Ruy Xoconostle W.'s Blog, page 19

October 29, 2017

Disfraces y un recuerdo de Halloween ‘85

Esto pasó hace unos años: era Halloween y me enteré que un niño de la escuela de mi hija fue sin disfraz el día en el que todos los mocosos van a la escuela disfrazados. ¡Sus papás simplemente lo mandaron así, lo cual me pareció un acto de, no sé, terrorismo paterno. Me imaginé al pobre chamaco tratando de integrarse en un lugar donde otros cien morros están pasándola increíble con sus disfraces y todo ese mood halloweenesco que impregna el ambiente en estos días.

Debo confesar que, en realidad, yo de niño nunca tuve un gusto particular por los disfraces (aunque a los 3 años estaba obsesionado con Popeye — en casa de mi madre debe estar esta foto ridícula de mí disfrazado como Popeye): convertirme en otra persona durante Halloween no fue algo relevante en mi infancia. Lo atribuyo también a que mis padres tenían todas estas ideas antiyanquis setenteras que, bajita la mano, mataban en nuestra casa todo el tema de salir disfrazados a pedir dulces por las calles. Así es que no tengo registrados en el cerebro muchos Halloweens inolvidables en compañía de mis amiguis (sad!).

En aquellos años, los años Stranger Things, surgieron los mitos urbanos de las manzanas con navajas de afeitar y los dulces envenenados, elemento adicional que alimentaba la paranoia de mis padres, supongo. En realidad, creo que las calles de Satélite en 1984 eran mucho más seguras que ahora, con excepción de alguna que otra pandillita pedorra y clasemediera inspirada en The Warriors.

Uno de mis pocos recuerdos de Halloween sucedió en La Florida, Naucalpan: un amigo Luis y yo, realmente muy, muy pequeños (habremos tenido 6 años), salimos a pedir Halloween (no recuerdo de qué ibamos disfrazados) con calabazas de plástico en mano. Mi amigo, lo que yo no sabía, me estaba tendiendo una trampa: me llevó a casa de sus tíos, quienes nos estaban esperando detrás de la puerta con unas máscaras que, junto con el grito que pegaron al recibirnos, me sacudió terroríficamente. Regresé corriendo a casa, llorando a moco tendido.

Otro recuerdo es del 31 de octubre de 1985 (cayó en jueves), un Halloween en el que de plano mandé al diablo a mis padres y salí a las calles, pero ya en plan desmadre, a vandalizar y molestar a los vecinos. Me acompañaba mi amigo, el mismo de la anécdota previa, y un amigo suyo, Alvarito. Terminamos correteados por un señor encabronadísimo (le ametrallamos el parabrisas del coche a huevazos). A Luis y a mí nunca nos alcanzó, pero a Alvarito sí y al parecer lo golpeó feo. Vimos un rato más tarde a Alvarito, sentado en la banqueta, con una bolsa de hielos en la cara y los ojos hinchados de tanto llorar. Pobre Alvarito.

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Published on October 29, 2017 12:26

October 8, 2017

Mis notas de Blade Runner 2049

(Con spoilers)La primera toma es un closeup de un ojo. Desde ese momento se nota que hay una intención de cuidar el legado del filme original. Es el primero de muchos guiños al Blade Runner de 1982: las tomas de spinners por la ciudad, el viejo Gaff haciendo una figura de origami (¡hace una oveja!) o la chamarra transparente de Mariette — cuyo look también le da un aire a Pris (Daryl Hannah en la original).Este filme es la historia de K, un Blade Runner (Ryan Gosling). Por supuesto, parte de la intriga es que K desentierra secretos (casi) olvidados, pero sobre todo, y eso es para mí lo mejor de la película, lo bello es que todo gira en torno a K, su extraña, patética vida, y sus sueños. Ryan Gosling está inmadreable como ese “lonely man” que camina por las calles con su gabardina, bajo la lluvia, fumando su cigarro: su personaje es algo que no hemos visto, un replicante sin los líos existenciales de un Roy Batty, más bien dueño de una vida relativamente “normal”, hasta conformista. Lo mejor de BR2049 es cuando se trata de K; cuando no se trata de K, el filme no es tan bueno.¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? En Blade Runner 2049 sueñan con caballos de madera.No sé si me gusta más el abrigo de K o su spinner Peugeot. Quiero ambos.La cubana Ana de Armas está muy cabrona de hermosa, pero además hace un papelón memorable. Su personaje nos recuerda, aunque solo ligeramente, a la voz de ScarJo en Her; la diferencia es que Joi no es para K una chica idealizada, quizá porque está llena de humanidad, es tierna y needy a la vez, Su relación con K se siente a ratos como el verdadero sostén de BR2049, pero después (tristemente) se ajusta como una historia paralela. Su desenlace te rompe el corazón Robin Wright está increíble, como siempre.Si no entendiste las menciones del apagón, necesitas ver los cortos previos a BR2049 que están en YouTube.La búsqueda de Deckard es muy saftisfactoria, muy bladerunneril, pero cuando finalmente aparece Harrison Ford no es tan emocionante. O sea: sí es emocionante ver a Ford empuñando su blaster, pero no lo que sucede después.Durante aproximadamente los primeros 100 minutos del filme no aparece Deckard.Es clara la intención de Denis Villeneuve de NO meterse al tema de si Deckard es un replicante o no. Para mí, la muestra más clara es cuando K le pregunta si el perro que lo acompaña es real. “No lo creo. ¿Por qué no le preguntas tú?”, le responde. Hay una larga discusión sobre la verdadera naturaleza de Deckard que evidentemente el director, Ridley Scott y Hampton Fancher (guionista) han querido dejar para que todos los nerdos hablemos durante días, meses, años de eso. Cabrones.Los primeros 130 minutos de BR2049 se tratan sobre “la vida de K/el misterio que desveló K”. Y así, solita, es una película muy hermosa (el upgrade visual a la BR de 1982 es brutal), una secuela digna e increíble de una cinta que muchos pensábamos “insecuelable”. Bravo, Denis Villeneuve.Los últimos 30 minutos de BR2049 se tratan sobre “rescatemos a Deckard”. No es mi parte favorita: el tema de amor K/Joi ha concluido, el acertijo de los recuerdos de K también se ha resuelto. Tiene menos profundidad, es más convencional.¿Y Jared Leto? A cierto nivel, el tipo está increíble como una versión más perversa y refinada del Tyrell de la película de 1982. Su rollo filosófico, sin embargo, es lo que menos me encantó porque simplemente no deja clara su posición de antagonista. Él y su malvada replicante son muy violentos y determinados, pero tampoco acabo de entender qué era lo que realmente los motivaba. En resumen: Jared Leto lo hace muy bien a mi gusto, pero las motivaciones de su lado de la historia no son claras.El final final, sin embargo, me encantó. Música de “tears in rain” de fondo…Debo ver de nuevo BladeRunner2049. Seguir digiriendo todo. ¿Es la mejor película que he visto en 2017? Muy probablemente. Mi corazón de fan ya descansa.

