Rafael Marín Trechera's Blog, page 8
January 6, 2016
December 28, 2015
EL DESPERTAR DE LA FUERZA

Nunca volver� a ser 1977. Nunca recuperaremos aquella ingenuidad, aquella sorpresa, aquel mundo que cambi� y nos cambi�, de la noche a la ma�ana, con el visionado de una pel�cula. La estudiada simplificaci�n narrativa, la limpieza tem�tica, la estructura que hac�a ecos de tantos sitios que era como si resonara por vez primera, son imposibles de recuperar. Han pasado 38 a�os. Han pasado seis pel�culas. Y dos hiatos. Y ha habido sobreexplotaci�n de merchandising y universos expandidos. Y relevos generacionales. Y lo que fue una agradable fantas�a espacial se ha convertido en iglesia.
Sobra comentar aqu� lo mucho de bueno y malo que forman parte indisoluble del ADN de lo que es Star Wars y lo que Star Wars significa. Cada espectador rendido en fan tiene su esquema, sus preferencias, sus vivencias. Muchos se sienten due�os del juguete, sin querer reconocer nunca que contentar a todo el mundo es imposible, que el juguete tuvo un due�o (que adem�s era su creador) y ahora tiene otro, ese que va camino de convertirse en el estudio m�s potente del siglo XXI.
La apuesta fue siempre (y esto no lo entendi� George Lucas, que cometi� el error de rodar las precuelas) el futuro de los personajes. No es el universo lo que interesa, sino la peripecia, la aventura, la sorpresa. No saber qu� va a ser de unos personajes tan ic�nicos que es ya imposible crear otros que los sustituyan sin recordarlos. Cada uno de ellos es quien tuvo que ser porque tuvo que serlo: el joven ingenuo, el malvado implacable, el maestro sabio, el contrapunto c�mico, el amigo deslenguado. Y, transcurridos tantos a�os desde aquel final apresurado y mal contado con el que Lucas se despidi� por primera vez de su saga con El Retorno del Jedi, no ha quedado otra que jugar a lo �nico que se puede jugar cuando el juguete es tan estilizado que no admite m�s componendas.
De la mano del hijo putativo de Steven Spielberg (y, por ende, sobrino putativo tambi�n de George Lucas), JJ Abrams, se cuenta quiz� lo �nico que podr�a contarse a nivel de evoluci�n de universo y personajes: han pasado tambi�n treinta a�os en la trama, y a partir de ah� se juega a buscar adrede el paralelismo, la coincidencia, el gui�o. Nada de extra�ar, por otra parte: el propio George Lucas jug� ya dos veces a rehacer Star Wars (en VI y I, por si ustedes no quieren detenerse a pensarlo), igual que jug� una vez m�s a rehacer En busca del Arca Perdida (en La �ltima cruzada, por las mismas razones). La marca de f�brica de esta sinfon�a gal�ctica fueron las codas, las rimas, las repeticiones: el comentario de amargura de Obi Wan en IV se convert�a en iron�a en III, el coscorr�n involuntario del extra stormtrooper se convierte en tendencia gen�tica de Jango Fett. As�, ad infinitum. Situaciones paralelas, di�logos similares, y por encima de todo el contrapunto o el hilo conductor de la m�sica.
Treinta a�os despu�s los h�roes de nuestra generaci�n ya no pueden ser los h�roes de otra generaci�n. Nadie habr�a admitido, al menos ahora, un cambio de actores a la hora de interpretar a Han Solo, Luke Skywalker o Leia Organa. Hab�a que renovar la escuder�a. Y hacerlo tirando hacia delante. Escamoteando, lamentablemente quiz�s, elementos interesantes de esa historia que todos creemos conocer pero ninguno conoce (en tanto el universo expandido ya no existe, y en buena hora). No tiene que haber sido tarea f�cil: del tr�o protagonista, uno de ellos (Ford) es el �nico que ha conseguido llegar a la categor�a de superestrella, quedando los otros dos relegados a sombras de s� mismos con carreras cuanto menos discretas. El tiempo, adem�s, es inmisericorde con todos. O se saltaba en el tiempo doscientos a�os o se apalancaba con lo que hay. Y esta es la decisi�n que Kathleen Kennedy, Disney y Abrams han tomado. Lo tomas o lo dejas.
El universo expandido fue, aunque no lo quieran creer quienes lo consumieron, una maniobra comercial, un entretenimiento inter filmis. Pensando con dos dedos de frente, era imposible que nadie fuera a rodar unas “continuaciones” que s�lo unos pocos en el ajo conoc�an. La pel�cula, como la primera trilog�a, juega siempre a la sorpresa. La decisi�n de tirar por la borda lo que se ley� en novelitas malas, en tebeos regulares y en series de dibujitos animados a veces aceptables es tan inevitable como sabia. Aunque, por simple combinaci�n de elementos y por l�gica de evoluci�n de personajes e historias, tenga que haber por fuerza elementos que se parezcan.
El despertar de la Fuerza es, por tanto, una continuaci�n que se vuelve oficial en tanto oficial ha sido siempre s�lo lo que se ve en pantalla. Es, entre otras cosas, un acto de amor, un homenaje de las nuevas generaciones a las generaciones que fueron. La continuaci�n de aquellas situaciones, aquellos personajes, y sus sustituci�n, lenta pero inexorable, por otros personajes y otras situaciones.
No s�lo es Star Wars; es Star Wars en su mejor salsa: apabullante, grandiosa, rid�cula por momentos, sin demasiado tiempo para profundizar en los personajes ni encontrar los absurdos de la trama. Una monta�a rusa de emociones. Tiros, duelos, explosiones persecuciones, chistes tontos, personajes que amamos y personajes que amaremos, villanos que odiaremos, la tensi�n del saber c�mo continuar� lo que, siempre, ha sido una saga: o sea, una historia que se cuenta de hijos a padres.
Enmienda la plana, pues, a los errores que cometi� Lucas: no hay ninguna alusi�n a la primera trilog�a; se limitan y mucho los CGI; vuelve al universo gastado y lim�trofe, a los malos que no son pol�ticos sino militares nazis. Y se explica lo que no fue m�s que un contrasentido en los minutos finales de VI (y su versi�n expandida): un imperio gal�ctico de veinte a�os es una mierda de imperio gal�ctico.
La pel�cula tiene por centro el enfrentamiento, una vez m�s, entre luz y sombra, encarnados en la chatarrera (mejor “buscadora”) Rey y el aprendiz de Vader que es Kylo Ren. Entre ellos, el personaje m�s amado de la saga, Han Solo, que lleva sobre sus encorvados hombros todo el peso de la historia. S�, hay paralelismos con IV, quiz� en demas�a, pero esta pel�cula es un puente. Quiz� no podr�a ser de otra forma. Un segundo visionado ya nos hace comprender que no es tanto remake como rima. S�, me dir�n ustedes, y yo les doy la raz�n: harta un poco tanta estaci�n de combate superdestructora. Claro. Pero tener la bomba at�mica no impidi� que luego se creara la de hidr�geno. O la de neutrones. O las que vengan.
Cuando vimos Star Wars no sab�amos nada de que pudiera ser un episodio IV, que habr�a continuaciones y precuelas. Aqu� se juega con ventaja: saben los narradores y sabemos los espectadores que habr� continuaciones (quiz� ad infinitum). Por eso la pel�cula se pasa volando, quedan establecidos muchos interrogantes y sabemos que no todos ser�n respondidos ni siquiera en la pr�xima pel�cula que ya se prepara.
La rima tiene en Rey y Kylo el juego de paralelismo cu�druple: entre Vader y este su nuevo ep�gono; entre Luke y su futura pupila. El gran descubrimiento es Daisy Ridley, casi un trasunto de Nausicaa del Valle del Viento, una figura femenina potente y aut�noma, quiz� una superJedi, una mutante que aprende todo sobre la marcha. Casi como el estadio inicial del otro gran personaje femenino y duro de nuestro momento, Imperator Furiosa. En el otro lado del tablero, la pieza negra, Kylo Ren con su secreto desvelado demasiado pronto, quiz�, un malo que quiere ser tan malo como el que fue m�s malo y que se ve a un tiempo desvalido y a la vez abominable. Queda un mal�simo en la sombra que quiz� no sea tan interesante, a estas alturas de la narraci�n, como el futuro enfrentamiento entre estas dos piezas de ajedrez invertidas, Rey y Ren.
