Zoé Valdés's Blog, page 3168

January 6, 2011

Injusticias a un ángel. El video.


Blog Injusticias a un ángel.


Desde hace algún tiempo estoy en contacto con Ariadna Molina Barrios, la madre de Angelito, porque creo que es una de las personas que más ayuda merece en Cuba. Ustedes también pueden ayudarla contactándola a través de los datos que ella da en su blog. Aclaro que ella jamás ha pedido nada, pero una ayuda siempre será bienvenida para esta madre que tantos horrores ha tenido que sufrir para criar a su hijo.



Filed under: Política, Salud Tagged: Angelito, Ariadna Molina Barrios, Castrismo, Cuba
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Published on January 06, 2011 08:12

Retorno de la Oposición al Parlamento Venezolano.

La información en AFP, que usted podrá traducir con Google, gracias.


Y el Congreso Venezolano inicia sesiones en medio de protestas, en El Nuevo Herald.



Filed under: Política Tagged: chavismo, Hugo Chávez, Venezuela
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Published on January 06, 2011 07:46

Día de Los Reyes Magos.

DÍA DE REYES.


Las carencias obligaron muy pronto a mi madre y a mi abuela a confesarme que los Reyes Magos no existían. El castrismo prohibió bastante temprano la idea de esos Reyes capitalistas que repartían juguetes a diestra y siniestra. No lo hicieron de un tajo, porque todavía recuerdo que en una ocasión mi abuela me llevó a una tienda donde había un hombre disfrazado de rey mago, y puedo recordar vagamente la vidriera de Flogart, y algunas otras vidrieras, la de La Época; aunque todo eso lo tengo bastante borroso. Total, que de buenas a primeras, el sistema para adquirir juguetes cambió radicalmente, se acabaron los Reyes Magos, y los tres barbudos se disolvieron en uno sólo. Otra ilusión muerta.


Mamá empezó a pasar noches haciendo cola para un teléfono público. La cola para poder conseguir una llamada desde aquel aparato negro triplicaba la vuelta a la manzana. El teléfono se hallaba situado bajo las arcadas frente al Parque Habana, en la calle Muralla, junto a mi escuela primaria (hoy Fondo de Bienes Culturales, después mudaron mi escuela para la calle San Ignacio). Tampoco era fácil comunicar con el Centro desde donde se repartían los turnos que daban el derecho a comprar los juguetes del Día de Reyes, había que discar y discar, una y otra vez. A mi madre se le hinchaba el dedo de tanto meterlo en el disco descascarado. Tenía el derecho a veinte intentos, si en esos veinte intentos no lo conseguía debía volver al final de la cola, coger otro turno, dormir noches y madrugadas para que no le quitaran el puesto. A veces pagaba al de atrás de ella para que la dejara llamar hasta cincuenta veces. Todo eso sucedía tres meses antes o más, no recuerdo bien, al Día de Reyes, durante el castrismo, claro, y mientras hubo Día de Reyes.


Las madres debían dar el apellido del niño. A mí siempre me tocaba el último día, por lo de la V de Valdés, y entonces había que navegar con suerte para que en ese último día nos concedieran uno de los primeros números. Lo que nunca fue el caso. En consecuencia, año tras año, las opciones a las que pude acceder, eran las mismas, o casi…


Sólo teníamos derecho a tres juguetes por niño. El básico, el no básico, y el dirigido. El básico era el juguete más importante y caro, el no básico era el de menor importancia y menos caro, el dirigido era el impuesto por el gobierno, el que había que comprar obligatoriamente, y por supuesto, el más barato. Yo soñaba con una bicicleta y con patines, esos eran juguetes básicos, preferencialmente para varones. A las niñas nos tocaban juguetes "de niñas", muñecas, juegos de tocadores, cocinitas, en ese orden… Cuando nos llegaba el turno de compra a mi madre y a mi ya sólo quedaban muñecas de las más baratuchas, juegos de tocadores plásticos (un espejo, un peine y un cepillo), y una cocinita de lata. Para el no básico sólo podía elegir entre el juego de parchís o el dominó, rara vez alcanzaba el de ajedrez. Y en el dirigido siempre escogía lo mismo: un juego de yaquis.


Aclaro que sólo se podía comprar en una tienda indicada por el gobierno. A nosotros nos dieron La Ferretería La Mina, junto a la casa, pero como era un lugar perdido en La Habana Vieja, los peores juguetes llegaban a esa tienda.


Una vez me tocó una muñeca española, de las que mandó el dictador Franco, para congraciarse con Castro. En otra ocasión mi madre compró el derecho a un juguete básico a la madre de Los Muchos, que no tenía dinero para gastárselo en juguetes, o se lo cambiaba por comida. En esa época debía elegir entre desayunar con leche condensada o tener una bicicleta. Por fin la tuve, me costó no sé cuántos, infinidad de desayunos, porque mi madre sacrificó la cuota de latas de leches condensada de varios meses para que la madre de Los Muchos le diera el derecho al juguete básico de uno de sus hijos. Así logré hacerme de la bicicleta, era azul y blanca, y todavía hoy sueño con ella. Con esa bicicleta recorrí La Habana Vieja completa. Incluso cuando me perdía la gente me localizaba por la bicicleta azul y blanca. Mi madre preguntaba de calle en calle: "¿No han visto a una chiquita menudita ella montada en una bicicleta blanca y azul?" Lo mismo hacían mi abuela y mi tía, cada una por su lado. Las respuestas eran siempre las mismas: "Pasó por aquí como una salación en dirección a Egido". Egido era mi límite.


