Solange Rodríguez Pappe's Blog, page 2
August 5, 2017
Un paseo de domingo

Para María Fernanda Ampuero.
Como ocurre en toda familia, suelo salir con mi madre las tardes de domingo. Hacemos juntas el trayecto en auto, mirando por la ventana los cambios del paisaje que van del centro al norte, los nuevos árboles arrasados que han vuelto a nuestra ciudad luminosa y caliente; sorteamos ente pitidos los nuevos cráteres que se han hecho en las calles para ocultar las líneas telefónicas y las modernas redes de internet que han dejado el suelo agujereado y removido. Los cambios en la ciudad no se detienen jamás: la rueda de la fortuna, el teleférico, así que ella no puede reconocer los lugares que cruzó a pie, cuando era más joven y caminaba con libertad. Se equivoca en señalarme el sitio donde funcionaba una relojería, se confunde con la dirección de la casa de su infancia. Hasta existen avenidas que ahora se llaman diferente. ¿Cuánto tiempo ha pasado?, pregunta mamá, para ella es incalculable. Yo tampoco quiero decirle.Siempre, en silencio, baja del auto, quejándose por su cuerpo y por sus piernas engarrotadas, que no avanzan. Tomo su mano reducida, para ayudarla, casi un cartílago con piel, y la sujeto como si fuera ella la que me conduce a mí, cuando es a la inversa. Entramos juntas al gentío de los grandes almacenes que se preparan para la navidad. Primero se le antoja hacer compras, pero luego recuerda que no tiene donde poner las cosas, ni a quien regalare. ¿Qué quieres? Le pregunto. Un adorno para el árbol, me contesta, pero guárdamelo tú porque este año tampoco podré colocarlo. La conduzco con habilidad, de tal modo que evitamos los espejos. La entretengo ensenándole una cosa y otra, las flores amarillas que tanto le gustan y que ahora está de moda bordarlas en la ropa. Le pido su opinión de una camisa. Hago que se ría. Hablo en tono bajo, con normalidad, pero inevitablemente alguien siempre termina dándose cuenta de lo de mi madre y me clava los ojos.Ha elegido una reluciente pompa azul, que irá a parar a los cajones de las cosas que yo no puedo regalar ni desechar. Esos cajones que existen en cada hogar y que se van llenando de ovillos anudados y monedas de países a los que uno nunca vuelve, así que hacemos una cola infinita donde mi madre, para pasar el rato, se pone a enumerar palabras que ha dicho hace tiempo, se entretiene recordando viejas conversaciones, antiguas amistades; hasta que, entre el gentío, algún conocido me saluda y yo giro la cabeza para no verlo, hasta que pase, porque no quiero contarle a nadie que he salido con mamá también esta tarde de domingo.Entonces, en ese descuido escucho un grito. Ay. Un lamento inconsolable. Yo no era así, dice mi madre conmovida, así no me veía. Y se queda entristecida frente a su reflejo de cuerpo entero que también me paraliza. Que raras son desde hace varios años las tardes de domingo en que abrazo a mi madre que casi, casi se desvanece, para protegerla de las personas que nos apretujan y nos atropellan, en los atestados centros comerciales. Le digo en su frágil oído que no se preocupe, que siempre estaremos juntas, que al salir de ahí comparé un helado del sabor que ella quiera, que no haga caso a los espejos, que jamás le han podido hacer justicia a los que están muertos.
Published on August 05, 2017 19:56
April 24, 2017
Hamel��n

All�� van esas mujeres, l��quidas, en hilera, parlanchinas, risue��as, despelucadas al viento, algunas pre��adas, dispuestas a todo, tras esa muchacha que vino a tentarlas con su discurso loco, que vino a hablar de equidad y de justicia, que vino a encantarlas con su flauta de oro duro y les dijo que en realidad eran libres hasta para matarse, como una tal Virginia Loba que dizque escrib��a. Y ellas sin m��s se fueron dejando atr��s todos los cacharros. Y los hombres del pueblo seco las ven ahora alejarse como una bandada de p��jaros.Pobres diablos, sin labios, que todo lo daban por sentado, que no aprendieron nunca, tan siquiera a silbar.
Published on April 24, 2017 19:49
Hamelín

