Jaime Rubio Hancock's Blog, page 9

May 7, 2016

Nuestro pequeño Drip

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Cuando Diana y yo nos enteramos de que un meteorito se había estrellado contra el planeta Drumpf, destruyendo la mitad de sus ciudades y sumiéndolo en una noche de cenizas que duraría al menos tres siglos terrestres, nos dimos cuenta que esa era nuestra oportunidad para hacer algo por los demás, como siempre habíamos querido.

Tras un trámite corto debido a la situación de emergencia, adoptamos a Drip, un pobre niño drumpfiano que había perdido a toda su familia. Tenerlo en casa no fue fácil:...

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Published on May 07, 2016 09:04

April 23, 2016

Encontrada mascota

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Encontrada mascota cerca de la plaza de Sants. Mide diez kilómetros de altura y tiene cientos de tentáculos en la boca. Su cuerpo está recubierto de escamas que parecen de un color verde oscuro, pero cuando uno se fija un poco, ve que tienen todos los tonos del universo. Sus alas son rudimentarias, pero al desplegarlas, crean una sombra tan negra que provoca semanas de pesadillas. Desde que lo encontré, me despierto cada noche bañado en sudor frío y gritando “tekeli-li, tekeli-li”. Mis vecin...

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Published on April 23, 2016 02:59

April 16, 2016

Estoy ahorrando

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Los últimos años ya no le gustaba contar la historia. Como nadie le creía, se enfadaba, fruncía los labios y gruñía, diciendo con un marcado acento extranjero que todo el mundo se burlaba de él y que nadie le tomaba en serio.

Pero todo el mundo en la isla la sabía y se la había relatado a alguien: hacía casi un cuarto de siglo, había venido a pasar una semana de verano, solo, con una mochila como único equipaje. La noche antes de volver a casa, salió, como todas las noches. Tomó varias cerve...

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Published on April 16, 2016 03:42

March 24, 2016

Odio el café tibio

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No hay cosa que odie más que el café tibio. Quizás Friends. Por eso siempre pido el café con la leche caliente. El café tibio sabe a ropa interior sucia. A sábanas que hay que cambiar desde hace días. A esa caja de cartón que nunca te acuerdas de bajar a la basura.

Y por eso me reventó tanto darme cuenta esta mañana de que mi café estaba tibio. Era el segundo café del día, que es el mejor. El primero es por pura necesidad. Solo y sin azúcar. En casa. El segundo me lo subo de la cafetería al...

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Published on March 24, 2016 04:10

February 28, 2016

Mi discurso para los Oscar

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Tenía preparado mi discurso para cuando subiera a recoger el Oscar. O los Oscar. Los que me dieran. Seis, siete, me da lo mismo, todos son iguales. Pero resulta que no estoy ni nominado. Sí, lo sé, es ridículo. Tanto mi película como mi trayectoria merecen este premio.

Quizás esté mal que sea yo quien lo diga, pero soy un histórico del cine. Llevo tanto tiempo en el sector que mi primera película tuvo que estrenarse como obra de teatro. Muda y en blanco y negro. Exacto: inventé a los mimos....

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Published on February 28, 2016 00:13

January 30, 2016

Me están insultando en internet

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No puedo evitarlo: aunque el ministro de economía me está mirando mientras explica vete a saber qué, desbloqueo el móvil y le echo un vistazo a las menciones de Twitter. Insultos. Decenas de insultos. La gente se ríe de cómo hablo, de cómo visto, me llaman nazi, me echan la culpa de todo.

El ministro espera una respuesta. Todos esperan una respuesta.

-Sí… Lo miro y te digo algo -nunca falla-. ¿Qué más temas teníamos pendientes?

Echo un vistazo al orden del día. No vamos ni por la mi...

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Published on January 30, 2016 03:11

January 23, 2016

Google me quiere matar

Man and woman shown working with IBM type 704 electronic data processing machine used for making computations for aeronautical research.

Entendería perfectamente que no me creyera. Pero es pura lógica: si todo está en Google, ¿cómo no iba a estar yo? ¿Cómo no va a estar usted? Está todo y estamos todos. Para eso sirve.

El algoritmo de Google aprende: sabe qué páginas visitas y dónde pasas más tiempo. En qué ciudades estás. Dónde te compras la ropa. Qué te gusta beber y comer. Cuanto más buscas, más nota toma. Al final, tu perfil del buscador es una copia casi exacta de ti. Google te conoce mejor que tu madre. A ella, por ejemp...