Ese es el gran punto a favor de esta secuela que llega, ay, quiz�s demasiado tarde. Queremos saber qu� va a pasar. Queremos saber qu� motiv� la deserci�n de Luke. Qui�n es Rey. C�mo completar� su internamiento en el Lado Oscuro (a m� me gustaba m�s lo de “Reverso tenebroso”) ese aprendiz de brujo que fue un ni�o brujo terrible. A los fans veteranos nos queda, tal vez, la idea agridulce de que nos han escamoteado treinta a�os de historia, momentos que nos habr�a gustado ver, huecos que quiz� no se rellenen m�s que a partir de datos y retazos de di�logo. Pero qu� pu�etas. El cliffhanger sigue ah�. La galaxia se hace cada vez m�s infinita.
Published on December 28, 2015 16:41
June 5, 2015
EST� LLENO DE ESTRELLAS, NUEVO LIBRO

Nuevo libro. Publica Cyberdark. Mis m�s o menos memorias de todo esto. Un texto que inici� aqu� mismo hace la tira y que se publica, completo y terminado ya, en papel.
Published on June 05, 2015 10:54
MOBTEL, OTRO NUEVO LIBRO M�S

Presentaremos "Mobtel", un teen noir divertido y surrealista, el jueves 11 en la librer�a QiQ de C�diz.
Published on June 05, 2015 10:54
May 23, 2015
MAD MAX: FURIA EN LA CARRETERA
Si cine es movimiento, entonces Mad Max: Furia en la carretera es cine puro, sin aditamentos, el placer de la narraci�n sin tregua y, al mismo tiempo, la b�squeda de la belleza en cada encuadre.
Treinta a�os han pasado desde que el loco Mad, polic�a reconvertido a superviviente, h�roe a su pesar de un mundo post-apocal�ptico, quedara varado en el desierto rojo donde vive y quema rueda. Se dice pronto. Mad Max, lo recordamos todos, fue una de las trilog�as que salpicaron el cine de los ochenta, la presentaci�n en la sociedad internacional del cine aussie y el trampol�n del bello Mel Gibson. Tres pel�culas que parec�an tebeos, que participaban de la est�tica 2000 A.D y de M�tal Hurlant y que, incomprensiblemente, nunca se convirtieron en la gran franquicia que podr�an haber sido: ni Marvel ni DC aprovecharon el tir�n e hicieron adaptaciones al c�mic, ni se jug� a los presupuestos inferiores que la historia bien permit�a para lanzar una o varias series televisivas.
Vuelve ahora Max, de la mano de su creador George Miller, como han ido volviendo poco a poco todos los iconos que fueron sus contempor�neos: Rocky Balboa, Indiana Jones, Rambo o Star Wars. Y vuelve cambiando de rostro, pero no de ambiente, sustituyendo a Mel Gibson por Tom Hardy y presentando no un remake, como se anunci� y caus� alarma, sino una aventura m�s en el camino, un encuentro con otros supervivientes, con otro tipo de salvajismo. El resultado es la mejor pel�cula de acci�n de lo que llevamos de a�o y la mejor de la serie.
Llama poderosamente la atenci�n que Miller, con setenta a�os ya a las espaldas, haya rodado esta pel�cula con un pulso narrativo envidiable. No hay CGI apenas: todo lo que se ve en pantalla (y se ve mucho) es f�sico, real, rodado en meses y meses de paciente coreograf�a de la destrucci�n. La pel�cula es un ballet hermoso y letal, una exageraci�n de los postulados de la anterior trilog�a, sin caer en el rid�culo pseudo-humor�stico que (�por imposici�n de Mel Gibson, quiz�?) lastr� la �ltima media hora de M�s all� de la C�pula del trueno (o sea, Mad Max 3, para entendernos). La paleta de colores, ahora virados al rojo m�s que nunca, m�s la presentaci�n de personajes mutantes, deformes, exagerados, nos lleva de explosi�n en explosi�n a este western futurista que en ocasiones incluso parece steampunk. Tiene una gram�tica clar�sima, esta pel�cula, una estilizaci�n absoluta de la acci�n y la violencia, donde los choques y enfrentamientos se ven y se entienden, donde el espectador no se despista en ning�n momento ante las much�simas cosas que pasan en la pantalla, y donde en todo momento, desde la catarata al guitarrista heavy, al pantano en la niebla o la tormenta de arena se muestra con un delicado sentido de la est�tica.
Sale poco Max, cierto: ya no es el protagonista de su propia vida, sino que es un juguete movido por las arenas de su mundo. En ning�n momento se nos cuenta cu�ndo estamos, aunque alg�n detallito suelto (la locura que todav�a acompa�a a Max, las alucinaciones con su hija muerta, el motorcito del juguete musical) nos hacen pensar que, en lo que ahora es una cuadrilog�a, esta pel�cula ser�a la segunda; justo antes de El guerrero de la carretera (o sea, para seguir entendi�ndonos, Mad Max 2, hasta ahora la mejor de la serie), no despu�s de �sta ni de la tercera (donde Max, recordemos, era ya m�s viejo).
La pel�cula es Sergio Leone, como todas lo fueron, pero aqu� la maestr�a de Miller nos remite en ocasiones a John Ford, desde los escenarios al plantel de secundarios que huyen de la barbarie. Es, pr�cticamente, una versi�n siglo veintiuno de La diligencia, con los indios atacando el cami�n blindado e incluso la embarazada (o embarazadas) que viajan hacia ninguna parte.
Hay dos grandes personajes en la pel�cula, opuestos pero similares en su situaci�n. Por un lado, una Charlize Teron que interpreta a Furiosa, un personaje femenino en ese mundo salvaje dominado por los hombres y que crea, sin complejos, una hero�na de acci�n que busca redenci�n por pecados que, sabiamente, nunca se nombran. El otro es el escu�lido Nux ( Nicholas Hoult, a quien vimos en la franquicia mutante haciendo de la joven Bestia), un alucinado neo nazi cuasi vamp�rico que vive del vigor de la sangre de Max y que, en su b�squeda desesperada de un Valhala donde inmolarse acabar� encontr�ndose a s� mismo.
Pasa muy poco en las dos horas de proyecci�n, pero pasa mucho. Miller cuenta su pel�cula con trazos impresionistas, sin detenerse a profundizar en sus personajes ni en las motivaciones de estos: pero no hace falta. Basta una mirada, un comentario, un escaso momento de respiro para que comprendamos c�mo son, por qu� su desesperanza. Contra ese deseo de supervivencia, la muerte que no tiene miramientos y se lleva por delante a los personajes cada dos por tres.
Ese ser�a, entonces el leitmotiv de la historia: la b�squeda de esperanza y de redenci�n. Y Miller, muy sabiamente, sin machacar las ideas, encuentra la posibilidad de recuperar ese mundo yermo y radiactivo lleno de l�deres mesi�nicos y p�stulas en ese grupo de mujeres marginadas, supervivientes, v�ctimas, que encarnan la naturaleza que puede volver a asomar en cualquier momento, all� donde s�lo hay desierto y chatarra, para crear un mundo que parta de cero y donde no tendr�n cabida ni los l�deres neonazis ni los h�roes a su pesar, como Mad el loco, el guerrero de la carretera que ahora tiene un nuevo rostro y, ojal�, pueda llevarnos a vivir nuevas aventuras.
Treinta a�os han pasado desde que el loco Mad, polic�a reconvertido a superviviente, h�roe a su pesar de un mundo post-apocal�ptico, quedara varado en el desierto rojo donde vive y quema rueda. Se dice pronto. Mad Max, lo recordamos todos, fue una de las trilog�as que salpicaron el cine de los ochenta, la presentaci�n en la sociedad internacional del cine aussie y el trampol�n del bello Mel Gibson. Tres pel�culas que parec�an tebeos, que participaban de la est�tica 2000 A.D y de M�tal Hurlant y que, incomprensiblemente, nunca se convirtieron en la gran franquicia que podr�an haber sido: ni Marvel ni DC aprovecharon el tir�n e hicieron adaptaciones al c�mic, ni se jug� a los presupuestos inferiores que la historia bien permit�a para lanzar una o varias series televisivas.
Vuelve ahora Max, de la mano de su creador George Miller, como han ido volviendo poco a poco todos los iconos que fueron sus contempor�neos: Rocky Balboa, Indiana Jones, Rambo o Star Wars. Y vuelve cambiando de rostro, pero no de ambiente, sustituyendo a Mel Gibson por Tom Hardy y presentando no un remake, como se anunci� y caus� alarma, sino una aventura m�s en el camino, un encuentro con otros supervivientes, con otro tipo de salvajismo. El resultado es la mejor pel�cula de acci�n de lo que llevamos de a�o y la mejor de la serie.
