Lily G. Rafferty's Blog, page 12
April 21, 2020
Un relato en cinco imágenes. "Game over"
      Aquí les comparto esta historia la cual se cuenta en cinco imágenes, espero la disfruten."Game over"
   
   
   
   
   
  
    
    
     
 
 
 
 
        Published on April 21, 2020 17:16
    
Y llegó ese día. Relato corto.
      "Y llegó ese día"
Y llegó el día... ese que nadie esperaba, el que todos creían estaba lejano, que nunca nos tocaría ver o vivir, nos dimos cuenta que aquí en la tierra solo estamos de paso, que nada de lo que tenemos es nuestro, nos lo han prestado para nuestro pequeño tránsito por ella.
También nos dimos cuenta, que ya no importa el auto caro, el celular de alta gama o la ropa de diseñador, nos empezó hacer falta las pequeñas cosas: los besos, los abrazos, compartir con los que amamos la mesa de los domingos, o tomarse un café en el bar de la esquina con los amigos.Debimos recluirnos en nuestros castillos de naipes construidos en lo alto, y pudimos ver cuán lejos habíamos quedado del suelo.Ahora envueltos en nuestras realidades, empezamos a valorar todo aquello a lo que antes no le dábamos importancia o dábamos por hecho, porque creíamos que siempre ahí estaría, pero no sabemos si la vida nos permitirá volver a recuperar eso que tanto extrañamos.La tierra está tomándose un respiro de nosotros, y de nuestra vertiginosa carrera, nos está dando la oportunidad de repensar cómo estamos viviendo, que queremos, y hacia dónde vamos.Cuando todo pase, y bajemos de nuestras nubes juntaremos nuestros pedazos rotos y los volveremos a unir, unos con los otros. 
  
    
    
    Y llegó el día... ese que nadie esperaba, el que todos creían estaba lejano, que nunca nos tocaría ver o vivir, nos dimos cuenta que aquí en la tierra solo estamos de paso, que nada de lo que tenemos es nuestro, nos lo han prestado para nuestro pequeño tránsito por ella.
También nos dimos cuenta, que ya no importa el auto caro, el celular de alta gama o la ropa de diseñador, nos empezó hacer falta las pequeñas cosas: los besos, los abrazos, compartir con los que amamos la mesa de los domingos, o tomarse un café en el bar de la esquina con los amigos.Debimos recluirnos en nuestros castillos de naipes construidos en lo alto, y pudimos ver cuán lejos habíamos quedado del suelo.Ahora envueltos en nuestras realidades, empezamos a valorar todo aquello a lo que antes no le dábamos importancia o dábamos por hecho, porque creíamos que siempre ahí estaría, pero no sabemos si la vida nos permitirá volver a recuperar eso que tanto extrañamos.La tierra está tomándose un respiro de nosotros, y de nuestra vertiginosa carrera, nos está dando la oportunidad de repensar cómo estamos viviendo, que queremos, y hacia dónde vamos.Cuando todo pase, y bajemos de nuestras nubes juntaremos nuestros pedazos rotos y los volveremos a unir, unos con los otros.
 
        Published on April 21, 2020 17:09
    
April 20, 2020
Cobarde, relato corto
Hola, mis queridos lectores, les quiero compartir este relato, que se llama. "Cobarde", el cual encontrarán en el libro "No lo esperas venir, relatos cortos de ficción, fantasía y suspenso" disponible en Kindle Amazon.Cobarde.Autora: Lily. G. RaffertyImagen: de Free-Photos de Pixabay
Cobarde
 
