Óscar Contardo's Blog, page 29
December 2, 2017
Minimizando responsabilidades en la debacle de las encuestas
Fueron dos las encuestas electorales que acapararon casi toda la atención mediática durante la primera vuelta de la elección presidencial: la Cadem y la CEP. Cada domingo, uno de los principales programas de política en televisión anunciaba las nuevas cifras de la Cadem, seguidas de un análisis de sus vaivenes semanales por parte de los panelistas estables del programa. Ni una palabra sobre las debilidades metodológicas de la encuesta, que solo una de cada ocho personas contactadas responde, que no existe evidencia alguna de que quienes responden votan parecido a quienes no responden.
En el caso de la CEP, solo hubo dos encuestas electorales durante la campaña, cada una de las cuales concentró una atención mediática que resultó ser desproporcionada. Transmisión en directo del evento donde el oráculo dilucidaba el resultado electoral; primeras planas de los medios más influyentes; editorialistas y líderes de opinión exponiendo teorías sociológicas cuyo escaso sustento empírico descansaba en la encuesta, y mucho más.
El 19 de noviembre supimos que la Cadem y la CEP estaban equivocadas. No eran errores menores, fue un fracaso estrepitoso. La Cadem sobreestimó la votación de Piñera en más de ocho puntos porcentuales y subestimó el apoyo a Sánchez en más de seis puntos. Los errores de la CEP fueron aun más grandes. Proyectó más del 48% para Piñera y en torno al 10% para Sánchez, las votaciones efectivas fueron de 36,6 y 20,3%, respectivamente.
Lo que hemos presenciado luego de la debacle de las encuestas tiende a minimizar las responsabilidades. En el caso de la Cadem, la estrategia consistió en intentar redefinir los criterios con que se evalúa una encuesta electoral. El criterio habitual es ver si los errores de las proyecciones estuvieron dentro del margen de error de 3% que anuncian todas las encuestas. Si anduvieron cerca -errores del 4 o 5% serían aceptables para candidatos con altas votaciones- pasan la prueba. Pero errores del 8, 10 y 12%, como los observados, no pasan este test. Probablemente, por eso, el vocero de la Cadem, con el apoyo de uno de los panelistas del programa que daba las primicias semanales, contribuyeron a los anales de las encuestas con un nuevo criterio para evaluar su poder predictivo: la encuesta Cadem habría sido un éxito porque acertó el orden en que llegaron los tres candidatos con mayor votación. Que los errores fueron mucho más de lo razonable da lo mismo.
Para comunicar que al menos ellos se creen su cuento, que no se arrepienten de nada y que no tienen nada que aprender, Cadem decidió seguir con sus encuestas para la segunda vuelta. Y es así como publicó una primera encuesta el lunes de esta semana. Al menos esta vez no se dieron a conocer las proyecciones en el programa de televisión, sino que por la prensa y con menos cobertura que durante la primera vuelta, aunque ningún medio se atrevió a publicarla junto al horóscopo.
Se han utilizado varios argumentos adicionales para minimizar los errores de las encuestas. Entre ellos, mencionar los serios errores de encuestas electorales recientes en otros países, partiendo por el Brexit. Nadie ha mencionado que la magnitud de los errores en el caso chileno fue mucho mayor que para el Brexit.
También han aparecido teorías más sofisticadas, o al menos difíciles de falsificar, para explicar la debacle de las encuestas, destacando entre estas que fallaron los modelos de “votante probable”. La idea es la siguiente: con la introducción del voto voluntario cualquier proyección debe partir por determinar cuáles encuestados irán a votar y cuáles no. Llevamos poco tiempo con el nuevo sistema y todavía no tenemos un buen modelo para hacer esta clasificación.
Un análisis de los datos de la encuesta del CEP sugiere que es improbable que esta explicación sea correcta. En primer lugar, porque los errores de proyección basados en los votantes probables son similares a aquellos que resultan si se usa toda la muestra. De hecho, un cálculo muy sencillo indica que se requieren diferencias de participación implausibles entre quienes respondieron que votarían por Sánchez y por Piñera para explicar los gruesos errores cometidos por esta encuesta. Concretamente, una tasa de participación del 80% para el primer grupo de encuestados (Sánchez) versus un 35% para el segundo (Piñera).
La creatividad de algunos analistas ha llegado a niveles notables buscando argumentar que los errores de las encuestas lejos de perjudicar a Beatriz Sánchez en realidad pudieron favorecerla. Las encuestas fueron creando un ambiente de expectativas respecto de una victoria inevitable de Piñera y un colapso de la candidatura de Sánchez que hace difícil creer que esto no benefició al candidato de Chile Vamos y perjudicó a la candidata del Frente Amplio. Si se va a argumentar que no fue así, lo mínimo es presentar alguna evidencia.