Originally published at elhyp3.com on October 9, 2017.

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Published on October 08, 2017 21:04

October 5, 2017

Mis notas sobre Blade Runner (1982)

Quizá a partir de ahora tendremos que referirnos al filme original de Ridley Scott como “Blade Runner 2019”Siempre he amado el eslogan de corporación Tyrell: “More human than human”.Esta línea para mí es parte esencial de la educación sentimental de cualquier geek que se precie de serlo: ¿Es este un test de empatía? ¿Dilatación capilar de la llamada respuesta de rubor? ¿Fluctuación de la pupila? Dilatación involuntaria del iris?Los replicantes no tienen recuerdos propios, aunque les implantan los de seres humanos para “añadir realismo” a su conducta. Lo cual es patético: imagina que los recuerdos que han marcado tu infancia (un pastel de cumpleaños, la memoria de la primera inyección, las primeras vacaciones en la playa, el rostro de tus padres cuando eran jóvenes), ciertos momentos sin los que, parafraseando a Paul Bowles, tu propia vida sería inconcebible, no fueran tuyos sino de alguien más, meros préstamos. Rachael, la empleada de Tyrell Corp., posee los recuerdos de la nieta del dueño. Implantes. Cuando Rachael descubre la verdad, casi se desmorona. La vida de un replicante no es fácil.La novela de Philip K. Dick posee un nombre más bello que el propio libro: Do Androids Dream of Electric Sheep?En el libro, Deckard es un hombre casado asoleado por los compromisos sociales y una esposa mandona, y en la película es una especie de Humphrey Bogart futurista.Pris ❤Rachael ❤Cuki, el narrador en Pixie en los suburbios , se imagina a sí mismo como un Blade Runner solitario por las calles de Saltillo, Coahuila. Las motivaciones emocionales se explican en el siguiente punto —He visto Blade Runner una docena de veces. Las veces más intensas han sido solo, bebiendo algo que se asemeje al “Tsingtao” que toma Deckard en el filme, extrañando a alguien. Lo que más me golpea deBlade Runner es cómo destila una melancolía por un mundo que ha sido arrasado por la humanidad. El futuro, el año 2019 como lo imaginaron Ridley Scott y Syd Mead en 1982 era un cochinero multicultural, una especie de torre de Babel combinada con un putero y retacada de tecnología alucinante, como aquella máquina que “se mete” en una fotografía para revelar a las personas que estuvieron adentro de una habitación.Las mezclas en Blade Runner son increíblemente felices: autos voladores conducidos por policías latinos + húngaros con cascos de cuero y una debilidad por el origami. Replicantes strippers que corren por la calle apenas cubiertas por un impermeable de plástico transparente.Lo otro que robé para mi propia obra literaria, del libro de Philip K. Dick, es el concepto del “kipple”, esa fuerza imparable del universo que conocemos como entropía. En la novela, J.R. Isidore (la inspiración de J.F. Sebastian), lo describe así: “Kipple is useless objects, like junk mail or match folders after you use the last match or gum wrappers of yesterday’s homeopape. When nobody’s around, kipple reproduces itself”. Wow, Kipple. WOW.La línea final de Roy Batty es perfecta. Y miren: todo parece indicar que BladeRunner2049 será buena, pero yo solo espero que nos haga sentir la mitad de lo que las palabras finales de Roy nos hicieron sentir.Mi veneración por el soundtrack de Vangelis es conocida, como lo constató el Retroish de anoche.Blade Runner formó las aficiones nerds de un par de generaciones. Y con el perdón de 2001: Odisea del espacio de Kubrick, estableció el estándar de oro para una película de ciencia ficción.“It’s too bad she won’t live! But then again, who does?”

