Lia Belikov's Blog, page 2

April 13, 2017

PFQMG - Cap. 21. Cómo comenzó nuestro final

***Penúltimo capítulo ya :)


Rita
La hermana mayor de Key está loca si cree que voy a salir de su habitación luciendo de la manera en la que luzco.Jamás. Ni en un millón de años. Ni aunque la tierra se seque y el hombre tenga que reproducirse con varias palmeras… ¡nunca!Pero entonces ella dice una frase que juega con mi mente y me deja al borde de un colapso: “Es probable que Key quede como estatua al verte, dudo que algún día pueda borrar tu imagen de su cabeza si usas ese vestido”Y sigo todavía pensando en si debo o no abandonar su habitación luciendo así, pero sobra decir que Pam hizo un trabajo impecable al maquillarme y elegir el vestido por mí.Su gusto es grandioso y eso se lo reconozco bien.Toda la tarde la pasamos juntas; ella intentando que usara alguno de los cortos vestidos que elegía para mí, y yo intentando persuadirla sobre lo que una chica considera impropio de llevar en una fiesta “familiar”. Al final ella ganó la batalla y me llevo directo a su casa, escogiendo para mí un vestido realmente corto, de color rojo cereza, con una silueta demasiado ajustada y un escote de hombros caídos que ella misma se ofreció a pagar. Escogió también los zapatos, o mejor dicho las botas negras super sexys de tacón alto que llegaban casi a mis rodillas y que gritaban “perra ardiente” por todos lados.Eso, combinado con las horas que ella se dedicó a maquillarme, lograron que luciera irreconocible. Así que sí, lo admito: me veo bien. ¿El problema? ¡El vestido es demasiado corto y ajustado para mi propia comodidad! Jamás, nunca de los jamases y de los nunca, usaría el vestido frente a tanta gente como sé que habrá esta noche.—Es una pequeña y privada fiesta —dice Pam, retocando su cabello y el de su hermana menor mientras yo no dejo de quejarme—. Casi nadie te va a ver. Además, luces ardiente.—Más que ardiente —añade Eileen—. Solo te falta portar un arma en tu muslo, y podrías parecerte a Angelina Jolie en esa película donde es mafiosa y perseguida por la policía.Niego con la cabeza, tratando de sentarme en una orilla de la cama.—El vestido es tan corto que, si me siento —digo, irritada— se sube más allá de mis muslos.Pam se encoge de hombros.—Entonces procura no sentarte.Resoplo con fuerza.—¡Esa no es la solución!—Rita —dice Eileen con un suspiro—. Te ves absolutamente impresionante. Vas a dejar sin aire a la mitad de la población masculina que asista a esta fiesta.—¿Solo la mitad? —pregunto.Eileen asiente con la cabeza.—Sí, la otra mitad de la población masculina está interesada en más población masculina, no femenina.—Oh.—Sí, ahora deja de tonterías que luces muy bien.Suspiro en voz alta.—Pero, no puedo respirar hondo —admito después de unos minutos. Pam y Eileen modelan su ropa para mí, ambas luciendo fantásticas—. Este vestido es demasiado ajustado y si respiro con normalidad siento que mi estómago va a salir y saludar a todos los invitados.—No exageres —dice Pam—, te ves deslumbrante. Mi hermano va a babear hasta llenar una piscina completa.Niego con la cabeza, aguantando la respiración.Pam aprovecha para aplicarse algo de labial frente al espejo de cuerpo entero que tiene en su habitación.—Tampoco ayuda que esté usando estos zapatos —me quejo, levanto uno de mis pies para señalarles lo alto del tacón y lo sensuales que lucen mis piernas con las botas al estilo dominatrix—. Yo ya soy alta, ¿por qué usar estos? Además, parece que solo me falta el látigo y las medias de red para completar el estilo completo.—Rita —suspira Pam, dejando de aplicar el lápiz labial color coral en sus labios—. No importa cuán alta seas, siempre tienes que usar zapatos de tacón porque realzan tu figura, te hacen ser más femenina. Y en cuanto al vestido, tienes buen cuerpo como para usarlo.—¡No tengo ni siquiera espacio para mi navaja! —me quejo, exasperada.Eileen eleva una ceja al escucharme.—Definitivamente estás loca —dice—, pero en el buen sentido. Creo que me caes más que bien.—¿Gracias?—En fin —dice ella, arreglando el dobladillo de su vestido blanco y negro—. Voy bajando para ver quienes llegaron ya a la fiesta. Y, ¿Rita? Inhala y exhala, tu rostro se está poniendo morado por contener la respiración.Asiento con la cabeza, haciendo como ella me dice.Una vez que Eileen sale de la habitación, Pam me toma del codo y me arrastra hacia el mismo espejo en donde se estaba maquillando minutos atrás.—Mírate —dice ella; entonces yo me miro, aunque ella me obliga a examinarme de pies a cabeza—. Luces como una diosa, ahora deja de quejarte por lo corto del vestido y disfruta restregándole en la cara a la tía Morgan que tienes una figura espectacular y que ella ya la perdió.—No me interesa impresionar a tu tía la loca —aclaro.—Yo sé, entonces hazlo por Key. ¿No te gustaría dejarlo sin habla por al menos unas horas?Suspiro en voz alta, sabiendo que terminaré cediendo tarde o temprano. La verdad es que luzco genial, y si alguien se quiere aprovechar porque cree que soy indefensa, puedo usar mis nuevas botas para patear justo en sus genitales.—De acuerdo —digo—. Tienes razón, solo estoy siendo paranoica. Nunca he usado nada como esto. —Y deberías estarlo… Ten por seguro que Mia vendrá.—¿Qué?Me giro para verla a la cara.—Lo que oíste —me dice—. Mia nunca se va a perder una fiesta de cumpleaños de Key, mucho menos cuando ellos tienen un ritual imperdible para cada fiesta.—¿Cómo? ¿Cuál ritual? ¿Por qué se te ocurre decirme esto hasta ahora?Pam se acerca al espejo y sigue aplicando el labial coral que aplicaba anteriormente.—Siempre, en cada cumpleaños y en cada fiesta de celebración que hacemos para él —dice ella— Key da un pequeño discurso de agradecimiento para los invitados que asistieron y por los regalos que recibe. Mia siempre es llamada a su lado y, sin falta, él le da un beso en la frente y luego en la mejilla… por último la besa en los labios.Frunzo el ceño, resoplando ante sus palabras.—Este año será distinto —aseguro—. Key no va a besarla ni a llamarla, dudo mucho que lo vaya a hacer estando yo presente. Eso no me preocupa.Pam se encoje de hombros.—Deberías —dice ella mientras junta sus labios para equilibrar la cantidad de labial entre ellos—. Resulta que Mia tiene otras dos hermanas, una de ellas se llama Rosie y la otra se llamaba Emilia. Emilia se suicidó hace ya varios años…Ella queda en silencio, pensativa por unos instantes, su mirada perdida en la nada.—Eso es trágico —digo—. Lo siento mucho por ella.Pam parpadea un par de veces hasta que sus ojos se enfocan nuevamente en los míos.—Esa no es toda la historia —dice—. Sucede que Emilia se suicidó en esta fecha, la misma del cumpleaños de Key.Mieeeeeer…—Hace unos años atrás dejamos de festejar —continúa explicando ella—, para respetar la memoria de Emilia, pero Mia y Rosie decidieron que era hora de dejar de lamentarlo y verlo como una celebración a lo que fue de su vida. Por eso Key no se queja de las fiestas, porque sabe que Mia necesitaba ese pequeño gesto de él.Trago saliva, aún sin saber qué pensar de esa situación.—Entiendo eso —digo con sinceridad, sin saber qué otra cosa decir—. Debió haberla destruido.Pam asiente con la cabeza.—Ellas nunca quisieron decir la razón del por qué Emilia se suicidó, nadie lo sabe en realidad. Lo mantienen todavía en secreto.Desvío la mirada, mordiéndome el labio.—Pero, oye —dice Pam en tono más alegre, tomándome del brazo—. Todo está bien ahora, solo te lo digo para que no te sorprendas cuando ese momento pase, porque ten por seguro que pasará.Muerdo con más fuerza mi labio, sintiéndome repentinamente molesta al pensar en que Key besará de nuevo a Mia. Si veo sus labios tocando los de ella… voy a poner agua de retrete en su bebida de aquí a año nuevo.—No te preocupes —dice Pam, restándole importancia al asunto—. Tampoco creo que la vaya a besar en la boca; mi hermano no sería tan idiota. Además, Rosie, la hermana menor de Mia, también vendrá. Ella es más amable que Mia, créeme, te va a caer bien. Cuando ella está cerca, Mia se controla de forma muy significativa.—Presiento que no me puede caer bien nadie de esa familia —digo entre un largo suspiro—. Entenderé si Key decide hacerlo, pero si llega a tocar sus labios, puedo prometer que lo castro de una vez.Pam me toma de la mano, sonriendo con pesar.—Lamento todo esto, en caso que suceda. No creo que haya beso en la boca, sabiendo que le gustas tanto a Key, dudo que haga algo como eso. Tranquilízate.—De acuerdo —digo—. Prometo que voy a tranquilizarme… pero si lo veo besándola…—Tienes incluso mi permiso para castrarlo de una vez. Y a ella también, si quieres.Intentó demostrar que no me importa, pero duele el simple hecho de pensar en que puede suceder.Veo a Pam apretar sus labios, mostrando simpatía por lo que sabe que sucederá sin falta. Conociendo a Key, lo poco que lo hago, sé sin dudar que se sentirá responsable de hacerlo, responsable de besarla. Tengo que dejarle unas cuantas cosas en claro a Mia, es tiempo ya para que lo deje ir. No entiendo por qué su insistencia en volver, pero hoy será el día de averiguarlo.—Es mejor que bajemos pronto —dice Pam repentinamente, borrando el estado de ánimo sombrío—. Es hora que Key vea el vestido criminal que estás usando.Asiento con la cabeza, pensando en si de verdad quiero ver a Key besando a su ex novia. Él debería encontrar otra cosa para conmemorar la memoria de la hermana de Mia, no de esa forma.Pam me agarra del brazo cuando ve que no me muevo.—Vamos —me dice—, te ves radiante.Entonces salimos de la habitación, en dirección a la planta baja en donde la música ya lleva demasiado tiempo sonando fuerte y ruidosa.—¿Estás segura que solo son unos pocos invitados? —pregunto mientras me agarro de su brazo para no tropezar y caer.Ella asiente con la cabeza.—Totalmente segura. Fiesta privada, ¿recuerdas?—Esa música no suena para nada a privado. Suena a “llamaremos a la policía en media hora porque se va a descontrolar”—Es un DJ local y le gusta tocar música ruidosa. Es muy bueno, pero de verdad, te aseguro, es una fiesta pequeña.Trago saliva, ignorando a las pocas personas que se besan sobre las escaleras. Hay una chica siendo tocada en el trasero justo frente a nuestras narices. ¡Qué poca decencia!Tal vez la noto mucho porque Pam me anima a seguirme moviendo.—Esa era Donna —dice ella—, es la prima promiscua que nunca falta en las familias. Ahora, quédate aquí. Iré primero y llamaré a mi hermano para que te vea descender por lo que falta de gradas. Será algo sexy e inolvidable.—Bien, haré lo mejor que pueda para que tropezar y romperme el cuello sea algo sexy e inolvidable para los invitados.—No seas dramática, ¿qué es lo peor que podría pasar? Espera aquí que yo traigo a mi hermano.Veo a Pam descender por las escaleras, luciendo confiada en sus zapatos altos y su vestido color dorado. Luce hermosa, y aunque me cueste admitirlo, también yo me veo bien.Pasa una eternidad hasta que finalmente veo a Pam de nuevo, haciéndome señas desde abajo para que la acompañe; ella se aleja lo más rápido posible para darme espacio y poder caminar sola.Mientras voy descendiendo, tratando de hacer poses sexys para disimular mi falta de equilibrio, noto a la multitud de gente que se mueve por todo el lugar. Tengo una buena vista de la sala, ahora desprovista de todos los muebles, llena de personas bailando al ritmo de la música ruidosa. ¿Entonces esto es lo que ella considera privado y con poca gente? ¡Hay cerca de cien personas bailando en el mismo lugar!Veo luces estrambóticas ubicadas estratégicamente en todo el lugar, incluso logran sincronizarse con el ritmo de la música; también noto al DJ en una esquina, agitando su cabeza mientras reproduce una mezcla que se me hace vagamente conocida.Mis ojos también encuentran a Key, él está esperando al pie de las gradas, bebiendo algo de un vaso plástico rojo. Sus ojos escanean la multitud mientras mira con aburrimiento a las personas que lo felicitan y pasan a su lado.Él luce muy atractivo, peinado con el cabello hacia atrás, usando ropa negra bastante casual. No se parece en nada al vaquero de esta mañana.Después de unos segundos de observar a los demás, finalmente alza la vista y, sus ojos, desde ese momento, solo me pertenecen a mí.Tal vez no fue nada malo usar el vestido rojo después de todo, no cuando noto la mirada de total adoración en la cara de Key, o cuando deja caer su vaso al suelo, salpicando a una chica ubicada cerca de él sin darse cuenta. Lograr ese efecto en alguien es… invaluable.Al final Pam tiene razón: él parece una estatua que no se mueve ni parpadea. De verdad, no ha parpadeado en más de quince segundos mientras me ve descender. No ha siquiera cerrado la boca mientras me mira de pies a cabeza de manera muy sutil y apreciativa.Sonrío con suficiencia, sabiendo que solo tiene ojos para mí, y él sabe que yo lo sé.Oh, está noche será muy divertida.


Key
Rita es todo piernas interminables y curvas marcadas. No lo había notado antes con mucha precisión, pero ahora soy muy consciente de ello, yo y otros muchos pares de ojos que también la devoran de pies a cabeza.Creo que mi boca está abierta y mis ojos no se han tomado la molestia de parpadear para no perderse de ningún detalle de ella, bajando las gradas con un movimiento fluido y sensual. Incluso combina sus pasos con el ritmo de la música; tal vez no se dé cuenta de lo que me está haciendo, pero justo ahora me está costando pensar en algo más que no sea ella.Rita sonríe al verme, de seguro lo hace por la cara de estúpido que estoy poniendo, o tal vez por mis ojos que comienzan a secarse por la falta de parpadeo.Como sea, ella sí que sabe cómo llamar mi atención.—Parpadea un poco, vaquero —dice cuando llega al último escalón—. Parece que fuiste poseído. ¿Patch se apoderó de tu cuerpo? ¿Hola? ¿Patch, estás allí?Finalmente parpadeo ante sus palabras.—¿Qué? No, estoy bien.—Claro, y podría hacer todo un río con tu baba.Sonrío, sabiendo que a ella le debe encantar verme en este estado.¡Desordena por completo mis pensamientos y no tengo ningún control sobre ellos!—Te ves… —me quedo sin palabras, trago saliva, intentando decir algo— realmente no sé ni mi nombre en estos momentos. Estoy en blanco… o mejor dicho estoy en rojo.Rita eleva su ceja, divertida con todo el asunto.—Te llamas Keyton Higinio, y al menos yo nunca podría olvidar tu nombre, rima con papel higiénico, ¿lo sabías?—Ya he oído la broma antes —digo, haciendo una mueca. Gracias a Pam por hacerme comprarle la bendita crema humectante con mi tarjeta de crédito y no la suya—. ¿Te he dicho ya que luces bien?—No me canso de oírlo, gracias —dice ella— pero mejor se lo dices a Pam, ella eligió todo esto por mí hoy.Trago saliva de nuevo, sabiendo muy bien que pareceré pervertido si no dejo de verla.—Bravo, Pam. Se lució —admito—. Ahora dime, ¿quieres una bebida o algo?Me obligo a apartar la mirada, aunque no puedo evitar que mis ojos regresen a los de ella.La veo asentir con la cabeza.—Claro, me vendría bien una bebida justo ahora. Pero, espera, ¿mis hermanos lograron venir a la fiesta? No quiero encontrar a Russell con una bebida alcohólica en la mano, tiene apenas dieciséis años.—No tienes de qué preocuparte —respondo—. Ellos están aquí; vinieron hace unos quince minutos, yo fui personalmente por tu familia. Tu papá y tu abuelo beben afuera junto a mis padres, y tus hermanos menores bailan en la pista de baile improvisada. Además, no tienes que preocuparte por el alcohol porque aquí adentro solo se sirven refrescos.Frunzo el ceño.—Pero el alcohol era la parte divertida de la fiesta —murmura Rita, haciendo pucheros—, solo no quiero que Russell pruebe algo de eso ahora.—Tranquila, Patchie —la calmo—. Puedes ir afuera en cualquier momento a pedir algo, pero eso sí, mis padres monopolizaron todo el alcohol. Todas las bebidas que pidas afuera, se quedan afuera. Créeme, su sistema es infalible. Con mis hermanos intentamos vencerlos cuando éramos menores de edad, y las cosas no salieron muy bien.Veo cómo ella asiente con la cabeza, pareciendo más tranquila ante la idea.—Muy bien, cumpleañero —dice finalmente—, vamos a celebrar en grande.—¿A lo grande? Cuenta conmigo.La tomo de la mano y al instante siento cómo su palma suda contra la mía, de seguro nerviosa.—¿Tengo que dibujar otra equis en tu mano? —pregunto en su oído—. Porque te aseguro que aún queda más pintura roja bajo las gradas.—No es necesario —dice ella, entonces me enseña su mano derecha, la que no estoy sosteniendo, y me muestra una diminuta equis dibujada con lápiz tinta.—¿La hiciste tú? —pregunto.Ella se encoge de hombros.—Como que me vendiste la idea de la x.—Dicen que soy un gran vendedor. Algún día me dedicaré a vender ovejas, ojalá no te vayas a avergonzar de mí y mi profesión.—Jamás. Ve a perseguir tu sueño con las ovejas, si eso es lo que más deseas.—En realidad —comento—, lo que más deseo en este momento es sacarte a bailar. ¿Puedo? ¿O necesitas con urgencia esa bebida?Rita niega con la cabeza.—No la necesito, pero eso sí, bailaré con tal y no te vayas a avergonzar de mis pasos. No he mejorado para nada desde la última vez que bailaste conmigo.—¿Ni siquiera con la clase de salsa erótica?Rita ríe con fuerza, provocando mi propia risa.—Para nada —dice finalmente—, y solo asistí a una clase.En el camino, varios amigos y familiares se acercan para saludarme; algunos observan más de lo estrictamente permitido en dirección a las piernas de Rita, pero creo que mi mirada de tipo caníbal los ahuyenta a todos… Eso, o la mirada de asesina que Rita pone cada vez que los atrapa viéndola.Creo que es más por lo segundo.Pasamos por un grupo de primos a los cuales debo saludar, y que precisamente cargan regalos, y tengo que señalarles la mesa especial para los obsequios.Rita también siente curiosidad por ver cuántos llevo hasta ahora, y la cantidad la deja abrumada por un momento.Mi rostro se pone de color rojo.—¿Qué pasa? —digo cuando noto que ambas de sus cejas se elevan demasiado.—Jum —dice—, había olvidado por un momento que tenías bastante dinero.—¿Estás discriminándome acaso?—No, no es eso. Es que jamás había visto una mesa tan llena de regalos… tengo envidia, y unas ganas interminables de abrirlos con mis propias manos para ver qué cosas exóticas hay.Ahora el que ríe soy yo.—Dejaré que abras algunos regalos a cambio de que bailes conmigo.—¡Trato! —grita, emocionada—. ¿Qué cosas crees que te regala la gente?—Pues el abuelo Johny siempre me manda un limpiador de nariz portátil —respondo encogiéndome de hombros—. Dice que nunca es suficiente para mantener una nariz impecable.—Tu abuelo es muy sabio —responde ella—. El mío me da una nueva navaja cada año, grabada con mis iniciales y un paquete de cigarrillos.—Eso sí es útil.—No fumo.—Igual es útil.—Dime —dice ella, tratando de sonar casual—. ¿Tiendes a ser un fumador, Sr. Higinio?—¡Basta! —digo, avergonzado—. Deja de llamarme así, pasé años fingiendo que ese no era mi nombre.Ella se ríe con fuerza.—Pues toca aguantarse —responde, encogiéndose de hombros—. Tenemos los nombres que debemos tener, no podemos cambiarlos.Resoplo al escucharla.—Habla la que se hizo llamar Andrea Cipriano cuando la conocí.—¡Eso es solo en los foros!—Cierto —estoy de acuerdo—, en el foro Violemos a Patch. Recuérdame unirme para esta semana.—Ni se te vaya a ocurrir. Ese foro es como mi secreta obsesión.—Entonces sugiero que borres de tu mente mi segundo nombre… y también el primero. Llámame simplemente Key.Rita rueda sus ojos, pero sonríe con diversión.—Está bien, simplemente Key, ¿bailamos ya?Asiento con la cabeza, señalando un lugar vacío.Juntos avanzamos a la pista de baile, los cuerpos apretados se mueven a nuestro alrededor a medida que caminamos. Rita aprieta mi brazo con más fuerza, evitando ser golpeada por los salvajes movimientos de uno de mis primos, y pronto encontramos el sitio vacío donde poder bailar.En poco tiempo ambos estamos bailando sin darnos cuenta; mi cuerpo siente el ritmo y sabe qué hacer, el de Rita… está perdido totalmente en su propio mundo.Me rio en voz alta cuando noto que su paso del “limpia ventanas” no ha cambiado.—Mueve los pies —grito en su oído—. Así como yo lo hago.Le señalo mis pies y ella trata de imitarme… mientras sigue “limpiando ventanas” de adentro hacia afuera.—¿Así? —pregunta.—Un poco menos psicópata, pero sí. Trata de bajar las manos un poco porque parece que pidieras ayuda.—Te dije que era pésima —grita mientras mueve las caderas y dobla las rodillas al mismo tiempo, haciendo un extraño paso al final, el paso de apagar cigarrillos con la punta del pie.—De acuerdo —digo—. Eso es raro.Señalo su movimiento y ella se detiene.—Oye, solo sigo el consejo que una de mis amigas puso en su estado de Facebook: “Baila como si nadie te viera, canta como si nadie te escuchara y come tacos como si nadie te juzgara”.—Creo que no iba así —niego con la cabeza—. Pero déjame enseñarte un poco.—Esa es mi filosofía de vida —dice ella, defendiéndose—. ¿Qué me vas a enseñar? Creo mi “pisa cucarachas”, como lo llamaste aquella vez, es fenomenal para cualquier ocasión.Ruedo los ojos mientras ella se pone a hacer el paso.—¿Ves? —dice luego de unos instantes—. Nunca estará fuera de moda.—Haré esto rápido, no me mates —digo, entonces llevo mis manos a su cintura y, rápidamente, bajan para acomodarse a sus caderas.Casi de inmediato su mano está dando un manotazo en la mía.—¡Rita! Te dije que no te alteraras.—No, me dijiste que no te matara —grita ella—. ¿Qué haces, vaquero? Frena tus manos y abrocha bien tu hebilla porque no soy una chica fácil. Me gusta pensar que soy como una mariposa: hermosa para ver, difícil para atrapar.—¿Otro estado de Facebook?—¡Exacto!—Bien, si quieres que te enseñe algo con ritmo, vas a tener que dejarme tocarte. ¿O quieres que dibuje otra x en tus caderas? Puedo dibujar una en las mías, para que sepas dónde pertenecen.De inmediato el rostro de Rita se vuelve casi tan rojo como el vestido que usa. Probablemente me asesine mientras duermo por lo que acabo de decir.—No puedo creer que dijeras eso —dice ella, su boca completamente abierta—. Eres un cerdo ordinario y barato.—Me agradan los cerdos, y no son baratos, créeme; intenté comprar uno para criarlo pero fue muy caro. Ahora, ¿tengo permitido tocarte? Después de todo eres mi novia.Ella eleva una de sus cejas.—¿Eres mi novio ahora? Pues lo siento, no me has pedido nada.Me muerdo el labio inferior, sabiendo que ella tiene razón.—Déjame corregir eso: ¿te gustaría ser mi novia, Rita Fiorella Day? —pregunto luego de unos instantes—. Nada me gustaría más que me dieras una oportunidad para demostrarte que no todos los chicos somos como el cerdo de tu ex novio.Veo a Rita apartar la mirada, luego vuelve a verme y sonríe, aunque trata de ocultarlo.—Está bien —acepta—. Seremos novios y te dejaré tocar mis caderas, pero si intentas algo más…—Ya sé, ya sé —murmuro—. Me vas a castrar, con todo y título médico oficial para realizar castraciones.—Bien, dejando eso en claro, será mejor que continuemos bailando —dice ella.Asiento con la cabeza, y lentamente vuelvo a acercar mis manos a sus caderas. Al instante ella golpea mis brazos.—¡Rita!—Lo siento —se lleva ambas manos a la boca—. Es por pura inercia, de verdad. Está vez prometo no hacerlo. Intenta de nuevo.Entonces hago como ella dice y llevo, nuevamente, mis manos a sus caderas y comienzo a moverla al ritmo de la música. Tengo miedo que ella vaya a golpearme en la cara por lo atrevido de mi movimiento, pero no se está quejando.—Ahora mueve un poco tus pies —sigo diciendo, mis manos no sueltan sus caderas mientras nos movemos suavemente con la música—. ¿Notas ahora la diferencia? Muévete como si estuviéramos en medio del mar y las olas nos arrastraran de un lado a otro. La velocidad con que te muevas va a depender del ritmo de la música, si es rápido, pues te mueves más rápido.Mis manos siguen en sus caderas y es toda una sorpresa cuando las suyas van a mis hombros y sigue mi ritmo.—¿Eso lo copiaste de algún estado de Facebook, también? —pregunta de mala gana.—No, lo copié de una película.—Quedó bien.—Yo sé —sonríe de oreja a oreja—. Así, lo vas haciendo bien. Un poco más rápido porque tienes que seguir el ritmo de la canción.—¿Lo hago bien así?—Evita sacudir tus manos, mueve tus hombros hacia arriba.Ella hace como le digo y comienza a sacudirse, esta vez con mucho más control que antes.—Mis manos mueren por hacer el limpia vidrios —dice con nostalgia.La suelto para darnos un poco de espacio y para poder verla a la cara.—Entonces hazlo —digo sonriendo—, no quiero cambiar ninguna parte de lo que te hace ser quien eres.Ella sonríe mientras me observa con lo que creo es su mirada de adoración.—Pondré eso en mi estado de Facebook —dice.Pronto ella se pone a hacer el “limpia ventanas”, moviéndose como si supiera lo que hace.Es adorable.—Es adictivo —dice después de un rato—. Deberías intentarlo.—De acuerdo, trataré de intentarlo.Entonces sonrío y empiezo a imitar alguno de sus pasos de baile.Rita ríe en voz alta mientras me ve agitando las manos como ella suele hacerlo.Ambos hacemos los movimientos al mismo tiempo.—Déjame enseñarte ahora —dice ella—. Limpia a la derecha y luego a la izquierda, en contra de las manecillas del reloj. Ambas manos tienen que seguir el mismo sentido.—Esto es fatal —confieso.—¡Oye, no lo es! Aunque en ti sí que luce ridículo.—También en ti.Rita me saca la lengua, entonces yo saco la mía.—¿Crees que es buen momento para que nuestras lenguas se toquen? —pregunto en su oído.Y justo cuando pienso que me va a rodar los ojos o a hacer una negativa, me sorprende acercándose más a mí, observando directamente mi boca. La sorpresa aumenta cuando, de manera metódica y lenta, pega sus labios con los míos… y nos estamos besando. Mis manos la sostienen con fuerza mientras nuestras bocas se emocionan al mismo tiempo, su respiración se siente por todo mi rostro que arde en llamas.Lastimosamente el beso acaba más rápido de lo que nos gustaría.—Eso fue muy bueno —murmuro mientras sigo relamiendo mis labios—. Sería mejor si repitiéramos.Rita sonríe, divertida por todo el asunto.—Mejor sigamos bailando, vaquero —es todo lo que dice mientras me tortura con sus movimientos en la siguiente canción.