La luz del subte empezaba a verse desde el interior del túnel, la gente se agolpaba en el andén para abordar el vagón, respire hondo antes de resignarme a subir, y esquivar los codazos de aquella señora regordeta que cargaba varias bolsas del mercado, haciéndose lugar para intentar ocupar un asiento libre. Fue en ese instante, cuando al ingresar el tiempo pareció detenerse, como si un agujero de gusano me hubiera transportado al pasado la vi, aquella chica de la facultad a quien nunca pude confesar mis sentimientos, y muy a pesar de que sabía que ella también sentía algo hacia mí, nunca fui capaz de dar ese paso, un poco por inseguridad, y otro poco creo, por hacerme el interesante, fui cobarde, ni siquiera ese día cuando había tomado valor, y decidido la fui a sorprender a su casa.«¡Que mejor fecha para iniciar una historia de amor que Navidad!». —Me dije a mí mismo dándome ánimo frente al espejo, antes de salir.Llegué, pero para mi sorpresa ella no estaba, su madre me informó que la podía encontrar en casa de un familiar, ellos se dirigían hacia allí, antes de que la cobardía se adueñara de mí, y me fuera como siempre lo hacía, me ofrecí a llevarlos. Todavía recuerdo su expresión de sorpresa al verme, de pronto sus ojos verdes se abrieron, una tímida y nerviosa sonrisa, se dibujó en su cara, estaba hermosa, parada en medio del jardín, las luces de las guirnaldas se reflejaban sobre ella, cuando pudo reaccionar me saludo con un tímido beso en mi mejilla y dijo:—Feliz navidad, ¡que sorpresa! no esperaba verte y menos aquí.—No quería dejar pasar este día, y hablar con vos, hace tiempo que intento decirte algo, pero nunca es el momento oportuno.—Ven charlemos, la casa está algo alborotada hoy por las fiestas, pero aquí podemos conversar, ¿te parece?Nos sentamos en unos sillones que estaban debajo de la glorieta, y hablamos sin parar durante horas, con cada frase intentaba decirle algo, pero no encontraba el momento porque a cada rato nos interrumpían, sus sobrinos y demás invitados que cada vez más, se agolpaban en el jardín. Un llamado desde casa me hizo dar cuenta que ya eran más de las diez de la noche, y debía irme, pero antes de retirarme la invité a pub del boulevard para festejar año nuevo, debo reconocer que no me sorprendió ver que eso era justamente lo que ella esperaba, quedamos en vernos luego de las doce.Fiesta de fin de año, inolvidable como pocas, la gente estaba feliz de terminar un año caótico y juntaba esperanzas para el nuevo comienzo, me encontré con algunos compañeros de la facultad, entre cerveza y cerveza no paraba de mirar hacia la puerta, esperaba ansioso que ella llegara.Pasada la una de la madrugada, fue cuando cometí el más grande error de mi vida, nunca debí mezclar tantas bebidas, los vapores del alcohol rápidamente se subieron a mi cabeza, y me dejaron completamente mareado, ya casi al borde de la inconsciencia me encontré besando a la pelirroja, que hacía rato con Rodrigo, le gritábamos desde el otro extremo del salón, una diminuta minifalda que dejaba ver de más, nos volvía locos, y parecíamos perros en celo. Por un instante me pareció ver a Lucy, pero la muchacha me tomo de la cara, me tiró sobre el sillón de cuero, luego de eso ya todo es historia.Los años pasaron, y la vida siguió; me case con Ana, aquella pelirroja del bar unos meses después, porque luego de esa noche desenfrenada vinieron varias más, que nos encontró siendo padres antes llegar nuevamente año nuevo.Hoy luego de tantos años, dos hijos ya casi adultos terminando la facultad, y con un matrimonio roto, infeliz al cual de apoco le fue ganando la rutina, mi trabajo y la economía, me pregunto: ¿qué hubiera pasado si Lucy, llegaba esa noche al pub?La señora de las bolsas logró sentarse en el primer asiento pegado a la salida opuesta del vagón, justo al lado de ella, que seguía inmersa en su lectura.Estaba igual, parecía que los años no hubieran pasado, como si un hechizo de eterna juventud la envolviera, y le permitiera mantenerse joven por siempre, o simplemente tal vez, solo era mi mente que se negaba a olvidarla, y presentaba ante mí un cruel espejismo.—Disculpe ¿podría darme el asiento?La voz de una anciana, me trajo de regreso de mi viaje al pasado, me disculpé por no haberla visto, de inmediato me levanté, y justo en ese instante Lucy, dejó la lectura y miró hacia mí.—Jorge, ¿sos vos? ¡Cuántos años sin verte!—Hola, muchos en verdad, casi tres décadas.¿Qué fue de tu vida? Luego de aquella navidad no supe más de vos. —Me acerqué a ella tan nervioso como aquella tarde, un caballero de traje gris liberó el asiento a su lado me senté y comenzamos a charlar.—Vivo en Estados Unidos, hace veinticinco años, mi carrera de periodista va bien allá, escribo una columna de arte en el Boston News.Estuve tentado en preguntarle si estaba casada, pero algo dentro mío no quería escuchar una respuesta afirmativa, seguramente lo estaba, un anillo de oro brillaba en el dedo anular de su mano izquierda, que ella hacia girar mientras hablaba. Las estaciones iban pasando y cada vez mi destino empezaba acercarse.Cuando llegamos a Callao ella se despidió.—Esta es estación, me gusto verte.Se levantó, y luego de saludarme con un beso en la mejilla bajó del vagón, por un instante tuve el impulso de ir tras ella, dejar mi vida atrás y empezar a vivir algo que no fue. El sonido que anunciaba que estaba el subte próximo arrancar lo envolvió todo, ella se frenó al salir, volteó y justo antes de que la puerta se cerrara delante suyo dijo:—Fui al pub en año nuevo...
        Published on April 20, 2020 15:48
    
