Aniko Villalba's Blog, page 8

January 26, 2015

Relato fotográfico: una vuelta por el País Vasco

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Imágenes y pensamientos de un viaje que hice por el País Vasco en junio de 2014. Si querés ver más relatos fotográficos de distintos lugares del mundo, podés hacerlo acá.


Viajé al País Vasco a fines de junio del año pasado, unos días después de que empezara el verano en Europa. Estaba en Biarritz, también en el país vasco pero del lado francés, y decidí hacer una escapada y conocer esa región de la que tanto me habían hablado.


El País Vasco o Euskadi —su nombre en euskera o vasco— es una comunidad autónoma española ubicada en la costa noreste del país, entre Cantabria y Francia. Está conformado por las provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya pero, culturalmente, el País Vasco es más extenso. El término Euskal Herria significa país del euskera y se usa para referirse a la región cultural europea que comprende territorios de Francia y España y que tiene cultura vasca. Además de las tres provincias españolas, incluye a la provincia de Navarra y al Pays Basque francés —este último quedará para otro relato fotográfico—.


* Primera parada: Zumárraga


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Muchas veces elijo los destinos de mis viajes por las personas que me esperan ahí. Fui a Zumárraga a visitar a Gonzalo, un fotógrafo y bloguero de viajes vasco. Hice base en su pueblo y los días siguientes fui con él a conocer las tres ciudades más importantes de Euskadi: Bilbao, Donostia y Vitoria.


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Llegué a Zumárraga en una de las noches más especiales del año: la noche de San Juan. Es una tradición muy antigua que celebra la llegada del verano con una hoguera. Tradicionalmente, las familias se reunían en los caseríos rurales y prendían hogueras con el fin de espantar a los espíritus malos y las brujas, y pedir por una buena cosecha. Hoy, las fogatas se prenden en el centro de las plazas: se queman objetos que representen aquello que queremos olvidar o se tiran papelitos con deseos. Luego la gente salta sobre el fuego o baila alrededor de la hoguera hasta que esta se apaga. Estas fotos corresponden a las celebraciones en Urretxu, el pueblo pegado a Zumárraga.


* Segunda parada: Bilbao


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Bilbao es la capital de Vizcaya y la ciudad más grande de la región.


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—Dime qué te parece ese edificio —me dijo Gonzalo.

—Ja, no me lo esperaba. Es original —le respondí sin terminar de decidir si me gustaba o no.


No está mal.


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En el resto de Bilbao, sin embargo, encontré una arquitectura más tradicional.


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Con algunas excepciones, como el edificio que aparece al fondo del camino.


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O el Museo Guggenheim Bilbao, que imita la forma de un barco.


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Había oído hablar mucho de él. Es un museo de arte contemporáneo, fue diseñado por Frank Gehry, un arquitecto canadiense, e inaugurado en 1997. Su arquitectura es de estilo deconstructivista y, al parecer, el museo no tiene ni una superficie plana en toda su estructura.


Ese día tuve suerte: adentro había una exposición de Yoko Ono.


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En la explanada del Museo estaba Puppy, la escultura de un cachorro hecho con acero y recubierto de flores.


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Mide más de doce metros de altura y fue realizada por Jeff Koons, un artista estadounidense, en 1992.


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Y es un lindo espacio para jugar.


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Seguimos caminando y cuando cruzamos el puente nos encontramos con estos paddle-surfistas que justo pasaban por ahí. La costa marítima del País Vasco es muy reconocida por sus olas y surfistas.


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Miro la fecha de las fotos y veo que era martes. Por la cantidad de gente en las calles, hubiese pensado que era viernes a la tarde. Pero después me acuerdo de que en el País Vasco la gente siempre estaba afuera. Algunos reunidos con amigos, otros paseando, otros comiendo. Las calles siempre pobladas.


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Y otras, como ellas, charlando con vistas panorámicas.


* Tercera parada: Donostia-San Sebastián


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El primer lugar de San Sebastián al que me llevó Gonzalo fue al final de la Playa de Ondarreta: desde ahí se podía ver el Peine del Viento, uno de los íconos de la ciudad. Es un conjunto de esculturas de acero hechas por Eduardo Chillida, un escultor vasco, e incrustadas en rocas que dan al mar Cantábrico. Gonzalo me mostró que en el piso, al lado del mar, había unos agujeritos y que si ponía la mano podía sentir cómo subían el viento y las gotitas de agua.


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—La ciudad se llama Donostia, pero nosotros le decimos, cariñosamente, Donosti —me dijo Gonzalo.


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Era época de Mundial, así que en los bares estaban pasando los partidos. Ese día jugaba Nigeria-Argentina.


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Nos dedicamos a caminar por la Parte Vieja de la ciudad.


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Lo lindo de San Sebastián es que tiene el mar ahí nomás, muy integrado a la ciudad. Es una ciudad que combina mar, arquitectura, gastronomía y vida al aire libre.


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Y mires para donde mires, las vistas siempre son lindas.


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Tal vez por eso, la gente estaba sentada afuera, disfrutando del calor. Yo estoy esperando que sea primavera para ir de visita otra vez.


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Caminamos por el Paseo de la Concha, bordeando el mar. Mientras tanto, el sol iba bajando.


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Hasta las gaviotas miraban el atardecer.


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Después llegó la hora de irse de pintxos.


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Los pintxos consisten en rebanadas de pan con una porción de comida encima. A veces se sujeta con un palito o pincho, a veces no. Es similar a la tapa, aunque no es lo mismo: la tapa suele incluirse en algunos bares con la bebida, pero el pintxo se pide por separado.


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Hay pinchos fríos y calientes. Los fríos suelen estar puestos exhibidos la barra del bar para que cada uno se sirva lo que quiera. Los pinchos calientes se solicitan al mozo y son preparados en la cocina en el momento.


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Lo mejor es ir con alguien que conozca para que te lleve a probar las especialidades de cada bar. Nada mejor que ir alternando de lugar y probar algo en cada uno.


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A los pintxos más tradicionales —como tortilla de papa, pescado, pimientos, croquetas— se le suman las creaciones de los chefs de cada bar.


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No me voy a cansar de decirlo: qué bien que se come en el País Vasco.


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Estas croquetas las comimos al día siguiente, con los chicos de GoLocal San Sebastián que nos llevaron a hacer un paseo en bici por la ciudad.


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La ciudad, de día o de noche, tiene mucha vida.


* Última parada: Vitoria-Gasteiz


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Vitoria es la capital política del País Vasco: es la sede oficial del Parlamento y de las instituciones vascas. Durante el 2012, fue la Capital Verde Europea: ese premio se le da a las ciudades que mejor se ocupan de cuidar el medio ambiente y el entorno de sus habitantes.


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El casco medieval o zona antigua, me explicó Gonzalo, tiene forma de almendra: por eso se la suele llamar la almendra medieval.


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Vitoria fue, de manera sucesiva, gótica, renacentista, barroca, neoclásica y romántica. El casco viejo, sin embargo, mantiene el trazado gótico, y los nombres de las calles siguen haciendo referencia a las actividades que se practicaban en ellas: cuchillería, herrería, zapatería, entre otras.


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Una de las cosas que más me gusto de Vitoria fue la enorme cantidad de arte callejero que hay en sus paredes y construcciones.


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Murales y murales y murales…


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Y esa arquitectura gótica que tanto me gusta.


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Ese día tampoco faltó la degustación.


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Y después de compartir comida, cerveza y charlas, nos despedimos y me fui de vuelta a Biarritz.


Y ahí empezó mi viaje por el Pays Basque francés, pero esa ya es otra historia…


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Si te gustó este post, podés ver otros relatos fotográficos haciendo click acá.

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Aniko Villalba




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Published on January 26, 2015 07:58

January 22, 2015

Exploración #2: recuerdos de un viaje a Mocronte

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


En qué consiste este juego:


1. Lau eligió cuarenta fotos de su archivo (todas sacadas por ella en distintos lugares del mundo, en viajes en los que yo no estuve).


2. Yo elegí cuarenta fotos de mi archivo (todas sacadas por mí en distintos lugares del mundo, en viajes en los que Lau no estuvo).


3. Lau me mandó sus fotos y yo le mandé las mías. Ninguna de las dos especificó dónde habían sido sacadas, ni cuándo ni en qué contexto.


4. Con las fotos de la otra, y sin más información que las imágenes en sí, escribimos los recuerdos de un viaje juntas que nunca hicimos. Las fotos de Lau aparecen en este post y son las que, en teoría, saqué yo durante nuestro viaje a Mocronte. Mis fotos aparecen en el post de Lau y son las que sacó ella, en teoría, durante nuestro viaje a Iri-rí.


5. Lo que sigue es mi relato de un viaje que nunca hicimos a un lugar que no existe.   


Viaje a Mocronte

Texto: Aniko Villalba /  Fotos: Laura Lazzarino


Buenos Aires, 20 de julio de 2030


Querida Lau,


Hace unos días se me dio por revisar unas cajas que tenía en el placard —viste que cada vez que vuelvo de un viaje me agarra el ataque de limpieza— y encontré las fotos de cuando fuimos a festejar tus treinta a Mocronte. ¿Te acordás? Ninguna de las dos conocía y era un lugar al que queríamos ir juntas hacía tiempo, sobre todo después de que tantos viajeros nos contaran historias de ahí. Creo que los primeros en mencionarlo fueron Pablo e Itziar, ¿no? “¿Sois argentinas y no habéis ido a Mocronte? Alucino”, nos dijeron el día que los conocimos. Y el nombre nos quedó resonando. Cuando el chino de Islandia mencionó Moclonte fue demasiado: no podía ser que alguien hubiese viajado desde la antípoda para conocer ese lugar que a nosotras nos quedaba tan cerca. Teníamos que ir. El tema era que nunca coincidíamos en Argentina como para organizar la escapada.


Cuando recibí el mail de Tony lo tomé como una señal y me di cuenta de que Mocronte era el lugar perfecto para festejar tus treinta. Adelanté mi vuelta de Francia y te dije que te reservaras los últimos días de febrero porque iba a darte una sorpresa. Creo que no te la esperabas. Caí en San Nicolás, te hice armar la mochila y a la mañana siguiente te llevé a la ruta con los ojos vendados. Por suerte te sumaste al juego e hicimos dedo así, vos todo el trayecto sin ver. No quería que sospecharas nada.


Creo que ya es momento de que veas la ruta por la que fuimos, así que acá va la foto.

Creo que ya es momento de que veas la ruta por la que fuimos, así que acá va la foto.


Ahí estás vos, toda vestida para ir a festejar tus treinta a la ruta.

Ahí estás vos, toda vestida para ir a festejar tus treinta a la ruta.


Ahora que pasó tiempo, te voy a confesar varias cosas: la primera es que nos subimos a algunos autos que iban para el otro lado, solo para estirar el tiempo de viaje y que vos perdieras la noción de las distancias. En realidad, el viaje desde San Nicolás nos hubiese llevado una hora y media, máximo dos, pero tardamos cuatro por esto que te digo. También te vendé los ojos porque no quería que vieras que llevaba la piñata armada en la mochila.


(Uno de los camiones que nos llevó cargaba bolsas de café. Te acordás que te hice el juego de que adivinaras qué era y me dijiste que era maní)

Uno de los camiones que nos llevó cargaba bolsas de café. Para pasar el tiempo y distraerte te dije que adivinaras, solo por el tacto, qué era eso. Me dijiste que era maní.


Ese día tuvimos mucha suerte, creo que estar abierto a lo que venga hace que pasen cosas inesperadas. Cuando llegamos a Mocronte nos dimos cuenta de que habíamos caído justo cuando empezaba uno de los festivales más importantes del pueblo: el Día de todas las cabras. Como Mocronte no aparece en ninguna guía de viajes ni tampoco hay información en internet, los únicos datos fiables los tienen los viajeros que ya pasaron por ahí. Me acordaba de que alguien nos había hablado de ese festival: “Es de lo más bizarro que van a encontrar, tienen que verlo”. Pero nunca retuve la fecha exacta: algunos decían junio, otros decían septiembre. Además, sentía que la gente me hablaba de distintos Mocrontes: el festival era diferente según quien lo relatara y nunca nadie especificaba bien dónde quedaba el pueblo, así que para mí era un lugar que se iba moviendo en el mapa y aparecía en todas las provincias, tipo Springfield. Pero ese día lo encontramos.


Despidiendo a Oscar

Primeras imágenes del Día de todas las cabras: la despedida de Oscar


Cuando vimos el primer desfile, me acordé: el Día de todas las cabras no tenía fecha fija, sino que se empezaba a celebrar cuando moría el loco del pueblo. Era una manera de homenajear a este personaje que en otras localidades casi siempre es ignorado, rechazado o tratado como un paria. En Mocronte el loco es rey, y el día de todas las cabras —que en realidad dura tres días— es una oda a la locura. Aquel día había muerto Oscar, un loco simpático que había pasado los últimos cuarenta años de su vida escondiéndose detrás de los árboles y asustando a las parejitas que iban a besarse a los parques. Todos los querían mucho, según nos contaron estas señoras.


Elena, Sonia y Matilde.

Elena, Sonia y Matilde.


—Pobre Oscar, era raro pero buen tipo. Nunca se casó, cuando le preguntaban si tenía novia él decía que sí, que estaba casado y que su mujer había salido a hacer las compras y volvía en un rato, pero todos sabían que estaba solo, pobre —nos dijo Elena.


—Trataba de buscar compañía, pero en vez de hacerse amigos asustaba a la gente. Los nenes le tenían bastante miedo. Pero nosotras fuimos al colegio con él y aprendimos a quererlo a Oscarcito —dijo Sonia.


—Me acuerdo, ¡ay chicas, se acuerdan!, de la vez que fui por primera vez al parque con mi Rubén, estábamos por darnos el primer beso cuando de atrás de un árbol saltó un tipo con un disfraz de caballo. Qué susto que nos dimos, no te puedo explicar. Cómo lo vamos a extrañar al desgraciado ese —dijo Matilde.


—Miren, los alumnos de la escuelita número tres le hicieron esa escultura de caballo en su honor. La tenían preparada hacía tiempo, es que ya nos imaginábamos que él iba a ser el próximo en irse. No andaba muy bien de salud.


El caballo que le hicieron los chicos.

El caballo que le hicieron los chicos.


Este señor decía ser amigo íntimo del difunto. Se había dejado la barba larga para estar acorde al festival de las cabras.