No olviden felicitar a Roy Batty cuando sea 8 de enero:

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8 de enero, el día que nace Roy Batty de Blade Runner https://t.co/aSXy25Maqn

 — @elhyp3

Originally published at elhyp3.com on October 5, 2017.

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Published on October 05, 2017 09:17

September 18, 2017

Notas de “It” (lo que llaman “Eso”)

En general, It me pareció una película muy cute: utiliza el terror, el “scare-jump” y hasta el gore para hacer una metáfora muy linda sobre el miedo y la adolescencia.Los pre-teens están muy bien: a mi gusto, bien casteados, bien dirigidos, con personalidades definidas, sus historias nos interesan — aunque las de unos son más intensas que las de otros. Es un grupo más amplio que el de los chamacos de Stranger Things, pero a diferencia de ésta nadie sobra.Hablando de Stranger Things: no solo por su realización y presupuesto, sino por su tratamiento de los horrores de la adolescencia, esta IT Movie hace ver a la serie de Netflix como un ejercicio amateur. Lo siento, tenía que sacarme eso de encima.En It no hay “geeks”. Supongo que los realizadores se sintieron tentados de volver geeks a sus personajes (después de todo el montaje en escena es en la década de los 80), pero sabiamente no se meten ahí y nos ahorran la pena de obtener personajes con playeras locochonas o hablando sabihondamente de LOTR o X-Men (en serio: en los 80 nadie hablaba como geek). Las referencias pop son mínimas y naturales: un póster de Siouxie, uno de Gremlins, un chiste de Molly Ringwald, una marquesina que anuncia Batman, Arma Mortal y A Nightmare on Elm Street. Y ya. Se siente en un contexto adecuado, y no es más artificial en ese sentido.La secuencia de Georgie es maravillosa: tiene algo de aterrador, algo de tierna, y sobre todo es trágica, triste y llegadora. Es el gran logro de esta versión de It, pero no es el único logro.Pennywise tiene un gran upgrade: los efectos visuales por computadora finalmente lo hacen sentirse como lo que en realidad es, un villano proteico. Algo que nunca entendí en la versión de 1990 y acá me quedó claro, es que Pennywise comparte la naturaleza del Tezcatlipoca prehispánico: es el demonio bromista que puede acabar contigo en segundos, pero en realidad lo que él disfruta es prankearte hasta matarte. Si no hay temor al demonio, éste pierde interés e incluso fuerza. Sé que el primer Pennywise es, culturalmente hablando, un símbolo muy potente de nuestra imaginación colectiva, pero este me pareció mejor pensado, mitológicamente mejor establecido. Bill Skarsgard lo hace muy bien, en verdad; el diseño del personaje es también muy chingón. No extrañé al viejo Pennywise, lo siento oh fans de la original.Hay una secuencia particularmente hermosa: cuando todos los chicos van a nadar al lago en calzones. Beverly, la única mujer del escuadrón de “Losers”, le roba el aliento al resto de los chamacos. Ese momento te hace pensar, ¿qué es “it”, qué es “eso”? ¿Eso es un payaso asesino, eso es la adolescencia, el miedo a crecer, el miedo a los adultos, a la hormona, el misterio de cuando eres muy joven y te empiezas a sentir atraido por alguien? En verdad, mi corazón se sintió muy satisfecho con esa escena.La ausencia de adultos prominentes y/o en papeles antagónicos (está la madre douchebag que fomenta la hipocondria, la progenitora ausente — la de Georgie, por ejemplo — , el padre abusivo) refuerza todo este brutal simbolismo sobre el miedo de pasar por el umbral que nos convierte en adultos, lo cual me remitió a Peter Pan. De hecho, la frase “todos flotamos aquí abajo” me recuerda a Pan y los polvos mágicos de las hadas. Sin embargo, en Peter Pan los niños flotan y suben a un mundo de fantasía; en IT Movie, los niños bajan a un inframundo y entonces flotan. Lo cual es súper creepy: el subterráneo de Pennywise es un anti-Neverland.El formato de película de espantos que te hace saltar está muy anunciado, y yo incluso diría que es súper predecible. En lo personal no me molestó porque me gusta este tipo de cine, de hecho. Mi personaje menos favorito es el bully: sobreactuado y poco desarrollado.La decisión de enfocar esta IT Movie en la historia de los chamacos y en la década de los 80 me pareció excelente. Lo primero porque se desarrolla sabrosamente (aunque con 2 hrs y 15 mins de duración habrá quien sienta que el filme es demasiado largo), y lo segundo porque soy un sentimental y todo lo que tenga que ver con los 80 por lo general obtiene mi atención inmediata :)

Originally published at elhyp3.com on September 19, 2017.

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Published on September 18, 2017 18:57

August 9, 2017

Mujeres en la cocina

El lugar de mi madre siempre ha sido la cocina. Esto no es una aseveración misógina, sino una observación de mi infancia. El epicentro de mi madre es y siempre ha sido su cocina: ella es la dueña, ama y señora ahí. Te pendejea por buscar los cubiertos en el cajón equivocado, por osarte a esculcar algo en el refri (cuya puerta es una mezcla de fotos viejas con imanes viejos). Ese es su turf y ahí ella escribe las reglas.

