Sebastian Uribe Díaz > Recent Status Updates

«El lenguaje como falsa seguridad y el ruido como lenguaje amoroso. El discurso como ruido hueco. Y el silencio: Si encuentras a Buda, mátalo».

«Piedras y trozos de madera que nos hablan de la forma en que los paisajes de la mente reflejan la realidad (hay espacios —habitaciones vacías, habitaciones que imitan hojas de cedro— en los que esa realidad se contorsiona)».

«Solo hay una verdad manando de las grietas: escribir es estar cerca de Dios, pero también de lo que se hunde».

« Se preguntó si no era ese un estado superior al que aspirar: aprender a ser una cabeza cuando el cuerpo pesaba demasiado, liberarse de la extensión sensible en donde respiraba el frío y el ardor, la pena y el abandono».

«Un hombre sangra igual que un cerdo y su cabeza rueda en el mismo sentido que las de las gallinas. La gente no lo sabe, pero es así: la sangre nunca se queda quieta».

««Adentro tenemos la espesura de la muerte como un árbol», decía la abuela cuando estaba fuerte y gorda y afilaba su machete frente a los lechones».

«El misterio es un rezo que se impone».

«El llanto de las madres de los tres gurises ocupaba toda la sala. No estaban preparadas: las que tienen varones nunca están preparadas para la desgracia».

«Este hombre no es de este monte y el monte lo sabe. Pero lo deja. Que se meta, que se quede el tiempo que le lleve juntar leña. Después, el propio monte va a escupirlo, los brazos llenos de ramas, otra vez hacia la orilla».

«Y todo empezó a puño limpio. Apenas se tocaron, los cuerpos se reconocieron. Otra vez el olor de la sangre del otro en los nudillos; el olor del enemigo, renovado, tan parecido al propio».

«Si tenía suerte, capaz que Marciano se metía a defender al hermanito y con él sí iban a poder pelear de hombre a hombre, iba a poder sacarse toda la rabia que tenía adentro».

«Dio vuelta la almohada matrimonial y apoyó la cara en el mismo sitio donde, durante tantas noches, reposara la cabeza del esposo. Tenía su olor. Lo que empezaría a ser, esa noche, el recuerdo de su olor».

«(…) él empezó a despedirse de ella bajo el sol furioso de un mediodía, mientras descansaba sobre la pala, las patas hundidas en el barro, la espalda ardida; los ojos, dos puñaladas de odio».

«Ahora, cada día una copia del anterior: la espina quebrada acarreando las carretillas de madera, el lomo doblado en el pisadero, sudando como una bestia frente a las pilas encendidas».

««Absolutamente intimidada» por la precoz intelectualidad de Susan,28 su madre, como tantos de los que vendrían des-pués, temía ser juzgada por ella».

«El que tiene moral de empleado nunca será un gran novelista. Se necesita de mucha determinación, una buena cuota de obsesiones y un ansia inagotable para vencer las más inconcebibles contrariedades».

«Y Lima -naturaleza y ciudad- es así: una tregua en el arenal, un latido en la soledad, una sonrisa en la adustez de cielo y tierra».

«Nuestro costumbrismo además es totalitario. Abarca cocina, música, arquitectura, danza, deporte, farmacopea, urbanismo, lenguaje, poesía y religiosidad. Y asimila, por el culto y la práctica, tanto al limeño viejo cuanto al recién venido».

«Se ha vuelto una urbe donde dos millones de personas se dan de manotazos, en medio de bocinas, radios salvajes, congestiones humanas y otras demencias contemporáneas, para pervivir».

«Tanta es nuestra pereza intelectual que estamos cómodamente sumidos en el congelado esquema de una quimera. El que no acepta la leyenda como heredad y los fantasmas que la pueblan como antepasados venerables, como larvas o manes, resulta para el consenso una rara avis, peligrosa y hasta de rapiña».

«Excepto él, no hay una sola persona en ese lugar que sepa que al padre le encantaban los pájaros, que amaba a su mujer con pasión y que cuando ella murió algo en él se apagó por completo».

«Las palabras de la hermana tienen olor a humedad detenida, a encierro, a frío compacto»,

«Uno se puede acostumbrar a casi cualquier cosa, excepto a la muerte de un hijo».

«Él piensa que ese candidato es peligroso. Alguien con tantas ganas de asesinar es alguien inestable, alguien que no puede asumir la rutina de matar, el gesto automático y desapasionado de faenar humanos».

«De muchos de mis conocidos en el ambiente literario podía decir sin faltar a la verdad que nunca los había visto comprar un libro o había sabido que lo hicieran. La plata que gastaban alegremente en restaurantes, en ropa, en taxis, parecía tomar otro valor, exorbitante y prohibitivo, cuando entraban a una librería».

«La vida siempre ha sido una reacción a la hostilidad del entorno, desde las primeras moléculas».

«Aparecieron escenas de Groenlandia sin hielo en invierno y de los incendios del Amazonas. El mundo era como una cerilla que quema la punta de los dedos, pero la raza humana no iba a soltar el fósforo, la luz de la llama era nuestro delirio y nuestra perdición».

«La natación era nuestro vínculo más íntimo, y nos proporcionaba los raros momentos en que nos era posible volver al pasado. Dentro del agua, las diversas distancias que nos separaban daban paso a la ternura trepidante de dos cuerpos que un día estuvieron enmarañados por las tripas».

«El mundo entero palidece ante la reacción a un medicamento, la precisión de un bisturí, la eficacia de una anestesia, la actuación de un sistema inmunitario, la constatación corrosiva de que el dolor es, a pesar de los paliativos de la medicina y del afecto, una experiencia solitaria».