Llama poderosamente la atenci�n que Miller, con setenta a�os ya a las espaldas, haya rodado esta pel�cula con un pulso narrativo envidiable. No hay CGI apenas: todo lo que se ve en pantalla (y se ve mucho) es f�sico, real, rodado en meses y meses de paciente coreograf�a de la destrucci�n. La pel�cula es un ballet hermoso y letal, una exageraci�n de los postulados de la anterior trilog�a, sin caer en el rid�culo pseudo-humor�stico que (�por imposici�n de Mel Gibson, quiz�?) lastr� la �ltima media hora de M�s all� de la C�pula del trueno (o sea, Mad Max 3, para entendernos). La paleta de colores, ahora virados al rojo m�s que nunca, m�s la presentaci�n de personajes mutantes, deformes, exagerados, nos lleva de explosi�n en explosi�n a este western futurista que en ocasiones incluso parece steampunk. Tiene una gram�tica clar�sima, esta pel�cula, una estilizaci�n absoluta de la acci�n y la violencia, donde los choques y enfrentamientos se ven y se entienden, donde el espectador no se despista en ning�n momento ante las much�simas cosas que pasan en la pantalla, y donde en todo momento, desde la catarata al guitarrista heavy, al pantano en la niebla o la tormenta de arena se muestra con un delicado sentido de la est�tica.
Sale poco Max, cierto: ya no es el protagonista de su propia vida, sino que es un juguete movido por las arenas de su mundo. En ning�n momento se nos cuenta cu�ndo estamos, aunque alg�n detallito suelto (la locura que todav�a acompa�a a Max, las alucinaciones con su hija muerta, el motorcito del juguete musical) nos hacen pensar que, en lo que ahora es una cuadrilog�a, esta pel�cula ser�a la segunda; justo antes de El guerrero de la carretera (o sea, para seguir entendi�ndonos, Mad Max 2, hasta ahora la mejor de la serie), no despu�s de �sta ni de la tercera (donde Max, recordemos, era ya m�s viejo).
La pel�cula es Sergio Leone, como todas lo fueron, pero aqu� la maestr�a de Miller nos remite en ocasiones a John Ford, desde los escenarios al plantel de secundarios que huyen de la barbarie. Es, pr�cticamente, una versi�n siglo veintiuno de La diligencia, con los indios atacando el cami�n blindado e incluso la embarazada (o embarazadas) que viajan hacia ninguna parte.
Hay dos grandes personajes en la pel�cula, opuestos pero similares en su situaci�n. Por un lado, una Charlize Teron que interpreta a Furiosa, un personaje femenino en ese mundo salvaje dominado por los hombres y que crea, sin complejos, una hero�na de acci�n que busca redenci�n por pecados que, sabiamente, nunca se nombran. El otro es el escu�lido Nux ( Nicholas Hoult, a quien vimos en la franquicia mutante haciendo de la joven Bestia), un alucinado neo nazi cuasi vamp�rico que vive del vigor de la sangre de Max y que, en su b�squeda desesperada de un Valhala donde inmolarse acabar� encontr�ndose a s� mismo.
Pasa muy poco en las dos horas de proyecci�n, pero pasa mucho. Miller cuenta su pel�cula con trazos impresionistas, sin detenerse a profundizar en sus personajes ni en las motivaciones de estos: pero no hace falta. Basta una mirada, un comentario, un escaso momento de respiro para que comprendamos c�mo son, por qu� su desesperanza. Contra ese deseo de supervivencia, la muerte que no tiene miramientos y se lleva por delante a los personajes cada dos por tres.
Ese ser�a, entonces el leitmotiv de la historia: la b�squeda de esperanza y de redenci�n. Y Miller, muy sabiamente, sin machacar las ideas, encuentra la posibilidad de recuperar ese mundo yermo y radiactivo lleno de l�deres mesi�nicos y p�stulas en ese grupo de mujeres marginadas, supervivientes, v�ctimas, que encarnan la naturaleza que puede volver a asomar en cualquier momento, all� donde s�lo hay desierto y chatarra, para crear un mundo que parta de cero y donde no tendr�n cabida ni los l�deres neonazis ni los h�roes a su pesar, como Mad el loco, el guerrero de la carretera que ahora tiene un nuevo rostro y, ojal�, pueda llevarnos a vivir nuevas aventuras.
Published on May 23, 2015 23:22
May 22, 2015
VENGADORES: ERA DE ULTR�N
La industria del cine ha necesitado siglo y pico de evoluci�n y revoluciones tecnol�gicas para poder mostrar, sin chirr�os ni rid�culos, lo que en los tebeos se soluciona con puntos de fuga y conocimiento anat�mico. Quince a�os llevamos ya (si iniciamos todo esto con los primeros X-Men llevados a la pantalla) de experimentos de prueba y error y juegos malabares pirot�cnicos, haciendo los cambios justos en la plantilla de la narraci�n para mostrar a todos los p�blicos (y no s�lo a los lectores de historieta, detalle que estos olvidan/olvidamos convenientemente) la traslaci�n a la imagen m�vil de aquello que fue un universo de creaci�n, la mitolog�a del final del siglo veinte.
Marvel, reconozc�moslo tambi�n, ya no es aquel peque�o foxterrier que ladraba a los talones de los grandes editores, en palabras de Stan Lee. Ya ni siquiera es una editorial de tebeos, aunque el zombie que ahora encarna lo parezca. Marvel est� en manos de unos t�cnicos que a su vez est�n en manos de otros t�cnicos que dependen de cifras de ventas. Son, record�moslo tambi�n, un peque�o imperio cinematogr�fico que depende del otro gran imperio al que nadie hace sombra hoy en d�a: Disney. Lo que vemos en las pantallas (sea por la propia Marvel Productions o por los t�tulos vendidos a fondo perdido a otras productoras como Fox y Sony) no es la versi�n en cine de los c�mics, sino varias versiones (la de los mutantes por un lado, la de Spider-Man por otra, la del n�cleo de los personajes que no vendieron en su d�a y ahora explotan) que se parecen levemente (o no) a los tebeos. La imagen m�vil crea y recrea un palimpsesto que recicla, regurgita y recrea momentos puntuales de m�s de cincuenta a�os de comic-books, a ritmo endiablado y quemando ruedas con cada pel�cula…. Y que a su vez influye en el cad�ver que son hoy los c�mics. Ver�n cu�nto tarda la Antorcha Humana de los tebeos en ser negro, o en morir ese personaje que…. Ah, los spoilers.
Con Vengadores: La era de Ultr�n dicen que se pone fin a la fase dos de presentaci�n (o introducci�n) de los personajes en el cine. Lo que empez� con Iron Man y se expandi� a los dem�s t�tulos y que ahora dan (hip�critas) por cerrado con ese final algo falso que plantea la pel�cula. Dirigida por Joss Whedon, el inteligente creador televisivo de Buffy Cazavampiros, �ngel y Firefly, que ya se encarg� de coordinar el convulso ballet de tantos personajes en la anterior entrega del supergrupo y que ahora, dicen que agotado, dicen que por desavenencias creativas, dejar� el puesto en otras manos para la tercera pel�cula.
Hay acci�n a raudales, en esta nueva entrega. Demasiada acci�n, quiz�s. Mucha explosi�n, mucho golpe, mucho edificio derribado, mucho chiste tonto (que siempre se agradecen, eso s�). Pero el argumento es convulso y confuso, sin estilizar, y la direcci�n es err�tica, tanto en los movimientos de los actores cuando charlan y charlan y charlan (una r�mora de la formaci�n televisiva de Whedon, quiz�s), como en los desopilantes movimientos de c�mara, donde todos pelean a la vez y saltan, esquivan, golpean y destruyen sin que nos de tiempo a verlo todo: la clara exposici�n narrativa de los c�mics cl�sicos ha desaparecido, sustituida quiz�s por el cacao monumental de la narraci�n de los c�mics contempor�neos.