Este señor decía ser amigo íntimo del difunto. Se había dejado la barba larga para estar acorde al festival de las cabras.


Máscaras listas

Máscaras listas


En el pueblo todos hablaban de Oscar. Si bien la gente estaba triste por su muerte, lo recordaban con alegría, contaban anécdotas de sus andanzas, repetían los chistes que hacía siempre. Había grupos de chicos que saltaban de atrás de los árboles y asustaban a todos. Otros aparecieron con máscaras gigantes, listos para los desfiles del día. Estábamos tan metidas en la historia de Oscar que me había olvidado de tu festejo sorpresa de cumpleaños. Necesitaba una excusa para dejarte en algún lado mientras yo preparaba todo, así que improvisé y decidí regalarte una hora en un centro de belleza.


El centro de belleza de Mocronte

El centro de belleza de Mocronte


Mientras a vos te hacían la colita —solo vos sabrás en qué consistió el servicio—, aproveché para ir a la casa de Tony, dejar las mochilas ahí y preparar el festejo. Te acordás de Tony, ¿no? Lo conocimos en el viaje a Islandia, era el chef del hotel donde nos regalaron las sobras de langosta. Era de Surinam y estaba ahí porque se había enamorado de Dora, una islandesa que se había ido de mochilera por Sudamérica y se había cruzado con él en Paramaribo, donde vivía. Nos contó su historia en el restaurante, ¿te acordás? Había dejado todo, se instalaron con Dora en Seyðisfjörður, tuvieron dos hijas y unos años después decidieron volver a Sudamérica y establecerse en Mocronte. Como te decía al principio, la idea de ir a Mocronte para tu cumple fue gracias a él: unas semanas antes me había mandado un mail contándome que estaba viviendo en Argentina con su mujer. “No sé si escuchaste hablar de este lugar”, me dijo, “se llama Mocronte”. De todos los lugares del mundo, justo ahí. Me pidió que lo fuéramos a visitar, dijo que Dora quería vernos y que sus hijas nos querían conocer, y sentí que todo cuadraba.


Tony me prestó su auto. Me acuerdo de tu cara cuando te pasé a buscar.

Tony me prestó su auto. Me acuerdo de tu cara cuando te pasé a buscar.


Ahí estás con Tony, era medio tímido para las fotos. Los del fondo eran sus amigos, ¿no? Ya no me acuerdo de los nombres de todos. ¿Qué fue del collar que te regaló Dora? Vivían en un vagón de tren acondicionado de casa, ¿te acordás? Estaba buenísimo.

Ahí estás con Tony, era medio tímido para las fotos. Los del fondo eran sus amigos, ¿no? Ya no me acuerdo de los nombres de todos, pero sé que el de anteojos era Spito.. ¿Qué fue del collar que te regaló Dora? Vivían en un vagón de tren acondicionado de casa, ¿te acordás? Estaba buenísimo.


Spito, el amigo de Tony, te había tallado una silla —un trono, diría yo— para tu cumple. Estaba enamorado de vos.

Spito, el amigo de Tony, te había tallado una silla —un trono, diría yo— para tu cumple.


Esa noche comimos un montón, seguro que de eso te acordás. Fue bestial. Empezamos con unos pancitos enrollados, una de las especialidades de Mocronte: las mujeres los freían en carritos en todas las esquinas, el sonido del aceite era uno de los típicos de allá. Eso se acompañaba con una bebida a base de leche de cabra a la que, en ocasiones especiales, le ponían alcohol. Siguieron las berenjenas rellenas de huevo, los morrones asados al curry y los espárragos ahumados. No me acuerdo con detalle qué pasó entre las entradas y los postres, pero sé que comimos un montón de pescado de los Cien Ríos. De torta de cumpleaños te preparé la que nos había enseñado a hacer Vidir en Akureyri: oreo + crema batida + manteca de maní, y le puse dulce de leche y rocklets para hacerla más autóctona. Se terminó enseguida. Te cantamos el feliz cumple, obvio.


Los pancitos.

Los pancitos.


Los camarones

Los camarones


Después apareció la mamá de Tony con las babosas fritas y ninguna se animó. Bah, creo que le dimos un mordisco y desistimos. A mí el sabor no me molestaba, lo que me daba impresión era la consistencia. La mamá de Tony se quedó medio mal porque no quisimos comerlas, entonces… cómo te lo digo… metí algunas en la piñata y las hice pasar por gomitas. Te las comiste pensando que eran yumis. Ojos que no ven, estómago que no siente.


Esa noche hubo baile: Dora nos enseñó algunos de los pasos típicos de Islandia, Tony y sus amigos hicieron bailes de Surinam y los vecinos nos enseñaron los hits de Mocronte. Hasta se armó una batucada ahí mismo.


La piñata

La piñata


Yumis

Yumis


No sé por qué saqué esta foto, quizá porque en aquella época en el pueblo casi no existía internet

No sé por qué saqué esta foto, quizá porque era una rareza ver un módem: en aquella época en el pueblo casi no existía internet. Los mismos mocrontinos habían decidido no estar conectados, decían que preferían la vida analógica.


Al día siguiente nos mudamos a la zona antigua de Mocronte. Te cuento todo esto porque pasó tanto tiempo que ya ni sé si te acordás, a mí estas fotos me traen un montón de recuerdos. ¡Quince años de aquel viaje!  Tenemos que ir de nuevo, no puede ser que estemos tan cerca y nunca pasemos a saludar. Bueno, te decía, al día siguiente, que si no recuerdo mal era domingo, nos mudamos. Mocronte será un pueblito pero tiene de todo. La zona donde vivían Tony y Dora se llamaba el barrio de los budas, y la zona antigua era el distrito de los pitufos. Conseguí alojamiento a cambio de publicidad en el blog y nos dieron una de las casas más lindas. Era como un iglú de verano.


El barrio de los pitufos

El distrito de los pitufos


Nos quedamos en esta calle.

Nos quedamos en esta calle.


Y este fue el momento cuando abríamos la puerta de la casa.

Y este fue el momento cuando abríamos la puerta de la casa.


Ese domingo fue el día de los desfiles principales y tuvimos una ubicación re buena: las carretas y comparsas salían del barrio de las sirenas y llegaban a la plaza central de los pitufos. Los primeros que aparecieron fueron los carros tirados por caballitos de mar gigantes. Un dato que no sé si recordás, me lo contó una de las señoras: en Mocronte nunca hubo dos días de las cabras que fuesen iguales, cada festival era único porque estaba dedicado a una persona distinta. Oscar era famoso por tener una pecera enorme en su casa, llena de caballitos de mar y cangrejos. Nadie sabía de dónde los sacaba, pero volvía todas las tardes al pueblo con una bolsita de plástico en la mano y tres caballitos nuevos adentro. Una de las señoras me contó que en esa pecera hasta había axolotls. Andá a saber.


Después de los caballitos, pasó la comparsa de las lechuzas rengas. Esa fue tu preferida. Iban todas saltando en una pata al ritmo de un tema de los Cadillacs, también en honor a la que había sido la mascota y compañía de Oscar durante años. Pobre la lechuza Juanita, al parecer el día que su dueño murió ella salió volando y desapareció. El chancho Roco también estaba muy angustiado y tuvieron que agarrarlo entre dos para que no se tirara en medio del desfile. El cierre estuvo a cargo de la agrupación El sulky de las cabras, ellos eran los únicos que estaban presentes todos los años. Las cabras eran muy queridas en el pueblo y una mascota común entre los chicos mocrontinos. A mucha gente no le parecía bien que las pusieran a desfilar así, y al parecer unos años después cambiaron el orden y pusieron a los nenes a tirar de los sulkys y a las cabras sentadas arriba, lo cual generó más indignación entre los visitantes. Era una lógica rara la de Mocronte, creo que no muchos entendían lo que pasaba en ese pueblo. Nosotras tampoco, pero nos dejamos llevar.


Los caballitos de mar

Los caballitos de mar


El chancho Roco, pobrecito, estaba desconsolado.

El chancho Roco, pobrecito, estaba desconsolado.


La lechuza renga

La lechuza renga


Y El sulky de las cabras

La agrupación El sulky de las cabras


Terminamos el día en el casino. Le jugamos al treinta pero salió el doce, me parece. Igual nos divertimos y apostamos un poco más. Ganamos unas monedas en el tragamonedas y cuando hicimos el baile de la gallina victoriosa, los de la puerta se nos sumaron al festejo. Querían chamuyarnos a toda costa.


hola mi amor


Mejor ni te cuento en qué estado terminaste ese día

Mejor ni te cuento en qué estado terminaste ese día


El tercer día fue más tranqui. Nos despertamos medio tarde, costó recuperarse del día anterior, y como ya no teníamos auto nos fuimos a pasear en las bicis que nos prestó el dueño de la casa. Qué lástima que no coincidimos con la masa crítica de Mocronte, me dijeron que las bicis más raras del país están ahí. Salimos a pasear por el pueblo y no sé si te acordás, pero cuando entramos al templo nos hicieron ponernos unos ponchos. El de Mocronte es uno de los pocos templos caodaístas que hay en América Latina, ahí casi todos practican esa religión: un sincretismo entre el cristianismo, el islamismo, el hinduismo, el budismo, el taoísmo y el confucianismo.


Las bicis

Las bicis


Vos con el poncho. Como nos gustaron, nos los dejamos puestos todo el día. Nadie decía nada, lo bueno de Mocronte es que podés ponerte cualquier cosa y a nadie le importa, al contrario, te lo festejan.

Vos con el poncho. Como nos gustaron, nos los dejamos puestos todo el día. Nadie decía nada, lo bueno de Mocronte es que podés ponerte cualquier cosa y a nadie le importa, al contrario, te lo festejan.


Detalle del interior del templo.

Detalle del interior del templo.


Ahí mismo en el templo nos hablaron de la Íspide de los Cien Ríos, un lugar sagrado para los caodaístas, no muy lejos de donde estábamos. Nos dibujaron un mapa y nos fuimos de trekking. Había sol y el día estaba lindo para caminar. La Íspide de los Cien Ríos era de postal, me acuerdo que nos quedamos con la boca abierta. Lo que no estuvo tan bueno fue que muy cerca habían puesto un balneario y, por tensiones religiosas, habían tenido que poner control militar.


La Íspide de los Cien Ríos

La Íspide de los Cien Ríos


Balneario con control militar

Balneario con control militar


A la mañana siguiente, antes de irnos, te di tu último regalo: el curso acelerado de mecanografía. Estabas feliz.


Acá hiciste el curso

Acá hiciste el curso


Mientras tanto me fui a caminar y encontré cosas como estas:


Un bichito verde a punto de saltar al vacío.

Un bichito verde a punto de saltar al vacío.


Tres pelotitas con pelos. Dicen que esa es la señal de la droga en Mocronte, ellos no hacen lo de las zapatillas.

Tres pelotitas con pelos. Dicen que esa es la señal de la droga en Mocronte, ellos no hacen lo de las zapatillas.


La comisaría

La comisaría


Pasé por la rotonda. Cada vez que veo esta foto me acuerdo de nuestra llegada al pueblo, ahí fue donde nos dejó el camión.

Pasé por la rotonda. Cada vez que veo esta foto me acuerdo de nuestra llegada al pueblo, ahí fue donde nos dejó el camión.


Cuando nos fuimos ya se habían terminado las celebraciones por el Día de todas las cabras y las calles estaban tranquilas. Creo que si alguien hubiese llegado en ese momento por primera vez, no se hubiese imaginado todas las cosas que pasaban en Mocronte. No entiendo por qué no sale en las guías, con todo lo que hay para ver. Bah, aunque quizá mejor así: que la gente lo encuentre de casualidad, sin haberlo buscado.


Bueno Lau, espero que te hayan gustado las fotos. A mí me encantó rememorar este viaje. Nos vemos pronto. Tenemos que ir planeando el viaje a Critón.


Un beso,


Ani


Y si no fuera por esta foto, diría que Mocronte es un lugar que nos inventamos

Y si no fuera por esta foto, diría que Mocronte es un lugar que nos inventamos


PD 1: te comparto un fragmento del poema “Bailes típicos de Mocronte” de BruReale, el poeta más conocido del pueblo. Me lo mandó él hace unos días, otra de esas casualidades.


“Lo que sí sé afiscar

son los bailes típicos de Mocronte.

OH, MOCRONTE.

La de las grandes playas, junto al monte.

viejo dicho, aunque námido a raudal.

Lo que nadie quiere sumonir

-ni resumonir, mucho menos-

Es la densa pero convexa

íspide de los Cien Ríos.

Porque eso es de motoqueros, y de nadie más.”


(Lo podés leer completo acá)


PD 2: en la caja también encontré la carta que te escribió Spito. Decime si querés que te la mande o si la guardo acá.


poema


- Este post pertenece a la serie Viajes sincronizados, un juego en conjunto con Los viajes de Nena. Como Laura y yo no siempre podemos viajar juntas, nos la ingeniamos para hacer viajes (reales e imaginarios) a la distancia.


- Pueden leer el relato de Lau en su blog: “Viaje a Irirí”. Lo que nos pasó allá es de no creer.


- Este juego no lo sacamos de ningún libro, salió de nuestros delirios. Y Mocronte es una palabra inventada por Pedro Mairal y formó parte de uno de los ejercicios de escritura que hice en su taller de narrativa. Siempre me quedé con ganas de escribir un viaje a Mocronte.


- Pueden hacer sus propios viajes sincronizados y compartirlos con el hashtag #viajessincronizados


La entrada Exploración #2: recuerdos de un viaje a Mocronte aparece primero en Viajando por ahí.

Aniko Villalba




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Published on January 22, 2015 12:31

January 17, 2015

Ayer fui al cine

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Este post pertenece a la serie La vida en Biarritz. Quedarme quieta en un solo lugar me permite hacer cosas que de viaje me resultan difíciles. Como ir a nadar dos veces por semana, guardar cosas en las alacenas, usar el buzón o ir al cine. Una oda a los placeres de la rutina estática y un intento de encontrar otras maneras de viajar aún estando quieta.


