Aniko Villalba's Blog, page 9
November 27, 2014
Yo no quería ir al Oktoberfest
Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante
“Sin dudas, el mejor invento en la historia de la humanidad es la cerveza.
Oh, les aseguro que la rueda también fue un buen invento, pero la rueda no va tan bien con la pizza”.
Dave Barry (escritor y humorista estadounidense)

Cuando me enteré de que íbamos a estar en Munich durante el Oktoberfest me estresé. Esa ciudad era la última parada —obligada— del viaje a las raíces que estaba haciendo con mi mamá y mi papá por Hungría y Alemania: ellos tomaban el vuelo de Buenos Aires desde Munich y yo el tren a Francia el mismo día. Como el cuelgue con las fechas suele ser de familia, ninguno de los tres se había avivado de que ir a fines de septiembre equivalía a ir durante el Oktoberfest, el festival de la cerveza más grande del mundo.
Unos días antes de viajar a Munich empezamos a buscar alojamiento, como habíamos hecho durante las tres semanas de viaje sin problemas, y vimos que todo estaba repleto y que lo disponible era carísimo. Pero carísimo a un punto que me indignaba: “No puede ser que tres noches de alojamiento en un hotel te cuesten arriba de mil euros, no puede ser que una cama en un dormitorio compartido de un hostel te cueste cien euros la noche, estamos todos locos”. Me parecía desorbitado. Y ahí nos dimos cuenta de que era porque el festival con nombre de octubre empezaba en septiembre. Bienvenidos a Munich durante el Oktoberfest: la ciudad de un millón y medio de personas que recibe a siete millones de visitantes y que triplica sus precios durante dieciséis días al año. Mis ganas de conocerla iban disminuyendo de manera directamente proporcional al aumento de sus precios.

Después de pasar varios días entre casitas de este estilo, no quería cambiar el campo por la ciudad.
El viaje por Hungría y Alemania había sido tranquilo y, dentro de todo, barato. Nos habíamos alojado en panzios, las pensiones húngaras, y habíamos descubierto lo más parecido al Couchsurfing (aunque pago): el alquiler de habitaciones en casas de gente local. Como familia queríamos un poco más de privacidad, y alquilar un cuarto era una opción más barata que un hotel y a la vez nos permitía entrar en contacto con la gente del lugar. Un día antes de viajar a Munich encontramos, a través de una de estas webs de alquileres, a un estudiante que alquilaba su cuarto a buen precio. No estaba en el centro y era mini, pero por lo menos tendríamos donde dormir. Había un boom de ofertas: todos querían aprovechar la llegada de gente para el Oktoberfest y hacerse unos euros extra.

Yo pensaba que solo me esperaba esto (que no está mal si uno va con ganas de tomar buena cerveza)…
Munich era un destino al que yo no tenía muchas ganas de ir pero por el que tendríamos que pasar sí o sí. Era como un viaje no deseado. A mí no me interesaba ni la ciudad ni el festival, todo culpa de mis prejuicios, mi desinformación y mi cansancio:
como Munich es una de las ciudades con mejor calidad de vida del mundo, me la imaginé aburrida y llena de edificios con logos de empresas;
como el Oktoberfest es uno de los festivales más populares del mundo, me lo imaginé caro, repleto y caótico;
como estaba viajando hace un año y ya deseaba de frenar, lo único que quería era disfrutar esos últimos días con mi familia sin estrés ni amontonamientos.

Al final Munich no podía ser más linda.
Cuando llegamos a Munich casi le pido perdón por no haberla querido conocer. Como nuestro alojamiento estaba en la otra punta, tuvimos que atravesarla, y durante el trayecto no paré de repetir, con la frente pegada a la ventana: “No puedo creer lo linda que es esta ciudad”. Las casas bajas de colores, una al lado de otra, en fila ordenada, me hacían pensar en Londres. Los espacios verdes, las lagunas, los árboles, las veredas limpias me hacían pensar en Vancouver. Munich es la tercera ciudad más grande de Alemania, es la capital de la Baviera y es un centro cultural, artístico y científico. Y saber que una de las ciudades con mejor calidad de vida tiene un montón de color, tiene bosques en el medio y no está repleta de edificios, me reconfortó. No era como me la imaginaba.

Era mil veces más linda.
Cuando llegamos era domingo al mediodía y había mucha gente andando en bicicleta y familias vestidas con la ropa tradicional de Baviera: ellos con el Lederhosen y ellas con el Dirndl. Todos caminaban en una misma dirección: grandes, chicos, grupos de amigos y parejas iban, me enteré después, al Theresienwiese, el lugar donde se estaba celebrando la apertura del Oktoberfest. Ahí empecé a dudar: ¿Y si voy? Por algo estoy acá en esta fecha, además la cerveza me encanta y quién sabe cuándo volveré… Pero teníamos menos de dos días en la ciudad y mucho para ver.
Esa tarde recorrimos el centro y sacamos fotos desde los miradores. Caminamos por el Marienplatz, el centro de la ciudad desde 1158, y por el resto del centro histórico. Yo estaba impactada por la aquitectura, los detalles, los colores, las figuras talladas, las curvas, la mezcla de estilos, las terminaciones. La ciudad había sido bombardeada y destruida en parte durante la guerra, y luego reconstruida respetando su estilo. Mi mamá, que es arquitecta y pintora, también estaba disfrutando de las construcciones. Y en un momento me dijo, casi al pasar: “Está igual que cuando estuve acá hace treinta años…”, y yo: “Qué, cómo que ya estuviste acá, y por qué no me contaste nada”. A ella le encanta sacar estos ases de la manga, como cuando me dijo, unas semanas antes en Budapest, que ella nunca había conocido Hungría (y eso que es húngara de nacionalidad).

Por las calles, y miradores, de Munich
Se largó a llover, algo normal en esa ciudad tan cercana a los Alpes. Lo bueno de viajar con una madre es que siempre llevan paraguas, así que lo abrimos y seguimos paseando hasta que se hizo de noche.
Al día siguiente me encontré con V., una amiga argentina que había conocido en Budapest y que estaba viviendo por dos meses en Munich. Ella había ido al Oktoberfest el día anterior.
—Ani, tenés que ir.
—No sé, no me gustan los amontonamientos de gente. Además me dijeron que si no vas temprano no podés entrar a los jardines cerveceros, y seguro que todo es carísimo.
—La entrada es gratis.
—Ah… ¿enserio?
—Sí, pero más allá de eso, tenés que ir, es una experiencia única, aprovechá que estás acá.
—Bueno, vamos.
Al final no fue tan difícil convencerme.
Y cuando llegamos también estuve a punto de pedirle perdón al Oktoberfest por no haber querido conocerlo. Tampoco era como me lo imaginaba.

Era mil veces más divertido.

Bienvenidos al Oktoberfest: una feria de juegos

Muy retro, en mi opinión
Primera sorpresa: el Oktoberfest es una feria de juegos retro donde también se toma cerveza. Hay montañas rusas, autitos chocadores, atracciones de circo, osos de peluche gigantes, algodones de azúcar, choclo caliente.
Segunda sorpresa: la gente va vestida con la ropa tradicional bavaria, así que es como estar dentro de una película alemana.
Tercera sorpresa: como era lunes, no había tanta gente y se podía caminar bien.
Cuarta sorpresa: la cerveza que se sirve en el Oktoberfest tiene que cumplir “la ley de pureza de Baviera” y tiene que ser elaborada dentro de Munich. Por eso hay solo seis fábricas que venden su producto en este festival.
Quinta sorpresa: los precios no son taaan altos (un vaso de un litro de cerveza cuesta €10, medio pollo €10, un choclo con manteca €3, las entradas a los juegos entre €2 y €8. En términos europeos, no es tan terrible).
Sexta sorpresa: los patios cerveceros son de los lugares con más buena onda que conocí.

Un patio cervecero
El Oktoberfest nació en 1810 en honor al matrimonio entre el Príncipe Ludwig de Baviera y la Princesa Therese de Saxe-Hildburghausen. Los ciudadanos de Munich fueron invitados a celebrar el casamiento en el Theresienwiese, un espacio abierto frente a las puertas de la ciudad, el mismo donde se celebra el festival hoy. Hubo carreras de caballos y la gente asistió vestida con su ropa típica. Al año siguiente, al evento se le sumó un show de agricultura, en 1850 se hizo el primer desfile, en 1882 aparecieron los primeros puestos de venta de salchichas y en 1892 se empezó a servir cerveza. A fines del siglo 19 aparecieron los patios cerveceros y la música en vivo, y ahora, cada año, se sirven más de seis millones de litros de cerveza.
V y yo nos subimos a algunos juegos. A los pedorros, según yo, porque a ella le daba miedo subirse a las montañas rusas, y esos pedorros terminaron provocándonos carcajadas del miedo. Espero que este carrito no se vaya a la mierda, decíamos mientras llorábamos de risa. Todo bien con los juegos de feria, pero dejame que desconfíe de las vías que se arman y se desarman cada año. Así y todo, fue espectacular.

Nos subimos a este, que no tiene rulos como las montañas rusas, pero en cada curva daba miedo.
Decidimos terminar el día en una de las carpas que hacía de patio cervecero. Buscamos dos huecos y nos sentamos en una mesa larguísima, junto con cientos de personas que estaban tomando cerveza. El vaso de litro que pedimos era tan pesado que costaba levantarlo con una mano: admiro a las alemanas que levantan ocho de esos vasos como si nada y los llevan de mesa en mesa. Alrededor nuestro, la gente hablaba, gritaba, cantaba, brindaba. Era como estar en un bar comunitario gigante donde todos éramos amigos. Cada vez que tocaba la banda, algunos se subían a la mesa, otros bailaban, otros intentaban cantar al unísono y todos brindábamos con los que tuviéramos cerca. Ojalá todos los bares fuesen así.
A la vuelta vimos algunos borrachos que se tambaleaban mientras volvían a sus casas, pero nada fuera de lo común. V y yo nos despedimos y prometimos reencontrarnos en Buenos Aires. Caminé un rato sola antes de volver al departamento. Me di cuenta de que ya era veintidós de septiembre: se me había terminado el verano europeo y, a la vez, en Argentina había empezado la primavera. Así que el mundo estaba en primaotoño, mis dos estaciones preferidas. A la mañana siguiente tenía que tomar el tren a Francia y me había quedado mucho de Munich por ver, pero estaba contenta: ese viaje no deseado se había convertido en la despedida perfecta. Despedida de mi familia, despedida del verano y despedida de mis viajes, por un tiempo. A veces uno no elige a los lugares, sino que los lugares lo eligen a uno. Yo no quería ir al Oktoberfest, pero tenía que ir igual. Munich sabrá por qué.
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Aniko Villalba
November 20, 2014
Cosas que me inspiran (3)(capítulo doble + piñata)
Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante
Una dosis quincenal de todas esas cosas que me inspiran y que me ayudan a procrastinar (con gusto) día a día: videos, libros, charlas, películas, series, citas, personas. Quizá conozcan algunas, tal vez no todas les gusten, pero la idea es compartirlas y que a alguien le caigan en el momento justo. El capítulo de hoy es doble y viene con piñata previa. Lean que hay varios anuncios.