En esa cocina siempre se conversó de las cosas importantes, se tomaron las decisiones, era el sitio al que uno llegaba del exterior a tocar base, descansar, refrescarse. Mis padres terminaron su relación en esa cocina (es decir, papá jugó de visitante, mamá de huésped). En esa misma cocina, la mamá de mi hija y yo descubrimos (pregnancy test en mano) que “estábamos” embarazados. Mi madre fuma, prepara la comida, toma café, lee el periódico (y el semanario Proceso), habla por teléfono y ve la tele en la cocina. Lo cual no es diferente a lo que vi siempre de niño: cuando llegábamos los veranos a Saltillo, a la casa de mi abuela, mi madre y ella lo primero que hacían era enclaustrarse ahí y charlar durante horas. Aquella era una cocina sin puertas, colocada en el extremo de una casa de adobe de un solo piso —casi desde el porche de entrada podías ver lo que sucedía ahí: mi madre fumando y despotricando y mi abuela Delfina preparando la comida o haciendo tortillas de harina o sacando la nata de la leche bronca (si me acercaba a hurtadillas a robar comida, me espantaba con un “¡cuéle!”, que es como decir “¡sáquese!” en chilango). Mi tía Minerva no era diferente: las cosas en su casa sucedían entre la estufa y el comedor, y casi siempre con comida en medio. Todas esas mujeres de mi vida cocinaban y hacían de la cocina su lugar de operaciones como Nick Fury dirige a los Avengers a bordo de un helicarrier. Por lo tanto, entenderán que la idea de un “hombre que cocina” para mí era algo alienígena. Así, cuando alguien me dijo, en algún momento de mi infancia o pubertad, no lo recuerdo del todo, la pedorra frase “los mejores chefs del mundo son hombres”, me pareció una cosa tan rara y tan fuera de lugar, como una ironía desalmada. El lugar de los hombres no es la cocina, me decía mi experiencia, pensar en esa idea era como usurpar un sitio al que no pertenecíamos. En esta familia las mujeres eran quienes gobernaban el barco de nuestras vidas, y ellas lo hacían siempre desde las cocinas. ¿Los hombres? Ellos nunca estaban presentes, y los ejemplos sobraban. Mi tío el Güero sentado en su sillón, tomando cerveza, sin hablar con nadie, un poco ido, un poco valiéndole madres todo. Mi abuelo Macario en el porche, fumando y mirando hacia la calle seca y azotada por el sol coahuilense, o en el cobertizo fabricando escobas (true story), como alejado de las neurosis de su esposa. Y por supuesto mi propio padre, ausente, trabajando en una fábrica porque “se descompuso una máquina” — lo cual casi siempre era un pretexto para justificar sus pedas y líos de faldas. ¡Qué extraño era el mundo de los adultos! Qué es eso de chefs, hombres en la cocina, qué perversión, qué desencajado, qué cosa más extraña…

Pensamientos y recuerdos que llegaron a mi cabeza luego de leer esta interesante pieza del NYT:

Link al artículo: https://www.nytimes.com/es/2017/08/08/donde-estan-las-mujeres-de-la-gastronomia-latinoamericana/amp/

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Published on August 09, 2017 12:53

August 1, 2017

Por qué me encantó Dunkerque (explicado en 12 tweets)

Empecé por aquí:body[data-twttr-rendered="true"] {background-color: transparent;}.twitter-tweet {margin: auto !important;}

Dunkerque está hermosa. Mi alma se siente muy feliz y satisfecha.

 — @Ruys

Y a los dos días, seguí por aquí:body[data-twttr-rendered="true"] {background-color: transparent;}.twitter-tweet {margin: auto !important;}

A continuación algunos tweets sobre por qué me encantó #Dunkerque

 — @Ruys

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Desde morro amo los aviones de la WW2 y me hipnotizaron las secuencias de "dogfighting". Su belleza radica en que son muy simples #Dunkerque

 — @Ruys

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Tom Hardy a medio rostro, como en Mad Max y TDK Rises, rockea en grande #Dunkerque

 — @Ruys

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Aunque sucede en aire, mar y tierra, es más un filme naval. La secuencia del torpedeo me puso la piel de gallina

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Published on August 01, 2017 18:17