Es importante que sepamos qué sucedió realmente con las encuestas, es dañino para nuestra convivencia democrática que quienes se equivocaron de manera tan notoria busquen minimizar lo ocurrido. Cualquier explicación que den debiera ir acompañada de evidencia sólida, no de una que otra anécdota. Idealmente, que un grupo de analistas independientes de las instituciones que hicieron las encuestas evalúe la fuente de los errores e informe sus conclusiones a la ciudadanía.
La entrada Minimizando responsabilidades en la debacle de las encuestas aparece primero en La Tercera.
¡Quemen a la bruja!
Hay cambios que pueden pasar inadvertidos hasta que algo revienta, remece la escena y cae un telón que deja al descubierto lo que había estado ocurriendo sin que lo notáramos. Algo así tuvo lugar en Brasil a principios de noviembre pasado, cuando la filósofa norteamericana Judith Butler acudió a una conferencia en Sao Paulo. Butler es un nombre clave en círculos académicos, principalmente por sus trabajos sobre sexo, género y política; una intelectual de renombre, pero no un personaje popular al punto de aparecer con frecuencia en televisión o provocar aglomeraciones. Sin embargo, eso fue lo que ocurrió durante aquella visita a Sao Paulo. Desde que llegó a Brasil, la autora debió enfrentar el revuelo nacional que provocó su presencia. El interés que despertó en la opinión pública no era por conocer más sobre sus reflexiones, sino por la campaña que en su contra organizaron miles de evangélicos fundamentalistas. Los grupos ultraconservadores cristianos usaron todos los medios disponibles -sólo la Iglesia Universal tiene más de 20 canales de televisión y otras tantas radios- y a los líderes de una bancada parlamentaria confesional, que cuenta con 87 diputados y dos senadores, para atacar a Butler. Una alianza religiosa, económica -el negocio de la fe es una industria en Brasil- y política manifestándose en plenitud.
Repentinamente, Butler se convirtió en un tema de alarma pública.
Los mismos grupos político-religiosos que habían pedido que Dilma Rousseff dimitiera, ahora pedían que Judith Butler no hablara. Exigían que su conferencia fuera cancelada. En sus comunicados no mencionaban la obra de la intelectual, no citaban ni un párrafo de sus libros, pero resumían mañosamente su trabajo filosófico en una síntesis apta para usarla como un eslogan para esparcir rechazo. Decían, por ejemplo, que ella era “la creadora de la ideología de género” y que su objetivo era dañar a los niños. Para ilustrar sus propósitos hicieron circular un video por redes sociales que mostraba a una profesora obligando a un chico a pintarse los labios. En eso consistía el pensamiento de Butler.
El diputado evangélico Marco Feliciano -célebre por sostener que los descendientes de africanos son personas malditas y los gays incitan al crimen- denunciaba que el objetivo de Butler era destruir la familia. A las declaraciones y protestas se sumó una campaña de recolección de firmas organizada por la plataforma religiosa española Hazte Oír-CitizenGo. Esta organización es la misma que trajo a Chile el llamado “Bus de la Libertad”, transformando, de paso, en personaje público a Marcela Aranda, la mujer que asesora a parlamentarios chilenos para frenar el avance en la legislación de derechos humanos. A través de la plataforma se reunieron más de 300 mil firmas que pedían que Judith Butler fuera censurada, que sus ideas fueran prohibidas.
El día de la conferencia llegaron cientos de manifestantes hasta las puertas del edificio en donde se organizaba el encuentro. Llevaban carteles con una foto del rostro de Butler tachado y otros con leyendas difamatorias en su contra. La acusaban de promover aberraciones. Un grupo llevó un muñeco hechizo que representaba a la norteamericana. Le prendieron fuego para atraer a las cámaras. En el interior, la conferencia comenzó con el discurso de uno de los anfitriones, quien dijo que pocos simposios realizados en Brasil habían recibido tantas amenazas y presiones.
Butler partió su conferencia agradeciendo a los organizadores haber soportado las hostilidades.
En medio del remolino de incidentes pasó casi inadvertido un detalle: el tema principal del simposio no era el género, tampoco el feminismo ni la teoría queer, sino la democracia en los tiempos que corren. Durante su intervención -de la que poco se habló en los medios-, Judith Butler dijo: “La democracia es una lucha continua para resistir las fuerzas políticas que censuran nuestras palabras, controlan nuestra libertad, condenan nuestros afectos y nuestras vidas y que reproducen legados de violencia y dominación”.