Mi nuevo hogar en Francia
La parte piñata:
* Piñata viene del latín y significa de acá puede salir cualquier cosa (?).
* Acá en Francia llueve y se viene el invierno, y aprovecho el mal tiempo como excusa para quedarme adentro y trabajar. Así que empecé a escribir mi segundo libro. Lo tenía en la cabeza hace tiempo y volví a sentir, como con el primero, que era momento de hacerlo salir. Pero en qué me metí. A veces creo que escribir es como estar en una lucha con uno mismo: por un lado me divierto pensando en su estructura, las ilustraciones, los posibles títulos, los capítulos, pero cuando llega el momento de enfrentarme a las páginas en blanco y escribir: qué difícil por favor. Ahí es cuando aparece la procrastinación y me pongo a hacer otras cosas: abro la heladera veinte veces al día, limpio la cocina a fondo, preparo tartas, salgo a caminar, hago cambios en mi blog (no sé si notaron el nuevo menú de navegación allá arriba ^) y miro más videos y películas que nunca. Después la inspiración vuelve y me hace escribir durante horas, pero al principio siempre cuesta.
* Estoy pensando en continuar la serie Escribir un libro, tengo varios títulos en mente. Y además de eso, estoy con muchas ganas de ponerle cada vez más trabajo y energía a este blog, cosa que hace un tiempo no me pasaba. Volvió el período de blogamor.
* Novedad: a partir de hoy Viajando por ahí tiene newsletter, así que los invito a suscribirse para recibirla en sus emails. ¿De qué se trata? De ahora en más enviaré los últimos posts por email junto con novedades acerca de mis viajes, adelantos de mis próximos libros, fechas de mis presentaciones o exposiciones de fotos, alguna que otra promoción y cosas relacionadas con los viajes que me parezcan interesantes para compartir con ustedes. Prometo no espamear: haré como máximo un envío por semana y como mínimo uno al mes. Tengo ganas de generar una interacción más directa con ustedes, que puedan preguntarme cosas y sugerirme temas para escribir, y de poder ofrecerles contenido adicional al que publico acá. Así que si se quieren suscribir, pueden hacerlo desde acá (si ya recibían los posts por email, no hace falta que vuelvan a suscribirse). ¡Bienvenidos a la comunidad lectora!
* Tengo buzón y no me da miedo usarlo. ¿Me mandan algo por correo? Una carta, una postal, hojas de árbol, cualquier cosa que entre en un sobre. Prometo llevar todo a Buenos Aires y pegarlo en la pared junto con las postales que ya me mandaron. Pueden pedirme la dirección por acá.
* Habemus comentarios abiertos. Después de un año, decidí reabrir los comentarios del blog. ¿Por qué los había cerrado? Por dos cosas: falta de tiempo para moderarlos/responderlos y mucha necesidad de tener un período lo más offline posible. Pero la verdad que durante estos meses extrañé escucharlos, así que les doy la bienvenida otra vez. El que se atreva que rompa el silencio.
Y ahora sí: el Cosas que me inspiran de hoy (también conocido como “Maneras de procrastinar cuando tendría que sentarme a escribir”), capítulo doble:
1. #MÚSICA: Monsieur Periné (Colombia)
Tengo que agradecerle este descubrimiento a Lau, que me mandó este tema por chat y me generó la costumbre obse de poner repeat repeat repeat a la misma canción durante tardes enteras. Monsieur Periné es una banda colombiana que se formó en el 2007; sus instrumentos incluyen guitarra, contrabajo, charango, flauta, clarinete, percusión y mezclan géneros como el jazz, el pop, el bolero, el swing. Ellos definen su estilo como suin a la colombiana. Mejor que los escuchen y dejen que el ritmo les alegre el día.
Más en mperine.com
2. #IMPROVISACIÓN: Whose line is it anyway? (1988-1998)
Empecé a ver este programa de televisión en los 90 cuando lo pasaban por algún canal de cable que ya no recuerdo. Desde la primera vez que lo enganché me pareció genial y hasta hoy lo sigo viendo y me río con cada chiste. Whose line is it anyway? es un programa de juegos y de improvisación. Hay un conductor (en el caso de la versión inglesa, Drew Carey) y cuatro participantes por programa (actores, en general los mismos), y todo lo que hacen, dicen y cantan durante la hora de programa es improvisado. Algunos de los juegos son: Scenes from a hat (el conductor saca papelitos de un sombrero con pautas para que actúen), Sound Effects (dos actúan una escena, en general ridícula, y otros dos hacen los efectos de sonido), Press conference (uno tiene que dar una conferencia de prensa sin saber quién es ni qué está anunciando, los otros tres lo saben y hacen preguntas al respecto), Infomercials (tienen que vender un producto o servicio usando objetos que van sacando de una caja), entre otros.
No sé si se pueden ver con subtítulos en castellano en alguna parte, porque el show es en inglés y va muy rápido. Pero si les gusta la improvisación, se los recomiendo. Ojo: pueden pasarse tardes enteras mirando videos.
3. #MINI SERIE: The lost room (2006)
Atención: antes de empezar a ver esta serie asegúrense de tener cinco horas seguidas libres. Confíen en mí: es lo que dura la serie y no van a poder ni querer hacer pausa entre capítulos ni para ir al baño. The lost room es una mini serie de ciencia ficción, pero me cuesta explicarles bien de qué se trata. Digamos que hay una llave de hotel que tiene el superpoder de hacer que cualquier puerta te lleve al cuarto que ven en la foto, y una vez ahí, quien tenga la llave puede elegir en qué parte del mundo aparecer al salir de ese cuarto. ¿Complicado? Se pone mejor. La llave cae en manos de un detective y, cuando se descuida, su hija entra al cuarto y desaparece, así que él empieza a buscarla. Y ahí la trama se complica: aparecen “los objetos”, cosas que alguna vez pertenecieron a quien habitó ese cuarto y que ahora tienen superpoderes al igual que la llave. Y no hablo más porque nada de lo que cuente va a tener sentido. Mejor que la vean. Yo no pude despegarme de la pantalla hasta que terminó.
Más info en IMDb
4. #SERIE WEB: Tiempo libre (2014)
Otra serie, muy distinta a la anterior pero igual de adictiva. “Tiempo libre” es un falso reality show que muestra cómo es la vida de Martín Piroyansky, un actor desempleado y con mucho tiempo libre. Son veinte capítulos de unos diez minutos cada uno, con mucho humor y bizarreadas. También les recomiendo que tengan tiempo porque van a querer ver un capítulo atrás de otro. Me vi la serie con Lau en Islandia, durante esas horas de lluvia en las que no podíamos salir, y volver a verla me trae recuerdos de ese viaje. Ah, y actúa la genia de Pau, una de mis mejores amigas (la que hace de Brenda).
5. #LIBRO-CUADERNO: 624 things to write about
Este libro-cuaderno es una de las mejores compras que hice en años. Pesa como medio kilo y es bastante incómodo para transportar, pero lo llevo igual porque lo quiero tanto. Es, como el título lo indica, un libro (en blanco) con 642 consignas o disparadores para escribir. Por ejemplo: Escribí la reseña de la novela que nunca escribiste, Escribí la historia de un evento dramático de tu vida pero incluí un secreto y una mentira, Escribí la receta para el desastre, Qué puede pasar en un segundo, Escribí algo que nunca le contaste a tu mamá, y así, para entretenerte escribiendo durante horas y años. Para cualquiera que le guste escribir y que necesite inspiración: es casi como un taller de escritura portátil.
Disponible a través de Chronicle Books.
6. #MENSAJES: Proyecto Calco
La consigna de Proyecto Calco es simple: repartir calcomanías con mensajes positivos para reproducir bienestar en las personas. Mensajes como Se puede, Do what you love, Amigate, Soltá todo lo que te tira para abajo, Gracias vida, Confiá, Buscá lo que más querés y muchos otros ya están pegados en los cinco continentes. A veces no hace falta más que una frase para inspirar a miles.
Más en proyectocalco.com y en su página de Facebook
7. #LUGARES: Shoreditch (Londres)
Las cosas que me inspiran no son solo cosas: también son lugares y personas. Para empezar con lugares, elegí Shoreditch, una zona de Londres repleta de arte callejero. Así que están por ahí y necesitan inspirarse, vayan a dar una vuelta. Es como estar en un museo al aire libre: hay obras enormes, otras chiquitas, hay stencils, stickers, murales, frases, retratos, críticas, homenajes. Hay trabajos de los artistas callejeros más reconocidos. Como este tipo de arte me encanta y siempre quiero aprender más, hice un walking tour con un experto en el tema. Se los recomiendo si les interesa, además de ver las obras, conocer el contexto de cada trabajo: Shoreditch Street Art Tours.
8. #PELÍCULA: La increíble vida de Walter Mitty (2013)
Esta fue la película que me hizo soñar con viajar a Islandia. La vi en enero de este año, en Perú, y me acuerdo que les hice cruzar media Lima a mis amigas hasta encontrar un cine donde la dieran con subtítulos y no doblada. Es que me encanta ver las películas en su idioma original, sea inglés, ruso o chino. La increíble vida de Walter Mitty cuenta la historia de un hombre (Ben Stiller) que se la pasa soñando despierto hasta que un día decide hacer realidad todas esas fantasías y enfrentarse a todo lo que le da miedo. Así que se sube a un avión y se va a Groenlandia. Y a partir de ese primer paso le empiezan a pasar un montón de cosas que le demuestran que está vivo.
9. #BLOG: Fearful Adventurer, de Torre DeRoche (australiana)
Me encanta leer a Torre por la sinceridad y cercanía con que relata las cosas que le pasan. Me encanta el diseño de su blog. Me encanta su sentido del humor. Ella no me conoce pero soy su fan silenciosa. Pasé muchos momentos tristes leyendo sus posts y sintiéndome reconfortada de que a alguien más le hubiese pasado lo que me estaba pasando a mí. Torre también viaja y escribe, autopublicó su primer libro y cuenta todos los miedos que tuvo entremedio. Una de las frases que leí en su blog y que más me gusta es: “Work tirelessly to make your soul happy” (“Trabajá incansablemente para hacer feliz a tu alma”). Al final creo que de eso se trata la vida.
Más en: fearfuladventurer.com
10. #FOTÓGRAFO: Henri Cartier-Bresson (1908-2004, francés)

Foto: Henri Cartier-Bresson / Magnum Photos
Si les gusta la fotografía callejera, si les gusta la fotografía en general, o aunque no les guste ni la calle ni las fotos, tienen que conocer a Henri Cartier-Bresson. Fue uno de los padres del fotoperiodismo, un maestro de la fotografía cándida (esas imágenes naturales, no posadas, que muestran el día a día de la gente de un lugar) y uno de los mejores fotógrafos callejeros de la historia. Lo que más me gusta de él es que siempre trabajó con un solo lente, un 50 mm, lo cual demuestra que no hace falta llenarse de equipos para hacer buenas fotos. Hay que saber mirar y esperar, como decía él, el momento mágico-circunstancial en el que dos casualidades se unen y forman algo con sentido nuevo. Hace unos meses vi una retrospectiva con más de 500 de sus fotos en París y salí fascinada.
Pueden ver más fotos en la web de Magnum y si alguna vez se cruzan con una de sus exposiciones vayan a verla, aunque tengan que hacer horas de fila para entrar.
#BONUS: “Happy” de Pharrell Williams
Ya sé: esta canción está recontra escuchada. 492 millones de reproducciones en youtube y contando. Pero cada vez que la escucho me genera una dosis inmediata de felicidad. Y me dan ganas de bailar. Y me hace pensar en Barcelona y en el viaje en auto a Budapest. Y me encanta. Hay que celebrar la felicidad.
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Aniko Villalba
November 11, 2014
Reflexiones acerca de vivir viajando (o “¿Cómo puedo financiarme en el camino?”)
Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante
**Spoiler: no sé. Y este post tiene el prólogo más largo de la historia.
Poné el agua para el mate o preparate un café. O si querés la respuesta práctica, andá directo al final del texto.**
No existen fórmulas ni recetas mágicas para financiar un viaje o para vivir viajando. No hay pasos infalibles ni modelos a replicar. Nadie tiene el éxito ni el fracaso asegurado. Como con todo, financiar y autosustentar un estilo de vida viajero lleva tiempo, dedicación, trabajo y creatividad. No hace falta ser millonario ni sacarse la lotería para vivir en movimiento. Lo que sí hace falta es cambiar algunas concepciones.
Una de las preguntas que más recibo por mail y que más me cuesta responder es: “¿Me das ideas para financiarme mientras viajo?”. Más allá de los consejos que pueda darles para ahorrar en el camino, muchos de ustedes me preguntan otra cosa: “¿De qué puedo trabajar para mantenerme mientras viajo?”. Porque una cosa es ahorrar y otra es generar ingresos. Y creo que en el fondo la pregunta es: “¿Cómo puedo hacer para vivir viajando?”.
Ya sea para vivir viajando durante quince días, dos años o tres décadas, no hay una respuesta: hay muchas. Y como no tengo la solución adecuada para cada uno, decidí hacer este post con mis reflexiones acerca de este estilo de vida.

Empecemos
*
En muchos lugares del mundo, el sistema nos educa así: tenés que tener un título universitario para conseguir un trabajo, tenés que tener un trabajo fijo para cobrar un sueldo a fin de mes, tenés que tener un sueldo a fin de mes para poder vivir, alimentarte y comprarte cosas, tenés que ahorrar gran parte de ese salario para poder irte de vacaciones cuando el trabajo te lo permita, tenés que trabajar hasta los 65 para tener una jubilación y después podés disfrutar de la vida.
Vivir viajando derriba muchas de estas ideas.
Es lógico, si nos guiamos por ese modelo, sentir que si la plata no alcanza para llegar a fin de mes, menos va a alcanzar para un viaje largo. Por eso, para empezar a pensar en la financiación de un estilo de vida viajero, lo primero que hay que hacer es cambiar el paradigma.

Las reglas del juego son otras.
1) Vivir viajando no es vivir de vacaciones.
Esto ya lo repetí muchas veces en el blog, así que para quienes me leen de antes no es algo nuevo. Sé que, visto desde afuera, la imagen mental que muchos tienen del viajero es algo así: playa + jugo de coco + hamaca paraguaya + leve brisa + no stress. Díganme dónde firmo que yo también quiero una vida así. Bah, en realidad no.
Yo empecé con la idea de ser una viajera pura y dura: de dedicarme solo a viajar, a explorar y a conocer otras culturas. Lo hice durante varios meses, pero me di cuenta de que no podía separar mis ganas de viajar de mis ganas de comunicar, a través de textos y fotos, lo que iba encontrando en el camino. Viajar por viajar es muy lindo, pero después de un tiempo uno tiene necesidad de hacer algo con ese viaje, de transformarlo en otra cosa, de aportarle algo valioso a toda esa gente y a todo ese mundo que tan bien nos recibió (o de cambiar ese mundo que tan mal nos recibió). El trabajo, ese querer aportar algo, es parte de la naturaleza humana, y es gracias a eso que el mundo sigue girando. Y cuando te vas de viaje, el gen del trabajo no se apaga, al contrario: se activa. Por eso, creer que vivir viajando es lo mismo que estar de vacaciones permanentes es un error.
En estos siete años conocí mucha gente que vive como yo, en movimiento. Gente de todas partes del mundo y que trabaja en distintos rubros: cocineros, escritores, programadores, médicos, diseñadores, arquitectos, fotógrafos. Algunos se mueven de manera constante, otros son estacionales, algunos trabajan de manera independiente, otros van con contrato. Pero todos comparten esa ansiedad de moverse y de dedicarse a lo que más les gusta. Y todos lograron, cada uno a su ritmo y en su propio tiempo, generar una rutina de viaje-trabajo que les permite seguir viviendo así.
2) Vivir viajando puede ser más barato que vivir en un lugar fijo.
También hablé de esto en otras ocasiones. Este vez pongo “puede ser” porque depende de la manera de viajar y de vivir de cada uno. Pero hago cuentas y a mí me sigue saliendo más barato estar en movimiento. ¿Por qué? No hay gastos fijos, uno solo paga lo que necesita en el momento (alojamiento, comida, transporte, visas), hay lugares donde el costo de vida es muy barato y otros donde estas necesidades básicas se pueden intercambiar por servicios.
Entonces, una de las primeras cosas a tener en mente es que no necesitás tanta plata para viajar. Es cierto que si querés volar a otro continente, el pasaje de avión es caro, pero nadie te impide cruzar en barco o ir por tierra. Hay muchas maneras de viajar y el avión no es el único medio que existe. Pero esto implica, también, cambiar el chip de la velocidad: cuanto más lento vayas, menos vas a gastar y más intensa va a ser tu relación con el camino. Hay ciertos gastos que son obligatorios: las visas, el seguro médico (en caso de llevar uno), la gasolina (en caso de viajar con vehículo propio), pero pensalos como una inversión inicial del viaje o como un gasto fijo y comparalos con los gastos que tenés ahora: seguro siguen siendo más bajos.
- En mi post “Consejos para viajar barato o sin plata” doy más detalles y en el post “Desde un bus rojo” hablo acerca del slow travel.
Y este es el trailer de un documental que quiero ver hace tiempo… (pueden verlo acá.)
3) Tu trabajo no es tu empleo (work is not a job).

Fuente: workisnotajob.com
Hay gente que no se anima a vivir viajando porque tiene miedo de no conseguir trabajo. Otros tienen miedo de irse por un año y de que al volver nadie quiera contratarlos.
Primero hay que preguntarse qué es el trabajo. Yo estoy de acuerdo con los chicos de workisnotajob: nuestro trabajo no es nuestro empleo de 9 a 5, es nuestra pasión puesta en acción, eso que solo nosotros podemos contribuir al mundo. Pero si pensás en el trabajo como algo que tienen que darte y no como algo que podés generar por tu cuenta, puede que te sea más difícil conseguirlo.
Creo que pueden existir tantos trabajos como personas, ya que todos tenemos algo para ofrecer al mundo. Puede que tu trabajo soñado no exista, o que no encuentres a nadie que quiera contratarte para hacerlo, entonces sabés qué: inventalo, sé el primero en dedicarte a eso. El cliché es cierto: el que no arriesga, no gana. El mundo es de los que se animan a hacer algo distinto.
Para leer más acerca del nuevo paradigma laboral, les recomiendo los libros “Rework” de David Heinemeier Hansson y “Ignore everybody” de Hugh Macleod. No sé si estos títulos están en castellano, por eso los comparto en inglés. Y este video también tiene buenas reflexiones acerca de lo que para muchos de nosotros es trabajar.
4) Podés trabajar desde cualquier lugar del mundo.
Uno de los cambios más grandes que generó internet es que cada vez se necesitan menos las oficinas y los jefes. Son cada vez más las profesiones que pueden practicarse desde cualquier lugar del mundo, a cualquier hora, frente a cualquier paisaje y de manera independiente. Uno puede tener su oficina donde quiera y ser su propio jefe.
Ya no hace falta, entonces, que hagas tu trabajo siempre desde el mismo lugar. Podés mantener tu empleo, si querés, irte de viaje y seguir trabajando en el camino. O podés renunciar a tu trabajo, y crearte uno que te permita hacer de cualquier espacio tu oficina.
Sé que esto (aún) no es aplicable a todas las profesiones, pero siempre existen alternativas. Un buen ejemplo es médicos sin fronteras y otras organizaciones “sin fronteras”. Y si tu profesión todavía no tiene una alternativa viajera, quizá es hora de que la inventes.

