Aniko Villalba's Blog, page 6

June 25, 2015

Desafío Serbia Croacia #7: explorar lugares abandonados

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Take nothing but photographs, leave nothing but footprints

(Toma solo fotografías, deja solo huellas)

Uno de los lemas de los exploradores urbanos


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Un bus abandonado en el desierto de Atacama


No sé cuándo fue que empecé a sentir cosquillas en la panza al escuchar las palabras “lugar abandonado”. Fue mucho antes de ir al castillo de Egaña, una mansión abandonada en el campo de Buenos Aires, de eso estoy segura porque sino no hubiese viajado para allá con tanta emoción. Fue antes de explorar la fábrica abandonada —ahora recuperada y en refacción— de Islandia, antes de encontrar una carta manuscrita de fines del siglo 19 en un pueblo fantasma de Bolivia, antes de formar parte de una movida que llenaba de arte espacios a punto de ser demolidos. Siempre me interesó ver los lugares al natural, sin cirugías plásticas ni maquillaje, por eso me gustan tanto las paredes descascaradas por el tiempo o por la sal (como en Essaouira o Savannakhet), por eso prefiero las ciudades que muestran el paso del tiempo con elegancia, como Budapest o incluso Buenos Aires, y que no lo tapan bajo fachadas pulcras y modernas.


Egaña, una mansión abandonada en el campo bonaerense

Egaña, una mansión abandonada en el campo bonaerense


En este viaje —y por este viaje me refiero al que empezó en octubre de 2013, la última vez que salí de Buenos Aires— me descubrí muy urbana. Me gusta la naturaleza, me encanta el mar, disfruto estar al aire libre —aunque después de unos días no sé qué hacer—, pero me llama mucho la atención lo urbano, y no me refiero solo a las ciudades, sino a lo construido por el hombre, lo creado por nosotros, desde un libro u objeto de decoración hasta una fábrica o un castillo. Lo abandonado, entonces, me llama doblemente la atención porque cuenta dos historias: la de su hábitat y la de su abandono. Entrar a un lugar abandonado es como viajar en el tiempo y llegar a un limbo donde las horas dejaron de avanzar y la realidad se congeló. Los lugares abandonados gritan sus historias en silencio.



El interior de una casa abandonada en un pueblo fantasma de Bolivia
Dibujos que quedaron olvidados junto con la casa

En este viaje también descubrí que muchas actividades que me gustan son practicadas por grupos de gente en todo el mundo —algunos hasta organizados a través de redes sociales—: el Geocaching es la versión moderna y mundial de la búsqueda del tesoro, el dumpster diving le da una etiqueta a todas esas veces que encontré cosas desechadas en la calle y me las llevé a casa para darles un nuevo uso, el journaling es la actividad de crear o completar journals (mi nueva adicción), el snailmail es el arte de mandarse cartas y cosas por correo postal, el bookcrossing implica dejar libros libres por ahí para que otros los encuentren, el postcrossing es el intercambio de postales con gente de todo el mundo, el housesitting es el cuidado de casas, y así hay muchas actividades más. Y a mí estas cosas me encantan. La última que descubrí, mientras buscaba una lista de lugares abandonados en Serbia y Croacia, fue la exploración urbana.


La exploración urbana —también llamada urbex o UE— comenzó a ganar popularidad en los años noventa: es la exploración de estructuras hechas por el hombre, en general abandonadas o en ruinas. Como cualquier actividad, tiene muchos matices: algunos solo entran a lugares abandonados, mientras otros se dedican a explorar los túneles que pasan por debajo de una ciudad, se meten en las alcantarillas, trepan edificios vacíos o saltan por los techos (existe, se llama ruffing). Lo mío no es tan extremo, a mí me interesa ver y fotografiar los lugares que quedaron inhabitados por distintas circunstancias —en general guerras, emigraciones masivas o desastres naturales— y a los que se puede acceder de manera fácil y segura: fábricas, parques de diversiones, barcos, hospitales, instalaciones militares, hoteles, silos, centros comerciales, pueblos, mansiones. Por ahora no tengo planes de ponerme a saltar por los techos.


Cementerio de trenes en Uyuni

Cementerio de trenes en Uyuni


Si bien hay exploradores urbanos con intereses y objetivos muy distintos, entre la comunidad existen códigos comunes: el más importante es no vandalizar el lugar explorado, no hacer graffitis y no tirar basura. “Llevarse solo fotografías y dejar solo pisadas”. El objetivo no es destruir ni desarmar, sino observar —o sacar fotos— y dejar todo tal cual para el próximo explorador. Como la actividad roza el borde de lo legal, los exploradores urbanos más puristas solo permiten el tresspassing (la intrusión) pero no están a favor de romper puertas ni ventanas para entrar a un lugar. Si hay posibilidad, nunca está de más pedir permiso, aunque muchos de estos lugares no pertenecen a nadie o no tienen un responsable a la vista. La exploración urbana es una actividad que tiene riesgos, claro: los lugares abandonados no tienen mantenimiento, pueden estar en muy mal estado y tener derrumbes, puede haber presencia de gases tóxicos y puede haber gente non grata, por eso recomiendan no ir solo, llevar agua, linterna, buen calzado y, si es necesario, máscaras de gas y kit de primeros auxilios. Pero, a pesar de los riesgos y leyes, hay algo muy atractivo en estos espacios vacíos de gente y repletos de belleza en decadencia.


Investigando acerca de Serbia y Croacia, antes de viajar, llegué a un artículo que me hizo saltar de emoción: Exploring Ruin Porn in Yugoslavia – Dim The Lights, Shut the Door, del blog Yomadic. Ruin porn es un término que me parece genial y que se usa para referirse a un movimiento dentro de la fotografía que consiste en tomar como sujeto artístico la decadencia de lugares abandonados, como ciudades, edificios e infraestructuras. Lo mismo que la exploración urbana pero con un interés puramente fotográfico. Los países de la ex Yugoslavia, por su historia y sus guerras, están repletos de espacios y monumentos abandonados, muchos construidos durante el socialismo y abandonados cuando el país se desmembró. Enseguida supe que explorar estos lugares tenía que ser uno de los desafíos centrales de este viaje, así que acá les dejo algunos de los resultados de nuestras —ejem— intrusiones.


* La sinagoga de Subotica (Serbia)

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Empezamos con algo no del todo abandonado, pero si vacío y fuera de uso: la sinagoga de Subotica (Serbia), en restauración hace varios años. Cuando la vimos desde afuera nos impactó: fue construida por el Reino de Hungría —que formaba parte del Imperio Austro-Húngaro— en 1902 y es el único templo judío de Art Nouveau húngaro que queda en el mundo. En aquella época, la comunidad judía superaba las 3000 personas, pero después de la Segunda Guerra Mundial quedó muy reducida e incapaz de mantener un edificio de ese tamaño. La sinagoga, que había sido construida con capacidad para mil personas, quedó en desuso. Durante algunos años, el edificio fue sede del Teatro Nacional de Subotica, pero después quedó vacío. Durante los últimos años se hicieron varios proyectos de reparación, pero la sinagoga de Subotica es un edificio en riesgo y necesita un programa de restauración urgente.


Quisimos entrar pero vimos que todas las puertas estaban cerradas. Se nos ocurrió rodear el edificio y nos encontramos con dos obreros que estaban descansando a un costado. No hablaban inglés, pero les preguntamos si podíamos pasar, les mostramos las cámaras de fotos y nos dejaron entrar sin problema. Todavía no sé si esta sinagoga es más imponente por fuera o por dentro.


La Sinagoga por fuera

La Sinagoga por fuera


Y por dentro...

Y por dentro…


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* El Hotel Haludovo en Malinska (isla de Krk, Croacia)

A fines de los años 60, Bob Guccione, multimillonario estadounidense y creador de la revista erótica Penthouse, decidió invertir 45 millones de dólares en una bahía de Krk, una isla de la actual Croacia, porque había tenido una visión que permitiría “contrarrestar los efectos de la Guerra Fría”: su plan era crear un resort de lujo en la costa de Yugoslavia para atraer turistas extranjeros y reconciliar a los bloques enemigos a través de actividades compartidas en el casino y spa del hotel. La paz a través del hedonismo. El timing era bueno: Yugoslavia ya no pedía visa a los turistas extranjeros, el aeropuerto de Rijeka (a 15 minutos) estaba en funcionamiento y no había regulaciones con respecto a los casinos.


El Haludovo Palace Hotel and Penthouse Adriatic Club Casino abrió en 1972. Su arquitectura era modernista y extravagante, quizá la más exagerada dentro de las construcciones socialistas de la región. Tenía playa privada, piscinas, bares, canchas de tenis, bowling, sauna, centro médico, esculturas, alfombras de terciopelo, salones de belleza y una cocina donde se preparaban 100 kilos de langosta por día. Había rumores, incluso, de que una de las piletas se llenaba con champagne. Guccone quería atraer estadounidenses a su resort para que trabajaran con los ciudadanos de un país socialista y así lograr el entendimiento y la paz. En el Haludovo se alojaron políticos y figuras desde Saddam Hussein hasta Tito.


El Haludovo en sus buenas épocas

El Haludovo en sus buenas épocas


En 1973, un año después de haber abierto, el Haludovo quedó en bancarrota. Y si bien siguió funcionando durante veinte años más, fue cayendo en picada. En 1991, cuando empezaron las guerras yugoslavas, el hotel quedó vacío de turistas y se convirtió en el refugio de muchas familias que escapaban de la guerra. Dicen que cuando la guerra terminó, obligaron a los refugiados a dejar el hotel y muchos se llevaron todas las cosas de valor que pudieron cargar, incluyendo bañaderas. El hotel se privatizó, tuvo malos manejos y quedó oficialmente abandonado a fines del 2002. Hoy, la estructura del hotel sigue en pie, pero el interior está destruido.


Con ustedes, el Haludovo Hotel.

Con ustedes, el Haludovo Hotel.


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Este era el lobby, suponemos


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Está en ruinas, así como lo ven, con pedazos de duchas y mucho vidrio


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Ascensores descompuestos


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Máquina que no sé para qué funcionaba, parece la caja registradora


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Con lindísima vista al mar


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y estructuras así, cuadradas.


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Las escaleras todavía se pueden transitar


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Acá hubo guerra de almohadas


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La pileta exterior (¿la que llenaban con champagne, quizá?)


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Había partes que daban miedito


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El Haludovo está siendo devorado por la vegetación


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Sperman claramente NO es un explorador urbano (no sigue las reglas de conducta)


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Lau, explorando.


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Silla con vista al vacío.


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Medio futurista era.


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Acá preparaban los 100 kilos de langosta


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el túnel…


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Para llegar hicimos dedo desde Kastav, un pueblo cerca de Rijeka, hasta Malinska, en la isla de Krk, unida al continente por un puente. El hotel es fácil de encontrar porque sigue estando señalizado, y como todos los vidrios desaparecieron y no quedan puertas, se puede entrar sin problemas. Adentro hay escombros, vidrios rotos, ascensores caídos, objetos tirados por el piso, menúes y el mar de fondo. Nos encontramos con dos gatos y con dos personas, pero el resto era silencio. Pocas veces quedé tan impactada frente a un lugar en ruinas.


* La bahía de hoteles abandonados (Kupari, Croacia)

Se dice que la bahía de Kupari, sobre el mar Adriático y a pocos kilómetros de Dubrovnik, tiene las mejores playas de Croacia. En los años sesenta, cuando el país formaba parte de la Federación Socialista de Yugoslavia, Kupari se convirtió en un resort militar de lujo que sirvió de lugar de vacaciones para las elites militares y sus familias. Estaba conformado por cinco hoteles: el Goričine, el Goričine II, el Pelegrin, el Grand Hotel y el Kupari. Tito también tenía su casa de vacaciones ahí y además había un camping con capacidad para 4500 huéspedes más. En 1980, el resort se abrió a turistas extranjeros y Kupari se convirtió en uno de los destinos más populares de la costa europea.


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El complejo de hoteles de la bahía de Kupari en los años 80 (Fuente: messynessychic.com)


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El mar en Kupari


Pero en 1991, cuando empezó la guerra por la independencia croata, los hoteles se convirtieron en blancos de los disparos. El resort quedó destruído y abandonado. Hoy, al igual que el Haludovo, las estructuras siguen en pie, pero los interiores están hechos escombros.


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No nos animamos a subir por esa escalera…


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Esta construcción es más antigua, estaba antes de que hicieran el resort


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Está todo mucho más destruido…


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La bahía de Kupari sigue siendo una playa popular entre las familias croatas, así que nos fuimos a pasar la tarde ahí y a nadar en un mar turquesa con hoteles fantasmas de fondo. Esto de explorar lugares abandonados se hace vicio, así que ya estoy mirando el mapa para ver si tengo algún otro cerca. O quizá empiece a planear otros viajes teniendo en cuenta estos lugares —vacíos y llenos— que tanto me atraen.


Un poco más acerca de la exploración urbana: enlaces interesantes y fuentes de este artículo

* Urbanexplorers.net es una red social de exploradores urbanos. La gente comparte sus hallazgos y hay listas de lugares abandonados en todo el mundo.


* “What are urban explorers?”, un artículo interesante acerca de qué es ser explorador urbano (en inglés).


* Forbidden places: listas de lugares prohibidos y explorables.


* An introduction to urban exploration, un artículo de Digital Photography School, la exploración urbana desde un punto de vista fotográfico.


Abandoned Penthouse Casino – The Haludovo Palace Hotel – Bikini, Optional, otro post de Yomadic.com con muy buenas fotos.


* Deserted places, blog para los amantes de pueblos fantasmas, edificios abandonados y exploraciones urbanas.


* Messy Nessy Chic, web con un montón de artículos y muy buenas fotos de lugares abandonados por el mundo.


* Balkanist.net, revista online con contenido muy interesante acerca de los Balcanes (el enlace los lleva a un artículo muy completo acerca del Haludovo Hotel).


* Access all areas: A user’s guide to the art of urban exploration, un libro-guía para quienes recién empiezan.


Si van a hacer exploraciones urbanas, siempre piensen en los riesgos y vayan con cuidado. No los incentivo a saltar techos (me quedé mal con eso) ni a trepar edificios, pero sí a mirar los lugares abandonados con otros ojos y encontrar la belleza en lo inhabitado y decadente.


Si conocen otros lugares abandonados para explorar, por favor cuenten en los comentarios. En internet hay un montón de información al respecto, pero quisiera conocer las experiencias personales de ustedes o saber cuáles son los lugares abandonados que tienen en la lista. Yo, por ejemplo, quiero ir a Epecuén, en la provincia de Buenos Aires.



Fotito bis: el Belvedere, en Dubrovnik, es un hotel abandonado donde se filmó un capítulo de Game of Thrones.

Fotito bis: el Belvedere, en Dubrovnik, es un hotel abandonado donde se filmó un capítulo de Game of Thrones.


Este post forma parte de la serie Desafío Serbia Croacia, un viaje en conjunto con Lau de Los Viajes de Nena. Nos fuimos tres semanas a Serbia y Croacia con diez desafíos por cumplir, y los estamos relatando en nuestros blogs, yo los impares y ella los pares. Pueden leer el Desafío #8: hacer barcoestop en el blog de Lau. Agradecemos el apoyo de Eurail en este viaje de desafíos.

La entrada Desafío Serbia Croacia #7: explorar lugares abandonados aparece primero en Viajando por ahí.

Aniko Villalba




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Published on June 25, 2015 13:20

June 18, 2015

Desafío Serbia Croacia #5: encontrar a Kusturica (o subirnos al Šargan Eight)

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Este es Emir Kusturica,

Este es Emir Kusturica, “el más latinoamericano de los directores europeos”


Y este es el Šargan Eight, un tren histórico a vapor

Y este es el Šargan Eight, un tren histórico a vapor


Ya sé que pretender encontrar a Kusturica (el director de cine serbio) solo porque estábamos en Serbia era una idea ridícula. Es como cuando fuimos a Islandia y pensamos en encontrar a Björk. Incluso le mandamos un tweet invitándola a comer un pancho (hot dog) con nosotras en Reykjavik, pedido al que, por supuesto, ella jamás respondió. Nos debe haber agregado a su lista de freak stalkers – block now. Nosotras preferimos creer que nunca vio nuestro mensaje. Y si seguimos con este razonamiento delirante, podríamos ir a Colombia a buscar a Shakira, o a Hawaii a interceptar a Murakami alguna mañana que salga a correr por la playa. En fin, nosotras solo queríamos saludar al director de cine, aprovechando que estábamos por la zona.


Fotograma de

Fotograma de “Underground”, una de sus películas más conocidas


Conocí las películas de Kusturica hace unos seis años, cuando un amigo me pasó Underground (1995) y Black Cat, White Cat (1998) y me hizo escuchar su música. La región de los Balcanes siempre me fascinó, así que no fue difícil que esos ritmos acelerados se me pegaran. En esa época me convertí en habitué de las Fiestas Bubamara, encuentros que se hacían —creo que aún se hacen— no sé cuántas veces al mes en distintos boliches de Buenos Aires y en los que solo se pasaba música balcánica. Si fuese una chica que sueña con una gran boda, en mi fiesta solo habría música de ese estilo.



No soy una gran conocedora de la obra de Kusturica, pero creo que a ningún artista se lo puede aislar de su contexto: es decir, para entender el trabajo de una persona hay que saber quién es, dónde y en qué época nació, en qué cree, qué busca, qué temas le interesan. Emir Kusturica nació en 1954 en Sarajevo, la capital de Bosnia y Herzegovina, país que en aquel momento formaba parte de la República Federativa Socialista de Yugoslavia junto con Eslovenia, Croacia, Serbia, Macedonia y Montenegro. Si bien nació bosnio y musulmán, Kusturica se declaró serbio y se convirtió al cristianismo ortodoxo en 2005. Él se define como yugoslavo y sus films suelen tener un punto de vista pro-yugoslavo que muchas veces generan polémica.


