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Ni siquiera podía ponerle nombre al hombre, pero sabía, por la forma en que me había arrasado, que sólo él podía reconstruirme.

Tal vez incluso construirme mejor.

Podía sentir cómo me ampollaba y hervía
bajo el calor, cómo mi carne se desprendía para revelar la fea y carbonizada médula de lo que era, los huesos sobre los que estaba construida.

Y entonces me convertí en ceniza, muda y consumida por su escrutinio.

A los desposeídos física y espiritualmente, espero que encuentren su hogar.

"¿Quién ha amado alguna vez que no haya amado a primera vista?"

Christopher Marlowe

Para todos aquellos que han tenido que buscar su lugar en el mundo durante mucho tiempo.

Creo que existe una elección posible para nosotros en todo momento, durante toda la vida. Pero no hay sacrificio. Existe una elección, y el resto desaparece.

MURIEL RUKEYSER

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"He visto su valentía, su espíritu y su voluntad. Ella ha confiado en mí cuando no tiene ningún motivo para hacerlo. Ella me ha dado su cuerpo cuando no tiene khui para obligarla. Y no importa lo que cualquier ojo piense de ella, excepto la mía... y para mí, ella es la más
maravillosa, la más atractiva y la más convincente de las criaturas."

—Aquella noche te besé en el jardín, sabiendo lo que podría costarte, pero temiendo más lo que
perdería si no lo hacía. Perdóname, Mary, por ser un bastardo egoísta. No comprendía por qué no podía dejarte marchar, solo sabía que no podía hacerlo.

El placer creció por momentos. Sebastian se irguió y el placer de Mary se incrementó al observar el gesto de pasión en el masculino rostro. La silueta podía capturar la fuerza, pero no la belleza del conjunto. Y deseó que su esposo pudiera llegar a verse como lo veía ella.

¿De dónde salía tanta fe en él, cuando él no tenía ninguna en sí mismo? Ella aceptaba sus defectos, veía bajo las cicatrices al hombre que le gustaría ser.

—He visto a un hombre que ama a sus hermanos, que tuvo que tomar unas decisiones difíciles por el bien de todos ellos, a un hombre atormentado por la culpa. Cuando te miras en el
espejo, solo ves cicatrices. Cuando yo te miro, veo esto —Mary le mostró el dibujo—. Veo a un hombre al que podría llegar a amar.

—Siempre has sido tan fuerte, Mary.
—No tanto. Solo lo parezco.
—Me alegra que estés aquí.
Sebastian se inclinó hacia su esposa y la besó. Fue un beso vacilante, si ardor, porque sabía, al igual que ella, que aquel no era lugar para unirse. En ese lugar se destrozaban vidas, y ni siquiera su unión tendría la fuerza suficiente para deshacer aquel mal.

Mary odiaba lo que les había hecho a todos el paso de los años. Sebastian se había vuelto un ser enfadado y amargado, y en esos momentos la asustaba. La niña que había sido no habría dudado en arriesgarlo todo para hacer lo correcto. Pero la mujer dudaba y, al hacerlo, permitía que continuara el tormento del duque.

Estaban disfrutando de un momento prohibido. Mary estaba prometida y se merecía algo mejor de lo que él podría proporcionarle. Desde luego podría darle todas las comodidades de la
vida, pero carecía de la capacidad para llevar el consuelo a su corazón y a su alma.

Cubrió sus labios con los suyos. No fue delicado. Quería sustituir los horribles recuerdos con algo digno de recordar. No solo sentía deseo, también ansia. Sabía que se odiaría al día siguiente, se odiaría en el instante en que sus bocas se separaran, porque el
canalla en que se había convertido se estaba aprovechando...

«Pero estaba perdido en ti y, por un instante, me sentí casi entero». Por supuesto no podía
pronunciar las últimas palabras en voz alta, ni siquiera debería admitirlas ante sí mismo. Pero lo había hecho. El dulce perfume, el verde de sus ojos, la delicada caricia de su mano sobre la suya…

Ten cuidado o te lo romperán. La advertencia había llegado demasiado tarde, pues su corazón ya sufría por Sebastian mientras se
preguntaba cómo podía hacer que se sintiera más a gusto. La vida le había puesto
demasiados obstáculos en su camino. Y, al parecer, aún no había terminado.