March 19, 2020
Reseña del blog de M.A.Vergara sobre Jack y los fantasmas de la casona de Eliot
      Quiero agradecer a M.A Vergara por su reseña a mi libro Jack y los fantasmas de la casona de Eliot, la cual subió a su blog, les comparto el link para que puedan leerla completa. https://mavegara.blog/2020/03/19/jack-y-los-fantasmas-de-la-casona-de-eliot-de-lily-g-rafferty/?fbclid=IwAR0TZpsW0ZzdO6GzemeVstKJU31LxWMuhP7qNWxICGTLw6Bf_EPFw-hi5Cg
   
  
    
    
     
        Published on March 19, 2020 09:29
    
March 18, 2020
Hablemos Escritoras Podcast entrevista desde Adriana Pacheco desde Austin Texas
      Con mucha emoción les quiero compartir el podcast de la entrevista que me realizara Adriana Pacheco para su programa Hablemos Escritoras Podcast que se emite desde Austin Texas.
Pueden escuchar el audio completo desde este link.
https://www.hablemosescritoras.com/posts/133?fbclid=IwAR3n_S6tJSCE4hML1qq2CoUjZvSHcuYiLB-YfSvZ1mNk6mh8bFr3RjQQGdU
   
  
    
    
    Pueden escuchar el audio completo desde este link.
https://www.hablemosescritoras.com/posts/133?fbclid=IwAR3n_S6tJSCE4hML1qq2CoUjZvSHcuYiLB-YfSvZ1mNk6mh8bFr3RjQQGdU
 
        Published on March 18, 2020 11:29
    
Gracias llegamos a estar dentro de los 100 libros mas descargados.
      Gracias a todos ustedes, mis libros han entrado dentro de los 100 mas descargados en Amazon.es y Amazon.com
"En un mundo muy lejano donde los cuentos se dan la mano" está en el n.° 29 en Fantasía para niñosy en Amazon.comn.°108 in Baby & Toddler Bedtime & Dreaming Books
"Mathew and Austin" en el n.° 39 en Fantasía para niños y n.° 73 en eBooks fantasía para jóvenes.Y en Amazon .comn.°191 in Children's Sword & Sorcery Fantasy Booksn.°95 in Children's in Spanishn.°143 in Children's Folk Tales & Myths (Kindle Store)
Y "Jack y los fantasmas de la casona de Eliot en el n.° 195 en eBooks de fantasía paranormal
   
   
   
   Gracias!
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    "En un mundo muy lejano donde los cuentos se dan la mano" está en el n.° 29 en Fantasía para niñosy en Amazon.comn.°108 in Baby & Toddler Bedtime & Dreaming Books
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Y "Jack y los fantasmas de la casona de Eliot en el n.° 195 en eBooks de fantasía paranormal
 
 
 
   Gracias!
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        Published on March 18, 2020 11:25
    