Es posible que parte del problema sea la enorme cantidad de personajes en liza. A los conocidos Hulk, Iron Man, Capit�n Am�rica, Ojo de Halc�n, Viuda Negra y Thor se les une un casting de secundarios que necesitan, todos, su medio minutito de exposici�n: Mar�a Hill, el insoportable Nick Furia, el viejo Stan Lee, el Halc�n (Falcon en el cine) y el sustituto-pero-menos-porque-ya-lo-negociaremos-en-contrato-aparte de Iron Man, M�quina de Guerra. Y sumen ustedes la aparici�n estelar de Heymdall, Peggy Carter, Ulises Klau… Muchos personajes a la vez, para una historia que, adem�s, presenta a un malo del que se deshace en segundos (el bar�n Strucker), a otro que desaprovecha, sembrando para el futuro (el citado Ulises Klau), m�s los dos mutantes-que-no-pueden-ser-llamados-mutantes-sino-mejorados, Pietro y Wanda (nada de “Mercurio” y “Bruja Escarlata”), el papel que por fin se merec�a (o no), Paul Bettany como Visi�n. Y el malo. Un James Spader convertido en robot con labios y soliloquios algo planitos, Ultr�n, que es el villano porque tiene que serlo y que sin embargo no hace grandes villan�as, ni declama a Shelley (como deber�a), ni asusta. El juego meta-referencial entre Dios y su creaci�n, o la poes�a que en los c�mics tiene tanto la aparici�n de Visi�n como el portentoso final donde Roy Thomas present� a los lectores el poema Ozymandias hace ya cuarenta a�os, no se explora ni se justifica. No hay recreaci�n de la mitolog�a Vengadora m�s que lo justito. Whedon, m�s que nunca, ha hecho aqu� un trabajo de encargo donde los fundidos en negro lastran el desarrollo de la poca chicha que tiene la trama, en tanto suponen un par�n, y donde la espectacularidad de las escenas de acci�n no tiene una contrapartida en la emoci�n de la presentaci�n de la amenaza: cu�nto mejor hubiera sido que Ultr�n les hubiera estallado en la cara a Banner y Stark en vez de aparecer cuando estos andan de copas, cu�nto m�s no se habr�a cerrado el c�rculo si Wanda Maximoff hubiera tenido oportunidad de experimentar en carne propia un rescate in extremis por parte del Iron Man al que odia…
La pel�cula resuelve la dualidad del personaje de Quicksilver, que tanto en la franquicia mutante como en la marveliana-marveliana es interpretado por dos actores distintos, sin nombrar en ning�n caso: solo sabemos que corren mucho, que uno se llama Peter y el otro Pietro. L�stima que no supieran ponerse de acuerdo y haber entregado la interpretaci�n, en ambos lados del universo cinematogr�fico, al mismo actor. Sigue habiendo los huevos de pascua (o bantha fudu) para que los espectadores que est�n en el ajo babeen cuando se menciona a Wakanda (pero no sale Pantera Negra), con lo cual daba lo mismo que la acci�n se situara en Sebastopol o en Argamasilla de Alba. Lo m�s importante es c�mo se distancia de la destrucci�n sin sentido de la que se acusa a El Hombre de Acero, la �ltima pel�cula de momento de la Distinguida Competencia/Time Warner. All� donde el nuevo Superman se enzarzaba en una ensalada de tortas con los invasores extraterrestres sin que parecieran importarle las vidas humanas que, forzosamente, ten�an que perderse en el derrumbe de tant�simos edificios, ahora los Vengadores (obviando el caos que crearon en la propia Nueva York en la anterior pel�cula) tienen muy claro que su prioridad es salvar a los civiles de la poblaci�n que Ultr�n lanza a la atm�sfera como si una isla de Laputa fuera. L�stima que no se les ocurriera esa idea veinte minutos antes, cuando tanto Capit�n Am�rica (�para qu� se quita continuamente la m�scara?) como Viuda Negra rescatan a un Visi�n encapsulado en medio de una org�a de coches destrozados y, se supone, conductores hechos fosfatina. Pero, claro, estaban en Corea.
Se nota que faltan muchos minutos de metraje, escenas que podr�an haber profundizado m�s en la relaci�n interpersonal de los personajes y hasta aclarar m�s momentos de la trama. Quiz� se quedaron en la sala de montaje y las ofrezcan en una puntual edici�n en DVD. No se preocupen si advierten al final de la peli que, con todo, desconocen ustedes los poderes de Vision: podr�n resolver la duda leyendo los c�mics.
En la mejor tradici�n superheroica, aqu� los buenos se pelean y dan estopa de continuo. Se nota que est�n preparando la tercera pel�cula del Capit�n Am�rica (que sigue siendo el personaje Marvel que mejor se traduce en la pantalla): Civil War.
Marvel, reconozc�moslo tambi�n, ya no es aquel peque�o foxterrier que ladraba a los talones de los grandes editores, en palabras de Stan Lee. Ya ni siquiera es una editorial de tebeos, aunque el zombie que ahora encarna lo parezca. Marvel est� en manos de unos t�cnicos que a su vez est�n en manos de otros t�cnicos que dependen de cifras de ventas. Son, record�moslo tambi�n, un peque�o imperio cinematogr�fico que depende del otro gran imperio al que nadie hace sombra hoy en d�a: Disney. Lo que vemos en las pantallas (sea por la propia Marvel Productions o por los t�tulos vendidos a fondo perdido a otras productoras como Fox y Sony) no es la versi�n en cine de los c�mics, sino varias versiones (la de los mutantes por un lado, la de Spider-Man por otra, la del n�cleo de los personajes que no vendieron en su d�a y ahora explotan) que se parecen levemente (o no) a los tebeos. La imagen m�vil crea y recrea un palimpsesto que recicla, regurgita y recrea momentos puntuales de m�s de cincuenta a�os de comic-books, a ritmo endiablado y quemando ruedas con cada pel�cula…. Y que a su vez influye en el cad�ver que son hoy los c�mics. Ver�n cu�nto tarda la Antorcha Humana de los tebeos en ser negro, o en morir ese personaje que…. Ah, los spoilers.
Con Vengadores: La era de Ultr�n dicen que se pone fin a la fase dos de presentaci�n (o introducci�n) de los personajes en el cine. Lo que empez� con Iron Man y se expandi� a los dem�s t�tulos y que ahora dan (hip�critas) por cerrado con ese final algo falso que plantea la pel�cula. Dirigida por Joss Whedon, el inteligente creador televisivo de Buffy Cazavampiros, �ngel y Firefly, que ya se encarg� de coordinar el convulso ballet de tantos personajes en la anterior entrega del supergrupo y que ahora, dicen que agotado, dicen que por desavenencias creativas, dejar� el puesto en otras manos para la tercera pel�cula.
Hay acci�n a raudales, en esta nueva entrega. Demasiada acci�n, quiz�s. Mucha explosi�n, mucho golpe, mucho edificio derribado, mucho chiste tonto (que siempre se agradecen, eso s�). Pero el argumento es convulso y confuso, sin estilizar, y la direcci�n es err�tica, tanto en los movimientos de los actores cuando charlan y charlan y charlan (una r�mora de la formaci�n televisiva de Whedon, quiz�s), como en los desopilantes movimientos de c�mara, donde todos pelean a la vez y saltan, esquivan, golpean y destruyen sin que nos de tiempo a verlo todo: la clara exposici�n narrativa de los c�mics cl�sicos ha desaparecido, sustituida quiz�s por el cacao monumental de la narraci�n de los c�mics contempor�neos.
Es posible que parte del problema sea la enorme cantidad de personajes en liza. A los conocidos Hulk, Iron Man, Capit�n Am�rica, Ojo de Halc�n, Viuda Negra y Thor se les une un casting de secundarios que necesitan, todos, su medio minutito de exposici�n: Mar�a Hill, el insoportable Nick Furia, el viejo Stan Lee, el Halc�n (Falcon en el cine) y el sustituto-pero-menos-porque-ya-lo-negociaremos-en-contrato-aparte de Iron Man, M�quina de Guerra. Y sumen ustedes la aparici�n estelar de Heymdall, Peggy Carter, Ulises Klau… Muchos personajes a la vez, para una historia que, adem�s, presenta a un malo del que se deshace en segundos (el bar�n Strucker), a otro que desaprovecha, sembrando para el futuro (el citado Ulises Klau), m�s los dos mutantes-que-no-pueden-ser-llamados-mutantes-sino-mejorados, Pietro y Wanda (nada de “Mercurio” y “Bruja Escarlata”), el papel que por fin se merec�a (o no), Paul Bettany como Visi�n. Y el malo. Un James Spader convertido en robot con labios y soliloquios algo planitos, Ultr�n, que es el villano porque tiene que serlo y que sin embargo no hace grandes villan�as, ni declama a Shelley (como deber�a), ni asusta. El juego meta-referencial entre Dios y su creaci�n, o la poes�a que en los c�mics tiene tanto la aparici�n de Visi�n como el portentoso final donde Roy Thomas present� a los lectores el poema Ozymandias hace ya cuarenta a�os, no se explora ni se justifica. No hay recreaci�n de la mitolog�a Vengadora m�s que lo justito. Whedon, m�s que nunca, ha hecho aqu� un trabajo de encargo donde los fundidos en negro lastran el desarrollo de la poca chicha que tiene la trama, en tanto suponen un par�n, y donde la espectacularidad de las escenas de acci�n no tiene una contrapartida en la emoci�n de la presentaci�n de la amenaza: cu�nto mejor hubiera sido que Ultr�n les hubiera estallado en la cara a Banner y Stark en vez de aparecer cuando estos andan de copas, cu�nto m�s no se habr�a cerrado el c�rculo si Wanda Maximoff hubiera tenido oportunidad de experimentar en carne propia un rescate in extremis por parte del Iron Man al que odia…
La pel�cula resuelve la dualidad del personaje de Quicksilver, que tanto en la franquicia mutante como en la marveliana-marveliana es interpretado por dos actores distintos, sin nombrar en ning�n caso: solo sabemos que corren mucho, que uno se llama Peter y el otro Pietro. L�stima que no supieran ponerse de acuerdo y haber entregado la interpretaci�n, en ambos lados del universo cinematogr�fico, al mismo actor. Sigue habiendo los huevos de pascua (o bantha fudu) para que los espectadores que est�n en el ajo babeen cuando se menciona a Wakanda (pero no sale Pantera Negra), con lo cual daba lo mismo que la acci�n se situara en Sebastopol o en Argamasilla de Alba. Lo m�s importante es c�mo se distancia de la destrucci�n sin sentido de la que se acusa a El Hombre de Acero, la �ltima pel�cula de momento de la Distinguida Competencia/Time Warner. All� donde el nuevo Superman se enzarzaba en una ensalada de tortas con los invasores extraterrestres sin que parecieran importarle las vidas humanas que, forzosamente, ten�an que perderse en el derrumbe de tant�simos edificios, ahora los Vengadores (obviando el caos que crearon en la propia Nueva York en la anterior pel�cula) tienen muy claro que su prioridad es salvar a los civiles de la poblaci�n que Ultr�n lanza a la atm�sfera como si una isla de Laputa fuera. L�stima que no se les ocurriera esa idea veinte minutos antes, cuando tanto Capit�n Am�rica (�para qu� se quita continuamente la m�scara?) como Viuda Negra rescatan a un Visi�n encapsulado en medio de una org�a de coches destrozados y, se supone, conductores hechos fosfatina. Pero, claro, estaban en Corea.