Foto: Marruecos
5) No necesitás plata para todo.
Volvió la era del trueque. Yo creo que nunca se fue, pero ahora es más visible, también gracias a internet. Estamos muy acostumbrados al sistema capitalista-monetario: necesito algo, voy y lo compro. Pongo plata sin dar lugar a la posibilidad del trueque, porque así es más fácil y más rápido. Pero hay muchas cosas que se hacen por intercambio, o que se harían si hubiese un diálogo previo de por medio.
En el mundo viajero hay muchas opciones de intercambio. Por ejemplo:
- Couchsurfing. Personas y familias de todo el mundo ofrecen alojamiento gratuito a los viajeros en sus casas. ¿Qué ganan? Compañía, conocer a alguien de otra cultura, aprender acerca de otras realidades, viajar sin viajar.
- Warmshowers. La versión de Couchsurfing para ciclistas.
- Housesitting. Mucha gente necesita que le cuiden la casa y/o las mascotas mientras no están, así que te permiten vivir sin costo ahí, siempre y cuando te hagas cargo de la casa, las plantas, los animales y el mantenimiento del lugar.
- HelpX. Intercambio de alojamiento y comida por trabajo. Una persona necesita que lo ayuden a pintar un cuarto de su casa, o que lo ayuden a practicar su español, o que le solucionen un problema técnico en la computadora. Y justo estás en su ciudad y resulta que tenés los conocimientos o las capacidades para hacer lo que él necesita. Lo contactás, coordinan y te quedas con él hasta que el trabajo esté hecho. Él, a cambio, te da comida y cama.
- Woofing. Trabajo en granjas orgánicas a cambio de alojamiento y comida.
- Find a crew. Hay gente que busca tripulación para sus barcos, lo que te permite trabajar a bordo y viajar gratis. Todavía no lo probé pero me parece una opción muy interesante.
- Autostop. Lo dijo Juan Villarino: “Todos nacemos con un boleto gratis a cualquier lugar del mundo, y lo tenemos en nuestro pulgar”. Salí a la ruta, estirá el brazo y pedí que te lleven. Siempre alguien frena.
- Gratiferias. Hay muchas gratiferias, reales y virtuales, en un montón de ciudades del mundo. También hay mucha gente dispuesta a intercambiar ropa u objetos que ya no usa.
- Patrocinios. Si tenés un proyecto sólido e interesante, podés conseguir esponsoreo de aerolíneas, hoteles, hostels, trenes, buses o empresas especializadas en tu rubro. Eso sí, lo importante es tener una propuesta que pueda interesarles.

Foto: Argentina
Les recomiendo “La biblia del viajero”, la mejor guía de Lonely Planet que leí. Está escrita por tres viajeros franceses y algunos de los temas que cubren en profundidad y de manera muy realista (y con mucha experiencia) son: autostop, barcostop, trenestop, avionestop, viaje en carguero, marcha a pie, recolección urbana, camping en entorno urbano, alojamiento organizado a cambio de trabajo e intercambio de casas. Un montón de temas que en otras guías no están mencionados o son desestimados por no ser tradicionales.
Todavía no lo terminé de leer, pero el libro “The moneyless manifesto” de Marc Boyle pinta interesante. Hace más de tres años que este inglés vive sin dinero, y relata la experiencia en este libro. En cada capítulo habla de una temática distinta (la vivienda, la alimentación, la salud, la educación, entre otros) y cuenta qué alternativas existen para poder solucionarlas sin dinero de por medio. Se puede leer gratis en su web.

Foto: Indonesia
6) Dedicate a lo que más te gusta. Y hacelo en movimiento.
Todos nacemos con un talento. Sí, vos también, aunque estés moviendo la cabeza y diciendo que no. Algunos lo descubren de muy chicos, a otros les cuesta más encontrarlo, otros saben que lo tienen pero no lo siguen por miedo, porque creen que no son lo suficientemente buenos, porque sienten que a nadie le va a interesar lo que tienen para decir o mostrar, porque alguien los desmotivó o porque piensan que siempre habrá alguien mejor. Sí, puede que haya alguien mejor, pero ¿importa? Acá lo importante, me parece, es poder dedicarte a lo que te sale bien y te hace feliz, a eso que sentís que hacés sin trabajar. Creo también en la teoría del felicismo que propone Albert Casals (el viajero de Mon Petit, la peli que les recomendé antes): si hago lo que me hace feliz, también haré feliz a la gente que me rodea. Si hago lo que me inspira, también inspiraré al resto.
En una carta que ahora no tengo acá pero que me encantaría compartir, mi mamá me escribió, entre otros consejos: “No te dediques a una profesión por la plata, dedicate a lo que más te guste hacer y la plata va a llegar sola”, “Sé dueña de tu tiempo, no le regales tus horas de trabajo a otros”, “Hacé lo que te haga feliz”. Yo tenía trece años cuando me dio ese papel, y todavía lo tengo guardado en una cajita en Buenos Aires. Ella me educó para ser libre, y nunca me voy a cansar de agradecerle. *Se emociona*
¿Qué sentido tiene la vida si no somos libres y felices? Todas las muertes cercanas que sufrí este año me enseñaron una cosa: nos vamos demasiado rápido de acá. Mejor que aprovechemos el tiempo de la mejor manera posible. Basta de posponer los planes y la felicidad esperando un momento ideal que nunca va a llegar.

No hay tarea que desestimemos más que la tarea de ser felices.
- Les recomiendo (les pido) que lean el libro “El Elemento” de Ken Robinson. Habla acerca de ese talento con el que todos venimos al mundo y cuenta casos de personas que hoy son muy reconocidas en lo que hacen y que, alguna vez, también tuvieron dudas y empezaron de cero.
- También les recomiendo los libros “Show your work” y “Steal like and artist” de Austin Kleon. Muy interesantes para aquellos que quieran mostrar su trabajo a un público y no sepan cómo hacerlo.
7) No tengas miedo.
Una de las personas más especiales que conocí este año fue la madre de una lectora de mi blog. Nos vimos una tarde o dos, pero conectamos mucho. Una de las cosas que me dijo antes de despedirme fue: “El opuesto del amor no es el odio, es el miedo”. Y esa frase me quedó grabada.
El miedo es un gran mecanismo de control. Nos meten miedo desde chicos. Miedo a lo que pasa afuera, miedo a la gente de otros barrios, miedo a la gente de otros países, miedo a las supuestas epidemias, miedo a no tener trabajo, miedo a quedarnos solos, miedo a fracasar, miedo a no ser nadie en la vida. Todo lo que no hacemos, no lo hacemos por miedo. Al menos en mi caso es así. Estoy escribiendo un libro nuevo y todavía me da miedo abrir el archivo y enfrentarme a las páginas en blanco. Me dan miedo muchas cosas, no soy nada valiente. Pero aprendí a no tenerle miedo al miedo, si es que eso tiene algún sentido.
Por eso, no tengas miedo de hacer algo nuevo, de salir, de probar. Si no te va bien, por lo menos lo intentaste.
En este post hablo de otro miedo importante: El miedo a viajar (y por qué no hay que dejar que nos frene).

No tengas miedo de hacer realidad tus ideas.
8) Usá la creatividad para todo.
Así como todos tenemos un talento, todos somos creativos. Sí, vos también, aunque estés negando otra vez con la cabeza. Crear es parte de la naturaleza humana. Ser creativo no es pintar un lindo cuadro o escribir un texto divertido: la creatividad generó todo lo que tenés a tu alrededor. Esa silla, la mesa, la computadora, la lámpara, el cepillo de dientes. Todo se le ocurrió alguna vez a alguien. Así que usá esa capacidad creativa para vivir. Y si querés dedicarte a viajar, usala para pensar qué podrías ir haciendo en el camino.
Me resulta difícil dar respuestas personalizadas cuando me piden ideas para financiar sus viajes. Es verdad que hay muchas cosas típicas que se pueden hacer (y las menciono al final), pero puede que esas no sean cosas que te gusten ni que quieras hacer. O puede que sean cosas que querés hacer por un tiempo, para empezar, pero no para siempre. Quizá lo que estás buscando, en realidad, es esa profesión ideal para combinar con tus viajes. Y esa es una búsqueda muy personal.
Mi recomendación es que no intentes replicar lo que hizo otro solo porque ves que tuvo éxito. Que a otra persona le haya ido bien no quiere decir que a todos nos vaya a ir igual. Por detrás tiene que haber una pasión muy específica, muchas horas de trabajo y perseverancia. Cada cual tiene que buscar su camino, aunque sea más difícil y requiera más trabajo.
Tomá el ejemplo de otros como inspiración, y a la hora de pensar en tu propia financiación, preguntate: ¿En qué soy bueno? ¿Qué me gustaría hacer mientras viajo? ¿En qué quiero invertir mi tiempo?
Y cuando salgas a la ruta vas a darte cuenta de que esto de vivir viajando es como un pack en el que todo se mezcla: el trabajo, la pasión, el movimiento, la vida. Y al final todo termina siendo una misma cosa.
Algunos ejemplos de gente que pensó distinto:
Seguro que viste este video. Fue recontra viralizado. A Matt se le ocurrió hacer un bailecito en cada lugar del mundo que visitó, así que se grabó, los compiló, hizo un video y lo subió a youtube. Fue un éxito. Aparecieron marcas que se interesaron en él y lo mandaron a hacer una segunda vuelta al mundo, esta vez patrocinado, para que volviera a hacer su bailecito.
Este empezó como un chiste. Zack Brown propuso un proyecto en Kickstarter, una plataforma de financiación colectiva: “Necesito 10 dólares para hacer una ensalada de papas”. Terminó juntando más de 55.000 dólares. Mirá las recompensas que ofrecía.
9) Podés educarte mientras viajás.
Muchos de ustedes me escriben preguntándome si les recomiendo estudiar una carrera universitaria antes de empezar a viajar o no. Y me ponen en un aprieto. No sé, depende de qué quieran estudiar: hay profesiones que necesitan muchos años de estudios y un título para poder practicarlas, hay profesiones que no precisan estudios universitarios pero sí estudios terciarios o cursos, hay profesiones que se aprenden al hacerlas. Entonces depende de cada uno y de sus objetivos personales.
Pero que elijan viajar y no estudiar de manera formal no quiere decir que no puedan educarse en el camino. La educación es fundamental y deberíamos aprender toda la vida, no solo durante la etapa de escolarización. Sin embargo, es muy difícil cambiar un sistema educativo que está tan arraigado en la sociedad y que está quedando tan obsoleto. De a poco están surgiendo nuevas voces y propuestas mucho más adaptadas a las necesidades y realidades del mundo actual (Hola, Ken Robinson, soy tu fan), y hoy, gracias a internet, podemos aprender muchas cosas por nuestra cuenta. Yo, por ejemplo, aprendí a programar ebooks a través de un curso online en video, también estoy cursando una carrera de escritura de viajes en inglés a distancia, la fotografía la aprendo de manera autodidacta con libros, tutoriales y práctica, lo poco que sé de programación también lo aprendo por internet y a la fuerza, estoy aprendiendo francés con una aplicación y trato de mejorar mi escritura leyendo todo lo que se me cruza en el camino.
Entonces, entendé que irte de viaje no equivale a posponer los estudios ni a dejar de estudiar. Puede que elijas estudiar antes, durante o después, eso ya es decisión tuya. Y el viaje nos permite hacer el curso de ingreso a una de las instituciones más importantes del planeta: la universidad de la vida.
- En el post ¿A qué tengo que dedicarme para poder viajar? hablo un poco más acerca de estos temas.
– La web Unschoolery.com, de Leo Babauta, me parece muy interesante para quienes quieran saber más acerca del unschooling y del homeschooling o la educación en casa.
– Y la charla TED que les dejo abajo es de un chico que a los 13 años decidió dejar el colegio para hackear su educación.

Pablo Neruda

Y una lechuza que te mira.
*
Y si después de toda esta perorata (o el prólogo más largo de la historia al que me refería al principio) decís muy lindo todo pero dame consejos concretos para viajar y poder mantenerme en el camino, acá van algunas ideas:
1. Ahorrá. Si te hace sentir seguro, ahorrá todo lo que puedas, ahorrá durante meses o años (como hice yo antes de irme por primera vez: ahorré toda mi vida para eso) y salí con un colchón de plata por si acaso.
2. Aplicá a una Working Holiday Visa (visa de trabajo). Así, además de vivir en un país, vas a poder trabajar en el lugar.
3. Trabajá freelance. En Berlín dan visas especiales para los trabajadores independientes (más info en este post).
4. Trabajá por internet. Generá contenido, vendé fotos en bancos de imágenes, producí videos, sé community manager, tené tu empresa o emprendimiento online, tené un canal de youtube, escribí y vendé ebooks acerca de un tema en el que seas experto, trabajá haciendo traducciones.
5. Trabajá a cambio de alojamiento y comida. Ofrecete en los hostels y restaurantes. Cuidá casas mientras sus dueños no están. Mirá qué está pidiendo la gente en webs como HelpX.
6. Buscá trabajos diarios o temporarios. Ofrecete de extra en una película. Modelá. Da clases de idiomas. Trabajá en librerías (Shakespeare and Co., una librería de París, ofrece trabajos temporarios a estudiantes, por ejemplo). Ofrecete de pintor. Buscá trabajo en los festivales de música. Sé guía de turismo de un lugar que conozcas bien. Organizá free-walking tours.
7. Buscá patrocinadores que puedan estar interesados en tu trabajo o en tu viaje. Para eso, mi consejo, es que más allá de una idea tengas una propuesta sólida que ya esté funcionando y que les presentes algo que ya existe.
8. Vendé algún producto. Y acá las opciones son muchas: fotopostales, dibujos, cuadernos artesanales (a eso sí me gustaría dedicarme), libros artesanales, ropa, comida, bebidas.
9. Ofrecé un servicio. Charlas acerca de un tema en el que seas experto, cursos presenciales, cursos online, etc.
10. Hacé shows. Podés hacer shows callejeros a la gorra u ofrecerlos a cambio de alojamiento o comida. ¿Shows de qué? De lo que se te ocurra. Música, magia, burbujas, beatbox, danza, teatro, malabares con fuego, acrobacias. Siempre hay público para el arte.
11. Y hablá con la gente. Contá lo que estás haciendo, deciles que estás buscando trabajo, comentales que hacés shows de tal cosa, proponeles un intercambio, pediles ayuda. Nunca sabés a quién le podés caer en el momento justo y qué trabajo o trueque te pueden ofrecer.
Mis conclusiones personales:
Vivir viajando es un estilo de vida holístico, hay que verlo como un todo, como algo integral. Como dije antes, todo termina siendo parte de lo mismo: la pasión, el talento, el trabajo, la financiación, el movimiento, la vida.
Y ser capaz de autosustentarte no quiere decir ganar fortunas, sino generar los ingresos necesarios para poder seguir manteniendo tu estilo de vida actual. Lo más gratificante, más allá de la cantidad de plata que ganes, es lograr crear una rueda que pueda seguir girando sola. Y cuando sos capaz de autosustentarte te das cuenta de que la cantidad de plata es relativa: ya no pensás en términos de mucho o poco, pensás en lo necesario para poder seguir viviendo así.
Ah, y no escuches a los que te dicen que no se puede. Todo se puede.