March 11, 2020
Entrevista para la revista 7Artes, "Mathew and Austin, descubriendo reinos lejanos"
      Hola, mis queridos lectores quiero compartirles las nota que me realizara, Jesica S. Canto para la revista 7Artes .
les dejo un pequeño adelanto y el link para que puedan leer la nota completa.
https://revistasieteartes.com/2020/03/09/columna-literaria-mathew-and-austin-descubriendo-reinos-lejanos-de-lily-g-rafferty-por-jesica-sabrina-canto/?fbclid=IwAR1wYraI4iBnOL4k4rRbJUM0FCuesfMFMcNXR5-nQ97E0e87mEHG-d7xFQ0
COLUMNA LITERARIA: 'Mathew and Austin, descubriendo reinos lejanos', de Lily G. Rafferty. Por JESICA SABRINA CANTO revistasieteartes Reseñas de Lápiz y Papel 9 marzo, 2020 5 Minutes ¿Por qué seguimos creyendo que los chicos no leen?En la actualidad se infravalora la capacidad de comprensión de los chicos. Se considera que no van a querer leer y menos textos de cientos de páginas. Es una falacia pero se la sigue repitiendo como un cántico “los chicos no leen” porque no quieren, porque no les gusta, porque las nuevas tecnologías los idiotizan. Por suerte no todas las personas piensan de ese modo. La escritora Lily G. Rafferty construye sus obras para un público juvenil, pero no por ello lo hace de forma breve ni simple, su novela Mathew and Austin descubriendo reinos lejanos tiene una extensión de 256 páginas. Podemos conocer su opinión al respecto en la siguiente entrevista.–¿Qué pensás de quienes creen que los libros para chicos tienen que ser breves y simples?Eso si hablamos de libros dirigidos a niños pequeños, donde mayormente son cuentos, fábulas o relatos narrados en rima, donde se guardan ciertas características como son: la continuidad y rapidez de su acción, sencillez de su representación, la repetición de los hechos y la secuencia.
¿Por qué seguimos creyendo que los chicos no leen?En la actualidad se infravalora la capacidad de comprensión de los chicos. Se considera que no van a querer leer y menos textos de cientos de páginas. Es una falacia pero se la sigue repitiendo como un cántico “los chicos no leen” porque no quieren, porque no les gusta, porque las nuevas tecnologías los idiotizan. Por suerte no todas las personas piensan de ese modo. La escritora Lily G. Rafferty construye sus obras para un público juvenil, pero no por ello lo hace de forma breve ni simple, su novela Mathew and Austin descubriendo reinos lejanos tiene una extensión de 256 páginas. Podemos conocer su opinión al respecto en la siguiente entrevista.–¿Qué pensás de quienes creen que los libros para chicos tienen que ser breves y simples?Eso si hablamos de libros dirigidos a niños pequeños, donde mayormente son cuentos, fábulas o relatos narrados en rima, donde se guardan ciertas características como son: la continuidad y rapidez de su acción, sencillez de su representación, la repetición de los hechos y la secuencia.
Pero en el caso de “Mathew and Austin”, está dirigido a un público más adolescente, por lo cual esto no es tanto así. Además de ser una historia del género de fantasía, la cual se caracteriza por basarse en hechos fantásticos, con personajes míticos o con criaturas inexistentes, donde la magia existe, se puede mezclar la realidad con la fantasía y transcender sus límites, por eso no considero que el relato deba ser breve o simple. Además, una de las funciones de la literatura juvenil es entretener, ser didáctica y formar hábito lector. Tratándose también temas diferentes al infantil, como la guerra, el amor, la tragedia, etcétera. Se busca lograr un escape, que provoque una gratificación instantánea, nos evoque la nostalgia además de ser algo agradable y ameno para el lector.
    
    
    les dejo un pequeño adelanto y el link para que puedan leer la nota completa.
https://revistasieteartes.com/2020/03/09/columna-literaria-mathew-and-austin-descubriendo-reinos-lejanos-de-lily-g-rafferty-por-jesica-sabrina-canto/?fbclid=IwAR1wYraI4iBnOL4k4rRbJUM0FCuesfMFMcNXR5-nQ97E0e87mEHG-d7xFQ0
COLUMNA LITERARIA: 'Mathew and Austin, descubriendo reinos lejanos', de Lily G. Rafferty. Por JESICA SABRINA CANTO revistasieteartes Reseñas de Lápiz y Papel 9 marzo, 2020 5 Minutes
 ¿Por qué seguimos creyendo que los chicos no leen?En la actualidad se infravalora la capacidad de comprensión de los chicos. Se considera que no van a querer leer y menos textos de cientos de páginas. Es una falacia pero se la sigue repitiendo como un cántico “los chicos no leen” porque no quieren, porque no les gusta, porque las nuevas tecnologías los idiotizan. Por suerte no todas las personas piensan de ese modo. La escritora Lily G. Rafferty construye sus obras para un público juvenil, pero no por ello lo hace de forma breve ni simple, su novela Mathew and Austin descubriendo reinos lejanos tiene una extensión de 256 páginas. Podemos conocer su opinión al respecto en la siguiente entrevista.–¿Qué pensás de quienes creen que los libros para chicos tienen que ser breves y simples?Eso si hablamos de libros dirigidos a niños pequeños, donde mayormente son cuentos, fábulas o relatos narrados en rima, donde se guardan ciertas características como son: la continuidad y rapidez de su acción, sencillez de su representación, la repetición de los hechos y la secuencia.
¿Por qué seguimos creyendo que los chicos no leen?En la actualidad se infravalora la capacidad de comprensión de los chicos. Se considera que no van a querer leer y menos textos de cientos de páginas. Es una falacia pero se la sigue repitiendo como un cántico “los chicos no leen” porque no quieren, porque no les gusta, porque las nuevas tecnologías los idiotizan. Por suerte no todas las personas piensan de ese modo. La escritora Lily G. Rafferty construye sus obras para un público juvenil, pero no por ello lo hace de forma breve ni simple, su novela Mathew and Austin descubriendo reinos lejanos tiene una extensión de 256 páginas. Podemos conocer su opinión al respecto en la siguiente entrevista.–¿Qué pensás de quienes creen que los libros para chicos tienen que ser breves y simples?Eso si hablamos de libros dirigidos a niños pequeños, donde mayormente son cuentos, fábulas o relatos narrados en rima, donde se guardan ciertas características como son: la continuidad y rapidez de su acción, sencillez de su representación, la repetición de los hechos y la secuencia.Pero en el caso de “Mathew and Austin”, está dirigido a un público más adolescente, por lo cual esto no es tanto así. Además de ser una historia del género de fantasía, la cual se caracteriza por basarse en hechos fantásticos, con personajes míticos o con criaturas inexistentes, donde la magia existe, se puede mezclar la realidad con la fantasía y transcender sus límites, por eso no considero que el relato deba ser breve o simple. Además, una de las funciones de la literatura juvenil es entretener, ser didáctica y formar hábito lector. Tratándose también temas diferentes al infantil, como la guerra, el amor, la tragedia, etcétera. Se busca lograr un escape, que provoque una gratificación instantánea, nos evoque la nostalgia además de ser algo agradable y ameno para el lector.
        Published on March 11, 2020 18:20
    