Afuera, el muñeco que representaba ardía y alguien gritaba: “¡Quemen a la bruja!”.
La entrada ¡Quemen a la bruja! aparece primero en La Tercera.
December 1, 2017
La nueva “Nueva Mayoría”
Otro de los inconvenientes de los balotajes, como medios para resolver empates, es que terminan por forzar mayorías a lo sumo circunstanciales, flor de un día. Se vio el año 70 bajo el antiguo esquema de radicar el asunto en el Congreso. Recordemos como la entonces poderosa DC acepta apoyar al candidato popular para muy luego enfrentarse con la UP y sumarse a quienes querían derrocar el gobierno. Pasa de nuevo con Bachelet y su máquina. Inflados y empoderados con el 62% de los votos el 2013, creen que pueden hacer lo que se les venga la gana. ¿Pese al 58% de abstención original y al decreciente apoyo posterior avalándoles aún menos? Nada que los detenga; a números tan vagos se les puede manipular demagógicamente. De ahí que, en la noche del 19 de noviembre, se adjudicaran un presunto 55%, supuestamente a favor de sus estupendas reformas.
Sabemos lo que es la demagogia: un intento burdo de mantenerse en el poder (en este caso, el de un progresismo reformista que presume tener la llave maestra que va a corregir la historia) halagando sentimientos muy primarios de una ciudadanía nunca del todo clara si quiere o no que se la pastoree. Hoy sí, mañana no tanto, o bien, siempre sí aunque no por las mismas fuerzas, nunca pudiéndose saber a ciencia cierta.
Da lo mismo. Lo que de veras incidiría -se cree- es que la soberanía otorga bendiciones y soplos divinos. Cuestión que afirman en el siglo XVII teóricos del absolutismo, y en su segunda formulación, a fines del XVIII, revolucionarios tras la guillotina francesa. Ambos, sin embargo, planteando nada muy distinto, como ha sostenido Bertrand de Jouvenel (De la souveraineté, 1955). Cualquiera sea el referente legitimador invocado, la atribución de una soberanía ilimitada y arbitraria no altera lo medular. El rey rara vez es el poseedor efectivo del poder despótico conferido, y el pueblo nunca lo puede ser. Lo que no obsta que se funcione como si, de hecho, lo sean. En el segundo caso amparándose en “sufragios debidamente emitidos” y en que la mayoría más uno se lleva todo, ficciones legales tan groseras y mañosas como que la ley se presume conocida.
El drama de esta elección no es quién gana o pierde la presidencial (cualquiera que “triunfe” la tendrá difícil, ¡qué cuento lo de las mayorías!), sino quién va a hacerse cargo del enredo mayor: gobernar una vez elegidos. Y ahí, si nos atenemos al espectáculo que se viene dando, las perspectivas no se ven auspiciosas. Los ya elegidos al Congreso están empeñados en lo de siempre, en puramente empoderarse y seguir en lo único que saben hacer: las interminables vueltas electorales y empates, obstruyendo a quien sea, amigos o enemigos, mientras tanto. En primerísimo lugar, los del Frente Amplio, en especial sus genios tácticos, con una estrechez de mente que los retrata.
La entrada La nueva “Nueva Mayoría” aparece primero en La Tercera.
Chicos listos
El Frente Amplio, un grupo que se asocia a jóvenes idealistas, que viene a cambiar la política y el país, sorteó su primera prueba de fuego a la vieja usanza. En vez de apoyar o rechazar la candidatura de Guillier, de seguir sus principios, optaron por acatar la regla del clásico manual de la política: ante decisiones complejas, mejor navega por aguas tibias; no te comprometas, evita el conflicto.
En una declaración llena de buenas intenciones y deseos; lo que nunca aclaran es precisamente lo que se les preguntó. Es más, en ningún párrafo aluden a Guillier y prefieren optar por el camino clásico, que es hacer un llamado a sus adherentes a votar de acuerdo a sus propias convicciones o análisis. O sea, es el triunfo de la ambigüedad, una que se supone ellos están llamados a desterrar de la política.
Quien mejor resumió lo ocurrido es el propio Alberto Mayol, ex candidato de esa colectividad, quien dijo que se trata de una suerte de antimensaje, ese que uno lee y no sabe cuál es la conclusión. Salvo que cada uno puede hacer lo que quiera, algo tan obvio que para ello no necesitaban decir nada.