**Spoiler: este post no contiene spoilers.**


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Ayer fui al cine a ver Relatos salvajes, la película argentina de Damián Szifrón que quedó candidata al Óscar. No estaba en mis planes: pensé que ya no la daban acá en Francia. Cuando me enteré de la nominación la busqué en internet y cuando Google me dijo que la estaban pasando en un cineclub de Bayonne, la ciudad que está al lado de Biarritz, dije tengo que ir a verla. Me encanta el cine argentino y me había quedado con muchas ganas de ver esa peli: la habían pasado en el Festival de cine de Biarritz, a pocas cuadras de mi casa y con Damián Szifrón presente, y yo me había enterado tarde. Esta vez no me la iba a perder. Me aseguré de que la pasaran en idioma original —no tenía ganas de ver a Darín doblado al francés, además de que no iba a entender nada e iba a perder la mitad de la gracia— y decreté que ese sería nuestro plan de viernes a la noche.


Cuando salimos llovía un montón y había un viento de esos que te empujan a volver a tu casa. Llegamos a Bayonne en veinticinco minutos y mientras buscábamos dónde estacionar pasamos por la puerta del cine. No quise decirle nada a L., pero en la entrada vi dos afiches: uno que no alcancé a leer y otro que decía Les nouveaux sauvages (Los nuevos salvajes): “Un film de Pedro Almodóvar”. Pensé chau, Google se equivocó, asoció Relatos salvajes de Damián Szifrón con esta de Almodóvar porque se llaman parecido, era obvio que ya no la daban más en el cine, ahora cómo le explico a L. que vinimos a ver otra cosa, después de lo que le hinché para venir a ver esta. Almodóvar también me gusta mucho, pero yo iba mentalizada para ver una película argentina.


Todas las fotos son escenas de la película.

Todas las fotos son escenas de la película.


Cuando entramos al cine, un cineclub muy acogedor, por cierto, de esos que pasan pocas y buenas películas, miré el afiche de cerca y vi que aparecía la foto de Darín y el nombre de Szifrón. Estaba todo bien. Ahí me enteré de que Almodóvar la había producido. Mejor aún. Mi preocupación era, ahora, que Google se hubiese equivocado en lo del idioma y que la película estuviese doblada al francés y no subtitulada. El de la caja nos dijo que estaba subtitulada. Google siempre tiene razón, es como las madres. Y yo me adelanto demasiado con mis preocupaciones. Como a L. le gusta molestarme con las cosas argentinas, me dijo: “Seguro que la sala va a estar vacía, vamos a ser nosotros dos y el que pone la película”. La sala estaba llena. Tomá.


No voy muy seguido al cine cuando estoy de viaje: a veces por un tema de presupuesto, a veces porque me olvido de que es un plan posible, a veces porque estoy en países donde no entiendo ni el idioma original ni los subtítulos. En Buenos Aires voy de vez en cuando, pero tampoco tanto: está carísimo y muchas películas me da igual mirarlas en mi casa. Pero si pasan una de un director o temática que me gusta, no me la pierdo. Fui muchas veces sola y es una experiencia que disfruto un montón: si la película me engancha, me transporto a otro mundo y me olvido de dónde estoy. Es, además de leer, una de las mejores maneras de transportarse a otros mundos.


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Creo que esta fue la primera vez que vi una película argentina —una película tan argentina— en el cine estando en otro país. No voy a contar casi nada de la película porque hay que verla con el factor sorpresa, lo único que voy a decir es que está dividida en seis relatos: cada historia tiene actores distintos y cuenta una situación diferente, pero todas están atravesadas por el humor negro, la ironía, el descontrol, la violencia y una argentinidad que me hizo volver a mi país desde la primera escena. Las historias están llevadas al extremo, pero todas parten de situaciones muy cotidianas y tienen desenlaces que no suelen pasar pero son posibles.


En el cine se reían muchísimo, pero yo me reía más. Cada vez que un personaje se mandaba alguna puteada bien argentina, yo moría. Ves, L., pensaba, ves que no soy la única loca que putea por cualquier cosa, en Argentina somos así, decimos boludo, pelotudo, hijo de puta, mierda, carajo y la puta madre en cualquier contexto y por cualquier cosa. Muchos matices se pierden en la traducción y hay cosas que supongo le causan el doble de gracia a un argentino porque son tal cual: la grúa que te lleva el auto, la burocracia, los intentos de coima, la pelea en la ruta, el casamiento.


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Ver escenas cotidianas de Buenos Aires me generó nostalgia: Darín tomándose un café con medialunas —esas medialunas tan porteñas— en una esquina, la panadería y las facturas, el cumpleaños infantil en la casa, el avión sobrevolando la ciudad, el puesto de revistas, el tráfico, la vista desde la terraza de noche. Las imágenes de Argentina, los paisajes de Salta, el restaurante en la ruta y la fiesta con amigos me dieron ganas de estar allá, aunque estaba tan metida en la película que para mí estaba allá, nunca me había ido. Buenos Aires vista de lejos me hace extrañarla, más ahora que estoy quieta. Reniego de ella pero la quiero a pesar de su locura. Me aturde y me saca, pero es el lugar al que seguiré volviendo entre viaje y viaje. Supongo que muchos porteños tenemos una relación un poco bipolar con Buenos Aires.


Cuando apareció mi amiga Pau en escena —actúa en la historia del casamiento como amiga de la novia— le dije a L., desencajada: “¡Esa! ¡Esa es mi amiga! ¡La que acaba de abrazar a la novia!”. Se lo dije en castellano porque ya ni sabía en qué idioma hablar, y creo que él me entendió por lo emocionada que me vio. Quería frenar el tiempo, no quería que se terminara, o quería que se terminara para poder verla otra vez. Me había transportado, durante dos horas, a un lugar en el que no había estaba hacía mucho tiempo. Salí del cine con una sonrisa, ni me hacía falta decir lo bien que la había pasado, lo mucho que me gustaron las actuaciones, la fotografía, el guión, el humor, la musicalización de Santaolalla, los diálogos. Le conté a L. de Darín, de que en twitter se llama Bombita, de que Buenos Aires es así, de que en Argentina esas cosas son posibles.


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Cuando nos subimos al auto para volver y cruzamos uno de los puentes de Bayonne, vi las casas vascofrancesas a orillas del río y el impacto fue doble: de golpe me acordé de que estaba en Francia y no en Buenos Aires, y me sentí lejos. Me dieron ganas de volver, algo que tengo planeado para dentro de unos meses, pero a la vez me sentí contenta de haber visto esa película argentina en Francia. Fue como disfrutar de manera cruzada de cada país: estuve en Francia y me fui a Argentina por un rato. Me pasé el viaje de vuelta a Biarritz escribiendo todo esto. No sé para qué, pero necesitaba dejar por escrito todas las emociones que me había generado ir al cine.


La entrada Ayer fui al cine aparece primero en Viajando por ahí.

Aniko Villalba




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Published on January 17, 2015 14:58

January 13, 2015

Exploración #1: viaje sincronizado

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Después de aquel viaje a Islandia, Lau y yo nos quedamos con ganas de hacer otros viajes de ese estilo juntas. A qué me refiero con de ese estilo: con juegos, pruebas, complicidad, azar y risas. El viaje a Islandia fue de desafíos: nos pusimos metas como subirnos a un barco de pescadores, no pagar ni una noche de alojamiento, dar la vuelta a la isla solo a dedo, no perder el avión, abrazar islandeses. Y logramos casi todas. Creo que para las dos, marcó un antes y un después. Después de eso, cada vez que chateábamos, ella en un país y yo en otro, decíamos cosas como qué ganas de volver a Islandia tenemos que hacer otro viaje así juntas. Mirando el calendario, nos dimos cuenta de que iban a pasar muchos meses hasta que volviéramos a coincidir en un mismo lugar. Así que nos dijimos, ¿y si viajamos juntas, pero separadas? Es decir, ¿si hacemos las mismas cosas en distintos lugares? Así surgió la idea de estos viajes sincronizados y exploraciones que empezamos a subir hoy en nuestros blogs.


Pero estas ideas no surgieron de la nada. Nos inspiraron varios libros, entre ellos: Cómo ser un explorador del mundo (de Keri Smith), Lonely Planet’s Guide to Experimental Travel (de Rachael Antony y Joël Henry), The pocket scavenger (también de Keri Smith), Turista lo serás tú (de Pablo Strubell e Itziar Marcotegui). Libros muy distintos con algo en común: invitan a mirar la realidad con más detenimiento, a jugar con lo que nos rodea, a ser exploradores de nuestro propio jardín. Son libros que permiten convertir cualquier viaje en un juego, o cualquier caminata cotidiana en un viaje.


Para esta primera exploración, elegimos un juego que le da el título a esta serie: viajes sincronizados. Acá van los resultados.



Exploración #1: viaje sincronizado


Materiales necesarios para un viaje sincronizado

Materiales necesarios para un viaje sincronizado


Objetivo: hacer un camino sincronizado con tus amigos.


Elementos necesarios: dos o más participantes, un cuaderno y una cámara.


Método: los participantes deben recorrer una locación elegida por ellos usando una lista de diez pasos o instrucciones comunes. Deben tomar notas y fotografías en cada etapa de la exploración. Si las indicaciones no coinciden con el lugar, improvisar.


Lugar elegido: Biarritz, Francia


Lo esencial: un amigo en otra parte del mundo.

Lo esencial: un amigo en otra parte del mundo.


Pasos o instrucciones comunes a seguir:


1) Este es tu punto de partida


Punto de partida: el número 14.

Mi punto de partida: el número 14.


Salgo. Eso ya es un gran primer paso. Hace varios días que no dejo la cueva, tengo todas las excusas: hoy hace frío, hoy llueve, el invierno es para quedarse adentro, mirá si voy a salir con estas nubes, tengo tendinitis y no puedo caminar mucho. Pero hoy hay sol, que es lo que estuve esperando para hacer esta exploración, así que ya no tengo excusas. Bah, las tengo, pero no me sirven.


Salgo del número 14, miro a mi alrededor y decido empezar en linea recta. Me encanta el sol que hay hoy, parece primavera.


*


2) Caminá en cualquier dirección por 50 o 100 pasos, después girá 180 grados


Todas las fotos de este post están sacadas con un celular. Esta es la calle por la que empiezo a caminar.

Todas las fotos de este post están sacadas con un celular. Esta es la calle por la que empiezo a caminar.


La versión en inglés de estas instrucciones dice walk for 50 to 100 paces. No sé qué es paces, supongo que es pasos, pero quizá es una de esas palabras super específicas para medir la distancia que significa cuarenta y cinco centímetros o tres pasos de pajarito. Decreto que significa pasos normales.


Voy por la calle perpendicular a mi casa. Es una vía privada, acá hay muchas de esas. No sé si eso quiere decir que no se puede caminar, que no pueden estacionar los autos o que no puede pasar nadie que no sea de ahí. Yo la camino igual y nadie me dice nada. Además no hay gente a la vista. Voy contando los pasos: veinte veintiuno veintidós veintitrAH MIRÁ. Ya empiezo a encontrar cosas: una puerta de madera que me gusta por lo distinta que es al resto, un ramo de flores casi secas enganchadas en otra puerta de entrada. Veo cosas azules.


La puerta interesante

La puerta interesante


Flores en la puerta

Flores en la puerta


Cosas azules o celestes

Cosas azules o celestes


No giro 180 grados. Es mi primera trampa: si giro 180 grados voy a volver por el mismo camino y no quiero, así que giro solo noventa grados y voy rumbo al mar.


*


3) Seguí caminando en esa dirección hasta que veas algo azul


Algo azul #1: auto combinando con la casa

Algo azul #1: auto combinando con la casa (esta foto, en realidad, la encontré unas calles después, pero la pongo acá porque me gusta)


Algo azul #2: una calle

Algo azul #2: una calle


Algo azul #3: señalización

Algo azul #3: señalización


Algo azul #4: el mar

Algo azul #4: el mar


Hay muchas más cosas azules de las que pensaba. Están las obvias, como el cielo, y las que siempre están ahí y uno nunca ve, como los carteles. Todos los nombres de las calles de Biarritz están puestos en carteles azules. Hay un montón de autos azules estacionados frente a casas con puertas y ventanas pintadas de azul.


Voy hasta el mar y lo miro desde arriba. Para ir a la orilla de esta playa hay que bajar muchas escaleras. Me quedo arriba y escucho el sonido de las olas. Hoy está bravo.


*


4) Doblá a la izquierda y caminá 50-70 pasos


Camino paralelo al mar y a los 70+10 pasos quedo parada frente a una máquina para pagar el parking. Estoy estacionada frente al mar. Vi esta máquina muchas veces pero nunca la miré. Tampoco me di cuenta de que esta playa de estacionamiento tiene vista al mar. Bah, ya lo sabía, pero nunca lo pensé.


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Esta es una de esas fotos que nunca se me hubiese ocurrido sacar si no fuese por este juego.


*


5) Caminá en cualquier dirección hasta que veas algo que sea o parezca al número 7 u 11


Si voy a lo fácil, hay un montón de sietes y onces: este lugar está lleno de patentes. Así que busco alternativas. En realidad cualquier cosa que sean dos lineas rectas juntas puede ser un once. El siete es un poco más difícil.


Un 11.

Un 11.


Un 7. Con trampa.

Un 7. Con trampa.


*


6) Doblá en la primera izquierda y seguí caminando hasta que encuentres un lugar donde sentarte


Las instrucciones piden y la realidad otorga: acá debe haber unos quince bancos de plaza para sentarse. Las normas sociales indican que usemos bancos o sillas, pero a mí me encanta sentarme en cualquier lado: barandas, escalones, veredas, desniveles, canteros. Me gusta mucho, por ejemplo, comer sentada en la calle. Me parece algo muy de estar de viaje.


Hay mesas

Hay mesas


Y bancos con sol.

Y bancos con sol.


Me siento en un banco, ya que están, y me pongo a tomar apuntes. Estoy tan concentrada que no me doy cuenta de que se me acercó un señor y me está mirando. Con voz carrasposa y muy fuerte me pregunta, en francés, qué estoy escribiendo. Me asusto y a la vez me bloqueo. Le respondo, en castellano: “¡Qué susto!”. Y después me sale, en automático, un “je ne parle pas français”, aunque algo hablo, o por lo menos entiendo. Me sigue hablando en francés, me pregunta en qué idioma escribo.


—En español.


—¡Pero hablás francés!


—No, no.


Y se va riéndose. Yo también me río sola.


Escucho un clac clac clac que me suena conocido. A pocos metros, atrás de esos árboles, están jugando a las bochas. Diría que es uno de los deportes o entretenimientos típicos de Biarritz. Me acerco.


*


7) Elegí cualquier dirección y caminá 25 o 50 pasos


Partido de bochas.

Partido de bochas.