Se nota que faltan muchos minutos de metraje, escenas que podr�an haber profundizado m�s en la relaci�n interpersonal de los personajes y hasta aclarar m�s momentos de la trama. Quiz� se quedaron en la sala de montaje y las ofrezcan en una puntual edici�n en DVD. No se preocupen si advierten al final de la peli que, con todo, desconocen ustedes los poderes de Vision: podr�n resolver la duda leyendo los c�mics.
En la mejor tradici�n superheroica, aqu� los buenos se pelean y dan estopa de continuo. Se nota que est�n preparando la tercera pel�cula del Capit�n Am�rica (que sigue siendo el personaje Marvel que mejor se traduce en la pantalla): Civil War.
Published on May 22, 2015 04:02
April 12, 2015
TREINTA A�OS DE TRADUCCIONES....
EDICIONES B
La voz de los muertos (Speaker for the Dead). Orson Scott Card
Entre los latidos de la noche (Between the Strokes of Night). Charles Sheffield
Maestro cantor (Songmaster) . Orson S. Card
Serpiente del sue�o (Dreamsnake). Vonda N. McIntyre
La telara�a entre los mundos (The Web Between the Worlds). Charles Sheffield
Radix. A.A. Attanasio
Ender el xenocida (Xenocide). Orson Scott Card
El libro del d�a del juicio final (Doomsday Book). Connie Willis
El Enga�o Hemingway (Hemingway Hoax). Joe Haldeman
Proteo (Proteus). Charles Sheffield
Cetaganda. Lois McMaster Bujold
Remake. Connie Willis
El efecto pr�ctica (The Practice Effect). David Brin
Oveja mansa (Bellwether). Connie Willis
Hijos de la mente (Children of the Mind). Orson S. Card
Ethan de Athos (Ethan of Athos). Lois McMaster Bujold
Paz interminable (Forever Peace) Joe Haldeman
Observadores del pasado: La redenci�n de Crist�bal Col�n (Pastwatch: The Redemption of Christopher Columbus). Orson S. Card
Restos de poblaci�n (Remnant Population). Elizabeth Moon
Recuerdos (Memories). Lois McMaster Bujold
El cofre del tesoro (Treasure Box) Orson Scott Card
Por no mencionar al perro (To Say Nothing of the Dog). Connie Willis
Fuego del coraz�n (Heartfire). Orson Scott Card
Los sue�os de Lincoln. (Lincoln´s Dreams) Connie Willis
San Leibowitz y la mujer caballo salvaje (Saint Leibowitz and the Wild Horse Woman). Walter M. Miller Jr.
Komarr. Lois McMaster Bujold
El triunfo de la Fundaci�n. (Foundation’s Triumph) David Brin
La sombra de Ender (Ender´s Shadow). Orson Scott Card
El �rbol familiar (The Family Tree). Sheri S. Tepper
La sombra del Hegem�n (Shadow of the Hegemon). Orson Scott Card
Una campa�a civil (A Civil Campaign), Lois McMaster Bujold
La llegada (The Coming). Joe Haldeman
Tr�nsito (Passage). Connie Willis
Fragmentos de honor. (Shards of Honor) Lois McMaster Bujold
Marionetas de la sombra (Shadow Puppets). Orson Scott Card
Materia celeste (Celestial Matters). Richard Garfinkle
Inmunidad diplom�tica. (Diplomatic Immunity) Lois McMaster Bujold
Gente de barro (Kiln People). David Brin
Ili�n I: El asedio. (Illium) Dan Simmons
En el pa�s de los ciegos (In the Country of the Blind). Michael Flynn
La ciudad de cristal (The Crystal City). Orson Scott. Card
La reconstrucci�n de Sigmund Freud (The Remaking of Sigmund Freud), Barry N. Malzberg
Ili�n II: La rebeli�n. Dan Simmons
Hom�nidos (Hominids). Robert J. Sawyer H
Humanos (Humans). Robert J. Sawyer
H�bridos (Hybrids). Robert J. Sawyer
La velocidad de la oscuridad (The Speed of Dark). Elizabeth Moon
La Bella Durmiente. (Beauty) S. Tepper
Una mujer del Pueblo de Hierro (A Woman of the Iron People). Eleanor Arnason
Elantris. Brandon Sanderson
Olympo I: La guerra. (Olympus) Dan Simmons
Olympo II: La ca�da. Dan Simmons
La sombra del gigante (Shadow of the Giant). Orson Scott Card
Mindscan, Robert J. Sawyer
Lovelock, Orson Scott Card y Kathryn H. Kidd
El hombre vac�o (The Hollow Man), Dan Simmons
Eifelheim, Michael Flynn
Imperio, (Empire) Orson Scott Card
Tratamiento invasor, (Invasive Procedure) Orson Scott Card y Aaron Johnston
Vuelta atr�s (Rollback), Robert Sawyer
Calle de Magia (Magic Street), Orson Scott Card
La Guerra de los regalos, (The War of the Gifts) Orson Scott Card
La Tierra desprevenida, (Earth Unaware), Orson Scott Card y Aaron Johnston
La Tierra en llamas (Earth Afire), Orson Scott Card y Aaron Johnston
Nacidos de la bruma (Mistborn), Brandon Sanderson
El pozo de la ascensi�n (The Well of Ascension), Brandon Sanderson
El h�roe de las eras, (Hero of the Ages) Brandon Sanderson
El aliento de los dioses, (Warbreaker), Brandon Sanderson
Aleaci�n de ley (The Alloy of Law), Brandon Sanderson
El camino de los reyes (The Way of Kings), Brandon Sanderson
Ironheart, Brandon Sanderson
Palabras radiantes (Words of Radiance), Brandon Sanderson
Tierra (Earth), David Brin
Tiempos de gloria (Glory), David Brin
Chernobyl, Frederick Pohl
Quattrocento, James McKean
Alvin el aprendiz (Prentice Alvin), Orson Scott Card
Alvin el oficial (Alvin Journeyman), Orson Scott Card
Navegante Solar (Sundiver), David Brin
La caza de Nimrod (The Nimrod Hunt), Charles Sheffield
Tras la ca�da de la noche (Beyond Nightfall), Arthur C. Clarke y Gregory Benford,
Caliban, Isaac Asimov y Roger MacBride Allen
El joven samur�i: El camino del guerrero, (Young Samurai: The Way of the Warrior) Chris Bradford
El joven samur�i 2: El camino de la espada (Young Samurai 2: The Way of the Sword) Chris Bradford
El joven samur�i 3: El camino del drag�n (Young Samurai 3: The Way of the Dragon) Chris Bradford
El hombre equivocado (The Wrong Man), John Katzenbach
El noveno clon (Fountain Society), Wes Craven
Un perro llamado Grk (A dog called Grk), Joshua Doder
Grk y la banda de los Pelotti (Grk and the Pelotti Gang), Joshua Doder
Falsa identidad (Assumed Identity), David Morrell
La hora m�gica (Magic Hour), Susan Isaacs
Muerte de un nacional (Death of a Nationalist), Rebecca Pawell
El manuscrito samur�i (Stalking the Angel), Robert Crais
El mundo es uno (How the World was One), Arthur C. Clarke
Enciclopedia de Ciencia Ficci�n, John Clute.
