WenSofi (Eclecticamente_Lectora) > Recent Status Updates

Yo vengo del infierno y tú eres un regalo del cielo. Eras la primera chica a la que miraba y pensaba: «Quiero besarla. Quiero que sea mía». Quería que me mirases como miras tu libro de fantasía, con una mezcla de asombro, ilusión y afecto. Te regalé un brownie con la esperanza de que me recordaras con dulzura, rezando para que el subidón de azúcar fuese la guinda del pastel de tus vacaciones.

—Hace años, vi quién eras en realidad, Vaughn. Un príncipe sin corazón. Una bella momia. Carecías de las emociones básicas: amor, odio, compasión.

Hay muchísima belleza en la oscuridad, pero cuesta más encontrarla.

Había viajado por todo el mundo. Había pasado veranos enteros en Francia, Australia, el Reino Unido y España. Y mis malditos demonios siempre me acechaban, como si estuvieran encadenados a mis tobillos; sus grilletes resonaban en mis oídos.

Pero ese verano me los cargaría.

Hasta sabía qué arma usaría para cortar los eslabones que nos unían.

Una espada que forjaría de cero.

Su arte era un poco psicótico, lo que, lógicamente, atraía mi vertiente desequilibrada. Sus manitas creaban toneladas de cráneos, monstruos, dragones, bebés mecidos por arañas y caballos muertos.

El hombre más callado de la sala es también el más letal.

Me enfrentaría a él con más vehemencia.

«No es más que un chico».

«No un dios; un chico».

«Y tú no eres la misma chica que temblaba bajo la colcha de su madre».

«Lo hiciste sangrar, y vaya si sangró. Como el humano que es».

«Ahora. Ahora puedes destrozarlo».

«Decidí que enamorarme era una pérdida de tiempo. Todos morimos en un momento u otro. Hasta le conté a papá que quería casarme con mi arte, como hizo él al fallecer mi madre. El arte no se va. No muere. No desaparece de la noche a la mañana».

Vaughn no tenía nada de diabólico. No. El diablo era rojo, ardiente, expresivo y estaba desolado. Vaughn era el rey de la noche: frío, azul, cadavérico y calculador. No había forma de entenderlo, por más que uno se empeñara.

Si algo sabía de los hombres como Vaughn Spencer era que o te destrozan o los destrozas. No había término medio.

Pero no sería yo la que recogiese los pedazos cuando uno hubiera acabado con el otro.

... el mundo nos destroza a todos, pero que esos pedazos rotos acaban siendo más fuertes al final. Lo dijo Ernest Hemingway.

Eso era lo trágico de Vaughn Spencer: que era perfecto.

Su fría belleza era tan impactante que cortaba la respiración. Como una supernova.

Ars longa, vita brevis.

«El arte es eterno, la vida es efímera». El mensaje era claro: el único camino a la inmortalidad era a través del arte. La mediocridad era una blasfemia. Aquel era un mundo de lobos, y nos enzarzábamos los unos con los otros, hambrientos, desesperados y cegados por nuestro idealismo.

Traerla a mi mundo era lo peor que podría haber hecho.

... yo no soy un buen hombre, por eso quería tenerla cerca, disfrutar de ella tanto como pudiese, porque soy egoísta, porque quiero todo lo que pueda darme.

Si yo no marco territorio, cualquiera de esos hijos de puta lo habría hecho. Eres un caramelo a la puerta de un colegio.
—Y tú eres el niño que se lo va a comer.
—Y no voy a compartir, eres solo para mí. Los demás que miren y se jodan.

Porque nadie daña lo que es mío, nadie pone una mano encima de aquello que protejo, nadie volverá a hacerle daño a ella. Katia era mía y yo protegía lo que era mío. Estaba decidido. Había llegado hasta allí sin saber realmente por qué lo hacía; solo deseando hacer pagar al imbécil todo el sufrimiento que había causado.

Solo tenemos dos salidas, caemos o ganamos, pero no nos rendimos. Es nuestra propia versión del todo o nada. Puede que al principio cayéramos, pero aprendimos a levantarnos de nuevo. Un Vasiliev nunca abandona una pelea, la termina o lo sacan de ella tan inconsciente que no puede evitar que lo hagan.

Tuve que besarla, olvidando que yo no hago eso; yo no beso, porque… Me daba igual quién había besado antes su boca; era la de Katia, mi Katia, y nada era mejor que eso.

¿Por qué la besé? No lo sé, pero no me arrepiento. Hacerlo era como beber del manantial de agua más pura que pudiese encontrar. Clara, fresca, revitalizante.

Pueden decir lo que quieran, pero un estómago vacío, es la mayor motivación que puede encontrar una persona para hacer muchas cosas que no haría de otra manera.

Lo sabía, esto no estaba bien, podía sentirlo. Pero como una estúpida me dejé meter en esto, y ahora no sé cómo voy a salir de aquí. Porque se empieza por una mentira y se acaba viviendo con ellas. Yo no voy a ser así, no quiero ser así.

¿Cómo un ser tan noble podía poseer un cuerpo tan nocivo? El creador era un ser ruin, por poner tal ángel en el camino de un pecador tan ávido y experimentado como lo era él. Pero siendo esto un viaje sin retorno, ¿qué había de malo en darle una probada a ese bocado?

“Huye de las tentaciones, pero despacio para que puedan alcanzarte.”
Les Luthiers.

Sólo un par de pecadores podría saber lo
exquisito que sabía la traición.

La linea trazada entre lo bueno y lo aceptable se encuentra al alcance de un beso…

¿Agotado? Sí. ¿Satisfecho? De momento. ¿Saciado? Ni mucho menos.

¡Gracias, gracias, gracias, Dios, por darme este momento! Ya puedo morir, porque he visto el cielo y el Edén, y…y… ¡Oh, perdón, querido Dios, pero también he visto el infierno! Caliente, lujurioso, depravado y pecaminoso infierno. ¡Cuántas promesas en un solo beso! Y tendré que hacer penitencia el resto de mi vida, porque quiero probar de eso.

¡A la mierda! Lancé mi mano hacia su nuca y la aferré con firmeza, para atraerla hacia mí y evitar que escapara. Asalté aquella boca, devoré el chocolate y disfruté de la combinación más deliciosa que nunca jamás antes había probado. El chocolate era manjar de dioses, pero mezclado con Angie era el elixir
de la lujuria, era tocar el cielo y tener un orgasmo al mismo tiempo.

—No has podido resistirte.
—Si Adán no pudo resistirse a una manzana, ¿cómo voy a hacerlo yo con esta delicia? ¡Está de muerte! Voy a ir al infierno, porque esto es pecado, seguro.—No, no fue la manzana lo que tentó a Adán, fue Eva. Igual que ahora, no es el chocolate, bueno, un poco sí, son esos labios que reclaman TODA mi atención.