Allá van esas mujeres, líquidas, en hilera, parlanchinas, risueñas, despelucadas al viento, algunas preñadas, dispuestas a todo, tras esa muchacha que vino a tentarlas con su discurso loco, que vino a hablar de equidad y de justicia, que vino a encantarlas con su flauta de oro duro y les dijo que en realidad eran libres hasta para matarse, como una tal Virginia Loba que dizque escribía. Y ellas sin más se fueron dejando atrás todos los cacharros. Y los hombres del pueblo seco las ven ahora alejarse como una bandada de pájaros.Pobres diablos, sin labios, que todo lo daban por sentado, que no aprendieron nunca, tan siquiera a silbar.
Published on April 24, 2017 19:49
March 27, 2017
Ella no tra��a paraguas

La primera se��al fue que llov��a y ella no tra��a paraguas, pero ��l s��. Solo con mirarlo, bello y precavido, entretenido con el paso de los coches, al otro lado de la acera, anticip�� las palomas del riesgo picotearla en el est��mago. No era vidente, pero con m��s de treinta a��os encima, ella ya sab��a prever el futuro. Antes de que cambie la luz a rojo deb��a decidir si por ��l val��a la pena ser Eva y ser Ad��n en un hotel de paso llamado Para��so, con letras de Ne��n en la cornisa; los cines con pel��culas de acci��n de dos por uno; las caminatas en c��rculo que no conduc��an a ninguna otra cosa m��s que a cavar un agujero dentro ellos mismos; discutir por la pol��tica; por sus respectivas madres; porque ninguno hala el retrete ni compra pan; por la ideolog��a de g��nero; por el dinero que no alcanza��� Creer y descreer el matrimonio con la correspondiente dosis de romancen y de cinismo; matarse luego en el desprendimiento, en una lucha romana por los discos de vinilo o por los hijos.Sabe que si decide amarlo ser��a un desastre, que le saldr��an alas de murci��lago y tal vez luego ir��a por su alma. Lo perseguir��a entonces atreves de varios cuentos no publicados donde poderosa har��a frente a otros hombres y a otros dioses, pero deber��a volver alg��n d��a a habitar la cama de las vencedoras, donde solo un gato va a contemplarla con ojos fr��os.Pero a pesar del riesgo, ser�� la ��nica que no avanza cuando llega el verde; m��s bien va a esperarlo y lo sentir�� pasar con el olor de un oso, sentir�� tambi��n que ��l es el bosque y trampa, alternativamente. ��Y qui��n es ella para quitarle a la literatura el derecho de una buena historia de fracasos? As�� que, cuesta abajo, va tras ��l. Feliz y desgraciada, a convertirse en el mejor desastre que va a pasarle en la vida porque concluye que es mejor mojarse, despu��s de todo.
Published on March 27, 2017 13:00
Ella no traía paraguas

La primera señal fue que llovía y ella no traía paraguas, pero él sí. Solo con mirarlo, bello y precavido, entretenido con el paso de los coches, al otro lado de la acera, anticipó las palomas del riesgo picotearla en el estómago. No era vidente, pero con más de treinta años encima, ella ya sabía prever el futuro. Antes de que cambie la luz a rojo debía decidir si por él valía la pena ser Eva y ser Adán en un hotel de paso llamado Paraíso, con letras de Neón en la cornisa; los cines con películas de acción de dos por uno; las caminatas en círculo que no conducían a ninguna otra cosa más que a cavar un agujero dentro ellos mismos; discutir por la política; por sus respectivas madres; porque ninguno hala el retrete ni compra pan; por la ideología de género; por el dinero que no alcanza… Creer y descreer el matrimonio con la correspondiente dosis de romancen y de cinismo; matarse luego en el desprendimiento, en una lucha romana por los discos de vinilo o por los hijos.Sabe que si decide amarlo sería un desastre, que le saldrían alas de murciélago y tal vez luego iría por su alma. Lo perseguiría entonces atreves de varios cuentos no publicados donde poderosa haría frente a otros hombres y a otros dioses, pero debería volver algún día a habitar la cama de las vencedoras, donde solo un gato va a contemplarla con ojos fríos.Pero a pesar del riesgo, será la única que no avanza cuando llega el verde; más bien va a esperarlo y lo sentirá pasar con el olor de un oso, sentirá también que él es el bosque y trampa, alternativamente. ¿Y quién es ella para quitarle a la literatura el derecho de una buena historia de fracasos? Así que, cuesta abajo, va tras él. Feliz y desgraciada, a convertirse en el mejor desastre que va a pasarle en la vida porque concluye que es mejor mojarse, después de todo.
Published on March 27, 2017 13:00
February 11, 2017
Esto de la literatura