March 8, 2020
Libro en Amazon/ aclaración por problemas de calidad de impresión.
      Queridos lectores.Escribo este post para hacerles saber el libro "Jack y los fantasmas de la casona de Eliot" que vende Amazon en su versión tapa blanda por el momento está en revisión, ya que he descubierto que hay algunos errores a nivel de la calidad  impresión, por lo cual desde ya les pido disculpas. Me han informado que están realizando los cambios necesarios para que el libro llegue a manos de todos ustedes con la calidad que merecen. Por el momento todos los que deseen adquirir un ejemplar tapa blanda deben comunicarse con la Editorial Autores de Argentina que ellos les harán llegar un ejemplar como corresponde, ya sea que vivan en Argentina o en otra parte del mundo.
https://autoresdeargentina.com/jack-y-los-fantasmas-de-la-casona-de-eliot-lily-g-rafferty/
Si alguien adquirió un ejemplar en Amazon y nota que tiene algún problema de impresión por favor les solicito me lo informen y se les enviará uno sin cargo.
Les pido disculpas por el inconveniente. Lily.
    
    
    https://autoresdeargentina.com/jack-y-los-fantasmas-de-la-casona-de-eliot-lily-g-rafferty/
Si alguien adquirió un ejemplar en Amazon y nota que tiene algún problema de impresión por favor les solicito me lo informen y se les enviará uno sin cargo.
Les pido disculpas por el inconveniente. Lily.
        Published on March 08, 2020 10:58
    
February 29, 2020
Relato de Alfredo Romero "Deja vu"
      Queridos lectores hoy tengo el gusto de poder compartirles otro relato del maravilloso escritor venezolano Alfredo Romero.
 "Deja vu"
"Deja vu"
   