********

La noche trascurre sin ningún problema y sin ninguna señal de Mia. Todavía no he hablado con Rita respecto al homenaje que rendimos en honor a la hermana de Mia, Emilia. Pero no he tenido el tiempo necesario, en toda la noche, para decírselo. O tal vez no haya tenido el valor necesario. Como sea, ahora Rita está ordenándonos algunas bebidas mientras regaña a su abuelo por querer desvestirse en público y le exige a su padre que beba menos.Aunque sé que en el fondo Mia vendrá, sé que ella aparecerá. Lo presiento demasiado, sé que le importa el pequeño homenaje que hago para ella y su hermana. Así que es toda una sorpresa cuando, pasados unos instantes, veo a Rosie caminar en mi dirección.Lleva un vestido blanco casi transparente y sonríe mucho al verme. Levanta su mano para saludarme y, justo cuando está a pocos centímetros de distancia, siento otra mano ir directo a mi rostro, dedos envolviéndose en mi mentón. Es Rita quien me sostiene mientras, de la nada, planta un beso en mi boca. Es un beso al cual correspondo sin ningún problema e igualo en posesividad.Por un momento olvido dónde estamos, hasta que escucho aplausos y silbidos por parte de la gente a nuestro alrededor. Entonces ambos, Rita y yo, nos retiramos de la boca del otro.—Wow —murmuro—, eso fue algo.—Creo que estoy ebria —sonríe ella—. Bueno, no tan ebria, pero como que estoy comenzando. Tus padres me invitaron a una bebida cada uno y no pude rechazarla… así que tal vez al finalizar la noche me tengas que cargar en brazos.Sonrío de igual forma, mientras pronto escucho una garganta aclararse cerca de nosotros. Es Rosie.Su cabello rubio se mueve con el viento mientras la veo llevar un vaso de plástico en la mano.—Lamento interrumpir —dice ella, sonriéndole a Rita—. ¿Puedo hablar contigo, Key?Rita la observa de pies a cabeza, frunciendo el ceño mientras Rosie hace lo mismo con ella.—Claro que podemos hablar —digo—, pero Rita puede quedarse. Es mi novia, por si no lo sabías.La cara de Rosie se transforma en sorpresa, y sus ojos aprecian a Rita con renovada intención. Al final sonríe, mostrando los dientes.—Felicidades a los dos —comenta ella—, no lo sabía. Y no pienses que intento ser grosera ni nada, solo quería hablar a solas con Key para comentarle algo sobre mi hermana, Mia. Pero no me molesta en lo absoluto que seas parte de la conversación.Rita sonríe, casi podrías decir que está fingiendo. Es algo extraño ya que Rosie suele caer bien a todas las personas, es alguien muy dulce.—No nos hemos presentado formalmente —dice Rita, acercándose a Rosie para besar su mejilla—. Me llamo Rita, soy la novia de Key.Me toma del brazo y sonríe de la misma forma que lo hace Rosie.—Hola, Rita. Me llamo Rosie y soy la hermana menor de Mia. Supongo que ya debes de saber de ella —responde la susodicha—. Pero déjame decirte que ambos hacen una buena pareja. Parecen sacados directo de una portada de revista.—Gracias —digo—, ¿podrías decirme ahora qué es lo que tenías que hablar conmigo?—Claro —dice, sacudiendo la cabeza—. Era sobre Mia, y sobre lo que haces cada año por ella en estas fechas.Su rostro se vuelve opaco mientras su mirada cae al suelo.Habla del suicidio de su hermana, Emilia. Dicho suicidio que ocurrió en esta misma fecha.—¿Qué ocurre con eso? —pregunto, sabiendo que Rita no debe saber de lo que hablamos.—Pues que Mia no vendrá esta noche. Por eso vengo yo, porque ella finalmente decidió superar todo esto.Sus palabras me dejan sorprendido, no sé cómo reaccionar. No sé si sentirme bien con eso, o si lo debo lamentar.—Es una lástima —murmuro finalmente—, pero la entiendo. Es algo que siempre he hecho.Rosie asiente con la cabeza, su rostro apenado.—Lo siento mucho, Key —dice ella—. Creo que ella te causó mucho daño y es bueno para ambos esta separación. Además, creo que Rita te hace muy bien.Sonríe en dirección a Rita.—De acuerdo —digo luego de unos instantes—. ¿Piensas quedarte tú para la fiesta?Rosie niega con la cabeza.—No, no me quedaré. Pero solo te pido esto: eres libre de dejar a Emilia atrás también. Ella nunca fue tu responsabilidad, y fue un lindo gesto de tu parte que siempre pensaras en homenajearla en estas fechas —dice Rosie—. Pero siento que es hora que disfrutes de tu día sin que se vea manchado por un mal recuerdo.Rita está callada a mi lado, observando en dirección a sus botas, luciendo pensativa.—Gracias, Rosie. Lo aprecio —digo finalmente.Ella asiente con la cabeza mientras se despide de nosotros.—Solo eso quería venir a decirte —dice antes de irse—, para que no la esperes más.Con esas últimas palabras se marcha sin mirar atrás.Pasan unos minutos de silencio, Rita no ha soltado mi brazo en todo este tiempo.—Lo siento —es lo primero que digo—. Lo siento por no haberte dicho todavía sobre Mia…Ella levanta una mano para silenciarme.—Lo entiendo —dice pasados unos segundos—. Pam me lo contó todo.Resoplo con fuerza.—Debí suponer que Pam te diría todo.—No estoy enojada, si es lo que piensas. Solo puedo ponerme en tus zapatos y sé lo difícil de esta decisión. Mia lo fue todo para ti, y entiendo que quisieras apoyarla incluso con lo que pasó con su hermana.Asiento con la cabeza.—Ella lo fue todo… pero ya no lo es más —digo—. Y aunque ella hubiera aparecido esta noche, nunca la hubiera besado, si es que eso fue lo que te contaron mis hermanas. Es algo insignificante y pequeño que hacía por ella. Pero yo nunca haría algo que te dañaría a propósito. Jamás.Rita suspira, sonriendo levemente.—Eres todo un romántico, Keyton Higi… ups, olvidé que ese no es más tu nombre.—Para ti puedo serlo —digo de mala gana—. Pero no lo menciones delante de la gente, tengo una reputación que cuidar.Rita sonríe en grande esta vez, apretando mi brazo y ubicando su cabeza en mi hombro.—¿Cómo te sientes con lo de Mia? —pregunta pasados unos minutos. Ambos buscando calor en el otro mientras una brisa fría viene con el viento.—Me siento… libre. Bien, de hecho. Creo que todo está tomando forma y es como tiene que ser.—Es bueno escucharlo —dice Rita—. Y para cambiar de tema… aquí tienes.Ella suelta mi brazo y pronto la veo extendiendo su mano para darme una pequeña caja envuelta con papel de regalo.—¿Me compraste algo? —pregunto, muriendo por abrirlo.—Así es —responde ella—. Fue mientras iba de compras con tu hermana. Fue algo apresurado, y sé que es de poco valor, pero tu hermana me mencionó que te gustaban estas cosas así que…Ella me señala el regalo y me insiste para que lo abra.Rápidamente lo desenvuelvo y quito el listón azul que lo cubría.Abro la caja y noto que es… ¿un llavero? Y no cualquier llavero, es uno con la figura de dos peras dándose un beso.Me rio con ganas.—No te burles —dice Rita—. Tu hermana me dijo que tenías cierta obsesión por las figuras de pera, y este llavero estaba justo al alcance así que lo compre para ti. Sé que es algo insignificante y nunca se le comparará al limpiador de nariz, pero fue algo de último minuto. Además, noté todas las cosas raras de peras que tienes en tu casa y decidí traerlo para tu colección.Mi risa se hace más fuerte, casi derramando lágrimas.Pam es una jodida de mente peligrosa y Rita ni siquiera sospecha nada.—Había otro más bonito —añade ella, contagiada con el humor de mi risa—. Era una de pera besando a una manzana, pero tu hermana se puso frenética y casi arranca mi mano cuando me vio tomarla. Me amenazó con no llevar esa. ¿Tienes alguna idea de por qué?Me encojo de hombros, sin querer delatar a mis hermanas.—Soy algo alérgico a las manzanas —murmuro finalmente—. Pero, de verdad, aprecio mucho tu regalo. Es más, lo usaré en este mismo instante.Saco las llaves de mi vehículo, las que guardo en el bolsillo del pantalón, y empiezo con la labor de colocar el llavero en su sitio.—Me encanta tu regalo —digo con una amplia sonrisa—. Y sí, me gustan mucho las cosas de peras.Rita sonríe, mostrando todos sus dientes.—Este es tu nuestro primer regalo en pareja —digo, agitando mis manos cuando otra brisa helada nos hace estremecer—. Quizás las peras sean lo nuestro.—Eres más raro de lo que creía —murmura ella—. Y eso me encanta. Pero ahora, vamos, entremos que está haciendo frío.Con eso ella toma mi mano, y juntos nos dirigimos hacia el interior de la casa.


*******
Creo que Rita ha bebido demasiado. Pero no importa porque creo que yo también lo he hecho.Para cuando es cerca de la medianoche, y como es tradición, mis hermanas me llevan el pastel para que dé el último discurso de la noche.Usualmente estaría también dedicando unas palabras en honor a la hermana de Mia, pero por primera vez en la vida, siento que ella ya no es mi responsabilidad para ser cuidada. Mia ya será de alguien más para cuidar y dedicar amor. Ese ya no puedo ser yo, no cuando tengo a la loca amante de los patos sentada junto a mí, delirando sobre lavar calzoncillos y quejándose cuando ve a su hermano menor, Rowen, corriendo por el exceso de azúcar junto con otros niños de su edad.Veo el gran número veintitrés que decora la parte superior del pastel que siempre encarga mamá para mí; ella y Rita han estado hablando casi toda la noche, antes que ella decidiera beber más.Puedo decir que Rita no es tan mala con esto de las relaciones, y su regalo, aunque pequeño, fue muy gratificante. Eso y verla vestida de la manera en la que está ahora.Pam pronto trae el enorme pastel con la ayuda de varios chicos que coquetean con ella.Deposita el pastel frente a mí, y me obliga a ponerme de pie mientras todos se reúnen a mi alrededor.La música se detiene por completo, y alguien logra pasarme un micrófono para que hable.Desde donde estoy puedo contar las veintitrés velas en el pastel, sonrío cuando veo a Rita murmurar sobre ver el pastel envuelto en llamas.Decido terminar pronto por la noche, así que me aclaro la garganta y decido comenzar a hablar.—Gracias a todos y todas por venir —comienzo, mi voz suena ronca—. Sé que somos una familia numerosa, pero siempre logramos reunirnos a tiempo para celebrar momentos como estos.Mis ojos atrapan los de Rita, viéndome fijamente.—Tengo a todas las personas especiales justo aquí, a mi lado —continúo—. Y no puedo estar más que agradecido con la vida por darme a cada uno de ustedes, con todo y sus actitudes molestas, y aunque solo vinieran para abusar de mi pastel.Varios ríen en el fondo, molestando con sus celulares para grabar el momento.Es aquí cuando abro la boca y me quedo sin palabras. Usualmente mencionaría algo sobre la memoria de Emilia, creo que mi familia ya está tan acostumbrada a eso, así que es algo nuevo cuando omito decir algo al respecto.—Así que lo único que puedo pedir es que disfruten de lo que queda de la fiesta porque está a punto de acabar —grito la última parte, en mi estado de semi ebriedad.Mi familia y amigos aplauden, incluso puedo ver a Adam en la parte de atrás de la habitación mientras levanta su vaso de bebida en el aire. Todos piden que sople las velas y pida un deseo, así que cierro los ojos y deseo.No sé qué desear al principio, pero cuando siento la mano de Rita tomando la mía, deseo simplemente una oportunidad. Tan solo una para esta vez no equivocarme de persona, así como me equivoqué en el pasado, aunque algo me dice que no me voy a arrepentir.Es allí cuando abro los ojos, y en medio de un mar de caras conocidas y sonrientes, descubro el único rostro solitario.Es ella, es Mia, y me está viendo con una tristeza que casi hace que me ponga sobrio de golpe.Trato de inclinar mi rostro, para asegurarme que no sea producto de mi culpa o del alcohol, pero es verdaderamente ella la que se encuentra de pie en medio de la multitud. Incluso puedo ver sus ojos rojos a esta distancia, una solitaria lágrima recorre su mejilla, y solo así me siento más culpable de lo que nunca me sentí en la vida.Las personas comienzan a dispersarse, algunos para bailar y otros para seguir esperar su parte del pastel que se supone debo cortar. Pero mis ojos siguen fijos en Mia, observándome con tristeza escrita por todo el rostro; y antes de verla desaparecer en medio de la gente, pienso en por qué Rosie mentiría y me diría que ella no iba a venir.Tengo que recordar que ella ya no es mi responsabilidad y que no debo sentirme culpable al respecto, pero admito que dejarla ir duele por unos momentos. No porque piense en volver a revivir lo nuestro, sino porque presiento que esto no traerá nada bueno.Espero estar delirando como Rita hace, porque no quiero tener la razón al respecto.
1 like ·   •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 13, 2017 01:05

April 6, 2017

PFQMG - Cap. 20 - Cómo sacaste mi lado romántico

Rita
Siento lástima por Mia.Bueno, solo un poco. Pero siendo realista sé lo feo que se siente cuando alguien elige a otra persona por sobre ti; aunque ella también eligió a alguien más por sobre Key, haciendo que ahora se arrepienta por sus decisiones. Ella ya tuvo su oportunidad con Key y la dejó escapar, ahora es mi turno y yo no dejaría de lado lo que sentía por él, solo quería dejárselo en claro.Todos vemos cómo Mia se marcha corriendo, lágrimas corren por su cara pero nadie la detiene, ni siquiera Key. Una parte de mí espera que corra tras ella, así que es realmente increíble ver que él no lo hace sino que se acerca más a mi lado.—¿Las vas a dejar irse? —le pregunto—. ¿Incluso en ese estado?—Ella ya no es mi responsabilidad —murmura él—, es responsabilidad de alguien más. Ya entendí que debo dejarla ir.—¿La dejaste ir entonces?—Ya dije lo que siento por ti, Rita. ¿Quieres que lo escriba en algún lado para que te convenzas?Niego con la cabeza. Le creo.—Supongo que ya dije todo lo que tenía que decir —dice él, pasando su brazo por mis hombros, ese contacto poniéndome nerviosa.Rara vez me pongo nerviosa, no sé si quiera que se repita esa sensación. Me aparto de su lado, un poco cohibida.—Yo también dije todo lo que quería decir —digo—. No sé qué harás con todas esas palabras, pero…—¿Qué haré? —me interrumpe él—. Haré lo que quiera, como esto.Sus manos alcanzan mis hombros y suben por mi nuca, en un rápido movimiento pega su boca contra la mía.Presiento que es algo que nos gusta hacer a ambos.Su beso me da la confianza que momentáneamente perdí.Como si fuera una batalla, mis manos también se apresuran a ir tras su nuca, imprimiendo fuerza al beso; no es hasta que escuchamos una garganta aclararse que recuerdo a sus hermanas detrás de nosotros. Intento alejarme, pero Key me detiene.—Son solo mis hermanas —dice él—, no son importantes. No te detengas.Sus palabras son dichas entre beso y beso, y yo les hago caso.—Eileen —escucho que dice Pam—, esto se está convirtiendo en un evento porno. Vámonos.—Es asqueroso e hipnotizante ver esto —responde ella—. No se olviden, tortolitos, que mañana es la gran fiesta.Con eso creo que ellas desaparecen, dejándonos solos.Soy la primera en romper el beso.—Eso no fue para nada incómodo —digo de manera sarcástica—. Tus hermanas creerán que abuso de ti.—Que piensen lo que quieran —se encoge de hombros. Veo que intenta tomar mi mano con la suya, pero al instante que ambas manos se encuentran, siento la necesidad de retirarla.—¿Qué pasa? —pregunta Key—. ¿Por qué no dejas que te tome de la mano?Intento balbucear una idea coherente para darle a entender lo que siento, pero no me sale nada de la boca.—¿Qué es? —intenta tomar mi mano de nuevo.Suspiro de manera cansada.—Lo siento —explico—, siento cosas extrañas cuando me tomas de la mano. No sé si puedas entenderme, pero parece algo personal e íntimo.—¿Más íntimo que un beso, o un beso con lengua?Asiento con la cabeza.—Todavía más, lo siento. Sé que es ridículo pero hace mucho tiempo ya que no se me acelera tanto el corazón… y no sé si quiera volver a sentir lo mismo.Key sonríe como si le hubiera contado el secreto mejor guardado del mundo.—Entiendo la sensación —dice—. Tienes miedo de volver a amar, de bajar la guardia y que te guste alguien para que después te rompan el corazón, ¿cierto?Asiento con la cabeza, dándole la razón.—Es algo tonto, y sé que acabo de arriesgarme justo ahora. Pero no sé si debo dejarlo seguir.—Está bien. Lo entiendo, ¿qué te parece si hacemos algo?—¿Algo como qué?Me toma de la mano en contra de mi voluntad, arrastrándome hacia el interior de la enorme casa.Cuando pienso que me va a conducir al lugar de siempre, me sorprende caminando directo a una puerta escondida bajo las escaleras.—¿Qué vas a hacer? —pregunto con curiosidad—, ¿me vas a dar tratamiento al estilo Harry Potter? ¿Me vas a dejar bajo las gradas?—No tienes tanta suerte, cállate y deja de hablar.—No eres mi jefe para que me des órdenes.—Ni aunque lo fuera; apuesto a que el pobre tipo te tiene miedo.—Debería.Abre la puerta y enciende una el interruptor del lado derecho, iluminando lo que parece ser una bodega de lujo. No sabía que las bodegas podían verse así de organizadas y modernas.Key entra y empieza a rebuscar entre una sección de cajas apiladas por color.—Aquí está —murmura él luego de unos minutos—. Esto será para cuando te sientas perdida y los sentimientos te superen y tengas dudas.Levanta un juego de pinceles y un botecito de pintura color rojo sangre.Lo único que puedo hacer es elevar mi ceja, sin saber muy bien qué trama con todo eso.—Todavía no he desarrollado poderes de lectura mental —digo—. ¿Podrías decirme lo que intentas hacer?Abre la tapadera del botecito de pintura y empapa un pincel con el apasionado e intenso color rojo.—Dame tu mano —dice.—¿Para qué? Creo que estoy asustada de esa actitud tuya.Key rueda los ojos, haciéndome señas para que le pase mi mano.Hago lo mismo y se la paso.Pronto dibuja una equis en mi mano derecha.—¿Qué intentas probar con esto? —pregunto.Key se limita a sonreír y pronto dibuja una equis en su mano izquierda. Una vez terminada, la levanta para que aprecie su obra maestra. Ahora ambos tenemos la X marcada en nuestras manos.—A veces creo que estás más loco de lo que yo lo estoy —digo mientras ruedo los ojos.—Es una equis —dice él con orgullo—, porque la X siempre marca el lugar, Rita. La dibujé en tu mano y en la mía para que ambas encuentren su camino. Así sabrás a dónde pertenece.Sonrío, con mi rostro empezando a colorearse.—Recuerda —murmura—, es para cuando te sientas perdida y los sentimientos te superen.Eso es… realmente lindo.Sonrío sin decir palabra alguna. No lo necesitamos.Me acerco a su boca y lo beso con renovada actitud; él responde a mi beso y me estrecha entre sus brazos.—A veces puedes llegar a ser muy tierno —digo cuando nos separamos, lo tomo de las mejillas. No se lo diré nunca, pero se ganó un pedacito de mi corazón con ese gesto.—Estoy a sus órdenes, querida dama.Entonces lo vuelvo a besar, solo porque puedo y se me da la gana. Lo beso por sus estúpidas equis que me derritieron por dentro, y por su lado enloquecido que entiende a la perfección el mío.Lo beso porque sí, y es agradable dejarse llevar de vez en cuando. Se siente bien intentarlo de una vez por todas.


******
Estoy feliz.Siento que estoy caminando en las nubes y toda esa mierda cursi de la que tanto intenté huir por largo tiempo. Pero es cierto, creo que hasta canto en la ducha y yo no suelo hacerlo.Hoy es el cumpleaños de Key, aunque no sé muy bien qué somos él y yo en este momento. ¿Somos novios? ¿Somos amigos que se están dando una oportunidad a conocerse? ¿Somos amantes?No tengo ni la menor idea y no me importa, aunque espero que, por su bien y el de sus bolas, seamos exclusivos.Escuchar a Key decir que yo le gustaba fue toda una agradable sorpresa, la mayoría de hombres ya estaría asustado de tratar con alguien como yo y como mi familia de necesidades especiales. Siempre pensé que ese día nunca llegaría, porque vamos, lo admito: soy alguien sumamente difícil de complacer.Pero él ha sabido manejarme a la perfección, con toda mi locura incluida.Creo que no he dejado de sonreír como payaso, y esta mañana dibujé una pequeña equis con lápiz tinta en mi mano derecha para reemplazar la otra que él había hecho con pintura. ¿Eso significa que estoy infectada de alguna enfermedad? Siento como si esta nueva Rita se está apoderando de mí y de mi lado romántico.—Rita, ¿qué te pasa? —pregunta mi hermano menor, Rowen, esa mañana de lunes mientras come su desayuno—. Tu café se está derramando por el suelo.Parpadeo por un momento, procesando sus palabras. Entonces noto que aún sostengo la cafetera con una mano mientras lleno la misma taza de café hasta que se desborda.Me detengo con un chillido, corriendo por la cocina en busca de un trapo de limpieza para eliminar todo el café desperdiciado.—Creo que Rita está enferma —dice Rowen en dirección a papá, ambos sentados en la mesa del comedor—. Anoche la escuché hablar dormida. Mencionó bastante a Key y de cómo le gustaban los calzoncillos de pato.Me sonrojo gravemente.Papá levanta la vista de su desayuno de huevos con tocino para observarme directamente a los ojos, el abuelo hace lo mismo desde su lado de la mesa del comedor. Si Russell estuviera despierto también haría lo mismo.—Mira, enano glotón —lo amenazo mientras limpio el desastre de café—, que ésta sea la última vez que dices semejantes mentiras.—¿Mentiras? —dice la pequeña rata— ¡Hasta el abuelo tuvo que correr a tu habitación porque estabas gritando alto!—No es verdad, ¿abuelo?El abuelo asiente con la cabeza mientras bebe de su café.—Pensé que habías visto a un ladrón —responde él—. O que estabas siendo atacada… ¿Es Key tu novio de verdad ahora? Porque anoche lo gritabas con mucha energía. Incluso ahora te ves más radiante a pesar de la noche que nos hiciste pasar.—¿Qué? ¿Acaso no puedo mantener un secreto oculto de ustedes?—No cuando gritas dormida —responde él—. Mencionaste bastante al muchacho y algo sobre un beso con lengua; sonabas muy alegre también. Es bueno verte feliz y no siempre a la defensiva sobre tus valores feministas.El calor se intensifica en mi rostro.— No son valores feministas… y no estoy feliz. Bueno, no estoy feliz por las cosas que tú crees.—Claro —dice él, guiñándome un ojo.Suspiro exageradamente.—De todas formas —cambio de tema—, ¿alguien sabe si Russell ya despertó?—Russell está aquí —responde Russ, parado justo a un lado de nosotros, usando su uniforme escolar —. Si alguien no gritara mientras duerme sería grandioso. Gracias por no dejarme dormir, Rita.—Lo siento —digo sin realmente recordar el haber gritado. Aunque sí, mi voz suena ronca, comprobando lo que ellos argumentan.Russell me mira con el rostro serio.Él es realmente guapo, y sé que desde ya está rompiendo corazones en sus clases. Tiene unos labios gruesos de color rosa, piel intacta y unas pestañas largas y curvadas que hasta yo envidio. Ojalá yo hubiera heredado sus genes y él hubiera heredado los míos, ¿estoy mal deseando eso? —¿Por qué me miras de esa forma? —le pregunto cuando noto que no deja de observarme desde la distancia—. Ya me disculpé.—No puedo creer que tengas novio —dice, regañándome—. Nos dijiste que él no era nada tuyo.—Es que sucedió ayer… y no sé realmente si somos novios.—Pues los no novios no vienen temprano en la mañana cargando bolsas de comestibles —dice él, señalando la ventana detrás de nosotros.Rápidamente volteo y observo a Key caminando hacia la entrada, cargando bolsas y bolsas con el logotipo de algún restaurante.—¿Qué hace aquí? —me exige Russ.—Oye, hijo —dice papá, calmándolo—. Tienes que darle un voto de confianza a tu hermana, ella tiene bien puesta su cabeza y no creo que haya que juzgar mal al chico, si lo eligió Rita sabes que tiene calidad garantizada. A mí me cae bien.—No es un producto en venta —murmuro sin poder contenerme. ¿Calidad garantizada? ¿En serio?Al parecer ambos me ignoran porque Russell sigue discutiendo con papá.—Ese es el problema, papá. ¿Sabes que Rita puede llegar a casarse con él algún día? ¿Has pensado en eso? —le reclama mi hermano menor—. Si se casa nos va a abandonar a todos aquí.—Russell no pienses eso —le respondo—. No es como si Key y yo fuéramos el amor eterno del otro. Simplemente le dije que me gustaba, y él me dijo que yo le gustaba también. No pienses en cosas que ni siquiera han sucedido.—Nos vas a dejar…Resoplo en voz alta, casi al mismo tiempo que el timbre de la puerta suena, silenciándonos a todos.—Yo nunca los abandonaría —le digo—. No soy esa clase de persona que se transforme por un chico. Entiéndelo y deja tus inseguridades.—¡Te vas a casar con él, te lo aseguro! —grita Russ.—Siiiiiiii —aporta Rowen, derramando pedazos de su comida mientras habla con la boca llena—. Sería perfecto, PlayStation gratis todo el tiempo, ¿te imaginas?El timbre suena una vez más y me pongo de pie para poder abrirle a Key. El abuelo se adelanta y me obliga a sentarme en mi lugar mientras él va hacia la puerta.—No seas injusto, Russell —digo—. No me estoy casando con él; ya compórtate.—Pero de seguro lo harás y te alejarás de nosotros, nos vas a dejar justo como mamá nos dejó.Abro mi boca para asegurarle que yo nunca sería como nuestra madre, pero la voz de Key nos interrumpe a todos. Parece contento mientras carga las bolsas y las deposita sobre la mesa.Russell se queda en silencio al verlo.—Hola a todos —saluda Key a mis hermanos, dándoles el puño. Saluda también a mi papá con un apretón de manos—. ¿Interrumpo algo?Me fijo en él de pies a cabeza, hoy luce más vaquero que nunca. Tiene puesta una camisa a cuadros de color rojo con azul, pantalones ajustados y faja con hebilla gigante que jamás le había visto.—Interrumpes una pelea imaginaria —le contesto—. ¿Por qué el atuendo? Pareces más vaquero que ayer.—Es que alguien me dijo que le gustaba con todo y mis gustos raros sobre la ropa —hace una reverencia en mi dirección— y decidí sacar mi mejor arsenal. ¿Cómo me veo?Lo aprecio de pies a cabeza. Esos pantalones hacen maravillas por su trasero, y la camisa se ajusta perfectamente en los lugares correctos.—¿Se van a casar mi hermana y tú? —pregunta Rowen, interrumpiendo lo que estaba a punto de decir—. Sería agradable porque así al fin tendré mi propia habitación.—Rowen —lo regaño—. Basta ya con el tema.—Si te casas con mi hermana será como casarte con el abuelo —dice Russell, sentándose junto a mí y señalando al abuelo que justo viene directo hacia nosotros, a punto de quitarse la camisa.Las cejas de Key se elevan por lo alto mientras lo observa atentamente.—¿Eso significa que Rita pasará sin camisa todo el tiempo? —pregunta Key, retóricamente—. Está bien para mí.—¡Abuelo ponte la camisa! —lo regaño mientras procedo a husmear lo que sea de comida que haya traído Key—. Si pretendías que yo iba a pasar sin camisa, estás equivocado. Explícame ahora qué es todo esto.Señalo la comida que desprende un olor delicioso.Mi estómago despierta a la vida nuevamente.—Te prometí comida decente para cuando te sintieras mejor —me responde él—. Aunque creo que vine tarde porque veo que ya están desayunando.—Oh, no me molesta repetir —respondo mirando con hambre en dirección a unos deliciosos panqueques con arándanos y crema—. En mi otra vida nací con cuatro estómagos, así que la comida doble no es un problema. En serio, abuelo, la camisa. Ahora.—Hace calor —se defiende él—. Que levante la mano aquel que le moleste verme sin camisa.Nadie levanta la mano, solo yo.—Traidores —les comento a todos. Rápidamente saco los panqueques y veo cómo papá, Russell y Rowen pelean por el resto.—Nos contó un pajarito que Rita y tú eran novios, ¿es verdad? —le pregunta papá a Key.¿Novios? Key ni siquiera me ha preguntado nada todavía. ¿O es que acaso ya no se preguntaban estas cosas? No tengo idea de cómo funciona el mundo moderno.—Ella confesó que yo le gustaba —responde él, encogiéndose de hombros—. Entonces, al ver el valor y coraje que tuvo, le confesé que a mí también me gustaba ella. En especial si se parece en algo a su abuelo.Guiña un ojo y mi rostro se vuelve rosa. ¿En serio? ¿Desde cuándo me sonrojo tanto?Estúpido y atractivo Key, pero hacer comparaciones con el abuelo no es agradable.—No soy nada como el abuelo —digo en mi defensa.—Sí lo es —responde Rowen—. Le gusta cantar mientras se baña, según ella está cantando en coreano, pero en realidad es algún idioma inventado.—Y tiene caspa —añade Russell—, mucha. Tiene que comprar tratamiento especial para el cabello.—¡Oye, se me quitó el año pasado! —grito, golpeándolo en la nuca—. No les creas nada, son puras calumnias.—La suspendieron del trabajo —continúa diciendo Russ—, quiso envenenar a una chica poniéndole restos de uñas y asquerosidades de sus pies.—¡No eran de mis pies! —me defiendo—. No soy asquerosa… Bien, al menos no la mayoría del tiempo.—Cuando era niña se comía la goma de mascar que estaba pegada bajo las mesas —continúa diciendo Russell.—¡Oye, tenía cuatro años, pedazo de…!—¿Estamos diciendo ahora las verdades sobre Rita? —interrumpe un muy confundido Rowen.Russell asiente con la cabeza al mismo tiempo que yo niego.—Oh, bueno —dice él—. Entonces déjame decirte que Rita tiene una obsesión con los jugadores de fútbol; no conoce a ninguno, pero igual dice que le atraen sus piernas musculosas.—¿Puede alguien más ser el centro de conversación en esta mesa? —pregunto de mala gana—. Es cansado ser criticada por tus hermanos.—A mí me parece interesante el tema de conversación —murmura Key—. ¿Qué más debo saber sobre su hermana? ¿Qué más le gusta?—Le gusta hablar sola —responde papá, como si fuera un concurso sobre mi vida—. Y anoche creo que vivió el momento más emocionante de su vida porque no ha dejado de hablar sobre ti y sobre besos con lengua.—Bien —los detengo, con mi rostro completamente rojo—. Basta ya de hablar solo de mí. No abrumen tanto a Key o lo van a asustar.—Esa es la idea —dice Russell.Lo fulmino con la mirada.—¿No se te hace tarde para ir a clases? ¿A todos no se les hace tarde? —pregunto, observándolos uno a uno.Russell se levanta de la mesa primero y revisa el reloj de pared.—Vámonos Rowen —dice él con urgencia—, se nos hace tarde. Ya hablaremos más tarde sobre mi hermana.Esto último se lo dice a Key, tendiéndole la mano para que él se la estreche.Rowen se despide de mí con un beso muy salivoso, y luego hace lo mismo con papá y el abuelo.—¿Vendrás mañana a hacernos compañía? —pregunta el pequeño a Key.Key asiente con la cabeza.—Aquí estaré, amiguito.Se dan los puños y yo suspiro internamente.No hay nada mejor que ver a un chico actuar de manera especial con un niño.Es muy tierno.—Me gusta tu atuendo el día de hoy —dice él cuando mis hermanos se han ido. Papá y el abuelo aún permanecen en la mesa, uno sin camisa y el otro ocupado devorando la comida.Observo mi atuendo: camisa de pijama barata con hoyos en el cuello, pantaloncitos cortos y mis siempre únicos zapatos afelpados con forma de gatos.—Gracias —respondo, coquetamente—, me gusta el tuyo.Me regala una sonrisa que me deja babeando internamente. Hacerlo reír, aunque sea solo una pequeña sonrisa, es lo que hace mi día completo.¿Estoy sonando cursi desde ya? Agg, no lo puedo evitar. Basta de cursilerías, Rita. Basta.Entonces, para mayor vergüenza, él encuentra con sus ojos el lugar exacto en donde dibujé esta mañana una pequeña equis en mi mano derecha.Él sonríe, levantando su mano izquierda, enseñándome la pequeña equis que dibujó en la suya.—La equis siempre marca el lugar, ¿cierto? —pregunta en mi dirección.¿Puede mi rostro volverse más rojo?Vamos, Rita. Supera esto ya.Aclaro mi garganta mientras me concentro en comer la comida. Key procede a hablar, recordándome de algo importante que había olvidado por completo:—Espero que hoy vayas a mi fiesta “sorpresa”. Se me olvidó antes decirles a tus hermanos que pueden asistir; ustedes también están invitados —dice esto último en dirección al abuelo y a papá—. Los adultos de la fiesta desaparecen todos juntos para tomar algunas bebidas más fuertes en el jardín.A papá se le iluminan los ojos al escuchar la promesa de alcohol.—¡Cuenta conmigo, muchacho! ¿Con qué ocasión se celebra la fiesta? —pregunta papá.—Es mi cumpleaños —responde Key.Soy la peor no novia del mundo. ¡Ni siquiera lo felicité todavía!—Lo siento tanto —murmuro—, era lo primero que debía decirte hoy: ¡Felicidades, Keyton Higinio!Me levanto de la mesa para darle un abrazo, uno que termina siendo incómodo cuando ninguno de los dos quiere soltarse.Escucho al abuelo carraspear su garganta mientras bebe de su café.Nos separamos al instante.—Bien —murmuro—. Lastimosamente ayer eclipsaste mi día así que no pude comprar nada para ti.Recordar el día de ayer me pone los pelos de punta. Key y yo actuamos como una pareja real, solo que esta vez era cierto, no teníamos que fingir y todo se dio de forma espontánea, tanto que a veces me asusta. Pero entonces recuerdo su tonta equis y todo vuelve a la normalidad.—El mejor regalo ahora sería que aparecieras en mi fiesta —dice Key, pasando su brazo por mis hombros—. Y que me siguieras a mi auto porque te tengo una sorpresa. Bien, es una sorpresa obligatoria, pero… acompáñame para que veas de lo que hablo.—¿Estoy bien para la ocasión? —pregunto, señalando mi ropa de dormir.—Estás perfecta, vamos —me suelta para después tomar mi mano, y mi mano repentinamente suelta en sudor. ¡Me está tomando de la mano otra vez! —. Sr. Day, ¿puedo robar a su hija por un momento?Papá sonríe.—Claro, te la presto —dice sorbiendo más de su café.—Y por lo de esta noche —continúa Key—, no se preocupen por el transporte que yo lo voy a proporcionar.Papá asiente con la cabeza.—Gracias, muchacho. Y feliz cumpleaños.—Dile a Rita que se envuelva en un moño —sugiere el abuelo antes de retirarnos del comedor—. Ese sí que era un regalo en mis tiempos.—No voy a hacer eso, abuelo —respondo mientras lo fulmino con la mirada.El abuelo se encoge de hombros.Saco a Key rápidamente de la casa de locos, y veo cómo me dirige hacia su vehículo.No logramos llegar todo el camino porque a mitad estoy siendo emboscada por una chica quien me envuelve en un apretado abrazo. Es Pam.—¿Cómo está mi nueva cuñada? —pregunta mientras me sonríe.Todavía estoy algo molesta por lo de ayer, ¿cómo se le pudo ocurrir ponernos a competir a Mia y a mí?—¿Eres la sorpresa obligatoria? —pregunto, elevando una de mis cejas.—Sí, lo soy. Este día tú y yo saldremos juntas. Hoy es la fiesta de mi hermano y quiero que luzcas radiante, me han dicho que soy experta en moda.—Pensé que siempre lucía como un rayo de sol.Me cruzo de brazos, todavía molesta.—Oye, Rita. Está bien, lo siento por lo de ayer, de verdad —dice ella—. Solo intentaba presionar un poco las cosas para acelerar todo entre mi hermano y tú. ¿Podrías perdonarme por favor?Suspiro de mala gana. No puedo enojarme con ella por más tiempo; es demasiado adorable para eso.—Estás perdonada —respondo—. ¿Ahora qué se supone que hacemos?—Ahora dejamos a Key de lado porque es hora de las compras. ¿Piensas ir así?Me mira de pies a cabeza.—Deja que me dé un baño y luego te acompaño, ¿está bien?—No te demores. Key, tú desaparece.Observo atentamente a mi vaquero. Luce atractivo, mucho.—Si sale una chica con rasgos asiáticos por esa puerta… —digo, señalando la casa vecina— es mejor que huyas porque esa es Lucy, tiende a emocionarse con los chicos y será mejor que no se emocione mucho contigo. Soy una persona un tanto posesiva.—Lo he notado —murmura él.Estoy a punto de entrar a cambiarme cuando me toma de la mano y me atrae para un beso.Tal vez me pueda acostumbrar a esto.
Mucho.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on April 06, 2017 00:08