En solo una palabra pasa que estoy harta de mis temas viejos, aprisionada, dispersa en una polvareda y también pariéndome, adúlteciendo en esporas minúsculas que se agrandan. Además hablando bien de mí, despotricando de quien soy mientras fallezco, haciendo buena publicidad de lo que quede: vilipendiándome y ovacionando con una mano, mientras con la otra escribo y me hago daño porque ustedes ya saben lo complicado que sobrevivir es esto de la literatura, que te mata.
Published on February 11, 2017 07:32
February 3, 2017
Matar a la bella

Los medios explicaron que a la bella la mató la ciencia; las cirugías que le estrecharon la cintura también le iban quitando poco la respiración hasta que una madrugada murió de asfixia. A la bella la mató su psiquiatra. Cuenta que cuando lo llamaron de emergencia por lo del frasco pastillas, él se acercó al disimulo a la cama y le comprimió fuertemente la nariz con toda la palma, hasta que estuvo pálida. “Muerta antes o muerta después”, dijo a la prensa, “¿qué diferencia habría si se iba a morir de amor tarde o temprano?”. A la bella la asesinó él gobierno, el agente Norman Hogdes, en sus últimas horas testifico haberle inyectado Nembutal entre los dedos de pie izquierdo mientras dormía. “Nunca había matado mujeres”, confesó mientras se relamía los labios secos por guardar tantos secretos de estado, pero siempre hay una primera vez; a la bella la mató su último amigo, un pedazo de carne joven que había enganchado en un bar y que se agarró tan fuertemente a sus costillas que las fracturó en un abrazo. A la bella confesaron haberla envenenado su nana; su chofer de limosina; su mansajista; alguien que no estaba en el país esa noche; un astronauta y un viajero del tiempo… La fila de los que decían ser culpables logró dar varias veces la vuelta a la estación de policía y eran mucho más celosos que sus amantes en vida, los que decían haberla recibido la primicia de su último aliento. Todos equivocados, para entrar en un estrecho vestido de pedrería, antes de cantar el cumpleaños para el presidente, la bella en un complicado procedimiento hecho en una clínica cubana, se había hecho extraer el corazón. Anticipándose a su destino fatal, desde 1960 estaba muerta, pero era buena actriz.
Published on February 03, 2017 19:35
December 3, 2016
La pesadumbre al desmontar la máquina que hacía unas horas funcionaba muy bien

Cuando paso una temporada contigo, trascurren solo un par de horas para que volvamos a sincronizar las respiraciones, los pulsos y los movimientos peristálticos. Yo, que hago prácticamente sola las cosas grandes y pequeñas de la vida, me acostumbro vergonzosamente rápido a ser la otra mitad de una aleación, que es como una aplanadora o un mamotreto eficiente: pesado y hermoso que va por el mundo digiriendo la realidad en su gran buche de ácido. Soy la otra cabeza de un fenómeno que con un solo cerebro no podría ni doblar las piernas, peor hechar a andar. Así conducimos nuestro portento de valvas castañeantes por lugares anodinos como centros comerciales y parques ante la mirada desorbitada de niños rubicundos y turistas japoneses que nos cortan el paso para sacarnos fotografías. Nosotros los apartamos con los bramidos de nuestra complicada carrocería y nuestros tentáculos para irnos a explorar al negocio de los libros, a la tienda de usados o a la heladería. Así, también follamos felices y a la vista de todos con nuestro chaca chaca que es metálico pero también es líquido y que en mi caso adquiere un ritmo de motoneta o de motor chico de lancha y en el tuyo es el avance empecinado de un trenecito que culmina con un profundo derrame con olor de sangre y caucho, entre el vitoreo general, eso sí, mientras a lo lejos el vuelo de los patos, verde y gris, anuncia que ya se acerca el invierno.Así que desoldarme de ti, de tus seguros y cierres y romperme la mandíbula que insiste en apretones, es difícil. Reatomizarme, dar macha al retroceso de fusión, desprender con los dientes uno a uno tus dedos garfios, pasar el serrucho a donde empezaba la branquia y llega el diástole, para decirte adiós, adiós con una sola mano y llorar discretamente en migración por el único lagrimal que me queda... Dejarte es difícil pues, injerto mío, aunque yo sola andando en el mundo, sea un portento y tú, una maravilla.
Published on December 03, 2016 20:25
November 2, 2016
Calaveritas

Published on November 02, 2016 10:46
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