todos los militares que testificaron. El Jefe del Estado Mayor Conjunto afirmaba en la Reunión 17 de la Comisión Taylor que los ataques aéreos del día 17 estaban considerados esenciales. Todos coincidieron en calificar de motivaciones políticas –no militares- las razones que condujeron a la aprobación de los ataques aéreos parciales dos días antes del 17 de abril.
El General Thomas White, Jefe de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, también discrepó de aquella súbita modificación. Afirmó en la Reunión 12 de la Comisión: "La mejor operación hubiera sido lanzar un fuerte ataque aéreo sobre los aeropuertos el mismo día de los desembarcos. El problema fue que hubo cambios en el último minuto de los cuales nosotros no conocíamos. Me refiero, entre otros, a la cancelación del último minuto de los ataques aéreos" y concluía aquel militar que dirigía la fuerza aérea de esta nación con esta durísima afirmación: "Yo creo que se hicieron cosas a niveles superiores al Estado Mayor Conjunto sobre las que no fuimos completamente informados".
El Presidente de la Comisión, el General Maxwell Taylor al terminar su cometido hizo un paralelo entre dos presidentes norteamericanos: Trumann y Kennedy:
"Trumann demostró que un presidente con poca popularidad pero gran coraje puede lidiar con un héroe militar que se ha excedido. En contraste, al cancelar un importante ataque aéreo en Bahía de Cochinos, el Presidente Kennedy demostró que un presidente puede intervenir personalmente en la conducción de una operación militar pero tendrá que vivir lamentándolo".
Desafortunadamente no solo lo lamentaría el ya difunto Presidente Kennedy sino aún, todavía, el pueblo cubano en la isla y en el exilio.
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