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«A pesar de que ya casi no hablaban de nada que no fuera estrictamente necesario, la hija seguía creyendo que con su madre tenían una comunicación que iba más allá de lo verbal, un lenguaje mudo que, si aún existía, debía recuperar. Porque el mundo volvía, como siempre, a pasar por las palabras».

«La creación artística es, en algunos casos, una especie de atrofia de la conciencia; es más: una atrofia indispensable de la conciencia, ese defecto ético sin el cual el arte no puede existir».

«¿Qué enseña el arte? ¿El bien? No. ¿La sensatez? No. El arte no puede enseñarse ni siquiera a sí mismo, porque es dado (…) Todas las lecciones que nosotros obtenemos del arte, nosotros las ponemos en él».

«No tenía frente a sí las flores hechas, las tenía sucediendo».

«El bicherío enmudece. Cada animal que vive en el tapiz verde de la selva inmensa y los árboles y las enredaderas y las flores y los hongos y los musgos se quedan quietos. La tatiná, la nube que sube del río hasta coronar los árboles y mojarlo todo, también se detiene. Es ese minuto del día en que todo es paz».

«Me sentí estrella y rata».

Me gusta mucho la fluidez de la prosa, cuya oralidad y soltura se pueden emparentar a las de los libros de Bayly de la misma época.

« Pero acaso no sabemos de sobra que en nuestro país, a última hora y como por arte de magia, si parece casi un espectáculo, las cosas siempre se arreglan. O se acomodan. Es una especie de paraíso del naufragio».

«No sé si usted la conoce tan a fondo, aquella soledad absoluta del placer no compartido, aquel abismo entre la corteza que nos cubre y nuestros delicados sentimientos. Es la sordidez de la derrota vista por dentro».

«(…) y temieron que fuera un arma aunque, claro, tanto jolgorio no les resultaba muy militar; conocían ya la disciplina seca de los milicos, esa crueldad magra: la humillación que supone cualquier verticalidad».

«Cuando pasó la lluvia, la tierra croaba, los pájaros se metían en los charcos, agitaban las alas, hacían piar al aire y el arco iris tenía una pata más corta que la otra: desde la salida de la estancia el mundo había empezado a subir».

«Podía odiarlo, como hace un rato. Y no odiarlo. Un niño, un pájaro. Cualquier cosa menos un hombre. El mismo decía que era muy mujer. Pero tampoco era verdad. En fin, tiene razón».

«Entonces, diciéndoselo, no sentiría miedo. O por lo menos, menos miedo. Era como si esa palabra le fuera a servir para romper una costra dura y amenazante de Pancho, dejándolo duro siempre y siempre amenazante, pero de otra manera. Era una lástima que todos esos bocinazos fueran sólo sueño...».

«El piensa que todos deberían tener un planeta donde volver, un lugar que reciba al guerrero agotado después de tantas batallas. Pero antes debe enfrentar el último sacrificio. Muchas veces el heroismo viene acompañado, lo descubre ahora, de desesperación».

«Tokio quedaba muy lejos de Lima, pero había algo que confundía los paisajes, volviéndolos familiares Quizá porque después del paso del monstruo, dos ciudades en ruinas siempre resultan la misma, imposible de reconocer».

«Me había peleado con mi familia, no comulgaba con ese orgullo de origen que, en la práctica, se volvía endogamia y parapeto ideológico, la argumentación de los privilegios que se saben inmerecidos. Estaba molesto con ellos y, por extensión, me sentía en pugna con el mundo entero».

«Con espíritu de perdón cristiano muy propio de los clérigos, y de padre e hijo, habían enterrado sus diferencias. Debe decirse, sin embargo, que no las habían enterrado muy hondo y que tal vez lo habían hecho, más bien, como se cubren los rescoldos de una hoguera con ceniza a para que se mantengan encendidos, en vez de sofocarlos».

«Me parece que hay algunos que andan buscando que perturben su fe. Ésta ha sido la tendencia durante los últimos cien años».

«Uno puede conocer algo a fondo y, sin embargo, ser a todos los efectos completamente ignorante de ello. Cabe que un hombre conozca a su padre, o a su hijo, y a pesar de ello no exista entre los dos mas que lealtad y amor y mutua incomprensión».

«Debajo de la superficie de la vida hay muchas cosas. Mucha malicia y temor y culpa y mucha soledad, también, donde en realidad no esperarías encontrarla».

«A veces pasa una semana completa y lo único que hago es soñar, otras veces vivo con tanta intensidad lo que encuentro fuera de mí, pero nada se convierte en escritura. En vez de escribir el artículo, me pongo a soñar con el resultado. A veces me enamoro de una teoría y por un rato mi vida parece cambiar».

«En ese momento Reyna es presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Nueve años más tarde se convertirá en presidente de Honduras y, al cumplirse otros nueve, se pegará un tiro en la cabeza».

«Es que la de la muerte es una espera imposible: la vida se le resiste hasta el último instante. Y cuando deja de resistirse ya no es vida. Entonces no hay espera, hay lucha y hay sorpresa hasta el final»

«Náufraga me sentía, y creí haberme salvado de un naufragio. Ahora sé que de un naufragio no se salva nadie. Los que se hunden están muertos y los salvados viven ahogándose».

"Los tiempos han cambiado. Demasiados sucesos de importancia evolucionan a ritmos inhumanos. Todo se ha vuelto microscópico o progresa en años luz. La gente se deja tragar por las pantallas. Y eso sólo aplica a quiénes no nacieron hundidos en la mierda".

«Existen momentos en que la vida se depura en un carril estrecho y otros en que se inflama y diversifica».

"En el fondo tiene gracia: es cristiana, su meta es la virtud y, sin embargo, no hace nada más que enfadarse y tiene muchos enemigos, y todos lo son por motivos del cristianismo y de la virtud".

"Anna se enteraba de lo que leía, pero aquella lectura le resultaba desagradable, es decir, le molestaba el reflejo de la vida de otras personas. Tenía demasiados deseos de vivir ella misma".

"Kiti le miró al rostro, que tan cerca de ella estaba, y mucho tiempo después, pasados varios años, esa mirada llena de amor que le dirigió, y a la que él no correspondió, la atormentaba, llenándola de vergüenza".