Patria (Fatherland), Robert Harris
Semillas de odio: la conexi�n china con el terrorismo internacional, Gordon Thomas
�Piensa! �Qu� significa ser humano en un mundo en cambio? (Identity), Susan Greenfield
La ruina del imperio romano (The Ruin of the Roman Empire), James O’ Donnell
Cri�polis (Cryoburn), Lois McMaster Bujold
MINOTAURO
Verano del adi�s (Farewell Summer), Ray Bradbury
Ahora y siempre (Now and Forever), Ray Bradbury
La leyenda de Sigurd y Gudrun (The Legend of Sigurd and Gudrun), J.R.R. Tolkien
La vieja guardia (Old Man’s Guard), John Scalzi
Las brigadas fantasma (The Ghost Brigades), John Scalzi
La colonia perdida (The Last Colony), John Scalzi
La historia de Zoe (Zoe’s Tale), John Scalzi
El agente de las estrellas (Agent to the Stars), John Scalzi
El ej�rcito de las sombras (Vampyrrhic), Simon Clark
Defensores de Ulthuan (Defenders of Ulthuan), Graham McNeill
Los Dones (The Gifts), Ursula K. Le Guin
ETIQUETA FUTURA
La playa salvaje (The Wild Shore), Kim Stanley Robinson
La costa dorada (The Gold Coast), Kim Stanley Robinson
Neverness, David Zindell
ETIQUETA NEGRA
Vivir y morir en Los �ngeles (To Live and Die in LA), Gerald Petievich
Morir en Beverly Hills (To die in Beverly Hills), Gerald Petievich
La colina de los suicidas (Suicide Hill), James Elroy
El cerdo de vapor (The Steam Pig), James McClure
ULTRAMAR
Los humanoides (The Humanoids), Jack Williamson
�Qui�n? (Who?), Algis Budrys
Ambiente (Ambient), Jack Womack
Terraplane, Jack Womack
Memorias (Memories), Mike McQuay
La muerte del caos (The Death of Chaos) Joanna Russ
Crystal Express, Bruce Sterling
Lengua materna (Native Tongue), Suzette Haden Elgin
La rosa de Judas (The Rose of Judas), Suzette Haden Elgin
El pa�s irredento (The Unconquered Country), Geoff Ryman
MART�NEZ ROCA
Tom O’ Bedlam, Robert Silverberg
Siempre hay un precio (There is always a price tag), James Hardley Chase
Jugadores del juego de la gente (Players at the Game of People), John Brunner
Los simulacros (The Simulacra), Philip K. Dick
Podemos construirle (We Can Build You), Philip K. Dick
La edad de Oro 1939-1940, Isaac Asimov (ed)
La edad de Oro 1941, Isaac Asimov (ed)
La edad de Oro, 1942-1943, Isaac Asimov (ed)
La edad de Oro 1944-1945, Isaac Asimov (ed)
La edad de Oro 1946-1947, Isaac Asimov (ed)
Los premios Hugo, 1980-1082, Isaac Asimov (ed)
Nuestra Se�ora de las Tinieblas (Our Lady of Darkness), Fritz Leiber
El fest�n de las m�scaras, VV.AA.
Mensajes del infierno (Othersyde), J. Michael Straczynski
Horror 4. Lo mejor del terror contempor�neo Dennis Etchinson (ed)
Sacrilegio, Whitley Strieber
Ultratumba, Rampsey Campbell
LA FACTOR�A DE IDEAS
Camelot 30K, Robert L. Forward
Factor de Humanidad (Factoring Humanity), Robert J. Sawyer
ACERVO
Todos los weyrs de Pern (All the Weyrs in Pern), Anne McCaffrey
GIGAMESH
Esencia oscura (The Drawing of the Dark), Tim Powers
EDICIONES URANO
Pa�s de esp�as (Spook Country), William Gibson
Historia Cero (Zero History), William Gibson
BIBLI�POLIS
Luz (Light), M. John Harrison
Siembra de jade (A Scattering of Jades), Alex Irvine
El cuerpo de la casa (Homebody), Orson Scott Card
El buscavidas (The Hustler), Walter Trevis
El color del dinero (The color of money), Walter Trevis
Gambito de reina (Queen´s gambit), Walter Trevis
EDHASA
La libertad interminable (Forever Free), Joe Haldeman
Mi casco por almohada (Helmet for my Pillow), Robert Leckie
RBA EDITORES.
Mundos de exilio e ilusi�n (Words of Exile and Illusion), Ursula K. Le Guin
El mejor de los mundos posibles (The best of all possible worlds), Karel Lord
Desconf�e de ese sabor concreto (Distrust that particular flavor), William Gibson
La alianza del capit�n Vorpatril (Captain Vorpatril's Alliance), Lois McMaster Bujold
EDICIONES S.M.
Zona Gulliver (Gulliverzone), Stephen Baxter
Castillo de sue�os (Dreamcastle), Stephen Bowkett
La hechicera (Sorceress), Magey Furey
Mordeduras de ara�a (Spiderbite), Graham Joyce
Paria (Untouchable), Richard Eric Brown
La tormenta de luz (Lightstorm), Peter Hamilton
La voz de los muertos (Speaker for the Dead). Orson Scott Card
Entre los latidos de la noche (Between the Strokes of Night). Charles Sheffield
Maestro cantor (Songmaster) . Orson S. Card
Serpiente del sue�o (Dreamsnake). Vonda N. McIntyre
La telara�a entre los mundos (The Web Between the Worlds). Charles Sheffield
Radix. A.A. Attanasio
Ender el xenocida (Xenocide). Orson Scott Card
El libro del d�a del juicio final (Doomsday Book). Connie Willis
El Enga�o Hemingway (Hemingway Hoax). Joe Haldeman
Proteo (Proteus). Charles Sheffield
Cetaganda. Lois McMaster Bujold
Remake. Connie Willis
El efecto pr�ctica (The Practice Effect). David Brin
Oveja mansa (Bellwether). Connie Willis
Hijos de la mente (Children of the Mind). Orson S. Card
Ethan de Athos (Ethan of Athos). Lois McMaster Bujold
Paz interminable (Forever Peace) Joe Haldeman
Observadores del pasado: La redenci�n de Crist�bal Col�n (Pastwatch: The Redemption of Christopher Columbus). Orson S. Card
Restos de poblaci�n (Remnant Population). Elizabeth Moon
Recuerdos (Memories). Lois McMaster Bujold
El cofre del tesoro (Treasure Box) Orson Scott Card
Por no mencionar al perro (To Say Nothing of the Dog). Connie Willis
Fuego del coraz�n (Heartfire). Orson Scott Card
Los sue�os de Lincoln. (Lincoln´s Dreams) Connie Willis
San Leibowitz y la mujer caballo salvaje (Saint Leibowitz and the Wild Horse Woman). Walter M. Miller Jr.