Filmando

Filmando “Maradona by Kusturica”


Dirigió su primera película con 27 años, en 1981 (Do you remember Dolly Bell?), y ganó el León de Plata en el Festival de Cine de Venecia. Con su segundo film (When father was away on business, 1985) ganó la Palma de Oro en Cannes y cinco premios Yugoslav. En 1995 ganó otra Palma de Oro por su comedia negra Underground, película épica que muestra la historia de Yugoslavia desde principios de la Segunda Guerra Mundial hasta el inicio de las Guerras Yugoslavas (1991). Underground tuvo mucho éxito internacional, pero también generó controversia. Después de recibir críticas agresivas de varios intelectuales franceses, Kusturica anunció, con 41 años, que se retiraba del cine. No mucho después, sin embargo, cambió de idea y volvió con la película Black Cat, White Cat, una obra de ficción que había nacido como un documental de música gitana y terminó siendo una comedia romántica. Kusturica, además de director, es músico (forma parte de la banda Emir Kusturica & the No Smoking Orchestra), escritor (publicó su autobiografía) y constructor. Esto último fue lo que más me llamó la atención.


Drvengrad

Drvengrad


En el sudoeste de Serbia, a doscientos kilómetros de Belgrado, está Drvengrad (también conocida como Küstendorf y Mećavnik), una aldea tradicional construida por Kusturica para su film Life is a miracle (2004). Supe de su existencia antes de viajar y la agregué enseguida a nuestro itinerario. Después me enteré de que Kusturica vive ahí y de que no era difícil encontrárselo: dos personas en dos situaciones distintas me contaron que lo habían visto mientras visitaban la aldea. Quizá encontrar a Kusturica no era una idea tan loca. Decidimos ir a Mokra Gora, la región montañosa donde está Drvengrad, con varios desafíos: conocer la aldea, encontrar a Kusturica, subirnos al Šargan Eight —un tren a vapor que va por las montañas— y experimentar la hospitalidad de las zonas rurales serbias.


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La región montañosa de Mokra Gora

La región montañosa de Mokra Gora


Tomamos el tren de las nueve de la mañana de Belgrado a Uzice e hicimos dedo a Mokra Gora. Nos levantó un chico rumano que iba a Bosnia y nos ofreció de seguir camino con él, pero nosotras teníamos un destino final. Escuchamos Led Zeppelin, comimos los sandwiches que le había preparado la mamá y nos despedimos a pocos metros de Drvengrad, a donde subimos caminando. Kusturica hizo algo parecido a lo que yo sueño, aunque a mucha mayor escala: construyó un pueblo —a mí me bastaría con construir una casa que oficie de centro cultural viajero— y nombró las calles, las plazas y todas las instalaciones en honor a artistas que admira. La librería Ivo Andrić (escritor yugoslavo ganador del Premio Nobel de Literatura), el cine Stanley Kubric, la plaza Diego Armando Maradona, las calles Nikola Tesla, Ernesto Che Guevara, Federico Fellini e Ingmar Bergman, entre otras. Además de vivir ahí, Kusturica organiza seminarios de cine y arte y el Festival Küstedorf de Cine y Música, y la aldea en sí funciona como hotel.


La entrada a la aldea

La entrada a la aldea


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Nos sentamos a tomar un café turco en una terraza con vista a las montañas y nos acercamos a uno de los mozos para charlar. Con la risa que se nos escapaba, le hicimos una pregunta que sonaba aún más ridícula en voz alta, pero teníamos que intentarlo:


—¿Está Kusturica?


Se rió. Supongo que no éramos las primeras.


—No, chicas, está filmando en Bosnia.


En ese momento pensamos en el rumano que nos había levantado a dedo y que había seguido hasta Bosnia. De haber sabido… Nos pusimos serias y nos imaginamos la situación: suponiendo que llegábamos a la ciudad de Bosnia donde estaba filmando, ¿qué hacíamos? No daba caerle en el set al pobre tipo mientras estaba trabajando. Ese día ya era muy tarde para salir, además era fin de semana, ¿trabajaría los domingos? ¿Y si nos veían entrar al set y llamaban a la policía? Nos fuimos a dormir y decidimos consultarlo con la almohada. Como esa iba a ser la primera noche en la que podríamos dormir más de ocho horas, no pusimos el despertador.


Detalle de una lámpara en el restaurante donde preguntamos por Kusturica

Detalle de una lámpara en el restaurante donde preguntamos por Kusturica


A las diez y media de la mañana me desperté. Miré los horarios del Šargan Eight, el tren a vapor que pasa cerca de Drvengrad, y vi que el próximo salía en una hora. Si queríamos hacer el tren más la búsqueda de Kusturica tendríamos que apurarnos, aunque sabíamos que estábamos medio jugadas con el tiempo. Entre que nos desperezamos, juntamos nuestras cosas y bajamos a la ruta se hicieron las once y algo, y todavía estábamos a unos dos kilómetros. Caminando no llegábamos, así que hicimos dedo y en menos de dos minutos nos levantó un serbio y nos dejó al pie de la estación (viajamos bastante a dedo, ya contaré en otro post). Subimos corriendo, llegamos a la boletería y le pedimos dos tickets a la señora, que nos miró con poca simpatía y nos dijo: “No”, cerró la ventanilla y dio vuelta la cara.


Cuando llegamos a la estación nos encontramos con esta escena: locomotora lista para partir

Cuando llegamos a la estación nos encontramos con esta escena: locomotora lista para partir


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El Šargan Eight es un tren histórico, de trocha angosta (760 mm) y locomotora a vapor, que va de la aldea de Mokra Gora hasta la estación Šargan Vitasi. Se llama Šargan Eight porque, visto de arriba, sus vías forman un ocho; fue un desafío construirlo porque ambas estaciones tienen una diferencia de altura de 300 metros.  Los primeros nueve kilómetros de vías fueron tendidos por la monarquía Austro-Húngara en 1916, pero el proyecto se terminó recién después de la Segunda Guerra Mundial. Entre tres y cinco mil personas participaron en la construcción de 15 000 metros de vías, 22 túneles y más de 20 puentes y viaductos y, en 1925, el primer tren con locomotora a vapor hizo su ascenso por la montaña Šargan y estableció una conexión directa entre Belgrado, Sarajevo y Dubrovnik.


Acá pueden ver el recorrido del tren

Acá pueden ver el recorrido del tren


“Poco después del establecimiento del tren en 1925, intereses económicos y productos de Serbia, Bosnia y regiones costeras abrieron la perspectiva de desarrollo y de una mejor vida para el recién formado estado de Serbios, Croatas y Eslovenos. El tren y sus vías se convirtieron en miembros de la familia. Le daba seguridad a las aldeas más pobres y ayudaba a que la gente no tuviera que irse de sus casas. (…) Con el tiempo, el tren se convirtió en “la madre que ganaba el pan”. (…) Todo estaba ligado al tren. Muchos habían nacido en el tren, otros se enamoraban en el tren y recibían propuestas de matrimonio ahí. Todos tenían un secreto que solo el tren conocía. (…) El tren era un miembro invisible de cada familia y se contaba en él como en un pariente exitoso para recibir ayuda en caso de necesitarla”.


– Fragmentos de carteles puestos en la estación del Šargan Eight


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Durante sus 49 años de funcionamiento, pasaron hasta 38 trenes por día por la estación de Mokra Gora y más de 500 personas trabajaron de ferroviarios. Luego, en nombre del progreso, como pasó en muchos lugares del mundo, la locomotora a vapor fue obligada a jubilarse. En febrero de 1974, Yugoslavia no encontró razones para seguir manteniendo un tren que “no daba ganancias” y lo cerró. “Cuánto esfuerzo humano, problemas y vidas fueron necesarias, sin mencionar el dinero, para construir esta linea, y otras en otros lugares, y luego, otra vez por manos humanas, todo fue destruido y tirado a la basura porque inventamos algo mejor…”, leí en otro de los carteles. Tras el cierre, las mujeres se vistieron de luto por la pérdida, las aldeas de la región empezaron a vaciarse y las más de 200 estaciones quedaron abandonadas. La vegetación creció y escondió la entrada de los túneles. Todo quedó en silencio.


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En 1999, después de la insistencia e iniciativas de la gente de Mokra Gora y de grupos de amantes de los trenes, el director general de la compañía ferroviaria Beograd aceptó reconstruir el tramo Mokra Gora – Vitasi y reactivar el tren para fines turísticos. Con el apoyo del Ministerio de Turismo de Serbia, de Serbian Railways y de Emir Kusturica, entre otros, el Šargan Eight volvió a funcionar en el 2003.


Entonces, estar ahí, al pie de un tren con tanta historia, y no poder subirnos porque la mujer nos había dicho que no y había dado vuelta la cara sin más explicaciones fue algo que no quisimos aceptar. El desafío Kusturica se había convertido en el Desafío Subirnos al Tren a Vapor. La locomotora estaba ahí, tirando humo y lista para arrancar, y si bien los dos vagones tenían gente, no se los veía repletos, así que no entendíamos muy bien qué pasaba. El siguiente tren saldría en varias horas y, si queríamos ir hasta Bosnia a buscar a Kusturica, no podíamos quedarnos a esperarlo (esto es lo malo de viajar con los días contados).


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Nos acercamos a uno de los guardias del tren y le preguntamos si podíamos subir. Nos dijo que no, que el tren estaba full. Le preguntamos si podíamos ir paradas, dijo que no y miró para otro lado. No había chances. Nos acercamos al otro guardia del tren y le dijimos la verdad: que estábamos escribiendo acerca del viaje por Serbia y que esa era nuestra única oportunidad de subirnos al tren histórico, que por favor nos dejara. Nos miró y dijo: “Talk to the chief” (Hablen con el jefe), y señaló al otro guardia. Nos desilusionamos. No había chances. Nos acercamos al guardia número uno y le preguntamos si él era el chief, a lo que dijo que no, que el chief era aquel de allá, y señaló a otro serbio. Nos acercamos al serbio número tres y le dijimos lo mismo, que éramos escritoras y queríamos subirnos a ese tren. Se dio una conversación así:


—Chicas, ¿pero ustedes saben que este es un tren especial?


Nosotras, pensando que se refería al Šargan Eight en general, como tren histórico, le dijimos:


Of course! Por eso queremos subirnos. Vinimos hasta acá solo para viajar en este tren.


Mientras tanto, la locomotora seguía echando vapor y se la veía con ganas de arrancar.


—Este tren fue reservado por un grupo de griegos, este es un viaje privado, no pueden subir acá a menos que el chief de los griegos les dé permiso, pero tendrían que preguntarle a él…


Nos envalentonamos.


—¿Dónde está el chief de los griegos? Queremos hablar con él.


Se bajó un griego petiso y risueño para ver qué pasaba. Era el jefe del grupo. El otro le dijo algo en voz baja y el griego se nos acercó. Lo primero que nos preguntó fue de dónde éramos.


—Oh Argentina! I love Argentina! I went to Buenos Aires! Please, please, come with us, you are our guests.


El tren por dentro

El tren por dentro


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No hizo falta explicarle nada, él nos invitó. Y así, gracias a que el griego estaba de buen humor y le cayó bien nuestra nacionalidad, nos subimos al tren con ellos. Fuimos recibidas por la mirada de odio de veinte griegas que no entendían que hacían esas dos en su tren privado. Al principio nos sentimos un poco intimidadas, así que nos quedamos paradas al lado de una ventana, tratando de no molestar. A los dos minutos el tren arrancó y la atención se desvió al paisaje. Nosotras íbamos muy cerca de la locomotora, así que tuvimos buena vista y nos llenamos varias veces de carbón (me quedó carbón hasta en el pasaporte).


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Pasamos por varios túneles

Pasamos por varios túneles


Y vimos, literalmente, la luz al final del túnel

Y vimos, literalmente, la luz al final del túnel


Los griegos iban felices, hablaban todos a la vez y sacaban fotos. Pocas veces vi un grupo tan hiperquinético. Recién cuando estábamos a mitad de camino nos enteramos de que ese no era el Šargan Eight turístico, sino un Šargan Eight edición especial con locomotora a vapor que solo se usaba en ocasiones especiales para gente que lo reservaba con anticipación. Los cincuenta griegos con los que viajábamos eran de un club de amigos de los trenes de Atenas y habían viajado a Serbia y Bulgaria solo para hacer viajes en trenes a vapor antiguos. Si hubiésemos sabido no sé si nos hubiésemos animado a hacer trenestop con tanto descaro. Pero las cosas se dieron así y ya estábamos arriba.


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Pasamos por varias estaciones abandonadas

Pasamos por varias estaciones abandonadas


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Este es el Sargan Eight

Este es el Sargan Eight “normal” (lo vimos después cuando volvimos a la estación inicial)


El recorrido duró varias horas, más de lo que dura el viaje turístico, ya que los griegos no solo habían alquilado el tren sino que habían acordado hacer varias paradas en las montañas para sacar fotos y filmar. Me gusta ver grupos de gente unida por una misma pasión. Estuvimos charlando la mayor parte del viaje con un inglés que vivía en Atenas y con un griego que hablaba cinco idiomas —quizá más—, pasamos por túneles, nos sacamos fotos con el guardia número uno (que aflojó y resultó tener muy buena onda, aunque no hablaba inglés), disfrutamos el paseo por las montañas y hasta vimos Drvengrad de lejos. Se nos hizo tarde así que desistimos de la idea ridícula de ir a stalkear a Kusturica al set de filmación, pero quedamos más que contentas con los resultados del día. A veces uno se va de viaje con cierto objetivo y, al final, en el camino aparecen otras cosas. Y suelen ser oportunidades que no hay que dejar pasar. Además, suponiendo que llegábamos a Bosnia y entrábamos victoriosas al set, ¿qué hacíamos? Habíamos estado paradas frente a un tren con mucha historia, y verlo a Kusturica iba a ser como estar paradas frente a un hombre con mucha historia. No tengo idea de qué le hubiésemos dicho. Quizá algo como… hola, ¿te hacen falta extras?


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Info útil para Mokra Gora, Drvengrad y el Šargan Eight:

– Cómo llegar: se puede ir en tren o bus desde Belgrado a Uzice (en tren son cuatro horas, en bus son menos pero es un poco más caro). De Uzice hay que tomar un bus a Mokra Gora. Nosotras fuimos a dedo (nos levantaron en menos de cinco minutos). Pueden ver los horarios de trenes acá y los horarios de buses acá.


Alojamiento: se puede dormir en Drvengrad aunque no es barato (unos €75 para dos personas). Nosotras dormimos en unas cabañas afuera de Drvengrad por €10 entre las dos. Limpias, con baño privado y wifi.


– Drvengrad (o Mecavnik o Kustendorf) es el pueblo construido por Kusturica. Está a menos de dos kilómetros de Mokra Gora. Hay que pagar 2 euros de entrada. Adentro hay un hotel, un spa, sala de cine, librería, peluquería, farmacia y restaurantes. Hay un buffet donde se come muy bien por 600 dinares (4 euros). Web: mecavnik.info


– El Sargan Eight sale todos los días y cuesta 600 dinares (4 euros). Pueden consultar los horarios acá.


– Y unas cositas más acerca de Kusturica: desde fines de 2013 está filmando un documental sobre la vida de Pepe Mujica, ex presidente uruguayo, a quien considera “el último héroe de la política”. Además dirigió el videoclip de “Raining in Paradize”, de Manu Chao, y en el 2005 recibió el Premio Europeo de Arquitectura Phillipe Rotthier por su proyecto de ciudadela étnica, Drvengrad. El premio se da cada tres años por la Fondation pour l’architecture de Bruselas y es una de las más distinciones europeas más prestigiosas en el campo de la arquitectura.
Este post forma parte de la serie Desafío Serbia Croacia, un viaje en conjunto con Lau de Los Viajes de Nena. Nos fuimos tres semanas a Serbia y Croacia con diez desafíos por cumplir, y los estamos relatando en nuestros blogs, yo los impares y ella los pares. Quedan solo dos más cada una, en mi caso: “explorar lugares abandonados” y “hacer un tour gastronómico”. Pueden leer el Desafío #4: no dejar pasar el tren en el blog de Lau. Agradecemos el apoyo de Eurail en este viaje de desafíos.

La entrada Desafío Serbia Croacia #5: encontrar a Kusturica
(o subirnos al Šargan Eight)
aparece primero en Viajando por ahí.

Aniko Villalba




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Published on June 18, 2015 15:25

June 7, 2015

Desafío Serbia Croacia #3: dejar que nos lleve el azar

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Quizá pretender que el azar nos lleve es como pedirle a alguien que sea espontáneo o poner un cartel de prohibido prohibir. Este post es una reflexión acerca de cómo el concepto de azar cambia según el lugar del mundo, cómo cada región invita a ser viajada de manera distinta y cómo a veces hay que darle un empujón a las casualidades. Ah, y de cómo la letra S decidió todo lo que hicimos en un día en Serbia.
El City Hall de Subotica, ciudad serbia de la que hablaré en este post.

El City Hall de Subotica, ciudad serbia de la que hablaré en este post.