Foto: Proyecto Calco
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Aniko Villalba
November 5, 2014
Cosas que me inspiran (2)
Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante
Una dosis quincenal de videos, libros, charlas, películas, series, citas, personas y otras cosas que me inspiran. Puede que ya las conozcan, puede que no todas les gusten, pero tal vez encuentren una y digan “ajá! esto me cae en el momento justo”. Es la idea.
1. #CREATIVIDAD: Los libros de Keri Smith
La descubrí en alguna librería de España. El primer libro que vi de ella fue “Destroza este diario” y me llamó la atención. Me gustan mucho los libros que se pueden intervenir, que proponen juegos para nosotros, los lectores, y que hacen que cada copia sea única. Keri Smith, la autora, es una artista e ilustradora canadiense, y todos sus libros tienen algo en común: buscan fomentar la creatividad. Hace unas semanas, en un viaje híper-relámpago por Madrid, pasé por dos de mis librerías preferidas y me encontré con la colección completa. Los miré y pensé no puedo, los quiero todos, ma’sí, ahora que estoy viviendo en un lugar puedo tener libros, cuando los termine los mando por correo. Y me autorregalé estos tres. “Cómo ser un explorador del mundo” propone un montón de experiencias para cambiar la mirada: buscar texturas en la calle, hacer un mapa de sonidos, coleccionar objetos y experiencias, crear ecosistemas. “The pocket scavenger” invita a tomarse la vida como una búsqueda del tesoro y propone encontrar 72 cosas y documentarlas, entre ellas hojas de árboles, papeles escritos, nueve círculos, una pieza de rompecabezas y algo que tenga un agujero. Y “Acaba este libro” nos pide que seamos detectives y llevemos adelante distintas pruebas para poder terminar de escribir ese libro. Más que recomendados.
Web: kerismith.com
2. #FOTOGRAFÍA: Mitchell Kanashkevich

Fotografía: Mitchell Kanashkevich
Descubrí su trabajo en la web Digital Photography School (que también recomiendo, está repleta de información y tutoriales de fotografía) y me enamoré de sus imágenes. Mitchell Kanashkevich es fotógrafo de viajes y se dedica a documentar la vida de la gente en Asia y Europa del Este. Saca las fotos que a mí me encantaría poder sacar algún día. No les voy a decir más, entren a ver su web. Tiene, además, muy buenos ebooks de teoría y práctica de fotografía.
Web: mitchellkphotos.com
3. #MÚSICA: Zaz – Je veux
Zaz es una cantante y compositora francesa que mezcla estilos como el jazz, el soul y la acústica. Es conocida por este tema, “Je veux”. Yo lo escucho y me da escalofríos. Lo comparto con subtítulos en español para que puedan leer la lindísima letra que tiene. Y van a ver que no se lo van a poder sacar de la cabeza por varios días.
Quiero amor, diversión, buen humor
no es tu dinero lo que me hará feliz
quiero morir con la mano en el corazón
Vamos, juntos, descubramos mi libertad
olvidemos entonces todos tus prejuicios
bienvenidos a mi realidad
(y en francés suena mucho mejor)
Web: zazofficial.com
4. #PROYECTO ARTÍSTICO: Pequeños grandes mundos

Foto: Pequeños Grandes Mundos
Me acuerdo cuando Iván me contó su proyecto: “Me voy de viaje durante casi dos años para dibujar con todos los chicos que me cruce en el camino”. Era una idea simple, sólida y enorme. Me encantó. Hoy, Iván Kerner, ilustrador argentino, está en México llevando adelante su proyecto “Pequeños grandes mundos”. Ya dibujó con chicos de Argentina, Bolivia, Perú, Colombia, Cuba, entre otros países. Y todavía lo esperan Asia, África y Europa. Él es una muestra de que se puede viajar haciendo grandes cosas y que todo, por más enorme que sea, empieza con una idea. Y para lograrlo hay que animarse y trabajar. Nada más.
Web: pequeniosgrandesmundos.org (y miren el video que subió a su Facebook)
5. #CHARLA TED: “La escuela mata la creatividad”, de Ken Robinson:
Es la charla TED más vista de la historia y seguramente la conocen, pero véanla otra vez, véanla una vez por mes, compártanla con sus amigos, proyéctenla en colegios, muéstrensela a profesores y maestros, muéstrensela a sus hijos y a sus papás y a sus abuelos y a sus hermanos y a cualquier ser humano por el que sientan cariño.
Además de ser un excelente orador, Ken Robinson es uno de los educadores más importantes de la actualidad. En esta charla expone cómo el sistema educativo actual aplaca nuestra creatividad, no nos enseña a equivocarnos, no nos incentiva a usar nuestros talentos y no nos prepara para un mundo que está en cambio y evolución constante. Véanla: es una orden.
Más charlas: ted.com
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Aniko Villalba
October 29, 2014
Guía de viajes para humanos
Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante
Si sos humano (y no Google o un robot), esta guía es para vos. Es un único volumen: te sirve para viajes de cualquier duración y a cualquier lugar del mundo. Y es gratis.
Ya no uso la Lonely Planet. Me hace sentir culpable. Cada vez que leo todo lo que debería ver recorrer hacer probar olfatear me abrumo y pienso en todo lo que no voy a poder ver recorrer hacer probar olfatear. Las guías de ese estilo son muy útiles, pero a veces siento que están escritas para superviajeros: no sé si existe alguien capaz de ver todo lo que proponen. En estos nueve meses por Europa no usé ninguna, así que decidí hacer de cuenta que no existen. Soy feliz así, con mi slow travel. Y se me ocurrió hacer una guía alternativa para humanos que quieran viajar sin las guías tradicionales. Acá va.
*
Guía de viajes para humanos
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Aniko Villalba
October 23, 2014
Gira mágica y misteriosa por Liverpool
Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante
Antes que nada, esto:
Ahora sí.
*
Liverpool is the centre of the consciousness of the human universe
(Liverpool es el centro de la conciencia del universo humano)
Allen Ginsberg (poeta estadounidense), 1965
“¿Para qué vas a ir a Liverpool?”, me preguntó M. con cara de ¿hace falta dejar Londres para ir a una ciudad en la que no hay nada? Es que no puedo estar en Inglaterra y no ir a Liverpool. Ya sé: Los Beatles ya no están ahí, todo lo que voy a encontrar va a ser el post-marketing de una banda que ya no existe en la vida real, no me voy a cruzar ni con Paul ni con Ringo ni con sus familiares o ex novias, no va a ser más que una ciudad que alguna vez fue la cuna de mis artistas preferidos. Pero no puedo no ir. Uno de los mandamientos beatles es irás a Liverpool al menos una vez en tu vida. Para nosotros es como hacer la peregrinación a la Meca. Así que entendeme: Liverpool me espera desde que nací.
Mentiría si digo que no fui con expectativas. Fui con todas las expectativas del mundo: no tanto de ver o hacer o encontrar algo en particular, sino de estar en el mismo espacio físico que alguna vez estuvieron ellos. Porque si los Beatles surgieron en Liverpool fue por algo: no surgieron en Buenos Aires ni en Tokio, sino en esa ciudad industrial inglesa que fue el lugar justo en el momento indicado. Porque en realidad no es que Los Beatles nacieron en Liverpool: Liverpool (al menos para mí) nació en Los Beatles.

Réplica de The Cavern en el museo Beatle’s Story de Liverpool
Tomé un bus desde Londres y casi seis horas después me bajé en la terminal de Liverpool y me encontré con Greg y Emilie, los chicos que me recibirían en su casa. Nos subimos a un tren urbano y unos siete minutos después aparecimos en las afueras, en una zona de fábricas, espacios abiertos y casas puestas en fila como fichas de dominó. En el camino vi una bicicleta BMX rota, tirada en medio de una calle vacía. Volví a verla los tres días que pasé por ahí, inmóvil. Greg —entremedio de su humor tan inglés, muy ocurrente pero siempre dicho en tono serio— me dijo algo que me quedó grabado: “Liverpool is raw” (Liverpool es un lugar crudo). “Esta ciudad tuvo muchos problemas sociales y de desempleo, pero hace un tiempo que está mejorando. No tiene nada que ver con Londres, yo me vine a vivir acá porque me parece más real y tiene mucha movida cultural. La gente no quiere quedar bien con nadie, pero a la vez es amigable. Ya vas a ver”.

Calle típica de los suburbios de Liverpool

Primeras imágenes de Liverpool.

Liverpool es una ciudad más linda e importante de lo que esperaba: tiene más de 800 años, varias zonas son Patrimonio de la Humanidad, fue nombrada la capital del pop y al ser una ciudad portuaria recibe inmigrantes de todas partes del mundo.
Después de dejar las cosas en la casa, pensé: “No voy a ir hoy mismo a ver The Cavern, tuve un viaje largo y quiero descansar…” (nota: The Cavern es el bar donde tocaron Los Beatles durante sus inicios y donde fueron descubiertos por Brian Epstein, quien luego sería su manager). PF, QUÉ NO. “Por favor no me pidas que vaya a ver las atracciones beatles con vos, ya fui muchas veces con otros huéspedes y no es algo que me interese”, me dijo Greg. Enterado y entendido. Miré los precios de los tours Beatles —hay, como se imaginarán, todo tipo de tours en todo tipo de vehículos— pero me parecieron muy caros (por un momento tuve una lucha entre pero si ya estás acá no seas rata y pagá vs. estaré en Liverpool pero no voy a pagar por algo que puedo hacer sola), así que decidí hacer un recorrido temático autogestionado: sí, la gira mágica y misteriosa por Liverpool tenía que ser por mi cuenta.
* Primera parada: Matthew Street. “Vendí todos mis álbumes: no los quiero escuchar más”.
Cuando llegué al centro me recibió una gaviota. Cierto que esta es una ciudad portuaria, pensé, y ya me cayó bien la gaviota. A primera vista, me pareció una ciudad muy poco pretenciosa, y eso me gustó.
Fui derecho a Matthew Street, lo que debe ser la calle más comercial de la ciudad pero por una buena razón: ahí está ubicado The Cavern. Y cuando me encontré cara a cara con la escalera que bajaba al club donde tantas veces tocaron los Beatles sentí una emoción que hacía tiempo no sentía por nada. Bajé saltando, sonriendo, temblando y me encontré con ese escenario de techo redondo tan reconocible, que vi tantas veces en fotos y en videos en blanco y negro. Había un hombre tocando temas de los Beatles (obvio): The Cavern tiene música en vivo todos los días casi a toda hora. Si son fans de los Beatles vayan a The Cavern (segundo mandamiento beatle: entrarás a The Cavern y te quedarás escuchando a la banda que esté tocando). Mi visita a Liverpool valió la pena solo por ese momento, pero todavía faltaban más cosas.

Matthew Street.

Emoción!

El señor que estaba tocando temas de los Beatles

Estatua de John Lennon

Y la estatua de Eleanor Rigby
Salí a la calle y entré al primer beatle shop que vi: Bueno, acá es donde pierdo todo tipo de razón y me vuelvo una potencial compradora compulsiva de cosas que no me van a servir pero sin las que no sé cómo viví todos estos años. El lugar era una sobredosis de estímulos: Ahhhh! Un vestido con dibujos de Yellow Submarine. Ahh! Cajitas de lata con las tapas de los discos. Ahhh! Fotos de la época. AAAHHH! Muñequitos delantales valijitas botas imanes libros remeras tasas cajas más muñequitos tantas cosaaaas. Agarré, toqué, sacudí, miré, fotografíe y me probé todo lo que pude, pero lo único que me compré (no sé cómo me contuve) fue una cajita de lata con la tapa de Yellow Submarine. De fondo, no sé si hace falta decirlo, sonaban los Beatles.

Sí, estos lugares son lo más comercial que hay, pero yo no puedo resistirme.

Se vende de todo.

Las botas!
Me puse a charlar con el vendedor. Me contó que trabajaba ahí desde 1985 (toda mi vida), es decir que hace casi 30 años que escucha a los Beatles todos los días.
—It’s just background noise now. A few months after working here I sold all my Beatles records, I don’t want to listen to them at home. I don’t have any Beatles stuff, they were never my favourite band. (Son sólo ruido de fondo para mí. Unos meses después de empezar a trabajar acá vendí todos mis discos, no quería escucharlos más en casa. No tengo nada de los Beatles, nunca fueron mi banda preferida.)
Y sí, cualquier cosa en exceso termina saturando, supongo. Yo no sé si soportaría 30 años escuchando la misma música en repeat (por más que sean Los Beatles). Aunque a la vez se me vino la frase de la película El secreto de sus ojos: “Podes cambiar de vida, de casa, de novia, de familia o religion. Pero hay una cosa de la que nadie puede cambiar: de pasión”. Habría que ver qué pasa después de 10 950 días escuchando las mismas canciones.

Tuve que contenerme para no comprarme este bolso.
* Segunda parada: Strawberry Field. “¡Rejas de mierda!”
Al día siguiente busqué Strawberry Field en el mapa y seguí las indicaciones: tomé el tren a West Allerton y caminé media hora hasta las rejas. ¿Qué es Strawberry Field? Además de una de las canciones más conocidas de los Beatles (“Strawberry Fields Forever”), Strawberry Field era un hogar de niños del Ejército de Salvación, ubicado en uno de los suburbios de Liverpool, muy cerca de la casa de John Lennon. Parece que de chico, John jugaba con sus amigos en el parque detrás del edificio, e iba todos los veranos a la fiesta que organizaba el Ejército de Salvación en el jardín del lugar. De esas memorias surgió la canción. Strawberry Field cerró en el 2005 y hoy quedan las réplicas de las rejas de entrada.

Por acá caminé media hora

Vi cosas en las ventanas.

Pasé por parques

Y llegué a las rejas de Strawberry Field

:)
Cuando llegué a las rejas me encontré con el Magical Mystery Tour bus, un bus que replica al de la película y hace un tour por los atractivos beatles de Liverpool. Cuando el bus y sus pasajeros se fueron, las rejas quedaron solo para mí. La vándala que tengo adentro quiso treparse y pasar al otro lado, pero mientras lo pensaba pasó un auto a toda velocidad y alguien desde adentro me gritó: “Shit gates!” (que sonó como shit gueeeeeeeitsss), es decir: rejas de mierda. Puede ser, si no fuese por los Beatles no me interesarían en lo más mínimo. Me reí sola.

El bus

Y pasé por este lugar que no recuerdo cómo se llama.
De ahí me fui caminando hasta Penny Lane (sí, esa, la de la canción). En alguna parte del trayecto pasé por al lado de una cancha de fútbol donde un montón de pibes jugaban un partido. Seguí de largo y escuché: “Hey, pretty!” (“Ey, linda!”), y pensé: no debe ser para mí. Aunque no había nadie más. Seguí caminando y otra vez, con más fuerza: “Hey, pretty!”. Yo nada. Y no se daba por vencido: “HEY, pretty!”. Si hay algo que me causa gracia (y me encanta) es el acento de los scouser (así se le dice a la gente de Liverpool). Si escucharon a cualquiera de los Beatles hablar, ya lo conocen, y sino tengan en cuenta esto: se escribe Liverpool pero se pronuncia algo así como “livapu”.

Mensaje scouser que encontré en el tren.
* Tercera parada: Penny Lane. “No vas a encontrar a los Beatles acá”.
Y llegué, por fin, a Penny Lane.
Debe ser, junto con Abbey Road, una de las calles más famosas del mundo, pero lo que me gustó es que no había nadie cruzando el paso de cebra ni haciendo fila para sacar una foto. Era una calle común y corriente. La caminé de punta a punta; en el medio encontré un centro comunitario y entré. La mujer que estaba detrás del escritorio me preguntó si podía ayudarla a rotar un PDF en la compu, le dije que sí y lo hice. “Por ayudarme, te voy a mostrar las fotos de un proyecto en el que estamos trabajando”. Y estuvimos como una hora mirando fotos de Penny Lane, esa misma calle, a lo largo del tiempo, antes y después de los Beatles.

Se robaron tantas veces este cartel que ya no lo ponen empotrado a la pared sino así como lo ven.

Esta es Penny Lane

En la entrada del centro comunitario Penny Lane.