Ahora, es evidente que el problema es que ellos no quieren votar por el candidato de la Nueva Mayoría. Tienen claro que son enemigos de Piñera, pero tampoco quieren ser amigos de Guillier. Para ellos, al final del día, ambos son igualmente molestos. Pero no se atrevieron a decirlo con claridad, por miedo a la crítica de los sectores más tradicionales, esos que se supone ellos vienen a desafiar. Guillier entendió el mensaje. Ofuscado, dijo que sabía que iba a pasar esto, pero que uno espera en política que la gente tenga decisiones definidas. Estás o no estás o te abstienes, disparando al corazón del movimiento al que, hasta esta semana, se podía acusar de muchas cosas, pero nunca de ambigüedad.
Hay dos lecturas posibles de todo esto: la primera es mala, en el sentido de que se trata de un grupo que no se la juega, que no habla claro, que no quiere arriesgar nada, algo que suena a una negación de lo que pretenden ser.
La segunda, más benigna, es que son chicos listos. Que entienden que ya son un partido con 21 parlamentarios y que ahora las decisiones ya no se toman con puro ímpetu, sino con calculadora en mano, porque la cosa no está para aventuras, ni idealismos.
En cualquier escenario, la conclusión es una: con su actuar de esta semana, se convirtieron en un grupo más de la política chilena tradicional. Lo que no tiene nada de particular. Pero, si es así, al menos debieran dejar de pontificar, dar lecciones al resto y sentirse poseedores de la verdad como si fueran los elegidos. Ahora, ya son parte del club que dicen renegar. Al final, la política es la política. Porque, como todo en la vida, las cosas no cambian porque se tenga ideas disruptivas, sino por como uno actúa en los momentos claves.
La entrada Chicos listos aparece primero en La Tercera.
La incondicionalidad de la DC
La Democracia Cristiana atraviesa un momento muy difícil, como otros que ha enfrentado en su historia. Pero es un partido con tradiciones fuertes y con raigambre cultural. Fue capaz de salir adelante de retos muy complejos en el pasado, y puede, si quiere intentar superar la situación actual. Sin la DC es imposible imaginar una experiencia de gobierno tan exitosa como la de los cuatro gobiernos de la Concertación. Personalmente, me siento orgulloso de la contribución que los democratacristianos hicimos a la modernización y al progreso del país.
Creo que la DC ha pagado un precio muy alto al volverse borrosa su identidad, al aceptar un estilo ajeno de hacer política y, sobre todo, al callar ante un discurso que casi implicó pedir disculpas por lo hecho, entre 1990 y 2010. El binominalismo influyó mucho en esa distorsión, porque estimuló las alianzas/camisa de fuerza. Eso fue la Nueva Mayoría, en la que la DC se asoció con seis fuerzas de izquierda y con frecuencia soportó la hostilidad y la falta de respeto de algunas de ellas. Ha quedado en evidencia que nuestras diferencias con el PC son profundas.
Es hora de que la DC recupere su autonomía. Ninguna fuerza política que no defienda eso merece consideración de los ciudadanos. Y para ello, debe respetarse a sí misma. No comparto la decisión de apoyar a Guillier rápidamente y sin condiciones. Considero no solo reñida con la ética, sino también con la estética, la actitud de Silber y los hermanos Rincón, que antes de que pasaran 24 horas de la elección, ya estaban pidiendo la renuncia de Carolina Goic a la presidencia del partido. Muchas veces actuaron contra la candidatura partidaria y luego reclamaron, escandalizados por el bajo apoyo recibido por nuestra candidata. Hacía tiempo que no veía algo tan obsceno.
Carolina Goic merece reconocimiento por su valentía al asumir una candidatura en difíciles condiciones. Hubo un sector del partido que, por mero cálculo de ventajas, trató de impedir que hubiera un candidato propio de la DC, y que proponía ir a una primaria en la que habríamos tenido que competir con el candidato de seis partidos, lo que habría sido el suicidio. Aunque hubo un costo electoral, los democratacristianos pueden -si lo quieren- recuperar la autoestima.
Creo que el comportamiento oportunista es un gran mal de la política en estos días, y constituye el caldo de cultivo para el populismo desatado, para las ofertas que no miden consecuencias, para los atajos que prometen la felicidad y que, al final, pueden terminar en grandes calamidades. Yo no quiero que el populismo se imponga en Chile. Aspiro al perfeccionamiento del régimen democrático y rechazo absolutamente el establecimiento de un sistema de asambleas que la arrastre hacia un pantano.