No es mi dolor el que lo hace correrse. Es mi placer. Por mucho que intente permanecer inmune a él, el placer empieza a crecer en mi interior.

Su mano, grande y masculina sobre la palanca de cambios, es la misma que hizo caer el hacha sobre los dedos de un supuesto ladrón. Es la misma mano que me rodea la garganta cuando me abraza con una ternura aterradora y una promesa de dominio. Es la misma mano que utiliza varas y látigos para hacer que me corra.

Su piel suave y mi piel áspera se rozan como las buenas chicas y los salvajes disfrazados de caballeros. A las bestias como yo, la ropa nos queda bien porque las marcas y los cortes a medida cubren los defectos de una educación poco refinada y un corazón poco honorable. A la bestia deshonrosa que hay en mí le gusta cómo nos rozamos: su vulnerabilidad y mi poder.

...me desnudo frente al espejo de cuerpo entero. Siempre lo hago. Lo hago para poder mirar, para poder recordar quién soy.
... estudio las cicatrices que bordean mis brazos... Cada una representa la pérdida de una parte de mi alma al precio de mi vida.

La frialdad y la locura me atraen. Soy un hombre íntimamente familiarizado con las
cosas rotas, lo suficiente como para saber que lo que está frente a mí está arruinado, no roto. Sigo deseándola, tanto...

Conocía bien a sus demonios y estos esperaban al silencio y a la oscuridad para atacarla con fuerza. Ellos tirarían de sus extremidades impidiéndole decidir hacia dónde debía ahora dirigirse. Y a donde quisiera que fuese dirigida su decisión, ellos se mantendrían a su lado, recordándole cada momento que debía de haber decidido lo contrario.

Ya no importa que esté lejos de ti, puedo ser igual de dañina.

—La casualidad nunca me traería a alguien como tú —añadió.

—Llevabas razón —dijo Erik aún sin soltarle la mano—. Nada vuelve a ser igual después de que haya pasado el fuego.

—Ya no deberías de estar viva, Natalia. ¿Entiendes?

Deberías haberme matado ya por saber lo que sé. Claro que lo entiendo. Hace unos días ya debería de estar muerta.

Deberías haberme matado. Es la norma para perpetuar el imperio, no permitir que nadie te destruya.

El diablo no quiere que te quemes los pies.

Los amigos no se buscan. La casualidad hace que en el camino que recorres encuentres a personas con las que se establece un vínculo especial, irrompible. No concibes tu vida sin ella. No eliges si es la mejor o la peor amiga del mundo, no te importan las burradas que llegue a decir, o las veces que te haga pasar por un bochorno.

Apuesto a que se ha acostado con alguien aquí, pienso mientras poso la mirada en él.
—Sí, me he acostado con mujeres aquí —dice, respondiendo la pregunta que no he hecho
—. No iba a sugerirlo para nuestra primera vez juntos porque no sé cuánto gritas.
—. Aquí trabaja mucha gente, pero podemos probar si quieres. Resoplo. Qué tío tan jodidamente seguro de sí mismo.

El placer que experimentaba el cuerpo no tenía género, ni raza, ni se medía por la cantidad de
dinero. Te llegaba y te invadía hasta volverte loco. El clímax sexual simplemente existía, y era responsabilidad de cada persona cómo manejarlo para su beneficio. Qué recordatorio tan exquisito...

Todos somos luz y ocaso... El cuerpo es solo el resplandor de lo que hay dentro de ti.

—¿Qué haces? Mi habitación…
—Demasiada espera para probar algo
que he deseado mucho tiempo — murmuró antes de volver a besarla, sin preocuparse de nada más que saborearla de nuevo y con más
ímpetu esta ocasión.