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Published on January 23, 2016 10:32

December 8, 2015

Me ha llegado esta carta del banco

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Apreciado señor Rubio:

Nos ponemos en contacto con usted porque después de revisar de forma detenida nuestra base de datos, hemos constatado con sorpresa y también con una profunda tristeza, que usted no es cliente nuestro.

El presidente de la entidad, don Ezequiel Redondo, llamó a la directora de la oficina de su barrio, doña Sofía Piñol, y ambos comentaron esta lamentable situación durante casi dos horas. No le engañaremos: la conversación fue tensa y la señora Piñol estuvo a punto de ser d...

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Published on December 08, 2015 11:01

October 5, 2015

El día del fin del mundo

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Ya te dije que vendría a terminar unas cosillas. Aquí, mucho cachondeo con que el mundo se acaba, pero si no contabilizo los gastos y ordeno las transferencias, la semana que viene los tengo a todos en la puerta del despacho preguntándome qué pasa con los 17 euros del taxi o los 78 de la cena.

Pero sí, es verdad que estoy solo en la oficina. Al final, soy el único pringado, para variar. Le pedí a Sonia que viniera a echarme una mano, pero se puso hablar de lo único de lo que habláis todos, d...

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Published on October 05, 2015 22:19

September 5, 2015

No te puedes quejar

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Disculpa, pero te he oído mientras hablabas por teléfono. Decías que odias madrugar y que odias tu trabajo. Me parece increíble que te quejes por tener un cómodo empleo de oficina que te permite pagarte la cerveza que te estás tomando y el móvil de última generación por el que estabas hablando. Levantarte a las siete de la mañana para ir a tu oficina a aguantar al imbécil de tu jefe es una suerte, un privilegio, y más con la que está cayendo. No te puedes quejar.


Piensa si no en el treintañero que se ha quedado sin trabajo y tiene que aceptar un puesto en una cadena de comida rápida, sirviendo refrescos aguados y patatas aceitosas a adolescentes cuya porquería tendrá que limpiar. Este chico no trabajará de nueve a cinco en una cómoda mesa, contestando a correos electrónicos mientras escucha música. No, a él le esperan turnos de doce horas durante noches y fines de semana a cambio de una cuarta parte de tu sueldo.


Pero es que él tampoco se puede quejar. Al menos tiene un empleo. ¿Tú sabes la suerte que tenemos los que podemos ir a trabajar cada mañana y dedicar las mejores horas de nuestras vidas a cumplir los sueños del presidente del consejo de administración de nuestra empresa? Piensa en ese matrimonio con dos hijos que lleva más de tres años en paro y que ha perdido su casa. Los cuatro han tenido que ir a vivir con el padre de él y todos subsisten a duras penas con su pensión, que no llega a los 700 euros.


Y tampoco se pueden quejar. Tienen una casa en la que vivir. Agua, luz, algo en la nevera y los niños van a la escuela, donde al menos tienen una comida caliente al día. Hay gente que vive en la calle, durmiendo entre cartones o en cajeros, y pidiendo limosna para gastársela en vino.


Pero ellos tampoco pueden quejarse. Viven en occidente: tienen albergues, pueden recurrir a Cáritas, cuentan con hospitales y, trabajando duro, podrían recuperar la vida que muchas veces han perdido porque les daba la gana, que al fin y al cabo nadie les obligaba a ser alcohólicos o pobres.


Más difícil lo tienen quienes vienen de países africanos en guerra y se juegan la vida en pateras para llegar a nuestro país y buscarse la vida trabajando sin papeles, y eso si tienen suerte y no acaban de vendedores ambulantes o en la cárcel.


Ojo, que estos son los afortunados, los que al menos han podido huir. En su país se han quedado chavales de diecisiete años que tienen que empuñar un rifle y cortarles las manos a sus enemigos con un machete, que lo he leído en el periódico. Imagina. Eso sí que es jodido. Hay muchos tendones en las muñecas. Es mucho trabajo.


Pero ellos tampoco tienen derecho a quejarse. Siguen vivos, ¿qué más quieren? Y no como ese enemigo que está tumbado bocabajo, con varios agujeros en el torso y sin manos. Él sí que lo tiene mal.


Y tampoco se puede quejar.


Ya me dirás cómo.


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Published on September 05, 2015 10:15