Es indispensable que la DC vuelva a ser una fuerza que aporte a la estabilidad y la gobernabilidad de Chile. Una fuerza que, junto con defender los derechos individuales, aliente el sentido de comunidad y la cultura de la solidaridad. La DC no debe dejarse intimidar ni por la derecha ni por la izquierda. Debe hablar su propio lenguaje, sostener los valores que la han identificado desde su fundación como fuerza democrática y reformadora, defensora de los DDHH aquí y en todas partes. Solo por ese camino, aunque sea largo, habrá futuro. Quiera Dios que sus actuales conductores sepan salir de la “incondicionalidad”, como verbo rector de su actuar en política.
La entrada La incondicionalidad de la DC aparece primero en La Tercera.
La disyuntiva electoral
La disyuntiva en la segunda vuelta presidencial no es impulsar o no reformas. Chile las necesita para ser un país moderno y desarrollado. Las requiere, por ejemplo, para acelerar el crecimiento, reducir la desigualdad, aumentar las pensiones, mejorar la salud y la educación, generar empleos y modernizar el Estado. La disyuntiva es qué candidato puede hacerlas mejor, atendiendo el bienestar general de la población, sobre la base de políticas bien diseñadas, sólidos equipos técnicos, acuerdos políticos y una implementación gradual que asegure buenos resultados.
Los contenidos de los programas de gobierno y las promesas electorales importan porque denotan intenciones, pero no son decisivas. Son cartas de navegación que se deben ajustar según los problemas que se presenten en el camino, la opinión de la gente y los acuerdos en el Congreso; en ningún caso derroteros a seguir contra viento y marea.
Más relevantes son los lineamientos que orientarán la acción del gobierno. Necesitamos un ambiente de libertad que estimule la creatividad, la innovación y el emprendimiento, premie el esfuerzo y castigue los abusos. Requerimos construir un país tolerante y solidario que privilegie la inclusión y la diversidad y no discrimine por género, nacionalidad, raza, origen social, creencias o inclinación sexual. Anhelamos seguridad y acceso igualitario a la justicia, en las ciudades y en el campo. Queremos más crecimiento, productividad, ciencia y tecnología, cultura, fin de la pobreza y cuidado del medio ambiente. Exigimos descentralización de verdad. Debemos insertarnos en la cuarta revolución industrial, facilitando los cambios y protegiendo a los afectados.
Ninguna candidatura recoge plenamente estos conceptos, pero la responsabilidad política obliga a elegir, recordando que no estamos escogiendo al empresario o periodista modelo -ninguno lo es- sino al presidente para los próximos cuatro años. Mi voto será para Piñera. No es decisión trivial porque siempre voté por la Concertación y, en la última elección, por Bachelet, creyendo que continuaría la positiva senda de los gobiernos precedentes, incluyendo el suyo. Estoy decepcionado porque el desempeño de su gobierno ha sido mediocre, renegando de las políticas que posicionaron a Chile en un papel de liderazgo. Celebro los avances en la agencia valórica, incluyendo la aprobación de las causales de aborto, pues resuelve un problema real, pero, con escasas excepciones -como energía- hay poco que celebrar en materias económicas y sociales. Tenemos una economía estancada y endeudada, reformas tributaria, laboral y educacional mal hechas e implementadas; el desafío de la calidad educativa aún pendiente, proyectos de salud retrasados por razones ideológicas, el espíritu emprendedor sometido a sospecha por la demonización del lucro y un ambiente de desconfianza y división acentuado por la lógica de la retroexcavadora.
Frente a esta evidencia y una candidatura de Guillier que pretende acentuar la obra del actual gobierno, sin mayor experiencia y con un equipo menguado por el desprecio a sus figuras más señeras, prefiero una opción que da más confianza, tiene cuerpos afiatados, rescata el espíritu de la Concertación que tanto aportó a nuestro desarrollo y, en todo caso, favorece la alternancia de los equipos de gobierno. No comparto todas sus propuestas o visiones, pero espero que si sale elegido, Piñera acoja los planteamientos que represento y reemplace la figura de la retroexcavadora por una camioneta doble tracción, que avance superando obstáculos y con doble cabina, para que quepan todos. Y cual sea el resultado de la elección, llamo a restablecer el clima de conciliación y acuerdo requerido para transitar al desarrollo. Chile se merece nada menos.
La entrada La disyuntiva electoral aparece primero en La Tercera.
El retorno de Correa
Rafael Correa ha regresado al Ecuador (desde Bélgica) para enfrentarse al Presidente Lenin Moreno. Quiere desplazarlo del control de su partido, retarlo por “traicionar” su Revolución Ciudadana y detener una consulta popular orientada a acabar con la reelección indefinida, que le impediría volver a la Presidencia.