Creo que fue en el primario. Estaba dando una prueba escrita y una de las preguntas era: ¿Qué quiere decir sacar una carta al azar? Supongo que estábamos en la materia de Lengua y Literatura, y si no me equivoco esa prueba estaba basada en un libro que habíamos leído en clase. Yo no sabía la definición exacta ni el sinónimo de azar, pero lo expliqué como pude: “Sacar una carta al azar es sacar una carta cualquiera, sin elegirla”. Cuando nos devolvieron las pruebas, tenía mi respuesta tachada y una anotación en verde: “Azar significa suerte”. Hoy le hubiese respondido que el azar es otra cosa y que no tiene que ver solo con la suerte.


Busco en internet y veo que “azar” proviene del árabe hispánico az-zahr que significado “dado” y que, a su vez, proviene del árabe clásico zahr. El azar, dice, es una combinación de circunstancias o de causas imprevisibles, complejas, no lineales, sin plan previo y sin propósito, que supuestamente provocan que acontezca un determinado acontecimiento que no está condicionado por la relación de causa y efecto ni por la intervención humana o divina. Este acontecimiento puede ser bueno y también puede ser una desgracia causada por la casualidad, la fortuna, la suerte. El azar es un caso fortuito, no programado, y si es negativo es un contratiempo.


Nuestra existencia está hecha a base de pequeños azares encadenados, y no sé si es que viajando ocurren con más frecuencia o solo se notan más.


Desde el tren...

Serbia desde el tren…


Lo cierto es que irse de viaje sin plan, rumbo ni fechas ayuda a que el azar tenga más protagonismo en el día a día. Salir de tu zona de confort y no saber dónde vas a dormir, a qué hora sale el próximo bus o qué hay a la vuelta de la esquina genera situaciones inesperadas que suelen terminar siendo las mejores experiencias de los viajes: lo no planeado. Puede que esto del azar en los viajes sea obvio, pero lo que no es tan evidente —al menos no lo era para mí antes de empezar a viajar— es que el concepto de azar toma formas distintas en distintas partes del mundo.


Por ejemplo, en mis viajes por América Latina y Asia (y Marruecos también), el azar, lo imprevisible, era algo cotidiano. Esto se daba por varios factores: el desorden —y uso desorden con cariño, porque es algo que me encanta—, la falta de horarios fijos, mi aspecto de extranjera que siempre llamaba la atención y la cultura callejera de hacer todo en las veredas generaba una interacción muy rápida y fácil entre la gente local y yo. Viajar era que me frenaran para hablarme en cada esquina, que me invitaran a tomar el té o a quedarme en sus casas de manera espontánea. En Europa —y cuando digo Europa me refiero solo a los países que conocí hasta ahora—, en cambio, ese tipo de azar no es tan frecuente, al menos en mi experiencia. Acá al azar hay que buscarlo un poco más, o al menos provocarlo.


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En esta parte del mundo el transporte es bastante puntual y organizado —no hay muchas sorpresas en ese aspecto—, las ciudades están muy bien señalizadas, no hay una cultura callejera tan marcada como en Asia —si bien la gente se reúne mucho en las calles, no se toma ese espacio como una prolongación total del espacio privado—, todos suelen pensar que soy local —desciendo de húngaros y españoles— y quizá por eso la interacción espontánea con la gente no es tan frecuente o no se da tan fácil como en otros continentes. Claro que no puedo generalizar porque Europa está conformada por muchas regiones y muchísimas culturas —Islandia fue el caso opuesto, en España me la paso hablando con extraños y todavía me falta conocer gran parte de Europa del Este—, pero en varios lugares lo sentí así. El orden cancela al azar. Por eso, para mí es mucho más desafiante viajar sin plan e interactuar con la gente de manera espontánea en Europa que en Asia o América Latina. Me agarra la timidez, me cuesta más romper con lo ordenado que adaptarme al desorden, y eso me hace viajar de otra manera.


En la estación de tren de Belgrado

En la estación de tren de Belgrado


Cuando pensamos en los desafíos de este viaje, Lau y yo hablamos de tener un día experimental donde todas nuestras decisiones estuviesen marcadas por el azar —o azar buscado/programado, si se quiere—. Pensamos en avanzar tirando los dados, en decir a todo que sí o caminar con los ojos vendados. Al final elegimos el juego “Día D” del libro Turista lo serás tú: “Que una letra marque todo lo que vas a hacer en el día”, y elegimos la S. Ya estábamos en Serbia así que nos pareció bien. Habíamos llegado a Belgrado después de tres días de lluvia en Zagreb, en la capital serbia también llovía y teníamos ganas de hacer un viaje en el día a otra ciudad. Elegimos ir a Subotica y hacer el Día S ahí.


Subotica (pronunciada Subótitsa) está bien al norte, en la región de Vojvodina, a diez kilómetros de la frontera con Hungría. Al igual que gran parte de esta región de Europa, Subotica perteneció a distintos grupos culturales a lo largo de los siglos: fue parte del Reino de Hungría, luego del Imperio Otomano, del Imperio Austro-Húngaro, del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, de Yugoslavia, de Hungría, de Yugoslavia otra vez y finalmente de Serbia. Por eso, Subotica es una de las ciudades más multiculturales del país: hay un 35 por ciento de húngaros, un 27 por ciento de serbios y un 10 por ciento de croatas, entre otros. Y como todo lo húngaro me atrae como un imán —ya dije que mi mamá y mis abuelos son húngaros— nos fuimos a conocer la ciudad más húngara de Serbia.


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El tren de Belgrado a Subotica salió a las siete de la mañana: las eses empezaban a aparecer sin que las buscáramos. La ciudad queda en la ruta entre Belgrado y Praga así que forma parte del recorrido de muchos trenes internacionales. El que nos tocó a nosotras era un tren húngaro: me di cuenta por los carteles y por los mapas de Hungría pegados en todos los vagones. Y me agarró la nostalgia. Cómo no seguí practicando húngaro, pensé. Es un idioma difícil y solo me acuerdo de pocas palabras, y me encantaría poder charlar. Durante esas cuatro horas de viaje en tren me dediqué a otro de los juegos de Turista lo serás tú: el fotógrafo programado. Consiste en ponerse una alarma cada 15, 30 o 40 minutos (o el tiempo que quieras) y sacar una foto del lugar en el que estés cada vez que suene. Acá van algunos de los resultados.


Cuando salíamos de la estación de Belgrado

Cuando salíamos de la estación de Belgrado


Ya ni me acuerdo cada cuánto puse la alarma, creo que cada media hora.

Ya ni me acuerdo cada cuánto puse la alarma, creo que cada veinte minutos.


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Cada vez que sonaba la alarma, yo sacaba una foto


Lau durmiendo en el tren

Lau durmiendo en el tren


Paisajes por la ventana

Paisajes por la ventana


El asiento del controlador del tren

El asiento del controlador del tren


Más paisajes

Más paisajes


Mapas de Hungría

Mapas de Hungría


Y la vista desde el último vagón

Y la vista desde el último vagón


Llegamos al mediodía y Subotica nos recibió con sol, ruidos de silbato y muchas bicicletas. Los silbatos los estaban tocando los alumnos para festejar el fin de clases e inicio de las vacaciones de verano.


Vimos el primer edificio de Art Nouveau apenas salimos de la estación. Subotica y Szeged (en Hungría) se destacan por su arquitectura modernista, en húngaro llamada Szecesszió. A fines del siglo 19, cuando Subotica aún formaba parte de Hungría, los artistas de vanguardia de Budapest llevaron el modernismo a esa región porque creían que el desarrollo industrial destruía la belleza y que el arte debía estar presente en la vida cotidiana. El Art Nouveau no se inspiraba en movimientos o épocas anteriores, sino en las formas y estructuras de la naturaleza.


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El Palacio Raichle, a pocos metros de la estación de tren


El Town Hall de Subotica es uno de los edificios de Art Nouveau más famosos del país (fue nombrado maravilla de Serbia)

El Town Hall de Subotica es uno de los edificios de Art Nouveau más famosos del país (fue nombrado maravilla de Serbia)


Subimos a la torre para mirar la ciudad desde arriba

Subimos a la torre para mirar la ciudad desde arriba


Lo que se ve ahí es parte del Town Hall

Lo que se ve ahí es parte del Town Hall


Me encantó la cantidad de árboles que hay en la ciudad

Me encantó la cantidad de árboles que hay en la ciudad


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Nos sentamos a almorzar y, para seguir con el juego, pedimos soup y salata: sopa crema de champignones y una ensalada griega (queríamos scrambled eggs with saussage pero nos dijeron que eso se servía solo de desayuno). Mientras comíamos abrí el mapa de la ciudad en la mesa y, como ya habíamos hecho un recorrido por el centro, le propuse a Lau caminar por todas las calles que empezaran con S. Las marqué y salimos a explorar. Aparecimos en partes residenciales de la ciudad y me causó gracia ver cómo los vecinos nos miraban con cara de no entender qué hacíamos ahí, lejos del Art Nouveau y de lo que en teoría le interesa a los turistas. Nosotras le sacábamos fotos a esas calles que no formaban parte del mapa turístico con más interés que si estuviésemos haciendo un walking tour.


Las eses

Las eses


Algunas de las cosas que encontramos en las calles con S

Algunas de las cosas que encontramos en las calles con S


Calles en construcción

Calles en construcción


Un cinco incrustado (?)

Un cinco incrustado (?)


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Servis.

Servis.


A veces creo que me gustan más estas casas que los centros turísticos

A veces creo que me gustan más estas casas que los centros turísticos


Los que notaron nuestra presencia enseguida fueron los nenes que jugaban en la calle. Muchos se acercaron a decirnos “Szia!”, el saludo húngaro, y ahí me empezaron a volver otras palabras en húngaro a la cabeza. Una nena nos preguntó cómo nos llamábamos y de dónde éramos y le tradujo las respuestas a su abuela, que nos sonreía de lejos. A las seis decidimos ir a ver la Sinagoga, que está cerrada por renovaciones hace varias décadas. Sacamos fotos desde afuera, la rodeamos y nos encontramos con dos hombres que estaban trabajando ahí, les pedimos permiso para entrar y nos dijeron que sí —esta parte la contaré en el desafío #5: explorar lugares abandonados—.


La Sinagoga modernista, una de las más lindas de Europa

La Sinagoga modernista, una de las más lindas de Europa


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Un adelanto de la Sinagoga por dentro…


Como el tren nocturno de vuelta a Belgrado salía muy tarde (a eso de las 3 am), decidimos ir a la estación de buses y volver antes. No sabíamos dónde quedaba (ni aparecía en el mapa), así que nos acercamos a preguntarle a una señora que estaba sentada en un banco. En vez de indicarnos ofreció acompañarnos, y en el camino nos pusimos a charlar. Era serbia, pero también hablaba húngaro y estaba aprendiendo inglés: “Mi hija está viviendo en Nueva York y la semana que viene viajo a verla. Hace unos meses que estoy tomando tres clases por semana de inglés, así que hablar con ustedes me viene bien para practicar”. Le conté que mi mamá era húngara, y cuando nos despedimos me dijo Szervusz, otro saludo húngaro, un poco más formal que Szia, que le escucho a mi mamá decir siempre cuando habla por teléfono.


Me acabo de dar cuenta de que la mujer que aparece en esta foto es la que después nos guió a la estación. Saqué esta foto y después le hablé sin saber que era la misma persona.

Me acabo de dar cuenta de que la mujer que aparece en esta foto es la que nos guió a la estación. Saqué esta foto y después le hablé sin saber que era la misma persona.


Últimas imágenes de Subotica, sacadas mientras caminábamos con la señora

Últimas imágenes de Subotica, sacadas mientras caminábamos con la señora


Ciudad repleta de bicis

Ciudad repleta de bicis


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La estación estaba en las afueras de la ciudad así que caminamos casi media hora. Cuando llegamos el bus se había ido y teníamos dos horas de espera hasta el próximo. Yo no tenía nada de ganas de sentarme en esa estación poco iluminada a esperar.


—¿Y si hacemos dedo? —le propuse a Lau.


Ninguna de las dos lo había pensado, ya que teníamos planeado volver en tren o bus, pero no me costó mucho convencerla.


—Dale, vamos.


La estación de buses estaba al lado de la ruta de salida así que caminamos unas cuadras, nos paramos en la salida de una estación de servicio, invocamos a Tesla —está bueno invocar a algún personaje importante del país en el que estás— e inauguramos el primer tramo de autostop en Serbia. Era un poco jugado porque ya se estaba haciendo de noche y no sabíamos si alguien iba a frenar, pero a los quince minutos de extender el pulgar ya estábamos sentadas en el auto de un serbio-alemán que iba directo a Belgrado (antes de él frenaron tres, pero ninguno iba tan lejos). Llegamos a las 10 y media, pocos minutos después de que saliera el bus que nos hubiésemos tomados desde Subotica si decidíamos quedarnos en la estación y esperar.


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La S fue una excusa para romper con lo de siempre y explorar un lugar nuevo de otra manera. Si no, supongo que nos hubiésemos quedado en el centro y nunca hubiésemos llegado a esas callecitas residenciales. Quizá tampoco hubiésemos charlado con la mujer que se iba a Nueva York ni hubiésemos vuelto a Belgrado a dedo en tiempo récord. Una de las diferencias entre Asia y Europa es que acá hay que encontrar una excusa para interactuar, pero una vez que se abre el diálogo el camino queda pavimentado para intercambiar historias. Por eso creo que el azar no tanto que ver con la suerte sino con la actitud: hay que largar los planes —o hacer planes que rompan con los esquemas de siempre— para que aparezca. Y no hace falta irse de viaje: el azar aparece cuando uno fluye al ritmo del presente. Lo que todavía no termino de saber es si todo lo que nos pasa en esta vida/viaje es producto del azar o si es que las cosas siempre se dan como tenían que darse.


Info útil para visitar Subotica:

– Se puede ir de Belgrado a Subotica en bus (3 horas) o tren (4 horas). El bus es más rápido y un poco más caro, el tren va lento pero la experiencia es otra.


– Si van a Subotica, pidan los folletos de Art Nouveau en la oficina de turismo que está en el City Hall y hagan un recorrido por los edificios modernistas de la ciudad. Todo queda cerca así que se puede ir caminando. Suban a la torre, cuesta 100 dinares por persona (menos de un euro) y vale la pena. Eso sí: muchas escaleras. Para más info de la ciudad: visitsubotica.rs


– La moneda en Serbia es el dinar y el cambio está a 1 euro = 120 dinares (junio de 2015). La sopa me costó 180 dinares (un euro con cincuenta) y la ensalada griega 230 dinares (casi 2 euros). Se puede tomar agua de la canilla así que nosotras andábamos siempre con una botella y la recargábamos.


– No dormimos en Subotica, hicimos base en Belgrado (en el Hedonist, un hostel con muy buena onda) y fuimos a conocer en el día, pero si tienen tiempo vale la pena quedarse ya que hay muchos festivales culturales a lo largo del año. De Belgrado hablaré en otro post (se lo merece).
Este post forma parte de la serie #Desafío Serbia Croacia, un viaje de 20 días en conjunto con Lau de Los Viajes de Nena: pueden leer el Desafío #4: escapar en Belgrado en su blog. Estamos relatando el viaje en tiempo real en nuestras redes sociales —yo más que nada en mi cuenta de Instagram—, así que pueden seguir el día a día por ahí y luego iremos subiendo los desafíos de a poco a los blogs. Muchas gracias a Eurail que nos está apoyando en este viaje. Un adelanto del próximo desafío: en busca de Kusturica + tren a vapor con griegos + hospitalidad serbia. Ya verán.

La entrada Desafío Serbia Croacia #3: dejar que nos lleve el azar aparece primero en Viajando por ahí.

Aniko Villalba




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Published on June 07, 2015 16:05

May 28, 2015

Desafío Serbia-Croacia #1: buscar tesoros en Zagreb

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


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Cuando decidimos que empezaríamos el viaje de desafíos en Zagreb, la capital de Croacia, le propuse a Lau hacer una búsqueda del tesoro por la ciudad. Tenía la idea de armar una lista, como habíamos hecho a distancia en Mar del Plata y Biarritz, y salir a buscar cosas como “algo redondo”, “un dibujo descartado”, “algo que nos haga pensar en la infancia”, “objetos amarillos” y así. Sería un juego simple para entrar en calor y conocer la ciudad de una manera divertida. Ninguna de las dos se imaginó que los tesoros de Zagreb nos encontrarían a nosotras, más que nosotras a ellos.


Una de las primeras cosas que nos enteramos, gracias a una lectora, fue que en Zagreb había un sistema solar escondido por las calles. Mirá vos, Zagreb. Enseguida pusimos los nueve planetas en la lista. Después nos contaron que había una máquina del tiempo: otro elemento para la lista. Después alguien nos dijo que había un museo que recolectaba y exponía objetos cotidianos de desamor. Más tarde nos enteramos del restaurante que vendía dulce de leche para argentinos nostálgicos, de los corazones con espejos, de la virgen que no se quemó en el incendio de la ciudad, del dragón que vive en el mundo subterráneo, del fantasma que ordena la ropa, de la reina serpiente, de las brujas, de los faroleros. La lista de tesoros se iba armando sola, y era mucho más original de lo que pensábamos.


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Primeras imágenes de Zagreb. Al fondo, la plaza de St. Mark’s.


El vuelo de Barcelona a Zagreb duró solo dos horas, pero el viaje de cada una para llegar a Croacia fue mucho más largo: Lau se tomó dos aviones desde Argentina, yo hice una combinación de bus + tren + bus + bus desde Biarritz a Barcelona que me llevó un día. Dormimos en el aeropuerto y salimos a las 7 de la mañana del viernes. Cuando llegamos a Zagreb estábamos cansadas —ya nos pega la edad, che— y no llovía: diluviaba. Y hacía mucho más frío del que esperábamos. ¿Qué pasa que no llega la primavera en Europa? O soy yo que llevo el agua a todas partes. Pedimos paraguas prestados en el hostel y salimos a caminar igual, no queríamos que un poco de agua nos frenara.


hola lluvia

hola lluvia, pensé que ibas a quedarte en Francia


Una de las primeras fotos que saqué en Zagreb

Una de las primeras fotos que saqué en Zagreb, en la calle Ilica ul, la más larga de la ciudad.