En el patio del centro comunitario
Salí, caminé hasta la esquina, y me encontré con un policía vestido de naranja que estaba cortando el (poco) tráfico para que los chicos que acababan de salir del colegio pudieran cruzar. Inferí (porque era obvio, por la ubicación) que ese debía ser el colegio al que había ido John Lennon, así que fui a mirar. No me generó nada (supongo que lo mismo que si hubiese ido a ver los hospitales donde nacieron), pero fue un detalle de color. Volví a la esquina donde estaba el policía y él solo me empezó a hablar. Me preguntó si estaba buscando algo en particular, le dije que estaba haciendo un walking tour independiente de los Beatles. Me hizo señas de que me pusiera al lado de él (en medio de la calle, mientras cortaba el tráfico), extendió el brazo y empezó a señalar:
—So you see there, that’s the shelter in the middle of a roundabout. Down the road there’s St Barnabas Church, where Paul McCartney sung as a choir boy and then stood as best man when his brother got married. And that way, you already saw, is where John Lennon went to school. (Ves allá, ese es el refugio en el medio de la rotonda —nota: en inglés, esas son las palabras exactas que aparecen en el tema Penny Lane. Más allá está la iglesia St Barnabas, donde Paul McCartney cantó en el coro juvenil y luego fue padrino en el casamiento de su hermano. Y allá, de donde venís, está el colegio al que fue John Lennon).
Y agregó:
—Paul and John used to meet at the bus stop here to go together to the center of the town. But you won’t find the Beatles here anymore! (Paul y John se encontraban en la parada del bus para ir al centro de la ciudad. ¡Pero ya no vas a encontrar a los Beatles acá!)
No. Pero puedo seguir escuchando sus letras, y esta vez en el lugar donde surgieron…

El policía simpático que me hizo un free standing tour.

Más negocios de Penny Lane

Y la iglesia
Penny Lane is in my ears and in my eyes
There beneath the blue suburban skies.

Así era el cartel anterior (este está adentro de un bar)
* Cuarta parada: una caminata por el centro. En busca de los seres mitológicos.
Más allá de tour Beatle —que seguí al día siguiente con la visita al museo Beatle’s Story, donde hay réplicas a tamaño real de The Cavern, el estudio de grabación de Imagine, el submarino amarillo, la tapa de Sgt. Pepper, entre otras cosas—, Liverpool me gustó mucho. Me pareció una ciudad bien inglesa, real, con mucho arte y gente amable. Tal como me había dicho Greg. Mi anfitrión, además, me propuso un desafío: “Hay unas criaturas mitológicas en Liverpool, no se sabe si existen o no. Emilie dice que las vio una vez. Son las roller girls, chicas que salen de su casa muy bien vestidas y con los ruleros puestos. Si llegas a ver alguna por favor decímelo”.

Todo lo que vi caminando por el centro de Liverpool.

La zona del puerto.

Una princesa

Dentro del museo Beatle’s Story

El submarino amarillo

Imagine

Una calle de Liverpool

Y otra.

Y otra…

Y un mensaje.
Dediqué mi último día a caminar por el centro y alrededores. Fui al puerto, al museo y en general deambulé por ahí. Me llamó la atención que había grupos de gente muy bien vestida (como si estuvieran yendo a una fiesta de casamiento), y después me enteré que estaban yendo a ver las carreras de caballos (un deporte, para ellos, tan importante como el fútbol). Cuando se hizo de noche fui a tomar el tren para volver a lo de Greg, y mientras esperaba en el andén los vi: ruleros que se asomaban, con orgullo —como diciendo sí, acá estamos, no queremos escondernos ni quedarnos en casa—, del pelo de una chica. Y de otra. Y de otra más. Avistamiento de tres figuras mitológicas en un mismo lugar y a la misma hora. Enseguida le mandé un mensaje a Greg: “Existen. Acabo de ver tres”.
Y, satisfecha, me subí al tren que me llevaría de vuelta a los suburbios de Liverpool.
Algunas cosas al respecto de Liverpool:
Si son fans de los Beatles, vayan, por el amor de dios, vayan.
Van a ver que hay un montón de tours y visitas guiadas por la ciudad y por los atractivos beatles (incluyendo las antiguas casas de algunos de ellos). Los buenos tours me parecieron muy caros, y los baratos no tenían buenas referencias. Así que investiguen. Hay guías especializados en los Beatles que pueden contarles y mostrarles un montón de cosas que de otra manera se perderían, pero son caros, sobre todo si están solos (para grupos es más barato). Lo bueno es que se puede hacer un tour independiente: usen google maps y caminen mucho.
Tienen que ver Magical Mystery Tour, por más que sea una de las películas más bizarras, de momentos mala y la menos popular de los Beatles, tienen que verla (déjense llevar, aunque no entiendan nada de lo que está pasando, y escuchen esa música). En realidad tienen que ver todas (a mí me encanta Help!).
Un buen libro para leer durante este viaje es “El Elemento”, de Ken Robinson (uno de los educadores y oradores más importantes e influyentes de la actualidad, nacido también en Liverpool). Si bien no tiene nada que ver con los Beatles (o sí, porque pone de ejemplo a Paul McCartney, entre otros), el libro de Ken Robinson los hará pensar en ese talento que todos cargamos y que tenemos que escuchar (¿qué hubiese pasado si los Beatles le hubiesen hecho caso a algún profesor o pariente que les dijo que nunca iban a poder dedicarse a la música?). Léanlo.
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Aniko Villalba
October 19, 2014
Cosas que me inspiran (1)
Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante

Valijita vista en Provence (Francia)
Decidí instalarme en un lugar y dejar de moverme por unos meses por varias razones.
Una, quizá la principal, porque estoy cansada de viajar (entendiendo viajar como “trasladarse físicamente de un punto a otro”). Otra, porque necesitaba tener un espacio fijo donde poder escribir y trabajar todos los días sin estar pensando en horarios de buses o en dónde voy a dormir (me puse el objetivo de volver a Buenos Aires, el año que viene, con el borrador de un libro nuevo). Tres, porque andaba con muchas ganas de tener una cocina propia, de poder comprarme ingredientes, guardarlos en la alacena y pasarme los días probando recetas nuevas. Y cuatro, porque tengo ganas de devorar libros, leer blogs y mirar videos y películas como si no hubiese un mañana (?) (creo que nunca usé esa expresión).

Balcón visto en Antibes (Francia)

Mural visto en Vitoria (País Vasco)
Ya me di cuenta de que lo que mejor me funciona es ir alternando períodos de viaje y de no-viaje: a veces no quiero hacer otra cosa que no sea viajar-conocer-experimentar-caminar, y en otros momentos lo único que necesito es viajar pero sin moverme de mi casa. Me encanta leer, me gusta mucho nutrirme de ideas nuevas, practicar y desarrollar la creatividad, perderme en los mundos de las películas y la literatura. Creo que para alguien que escribe (o que hace cualquier trabajo artístico) (o que vive, y punto) no hay mejor manera de inspirarse que disfrutando del trabajo creativo de otros.

El trabajo de otros nos puede ayudar en nuestra propia ruta creativa.

Son árboles que nos rodean, aunque no los veamos.
Hace tiempo que tenía ganas de hacer recomendaciones (de libros, de blogs, de canciones, de videos, de charlas… no solo de viajes, de cualquier temática) y no sabía bien dónde encajarlas. Por eso inauguro esta sección de cosas que me inspiran. Quiero compartir con ustedes todas esas ideas y creaciones que me gustan (y que, para mí, vale la pena que conozcan, aunque algunas ya son muy conocidas), y a la vez quiero que esta sea mi propia recopilación y lista de influencias. No sé por dónde empezar (tengo una lista larguísima), así que acá van las primeras cinco, sin un orden en particular. Iré publicando más en las próximas semanas.
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Cosas que me inspiran (1)
1. #CHARLA-TED de Elizabeth Gilbert (autora de “Comer, rezar, amar”): “Your elusive creative genius”
Un video que habla acerca de lo que es ser artista, de todo lo que esperamos de los artistas, de los momentos de inspiración, de cómo se consideraba a los artistas antes y cómo deberíamos verlos ahora.
Pueden verla con subtítulos en castellano en la web de TED.
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2. #CHARLA: “This is water”, David Foster Wallace
Este video es una adaptación de la charla que dio el escritor en la ceremonia de apertura del Kenyon College en 2005. Cómo al cambiar nuestra percepción de lo que nos rodea podemos cambiar la manera en que nos relacionamos con el mundo.
No la encontré con subtítulos en castellano.
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3. #LIBRO: “Show your work: 10 ways to share your creativity and get discovered”, por Austin Kleon (“Mostrá tu trabajo: 10 maneras de compartir tu creatividad y permitir que te descubran”)
Austin Kleon (1983, EEUU), como se define él, es un escritor que dibuja. Descubrí este libro en Londres y no me pude despegar de sus ideas. Responde, de manera muy interesante, a la siguiente pregunta (entre otras): ¿cómo puedo encontrar un público al que le interese lo que hago? Los diez puntos principales son los que aparecen acá abajo. En mi opinión, un libro para tener de referencia.
La web del autor: austinkleon.com
Todavía no está traducido al castellano.
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4. #REVISTA La Revista Orsai (Hernán Casciari, Argentina)
Para mí, de las mejores revistas que existen. La mencioné varias veces y sé que muchas de ustedes ya la conocen, pero los que no, los invito (los obligo) a leer aunque sea un número. Son 16 ediciones (salieron entre el 2011 y el 2013), no tienen ningún tipo de publicidad en sus páginas, están escritas por autores excelentes e ilustradas por dibujantes excelentes, tienen artículos que mezclan el periodismo con la literatura, y me hicieron leer acerca de temas que jamás pensé que me iban a interesar (como el fútbol).
Ah, y están gratis en pdf.
Web de Orsai: editorialorsai.com (ahí mismo encuentran los enlaces para comprarlas en papel o leerlas en pdf)
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5. #HUMOR Luis Piedrahita y sus monólogos
Tengo que darle crédito a Carmen, que fue quien me hizo ver sus videos por primera vez allá en Cantabria 2011. Luis Piedrahita es un humorista español conocido como “el rey de las cosas pequeñas” ya que en sus libros y monólogos se dedica a hablar de todos esos detalles cotidianos que no vemos. Me gusta mucho su manera de jugar con el lenguaje y su mirada de las cosas. Además de stand-up, tiene varios libros escritos (y yo no pude parar de reírme mientras los leía).
Web: luispiedrahita.com
En youtube pueden encontrar muchos más monólogos.
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Aniko Villalba
October 14, 2014
Cielo de Salamanca
Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante

Salamanca, ciudad española, y su cielo
Al final uno se instala, dice que va a dejar de viajar por un tiempo, que mejor quedarse quieto, y pasa lo mismo: surge un viaje. Acepté solo por una razón: Sue, la prima de mi mamá, húngara-canadiense, a quien no veía hacía cuatro años, iba a estar unos días en Salamanca, España. Miré el mapa: Biarritz – Salamanca 559 km. ¿Qué son 559 km? Unos 150 más que ir de Buenos Aires a Mar del Plata, mucho menos que ir de Buenos Aires a Vancouver. Voy. Eso sí: de viaje relámpago, nada de quedarme deambulando por España, que estoy en modo no-viaje, achanchada y con pocas ganas de moverme.
Reservo un viaje por blablacar (el sistema de coches compartidos). Sale el domingo en el horario perfecto: me dejaría en Salamanca de noche. El plan es quedarme dos noches ahí, pasar muy velozmente por Madrid y volver. Tengo todo calculado. Unos días antes, el chico de blablacar me cancela: tuvo que cambiar el trayecto y va para otro lado. Ufa. El único viaje que hay sale a la mañana en vez de a la noche, lo cual arruina mis planes de ir a ver la final del campeonato mundial de surf en Hossegor, un pueblo cerca de acá. ¿Desde cuándo soy fan del surf yo? Desde nunca. Bah, sí, siempre quise hacer surf, pero al único que conozco así de nombre es a Kelly Slater, es decir que tengo conocimiento casi cero del tema. Me encapricho. Quiero ir a ver a Kelly (?). Al final lo pienso y decido mantener mi plan original. Reservo el viaje en blablacar y preparo la versión viaje relámpago de mi mochila: es decir, voy bien liviana.

Esto me espera en destino, aunque no conozco Salamanca así que no sé qué imaginarme
El mensaje de A., el francés que me va a llevar hasta Salamanca, dice, entre otras cosas: “Estaremos en un grande bus verde”. No leí todo su perfil porque estaba en francés, pero al parecer son dos y están de surf-trip. Así que el domingo a la mañana camino hasta la rotonda por donde me van a pasar a buscar y cuando aparece el grande bus verde casi me muero. Es espectacular. Es un Mercedes de los años 70, reacondicionado como casa rodante: mi sueño motorizado. Uno de los chicos abre la puerta y cuando me quiero subir me empieza a ladrar un perro. ¡Hay perro y todo! Pero enseguida nos hacemos amigos y al rato se olvida de que estoy ahí.

El bus

Por dentro

La cocina
La primera hora y media de viaje me la paso sacando fotos y haciendo preguntas. Los chicos de la casa rodante (o del bondi rodante, mejor) son dos: A. y J. Ambos viven ahí, J hace ocho años, y están yendo al sur de Portugal a surfear y de ahí a Marruecos a pasar el invierno. Van muy tranquilos, sin apuro. Pienso en decirles que cambié de idea y que necesito ir hasta Marruecos (pasando por Portugal, obvio) para ver cómo anda todo por allá. ¿Me llevarán? La casa tiene todo lo que un viajero necesita: camas, una cocina, una biblioteca, una mesita, un sillón, música, una letrina (¡viva la letrina!). A todo esto sumarle seis tablas de surf, dos bicicletas, una moto y un perro, no olvidar al perro.
El viaje que iba a ser de cinco horas termina siendo de diez. Vamos despacio y frenamos varias veces en la mitad, una de ellas para cocinar. Es buenísimo esto de tener cocina móvil y poder comer en cualquier parte. Charlamos. Los dos chicos estuvieron en Argentina y hablan un poquito de castellano (con acento argentino y todo). Más tarde volvemos a frenar, esta vez en un parador vacío: tiene hoteles y restaurantes, pero todo está cerrado por vacaciones. Los únicos ruidos que se escuchan son una botella de plástico que rueda por el piso con el viento y un tipo vomitando a lo lejos. Estos lugares de ruta son escenarios en sí mismos.

Empieza a bajar el sol…
La segunda parte del viaje me la paso leyendo el libro ÁgilMente, de Estanislao Bachrach, doctor en biología molecular y experto en creatividad. El objetivo del libro es que entendamos cómo funciona nuestro cerebro para poder potenciar nuestra creatividad. Propone ejercicios bastante interesantes, como dibujar nuestro desafío creativo (que puede ser cualquier cosa, desde “escribir más libros”, en mi caso, hasta “inventar un sabor de helado nuevo” o lo que sea) y darle personalidad, encontrar relaciones entre palabras que parecen no tener nada que ver, imaginar una ruta vacía por donde van y vienen pensamientos, elegir un color al azar y buscarlo durante todo un día en las cosas, anotar las últimas diez buenas ideas que tuviste y, el que más me gustó, pensar cien ideas acerca de un tema en una hora.

Mensajes que encontraría más tarde por Salamanca

Vos también.

Poemas.
Así que durante un largo rato, escribo. El perro descansa en el piso: lo miro, me mira, nos miramos un largo rato, después cruza una pata sobre la otra y cierra los ojos. Empieza a bajar el sol y yo me siento en altura crucero: estar en esta ruta, en esta casa rodante, en España, leyendo, escribiendo, mirando por la ventana, es como si todo fluyera solo. Llegamos a Salamanca a las ocho de la noche, pero el cielo todavía está claro. Los chicos me dejan a unos dos kilómetros del centro, no quieren entrar con el colectivo, así que me bajo y camino contenta. Me gusta entrar a las ciudades caminando (siempre que no esté muy cargada), ver cómo va aumentando la cantidad de gente de a poco. A primera vista, Salamanca parece linda. Venir a España siempre me pone de buen humor. Esa noche, unos minutos antes de quedarme dormida, se me cruza por la cabeza la frase: “Viajar es un estado de la mente”. La escribo.

Una de las primeras imágenes que tengo de la ciudad: la Plaza Mayor.