July 19, 2017

La Luna, 1969

Un post publicado originalmente el 16 de julio de 2009

Ayer recordé con mucho cariño y melancolía a mi papá porque habría cumplido 70 años y porque seguramente este 16 de julio nos habríamos llamado por teléfono para platicar de la Luna. Justo un día como hoy, pero hace exactamente cuatro décadas, en 1969, partió la misión Apollo 11 hacia nuestro satélite. ¶ Es muy probable que yo le habría preguntado a mi papá dónde vio el alunizaje, qué clase de evento social fue, qué pensó cuando Neil Armstrong dijo por TV “a giant leap for mankind”. Me lo habría imaginado en sus recién cumplidos 30 años, con alguna camisa de manga corta y plumas nerdáceas de ingeniero en el bolsillo, y mi mamá toda jovencita ahí a un lado, pegados a la tele. ¶ Quiero pensar en el tamaño épico del momento, en todo el pedazo de humanidad que tenía acceso a un televisor literalmente crusheado por el hecho de ver a un cabrón poniendo un pie en la Luna. Men are walking on the Moon. ¶ En ese momento la TV gobernaba la inmediatez y el impacto mediático en la gente, esos pequeños receptores en blanco y negro (la mayoría) con sus antenas analógicas despilfarrando chorreadas de imágenes históricas. ¶ Nunca fui adepto de las teorías de la conspiración mixeadas con realidad. Me parecen una pérdida de tiempo y una ociosidad que sólo cabrones como Alan Moore pueden convertir en ideas resonantemente bellas, como que el Hyde Park en Londres se llama así porque los marcianos invadieron Gran Bretaña en el siglo XIX y achicharraron ahí a Mr. Hyde de Stevenson. No veo el encanto de argumentar durante horas y obsesionarse con aquello de que la misión Apollo 11 fue el fraude del siglo y que todo lo grabaron en un estudio y que Stanley Kubrick estuvo detrás. Ni siquiera me parece algo entretenido. ¶ Seguro tiene que ver que desde niño la sola idea de ir a la Luna me parecía fenomenal: por sentir la gravedad cero, por ver la Tierra desde allá, por regresar y platicarle a mis amigos la experiencia. ¶ Unos meses después del estreno de 2001: A Space Odyssey, en la que Kubrick (por cierto) ya había mostrado su versión muy chafa de Pan-Am Airlines llevando pasajeros a una estación espacial internacional como si fuera un vuelo México-Monterrey, la NASA lo hacía en serio y sin tanto glamour. ¶ Mi padre me regaló a principios de los ochenta una enciclopedia del espacio de la Sociedad National Geographic y yo me cagaba de la emoción. Me peiné los planetas del Sistema Solar, las lunas de los gigantes gaseosos –el sistema joviano, los llamados “mundos de Galileo”–, los capítulos de las constelaciones y el predecible “ay wey” de comparar nuestro sol con otras estrellas o admirar esos gráficos que nos muestran a nuestra galaxia perdida entre miles de millones de galaxias. Alucinante. ¶ De niño la “conquista espacial”, un término pretencioso para describir la mezquina madriza política entre la hoy extinta Union Soviética y Estados Unidos, me apasionaba al grado de que me visualizaba siendo astronauta “de grande”. Me imaginaba, volviendo a Kubrick, que en el año 1999 –en el que el Dr. Heywood Floyd analiza el monolito del cráter Tycho–, cuando tuviera 26 años, podría detenerme en una estación orbital, hacer mi checkup en el frontdesk del Hilton Space Station 5 y platicar en sillones locotrones con personas disfrazadas como en Los Supersónicos:

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Published on July 19, 2017 19:46

July 9, 2017

Las 6 películas de Spider-Man, rankeadas de la peor a la mejor

(Este post contiene SPOILERS. No se incluye la trilogía setentera de Nicholas Hammond ni la versión japonesa de 1978, Supaidāman).
En el número 6…Spider-Man 3 (2007)

En su momento, esta película nos rompió el corazón: teníamos tantas ganas de verla que hasta le dedicamos un podcast entero cuando apareció el tráiler (fue en el año 2006, estábamos chavos).

Pero todo salió mal. El melodrama MJ vs Peter evolucionó en una ruptura entre ambos que trajo al nefasto “Spider Emo” en un segmento innecesario del filme. El Arenero fue tierno pero insuficiente, sin punch… es que… ¿tierno? ¿Quién quiere a un villano de cómic que sea “tierno”? Por otro lado, Raimi trajo a la mesa a OTRO villano, el muy esperado Venom que resultó ser una idiotez suprema, comenzando por el casting de Topher Grace como Eddie Brock. Esperen: y POR SI FUERA POCO además Pete tiene que lidiar con James Franco como la versión 2.0 del Duende Verde, con la carita quemada y todo. Ya no fue gracioso ver a MJ secuestrada y con su vida corriendo peligro, ni a Spidey con el traje del simbionte que tanto queríamos ver. Un. Maldito. Desastre. Que. Aún. Duele.

Momento favorito: supongo que la primera persecución de Spidey hacia el Arenero es divertida. Y ya.

En el número 5…The Amazing Spider-Man 2: Rise of Electro (2014)

Por muy poco es menos mala que Spider-Man 3: la culpa la tiene en buena medida Electro. La interpretación de Jamie Foxx es ridícula, pero más ridículo es que Electro quiera freír al Arácnido y al resto de Nueva York por culpa de sus líos mentales sociópatas. Motivaciones del villano: FAIL. Similarmente a Spider-Man 3, suceden demasiadas cosas y hay demasiados personajes: el Duende Verde nunca termina de cuajar y parece solo un pretexto para armar a los Sinister Six — hey, recuerden que al final sale Paul Giamatti desperdiciado como Rhino, pfff. Y otro desperdicio: la hermosa Felicity Jones como la hermosa Felicia Hardy. Dicho todo esto, a su favor juega la increíble química entre Andrew Garfield y Emma Stone en los papeles de Peter Parker y Gwen Stacy. Esos dos se movían juntos con gracia frente a la cámara, pero no fueron capaces de salvar a la producción de que su trilogía fuera cancelada.