La bicicleta me fue quedando chiquita, y se fue poniendo mohosa, herrumbrosa, y entonces la heredó Pepito Landa Lora. Su padre la volvió a pintar y a engrasar. Y mi madre volvió a sacrificar otras cuotas de comida para que yo tuviera los patines. Tuve aquellos patines rusos que pesaban una enormidad, y cuando se les fastidió la caja de bolas, Cheo me construyó una chivichana, y luego una carriola, cuando la chivichana se partió en dos.


Maritza Landa Lora y yo cogimos vicio de parchís y de yaquis, con los yaquis éramos unas expertas. Armamos competencias de barrio donde nadie podía ganarnos porque tirábamos la pelota altísimo y hacíamos unas figuras y maniobras estelares con las manos, parecíamos más bien malabaristas.


De más está contarles –muchos de ustedes habrán pasado por lo mismo- que los cambalaches y el mercado negro de juguetes se acentuó a unos niveles grotescos. Entonces cambiaron el sistema por unos bombos a los que había que asistir masivamente, y los papelitos dando vueltas dentro de aquel aparato, eran repartidos al azar. Aunque el azar también se negociaba. A nosotros nos tocó el bombo de la iglesia del Parque Cristo, pero ese día mi madre se había hecho Testigo de Jehová y no quería renunciar al teque de la que la había reclutado en eso, por ir a lo del maldito bombo. A mí me dio una especie de perreta, porque se trataba de mis últimos Reyes, o sea ya con catorce años nadie tenía más derecho a los juguetes. Y mi madre sacó el palo de trapear y me hizo ver las estrellas y los luceros del universo. La Testigo de Jehová ni se inmutó, por eso no creo en ellos ni en ninguno. Hasta que a mi madre se le pasaron los tragos y dejó de ser testigo de Jehová para pertenecer a otra secta, creo que la de Adventista del Séptimo Día; ella cambiaba de religión en dependencia de cómo le dieran los tragos mezclados con el Meprobamato. Total, que para mis últimos Reyes me tocaron los peores juguetes, que ya de por sí todos eran malos, porque para la época ya apenas llegaban juguetes de España ni de ninguna parte del mundo: Un juego de tocador, un dominó, y una muñequita plástica negra, que mi madre sentó en el sofá, o sea, la puso de adorno, y la que yo encontraba horrenda hasta que fui encariñándome con ella.


Después se acabaron los Juguetes del 6 de enero, también el concepto de Reyes Magos se había extinguido desde hacía ratón y queso; lo sustituyeron por dos eventos: los Planes de la Calle, aquellas recholatas festivas e ideológicas entre pioneros comunistas, y por el Día de los Niños, el 6 de julio, lo que lo aproximaba al día escogido por Castro para el Asalto al Cuartel Moncada, un 26 de julio, fecha intocable en la Cuba de los Castro.


En Francia no se celebra el Día de Reyes, pero yo siempre, además de los regalos que mi hija ha recibido le Jour de Noël, le dejo un regalo junto al árbol, que no lo quitamos hasta el día 7 de enero. Ella creyó en Père Noël y en los Reyes Magos hasta que ya no hubo más remedio, porque advirtió de que Père Noël tenía los mismos pies que su padre. Así fue como lo descubrió. A las doce de la noche, Ricardo siempre aparentaba que tenía una llamada urgente, o que debía salir a buscar algo en particular. Se disfrazaba detrás de la puerta, y entraba transformado en Père Noël. Pero en una ocasión, la última, ya la niña tenía 10 años, se le olvidó cambiarse los zapatos, y ella señalaba para los pies de Père Noël, entonces empezó a preguntar por su padre y a mirarnos, y todos nos empezamos a reír carcajadas… incluso ella, puesto que ya en la escuela sus otros amiguitos le habían adelantado algo de que Pêre Noël eran los padres…


Aquella muñequita negra de mis últimos Reyes se quedó en Cuba, pero hace muy pocos años, mi amiga Enaida Unzueta, me dio la sorpresa de regalarme una igualita. Ella también había tenido la misma. Y seguro que muchos de ustedes también.


¡Feliz Día de los Reyes Magos, y que te merezcan y reciban muchos regalos!


Zoé Valdés.


Muñequita negra



Ricardo como Père Noël, Luna, y Javier de Castromori, cuando vivíamos en Beautreillis, el Hotel Particulier-Solar de El Todo Cotidiano



Filed under: Literatura, Política, Religión, Sociedad Tagged: Attys L. Vega Valdés, Castrismo, Cuba, Javier de Castromori, Père Noël, Reyes Magos, Ricardo Vega
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Published on January 06, 2011 04:27

En Chartres. Foto de Ilse Villarroel.

La foto de cabecera fue tomada junto a la Catedral de Chartres, por Ilse Villarroel, en 1984.



 



Filed under: Arte, Artes Plásticas, Cultura, Literatura Tagged: Chartres, Zoé Valdés. Ilse Villarroel
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Published on January 06, 2011 02:35

Abuelita Caridad.

Caridad Torres fue la esposa del repentista, poeta y cantante de música campesina Justo Vega, la madre de los cineastas Pastor Vega y Justo Vega, la abuela del cineasta Ricardo Vega, la bisabuela de mi hija. Era una mujer sencilla, cálida, adoraba a su esposo, a sus hijos, y a sus nietos. Murió en Cuba, ya saben cómo se muere en Cuba. Por suerte tenía a su nieta Raysa con ella. En el momento en que recibimos la noticia estábamos hablando de ella, y le teníamos preparado un paquetico para mandarle. Que en paz descanse, abuelita Caridad. Otra pérdida irreparable, separados por culpa del castrismo.



 



Filed under: Arte, Cultura, Sociedad Tagged: Caridad Torres, Castrismo, Cuba, Justo Vega
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Published on January 06, 2011 02:15

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Zoé Valdés
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