Adivinanza: ¿Cómo saber que estás en España? Por la cantidad de comida que te ponen en el plato!
(Esos espárragos estaban tan buenos como parecen)
Los dos días siguientes me dedico a caminar por Salamanca con Sue. Ella está hace más días así que me lleva a sus rincones preferidos. La ciudad es impresionante: todos los edificios me parecen monumentales, como si estuviese caminando por un museo a gran escala. Hay mucha mezcla de estilos: barroco, románico, mudéjar, gótico, renacentista, modernista. Es que por la historia de Salamanca pasaron muchos pueblos: entre ellos, romanos, visigodos y musulmanes. Acá está, además, la universidad más antigua del país, creada en 1218. La ciudad vieja fue nombrada Patrimonio de la Humanidad en 1988 y Salamanca, toda, está muy ligada al desarrollo de la literatura española. Es una ciudad de estudiantes y de letras. A mí, lo que más me llama la atención, es su color.

Color Salamanca

Con detalles rojos.

Pero en general marrón.
Salamanca es toda marrón (o dorada, según cómo le dé el sol). Toda. No hay otro color que domine tanto como este tono de marrón. Marrón Salamanca. Y lo que mejor le queda, pienso, es el cielo. Ese celeste intenso combina muy bien con este marrón. Creo que sin darnos cuenta, Sue y yo estamos atentas a lo que pasa en el cielo, casi minuto a minuto. Mirá esa bandada de pájaros, le muestro. Son un montón, son blancos, algunos tienen el pecho rosa y se la pasan volando en grupo. Uy, se nubló, vamos allá que hay un pedacito de sol, y nos movemos como gatos en busca del calor. Cuando se nubla y sopla el viento hace frío, pero las nubes van tan rápido que a veces el cielo parece un time-lapse. Entremos acá, que quiero ver el Cielo de Salamanca, me dice Sue.

No me digan si no combinan los colores.

El cielo siempre presente

Y las nubes también

Estaban preparando una muestra de fotos.
El Cielo de Salamanca está escondido en una de las aulas del patio de las Escuelas Menores: es una pintura, parte de un mural de fines del siglo 15, que originalmente estaba en la bóveda de la antigua biblioteca de las Escuelas Mayores. Se le atribuye al pintor español Fernando Gallegos y se descubrió a mediados del siglo 20. Para ver esta obra tenemos que quedarnos al menos cinco minutos adentro del aula, hasta que se nos adapte la vista, me adelanta Sue. Entramos a un cuarto con luz muy tenue y nos sentamos a mirar el Cielo desde abajo. De a poco va tomando claridad y empiezo a ver las formas, los dibujos, las conexiones, las palabras. Es un cielo astrológico. No dejan sacar fotos, así que intento grabármelo en la cabeza. Cuando salimos, la luz me parece fuertísima.

Rincones y momentos de dos días en Salamanca

Sus frentes

columnas

relieves

texturas

y personas.

Y hasta un astronauta tallado (a ver si lo encuentran).
El día que me voy de Salamanca hay un atardecer lleno de colores. En el bus rumbo a Madrid escribo una lista con cien ideas acerca del cielo, y pienso (sin pensar demasiado, en realidad, sino dejando que fluya el pensamiento), por ejemplo: 7. El cielo combina mejor con ciertas ciudades (como con el marrón de Salamanca), 33. Las cosas más impresionantes están en el cielo: la aurora boreal, el sol de medianoche, las estrellas, la luna, el sol, las nubes, la batiseñal (?). 41. Del cielo también cae nieve, 42. Pueden caer bolas de granizo, 43. Puede haber una lluvia de hamburguesas, 44. En Un cuento chino cae una vaca, 45. En las noticias caen aviones, 68. Cuando sale el sol en París, la gente está más contenta, 84. ¿Y si el cielo fuese rojo? ¿Nos alteraría?, 88. Te quiero hasta el cielo, 92. Mirar el cielo desde abajo del agua, 94. El cielo durante la guerra, 97. Ese azul intenso del cielo en Argentina. Cuando llego a Madrid ya es de noche. Me espera un viaje en metro y, menos de dos días después, un viaje de vuelta a Francia.
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Aniko Villalba
October 4, 2014
Datos y consejos para viajar por Europa
Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante
Aclaración: esto no es una guía de viajes sino una ayuda para todos los que me escriben pidiéndome consejos para viajar por esta parte del mundo. Aclaración más importante aún: Europa tiene 50 países (y 6 parcialmente reconocidos) de los cuales recorrí (ni siquiera en profundidad) 10, así que lo que encontrarán en este texto son datos y consejos basados en mi experiencia por Alemania, Bélgica, España, Francia, Hungría, Inglaterra, Islandia, Portugal, República Checa y Suecia.
* DESTINO: EUROPA
Los países más visitados del mundo están en Europa. En mi caso, el continente nunca fue una prioridad entre mis destinos. Cuando empecé a viajar soñaba con lugares lejanos y exóticos (por eso, quizá, me fui a Asia antes que a los lugares más “tradicionales”) y Europa me parecía muy turística y un poco aburrida. Tenía los típicos prejuicios: “Es caro”, “es demasiado ordenado”, “va a seguir igual por varias décadas”, “es para conocer de grande” (?), “es para ir a ver museos y ruinas”, “es un destino fácil”. Error. ERROR (me pegaría). Ahora que la conozco siento que vine en el momento justo de mi vida: en Europa pasa de todo y me encanta estar disfrutándola a esta edad (casi 30).
Mis raíces, al igual que las de muchos argentinos, están en Europa: mi mamá es húngara (nacida en Alemania) y mi papá es hijo de españoles asturianos. Y en algún momento las raíces empezaron a tirar.
Así que en el 2011 me fui a España.
Y conocí Europa por primera vez.
Y me encantó.
Sin haberlo planeado, ya pasé más de un año (aunque no todo seguido) viajando por y viviendo en Europa. Pasé inviernos, veranos, primaveras, otoños. Conocí varias de las grandes capitales y muchas me quedaron pendientes. Me perdí en pueblitos y me di cuenta de que Europa parece chiquita pero es enorme y hay demasiado para ver. Así que una de dos: quédense todo el tiempo que puedan o vengan con el modo slow travel activado. No vale la pena ir a las apuradas de una ciudad a otra. Lo lindo en Europa es el camino.

Cartel visto en Praga
* ITINERARIO
Cuando me preguntan qué recomiendo conocer de Europa me quedo en blanco. En este continente hay 50 países (y 6 parcialmente reconocidos) y de esos 56 conozco 10: ni un 20 por ciento. Cuando miraba el mapa de Europa, sentada en el escritorio de mi casa, sentía que todo estaba cerca y que la iba a poder recorrer en poco tiempo. Otro gran error. Europa es chiquita (si la comparo con, por ejemplo, las distancias en Argentina o América Latina) pero muy poblada y variada. Es cierto que todo queda cerca y que muchos países se pueden atravesar en pocas horas, pero cada uno es un mundo y merece su tiempo.
Sé que hacer el “gran tour” de Europa puede parecer muy tentador (por alguna razón, esa es la manera más “famosa” de recorrer Europa), también sé que muchos solamente pueden venir por 15 o 30 días y quieren ver todo lo posible, pero mi recomendación: no hagan ese recorrido maratónico de una capital por día o un país distinto cada dos días. Sí, se van a sacar las fotos típicas en todos los monumentos famosos de Europa (¿sirve de algo?), pero van a estar agotados, no van a tener tiempo de disfrutar de cada lugar, van a gastar mucho más que si viajan lento y va a llegar un punto en que no van a saber dónde están.
Las capitales europeas son para vivirlas: hay muchísimo para ver, hacer, caminar, conocer. Y en dos días no se puede. Por eso les aconsejo que cambien el chip, desaceleren y se armen un itinerario con menos lugares (y que antes de viajar investiguen: hay taaantas joyitas ocultas…). Yo diría 5/7 días por capital, y en las ciudades más chiquitas y pueblos pueden estar 3/4 días (mínimo) (si es por mí, quédense mucho más).
Webs útiles:
-la web de la revista Time Out tiene una agenda con los eventos semanales y mensuales de muchísimas ciudades y tiene listas de 20 cosas para hacer en las principales ciudades europeas.
- no sé qué tan acertada será TripTuner, pero por lo menos es divertida para probar: seteen los controles según sus expectativas y la web les dirá a qué destino les recomienda viajar.

Casita de Catalunya
* LISTA PERSONAL
Los países europeos por los que viajé son los siguientes (no en este orden) (si hacen click en los nombres podrán leer los relatos que escribí acerca de cada lugar).
Alemania. Fue mi viaje a las raíces: recorrí la región de Baviera (los pueblitos y las ciudades como Munich o Regensburg) con mi familia con el objetivo de conocer el pueblo donde nació mi mamá. Caí a Munich, sin saberlo, en pleno Oktoberfest. Y me encantó. Alemania queda en mi memoria como el país de los valles verdes, los bosques mágicos y la cerveza artesanal.
Bélgica. ¿Dije cerveza? Nunca probé cerveza tan rica como en Bélgica. Este país no estaba en mis planes (¿qué país estaba en mis planes?) pero fui porque al estar tan cerca de París, ¿por qué no? Y me sorprendió. Hice base en Bruselas (qué lindos murales hay en Bruselas) y me fui a recorrer pueblitos.
España. Cada vez que voy a España me siento como en casa (además de que estoy enamoradísima de Barcelona, pero esa es otra historia…). No sé si es el idioma, la historia compartida o la buena onda que parece haber entre españoles y argentinos, pero este es uno de esos países a los que sé que voy a volver siempre. Tiene playa, fiesta, buena comida, pueblitos mediterráneos y muchísima variedad cultural.
Francia. ¿Lo digo o no? Lo digo. No quería conocer Francia. Estaba negadísima con este país (no tengo explicación). Creo que al ser tan turístico me generaba cierta aversión. ¿Y ahora? Estoy viviendo en un pueblo costero del país vasco francés. Ja. Y nunca me voy a cansar del queso, de los vinos, de la comida, de las chimeneas de París, del arte (en los museos y en las calles) y de ese acento tan pero tan seductor (e impronunciable).
Hungría. Ay Hungría, cómo te quiero. Crecí escuchando a mi mamá hablar húngaro, usando ropa con bordados típicos, comiendo goulash y paprika. ¿Cómo no me iba a enamorar de Hungría? Fui a Budapest para aprender el idioma y después a recorrer el país con mi familia, y si bien me queda mucho por ver, es otro de esos lugares a los que les digo que vayan. Budapest es una de las ciudades más lindas del mundo.
Inglaterra. Ah… el país de mis sueños, uno de esos lugares que siempre siempre quise conocer (debe ser por Los Beatles, el brit-pop, el humor inglés —ese acento—, la literatura y tantas otras expresiones artísticas y culturales que me gustan). Fui a Londres y a Liverpool y me quedé con ganas de mucho más.
Islandia. Uno de los lugares más surrealistas a los que viajé en mi vida. Me fui durante dos semanas con mi amiga Lau y fue un viaje delirante, bizarro, mágico. En Islandia todo es posible: dar la vuelta a dedo, rescatar patos de la ruta, encontrar fábricas de artistas, golpear puertas para pedir frazadas, subirse a barcos de pescadores, emborracharse de tanto sol. Vayan, por favor vayan a Islandia. No hay manera de que se arrepientan.
Portugal. Pienso en mis días en Portugal y ya me da saudade. Si este país fuese una persona, lo abrazaría y lo guardaría en la mesita de luz. Es divino. Muchos se olvidan de él porque está en la punta del continente: no saben lo que se pierden. Lisboa es otra de las ciudades más lindas y nostálgicas del mundo (en mi opinión): el tranvía, los cafecitos, los artistas callejeros, la poesía. Portugal es un país para caminarlo de punta a punta.
República Checa. Praga… y sí, imposible no nombrarla: es una de las ciudades más encantadoras de Europa Central (aunque, eso sí, a ser compartida con los miles de turistas que van todos los días). Y de mi road trip por República Checa me quedan sus castillos, los paisajes de campo, las fábricas de cerveza y sus ciudades medievales.
Suecia. Conocí muy poquito de Suecia y fue como estar en un sueño. Viajé cinco días a Laponia, una de las regiones con mayor naturaleza salvaje de Europa, y pensé en quedarme ahí para siempre. Caminé por bosques nevados, vi la aurora boreal, fotografié casitas de colores y me prometí hacer un recorrido mucho más en profundidad por los países nórdicos.

Algunas fotitos al tuntún. Esta: Laponia sueca.

La Tabacalera, espacio artístico recuperado y autogestionado en Madrid

Munich durante el Oktoberfest (debo crónica de ese evento)

Los baños termales de Budapest: lugares de reunión social.

Islandia, donde los abrazos gratis son muy bien recibidos.

Ghent, uno de los lugares de Bélgica que me sorprendió.

París y su arte en las paredes.

Portugal y su otoño tan lindo.

Praga, ya sabemos que sos una diva.

La casa de un amigo en Londres, el lugar perfecto para festejar su cumple.
* VISAS Y TIEMPO DE PERMANENCIA
(Spoiler: podés quedarte —legalmente— más de 90 días en Europa. Seguí leyendo.)
Esta es una de las partes más complicadas así que les recomiendo que investiguen el tema más en profundidad. Los datos importantes son los siguientes:
* En Europa existe la Unión Europea y el Espacio Schengen: este último es un acuerdo de libre circulación firmado por 26 países (es decir que entre esos países no hay fronteras: entrás a uno y si pasás a otro no necesitás hacer migraciones). Pero atención: hay países de la Unión Europea que no forman parte del acuerdo Schengen (como Irlanda y el Reino Unido) y hay países de Schengen que no son de la Unión Europea (Suiza, Noruega e Islandia).

Fuente: thesavvybackpacker.com
* Los ciudadanos de (entre otros países) Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela NO necesitan visa para entrar al espacio Schengen y pueden quedarse un máximo de 90 días en un período de 180 días. Es decir que entrás, por ejemplo, a España (mostrás tu pasaporte en el aeropuerto) y a partir de ese días tenés 90 días para moverte libremente dentro de los países Schengen. Cuando salís de Schengen tenés que esperar otros 90 días para volver a entrar.
* Los ciudadanos de otras nacionalidades (chequear cuáles en esta web) necesitan aplicar a una visa Schengen antes de viajar. Si te la dan, es lo mismo: podés estar 90 días en un período de 180.
* Puede que en el aeropuerto europeo al que llegues te pidan una carta de invitación, las reservas de hotel y el comprobante del seguro médico. Escuché todo tipo de historias y no sé cada cuánto lo piden, pero sepan que se los pueden requerir.
* Si tenés pasaporte europeo podés quedarte por tiempo ilimitado y trabajar.

Visto en Londres
* Si bien la visa Schengen NO se puede extender, hay algunas maneras de quedarse legalmente más de 90 días en Europa. Algunas opciones:
1. Movete de un país a otro. Entrá a cualquier país del espacio Schengen, quedate los 90 días y después andá a otro país europeo que no forme parte de Schengen. Ahí te van a dar un tiempo de permanencia (depende de cada país, y ojo porque algunos piden visa), quedate por ejemplo dos meses, pasá a otro país que esté fuera de Schengen, quedate un mes más, y ahí (como ya pasaron 90 días desde que saliste de Schengen) podés volver a entrar a los países Schengen y quedarte 90 días más. Y así sucesivamente. Obviamente no sirve si querés quedarte más de 90 días en un mismo país.
2. Aplicá a otro tipo de visa. Si sos estudiante y querés cursar una carrera universitaria en Europa, podés aplicar a una visa de estudiante. Hay ciertos países que ofrecen visas de trabajo y te permiten quedarte hasta un año en todo Schengen (las que conozco, al menos para argentinos, son las que otorgan Francia e Irlanda. Averiguen).
3. Trabajá freelance. Alemania ofrece una visa para trabajadores independientes (artistas, programadores y cualquiera que trabaje a distancia): tenés que aplicar una vez que estás allá, en Berlín, y si te la dan podés quedarte entre uno y dos años viviendo y trabajando desde ahí. En esta web está toda la información.
Estas dos webs tienen información mucho más detallada de todo esto (en inglés):
– The Savvy Backpacker: Long term travel Europe
- NomadicMatt: How to legally stay in Europe for more than 90 days

Mensaje visto por ahí.