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Aparecimos en la calle Ilica ul, la más larga de Zagreb, y lo primero que pensé fue que, por momentos, la arquitectura me hacía acordar a partes de Praga y Budapest. Después entendí que las similitudes tenían sus razones históricas: Zagreb tiene más de novecientos años de vida y, al estar en uno de los cruces de caminos de Europa, tiene influencias de varios países e imperios vecinos. Tratamos de seguir el mapa pero nos dimos cuenta de que el centro y la parte alta de Zagreb eran laberínticas. Mejor: las ciudades-laberinto suelen esconder muchas cosas, los recovecos son ideales para guardar tesoros e historias. Ese día, entre el cansancio y la lluvia, decidimos dejar la caminata un poco al azar, así que agarramos curvas, subimos escaleras y aparecimos frente a la plaza de San Marcos, el espacio más importante durante la época medieval. A partir de ese momento, durante los tres días siguientes, los tesoros nos fueron cayendo uno a uno en la cabeza.


Se nos ocurrió, entonces, hacer un contra-desafío: a quienes quieran jugar, los desafiamos a encontrar la lista de cosas que aparecen abajo. A quien encuentre todos —y pueda probarlo con fotos— le mandaremos una postal cada una —con mensajito, obvio—, desde el lugar del mundo en el que estemos. Algunos ítems son más fáciles que otros, vamos a darles varias pistas y la idea es que se diviertan explorando la ciudad y que le presten atención a ciertos detalles que le dan personalidad a Zagreb. Por si quieren imprimirla, acá pueden descargarse la lista completa.


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La contrabúsqueda del tesoro

Si vas a Zagreb, te desafiamos a encontrar:


* Jupiter
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El Sol de Zagreb


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La Tierra


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Saturno


En el centro de Zagreb hay un sol (se llama Prizemljeno Sunce). Fue hecho por el escultor Ivan Kozarić en 1971 y, como ven en la foto, es bastante grande, así que no les va a costar encontrarlo. El artista Davor Preis se inspiró en ese sol y, en el 2004, escondió un sistema solar por la ciudad: llamó a la instalación Devet pogleda o Nine Views. Calculó el tamaño de los planetas y la distancia en proporción al sol y los distribuyó en el mapa. En noviembre de 2004, un grupo de estudiantes salió a buscarlos —la instalación no era conocida entre la gente local— y develó la ubicación exacta de cada uno. A ver si encuentran Júpiter (nosotras no pudimos).


* Un comodín

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Para este tesoro tienen dos opciones. La fácil: ir al Museum of Broken Relationships. La difícil: encontrar el comodín tirado en la calle. Les recomiendo mucho ir al museo, a mí me pareció uno de los más originales que visité: expone objetos cotidianos que quedaron llenos de sentido —y cargados de recuerdos— después de una historia de amor fallida. Van a ver zapatos, libros, jarrones, enanos de jardín, peluches, ropa y hasta un hacha. Cada objeto, además, tiene su historia escrita al lado. ¿Qué hacer con el dolor que queda tras una relación fallida? Convertirlo en un bálsamo para otros.



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* Algo que tenga que ver con el café (una taza de café, el barista, cafés incrustados…)

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Una de las actividades más practicadas por la gente de Zagreb es reunirse en las kavanas (cafeterías) a tomar café y charlar durante horas. El objetivo no es tanto tomar café en sí, sino encontrarse con amigos, familiares y colegas y socializar. La cultura del café en la capital croata es una costumbre adquirida por la influencia austro-húngara, otomana e italiana. Ya lo dije en otras ocasiones, pero sentarme a tomar un café es una de mis actividades preferidas, esté de viaje o en Buenos Aires: cuando estoy sola me encanta aprovechar ese momento para descansar y escribir, cuando estoy con amigas, el café es una excusa para charlar. Les guste el café o no, es muy probable que, entre caminata y caminata por Zagreb, terminen en una cafetería.


* Un corazón

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El corazón es el símbolo de Zagreb (Lau les cuenta más al respecto en su post: “Encontrar el corazón de Zagreb”): el original se llama licitar y es una galleta de miel con forma de corazón, a veces con un espejo en el medio, que se usa como decoración y regalo en las celebraciones. Es uno de los patrimonios intangibles de la cultura croata, y no les va a ser difícil encontrarlo.


* Un candado

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Muchas ciudades europeas tienen sus candados del amor. Zagreb también. Vayan a buscarlos y disfruten la vista. Pista: están en la parte alta.


* Una vidriera retro

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Las vidrieras de Zagreb merecen un post aparte. Algunas son, sin proponérselo, muy retro. Presten atención y elijan la más retro que encuentren.


* Un huevo de Pascua pintado a mano (más puntos si es gigante)

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Son otro elemento típico de la cultura croata —y de la húngara también, me acuerdo de mi infancia—. En Zagreb encontré solo este, pero en Koprivnica, cerca de la frontera con Hungría, se exhibe una colección de huevos pintados todos los años, durante la Cuaresma.


* Un tranvía rojo

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Los tranvías en Zagreb son azules, pero de vez en cuando se ve alguno rojo. Estén atentos porque pasan rápido (por eso mi foto está tan movida: ¡tranvía rojo, tranvía rojo! + click)


* Los paraguas típicos de Zagreb

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Los paraguas que estas mujeres tienen en la mano se llaman Šestine y son típicos de la región del mismo nombre. Provienen del siglo 18 y forman parte de la vestimenta tradicional de la gente de Šestine. Son rojos y tienen rayas de colores. Los van a ver bastante, llueva o no. Pista: miren bien en el mercado que está al aire libre.


* Un dispenser de lecha fresca (pista: en el mercado)

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En Zagreb es más barato comprar un litro de leche fresca que un litro de leche envasada. Este señor, por ejemplo, llevó cinco botellas vacías y las llenó todas por menos de un euro cada una.


* Una puerta con algún detalle interesante

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Presten atención a las puertas, van a encontrar todo tipo de trabajos artesanales. Elijan la que más les guste.


* Un cartel

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En el idioma que quieran.


* El farolero de Zagreb

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En la parte alta de Zagreb hay más de doscientos faroles. Cada tarde, antes de que baje el sol, dos faroleros recorren las calles y los encienden, uno a uno. No es una ceremonia ni un show: es un oficio casi extinto que en esta ciudad se mantiene vivo. Eso sí, les recomiendo que estén atentos y se apuren porque los faroleros son muy rápidos y desaparecen antes de que te des cuenta.


* La máquina del tiempo (solo durante primavera y verano)

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Todos los sábados de primavera y verano, entre las cinco de la tarde y las ocho de la noche, la plaza de San Marcos viaja al pasado. Dénse una vuelta por ahí y van a encontrarse con Marija Juric Zagorka, la primera periodista de Zagreb, Antun Gustav Matos, poeta y escritor de viajes croata, el repartidor de periódicos, el cartero, la lavandera y otros personajes típicos del Zagreb de hace varios siglos. Son muy simpáticos y te cuentan su historia. Si van en otoño o invierno, tachen este ítem de la lista.


* Algo amarillo

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Yo elegí la Ópera.


* Un ritual (pista: vayan al Stone Gate)

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El Stone gate (puerta de piedra) es lo único que queda de la antigua muralla medieval que protegía a la ciudad de Gradec, hoy parte de Zagreb. Si pasan por ahí van a ver que a toda hora hay gente prendiendo velas y rezando en silencio. ¿Por qué? Porque ahí está el altar de una Virgen milagrosa. En 1731, un incendio destruyó gran parte de la ciudad. En uno de los departamentos de la torre que está encima del Stone gate encontraron la imagen de una Virgen con Jesús que había quedado intacta. El marco había sido destruido por el fuego, pero el resto del cuadro estaba entero, así que la consideraron milagrosa y le hicieron un altar.


* Un fantasma (o un lugar embrujado)

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Dicen que Zagreb es una ciudad llena de fantasmas, lugares embrujados, leyendas y supersticiones. En la farmacia más antigua de Zagreb, ubicada a pocos metros del Stone Gate, se vendía sangre de dragón para hacer pociones. Muchos habitantes creían, además, que había un dragón durmiendo debajo de la ciudad y que la reina serpiente vivía en los túneles junto con sus tesoros. Muchos fueron a buscarlos y no volvieron. Varios escritores y poetas de Zagreb tuvieron a sus propios fantasmas —a uno se le apareció una sombre violeta que le ordenó la ropa del placard—, hay una mujer vestida de blanco que aparece las noches de lluvia, hubo un drácula croata y, hasta no hace mucho, a las mujeres se las acusaba de brujería y se las quemaba en la plaza de St. Mark’s.


Para este tesoro vale todo: lugares embrujados, fantasmas (si los ven), cementerios abandonados (hay uno en la parte alta), una bruja… Si necesitan ayuda, pueden hacer el Zagreb Ghost Tour, un recorrido nocturno por las leyendas y misterios de la parte antigua de la ciudad.


* La tumba más antigua de Mirogoj (pista: fíjense en la vegetación)

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Nos vamos al cementerio. A mí me gusta mucho visitar cementerios en otros países, pero sé que no es una actividad para todos. El de Zagreb, sin embargo, vale la pena. Se llama Mirogoj y fue diseñado por Hermann Bollé, un arquitecto franco-alemán que, según dicen los locales, le cambió la cara a Zagreb. El cementerio se construyó en 1876 y guarda los restos de muchos croatas famosos y de gente católica, ortodoxa, protestante, musulmana y sin religión. Un lector nos desafió a encontrar la tumba más antigua del cementerio y fallamos: sabíamos el nombre de la persona —fue un croata muy querido— pero lo ubicamos mal en el mapa y le sacamos fotos a otra tumba.


* Un gato (vale doble si es negro y está en el cementerio)

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Hay bastantes gatos, así que estén atentos.


* Un peso argentino (pista: detrás de la tumba de un poeta croata)

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Acá se empieza a poner más compleja la cosa. Hace unos posts les conté de Geocaching, la búsqueda del tesoro más grande del mundo: hay más de dos millones de caches escondidos en todo el mundo. Se localizan con GPS y tienen distintos tamaños: algunos son como el tubo que ven esta foto, otros son tuppers, otros son recipientes muy chiquitos. Todos tienen un logbook, o libro de firmas, y objetos dejados por la gente. En el cementerio de Mirogoj hay dos (si tienen la versión Pro de Geocaching van a ver más, pero con la versión gratuita se ven dos). En uno de esos dos dejamos una moneda de un peso argentino y nuestras firmas.


(Quedan liberados de este ítem si: no tienen teléfono con gps o si encuentran el recipiente y la moneda y el papel con nuestra firma ya no está.)


* Un delfín (pista: en una avenida larga, cerca de la estación de tren)

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Muy cerca de la estación de tren hay una avenida muy larga toda cubierta de arte callejero. Pregúntenle a la gente en Zagreb y van a saber indicarles. Sabemos que el arte callejero es efímero, así que si el delfín no aparece, vale la foto de cualquier otro animal pintado en esa pared.


* Un lugar abandonado

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Fuera del centro de Zagreb se ven muchos edificios abandonados. Me encanta. Este es, al parecer, un rasgo común de los países de la ex Yugoslavia. Si viajan por esta región van a ver varios por día.


* El río

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Zagreb está atravesada por el río Sava, pero si no lo vas a buscar, no lo vas a ver. No queda muy lejos del centro y hay varios tranvías que te llevan. Además, para encontrar los siguientes tesoros vas a tener que ir para allá y caminar casi por la orilla entre dos de sus puentes: el Jadranski Most y el de la Avenija Većeslava Holjevca.


* Un monumento o construcción de la época socialista

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En el paseo del río van a ver bastantes, así que elijan el que más les guste. La historia de cada uno y el mapa detallado lo encuentran en este blog (en inglés).


* Una calle o lugar que haya sido el escenario de una película

Primeras vistas de Zagreb


En Zagreb se filmaron muchas películas y series. En varias locaciones de Croacia se filma Game of Thrones, así que el país en general es un set de cine. En la plaza de la iglesia de St. Catherine se filmaron algunas escenas de El violinista en el tejado (tengo que verla). ¿Qué otras locaciones encuentran?


* Un objeto al azar

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Y acá pueden poner lo que quieran. Yo encontré este libro. Y lo dejé ahí.


Zagreb, la verdad, me sorprendió mucho. En general cuando se habla de ciudades europeas son otras las que están primeras en la lista. Y Zagreb, siento, sigue siendo una ciudad para croatas en la que nosotros, los visitantes, podemos espiar por un rato. Es muy fotogénica y tiene un montón de detalles más que no puse en esta lista para no hacerla interminable, pero si van para allá no dejen de buscar, además, las esculturas, las mujeres vendiendo frutillas, las corbatas (la corbata es un invento croata), el rakija (la bebida típica), los fotocharcos, los reflejos. La cantidad de tesoros es inagotable.


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Info útil para visitar Zagreb:

* En comparación con otras capitales europeas, Zagreb no es una ciudad tan cara. La moneda es el kuna y el cambio está a 7.50 kunas por un euro (datos de mayo de 2015).


* La ciudad está bien conectada con el sistema de tranvías, buses y funiculares, aunque podés llegar a casi todas partes caminando. Un viaje en tranvía cuesta 10 kunas y es válido por casi dos horas (podés hacer transbordos sin volver a pagar). De noche es un poco más caro (15 kunas), pero si vas a quedarte varios días podés comprarte la Zagreb Card (cuesta 90 kunas, unos 12 euros): es válida por 72 horas y te permite viajar en transporte público y te da descuentos en museos, restaurantes, tiendas y otros servicios. Pero de verdad: caminen, todo queda cerca.


* Podés comer un plato abundante por unos 40 kuna (menos de € 6) y tomar un café por 10 – 14 kuna. Acabo de descubrir esta página y me pareció muy útil: expatisan.com, te dice cuál es el costo de vida en más de 1900 ciudades del mundo.


* La mayoría de la gente habla inglés y, los que no, tienen muy buena voluntad para comunicarse.


* Una cama en el dorm de un hostel cuesta entre 80 y 130 kuna, y hay bastante oferta de alojamiento. Nosotras nos quedamos en el Swanky Mint Hostel y nos gustó mucho.


* Si quieren recorrer Zagreb con una guía que habla castellano y que sabe muchíiisimo acerca de la ciudad, les recomendamos contactar a Dalma Čipčić: es croata-argentina y vive hace más de veinte años en Zagreb. La contactan por mail a dalmacipcic(arroba)gmail.com (y le mandan saludos de nuestra parte) :)


* Algunos blogs con información interesante de Zagreb y Croacia: Zagreb Honestly, Chasing the Donkey y Yomadic. Una app que les puede servir para recorrer la ciudad: Be There.


* Agradecemos el apoyo de la Oficina de Turismo de Zagreb que nos dio un montón de información para llevar a cabo estos primeros desafíos.

Este post forma parte de la serie “Desafío Serbia Croacia”, un viaje de veinte días con Laura, de Los Viajes de Nena, por ambos países. Pueden leer el Desafío #2: encontrar el corazón de Zagreb en su blog. También pueden seguir el día a día de nuestro viaje por Instagram. En los próximos desafíos: Belgrado.

La entrada Desafío Serbia-Croacia #1: buscar tesoros en Zagreb aparece primero en Viajando por ahí.

Aniko Villalba




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Published on May 28, 2015 15:30

May 20, 2015

Desafío Serbia Croacia

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Lo digo de una: este viernes, Laura y yo nos vamos a Zagreb para empezar un viaje de 20 días por Croacia y Serbia. Los que siguieron la saga Desafío Islandia saben que nos gusta viajar haciendo juegos y que desde que terminamos ese viaje nos quedamos con ganas de más. Así que se viene el segundo capítulo de algo que será una serie con, esperamos, varias temporadas: los Desafíos Viajeros. La fórmula mágica es algo así: 2 blogueras + 1 viaje + 10 desafíos + 20 días para cumplirlos.


¿Cómo presentar un viaje que todavía no empezó y en el que no sabemos qué pasará? Si bien vamos con un itinerario más o menos armado —llegamos a Zagreb, vamos para Belgrado, hacemos algo del norte de Serbia, volvemos a entrar a Croacia y bajamos por la costa hasta Dubrovnik— y una lista de desafíos posibles, uno de los objetivos es dejarnos llevar y permitir que algunos desafíos nos encuentren. En nuestra lista hay desafíos como estos:


* convertir Belgrado en un set de fotografía

* aprender el alfabeto cirílico

* hacer una búsqueda del tesoro (con 20 objetos o situaciones para encontrar y fotografiar) en Zagreb

* hacer barcoestop por las islas de Croacia

* tener un día experimental (dejar que los dados decidan nuestro recorrido y decir a todo que sí)

* aprender a preparar un plato típico de los Balcanes

* usar todas las formas de desplazamiento posibles

* fotografiar lugares abandonados


y otras ideas que ya les iremos contando. Son, en realidad, excusas para interactuar con los lugares y con la gente, objetivos que queremos cumplir para viajar de otra manera y mostrar nuestro recorrido desde otra perspectiva.