Momento favorito: la muerte de Gwen Stacy, eso sí, un graaaaaan momento. Aún recuerdo cómo nos quedamos todos en el cine. Gulp.

En el número 4…The Amazing Spider-Man (2012)

Cinco años después de Peter Emo, Marc Webb tomó las riendas del personaje y nos regaló un cumplidor reboot. Andrew Garfield fue un excelente casting como Spidey, y lo mismo puedo decir del tío Ben (Martin Sheen) y la tía May (Sally Field). Sí tuvimos que hacer como que le creíamos a los lagartones de Garfield (28 años al momento de la filmación) y Emma Stone (23 años) que estaban todavía en prepa, pero lo pasamos de alto. Y hablando de lagartones, luego de pasar ooooootra vez por la historia de origen del Arácnido, nos fumamos en paralelo la historia del Dr. Connors y de Harry Osborne y sus eternos daddy issues. Justo esa parte fue la más débil, pero con la vibra entre Garfield y Emmita y el trágico desenlace de Denis Leary como el jefazo George Stacy, terminó siendo, como les decía, un filme cumplidor.

Momento favorito: Spidey descubriendo sus poderes. Eso nunca tiene pierde.

En el número 3, casi, casi un empate técnico con la número 2…Spider-Man: Homecoming (2017)

Es increíblemente divertida y cool, pero en el fondo realmente no logra conectar emocionalmente (mi principal queja es que la tía May nos fue vendida solo como una milfota guapota, y no como esa guía sabia que orienta a Peter cuando más lo necesita). Tampoco es que Spider-Man: Homecoming lo intente demasiado: Jon Watts, director, deja descansar el peso del filme en una combinación muy afortunada de factores. Primero, el feliz casting de Tom Holland como Peter Parker (el chamaco lo hace perfecto), quien le mete mucho humor y carisma al personaje. Segundo, un antagonista actuado con toda la mano de Michael Keaton, podrido pero no tanto, y sin las idioteces unidimensionales del Electro de Jamie Foxx. Tercero, todo el tema Avengers: Tony Stark, Happy, el traje ironmanizado de Spidey (wooooow). Finalmente, creo que el mayor acierto está en relatar solo un par de semanas (o algo así) en la vida de un Peter Parker adolescente, lleno de ansiedades y miedos, lejos de Manhattan y más cerca del barrio.

Como lo dije en mi ranking de los siete episodios de Star Wars: estamos eufóricos porque Homecoming resultó mejor de lo esperado, pero solo el tiempo dirá si (para mí) merece estar en el tercero o segundo lugar de esta lista. ¡En un par de años hacemos una actualización!

Momento favorito: el rescate del elevador en el Obelisco de Washington. Un genuino momento clásico con toda la mística de Spider-Man. Ah: y el pequeño homenaje a Ferris Bueller .

En el número 2…Spider-Man (2002)

A la distancia de 15 años me parece que esa Spider-Man fue un milagro. El cine de superhéroes estaba en pañales, los efectos visuales por computadora aún hacían ver a los personajes como hechos de goma y bueno, nadie, NADIE creía, incluso con el éxito de X-Men un par de años atrás, que las cosas salieran tan bien. Historia de origen, check. Peter Parker, brillante pero ñoño, check. Tobey Maguire lo hizo muy bien, ¡no sean cabrones! Con el tiempo se convirtió en un meme llorón, pero a sus 26 años (al filmar la película) le dio un carácter juguetón y valiente a Spidey. Sí: Garfield lo hizo aún más bromista, y ni qué decir de Tom Holland, pero en ese momento el Hombre Araña de Maguire parecía a la medida de las expectativas. Aquel Spider-Man introdujo no solo la historia de origen de una manera que le hizo justicia al cómic, sino a varios personajes que serían amados por todos: Kirsten Dunst como Mary Jane, J.K. Simmons como Jota Jonás Jameson (perdón, es que yo veía la caricatura en los 80), James Franco como Harry Osborne y el brutal Willem Dafoe como el Duende Verde (uff, y Elizabeth Banks como Betty Brant). Tragedia y amor, amistad y traición, los dolores del “coming of age”… esa primera Spider-Man no es perfecta, pero es bonita y llena de recuerdos.

Momento favorito: La entrada del Duende Verde en Times Square y su primer madriza con Spidey entre globos gigantes y carros alegóricos.

Y en el número 1…Spider-Man 2 (2004)

Hay algo que poner a este filme, junto con The Dark Knight y probablemente Logan, como ejemplos memorables de películas de superhéroes. El viaje de Peter Parker es paralelo al de Otto Octavius: ambos se convierten en monstruos a lo largo del filme — Peter comenzó en la cinta anterior, al provocar la muerte de Norman Osborne. Uno de ellos se resiste, el otro lo desea. Al final, ambos son redimidos: Peter rescata a su chica y se queda con ella, muy a su pesar, y el Doc Ock salva a Nueva York pero ahoga su sueño en el río Hudson. La perfección narrativa de Spider-Man 2 ha sido ampliamente analizada, es un caso de una historia a la que le sobra muy poco o nada, con personajes secundarios bien logrados, maravillosas secuencias de acción y también chingos de humor. Es de una belleza tragicómica inusual, y también es sorprendentemente romántica (y cursi). Me cuesta trabajo creer que en el futuro algún filme de Spider-Man pueda destronarla.