Los cincuenta pasos me dejan justo frente a la cancha de bochas. Es una cancha improvisada, aunque siempre juegan acá, lo sé porque cada vez que salgo a caminar los veo reunidos: los señores jugando, las señoras sentadas al sol. Me acuerdo de la vez que jugamos a las bochas en Campodónico, detrás de una pulpería en medio del campo bonaerense. Fue un viaje en el tiempo.


Tengo un poco de hambre, van a ser las dos y no almorcé. Decido adaptar los pasos siguientes para que el camino me lleve en dirección a casa.


Me cruzo con una mamá canguro: su bebé me mira. Tiene un gorrito de Papá Noel.


*


8) Seguí caminando hasta que veas un forma, color o textura rara. Girá 180 grados.


¿Qué será raro? Acá todo es raro. En cada lugar del mundo, todo es raro. Camino y encuentro cosas como estas:


Flores secas tiradas al lado de un tacho de basura.

Flores secas tiradas al lado de un tacho de basura.


Una sonrisa.

Una sonrisa.


Hello Kitty adentro de un auto

Hello Kitty adentro de un auto


Los colores de esta casa.

Los colores de esta casa.


Esta planta

Esta planta


Esos árboles que parecen brazos

Esos árboles que parecen brazos


Esta no me acuerdo por qué la saqué, pero me gusta.

Esta no me acuerdo por qué la saqué, pero me gusta.


La textura de esta pared.

La textura de esta pared.


Más de cerca.

Más de cerca.


Puede que no sean raras, pero a mí me llamaron la atención.


*


9) Seguí caminando en cualquier dirección hasta que veas un arco o una característica arquitectónica inusual


Puerta con arco.

Puerta con arco.


¿Esta puerta vale como arco, no? Tengo hambre.


Me meto por una calle que nunca caminé y me encuentro con una pared que no tiene que ver con nada.


Esta es la pared que parece salida de otro lugar.

Esta es la pared que parece salida de otro lugar.


Esa chimenea también me llama la atención.

Esa chimenea también me llama la atención.


Y estas dos viviendas, una al lado de la otra, que no tienen nada que ver.

Y estas dos viviendas, una al lado de la otra, que no tienen nada que ver.


*


10) Volvé a casa, pero en el camino seguí buscando algo que te llame la atención


Vuelvo caminando un poco más rápido, pero sigo atenta.


Hay una casa blanca con ventanas verdes, y asomado a una de ellas hay un hombre vestido de rojo, hablando por teléfono. Está para la foto. La realidad nos ofrece imágenes así todo el tiempo, lo único que tenemos que hacer es prestarles atención.


Veo un auto rojo combinando con casa roja.

Veo un auto rojo combinando con casa roja.


Este muñequito en un auto

Este muñequito en un auto


Me gustaron los colores (hay mucho rojo por acá)

Me gustaron los colores (hay mucho rojo por acá)


Una escultura

Una escultura


Y la casa rosa.

Y la casa rosa.


Al principio de este experimento estaba escéptica, pensaba que ya conocía el barrio y que no iba a encontrar nada fuera de lo normal, pero encontré cosas que nunca hubiese mirado con detenimiento de no ser por estas instrucciones.


*


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* Este post pertenece a la serie Viajes sincronizados, en conjunto con el blog “Los viajes de nena”. Podés leer los resultados de la exploración de Lau en su blog.


* El libro que usamos para esta exploración es The Lonely Planet Guide to Experimental Travel. No es muy fácil de conseguir, yo lo compré usado por Amazon y muy barato, pero la última vez que me fijé los estaban vendiendo como ejemplares de colección y bastante caros. Tampoco se consigue en ebook.


* Si quieren sumarse a este experimento, pueden hacer un viaje sincronizado por su barrio o por una ciudad nueva siguiendo las instrucciones de este post. Pueden compartir el experimento usando el hashtag de la serie, #viajessincronizados, y linkear los resultados de nuestro experimento. 


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Aniko Villalba




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Published on January 13, 2015 12:48

January 8, 2015

Cosas que me inspiran (5): kit de supervivencia artística

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Esta serie es mi intento de ser un nexo entre todas esas cosas inspiradoras que encuentro y ustedes. Acá cabe de todo: películas, series, personas, canciones, frases, dibujos. Estas son algunas de las cosas que estuve mirando en estos días.

#1 ARTISTA: Lynda Barry


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Descubrí a Lynda Barry gracias a los libros de Austin Kleon, un autor que ya recomendé en esta serie. Estoy intentando no comprar más libros en papel porque no sé cómo voy a hacer para llevarlos a Buenos Aires, pero los de esta ilustradora/escritora/profesora/artista visual vale la pena tenerlos en versión impresa. Me pedí dos por internet: “What it is” y “Syllabus” y apenas llegaron me sumergieron en su mundo de imágenes, preguntas y creatividad. En “What it is”, Lynda Barry explora preguntas como ¿Qué es una imagen? ¿Dónde están los recuerdos? ¿La energía creativa es contagiosa? ¿Qué es el pasado? ¿Dónde está ubicado? ¿Un sueño es ficción o autobiográfico? Y en “Syllabus” comparte ejercicios de sus clases y propone pautas para escribir y dibujar lo cotidiano. Para mí fue uno de los descubrimientos del año.


Más de Lynda Barry en su Tumblr

Dato: buscando webs de ventas de libros encontré Book Depository (tienen buenos precios y hacen envíos gratuitos a casi todo el mundo)



#2 LIBRO: Especies de espacios de Georges Perec


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Y una foto del autor

Y una foto del autor


Soy de las que leen diez libros a la vez. No puedo ir de a uno. Cuando tres de los libros que estaba leyendo citaron al mismo autor y a su misma obra, lo tomé como una señal. De repente, todos me hablaban de “Especies de espacios” de Georges Perec, uno de los autores franceses más importantes del siglo 20, integrante del grupo Oulipo y con una obra basada en la experimentación literaria. El título me sonaba y ahí me di cuenta de que ya lo tenía: un lector me había regalado el ebook hacía más de un año y yo no lo había leído. Otra prueba de que son los libros los que no encuentran a nosotros.


En “Especies de espacios”, Perec habla acerca de todos los espacios cotidianos en los que nos movemos, de micro a macro: la cama, la habitación, el departamento, las puertas, las escaleras, el edificio, la calle, el barrio, la ciudad y así hasta llegar al mundo. Desmenuza eso que consideramos demasiado normal para analizar y dice, por ejemplo: “De vez en cuando deberíamos preguntarnos dónde estamos”, “Me propuse realizar el inventario de todos los lugares donde he dormido”, “¿Cómo se conoce una ciudad?”, “En todos los sitios encontramos gente que lleve reloj, pero es muy raro encontrar gente que lleve brújula”, “Vivir es pasar de un espacio a otro haciendo lo posible para no golpearse”. Es un libro para leer y releer.



#3 ILUSTRACIÓN: “Mapa del océano”, de Lewis Caroll


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Esta ilustración es de Lewis Carroll. La encontré en “Especies de espacios” y a los pocos días la volví a ver en el blog de Keri Smith. Me encantó.



#4 PELÍCULA: Cashback, de Sean Ellis



“The bad news is that time flies. The good news is that you are the pilot”.


Me gustan mucho las películas que juegan con la temporalidad. Esta me pareció muy original. Cuenta la historia de Ben, un estudiante de arte que se separa de su novia y empieza a tener insomnio. Como no puede dormir, se busca un trabajo nocturno en uno de esos minimarkets 24 hs. Ahí se da cuenta de que tiene el poder de detener el tiempo y de pasear por los momentos congelados.


Más info en IMDb



#5 SERIE: Flight of the Conchords



Esta serie fue una de las mejores cosas que me pasó en el 2014. Me la recomendó Bea, una lectora, y le estaré agradecida por siempre. Flight of the Conchords es el nombre de la banda de Bret y Jemaine, dos músicos de Nueva Zelanda que se mudan a Nueva York para probar suerte. Su manager es Murray, otro kiwi que trabaja en la embajada de Nueva Zelanda y no tiene idea de cómo manejar una banda. Un genio.


Por momentos es desopilante, por momentos absurda, tiene canciones que no van a poder dejar de cantar y algunas escenas que van a querer volver a ver veinte veces. Lo malo es que solo tiene dos temporadas y se ve demasiado rápido. Estoy esperando que pasen unos meses para olvidarme de los detalles y volver a verla.


Más info en IMDb



#6 SERIE: Black Mirror



Otra serie, cortita también, aunque muy distinta a la anterior. Black Mirror es un unitario —es decir que los capítulos no tienen continuidad sino que son historias cerradas— que explora el lado oscuro de la tecnología en nuestras vidas. Está situada en un futuro no muy lejano y lo único que puedo decirles es que es excelente y perturbadora a la vez. Nos hace cuestionarnos situaciones como, por ejemplo, qué pasaría si toda nuestra vida quedara grabada y tuviésemos un control remoto para mirar el pasado, o qué pasaría si pudiésemos chatear con versiones virtuales de personas que murieron, o si la muerte formase parte de un reality show. Cada vez que veo un capítulo me queda dando vueltas en la cabeza durante días.



#7 CHARLA TED: “El arte de pedir”, de Amanda Palmer



En esta charla, Amanda Palmer, música, cuenta cómo haber trabajado de estatua viviente le ayudó a conectar con la gente y le enseñó a pedir ayuda a sus fans. Decidió distribuir su música de manera gratuita en internet, pero pidió la ayuda de sus seguidores para poder hacer posible su proyecto. A través de una web de financiación colectiva, puso como meta juntar 100.000 dólares. 25.000 personas se sumaron y la ayudaron a recaudar más de un millón. En su charla habla acerca de Couchsurfing, crowdsourcing y otras maneras de dar y recibir ayuda.



#8 BLOG: Keri Smith (ilustradora)


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Ya recomendé sus libros en esta serie de posts y ahora les recomiendo su blog. Si bien todo lo que comparte me parece muy interesante, hay algunas joyas como por ejemplo el Kit de supervivencia artística, las 100 ideas (al final del post hay un pdf), las 10 maneras de infundirle tu personalidad a tu trabajo y los secretos del trabajo independiente.


Blog: kerismith.com



#9 DIAGRAMA: Should I work for free? (¿Debería trabajar gratis?)


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Creo que todos en algún momento recibimos alguna propuesta de trabajo por la que no nos ofrecen plata a cambio pero sí otro tipo de remuneración. Y ahí entra de todo: “visibilidad”, “publicidad”, “aprendizaje”, “intercambio”, “oportunidad de crecimiento”. A veces el trueque es bueno, pero también hay gente que se quiere aprovechar. Con esto en mente, y para no tener que romperse la cabeza pensando si aceptar la oferta o no, la ilustradora Jessica Hische ideó y diseñó este diagrama: seguí las flechas para saber si te conviene hacer ese trabajo gratis o no. Una de las cosas más útiles que encontré este mes.


Fuente: shouldiworkforfree.com

Versión en español



#10 ESCRITOR: Pedro Mairal


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Pedro Mairal es un escritor argentino. Tuve la suerte de participar en uno de sus talleres de narrativa y fue un antes y un después, no solo por lo que aprendí sino por el grupo que se formó y porque Pedro me ayudó en algo que hace tiempo estoy tratando de agudizar: la percepción de la realidad. Sus textos son los de alguien que observa todos los detalles y hace todas las uniones posibles entre ellos. Les recomiendo:

– “El gran surubí”, una novela escrita en sonetos, se puede leer online en la web de Orsai

- “El equilibrio”, una recopilación de columnas que escribió para el diario Perfil (algunas están en su blog)

– “Una noche con Sabrina Love”, su primera novela

- Su blog (entren con tiempo y lean, por ejemplo, “Furia importada”, “Autorretrato a los 41″ o cualquiera de las columnas de esta sección)



Bonus #11: Todo lo que ustedes me mandan por correo


Estoy rodeada de las cosas lindas que me están mandando por correo.

Estoy rodeada de las cosas lindas que me están mandando por correo.


Ya recibí origami, hojas de otoño, cartas a mano, flores, cuadros, alfajores, pedacitos de Buenos Aires, postales, pulseras, llaveros y más. Estoy pegando todo en la pared de mi escritorio y le están dando mucho color e inspiración a mi cuarto. ¡Gracias!


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Aniko Villalba




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Published on January 08, 2015 16:41

January 1, 2015

Desbalance de año nuevo

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


The whole future lies in uncertainty: live immediately.

(El futuro está sumido en la incertidumbre: vive de inmediato)

Séneca, De la brevedad de la vida. Escrito en el 55 d.C.


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Acá pasé Navidad este año, en un pueblo de Alsacia, Francia.


Iba a escribir un balance de fin de año pero preferí convertirlo en una reflexión de año nuevo. Si bien cambiar de año no me parece más que algo simbólico —no es que nuestra vida vaya a dar un vuelco solo por pasar del 31 de diciembre al 1 de enero— creo que es bueno usar este ritual de excusa para mirar hacia atrás y reflexionar y para mirar hacia adelante y proyectar. Es como el cambio de estaciones o el paso del día a la noche y de la noche al día: un ciclo necesario para poder ordenar nuestro tiempo y relatarnos nuestra historia.


En estas últimas semanas recibí varios mails con el mismo mensaje: “Envidio tu vida, yo no tuve las mismas oportunidades que vos”, “te odio de manera sana”, “me da rabia conocer vidas como la tuya”, “quiero vivir viajando pero no tengo el coraje”, “tu mundo es bucólico, romántico, envidiable y lejos de mi alcance”. A veces siento que cuando nos ven de afuera creen que porque nos fuimos de viaje nos metimos en una burbuja de felicidad lejos de la tristeza, los duelos, el sufrimiento, la soledad, la frustración, el cansancio, la falta de motivación, el desamor, la desilusión y los problemas. Como si, de golpe, tuviésemos la vida resuelta y nada nos afectara.


Las fotos de este post van a modo de resumen de los lugares que conocí en el 2014

Las fotos de este post van a modo de resumen de los lugares que conocí y los detalles que encontré en el 2014


Entiendo esos mails porque yo también, cuando miraba de lejos, pensaba que esta era una vida ideal. Me veía yendo de un lado a otro, escribiendo frente al mar, inspirada todos los días y con un único sentimiento constante: la felicidad. Y no es que no haga esas cosas o que no me sienta feliz, es que entremedio de esas actividades que tanto me gustan pasan un montón de otras cosas —léase: la realidad— que me siguen afectando sin importar el lugar del mundo en el que esté. Y este año que se acaba de ir fue uno de los más difíciles que me tocó pasar desde que empecé a vivir viajando.