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Siento que este viaje está muy alineado con mi manera actual de ver las cosas: hace un tiempo empecé a sentir que la vida es una colección de desafíos. O de consignas. O de experimentos. Da igual. Vivir me parece eso: ir cumpliendo consignas invisibles, tomarse todo como un gran experimento. Tal vez es porque estoy escribiendo mucho así, con consignas, porque estoy rodeada de libros que me proponen hacer listas o me dan temas para escribir o me sugieren exploraciones para prestarle atención al mundo —no por nada sentí la necesidad de abrir un segundo blog que no tuviera que ver con viajes—. A la vez, creo que cada desafío encierra otros desafíos. Por ejemplo, en mi caso, siento que este viaje me pone tres desafíos grandes (vamos a decirles Macro Desafíos):


* Volver a volar en avión. Hace más de un año que no me subo a un avión y no sé cómo me voy a sentir, si las últimas veces la pasé mal. Mi gran desafío, en realidad, es perderle el miedo a volar.


* Encontrar cosas relacionadas con la escritura. No me llevo ni un libro y voy con un solo cuaderno (bueno, dos, uno muy chiquito y otro más grande), y no creo que mi lado escriviviente se vaya a aplacar en este viaje, al contrario, temo que se la pase buscando papelerías y librerías por los Balcanes. Otro desafío dentro de este Macro Desafío (¿qué sería eso? ¿un mini-macro desafío?) es seguir posteando en escribir.me mientras estoy de viaje.


* Volver a viajar. Este es el desafío más grande. Estoy viviendo en Francia hace nueve meses, pero eso no quiere decir que esté viajando. Estoy estática, haciendo las mismas cosas que haría en Buenos Aires (mi lugar de no-viaje), trabajando en mis libros y teniendo una rutina llena de quietud —que en este momento me encanta—. En este tiempo hice algunos viajes cortos, pero nada más, así que me siento medio oxidada. Hace bastante que no relato viajes en tiempo real, así que veremos cómo me sale eso.


Y tengo un Desafío Macro bis que me da un poco de vergüenza pero se los digo igual: separarme de L. por 20 días. Me da risa hasta escribirlo, pero es verdad. Y ya sé que 20 días no es nada, pero desde que nos conocimos, hace casi un año, estamos todo el tiempo juntos y yo no puedo más del amor. Estos franceses…


Bueno, basta. Volvamos al viaje.


La gallinita, mascota oficial del viaje, está empollando en nuestros próximos destinos.

La gallinita, mascota oficial del viaje, está empollando en nuestros próximos destinos.


Puede que se estén preguntando por qué elegimos Serbia y Croacia. Elegir el destino del viaje fue otro desafío (van a ver la palabra “desafío” bastante de ahora en más). No exagero: Lau y yo tuvimos una sesión de cuatro horas de Skype para decidir a qué parte de Europa irnos y nos costó mucho llegar a una decisión final. El diálogo tenía momentos así:


—Bueno, ya está, tenemos cuatro opciones: Bulgaria, Polonia, Croacia y Francia.


Y al rato:


—¿Cuáles eran las opciones? ¿Y Alemania no te copa?


—No, pará, tenemos que ir a Turquía.


—Yo muero por los países nórdicos.


—¿Y si vamos a Hungría?


—Bueno, decidido: República Checa.


—Pará, imaginate hacer un viaje de desafíos por España, sería re divertido.


—Sí, tenés razón, vamos.


—Che, ¿y cuáles eran las cuatro opciones anteriores?


—¡Mirá lo que son estos lugares de Croacia!


—Yo tengo muchas ganas de ir a Belgrado.


Y así. Era de no creer. Ponés a dos indecisas juntas y sale eso. Ni sabemos quién sugirió qué, pero al final las dos nos copamos con Croacia y Serbia, así que cerramos el debate ahí. Uno de mis grandes destinos pendientes en Europa son los Balcanes, así que esa era la región que más me tentaba. De Croacia me hablaron mucho, más que nada por sus playas, sus pueblitos mediterráneos y su gente. Y Serbia es un país que siempre me llamó la atención. Así que allá vamos: a jugar, a divertirnos, a ver qué nos depara el camino y a contarles todo a través de nuestros blogs.


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* Pueden seguir el viaje en redes sociales con el hashtag #DesafíoSerbiaCroacia. Yo estaré publicando en mis cuentas de twitter (@anikovillalba), facebook (perfil personal y página de Viajando por ahí) e instagram (@anikovillalba). Lau en su blog y en sus redes. Como la vez anterior, cada una escribirá acerca de cinco desafíos. Pueden leer la versión de Lau de este post en su blog.

* Queremos que uno de los desafíos sea pensado por ustedes, así que mándennos sus sugerencias por acá, por mail, por redes, por donde prefieran y en unos días diremos cuál elegimos.


* Nos vamos de viaje con el libro Turista lo serás tú, del que esperamos sacar varios juegos divertidos para hacer por allá.


* En este viaje contamos con el apoyo y la buena onda de Eurail

La entrada Desafío Serbia Croacia aparece primero en Viajando por ahí.

Aniko Villalba




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Published on May 20, 2015 10:34

May 6, 2015

Recuerdos de Centroamérica (4): Honduras, ruinas mayas y agua turquesa

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Este post forma parte de la serie “Recuerdos de Centroamérica”: fotorrelatos e historias de mi viaje por América Central en el 2008.


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Después de nuestros días despistadas por las calles de Costa Rica y de nuestro recorrido en bus por Nicaragua, Belén —mi amiga y compañera de viajes durante un mes— y yo cruzamos al que sería nuestro último país juntas: Honduras. Como a Belu le quedaban muy pocos días, dejé que ella eligiera el destino, así que nos fuimos a Copán a conocer las ruinas mayas.


* Las ruinas de Copán

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Cruzamos la frontera entre Nicaragua y Honduras y pasamos la noche en Choluteca. Al día siguiente viajamos a Tegucigalpa, la capital, y de ahí a Copán Ruinas, el pueblo más cercano a las ruinas mayas del mismo nombre.


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Copán Ruinas es un pueblito turístico, pero no por eso deja de ser encantador.


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El ritmo de vida es tranquilo, la gente es amable y el pueblo es seguro.


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Hay construcciones coloniales y otras de piedra.


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Y como el pueblo es chiquito, la gente suele moverse a pie, en bicicleta o en tuk-tuk.


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En el hostel de Copán Ruinas vi este mapa: decía que marcaras con una chinche de qué parte del mundo venías, así que dejamos la nuestra en Buenos Aires.


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A la mañana siguiente nos despertamos temprano y fuimos caminando hasta el parque arqueológico de las ruinas de Copán (a 1.5 km), un complejo que forma parte de la Ruta Maya, un área que abarca parte de Honduras, Guatemala, El Salvador, Belice y el sudeste de México.


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Los primeros en recibirnos fueron ellos, los papagayos.


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En sus marcas… listos… ¡ya!


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Me acuerdo de que esta escena nos resultó simpática. Recién, leyendo la wikitravel de Copán, vi que uno de los consejos es: “Andá temprano así ves a los guardaparques dándole de comer a los papagayos” (?). Nosotras pensamos que habíamos sido las únicas.


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Las ruinas de Copán son menos visitadas que otras, como Tikal o Chichén Itza, pero no por eso menos interesantes.


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A diferencia de otras grandes civilizaciones sudamericanas, como los incas, los mayas no desaparecieron: sus descendientes siguen habitando parte de la región maya de Centroamérica y México, mantienen algunas de sus tradiciones y hablan uno de los 44 dialectos maya, además de español. Las ruinas que conforman la Ruta Maya son el legado de los “antiguos mayas”, una de las civilización más importantes de la Mesoamérica precolombina.


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Durante sus 2000 años de historia, los antiguos mayas pasaron por tres períodos diferenciados: el período preclásico (1000 a.C. al 320), el período clásico (320 a 987 d.C) y el período posclásico (1000 a 1687). Durante el preclásico, los mayas eran comunidades sedentarias dedicadas al cultivo y la caza. Fue el período clásico el que marcó su apogeo, ya que durante esa época pasaron a ser una de las sociedades más pobladas y culturalmente dinámicas del mundo.


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Los mayas tenían conocimientos muy profundos de matemática, astronomía y astrología, y desarrollaron un sistema de escritura por jeroglíficos que fue de los más avanzados de occidente. Durante esa época hubo mucho desarrollo intelectual, artístico y arquitectónico, y con el aumento de la población surgieron las ciudades-estado como Tikal (Guatemala), Palenque (México) y Copán.


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Cada ciudad era independiente y tenía su gobernante. Además, cada sociedad tenía su zona de cultivo, centro ceremonial, campo de pelota y sector de viviendas.


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Los restos más notables de esta época son las pirámides escalonadas construidas en los centros religiosos, los palacios de los gobernantes y las estelas (las esculturas hechas en honor a sus reyes, como la de esta foto). En Copán se descubrieron más de 4500 estelas.


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Se dice que Copán fue “la París de los mayas” por su importancia artística y cultural. La ciudad fue un centro ceremonial y político, así como uno de los principales núcleos artísticos y científicos de la civilización.


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En Copán hay más esculturas que en cualquier otra ciudad precolombina. Además de las estelas, uno de los restos más impresionantes es la Escalera de jeroglíficos que pueden ver en esta foto. Tiene 63 escalones y está conformada por más de 1500 bloques tallados que narran la historia de uno de los reyes más importantes de Copán y de la ciudad en sí. Es el texto precolombino más extenso, aunque algunos escalones se dañaron y eso dificulta su desciframiento.


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Dentro del parque arqueológico también está el museo Maya, que vale la pena visitar.


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Dentro del museo hay una réplica a escala real del Templo de Rosalila, que fue encontrado intacto bajo tierra en 1989 por un arqueólogo hondureño. Los mayas construían templos dedicados a los gobernantes de turno y, en general, cuando el rey cambiaba, el templo en su honor era destruido y reemplazado por otro. El templo de Rosalila se usó para diversas ceremonias, entre ellas el culto al rey. Lo curioso es que no fue destruido sino enterrado, y encima se le construyó otra pirámide.


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En el museo también hay esculturas originales que permiten conocer aún más la cosmovisión que tenían los mayas.


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Las ruinas de Copán son los únicos restos mayas que visité hasta ahora.


* Días en familia en Roatán

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Al día siguiente, Belu y yo tomamos un colectivo a San Pedro Sula y ahí nos separamos: ella se fue al aeropuerto y yo a un hostel para esperar a mis papás que llegaban al día siguiente. Mi mamá y mi papá me visitaron dos veces durante mis viajes: la primera en Honduras y la segunda en Hungría. Cuando tuvimos que decidir dónde pasar unos días juntos, elegimos las Islas de la Bahía. Los tres somos muy playeros.


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Las Islas de la Bahía es un departamento hondureño ubicado sobre el mar Caribe, a 60 kilómetros de la costa norte del país. El archipiélago está conformado por tres grupos geográficos:


1. Las Islas de la Bahía (Roatán, Guanaja y Utila, y otras islas más chiquitas)

2. Los Cayos Cochinos (más de sesenta)

3. Las islas Barbareta, Morat y Santa Elena (más chiquitas que las tres principales)


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De todas esas elegimos Roatán, la más grande de las islas y la capital de la región.


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¿Vieron que cuando uno piensa en el mar se le vienen a la mente postales paradisíacas del Caribe?

Bueno, Roatán es algo así.


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Tiene un mar con un color que a veces cuesta creer que exista.


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Yo soy más del mar con olas que del mar sopa, pero a uno así no puedo decirle que no.


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Y estos saltos acrobáticos al mar-pileta me encantan.


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Y hacer avistaje de pajaritos,


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de tortugas,


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y de iguanas,


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así todas juntas,


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también me encanta.


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Si bien los primeros en llegar a las islas fueron los españoles, los primeros en asentarse fueron los británicos. Durante su historia, Roatán fue tomada y ocupada varias veces por piratas. Luego, la isla fue disputada por ingleses y españoles —con guerra entre ambos países de por medio— hasta que, en 1838, las Islas de la Bahía quedaron en manos de Honduras.


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Roatán tiene 77 kilómetros de largo y varios pueblos o asentamientos. Nosotros decidimos quedarnos en unas cabañas en West End, una zona con bastantes bares y dive shops. Pasamos una semana en familia y aprovechamos para recorrer las distintas zonas de la isla.


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Un buen dato: Roatán y Utila son de los lugares más baratos del mundo para sacar el certificado PADI de buceo.


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Una de las zonas que más me interesaba conocer era Punta Gorda, el primer establecimiento garífuna de Honduras.


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Los garífunas son un grupo étnico zambo descendiente de africanos, caribes y arahuacos originario de varias regiones de Centroamérica y el Caribe. También se los conoce como garinagu o caribes negros.


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Se estima que en Honduras, Belice, Guatemala, Nicaragua y Estados Unidos hay más de 600 000 garífunas.


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Se dice que el origen de los caribes negros fue en 1635, cuando dos barcos que venían con esclavos africanos —desde lo que hoy es Nigeria— naufragaron cerca de la isla de San Vicente, en el Caribe. Los esclavos se escaparon del barco y llegaron a la isla, donde fueron recibidos y protegidos por los caribes. Los matrimonios entre ellos formaron el pueblo Garinagu, hoy garífuna.


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Cuando los ingleses invadieron San Vicente y los franceses —que estaban asentados ahí— se rindieron, los británicos consideraron que los caribes negros eran esclavos y los deportaron a Jamaica y Roatán.


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En 1796, más de 5000 garífunas fueron deportados desde San Vicente, aunque solo la mitad sobrevivió el viaje hasta Roatán. Ahí se asentaron y permanecen hasta hoy.


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Punta Gorda es una zona tranquila y poco turística donde se puede presenciar el día a día de los habitantes.


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Los días siguientes los pasamos entre playas,


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tormentas tropicales,


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caracoles,


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agua transparente


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y atardeceres. Fue una vacación dentro de mi viaje.


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Acerca de la seguridad en Honduras


Viajé a Honduras en el 2008 y, si bien los lugares que conocí me gustaron mucho, no puedo no hacer una mención acerca de la seguridad. Honduras fue, lamentablemente, uno de los pocos países —quizá el único— en el que me sentí insegura en varias oportunidades. El cruce de frontera desde Nicaragua no fue una experiencia que repetiría (lo comenté en el post de viajar sola), en Tegucigalpa vi que muchas tiendas tenían guardias de seguridad armados (con rifles) en las puertas y carteles que le pedían a la gente que dejara sus armas afuera (después nos enteramos de que gran parte de la población estaba armada y que el gobierno estaba haciendo una campaña para desarmar a la población). En ciudades como Choluteca y San Pedro Sula nos dio miedo salir de noche porque nos habían alertado que era peligroso y cuando bajaba el sol todo quedaba tan desolado que parecía tierra de nadie. En Tegucigalpa nos subimos a un taxi y el conductor nos dijo que cerráramos las ventanas porque era común que te apuntaran con armas para robarte (y también nos dijo que era común que los mismos conductores robaran), ahí vimos también como la gente le tiraba botellas a los colectivos.


Con esto no pretendo asustar ni tampoco hablar mal de un país que a nosotras nos recibió bien, sino decirles que la inseguridad en Honduras es un problema real. San Pedro Sula fue nombrada una de las ciudades más violentas del mundo, con un promedio de tres homicidios al día (más que nada a causa del enfrentamiento entre las maras). Yo estuve dos días ahí y no me pasó nada ni vi nada raro, pero tampoco me arriesgué a caminar sola por lugares alejados de mi hostel. En Tegucigalpa se recomienda no salir a caminar de noche por ninguna parte de la ciudad, no meterse en callejones y no salir con cosas valiosas ni mucha plata a la calle. Las zonas turísticas del país están bastante controladas, pero eso no quiere decir que no haya robos. A mí, repito, no me pasó nada, pero la inseguridad fue algo que sentí en el aire.


Quizá alguno de ustedes estuvo por Honduras hace poco —o es hondureño— y puede compartirnos su experiencia. No dejen de viajar a este país porque hay lugares muy lindos para ver, pero presten atención y pídanle consejos a la gente local.


Esta fue la cuarta entrega de la serie “Recuerdos de Centroamérica”: fotorrelatos e historias de mi viaje por América Central en el 2008. Te invito a leer los relatos de PanamáCosta Rica y Nicaragua. En el próximo y último capítulo: Guatemala.


La entrada Recuerdos de Centroamérica (4):
Honduras, ruinas mayas y agua turquesa
aparece primero en Viajando por ahí.

Aniko Villalba




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Published on May 06, 2015 13:47

May 1, 2015

Geocaching: la búsqueda del tesoro más grande del mundo

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


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Mañana, 2 de mayo, Geocaching cumple 15 años. Y lo único que me pregunto es cómo no lo descubrí antes. En realidad lo conocía, varias personas me habían hablado acerca de ese juego, pero nunca le di mucha importancia. Era como:


—¿Sabías que hay gente que esconde cosas en todas partes del mundo y da las coordenadas del GPS para que otros las encuentren?


Y yo:


—Ahhh, mirá.


Y nada. Aniko despertate.


Hace unos días estaba leyendo el libro “Turista lo serás tú”, de mis amigos de la Editorial Viajera, cuando la palabra geocaching volvió a aparecer en mi vida. Este libro propone más de setenta juegos para hacer mientras viajás. Uno de ellos, el 27, decía así:


“Tal vez no los hayas visto, pero tu ciudad está llena de tesoros. Tesoros reales aunque simbólicos: objetos ocultos en tarteras —tuppers— (protegidos así de las inclemencias climáticas) en coordenadas muy precisas. Han sido escondidos por personas, pero, paradójicamente, para que sean encontrados. Pero no por cualquiera: solo por aquellos que los busquen en páginas web creadas a tal efecto. Parece un juego, un acertijo, y es así: se trata del geocaching.”