March 25, 2017

PFQMG - Cap. 19 - Cómo supe lo que sentías por mí

Key

Santa mierda.Santa… mierda.Saaaaanta miiiieeeer…Mi mente está en blanco.¿Qué rayos acaba de pasar?Soy consciente que luzco como un total idiota en estos momentos: abriendo y cerrando mi boca, sin procesar lo que acaba de suceder. Es como si alguien metiera mi cerebro en una licuadora y lo volviera papilla.¿De verdad pasó lo que acaba de pasar o solo estoy soñando? ¿De verdad fue Rita la que entró por esa puerta, luciendo como una diosa del Olimpo y arrasando con mi boca de la manera en que lo hizo?Mi cuerpo actúa por inercia mientras lentamente me levanto de mi asiento y con el mismo movimiento vuelvo a sentarme solo para ponerme de pie de nuevo, tratando de seguirla, como si ella fuera un imán y yo el metal, o como si alguien amarrara un hilo invisible alrededor de mi cintura que me tiene atado a ella.Justo cuando pienso abandonar el café en el que me encuentro, una mano se envuelve alrededor de mi brazo y me detiene.—¡Key! —escucho mi nombre ser gritado, pero mi cerebro sigue nublado, tratando de reajustar cada pieza a su lugar original—. ¿A dónde vas?Intento ignorar la voz, pero es difícil cuando su mano sigue sujetándome.—Me tengo que ir —murmuro luego de unos instantes, parpadeando para salir de la espesa niebla en la que ahora se encuentra mi cerebro.¿Qué acaba de pasar? ¿Rita solo… solo entró y me besó como si fuera de su propiedad?¡Cielos! Me siento usado, pero de una buena manera. ¿Soy de su propiedad ahora? ¿Qué?—¿Por qué vino ella? —la voz pregunta de nuevo—. No sabía que se habían vuelto tan cercanos. ¿Sigue siendo tu novia o algo así?—Algo así —respondo.—La verdad es que, el día que me la presentaste en el cumpleaños de tu madre, pensé que la habías conseguido solo para darme celos. ¿Key, me estás escuchando? ¡Key, mírame!Finalmente soy capaz de reconocer que es Mia la que me habla y aún me sostiene del brazo; mi cuerpo quiere ir directo a la salida para ir detrás de Rita, como si una necesidad urgente pulsara a través de mi cuerpo, pero me obligo a detenerme por un momento.—Me voy —es todo lo que puedo decir—. Lo siento, fue un gusto verte, luego hablamos.Mis ojos tratan de seguir lo que queda de la sombra de Rita al otro lado de la calle, aunque es algo difícil porque ya se ha perdido de mi vista.—¡Key! —grita Mia—. No te puedes ir así.Por primera vez, desde que Rita llegó y me dejó sin habla, me fijo en los ojos de Mia. Ella parece, de alguna forma, decepcionada. Es su mirada de dolor la que me mantiene presente por unos pocos minutos más.—Lo siento, tienes razón. No estaba pensando claramente —digo, haciendo una mueca—. No me puedo ir así.Mia sonríe, asintiendo con la cabeza.Entonces procedo a sacar la billetera de mi pantalón, dejando algunos billetes sobre la mesa para pagar por la cuenta.—Ahora sí —comento—, ya puedo retirarme.Me dirijo nuevamente hacia la salida, para alcanzar a Rita, pero la mano de Mia vuelve a detenerme.—No me refería a eso —dice ella—, ¿qué ocurre entre ustedes dos? ¿Ella de verdad es tu novia? ¿Qué hay de lo que te acabo de preguntar, o el beso que nos dimos? ¿No fue eso algo importante para ti?Los eventos que Mia nombra me parecen demasiado lejanos, como si hubieran sucedido hace mucho tiempo atrás.—Lo siento, Mia. ¿Qué te parece si hablamos en otro momento? —es lo único que puedo responderle.—Espera, no me puedes dejar aquí.Suspiro, sabiendo que tendré que ir primero por mi vehículo para buscar a Rita y que a estas alturas ya será difícil seguirle el paso.Veo a Mia nuevamente, parece realmente dolida.—Claro, perdona. No sé en lo que estoy pensando —digo ante sus palabras.Retrocedo a mitad de camino y voy nuevamente en busca de mi billetera.—Gracias —dice ella.Saco, de forma impaciente, un fajo de billetes y los deposito en su mano. Mia los observa detenidamente, como si intentara saber qué hará con ellos a continuación.—No te puedo dejar sin transporte —digo—, creo que con esto es suficiente como para te vayas en un taxi. Me tengo que ir, pero estaremos en contacto.Estoy a punto de llegar a la puerta, casi golpeando a dos chicos que acaban de entrar, cuando la mano de Mia me detiene de salir corriendo… nuevamente.Suspiro en voz alta.—Esto es injusto, no te estaba pidiendo dinero —se queja ella—, no quiero hacerte perder más tiempo, pero por favor, considera lo que hablamos hoy. No me descartes tan rápido, y danos a ti a mí otra oportunidad.Sus palabras tocan un punto sensible, pero todavía no puedo saber cómo me hace sentir eso.—Hablaremos después —me separo de su mano, caminando rápidamente hacia mi vehículo en el estacionamiento, esta vez Mia no me detiene en absoluto y camino libremente. Es allí, cuando llego al auto, que noto las maletas de Mia que aún siguen en la parte trasera.Al parecer todo resulta complicado cuando intento alcanzar a Rita.Subo al vehículo y conduzco hacia la entrada del café, en donde Mia se encuentra ahora, sosteniendo el dinero que dejé en su mano hace unos instantes atrás. Con mucha rapidez me bajo del auto y abro la puerta.Noto cómo el rostro de Mia se ilumina con ese gesto.—Sabía que no podías haberme dejado sola —dice con entusiasmo.Trago saliva, sabiendo muy bien que voy a decepcionarla. Curiosamente eso no me parece importante ahora.—Mia —murmuro, apenado—. Dejaste tus maletas en mi auto, solo quería dártelas. Todavía no he cambiado de opinión, solo sé que necesito más tiempo para pensarlo.Comienzo a bajar las maletas, una por una.Su rostro decae.—¿Qué? ¿Solo para eso venías?Asiento con la cabeza, avergonzado por el gesto.—Hablaremos después —repito—. Tengo unas cosas que aclarar con Rita.Ella asiente, su rostro descompuesto por completo.—Entiendo —responde.Entonces subo a mi vehículo y me pongo en marcha para encontrar a Rita y exigir algunas explicaciones.

Es un poco difícil dar con ella, pero busco entre las calles más cercanas hasta que la encuentro. Está prácticamente trotando, su corto cabello marrón apenas y se sostiene de una pequeña cola; la ropa deportiva que usa acentúa más su cintura y sus piernas largas.Me atrevo a decir que es hermosa, Rita es hermosa.Es como una guerrera amazona, intimidante e inalcanzable para los mortales.¿Qué sucede conmigo? Ya hasta empiezo a hablar como mujercita enamorada.¡Basta, hombre! ¡Piensa como macho!Como macho, como macho.La sigo lentamente en mi auto mientras ella cruza una calle, estoy a su lado en cuestión de segundos.—¡Rita! —la llamo, ella inmediatamente se detiene pero no me mira a la cara—. Rita, sube al auto.Ella sigue de pie, todavía sin mirarme.Pasan unos segundos, entonces veo que se moviliza hacia donde me encuentro.—Sube al auto —le pido.Rita se encoge de hombros, sus ojos me evitan.—Puedo irme en autobús —dice finalmente.—Yo te puedo llevar, solo sube.Asiente con la cabeza, respirando hondo.—Bien —murmura. Entonces abre la puerta del vehículo y sube a mi lado.Veo su perfil detenidamente. Quiero besarla de nuevo.—Tengo miedo de preguntar y que no me contestes —admito—. ¿De verdad acabas de besarme como si mi boca fuera la respuesta a todos tus problemas?Ella frunce el ceño, viéndome por primera vez a la cara.—Oye, niño bonito —contesta—, no pienses más de lo que en realidad es. Te vi besando a Mia.Ahora es mi rostro el que se pone rojo.Estamos estacionados a orillas de la calle, el motor en marcha.—Mia me pidió, una vez más, reconsiderar lo nuestro —digo.Rita asiente con la cabeza.—Entonces, ¿me dejaste sola en mi clase de salsa por estar con ella?—Tenía cosas que aclarar.—¿Son más claras ahora? ¿Las cosas son claras, Key?—¿Por qué me besaste? —pregunto, cambiando de tema.Ella resopla, cruzándose de brazos y viendo hacia la ventana.—Lo hice simplemente por la venganza, ¿recuerdas? Querías vengarte de Mia por haberte sido infiel. Solo adelanté el día.Ahora el que resopla soy yo.—¿De verdad lo hiciste solo por eso? Juraría que ese beso fue otra cosa más, se sintió real.—No veas cosas donde no las hay.—No veo manzanas donde solo hay peras —le comento—, y a la única que miro es a ti.—¿Qué? ¿Qué significa eso?—Tú eres la pera, o más bien la reina de las peras.—¿De qué estás hablando? ¿Ahora te metes sustancias raras en el cuerpo?—No son raras, dejé que metieras tu lengua en mi boca y esa no me parece una sustancia rara a considerar.El rostro de Rita enrojece.—Hay una cosa llamada actuación y eso fue lo que puse en práctica al verlos —murmura, tragando saliva entre cada oración—. Pero en verdad, de todos los cafés del mundo, ¿tenías que elegir el que está más cerca de donde recibo la clase de salsa?Ahora soy yo el que resopla con fuerza.—Mia y yo solíamos ir bastante a ese lugar, ella sintió nostalgia y me pidió regresar —explico.—Bien, entonces tendrías que asumir que yo pasaría por allí ya que está en la ruta que sigo para llegar a casa —reclama ella—. ¿Y adivina qué? ¡Te vi con Mia! Obviamente me pareció muy claro lo que tenía que hacer.Y es ahí cuando entiendo el último mensaje de texto que ella me envió: “acabo de abrir los ojos”. ¿Entonces se refería a esto?—De acuerdo —comento de forma pausada—, ¿pero lo que sientes ahora son celos, o reclamos?Sus ojos se abren, mirándome indignada.—¡No son nada de eso! Ni son celos, ni te reclamo nada.—Para mí suena como celos.Ella resopla y luego ríe.—Para que me des celos, primero necesitas importarme de esa forma.—¿De cuál forma?—De la forma romántica —dice.Por un momento mi mente se entusiasmó con la idea de ella y yo juntos, pero luego lo deseché. Rita, obviamente, no estaba interesada en mí.—Entonces, cuando le dijiste a Mia que yo era “tu vaquero” ¿estabas actuando? Porque se escuchó muy real… y posesivo, como que me gustó ser “tu vaquero”.—Era simple actuación, ahora ¿piensas poner el vehículo en marcha de una buena vez? Tengo cosas que hacer.Suspiro, haciendo como ella dice.Una pequeña decepción me golpea mientras sus palabras se repiten en mi mente.¿Estuvo actuando? Todo parecía real.—Lo siento —digo luego de unos minutos, Rita juega con la radio hasta que detiene la estación en una canción pop.—¿Por qué lo sientes? Soy yo quien debería disculparse. Apuesto a que no viste venir esa, ¿cierto? Lo que me da más asco es saber que probablemente saboreé de la misma saliva de Mia porque ella acababa de besarte antes que yo. Pero al menos logré demostrar mi punto.Niego con la cabeza.—El beso de Mia no se profundizó de esa forma —explico—. La única que metió su lengua hasta mi garganta fuiste tú; así que técnicamente no pudiste haber probado saliva de ella.Mis palabras casi la hacen ahogarse del disgusto.—¡Yo no metí mi lengua en tu garganta!—Me sentí violado. ¿Debería acusarte con la oficina de derechos del hombre?—¡Estás delirando! Todo fue actuación.—Ciertamente la actuación fue demasiado convincente.—No te hagas ilusiones, Key.—“Mi vaquero” —digo suspirando teatralmente—. Pienso poner esa frase en una calcomanía en mi parachoques. Pero te lo advierto, no me gusta que me traten como un objeto o una posesión, ¿sabes que no soy solo un pedazo de carne al cual puedes marcar como tu propiedad cuando quieras? Soy un ser humano también, tengo sentimientos.—Eres un burro, eso eres —se queja ella, cruzándose de brazos—. Lo dije para añadir más tensión en el ambiente. No me gustas Key, entiéndelo.—Claro, síguetelo repitiendo, tal vez algún día te lo creas de verdad.—Eres una bestia.—¡Oye! La bestia se queda con la bella, tiene el dinero —enumero con mis dedos—, y se vuelve atractivo al final. Vamos, llámame bestia que lo tomo como cumplido.Entonces ella me saca la lengua, luego sigue su tercer dedo.—Tú fuiste el que se emocionó en el beso —comenta—, tiraste de mi cabello como si quisieras arrancarlo de raíz. Tengo que considerar denunciarte con la oficina de derechos de la mujer.—En realidad, enredé mis dedos en él —aclaro—. Incluso pensé que me darías una cachetada o algo peor, así que fue una agradable sorpresa recibir un beso a cambio. Pero la razón de por qué lo siento, y no me dejaste terminar antes, es por haberte dejado plantada aun sabiendo que contabas conmigo. Así que lo siento… por no haber estado allí, por no haber estado cuando me necesitabas.—No te preocupes —tardó en responder ella, evitando mis ojos—, además el profesor de baile era muy atractivo de todas formas. Como yo era la única sin pareja, él se ofreció a serlo así que no me hiciste mucha falta.Frunzo el ceño, sin gustarme nada sus palabras.—¿Qué pasó con el chico oloroso? Me parecía una buena opción.Me encuentro con los enormes ojos marrones de Rita que me miran con incredulidad.—Me dijiste que no me emparejara con él, ¿recuerdas?—No hay que juzgar a un hombre por su aroma —contraataco.—Y dicen que las mujeres somos las bipolares —comenta ella, rodando sus ojos.Nos detenemos ante un semáforo en rojo y aprovecho para verla a la cara.—Por cierto —digo—, ¿la clase de salsa no duraba más de una hora? Tendrías que estar todavía allí.—Es que sucedió algo —dice ella, evitando mis ojos.—¿Qué sucedió?—Promete que no te vas a reír.—Lo prometo —digo, dándole un saludo militar.—La clase era de salsa… pero erótica.—¿Salsa erótica? ¿Eso existe?—Sí, existe. Aparentemente me apunté para eso; lo peor fue que el que profesor me había insinuado hacer algo erótico con él y yo… le di una cachetada.Y hago lo que prometí no hacer: me río en voz alta.—Lo siento —trato de hablar en medio de la risa—. Pero estas cosas solo te pasan a ti. Es como si vinieras programada para instantáneamente golpear a alguien.—¡Te pedí que no te burlaras y ahora te estás riendo!—No lo pude evitar, perdón.Me rio un poco más hasta que ella comienza a lanzarme una serie de papeles que suelo mantener por todo el tablero del auto. Cuando se le acaban los papeles, abre la guantera del vehículo y comienza a lanzarme viejas monedas y más papeles en la cara.—¡Rita no hagas eso! —grito en medio de nuestra guerra de papeles.—Esto es por reírte —grita.Me lanza más papeles y de repente se detiene al ver uno en específico.—¿Receta de crema facial para suavizar el cutis? —pregunta, leyendo la factura. Trato de arrebatársela, pero ya es muy tarde.—Eso no es mío —explico—. Creo que mis hermanas toman mi auto cuando yo no estoy.—Aquí dice: factura a nombre de Keyton… —se detiene y veo cómo comienza a apretar sus labios, como si intentara reprimir la ria—. Oh por… ¿Qué nombre es este? ¿Higinio? ¿Este es tu segundo nombre?Rita se ríe con fuerza, doblándose a la mitad mientras sostiene su estómago.—No se suponía que vieras eso —murmuro, avergonzado. Mis padres y su amor por los nombres exóticos iban a ser mi ruina, le arrebato la factura y la hago una bola—. Además, se pronuncia Hi-yinio, con aire italiano.Ella levanta la ceja mientras sigue riendo y burlándose de mi nombre.—Se pronuncia tal y como se lee —dice ella con tono burlón—: Hi-gi-nio. ¿En qué pensaban tus padres?Me encojo de hombros.—No pensaban mucho por esa época. Mis hermanas también tienen nombres extraños.Rita frunce el ceño.—A mí me parecen nombres normales: Pam y Eileen, ¿cierto?Asiento con la cabeza.—En realidad son diminutivos —comento, a punto de llegar a su casa—. Sus verdaderos nombres son más complicados que esos.—¿Estás bromeando?—Ojalá fuera así. Todos cambiamos nuestros nombres en cierto punto, papá y mamá lo aceptaron con el tiempo. Ellos admiten haber pasado por una etapa “hebrea-azteca-irlandesa” en esa época cuando eligieron nuestros nombres.Pasados unos segundos, Rita se empieza a reír con fuerza.—Están locos —ríe en voz alta—. Pero lo entiendo, mi madre nos nombró a todos sus hijos con la letra inicial R, aunque sinceramente tus padres se llevan el premio mayor.—¡Oye! No insultes a tus suegros, por favor.Eso logra detener su risa.—¿Mis suegros?—Claro, ¿qué dices? Mi apellido quedaría perfecto con tu nombre.El rostro de Rita se vuelve instantáneamente rojo.—Claro que no. Jamás. Mi apellido es mi apellido y no estoy lista para dejarlo cambiar.Pronto llegamos a la entrada de su casa y Rita se vuelve frenética una vez que estaciono el auto.—Eso jamás va a pasar —vuelve a decir, alterada, tratando de desabrochar su cinturón de seguridad— así que… gracias por traerme. Supongo que te veré después, ¿cierto?—Me verás el día de mi fiesta.Ella se apresura a bajar del vehículo, deteniéndose en seco al escuchar mis palabras.—No creo que sea necesario asistir, ya cumplí con mi parte de la venganza por hoy —dice de manera nerviosa.—Eso no fue suficiente —digo, frunciendo el ceño—. Necesito que vayas, necesito… más.Rita evita mi mirada.—No creo que sea necesario.—Claro que lo es. No acepto un no por respuesta.—Key…—Mira, Rita, no lo hago por la venganza. Lo hago porque quiero verte allí, por favor.Ella se muerde el labio, mirando hacia todos lados menos a mí. Finalmente asiente con la cabeza, dirigiendo sus ojos a los míos.—Está bien, estaré allí ese día. Pero lo hago solo para demostrar que yo sí cumplo con mis promesas, no como alguien que me dejó plantada para besuquearse con su exnovia a la cual no ha logrado superar.—Auch —digo llevándome una mano al corazón—. Eso dolió. Pero lo acepto, me lo merezco. Solo espero que asistas.—Lo haré —promete.Con eso se aleja de mi lado lentamente, despidiéndose con la mano antes de entrar por la puerta.Rita es todo un caso complicado, pero me fascina que lo sea. Ella logra captar mi atención como nadie nunca ha sabido.Tal vez siga el consejo de mis hermanas y sea hora de darle una oportunidad a las peras.Corrijo: la pera, en singular, porque como ella no hay dos.


