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Camille, la hija de Mister Bogart, llamó alrededor de las cuatro de la tarde, que eran las siete para ella en Nueva York, para quejarse de que por culpa de la pandemia nadie podía ir a la oficina —era directora de
qué iba a hacer sin la filipina que le limpiaba el penthouse.
tirante.
truhan,
rodaballos
esturiones
Apenas entró en la secundaria, sin embargo, se transformó en el personaje que su abuelo no soportaba.
altanero
Mister Bogart contaba con pocos amigos, porque al enviudar descuidó las relaciones sociales que antes tuvo.
Transcurrieron dos meses desde que se declaró la pandemia y Leticia seguía instalada en casa de su patrón.
Nunca imaginó que el encierro iba a prolongarse tanto. La primavera se dejó caer con una fiesta de flores y abejas, aunque los jardineros no habían ido a trabajar durante ese
desaforada
lejía.
Al compararse con otras personas, se sentía afortunada. Durante
Cuándo me vas a llamar por mi nombre, Leticia? Nos conocemos hace un siglo y todavía me tratas de Mister Bogart —le dijo.
—Nunca, señor. Hay que respetar las jerarquías; las familiaridades entre jefe y empleada suelen terminar mal —replicó ella.
ladeado—,
Samuel Adler, pero sería siempre Mister Bogart para ella.
Para qué piensa en eso, señor? Bien cuidado, usted durará hasta los cien años.
Quién otra podría ser? Para mantenerse joven de espíritu necesita un poco de romance, nunca es tarde para eso.
achaques,
—No, pero sé que no le falta. Hay montones de mujeres mayores en busca de un compañero y muy pocos viejos disponibles que sean capaces de hilar dos frases y no usen pañales.
—Una jovencita no me caería mal… —Ni se le ocurra, señor.
que cayó en las garras de una zorra de cincuenta y antes del año estaba muerto. La viuda heredó bastante. Dicen que lo envenenó.
—Sí, pero no tires nada a la basura sin preguntarme antes.
—Se lo prometo —respondió ella sin la menor intención de cumplir.
en aquel tiempo se vestía de hippy, aunque ya era madre de Camille y empezaba a hacerse un nombre con sus telares.
por la tarde cada uno se dedicaba a lo suyo, él a su música, sus libros y la bicicleta fija, que finalmente instaló en una de las habitaciones,
escarbar
A Mister Bogart se le ocurrió que debían cenar con formalidad para evitar convertirse en salvajes.
Se vestían de gala para comer lentejas y estofado de tigre bajo un toldo de lona, servidos por nativos de guantes blancos.
Antes de cenar tomaban un trago, vodka con hielo para él y diferentes cócteles para ella: piña colada, cubalibre, bloody mariachi, margarita de mango, martini de coco y otros
familia recibía visitas había un bar bien provisto y todavía quedaban varias botellas de licor,
que ella decidió ir consumiendo de a poco, para que...
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sons...
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No cree que de tanto pensar en la señora Nadine está inventando una leyenda? —le preguntó Leticia. —Todos tenemos
buhardilla.
compuerta
ja...
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la ma...
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va...
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peldaños
enclenques
claraboyas,
ampolletas
vigas
Era un universo en sí mismo, lleno de tesoros y misterios, donde se podía pasar meses abriendo cajas, maletas
hurgar
LeBlanc era el apellido de soltera de Nadine, quien nunca usó otro.
Ser esposa cuesta mucho trabajo, pensaba, pero si una comete la estupidez de casarse, hay que ceñirse a ciertas normas o al menos cumplir con las apariencias.

