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derrocamos democracias e impusimos dictaduras brutales para defender los negocios de las empresas americanas. —¿Eres comunista,
En ese momento se dio cuenta de que la niña era ciega.
había postergado indefinidamente sus planes de seducirla, porque estaba embarcado en algo mucho más serio que el romance que había imaginado y comprendió que cualquier insinuación de su parte estaría fuera de lugar y sería ofensiva.
capacidad de atención, nada se le escapaba, parecía tener antenas para captar su entorno.
pero comprobó complacido que comprendía casi todo lo que la niña decía; su español del colegio no se había esfumado.
Mi escuela de antes no era para ciegos —aclaró Anita.
—Porque un hombre iba a matar a mi mama. Le disparó un tiro. Mi Tita Edu me llevó a verla al hospital y me asusté mucho, porque creí que se iba a morir, pero rezamos y prendimos velas en la iglesia y no se murió.
Tenía el presentimiento de que ese sería el caso más importante de su vida, el
Azabahar queda en una estrella por allá lejos.
Le prometimos que íbamos a ser valientes. No tengás miedo, estas maestras son buenas, no nos pegan ni nada de eso; los niños también son buenos, casi todos son buenos,
Mirá, Claudia, anoche, cuando vos estabas durmiendo, vi a mi angelina de la guarda. Es chiquita.
Yo creía que los ángeles y las angelinas son personas muy altas en camisas de dormir y con alas grandes de plumas, como los de la iglesia, pero no son así. Son más o menos del tamaño
Pude verla, porque las angelinas y los ángeles no se miran con los ojos sino con la mente, no importa que yo sea un poco
pero cuando me dijo que era mi angelina se me quitó el miedo.
Me dijo que todas las personas, absolutamente todas, tienen su propio guardián.
Claudia, no seas tonta, la angelina de la guarda tiene que estar con la niña que le toca, es su trabajo, no puede irse cuando le da la gana. Tu
No sé por qué eso pasa aquí en el norte; allá donde la Tita Edu nadie mojaba la
cama.
A mí me tocaron lápices de colores, pero como no me sirven, me los cambiaron por plastilina. Con eso te voy a hacer unos ratoncitos para que acompañen a la Didi, ¿querés?
Frank me gustó bastante, aunque hablaba raro. No sabe mucho español.
Pero a Samuel el ídolo del rock, con sus caderas descontroladas, no le interesaba para nada; iba a Nueva Orleans por el jazz.
Pasaba como un fantasma a través de la multitud colorida y ruidosa de esas calles sin hablar con nadie, se encerraba a practicar con su violín sin oír la música de los tambores de hojalata afuera ni las radios de los vecinos,
Todo eso lo experimentó de sopetón al llegar a Nueva Orleans. Al principio no entendió
dejar de lado sus remilgos y su timidez.
¿Cómo lo hacían? Samuel sabía que usaban señales para indicar la entrada y salida de cada solista o el fin de la ejecución, pero no pudo sorprender ninguna.
cuando una mujer se le sentó al lado y le sopló el humo de su cigarrillo en la cara.
—¿Estamos en carnaval? —preguntó Samuel. —Mardi Gras cae en febrero. Esta es solamente una noche normal de viernes. Mañana estará más animado —le explicó ella.
Nadine LeBlanc pertenecía a una antigua familia de la ciudad y esa temporada debutaba en sociedad, después de haber pasado
En verdad no lo era, dependía por completo de su familia, pero ya no pedía permiso para nada.
La carrera por conseguir novio era despiadada; había que casarse antes de los veinticinco para evitar el estigma de la solterona.
Ante el espanto de su familia, se jactaba de tener una bisabuela negra.
—Voy a llevarte a oír el mejor jazz de Nueva Orleans —le ofreció al saber que a él le interesaba.
en una casucha del antiguo barrio de las cuarteronas libres, donde comerciaba con encantamientos, adivinanzas, fetiches de protección, filtros de amor y otros de muerte. La bruja lo salpicó con sangre
Ninguno de los jóvenes que la pretendían le llegaba a los talones; parecían niños de nodriza comparados con él.
Se enamoraron con la pasión urgente que se da en el primer amor de la juventud.
Al despedirse le rogó que se casara con él.
Samuel y Nadine pasaron casi dos años separados, porque ella debió esperar a la mayoría de edad para casarse. Sus padres se negaron a dar el consentimiento para la boda, porque él carecía de fortuna y posición social —en realidad era un completo desconocido— y ella no
También descubrió que no era inglés, sino judío de Austria, y pensó, divertida, en la reacción de su familia racista y antisemita cuando lo supiera.
Se dispuso a ser feliz con Samuel Adler y lo logró.
Al casarse aterrizó en la realidad de los inmigrantes entre los cuales vivía y la enfrentó sin mirar hacia atrás y
Se instaló en el destartalado apartamento de Samuel, en un cuarto piso sin ascensor, dispuesta a convertirlo en un hogar acogedor.
En poco tiempo Nadine le cambió la vida a Samuel y le dulcificó el carácter.
Su alegría compensaba la tendencia a la melancolía de su marido; su espíritu libre desbarataba la cautela de él. Samuel estaba seguro de
donde Nadine compartió la experiencia de dar a luz con una inmigrante de la isla de Saint Thomas, descendiente de esclavos.
La pequeña Camille creció como una extensión de Nadine, quien iba a todos lados con ella en un arnés a la espalda y después a la rastra.
Era la hija perfecta para una pareja ocupada en sus propios intereses, no molestaba en nada y era prácticamente autosuficiente.
Samuel no era hombre inclinado a la poesía, sin embargo siempre pensó que el oficio de tejedora era una hermosa metáfora de la personalidad de su mujer, quien iba por la vida coleccionando y tejiendo historias y gente, así como coleccionaba y tejía los
Tal como le explicaron amablemente, un inglés blanco no era el profesor más adecuado para esa asignatura.
tapices muy de vez en cuando, Samuel cargaba con el peso de mantenerlos.
—Haz lo que quieras. De todos modos nuestro matrimonio no funciona, nos llevamos pésimo y ninguno de los dos está contento.