Tenía tantos papeles apretados contra la axila, demasiados tal vez para lo que de verdad podía abarcar con sus pequeños brazos, que temía se le cayeran y quedaran esparcidos en el brillante piso de la oficina. También una sonrisa colgaba de sus resecos labios sin labial, de triunfo, por la noticia recibida; después de tantos años intentándolo luego de egresar de la universidad: consiguió una plaza como maestra de educación primaria. La sonrisa se ensanchó. No podía negar ni ocultar la felicidad que le embargaba, esa sensación grata de haber logrado, ¡Por fin!, sus anhelos académicos y profesionales. Se arregló la arrugada camisa alisándola, dentro de sus posibilidades con los dedos de la mano libre, guardándola dentro de los pantalones. "Ante todo distinción, señorita maestra". Se despidió, aunque nadie le correspondió, y se dispuso a salir. Iniciaría clases el lunes, tenía tres días para preparar el material y presentarlo ante la dirección del colegio, tomando el control del cuarto grado.
—Niños difíciles, como es todas partes— le acotó su entrevistador sonriente.
El sol del mediodía, inmisericorde, le abofeteó en el rostro, haciéndole entornar los ojos ante el exceso de luz. Permaneció así un par de segundos. En contraste, no parecía hacer mucho calor. Cerró la puerta tras de sí, con cuidado, y mientras observaba a ambos lados de la calle, presta a atravesar hacia la plaza, se acomodaba la carpeta bajo el brazo. Ensimismada con los pormenores de la reunión que sostuviera con el mismísimo director regional de educación, andaba sin fijarse a donde la dirigían sus pies. Al llegar a la mitad de la plaza, ubicada en el centro de la ciudad capital, desde donde la catedral con su fachada histórica la contemplaba en silencio, tomó el camino contrario que la llevaría a la parada de buses. No parecía ser consciente de lo que hacía, y tomó la trayectoria a un callejón lleno de construcciones coloniales, abandonadas mucho tiempo atrás, y que el gobierno local mantenía bajo celoso cuidado. No sabía el porqué de esa necesidad de andar por allí, solo que debía hacerlo, y de manera apremiante, como temiendo que su tardanza pudiera acarrearle inconvenientes. Un repentino dolor le hizo detenerse, y al bajar la mirada a la zona adolorida, un estremecimiento de terror la recorrió; iba descalza, y sus pies eran totalmente negros. Una mano, también negra, cubrió su boca para evitar el grito que se acumulaba en su garganta. Se sorprendió aún más al percibir unos labios gruesos y llenos. Una sensación de perplejidad a la vez que de aceptación iba cubriendo su mente. Ya no le parecía tan horrible lo que apreciaba en sí, lo nuevo que surgía. No recordaba naba, o casi nada, de momentos antes, una especie de velo se interponía entre los recuerdos, volviéndolo todo confuso. Debía darse prisa por llegar a la casa. ¿Cuál casa? Interrogó su perturbada mente. A su lado pasaron varías personas, uniformadas como lucían durante la época del dominio español, hablando, todos a caballo. Los cascos de los animales, al igual que las voces con marcado acento, resonaban en el camino empedrado. Lo oía con perfecta claridad, e incluso inclinó la cabeza ante ellos en renal de respeto y sumisión. Pudo escuchar las campanadas de la catedral que dejara atrás, anunciando la hora, haciendo que su rostro, totalmente negro, se contrajera en una mueca de miedo, mientras estrujaba nerviosamente l rudimentaria saya que le cubría desde la cintura hasta las pantorrillas. "¿Una saya? ¿Qué es esto?", protestó su subconsciente, pero desde una zona en la que no tenía control absoluto, muy lejos de su racionalidad. Sus pies se detuvieron frente a una casa de estilo muy antiguo. Racimos de plátano verde colgaban indolentes de las matas doblando sus troncos por el peso, los mangos adornaban el suelo despidiendo un intenso aroma, y un ejército de moscas zumbaban sobre ellos. Montones de amarillentas hojas cubrían la tierra. Mas allá, un macilento esclavo, desnudo de la cintura para arriba, y bañado en sudor, cortaba los troncos semi secos de plátanos ya inútiles para una nueva cosecha. Fuertes gritos desde el interior de la casona le hicieron sufrir accesos de temblores, y desde un costado apareció una mujer gorda entrada en años, vestida con opulencia, acercándose mientras agitaba las manos arriba y abajo, soltando palabrotas arrastrando con intensidad las eses. Al verla, Erika se encogió y bajó sumisa la cabeza, y una cortina de oscuro cabello le cubrió el rostro. La rolliza mujer tomó una rama de mango y comenzó a golpearla, profiriendo toda clase de insultos. Ante cada nuevo azote se agazapaba, y al intentar gritar solo una especie de graznido salió de su garganta. A su mente acudió una imagen que le impactó: se vio a sí misma, siendo casi una niña, sujetos los brazos por dos negros corpulentos mientras un blanco(Su amo)le sostenía la cabeza, sonriendo de forma cruel. Frente a ella, y con mirada lasciva, estaba la mujer gorda, pero en ese recuerdo estaba bastante delgada, así como con menos años, al lado del hombre alto, rubio, de enormes bigotes. Supuso que el esposo de la mujer. Lo miró aterrada aproximarse a ella, sacando al mismo tiempo de su bota un cuchillo enorme que refulgió al recibir los rayos del sol. Gritaba desesperada. ¡Si! Descubrió que entonces podía hacerlo. Miró de reojo como se acercaban tres niños semi desnudos y descalzos corriendo para contemplar fascinados el inminente espectáculo. El hombre que sostenía su cabeza sonrió mostrando unos dientes marrones, los pocos que aún conservaba.
—¿Quieren ver algo divertido, niños? —¡Siiii!— gritaron al unísono.
Apretó su garganta con fuerza, y cuando ella sintió que se ahogaba, abrió la boca en busca del tan ansiado oxígeno. Y fue entonces cuando, el rubio del bigote, con el cuchillo en una mano, metió la otra dentro de su boca, tomando la lengua, uno de los negros sostuvo su cabeza empujándola hacia delante, y con suma paciencia la fue cortando hasta desprenderla del todo. De lo último que tuvo conciencia fue de las risas, de unas terribles nauseas, del par de mocosos bailando y cantando a su alrededor, y de la sangre que caía empapando su quijada y los trapos sucios que cubrían su cuerpo hasta llegar al suelo, formando un pequeño charco, al cual dos perros se acercaron a lamer. Vio a lo lejos, pero muy lejos, como su amo, salpicado también del líquido rojo, blandía la lengua delante de ella, mientras una muy fuerte luz, una brillante y cegadora luz lo envolvía todo poco a poco…
…Agitó los párpados desesperada, sintiéndose ahogada. La luz del sol le daba de pleno en el rostro, aunque cuando el viento movía levemente las ramas de guayacán bajo el que se encontraba, estos se desviaban. A su alrededor voces comentadas preocupadas por su estado. Se empujó con los pies, calzados en zapatos de piel de imitación, hasta que la detuvo el rugoso tronco de la mata. Miró a su alrededor sin comprender todavía que ocurría. Se puso en pie, contemplando el panorama que la rodeaba: la catedral, un café unos metros más allá, el busto de Luisa Cáceres de Arismendi en medio de la plaza. Tomó su bolso, ordenó los papeles dentro de la carpeta, atisbó una vez más sus manos, blancas, palpó su pantalón buscando algo, sin enterarse de que, e inició el camino, esta vez correcto, a la parada. Inconscientemente movió la lengua, pasándola repetidamente por sus dientes, y un suspiro de alivio brotó de su nariz. Ahora caminaba con la seguridad de siempre, con los tacones resonando en el caliente asfalto, mientras una fecha, un año concretamente, se paseaba por los pasillos de su mente: 1796.
Imagen proporcionada por el autor del relato, créditos en la imagen.
https://www.facebook.com/alfredo.romero.12720AlRoFerDerechos reservados®
  