Un nene en Cusco

Un nene en Cusco


2014 fue el año de los duelos. En pocos meses se murieron cinco personas muy cercanas. Todas fueron muertes inesperadas, una atrás de otra, como un dominó. Dos eran amigos que me había hecho viajando: él murió de un paro cardíaco, ella de leucemia. No tenían ni treinta años. La primera muerte, anterior a esas dos, me desencadenó emociones negativas que me costó mucho superar: además de pasarme meses llorando y tratando de entender por qué esa persona se había ido tan de golpe, durante mucho tiempo sentí que la vida había perdido sentido. ¿Para qué esforzarse tanto si al final nos vamos a morir? O ni siquiera al final: puede que nos vayamos mañana, sin aviso, y chau todo. ¿Por qué perdemos tanto el tiempo en cosas que no importan? ¿Será que la vida es pasarse los días sufriendo la muerte de los que amamos?


Un corazón por las calles de Cusco

Un corazón por las calles de Cusco


Hace unos días me topé, por varias vías, con el texto de Séneca “De la brevedad de la vida”. Séneca fue un filósofo, político, orador y escritor nacido en la actual Córdoba (España) durante el Imperio Romano. Escribió este tratado acerca de la vida, la muerte y nuestro uso del tiempo en el siglo 1 d.C. Muchos pasajes siguen siendo tan actuales que da miedo. A lo largo de este texto lo cito varias veces.


Oirás a la mayoría decir: «A partir de los cincuenta me retiraré a descansar, los sesenta años me librarán de obligaciones». ¿Pero quién te garantiza una vida lo bastante larga? ¿Quién dará permiso para que eso salga como dispones? ¿No te da vergüenza reservar para ti los remanentes de tu vida y destinar para el bien espiritual solo ese tiempo que no se puede dedicar a ninguna cosa? ¡Qué tarde es empezar a vivir justamente cuando la vida termina! ¡Qué olvido de nuestra mortalidad tan estúpido aplazar los planteamientos sensatos para los cincuenta o los sesenta años y pretender empezar la vida en un momento al que pocos logran llegar!


De Sudamérica me fui a Europa. Sentía que mi viaje tenía que seguir ahí. Madrid me ofreció color, pero yo seguía viendo un mundo gris.

De Sudamérica me fui a Europa. Sentía que mi viaje tenía que seguir ahí. Madrid me ofreció color, pero yo seguía viendo un mundo gris.


Durante el 2014 estuve tan triste que me costó mucho viajar. Me fui de Buenos Aires porque sabía que si me quedaba me iba a sentir peor. Confié en que el viaje me iba a curar, pero costó mucho. Salir de mi zona de confort me fue muy difícil, me sentí incómoda como huésped, me costó comunicarme con la gente porque no tenía nada para dar ni para decir, perdí la motivación con mi trabajo, dejé de disfrutar los viajes como antes. Y entendí, a la fuerza, que cuando estás mal, estás mal donde sea y aunque estés haciendo lo que más te gusta.


Tuve algunos remansos de alegría, como Altea, en España.

Tuve algunos remansos de alegría, como Altea, en España. Tampoco es que estuve mal todo el tiempo, pero mi sentimiento de base era la tristeza.


Puertas y dibujos

Puertas y dibujos


Arte callejero en Barcelona

Arte callejero en Barcelona


Rayuela en París

Rayuela en París


Liverpool

Liverpool


2014 fue el año de la soledad y la desilusión. Volví a lugares que me habían encantado y me desilusioné. Fui a lugares que quería conocer y me desilusioné. Viajé en pareja y no fue como esperaba. Me separé y volví a ser yo contra el mundo. Yo, sola, solitaria, en soledad. Como me costó viajar, me desilusioné de mí misma como viajera. Como tuve un bloqueo de escritura durante meses, me desilusioné como escritora. Me pregunté si estas actividades eran de verdad mi vocación o cosas que me habían salido bien por un tiempo pero que ya no me motivaban. Y aunque sé, como me dijo un amigo, que la vida es una rueda y a veces estamos arriba y a veces abajo, me costó confiar en que el tiempo cambiaría las cosas.


Soledad

Soledad


Ilustración: vero gatti

Ilustración: vero gatti


Pero un día, casi sin darme cuenta, la tristeza se empezó a ir. Una tarde, cuando terminé de escribir “El lado oscuro de los viajes”, llamé a mi mamá llorando para decirle lo sola y perdida que me sentía. Esa misma noche lo conocí a L. Fue inesperado y pensé que no iba a durar. Nos fuimos de road-trip juntos, de Francia a Hungría, y después de unos meses me pidió que me quedara un tiempo en Francia con él. Le dije que no, que yo viajaba y que tenía que seguir viajando y bla bla bla. Un blablabla que no me convenció ni a mí. Así que acepté frenar en Biarritz, en principio por unas semanas, para probar, y al poco tiempo la tristeza se aburrió y me dijo chau: “Yo sigo viaje, que la pases lindo”. El bloqueo creativo también se fue con ella y empecé a sentirme mejor. Y me di cuenta de que lo que necesitaba no era viajar sino frenar, escuchar a ese lado no-viajero mío y aceptar que necesito ese ciclo de viajar-frenar-viajar-frenar para encontrar mi equilibrio. Y entendí que la vida siempre nos manda lo que necesitamos, nos pone una solución del mismo tamaño que nuestro problema, una solución que está ahí pero que hay que saber ver.


Juro que la primera vez que vine no pensé que terminaría viviendo acá.

Juro que la primera vez que vine no pensé que terminaría viviendo acá.


Y ahora amo este mar.

Y ahora amo este mar.


Ahora, mirando en perspectiva, puedo decir que 2014 fue el año de los golpes pero también fue el año de algo que para mí terminó siendo lo más positivo: la desidealización. Casi siete años después de haber empezado me di cuenta de que viajar no me hizo llegar al nirvana ni alcanzar un estado de iluminación ni me convirtió en mejor persona o en superhéroe. Entendí que mi felicidad no está basada solo en el viaje en sí, sino en tener la libertad de poder elegir cómo vivir, y cómo y con quién pasar mi tiempo. Y al final, más allá de mi amor por los viajes, eso es lo que quiero transmitirles: que se puede vivir de otro modo, que somos libres de inventar nuestras reglas, que estamos acá para algo y que tenemos que aprender a ser dueños de nuestro tiempo. La vida se hace corta si la vivimos para otros o si la desperdiciamos tratando de cumplir expectativas ajenas. “La vida, si sabes usarla, es larga”, dijo Séneca en el siglo 1 d.C. Cuesta más, porque implica salirse del camino señalizado, pero se puede.


El viaje a Islandia fue otro remanso de felicidad en un año difícil.

El viaje a Islandia fue otro remanso de felicidad en un año difícil.


“Sé el cambio que quieres ver en el mundo”


“Suelo extrañarme cuando veo a los unos pedir tiempo y a los otros, los solicitados, dispuestos a dárselo. Unos y otros atienden a aquello por lo que se pide el tiempo, ninguno al tiempo en sí: se pide como si no fuera nada, como si no fuera nada se da. Se juega con el bien más valioso de todos, pero los engaña el que sea un bien incorpóreo, el que no esté a la vista, de manera que se considera muy barato, más todavía, que su precio es casi nada.”


“Créeme, es propio de un personaje grande y levantado por encima de los extravíos humanos no consentir en que le sorban ni una pizca de su tiempo, y su vida se hace larguísima justamente porque toda su extensión queda disponible para él solo.”


Otro momento alegre fue el viaje que hice con mi prima Flavia y sus amigas por la Provenza francesa.

Otro momento alegre fue el viaje que hice con mi prima Flavia y sus amigas por la Provenza francesa.


Tan llena de flores y colores.

Tan llena de flores y colores.


Y macarrons. Comer macarrons fue una de las mejores cosas que me pasó este año.

Y macarrons. Comer macarrons fue una de las mejores cosas que me pasó este año.


En el 2014 me di cuenta, también, de que cada vez me considero menos viajera y más freelancer / trabajadora independiente / nómada digital / location-independent worker o como quieran decirle. Me siento cada vez más alguien que ama escribir y que busca el movimiento, la adaptación, la variedad cultural y el cambio de paisaje para inspirarse. También entendí que a la frase “Do what you love and the rest will come” (Hacé lo que amás y el resto vendrá solo) hay que agregarle otra cláusula: Do what you love, work hard, and the rest will come (Hacé lo que amás, trabajá mucho, y el resto vendrá solo). Aunque visto de lejos no lo parezca, todos los que están viviendo de su pasión pusieron muchísimas horas de trabajo invisible por detrás. Trabajo que no se siente como trabajo, ya que cuando uno hace lo que ama lo disfruta, pero que sigue requiriendo esfuerzo, empuje, constancia, dedicación y confianza en uno mismo.


Mensajes en el Muro de John Lennon, Praga

Mensajes en el Muro de John Lennon, Praga


Quedarme quieta en un lugar desencadenó muchas cosas:


1. Volví a tener una biblioteca y un buzón, combinación peligrosa, así que pude comprarme libros en papel. Esos libros me fueron llevando a otros libros y me hicieron descubrir a un montón de autores. Empecé a rodearme de cosas que me inspiran y así me desbloqueé.


2. Volví a estudiar. Este año descubrí dos páginas espectaculares que quiero compartir con ustedes: Duolingo, una web y aplicación gratuita para aprender idiomas con la que estoy estudiando francés, y Skillshare, una web con cursos online de fotografía, diseño y escritura, entre otras cosas, en la que estoy estudiando hand lettering (se paga por mes, pero lo vale. Si se suscriben a través de mi enlace, tienen un mes gratis). Aguante el aprendizaje autodidacta.


3. Estas webs, a la vez, me abrieron mundos nuevos: el de gente que vive haciendo lo que le gusta y que se agrupa en comunidades, reales o virtuales, para compartir sus logros, sus errores, su aprendizaje y su vulnerabilidad.


4. Volví a sentirme bien, en equilibrio, y eso me hizo sentirme lista para escribir otro libro. Que, supongo, es como decir que estoy lista para tener otro hijo.


El viaje a las raíces fue otro punto fuerte del 2014.

El viaje a las raíces fue otro punto fuerte del 2014.


El roadtrip a Budapest, también.

El roadtrip a Budapest, también.


Se convirtió en otra de mis ciudades preferidas.

Se convirtió en otra de mis ciudades preferidas.


Pero el punto más fuerte de toda esta desidealización y golpes de realidad que me dio el 2014 fue darme cuenta de que la vida es ahora: no cuando me compre tal cosa ni cuando vaya a tal lugar ni cuando publique tal libro ni cuando mi blog sea de tal manera ni cuando me reconozcan por tal cosa ni cuando termine de estudiar ni cuando tenga hijos ni cuando nada. La vida no es eso que te va a empezar a pasar cuando termines el colegio o la facultad, cuando te vayas de viaje, cuando tengas lo que te falta. La vida es esto, es ya, y si no te das cuenta se va rápido, se te escapa de las manos. How we spend our days is, of course, how we spend our lives, dijo Annie Dillard, escritora.


Imagen vista en Biarritz

Imagen vista en Biarritz


Por eso si querés viajar viajá, si querés dibujar dibujá, si querés hacer música hacé música, si querés construir cosas construí cosas, si querés contar tu historia contá tu historia. Pero no regales tu tiempo y no lo pierdas mirando a otros y diciendo qué envidia, qué linda vida que tenés, yo no puedo hacer lo mismo que vos. Basta de excusas, basta de pensar que no se puede, basta de dejar que los días te pasen por encima, basta de estar esperando un cambio para empezar a vivir como soñás, basta de piloto automático, basta de no ser conscientes de lo que nos pasa minuto a minuto. A uno de los chicos que me escribió el mail de “yo no puedo” le dije: “No mires mi mundo como romántico y envidiable, porque eso lo hace parecer irreal e inalcanzable, solo para unos pocos, y no es así: mi mundo es fruto de mis elecciones y es tan imperfecto como el tuyo o el de cualquier persona, porque es real. No tengo una vida perfecta, trabajé mucho para poder vivir así, y sabé que se puede”.


Let it snow, let it be

Let it snow, let it be


Así que feliz año nuevo, feliz no-año nuevo, feliz vuelta al sol. Festejen, no festejen, pásenlo como quieran. Pero acuérdense que estamos todos en el mismo barco, vamos todos al mismo lugar y no hay nada mejor que sentirse acompañado en este viaje.


“Nadie te restituirá esos años, nadie te devolverá tu propia persona. La vida seguirá su camino sin volver hacia atrás ni detener su carrera. No armará alboroto, no te dará ningún aviso de su velocidad: se deslizará callada. No será más larga por mandato del rey ni por aprobación del pueblo. Así como empezó a correr desde el primer día, seguirá corriendo sin hacer pausas. ¿Qué pasará? Tú habrás estado ocupado mientras la vida se aceleraba. Mientras tanto llegará la muerte, para la cual, lo quieras o no, habrás de tener tiempo de sobra.” *


gapingvoid

Fuente: gapingvoid.com


* Todas las citas de este texto, como mencioné arriba, pertenecen a De la brevedad de la vida, de Séneca, escrito en el siglo 1 d.C. Les recomiendo mucho ese texto.



La entrada Desbalance de año nuevo aparece primero en Viajando por ahí.

Aniko Villalba




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Published on January 01, 2015 09:08

December 22, 2014

Música para viajar en auto a Barcelona

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


La semana pasada, L. y yo nos fuimos de road trip a Barcelona. Fue un viaje no planeado y en modo relámpago: cuando Lau y Juan, amigos viajeros, me dijeron que iban a estar de paso en la ciudad por dos días, dije vamos para allá. Y nos fuimos. El viaje en auto desde Biarritz duró casi ocho horas. Como no tenemos manera de conectar el teléfono a los parlantes del auto, hice zapping de radio y dejé que la lista de canciones se arme sola. Quedó algo así.


Música random para viajar en auto a Barcelona:


1. Maria – Blondie



—Me encanta esta canción. Fue uno de los primeros temas que me bajé en el Napster, en mis inicios de internet —le digo a L.


Todavía estamos del lado francés, viajando por una ruta nacional que pasa por St Jean de Luz, Hendaye y otros pueblos vascos lindísimos. Decidimos no ir por autopista para evitar los peajes, así que tenemos unas dos horas extra de viaje.