Postales de Portugal

Granada (España) al atardecer

Y carteles en París
* TRANSPORTE
Los países y ciudades europeas están muy bien conectadas, aunque el transporte, en mi opinión, es lo más caro de Europa (a menos que viajes haciendo autostop, claro). Estas son las opciones más usadas para ir de un lado a otro:
- Avión. No soy fan de los aviones, pero en Europa existen varias aerolíneas de bajo costo que permiten ir rápido de un punto a otro y pagar menos que yendo por tierra. Ejemplo: Ryan Air, Vueling. (Acá tienen la lista completa de aerolíneas de bajo costo en Europa)
Lo bueno: el precio.
Lo malo: a ese precio hay que sumarle otros (como el costo de moverse hasta el aeropuerto o el costo de despachar las valijas), los vuelos baratos suelen salir de aeropuertos alternativos (que muchas veces quedan en otras ciudades, bastante alejados), uno cree que va más rápido pero a veces se tarda lo mismo que yendo en tren (porque hay que sumarle el tiempo de traslado desde y hasta el aeropuerto y el tiempo de espera), los aviones suelen ser incómodos (asientos muy chiquitos).
- Tren. Durante dos meses me moví por Europa con el Pase Global de Eurail y ohporfavor qué placer. Europa es un continente hecho para recorrerlo en tren (y para pasarse horas mirando por la ventana).
Lo bueno: las estaciones están en el centro de la ciudad (o sea que son fácilmente accesibles en metro o a pie), los trenes son híper puntuales (salen en el minuto exacto, aunque muchas veces puede que se retrasen a mitad de camino), son mucho más cómodos que los aviones, podés ir viendo el paisaje mientras viajás, tienen mesas para que trabajes, los trenes de alta velocidad hacen el trayecto en un tercio del tiempo.
Lo malo: el precio. Los trenes en Europa son caros (aunque en algunos casos, para distancias largas, cuestan lo mismo que un avión, por eso hay que comparar).
Los pases (como el Eurail, ofrecido por Rail Europe) te permiten viajar en los trenes europeos de manera casi ilimitada (depende del pase que compres, pero imaginátelo como un boleto único que te sirve para subirte a casi todos los trenes de Europa) durante una cierta cantidad de días (por ejemplo, podés viajar durante 15 días distribuidos en dos meses: durante cada uno de esos días podés hacer todos los viajes que quieras). Entonces: elegís tu pase, pagás un monto final por anticipado, lo recibís en tu domicilio y cuando llegás a Europa ya podés viajar en tren. Este pase vale la pena si planeás hacer muchos viajes en poco tiempo (y en especial viajes largos).
Webs útiles:
- en Rail Fan Europe hay enlaces a las webs de todas las compañías de tren de Europa, organizadas por país
- Seat61 es la guía más completa y actualizadas de los trenes de todo el mundo.

Las vías en Sant Pol
- Bus. En Europa (por lo menos por donde yo viajé) no se usa tanto el bus como en otras partes del mundo, aunque hay empresas que cubren los destinos principales de cada país (pero si te querés ir a un pueblito, es más probable que encuentres pasaje en tren antes que en bus).
Lo bueno: donde hay, suelen ser bastante más baratos que los trenes, son cómodos, tienen baño y wifi.
Lo malo: no tienen tanta frecuencia, son más lentos, para distancias muy largas pueden ser más caros que un avión.
Web útil y un consejo:
- Eurolines es la empresa de buses más extensa de Europa y suele tener muy buenos precios.
- Una de las maneras más baratas de cruzar de Francia a Inglaterra es en bus (suele haber muy buenas ofertas, mucho más baratas que el tren o barco)
- Carpooling (o coches compartidos). Esta iniciativa me parece excelente: la gente “vende” los espacios vacíos en su auto y lleva a otros pasajeros (desconocidos) en su trayecto. Hay muchas webs que ponen en contacto a los conductores con los pasajeros, como carpooling.com, blablacar.es (España) o covoiturage.fr (Francia)
Lo bueno: es la manera más barata de moverse de un lado a otro (más que el bus y mucho más que el tren), te permite conocer gente local y charlar, si sos mujer y estás viajando sola es una opción segura porque los conductores tienen referencias y están registrados en la web.
Lo malo: no hay viajes a todas partes, el horario de salida depende del conductor, los viajes más requeridos (de una gran ciudad a otra) son pocos y se llenan enseguida, algunas webs empezaron a cobrar comisión por el servicio.
- Autostop. Europa es un buen lugar para hacer autostop. Yo lo hice varias veces, aunque nunca sola (es un miedo que todavía tengo que superar).
Lo bueno: te permite conocer la cultura local desde adentro, podés viajar sin horarios (vos decidís cuándo salir a la ruta), es gratis, te puede llevar a situaciones inesperadas (como que te inviten a quedarte en su casa o a conocer un lugar que no estaba en tus planes).
Lo malo: tenés que ir con paciencia, salir de las grandes ciudades a la ruta suele llevar bastante tiempo de traslado, puede que estés horas esperando, puede que no llegues cuando tenías pensado.
Web útil para viajar a dedo: HitchWiki.org
- Auto alquilado. Si vas en grupo, alquilar un auto es una muy buena opción (y, al dividir gastos, bastante económica).
Lo bueno: tenés libertad total, podés ir a donde quieras en el horario que quieras, las rutas son muy buenas, hay mucha señalización (o podés alquilarlo con GPS), si compartís gastos resulta barato, si no encontrás dónde dormir podés dormir en el auto.
Lo malo: la nafta en Europa es cara, es muy difícil estacionar en las grandes ciudades (o tenés que pagar un parking de 2-4 euros la hora), si alquilás el auto en un país y querés devolverlo en otro suelen cobrarte un extra bastante alto.
TIP: mucha gente alquila motorhomes. Son más caros, pero si son varios y planean dormir ahí, también me parece una buena opción. Aunque OJO: en muchas ciudades no dejan estacionarlos en cualquier lado y los obligan a ir a un camping (pago) sí o sí.
- Barco/Ferry. Hay trayectos entre países (o dentro de los mismos países) que solamente se pueden hacer en barco. A mí no me tocó ninguno así que no puedo hablar por experiencia. En esta web hay un buscador y comparador de precios y rutas.
Transporte dentro de las ciudades: es muy fácil ir de un lado a otro ya que el transporte público está muy bien organizado y tiene bastante frecuencia. En general las grandes ciudades tienen metro (subte), colectivos (buses), tranvías, trenes y taxis. Además muchos lugares se pueden recorrer caminando o en bici.
Webs útiles:
- en Urban Rail pueden encontrar los mapas del metro de casi todas las ciudades de Europa.
- World Travel Guide tiene una guía de aeropuertos: ahí pueden ver qué opciones de transporte hay para llegar al centro de cada ciudad.

La salida del metro en París

Los motorhomes están por todas partes.

En algunas ciudades se pueden alquilar Smarts por horas o minutos, con el mismo sistema de alquiler de bicicletas.

Y hablando de bicis, en la mayoría de las grandes ciudades hay sistemas de alquiler de bicis por hora (aunque para pagarlo necesitan tarjeta de crédito con chip).

El autostop se hace en todos lados.

Varias ciudades tienen tranvía (como Praga)

Y taxis también hay en todos lados (aunque caros!)
*ALOJAMIENTO:
¿Dónde dormir? Algunas opciones:
- Hostels. Hay en casi todas las ciudades (no tanto en los pueblos) y suelen ser la opción más económica. En general, una cama en un dormitorio compartido ronda los €10-20 (aunque si vas, por ejemplo, a Munich durante el Oktoberfest podés encontrarte con la sorpresa de que una cama en una habitación compartida te cuesta €100) (leíste bien). Podés buscar hostels en hostelbookers.com o hostelworld.com
- Hoteles. Hay por todas partes aunque son bastante más caros que los hostels (de €40/50 para arriba). Una buena página para buscar alojamiento es booking.com
- Campings. Casi siempre están en las afueras y no son tan baratos como esperaba, pero están muy bien equipados (duchas, baños, lavarropas, piscina, estacionamiento). En Francia y España pagué un promedio de €20 por noche de camping. En los lugares con playa son una buena opción porque suelen estar ubicados cerca del mar (ojo que cada país tiene sus leyes con respecto a la acampada: en España la policía me desalojó porque había acampado en la playa y no estaba permitido).
- Guesthouses/Pensiones. En algunos países (como Hungría) las pensiones o casas de huéspedes son muy comunes. En estas casas cada huésped tiene su habitación y a veces se comparten el baño y la cocina. A mí me gustan mucho más que los hoteles (y son más baratas).
- Alquiler de departamentos a gente local. El alquiler de departamentos puede ser una opción mucho más barata (y cómoda) que el hotel, sobre todo si viajás en grupo, en pareja o en familia. Las webs más populares son Airbnb y Wimdu. En ambas podés alquilar un departamento entero o solamente un cuarto (generalmente, cuando alquilás solo el cuarto, hay gente viviendo en el resto de la casa).
- Couchsurfing. En todos los países de Europa que visité se hace Couchsurfing (podés quedarte de manera gratuita en casas de gente local). ¿Querés saber de qué se trata? Acá lo explico.
- Intercambio de casas. Nunca lo probé pero parece que se usa bastante: podés intercambiar tu casa con la de otra familia (por los días que dure el viaje) de manera gratuita. Una de las webs más usadas es intercambiocasas.com
- Alojamiento a cambio de trabajo. Conocí gente que se queda en casas o granjas orgánicas a cambio de trabajo. A través de Helpx podés encontrar gente que ofrece alojarte semanas o meses en su casa a cambio de que, por ejemplo, le enseñes tu idioma o lo ayudes con las refacciones; a través de wwoof podés contactarte con los dueños de granjas orgánicas para quedarte con ellos a cambio de trabajar en la granja; a través de Staydu podés quedarte con gente local a cambio de dinero, trabajo o de manera gratuita.
- HouseSitting (cuidado de casas). Mucha gente se va de vacaciones (o de viaje) y necesita a alguien que le cuide la casa, así que si buscás estadías largas podés investigar esta opción. Para mucha más información de HouseSitting les recomiendo el blog caminomundos.

Camping en España

Uno de mis hostels preferidos: el Sant Jordi Rock Palace de Barcelona

Un hotel en Laponia Sueca

Un arbolito a la salida de la casa donde nos quedamos en Zandt (Alemania)
* PRESUPUESTO: ¿Cuánto plata necesito?
El presupuesto, como digo siempre, depende de muchos factores: de qué manera querés viajar, con quién vas, cuánto tiempo, qué tan rápido planeás moverte, cuánto equipaje vas a llevar, dónde querés quedarte, qué querés comer, qué transporte querés usar… Es difícil calcular un presupuesto diario porque depende de qué hagas ese día (si te tomás un tren va a subir bastante, pero si solamente gastás en dormir y comer podés mantenerlo más bajo).
Acá van algunos números (promediados) para que puedas hacer cuentas.
- El euro es una moneda muy fuerte y si bien muchos países de Europa lo utilizan, en cada país tiene un valor distinto (la economía no es igual en todas partes, hay países más caros —como Alemania o Francia— y más baratos —como Hungría o Portugal—). No sé si hace falta aclararlo, pero Europa es caro (al menos en comparación con otros destinos como el Sudeste Asiático o América Latina).
- Alojamiento: quedarte en la habitación compartida de un hostel puede costarte entre €10 y €20 la noche (promedio). Alquilar un cuarto en un departamento puede costarte desde €20 hasta €100 o más (según el tipo de departamento, la cantidad de personas que se queden y la ciudad en la que esté ubicado). Los hoteles me parecen caros (€50/70 o más), hoy en día hay muchas otras opciones de alojamiento así que no es necesario quedarse en un hotel sí o sí. Los campings rondan los €10-25 (al menos en los que estuve); en algunos países se puede acampar en cualquier lugar sin pagar (como en Islandia) y en otros está restringido (pero siempre pueden pedirle permiso a alguien para armar la carpa en su jardín).
- Transporte: para mí, el transporte es lo más caro que tiene Europa. Lo más barato es hacer carpooling (un viaje de 6 horas te cuesta unos €25, por ejemplo) o autostop. Un viaje en tren depende mucho del país (en España, un viaje de una hora tal vez te cuesta menos de €10, mientras que en Francia te puede costar €25) (el precio del tren es muy difícil de calcular, lo mejor es que entren a esta web y busquen algunos trayectos para ver los precios). Hay empresas de bus que tienen ofertas muy buenas (como Megabus, iDBus o Eurolines).
- Transporte interno: el transporte público tampoco es tan barato (si convertimos de euro a pesos), pero siempre es mucho más barato que moverse en taxi. Un viaje en metro puede costar entre €1 y €5 (el de Londres fue el más caro que me tomé: arriba de 3 libras por viaje), y siempre es más barato comprar los pases de 10 viajes o los pases diarios. Los buses suelen ser más baratos, aunque también cuestan entre €1 y €3 por viaje. Los trenes de cercanías son los que van a las afueras, a barrios más alejados o a los pueblos vecinos: los precios dependen del tipo de tren, de la distancia, de la velocidad…
- Comida: los precios varían según el país, pero en todos lados lo más barato es hacer una compra en el supermercado y cocinarte (por €10 pueden comer tres). Sino, un menú de almuerzo o cena está entre €10 y 20 por persona (pregunten porque en algunos lugares pueden pedir medio menú) (obviamente hay lugares donde se come más barato, es cuestión de buscar), un desayuno en España puede costarte €2 (café + croissant) mientras que en Francia puede costarte €5 o más. O la opción clásica: baguette + queso + jamón = picnic improvisado y barato (esto existe en todas partes). Y si se animan, dumpster diving y table diving. Ah, un café con leche cuesta entre €1.50 y 3.50 aprox., un croissant/baguette alrededor de €1, una botella de agua de 1/2 L depende de dónde la compres (en el super unos 30 centavos, en la calle de €1 para arriba), un vaso de cerveza depende del país, pero entre €1 y €7.

En el Oktoberfest, un vaso con un litro de cerveza costaba €10

Si compran souvenirs, van a encontrar desde postales por €1 hasta lo que se les ocurra

Para subir a ciertos miradores hay que pagar entrada, en general ronda los €3-6

Si bien no es como Asia, hay bastantes puestos de comida callejera (no por eso baratos). En Hungría, por ejemplo, se vende este pan por todas partes (a €2)

Y en Bélgica, los waffles.

Los mercados callejeros (generalmente matutinos) son buenos lugares para comprar frutas y verduras frescas

En muchos países, además de la comida local, hay restaurantes de otras partes del mundo. La comida rápida más barata es el kebab (que puede costar unos €3-5). Esta es una bandeja de comida libanesa que me comí en París por algo así como €7

En Europa hay un montón de museos, y muchos que vale la pena ver (como el Guggenheim). Eso sí, son un presupuesto aparte: pueden costar entre €2 y €12.