    
    
     "Deja vu"
"Deja vu"
   
Tenía tantos papeles apretados contra la axila, demasiados tal vez para lo que de verdad podía abarcar con sus pequeños brazos, que temía se le cayeran y quedaran esparcidos en el brillante piso de la oficina. También una sonrisa colgaba de sus resecos labios sin labial, de triunfo, por la noticia recibida; después de tantos años intentándolo luego de egresar de la universidad: consiguió una plaza como maestra de educación primaria. La sonrisa se ensanchó. No podía negar ni ocultar la felicidad que le embargaba, esa sensación grata de haber logrado, ¡Por fin!, sus anhelos académicos y profesionales. Se arregló la arrugada camisa alisándola, dentro de sus posibilidades con los dedos de la mano libre, guardándola dentro de los pantalones. "Ante todo distinción, señorita maestra". Se despidió, aunque nadie le correspondió, y se dispuso a salir. Iniciaría clases el lunes, tenía tres días para preparar el material y presentarlo ante la dirección del colegio, tomando el control del cuarto grado.
—Niños difíciles, como es todas partes— le acotó su entrevistador sonriente.
El sol del mediodía, inmisericorde, le abofeteó en el rostro, haciéndole entornar los ojos ante el exceso de luz. Permaneció así un par de segundos. En contraste, no parecía hacer mucho calor. Cerró la puerta tras de sí, con cuidado, y mientras observaba a ambos lados de la calle, presta a atravesar hacia la plaza, se acomodaba la carpeta bajo el brazo. Ensimismada con los pormenores de la reunión que sostuviera con el mismísimo director regional de educación, andaba sin fijarse a donde la dirigían sus pies. Al llegar a la mitad de la plaza, ubicada en el centro de la ciudad capital, desde donde la catedral con su fachada histórica la contemplaba en silencio, tomó el camino contrario que la llevaría a la parada de buses. No parecía ser consciente de lo que hacía, y tomó la trayectoria a un callejón lleno de construcciones coloniales, abandonadas mucho tiempo atrás, y que el gobierno local mantenía bajo celoso cuidado. No sabía el porqué de esa necesidad de andar por allí, solo que debía hacerlo, y de manera apremiante, como temiendo que su tardanza pudiera acarrearle inconvenientes. Un repentino dolor le hizo detenerse, y al bajar la mirada a la zona adolorida, un estremecimiento de terror la recorrió; iba descalza, y sus pies eran totalmente negros. Una mano, también negra, cubrió su boca para evitar el grito que se acumulaba en su garganta. Se sorprendió aún más al percibir unos labios gruesos y llenos. Una sensación de perplejidad a la vez que de aceptación iba cubriendo su mente. Ya no le parecía tan horrible lo que apreciaba en sí, lo nuevo que surgía. No recordaba naba, o casi nada, de momentos antes, una especie de velo se interponía entre los recuerdos, volviéndolo todo confuso. Debía darse prisa por llegar a la casa. ¿Cuál casa? Interrogó su perturbada mente. A su lado pasaron varías personas, uniformadas como lucían durante la época del dominio español, hablando, todos a caballo. Los cascos de los animales, al igual que las voces con marcado acento, resonaban en el camino empedrado. Lo oía con perfecta claridad, e incluso inclinó la cabeza ante ellos en renal de respeto y sumisión. Pudo escuchar las campanadas de la catedral que dejara atrás, anunciando la hora, haciendo que su rostro, totalmente negro, se contrajera en una mueca de miedo, mientras estrujaba nerviosamente l rudimentaria saya que le cubría desde la cintura hasta las pantorrillas. "¿Una saya? ¿Qué es esto?", protestó su subconsciente, pero desde una zona en la que no tenía control absoluto, muy lejos de su racionalidad. Sus pies se detuvieron frente a una casa de estilo muy antiguo. Racimos de plátano verde colgaban indolentes de las matas doblando sus troncos por el peso, los mangos adornaban el suelo despidiendo un intenso aroma, y un ejército de moscas zumbaban sobre ellos. Montones de amarillentas hojas cubrían la tierra. Mas