Enseguida lo busqué en internet y me encontré con este video explicativo:



Para jugar, decía, se necesita un GPS o smartphone. Y claro, me dije, la última vez que escuché hablar acerca del geocaching no tenía smartphone, pero ahora sí, así que me bajé la aplicación enseguida para ver de qué se trataba. Se abrió un mapa de Biarritz —la app sabe dónde estás— y aparecieron como treinta puntos verdes. ¿Qué quería decir eso? Que en cada uno de esos puntos había un tesoro escondido. Empecé a saltar de emoción y le dije a L.: “¡Mirá esto, por favor! Biarritz está llena de cosas ocultas, hay tesoros, hay cajas que quizá tengan muñequitos de la infancia de alguien, dados, libros, cartas, secretos. Tengo que salir a buscarlos, esto es espectacular”. Él, que ya se acostumbró a verme levantar cosas del piso —naipes, piezas de rompecabezas, legos, papeles escritos, cintitas, bolsitas y etcétera— y de la basura —o de lo que otros consideran basura— se reía: “Es ideal para vos, era obvio que te iba a gustar”. Pero ese día llovía mucho, así que tuve que esperar.


Me fui hasta la Grande Plage

La Grande Plage de Biarritz, por acá cerca hay tesoros escondidos


 


Al día siguiente salí a caminar. Como cualquier cosa nueva, esto del geocaching me generaba algunas dudas. No voy a decir miedo, porque no era miedo, pero me daba no se qué estar buscando tesoros sola: ¿y si alguien me veía y pensaba que estaba loca? ¿y si me encontraba con otro geocacher en el mismo punto? ¿y si tenía que explicarle a alguien (¡en francés!) lo que estaba haciendo? Después leí que existe algo así como la ética del geocaching y que algunas de las reglas aceptadas son: no poner en peligro a otros, minimizar el impacto en la naturaleza, respetar la propiedad privada y evitar la sospecha pública.


Caminé hasta la playa diciéndome “no voy a hacer geocaching hoy, mejor empiezo otro día con alguien” pero no aguanté. Abrí la aplicación del teléfono y vi que muy cerca mío, a unos 100 metros, había un tesoro oculto. Miré la pista: “Está colgado”. Tendrían que haberme visto: empecé a caminar mirando para arriba, esperando encontrarme una caja colgada de algún árbol o de una pared. Al ser la primera vez, no me avivé de que la aplicación tenía un GPS incorporado que me iba indicando con una flecha hacia qué lado caminar. Yo solo veía mi punto moviéndose en el mapa y trataba de acercarlo lo más posible a ese punto verde. Cuando estuve a pocos metros, el teléfono empezó a vibrar: “¡Prestá atención! ¡Estas cerca!”. Busqué, busqué, busqué, pero no veía nada. Ni siquiera sabía qué estaba buscando.


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Pasé por un arbusto y vi un tubito verde muy chico, pero lo desestimé y seguí. Cuando estaba por darme por vencida, miré la foto de alguien que ya lo había encontrado. En la app de Geocaching hay un logbook o libro de visitas online: los que ya encontraron ese tesoro dejan algún comentario (sin spoilers) y a veces alguna foto de referencia. Cuando miré la foto me di cuenta de que el tubito verde era el tesoro. Volví, lo desenganché del arbusto —estaba agarrado con uno de esos alambres para cerrar el pan lactal—, lo abrí y adentro encontré un papel enrollado: era el libro de visitas (todos los caches tienen uno). Lo firmé con nombre y fecha y volví a engancharlo en la misma rama. No sé si alguien me vio ya que era una zona con mucha gente. Volví a casa contenta, pero quería más: quería cajas como las del video.


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Al día siguiente salí a caminar temprano, algo que no hacía hace tiempo. Había estado mirando el mapa y vi que en Biarritz hay una laguna (ni sabía) y que en el bosque alrededor de esa laguna hay como cinco tesoros, varios de ellos cajas (la aplicación suele decir qué tamaño tiene el tesoro que estás buscando). El lugar estaba a 45 minutos caminando de mi casa, así que puse música y fui para allá. Llegué a una zona natural lindísima y pensé que, más allá de que encontrara las cajas o no, uno de los premios del Geocaching era aparecer en lugares así. Seleccioné la primera caja en la aplicación y el GPS me empezó a guiar. Primero me mantuve por el sendero, pero después la flecha me dijo que subiera y me metiera en el bosque. Me empecé a reír sola porque me sentía una boy-scout caminando entre la maleza. La pista decía: “Está en un árbol hueco”, pero como el GPS no es cien por ciento exacto, una vez que estás a pocos metros tenés que explorar todo. Así que me puse a mirar los árboles uno por uno, a buscarles huecos, hasta que por fin apareció mi primera caja.


Por calles así me fui llevando el GPS

Por calles así me fui llevando el GPS


Después entré acá

Después entré acá


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Encontré el árbol susodicho


Y la caja

Y la caja


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La abrí y me desilusioné. Estaba llena de publicidad (?): tarjetas ofreciendo servicios de peluquería y cosas así. Yo quería encontrarme objetos personales y con valor sentimental. Guardé todo donde estaba y me fui a buscar el próximo punto verde. El GPS me llevó por un camino que desembocó directo en la laguna. La pista de esta caja era: “Está debajo de una piedra”, así que me puse a levantar todas las piedras que encontré. Este tupper me gustó más: tenía una ficha de dominó, una pulsera, una flor seca, un pasaje de tren y un cuaderno para firmar. Dejé mi nombre y aporté una pulsera a la caja. Después me fui a sentar un rato frente a la laguna.


Para llegar a la segunda caja seguí por acá

Para llegar a la segunda caja seguí por acá


Y aparecí frente a la laguna

Y aparecí frente a la laguna


Después de revisar piedras, la encontré

Después de revisar piedras, la encontré


 


Caja que encontré en el bosque

Caja que encontré en el bosque


Ya que estaba ahí, aproveché para seguir paseando por el lago, busqué una caja más y volví a casa. En total estuve dos horas y media caminando en busca de tesoros.


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Si no hubiese sido por el geocaching, ni me enteraba de que tenía un lugar así tan cerca.

Si no hubiese sido por el geocaching, ni me enteraba de que tenía un lugar así tan cerca.


con patos y todo

con patos y todo


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Y bosque

Y bosque


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La tercera caja estaba acá

La tercera caja estaba acá


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Adentro de la caja había un aviso: “Si descubrís esto sin querer, por favor dejalo donde estaba, sin vandalizarlo. Esta caja forma parte de un juego mundial con GPS que se llama “geocaching”. Podés encontrar toda la información en el sitio web”


 


Supongo que esto se hace vicio muy fácil. En el libro de visitas online vi que alguien había escrito: “Lo encontré, es mi cache número 200″. Y me dije que qué pena que no supe de esto antes, porque hubiese buscado cosas en todos los países que estuve. Geocaching es la búsqueda del tesoro más grande del mundo: hay más de 200 millones de cosas escondidas en 200 países y territorios, así que se puede jugar casi en todos lados. Yo creo que de ahora en más, cada vez que llegue a un lugar nuevo, no aguantaré la tentación de abrir el mapa y ver cuántos puntos verdes hay a mi alrededor.


 


Más información del Geocaching

* Si bien la aplicación de Geocaching está por cumplir 15 años, este no es un juego nuevo. El geocaching es parecido al letterboxing, un juego que existe hace más de 160 años y que consiste en dejar cajas con sellos y dar las pistas a través de catálogos impresos o sitios webs. Luego, quien encuentra la caja usa el sello para estampar su propio cuaderno y demostrar el hallazgo.


* Dave Ulmer, de Oregon, fue el primero en esconder un cache y dar las coordenadas de GPS el 3 de mayo del 2000. Posteó la ubicación en una web y tres días después ya había registros de que dos personas lo habían encontrado. Hoy, en ese sitio, hay una placa conmemorativa.


* Yo estoy usando la aplicación de geocaching.com, pero hay varias webs que muestran dónde están los tesoros, como  opencaching.com o Open Caching Network (tienen distintas webs para distintas regiones del mundo).


* Hay un montón de otros juegos parecidos, también al aire libre, con pistas y en todo el mundo: book crossing, bike crossing, benchmarking… Ya los probaré y después les cuento.


* Y si quieren ideas para viajar distinto, les recomiendo “Turista lo será tú. Setenta y tantas propuestas para viajar de otra manera”, publicado por La editorial viajera (la misma de “Viajeras”). 

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Aniko Villalba




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Published on May 01, 2015 09:00

April 23, 2015

Edición especial viajes en solitario (2): viajar solo

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Este post forma parte de la serie Viajes en solitario. Hace dos días les conté mi versión de la historia en el post “viajar sola”, hoy le cedo el espacio a Antonio G , viajero español que anda dando vueltas por ahí hace cinco años. Él les contará cómo es eso de viajar solo, cuáles son las ventajas y desventajas, qué fueron las mejores y peores cosas que le pasaron y, estoy segura, los motivará a dar el primer paso. ¡Gracias Antonio y que disfruten el post!
viajar_solo_granada

Granada. España


 


Viajar solo es una pequeña rama que sale del robusto tronco de los viajes.


Pero esta ramita merece especial atención ya que es una de las que produce más incertidumbre a su paso. También es la que crea mayores inseguridades y miedos previos a la decisión y al inicio de un viaje.


Sin embargo, la mayoría de estas sensaciones negativas son pura ficción. En realidad no existen. Más aún, no existirán nunca en tu presente. Tan sólo están en tu mente, en tus proyecciones mentales del futuro.


En cambio, otras sí se nos presentarán una vez llegado el momento. Pero claro, hasta que no estés viajando solo (o al menos ya con una fecha fija de salida y 100% seguro que vas a irte) ni si quiera deberías preocuparte.


Vamos a intentar separar el grano de la paja dándote herramientas y experiencias para que diseñes tu viaje en solitario, una experiencia que no puedes perderte.



viajar_solo_uyuni

Desierto de Uyuni. Bolivia


Viajar solo: Carta a un futuro viajero

Querido G.:


¡Qué bueno que hayas decidido viajar solo!


Lo que no sé es como no te lo planteaste antes. Bueno, creo recordar que alguna vez me lo comentaste, pero claro, tu miedo era más fuerte.


Sea como fuere, para mí es un placer ayudarte a ir más seguro en la gran aventura que vas a emprender. Así que te voy a contar algunas cosas que he aprendido durante mis 5 años recorriendo el mundo. Me pasó de todo, cosas buenas y malas, aunque no sé por qué, pasado el tiempo lo malo se convirtió en anécdota y lo bueno en recuerdos alucinantes que voy a tener para toda la vida.


Tú ya sabes que soy una persona normal, como cualquier otra, ni tengo súper poderes ni nada (una pena por cierto). Bueno, más bien soy una persona más débil que la mayoría. Mi corta estatura (1,64m) hace que no pueda cargar demasiado peso en mi espalda. Mi pésima orientación provoca que me pierda en cada una de las ciudades que visito. Debido al miedo que tenía a los aviones (aunque ya he conseguido superar el miedo a volar) lo pasé bastante mal.


Pero, ¿no sabes que de cada limitación puedes sacar una ventaja?


Por ejemplo:


Por mi estatura, no doy miedo a la gente. Te explico: al ser alguien pequeño produzco una sensación de simpatía y menor temor. Imagina a una persona de 2 metros, musculosa y con barba haciendo autostop. Mucha gente decidiría no parar por el impacto que esto crea.


Mi falta de atención y poca orientación me ha llevado a sitios que quizá nunca hubiera visitado. ¡Y me pasa constantemente! Esto no lo cambio por nada del mundo. Aunque luego pase horas buscando cómo llegar a mi destino.


Debido al problema con los vuelos, ahora puedo aconsejar a otras personas que están pasando por lo mismo.


Tú puedes hacer igual y buscar las ventajas que tienen tus defectos. Seguro que te va a ir mucho mejor en tu viaje solo.


Pero bueno, no me enrollo más y voy a contarte algunas cosas sobre el viajar solo. Lo haré en tres etapas: el antes, el durante y el después.


¡Vamos allá!


viajar_solo_buenos_aires

Buenos Aires


 


* Antes: los miedos

Viajar solo…


No sé exactamente cuando comencé a planteármelo. Creo que en realidad nunca lo hice. Simplemente me invitaron a Malta y me fui un par de semanas sin pensarlo dos veces.


¡Ah! Ya sé. Fue en mi segundo viaje en solitario donde experimenté el mismo miedo que estás sintiendo tú ahora. En el verano de 2014 decidí irme a Brasil durante casi tres meses. Claro, Brasil no es Malta, ni dos semanas son tres meses.


Lo más complicado no fue el viaje en sí, o los miedos y dificultades que provocara, sino tomar la firme decisión de hacer el viaje solo.


A partir de ahora, sé consciente que este paso será el más complicado que se te presente. Una vez superado, la curva de dificultad se reduce exponencialmente. Al fin y al cabo podemos simplificar todo el problema a una sencilla ecuación: actuar en lugar de pensar (y re-pensar) leer, consultar, informarse, etc.



Un viaje de mil millas comienza con el primer paso. Lao Tsé



viajar-solo-Iguazu

Cataratas de Iguazú


¿Por qué viajar solo?


Error. La pregunta correcta es: ¿por qué no hacerlo?


Si en estos momentos estás dudando en realizar un viaje en solitario, hazte las preguntas correctas para tener una decisión firme.


¿Qué van a pensar de mí si me voy solo? Esta es una mala pregunta.


Si aún continúas tomando decisiones condicionado por los pensamientos de la gente que está a tu alrededor, mal lo llevas. Pero no solo en los viajes, sino en cualquier ámbito de tu vida. Ya es hora de madurar y cambiar el chip.


¿Qué voy a hacer cuando me sienta solo?


Si ya de partida crees que te vas a sentir solo, lo más probable es que así sea. Los pensamientos y las palabras tienen tanta fuerza como tus acciones. Mejor cuestiónate: ¿qué voy a hacer para encontrar amigos en cualquier parte a la que voy?


¿Y si me pongo enfermo y estoy solo?


Igual que la anterior. Si llevas un año sin enfermarte, ¿quién te dice que lo vayas a hacer ahora que te vas de viaje? Puede pasar, claro. Ya le pasó a Aniko cuando enfermó con dengue. Pero si ya vas predispuesto a ello luego no te quejes. Si te pones malo y estás solo pasará lo mismo que si estás acompañado. Tanto si tienes seguro como si no, te llevarán a un hospital o centro de salud y listo. No le des más vueltas.


He viajado durante cinco años y aún no tuve que ir a ningún hospital. Incluso he viajado por Marruecos y por Sudamérica sin ningún tipo de seguro.


¿Suerte? Yo no creo en la suerte, creo en la actitud.


Puedes prevenir, ¡pero no pienses que vas a morir por el simple hecho de salir de tu zona de confort!


Mi consejo es que elimines cualquier pensamiento negativo. Céntrate en las ventajas, no en los inconvenientes.


Recuerda que para todo hay una primera vez. No tengas miedo a lo desconocido.


Además, ¿qué haces dejándote influir por personas tóxicas que no han viajado ni una vez en su vida? ¿Qué te va a decir tu madre, o tu tía? ¿Qué esperas de tu primo que no salió nunca de su pueblo? ¿Y del amigo cuya mayor preocupación es dónde se pondrá pedo mañana a la noche?


Todos ellos te dirán cosas como: Estás loco. ¿No sabes lo que dijeron en las noticias de ese país? ¿Pero cómo te vas a ir solo, y si pasa algo? ¡Eso es muy peligroso! Yo si fuera tú pasaría mucho miedo. Hace unos años me contaron que un turista murió en tal país…


Caso omiso a todo esto. Elimina todas las preguntas, frases y consejos de estas personas. Escucha a los que ya lo han hecho. Ellos te dirán de lo que de verdad tienes que preocuparte, qué es seguro y qué no, por dónde es mejor comenzar con un viaje en solitario, enfermedades y vacunas, realidad del país de destino (fuera noticias), etc.


Sitia tu cerebro con viajeros. Y con las dos palabras mágicas: viajar solo.


Es más, deja de pensar, informarte y ahorrar, lo mejor es actuar. Llegado el momento tienes que parar y lanzarte de una vez. Recopila información útil y pregunta durante unos días, una semana máximo. Pero para con esto.


El mejor día para comenzar fue ayer, el siguiente es hoy.


La mayoría de los problemas que nos impiden avanzar los creamos antes de que sucedan y en más del 90% de los casos nunca ocurrirán (tan sólo uno de cada diez problemas que te imaginas pasará, y cuando se te presenta lo mejor es que el 99% tiene solución).


En cada una de tus elecciones tienes dos opciones: actuar desde el amor o desde el miedo. Sólo están estas dos. No hay más. Aquí no tienes escala de grises. O es negro, o blanco.


¿Has pensando desde dónde tomas tus decisiones?


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New York


 


* Durante: ventajas y desventajas de viajar solo

Ya conté en mi blog las 7 magníficas ventajas que tiene el viaje en solitario. Pero voy a resumirte estas y a completar con otras más.



 Ventajas de viajar solo:


* Libertad. Puedes hacer lo que te dé la gana y cuando te dé la gana. Así sin más. No tienes que rendirle cuentas a nadie. Tu decides TODO, lo que es infinitamente más placentero.


* Desarrollo personal brutal. Vas a conocerte mucho mejor a ti mismo. Esto es debido a las horas que pasarás en solitario. Que no serán la mayoría, ya te lo adelanto, pero sí que las habrá. Leerás, reflexionarás, observarás a las personas y a tu alrededor con mucha más atención. Por fin, vas a ser 100% consciente de tu interior y de tu exterior. Busca esta sensación porque te va a ser mucho más fácil en un viaje en solitario que en cualquier otra experiencia.