******

Ha pasado exactamente un día desde la última vez que vi a Rita y a Mia, pero mi cabeza da vueltas a cada hecho sucedido entre ambas, como si hubieran pasado varios años en lugar de unas horas.En casa tampoco lo tenía fácil. Por alguna loca razón, mis hermanas Eileen y Pam, llenaron mi habitación con objetos decorativos con forma de peras; desde carteles con peras animadas hasta pequeños peluches rellenos que se esparcían por todo el lugar. Ellas incluso llenaron el refrigerador con productos hechos a base de peras. Había juguitos de pera, papillas de pera, peras ahumadas, carne con peras, hasta cajas y cajas de peras.Estaba cansado.—Se acabó esto de la pera —les digo a mis hermanas ese mismo día cuando descubro que pusieron un cobertor tejido con figuras de pera en mi servicio sanitario—. Me agrada Rita, ¿de acuerdo? ¿Eso querían saber? Desde hace mucho tiempo ya la consideraba. Con ella es fácil hablar, con ella río, con ella me siento relajado y frustrado al mismo tiempo. Con ella me siento feliz. ¿Están satisfechas ahora?Mis hermanas guardan silencio mientras me observan en estado de shock. Pam se encuentra boca abajo en la cama mientras devora un paquete de gomitas con forma de osos y ojea su teléfono celular; Eileen está su lado, también boca abajo, comiendo de una bolsa de papitas. Ambas detienen lo que hacían mientras escuchan mi confesión.—Ahora, quiero ir al baño y orinar tranquilamente sin tener que encontrarme con otra de estas cosas —digo levantando un tapete con estampado de dos peras tomadas de la mano mientras flotan corazones a su alrededor—. ¿Me dejarán en paz de una vez?Ni Pam o Eileen dicen algo, me miran como si me hubiera crecido otra cabeza. Es Eileen la que rompe el silencio:—En otras palabras, ¿te gusta Rita?—Todavía no sé qué responder a eso —comento de mala gana.—Ya sé qué es lo que está arruinando todo —dice Pam, apoyándose en sus codos mientras se impulsa en la cama para ponerse de pie—. Es Mia. Estás confundido por ella también, ¿cierto?Asiento con la cabeza.—Ella sigue insistiendo en regresar —les confieso.—¡Desgraciada! —dice mi hermana—, ella es como una infección estomacal severa: aparece en los momentos equivocados y luego molesta todo el día. De todas formas, ¿por qué no se queda en Berlín de una buena vez? ¿Por qué siempre tiene que regresar para empeorarlo todo?—Mia no es eso…—Key —me interrumpe Eileen—, no puedo creer que sigas confundido por algo que es más claro que el agua para nosotras: tienes miedo de que te atraiga más Rita, a tal punto de superar a Mia. Me parece algo ilógico que olvides todo lo que Mia te hizo, cómo te engañó con alguien más. ¿Qué te garantiza que no lo va a volver a hacer en el futuro? Despierta de una vez que las oportunidades se esfuman rápido.Mi boca se abre y se cierra, tratando de procesar toda la información.—No estoy tampoco defendiendo las acciones de Mia —digo, resoplando.—Claro que sí lo haces —responden ambas al mismo tiempo.—De todas formas, es mi decisión a ser tomada. Ahora —digo, cambiando de tema—, basta de peras, por favor.Justo cuando finalizo la frase, escucho el timbre de la puerta principal sonar varias veces. Mis hermanas se observan entre sí, emocionadas.—¿Quién puede estar viniendo a esta hora? ¿Y en un domingo en la mañana? —pregunta Pam, con fingida sorpresa.—¿Qué hiciste, Pamdora? —le reclamo.Ella se encoge de hombros.—Yo no hice nada.El timbre vuelve a sonar, me apresuro a bajar por las gradas y ver quién puede ser. Pam y Eileen corren a mi lado, tratando de llegar antes que yo.—¿Qué están planeando? —les grito mientras ambas me pasan y logran abrir la puerta primero.Cuando me asomo noto que es Rita la que viene, usando un par de pantalones ajustados y zapatillas bajas. Su camiseta es la que más llama mi atención porque tiene un diseño de peras en miniatura, todas con caras sonriendo.—¿Qué…? —balbuceo, pero Eileen me manda a callar.—Hola, Rita —saluda ella—. Qué bueno que lograras venir,—Y veo que recibiste nuestro regalo —murmura Pam, saludándola con un abrazo—. Key está listo para la cita.—¿Cita? —pregunto con incredulidad—. ¿Cuál cita?—La que ambos van a tener en este momento —responde mi hermana.—Pam…—Tranquilo. Será en un lugar completamente neutral.Fulmino a mi hermana con la vista mientras Rita nos mira confundida.Inhalo y exhalo de manera ruidosa, tratando de traer algo de paz mental a mi vida. Es entonces cuando el timbre de la puerta vuelve a sonar y con eso arruina todo mi día.Eileen es la encargada de abrir, dando paso a una alegre Mia que nos examina a todos, uno por uno. Sus ojos se agrandan al ver a Rita, y Rita no puede disimular su irritación tampoco.—Ups, habíamos olvidado mencionarlo —dice Eileen—, Mia también viene para una cita contigo.—¿Qué? —preguntamos Rita y yo al mismo tiempo.Eileen asiente con la cabeza, sin decir nada más.—Muy bien, chicos —nos llama Pam—. Prometí un lugar neutral, y esta casa es perfecta para tener la cita con ambas, ¿qué mejor lugar puede ser? Ahora sí, felices juegos del hambre, y que la suerte esté siempre de su lado.La.voy.a.matar.Mis hermanas me arreglaron dos citas con Rita y con Mia, al mismo tiempo.Ambas están muertas.Acabadas.Fritas.—¿Por qué hiciste esto, Pamdora? —murmuro en su oído.—Porque necesitas decidirte rápido. Esta es la manera precisa para hacerlo.Ella aplaude y les pide a las chicas que acudan a la sala. Mia se mueve, caminando de forma insegura, aún sin entender lo que está sucediendo.Rita en cambio se dirige a la puerta de salida.Pam es quien la detiene.—No te vayas, por favor Rita —suplica ella—. No seas así. Es para una buena causa.—¿Una buena causa? —pregunta Rita— Nos están haciendo competir por la atención de Key. Yo no soy esa clase de persona que se rebaja por un chico, mucho menos competir por él. Él tendría que desear estar conmigo y rogar con que eso sea suficiente para alcanzar la felicidad eterna.—Pero Rita…—Deja que se vaya, Pam —digo—. No es necesario que participes de esta locura, Rita. Mis hermanas no tienen vida propia.—No es verdad, nos movimos en base a lo que escuchamos —responde Pam—. ¿Quieres escuchar también para refrescar la memoria?Entonces ella saca su teléfono y reproduce una nota de voz que puedo reconocer al instante:
“Me agrada Rita, ¿de acuerdo? ¿Eso querían saber? Desde hace mucho tiempo ya la consideraba. Con ella es fácil hablar, con ella río, con ella me siento relajado y frustrado al mismo tiempo. Con ella me siento feliz. ¿Están satisfechas ahora?”
—Somos rápidas —dice Pam cuando pone en pausa la grabación.La fulmino con la mirada, deseando lanzarla de un puente.—¿Eso lo dijo Key? —pregunta Rita, su rostro se encuentra hermosamente sonrojado—. No puedo creerlo.—Yo tampoco —comenta Mia, quien al parecer había escuchado la grabación. Sus ojos comienzan a aguarse lentamente—. ¿Es verdad eso, Key?Todos se quedan en silencio, esperando a que diga algo. ¿Pero el qué?Trago saliva con fuerza.—Key —vuelve a decir Mia—, ¿ya te he perdido? ¿Ya te olvidaste de todo lo que vivimos?—Sí, Key —Pam imita su tono—, ¿ya te olvidaste de la vez que te enteraste que ella te fue infiel con otra persona? La encontraste en la cama con otro hombre, eso no es fácil de superar.Mia comienza a llorar, sus lágrimas cayendo de forma descontrolada.—Nunca me perdonarás por ese error, ¿verdad?Su llanto se hace mayor a medida que avanzan los segundos, entonces Rita hace algo que no esperábamos: se acerca hacia Mia y se pone de pie frente a ella.Rita es más alta que Mia y se extiende de manera imponente, haciendo que Mia se sienta cohibida.—Oye —comienza a decir Rita—. Tengo que aclarar algo en primer lugar que tal vez traiga paz mental para ti: él me pagó por fingir ser su novia. Lo típico, lo sé.Rita rueda sus ojos, mientras tanto no puedo creer que ella esté contándolo todo.—Si te hace sentir mejor —continúa diciendo—, Key no siente nada por mí. Es todo simple actuación. Obviamente es solo un trabajo que me hace ganar dinero extra.Mia parpadea al escuchar sus palabras, sus lágrimas cesando.Mis ojos buscan los de Rita, absorbiendo lo que acaba de decir.¿No significo nada para ella? ¿Soy solo un empleador ante sus ojos? Escucharla decir eso me duele y no quiero admitir el por qué.—Pero no te confundas —le dice Rita a Mia—, porque eso era lo que pensaba antes. La realidad es que me gusta Key, y mucho. Me gusta con todo y su extraño nombre que le resta popularidad, me gusta con todo y su afición por usar camisas a cuadros y parecer granjero cuando sé que en su vehículo solo escucha música rock, contradiciendo su estilo.» Me gusta con todo y su extraña cortesía con mi familia, y eso que mi familia está loca. Me gusta a pesar de que a él le gustas tú, y que nunca, ni en un millón de años él podría tomarme en serio… aunque se lo pierde porque no va a encontrar a nadie que lo haga reír como yo y vivirá el resto de sus días con alguien aburrido que gaste su dinero como si fuera agua.Rita se queda en silencio, así como el resto de los que estamos escuchándola.—Me gusta, es simple —termina de decir.Entonces ella se aleja de Mia, caminando con la cabeza en alto.—Es todo lo que tenía que decir —dice ella, evitando verme a los ojos—. Dicho esto, me retiro. Supongo que mi presencia ya no es más requerida en este lugar. Y allí está, te ahorré la difícil tarea de tener que elegir entre una de las dos.La última parte la dice viéndome directamente.—Rita… —murmuro. Ella levanta una mano para detenerme.—No lo digas —dice—, no quiero estar con alguien que, en primer lugar, tenga que pensar en si deba o no estar conmigo. Ten una buena vida, Key.Rita sale prácticamente corriendo hacia la puerta de salida, y yo me quedo de pie, observando cómo se va.—¿Es cierto lo que ella dice? —pregunta Mia—. ¿Le pagaste?Cierro los ojos por un momento, mordiéndome la lengua por dentro.Pam y Eileen observan entre ambos, Mia y yo.Es cuando me decido, y lo hago porque sé que así lo he sentido desde hace un tiempo atrás.Voy tras Rita.La detengo antes que vaya más lejos.—Oye, Patchie —grito, ella se detiene y se da vuelta para verme a la cara—Antes que digas algo —dice ella—. Me siento muy estúpida por confesar mis sentimientos en voz alta, solo sentí que iba a explotar si no lo hacía.—Y a mí me alegra que lo hayas hecho —respondo—, y me alegra que no quieras estar con alguien que todavía dude sobre sus sentimientos. El problema es que nunca he tenido dudas, solo algo de temor, lo normal. La verdad es que también me gustas, pero creo que ya te habías dado cuenta.Rita entrecierra los ojos.—¿Lo estás diciendo solo para no hacerme sentir mal? Porque eso es muy grosero. Tampoco quiero que lo hagas por compromiso, solo porque yo lo confesé primero.Niego con la cabeza, seguro con mi decisión.—Me gustas, Rita Fiorella Day. Me gustas con todo y tu loca familia, con todo y tu extraño trastorno del sueño que te hace hablar dormida, me gustas con todo y tu navaja y tu licencia para castrar. Me gusta toda tu actitud y no creo que quiera cambiar nada de eso. Me gustas.Rita abre y cierra su boca un par de veces. Soy consciente que mis hermanas están detrás de mí, escuchando todo, así como Mia. Pero quiero decir cada palabra que dije.—¿Y ahora? —pregunta Rita—. ¿Qué hacemos?—Ahora nos besamos, incluyamos un poco la lengua también.Rita frunce el ceño, viendo por sobre mi hombro, ignorando mi broma.Cuando me giro para ver lo que observa, descubro a Mia de pie a una corta distancia, sus ojos soltando enormes y gruesas lágrimas mientras nos observa a Rita y a mí.Esto no es nada bueno. Ahora siento el remordimiento que me consume.¿Qué se supone que tenga que decir?Nada. Porque al fin entiendo que no le debo ninguna explicación por mis sentimientos; ella perdió ese derecho hace mucho tiempo.Tan simple como eso.
Dejo que ella se marche, sin decir ninguna palabra. Es lo mejor para Mia, es lo mejor para mí.
1 like ·   •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 25, 2017 00:52

March 16, 2017

PFQMG - Cap. 18 - Cómo descubrí quién era Rita Day

Rita
—Esta es tu última advertencia, Rita —dice Cliff, señalándome con su dedo gordo y rosado—. Si me entero que le hiciste eso a otro importantísimo cliente, te echo de este respetable lugar.Ruedo los ojos, cruzándome de brazos mientras Marie, sentada en una silla frente al escritorio de Cliff, sonríe de forma presumida.—¿Quedó claro? —pregunta mi jefe. Su frente está completamente cubierta en sudor y, desde donde estoy de pie, puedo ver el círculo de humedad que se forma en sus axilas, también debido al calor.—Está bien —digo de mala gana.Al parecer hoy me falló la sutilidad porque Marie identificó que su comida tenía un sabor demasiado extraño. Ella confirmó las sospechas cuando casi obliga a Anna a probar una de las papas con mezcla especial de Mirna, y yo corrí a detenerla antes que la llevara a su boca.Es más que obvio que Marie me delató al instante con Cliff y con su padre, el dueño del restaurante que raras veces se tomaba el tiempo de venir de visita.Ahora estamos en la oficina de Cliff, absorbiendo el olor a humedad mezclado con sudor, esperando mientras soy regañada por quinta vez en el mismo minuto. También el padre de Marie, técnicamente el gran jefe, está ahora al teléfono que Cliff mantiene en altavoz para nosotras.—No toleraré este comportamiento —dice él a través de la línea telefónica—. Debería despedirte de inmediato…—¡No lo haga! —chilla Cliff, su frente se cubría con más sudor, de ser posible—. Rita es un elemento valioso para esta compañía, un ejemplo a seguir. Ella seguramente tiene alguna clase de envidia o rencor contra su hija y se le pasó la mano, eso es todo. Además, esta es la primera vez que se mira un comportamiento de este tipo por parte de la empleada.Fulmino con la mirada al puerco de mi jefe.¿Envidia a Marie? Debe estar drogado.Él me hace una mueca para que mantenga la boca cerrada, sus ojos casi se salen de sus cuencas y el sudor resbala por toda su grasienta cara mientras me mira como si deseara poner sus manos en mi cuello y estrangularme.—Debe ser sancionada —dice el padre de Marie—, es imperdonable lo que le hizo a mi hija. ¿Poner sustancias desconocidas en la comida de ella? ¡Pudo haberse intoxicado! ¿Qué clase de inmadurez es esa? ¿Y si lo hace con otros clientes? Así es como empiezan las demandas.—Lo entiendo señor, pero…—No eran sustancias desconocidas, papi —Marie interrumpe a Cliff, aclarándose la garganta como digna víctima—. Puso cabello humano, restos de uñas y algo blanco que parecía mucosidad. De solo pensarlo quiero vomitar.—Usé también piel muerta de los pies de… —me quedo en silencio cuando Cliff hace un sonido estrangulado al escuchar mi voz, su rostro está rojo y brillante debido a la grasa natural de su piel mientras me indica que me calle.Abro la boca para completar mi frase, pero él me hace otra mueca para que me quede en silencio. Me quedo callada entonces.—De nuevo, Sr. Benson —dice Cliff—, mil disculpas con ambos. Este episodio no va a volver a ocurrir nunca. Y por supuesto que ella será sancionada. Estará suspendida por dos semanas de su trabajo, sin derecho a paga.Mi boca se abre para protestar, pero Cliff rápidamente niega con la cabeza.—¿Solo eso? —pregunta el Sr. Benson—, merece una demanda.—Ah —Cliff comienza a cantar como canario—: no sería recomendable, señor. Le prometo que yo mismo la voy a supervisar de ahora en adelante. Prácticamente le estaré respirando en la nuca.—¿Es que acaso no lo hacías antes? —se escucha un resoplido por parte del padre de Marie—. Tal vez a quien deba despedir es a ti.—No, no, no, no, no… usted no querrá hacer eso. Déjeme encargarme de esta situación ahora mismo.—Bien —dice el Sr. Benson después de unos instantes, su voz suena resignada—. Si recibo una sola queja más de ti, Rita Day, estarás inmediatamente despedida.—Por supuesto, señor —acepto.Marie es ahora la que rueda los ojos.—No puedo creer que valga poco mi salud y seguridad —dice ella.—Hija, tampoco es como si fueras alguien fácil de llevar —responde su padre aun en la línea telefónica—. Entiendo la necesidad de querer pelea, de verdad, pero deberán encontrar otra forma de solucionar sus problemas. Sé que a veces tengo ganas de mandarte a comer mierda, pero esto no puede suceder en el negocio, ¿entendido?—Claro —respondemos ambas, Marie y yo; yo con mi gran sonrisa, evitando reírme en voz alta, y Marie con la nariz arrugada, haciendo pucheros de pura rabia.Cliff se despide del Sr. Benson, colgando la llamada mientras Marie se pone de pie para retirarse de la oficina. Antes de llegar incluso a la puerta, ella se gira en mi dirección y me señala con un dedo.—Vas a pagarlas caro —susurra su amenaza—. Puede que hayas comprado la lealtad de este cerdo, pero no la mía.Su dedo acusador señala a Cliff cuando menciona la palabra “cerdo”. Con eso ella se retira de la oficina, como diva agitando sus caderas.—Muy bien, no fue tan malo —le digo a Cliff cuando solo estamos los dos.Él saca un pañuelo de tela de la primera gaveta de su escritorio y se lo pasa por la frente.—Eres una psicópata —dice él—. No puedo creer que puse mi trabajo en juego solo por esto.—Era eso o contarle al gran jefe que te estás robando el dinero de las ganancias del restaurante —murmuro en su dirección.Esa es la única razón del por qué él me defendió como lo hizo hace unos momentos atrás: tiene pavor a que suelte la boca y hable todo lo que sé de sus robos al restaurante. Al parecer él está comprando alimentos descompuestos y dañados a un precio más barato a como está descrito en el presupuesto, de esa manera él puede quedarse con el dinero extra que sobra de las compras. Es un cerdo ladrón.—No necesitas recordármelo —comenta él de mala gana—. Que no vuelva a pasar, Rita. No puedo defenderte siempre que te metas en un lío de esta magnitud.—Entonces esta boca hablará sobre los desajustes en el presupuesto y de cómo tienes comprado al chico de salubridad —digo con total calma—. Debí decirlo hace ya varios años, cuando te vi hacer tratos extraños con gente de poca confianza. Lo bueno es que tomé fotos y grabé situaciones vergonzosas.—De acuerdo, de acuerdo —dice limpiando el sudor de su frente—. Tú quédate callada que ya cumplí con mi parte, no serás despedida.—Bien —asiento con la cabeza, poniéndome de pie para salir de la oficina con mal olor—. Un trato es un trato. Te prometo que mantendré el perfil bajo por estos días; ya no más problemas con Marie, de verdad.Cliff asiente en mi dirección y pronto me despacha con un gesto de su mano.—Oye —pregunto antes de salir por la puerta—, ¿era cierto lo de la suspensión?—¿Y todavía dudas de si es cierto o no? —resopla en voz alta—. ¡Por supuesto que sí! Comenzarás a partir de mañana. No puedo permitir que el Sr. Benson quiera venir a inspeccionar si hice o no mi trabajo.Asiento con la cabeza.—Bien, serán como unas vacaciones forzosas —comento—. Oh, y espero mi paga por esos días. No quiero sonar como una rata, pero… sí, sí quiero sonar como una porque ocupo el dinero.Cliff rueda sus ojos.—Tendrás la paga. Ahora largo de mi oficina, tengo que terminar de revisar unas facturas.—Ah, y antes de irme —comento—, existe algo que se llama velas de olor. Le pediré a Mirna que te compre algunas porque aquí apesta.Cliff vuelve a hacer el gesto de mano, y es así como continúo con mi salida y voy directo al área para empleados.Al llegar allí, la primera en reclamarme es Anna, quien rápidamente se pone a mi lado a medida que me preparo para recoger algunas cosas antes de ir a las clases de salsa en las que quedé de verme con Key.—¿Estás bien, Rita? ¿Te despidió? —es lo primero que pregunta mi amiga.Rápidamente niego con la cabeza.—Estoy bien, tranquila —la sujeto de los hombros cuando veo que no puede evitar dejar de caminar de un lado al otro—. Relájate, Cliff me debía unos favores que con gusto mantendré en secreto a cambio de conservar mi trabajo.—¿Estás segura?—Al cien por ciento.Anna suspira en voz alta, como si hubiera estado conteniendo la respiración.—Qué bueno. Aunque no sé qué te picó para hacer algo así, ¿en serio escupiste en su comida?—Sí —asiento con la cabeza mientras busco mis cosas personales—. Hice más, pero no es tiempo para que tus oídos virginales lo escuchen.—No tengo oídos virginales, para tu información.Ruedo los ojos.—De acuerdo. Mi turno oficialmente termina aquí —digo luego de unos instantes—. Cliff no me dejó irme ilesa, así que me suspendió por dos semanas.—¿Qué? ¿Por qué?—Porque así es la vida —digo con mi voz constipada por la gripe—. Ahora, me retiro porque mi vecina me obligó a tomar estas clases de salsa para principiantes.—Bien —dice ella—, suerte con tus clases. Supongo que tendré que conformarme con verte después de esas dos semanas, ¿cierto?Asiento con la cabeza mientras le doy una amable sonrisa.—Tienes que ser fuerte con Adam, ¿entendido? Él está con Marie, la diva de cuatro cuernos. Tienes que alejarte de ese chico.—Lo sé, no me lo recuerdes.—¡Recuerda ser sarcástica! Y mucho.Anna asiente con la cabeza.—No sé qué haré sin ti todos estos días.—Vas a estar bien. Mirna te puede instruir. Ahora sí, tengo que irme porque voy demasiado tarde.Me despido de Anna y salgo corriendo al lugar donde será la clase. No sabría decir si estoy emocionada por aprender a bailar salsa, o por el chico que me va a acompañar.Puede que sea más de lo segundo, y eso es aterrador para alguien como yo. Las cosas nunca acaban bien cuando empiezas a perder el control de tus sentimientos, y peor cuando dichos sentimientos incluyen a un chico.No quiero tener la razón acerca de esto.
**********
El edificio donde se reciben las clases de baile se encuentra no muy lejos del restaurante, es un centro de formación educativa donde se imparten clases de idiomas, baile y cocina. Mi vecina, Lucy, toma la clase más avanzada de salsa los martes y jueves, así que es poco probable que la encuentre el día de hoy. Ella me prometió que me iba a encantar tanto la clase que no querría perderme ninguna otra, ahora no sé por qué me dejé influenciar por su mente maestra.No es sino hasta que estoy en el salón de baile que noto la ausencia de Key en el lugar; trato de buscarlo con la mirada pero no logro encontrarlo por ningún lado.Es allí, cuando tomo mi teléfono para marcarle, que noto el mensaje de texto que parpadea en mi pantalla. Es de él.
«Lo siento, surgieron cosas y no podré ir hoy. ¿Puedo compensártelo de alguna forma?»
Al leerlo siento una molestia que me hace contener la respiración, un familiar sentimiento al que suelo estar acostumbrada, pero que últimamente, junto a Key, se había adormecido: la decepción. De inmediato le envío un mensaje en respuesta:
«¿Estás bien?»
No creo que nada pueda compensar a como me estoy sintiendo justo ahora. Tal vez le pasó algo, un accidente, o tal vez le pasó algo a un miembro de su familia. No debo juzgarlo tan rápido, aunque mi decepción crezca con cada segundo que pasa.Después de cinco minutos no recibo respuesta al mensaje que le envié, así que escribo otro.
«¿Key? ¿Ocurrió algo? Entiendo que no puedas venir»
Una gran parte de mí se siente más que desilusionada, pero la otra parte ya lo presentía. Las cosas con Key eran demasiado perfectas como para sentirse reales.Nunca debí perder el control de mis emociones, para empezar.Pronto mi teléfono vibra cuando un nuevo mensaje entra, es de Key:
«Tuve problemas. Los estoy solucionando en este momento. Todo bien, lo prometo»
Suelto el aire que estoy conteniendo, y le pido a mi corazón que se quede calmado por unos instantes antes de responderle.
«Está bien, me tendrás que compensar a lo grande. Es una clase de sala, Key, ¡DE SALSA! Hay pasos que es obligatorio hacer en pareja… ¡Y puede que me toque con el de aliento a pescado! Me debes, en grande»
«Jajaja, perdón por reír, pero ya me puedo imaginar tu cara. No te enparejes con el de mal aliento, eres demasiado franca y, conociéndote, le dirás que se lave la boca o que se mantenga alejado de ti»
«Es probable que eso suceda, sip… Y, por cierto, se escribe *Emparejes* No enparejes, antes de “b” y “p” se escribe “m” Mi maestra de primer grado me enseñó esa valiosa regla»
«De.a.cuer.do. Deberían prohibirle la licencia a tu maestra. La mía me enseñó que se escribía N… como en eNparejes»
«Oh por… ¡Es a tu maestra a quien deberían prohibirle la licencia educativa! Ahora entiendo a tu profesora de geografía y por qué te reprobó, eres un caso perdido. ¿No tienes auto-corrector en el teléfono? PD: se escribe M, de Mierda en el zapato»
«¡Qué boca más sucia! Tú eres la que necesita auto-corrector. Debería instalarte uno en el teléfono para sustituir todas tus malas palabras por palabras inocentes. Pienso hacerlo, ya verás. PD: N de November Rain»
Key es un terco. Resoplo mientras mis dedos vuelan para escribirle otro mensaje:
«Con mi teléfono no te metas. Y es M de Macho Man»
Sonrío a mi pantalla mientras observo cómo se empieza a llenar más y más el salón.Pronto recibo otro mensaje de Key:
«Es N de Nirvana, y N de “no te vas a dar cuenta de cuando tome tu teléfono»
«M de Madonna y M de “Mejor considérate hombre muerto si piensas tocar mi teléfono»
«Nine Inch Nails y NOP. Haré lo que quiera»
«M de… ¡Mierda! Se me acabaron las ideas»
«N de insuperable»
«No comienza con N. ¿Sabes qué? Mejor me voy antes que llegue el instructor de la clase»
Estoy considerando irme del salón porque no me está gustando mucho estar sola, haciendo una actividad que requiere de una pareja; pienso marcharme ahora que todavía tengo la dignidad bien puesta, pero el siguiente mensaje de Key me detiene en mi lugar.
«No lo hagas. Quédate, disfruta la experiencia, aunque eso incluya eMparejarte con el chico oloroso. No te vayas solo por mí»
«Voy a pensarlo. ¡Felicidades! Usaste la M de Mejor ten una buena excusa por abandonarme»
«Confía en mí, la tengo»
Pienso realmente en si debo quedarme o no, pero antes de siquiera poner un pie fuera del lugar, noto que un chico realmente apuesto, de ojos azul celeste y de cabello marrón, entra por la puerta principal de la clase, cargando lo que parece ser una pesada bolsa de lona, impidiendo mi salida.—Hola a todos —dice él, depositando la bolsa en el suelo—. ¿Este es el curso de salsa para principiantes?Algunos asienten con la cabeza, ¿yo? Yo solo pienso en cómo escabullirme.—Bien —dice otra vez el chico—. Seré su profesor el día de hoy.El atractivo muchacho aplaude una vez y luego sacude un poco su cabello; es allí cuando noto un pequeño piercing en su ceja izquierda y lo perfectamente ceñida que está su camiseta.Esta debe ser la motivación de la que me habló Lucy. Tiene razón, es una motivación muy fuerte, el chico es altamente atractivo.—Hoy vamos a practicar los pasos básicos para uno de los bailes más sensuales que se pueden hacer en pareja —dice el profesor atractivo. Tengo que recordarme parpadear de vez en cuando para parecer humana y no aterrarlo. Sus ojos son hipnóticos—. La sensualidad es la clave, sobre todo.Sigue hablando pero mi mente está perdida en la forma en que lucen sus brazos. Tiene la cantidad perfecta de músculos; nada demasiado pretensioso como para ser aterrador, pero tampoco era algo modesto como para pasar desapercibido.—Quiero que se pongan en pareja —continúa diciendo él, aplaudiendo una sola vez, de nuevo. Cada vez que lo hace su pecho se infla más y los músculos de sus brazos sobresalen—. Todos aquí se inscribieron juntos, supongo. Así que vamos, a formar parejas.Sus palabras me despiertan de mi adormecimiento y es entonces que recuerdo que mi pareja me dejó plantada.Pronto la gente comienza a reacomodarse, listos para empezar. Algunas chicas todavía están impresionadas por el profesor atractivo y tratan de convencer a sus novios para bailar cerca de él.Al parecer, todos tienen ya sus parejas, y me encuentro observando si alguien fue lo suficientemente torpe al igual que yo como para que los dejaran plantados, pero al único chico que puedo observar es al que le huele mal la boca, como a pescado seco.Veo cómo se acerca lentamente hacia donde me encuentro, mirando por mucho tiempo mis pechos.No, no, no.Intento buscar a alguien más, pero todos tienen ya su pareja.Cierro los ojos, pensando en cuánto tiempo deberé aguantar la respiración mientras baile con el chico de olor a pescado. Además, Key dijo que no me emparejara con él.Al abrir los ojos, noto que el chico ya no viene en mi dirección, sino que avanza más allá de donde yo estoy. Lo sigo con la vista y me encuentro con que saluda a una mujer de mediana edad quien, aparentemente, será su pareja de baile.Oh no, soy la única solitaria en medio de un mar de parejas.La vida a veces puede ser una perra.Empiezo a notar la mirada intensa que me dan todos mis nuevos compañeros de baile, esperando a que me reacomode en algún lado o que me pierda de vista por hacer perder su tiempo.Gracias, Key, por dejarme sola.—Mmm —comienzo a titubear en voz alta—, al parecer mi pareja decidió abandonarme. Dijo que quería finalmente salir del closet y eligió este día para decírselo a sus padres.Nadie parece reír de mis bromas. Todo es incómodo, me siento muy fuera de mi elemento.—Bien —escucho al profesor carraspear su garganta, sus ojos azules caen en los míos, apuesto a que mi rostro se encuentra rojo cereza—, como eres la única que no tiene pareja tendrás una difícil tarea.—¿Qué es? —pregunto, insegura sobre si quiero o no escuchar la respuesta.—Bailarás conmigo. Tú me ayudarás con los ejercicios de ejemplo para la clase.¿Bailar con el sexy profesor de baile? Por supuesto.¿Quién era Key, de todas formas? De seguro el nombre de una enfermedad sexual.—¡Claro! —digo de forma muy entusiasmada.Él me hace señas para acercarme a su lado, lo huelo disimuladamente. Es delicioso.Puedo notar rápidamente que me convierto en la envidia de las mujeres de la clase.—Muy bien, hay algo que tienen que saber de la salsa en parejas —él extiende su mano para tomar la mía, estoy sudando—: las mujeres comienzan con el paso hacia atrás, y los hombres hacia adelante.Con mi mano en la suya, él ejerce un poco de presión para que me acerque más a su cuerpo.Lo hago sin necesidad de decir más, y luego deja ir mi mano.—En salsa hay ocho pasos básicos por aprender. La hermosa dama presente aquí conmigo cuyo nombre aún no sé, nos ayudará para conocerlos.—Me llamo Rita —digo repentinamente.El chico de ojos azules sonríe y hace una pequeña reverencia.—Hola Rita, mi nombre es Diego y hoy serás parte de mi enseñanza —dice—. Bien, como decía, salsa se basa en ocho pasos, y Rita y yo les enseñaremos los primeros.Sonrío con triunfo cuando noto la mirada de la clase sobre mí. Así es, sientan envidia.—Bien —dice Diego, su mano vuelve a la mía—. Paso básico, Rita: pie derecho atrás. Si pueden ver, mi pie izquierdo va al frente. Dos, el pie izquierdo de Rita pisa el mismo lugar, y tres, el primer pie que movimos regresa a su sitio. Prueben hacerlo.Todos en la clase comienzan a moverse con torpeza y lentitud, incluyéndome. ¿Dijo que el pie derecho iba al frente?Accidentalmente piso su pie y luego vuelvo a hacerlo con el otro pie.—Lo siento —me disculpo—, soy un desastre. Tengo dos pies izquierdos.—Estás aprendiendo, está bien equivocarse… ¿y de verdad tienes dos pies izquierdos? Si es así, deseo tomarme una foto con ellos.Sonrío coquetamente.—No es literal, literal. Es que soy pésima bailando, tengo cero coordinación.—Me cuesta creerlo —dice él—. Ven, prueba de nuevo para que avancemos con los otros pasos.Hacemos el mismo paso una y otra vez hasta que soy capaz de finalmente lograrlo.—Bien —me felicita el atractivo maestro—. Lo haces bien Rita, lo dominaste. Ahora solo faltan los otros pasos.—¿Hay más pasos?—Hay muchísimos más.Entonces pasamos la siguiente media hora tratando de aprender el resto de pasos. Obviamente la clase está atrasada por mi culpa, no mentí cuando dije que era pésima bailando.—Lo siento —me disculpo por vigésima vez, otra vez aplasté el pie de Diego—. Yo advertí antes de comenzar.Diego asiente con la cabeza, tratando de disimular la leve cojera que tiene su pie derecho, aplastado por el mío.—Bien. Tal vez la parte erótica se te haga mejor —dice de manera casual—. ¿Quieres probar algo erótico conmigo?Mi cara se torna roja y apenas puedo respirar. ¿Dijo erótico? ¿Quiere perder su mano, su trasero, sus genitales?Inmediatamente me retiro de su cuerpo, indignada por su comentario.Mi mano, por inercia, vuela para plantarse sobre su mejilla. La clase entera queda en silencio, observándonos con los ojos abiertos, curiosos todos ante mi alta práctica poniendo en su lugar a pervertidos como estos.—¡Cerdo! —grito lo más fuerte que puedo—, qué falta de respeto. ¿Probar lo erótico contigo? ¿Estás drogado?Diego parpadea y luego se echa a reír, doblándose a la mitad mientras sostiene su estómago.—¿Qué es tan divertido? —pregunto, enojada.—Rita —dice él después de haberse reído—, esta clase es sobre “salsa erótica”. Es el nivel uno para aprender todo sobre el baile erótico.—¿Baile erótico? ¿Cómo ese que hacen los strippers?Diego asiente con la cabeza, esperando mi reacción.Pienso que es una broma, pero nadie en la clase se ríe.—¿No leíste bien el folleto de información antes de inscribirte? —me pregunta Diego—. Yo soy stripper. Enseño baile erótico solo los sábados. Hoy es salsa erótica, después aprenderemos otros estilos.Niego inmediatamente con la cabeza.—En el folleto decía Salsa para Principiantes —me defiendo.Diego sonríe, recogiendo su bolsa de lona del suelo para mostrarme uno de los folletos similares a los que Lucy me ofreció el otro día.Decía en letras grandes: Salsa para Principiantes. Nivel erótico.—¿Quieres ver cómo hacemos el nivel erótico? —preguntó Diego—. Por eso aconsejamos que sea con sus parejas.—¡Eso está escrito en letra pequeña! ¿Cómo se supone que iba a saberlo?—Todos lo saben —dice una chica desde el fondo—. Ahora, ¿podemos continuar? Mi boda es en cuatro semanas y quiero darle una sorpresa a mi esposo.Le saco el dedo medio mientras tomo mis cosas, abandonadas en una esquina, y me impulso para salir del salón.—Rita, espera —grita Diego, pero es tarde porque desaparezco de la clase.¿De verdad? ¿Erótica? Lucy es una pervertida.Camino todo lo que puedo hasta salir del edificio, dirigiéndome a cualquier parte.Rápidamente le envío un mensaje de texto a Key.
«No vas a creer lo que me acaba de pasar»
Espero una contestación de parte suya, pero al parecer mi mensaje tendría que esperar ya que justo en ese momento veo a Key dentro de una cafetería, no muy lejos de donde se recibían las clases de salsa.Para mi sorpresa, él no está solo. Hay una chica de cabello rubio sentada frente a él.Puedo recordar sus rasgos de la última vez que la vi, es ella, es Mia.Un cierto dolor agudo me sobrecoge cuando noto la cercanía de ambos.Duele, pero no sé por qué.Y como si mi vida fuera una película, veo cómo ambos, lentamente, acercan sus bocas. Entonces se están besando y Key la toma de la mejilla para profundizar el beso.Comienzo a sonreír, aunque creo que una parte de mí está llorando internamente.Mia era el inconveniente del que él me habló, ella era su “problema” a solucionar. Y sí, tal vez ya estaba solucionando todo con ella por la manera en que ambos desgastaban sus bocas.¿Entonces para qué hizo que me ilusionara de esa forma?Al menos lo comprendía ahora con toda la claridad del mundo: no soy alguien importante para Key. Soy alguien con quién le gusta pasar el rato, soy otro más de sus “amigos”.Veo que ambos se separan, Mia y él, entonces la atención de Key se dirige a su teléfono sobre la mesa, probablemente leyendo mi mensaje.Camino de espaldas, tratando de retroceder del lugar donde se encuentran.Key sonríe mientras pulsa su teléfono; pronto recibo la respuesta a mi mensaje.
«¿Qué te acaba de pasar? No me digas que te eMparejaste con el chico oloroso»Trago lo que siento, sonriendo como desquiciada por fuera.Yo soy Rita Day, soy fuerte y no me dejo intimidar, puedo lograr lo que me proponga. Respiro hondo y luego de unos segundos, le respondo de inmediato.
«Nop. Acabo de abrir los ojos. Eso pasó»
Me alejo todo lo que puedo, hasta que me detengo a mitad de camino.Soy Rita Day, soy fuerte y no me dejo intimidar, puedo lograr lo que me proponga.Entonces lo pienso mejor y regreso de nuevo hacia la cafetería. Mi teléfono vibra en mi mano pero lo ignoro, lo ignoro porque soy una chica en una misión.Corro los últimos pasos hasta que llego al lugar.Key y Mia siguen en el mismo sitio, él tiene una expresión confundida en el rostro y ella agita su café, aburrida.Decido entrar a la cafetería, con el sudor resbalando por mi frente debido al esfuerzo y con el pulso acelerado. Una pequeña campana suena al abrir la puerta, y me acerco a pasos agigantados hacia la mesa donde está Key.Él me nota al instante, sus ojos más confundidos que nunca; entonces, sin decir nada, lo tomo del cuello de la camisa y lo obligo a ponerse de pie. Cuando sus ojos se amplían es cuando aprovecho y empujo su boca contra la mía, con fuerza.Mis labios y los suyos chocan con fuerza, su lengua y la mía asomándose con timidez y velocidad. De alguna manera él se mueve para presionarse contra mi cuerpo, sin abandonar nuestro beso, enredando sus dedos sobre mi cabello, sujetándolo mientras mueve mi boca en un mejor ángulo.Él tiene la altura perfecta para mí, y quiero que sepa que yo tengo la altura perfecta para él. Quería recordárselo.Pasados unos segundos me alejo de sus labios, sintiéndome renovada.—Te vi desde afuera, quise decir hola —digo con una enorme sonrisa—: ¡Hola!Key tiene la boca abierta, la cierra por un segundo y la vuelve a abrir a la misma velocidad. Sus ojos no dejan de verme mientras intenta procesar lo que ocurre, no puede hablar.Sonrío de manera brillante.—Ahora sí —digo sin dejar de verlo a los ojos, ignorando la presencia de Mia—, será mejor que me vaya.Me acerco de nuevo a su boca, y tomándolo desprevenido, lo beso nuevamente. Sus dedos corren a tomar mi cabello, su lengua vuelve a querer asomarse, aunque esta vez lo detengo a mitad del beso.—Y te lo recuerdo —digo reacomodando mi pelo—, tú y yo estamos em.pa.re.ja.dos. con M de Más te vale no volver a dejarme sola para la siguiente lección de salsa.Entonces me volteó en dirección a Mia, haciéndome la sorprendida cuando la noto.—Oh, lo siento —me disculpo—, no sabía que Key estaba con una amiguita. Los dejo a ambos; y por favor, cuida a mi vaquero.Sonrío con suficiencia al ver la expresión en su rostro.Su boca se abre y se cierra al igual que la de Key anteriormente.Así es, hago énfasis en “mí vaquero”, con M de Mejor te preparas porque pienso dar pelea.Camino lejos de ambos, despidiéndome una vez más mientras salgo de la cafetería.Al fin de cuentas soy Rita Day, y no me dejo intimidar.
Carajo, estoy loca y la gente loca debería ser tratada con respeto.
1 like ·   •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 16, 2017 00:46