La sorprendente política ecuatoriana nos ha deparado un extrañísimo -e interesante- conflicto entre el Presidente al que Correa creía poder instrumentalizar para que le guardara el puesto unos años y el populista prepotente y tonitronante que instaló a su país, por un tiempo, en la órbita chavista. No ha sido la oposición liberal o socialcristiana, ni la izquierda indigenista o la izquierda ideológica, quienes han desplazado del poder al correísmo, sino un hijo político de Correa, al que éste convirtió en su sucesor sin sospechar las consecuencias.
Muchos ecuatorianos han sido escépticos viendo que Moreno denunciaba el legado económico y el autoritarismo de Correa, dejaba sin funciones a su Vicepresidente -hoy detenido por imputaciones de corrupción-, le arrebataba el liderazgo del partido a su antecesor e iniciaba un proceso de consulta popular para cerrarle el paso en el futuro. Pero el tiempo ha demostrado que la pelea iba en serio. Y Correa tiene miedo: por eso ha regresado al Ecuador a reclamar su cetro en el partido y entre los congresistas de Alianza País, y a tratar de detener la apisonadora que lo puede aplastar.
Para la causa de la democracia ecuatoriana y el desarrollo de ese país, no hay duda: lo que conviene es que Moreno derrote a Correa. Todo parece indicar que así será, pues el partido se alineará mayoritariamente con quien detenta hoy el poder, además de que el horizonte penal del propio Correa y su gente es cada vez más sombrío, dada la abundante corrupción de su extinto gobierno. Además, si en esta lucha sin cuartel Ecuador puede lograr avances como eliminar la reelección indefinida que Correa impuso inconstitucionalmente hacia el final de su gobierno, tanto mejor.
La cuestión, sin embargo, es si esta es sólo una disputa de poder fratricida o un enfrentamiento -además- entre dos visiones de la sociedad. Por momentos hay síntomas de lo segundo y a ratos, de lo primero. Moreno tiene un estilo mucho más dialogante y menos autoritario que su antecesor, y un sentido del daño que hizo Correa al país. Pero falta comprobar de una vez por todas que entiende que la nuez del problema no es el talante de quien controle a la mayoría parlamentaria y al partido principal, sino el legado populista, tanto en su vertiente política como económica.
De nada serviría que Moreno sustituya a Correa en el control del poder si no desmonta el aparato populista. Un error que cometió en los primeros meses fue mantener la política económica de Correa, con sus exacciones tributarias, su proteccionismo comercial, su gasto y endeudamiento exorbitantes, su intervencionismo antiempresarial. Ahora, por fin, ha removido al equipo económico que heredó, pero aún no está claro que vaya a modificar sustancialmente la orientación económica. Está en su interés hacerlo porque el Ecuador no crece desde hace tres años y los niveles de inversión privada son paupérrimos. Nada le dará tanta legitimidad en su empeño contra el pasado como un presente económicamente dinámico.
Una acotación final. Para la oposición, esta disputa es un problema porque Moreno y Correa copan casi todo el espacio. También es una oportunidad: Moreno, a la larga, no podrá sentirse seguro contra Correa si no tiene el respaldo parcial de la oposición liberal y socialcristiana. Tal vez esa oposición pueda, por ello, influir en Moreno para mejor.
La entrada El retorno de Correa aparece primero en La Tercera.
Parece que no entienden
Cabeza dura, muy requete dura. O lisa y llanamente desfachatez, desparpajo extremo. Es imposible concebir otra explicación para entender al caso omiso que sigue haciendo el Consejo de Clubes a las clarísimas señales externas, a la deteriorada imagen pública que hasta hoy los sigue con la fidelidad de un perro.
Hagamos un pequeño recuento: aunque les duela, aunque en muchos casos sea injusto, aunque parezca un exceso, para la mayoría de la gente los dirigentes del fútbol son una tropa de tránsfugas. Malos bichos. Mentirosos, corruptos, deshonestos. O, al menos, pésimos profesionales. Descuidados, pavos, irresponsables. Un lote de mediocres como pocos. Y vaya que se han ganado esa fama. Con creces. Es más: pareciera que cada día hacen más esfuerzos por alimentar el mito.
Materia para la cual, convengamos, ha ayudado bastante la “situación externa”, la gran certeza jurídica de los últimos años: hace rato que las principales caras del fútbol mundial se pasean por los tribunales del mundo acusados de los más variados delitos. Poco han servido también, en materia de imagen, que el feroz desfalco de la ANFP por parte de Sergio Jadue y sus bribones no haya generado hasta aquí castigos reales, detenciones o al menos una autocrítica brutal. Al revés: la basura sigue bajo la alfombra. Y a veces hasta encima.