allá, un macilento esclavo, desnudo de la cintura para arriba, y bañado en sudor, cortaba los troncos semi secos de plátanos ya inútiles para una nueva cosecha. Fuertes gritos desde el interior de la casona le hicieron sufrir accesos de temblores, y desde un costado apareció una mujer gorda entrada en años, vestida con opulencia, acercándose mientras agitaba las manos arriba y abajo, soltando palabrotas arrastrando con intensidad las eses. Al verla, Erika se encogió y bajó sumisa la cabeza, y una cortina de oscuro cabello le cubrió el rostro. La rolliza mujer tomó una rama de mango y comenzó a golpearla, profiriendo toda clase de insultos. Ante cada nuevo azote se agazapaba, y al intentar gritar solo una especie de graznido salió de su garganta. A su mente acudió una imagen que le impactó: se vio a sí misma, siendo casi una niña, sujetos los brazos por dos negros corpulentos mientras un blanco(Su amo)le sostenía la cabeza, sonriendo de forma cruel. Frente a ella, y con mirada lasciva, estaba la mujer gorda, pero en ese recuerdo estaba bastante delgada, así como con menos años, al lado del hombre alto, rubio, de enormes bigotes. Supuso que el esposo de la mujer. Lo miró aterrada aproximarse a ella, sacando al mismo tiempo de su bota un cuchillo enorme que refulgió al recibir los rayos del sol. Gritaba desesperada. ¡Si! Descubrió que entonces podía hacerlo. Miró de reojo como se acercaban tres niños semi desnudos y descalzos corriendo para contemplar fascinados el inminente espectáculo. El hombre que sostenía su cabeza sonrió mostrando unos dientes marrones, los pocos que aún conservaba.
—¿Quieren ver algo divertido, niños? —¡Siiii!— gritaron al unísono.
Apretó su garganta con fuerza, y cuando ella sintió que se ahogaba, abrió la boca en busca del tan ansiado oxígeno. Y fue entonces cuando, el rubio del bigote, con el cuchillo en una mano, metió la otra dentro de su boca, tomando la lengua, uno de los negros sostuvo su cabeza empujándola hacia delante, y con suma paciencia la fue cortando hasta desprenderla del todo. De lo último que tuvo conciencia fue de las risas, de unas terribles nauseas, del par de mocosos bailando y cantando a su alrededor, y de la sangre que caía empapando su quijada y los trapos sucios que cubrían su cuerpo hasta llegar al suelo, formando un pequeño charco, al cual dos perros se acercaron a lamer. Vio a lo lejos, pero muy lejos, como su amo, salpicado también del líquido rojo, blandía la lengua delante de ella, mientras una muy fuerte luz, una brillante y cegadora luz lo envolvía todo poco a poco…
…Agitó los párpados desesperada, sintiéndose ahogada. La luz del sol le daba de pleno en el rostro, aunque cuando el viento movía levemente las ramas de guayacán bajo el que se encontraba, estos se desviaban. A su alrededor voces comentadas preocupadas por su estado. Se empujó con los pies, calzados en zapatos de piel de imitación, hasta que la detuvo el rugoso tronco de la mata. Miró a su alrededor sin comprender todavía que ocurría. Se puso en pie, contemplando el panorama que la rodeaba: la catedral, un café unos metros más allá, el busto de Luisa Cáceres de Arismendi en medio de la plaza. Tomó su bolso, ordenó los papeles dentro de la carpeta, atisbó una vez más sus manos, blancas, palpó su pantalón buscando algo, sin enterarse de que, e inició el camino, esta vez correcto, a la parada. Inconscientemente movió la lengua, pasándola repetidamente por sus dientes, y un suspiro de alivio brotó de su nariz. Ahora caminaba con la seguridad de siempre, con los tacones resonando en el caliente asfalto, mientras una fecha, un año concretamente, se paseaba por los pasillos de su mente: 1796.
Imagen proporcionada por el autor del relato, créditos en la imagen.
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        Published on February 29, 2020 10:40
    
February 21, 2020
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        Published on February 21, 2020 19:13
    