March 3, 2017

PFQMG - Cap. 17 - Cómo me empezaron a gustar más las peras que las manzanas

Rita
El sábado es un día común y corriente en el trabajo. Cliff, el puerco de mi jefe, está obligándonos a usar otro de sus trajes pervertidos e inventados que simplemente se limitan a denigrarnos porque muestran demasiada piel. Pero no nos quejamos mucho ya que dejan muy buenas propinas, y en este empleo se trata todo sobre las propinas porque la paga inicial es un asco.Estamos a unos cuantos minutos de abrir el restaurante, así que por lo general nos tomamos ese tiempo para limpiar nuestras estaciones de trabajo. Hoy estoy junto a Anna atendiendo la caja registradora, sintiéndome mejor y viendo cómo mi resfriado empieza a curarse progresivamente.Anna, a mi lado, se encuentra tensa y concentrada mientras que yo me debato sobre si contarle acerca de Key o no; ni siquiera había tenido el valor de decirle a mi mejor amiga que me atraía cierto chico con complejo de vaquero. No sabría por dónde empezar, y ciertamente no sabría cuánto iba a durar esta cosa que tengo por Key.Pero todo indica que Anna está en su propia burbuja de angustia así que decido esperar para contarle.—¿Qué te pasa? —le pregunto a ella pasados unos minutos, cuando la veo limpiar una y otra vez la misma mancha inexistente en la barra de pedidos.Ella alza la vista, deteniéndose de su labor.—Nada —frunce el ceño, regresando a la mancha—. ¿Por qué lo preguntas?—Te miras… distinta. ¿Qué ocurrió?—Nada, en serio.—No me mientas —la regaño—. Te conozco demasiado bien como para que niegues que me estás ocultando algo. ¿Qué ocurre? Sabes que puedes confiar en mí.Ella suspira audiblemente.—Es que… —hace una pausa, desviando la vista—. Adam y Marie han estado pasando mucho tiempo en el departamento. El otro día… los encontré a punto de hacer… eso.Mis ojos se abren de gran manera. ¡Ese idiota!—No me digas que se acostó con Marie mientras tú escuchabas todo —llevo una mano a mi frente.Anna asiente con la cabeza.—Y ella no fue precisamente silenciosa al respecto —murmura ella de mala gana—. Digo, es obvio que todo este tiempo debieron haberlo hecho en casa de él porque nunca los había encontrado en el departamento antes, pero fue toda una sorpresa presenciarlo, verlo con mis propios ojos.—Eso es jodido. ¿Por qué no le dices a Adam que Marie ya tiene novio? O al menos deja que le diga a Eder que su “novia” lo engaña.Anna niega con la cabeza.—A veces tengo tantas ganas de hacerlo —admite—. Pero creo que Adam debería llevarse una lección con ella.Noto la mirada triste de mi amiga. A ella obviamente le atrae él.—No deberías torturarte de esa manera —le digo, pasando mis manos por sus hombros—. Eres una chica hermosa que merece mucho más que las sobras de un chico tonto que se acuesta con la equivocada.—Lo sé. Pero de todas formas no me importa, ya no más.—Yo sé que todavía te importa.—No, ya no tendría que importarme.—Mira, te voy aconsejar ser fuerte. Aléjate de Adam porque no vale la pena. Que no te intimide en ningún momento, ¿escuchaste? No demuestres que te afecta.—Definitivamente no me afecta —miente ella.Niego con la cabeza.—Anna, Anna, Anna —murmuro—. No te mientas a ti misma. Haz todo lo posible para ignorarlo y sacarlo de tu vida.Ella no dice nada, simplemente regresa a su labor de limpiar su espacio.Si Anna no es capaz de decirle a Adam sobre quién es en verdad Marie, entonces yo debo decírselo. Es una promesa.—Es difícil alejarse —dice mi amiga luego de unos instantes—. Está bien. Dejaré de mentirme a mí misma: creo que me gusta Adam, un poco. Pero no quiero que me guste, lo tengo que evitar a toda costa.—Me parece perfecto —estoy de acuerdo—, cualquiera que se mete con tu prima ninfómana no debería ser digno de merecerte.Anna suspira con cansancio.—Pero tienes que ayudarme, Rita —dice—. Tienes que enseñarme a cómo evadirlo y a cómo no dejarme influenciar por él. No quiero que me afecte.—Anna, cielo. Eso es muy fácil. Tengo maestría en ese tipo de situaciones. La regla número uno: siempre sé sarcástica.—¿Sarcástica? ¿Eso en qué me va a servir con Adam?—El sarcasmo siempre es la respuesta cuando no sabes qué responder, te lo digo por experiencia. Y no dejes que vea lo mucho que te importa. Hazte la difícil… no, difícil no. Hazte la imposible por todo el tiempo que puedas soportar.—Bien —dice ella, resignada—. Lo intentaré.—Y tienes que contarle sobre Eder. El chico merece saber que su “novia” esconde otro “novio”—No creo que el momento sea el conveniente. Siento que ella me odiaría si sabe que soy yo la que le dice eso a Adam… o a Eder.Niego lentamente con la cabeza, llevándome ambas manos a la cintura.—Entonces tendré que encargarme de eso yo.—No lo hagas, ¿quieres?—Oh, Anna. Tienes que ser fuerte y no dejarte manipular por tu prima. Ese lagarto vestido de mujer que tienes por prima no merece tu compasión y tu lástima. Sé fuerte.Ella frunce el ceño.—La verdad es que tienes razón —murmura luego de unos momentos—. Pero sería mejor si Adam se entera por sí mismo lo que es capaz de hacer Marie.—Entonces pongámosle una trampa para que la perra caiga —estoy casi gritando, pero no me importa—. Esto será muy emocionante.Y yo definitivamente quiero ser parte de eso.—No lo creo conveniente, Rita.—Anna, deja ya de ser tan mojigata y únete a mí.—No soy mojigata.—Sí, lo eres. Y eso es perfecto porque es así como eres tú. ¿Está bien? Pero yo no lo soy y definitivamente no tengo ninguna conexión con tu prima; si me hace algo, por más pequeño que sea, considérala muerta.Marie tiene que caer y golpearse el trasero con fuerza.—Está bien —suspira Anna—. Haz como quieras.—Bien.Así lo haría.

El día pasa de manera lenta, hay muchos clientes que esperan por sus pedidos y hay otros que se acercan tanto a Anna como a mí para ver nuestros escotes y salivar un poco en sus bebidas. Solo basta de una de mis miradas asesinas para ponerlos quietos y luego se retiran sin dar pelea.Justo es pasado el mediodía cuando, juntas, Anna y yo, vemos a Adam entrar al restaurante, tomado de la mano de Marie. Ella se pavonea frente a nosotras mientras va en busca de una mesa vacía en donde deja a Adam esperando, como buen perro con dueño.Ella camina moviendo de manera exagerada las caderas y agitando su cabello naranja mientras se detiene frente a nosotras para ordenar comida.Con tanto que come esta mujer no entiendo cómo no se ha convertido en un cerdo. Probablemente sea bulímica, o anoréxica. O ambas.—Quiero… —dice ella mirando el menú detrás de nosotras, luego pasa su completa atención deliberadamente sobre Anna—. Mmmm. ¿qué me recomiendas, Anna, para reponer fuerzas después de una maratón de sexo con mi novio?Esa perra.Veo a Anna titubear, sus ojos casi estrechándose por el desagrado. Si ella no le va a responder, responderé yo:—Te recomiendo una prueba de enfermedades de transmisión sexual, así puedes advertirles a los chicos de todas las enfermedades que posees antes de acostarte con ellos —digo—. Y un examen de vista para el chico, porque no entiendo cómo, en la vida, puede acostarse con alguien como tú un día y al día siguiente no sienta deseos de suicidarse o arrancarse los ojos. Lo que venga primero.Marie frunce el ceño, molesta por mi comentario.—Hablaba con Anna, no contigo —responde de manera enojada.—Y yo pensaba en voz alta, querida. ¿Qué vas a ordenar? Si no ordenas nada deberías moverte porque tenemos más clientes por atender.Ella aprieta su mandíbula, furiosa. Esta vez se acerca más a mi estación y ordena directamente en mi cara.—Quiero todo lo que hay en el menú —dice demasiado alto, como para que todos en el restaurante la escuchen, para simplemente humillarme—. Y quiero que tú los sirvas, empleada.—Claro —sonrío de buena gana. Ella no sabe con quién se está metiendo—. ¿Refrescos agrandados o normales?—Los más grandes.Con eso ella se retira, agitando su cabello en el aire, y toma su asiento junto a Adam.Esa perra va a caer, y a lo grande.—Hubieras dejado que yo la atendiera —murmura Anna, paranoica—. Ahora está furiosa.—Es que las gatas se enfurecen cuando se sienten amenazadas.—¿Quieres que yo les lleve el pedido?Niego con la cabeza.—Oh, no. Eso no será un problema. Sé cuándo tragarme mi orgullo.Y Marie está a punto de tragarlo también.—¿Estás segura? Marie puede ser una desquiciada, mezquina y ninfómana persona cuando se lo propone.—Estoy segurísima —comento.—¿Qué estás tramando, Rita?—¿Yo? Nada.Anna suspira y dejo que atienda ella sola la caja registradora mientras voy al área de preparación de alimentos, dispuesta a servirle una buena dosis de lección a Marie.Lo primero que sirvo es una orden muy cargada de papas fritas con queso derretido y tocino. Obviamente le tengo que poner de mi toque especial.Primero me aseguro que no haya nadie observando, y luego voy al ataque.—¿Las papas de quién estás escupiendo? —pregunta Dulce detrás de mí. Al parecer no me aseguré de vigilar lo suficiente.—Las de nadie —me apresuro en decir, tragando lo último de la saliva que iba a mezclar con la salsa.Dulce frunce el ceño, mirándome detrás de esos lentes de contacto color rojo vampiro que tanto me dan miedo y que decidió ponerse hoy.—No te creo, Rita —dice ella, cruzándose de brazos—. Te dije que quería ser parte y tú me excluyes.—¿Segura quieres ayudar a la causa?—¿Para quiénes son? —pregunta señalando las papas—. ¿Algún depravado te miró de más por el escote? ¿O es para Cliff, otra vez?Niego con la cabeza.—Es para Marie, la zorra sin control en su válvula de escape.—¿Qué?—Olvídalo. Estas son para ella.Dulce frunce el ceño y luego de unos instantes toma la hamburguesa más cercana a ella, levanta el pan y la lechuga, y la escupe.—Bienvenida al club, querida amiga —le digo con orgullo—. Dejaremos unas cosas sin escupir para su novio, Adam. El chico todavía no me ha hecho nada malo así que… separaremos las cosas contaminadas de las que no.—De acuerdo.Ambas nos ponemos a escupir, a cortar pedacitos de nuestras uñas y a colocar del polvo que Mirna todavía no ha limpiado del suelo.—Esto es divertido —dice Dulce.—¿Qué es divertido? —pregunta Mirna detrás de nosotras, viendo mientras enrollo uno de mis cabellos entre la carne de hamburguesa de pollo picante para Marie.—Nada —me apresuro en responder.—Oh, por favor —contesta Dulce—, es Mirna. Ella va a colaborar. Todo esto es para Marie, la “diva” hija del dueño.Mirna eleva una ceja y pronto se frota las manos.—Perfecto —dice, sonriendo con picardía—. Me uno. Digo que pongamos laxante en sus nachos también… oh, y quiero raspar los cayos de mis pies, pasarán por queso rallado.—Eso es nauseabundo —digo arrugando la nariz—, y malévolo. Pero me agrada. ¿Acaso estoy siendo muy malvada?—Para nada —responde Mirna—. En mis tiempos conseguía pulgas de los animales de granja donde me crié, y luego los ponía en las ropas de mis hermanas mayores, para vengarme de ellas cuando me trataban mal.—Mmm, pulgas —murmuro—, es buena idea también. Lástima que no tengamos acceso a ellas en este momento.Me encojo de hombros y, entre las tres, nos ponemos a trabajar lo más rápido que podemos, hasta que separamos toda la comida comestible de la que no.Mirna cumple su labor y me entrega una pequeña bolsa donde ralló sus pies hace no menos de un minuto atrás mientras iba al baño.Me aseguro de esconder cada cosa para que Marie no lo vaya a notar, una especie de camuflaje.—¿Qué hacen todas aquí? —se acerca Anna a nosotras.Me sobresalto de inmediato.—Ellas me ayudan a preparar lo de Marie —respondo de manera casual.—¿De verdad? —pregunta—. Porque siento como que no les creo.Comienzo a apilar las cosas comestibles en una bandeja y las otras en la siguiente bandeja.—Llevaré la comida —digo en voz alta—. No estamos haciendo nada malo.—Mjum.—Es cierto —dice Dulce—. Seguiré en mi labor de ignorar al mundo y regresaré a la parrilla.Las dejo solas mientras pongo una sonrisa para nada fingida en mi cara y me dirijo a la mesa de Marie.—Aquí están las cosas —le digo a ella mientras deposito la bandeja en la mesa—. ¿Algo más?Marie niega con la cabeza, acariciando el cuello de Adam.—Nada más, empleada.—Muy bien —respondo—. En un momento traigo el resto.Aprovecho que Marie se pone de pie y se dirige a los baños, y así me acerco a Adam, sentándome frente a él.—Mira, chico —lo señalo con mi dedo índice—. Te haré una pregunta y si la respondes bien te diré algo que salvará tu vida el día de hoy.Adam me mira con sus enormes ojos verdes, confundido.—Adelante —responde—. Pregunta.—¿Te gusta mi amiga, Anna?Su boca se abre y mira en todas las direcciones antes de enfocarse nuevamente en mí.—¿Por qué lo preguntas?—¡Responde rápido! —lo detengo cuando veo que toma una papa de la tanda de Marie. Esas tienen raspado de pies de Mirna.Él libera la papa y la suelta en su lugar.—No, no me gusta de la manera que crees —responde finalmente. Puedo decir que está mintiendo.Ruedo los ojos.—Bien, veo que tú también lo niegas, son idénticos en eso.—¿Qué?—Mantente alejado de mi amiga, entonces. Eres un tiburón de agua salada y mi amiga es como… —frunzo el ceño, pensando en una descripción de Anna—, no sé, ¿un delfín? Oh, ¡una sardina! Exacto. Eres un tiburón y ella una sardinita en plena formación de sus facultades. No la vayas a seducir.Adam se ríe, resoplando con fuerza.—¡No lo voy a hacer! Me agrada Marie y tengo una relación seria con ella.Ahora la que ríe soy yo.—Sigue ciego entonces, muchacho.Me levanto de la mesa, no queriendo encontrarme con la bestia de pelo naranja.—Te doy un consejo —digo antes de retirarme—: no tomes nada de esta bandeja, todo lo comestible se encuentra en esta otra.Le señalo ambas bandejas. Él me mira con mayor confusión.—La comida de Marie tiene otro tipo de preparación —le advierto—. No digas después que no te lo dije. Además, no dejes que ella coma de esta otra bandeja. Me lo agradecerás después.Mi conciencia se queda tranquila mientras me alejo, al menos pude advertirle.