Komarr. Lois McMaster Bujold
El triunfo de la Fundaci�n. (Foundation’s Triumph) David Brin
La sombra de Ender (Ender´s Shadow). Orson Scott Card
El �rbol familiar (The Family Tree). Sheri S. Tepper
La sombra del Hegem�n (Shadow of the Hegemon). Orson Scott Card
Una campa�a civil (A Civil Campaign), Lois McMaster Bujold
La llegada (The Coming). Joe Haldeman
Tr�nsito (Passage). Connie Willis
Fragmentos de honor. (Shards of Honor) Lois McMaster Bujold
Marionetas de la sombra (Shadow Puppets). Orson Scott Card
Materia celeste (Celestial Matters). Richard Garfinkle
Inmunidad diplom�tica. (Diplomatic Immunity) Lois McMaster Bujold
Gente de barro (Kiln People). David Brin
Ili�n I: El asedio. (Illium) Dan Simmons
En el pa�s de los ciegos (In the Country of the Blind). Michael Flynn
La ciudad de cristal (The Crystal City). Orson Scott. Card
La reconstrucci�n de Sigmund Freud (The Remaking of Sigmund Freud), Barry N. Malzberg
Ili�n II: La rebeli�n. Dan Simmons
Hom�nidos (Hominids). Robert J. Sawyer H
Humanos (Humans). Robert J. Sawyer
H�bridos (Hybrids). Robert J. Sawyer
La velocidad de la oscuridad (The Speed of Dark). Elizabeth Moon
La Bella Durmiente. (Beauty) S. Tepper
Una mujer del Pueblo de Hierro (A Woman of the Iron People). Eleanor Arnason
Elantris. Brandon Sanderson
Olympo I: La guerra. (Olympus) Dan Simmons
Olympo II: La ca�da. Dan Simmons
La sombra del gigante (Shadow of the Giant). Orson Scott Card
Mindscan, Robert J. Sawyer
Lovelock, Orson Scott Card y Kathryn H. Kidd
El hombre vac�o (The Hollow Man), Dan Simmons
Eifelheim, Michael Flynn
Imperio, (Empire) Orson Scott Card
Tratamiento invasor, (Invasive Procedure) Orson Scott Card y Aaron Johnston
Vuelta atr�s (Rollback), Robert Sawyer
Calle de Magia (Magic Street), Orson Scott Card
La Guerra de los regalos, (The War of the Gifts) Orson Scott Card
La Tierra desprevenida, (Earth Unaware), Orson Scott Card y Aaron Johnston
La Tierra en llamas (Earth Afire), Orson Scott Card y Aaron Johnston
Nacidos de la bruma (Mistborn), Brandon Sanderson
El pozo de la ascensi�n (The Well of Ascension), Brandon Sanderson
El h�roe de las eras, (Hero of the Ages) Brandon Sanderson
El aliento de los dioses, (Warbreaker), Brandon Sanderson
Aleaci�n de ley (The Alloy of Law), Brandon Sanderson
El camino de los reyes (The Way of Kings), Brandon Sanderson
Ironheart, Brandon Sanderson
Palabras radiantes (Words of Radiance), Brandon Sanderson
Tierra (Earth), David Brin
Tiempos de gloria (Glory), David Brin
Chernobyl, Frederick Pohl
Quattrocento, James McKean
Alvin el aprendiz (Prentice Alvin), Orson Scott Card
Alvin el oficial (Alvin Journeyman), Orson Scott Card
Navegante Solar (Sundiver), David Brin
La caza de Nimrod (The Nimrod Hunt), Charles Sheffield
Tras la ca�da de la noche (Beyond Nightfall), Arthur C. Clarke y Gregory Benford,
Caliban, Isaac Asimov y Roger MacBride Allen
El joven samur�i: El camino del guerrero, (Young Samurai: The Way of the Warrior) Chris Bradford
El joven samur�i 2: El camino de la espada (Young Samurai 2: The Way of the Sword) Chris Bradford
El joven samur�i 3: El camino del drag�n (Young Samurai 3: The Way of the Dragon) Chris Bradford
El hombre equivocado (The Wrong Man), John Katzenbach
El noveno clon (Fountain Society), Wes Craven
Un perro llamado Grk (A dog called Grk), Joshua Doder
Grk y la banda de los Pelotti (Grk and the Pelotti Gang), Joshua Doder
Falsa identidad (Assumed Identity), David Morrell
La hora m�gica (Magic Hour), Susan Isaacs
Muerte de un nacional (Death of a Nationalist), Rebecca Pawell
El manuscrito samur�i (Stalking the Angel), Robert Crais
El mundo es uno (How the World was One), Arthur C. Clarke
Enciclopedia de Ciencia Ficci�n, John Clute.
Patria (Fatherland), Robert Harris
Semillas de odio: la conexi�n china con el terrorismo internacional, Gordon Thomas
�Piensa! �Qu� significa ser humano en un mundo en cambio? (Identity), Susan Greenfield
La ruina del imperio romano (The Ruin of the Roman Empire), James O’ Donnell
Cri�polis (Cryoburn), Lois McMaster Bujold
MINOTAURO
Verano del adi�s (Farewell Summer), Ray Bradbury
Ahora y siempre (Now and Forever), Ray Bradbury
La leyenda de Sigurd y Gudrun (The Legend of Sigurd and Gudrun), J.R.R. Tolkien
La vieja guardia (Old Man’s Guard), John Scalzi
Las brigadas fantasma (The Ghost Brigades), John Scalzi
La colonia perdida (The Last Colony), John Scalzi
La historia de Zoe (Zoe’s Tale), John Scalzi
El agente de las estrellas (Agent to the Stars), John Scalzi
El ej�rcito de las sombras (Vampyrrhic), Simon Clark
Defensores de Ulthuan (Defenders of Ulthuan), Graham McNeill
Los Dones (The Gifts), Ursula K. Le Guin
ETIQUETA FUTURA
La playa salvaje (The Wild Shore), Kim Stanley Robinson
La costa dorada (The Gold Coast), Kim Stanley Robinson
Neverness, David Zindell
ETIQUETA NEGRA
Vivir y morir en Los �ngeles (To Live and Die in LA), Gerald Petievich
Morir en Beverly Hills (To die in Beverly Hills), Gerald Petievich
La colina de los suicidas (Suicide Hill), James Elroy
El cerdo de vapor (The Steam Pig), James McClure
ULTRAMAR
Los humanoides (The Humanoids), Jack Williamson
�Qui�n? (Who?), Algis Budrys
Ambiente (Ambient), Jack Womack
Terraplane, Jack Womack
Memorias (Memories), Mike McQuay
La muerte del caos (The Death of Chaos) Joanna Russ
Crystal Express, Bruce Sterling
Lengua materna (Native Tongue), Suzette Haden Elgin
La rosa de Judas (The Rose of Judas), Suzette Haden Elgin
El pa�s irredento (The Unconquered Country), Geoff Ryman
MART�NEZ ROCA
Tom O’ Bedlam, Robert Silverberg
Siempre hay un precio (There is always a price tag), James Hardley Chase
Jugadores del juego de la gente (Players at the Game of People), John Brunner
Los simulacros (The Simulacra), Philip K. Dick
Podemos construirle (We Can Build You), Philip K. Dick
La edad de Oro 1939-1940, Isaac Asimov (ed)
La edad de Oro 1941, Isaac Asimov (ed)
La edad de Oro, 1942-1943, Isaac Asimov (ed)
La edad de Oro 1944-1945, Isaac Asimov (ed)
La edad de Oro 1946-1947, Isaac Asimov (ed)
Los premios Hugo, 1980-1082, Isaac Asimov (ed)
Nuestra Se�ora de las Tinieblas (Our Lady of Darkness), Fritz Leiber
El fest�n de las m�scaras, VV.AA.
Mensajes del infierno (Othersyde), J. Michael Straczynski
Horror 4. Lo mejor del terror contempor�neo Dennis Etchinson (ed)
Sacrilegio, Whitley Strieber
Ultratumba, Rampsey Campbell
LA FACTOR�A DE IDEAS
Camelot 30K, Robert L. Forward
Factor de Humanidad (Factoring Humanity), Robert J. Sawyer
ACERVO
Todos los weyrs de Pern (All the Weyrs in Pern), Anne McCaffrey
GIGAMESH
Esencia oscura (The Drawing of the Dark), Tim Powers
EDICIONES URANO
Pa�s de esp�as (Spook Country), William Gibson
Historia Cero (Zero History), William Gibson
BIBLI�POLIS
Luz (Light), M. John Harrison
Siembra de jade (A Scattering of Jades), Alex Irvine
El cuerpo de la casa (Homebody), Orson Scott Card
El buscavidas (The Hustler), Walter Trevis
El color del dinero (The color of money), Walter Trevis
Gambito de reina (Queen´s gambit), Walter Trevis
EDHASA
La libertad interminable (Forever Free), Joe Haldeman
Mi casco por almohada (Helmet for my Pillow), Robert Leckie
RBA EDITORES.
Mundos de exilio e ilusi�n (Words of Exile and Illusion), Ursula K. Le Guin
El mejor de los mundos posibles (The best of all possible worlds), Karel Lord
Desconf�e de ese sabor concreto (Distrust that particular flavor), William Gibson
La alianza del capit�n Vorpatril (Captain Vorpatril's Alliance), Lois McMaster Bujold
EDICIONES S.M.
Zona Gulliver (Gulliverzone), Stephen Baxter
Castillo de sue�os (Dreamcastle), Stephen Bowkett
La hechicera (Sorceress), Magey Furey
Mordeduras de ara�a (Spiderbite), Graham Joyce
Paria (Untouchable), Richard Eric Brown
La tormenta de luz (Lightstorm), Peter Hamilton
Published on April 12, 2015 20:14
November 10, 2014
DOCTOR WHO, SERIE 8

La nueva temporada (o "serie" como dicen los brit�nicos) de Doctor Who, la octava desde el reinicio o Nu-Whu, se salda con m�s luces que sombras. Muchas m�s luces que sombras. Parece que el equipo directivo (el showrunner y quienes sin duda le acompa�an) ha aprendido parte de la lecci�n, comprende que hay que tirar por la borda ciertos supuestos que amenazaban con convertir la longeva cabecera en una serie para f�minas adolescentes y se conf�a a episodios que est�n mejor hilvanados que los de las tediosas �ltimas temporadas.