* Mejorar tus habilidades sociales. Siempre me consideré una persona bastante tímida, incluso introvertida a veces. Desde que comencé a viajar solo he desarrollado capacidades que creía que nunca iba a tener. Ahora soy capaz de hacer como 7, 8 o 10 amigos diarios allá a donde voy. Cuando viajas en solitario estás mucho más abierto a la gente, y a su vez, las personas se sienten más libres de poder entablar una primera conversación contigo. Esto provoca que poco a poco sepas cómo manejar e iniciar relaciones más fácilmente. Sorprendentemente vas a encontrar a muchas personas que también están en la misma situación que tú. Proponte hacer al menos un amigo en cada lugar que visites. Ayuda a las personas en el camino y la ayuda te será devuelta. El karma funciona.

Por cierto, si quieres mejorar tus habilidades sociales, habla con mi amigo Pau de habilidadsocial.com


* Amor. Tema tabú entre muchos viajeros. Al conocer a mucha más gente, lógicamente darás con alguna  persona con la que surja una relación más profunda que la amistad. Aniko, yo (y seguro que muchos más) ya nos hemos enamorado en el camino (y en diferentes viajes). Si quieres conocer a una persona que te llene de verdad, hacer un viaje en solitario es una excelente opción.


* Capacidad de improvisación. Flexibilidad. Mi favorita. Directamente relacionada con la sensación de libertad. Al ser más libre tienes el don de saltarte todos tus planes a la torera y unirte a la aventura de cualquier viajero loco que te cruces en el camino. Esto conlleva implícito una habilidad nueva en ti, quizá la más útil de todo viajero: la flexibilidad. Te ayudará a disfrutar de cada una de las situaciones, sea cual sea. Tanto “buenas” como “no tan buenas”.


* Intuición. Esto es algo que todos tenemos pero que nunca escuchamos. Una especie de sexto sentido que te dice lo que está bien y lo que no. En quién puedes confiar y en quién es mejor no hacerlo. Es como un salvavidas. Normalmente la tienes muerta porque nunca te has escuchado de verdad. Una vez que estás en ruta esta voz se manifiesta y puede salvarte el culo en muchas situaciones.


* Si eres fotógrafo. A los que nos gusta la fotografía viajamos lento, a veces muy lento. Y pocas personas nos aguantan cuando pasamos horas enteras ante un paisaje o una plaza o una puesta de sol para captar el momento justo. Esto hace que muchas veces perdamos la oportunidad de captar las imágenes que queríamos debido a que la otra persona tiene prisa o quiere hacer otras cosas. Si viajas solo puedes pasarte semanas enteras en un lugar haciendo fotos.


* Es más fácil encontrar alojamiento. Tanto en Couchsurfing, Workaway, WWOOFing o lo que sea que hagas para dormir es más sencillo. Siempre hay hueco en el sofá de casa de alguien o una cama libre en un hostel.


* Mejora tu inglés. O el idioma que sea. Al estar solo hablas más en el idioma local o en la lengua global actual (inglés). Después de dos semanas en Brasil viajando solo ya comencé a hablar en portugués. A los dos meses dominaba la lengua.


* Si lo haces una vez, repites. Aquí no te explico más, tú hazlo, y luego me escribes para ver si era verdad o no. Pon en marcha la rueda y ya verás como no hay vuelta atrás.



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Cementerio de trenes. Uyuni


 


Pero por suerte o por desgracia (más bien por suerte, porque sino no aprenderías nada y sería muy monótono) en tu viaje en solitario habrá cosas buenas y malas. No todo iba a ser color de rosa.


Desventajas de viajar solo:

* Gastas más dinero. Es posible que creas que el viajar solo va a encarecer todo. Y es verdad. Cuando lo haces en compañía puedes compartir más gastos. Pero hoy en día hay muchas formas de viajar prácticamente sin dinero o completamente gratis, al fin y al cabo es encontrar herramientas que te permitan ahorrar tanto o más como si hicieras tu viaje con más gente. Aquí tienes 25 formas prácticas para viajar sin dinero.


* Llegado el momento, habrá situaciones en las que sentirás la soledad. Serán las menos. No lo tomes como algo negativo. Aprende a disfrutar de ella para conocerte mejor. Aprovecha estos momentos para reflexionar sobre ti. ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué esperas hacer de tu vida en los próximos años? ¿A dónde quieres llegar? Nada es bueno ni malo en sí, todo depende del prisma con el que se mire. Y con respecto a la soledad, lo mismo.


* Es más difícil hacer autostop (dedo, hitchhiking). Si eres un hombre que viaja solo, muchos conductores te mirarán como un asesino en serie a punto de despedazarlos. Pero oye, ya te digo que es peor aún si viajas con un amigo. Dos tíos haciendo autostop es un desastre. Lo que he hecho yo, a veces, para solucionarlo es intentar buscar alguna compi autostopista en el trayecto. A veces hay suerte, a veces no.


* Tienes que estar más pendiente de tus cosas. Al no tener un compañero de viaje que cuide de tu mochila cuando vas al baño, cuando entras a una tienda o cualquier situación parecida, tú eres el único responsable. Por lo tanto no puedes relajarte ni un momento. Todo va contigo todo el tiempo. Esto cansa. Pero te terminas acostumbrando.


* Hay cosas que piensas dos veces si es bueno hacerlas solo. Cuando te metes en la selva de Praia do Forte, es bueno ir acompañado. Básicamente por si te pierdes. Yo lo hice solo y me perdí durante un par de horas. Luego me encontré y salí, pero no fue una sensación agradable. Igual si vas a hacer un trekking a un pico de 6.000 metros o una travesía en el desierto.


* Seguridad. Si alguien te intenta robar, no tienes muchas opciones. Es probable que nadie vaya a ayudarte. A mi nunca me pasó, y eso que estuve en sitios muy jodidos como algunas de las favelas más peligrosas de Río de Janeiro, así que no te puedo aconsejar qué hacer o no. Si me ocurriese alguna vez dejaría que me robasen. Prefiero perder cosas materiales que algo más importante. Escucha a tu instinto, éste no te traicionará.



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Favela de Río de Janeiro


 


Algunas de las cosas poco agradables que me ocurrieron viajando solo:


1. Ya te he contado que me perdí en la Selva de Bahía. Pero no fue la única vez. También me perdí en la Chapada dos Veadeiros, Brasilia. Y en varias ciudades, aunque en centros urbanos no sentí nunca pánico. Cuando me pasó en territorios tan extensos hubo momento que rocé el pánico y la locura. Al final me controlé y todo fue bien. Como ya te he dicho, desarrollas el instinto y vas aprendiendo cómo actuar a tu favor, siendo indiferente a lo complicado de la situación.


2. Al igual que con chicas, es posible que los autostopistas te intenten “seducir”. Te cuento mi experiencia aunque desde un punto de vista cómico que me gusta más.


Iba atravesando la costa de Croacia , desde Dubrovnik intentando llegar a Split, aunque al final me quedé a mitad de camino porque encontré trabajo en Makarska, pero esa es otra historia. Total, que paró un señor en una camioneta, y encima parecía bastante machote. Me habló de su mujer, de su hija… y de su aburrimiento con el sexo en sus relaciones heterosexuales… y yo me quedé tal que así:   o_O.


¡¡¿Pero como puede saltar una persona así sin más de hablar de su hija a que se aburre con las tías?!!!


Así que, obviamente, yo que ya sabía lo que venía a continuación, le dije, en un intento de anticipación que daría por concluido este tema: “Pues yo tengo muy buenos amigos homosexuales, pero la verdad que nunca he estado NI ESTOY interesado en probar, sobre todo ahora mismo”.


A lo que él, haciéndose el sordo: “¿Quieres que paremos por aquí cerca?”


Pero a ver señor… ¿no le he dicho ya que no? ¿le pone más si le digo más veces que no? Esto lo pensé para mí porque mi educación no me dejó soltarle alguna burrada más gorda.


Así que le dije ya en mi proper english: “Es que no me ponen (excitan) los hombres”. Pa’ que le solté esto…


Él: “Si no lo has probado, ¿cómo puedes saberlo?”


Vamos no me jodas, que ahora se me pone filosófico…


Finalmente, después de una profunda charla muy educada accedí a tener sexo con él.

Jajajajaj ¡que nooooo! Que logré escabullirme y que me dejara cerca de Makarska donde me recogió una chica en furgoneta que…


3. Cuando me dirigía a Bolivia desde España me quedé tirado durante más de un día en el aeropuerto de París. Lo cuento aquí.


4. Esperar horas y horas solo. También en Brasil, a mi regreso a Bahía, me estaba quedando a dormir en una especie de casa tipo cabaña donde vivía la chica que me hospedaba. Una de las mañanas salí y concordamos en encontrarnos al anochecer en la vivienda. Cuando ya se hizo de noche volví pero no había nadie en casa. Al llamarla me dijo que sus compañeros volverían en unas horas y que ella iba a quedarse a dormir en la ciudad (vivían en las afueras, en una parte selvática, de nuevo). Básicamente estuve cinco horas aprendiendo a hacer paciencia rodeado de numerosos insectos (y animalitos más grandes) con sus correspondientes sonidos nocturnos. Medité mucho, pero las arañas del tamaño de mi mano y las serpientes más grandes que yo me impedían concentrarme bien, no sé por qué.


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Mis amiguitos de la selva en el estado de Bahía. Brasil


 


Por cada una de estas pequeñas cosas que han quedado como anécdotas viajeras he tenido cientos de experiencias inolvidables que recordaré toda mi vida.


Te dejo tan solo dos ejemplos que resumen perfectamente todo:



Las 7 lecciones que aprendí viajando solo durante un mes y medio por los Balcanes con 300 euros en el bolsillo.


Sexo en Brasil, desayuno en un motel.

Ya he recorrido 32 países de los cuales, en cada uno de ellos, tengo al menos tres de estas siete cosas:



Un amigo al que visitar
Una comida local que repetir porque me encantó
Una historia de amor
Una fotografía espectacular
Una experiencia nueva
Un aprendizaje/lección
Una anécdota divertida

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Isla de Malta ¿Te he dicho que me encanta la fotografía?


* Después: las reflexiones

Los viajes me lo han dado todo. A veces, también me lo han quitado. Lo más importante de un viaje no es si fue bueno o malo, si no que no te deje indiferente. Un viaje así no lo hará. El viajar solo es imposible que te deje indiferente.


Vas a caminar más firme y seguro después de un viaje en solitario. Serás una mejor persona.


No hay viaje más solitario que el que uno pasa hablando e interactuando solo con sus compañeros de viaje sin salir de esa burbuja y sin contactar con la gente local. Paco Nadal


Escribe todo lo que has aprendido después de este viaje.


O si no quieres escribirlo, dale un repaso a tus fotografías. Recupera todas las sensaciones que has tenido durante tu camino. Vas a tener otra percepción.


Observar desde una perspectiva diferente es muy enriquecedor. Descubres cosas nuevas a las que no pudiste llegar en el momento presente.


Echar la vista hacia atrás, cuando ha pasado un cierto tiempo, clarifica las cosas y las pone en orden. Disfruta de estos sentimientos.


Viaja solo, vas a querer repetir. Te lo aseguro.


Cuando volví de Malta repasé lo que había dejado atrás, lo único que pasaba por mi cabeza era volver a irme. A un lugar más lejano y por más tiempo. Así que me marché durante casi tres meses a Brasil, luego un mes a Londres, otro a las Islas Canarias… Hasta el último que hice en julio y agosto del año pasado durante un mes y medio en los Balcanes.


No sé cuando será la próxima. Ni dónde. Pero sé que tengo muchas ganas de nuevo. Es como una droga.


Y será genial. Cada vez es mejor que la anterior.


Yo ya no puedo parar.  ¿Y tú?


Antonio G.


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Viaje a dedo por los Balcanes


 


Otros recursos:

– Si no sabes muy bien qué hacer con tu vida, estás perdido, aburrido de tu trabajo o algo parecido te recomiendo este post: No seas tú quien muera a los 25. Quizá sea una buena palanca para que decidas dar el paso y viajar solo.


– ¿Quieres conocer a una de los viajeros en solitario más atrevidos de la historia? Jorge Juan Sánchez. El viajero español con más prestigio internacional.


UN REGALO PARA TI. Si decides pasar a la acción hoy mismo (o dentro de muy poco) y emprender tu aventura, te voy a mandar un Checklist con todo lo que necesitas llevarte en tu viaje para que no te dejes en casa nada imprescindible. También encontrarás dentro algunos consejos sobre equipaje y recursos para hacer más cómodo y seguro tu viaje. Además, te doy un ebook con los 12 pases y 4 fases que vas a experimentar antes y durante el viaje. Puedes descargarlo todo desde aquí. 
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La entrada Edición especial viajes en solitario (2): viajar solo aparece primero en Viajando por ahí.

Antonio G.




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Published on April 23, 2015 08:00

April 17, 2015

Recuerdos de Centroamérica (2): Costa Rica y pura vida

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


Este post es la segunda entrega de “Recuerdos de Centroamérica”, una serie de relatos fotográficos de mi viaje por Centroamérica en el 2008. 

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Mi primer encuentro con Costa Rica fue cómico.


Llegué a San José, la capital, en bus desde Panamá y busqué un teléfono público para llamar a Diego, un argentino amigo de mi prima que estaba viviendo ahí y había ofrecido alojarme. En vez de darme la dirección de su casa de antemano, me había pedido que apenas llegara lo llamara. Me pareció raro, pero seguí sus órdenes. La charla fue algo así:


—Hola Diego, soy Aniko, ya llegué a San José.


—Buenísimo, ¿estás en la Coca-Cola?


—¿En qué?


—En la estación de buses, acá le decimos la Coca-Cola porque antes era una fábrica.


—Ah, no sé, supongo que sí. ¿Me pasás la dirección de tu casa?


—No sé si sabías pero acá las calles no tienen nombre ni número.


—¿Eh?


—Sí, no hay direcciones, así que te voy a indicar cómo llegar. Estás cerca así que podés venir caminando.


—Bueno…


—Salí de la estación, caminá 600 metros al norte, ahí te vas a topar con un árbol grande, girá a la izquierda y caminá 300 metros hasta un Rostipollo, de ahí vas hacia el sur y tomás la segunda calle, después doblás y vas a ver una fila de casas todas iguales, la mía es la que tiene la puerta verde y un poste enfrente. (Nota: esto me lo estoy inventando, no me acuerdo de las indicaciones exactas, digo por si algún tico me está leyendo.)


—Ajá…


No sé cómo hice pero llegué. Al día siguiente fui al aeropuerto a buscar a mi amiga Belu, con quien viajaría durante un mes y medio por Costa Rica, Nicaragua y Honduras. A la vuelta nos perdimos, como era obvio, y estuvimos dando vueltas durante una hora por una zona donde todas las casas eran iguales. Costa Rica nos estaba dando la bienvenida.


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* Primera parada: Quepos y el Parque Nacional Manuel Antonio

Pasamos dos días en San José y, por sugerencia de Diego, fuimos a conocer Quepos y el Parque Nacional Manuel Antonio, en la costa del Pacífico. No teníamos mucho plan de viaje.


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Manuel Antonio está a 130 kilómetros de San José y es el parque nacional más pequeño del país —tiene menos de 7 kilómetros cuadrados—, pero reconocido como uno de los más lindos del mundo. Costa Rica es el país con mayor porcentaje de territorio cubierto por parques nacionales: el 24 por ciento son áreas protegidas. Es, también, un país donde se practica mucho el ecoturismo.


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El paisaje de Manuel Antonio es una mezcla de playas de arena blanca, montañas y selvas tropicales. Es, también, una de las zonas con mayor biodiversidad del país: tiene 109 especies de mamíferos y 184 especies de pájaros. En mi memoria, Costa Rica queda definida por una palabra: naturaleza.


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Apenas llegamos al parque nos recibieron los monos,


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los perezosos,


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los mapaches (este le abrió la mochila a alguien en busca de comida),


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y todo de tipo de lagartos.


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Pasamos el día en el mar y caminando por los senderos del parque.


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Quepos, el pueblo que está al lado del Parque Nacional, es uno de los más turísticos. Costa Rica, en general, recibe mucho turismo y es un destino que muchos eligen para retirarse. Algunos le dicen “la Suiza de Centroamérica”: tiene una de las 22 democracias más antiguas del mundo, abolió su ejército en los años cuarenta, tuvo un presidente premio Nobel de la Paz y es uno de los países más estables y con mejor calidad de vida de la región.


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Me encantan los países tropicales, y una de las cosas que más me gustan es la fruta que crece en esa región: bien dulce y a disposición en cualquier vereda o supermercado.


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Esos primeros días fueron días de playa. Belu y yo nos habíamos reencontrado después de seis meses sin vernos así que nos pusimos al día con las charlas y disfrutamos de la onda relajada de Costa Rica y de la buena onda de los ticos —mote cariñoso que se le da a los costarricenses—.


* Segunda parada: La Fortuna y el volcán Arenal

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No tengo suficientes fotos de Costa Rica. Me hubiese gustado sacar más, estas no alcanzan a mostrar la riqueza natural del país, pero espero que al menos les permitan hacerse una idea de la variedad de paisajes que hay.


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Nuestro paso por Costa Rica coincidió con mi cumpleaños, así que Belu me dijo que eligiera dónde quería pasarlo. Le dije que tenía ganas de ver un volcán activo de cerca y de ir a las aguas termales, así que nos fuimos a La Fortuna, el pueblo más cercano al volcán Arenal.