Key
—¡La estás utilizando de excusa! —grita mi hermana mayor, Eileen, mientras se pinta de rosado sus uñas del pie.Pam, a su lado, asiente con la cabeza. Sus uñas ya pintadas en tonos púrpuras.—Keyton Higinio Miller —dice ella, pronunciando el nombre que tanto odio con pasión—. Mamá y papá no criaron a un cerdo por hijo.Ruedo mis ojos.—En primer lugar —digo—: no me llames así, nunca. Lo detesto. Soy Key, simplemente Key. Y, en segundo lugar, no estoy usando de excusa mi fiesta de cumpleaños.Eileen y Pam elevan sus cejas al mismo tiempo.—Sí, lo haces —responde la primera—. Sabías que Mia vendría, aunque no fuera invitada. Ella siempre encontraría la manera de colarse. Y aun sabiendo que no tienes nada con Rita, la estás involucrando en esto.—Ella se ofreció voluntariamente a hacerlo, les recuerdo.—¿Crees que a ella no le importas o no le gustas? —pregunta Pam—. Key, es una chica, aunque sea en el nivel más básico de enamoramiento, ¿crees que no le dolerá ser utilizada por ti mientras te vengas de tu ex? Ni siquiera ella, aunque fuera de hierro, soportaría esa condición.—Rita y yo no tenemos nada —me defiendo, sintiendo la culpa quemándome por dentro. La verdad es que desarrollé un cariño especial por ella.—Si no tienes nada por ella, ¿entonces por qué la has estado yendo a visitar todos estos días?—¿Cómo sabes que es a ella?—Corazonada.—Eso y que Pascal, el conserje, te ha visto acompañado de una chica con las descripciones de Rita —se entromete Eileen—. Por si no lo sabías, él vive a unas calles de ella así que nos mantiene informadas.—Ese viejo chismoso —me quejo—. Veo a Rita porque ha estado enferma. Solo la voy a visitar, ya sabes, para preguntar cómo está, como amigo.—Aja —dice Pam, sin creérselo—. Admite de una vez que te importa lo que le pase.Desvío la mirada.—Me importa porque soy su amigo —digo, encogiéndome de hombros.—Su amigo, pero quieres ser más, ¿no es cierto? ¿Saldrás con ella hoy?—Sí, es simplemente una visita médica.Eileen se ríe en voz alta.—Lo siento, Dr. Miller —dice ella.—En realidad es Enfermero Miller —le aclaro en son de broma—. Chicas, no vean manzanas en donde solo hay peras, por favor.—Es que no solo tienes manzanas, Key. Tienes todo un coctel de frutas en la olla —responde Pam.Resoplo con fuerza —No hay otras frutas —aclaro—. Solo hay una.—¿Y esa fruta es pera?—En realidad, es manzana… o tal vez no.—La pera no será manzana, pero es pera —dice Pam—. Deja ir ya a la manzana y tómate un buen jugo de pera de una buena vez.—No me gusta la pera, aunque no la detesto.—Si le das la oportunidad —dice Pam—, incluso te puede sorprender.Eileen nos mira a ambos, confundida con nuestro intercambio.—¿Qué? —pregunta—. Me perdí, ¿quién es la pera y quién la manzana?—Leen —responde Pam, rodando los ojos—, la “pera” es Rita, Mia es la “manzana”.—Oh, ahora entiendo. ¡Elige la pera, Key! La manzana ya está muy sobrevalorada.—Es que no se trata de elegir —la regaña Pam—, se trata de que ella lo elija a él.Eileen asiente con la cabeza.—Basta ya —las silencio—. No más peras y manzanas. Déjenme en paz.—¿Sabes una cosa? —pregunta Pam, observándome de manera metódica—. Rita te hace bien. No eres tan tóxico como lo fuiste con Mia. Trata de darle una oportunidad, ¿quieres?—Bien —ahora el que pasa rodando los ojos soy yo—. Prometo darle una oportunidad, de ahora en adelante, a las peras.—No, no —dice rápidamente Pam—. No son “peras” en plural, tú solo tienes una pera en esta vida y esa es Rita. Ella es tu media pera.—Bien, basta de hablar sobre las metáforas de las peras. Me iré dentro unas horas, no hagan conclusiones apresuradas sobre lo que pasa entre Rita y yo.Camino lejos de la sala, en donde mis hermanas siguen murmurando sobre más frutas, y me dirijo directo a mi habitación. Estoy a punto de tomar mi teléfono y hablarle a Rita sobre la clase de salsa de hoy, cuando me cae una llamada inesperada.Es de Mia.Me debato en si debo responderle o no, pero mi debilidad por ella es grande así que contesto después de unos segundos.—¿Mia? —pregunto sin poderlo creer.—¡Key! —grita ella—, qué bueno que respondes.Mi boca se abre y se cierra a la vez. Ella suena feliz.Camino lejos de donde se encuentran mis hermanas y hablo en voz baja para que nadie nos pueda escuchar.—¿Cómo estás? Te oyes contenta, ¿qué sucedió?—Estoy emocionada —admite—, y no adivinarás nunca el por qué.—Podrías comenzar por darme una pista.—Bien —suspira ella—. ¿Sabes quién te verá el día de tu cumpleaños? ¡Yo!Su tono de voz es bastante alegre, mi conciencia se agita. Pensaba vengarme de ella ese mismo día.Tal vez lo mejor sea cambiar de opinión.—Qué bien —digo tratando que no escuche la decepción en mi voz.—¿Qué pasa? ¿No estás contento? —pregunta ella. Probablemente no lo oculté tan bien como creía.—Sí, lo estoy —le respondo—. Pero, Mia, pensé que habíamos aclarado todo la última vez que hablamos.—¿Estás bromeando? —resopla a través de línea telefónica—. No aclaramos nada, y dijimos muchas cosas. Pienso recuperarte Key.Trago saliva, nervioso por sus palabras.—No entiendes…—Espera —me interrumpe ella—, antes que digas cualquier cosa, déjame decirte primero algo.—¿Qué es? —murmuro.—Pues que no deberías ser maleducado y no dejar esperando a alguien afuera de tu puerta por mucho tiempo.—¿Cómo? ¿Estás aquí? —pregunto, desconcertado. Me apresuro a caminar en dirección a la puerta principal.—¡Sí, aquí estoy afuera! Abre de una vez, ¿quieres?—Pero… ¿cómo?—Pedí unos permisos especiales en mis clases y me dieron toda esta semana de vacaciones. Quise venir antes de tu cumpleaños para sorprenderte, vengo directo del aeropuerto.Justo en ese momento llego hasta el pomo de la puerta y la abro. Delante de mí está una muy hermosa y sonrojada Mia. Su cabello rubio ha adoptado nuevos reflejos marrones, y sus labios están igual de deseables como siempre.—¡Sorpresa! —chilla mientras corre a saltar sobre mí al verme, dejando su maleta olvidada en el suelo.—Wow —murmuro mientras el olor de su cabello se entromete en mis fosas nasales—. Estoy muy sorprendido.—¡Lo sé! —se separa de mí—. Qué bueno verte de nuevo, Key. Tengo muchas, demasiadas cosas planeadas para estos días. Vine con la intención de volver a intentarlo, de volver a lo que éramos antes.—Mia… no sé qué decir.—No te pienso abrumar. Hablaremos más tarde. Ahora, ¿piensas dejarme aquí todo el día? ¿No me vas a invitar a pasar?Señala el interior de la casa.—No, claro, pasa.Salgo para sostener su maleta y la acompaño a la sala, en donde encontramos a mis hermanas mayores todavía discutiendo sobre Rita.—¡Hola, chicas! —murmura Mia, saludando alegremente.Pam es la primera en fruncir el ceño, no intenta siquiera ocultar su desagrado.—¿Qué haces aquí? —pregunta ella.Noto cómo la sonrisa de Mia titubea. Ese gesto en sí me hace dudar sobre si es o no buena idea llevar a cabo los planes que tenía con Rita sobre la venganza. Mia se mira tan… vulnerable.—Lamento molestar —responde ella—, pedí unos días de permisos especiales en mis clases para poder aclarar unas cuantas cosas con Key. Espero que podamos reiniciar todo, no quiero que me odien ustedes también.Eileen resopla con fuerza, desviando la vista a sus uñas recién pintadas.—Eso lo hubieras pensado antes de serle infiel —responde Pam, su tono es mordaz y expulsa veneno con su mirada.El rostro de Mia se vuelve rojo.—Quiero aclararles que pasaba por un mal momento —dice ella—, no pienso pretender que me perdonarán rápidamente, pero quiero que sepan que me arrepiento mucho de las decisiones que tomé en el pasado.Mia mira en mi dirección, sus ojos suplicando clemencia.—Por favor, ahórratelo —responde Pam—. No quiero seguir escuchando esto… Eileen, vámonos.Eileen y ella salen de la sala, enviando miradas de odio hacia Mia mientras caminan a la segunda planta.—Key —grita Pam antes de perderse del todo—. Eres un idiota si decides perdonarla. No olvides todo lo que sufriste, todo lo que te lastimó, lo que ella te hizo.Mia desvía la mirada, sus ojos comenzando a empañarse.Frunzo el ceño, haciéndole un gesto a Pam para que cierre la boca y nos deje a Mia y a mí solos. Ella hace lo que silenciosamente le pido y sigue avanzando hasta perderse de vista no sin antes haberme sacado el dedo medio.—Lo lamento —murmuro—, mis hermanas son muy maleducadas.—Pero ellas tienen razón —dice Mia—. Te lastimé mucho… creo que fue un error haber venido.Justo cuando ella estaba a punto de salir huyendo de la habitación, mi mano cobra vida propia y la detiene a tiempo.—No te vayas —le susurro—. Viniste a hablar y eso haremos.Sus ojos lucen esperanzados ante mis palabras.—¿Podemos ir a otro lado? Creo que no será prudente si tus hermanas ven que sigo aquí. Ellas me odian.Asiento con la cabeza.—¿Quieres que lleve tu maleta en el auto?—Por favor.La escolto fuera de la casa, cargando con su pesada maleta mientras veo cómo se limpia la humedad de sus ojos.—Perdona que viniera sin avisar —murmura ella—. Tal vez tenías otros planes…—No, no importa.Entonces me detengo, recordando que tengo que ver a Rita para la clase de salsa a la que prometí asistir este mismo día.—¿Qué ocurre? —pregunta Mia, deteniéndose a mi lado.—Nada —murmuro de mala gana. Tendré que cancelar los planes con Rita.—¿Te interrumpo en algo el día de hoy? Porque si es así no hay problema, puedo ir a casa a ver a Rosie, ella sabe que llego hoy.Niego rápidamente con la cabeza.—Está bien. Cancelaré lo que tenía para hoy, no te preocupes.Caminamos hacia mi vehículo estacionado y me apresuro a abrirle la puerta. Mia nunca se acostumbró a la altura de mi camioneta así que la ayudo a darle un empujón para que suba y se siente.Ambos reímos al recordar que solía hacer eso por ella hace mucho tiempo atrás, cuando éramos novios.Con Rita no había necesidad de hacerlo, probablemente me golpearía antes de dejar que la tocara de “forma inapropiada” y, además, ella me daría un discurso sobre lo independiente que es y de cómo no necesita a un hombre en su vida para subir a un auto, aunque secretamente creo que amaría que la trataran como una flor delicada.Ruedo los ojos, riendo por dentro.—Veo que estás de mejor humor —comenta Mia cuando me subo a su lado y pongo el motor del viejo vehículo en marcha.Sonrío al pensar en Rita. Luego me retracto, ignorando esa sensación de malestar al tener que abandonarla el día de hoy; tendré que enviarle un mensaje para cancelar los planes.—No es nada —digo después de unos minutos, cuando Mia no puede dejar de verme—. Solo estaba pensando en cosas que me ponen de buen humor.—Espero ser una de esas cosas.—Claro que lo eres —le digo, sin querer admitir la verdad. Tal vez las peras no sean tan malas después de todo, no pueden serlo si me acuerdo de ella a cada instante.—¿En qué piensas tanto? —pregunta Mia luego de unos instantes—. No has podido borrar esa sonrisa de tu cara.Mi sonrisa se extiende al escuchar sus palabras.—Pienso en peras.—¿En peras?—Sí. En lo mucho que destacan de otras frutas.Mia se queda en silencio por unos segundos, resoplando con fuerza.—Para mí no tienen nada de excepcional —dice finalmente.—Últimamente no puedo dejar de pensar en peras —murmuro—. Olvídalo, es algo tonto.—A veces resultas ser todo un extraño, Key.—Lo sé, Mia. Lo sé.Suspiro en voz alta. Tengo que decepcionar a Rita el día de hoy, y no estoy preparado para lidiar con lo que eso me hace sentir. No estoy preparado para nada de lo que ella me hace sentir.Lo mejor será guardar eso en un compartimiento cerrado por los momentos, al menos hasta que Mia y yo tengamos una larga conversación.
Sí, eso será lo mejor.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 03, 2017 00:20

February 24, 2017

PFQMG - cap. 16 - Cómo entendí que lo nuestro es simple negocio


Key
—De acuerdo —dice Adam al siguiente día—. Me llama un poco la atención Anna, la prima de Marie.—¿En serio? ¿Solo un poco? —pregunto de forma sarcástica.Ambos estamos almorzando justo en el restaurante convenientemente ubicado cerca del bar en donde, el grupo para el que toco, Ósmosis, suele dar sus presentaciones. Adam me lanza un poco de su puré de papas cuando escucha mi tono de voz.—¿Quieres terminar con eso, por favor? Estoy siendo serio. Ella es…—No la recuerdo mucho pero sí sé que es bonita —digo, esperando su reacción.—Es muy hermosa —dice casi de inmediato—. Y parece ser demasiado inocente para alguien como yo, así que en su lugar pasé la noche con Marie.Casi me ahogo comiendo mi hamburguesa al escuchar sus palabras.—¿Pasaste la noche con Marie? ¿Después de dos meses de salir con ella, me estás diciendo que al fin hubo…?Él asiente con la cabeza.—Me extraña que no lo hubieras hecho antes —comento—, siendo ella como es… y tú como eres… supuse que el mismo día que la conociste ibas a atacar.Adam lleva un gran bocado de comida a su boca, masticando la carne con violencia.—No soy así de aventado —murmura en medio de cada bocado.—Claro que lo eres.—No, no lo soy.Suspiro en voz alta mientras regreso al ataque de mi hamburguesa. El lugar se está llenando de gente y las mesas a nuestro alrededor empiezan a ocuparse con rapidez.—¿Y? —pregunto con curiosidad luego de unos minutos en silencio—. ¿Qué tal estuvo la noche con Marie? Porque hay algo que tengo que reconocer, Marie es caliente.—Fue una locura —suspira de nuevo—. No sabía que Anna vivía con ella. Tendrías que haber visto su reacción al verme con Marie. Estábamos a punto de hacerlo sobre el sofá cuando Anna entró usando este uniforme sexi de camarera que…Adam imitó el sonido de una explosión, salpicando saliva en mi bebida.—Y lo perdí —continúa diciendo—. Sabía que ella nunca sería para mí. Tengo demasiado con lo que lidiar, y sé que seré su ruina si ambos decidimos intentar algo. Así que me acosté con su prima. Probablemente Anna escuchó todo lo que hicimos o no hicimos en esa cama. Ahora tengo vergüenza de verla a la cara, de seguro me odia.Arrugo la frente en concentración, masticando cuidadosamente al escuchar a mi amigo.—Eres patético —digo cuando termino de masticar—. En serio hombre, eres patético.Mi comentario me hace ganar otra cucharada de puré en la cara.—Así es como acaba todo lo relacionado con Annabelle Green y yo. No hay nada más pasando y no pasará nada en un futuro —murmura él.—¿Qué problema habría si algo pasara? —pregunto con verdadera curiosidad—. No le veo nada de malo.Adam resopla.—Yo predigo el futuro y digo que acabará mal.Ahora el que resopla soy yo.—¿Y desde cuándo te ha importado tener un futuro con alguien? ¿Te miras a ti mismo teniendo hijos con Anna?—Claro que no. No llegues a ese extremo. Lo que sucede es que cuando estoy con ella mi cerebro colisiona y digo la primera estupidez que se me ocurre, sin importar que eso me haga sonar como el más grande egoísta y bastardo cabrón de todos los tiempos.—Vaya, estás loquito por ella, ¿no es así? —me burlo un poco—. Veo que estás más que interesado.—No empieces con eso, Key —dice él, fulminándome con la mirada—. Era obvio que tendría que atraerme, tampoco es como si fuera inmune a sus encantos. Pero ya no quiero seguir hablando de Anna porque tengo ahora a Marie, y el sexo con ella fue intenso. Marie es insaciable. No necesito de Anna en mi vida, podríamos decir que ya la superé.—Guau.—Guau no, miau.—Miau será entonces.Adam nunca ha mostrado tanto interés en alguien por mucho tiempo y ahora parece que su interés despierta de una larga siesta y mira en dirección de la señorita Green. Lástima que él no pueda notarlo.Pasados unos minutos, ambos logramos terminar nuestra comida sin ningún contratiempo, bebiendo tranquilamente de nuestras botellas de cerveza.—¿Y averiguaste algo? —murmura Adam mientras observamos al personal del restaurante moverse de un lugar a otro.—¿De qué tenía que averiguar?—Ya sabes —carraspea viendo en todas las direcciones—. Sobre aquello que hablamos ayer.—¿Qué hablamos?Por supuesto que sé que se refiere a preguntarle a Rita sobre si Anna era o no lesbiana, pero me gusta hacerlo sufrir así que…—¡Sobre aquel asunto con Anna y Rita! —me grita él, deseserado.—Lo siento —murmuro con tono fingido—. No tengo idea de lo que hablas.Adam pasa su mano sobre su cara, molesto.—Sobre si a Anna le “iban” las chicas o los chicos.—¡Oh! Ya recuerdo… pues le pregunté a Rita y ella me dijo que no.—¿Que no qué?—Nop.—¿No?—Nein. Net, no.—¿No, qué? ¿No a los chicos o a las chicas?—No a las chicas… y no a los chicos como tú.—¿A qué te refieres con eso de los chicos como yo? Soy perfectamente normal. Si quiero, me puedo dedicar toda una vida a enamorarla.—A ver —suspiro en voz alta—. Hace unos minutos atrás dijiste que no querías nada con esa tal chica, Anna. Dijiste, y te cito: “parece ser demasiado inocente para alguien como yo” Incluso mencionaste que ya la habías superado. Ayer incluso recalcaste que no la merecías, ¿te estás echando para atrás ahora? Porque sinceramente no te estoy entendiendo.Él niega, mirándome con intensidad.—Es mejor si me la saco de la cabeza. Veré a Marie esta noche y será lo ideal para ambos.—Si esa mentira te ayuda en algo —me encojo de hombros—. Lo que sea, no soy nadie para decir lo contrario.—Y a ti tampoco te beneficia las mentiras que te dices sobre Rita —murmura él—. Sigue negando que no pasa nada.—Es que no pasa nada, en verdad.—Lo que sea —se encoje de hombros—. No soy nadie para decir lo contrario.—Ve a comer mierda —esta vez quien le lanza las sobras de la comida soy yo.Ambos reímos por las bromas y pronto nos ponemos de pie para separarnos cada quien por su lado. Adam nota que me demoro un poco más de lo usual cuando ve que me acerco de nuevo al menú del restaurante, colocado casi a la par de la entrada.—¿Qué sucede? —pregunta viéndome con interés—. No me digas que quedaste con hambre.Niego con la cabeza.—No es eso —veo el menú con detalle y le hago señas a la misma chica que nos atendió anteriormente en la mesa para que se acerque a mí—. La comida no es para mí. Tengo una chica enferma de la que cuidar y pienso llevarle algo con que alimentarla.—Mmm… ¿de casualidad esa chica no será Rita?—Solo estoy siendo un buen amigo.—¿Amigo? Claro, amigo mis bolas.—¿Y tú? ¿Solo vas a casa de Marie para verla exclusivamente a ella o también para codiciar a Anna?Adam me saca el dedo medio mientras se retira del restaurante, colocándose sus gafas de sol.—Mirar no es un delito —murmura antes de irse.—Mira todo lo que quieras —grito de regreso—, porque eso es lo único que podrás hacer.Adam vuelve a sacar el dedo medio mientras lo pierdo de vista.Me rio y me dispongo a comprar algo para Rita porque esta tarde seré el enfermero Key.El enfermero Key siente esta necesidad de cuidarla por alguna inexplicable razón, así que pido de todo un poco para luego ir directo a su casa. Esta será una tarde interesante.


Rita

—¡RITA, TU NOVIO ESTÁ EN LA PUERTA! —grita Rowen desde la entrada de la casa.—¿Qué novio? —murmuro para mí misma. Entonces mis ojos se abren desmesurados al pensar que puede ser Key y que me vería en el siguiente estado: pelo andrajoso sin lavar desde hace cuatro días, ropa holgada para estar en casa que cuenta con cientos de hoyos y manchas, calcetines con enormes caras de gatos grises y mi interminable suministro de pañuelos descartables sobre la mesa, todos usados—. ¡Mierda!Me apresuro a ponerme de pie, recogiendo lo que puedo para organizar un poco y tratando de colocar mi corto cabello marrón en un moño que se deshace inútilmente una y otra vez.El abuelo sale de su habitación usando, gracias a Dios, un par de shorts azules que le llegan a las rodillas y un gorro extraño de color verde oliva. Nada más. Sin camisa, es como si fuera un delito para él usarlas.—Rowen —grito con desesperación—. Dile que espere afuera…Pero ya es tarde porque Key se pavonea dentro de mi sala, vestido con una de esas camisas a cuadros que tanto ama, cargando varias bolsas plásticas en la mano.—¿Adivina quién trajo comida? —es lo primero que me dice, extendiendo sus brazos que llevan las bolsas.—¡Comida! —grita Rowen. Sus libros de estudio están esparcidos por toda la mesa, en donde minutos antes se dedicaba a hacer su tarea ahora olvidada ante la palabra “comida”.El abuelo merodea la cocina cuando ve a Key dirigirse cómodamente hacia el espacio donde se encuentran ubicados los platos.—Veo que estás muy familiarizado con la ubicación de las cosas —comenta el abuelo—. Parece que alguien no ha perdido el tiempo mientras no estamos en casa.Esto último lo dice viendo en mi dirección, guiñándome un ojo.—Vino ayer —murmuro de mala gana—. No pienses mal, me trajo sopa y algunos medicamentos.—Oh, no. No me molesta para nada. Siéntete como en casa, muchacho. Mi hijo debe estar durmiendo en estos momentos, pero estoy seguro que le encanta que estés aquí… Oh, y espero que nos dejen alguna señal el día que quieran, ya saben —dice él guiñando un ojo—. En mi época dejábamos puesto un calcetín rojo en la puerta para avisar que teníamos compañía femenina en la habitación; y dejábamos uno gris en caso de que la compañía fuera masculina.El abuelo vuelve a guiñar el ojo.Ugg, no necesito escuchar eso. El hombre es todo un pervertido.—Abuelo, ponte una camiseta —le digo, cruzándome de brazos—, y basta de suposiciones extrañas. Rowen está en la misma habitación y te está escuchando.Él descarta mi petición con una mano, restándole importancia.—El niño ya sabe todas mis historias —dice él—. Como aquella cuando supervisaba una obra en Cancún y contraté a siete albañiles que terminaron alquilando diez prostitu…—¡Abuelo! —lo regaño—. No enfrente de Rowen. Te lo prohíbo.El abuelo, en sus mejores épocas, se dedicó a trabajar supervisando obras de construcción en diferente países del mundo, eso fue antes que se quebrara la espalda en uno de sus trabajos y lo declararan incapacitado para ese tipo de empleo.Key escucha atentamente todo, riendo con las palabras de mi abuelo.—Abuelo, te lo vuelvo a repetir —digo—: ve a ponerte una camisa.—Ningún hombre puede aguantar usar camiseta con este calor. Es más —señala a Key—. Te doy mi permiso para que te quites la tuya.Key sonríe de oreja a oreja.—¿De verdad? —pregunta él muy emocionado.El abuelo asiente mientras yo niego con la cabeza.Si Key se quita su camisa no sé de lo que soy capaz de hacer. Tal vez mirarlo descaradamente por horas y luego soñar con él.—¿Yo me puedo quitar la camiseta? —pregunta Rowen, tomando una rebanada de pizza que venía en uno de los paquetes de comida.—No —lo regaño—. Nadie se quitará sus camisas.Cinco minutos después y los tres hombres estaban sin camisa, a pesar de mis protestas.Pronto el abuelo le ayuda a Key con la comida en la cocina, abriendo bolsa por bolsa y lamiéndose los labios cuando ve algo que le gusta.Russell acaba de venir de la escuela así que aún está usando su uniforme de rayas azules y grises y no su leal calzoncillo roto. Él también sale de su habitación al oírnos discutir sobre conservar los pantalones esta vez, y entra en la cocina, guiándose por el olor de la comida.—¿Otra vez él aquí? —pregunta mi hermano en voz alta cuando ve de pie a Key—. ¡¿Qué hace él sin camisa?! Rita, tú no puedes tener a tu novio desnudo en esta casa.Se voltea a verme realmente furioso.—No es mi novio —admito—. Creo haberlo dejado en claro ayer; y además fue el abuelo quien lo persuadió para quitarse la camisa.—Solo trajo comida —murmura Rowen esta vez con un pedazo de pollo frito en la boca—. Está muy bueno, come.Russell frunce el ceño mientras mira con desagrado la comida. Luego de unos minutos, y motivado por el hambre, deja de lado su orgullo y comienza a escarbar entre los alimentos.—Gracias Key —murmuro cuando estoy a su lado—. No tenías por qué hacerlo, pero igualmente gracias.Ignoro muy fuerte el hecho de que está sin camisa, dejándome ver sus hermosos pectorales y su torso ligeramente bronceado.Trato de aclararme la garganta mientras noto una breve gota de sudor bajar por su cuello y dirigirse más abajo…—Estás enferma —dice Key e inmediatamente quito los ojos de la gota, sí, soy una enferma, ¿cómo lo supo? —. Tengo debilidad por curar lo que está herido, o armar aquello que está roto. Se puede decir que es mi especialidad. Pero, sobre todo, quería cuidarte.Sus palabras tocan un punto sensible que me niego a profundizar. Carraspeo mientras voy en dirección a la comida que se ve deliciosa pero que no puedo oler en absoluto.—No es justo que traigas la comida más rica cuando estoy tan constipada que no puedo ni saborear nada —cambio de tema para no profundizar en sus palabras anteriores.—Ya te dije que la traeré de nuevo cuando mejores, para que la pruebes sin ningún problema. Ahora —Key da una palmada—, traje juegos de PlayStation para retar a tus hermanos.Key saca de otra de sus bolsas una variedad de video juegos y se las muestra a mis hermanos que, justo ahora, están devorando unas alitas de pollo.Russell ríe en voz alta.—No tenemos Playstation —le informa a Key.—¿Cómo? ¿De ninguna clase? —pregunta él, perplejo.Rowen niega con la cabeza.—Ninguno —confirma—. Le suplicamos a Rita por uno, pero no lo pudo conseguir.Mi rostro enrojece por un momento, recordando cuánto me habían suplicado los chicos, pero eran muy caros y se me hacía mucho para poder comprarlo.—Qué bueno que traje entonces el mío —sonríe Key, victorioso—. Vamos por ella, está en mi auto.Por primera vez, los ojos de Russell se iluminan y le dedican total admiración a Key.—¿Ella? ¿De verdad la traes contigo? Rita no nos puede pagar una —dice él de mala gana—. Sería genial si la tuvieras.—Claro que la tengo, y sí, es una ella. Su nombre es Vanessa. Me imaginé que estarían aquí, aburridos un viernes por la tarde, viendo a Rita toser su pulmón… Justo cuando menciona la palabra “toser” mi garganta comienza a picar y decide toser con fuerza en esos momentos.—Hagamos algo —dice Key cuando mi episodio acaba—. Si me ganan jugando en algún juego, les regalaré mi querida consola.—¿Qué? —murmuro—. Key, claro que no. Yo estoy ahorrando para comprarles una.—Tranquila, esta es el modelo pasado. Está ligeramente usada pero aún funciona a la perfección.—¿Es una broma?—Claro que no. Pero será suya solo si me ganan.Mis hermanos menores aceptaron, contentos por la competición.—De acuerdo, pero yo también quiero jugar —digo después de unos segundos.Todos abuchean en mi dirección, pero Key simplemente me guiña el ojo.—Perfecto entonces. Les presentaré a Vanessa, mi PlayStation 3.