Lo de Napster me hace reflexionar acerca del inicio de las cosas (mientras escribo esto estoy teniendo un déjà-vu, no sé de qué):


—¿Te acordás de la página que me mostraste con esas webs armadas en Geocities? Hoy nos parecen horribles pero en su momento eran las primeras páginas de internet y la gente las leía. Creo que visto con tiempo y humor, el inicio de cualquier cosa termina siendo ridículo si se lo compara con lo actual. A veces siento que somos como monos con navajas: nos dan internet y nosotros hacemos lo que podemos.


*


2. Don’t speak – No Doubt



Los temas retro van bien con los road trips, pienso. En esta radio también pasan Karma Chameleon y una de los Guns’n’Roses. Me acuerdo de cuando tenía dieciséis.


Le pido a L. que me diga un trabalenguas en francés. Me dice: un chasseur sachant chasser sans son chien est un bon chasseur. Yo le enseño tres tristes tigres comen trigo en un trigal y Pablito clavó un clavito qué clavito clavó Pablito.


*


3. Trail of broken hearts – k.d. Lang



Cruzamos a España, pasamos Pamplona —pamplemousse, según yo, porque me suena parecido— y de golpe aparecen los Pirineos, con la nieve iluminada por el sol. No paro de decir: woooowww!


Cuando termina esta canción, el locutor dice: “…vamos por un camino difícil…” y justo al lado aparece el río y la ruta se vuelve sinuosa. Es un camino lindísimo.


*


4. Blues for Hubert Sumlin – Ronnie Earl 



Esta canción va perfecto con el paisaje por el que estamos pasando. Siento que estamos adentro de Jurassic Park. Hay montañas, río, bosque y un pueblo en ruinas del mismo color que las montañas. Me hace acordar a la kasbah de Ait Benhaddou en Marruecos. Me dan ganas de bajarme ahí y ponerme a explorar ese pueblo abandonado.


Esta foto la saqué con el teléfono y en movimiento, pero para que se den una idea del pueblo en las rocas.

Esta foto la saqué con el teléfono y en movimiento, pero para que se den una idea del pueblo en las rocas.


Quiero saber cómo se llama este tema. Es largo, intento no distraerme para no perderme la voz del locutor. Después me entero que se llama “Blues for Hubert Sumlin”, pero yo al locutor le entiendo “Blues for humans only” y pienso qué buen título.


*


5. One day / Reckoning song – Asaf Avidan



Cambio de radio porque la estación anterior se queda sin señal. Suena un hit. Me pregunto si los hits de acá son los mismos que están sonando en Sudamérica. No tengo ni idea. De a ratos me digo pf sí, obvio, la industria discográfica se vende en todo el mundo y de ratos digo mmm no sé, quizá por allá los hits radiales son otros. Estas canciones no son de viaje pero yo las escucho siempre en la ruta, así que para mí quedaron asociadas al movimiento.


*


6. Addicted to you – Avicii



Otro hit muy pegadizo. Como el anterior, es un tema no rutero pero que puesto en un viaje en auto combina bien. En realidad todo combina con todo, la vida consiste en buscar la conexión invisible entre las cosas, leí en alguna parte.


*


7. Stolen dance – Milky Chance



—Poné Milky Chance.


Apago la radio y escuchamos música, muy bajita, desde el teléfono.


—Tenemos que conseguir algún parlante portátil.


Esta es una banda que descubrí acá y me encanta, pero no tengo idea si por allá se escucha. Cuentenme.


*


8. Instant Crush, Daft Punk ft. Julian Casablancas



—Me parece que nadie toma esta ruta para ir a Barcelona.


Está todo vacío, y eso que es viernes. Hacemos Pamplona – Huesca – Lleida – Barcelona. Hay zonas con paisajes que parecen de otro planeta: formaciones rocosas altísimas, pueblos muy chiquitos en la base.


 


Espectacular esa formación rocosa.

Espectacular esa formación rocosa.


Hay partes me hacen pensar en rutas de Estados Unidos por las que no estuve.


—Acá podría estar Twin Peaks*.


*Twin Peaks es el pueblo protagonista de la serie del mismo nombre, dirigida por David Lynch y muy recomendada.


*


9. Tous les mêmes – Stromae



Se hace de noche. Pongo esta canción con el teléfono. Me intriga mucho: ¿se escucha Stromae del otro lado del charco? Acá es muy famoso, yo no lo conocía. Es belga, tiene 29 años y su música mezcla hip hop con electrónica con influencias africanas. Lo vi en el Festival Sziget en Budapest: tocó en una de las carpas cerradas y hubo tanta gente que muchos se quedaron afuera.


*


10. Malegría – Manu Chao



—Poné Manu Chao.

—¿Qué canción?

—Malegría.

—¿Cuál? No inventes.

—Sí, Malegría. Aunque puede que sea de Mano Negra.

—A ver, tarareala.

Tararea algo que ni idea y que no tiene nada que ver con el tema.

—No existe. Otro.

Y cuando miro la lista de temas, ahí está. Lo peor es que lo escuché mil veces pero nunca retuve el título. Según Manu Chao, la malegría es una tristeza que se combate con la risa.


Barcelona nos espera.

Barcelona nos espera.


El GPS dice que faltan veinte minutos para llegar a Barcelona. Me acuerdo de una de las pautas del libro “101 experiencias de filosofía cotidiana”: Hacé de cuenta que el mundo se termina en veinte minutos. Me imagino una situación post-apocalíptica: ¿Y si llegamos a Barcelona y hay un terreno baldío? Aquí estuvo Barcelona, población actual: 0. ¿Y si un día a las ciudades se les da por jugar y cambian de lugar? Bienvenido a Estambul. ¿Pero cómo? Si yo iba a BarceBienvenido a Estambul, no pregunte. ¿Y si los países cambiaran de lugar? Esto ya me lo pregunté cuando estaba por viajar a Islandia, y no me parece una mala idea.


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Llegamos a las diez de la noche. Esa noche duermo mal, tengo frío e insomnio. La segunda noche, lo mismo. El tercer día me agarra un dolor muy fuerte en la rodilla y casi no puedo caminar. Estoy como la antiviajera. Extraño Biarritz, mi cama, mis libros. ¿Está bien? ¿Está mal? No sé, me pasa eso. Tengo homesickness: dícese del síndrome de extrañar tu hogar.


¿Ya les dije que me cuesta mucho viajar cuando estoy en modo estático? Me cuesta mucho viajar cuando estoy en modo estático. Es como si me sacaran a la fuerza de la cueva cuando estoy hibernando y me pusieran en un espacio abierto contra mi voluntad. No es que la pase mal, es que si no estoy mentalizada para eso, todo me incomoda. Por eso creo que para viajar hay que alinear las ganas y el estado mental: hay que querer hacerlo con la cabeza y con todas las partes del cuerpo.


Algo de arte callejero visto en Barcelona

Algo de arte callejero visto en Barcelona


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Y mi libro a la venta en Altair, una librería de viajes :)

Y mi libro a la venta en Altair, una librería de viajes :)


Otra cosa que me pasa es que me cambió el ritmo interno. Siempre me jacté de ser una chica de gran ciudad, de padecer y a la vez disfrutar ese caos de los lugares llenos de gente, y ahora no me reconozco como tal. Vivir en una ciudad-pueblo donde la vida transcurre tan lenta me hace sentir que en otros lugares —en este caso, Barcelona— todo va demasiado rápido. Nunca había vivido varios meses en un lugar chiquito y creo que me gusta, sobre todo si estoy en etapa de escritura. También me gusta sentir que convertí a un lugar en mi hogar, aunque sea temporario.


Barcelona

Barcelona


El hospital de Sant Pau

El hospital de Sant Pau


Uno de mis lugares preferidos: el jardín de los cactus de Mossèn Costa i Llobera, en Montjuic

Uno de mis lugares preferidos: el jardín de los cactus de Mossèn Costa i Llobera, en Montjuic


La Sagrada Familia

La Sagrada Familia


Pero rápida o no, Barcelona tiene cosas que siempre me sorprenden. Como su olor. Hay un olor a Barcelona que no sabría describir del todo pero que es una mezcla de madera y perfume. Lo más lindo de este olor es que siempre me lo olvido, entonces cuando lo siento, donde sea, enseguida pienso en Barcelona. Es automático. Me pasó de sentirlo de manera muy fugaz en otras ciudades y supe que ese olor no era de esa ciudad sino de Barcelona, y llegó hasta ahí quién sabe cómo o gracias a quién. Esta vez lo siento la primera mañana, cuando me despierto sin recordar muy bien dónde estoy: ese olor a madera de casa antigua me hace reconocer el espacio.


El arco de triunfo

El arco de triunfo


Pasamos unos días ahí con los chicos y volvemos para Francia. La misma ruta a la inversa: Pirineos al costado, algo de autopista porque nos equivocamos de salida, música. El único tema de la vuelta que me queda pegado es este:



Suena justo cuando estamos a pocas cuadras de casa. En vez de subir por nuestra calle, L. da una vuelta completa a la rotonda y estaciona el auto frente al mar. Son las nueve de la noche, hay un viento que me vuelo y hace frío, pero nos quedamos un ratito mirando el mar desde un parking vacío. Después a la casa y a retomar el ritual de los últimos meses: mirar series, leer, escribir, dibujar, estar quieta. Estar.


We are all mad here.

We are all mad here.


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Algunas recomendaciones sueltas:

* Hablando de viajar o no viajar por autopista, hay un libro muy interesante de Julio Cortázar y su mujer Carol Dunlop: Los autonautas de la cosmopista o Un viaje atemporal París-Marsella. La pareja decide viajar de París a Marsella en su combi roja durante un mes sin salir nunca de la autopista. El libro relata los treinta y tres días que pasan ahí adentro, en ese universo de asfalto.


* 101 experiencias de filosofía cotidiana (de Roger Pol Droit) es un libro que ahora mismo me gustaría tener encima, pero quedó en Buenos Aires. Propone juegos simples como viajar en tren sin fijar un destino, seguir el movimiento de las hormigas, decir tu nombre en voz alta en una habitación vacía, ducharte con los ojos cerrados y otras consignas para agudizar la percepción de la realidad.


* Les recomiendo mucho la serie Twin Peaks, de David Lynch. Empieza con el asesinato de Laura Palmer, una estudiante del pueblo de Twin Peaks y la investigación va derivando en cosas rarísimas. Todavía no la terminé pero cada vez se pone mejor. Son dos temporadas.


* Esta es mi lista de Música para caminar por Bruselas.


* Y estos son otros posts que le dediqué a Barcelona:

– Pasó (Razones por las que me enamoré de Barcelona)

– vivir/viajar (o Por qué me cuesta tanto escribir acerca de Barcelona)

Carcelona

Carcelona Reloaded

– Por las calles de Barcelona

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Aniko Villalba




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Published on December 22, 2014 11:08

December 10, 2014

Mapa subjetivo de Biarritz

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


The ordinary is extraordinary

(Lynda Barry)


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I.


Escribí: esta va a ser la primera navidad que voy a pasar en invierno. Y enseguida me di cuenta de que no. Pero me gusta la frase y la voy a dejar. Esta va a ser la segunda navidad que voy a pasar en invierno: la primera fue hace tres años, cuando viajé a España y conocí a mi familia asturiana.


Juré que no iba a pasar otro invierno en Europa. Pero uno hace planes y ellos se deshacen solos. También juré que no iba a vivir en Francia y acá estoy.


L. y yo nos vamos a ir a Estrasburgo a pasar las fiestas con su familia. Otro road-trip juntos, esta vez sin cruzar fronteras.


—Las decoraciones de Navidad que hay allá son impresionantes, te va a encantar. Eso sí, va a hacer mucho frío.


—¿Va a nevar?


—No creo.


Sigue pendiente la Navidad con nieve, entonces.


Acá ya está todo decorado.

Acá ya está todo decorado.


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Hasta en mi pileta es navidad

Hasta en mi pileta es navidad


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II.


Mi hábitat: la casa-cueva.


Vivo en una casa que está a menos de dos cuadras del mar. No salgo mucho. Hace frío, llueve bastante y estoy en período de reclusión creativa. Lo de que soy cíclica lo descubrí hace un tiempo. Antes me parecía mal frenar en medio de un viaje, me daba vergüenza, me sentía menos viajera. Ahora sé que es necesario: para mí, al menos, es necesario.


Desde que frené recuperé la felicidad y la inspiración. Es casi una paradoja. Tuve que irme de viaje triste para poder frenar después de un año y volver a estar contenta. Pero si me hubiese quedado quieta en Buenos Aires no hubiese sido lo mismo: necesitaba el proceso.


Estoy rodeada de las cosas lindas que me están mandando por correo.

Estoy rodeada de las cosas lindas que me están mandando por correo.


Me mandaron flores con olor y todo!

Me mandaron flores con olor y todo!


Estoy abusando del buzón y comprando libros por internet. Que alguien me frene porque no sé cómo voy a hacer para volver a Argentina con tanto peso.

Estoy abusando del buzón y comprando libros por internet. Que alguien me frene porque no sé cómo voy a hacer para volver a Argentina con tanto peso.


Me rodeo de cosas que me inspiran. Como los libros de Keri Smith.

Me rodeo de cosas que me inspiran. Como los libros de Keri Smith.


Y los textos de Austin Kleon (fuente: austinkleon.com)

Y los textos de Austin Kleon (fuente: austinkleon.com)


Y miro series que me gustan. (Gracias Bea por recomendarme The Flight of the Conchords, estos chicos son mis nuevos ídolos)

Y miro series que me gustan. (Gracias Bea por recomendarme The Flight of the Conchords, estos chicos son mis nuevos ídolos. Pronto lo recomendaré en mi serie de cosas que me inspiran.)


III.


Cada vez que salgo a caminar por Biarritz tengo los mismos pensamientos:


1. No puedo creer lo lindo que es este lugar.


2. ¿De dónde salió esta arquitectura?


3. No me quiero ir. Sé que en algún momento me voy a ir, pero no me quiero ir.


4. Es la primera vez que me quedo tanto tiempo en un lugar.


5. No sé si voy a volver de visita cuando ya no viva acá, este lugar va a quedar tan lleno de recuerdos que me van a dar ganas de llorar.


Magia pura.

Magia pura.


Al menos, esto es magia para mí.

Al menos, esto es magia para mí.


Hay batiseñales.

Hay batiseñales.


Carteles que dicen la verdad.

Carteles con sentimientos.


Pisos psicodélicos.

Pisos psicodélicos.