Momento favorito: “Go get ’em, tiger”. Me derrito de amor, pinche Mary Jane.

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Originally published at elhyp3.com on July 9, 2017.

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Published on July 09, 2017 06:30

May 26, 2017

Por qué E.T., el Extra-Terrestre, es una película perfecta

Hoy hace 35 años se estrenó en el festival de Cannes E.T., the Extra-Terrestrial. Esto fue lo que escribí al respecto en 2012, cuando el filme cumplió tres décadas de vida.

¿E.T. The Extra-Terrestrial es una película perfecta? No lo sé: el final es lacrimógenamente tortuoso, por no señalar que el escape de E.T. en las narices de un ejército de agentes MiB, ayudado solo por un puñado de adolescentes, es bastante ridículo. Igual es un clásico, o eso pensé, así es que decidí verla una vez más, en esta ocasión acompañado de mi hija.

Mi hija y yo nos sentamos a ver E.T. con toda la atención que se merece. Cuando el filme acabó y el hermoso piano de John Williams repite en solitario el tema principal y corren los créditos, solo pude ver a Julia, silenciosa, hundirse en el sillón durante un par de minutos. No dijo nada.

Mi antigua regla, cuando iba cinco o seis veces por semana al cine, era no decir absolutamente nada de la película que acababa de ver. Ni un “¿te gustó?”, mucho menos un lépero “¿qué opinas?”. Decidí aplicar la misma receta con mi hija, y solo me dediqué a compartir ese silencioso momento con ella, esa vibra especial que te recorre solo cuando una película te ha golpeado en el estómago y el pecho (o el sitio corporal donde ustedes guarden sus emociones).

Finalmente se levantó y se fue a hacer otras cosas. Creo que E.T. la sacudió, y con mucha razón: es un filme de ciencia ficción ligera, pero también un manojo de escenas costumbristas de la middle class gringa. Las fachadas estilo californiano, la obsesión juvenil por la pizza, el coleccionismo de juguetes, la adorable escena de los chamacos jugando Dungeons and Dragons

Para alguien que creció en Ciudad Satélite en los ochenta (yo), las costumbres de una familia “desintegrada” que recibe en su casa a un botánico extraterrestre, no le parecerían extrañas. Mi hija, sin embargo, ha crecido en un contexto diferente, menos suburbano; pensé que quizá necesitaría un poco de ayuda de mi parte (“Mire mija, las televisiones funcionaban antes con antejas de conejo. De co-ne-jo”), pero preferí relajarme y dejar que Spielberg hiciera lo suyo y le contara el relato.

Y así fue. La familiaridad y naturalidad escénica se impuso, entre la imposiblemente encantadora Gerty y la dramática relación entre Elliot y el extraterrestre. Se trata de una película muy inocente y muy bella. Pero la verdadera maestría de su realizador consiste en acomodar narrativamente símbolos poderosos que se van derecho a nuestro centro emocional.

Debo haber visto E.T. una docena de veces, y lo más notable, en este sentido simbólico, me parecen los guiños a Peter Pan, ese tratamiento del mundo de los adultos (durante gran parte de la película en tomas cerradas y con voz en off, con excepción de la madre) versus el mundo de los niños. La madre de Elliot, Gerty y Michael nunca ven a E.T., claro, porque “los adultos no pueden ver lo que los niños ven” (el entrecomillado es mío).

Y ahí están las escenas inmortales que se han convertido en cliché (bici voladora a contraluz de la Luna), la música sinfónica de John Williams, los one-liners y las referencias cruzadas (¡Yoda!). Además, es una película proxémica: se vale de movimientos, efectos sonoros y tomas oscuras para “hablar” con la audiencia. No podría ser un filme mudo, pero sí uno casi sin diálogos.

El mejor ejemplo de esto último es lo que siempre he llamado “una escena perfecta”: me refiero a aquella en que Elliot, medio borracho y ya casi crudo por la conexión psíquica con E.T., arma un desmadre en la clase de disección de las ranas.

Toda la construcción, desde la ingesta de cervezas hasta el destape de las ranas, es un tesoro cinematográfico. El momento climático viene cuando E.T. mira en la tele la escena del beso de The Quiet Man, en la que John Wayne le para la trompa a Maureen O’Hara. Elliot hace lo mismo con la escuincla bonita del salón (la futura playmate noventera y chica Baywatch, Erika Eleniak).

El momento del beso toma la banda sonora de The Quiet Man (donde el sonido de un ventarrón es lo único audible), pero en su desenlace se combinan un gag (Elliot subiéndose en la espalda de un compañero porque es demasiado chaparro para alcanzar a la chica) y una dulce música sinfónica (los acordes de Williams acompañando a la nostálgica toma de las manos de los niños dejando escapar a las ranas por la ventana).

A Elliot se lo llevan regañado a la dirección, y la chica recién besada tuerce su pie coquetamente.

Cada vez que veo esta escena se me hace un nudo en la garganta. Spielberg no ha la superado, y muy probablemente nunca lo hará.

La otra feliz coincidencia de mi reencuentro con E.T. fue darme cuenta de que es una película de Halloween. No solo por lo evidente, sino porque su argumento retrata a su manera uno de los muchos temas de la fiesta del Halloween (y el Día de Muertos): ayudar a que los fieles difuntos regresen a casa.