*****
Al parecer soy muy buena cazando zombies y degollando ladrones. Mis hermanos no han podido vencerme y hasta ahora Key y yo llevamos el mejor puntaje del juego.—Vamos, zombie —digo a la pantalla, totalmente concentrada—. Acércate a mí, tengo mi cuchillo de mano directo para tu cabeza.Entonces el zombie digital de la pantalla se abalanza hacia mi jugador y yo lo hago papilla mientras corto una y otra vez en su cabeza. La sangre digital salpica la pantalla y mi puntaje sube al máximo. Soy un astro en este juego.Cuando alguien pone la pantalla en pausa es cuando me doy cuenta que hay cuatro pares de ojos observándome con asombro: Key, Russell, Rowen y el abuelo.—Si hay un apocalipsis zombie —dice Key— voy a recordar unirme contigo. Eres muy competitiva y agresiva.—¿Qué? —resoplo—. Claro que no lo soy.—Sí lo eres —murmura Russ—. No hemos podido jugar nada gracias a ti. Rita ya danos el control, queremos jugar.Él se mueve para arrebatarme el control de mi mano, pero lo detengo a tiempo.—No he terminado.—¡Rita! —grita Rowen, desesperado—. Has jugado tú sola por la última media hora, es nuestro turno. Ve a besarte con tu novio.—No es su novio —dice Russ de mala gana—. Pero sí, dame el control. Ya fue mucho por hoy.Key se ríe de mí cuando, repentinamente, escondo el control en el escote de mi blusa.—Los reto a que lo saquen de allí entonces —digo realmente enojada.—¡Qué asco! —dice Rowen, haciendo sonidos de arcadas—. No quiero meter mi mano en eso, no te has bañado en tres días, debes oler feo.Le pego en el brazo para que se detenga.—No mientas, Row —lo amenazo en voz baja—. Me bañé esta mañana, solo que estaban dormidos y no escucharon cuando lo hice.—Claro que no, papá te obligó a bañart… ¡Au!Le pego de nuevo para que aprenda a cerrar la boca.—¿Puedo intentar tomarlo? —interrumpe Key, divertido con toda la situación.Russell, al escucharlo, inmediatamente se pone de pie.—A mi hermana no la toques —dice, luciendo enfadado y molesto.—Aww, Russell, ¿estás protegiéndome? —digo—. No pensé que miraría este momento. De acuerdo, de acuerdo. Jueguen ustedes, yo hablaré con Key en otro lado.Les hago entrega del control y veo cómo el ceño fruncido de Russell se convierte en una sonrisa cuando le entrego el mando.—Sígueme, vaquero. Pero antes, ponte tu camisa —le ordeno.—Tranquila —dice él tomando su camisa de donde la dejó, sobre el sofá de la sala—. Sé lo mucho que has estado distraída al verme. Ya me la vuelvo a poner.Lo fulmino con la mirada.—No he estado distraída. Es que tengo bajas las defensas, ya sabes, por la gripe.—Claro, voy a dejarlo pasar solo porque yo he estado distraído con tus calcetines de gato. Son muy lindos.Escondo mis pies aún más para ocultar mis calcetines de gatos.—Deja de ver mis gatos —lo regaño.—Miraré tus gatos todo el tiempo que quiera.—Los va a intimidar.Me saca la lengua mientras se acomoda su camiseta.—Dime, Rita —murmura él luego de unos instantes—. ¿Los calcetines de gato son para asustar a los ratones?Le doy un golpe en el hombro.—No empieces a bromear sobre la fobia más grande que he tenido en mi vida. Además, apuesto a que tú tienes una de esas fobias comunes como el miedo a las cucarachas.Él frunce el ceño.—Yo no le tengo miedo a nada —dice rotundamente.—Mmm, ya veremos.Decido tomarlo de la mano para guiarlo hacia el patio trasero de la casa porque veo al abuelo mirarnos con mucha atención, guiñando un ojo cuando ve que lo estoy observando.—¿Me llevarás a tu habitación? —pregunta Key mientras lo alejo del caos que se ha convertido la sala.—Ni en sueños.—De acuerdo, solo decía.El patio trasero es un asco: es diminuto, no hay áreas verdes ya que una plancha de cemento recubre todo el suelo, y papá improvisó un columpio de madera mal hecho hace algunos años atrás para Russell y para mí justo en la esquina, en donde el moho crece con libertad sobre el muro. Allí es donde le pido a Key sentarse, y me siento junto a él de igual manera.—Qué bonita vista —dice él.Resoplo con fuerza.—Es el muro del vecino —contesto.—Es bonita, igual.—Eso es pura basura.Nos mecemos por unos instantes y dejo que mis pies se apoyen en el suelo.—¿Cómo te has sentido? —pregunta Key luego de unos minutos.Suspiro con fuerza.—Decepcionada.Él frunce el ceño, girando su cuerpo para mirar en mi dirección.—¿Qué ocurrió? —pregunta.Vuelvo a suspirar, un suspiro acompañado de una tos con flema que se escucha por toda la casa y que dura más de lo que me gustaría.—Lo siento —me disculpo con mi rostro muriendo de vergüenza una vez que mi tos se detiene—. Y estoy decepcionada de mí misma.—¿Por qué estás decepcionada de ti misma?—Porque cometí una estupidez esta mañana.—¿Qué clase de estupidez?—No lo quiero recordar —me llevo ambas manos a la cara.—Cuéntame.Niego con la cabeza, avergonzada de solo recordarlo.—Vamos, Rita —dice Key tomando mi hombro—. Quiero creer que somos amigos y que, como amigos, nos vamos a ayudar mutuamente.—Pensé que nuestra relación era más como empleador y empleado.Él niega con la cabeza, acomodando las mangas de su camisa.—Es más que eso —murmura.Retiro las manos que todavía tengo sobre mi cara, sacando mi labio inferior, a punto de querer llorar.—Es que… —casi me pongo a sollozar—. ¡Todavía me culpo por ello!—Habla ahora.—¡Me anoté a clases de salsa y…!—¿Eso es lo que te tiene decepcionada?—Déjame terminar —le digo, silenciándolo con la mirada—. Me anoté en clases de salsa, pero no tenía pareja de baile y en esa clase es obligatorio asignarme una pareja, así que…Key me mira, sus cejas elevadas instándome a continuar hablando.—Así que te anoté como mi pareja de baile —termino la frase.Él abre la boca y la vuelve a cerrar. Entonces, justo cuando creo que se va a enojar conmigo, su sonrisa me toma por sorpresa.—¿Me anotaste a mí como pareja de baile?Asiento con la cabeza.—Es que Lucy Xiang, mi vecina, está tomando las mismas clases y me animó para ir esta mañana a inscribirme —explico un tanto avergonzada—. Resulta que teníamos que formar parejas para la inscripción, y parece que solo yo y otro chico cuya boca apesta a pescado rancio, éramos los únicos solteros. Así que mentí y dije que ya tenía una pareja que me acompañaría el día de la clase.—¿Qué día es?—No tienes que ir si no quieres —me apresuro a decir—. Mañana comienza la primera lección, es en la tarde.—De acuerdo —dice él entusiasmado—. Cuenta conmigo. Nunca he practicado salsa, pero suena divertido.Sonrío estando de acuerdo.—Gracias Key, te lo debo en grande.—Oh, oh, oh. Nadie dijo que lo haría de gratis.Mi ceño se frunce con rapidez.—¿Quieres que te pague en efectivo? —pregunto con incredulidad.—Nop. Quiero otra clase de favor.Elevo una ceja mientras lo observo llevarse una mano hacia el mentón.—No hago esaclase de favores —le aclaro.—No malinterpretes.—Bien, ¿qué quieres?—Mi hermana, Eileen, hará una fiesta este lunes.—¿Fiesta un lunes? —lo interrumpo—. Eso es extraño.—Lo sé, pero es una fiesta especial a la que quería que fueras conmigo.Mi cuello pica y evito mirarlo a los ojos. ¿Fiesta especial? ¡Le gusto! ¡Le gusto!Evito hacerme demasiadas ilusiones mientras recobro el sentido que, por un momento, perdí.—¿Por qué es una fiesta especial? Tu familia tiene demasiadas celebraciones en el mismo mes —digo.—Lo sé —admite—, pero como que es mi cumpleaños y es algo inevitable. Mis hermanas siempre hacen esta fiesta por mí, aunque no lo quiera.—¿Es tu cumpleaños? —digo abriendo mucho mis ojos—. No lo sabía. ¿Cuántos años cumples?Key rueda los ojos y desestima mi pregunta con un movimiento de su mano.—Ese hecho es lo de menos. Lo que quiero decir con esto, Rita, es que Mia va a estar ese día en mi casa. Ella nunca se ha perdido una de mis fiestas de cumpleaños.—Vaya —no sé por qué, pero la idea de ella estando cerca de él ese día me enoja mucho. Muchísimo—. Bien.Desvío la mirada hacia el suelo.—Quisiera que ese día cobráramos la venganza, allí mismo en la fiesta. ¿Qué te parece?Alzo los ojos y me enfoco en los suyos.—Claro. ¿No sientes que es demasiado pronto?—No, para nada. Me parece que es el día ideal para hacerlo.—Bien, acepto. Sabes que no tengo problema en nada.—Quisiera que ese día me besaras —dice de último.Mi ritmo cardiaco se acelera, a punto de colisionar.—¿Qué?—Lo que escuchaste. Quiero que ese día me beses frente a todos.—¿Yo?—No, obviamente tu hermana gemela —responde él con sarcasmo—. ¡Claro que tú!—Pero ya me has besado antes —explico, mi frente comienza a sudar—. No creo…—Es parte de la venganza, ¿recuerdas? Solo será para que Mia lo vea.Y con esas palabras mata todas mis ilusiones.Claro, otro trabajo que realizar. No es porque él quiera hacerlo en verdad, solo son negocios. Bien.—De acuerdo —acepto de mala gana—. Lo haré. Te besaré ese día.La sonrisa de Key se extiende por todo su rostro.—¿Crees que para ese día te sientas mejor? —pregunta Key—. ¿Te hará bien ir mañana a las clases de salsa?—Claro, claro —respondo con mi mente en otro lugar.—Perfecto. Ahora, vamos, o si no tu hermano Russell me despellejará vivo —se ríe.—No entiendo qué le pasa —le digo con sinceridad, aún distraída por su propuesta del beso—. Él no es así.—Son los celos de hermano, lo entiendo. Yo a veces soy así con mis hermanas.—Ow, Keyton, qué lindo de tu parte.Pronto nos ponemos de pie para entrar en la casa, caminamos hasta la sala donde, el sonido de disparos y gruñidos, sale de forma potente del televisor.Russell y Rowen se pelean por el mando y uno comienza a morder al otro en el brazo. Tengo que detenerlos y Key me ayuda a separarlos.—Muy bien chicos, me tengo que ir ya. Me despido de ustedes —me señala con su dedo índice—. Te veré mañana en la tarde, ¿correcto?Asiento con la cabeza, gustándome la idea de verlo pronto.¡Dios mío, me estoy volviendo cursi!Borro la tonta sonrisa que se forma en mi rostro.Seria, Rita. Seria. Concéntrate, carajo, no te derritas porque un chico lindo te presta atención.—Te veo mañana —lo despido de forma cerrada, justo al mismo tiempo que me da por estornudar.—¡Salud! —grita Key, se acerca para darme un beso en la mejilla.Colapso casi al instante.—¡Te puede dar gripe! —me alejo de él por varios pasos—. No lo hagas. Estás muy cerca.Él eleva una de sus cejas y me sonríe.—De acuerdo. En ese caso, me retiro. Oh, y antes que se me olvide —dice viendo en dirección a mis hermanos menores—. La PlayStation es toda suya, es un regalo de mi parte.—¡Key! —grito de mala gana—. No lo hagas, está bien, puedes llevártela.—¿Estás bromeando Rita? —pregunta Rowen—. ¡Es nuestra! Lo que se regala no se devuelve, tú misma nos lo has enseñado.—Yo no les enseñé eso —los regaño—. No mientan.—No mentimos —me dice el niño—, tú eres la que se está volviendo mentirosa. Primero sobre tu falta de baño y ahora con est…Le cubro la boca con mi mano y sonrío en dirección a Key.—Hasta luego, Key. Te veré cuando te tenga que ver.Finalmente, él se va y fulmino con la mirada a mis hermanos menores.—Ustedes parecen hacerme la vida imposible, ¿no es verdad? —pregunto una vez que Key desaparece de mi casa.—¿Por qué te importa lo que él piense? —pregunta Rowen. Y justo así, no sé qué responderle.¿Por qué con Key sí me importa lo que él piense de mí?¿Será que me gusta Key? Es agradable, pero no me puede gustar, me niego a que me guste. ¡No me puede gustar! No.Bueno, tal vez me gusta un poco. Nada más.No. No me gusta nada.—Rita, ¿te gusta Key? —vuelve Rowen con sus preguntas.—No seas tonto —responde Russell mientras continúa jugando—. Rita no cree en el amor, ella nunca se va a enamorar, ¿verdad?Les dedico una sonrisa forzada.—Por supuesto —respondo—. Eso no es para mí.—Aunque me está empezando a caer bien el chico —murmura Russ—, nos regaló a Vanessa.A mí también me empieza a caer bien, y eso puede acabar mal de muchas maneras.No te enamoras de un chico que todavía sigue pensando en otra. Es mejor no enamorarse, y punto. Así mantienes tus emociones controladas y tu boca no vomita lo primero que se te viene a la cabeza cuando miras a esa persona.Negocios, Key y yo solo seremos negocios. Me lo repito una y otra vez.Sí, claro, negocios.Conciencia, cállate.
Y, con las imágenes mentales sobre un Key sin camisa (enseñando sus deliciosos pectorales mientras cientos de gotas de sudor le caen por el torso), mi conciencia me deja en paz.
 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 24, 2017 22:34

February 2, 2017

PFQMG - Cap. 15 - Cómo conocí tus secretos


Rita
La noche alrededor de la fogata pronto termina. Nuestro equipo, el azul, estuvo a punto de ganar en la competencia, pero nuestra historia de terror fue realmente patética gracias a Elena. Su voz y presencia arruinó por completo el ambiente cuando contó algo sobre un pirata borracho atrapado en una cueva que come su propia pierna.Lucca, nuestro líder de grupo, se lamentó de no haber elegido a Pam con su historia de las monjas.Y así terminó la noche, dando paso al día. Key y yo desayunamos juntos y bromeamos cuando Marie bebió una caja de leche que ya había caducado e inmediatamente fue al baño a vomitarla.Como este era el último día en el campamento, los grupos nos unimos de nuevo para tomarnos fotografías juntos y varios me felicitaron por mi relación con Key, incluso hubo dos de sus tíos que me pidieron que los llamara por su nombre de pila porque me consideraban parte de la familia. Si tan solo supieran que yo era un engaño.Ese mismo día Key y yo viajamos juntos en el autobús, y esta vez no me bajé en ninguna de las paradas. Las hermanas de Key iban a mi lado, platicando y burlándose del pobre Keyton y su obsesión por las grandes hebillas y sombreros de cowboy.Más pronto que tarde, termino en la puerta de entrada de mi casa, en el asiento del auto de Key (ya que él se había ofrecido a dejarme), escuchando una canción de 30 Seconds to Mars que parece adecuada para el momento porque habla de una hermosa mentira; y eso éramos él y yo, una mentira. No me bajo de inmediato del auto, ni él hace señas de querer que me vaya tampoco.—De acuerdo —menciona, apagando el motor del vehículo—. Fue muy interesante haberte conocido, Rita… o Andrea Cipriano, como sea que te llames.Me guiña un ojo y yo me rio en voz alta.—Es Rita y lo sabes —contesto. Tal vez esta sea la última vez que nos veamos… El trabajo de ambos ya ha concluido. Mia no está cerca, sus hermanas saben que lo nuestro no es real, y no me necesita para ninguna otra farsa.—Le agradaste a mi familia, eso es un logro muy alto —comenta él luego de unos instantes.—Es extraño, por lo general no le caigo bien a la gente. Como te dije antes: soy una rara pieza humana con sentido del humor atrofiado.—Solo tú podrías decir “pieza humana” y “atrofiado” en una misma oración.—Bienvenido a mi mundo.Suspiro en voz alta, jugueteando con el colgante de alas de ángel que mantengo siempre en mi cuello.—Para mí eres una pieza humana muy interesante —dice Key, haciéndome sonrojar.—Eso dices ahora porque no me conoces bien todavía.—Espero conocerte mejor entonces. Además, me debes la venganza de Mia. No lo olvides.—¿De verdad quieres vengarte de ella? Sé que estás muy enamorado todavía, independientemente de lo que te haya hecho.Key suelta el aliento que parece estar sosteniendo, y me sonríe con nostalgia.—Pienso que, de esta manera, tal vez pueda superarla. No se me ocurre nada más. Fueron siete años los que estuvimos juntos, ¿sabes? Siete años de memorias y secretos compartidos que ahora no le interesan… o tal vez nunca le interesaron. Me acostumbré a tenerla cerca para todo.Key suspira de forma ruidosa.—Estar con ella era cómodo —comenta finalmente.Asiento con la cabeza, entendiendo el sentimiento.—Ella te engañó, lo entiendo —respondo—. Sé que no estoy en posición de juzgar a una persona, pero tengo cierta experiencia con el tema de la infidelidad. A veces, y aunque no lo creas, la mejor venganza es vivir feliz y tener una buena vida.—¿Estás hablando de tu ex novio? Me refiero a la experiencia. Por cierto, ya hice que lo despidieran, la familia apoyó mi decisión. No tendrás que volver a preocuparte por Gabriel.Ahora soy yo la que sonríe con nostalgia.—Gracias por eso, y no, no me refería a Gabriel en esta ocasión —me reclino contra el asiento y miro hacia mi pequeña casa del color de una sandía madura. Ya es algo tarde y el sol está a punto de ocultarse, pero las luces se encuentran encendidas desde antes—. Se trata de mi madre.Key se gira en su asiento para verme a la cara. No me gusta contar nada sobre mi patética vida porque no me gusta que crean que soy la víctima en algo, pero siento confianza con él. La única otra persona que sabe sobre mi madre es mi mejor amiga, Anna.—¿Qué pasa con tu madre? —pregunta Key—. Adelante, puedes contarme.Trago saliva.—Mi madre… Ella y papá me tuvieron a muy corta edad. Mamá siempre tuvo el sueño de ser famosa y triunfar de cualquier forma, ya sea en la actuación o en el canto; cuando consiguió su primer trabajo en un comercial, comenzó a pasar más tiempo lejos de casa, teniendo grandes periodos de ausencias porque siempre estaba filmando alguna toma para un comercial barato de sodas. Mi papá fue quien me educó y se quedaba en casa conmigo. Él no quería decirlo, pero sabía que estaba desempleado la mayoría del tiempo; por culpa de ella renunciaba a muchos trabajos.»Fue entonces cuando mamá apareció en casa una tarde, recuerdo que era domingo. Un señor gordo y con enorme bigote esperaba por ella en su vehículo. Dijo que se marchaba con él porque podía darle una mejor vida, una vida de estrella que ella merecía. Más tarde me enteré que el tipo era dueño de algún circo.—Eso apesta —comenta Key cuando logro callarme por unos segundos, reviviendo el terrible día que me abrió los ojos a quién era mi madre en verdad.—Lo sé. Ella se fue y regresó esporádicamente luego de eso —continúo—. Cuando apareció de nuevo unos meses después, yo estaba muy molesta con ella; papá sufrió mucho… aún sufre por ella. Me enteré que el tipo del circo era casado y que ahora salía con otra persona. Cuando mi madre localizó su siguiente objetivo, su siguiente hombre, se fue nuevamente de casa con alguien más. Regresó años después, embarazada de mi hermano Russell. Estuvo con el bebé por apenas un mes y luego se marchó con otro hombre, dejando a Russell con nosotros.—Debo decirlo —dice Key—. Tu madre es una…—Perra —completo yo por él—. Lo sé.—Ella no los merece ni un poco.—Gracias, opino lo mismo —comento—. De igual forma, ella llegaba esporádicamente cuando se le acababa el dinero. Mi padre había conseguido trabajo en esta compañía de publicidad y le iba bien. Ella se quedó por unos meses más, sacándole todo el dinero que podía, pero luego se marchó. Regresó mucho tiempo después, ya embarazada de su tercer hijo: Rowen.—Adivino, ¿lo dejó también al cuidado de tu padre?Asiento con la cabeza.—Así es. Yo fui quien prácticamente los educó. Creo que ellos no me miran como hermana mayor, me miran como su madre ya que ella apenas y reconoce su existencia.Ambos permanecimos así, en silencio, por unos breves minutos hasta que acabara la canción y comenzara una nueva.—Pero basta ya de hablar de mi patética vida —comento, recordando el motivo por el cual le cuento mi historia—. Mi punto con esto es, Key, no dejes que esta chica te manipule y atraiga de nuevo como una serpiente haría con su presa; así como dijiste que mi madre no merecía tenernos, ella no merece tenerte. Que tu venganza sea vivir tu vida lo más feliz que puedas, sin ella.Key desvía la mirada hacia el frente.—Sé que debería ser así…—Pero es más fácil decirlo que hacerlo, ¿verdad?Él asiente con la cabeza.—Bien —acepto—. Para eso estoy… vamos a enseñarle a esa chica que eres feliz sin ella. Que no la necesitas. Esa será mi venganza para ella.—¿Cómo vas a hacer que eso pase? Lo veo difícil.—Para eso me tienes —digo con convicción—. Espera mi llamada en estos días, vaquero. Y ya deja de estar triste, el dolor nunca dura una eternidad, se detiene en algún punto.—Bien, pequeño saltamontes de consejos sabios.Ruedo los ojos.—¿Estás bromeando? —resoplo—. Es la peor comparación de todos los tiempos. No sé dar consejos, además, soy alta. No puedo ser comparada con un saltamontes, tal vez con una jirafa.—No lo sé —murmura él, tocando su barbilla con dos de sus dedos—. Como que prefiero a las chicas altas. ¿Te digo un secreto? Me da un poco de pereza inclinarme para besarlas. Así que siéntete del tamaño correcto, o al menos eres del tamaño correcto para mí.Mis mejillas pronto se encienden con su comentario. Mentalmente estoy convenciéndome que no lo dice por mí, nop. No puede serlo.—Y lo digo por ti —aclara—. Hay algo en ti que me llama la atención y quiero saber qué es. ¿A quién quiero engañar? ¡Está coqueteándome!  ¡A mí! Alguien debería pellizcarme muy fuerte. Mi voz interna me pide que me case con él de inmediato, antes que cambie de opinión.¡Basta, voz interna, nos va a escuchar!Rápido, tonta, cásate y ten diez hijos con el hombre. Deja buena herencia.Nooooo.Síííííííííí.—¿Rita? —escucho mi nombre y pronto veo una mano viajar frente a mi rostro, tocando mis mejillas—. ¿Estás allí?Parpadeo varias veces, tratando de recuperar la compostura.—¿A dónde más estaría? —pregunto, quitando la mano de Key—. Entonces, Key, deberías de ser menos perezoso, lo vas a necesitar. No todas tus chicas tendrán la suerte de tener mi altura de jirafa. Tal vez sea eso lo que te llama atención sobre mí, créeme, soy aburrida una vez que me conoces a fondo.Comienzo a desatar el cinturón de seguridad y a salir del auto.Siento la mano de Key tomar la mía, impidiendo mi salida rápida.—No tan rápido, Patchie. No creo que eso sea el porqué de llamarme la atención. Y, además, me debes algo y lo tomaré, seas jirafa o ratón, no me importa.Mi rostro se gira para ver el suyo.—¿Qué te debo? ¡Y ya deja de llamarme Patchie!Frunzo el ceño mientras me concentro en ver su bonito rostro. Tiene un lunar bastante escondido cerca de su párpado izquierdo, tiene forma de salpicadura de pintura.—Me debes esto —susurra.Entonces él se inclina en su asiento, apoyando su codo también en mi asiento. Pronto sus labios tocan los míos y sus manos toman mis mejillas con suavidad.Mantengo los ojos abiertos por la impresión, pronto comienzo a cerrarlos.Mi instinto natural me dice que debo apartarlo y darle una cachetada por el simple atrevimiento. Pero la otra parte, la romántica, me dice que cierre la boca y disfrute.Por una vez en la vida, le hago caso a la parte que menos me gusta de mí: la romántica, y pronto mis labios se imprimen en los suyos, siguiendo su ritmo propio.La mano de Key obtiene valor y baja hasta mi cuello, moviendo su pulgar por mi clavícula; la otra mano sujeta mi cabeza para profundizar y el beso.El momento parece eterno, hasta que una voz lo arruina todo:—¡Wooaaa! ¡Rita tiene novio paaaaaaapá!Los gritos que se escuchan afuera del vehículo hacen que me despegue enseguida de los jugosos labios de Key.Miro asustada hacia donde mi hermano menor, Rowen, está saltando sobre la acera, usando únicamente sus calzoncillos de Capitán América.—¡PAPÁ, RITA SE ESTÁ BESANDO CON SU NOVIO! —grita el pequeño demonio.Esto pasa cuando dejo que mi lado romántico salga de su cueva sin luz.Me apresuro a salir del auto, directo a darle una paliza al niño, pero de pronto noto a mi otro hermano menor, Russell, saliendo directamente de la casa seguido de papá y el abuelo.Mi boca se abre y mis mejillas se prenden en vergüenza cuando veo que todos aparecen en fila… usando únicamente sus calzoncillos de color blanco.—¡Papá! —grito—. Ve a cambiarte, por favor. ¡Abuelo, no enseñes tu barriga!Papá tiene una cerveza en la mano, mirando a hurtadillas sobre el hombro de Russell quien trata de ver quién está dentro del vehículo.Escucho que Key baja también y corre a mi lado.—¿Ese es tu novio? —murmura mi abuelo, tiene la poca decencia de rascar su ombligo mientras camina perezosamente para ver a Key, él incluso tiene el valor de pasearse en sus calcetines con hoyos en los dedos gordos—. ¡Hola muchacho! ¿Eres el del otro día? El que me preguntó el nombre de mi Rita, ¿cierto? El de las revistas.Key asiente con la cabeza, tratando de no reír.—Sí señor, gusto en verlo de nuevo —habla él.Me llevo una mano a la frente, preguntándome si podría morir de vergüenza propia o ajena, la que sea.—Chicos, todos adentro. Los vecinos los van a ver en ropa interior —los regaño—. ¿Papá? ¿Podrías por favor…?Le señalo a él la puerta de entrada, pero se encoge de hombros y camina a la par del abuelo, paseándose en sus calzoncillos que una vez fueron blancos y hoy son amarillos, esos que se aflojan en la cintura porque están tan viejos que incluso todo el elástico se gastó debido al uso.—¿Quién es él? —pregunta apuntando con la boca de la botella hacia Key—. ¿Es tu novio, hija?—¿Cuánto has bebido? —le reclamo—, lo siento mucho Key. De seguro está tan borracho que no recuerda que tiene algo de pudor o decencia. Todos deben estarlo. O drogados.—¿De qué hablas? Esta es la primera —comenta él, frunciendo el ceño—. Solo yo bebo y lo sabes.—Papá, no estás ayudando en nada —le reclamo con una mirada mortal.—¡Los vi besándose, papá! —grita Rowen mientras toma la mano de mi padre y lo guía más cerca de nosotros. Esa pequeña sabandija. No pagaré el cable y le tendrá que decir adiós a Bob Esponja—. En la boca, era asqueroso. Parecía un concurso de quién metía la lengua primero dentro de la cavidad del otro. Cavidad: C-A-V-I-D-A-D.Deletrea esta última parte y luego aplaude como si fuera un bonito juego y él ganara el primer lugar.—Además —continúa—. ¿Quién quiere besar a Rita si la boca no le huele bien en las mañanas?Me sonrojo por millonésima vez.—Enano, será mejor que entres de una buena vez antes que decida reubicar tu oreja hasta donde está tu boca —lo amenazo—. Ve a ponerte algo de ropa y no te metas en la vida de los demás.—En realidad —dice Key—. Su aliento olía a tarta de fresa. Comimos una de camino a casa, fui estratégico.Key le guiña el ojo a mi hermano menor.—¿Tarta de fresa? ¿Trajeron algo? Tengo hambre, papá no sabe cocinar muy bien. Quemó mis tostadas favoritas.—La próxima vez lo haré —responde Key.—Está bien. Trata de no besar a Rita muy seguido tampoco, a veces le gusta comer cosas que se cayeron al suelo.Mi sistema nervioso entra erupción como un volcán y grito con desesperación.—¡Todos entren a la casa de inmediato!Nadie me escucha, y en su lugar veo a Key tomar la mano de papá y agitarla en el aire.—Usted a la persona que quería conocer —murmura él—. Mucho gusto Sr. Day. Soy Key, y soy el novio falso de su hija.—¿Novio falso? —pregunta papá arqueando sus cejas.Russell, quien ha estado en silencio durante el intercambio, decide acercarse. Observa a Key con mala cara, de pies a cabeza.—Rita no sale con nadie —comenta él de mal humor.—No estamos saliendo —aclara Key—. De hecho, le pago para que finja salir conmigo.Mi abuelo suspira, mirando al cielo.—En mis tiempos no era legal hacerlo —dice él—. Le llamaban prostitución… pero ahora todo se legaliza rápido —¡Abuelo! —grito—. Las cosas no son así entre nosotros.Papá retoma de nuevo la plática con Key.—No entiendo su arreglo. Pero, ¿quieres pasar? Hay pizza congelada.—Claro —responde él.Los detengo a todos antes que esto llegue muy lejos:—Key, es hora de que te marches. Si decides quedarte te patearé muy fuerte en la entrepierna, y luego te rociaré con mi gas pimienta. Y todos ustedes, esta será la última vez que se muestran en público de esa manera. Todos adentro o dejo de pagar el cable y el internet por más de dos meses.Mi amenaza los asusta y pronto los veo marchar adentro. El abuelo y papá se despiden de Key con un asentimiento de cabeza.—Necesito mis canales pre-pagados con más de las hermosas chicas Melissa y Candy —comenta el abuelo, guiñando un ojo—. No puedo vivir sin ellas, son las únicas que se quitan la ropa con estilo. Lo siento muchacho, Rita manda.Key asiente con la cabeza.Russell le da una mirada más, fulminándolo con los ojos.Rowen se ríe y comienza a gritar sobre besar mi boca antes de hacerle compañía a su hermano mayor y entrar directamente a la casa.Una vez que todos están adentro, me giro hacia Key y le sonrío con vergüenza.—Esta es la familia Day, bienvenido. Lo siento por todo, esto es más incómodo para mí que para ellos, obviamente.Key se ríe en voz alta.—Deberían hacer una fiesta con temática “trae tu propio calzoncillo” Definitivamente tengo unos que quiero lucir.Me rio en voz alta al igual que él.—No puedo con ellos. Lamento el espectáculo, así somos.Él se encoge de hombros.—Ya conociste a mi numerosa y vergonzosa familia, también sabes cómo somos ahora.—Deberíamos invitar a tu familia a la fiesta de “trae tu propio calzoncillo”.—La tía Morgan probablemente enloquezca regalando condones.Ambos reímos de nuevo.—Muy bien, vaquero, se está haciendo tarde y tienes que regresar pronto. Te veré cuando te tenga que ver —me despido.Él sonríe, asintiendo con la cabeza.—Te veré después Rita Day.Se despide con una inclinación y pronto comienza a caminar hacia su vehículo.—¡Key, espera! —lo llamo una última vez—. Olvidé darte algo.Se detiene a mitad de camino, decido avanzar hacia él.—¿Qué olvidé? —pregunta.—Esto…Le doy una cachetada que resuena con fuerza.—¡Eso duele! —jadea y se lleva la mano a donde lo golpeé.—Eso fue por besarme sin mi permiso y consentimiento. Yo, a diferencia de otras, tengo mis límites y decido quién y cuándo los sobrepasan.—Eso es cruel. Tú también fuiste parte del beso.—Oh, y otra cosa —digo antes de apartarme—: mi maleta sigue en tu auto. ¿Podrías bajarla?Él asiente con la cabeza, aún con su mano sobre su mejilla.Baja de manera eficiente mi maleta de la parte de atrás de su vehículo y me la entrega.—Listo. Gracias por todo —me despido.Sintiéndome culpable por golpearlo, me acerco a él y le doy un pequeño beso en la mejilla golpeada. Eso parecía no habérselo esperado de mí.—Lo siento por todo —digo de mala gana.Key niega, haciendo una mueca.—Nunca entenderé a las mujeres —dice, avanzando hacia su auto—. En un momento me besas con entrega, y luego me golpeas por haber participado. Luego me vuelves a besar… Patchie, eres una pieza humana muy extraña.—Con el sentido del humor atrofiado, no lo olvides.—¡Exacto!Le sonrío con algo de vergüenza, y camino con mi maleta en mano, entrando rápidamente a casa, sin esperar a que Key encienda el auto y se marche; tal vez así él no logre escuchar mi corazón agitado a punto de querer salir de mi pecho.Lo obligo a tranquilizarse, recordándole lo que pasa cuando le entregas tu amor a otras personas y ellos deciden humillarlo y estrujarlo como si fuera una cosa de poco valor.Con ese pensamiento, voy directo a mi habitación, de regreso a mi regular y aburrida vida.