Digo: el escenario es malo. Dantesco. Ser dirigente del fútbol hoy resulta, seamos francos, algo muy cercano al total descrédito social. Una contra, un estigma. Y eso debiera, piensa uno, apurar transformaciones, cambios. Preocupación. Vergüenza, más que sea. Pero no es así. A ratos pareciera que los involucrados ni se enteraran ce lo que piensa de ellos el común de la gente ¿Como entender, sino, la estupidez mayúscula de seguir sosteniendo ese discurso añejo y bobo del “somos entidades privadas y no tenemos por qué rendirle cuentas a nadie”? Por Dios. No entendieron nada. Hoy la transparencia casi total es el DESDE, el mínimo. De ahí partimos. No basta con cumplir la ley. Hay imperativos éticos mayores si se quiere recuperar la fe perdida…algo que aún no consiguen internalizar abogados y asesores.
Hoy, el Consejo de Clubes está en el ojo del huracán. Entero. Todos. Los más pomposos y los más penquitas. Vigilado desde todos los frentes. Mal querido. Los dirigentes del fútbol son sinónimo de problema legal, de potencial trampa, de seguir sacando las castañas con la mano del gato. Existen legítimas y naturales dudas, por ejemplo, respecto de cómo se está llevando a cabo la venta del CDF. Poco transparente, enredada, con lobbys descarados, con filtraciones extrañas y “convenientes”, con métodos peligrosos (como hacer ofertas sin notarios presentes, vía mail). Mucha gente piensa, de hecho, que se van a saltar las leyes autoimpuestas y, en vez de invertir esa porrada de plata en infraestructura, en las divisiones inferiores, en crecimiento, se la van a meter al bolsillo y van a salir arrancando o van a gastársela en forma irresponsable. ¿Quién podría negar que, siguiendo la línea histórica, probablemente vaya por ahí la mano? Se han ganado, con creces, el que ya nadie confíe en ustedes, muchachos.
¿O creen que todos nos quedamos tranquilos, por ejemplo, con la forma como se “solucionó” el tema de la violencia en los estadios? ¿Creen que pensamos que “ganaron” la pelea cuando muchos clubes siguen sin invertir el mínimo en seguridad o los partidos más importantes se juegan con medio estadio vacío, cerrado para evitar gastos y riesgos? ¿De verdad creen que eso es un “avance”? ¿Cerrar el estadio para no gastar en guardias? ¿Achicar los aforos en vez de ampliarlos? ¿Jugar sin público visitante para evitar conflictos?
¿También creen que no sabemos que vulneran todos los días las reglas al tener, varios integrantes del Consejo, la propiedad de más de un club? (al menos en esto el Congreso parece estar tomando medidas en estos días). ¿Y creen que nadie se dio cuenta que las garras de varios representantes de jugadores y dueños de factories ya están hace rato sobre la propiedad los clubes, con todo lo insano y peligroso que eso es?
Muchachos: los estamos mirando. Desde la calle, desde Valparaíso, desde las fiscalías, desde Impuestos Internos. Todo el día, todos los días. Y se han seguido portando mal. Hasta aquí no han entendido la lección. No han generado fórmulas reales, concretas, eficientes, para auto vigilarse y auto castigarse. No han cambiado su discurso de verdad, desde el alma. Han avanzado muy poco en materia de transparencia ¿No será hora de que le pongan freno al descrédito? ¿Que los pocos buenos que hay adentro expulsen de una vez por todas a los malos? ¿Que se den cuenta que el problema mayor sigue estando adentro? Ya pues. Se acaba el tiempo.
La entrada Parece que no entienden aparece primero en La Tercera.
Björk: el futuro es nuestro
Tuvo que tocar fondo para emerger de años de material auto condescendiente. Con Vulnicura (2015), un álbum sobre el quiebre de la relación de Björk con el artista visual Matthew Barney, surgió nuevamente la singularidad extraordinaria de la artista islandesa. Única e irrepetible, ese disco doloroso fue una manera de recuperar el fuego. También marcó el inicio de una sociedad con el productor venezolano Alejandro Ghersi, conocido como Arca (Kanye West, FKA Twigs). Estrella por cuenta propia, Arca es un diseñador de sonidos y melodías con un instinto fenomenal y único de la orquestación a partir de la electrónica, la percusión y elementos orgánicos enlazados con ingenio, detalle, y configuraciones atípicas.
