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encontró cerrada. Había una nota de Nadine sobre la mesa del teléfono: «Me fui a Bolivia con Camille.
Andaban de la mano, Samuel nunca vio al uno sin el otro.
Samuel hubiera deseado compartir un amor de esa calidad con Nadine, pero ninguno de los dos poseía el talento necesario para eso. El ejemplo de los Evans era imposible de emular.
Trató de salir con otras mujeres, pero era incapaz de empezar una conversación que no lo condujera a los pocos minutos a hablar de Nadine.
Su vida social se redujo casi a cero sin Nadine, porque era ella quien cultivaba amistades y él se limitaba
Guatemala, donde existía una maravillosa tradición de telares. Incluyó en el sobre varias fotografías de Camille, bronceada, flaca, descalza, desgreñada y feliz.
Orlando, antropólogo argentino.
hizo su maleta, cerró la casa encantada, se despidió de las ánimas en pena y partió a Guatemala.
cipote
hubiera hecho ese berrinche donde
Me sonó mal eso de hogar adoptivo. Yo no quiero que nadie me adopte. No soy huérfana.
tú, de tanto pensarlo, vas a llegar a la menopausia sin hijos —la increpó su bisabuela.
Tú crees que hay que casarse para eso? Yo era virgen cuando tuve a la Dora.
—Usted sabe que mi novio es muy formal, no va a tener hijos fuera del matrimonio —le aclaró Selena.
Para Frank eso compensó un poco el desagrado inmenso de defender a ese hombre, quien una vez más compraba su impunidad.
No se habían visto desde fines de diciembre, en el albergue de Nogales donde estaba Anita, pero se comunicaban a menudo.
Frank se llevaba bien con las mujeres, sabía tratarlas, lo aprendió de sus hermanas en la infancia.
Valoraba la amistad con ella y no quería arriesgarla con un paso en falso, pero debía admitir que su deseo de estar en permanente contacto se parecía demasiado al enamoramiento.
El único hombre que conocía a fondo era su novio y tenían planes de casarse en abril. Mejor dicho, Milosz y las mujeres Durán hacían planes,
Milosz durante ocho años, aunque tenían poco en común y existían aspectos en la vida de ambos que no compartían y temas que evitaban, como política,
Milosz no aprobaba el empleo de Selena y a ella no le interesaba para nada el de él.
No tomaba en cuenta que cada vez que se mencionaba la próxima boda, ella cambiaba de tema. La ocupación
Un conductor sin vicios podía darle una buena vida a su familia, ahorrar, invertir y retirarse relativamente
Ese era su plan, no pensaba pasar el resto de su vida detrás del volante de un camión.
A Selena le gustaban su cuerpo musculoso, sus ojos pálidos, sus pómulos
La atraía sobre todo lo que ella percibía como las mejores virtudes masculinas: fortaleza, coraje, responsabilidad.
Esas dudas habían aumentado desde diciembre del año anterior, cuando conoció a Frank Angileri.
No la tentaban la casa ideal, los hijos ni la confortable vida doméstica que él soñaba.
en ascuas.
Dora Durán, la célebre abuela de Selena, tenía sesenta y seis años y seguía pegada al estilo de hacía cuatro décadas.
Frank la había buscado en internet, donde encontró una página web, entrevistas y vídeos sobre sus aciertos de vidente.
La imponente presencia de Dora hacía tan invisible a su hija que Frank no captó su nombre y Selena tuvo que repetírselo un par de veces: Casandra.
le recordaba la suya a Frank, con la diferencia de que eran todas mujeres.
Las Durán, siendo distintas a las mujeres Angileri, tenían características comunes: eran fuertes, prácticas y directas, como su madre y sus hermanas, y también como ellas, prodigaban hospitalidad.
Conocía las claves de la convivencia de esas mujeres.
Selena le había mostrado la foto que existía en el informe del oficial de asilo y otras de Anita, pero Dora quiso conocer personalmente a la niña.
—Creo que Anita tiene un don, pero no es como el mío. Tal vez se le manifieste en el futuro, cuando esté un poco mayor
—Anita puede ver lo invisible, puede imaginar el futuro, puede adivinar lo que vendrá.
—Creo que se transporta a otra dimensión. Sentí su poder. Cuando le tomé las manos, me transmitió su fuerza.
Dora Durán, la nena de tres meses que llegó a Estados Unidos atravesando el desierto, envuelta en el rebozo de su madre,
—Con la primera menstruación a la Dorita se le paró el cerebro —le contó a Frank—.
Frank Angileri no la entendió, porque su español de la escuela no daba para temas paranormales, pero Selena le tradujo.
—Ninguna. Y en realidad, preferiría que los muertos me dejaran en paz —replicó Dora.
—Si Marisol Díaz hubiera sufrido un accidente o una muerte violenta, no estaría tranquila, ¿verdad? —dedujo Frank, enrojeciendo, porque se sentía como un
Si todos los muertos inquietos me hablaran, yo estaría loca de asilo.
deudos
Dios se lo había dado para ayudar y servir, no para beneficio personal. Se había ganado la vida como
—Ayer estuve preparando una colección de perritos de mazapán para el cumpleaños de un caniche de Beverly Hills.
Selena pensó en la reacción de Milosz si supiera que su novia iba a viajar con otro hombre. Tal
Tampoco se lo diría a su familia, porque se pondría del lado de Milosz; en eso no podía contar con la solidaridad de las Durán.