Key

No he hablado con Rita en más de una semana. No he escuchado sus chistes elocuentes o sus respuestas rápidas. No he sido parte de sus cachetadas dolorosas ni de su gas pimienta, no me ha dirigido ninguna de sus amenazas o sus insultos creativos. Y, a pesar de eso, siento como si una parte de mí la extrañara y se sintiera enferma por no tenerla cerca… Lo que es una completa estupidez porque no puedes extrañar a alguien que te rete a diario o te confunda con tantos sentimientos contradictorios. Imposible.—Amigo, ¿qué sucede? —pregunta Adam esa misma tarde, observando lo distraído que me encuentro mientras observo a través de la ventana de mi habitación.—Pienso en cosas —respondo, paseando la vista por el jardín en donde Eileen pasea a su perro.Adam se encuentra sentado cerca de mi computadora portátil, jugando con el balón de futbol americano que Mia me había regalado hace muchos años atrás, lanzándolo de una mano a otra.—¿En qué piensas? Déjame adivinar —él detiene el balón, ahora lleva dos de sus dedos a su frente y coloca su boca en posición de U—: piensas en Rita. Admítelo, te gusta.Se ríe en voz alta y sus manos continúan con la labor de pasar el balón.—No me gusta. Es una agradable persona, pero lo nuestro nunca funcionaría. ¿Y tú, sabelotodo, en qué piensas últimamente? —le quito el balón de las manos—. Alguien por ahí me dijo que te interesaba la prima de tu nueva novia, Marie.Él se pone pálido, serio y con una mirada confusa.—Admítelo, te gusta —continúo molestándolo.—No, para nada —se aclara la garganta y me quita el balón de las manos—. Sí, siento curiosidad, pero no pasará nada. Ella no merece estar con alguien como yo.—¿Y Marie sí?—Marie tiene bajos estándares. Siento vergüenza de decirlo, pero ella sí está a mi nivel.—Eso es basura y lo sabes —abro mi boca para decir más, pero un golpe en la puerta nos distrae a ambos—. ¡Adelante!Precisamente la misma chica de la que hablábamos se encuentra ahora de pie, Marie, la novia de Adam.Su cabello naranja se encuentra firmemente envuelto en un moño, y sus ojos escanean mi habitación hasta detenerse en él.—¡Aquí estás! —grita ella, corre a sentarse sobre las piernas de mi amigo—. Espero no se molesten por la interrupción, pero me prometiste una cita.—¿Ah, sí? —pregunta mi amigo—. No recuerdo ninguna cita.—Típico de ustedes, lo olvidan todo —ella rueda sus ojos y luego le toca la nariz a Adam—. Llévame al lugar donde hacen aquella deliciosa pizza que comimos el otro día.Él frunce el ceño, distraído por un momento.—No recuerdo haberte llevado a comer pizza todavía —comenta él—. Tal vez fuiste con alguien más.Ella se ríe con incomodidad, y descarta todo con una mano. Pronto se encuentra besando el cuello de Adam, pasando sus manos por su pecho.—Creo que fui allí con Anna —responde—. Te mostraré el lugar para que lo conozcas. Es increíble.Ella vuelve al ataque y decide esta vez besar su boca como si se tratara de una profesión legítima.Me aclaro la garganta para recordarles que sigo en la misma habitación, y es allí cuando ella se detiene y me da una mirada apenada.—Lo siento, perdona mis malos modales, Key —se disculpa—. Hola.—Hola —sonrío en dirección a Adam, pensando en que su novia pudo haber escuchado nuestra conversación. Él niega con la cabeza.—¿Cómo me encontraste? —le pregunta él.—Ayer me dijiste que estarías aquí, quise venir a verte porque te extraño —ella lame la mejilla de mi amigo y sonríe mostrando todos sus dientes—. Por cierto, lobito, necesito tu teléfono. Decidí que cambiaré mi tono de llamada en tu móvil, algo único y original para cuando te llame.Adam eleva ambas de sus cejas, mirándome en busca de ayuda.Hace más o menos dos meses que ella y Marie son novios, pero cualquiera pensaría que tenían una eternidad de estar juntos por la forma en la que a veces se trataban. Como esto, de tomarse libertades con el teléfono del otro.—Bien —responde Adam finalmente—. Dime qué canción quieres y yo la cambio.—Deja que yo lo hago —dice ella—. Tú y yo merecemos una canción como Toxic, de Britney Spears. Espera a que la oigas.Ella le planta otro beso en el cuello, esta vez dura más que el anterior.—Oye, Marie —hablo una vez que ella se detiene—. Adam me dijo algo sobre tu prima.—¿Quién? ¿Anna? —ella resopla con fuerza, aun sentada en las piernas de mi amigo—. ¿Qué pasó con ella? ¿Por qué de pronto me preguntas mucho por Anna?La última pregunta va dirigida a Adam, quien se tensa visiblemente.—No me interesa Anna —le aclara él. Mentiroso de mierda.—Me interesa a mí —comento para ver la reacción de mi amigo—. ¿Es la chica a la que accidentalmente golpeam… golpeó un letrero el otro día? Adam me contó todo.—Oh, sí —Marie suaviza la boca—. El día en que Adam y yo nos conocimos. Creo que estaba destinado a que fuera de esa forma. ¿Estás interesado en ella, Key?Asiento con la cabeza, notando la mandíbula de Adam tensarse.—Bien, pensé que salías con Rita —comenta ella, rizando uno de sus cabellos con su dedo—. Rita es amiga de Anna… aunque no estoy segura pero parece que las dos son pareja.—¿Pareja? —pregunto.—Sí. Oh, pensé que ya se notaba —menciona ella—. Anna es lesbiana. No está para nada interesada en los hombres.Creo que mis cejas se elevan monumentalmente, pero las de Adam casi se salen de su rostro.—¿Anna no…? ¿A Anna no le gustan los hombres? —balbucea mi amigo. Adiós a sus planes con la chica—. Ella no me da esa impresión.—Oh, sí. Lo es. Pensaba que Rita era su pareja, pero eso fue hasta que vi a Rita con Key. Mira, Key, prefiero que salgas con cualquiera que con ella, pero Anna es mucho peor. Ha tenido un par de novios, pero no es serio porque principalmente lo de ella son las mujeres.—Rita no está muy interesada en eso —la defiendo—. Para nada. Solo no sabía que Anna fuera…—Sí, demasiado —aclara ella. Ahora se dirige a Adam—. ¿Podemos irnos ya, lobito?—Sí, en unos minutos. Pero… ¿no me habías dicho que tu prima tenía novio?—Es que ella está muy confundida en estos momentos. Ya sabes, no se decide. Aunque aquí entre nos, prefiere las mujeres.Adam asiente con la cabeza, aun sin poder creer lo que escucha. Al parecer la noticia lo afecta más de lo que él alguna vez admitirá.—Es mejor irnos entonces —murmura mi amigo—. Nos vemos después Key, y trata de llamar a Rita.—Claro —me despido con un saludo de manos, Marie se despide desde lejos, marchando detrás de Adam—. Hablamos más tarde.¿Qué tanto está Adam interesado en esa chica, Anna?El mensaje de texto que me llega unos minutos después responde mi pregunta silenciosa.
«Pregúntale a Rita si es verdad»
«¿Si es verdad el qué?»
«Comemierda, no me hagas repetirlo»
«¿Te interesa la chica?»
«No me provoques»
«Jajaja Le preguntaré y no te daré la respuesta»
«Entonces hablaré con ella yo mismo y no te va a gustar…»
«¡Está bien! Solo no hagas ningún movimiento con ella. Ella está loca… digo, es especial.»
«Ujum»
Tal vez esta sea mi excusa perfecta para hablar con Rita. Llevo una semana preguntándome qué habrá sido de ella; hoy es el día perfecto para saberlo.
Después de debatir por más de media hora en si debía o no llamarla, tomo mi teléfono y marco el número que ella me dio para localizarla. Responde al tercer tono:—¿Hola?No es la voz de ella. A menos que Rita haya desarrollado una terrible infección en la garganta que la haga sonar como hombre.—¿Hablo al teléfono de Rita? —pregunto con inseguridad.—Sí, ¿quién eres?—¿Está Rita por allí?—Yo soy Rita.Caramba. Tal vez sí tenía una severa infección.—¿Eres Rita? Me cuesta creerlo. Soy Key.—¿Quieres que te mande un comprobante, acaso?—Me gustaría, pero…Pronto mi teléfono comienza a vibrar, lo retiro de mi oreja y veo que me llega un mensaje de texto con una imagen adjunta.Efectivamente es Rita, con enormes ojeras y rostro pálido. Su nariz está roja de tanto frotarla y, si hago un acercamiento a la imagen, apuesto a que encontraría fluidos nasales por todo su rostro.—¿Ya comprobaste?—¿Qué te pasó? —pregunto con interés.—Ugg, me siento fatal —la escucho estornudar con fuerza—. Es alguna clase de virus que está muy de moda, ¿no lo sabías?—No. ¿Quieres que te vaya a ver?—Oh, no. Olvídalo. Con mi suerte probablemente te la pasaría también.Estornuda de nuevo y se sacude la nariz.—¿Vas a trabajar así? —pregunto.—No. Dulce y Anna harán mi turno.—Bien. No se hable más, iré a tu casa y llevaré sopa de pollo. Conozco un buen lugar que prepara la mejor del mundo.—Nooooo —se queja—. Estoy sola y no quiero que te aproveches de mí.Ruedo los ojos, riendo por sus ocurrencias.—No me voy a aprovechar. Lo prometo; además suenas como hombre en estos momentos y me das miedo.—¡Lo sé! —se queja—. Ya he tenido que enviar mi fotografía más de tres veces porque la gente no cree que soy yo.—¿Entonces? ¿Qué dices? Será rápido.Pasan unos segundos y ella no dice nada hasta que por fin la escucho suspirar:—Bien, pero además de la sopa quiero panecillos calientes. Oh, y un jugo natural extra grande.Moquea de nuevo y yo sonrío al teléfono.—Perfecto. Llego en veinte minutos.

*******

—Bienvenido a mi humilde morada —comenta Rita cuando me abre la puerta de entrada.—Es acogedora.—Es pura mierda y lo sabes. Al menos es un techo sobre mi cabeza, no debería quejarme—Correcto, no deberías hacerlo. Pero, oye —la abrazo—: tu voz en persona no se escucha tan mal como por teléfono.Ella rueda sus ojos.—Sueno peor que un hombre constipado.—Suenas bien ahora. Traje la comida —levanto las bolsas con toda la comida que pude comprar—. ¿Quieres comer ahora o…?Me arrebata las bolsas y corre hacia la mesa del comedor, haciéndome lugar entre varios libros de administración y gruesos libros de colorear. Ella recoge uno que otro pañuelo descartable usado y lo lleva a los bolsillos de su pantalón.—Lo siento por eso —murmura de mala gana—. Mis hermanos salieron de paseo con el abuelo y papá cuando se enteraron que estaba enferma. Estoy sola por ahora y tengo demasiada pereza como para limpiar mis desastres.Se encoge de hombros.—No te preocupes. Para eso estoy aquí. Sírvete lo que quieras…Sin poder terminar la oración, ella ya está tomando el recipiente elaborado en donde venía la sopa de pollo.—Esto se mira delicioso. Si pudiera olerlo, apuesto a que olería bien. Veamos si puedo saborearlo.Rita lleva la cuchara a su boca y cierra los ojos, intentando concentrarse en el sabor.Para hacerle compañía, tomo el otro recipiente con sopa que conseguí para mí.Huele delicioso.—¡Agg! —Rita abre los ojos, irritada—. No le siento gusto a nada.—¿Ya tomaste algún medicamento?Ella asiente con la cabeza, llevando otra cucharada de sopa a su boca.—Sí. Una tonelada de ellos.—¿Desde cuándo estás enferma?—Fue hoy en la mañana. Mi jefe me corrió por tres días mientras me reponía. Dice que a los clientes no les gusta la gente con cara enferma; lo hago perder dinero.—Tu jefe suena como un cerdo.—Es un cerdo, en todo el sentido de la palabra. Oh, espera, es un insulto para los pobres y sacrificados animales —ella mastica una verdura y luego vuelve a rebuscar en la bolsa de comida hasta que encuentra sus panecillos tal y como lo prometí—. Ah, detesto no poder saborear nada de esto. Probablemente sea la mejor comida que coma en todo un año y me estoy perdiendo la mejor parte.—Cuando te mejores te daré más, lo prometo.Ella me mira fijamente, sus mejillas se vuelven del tono rosa de su boca.Es bonita.No, tacha eso. Yo no tengo porqué notar si es hermosa o no. No me gusta ni nada de eso.—¿Te puedo hacer una pregunta? —dice ella en su tercer bocado—. ¿Para qué llamaste esta tarde? No creo que fuera para decir hola.Y la razón principal de mi llamada vuelve a mi cabeza.—Mmm, sí. Quería saber algo que presiento que solo tú sabes.—¿Qué es?—Bien… —ella sigue comiendo, mezclando sus cucharadas de sopa con el jugo natural que me pidió—. Es sobre si…Me quedo en silencio.Ella eleva una ceja.—Vamos, escúpelo, vaquero. ¿Qué quieres?—No te vayas a molestar, pero… —¿le pregunto o no?—No me molestaré, continúa.—Rita, ¿es cierto que Anna y tú fueron novias? ¿Te interesan las mujeres?Ella tose repentinamente, ahogándose con un bocado de comida.Corro a darle golpecitos en la espalda.—¿Estás bien? —pregunto. Rita golpea mi mano con un sonoro ruido, yo me aparto de inmediato.—¿Y tú eres suicida? ¿Por qué me preguntas algo como eso?—Es que Marie…—Oh, claro. Todo tiene sentido ahora —me interrumpe—. Esa perra de cuatro cuernos me las va a pagar.—Entonces, ¿es mentira todo?—¡Claro que lo es! Anna es mi amiga, AMIGA. Y no me interesan las mujeres.—Lo siento, lo siento —elevo ambas manos, dándome por vencido—. Solo era simple curiosidad.—¿Por qué ella te diría algo como eso?—Es porque presiento que mi amigo, Adam, está interesado en tu amiga, Anna.Rita niega con la cabeza.—Eso nunca —estornuda—, va a pasar. Anna es ingenua y se puede manipular con facilidad. ¡Tu amigo es un depredador y ella la presa! No va a acabar bien.—Él no es tan malo.—No saques más el tema o me encargo personalmente de mantenerlos alejados.—No es para tanto. No es como si fueran a casarse y vivir eternamente juntos.—Por tu bien, espero que no te metas con mi amiga tú tampoco.—No lo haré, tranquila.—Jum —resopla ella—, mi amiga y tu amigo juntos. ¿Qué va a pasar después? ¿Tú y yo viviendo en un castillo de cuento de hadas, con tres hijos y dos perros? El mundo se congela primero antes que algo como eso pase.Me quedo en silencio, sin saber por qué le molesta tanto la idea.—Nuestros perros deberían llamarse Chuck y Max —digo luego de unos minutos.—Cállate y cómete tu sopa —ella sorbe con fuerza, mirándome con desprecio—. Y para tu información, se llamarían Rocky y Chase.
Suspiro sin entender a las mujeres. Todas son complicadas.
1 like ·   •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 02, 2017 21:54

January 26, 2017

Noticia - Leer completo-

Buenas noticias, lectores:


Ya pronto comenzaré a actualizar más seguido la historia de Rita y Key (Prometo Fingir que me gustas) para los que quedaron curiosos en cuanto a esta pareja en particular.



Y por cierto... millones de gracias a todos los que se han unido a la lectura y dejan sus comentarios. Los aprecio demasiado.En cuanto a si habrá o no PDF de POAW, todavía no estoy segura, pero espero traerles noticias pronto :)Saludos enormes a todos!
2 likes ·   •  1 comment  •  flag
Share on Twitter
Published on January 26, 2017 22:25

PFQMG - Cap. 14 - Cómo supe que eras malvada


Rita
—¿Ya terminaste? —le pregunto a Key, tocando suavemente la puerta del baño en donde lleva más de cinco minutos encerrado.¿Qué tanto puede orinar una persona?—Rita —murmura él—. No puedo hacerlo cuando sé que estás al otro lado de la puerta, escuchando todo. Aléjate, dame mi espacio.—¿Estás orinando en el jarrón que te di? Recuerda no botar nada, cada gota cuenta.Escucho casi al instante cómo comienza a subirse el cierre del pantalón. Luego sus pies se arrastran por el suelo y abre la puerta.—Toma, esto es todo lo que pude recolectar.Para mi desgracia me muestra el jarrón que acabo de darle hace unos momentos atrás, ésta vez contiene una sustancia líquida amarilla.Arrugo la cara y me alejo todo lo que puedo.—Aquí está —insiste él—. Tómalo.Niego con la cabeza.—No lo quiero tocar. Y oye, ¿por qué no está lleno? Pensé que tomaste bastante líquido como para poder cumplir esta venganza.—¿Qué clase de persona crees que soy? Es imposible orinar tanto. ¿Lo tomas o lo dejas?Hago una mueca de asco.—Perfecto —murmuro—. Lo tomo. Pero tú lo sostienes.—Bien. ¿Por dónde empezamos?Le hago una señal para que me siga por la habitación y nos detenemos ante la cama.

Key
Estoy de pie fuera de la cabaña del ex novio de Rita. Observando el reloj en mi mano izquierda, suspirando cuando veo que han pasado más de cinco minutos y Rita no sale del lugar.No debería preocuparme por ella, pero tampoco quiero que se quede durante todo el acto de la infiel pareja. Incluso llego a considerar seriamente llamar a la puerta y distraer a Gabriel por mí mismo, pero mi plan se esfuma cuando observo a una Rita muy emocionada salir de la puerta principal, corriendo como alma en pena.—Rita, ¿qué…?Ella casi no me nota en su prisa por salir huyendo, pero se detiene al escucharme.—¡Corre, Key! —grita, dejándome atrás.Por alguna razón hago lo que me dice y me encuentro corriendo detrás de ella. La alcanzo rápidamente y ahora estoy corriendo a la par.Atrás escucho la voz de Gabriel. Cuando me giro para ver cuánta distancia le llevamos, noto que lleva un pantalón mal arreglado, con una gran y enorme mancha en la entrepierna.—Rita, ¿qué hiciste? —grito, jadeando.Ella no contesta, pero en cambio corre con mayor velocidad que la de antes.Cuando estamos a punto de llegar al final del camino empedrado, la tomo del brazo y la llevo hacia un lado, introduciéndonos por una parte del bosque que sé que el chico heterocromático no conoce.Pronto perdemos a Gabriel y nos detenemos después de haber cruzado por todo el campamento, chocando con gente que se dirigía a la fogata.—Me puedes… —respiro hondo—explicar… ¿qué… sucede?Me doblo sobre mi estómago, apoyando mis palmas sobre mis rodillas.Rita está jadeando por aire, ambos cansados.—Le tomé una foto cuando estaba en la cama con la chica —dice ella finalmente, tragando saliva—. Aún conservo el número de teléfono de mi ex mejor amiga.—¿Se la vas a enviar?—Claro —dice ella, encogiéndose de hombros. Ambos recuperamos el aliento y soltamos un último suspiro profundo.Un mechón oscuro de su pelo se pega en su mejilla. Ella ríe mientras saca su teléfono del bolsillo y comienza a mostrarme las imágenes capturadas.—Rita, eres extremadamente malvada. Pero el tipo se lo merece —le digo.—A esto llamo yo karma —murmura ella, limpiándose el sudor de su frente.—¿Por qué estabas corriendo? —le pregunto—. ¿Te amenazó ese tipo?—Es probable que quiera las fotos de eliminadas. Pero jamás le daré el gusto.Caminamos de manera lenta esta vez, moviéndonos con cuidado y dirigiéndonos hacia donde el resto de mi familia se encuentra. Gabriel evitaría hacer una escena que involucre a los dueños de su trasero. Sin mi familia no habría paga para él.—Oye, ¿me puedes explicar que era esa enorme mancha en el pantalón que usaba tu ex? —comento con curiosidad.—Creo que ya sabes qué es.—Tengo mis sospechas pero no puedo creer que lo hicieras.—Sí, lo hice. Puse un poco de tu elixir amarillo mágico.Me rio con fuerza, como no me había reído antes.—Eso es asqueroso a un nuevo nivel —digo entre risas.Muy pronto el calor del fuego en la fogata nos golpea con fuerza en el rostro a medida que nos acercamos. La familia ya está reunida, contando historias y asando malvaviscos. Nos quedamos callados después de eso, deteniéndonos a una corta distancia antes de reunirnos con todos.Miro a Rita con detenimiento, apreciando el ambiente y sonriendo cuando mira a mis primas pequeñas correr detrás de Adam.—No sabía que las familias podían lucir así —dice ella.—¿Así, cómo?—Simplemente así de perfectas. Todos riendo y abrazándose entre sí, sentados alrededor de la fogata. Parece algo sacado de una película. Nos quedamos en silencio por unos minutos, hasta que Rita habla de nuevo.—¿Cómo fue crecer con una familia equilibrada y completa?—¿Equilibrada? —pregunto—. No somos equilibrados para nada. Ya conociste a la tía Morgan, la diosa del sexo con protección.—Para mí ustedes lucen muy normales… a excepción de tu tía, claro. Ah, y a excepción de tu abuelo el nudista.Ella señala más allá de la fogata, en donde el abuelo Johny comienza a quitarse la ropa como si estuviera en llamas y a correr en círculos.—Créeme, Rita, no lo somos. Somos un desastre y esta es la prueba de ello.Desde donde estamos vemos a mamá perseguir al abuelo para vestirlo de nuevo, ella corre detrás de él, gritándole algo acerca de su recién operada espalda.—Tienes que conocer a mi familia entonces —dice Rita con cierto aire de amargura—, no son nada normales. Les dije que iba a un campamento y solo me pidieron que les trajera recuerdos y comida. ¡Ni siquiera preguntaron con quién iba o si iba a regresar pronto! A veces siento que no me escuchan tanto como desearía.Entonces ella alza la vista, dándome toda la atención con sus ojos marrones.—Oh, perdona —comento— ¿Dijiste algo? Estaba distraído viendo al abuelo.Rita frunce el ceño y me mira como si quisiera matarme.—¡Estoy bromeando! —le digo para tranquilizarla—. Era una simple broma. Yo siempre te escucharé, Patchie. Y claro que acepto.—¿Aceptar el qué?—Me dijiste que tenía que conocer a tu familia, dime cuándo y yo voy.Ella se cruza de brazos y rueda los ojos.—No era una invitación, vaquero. Después de este campamento, y ya sabiendo que tus hermanas conocen que lo nuestro era falso, se acabarán nuestras visitas.No sé por qué, pero me duele escuchar sus palabras. Hay cierta belleza en molestar a Rita, y extrañaré mucho no hacerlo.—¿No piensas continuar con tu labor de enamorarme? —pregunto.—Nop. Enamórate de quien quieras. Enamórate de aquella que logre robarte el sueño por las noches y todos tus pensamientos por el día; o de la que haga que tu vida tenga un poquito más de sentido que, por un minuto, creas que estás soñando por la forma en la que todo encaja. Pero hay algo que sí haré: mantendré mi palabra en cuanto a la venganza contra Mia.—Mmm, ya veo. Espero enamorarme de esa persona entonces. —Y yo espero que ella se enamore de ti.Volvemos a caer en un cómodo silencio, observando a mis hermanas compartir un malvavisco asado entre ellas.—Hablando de venganzas —murmuro—, ¿vas a enviarle a tu ex mejor amiga la foto de Gabriel con la otra chica?Ella levanta su teléfono y me muestra la pantalla principal, comprobando que ya la envió.—Eres rápida —comento.—Ella ya me respondió.Ahora me muestra la respuesta que recibió: perra .l.—¿Qué significa .l.?—Significa ten un buen día, en mensaje cifrado.—Lindo.Rita se encoge de hombros.—No es algo que no haya escuchado o visto antes.—Venganza uno, cumplida —murmuro—. Ahora sí, ¿al final de la noche obtendré un beso por haber ayudado?Ella sonríe, enseñando sus dientes.—Mejor sigue esperando por ello.Con esa frase tan enigmática se aleja de mi lado y se hace espacio entre mis hermanas para comer malvaviscos asados junto con ellas.Para cuando me uno a la fogata, papá se encuentra contando su famosa historia de terror sobre una niña en un ático. Me ubico junto a Rita, pensando que hace un par de años atrás Mia y yo hacíamos lo mismo antes, cuando pensaba que nos queríamos tanto como para superar dificultades.Sacudo la cabeza y pronto lo olvido.—¿Quieres uno? —escucho preguntar a Rita.Su mano está extendida y sostiene un malvavisco realmente quemado y derretido.—¿Quemaste al pobre malvavisco?—Solo es por fuera… está delicioso por dentro. Prueba.Niego con la cabeza.—¡Vamos! Será una mordida —susurra ella.Vuelvo a negar.—Eres un aburrido.—Y tú una mentirosa. No fui el único escondiendo secretos este día, Patchie.—¿De qué hablas?—De tu teléfono, sí lo tenías contigo hoy. Tuviste valor de escribirte con Adam después de todo.—Creí que ese tema ya lo habíamos cerrado por hoy. No recuerdo haber dicho que no lo cargaba conmigo. Además, si de mentirosos hablamos, tú te llevas el premio, ¿no crees?—Mentalmente estoy rodando mis ojos —respondo.—Físicamente estoy sacando mi tercer dedo —ella lo extiende frente a mi cara para mostrarlo.—Metafísicamente hablando, me transformo en un pájaro y defeco sobre tu cabeza.—Mágicamente hablando, te transformo en una sanguijuela a ti y a las dos zorras de prostíbulo que rodean a tu amigo, y los encierro en un círculo hecho de sal para que no salgan.—Wow, eso fue extremo —digo tomando el malvavisco quemado que sigue ofreciéndome.Mastico con mucha lentitud, saboreando la parte quemada. Sabe horrible, pero me encuentro sin valor para decírselo en su cara.—¿Sabe bien? —pregunta ella, sus ojos marrones se sobresaltan con la emoción.—Es muy bueno —miento con la boca llena. Cuando mastico, el malvavisco cruje. ¿Es normal que haga eso?Rita sonríe con ganas.—Me alegra —comenta ella—. Lo encontré en el suelo y me preocupaba que se desperdiciara porque nadie lo fuera a comer.Suelto lo que queda del malvavisco quemado y comienzo a escupir con fervor.—¿Por qué me diste eso? ¿Qué pasa contigo?—Eso es por cuestionar mis palabras. Nadie se mete conmigo o duda de lo que digo, Key. Nadie.—Estás mal de la cabeza.—Lo sé. Solo quería recordártelo.—Hiciste tu punto. No pienso meterme contigo, Rita Day. Nunca.Escupo de nuevo mientras ella me da una mirada de suficiencia cuando toma otro malvavisco de su bolsa.—Mejor que así sea, Keyton. Mejor que lo sea.
Y así será.
1 like ·   •  1 comment  •  flag
Share on Twitter
Published on January 26, 2017 22:25

January 12, 2017

Agradecimientos


Primero que todo: gracias a todos aquellos que ignoraron mis pequeños errores (o grandes, no lo sé) de ortografía y no se dedicaron a señalarlos o juzgarlos. Sigo en proceso de aprendizaje y agradezco sus críticas constructivas que me enseñaron algo nuevo.
Y lo más importante: gracias a quienes esperaron y apoyaron esta historia por más de un año para que finalmente tuviera un final. Aprecio cada uno de sus comentarios, tanto los buenos como los malos; así como también aprecio cada anécdota que revivieron al leer y que decidieron contarme. Cada palabra de apoyo y cada voto o comentario que me mantenían inspirada para terminar cada capítulo.
Sé que no seré la mejor escribiendo, o la más original. Pero a pesar de todo eso eligieron leerme y seguir cada locura que describía entre mis historias… eso no tiene precio para mí.
Gracias a todos y todas por hacer de Adam el egocéntrico que es hasta el día de hoy.
Espero me sigan leyendo en futuras historias… y para los que preguntaron por Rita y Key, ellos tienen una historia. Se llama Prometo Fingir que me Gustas, y será actualizada muy pronto. Mismo canal, misma hora ;)

Gracias por leer mis 164,641 palabras… o eso dice mi documento Word que leyeron.
4 likes ·   •  2 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on January 12, 2017 22:01

Lia Belikov's Blog

Lia Belikov
Lia Belikov isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow Lia Belikov's blog with rss.