Casas que me encantan.

Casas que me encantan.


Mi preferida es esta.

Mi preferida es esta.


Decidí empezar a sacar fotos de los lugares y situaciones normales. Este es un negocio que está frente al correo.

Decidí empezar a sacar fotos de los lugares y situaciones normales. Este es un negocio que está frente al correo.


Un espacio en reparación, frente al mercado.

Un espacio en reparación, frente al mercado.


La librería-papelería en la que compro cosas.

La librería-papelería en la que compro sobres, papel y cosas.


Esta casa está justo enfrente del correo.

Esta casa está justo enfrente del correo.


A veces hago la misma ruta y a veces me pierdo. Siempre encuentro cosas en la calle, como por ejemplo:


– Una llave de auto


– Un espejo retrovisor roto


– Un espejo entero, apoyado contra un auto


– Un auto antiguo


– Una casa que me encanta


– Gatos


– Una tarjeta con la dirección de un coiffeur


– Un guante azul


– Un zapato de bebé


– Paraguas


– Un oso de peluche


Una de mis partes preferidas de la ciudad está acá nomás: es un laberinto de calles angostas y casas de colores. Cuando camino por ahí siento que estoy en un lugar que no existe en la vida real.


Encontré un auto con hojitas de otoño.

Encontré un auto con hojitas de otoño.


Detalles del mismo auto.

Detalles del mismo auto.


Banderín.

Banderín.


Un oso encerrado

Un oso encerrado


Un viajero a pie

Un viajero a pie


Fachadas

Fachadas


Gente en el mar

Gente en el mar


Gatos.

Gatos.


Más gatos.

Más gatos.


Mensajes

Mensajes


Cielos

Cielos


Plantas.

Plantas.


Olas.

Olas.


Barcos.

Barcos.


Surfers que se animan con el frío.

Surfers que se animan con el frío.


Y un invierno inminente.

Y un invierno inminente.


Y más cosas que dibujé acá (este es un ejercicio del libro

Y más cosas que dibujé acá (este es un ejercicio del libro “Acaba este libro” de Keri Smith)


IV.


La gente se pregunta (me pregunta) qué hago todos los días en Biarritz, cómo es mi rutina. Creo que se imaginan de todo. Muchos piensan que estoy en París, porque asocian Francia con la capital, y yo estoy casi a diez horas, en el límite con España.


Deberían preguntarme qué hago todos los días en mi casa-cueva, porque mi hábitat ahora es este. Mi rutina acá no es de viajes sino de escritura. Estoy escribiendo otro libro, les digo. Estoy intentando escribir otro libro. Estoy metida en la cueva. Estoy con L. Estoy bien.


Y si tuviese que describir un día cualquiera, o una mezcla de días cualquieras, diría que las cosas que me pasan acá son más o menos así:


Me despierto,

a veces con la alarma,

a veces con la luz del sol,

a veces con la luz del ipad de L.

Estaba soñando, le digo.

Soñaba que para hacer cambios en el php teníamos que bailar y actuar una escena,

soñaba que cruzaba a España para ir a una verdulería muy incómoda, con un montón de escaleras caracol,

soñaba que teníamos vacas en el jardín

y que yo estaba en la proa de una lancha y casi salgo volando.

Leo un rato en la cama,

miro videos,

hago una lista en mi cuaderno,

o me doy vuelta,

me acurruco y sigo durmiendo.

Pero en general no quiero que eso pase,

no me gusta dormir tanto,

después no funciono bien.

Me levanto,

abro la ventana,

si hay sol, digo: hay sol,

si llueve, digo: llueve.

Pongo el agua para el té

y lo tomo sin azúcar

y frío,

yo el té lo tomo siempre frío.

Me preparo tres tostadas,

con mermelada de durazno y queso,

y las como en la cocina.

Después llevo la taza al escritorio y me siento:

tengo que escribir.

Primero voy a responder mails,

tengo varios pendientes,

también chequeo si tengo mensajes en facebook,

retuits en twitter,

likes en Instagram.

Leo los diarios, a ver qué pasa en el mundo,

reviso el buzón,

me fijo si la ropa se secó,

miro por la ventana.

Tengo que escribir,

pero se hizo medio tarde, tengo hambre, ¿vos tenés hambre?

Voy a preparar una tarta.

Mientras se cocinan los puerros, limpio.

“Es día de escritura, por eso la casa está tan limpia”, me dijo G.

Ella también escribe, ella me entiende.

Así que paso la escoba,

saco la basura,

lavo los platos,

ordeno.

Abro la heladera:

qué sucios que están los estantes,

esos cajones están llenos de migas,

eso está vencido.

Limpio la heladera,

la limpio a fondo,

saco todo, paso el trapo, vuelvo a guardar las cosas.

Ahora sí:

tengo que escribir.

Pero primero hay que comer.

Estoy por meter la tarta en el horno y se me cae,

se me caen los puerros sobre la puerta del horno y quiero llorar.

Rescato lo que no tocó el piso,

vuelvo a armarla,

la meto en el horno con cuidado.

La tarta caída pasa a formar parte de mi lista de accidentes domésticos, junto con:

la tortilla que se me cayó sobre el fuego cuando la di vuelta,

el arroz del sushi que cociné mal y se desarmó,

el huevo poché que derribé sobre la mesa,

el papel vegetal que se me quemó con la hornalla,

el medio kilo de azúcar que se me cayó adentro del café.

Comemos.

Tengo que escribir.

Vuelvo a revisar el buzón, por si pasó el cartero.

No hay nada.

Salió el sol,

no puedo estar encerrada,

mudo mi escritorio al jardín.

Llevo mis cuadernos y mis libros de escritura creativa

y me siento con las piernas cruzadas sobre la silla.

Miro la casa de enfrente, sus líneas rectas y diagonales.

“Uno mira las cosas bien cuando las dibuja”.

Dibujo, entonces.

Copio las líneas de la casa en lápiz,

no tengo goma así que no puedo borrar.

Más tarde le muestro el dibujo por skype a mi mamá, que es arquitecta, y se pone orgullosa de ese dibujo tan malo.

Tengo que escribir,

pero me duele la espalda: mejor voy a la pileta.

Nadar y escribir son las dos actividades que mejor me hacen sentir y que más me cuesta empezar.

Nado una hora y me lleno de ideas.

No me las quiero olvidar, así que mientras vuelvo caminando a casa se las cuento al grabador del teléfono.

Paso por el supermercado,

entro,

siempre hace falta algo.

Compro chocolate.

Compro más pan.

Compro verduras.

Compro croissants, a veces.

La pileta me da hambre.

Cuando salgo, los dos hombres que están sentados en la vereda me saludan,

como todos los días:

bonjour mademoiselle !

Bonshur,

les digo,

con mi acento tan argentino.

Vuelvo a casa,

lo abrazo a L.,

nos tomamos un café.

Me llegan noticias por whatsapp:

nació S.,

murió S.,

V. volvió a Buenos Aires,

O. ya tiene celular,

A. se está por casar.

Tengo que escribir.

Pero estoy tan cansada,

la natación me agotó,

mejor me meto en la cama y sigo desde ahí.

Mudo mi escritorio al colchón,

respondo mails, reviso facebook, miro twitter, leo los diarios.

Se me ocurre una idea para el libro,

la anoto en mi cuaderno, prefiero desarrollarla a mano.

Pienso en que quiero volver a tener el pelo corto,

la pileta me lo está destruyendo.

Se me pega una canción,

tengo que mirar el videoclip.

Afuera llueve,

hay viento,

ya es de noche.

El cuarto es como una estufa,

el aire está pesado, calentito.

Tengo que escribir.

Se nos pasó la hora de cenar,

qué tarde que es.

Comamos una pizza.

¿Querés ver una peli?

Dale, a esta hora ya no me da la cabeza para escribir.

Y empieza la pelea por la película,

que al final ni importa porque yo me voy a quedar dormida igual,

a menos que sea Star Trek,

The Lost Room,

o alguna de esas que juegan con la temporalidad.

Antes de apagar la luz agarro unos de mis journals,

que tiene una pregunta por día,

como cuál sería tu trabajo ideal del día o qué comiste esta semana

y la respondo.

Y después me quedo dormida,

y tengo un sueño lúcido con un caballo que entiende lo que le digo

y con un cuarto lleno de heladeras.

Y sé que aunque hoy no escribí nada,

estuve escribiendo todo el día.


Mi vida en Biarritz.

Mi vida en Biarritz.


El lugar que me cura.

El lugar que me cura.


Y más palabras sabias de Austin Kleon.

Y más palabras sabias de Austin Kleon.


* Todas las fotos de este post las saqué con el teléfono. Hay más en mi Instagram.


La entrada Mapa subjetivo de Biarritz aparece primero en Viajando por ahí.

Aniko Villalba




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Published on December 10, 2014 08:45

December 5, 2014

Cosas que me inspiran (4): películas para viajar

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Cosas que me inspiran es una dosis quincenal de todos esos videos, libros, autores, películas, canciones, charlas que me ayudan a procrastinar, digo, que me inspiran a pensar distinto a y mirar el mundo con otros ojos. La serie de hoy está dedicada a películas que me hacen viajar. Como digo siempre: puede que conozcan algunas y que otras no les gusten, y puede, también, que una les caiga justo, como si les estuviera leyendo la mente.

Esta semana me la pasé mirando películas. Tarea para el blog, según yo. Varios de ustedes me pidieron que les recomiende películas de viajes, así que armé una lista de las que había visto y me puse a investigar en internet. Hay un montón, así que este post tendrá segunda parte. Y tercera.


La lista que comparto acá es variada: hay películas acerca de gente que se va de viaje y hay películas que reflejan muy bien un lugar o cultura del mundo. Es decir, en algunas lo central es el movimiento, la acción de viajar, y en otras lo importante es el escenario donde ocurren, el espacio que muestran. No son ni las mejores ni las que tienen que ver antes de viajar ni las top nada. Son películas que me gustan y que me dan ganas de viajar por este planeta.


baraka


1. Baraka (Ron Fricke, 1992)


Baraka es poesía en imágenes. Es una película sin diálogo, narrada con fotografías en movimiento, que muestra escenas cotidianas de distintas partes del mundo: naturaleza, tribus, monjes, danzas, celebraciones, vida urbana, lentitud, velocidad, fábricas, trabajo, pobreza. En una hora y media nos lleva a dar la vuelta por muchas culturas y costumbres del mundo.


*


home


2. Home (Yann Arthus-Bertrand, 2009)


“We know that the solutions are there today. We all have the power to change. So what are we waiting for?”


Home es un documental del fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand, conocido por su serie de imágenes La tierra vista desde el cielo. En Home muestra, a través de tomas aéreas filmadas en más de cincuenta países, el daño ambiental que el ser humano le está haciendo al planeta. Esta es una de esas películas que todos deberíamos ver para darnos cuenta de que todo lo que hacemos tiene consecuencias.


*


outsourced


3. Outsourced (John Jeffcoat, 2006)


—What’s with all the tourists?

—Oh, some famous caves.


Cuando el call-center estadounidense que dirige Todd es outsourced (externalizado) a una ciudad de la India, él tiene que viajar para entrenar a su reemplazo. Una película simpática acerca de los choques culturales que puede sufrir un extranjero en India. La fotografía y las escenas callejeras me dieron muchas ganas de viajar a ese país.


*


russian dolls group


4. Trilogía: L’auberge espagnole (2002) + Muñecas rusas (2005) + Rompecabezas chino (2013)

(Todas de Cédric Klapisch)


“Urquinaona, which sounded Sioux, was added to the list of once bizarre-sounding names tucked into my brain. Urquinaona slipped in next to Honolulu, Punxsutawney, Piccadilly, Massachusetts, Saskatoon and Machu Picchu. It became normal and familiar.”


Esta es una de mis trilogías preferidas. La historia empieza con El albergue español, cuando Xavier, un estudiante francés, deja a su novia en París, se muda a Barcelona y se instala en un departamento con un italiano, una inglesa, un danés, una belga, un alemán y una española, todos estudiantes de intercambio. Y ahí empiezan las historias de amor y desamor. En Muñecas rusas, todos se reúnen cinco años después en Rusia, para ir al casamiento de uno de ellos. Y en Rompecabezas chinos pasaron diez años, Xavier es papá (y escritor) y decide mudarse de París a Nueva York para poder estar cerca de sus hijos. Si bien el tema central de las películas son las relaciones de pareja, los lugares donde transcurren las historias son tan protagonistas como los personajes.


*


Ben Stiller in a still from The Secret Life of Walter Mitty


5. La increíble vida de Walter Mitty (Ben Stiller, 2013)


“To see the world, things dangerous to come to, to see behind walls, draw closer, to find each other, and to feel. That is the purpose of life.”


Ya la recomendé antes, pero no puedo no ponerla en la lista. La increíble vida de Walter Mitty cuenta la historia de Walter, un hombre que trabaja en la revista Life y se la pasa soñando despierto. Un día, para no perder su trabajo, decide irse a Groenlandia en busca de un negativo fotográfico. Y a partir de ese momento empieza a vivir la vida que siempre soñaba. A mí me inspiró a viajar a Islandia.


*


diarios-de-motocileta

6. Diarios de motocicleta (Walter Salles, 2004)


“No es este el relato de hazañas impresionantes. Es el trozo de dos vidas tomadas en un momento en que cursaron juntas un determinado trecho, con identidad de aspiraciones y conjunción de ensueños.”


Vi esta peli hace un montón, cuando estaba en la facultad, y me impactó. Lo de viajar, para mí, todavía era un sueño lejano. Recuerdo que cuando la película terminó yo estaba con la boca abierta. Le dije a mi amiga Maru: “Yo quiero hacer esto, tengo que hacer un viaje así”. Ese día, la idea de viajar por América Latina se me metió todavía más en la cabeza. Diarios de motocicleta relata el primer viaje de Ernesto Che Guevara por Sudamérica. Si la ven, tengan cuidado: no van a poder pensar en otra cosa que en irse de viaje.


*


whale-rider


7. Paï (Niki Caro, 2002)


“My name is Paikea Apirana, and I come from a long line of chiefs.”


Vi esta película hace unos días y me pasé la última media hora llorando de lo linda y emotiva que es. Paï cuenta la historia de Paikea, una chica maori de Nueva Zelanda que siente que nació para ser la nueva líder de su tribu. El problema es que la sociedad en la que vive es patriarcal, los líderes siempre son hombres, y su abuelo no acepta el destino de su nieta. Tiene que demostrarle, a la persona que más quiere, cuál es su misión en la vida.