Mientras en Vulnicura Arca solo participó hacia el final del proceso, en Utopia figura en 12 de 14 títulos y la colaboración florece con mayor ímpetu. Ambos han decidido componer música propositiva de un nuevo mundo, un mañana distinto, un futuro proveniente de una refundación, según el concepto de Björk. Las piezas constantemente sugieren la sensación de amanecer, naturaleza, luz y colores. Arreglos con aires celestiales se cruzan con sonidos maquinales saturados (Losss), como si libraran una batalla abriendo nuevos territorios musicales. Utopia está a la altura de su desafío. Björk y Arca piensan y construyen en grande una obra conmovedora.
La entrada Björk: el futuro es nuestro aparece primero en La Tercera.
Una tendencia irreversible
Algunos datos para generar contexto. Hace casi una década había 32 movimientos ciudadanos en la Región Metropolitana, hoy ya son 58. Estas organizaciones surgidas de la urbe le han costado al Estado y a los privados más de mil cien millones de dólares. Hoy son muchas las comunas que tienen sus planos reguladores congelados como efecto de la presión de estos grupos. Los datos son del urbanista Iván Poduje, quien lleva al menos 10 años estudiando este fenómeno, uno que sólo puede seguir creciendo. Por varias razones: desconfianza hacia las instituciones y empresas, la aparición de las redes sociales, malas prácticas, legislación añeja y, por supuesto, el hecho de que vivimos en un país más rico y empezamos a tener problemas de sociedades más empoderadas.
“Es una tendencia irreversible”, le dice Poduje a un auditorio lleno, en una de las tantas conferencias en las que le toca interpretar el nuevo Chile en que vivimos. “El movimiento contra la Costanera Norte puede considerarse la primera manifestación organizada de vecinos contra un gran proyecto de infraestructura. Por esta razón y por el éxito logrado, constituye un hito en los procesos de participación ciudadana posdictadura. Un segundo hito se produjo en 1999 con motivo de la construcción de estacionamientos subterráneos bajo la Plaza Perú, en el exclusivo barrio El Golf. En este caso los vecinos se organizaron para rechazar el proyecto debido a sus efectos negativos sobre la vegetación de la plaza. A diferencia de Costanera Norte, los estacionamientos se ejecutaron con cambios menores. Pese a que los vecinos no lograron parar el proyecto, este conflicto posicionó en la agenda a otro movimiento emblemático: la Fundación Defendamos la Ciudad”, explica este arquitecto y Magíster en Desarrollo Urbano.
Desde ahí en adelante la bola de nieve se ha ampliado tanto hacia grupos de ingresos medios y bajos, así como al resto de país. Hace dos semanas, una noticia aparecida en La Tercera se titulaba “Corte revoca permiso a globos de turismo en San Pedro de Atacama”. Usted pensará que las empresas de globos (son tres) hicieron algo ilegal. Pues no. La Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), que había emitido las autorizaciones, las revocó. ¿Por qué? Por un fallo de la Corte Suprema que invalidó los permisos por no haber realizado una consulta indígena previa. Súmele a eso el reciente caso que tiene muy preocupada a la industria inmobiliaria. Se trata de la anulación que ratificó la Corte Suprema del permiso de obra del Edificio Botero, en Ñuñoa. Usted dirá, “bueno, lo peor que puede pasar es que no se construya”. Error. El edificio no sólo está construido, sino que ya se encuentra habitado por 38 familias. ¿Qué pasó acá? “La decisión sobre el edificio se debe a que fue construido con una altura de cinco pisos y un piso superior destinado a terrazas, lo que no se condice con el plano regulador de la comuna. El proceso judicial se inició en 2016, cuando los vecinos presentaron un recurso de protección contra la Dirección de Obras Municipales de la comuna, el que fue acogido el 14 de julio del mismo año por la Corte de Apelaciones”, informa la web de Cooperativa.
¿Se da cuenta del poder que están teniendo las organizaciones vecinales, barriales, comunales, en el desarrollo urbano de la ciudad? Si hasta fueron capaces de parar un proyecto que significaba recibir más de 200 esculturas del artista Mario Irarrázabal en el Parque San Borja y que incluía la remodelación de esta área verde. Bastó con que un par de vecinos del sector, que no querían que les tocaran “su” parque, pusieran el grito en el cielo a través de las redes sociales, y hasta ahí llegó el asunto. Señoras y señores, es hora de adaptarse a los nuevos tiempos: hoy los proyectos que impactan el entorno necesitan incorporar a ese nuevo cliente que se llama vecindario. Ya no basta con la legalidad, este nuevo siglo es el de la legitimidad.
La entrada Una tendencia irreversible aparece primero en La Tercera.
Óscar Contardo's Blog
- Óscar Contardo's profile
- 91 followers