En Europa se usan mucho los “free walking tours” (tours gratuitos, generalmente a cambio de una propina voluntaria al final). Los chicos de Go Local San Sebastián me llevaron en un bici-tour por la ciudad.
Popurrí:
- Si quieren ir a un supermercado barato, busquen el Lidl más cercano. Suele tener los mejores precios, aunque no tanta variedad como otros supermercados.
- Los precios de los museos varían, pero casi todos tienen algún día u horario de entrada reducida o gratuita, así que averigüen en la página web antes de ir.
- En Praga es más barato tomar un vaso de cerveza que una gaseosa. En España también.
- En Granada (España) si te pedís un jugo o cerveza te dan una tapa o ración de comida (por algo así como €2).
- De los países que visité, los más caros me parecieron Francia y Alemania. Hungría me pareció uno de los más baratos.
- Hay muchos descuentos para estudiantes o menores de 26 años (en transportes y museos). También hay descuentos para jubilados.
- Hay muchas maneras de ahorrar durante un viaje. En este post doy varios consejos.
Muchos argentinos me preguntan cómo llevar la plata. Según lo que vi, en el aeropuerto de Madrid cambian pesos argentinos a euros pero a una cotización malísima. No conviene. Así que me parece que las opciones son llevar todo en efectivo (en euros en lo posible, o en dólares y cambiarlos acá) o viajar con tarjeta de crédito (la aceptan en casi todas partes así que con eso pueden pagar y a la vez sacar plata de los cajeros con la opción de “adelanto en efectivo”) Eso sí, a cualquier transacción con la tarjeta hay que sumarle el impuesto del 35 por ciento.
* OTRAS COSAS
- Seguridad. Si bien Europa es un continente muy seguro, en algunas ciudades hay que estar alerta (en Barcelona intentaron robarme como tres veces, aunque siempre aprovechando alguna distracción; en el metro de París también roban bastante, dicen). Yo ando con la cámara colgada al cuello y no pasa nada, también suelo usar la computadora en parques, en los trenes o al aire libre y nunca tuve problemas.
- Idioma. Hay países donde se habla muy buen inglés (Islandia, Suecia, Hungría) y otros donde cuesta más comunicarse en ese idioma (como Francia o ciertos pueblitos de Alemania). En varios países se habla algo de castellano, pero en general en los lugares turísticos casi siempre podrán comunicarse en inglés.
- Clima. Europa tiene cuatro estaciones muy marcadas. Mis preferidas son el otoño (de septiembre a diciembre) y la primavera (de marzo a junio). En invierno suele hacer bastante frío y en verano mucho calor, así que nada mejor que un punto medio. Si quieren saber qué clima hace (o hará en los próximos días) en la ciudad que van a visitar, les recomiendo la web (o app) de Yahoo Weather, de todas las que usé me parece la más acertada.
- Equipaje. Les recomiendo llevar poco ya que van a estar moviéndose de un lado a otro. Fíjense qué clima hará cuando vayan y empaquen en función de eso. Si les falta ropa no se preocupen, en Europa se consigue de todo y a muy buen precio (pueden ir al Decathlon para ropa de deporte, a HyM para ropa de moda o a Primark para ropa bien barata). Si llevan equipaje liviano no van a tener que tomarse un taxi jamás, pueden subir con la valijita o mochila al transporte público, además si viajan en avión y llevan todo en la cabina se ahorran el costo de facturación del equipaje (que puede costar unos €40).
- Internet. En estos países no vi nada que se parezca a un ciber café, sino que la gente lleva su computadora, teléfono o tableta a los bares y cafés y se conecta al wifi. En general todos los hostels y hoteles tienen wifi (a veces los campings también).

Castillo de Sintra, Portugal

Bar en Budapest

Brujas, en Bélgica

Callecita de Portugal

Pueblo checo.

Y una esquina de Praga.
* Otras webs útiles para viajar por Europa:
- Rome2Rio y GoEuro: ponen dos destinos en el buscador y estas webs les da todas las opciones de transporte (con precios estimados).
- Mappy: esta web es muy útil si planean viajar en auto o bici por las rutas de Europa, ya que les arma el itinerario detallado y les dice cuánto van a tardar, cuánto van a gastar (peajes, nafta) y qué opciones de rutas tienen.
- ViaMichelin: muy similar a Mappy, calcula rutas y gastos.
- Wikitravel: Europe: guía colaborativa (wiki) con información y consejos para viajar por Europa (en inglés)
- Wikitravel: Travel in the Schengen Zone: wiki con información muy detallada acerca de Schengen y las visas (en inglés)
- Europa.eu: la web con toda la información de la Unión Europea (en esta sección: Documentos necesarios para viajar)
- Visit Europe: web de turismo de Europa
- Euro Cheapo: buscador y tips para viajar barato por Europa
- SkyPicker: esta la acabo de descubrir (nunca la usé para comprar) y me parece muy útil, por lo menos para chusmear precios. Reconocé en qué parte del mundo estás y te muestra una lista de todos los vuelos baratos que salen desde tu ciudad.

Y estos músicos callejeros que vi en París y me encantaron.
** FIN ** (por ahora)
Si tienen dudas, preguntas, comentarios me escriben por Twitter, Facebook o privado así sumo sus aportes.
La entrada Datos y consejos para viajar por Europa aparece primero en Viajando por ahí.
Aniko Villalba
September 26, 2014
Volver sin volver
Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante
Querida Lau:
Acabo de volver de un viaje de tres semanas por Hungría, República Checa y Alemania. En realidad debería decirte: acabo de volver de un viaje de casi ocho meses por Europa. O podría decirte: acabo de volver de un viaje de un año por Sudamérica y Europa. Pero volver a dónde, te preguntarás, si como sabés estoy en Francia y no en Buenos Aires. Será que después de mucho viajar uno se da cuenta de que volver no implica ir a un lugar concreto, sino activar el modo sedentario y quedarse quieto en donde sea. O quizá me equivoco y la única manera de volver del todo es regresar al punto de partida, a nuestro lugar de origen, a la ciudad donde consideramos que está nuestro hogar. No lo sé. Y ya sabés que últimamente soy la campeona del no sé.

Acá estoy ahora. La costa está llena de edificios, pero el resto del lugar son casitas.

Lindo, ¿no?

Tiene mar…

Y playas enormes.
Lo que sí sé es que estoy cansada. Muy. Ya hace un año (este 15 de octubre se cumple) que me fui de Buenos Aires. Hace un año que no paro de moverme: Argentina, Chile, Bolivia, Perú, España, Francia, Bélgica, Inglaterra, Francia otra vez, España otra vez, Islandia (nuestro viaje inolvidable y bizarro), Francia otra vez (nunca pensé que el destino me llevaría tantas veces a este país, si te soy sincera era uno de los que menos me llamaba conocer), Hungría, República Checa, Alemania y Francia una vez más. Viajé en avión, en tren, en auto, a dedo, en blablacar. Me quedé en hostels, en casas de lectores, en casas de amigos, en casas de familias, en campings, en hoteles. Salí de mi zona de confort (¡cómo me costó arrancar! ¿te acordás), me di cuenta de lo importante que es estar, pasé duelos y dolores, presenté mi libro en España, aprendí a hacer surf (y de paso me esguincé la muñeca derecha), viajé al pueblo donde nació mi mamá, fui a Liverpool en busca de algo beatle, encontré un comodín en Chile, estudié húngaro, deliré con vos en Islandia, hice 2000 kilómetros en auto de Francia a Hungría, sufrí el síndrome de París, participé en Sant Jordi, cubrí el Sziget Festival en Budapest, co-escribí otro libro. Muchas cosas en muchos meses. Pero hoy, recién hoy, puedo decirte que conseguí algo tan simple como un escritorio propio y privacidad para sentarme a escribir. Porque durante un año no paré de moverme y no paré de ser huésped. Y fue agotador. Vos lo sabrás.

¡Ah! Fui al museo del mazapán. Lejos: el mujer museo de mi vida. Tendrías que haber venido conmigo. Y como si fuera poco, está en Hungría.

Tenían un montóoon de figuras hechas en mazapán.

A que ahora le tenés un poco más de cariño… (Ya sé lo que estás pensando: “Mientras no tenga que comérmelo…”)

Este lugar se llama Sopron y fue uno de los que más me gustó en Hungría.

Tenía una “torre del fuego”. Llegamos justo el día de la fiesta del vino.
Te lo vengo diciendo hace un tiempo y sé que me entendés: me cansé de viajar. Bah, no de viajar en sí, sino de viajar tan rápido (si bien me considero del club de los slow travelers, creo que voy a tener que ir extra slow). ¿Sabés de qué me di cuenta? (Y hace tiempo que lo venía sospechando). Creo que necesito quedarme más tiempo en un mismo lugar (que me guste, obvio), vivir dos, tres, cuatro meses y después moverme a otro lado. Al menos por el momento. No sé cuánto durará este momento, pero así como antes deseaba estar avanzando por la ruta de algún país lejano, hoy sueño con tener un lugar tranquilo donde poder escribir, una cocina donde prepararme lo que me gusta, un grupo de amigos que no se desintegre cada dos semanas, una bici para dar vueltas por ahí, un mar que no cambie de lugar enseguida. Mi cuerpo me está pidiendo una sola cosa: quietud. Es la prueba de que nuestras necesidades van cambiando. Además tengo un ama de casa viviendo adentro mío y últimamente anda con ganas de salir a tomar aire. Hoy me desperté y fui caminando al super, después cociné, limpié y ordené todo tres veces (mi lado obse en todo su esplendor, diría Maru; yo creo que es mi procrastinación necesaria para después sentarme a escribir). Supongo que mi manera de vivir es ir alternando estados. Porque también sé que no podría quedarme para siempre acá (ni acá ni en otro lado).

Te mando algunas fotos de cosas lindas que me hicieron acordar a vos, como este elefantito en medio de una calle húngara.

O este gato que me observaba.

El monumento a la soda (?)

Una señora en la ventana.

Chicos mirando la ciudad (Praga)

Y una lámpara rara en una callecita de un pueblo austríaco en el que nos perdimos.
El otro día me reencontré con una amiga de Budapest en Munich (¡es linda Munich! Fui al Oktoberfest, pero después te cuento) y nos fuimos a caminar y a charlar (cómo fluyen las palabras cuando uno camina, ¿no?). Le dije que para mí la vida es cambio constante, estamos en evolución permanente, el mundo no para de avanzar. Y entendí que algo importante para mi felicidad es escuchar mis necesidades y hacer lo posible para satisfacerlas. Hace tiempo que algo adentro mío no andaba del todo bien, y ayer, cuando el tren me dejó de vuelta en Francia, entendí lo que era. Necesitaba frenar, nada más. Necesitaba saber que durante un tiempo no estoy “obligada” a irme a ninguna parte (ya sé que nadie nos obliga, pero la inercia y esa adicción que generan los viajes hace que sea difícil frenar). Y ahora me siento feliz: feliz de poder poner mis cosas en estantes y en cajones, feliz de tener un mar que me espera todos los días a dos cuadras, feliz de tener una cocina propia, feliz (tan feliz) de tener un escritorio que es solamente mío y en el que puedo dejar todas mis cosas desparramadas. No sé cuánto tiempo me quedaré acá, quizá en unas semanas piro y me voy. Pero por ahora es lo que necesitaba.

Este fue mi escritorio en Zandt, un pueblito de la Baviera alemana. Un adelanto de mi escritorio actual, aunque con otra vista.

Allá veía el valle bien verde. Acá si hago fuerza puedo ver el mar.

Esta maceta me gustó (la encontré en Hungría)

Y esta chica escribía un mensaje en el muro de John Lennon, en Praga.
Te cuento algo más. Hace unas semanas, mi alma (¿será el alma?) me está sugiriendo, así bajito, como quien no quiere la cosa: Ey… pst… Ani… ¿y si volvés un tiempito a Buenos Aires? ¿No tenés ganas? Allá tenés a tus amigas, a tu familia… Podés salir a andar en bici, ir a la Masa Crítica, encerrarte a escribir, salir a caminar. Ya sé que no hay mar y que la ciudad después de un tiempo te satura, pero sería por un ratito nomás. Capaz podés hacer cosas allá, presentar más libros, organizar alguna muestra de fotos. Podés pasar las fiestas allá y después ves. Sí, sí, Buenos Aires en verano es horrible, podés freír huevos sobre el asfalto, pero te ponés un buen ventilador y chau. ¿No te dan ganas? Y todos los días me lo repite, no sé si para convencerme de que todo fue idea mía o para ganarme por cansancio.
Y la verdad es que sí, quiero volver a Buenos Aires. Pero antes quiero hacer una prueba. Quiero ver qué pasa si me quedo quieta durante, ponele, dos o tres meses en un mismo lugar, con el modo viajero desactivado. Un viajar sin viajar, digamos. Mis candidatas son Biarritz (donde estoy ahora) y Barcelona. Porque al fin y al cabo lo que necesito es quietud, una rutina, un espacio donde trabajar. Entonces quiero ver si teniendo todo eso —fuera de Buenos Aires— todavía sigo con ganas de volver a Buenos Aires. Es que lo que necesito, también, es tener a mi familia y a mis amigos de siempre cerca, tenerlos a una caminata o un viaje en bondi de distancia, poder decirles “¿vamos a tomar algo?” y unas horas después hacerlo. En Europa también tengo amigos y familia, pero mientras yo me siga moviendo ellos también seguirán estando lejos. Aunque te confieso algo más (ya sé que soy una vueltera, pero ya me conocés): durante estas últimas semanas, mientras seguía en movimiento, pensé mucho en volver a Buenos Aires, pero ahora que estoy acá, instalada en mi casita temporaria, lo estoy pensando dos veces. Por un lado: sí, quiero. Quiero Buenos Aires amigos familia bici río cafecitos charlas. Por otro: me aterra la idea de subirme a un vuelo tan largo (¿te acordás cómo me puse durante el vuelo a Islandia? Pensé que se caía el avión) y tengo miedo de volver, de estar contenta un tiempito, de que Buenos Aires vuelva a enloquecerme (es tan linda pero tan neurótica) y de querer irme otra vez. ¡Además estoy viviendo frente al mar! El sueño de mi vida… Por eso, ya veré qué me dice esa vocecita durante estas semanas.

Por el momento pienso en tener una bici…

Y me acuerdo de todos los lugares que visité en este viaje. Como Munich.

Munich otra vez.

¡El Oktoberfest! Qué bueno que estuvo, era totalmente distinto a lo que esperaba.

Regensburg también me pareció muy linda.

Y Hungría ni hablar. Esta foto me hace pensar en París, creo que por las chimeneas.

Test: ¿cuántos maniquíes hay en la foto?

Me gustan los colores de esta foto.

Y el frente de este negocio.

Y las dos mujeres de la mano.
Te extraño. Me encantó tu carta. Me encanta ver que hay gente viajando de tantas formas. Porque con nosotros los viajeros pasa lo mismo que con personas de cualquier otra profesión (fah! profesión mandé!): cuando nos ven de lejos, piensan que todos viajamos igual, que todos somos mochileros o que todos somos escritores o que todos viajamos haciendo couchsurfing. Y no. Hay tantas maneras de desplazarse por el mundo, y lo lindo es que cada uno puede elegir (o inventar) la más acorde a su personalidad. No hay que ser mochilero como tampoco hay que ser escritor para poder viajar. Me llegan mails de gente con todo tipo de profesiones (¡hasta policías!) que quieren saber si es posible combinar su trabajo con los viajes. Yo les suelo responder que se puede, aunque no tengo la fórmula. El cómo ya depende de la creatividad de cada uno. Pero como poder, todo se puede. ¿No te parece?

Es cuestión de pensar positivamente.

¡Salud!
Bueno Lau, te dejo. Me voy al barcito de la esquina a encontrarme con amigos. Ja. Ya soy una porteña cualquiera, aunque lejos de Buenos Aires. Hoy estoy feliz. Necesitaba volver a esto. Contame cómo sigue todo por Kosovo. Y cuando quieras huir de Juan por un rato, vení a visitarme. 
Un abrazo,
Ani
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Aniko Villalba
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