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Elegí un hostel “caro” —creo que costaba unos cinco dólares más, pero tenía pileta y quería darme el gusto por mi cumple—. La mañana de mi cumple, Belu infló globos de colores y me dio veintitrés tirones de orejas —costumbre argentina—, después pasamos el resto del día en las piletas de agua termal y a la noche fuimos a ver el volcán Arenal de cerca: al estar oscuro, se podía ver el hilo de lava —de lejos, al menos, parecía un hilo— que salía del cráter y bajaba despacio por la pendiente. El Arenal está activo y entró varias veces en erupción.


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A pesar de que en los alrededores de la Fortuna se puede hacer todo tipo de actividades (canyoning, rafting, trekking, canopy), yo me dediqué a sacarle fotos a los carteles. No me pregunten por qué y no pregunten cuál es la oferta de los 500 usd porque no sé, pero me imagino algunas cosas.


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* Tercera parada: Montezuma y Santa Teresa

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Viajar por tierra en Costa Rica lleva tiempo. Viajes de pocos kilómetros pueden llevar varias horas y las rutas no están bien señalizadas, así que hay que ir mentalizado a que todo lleve más horas. Alguien me dijo que los caminos en Costa Rica no están bien comunicados debido a que no hay ejército y no se necesitan movilizaciones rápidas. Si alguien sabe, cuente.


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Nuestra tercera parada fue la península de Nicoya, también del lado del Pacífico. Para que se den una idea, el viaje de La Fortuna a Montezuma nos llevó casi 14 horas, aunque según escribí en mi diario de viajes —porque tanto no me acuerdo— ese día nos despertamos tarde, perdimos el primer transporte y eso hizo que viajáramos desincronizadas y tuviéramos varias horas de espera entre un pueblo y otro. Fue un día larguísimo, de eso sí me acuerdo.


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En todos los lugares que visitábamos de Costa Rica había una constante: vida salvaje por todas partes.


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Belu y yo somos chicas de ciudad, así que todo nos sorprendía —y aunque no lo fuéramos, también—.


¡Mirá esa ardilla!


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¡Lagartija!


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¡Otra!


Y así.


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Montezuma empezó como una aldea de pescadores y se hizo popular entre los viajeros en los años ochenta. Entre sus habitantes hay gente local, mochileros y ecoturistas, así como gente que va por el yoga y artes curativas y otros que van por el festival de cine que se hace ahí cada año.


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Montezuma, además, es conocida por sus cascadas. Lean bien el cartel, así entienden la situación que pasó después.


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Una tarde, Belu y yo decidimos ir a conocerlas. Apelo otra vez a mi diario y les transcribo lo que escribí al respecto. Fue una de las situaciones más graciosas —en retrospectiva— del viaje:


“Las cascadas de Montezuma son tres. Para llegar a la primera hay que cruzar por el medio del río, y para ver la segunda y la tercera hay que escalar, atravesar un bosque y bajar por una soga. Estuvimos un rato en la primera y decidimos ir a conocer las otras, así que nos internamos en la selva. Estábamos caminando cuando escuchamos algo que parecía un rugido y nos asustamos bastante porque venía de un arbusto muy cercano. Decretamos que era un jabalí y que estaba enojado, así que empezamos a acelerar el paso. Le dije a Belu: “Me parece que está muy cerca”, y la maldita salió corriendo antes de que pudiera terminar la frase y me dejó sola llorando de risa en medio del bosque. Pensé que iba a volver o que iba a esperarme más adelante, pero no. La perdí por completo. Me empecé a poner nerviosa porque el rugido era cada vez más fuerte y alrededor no había nadie. Dije, con voz fuerte: “¿Belu?”. Nada. Dije su nombre un poco más fuerte y al no tener respuesta terminado gritando ¡Beléeeeen! ¡Beléeeeen! como una desesperada. El ruido del río tapaba cualquier sonido. Me preocupé. ¿Dónde estaba Belu? ¿Y si se hacía de noche y no aparecía? ¿Y si le había pasado algo? Tendría que salir a buscar ayuda para encontrarla. ¡Beléeeeeen! Nada. Tal vez se había patinado y se había caído. ¿Y si la había alcanzado el jabalí? ¡Beléeeeeen! No  aparecía. Diez minutos después la encontré con dos pibes (?) abajo, en la otra cascada. Había corrido, había bajado por una soga y había terminado ahí. Los chicos nos acompañaron hasta la salida del bosque y desaparecieron.” 


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Desde aquel día, siempre le digo a Belu que aquella vez en Costa Rica me dejó sola con el jabalí, y lloramos de risa. “Te fuiste y ni me esperaste! Fue un sálvese quien pueda.” A todo esto, nunca supimos qué animal era. Algunos nos dijeron que era un mono, para nosotras siempre habrá sido un jabalí enojado.


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Y así pasamos las dos semanas en Costa Rica, entre naturaleza, animales salvajes, parques nacionales, playas, calles sin nombre, amigos y buena onda.


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Espero volver pronto. Me quedó pendiente la costa del Caribe y además tengo a uno de mis mejores amigos de Argentina viviendo allá.


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Si van a Costa Rica, una de las expresiones que más escucharán en boca de los ticos es ¡pura vida! Si alguno de ustedes está leyendo, sabrá explicar esto mejor que yo, pero pura vida se usa en muchos momentos de la conversación: como saludo, como agradecimiento, como calificativo, para demostrar admiración. Quiere decir que está todo bien, súper, feliz.


Victor Manuel Sánchez Corrales, un investigador de la Universidad de Costa Rica, lo resume así: “La expresión se encuentra hoy tan intrínsecamente ligada con el lenguaje y la cultura costarricenses, que constituye una marca grupal-comunitaria que trasciende las fronteras y muestra nuestra forma particular de ver el mundo”. Pura vida.


Este post es la segunda entrega de “Recuerdos de Centroamérica”, una serie de relatos fotográficos de mi viaje por Centroamérica en el 2008. En el próximo capítulo: Nicaragua.

La entrada Recuerdos de Centroamérica (2):
Costa Rica y pura vida
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Aniko Villalba




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Published on April 17, 2015 14:46

April 14, 2015

Carta a una futura estudiante

Viajando por ahí - textos de una escritora itinerante


“Hola Aniko. Mi nombre es Micaela, tengo 17 años y soy de la provincia de Córdoba, Capital. Quería contarte que vos me inspiraste mucho a tomar la gran decisión de qué voy a hacer por el resto de mi vida. Para mí vos sos mi modelo a seguir, realmente me encanta lo que hacés y espero que nunca dejes esto que tanto te apasiona.


Este año ya termino la secundaria y tengo decidido estudiar Licenciatura en Comunicación Social, con sinceridad es algo que me asusta mucho, pero no voy a dejar que mis miedos o lo que la gente diga me frenen.


Quisiera que me aconsejaras un poco sobre cómo debo tomarme las cosas, esto de empezar la facu, seguir mis sueños, hacer las cosas que me gustan.


Te agradezco desde mi corazón por hacer lo que hacés, por amar lo que hacés y sobre todo por compartir con tantas personas esto que hacés. Sos mi modelo a seguir, gracias. Te mando un saludo grande, muchísima suerte.


Mica.”


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Querida Mica:


Primero quiero decirte gracias: por dejarme compartir tu mail con mis lectores y por inspirarme a escribir este post. Que me veas como modelo a seguir me hace sentir halagada y a la vez me genera cierta responsabilidad. Estoy haciendo lo que me gusta, es cierto, pero no tengo muchos años de experiencia —recién voy a cumplir 30, y solo pasaron siete desde que terminé de estudiar— ni tampoco todas las certezas. Sin embargo, me vi reflejada en tus palabras y sentí que necesitaba escribirte a vos y a mi yo de 17 años. Así que acá van las palabras de alguien que estuvo en la misma que vos y que todavía sigue tratando de descifrar la vida. Espero que te sirvan.


* Es normal estar asustada. Yo también tuve miedo cuando pasé del colegio a la facultad. A diferencia de vos, yo no elegí la carrera, sino que ella me eligió a mí. Como no sabía qué estudiar hice un test de orientación vocacional y me salió Comunicación Social, una carrera que ni sabía que existía. Cuando leí el plan de estudios sentí que encajaba muy bien con mis intereses. Tenía un poco de todo: diseño, escritura, cine, radio, televisión, historia, literatura. Sin embargo, todavía no sabía a qué de todo eso podría dedicarme. No sabés lo nerviosa que me sentí el primer día de clases cuando los profesores nos dijeron que la carrera le daba mucha importancia a la escritura. A mí me encantaba escribir pero no me animaba a mostrarle mis textos a nadie, mucho menos a una clase entera. Pensé: “Ya está, acá es donde voy a descubrir que soy pésima en esto y que tendré que dedicarme a otra cosa”.


“La creatividad requiere coraje”


* Comunicación Social es una carrera muy amplia y puede que te sientas un poco perdida. De mi camada, creo que no hay dos egresados que estemos trabajando de lo mismo, y eso es lo lindo: tengo un amigo que se dedica al teatro, otra que escribe en distintos medios, otra que hace la comunicación corporativa de una empresa, otra es editora de una revista, yo viajo. Más allá de las especialidades, la carrera de Comunicación te da herramientas para interpretar la realidad y te enseña a transmitir un mensaje. Vos tendrás que buscar qué transmitir y cómo, pero no te sientas obligada a tener que trabajar en un lugar determinado o a dedicarte a algo específico solo porque tenés el título de licenciada en Comunicación.


“Lo lindo de aprender es que nadie te lo puede sacar”. Foto: Skillshare


* Puede que con el tiempo tus intereses vayan cambiando. Quizá entres a estudiar creyendo que te gusta una cosa y después descubras que hay otra que te gusta más. Permitite eso. También puede pasar que durante los cuatro o cinco años de la carrera sientas que no encontrás “lo tuyo”. Me pasó. Sabía que quería escribir pero no quería estar en una redacción ni en una oficina. También me gustaba la parte de diseño e imagen, pero no sabía cómo combinar todo. Al final encontré lo mío después de haber estudiado. Y todavía sigo descubriendo cosas nuevas que me gustan.


Lettering de Sean Wes

“¿Querés ser único? Tenés que hacer lo que otros no están haciendo, y eso da mucho miedo”. Lettering de Sean Wes


* Disfrutá mucho la carrera, ser estudiante es una etapa muy linda, pero no le hagas caso a los que te dicen que después de la universidad se te termina la joda. Me lo dijeron muchas veces: “Aprovechá los dos/tres meses de vacaciones porque nunca más en tu vida los vas a tener”, “disfrutá esta libertad porque después empieza la vida real”. La que define cómo va a ser tu vida real sos vos. Para algunos la vida real es tener un trabajo fijo, un sueldo a fin de mes y 15 días de vacaciones al año: si lo eligieron sabiendo que tenían otras opciones, está bien. Pero que no te hagan creer que esa es la única manera de vivir.


* Tampoco le hagas mucho caso a los que te digan que tu carrera no tiene futuro, que vas a morirte de hambre o que ya hay demasiada competencia en ese rubro. También me lo dijeron. Pero, ¿sabés qué?, somos billones de seres humanos en el mundo, claro que ya hay mucho de todo y es verdad que siempre habrá competencia, pero todos somos distintos y deberíamos enfocarnos en usar nuestros talentos para crear cosas que todavía no existen, para cambiar el mundo y para hacernos más felices entre todos. Sea cual sea tu vocación, combinala con tu personalidad, dale ese toque único que solo vos podés darle. Inspirate en el trabajo de otros, pero siempre proponete encontrar tu propio estilo. Aprovecho para recomendarte un libro que, para mí, debería ser lectura obligatoria en todas las escuelas: El elemento, de Ken Robinson.


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“Sé vos mismo y poné algo lindo en el mundo”


 


* Tu trabajo no es tu empleo (work is not a job). Cuando estaba estudiando me estresaba pensar en entrar “al mundo laboral” porque, según tenía entendido, trabajar era algo horrible que había que hacer para ganar plata. Es decir: no era algo que diera placer o alegría, y me esperaban por lo menos cuarenta años de eso para poder retirarme y vivir la vida. No me convencía. Si bien mi mamá me educó para que me dedicara a lo que más me gustara, yo pensaba que ella lo había logrado porque tenía suerte —es artista—, pero que no sería mi caso. Después entendí que el trabajo va más allá del empleo de 9 a 5: es ese aporte positivo que solo vos podés darle al mundo, es tu pasión puesta en acción. Lleva tiempo, mucho esfuerzo y perseverancia, pero es posible vivir de lo que a una le gusta: todos podemos convertir nuestra pasión en nuestro trabajo. Es cuestión de creérselo y proponérselo.


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“No apuntes al éxito. Hacé lo que amás y vendrá de manera natural”


 


* Nunca dejes de educarte, aún cuando termines de estudiar. Esto no quiere decir que tengas que hacer masters y posgrados, hoy hay muchas manera de estudiar a distancia y de seguir aprendiendo en formas no tradicionales. Leé, investigá, sé autodidacta, practicá. Mirá muchas charlas TED: ahí, para mí, está la escuela del futuro. No tengas miedo de empezar a hacer algo solo porque no lo estudiaste en la facultad. Yo no estudié fotografía de manera formal y sin embargo saco fotos. Tampoco estudié diseño —si bien me quedé con las ganas— y es una de las cosas que más me gusta hacer.


* Sé emprendedora. Si no conseguís un trabajo, inventátelo. Si tu trabajo ideal no existe, sé la primera en hacerlo. No esperes a que te llegue la oportunidad perfecta: creala.


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“Hacelo con pasión o no lo hagas”


 


* No escuches a los que dicen que los sueños no se cumplen. Todo se puede y cualquier sueño se puede cumplir, pero tenés que proponértelo de verdad y poner muchas horas de trabajo y esfuerzo por detrás. La frase “hacé lo que amás y el universo conspirará a tu favor” es cierta, pero no te olvides de agregarle esto: “hacé lo que amás, poné toda tu energía y dedicación en eso, y el universo conspirará a tu favor”. Tampoco hagas propios los miedos ajenos: mucha gente no se anima a hacer lo que le gusta por miedo.


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“El único lugar donde el éxito viene antes que el trabajo es en el diccionario”


 


* Escuchá a quienes te aconsejen con amor y con experiencia. La envidia es muy destructiva y siempre habrá gente que querrá desalentarte: muchos no pueden tolerar que otros cumplan los sueños que ellos no se animaron a seguir e intentarán convencerte de nada es posible. Así que aprendé a tomar los consejos como de quien vienen y escuchá a quienes te hablen con el corazón.


*Andá paso a paso, pero no pierdas de vista tus objetivos. Recién estás por empezar a estudiar, así que andá de a poco. Disfrutá la carrera, conocé gente, aprovechá que vas a estar rodeada de personas con tus mismos intereses, pensá proyectos con otros, formá sinergias, hacé contactos. Descubrí qué es lo que te hace sentirte en tu elemento y tené una meta, aunque parezca inalcanzable o sea a largo plazo. La mía, a los 17, era que me pagaran por escribir acerca de otras culturas, que viajar fuese mi trabajo. A muchos les parecía una idea ridícula, típica de una soñadora que todavía no había caído en la vida real. Pero siempre tuve ese objetivo en la cabeza e hice todo pensando en eso. Así que paciencia, puede que los resultados de tu esfuerzo tarden en llegar, pero si tenés una meta sabrás hacia dónde caminar.


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“Planeá en décadas, pensá en años, trabajá en meses, viví en días”. Por Gaping Void


 


* Como me dijo una vez un amigo: “Toda experiencia es un éxito”. Depende de vos tomártelo así. Te vas a equivocar un montón de veces, te van a poner notas injustas, te vas a poner nerviosa en algún examen, no vas a llegar a tiempo a una entrega, no te van a dar el trabajo. Miralo como un éxito y vas a ver que de todo se aprende, aunque en el momento dé bronca.


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* Y por último, no estás sola. Yo también tuve tu edad y también tuve miedo. Lo sigo teniendo, en realidad, pero un poco menos que antes. Pensá que todos empezamos de cero, ningún escritor nació con sus libros bajo el brazo, y lo mismo se aplica a otras profesiones. Lo más difícil es tomar la decisión de dar el primer paso. Después, si le ponés pasión y perseverancia, todo se va dando.


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Trabajá mucho y sé buena con la gente


 


Una de las cosas que más me gustó de tu mail es que me dijiste que ya sabés lo que vas a hacer el resto de tu vida, pero no me contaste qué. Sea escribir, sea viajar, sea comunicar, lo que me estás diciendo es que tu plan es dedicarte a lo que te haga feliz, así que nunca te olvides de eso, sigas el camino que sigas.


Te dejo una reflexión de Séneca (tené en cuenta que escribió esto en el siglo 1):


Oirás a la mayoría decir: «A partir de los cincuenta me retiraré a descansar, los sesenta años me librarán de obligaciones». ¿Pero quién te garantiza una vida lo bastante larga? ¿Quién dará permiso para que eso salga como dispones? ¿No te da vergüenza reservar para ti los remanentes de tu vida y destinar para el bien espiritual solo ese tiempo que no se puede dedicar a ninguna cosa? ¡Qué tarde es empezar a vivir justamente cuando la vida termina! ¡Qué olvido de nuestra mortalidad tan estúpido aplazar los planteamientos sensatos para los cincuenta o los sesenta años y pretender empezar la vida en un momento al que pocos logran llegar!


Un abrazo y gracias por escribirme,


Aniko


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Aniko Villalba




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Published on April 14, 2015 15:23

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Aniko Villalba
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