*


before-sunrise


8. Trilogía: Antes del amanecer (1995) / Antes del atardecer (2004) / Antes de la medianoche (2013)

(Todas de Richard Linklater)


“Isn’t everything we do in life a way to be loved a little more?”


Otra de mis trilogías preferidas. Jesse, un viajero estadounidense, y Celine, una estudiante francesa, se conocen en un tren en Europa y pasan un día juntos en Viena. Sienten una conexión muy fuerte, pero a la mañana siguiente Jesse vuelve a Estados Unidos. Nueve años después, vuelven a encontrarse en París, donde Jesse está presentando el libro que escribió acerca de aquel encuentro. Nueve años después, Jesse y Celine están casados, tienen hijos y viven en Grecia. El punto fuerte de estas películas es el diálogo, las conversaciones que tienen los protagonistas mientras caminan por las calles de ciudades europeas.


*


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9. The Darjeeling limited (Wes Anderson, 2007)


Jack: What did he say?

Peter: He said the train is lost.

Jack: How can a train be lost? It’s on rails.


Me encantan las películas de Wes Anderson: por sus colores, por la fotografía, por los absurdos y por la atmósfera que generan. The Darjeeling limited cuenta la historia de tres hermanos que deciden hacer un viaje en tren por India juntos, después de un año de la muerte de su padre. Los tres sufren depresión y pasaron el último año sin hablarse. Esto pasa cuando comparten vagón.


*


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10. A map for Saturday (Brook Silva-Braga, 2007)


Este documental cuenta la historia de historia de Brook, un productor de televisión estadounidense que decide irse de mochilero por el mundo durante un año. La película muestra la reacción de la gente cuando le cuenta sus planes, fragmentos de su viaje, sus encuentros y charlas con otros viajeros, las preguntas que recibe acerca de su estilo de vida y muchos momentos con los que cualquiera que haya viajado así podrá sentirse identificado.


*


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11. Into the wild (Sean Penn, 2007) 


“When you want something in life, you just gotta reach out and grab it.”


Esta película está basada en la historia real de Christopher McCandless, un estudiante y deportista estadounidense que se deshizo de sus posesiones, donó sus ahorros y se fue a dedo a Alaska para vivir en la naturaleza.


*


midnight-in-paris


12. Medianoche en París (Woody Allen, 2011)


“I can never decide whether Paris is more beautiful by day or by night.”


Las películas de Woody Allen suelen tratar a la ciudad como un personaje más de la historia. Vi Medianoche en París en un avión, la primera vez que volaba a Europa, y supongo que como muchos soñé aún más con conocer la capital francesa. La película cuenta la historia de Gil e Inez, una pareja que viaja a París junto con los padres de ella. Gil es escritor y está un poco trabado con su primera novela, así que sale a caminar por la ciudad. Y todos los días, a medianoche, se transporta a la París de 1920 y conoce a sus escritores favoritos.


*


3idiots-08


13. 3 idiots (Rajkumar Hirani, 2009) 


“Aal izz well.”


Me recomendaron esta película india en Asia, aunque la vi tiempo después en Argentina. 3 idiots cuenta la historia de tres amigos, desde que se conocen en la universidad de ingeniería hasta diez años después, cuando se reencuentran. Otro estudiante, ahora empresario, les había hecho una apuesta: encontrarse dentro de diez años para ver quién de ellos había tenido más éxito en la vida. Esta peli tiene partes musicales (a lo Bollywood), dura casi tres horas y tiene un mensaje final muy lindo.


*


in-bruges-1


14. In Bruges (Martin McDonagh, 2008) 


“Maybe that’s what hell is, the entire rest of eternity spent in fucking Bruges.”


Ray y Ken, dos asesinos a sueldo, reciben órdenes de pasar quince días en Brujas, Bélgica, después de un trabajo que salió mal. Mientras esperan la llamada de su jefe, se dedican a hacer turismo por la ciudad. Ken disfruta las vistas medievales, Ray odia la ciudad. Una comedia negra situada en uno de los lugares más encantadores de Europa.


*


babel


15. Babel (Alejandro González Iñarritu, 2006)


“In the beginning, all the people of the world spoke one language. Nothing they proposed was impossible for them.”


Vi esta película hace tiempo, antes de empezar a viajar, y recuerdo que también me sacudió. Babel cuenta cuatro historias: la de una pareja que viaja a Marruecos, la de una chica japonesa que vive en Tokio, la de una familia marroquí y la de una niñera mexicana. Todas están interconectadas y muestran la globalización y la incomunicación del mundo moderno.


*


Slumdog-Millionaire


Bis: Slumdog Millionaire (Danny Boyle, 2008) 


Jamal: [seeing the Taj Mahal] Is this heaven?

Salim: You’re not dead Jamal.

Jamal: What is it? Some hotel?


Jamal Malik, un huérfano de 18 años que vive en los slums de Mumbai, participa en la versión india del programa de preguntas y respuestas ¿Quién quiere ser millonario? Cuando está a punto de ganar 20 millones de rupias lo arrestan por fraude: un chico de la calle no puede saber tantas cosas, dicen. Pero, como va demostrando a lo largo de la película, todas las respuestas están relacionadas con las historias que vivió mientras crecía en India.


*


Recomiéndenme las pelis que los hagan viajar, así me dan trabajo para el finde. ;)


La entrada Cosas que me inspiran (4): películas para viajar aparece primero en Viajando por ahí.

Aniko Villalba




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Published on December 05, 2014 06:22

December 2, 2014

La vida en Biarritz (1): empecé natación

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Quedarme quieta en un solo lugar me permite hacer cosas que de viaje me resultan difíciles o imposibles. Como anotarme en la pileta e ir a nadar dos veces por semana. O tener mi propia cocina y guardar cosas en las alacenas. O usar el buzón sin miedo. Frenar en medio de un viaje largo me parece cada vez más necesario: me permite disfrutar los placeres de la rutina estática. Mi vida en Biarritz es tranquila, y a veces tiene episodios como este. Viene con ilustración en marcadores de Anikó Szabó, mi mamá.
Ilustración: Anikó Szabó (mi mamá)

Ilustración: Anikó Szabó


 


Mi sueño siempre fue ser la Sirenita. El único objetivo de mis viajes era llegar al mar, así que ahora estoy esperando a hacer el proceso inverso al de Ariel. Quiero que las piernas se me conviertan en cola de pescado. Quiero irme a vivir al fondo del mar y pasarme la vida cantando y peinándome con un tenedor.


Hace unos meses, en el taller de narrativa, Pedro nos pidió que escribiéramos un texto acerca de las cosas que no nos gusta hacer. El mío hablaba de la natación. Me encanta nadar, es mi deporte preferido, el único que más o menos me sale bien y el que hago casi desde antes de caminar. El cloro es mi olor a infancia. Cada vez que me meto en el agua siento que es mi hábitat, y si pudiera recorrer el mundo nadando, lo haría. Lo que odio es el ritual de la natación, todos esos pasos previos y posteriores que implica ir a nadar a una pileta cerrada:

primero, encontrar una que te quede más o menos cerca porque si está a más de quince cuadras vas dos veces y nunca más,

inscribirte y tomar la decisión de empezar,

armar un bolso para desarmarlo diez minutos después,

vestirte de aquaman,

ir,

ducharte,

nadar,

salir,

ducharte otra vez,

vestirte,

peinarte,

volver,

llegar a casa,

desarmar el bolso,

enjuagar las cosas,

colgarlas.

Me canso hasta de enumerar todo esto.


En la mochila que armé cuando salí de Buenos Aires en octubre del año pasado agregué una bolsita nueva con las antiparras, la malla entera y la gorra. Por si acaso, para obligarme a ir a nadar en cada ciudad en la que encontrase una pileta pública. Después de tres o cuatro ciudades, la bolsita pasó a formar parte del agujero negro de la mochila donde se acumulan esas cosas que uno no ve ni necesita. Hasta que me instalé en Biarritz y descubrí que frente a la playa hay una piscine municipale, a trece minutos caminando de mi casa.


La natación tomó la decisión de que yo empiece, porque si bien amo este deporte tengo que sentir la necesidad física de practicarlo, es imposible que vaya dos o tres veces por semana solo por placer. Y como me la paso sentada en el escritorio en este período de retiro creativo, mi espalda me lo estaba pidiendo. Así que preparé el bolso, me puse la malla y me fui a la pileta.


Biarritz me parece una de las ciudades más lindas que conozco, y cada vez que salgo a caminarla me gusta más: tiene casas bajas con las ventanas y las puertas pintadas del mismo color, chimeneas que me recuerdan a París, la rue Gambetta que me hace pensar en Maradona, hoteles enormes que pasan desapercibidos gracias a las construcciones vascas, el olor a pan que sale de la pâtisserie, las hortensias ahora marchitas, las calles que suben y bajan, el mar.


Hice el camino ansiosa por llegar al agua, pero en la puerta de la pileta me recibió un cartel rojo: FERMÉ. Cerrado. Miré los horarios e intenté retenerlos pero eran imposibles, algo así como lunes de once y media a cinco y media, miércoles de once y media a tres, viernes de once y media a dos y media y después de tres y media a ocho y diez y así. Por culpa de la confusión, siempre fui en los momentos equivocados: “Cerrado al público por vacaciones escolares”, “Cerrado al público por prácticas del equipo nacional de natación”, “Cerrado al público porque se nos canta”. Será que esta pileta abre alguna vez.


Hasta que por fin un día le acerté al horario y pude entrar. No era el club más exclusivo de Biarritz, era un lugar como otros, con una pileta olímpica de agua salada, una pileta para chicos, un hammam y un jacuzzi con vista al mar. Cuando me acerqué a la caja para comprar el pase de diez le pregunté a la chica si hablaba español. Me dijo que un poquito. Todavía no me animo a hablar francés, me da vergüenza lo argentinizado que pronuncio. Como estamos al lado de España, mucha gente habla castellano. Me dijo que los lockers se cerraban con monedas y me preguntó si necesitaba cincuenta sentimientos para poder usarlo. Sí, por favor.


Antes de entrar a la pileta leí las instrucciones pegadas en la pared. Casi todos los horarios son de pileta libre y los andariveles se dividen en:

1) nadadores lentos,

2) nadadores rápidos,

3) nadadores intermedios o con patas de rana y

4-5) libre.


Entré al 4-5. Era viernes a última hora y la pileta estaba llena. En ese andarivel, que es el doble de grande, había nenes tirándose de bomba sincronizada, madres nadando con sus bebés y ninguna lógica en el desplazamiento de los demás. Una mujer le clavó la tabla en la cabeza a uno mientras le pateaba la cara a otro. Una señora flotaba y se movía por el agua haciendo el pasito de Thriller. Salí en menos de cinco minutos.


Me pasé al 2. Pensé que haber entrenado y competido durante cinco años me alcanzaba para integrarme al ritmo de los rápidos. Duré menos que en el otro. Decidí irme cuando uno que nadaba mariposa me pasó por encima.


Fui al andarivel 1 y al principio me sentí bien, pero después de unos minutos me empecé a chocar con las piernas de las señoras que iban adelante, que circulaban con tablas y sin apuro. Hasta ese momento no me había dado cuenta de que el andarivel 3 no era solo para las patas de rana, sino también para nadadores intermedios como yo. Así que me pasé.


Nadar pileta libre es aburridísimo. No hay reloj más lento que el de las piletas. A veces, incluso, parece que va para el otro lado. Diez piletas y no pasaron más de cinco minutos, dieciocho idas y vueltas son diez minutos, otras veintidós sin mirar la hora, creyendo que así va a pasar más rápido, y diez minutos otra vez. Nadar una hora es imposible. Lo consigo cuando entro en ritmo y dejo de pensar en el tiempo, y en ese momento empiezo a preguntarme dónde habrá quedado la radio sumergible que tuve durante los noventa que tan bien me vendría para escuchar francés mientras nado. También podría ir con una amiga, pero nadar de a dos es una mentira: en natación siempre estás solo.


El ida y vuelta me genera pensamientos circulares. Voy para allá y pienso en un tema, doy la vuelta, me reseteo y pienso en otro, voy para allá otra vez y mi cabeza retoma el tema anterior, vuelvo y paso al otro, pienso, por ejemplo, en cosas que tendría que haber en las piletas para entretenerse:

una pantalla de cine en el fondo,

un kindle incorporado a las antiparras,

música ambiente que se escuche abajo y no solo cuando salgo a respirar,

cuadernos sumergibles,

google glass.

También hago un sondeo de gorras:

muchas negras,

algunas verdes,

una roja,

dos blancas, conmigo.


Esa tarde, en el andarivel 3 empezaron a pasar cosas raras. Iba por la pileta número cuarenta y dos cuando me crucé al sireno. Nadaba de costado, con el cuerpo recto, un hombro apuntando al fondo y el otro sobresaliendo del agua, tenía la cabeza afuera, un brazo estirado tipo Superman, llevaba una tabla, movía las patas de rana al unísono, avanzaba ondulándose. Cada vez que lo veía pasar me atragantaba de risa. En las piletas los personajes se repiten como si fuesen extras, en cada ida y vuelta te cruzás a los mismos: el de gorra verde, el que va en slip, la chica en bikini, la japonesa, el del tapón en la nariz y atrás, casi agarrado de su pie, el sireno con la mano estirada y la patada doble, flameando como si fuese una bandera. Nadan en loop.


Los andariveles se van llenando y vaciando sin mucha lógica, así que cuando el andarivel 3 se llenó de patas de rana me pasé al 1. Estando en el agua, los nadadores aparecen y desaparecen, nunca los ves en los bordes, nunca entran ni salen. Así llegó el señor de gorra roja. Avanzaba parado, corría dentro del agua en cámara lenta, dando patadas sin tocar el piso. Lo quise pasar y avancé para ponerme al lado, pero las antiparras empañadas y la miopía no me avisaron que venía otro de frente. Cuando apareció el segundo sireno concluí que ese debía ser el estilo francés. Y salí de la pileta porque ya estaba cansada.


Afuera el mar estaba violento. Había bandera roja. Volví caminando a casa con ingravidez y cansancio. Y me di cuenta de que acá, por ahora, disfruto el ritual de la pileta. Voy a ir a nadar todas las veces que pueda hasta que empiece a sirenizarme. Y cuando eso pase, al mar y chau, no me ven más la cara.


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Aniko Villalba




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Published on December 02, 2014 10:53

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