Vi E.T. a los nueve años de edad y, al igual que millones, me obsesioné con la película. Ahora la compartí con mi hija de seis años y medio. Soy una persona muy afortunada.

Y sí, respondiendo al título de este post: E.T. es una película perfecta. Aún con el final lacrimógeno y las inverosimilitudes. E.T. es como una canción que se te mete en el cuerpo y nunca te deja ir.

Originally published at elhyp3.com on May 27, 2017.

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Published on May 26, 2017 17:13

May 10, 2017

Recuerdos de la Nostromo y el Space Jockey

Un post de 2012 que escribí a propósito del regreso de Ridley Scott al Universo Alien con “Prometheus”.

En 1979, casi 1980, se estrenó Alien, o como la conocimos en México, Alien, el octavo pasajero, una de las películas más importantes en la carrera de Ridley Scott. Se trataba de una monster movie muy original que combinaba el terror con la ciencia ficción en una atmósfera tensa, sucia, decadente, como inspirada en los botaderos de basura. O los deshuesaderos. La estética Alien quizá provenga de una época desesperanzadora en la que la crisis energética (en aquel México, el de López Portillo, comenzaba la crisis económica que nos ha perseguido hasta estos días), la delincuencia, el terrorismo, los secuestros de aviones y los desastres naturales eran cosa común en los encabezados de los diarios. El futuro, o esa era la idea visual detrás de Alien (y que terminó magistralmente con Blade Runner, su opera magna), era un lugar familiar por sucio y poco funcional. Tal como funcionaba 1979. O 2012, para el caso. Este futuro era distópico, al menos en la forma –y digo en la forma porque la estética googie, también conocida como “Raygun Gothic”, era lo que dominaba la idea del futuro como un lugar pulcro y próspero, como diseñado por los Supersónicos. (Un ejemplo googie: esta sala de abordar espacial –con frontdesk del Hilton, ¡haciendo eco al famoso Hilton en la Luna!– de una popular película de Kubrick.)

No sucedía lo mismo con Alien. Los siete protagonistas humanos, Dallas, Kane, Lambert, Ripley, Ash, Brett y Parker + 1 gato (Jones), viajan a bordo de la nave estelar USCSS Nostromo, un viejo y vulgar remolque, una grúa del espacio de proporciones gigantescas. La Nostromo no tiene nada de googie: goteras, suciedad, claroscuros, maquinaria pesada… a sugerencia del guionista Dan O’Bannon, Ridley Scott le encargó al demencial H.R. Giger el diseño de arte del filme, lo que incluyó la creación de la criatura que le dio título a la cinta, el xenomorfo “biomecánico” que acaba aniquilando a casi toda la tripulación de la Nostromo.

El nerd que esto escribe, al igual que mi hermano, ya era gran fan de Alien a mediados de los ochenta. Mi hermano tenía la bendita costumbre de coleccionar tarjetas Topps. Su rango iba del beisbol y el futbol americano, a Los ángeles de Charlie y Kiss (la banda). Entre las rarezas tenía unas tarjetas de plástico de Hulk, el hombre increíble, Encuentros cercanos del tercer tipo y Alien. Guau: tarjetas Topps de Alien. Aún atesoro varias de las tarjetas sobrevivientes en una caja de tenis. Y aún huelen a chicle.

Entre las tarjetas, había una que despertaba un misterio. UN MISTERIO. Se trataba de la tarjeta no. 43 de Alien con la leyenda “Fantastic Space Jockey”. Pueden verla aquí.

El Space Jockey. Es decir, el esqueleto aquel del planeta aquel en donde la Nostromo aterrizaba (y donde se le metía la criatura al pobre Kane), tenía nombre. Space Jockey. ¿Qué diablos quería decir eso, quién se lo había puesto? El Space Jockey aparecía apenas unos segundos en Alien, pero se convirtió en tremendo easter egg de la cultura geek ochentera. ¿Qué especie era aquella? ¿Portaba un traje biomecánico o ese era su cuerpo? ¿Había muerto operando una especie de telescopio (mi teoría favorita: a mí me gustaba pensar que el Space Jockey era un científico, un benévolo extraterrestre que había tenido la mala suerte de toparse con el xenomorfo de Giger) o un cañón, un arma de destrucción masiva? No exagero al decir que el Space Jockey le dio al fandom el mismo nivel de obsesión que la pregunta: ¿por qué Obi-Wan Kenobi desaparece al morir en Star Wars?

Y ahora viene Prometheus, la semi-precuela de Alien que (esperamos) no apestará porque no tiene un tratamiento “precueloso” a la serie original, y porque la dirige Ridley Scott. A medida que han avanzado los avances… ¡sorpresa! El Space Jockey hace su aparición. En un rol prominente. El sueño húmedo de los geeks al descubierto: ¿al fin conoceremos el origen del misterioso Space Jockey? TOTAL NERD BLISS.

El bello nombre de la astronave Nostromo proviene de una novela del siglo XIX del polaco Joseph Conrad, Nostromo, A Tale of the Seaboard. Un lindo homenaje a un escritor que amaba escribir historias del mar, de embarcaciones, de tripulaciones enfrentándose a lo desconocido.

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Published on May 10, 2017 17:08