Sigue habiendo sus peros, naturalmente. Pero Moffat ha dejado en segundo plano el hilo argumental de Missy, aparc�ndolo hasta la escena pre-cr�ditos en ocasiones y sin que tuviera nada que ver con la historia de cada semana, y ha sabido colaborar al menos en un par de episodios, que ha firmado en comandita (quiz� como hac�a Russell T. Davies, reescribiendo escenas o afinando di�logos). El principal handicap sigue siendo ese equilibrio cada vez m�s altamente inestable entre el fairy y la ciencia ficci�n. Por m�s que aparente ser una serie de miedo (miedo infantil pero cada vez mejor hecho t�cnicamente, hasta el punto de sorprender al espectador adulto) tras tantos episodios y tantas temporadas, cl�sicas y nuevas, se sabe que habr� una explicaci�n extraterrestre detr�s. Cu�nto m�s sencillo ser�a abrazar la fantas�a como tal y evitar explicaciones que no convencen a nadie (la luna como huevo, el ejemplo m�s clamoroso) y jugar, esta vez s�, con la sorpresa continuada.
Los once episodios de la temporada han sido, en general, buenos. Fall� un tanto el primero, alargado y heredero todav�a de los tics de la �poca anterior, pero nos han mostrado al menos tres o cuatro episodios enormemente divertidos y hasta originales: Robot of Sherwood (por lo desvergonzado de la propuesta), Listen (otro episodio sobre percepciones), Murder on the Orient Express y Flatine... curiosamente los dos escritos por un newcomer. M�s fallidos ha sido Time Heist, a pesar de lo prometedor de la propuesta, y The Caretaker, porque no llega a nada. El m�s flojito de todos es sin duda Kill the Moon. Suena a ya visto Into the Dalek y In the Forest of the Night queda un tanto desangelado a pesar de la excelente utilizaci�n de los temas de los cuentos de hadas.
Lo mejor, sin duda, Peter Capaldi. Y Jenna-Louise Coleman. El primero demuestra que es un gran histri�n que puede llegar a desbancar, si contin�a en la serie el tiempo necesario, a los otros dos Doctores m�s queridos (4 y 10, por si ustedes lo dudan). Capaldi es un whovian de pedigr� y es capaz de interpretar a su Doctor y hacernos ver las encarnaciones anteriores al mismo tiempo: sus manierismos, las ondulaciones de su voz, su lenguaje corporal (como ejemplifica el primer abrazo y el abrazo final). Capaldi interpreta a un Doctor gru��n, en b�squeda de s� mismo, inquieto y a la vez antip�tico: lo m�s opuesto del mundo a Tennant y Smith. Pero Tennant y Smith est�n ah� dentro, como est�n los otros actores que estuvieron antes.
Clara tiene, por fin, grandes momentos de lucimiento. Su qu�mica (o su antiqu�mica) con el Doctor nos la convierten en una companion molesta y al mismo tiempo apetecible. El juego de dependencias, las mentiras, la necesidad de ser una-en-el-Doctor nos la convierten en una maestrita caprichosa y a la vez en una companion que poco a poco va asumiendo el peso de lo que hace. No ha tenido mucha suerte Dany Pink en su entrada en el whoverso, ni en su salida.
Y est� Missy. Una histri�nica y despendolada Michelle Gomez interpreta a una Scary Poppins cuyo misterio se supon�a casi desde el principio y que quiz� merecer�a haber tenido m�s tiempo en escena para que su aparici�n y sus planes quedaran redondos. No me extra�ar�a que volvi�ramos a verla en futuras series, aunque tambi�n ser�a de agradecer que se buscaran enemigos y extraterrestres nuevos.
Ha sido una temporada de personajes, de indagar en las motivaciones y personalidades tanto del Doctor como de Clara. Habr� que ver el especial de Navidad (un nuevo fairy navide�o que ya no tienen la mala leche de anta�o) para ver si la despedida entre este Doctor y esta companion es definitiva. Su relaci�n se basa ahora en la mentira: el destino de Pink y lo sucedido (�qu�?) en Gallifrey.
Pese a lo que diga Moffat sobre la funci�n de las companions, para el futuro, me gustar�a ver c�mo se desenvuelve CapalDoc a solas.
Published on November 10, 2014 12:19
November 4, 2014
October 18, 2014
EL VIAJE CONTINUO (PR�NCIPE VALIENTE 10)
La perfecci�n formal de las vi�etas de Hal Foster no fue �bice, sino m�s bien acicate, para impulsar el desarrollo y la constante evoluci�n de la serie. En el periodo 1955-1956 que cubre este libro, a pr�cticamente veinte a�os de la creaci�n de Prince Valiant, el autor ya ha establecido los par�metros sobre los que vertebrar su relato: un d�a acci�n, otro la familia. Y, m�s all� de eso, el viaje que siempre ha sido la marca natural de la strip se estructura en tres puntos establecidos, lo que permite que las historias alternen y, distanciadas en el tiempo por la publicaci�n semanal de una sola p�gina, no parezcan repetitivas: aventuras en Camelot, en Thule y en las Islas de la Bruma, con escarceos secundarios en misiones a Irlanda, batallas contra vikingos d�scolos o excursiones por Tierra Santa.
Quiz� consciente de ello, Foster evita en este periodo el viaje por mar o por el coraz�n de Europa, que los personajes ya han realizado con diversos reveses de fortuna antes, y echando mano a la informaci�n sobre la cultura vikinga que empieza a asomar cada vez m�s en la serie (Val se vuelve “bersekr”), relata lo que hemos traducido por “la gran ruta por tierra”, el tit�nico esfuerzo por remontar los r�os del este europeo hasta el norte cargando con los barcos all� donde no hay cauces de agua. Es, quiz�s, el viaje m�s arduo que jam�s realizaran Valiente y los suyos, y el autor lo relata con la habitual minuciosidad, explorando el territorio y comunicando la dilaci�n en el tiempo y el esfuerzo que supone ese azaroso regreso a casa.
Han pasado casi veinte a�os desde el inicio de la serie y vemos a Val m�s falible que nunca: no s�lo porque dispare una flecha de manera imposible (p�gina 942, vi�eta 6), sino porque lo vemos herido y vuelto a herir, renco, debilitado, pasajero de segunda en su propia serie, un h�roe desvalido que recurre a contar su pasado a sus hijos, subterfugio que permite a Foster ganar unas semanas de tiempo (dedicadas, seg�n parece, a viajar por los escenarios futuros de sus personajes), y quiz� recordar a los p�blicos que a�n acud�an a ver la pel�cula de Henry Hattaway c�mo fueron en realidad los primeros a�os de Valiente.
Asoma la posibilidad del relevo: el pr�ncipe Arn deja de ser un ni�o y empieza a transitar el camino de la adolescencia. Es el joven aguilucho que despliega con gallard�a sus alas, abandonando el nido, y una vez m�s la maestr�a de Foster el narrador, ese que hace biograf�a de tantas de nuestras vidas, nos cuenta la desaz�n de los padres, el silencio y el vac�o. Pocas vi�etas son m�s hermosas, en la historia de la serie (y en la historia de los c�mics) que esa panor�mica de la p�gina 1007 donde Val y Aleta ven a su hijo alejarse en la barca que lo lleva a su futuro.
Nunca reconoci� Foster a Dickens entre sus influencias, pero en los criados patosos y de buen coraz�n parecen encontrarse ecos del Club Pickwick. Hay una clara simpat�a del autor hacia estos personajes desma�ados, metepatas y cobardes: sin ellos, lo vemos siempre, ni Val ni Gawain podr�an correr sus aventuras. Les sirven de cocineros o de esp�as, les sanan las heridas y a la vez los desconciertan. Son objeto de chanza y desespero pero los caballeros bien saben que no pueden vivir sin ellos. Val, que nunca ha olvidado sus or�genes humildes, conecta r�pidamente con las clases populares, y los mira no s�lo desde el respeto, sino desde la admiraci�n. La tr�gica historia de Alfred y el desprendido sacrificio que hace en las �ltimas p�ginas de este libro es, para m�, el momento m�s heroico y m�s hermoso de todos cuantos cont� Harold Foster.
Published on October 18, 2014 20:33
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